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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Lun Jun 21, 2010 10:11 pm

Aquella salida no se debía a temas de mi padre, todo lo contrario, esta vez se trataba de un capricho mío.
Le había insistido a Nini, mi nana, para salir a pasear por las calles de París durante dos días. Ella se había negado varias veces pero mis súplicas y la orden determinante de mi padre bastaron al fin.
Y allí estaba yo, como escondiéndome del sol que iba en descenso en un atardecer de poesía, adentrándome en las calles más intrincadas de la ciudad.
Mi nana se quejaba todo el tiempo porque era bastante mayor y estaba cansada de tanta caminata, sin contar la preocupación que tenía por transitar por aquellas calles que según ella se encontraban bastante alejadas del centro de la ciudad, pero aún así eran pintorescas y claramente se trataba de una zona de reputación. Conclusión: no había problema con ello, ¿por qué no seguir caminando?
Finalmente decidimos volver al hotel para descansar. Estaba un poco molesta porque aún era muy temprano a pesar de ser de noche, pero comprendía que Nini estaba realmente agotada. Suspiros de por medio accedí a sus peticiones y volvimos a emprender viaje hacia el centro.
Una vez que íbamos por la cuadra número tres, volviendo de una vez, vislumbré por un pasaje que se cruzaba hacia un lado de la calle. Había un perrito corriendo a gran velocidad. Parecía abandonado y algo desesperado, por lo cual no pude evitar preocuparme. Solté a Nini y empecé a correr en la misma dirección que el animal sin advertir las palabras de la mujer que intentaba alcanzarme. Me detuve un instante y le aclaré, a los gritos, que volviera a su camino hacia el hotel, mientras yo buscaba al perro para llevarlo y cuidar de él. Ella, obviamente, se negó y yo no pude hacer más nada que seguir con mi búsqueda ignorando sus advertencias. ¡No era desconsiderada con ella! Simplemente no podía ignorar al pobre perrito solitario. Además, a Nini le encantaban los animales tanto como a mí, por lo cual sabía que terminaría reconociendo que había valido la pena ir tras él.
Finalmente me encontré sola en medio de una encrucijada de callejones sin saber qué camino tomar. No sentía a mi nana cerca. No estaba preocupada pero tampoco podía ignorar el hecho de que estaba sola en un lugar desconocido. Comencé a caminar lentamente, algo alarmada, agudizando cada uno de mis sentidos. Analicé cada camino e intenté decidirme por alguno para retomar la caminata, pero no podía. Estaba perdida. Aún así debía admitir que me gustaba todo eso en el fondo: la sensación de poder valerme por mí misma era increíble, más allá de mis miedos y de saber que podría estar en peligro.
De repente, sentí un ruido muy fuerte desde un pasaje. Ahí sí podía admitir que me había asustado. Estaba todo tan oscuro que no podía ver cuál era la causante de todo ese ruido. No pude hacer más que aceptar mi inutilidad y comenzar a correr en cualquier dirección. No gritaba pero estaba agitada y nerviosa. Pero, fue aún peor cuando de pronto choqué contra una persona. Fue algo muy brusco, algo que me hizo doler debido a la velocidad con la que había chocado. Cerré los ojos con fuerza pero no fui capaz de emitir sonido alguno. Simplemente me concentré en detener de alguna manera mi dolor e intentar, quizás en vano, calmarme sabiendo que estaba a merced de un desconocido, en esas calles vacías.
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Mensaje por Invitado Mar Jun 22, 2010 5:09 pm

Aquella noche había despertado un poco ahogado y débil, prontamente asumí que era por la sangre de animales que bebía, si bien sabía que no podía vivir solo de ella intentaba hacerlo lo que más podía, no me agradaba el tener que atacar a humanos para saciar mi sed, nunca había estado de acuerdo con ello, pero por la condición en la que me encontraba no me quedaba más que asumirlo. Era irónico e incómodo el vivir con mi hermano, ya que era él el responsable de mis "dolores de cabeza" y el culpable de ser como soy, pero ya habían pasado siglos desde que ello había ocurrido, si bien mi relación con él no era buena, no me quedaba otra que asumir y hacer lo más cómoda posible nuestra "vida" ahí.

Abrí mis ojos y me senté de golpe en la cama de mi habitación, no éramos de esos vampiros que preferían dormir en ataúdes, queríamos pasar lo más desapercibidos posible. Oculté mi rostro entre mis manos unos segundos para calmarme, respiré tranquilo y luego miré a mi al rededor nuevamente
- Si Stephen, esta es tu vida, acostúmbrate una buena vez a ella - Me regañé a mi mismo, suspiré agobiado y me acerqué al guardarropa para vestirme, una vez listo bajé al living.

No me agradaba la idea de tener sirvientes, eran todos muy amables y serviciales pero yo prefería molestarlos lo menos posible. Me dí cuenta que mi hermano no andaba por ahí, así que de seguro había salido a cazar o que sabía yo. Tomé un par de cosas más y me alisté para salir. No tenía ganas de andar en carruaje así que solo anduve por los tejados de las casas a una velocidad que era difícil de detectar con el simple ojo humano, una situación en particular llamó notablemente mi atención, era una joven con una persona mayor hablando de algo, no le presté atención a ello, pero la joven fue detrás de un perro abandonado, sonreí al ver ello ya que eran pocos los humanos que se preocupaban por ellos. bajé por unos de los pasajes viendo en qué podía ayudar.

