¿ Angel o Demonio? ( Asagi Dunkelheit Nightroad)

La luna estaba llegando a su punto más alto. Había corrido todo el día, me había cansado y luego a correr de vuelta. La oscuridad me rodeaba como una manta, allí me sentía protegida entre su inmensidad, sus misterios, sus criaturas. Ahora caminaba, había dejado la civilización de París hacía más o menos dos horas, cuando seguía escuchando su voz llamándome, ¿ Qué maníatica obsesión podría tener aquel ser de oscuridad, que siempre me atormentaba?. El aroma a naturaleza se mezclaba con el aroma a cosas quemadas, estaba cerca de algún campamento gitano, si tenía la fortuna de mi lado, que en aquellos momentos lo dudaba, me brindarían abrigo, claro que dándole algo a cambio.A lo lejos, se podían ver las carpas, carretas y demás inmuebles, todos decorados con luces improvisadas.

Al llegar pude notar como el césped se encontraba más prolijo en aquella parte, ya no estaba entre la maleza abrumadora. Escondida detrás de una carpa pude observar como las gitanas más jóvenes danzaban para cautivar a sus hombres. Me llevé la mano hacia la cadera, aquellas mujeres no tenían monedas en sus caderines,y tampoco se encontraban con tantas alhajas como las que tenía en mi poder, hice sonar mi pandereta. Acto seguido pararon la música y comenzó una búsqueda hacia todos los puntos cardinales, pero nadie me encontraba.
Cerré mis ojos,¡ Cómo quería que me encontraran!, ansiaba estar acobijada, protegida, sin aquel hombre acechándome a sol y sombra.

Una mujer ya entrada en años me tomó de la mano.
-¡ La encontré!.-gritó triunfante agitando mi mano como si fuera un trofeo de caza. Ahogué un grito, me dolía. Aquella mujer huesuda era demasiado fuerte, tan fuerte como un hombre de su misma edad.
- ¿ Eres gitana?.- preguntó un hombre anciano, vestido de colorado. Estaba sentado en una especie de trono artesanal, parecía amable pero algo en él hacía que le temiera. Me sentía protegida con él, se asemejaba a nuestro patriarca, mi abuelo. Sólo asentí, si hablaba gritaría.
-¿ Eres rubia?...¡ Una gitana rubia!...- exclamó riéndose a carcajadas. Me sentía humillada, que fuese rubia no significaba nada, en Rumania había muchas gitanas rubias o de aspecto pálido como fantasmal.- Si eres gitana...¡ danza!.
A continuación, los hombres más jóvenes comenzaron a tocar todo tipo de instrumentos, las mujeres se sentaron cerca del hombre anciano, parecían ansiosas. La mujer huesuda soltó mi mano de un tirón, podía sentir como mi circulación volvía a transitar por mi cuerpo.

Con paso pausado me acerqué a una gran fogata, un fogón para ser precisos. Al compás de la música comencé a danzar, los hombres ahogaban suspiros cuando me acercaba a ellos. Con mi mano izquierda hice sonar la pandereta, mientras daba pequeños giros en el lugar. El anciano comenzó a aplaudir, los demás lo siguieron. Corrección mi abuelo era mucho más dulce y simpático, que se vistiera parecido a mi abuelo, jamás sería como él.¡ Qué tonta e ingenua he sido!.
Algunos niños se acercaron a nosotros, gritando :- El Barón de Francia se acerca...¡ El Barón...se acerca!.

Lentamente paré de dar los giros, aún mareada pude distinguir como una figura masculina se acercaba a nosotros. Aunque no podía distinguirse nada entre la oscuridad de la noche y mi terrible mareo.

¿Cómo una persona puede parecer un ángel y convertirse tiempo más tarde en tu sombra más temible?. Tiempo atrás pensaba que las personas eran ángeles o demonios que no cambiaban con el paso de los años o incluso por la vista de los demás.

Para algunos yo era el peor acontecimiento del campamento, una gitana rubia y loca, según muchos. Según pocos, los más allegados a mi corazón juvenil era un ángel que había llegado a la tierra, aunque también decían que un ángel deliraba por su lejanía con el cielo, en definitiva nadie parecía comprenderme y por mucho que me esforzara yo tampoco a ellos.

Aquel muchacho destapador de futuras desgracias, parecía ser una de esas personas que eran ángel con algunos y demonio con otros, siendo ésta su mayoría.

- ¡Jamás había oído hablar de ese nombre!.-exclamé sorprendida.- He oído de nombres misteriosos y extraños, sin duda se agregará a mi colección...- Hablaba demasiado, bien lo sabía yo que siempre había padecido este percanse.

