Las memorias del pasado y del presente [Leotie]

El trabajo duro era compensado con buenos vienes ahí estaba yo, en busca de algún campo donde poder tener mis tierras, un lugar donde poder cultivar mi propia comida, un lugar donde pudiera ser yo y nadie más que yo, con el tiempo que llevaba en Paris, me había hecho de buenos ahorros, para poder así comprar la finca de mis sueños. El día parecía largo no era un día típico sino más bien uno espectacular, estábamos entrando a una de mis estaciones favoritas Otoño, que con sus colores en matices anaranjados y amarillentos daban un aire de tranquilidad a los campos que tan esplendidos se veían ese día. La temporada recién comenzaba y para antes del invierno ya estaría instalado en mi hogar, de eso estaba seguro. Mi caballo y yo paseábamos por las afueras de Paris, ambos con una tranquilidad con la cual lográbamos el equilibrio entre animal y humano, extraño sabiendo que los animales tenían una habilidad que los humanos no, ¿Qué sería de mi sin mi fiel compañero? Nada, lo había traído desde Alemania a estas tierras y aún le quedan años por vivir junto a mí. Loki era su nombre, aun cuando no tenía la menor idea del significado de aquel, me pareció justo y divertido que ese fuera en apodo con el que llamaría a mi corcel, que de color vallo pasaba camuflado por los campos, parisinos. – ¡Loki, andando! – le ordene y este se puso a galopar, ambos libres felices por aquel momentos, la velocidad aumentaba mientras avanzábamos por aquel sitio.

El tiempo comenzó a detenerse mientras pasábamos finca tras finca, campo tras campo, llego ese momento donde todo logro detenerse y en conjunto yo y Loki también, el sol había bajado un poco, coloreando el cielo de un anaranjado que parecía sacado de alguna pintura de alguien reconocido por la sociedad. Desmonte de un salto y tomando las riendas de mi caballo comencé a caminar, con la mirada perdida en el cielo, mis pensamientos viajaban de mi niñez hasta mi adolescencia, me subía a la montaña rusa de las emociones, donde todo podía ocurrir y a la vez nada sucedía, la briza suave azoto mi rostro haciendo el recuerdo de aquel día cuando me separaron de mis padres, cuando comenzó mi nueva vida, una vida que me trajo de todo y al final me quede sin nada. Mis padres, me quede con ese pensamiento, con la última imagen que tenia de ellos, las lágrimas de mi madre y el dolor en el rostro de mi padre, un dolor en el corazón sentí, como si alguien lo tomara y estrujara para hacerme sufrir, mis pasos se detuvieron y la angustia me invadió, muchos años habían pasado y ahora venía a pensar en mi niñez, el recuerdo llenaba mi boca de un sabor amargo con el que viviría por siempre, la separación.

Mis ojos quedaron cerrados por completos mi mano lentamente comenzó acariciar la cabeza de mi caballo entre la suavidad de aquel pelaje mis memorias parecían decirme lo que ese día había pasado…

El relinchar de mi caballo me saco de la ensoñación que tenía, le di una palmadita suave mientras de mi boca salía – Tu, ¿sabes lo que sucedió cierto y no quieres que lo reviva? - le dije como si me pudiera escuchar, como si aquel caballo hubiera presenciado cada segundo de mis pensamientos, dio un bramido suave, mi sonrisa se ensancho y le di un abrazo como quien abraza a un amigo, tanto mi mente como mi alma se quedaron en silencio, si el caballo me había interrumpido era por algo…

De algo estaba muy seguro las casualidades no existían, el destino era juguetón y hacía con cualquiera lo que se le daba la gana, si en ese momento cuando mis pensamientos se iban muy lejos de Paris, fue cuando pude ver, presenciar y hasta diría que vivir nuevamente aquel momento del cual no estoy orgulloso, pero el más fuerte siempre gana y en ese tiempo solo era un niño que no sabía nada más que obedecer lo que dictaban sus padres, porque la confianza que había sobre ellos era lo que realmente valía. Seguí acariciando el pelaje de Loki una y otra vez, pero algo andaba mal, algo sucedía, algo que de lo cual yo no me había percatado, pero ¿Qué era?, solté las riendas del caballo, deje mi sombrero afirmado en la montura y me di vuelta para ver el espectáculo que me ofrecían los campos de Paris.