La vi corriendo directo hacia mi, era obvio que nos estrellaríamos pero sería demasiado evidente mi situación si la hubiera intentado esquivar, estaba asustada y como no si estaba con un desconocido y peor aún con un vampiro, pero aquella noche no tenía ganas de beber sangre humana, la tomé por los hombros con cuidado y busqué su mirada
- Disculpe mademoiselle, no era mi intención entrometerme en su camino - le hablé suave y calmado, intentando que ella se tranqulizara - ¿Se encuentra usted bien? - la solté de los hombros y la miré preocupado, no había alcanzado a ver el por qué se encontraba así.
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Mensaje por Invitado Mar Jun 22, 2010 6:20 pm

Respiré intentando disminuir mi dolor, aún con los ojos cerrados.
Debía admitirlo: estaba asustada. Muy asustada. Quizás había sido el susto de mi vida. Me encontraba en plena oscuridad de la noche, sola en un callejón que jamás había transitado y en compañía de un desconocido. O tal vez dos puesto que no olvidaba el ruido que había provocado mi pánico al comienzo. ¿Y si estaba acorralada entre dos personas con malas intenciones? ¿Qué debía hacer? ¿Gritar? ¿Golpear a quien me tocara un pelo? ¿Correr en la primera oportunidad? Estaba agitada, me costaba respirar, tenía el cuerpo resentido por aquel fuerte golpe y encima tenía miles de imágenes en mi mente, recreando las escenas más horribles que podrían imaginarse. Miles de sentimientos en mi pequeño corazón. Todos se entrelazaban con el miedo, pero uno sólo estaba fuera de lugar. Era algo así como una tonta alegría que no podía reconocer en ese momento, pero que estoy segura de que sentí eso entonces. ¿Alegría de qué? Bueno, era la primera noche en París sin mi padre, era la primera noche sola en una calle desconocida y era mi primer gran problema. Se trataba de una cuestión que me ponía a prueba y que me libraba de límites. ¡Estaba sola y debía defenderme por mis propios medios! Quizás no era alegría, tal vez se trataba de una inmensa emoción. Emoción de ser libre y de tener que depender, por primera vez, de mí.
Pero en ese entonces no podía darme cuenta de ello, puesto que tenía a un joven frente a mí, esperando una respuesta.
Abrí los ojos y desvié la mirada sobre uno de mis hombros como analizando el vacío que sus manos habían dejado allí. Me pregunté internamente por qué no me había lastimado en la primera oportunidad. ¿Y si era una buena persona? Bueno, no podía dudar de sus palabras, pero es que aún no podía creerlo: estaba a salvo, aún, frente a un completo desconocido.
Levanté el rostro para mirarlo a los ojos, y entre la perfecta oscuridad pude distinguir a un joven de mirada brillante y llena de compasión, llena de bondad. Abrí la boca para decir algo pero no surgió nada al principio. Miré dubitativa hacia atrás y comprobé que allí no había ninguna amenaza. Coloqué mis brazos sobre mi pecho y con una mano envolví la muñeca que anticipaba a mi otra mano. Volví a mirar a quien estaba frente a mí y sólo le dediqué silencio. Estaba atónita. Pero, de repente, sonreí. ¿Sonreír? No, no, mejor aún: comencé a reir casi a carcajadas. Un grácil sonido trepó por el aire. ¡Pero si yo tenía razón! ¡Toda la vida había tenido razón! Mi padre exageraba cuando decía que debía cuidarme de todo el mundo. Allí estaba la prueba más perfecta que demostraba la bondad de muchas personas en las que él desconfiaba. ¡No me había sucedido nada! Se trataba de un muchacho común y corriente, quizás más indefenso que yo, con una paz y una dulzura encantadora. ¡No me encontraba en tal peligro!
Cuando pude, finalmente, detener mi risa, suspiré y lo miré a los ojos, más tranquila.
-Pensé que alguien me seguía -expliqué como una niña que había jurado tener al mismísimo demonio debajo de la cama antes de verificar que sólo se trataba de un osito de felpa-. Disculpe si lo he lastimado con tal golpe, pero me encontraba algo nerviosa -reí de nuevo e intenté detenerme al instante antes de darle más motivos para que creyera que estaba en compañía de una loca-. Parece que estamos a salvo -dije aliviada-. ¿Usted está bien? ¿No vio nada malo por los alrededores? -pregunté- Nadie sabe qué tan seguros estamos... -volví a observar a los costados- Por cierto, me encuentro bien, sólo me duele un poco el cuerpo -comenté-, de no haber sentido la suave textura de su vestimenta pensaría que había chocado contra un caballero con armadura -sonreí tímidamente-.
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Mensaje por Invitado Miér Jun 23, 2010 5:40 pm

Toda aquella situación era extraña, aquella joven que tenía frente a mi estaba aterrorizada, altamente tensa no entendía como no se había puesto a gritar ya, quizá eso la hiciera sentir mejor, me causaba una confusión extraña su reacción, se notaba que era una joven adinerada, de aquellas que no saben ni tienen idea los peligros que hay en la noche sobretodo si andan solas por callejones oscuros, me molestaba el hecho de que los humanos fueran tan confiados y creyeran que siempre todo estaba bien, ¡Qué ilusos! luego terminaban muertos y ninguno es capaz de contar su escalofriante encuentro y si alguien sobrevivía, simplemente lo trataban como tonto o loco - Qué ironía - Pensé, los humanos llamaban altamente mi atención, sobretodo porque de cierto modos les envidiaba por tener aquella calidez.