Como era de esperarse, ya nadie estaba cerca nuestro, absolutamente nadie.
Hice sonar la pandereta que me acompañaba desde mi primera danza.- Mi nombre, gentil caballero es Maráh...- mi voz sonaba como el murmullo del viento. Mis latidos jugaron una mala pasada, sonaban dentro de mi caj toráxica como si estuviera al borde del cataclismo.
No pude evitar sonrojarme, nadie me había dicho que bailaba bien, en su mayoría de las veces cuando danzaba decían que un demonio lo hacía, jamás los entendería.

-¿ Qué hace un hombre como usted, respetable y honrado en un campamento gitano?.- pregunté mientras ponía en mi cabeza aquel pañuelo lila que había encontrado en el vehículo de Amelhíon Do Crucerois, con quien estaba en infinita deuda.

Como un canto de sirena en pleno altamar, me sentía yo. Estaba aturdida por los cambios repentinos de mi vida, y si bien mi estado era anunciante de una pronta catástrofe emocional y psíquica, creía aún que si pensaba en positivo, si quería que mi vida anterior se borrara con el soplido de algún niño que juega con un barco de papel en un lago cristalino, la brecha entre la realidad querida y la crue realidad, desaparecería por completo, sería felíz, y ya no recordaría mis últimos días en Rumania. Siempre lo llevaría en mi alma, los lugares que de niña visitaba, todo tenía un lugar allí, en mi corazón espiritual.

- Para mí... es un nombre muy bonito.- aseguré con una sonrisa. El azul era de por sí un color que me tranquilizaba y a su vez, me daba fuerza para seguir adelante, en Rumania, cuando estaba en mis ataques de felicidad repentina, usaba una pollera azul, con mi caderín celeste, un corset negro y una blusa blanca, según el patriarca de mi clan, esa vestimenta era de los gitanos de las costas, no de una gitana de campamento. A mí, poco me importaban esas clasificaciones, menos ahora, que era más libre que antes.

El sonido chispeante de una fogata llegó a mis oído, junto con la musical voz de Asagi, no pude evitar sonreír, Maráh, era un nombre raro y a su vez escondía la fuerza de las olas del mar, podía ser ángel, dulce, armoniosa, incluso caritativa pero a su vez, podía convertirme en un ser burlón, malvado, tal vez despiadado, no era una doble personalidad, dependía de la gente que me rodeaba en aquel momento.

Ahora, sentía como si alas esponjozas y blanquecinas salieran indoloras de mi espalda, que una tiara de flores amarillas, blancas, celestes, lilas, rojas y un sin fin de colores adornaba mi cabeza, sólo deseaba quedarme en aquella situación.

Los niños corrían, jugaban entre ellos, las niñas eran doncellas de la clase más alta, los niños eran ladrones o caballeros, ¡ Cúantos anhelos de la infancia!. Todavía recordaba noches enteras jugando a ser una doncella en peligro, que al final danzaba y cantaba, enamorando a quien la escuchara.
- Querido caballero...- hice una pausa.- Asagi... provengo de Rumania, tierra de encantos y misterios oscuros, tierra de nadie y a la vez de todos los seres...- callé.

El hombre más viejo, se acercaba a la fogata, al parecer hoy había una celebración en el campamento.

Cada vez que alguien me preguntaba el significado e mi nombre podía conmemorar los recuerdos de la única humana que me amo como a nadie, aunque su rostro se borró en cada despertar y en cada sueño y se coloro de un azabache fuerte, por esos largos cabellos claros, recordaba la calidez del sol en su piel, de sus yemas rozando mi rostro mientras me dormía pacíficamente en sus brazos, eso sí podía recordarlo, a diferencia de la dulce gitana yo no tenía un lugar de ‘donde provenir’ pero más bien provenía de alguien.

El firmamento era una esperanza para mí, que lindo seria ver de nuevo el sol y sentir que mi mirada se funde junto al alto y cristalino cielo azul como de costumbre lo hacía, pero ahora era diferente, ahora todo se fundía en recuerdos… - Y ¿Cuál es el significado de tan misterioso nombre? –musite en un susurro acercándome lentamente a su oído, en un acto muy personal, pero el ruido me obligaba a sacar ese lado galante y coqueto a su vez.

Y es que mi voz se fue soltando como un hilillo susurrante de pasión que envolvía la magia de mi interior con el misterio de la noche, si, era una forma de engatusar a las víctimas, pero claro esta noche no era para beber y hacer un festín de sangre, sobre estos inocentes, aunque ganas no me faltaban, ningún noctambulo se podía resistir a ello.

-He visitado Rumania, y concuerdo contigo hermosa gitana, y veo en tus ojos y en la belleza que posees que tienes mucho de aquel lugar que describes con un tinte mágico y embelesado… Es como si te describieras, pero falta la pasión y el coqueteo de tu mirada, lo dulce de tu voz femenina como lo dulce que es la nieve sobre las tierras, como una sábana envolvente en recuerdos… - guiñe el ojo, y tome su mano besando su dorso con delicadeza, no podía parar una vez que la poesía tan nefasta que mis labios soltaban de dejaba deshebrar en ideas y pasiones.