Aun cuando estaba en mi forma humana tenía algunos sentidos más desarrollados, como el olfato, la vista y ese sentido extra que todo humano tenía, llamado el instinto. No muy lejos podía escuchar el latido de un corazón, que se mezclaba con la brisa que a esas horas comenzaba a pasear acariciando los trigales, mis ojos buscaban a quien pertenecía aquellos latidos pero no logre ver nada más, con lentitud o mejor dicho más precavido de lo normal me encamine hacia donde mis pies me llevaran intentando ser lo más silencioso y cuidadoso posible, entre los trigales ineptos y pequeños roedores andaban, el latido aún seguía algo nervioso. Camine algunos metros en una dirección que no conocía hasta que un paso y aquella punzada en mi interior me alerto de lo que a continuación vi, una dama en el suelo, con una serpientes aquellos animales salvajes que buscaban alguna presa por los lugares más inhóspitos que uno se pudiera imaginar, ambas tan quietas como estatuas permanecían fijamente mirándose.

De algo estaba seguro, aquella joven morena era humana y la serpiente quería de ella, quería hipnotizarla, hice un gesto para que aquella dama me viera, esperaba que no tuviera nada en contra con alguien como yo ~negro~, hable muy suavemente arriesgándome a ser descubierto pero si me mordía a mi aquella serpiente saciaría su sed, y a mí no me pasaría nada malo mi organismo se encargaría de deshacerse de aquel veneno que entrara en él, plata no era así que todo estaba bien en cierta medida. – Estira el brazo y hagamos que venga hacia mí – las palabras rápidamente se las llevo el viento, teníamos ambos actuar con cautela, ella tendría que confiar en mí y yo en ella. Estire mi brazo inclinando un poco mi cuerpo, necesitaba la atención de la serpiente y la ayuda de la dama. Alguna vez en mi niñez me tuve que enfrentar con alguna, pero nunca me había pasado nada, sabia tomarlas apretándole la cabeza pero aquel animal estaba a la ofensiva dispuesto a todo. Sin más solo espere guiñándole un ojo a la dama de cabellos negros.

Las probabilidades eran grandes, si me mordía a mi sanaría al tiempo sin el menor dolor gracias a mi condición siempre podía arriesgar mi vida más si era para salvar a una bella dama; pero las cosas nunca suceden como uno se lo espera y todo cambia de un momento a otro mientras la serpiente estaba casi hipnotizada en mis ojos la joven hizo un movimiento que me dejo muy sorprendido, veía por qué ella había estado tan tranquila y segura de todos sus actos, realmente intente ayudarle pero ella ya tenía todo más que controlado. No pase por alto que se había lastimado, pero no pensé que fuera algo más que un simple rasguño.

El reptil alargado murió en manos de la joven salpicando más de lo que me imagine, y una sonrisa de alivio se posó en mi rostro, hasta que vi o mejor dicho logre sentir como ella cambiaba, su semblante más que nada. Me arrodille a su lado y tomando su mano - ¿Qué sientes pequeña? – en realidad estaba preocupado si le había alcanzado algo de veneno podría ser letal si era la dosis necesaria. Ulric piensa, Ulric piensa; me dije dos veces y en ese momento se me ocurrió lo que una vez mi padre mi verdadero padre me dijo – Permítame – intente ser educado, pero las circunstancias no eran las mejores para serlo, ahora venía conmigo todo el instinto de supervivencia.

Mi boca fue hasta su herida y comencé a succionar a pesar de que era solo un rasguño una gota de veneno o quizás un poco más le había ingresado a su torrente sanguíneo, succione y escupí reiteradas veces hasta sentir el sabor de la sangre levemente envenenada un asco de sabor, seguí escupiendo hasta que deje de sentir aquello, ahora mi lengua parecía un poco adormecida pero nada de qué preocuparme. Me senté a su lado y lleve mi mano a su cabeza, quería cerciorarme que estaría bien – Me llamo Ulric – dije respirando un poco agitado para luego volver hablar – debiste dejar que yo la domara – pero ya estaba hecho y esperaba que ella estuviera bien…