La joven delante de mi no reaccionaba mucho, quizá por miedo a ver quien estaba frente de ella, sentía su corazón palpitar fuertemente, era como música para mis oídos, ya que hace mucho que no sentía algo así en mi propio pecho. Vi como de abría sus ojos y como miraba confusamente sus hombros, quizá le había incomodado el hecho que pusiera mis manos ahí, pero fue una reacción involuntaria, siquiera había tenido tiempo para pensarlo. Me daba la impresión que la joven analizaba cada segundo que pasaba o tal vez se preguntaba muchas cosas, en ese momento quise poder leer la mente humana, pero como no podía no me quedaba más que esperar a que me hablara.

Levantó el rostro para mirarme, en mi rostro se notaba la confusión, cuando pensé que diría algo ella miró hacia atrás, quizá para asegurarse que esto no era una trampa o algo por el estilo, y era obvio, yo hubiese hecho lo mismo en el caso de ella, sobre todo en un callejón oscuro y solitario como ese, quizá ese día había tenido suerte de toparse conmigo y no con otra "persona" ya que después de todo tampoco andaba con ánimos de atacar a nadie y menos beber de su sangre. Cuando me volvió a mirar ocurrió algo aún más extraño, comenzó a reír a carcajadas y fue cuando me di cuenta que no estaba entendiendo nada, ¿Y si quizás me estaba jugando una broma a mi?, levanté la ceja por su reacción y pronto miré hacia atrás para asegurarme que no había nadie, pero de todos modos si lo hubiera ya me habría percatado. La volví a mirar, con mi mirada atónita y me ceja levantada, casi pidiendo una explicación.

Una vez que se calmó por fin pude escuchar su voz, hasta comenzaba a pensar que era muda, qué sabía yo. ¿Qué alguien la seguía?, hasta podía haber sido yo, pero pensé que era casi imposible, no comenté nada a lo primero, solo la escuchaba atento. Cuando se disculpó sonreí, es que me había causado gracia su comentario porque no me había hecho absolutamente nada, la miré sonriente
- No se preocupe mademoiselle, estoy perfectamente - le dije de manera tranquila, para que ella se calmara también, notaba que aún estaba tensa por sus comentarios mas solo suspiré.

Puse mis manos en los bolsillos, y miré alrededor
- No vi nada malo ni extraño, solo un perro vagabundo salir corriendo - le comenté para que se tranquilizara, con lo segundo solo sonreí, no debe ser muy agradable chocar contra un vampiro, ya que de por si su cuerpo no es muy blando para ello, con lo otro sonreí entre dientes, no sabía muy bien como explicar ello - Si, sucede que la vi correr hacia mi dirección, pero era demasiado tarde como para correrme, entonces debí buscar la posición más cómoda para no caernos - mentí, con mi cara relajada, con mi voz suave y respirando tranquilo - ¿Usted qué hace en un callejón como éste? - pregunté curioso - No es seguro para usted estar en un lugar así - comenté encogiéndome de hombros, esperando su respuesta.
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Mensaje por Invitado Miér Jun 23, 2010 10:15 pm

Lo escuché atentamente.
Bueno, en verdad, no parecía tan peligroso como mi padre podría describir a cualquier personaje que se me cruzara en un callejón oscuro escondido en París. El joven parecía bastante amable.
Sonreí al escuchar que se encontraba bien. De todas formas me parecía muy extraño puesto que el golpe había sido muy fuerte para mí, y él simplemente... Claro que sí, una posición indicada, no lo dudaba, ¡pero es que era tan extraño! Aún así me tranquilizó saber que en verdad estaba bien, me bastaba con eso.
¿Un perro? ¡Oh! Me acordé del animalito y comencé a mirar por las diferentes calles que se unían justo donde nos encontrábamos. ¡Era la razón por la cual me había metido allí! Aún así no demostré mi preocupación de manera tan evidente, sino que miré de soslayo por todos lados esperando encontrar al perrito.
-Justamente es esa la razón por la cual me encuentro aquí -comenté un poco alejada de la realidad, con mi mente concentrada en el perro que había desaparecido-. El perro -aclaré-. ¿Sabe usted por dónde se ha ido? No es mío pero me da pena dejarlo abandonado -la angustia pobló mi rostro, pero todo ello duró apenas unos segundos, ya que se me presentó otro pensamiento más complejo-. ¡Mi nana! -grité aterrorizada- ¡Mi nana! ¡Mi nana quedó sola! -di pequeños saltos en el lugar y me llevé las manos al rostro- ¡La dejé por allí para encontrar al perrito y ahora está sola! -negué con un movimiento de cabeza, no quería creerlo- ¡Oh dios mío! Va a matarme. Va a matarme. Va a matarme -dije mientras giraba en el mismo lugar con el rostro aún detrás de mis manos-.
Al principio, el hecho de haberla dejado sola me era preocupante, pero luego recordé que Nini era bastante valiente y capaz de golpear a cualquier atrevido que se le acercase. La conocía enojada, sí que la conocía enojada, y puedo asegurar que no era nada bueno. ¡Iba a matarme! Y debo admitir que tenía razón: su niña había desaparecido, ¿qué podría hacer ella entonces? Porque ese era el punto que desconocía: ¿cómo iría a buscarme por la inmensa ciudad? Lo demás era lógica pura: iba a matarme una vez a mi lado y...
-Dios. Ella no me matará. Dejará que mi padre me corte la cabeza -eché la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados-. Ambos me matarán y harán un banquete con mi cuerpo -suspiré y de repente recordé que estaba acompañada-. Disculpe... -se me ocurrió un comentario estúpido para disminuír la tensión- ¿Podría usted fingir que es un malhechor y que quiso atacarme y por eso me demoró? -le sonreí como una tonta- Disculpe, estoy nerviosa, me matarán, sea capaz de comprender mi situación -me mordí el labio inferior-. Debo encontrar a ese perro, luego a mi nana y después preparar mi cuello para la condena.
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Mensaje por Invitado Vie Jun 25, 2010 3:10 am

Aquella señorita que estaba frente mio me causaba una gracia tremenda, era un tanto sobre exagerada en su forma de ser, pero esto la hacía ingenua de cierta forma y hasta tierna, al pensar en ello sonreí y no lo pude evitar, en realidad no me importaba mucho que ella me viera, pero jamás había conocido a una joven con tanta energía y que pudiera expresar tanto en tan poco tiempo, prontamente me puse serio nuevamente, no quería que ella pensara algo erróneo, además no era el momento adecuado para sonreír ya que no la quería alterar.

Noté como miraba en diferentes direcciones luego que le comentó sobre lo del perro, de antemano sabía que se había perdido por ello , ya que la había visto al pasar por los tejados, pero no pensé que alguien se arriesgaría tanto como para ayudar a un animal
-Definitivamente faltan humanos así- Pensé, ella expresaba tanto en su mirada, se veía la inocencia, era la clase de persona que no veía la maldad en las personas, cosa que no sabía si era bueno o malo ya que bien sabía que el mundo no estaba rodeado ni hecho por personas puras de corazón...lamentablemente. Me sacó de mis pensamientos su vocecilla que me preguntaba por el perro, estaba dispuesto a contestarle cuando salió otra sobrerreación, ¡Hasta me hizo saltar!, pero carraspeé y la miré con atención.

Grandes ganas de sonreír aparecieron en mi, pero algo en mi interior me decía que no debía hacerlo, pero se veía adorable dando aquello saltitos, agité un poco mi cabeza para alejar esos burdos pensamientos y me concentré en lo que ella estaba diciendo.
- Su nana...supongo que es la persona que la estaba acompañando - pensé, pero no le comenté que la había visto, podría ser demasiado sospechoso y no iba al caso. Al verla tan desesperada puse una de mis manos en su cabeza, desordenándole un poco el cabello - Tranquila, tranquila...no te van a matar -comenté con una dulce sonrisa y una voz suave, buscando calmarla un poco, pero no sería tan fácil.

Con lo siguiente una risita se logró escapar, no lo había podido aguantar más, llegaba a ser gracioso como un ser humano podía reaccionar por nervios, comenzaba a divertirme, ya cuando escuché lo otro la miré serio por unos segundos ¿Se había atrevido a pedirte algo así?, después no lo pude evitar...esta vez una carcajada se escapaba de mis labios y no tenía la intención de parar pronto, pero suspiré fuertemente para calmarme
- No ha sido mi intención burlarme de usted mademoiselle, pero no puedo negar que se ve adorable así -dijo con cierto arrepentimiento, casi sintiéndome culpable por ello. Cuando ella comentó que estaba nerviosa yo solo negué con la cabeza -Cómo si ya no lo hubiera notado -pensé, con una sonrisa en mis labios.

Claro que comprendía su situación, tal vez no toda pero si la mayor parte, estaba dispuesto a ayudarle por hacerme reír de esa forma, hace tiempo que no lo hacía
- Si gusta, puedo ayudarle con lo del perro, vi para donde se fue - dije de manera tranquila, sabía donde se encontraba oculto por temor - Pero no puedo ayudarle con lo de su condena... -una sonrisa algo burlona salió de mis labios, ¡Dios, cómo me hacía reír!, claro que no era burlonamente, y yo esperaba que en realidad ella no se lo tomara a mal, ya que no era esa mi intención.
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Mensaje por Invitado Vie Jun 25, 2010 4:19 pm

Quedé inmóvil por primera vez. Puse los ojos en blanco. Enarqué una ceja y bufé.
¿Tan graciosa le resultaba? De acuerdo, sabía que podía ser ridícula, ¡pero es que aquella no era situación para reír así! Aquel joven no se burlaba de mí, pero poco le interesaba el castigo que me darían luego de todos esos problemas que había hecho por un perrito. Aún así, en el fondo, era consciente de que el chico era de lo más dulce y que no había malas intenciones en su forma de actuar. Quizás yo era muy exagerada. ¿Y adorable? Bueno, no sabía eso. Claro que mi padre me había dado los halagos más maravillosos jamás escuchados, pero bueno, él era justamente mi progenitor, era obvio su amor y su devoción hacia mí. Pero, ¿de verdad me veía adorable? Cuando sus palabras volvieron a hacer eco en mi mente, sonreí y mis mejillas se ruborizaron.
¡Era tan bueno encontrar gente tan amable y bien predispuesta! Estaba segura de que podríamos crear una maravillosa amistad si nos lo proponíamos.
-Oh, usted parece adorable también -mencioné más tranquila, con voz suave-.
Besé su mejilla y luego le dediqué una sonrisa torcida.
-Disculpe mi atrevimiento, algo me dijo que sería bonito darle un beso. Mi intuición no falla jamás: sí ha sido bonito -puse mis manos sobre sus hombros para terminar esa escena-. Ahora bien -dije decidida-, ¿iremos por ese perrito? No es cuestión de dejarlo solo, pobre ángel, no se lo merece en esta ciudad que puede ser tan cruel con él, yo puedo darle cariño y los cuidados que necesita -comencé a explicar sin respirar-. Amo los animales, ellos son tan tiernos y por eso me encuentro aquí, quién sabe hace cuánto puede estar ese perrito abandonado en estas lúgubres calles. ¿Y si alguien lo lastima? -cuestioné preocupada- Yo puedo defenderme sola, después de todo, si se aparece una persona con malas intenciones, pero aquél era sólo un perrito... -tomé aire antes de morir asfixiada y levanté mi dedo índice- ¡Oh! ¡Por cierto! Usted sí me ayudará con mi condena. Es todo un caballero, debería comportarse conmigo -ladeé la cabeza y sonreí-. Puede cortarme el cuello si desea que me calle de una vez, suelo tomar confianza con cierta rapidez... al menos si el receptor parece ser tan amable como usted.
Hice una reverencia y comencé a caminar. Dos pasos más adelante me detuve y giré para mirarlo, esperando a que me siguiera.
-¿Y cómo es su nombre, monsieur? Supongo que será un recorrido complicado, podemos ir matando el tiempo de esta manera -abrí la boca, recordando un ínfimo detalle-. Y por cierto, si ve a una señora regordeta enloquecida, vaya a buscarla y dígale que la guiará hasta donde su niña se encuentra -me mordí el labio inferior como tomando coraje: tendría problemas con ella, estaba segura-.
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Mensaje por Invitado Vie Jul 02, 2010 6:54 pm

Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, nunca más me demoraré tanto Sad

La miré sonriente el como se molestaba, quizá cuantas cosas pasan por su mente, maldecía el no tener el don de leer el pensamiento, me provocaba tanta curiosidad oero solo me quedaba el intentar imaginar que pasaba por aquella frágil mente. Mis ojos no se despegaban de su rostro que a pesar de no decir nada parecía que expresaba todo hasta pareciera que mi presencia desaparecía cuando ella comenzaba a pensar en quien sabe qué.

Estaba concentrado también intentando deducir que pasaba por aquella cabecita cuando escuché su voz otra vez, diciéndome adorable ¿Yo adorable?...era era más que evidente pero nunca había escuchado que me lo dijeran a mi, mi sonrisa se esfumó y en mi cara se notaba lo sorprendido que estaba, más aún cuando sentí los labios de la chica en mi mejilla, por inercia puse una de mis manos sobre la piel besada, mi rostro de sorpresa no quería esfumarse, la escuché sin decir ninguna palabra, sentí sus manos en mis hombros y yo seguí ahí, sin moverme.

Me hizo reaccionar el tema del perrito, al fin y al cabo por el estábamos ahí o al menos ella, cuando pensé que las cosas estarían un poco más tranquilas me di cuenta que me equivocaba, ahí estaba ella nuevamente hablando sin respirar, ya no sabía como no se había desmayado por hablar tanto, mis sonrisas volvieron a mi rostro, a pesar de que hablaba rápido no me costaba seguirle el ritmo, la oía con atención ya que no la quería interrumpir, me daba cuenta de que era una joven con muy buenos sentimientos y muy apasionada por los animales
- A mi también me gustan los animales... - comenté de forma ausente ya que sabía que después de todo ellos eran mi gran fuente de alimento, esforcé una sonrisa para parecer normal - No se preocupe el perrito estará bien - hablé tranquilo y sonriente para que dejara de preocuparse.

No pude evitar reírme con lo de la condena y lo de cortarle el cuello, comenzaba a salir nuevamente aquella risa incontrolable y es que no podía evitarlo ¿Cómo podía decir tanto en tan poco tiempo?, aclaré mi garganta y suspiré nuevamente de manera sonora
- No se preocupe, que no le cortaré el cuello ni nada por el estilo - la miré con los ojos llorosos por la risa, pasé mis manos para sacar ese lagrimeo incómodo y luego vi que comenzaba a caminar, sin duda la seguí ya que era yo quien sabía en que dirección estaba el animal.

Su pregunta me tomó por sorpresa, era cierto no me había presentado...siempre tan torpe en ese aspecto, carraspeé y miré hacia el cielo, regañándome a mi mismo
- Oh lo siento mademoiselle, mi nombre es Stephen, Stephen Windsor - musité con una sonrisa, sin dejar de caminar, seguía escuchándola divertido, llevaba tan poco tiempo a su lado y ya se me hacía una persona tan agradable y graciosa, la miré de reojo cuando se refirió a su nana - No se preocupe, que estaré atento si la veo - dirigí mi vista hacia adelante y camine hacia donde el perro estaba oculto - Por cierto, ¿su nombre es? - pregunté curiosamente.
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Mensaje por Invitado Vie Jul 02, 2010 8:36 pm

Off: no te preocupes Wink lo recompensás con tan maravilloso personaje *-*

Me gustaba estar al lado del joven porque me tenía demasiada paciencia. Yo había sido terriblemente descortés con mis atrevimientos y mis palabras, y sin embargo él se comportaba de una manera exquisita, como el caballero que era, siendo tolerante y educado.
¡Las cosas que me perdía viviendo fuera del centro parisino! París estaba repleta de gente fascinante, y yo no conocía nada de eso. Me prometí en ese entonces acudir más seguido a la corte. Y es que me sentía afortunada de encontrar a personas tan amables que sin duda pasaban a mi corazón sin escalas en tan sólo segundos, como aquel muchacho que me acompañaba. Podría haber sido indiferente conmigo o incluso lastimarme, pero él había ido en contra de todo y me dedicaba tiempo y paciencia. Así fue como de pronto me sentí tocada por los ángeles: últimamente conocía gente que valía la pena conocer y que se merecían mi cariño, cada uno pasaba a ser una parte importante de mí, como si formaran una pequeña tropa de seres celestiales dispuestos a acompañarme. Quizás estaba equivocada, pero así me sentía yo.
El personaje protagonista de esa noche se trataba de una persona especial. Era muy amable y dulce. Dispuesto a hacer lo que yo deseara, tal vez por cortesía, tal vez por interés. De todas formas, me halagaba tenerlo a mi lado.
¡Y mi padre tan desconfiado que era! Siempre me cuidaba en exceso y me prohibía conocer tanta variedad de personas maravillosas. Creía entonces que él nunca se había permitido encontrarse con alguien que valiera la pena, creía que le costaba abrir su corazón. ¡Pero yo le enseñaría las cosas!

Más allá de todos mis pensamientos llenos de agradecimiento, escuché su nombre y luego su pregunta. Una pregunta que ignoré. Stephen. Windsor. Stephen Windsor. Ese apellido me resultaba conocido. De hecho, sabía a quien me recordaba. Podía darme cuenta. Dorian Windsor. Lo tenía en mente. ¿Y cómo no hacerlo? El encuentro había sido totalmente fuera de lo común, excelso, fascinante. Dorian era un ser increíblemente encantador.
-¿Windsor? -pregunté deteniéndome- ¿Windsor? -repetí- ¿Es usted inglés? ¿Es común ese apellido en Inglaterra, monsieur? -indagué sorprendida- ¡Oh! Disculpe que le haga tantas preguntas pero me recuerda a... -no estaba segura de nombrar al otro hombre- ¿Está usted relacionado con un tal Dorian? ¿Dorian Windsor? -cuestioné con un brillo implacable en mi mirada.
¡Oh! Me emocionaba tanto el hecho de creer que podrían conocerse, de que quizás ambos provenían de las mismas raíces y así se explicaba lo maravillosamente encantadores que eran los dos...
-Por cierto, soy Francine Robillard, ha sido un gusto convertirme en su tormento -comenté divertida, para disminuir la tensión producida por tantas preguntas-.
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Mensaje por Invitado Lun Jul 05, 2010 1:12 am

Comenzaba a darme cuenta que salir aquella noche no había sido para nada una mala idea, al contrario, era la mejor idea que había tenido y vaya que me estaba divirtiendo, me había reído como en años ya no lo había hecho, disfrutaba de su compañía de sobremanera, era bastante agradable, tierna y adorable, hace mucho que no me encontraba con un humano tan noble, preocupado de lo que pasaba a su alrededor y con los seres más pequeños. Comenzaba a admirar a aquella persona y hasta se estaba ganando un espacio en mi corazón ¿Y cómo no si era tan adorable?, siempre había pensado que esa clase de humanos ya no existían pero con ella me daba cuenta que aún quedaban unos pocos.

La noche estaba agradable, la luna llena encima alumbraba junto a uno que otro farol que había por allí, de cierta forma agradecía haberme encontrado con ella y no con un licántropo que de seguro me buscaría pelea, cosa que no tenía ganas ese día, tampoco era que me gustara pelear pero a veces lamentablemente era necesario. Iba a paso lento, tranquilo ya que sabía que el perro no iría a ningún lado porque estaba demasiado asustado como para correr a algún otro lugar y el sitio donde se había escondido era perfecto para un perro así que estaba tranquilo por ese lado, claro que no faltaban los humanos sin corazón que si lo veían ahí no dudarían en hacerle daño como también no faltaban los animales que podían dañarlo también, después de todo era solo un perro indefenso.

Seguía caminando con naturalidad, con mis manos en los bolsillos como de costumbre y le dije mi nombre sin pensarlo demasiado y seguía tranquilo ante ello hasta que me fijé en su pregunta y se detuvo, no comprendí bien qué sucedía así que me detuve también y la miré hacia atrás, mi poca comprensión se notaba en mi rostro
- Si, Windsor - Repetí sin comprender aún a que se refería, al escuchar su segunda pregunta comencé a preocuparme un poco ¿Cómo era posible que conociera mi apellido?, mil cosas pasaban por mi mente pero siempre mantuve la calma, la escuché con cuidado cuando dijo lo siguiente, pero no le quise interrumpir, supuse que de todas formas me diría a quien le recordaba, era obvio, ella era demasiado curiosa.

Una vez que escuché lo siguiente fue inevitable paralizarme por unos segundos ¿Cómo diablos era posible que conociera a Dorian? París no era un lugar tan pequeño como para que ocurrieran esas cosas, la miré confundido con mis ojos abiertos por la sorpresa, quise hablar pero las palabras no me salían de inmediato ¿Y si Dorian le había intentado hacer algo? era bastante posible de su parte, tragué saliva y aclaré mi garganta, pudiendo hablar por fin
- Es...es mi hermano - Dudé al contestar, de lo que más desconfiaba era del brillo en los ojos de ella, comenzaba a asustarme sobre las actitudes de Dorian, contesté bajo, esperando que me escuchara ya que no tenía mucho ánimo de repetirlo, no era una cosa que me enorgulleciera, no me gustaba tenerlo de hermano por siempre.

Cuando se presentó bufé, ella no había sido un tormento para mi, al contrario, era quien me había sacado de una noche monótona y aburrida, reí por el comentario y luego inhalé para tomar aire y poder responder con voz normal
- Es un placer mademoiselle - le dije sonriente - Y no creo que usted pueda ser un tormento para alguien si me permite decírselo - la miré y se lo dije de forma sencilla, encogiéndome de hombros para quitarle importancia al asunto - Usted me ha sacado de una noche bastante aburrida - comenté sin dudarlo.
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Mensaje por Invitado Sáb Jul 10, 2010 10:51 pm

¡Su hermano!
Dorian y Stephen Windsor.
¡Hermanos!
Eso era algo realmente increíble. No podía salir de mi asombro.
Y es que luego de su confesión era obvio: tenían algún parentesco. Obvio parentesco.
Fue inevitable comenzar a analizar sus facciones e intentar recordar las de su hermano. Entrecerré los ojos varias veces para fijarme en algunos aspectos, sus rasgos, sus gestos.
Y sí. Podía dar fe de ello: eran, indiscutiblemente, hermanos.
Bueno, claro que tampoco debía asegurarlo yo, porque bastaba con su respuesta, pero sonaba a maravilla conocer en el mismo lugar, prácticamente en el mismo momento, a dos personas tan geniales que encima compartían sangre.

Reí y cerré los ojos, mientras bajaba el rostro para esconder mi sonrisa. Sus palabras me halagaban.
¿Cuál era más encantador? ¿Dorian o Stephen? ¿Stephen o Dorian? ¡Imposible decidir! Pero me di cuenta en ese instante que también era imposible -e injusto- compararlos. ¿Cómo hacerlo? Podía hacer un recuento de las diferencias entre ellos, a pesar de las claras similitudes, pero es que aquel joven que me escoltaba esa noche se veía mucho más inocente y adorable. Y eso me gustaba. Y eso me confundía. ¡Claro! ¿Cómo podría ahora decidirme por uno? Debía guardar ambos tesoros en la misma cajita y no permitir que se escaparan, porque eran como valiosas joyas para mí. No podía quedarme con uno solo.

-No puedo creer que sean hermanos -retomé el tema más allá de sus bellas palabras-. Es decir, sí, se nota -reí-, pero es que... encontrarlos a ambos en París, a los dos prácticamente en el mismo momento y que sean tan encantadores por igual...
Esperaba que mis comparaciones no fueran ofensivas para él, pero es que yo no podía reprimir esos pensamientos, a menos, claro, que algo inesperado sucediera: el perro.
De pronto vi una sombra veloz que recorría el callejón paralelo al cual nos refugiaba en ese entonces. Creí que era el perro -más allá de cualquier indicación del joven, lo cual podía definiri mi libertad de acción y pensamiento que hacía que desobedeciera a un hombre seguro de su palabra- y así fue como corrí disparada para no dejar que el animal desapareciera por segunda vez.
No me importó dejar al muchacho solo, no al menos en ese entonces. Simplemente reparé en el perro y no pude prestar sentidos en otra cosa.
Pequeño error...
-¡El perro está por allí! -grité sin detener mi marcha- ¡Oh! ¡No lo ha visto! -dije entre risas.

Finalmente llegué al cruce de calles por el pasaje que unía ambos callejones paralelos y fue justo cuando sentí que algo pasaba a mi lado a tal velocidad y con tanta fuerza contenida en su indefinido ser que hizo que cayera al suelo.
Fue un golpe duro. Caí de espaldas y, para ser sinceros, aquello no fue muy placentero. Pero no pude gritar o algo así. No pude llorar siquiera. Simplemente mi respiración se cortó de pronto y cerré los ojos apretando la mandíbula.
-Señor Windsor... -murmuré como el dolor me lo permitía- Creo que sentí un mareo y caí -admití sintiéndome apenada por ello-.
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Mensaje por Invitado Dom Jul 11, 2010 8:31 pm

No entendía como ella podía conocer a Dorian, ¿Acaso tan pequeño podía ser el mundo?. Era obvio que él no le había hecho nada o sino no me hubiese encontrado con ella, pero sabía que él podía encantar a la gente cuando se lo proponía y eso era lo que más me preocupaba, sin darme cuenta me rascaba la cabeza ya que algo me decía que no era muy prudente preguntarle sobre ello.

Me daba curiosidad el leer sus pensamientos, pero extrañamente respetaba la privacidad de la gente y por lo general elegía no hacerlo. Esta chica llamaba mi atención enormemente y me daban unas ganas horribles de leerle la mente, suspiraba ansioso y eso me evitaba sacar la mano de mi cabeza, era una manía tan desagradable para mi porque se me notaba cuando andaba ansioso o nervioso.

Seguía caminando con tranquilidad aún con la duda de que tanto pensaba ella, que qué sentía ahora por saber que Dorian y yo eramos hermanos ¿Sería algo bueno? ¿Algo malo? ¿Era lo correcto preguntar?. Tenía mil y un preguntas y no me atrevía a preguntarle a nada ¿Y si no le había agradado la idea?, no tenía idea, solo esperaba que ella comentara algo ya que era seguro que lo haría.

No me enorgullecía ser conocido como el hermano de Dorian ya que muchas veces creían que era igual que él y siquiera se daban el tiempo de conocerme, cuando la escuché paré en seco. ¿Encantadores por igual? ¿De verdad había dicho eso? es que no lo podía creer...¿Cómo diablos había actuado Dorian con ella para que pensara que era encantador? muchas mujeres me decían lo contrario.

Cuando estuve dispuesto a hablar noté un aroma bastante peculiar y más conocido por mi, me giré para ver de donde venía y pude notarlo claramente
- ¡Un vampiro! - pensé incómodo, sabía que ella sería incapaz de verlo o de saber que era y hasta pensé que no haría nada, pero como si no pudiera ponerse peor ella confundió al vampiro con un perro ¡UN PERRO!, ella debía ser la única humana que confundía a un vampiro con un perro. No alcancé a decirle nada, ella corrió como alma que se lleva el diablo, me quedé parado dudando un segundo.

No podía creer que un vampiro haya estado ahí, que haya pasado por mi lado y por el de Francine, de seguro quería atacarla y por mi presencia no lo había hecho. Me quedé en blanco un momento
- Un vampiro tal vez hambriento y una humana corriendo detrás de el...¡MIERDA! - pensé y salí corriendo tras ella sin exagerar para que no se notara lo que realmente era y una vez que estuve a su lado pude ver nuevamente al vampiro, quien se dio cuenta que estaba ahí y pasó por lado de Francine nuevamente botándola al piso. No pude evitar su caída o sería delatarme pero el golpe fue duro, me acerqué a ella y escuché como hablaba notoriamente adolorida.

Me puse en cuclillas
- No se levante todavía - dije seriamente, con tal golpe era mejor que se dejara descansar un poco el cuerpo. agudicé mis sentidos para saber si el vampiro andaba por ahí, me alegré de que no fuera así y suspiré para calmarme y mentirle a ella - ¿Por qué salió corriendo así? yo no vi al perro - dije encogiéndome de hombros asegurándome de que aún no se levantara del piso.
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Mensaje por Invitado Miér Jul 14, 2010 7:19 pm

Pensaba que el joven carecía de todo sentido como para no haber advertido la presencia del perro justo en la calle paralela que había sido recorrida por nosotros tan sólo minutos atrás. ¿Cómo era posible? Yo había visto movimiento, y tan sólo fui a su búsqueda. Pero todo acabó mal, sentí un mareo y caí, sin entender muy bien lo sucedido.
Estaba aturdida porque se había sentido como si una ráfaga -o un huracán si se quiere- había pasado a mi lado haciendo que perdiera el equilibrio. O incluso el huracán mismo me había golpeado. No entendía muy bien, ni tampoco tenía intensiones de pensar en ello porque me vería obligada a contar las costillas fracturadas. Aunque sí, exageraba un poco, pero dolía. Mi respiración se escuchaba inconstante y en mi espalda aún se sentía el eco del golpe. Me dolía la cabeza también.
-Eso le pasa por no tener los sentidos tan agudos como los míos -dije en broma, con un hilo de voz-.
Intenté sentarme pero el dolor que subía a mis hombros me impedía sostenerme con los brazos. Me dejé caer, resignada, y eso hizo que me doliera aún más el cuerpo. Cerré los ojos y apreté los dientes hasta que éstos rechinaron. Comencé a balbucear a modo de quejas y luego intenté retomar la respiración.
-¡Soy tan torpe! -intenté gritar, pero no pude alzar mucho la voz- Nini me matará. Peor aún: no me dejará... -me llevé la mano sobre las costillas- No me dejará volver y no podré verlo más, monsieur Windsor -puse cara de angustia-.
Volví con mis intentos por sentarme, esta vez fructíferos luego de un lento proceso.
-Hay que encontrar al perro, no sé a dónde ha ido -me preocupé y giré un poco la cabeza tratando de ver en la dirección que se encontraba a mis espaldas, pero claro, no pude hacerlo-.
Me puse de pie entre torpes movimientos donde mi cuerpo se tambaleaba. Ahora sí estaba mareada: -¡Dios santo! ¿Cómo pude ser tan torpe? -dije con pena, me sentía bastante avergonzada- Disculpe, monsieur, por hacerle pasar un momento tan desagradable -reí tímidamente-. Al menos sé que no me olvidará fácilmente, aunque sus recuerdos sean tan ridículos -suspiré y volví a la realidad:- Debemos buscar de nuevo al... Oh no, disculpe. Usted puede irse si lo desea, ha perdido mucho tiempo, yo buscaré al perro; me temo que no podré irme sin él.
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Mensaje por Invitado Lun Ago 09, 2010 4:44 pm

Estaban ocurriendo tantas cosas con las que me daba cuenta la torpeza de la chica, ella seguía ahí en el piso notoriamente adolorida y yo pasando por idiota al mentir y decir que no había visto al supuesto perro que había pasado a su lado, pero qué podía hacer, había visto perfectamente al vampiro que se nos había acercado y que la hizo caer, pero por su forma de ser no era prudente hacerla pasar por más cosas.

Al escucharla hice una mueca, ¿Cómo era posible que fuese capaz de bromear así ante una situación como esta?, la respuesta era evidente ya que si se enterara que realmente no fue su torpeza la que la hizo caer de seguro entraría en pánico, suspiré y la mire con una sonrisa algo fingida
- Por su puesto mademoiselle, supongo que soy torpe para ello - me encogí de hombros y cerré mis ojos negando con la cabeza.

Notaba como se quejaba adolorida y como intentaba levantarse, comenzaba a pensar que sería mejor el cargarla pero temía que lo tomara a mal. Me sacó de mis pensamientos el intento de grito que dio ella, ganas no me faltaron de decirle que tenía razón, que si era torpe y bastante pero solo me limité a sonreírle con cierta gracia
- Creo que no es momento para pensar en aquellas cosas - Le dije con mis ojos fijos en ella, preguntándome si sería buena idea ocupar uno de mis poderes y convencerla de que se fuera ya a casa.

Escuchaba como comentaba que no se iría sin el perro, posé una de mis manos en la cara y suspiré notoriamente para luego levantar mi cabeza y mirarle nuevamente
- Esto comienza a ponerse peligroso y cada vez es más tarde, su...Nini está sola por ahí y el perro de seguro ya se ha id... - Detuve el habla al sorprenderme como se levantaba, enarqué una ceja y le hablé con tono severo - ¿Qué cree que está haciendo mademoiselle Robillard? - Me puse de pié ignorando el resto de sus palabras, la cargué en mi espalda y comencé a caminar en dirección al perro - No sería prudente dejarla acá sola y menos en ese estado, me sentiría culpable si le sucediera algo - mi tono de voz ahora era un poco más relajado - Además si vamos a su paso, no lo encontraremos nunca - comenté en broma doblando por una de las esquinas donde sabía que estaría aquél perro.

Lamento la demora
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