AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¡Cuéntanos un cuento![ Atriella & Daniil]
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¡Cuéntanos un cuento![ Atriella & Daniil]
Recuerdo del primer mensaje :
Unos días anteriores el cachorro había salido todos los días a conocer un poquito más de París, por fin, había encontrado a su ‘gélida pero cariñosa hermana’ ya podían estar juntos como antes. Pero eso no le importaba mucho al muchachito, puesto que se había enterado por las personas que había conocido que en el mundo lo más importante era la educación y él no tenía ni idea de que era eso, arrastro esa noche a su hermana, ¿Cómo lo hizo?, eso no importa, el chiste es que estaban ahí, en la oscuridad y en ese edificio que se veía tan elegante.
-No hagas ruido Atriella, debemos entrar por la puerta trasera – Le susurro, mientras se la llevaba por detrás de semejante estructura, con paso apresurado – ves aquí es – le sonrío y le soltó un poco- entra primero que yo vigilo – dijo mientras forzaba la cerradura cosa fácil que aprendió.
Si bien la entrada no era de la más bonita, habían muchos polvo y libros viejos, arañas y telarañas como otras criaturas escurridizas en esas paredes, ¿Por qué estaban en una biblioteca?, bien fácil, el muchacho tenia inquietudes, como cuando le enseñas a un niño un libro y quiere ya saber que dice ahí, deseaba ir a la escuela aprender a leer y quería que su hermana le ayudara – Vamos Atriella muévete – le empujo para que avanzara donde estaban los libros. Pero esta no respondía y el salió por debajo de las piernas de su hermana y ahí estaba esa sombra, un hombre que los miraba curiosos a ambos. Ninguno de los dos cambia formas dijo nada esperando la reacción del hombre.
Unos días anteriores el cachorro había salido todos los días a conocer un poquito más de París, por fin, había encontrado a su ‘gélida pero cariñosa hermana’ ya podían estar juntos como antes. Pero eso no le importaba mucho al muchachito, puesto que se había enterado por las personas que había conocido que en el mundo lo más importante era la educación y él no tenía ni idea de que era eso, arrastro esa noche a su hermana, ¿Cómo lo hizo?, eso no importa, el chiste es que estaban ahí, en la oscuridad y en ese edificio que se veía tan elegante.
-No hagas ruido Atriella, debemos entrar por la puerta trasera – Le susurro, mientras se la llevaba por detrás de semejante estructura, con paso apresurado – ves aquí es – le sonrío y le soltó un poco- entra primero que yo vigilo – dijo mientras forzaba la cerradura cosa fácil que aprendió.
Si bien la entrada no era de la más bonita, habían muchos polvo y libros viejos, arañas y telarañas como otras criaturas escurridizas en esas paredes, ¿Por qué estaban en una biblioteca?, bien fácil, el muchacho tenia inquietudes, como cuando le enseñas a un niño un libro y quiere ya saber que dice ahí, deseaba ir a la escuela aprender a leer y quería que su hermana le ayudara – Vamos Atriella muévete – le empujo para que avanzara donde estaban los libros. Pero esta no respondía y el salió por debajo de las piernas de su hermana y ahí estaba esa sombra, un hombre que los miraba curiosos a ambos. Ninguno de los dos cambia formas dijo nada esperando la reacción del hombre.
Invitado- Invitado
Re: ¡Cuéntanos un cuento![ Atriella & Daniil]
¡’Badou, Badou, Badou’!, Escuchaba su nombre con ese toque de tranquilidad, se había quedado quieto por mucho tiempo viendo a su hermana juguetear con aquel ser, ahora lo recordaba, la voz de aquel dueño del circo sonaba como la de este vampiro frente a ellos, aunque los recuerdos no le eran gratos, por ser el chiquito, el débil y el cachorro tontorrón que se caracterizaba ahí, estaba alejado de todos y de todo acto dentro de aquellas mágicas carpas, solo aprendió por si solo a sobrevivir los estragos de aquella furia que su dueño a veces desataba con una patada o con algún aventón, pero eso no fue lo que le dejo completamente inocente y tonto.
Ese eco sonaba melancólico, cuando Atriella no estaba a su lado y él se quedaba en su jaula viendo el mundo pasar a su alrededor en esa forma canina, podría ser feliz soñar a blanco y negro sin saber más allá de lo que dictaba su instinto, era por eso que él tenía esa personalidad. Aquella vez fue un recuerdo dulce, la voz de ese vampiro evoco los recuerdos en la pequeña mente del cachorro. Estando ahí mirando el sol del medio día mientras todos practicaban, ver a su hermana danzar, practicando para su acto nocturno y de la nada, la jaula fue abierta de par en par, porque el dueño se había sentado aun lado del cachorrito, siendo este apenas un bebe.
Tenía una herida en la patita provocada por el mismo cuando su sed le hacía explotar, entonces se desquitaba con él, pero ese día lo tomo entre brazos y arrullo como un niño chiquito, después de todo lo era, se convirtió en un pequeño sin ropa, blanco y desnudo, entre los brazos ‘de papá’ el calor de su voz llamándole a lo lejos hizo que el can adorara a ese ser, la voz de Danill era así, cálida pero llena de esa nostalgia que hace despertar los recuerdos.
Sintiendo curiosidad se había quedado acostado sobre el suelo de la magna biblioteca, ¿Por qué sentía ese impulso de abrazarlo?, miro a Atriella y se contuvo, mientras le acariciaba atrás las orejas. La historia había dejado un estado neutral sobre sus ideas, -¿Por qué lo valioso y bonito siempre se pierde? –Interrumpió el silencio con esa pregunta sin pensar o reparar a que se refería pero en ese momento eso le parecía, el Zar había perdido sus bellas manzanas y eso lo ponía triste, ¿No era lo mismo cuando Badou había perdido a su hermana y a su dueño, aunque este le maltratara?, él había imaginado que esas manzanas eran como esas personas.
Ese eco sonaba melancólico, cuando Atriella no estaba a su lado y él se quedaba en su jaula viendo el mundo pasar a su alrededor en esa forma canina, podría ser feliz soñar a blanco y negro sin saber más allá de lo que dictaba su instinto, era por eso que él tenía esa personalidad. Aquella vez fue un recuerdo dulce, la voz de ese vampiro evoco los recuerdos en la pequeña mente del cachorro. Estando ahí mirando el sol del medio día mientras todos practicaban, ver a su hermana danzar, practicando para su acto nocturno y de la nada, la jaula fue abierta de par en par, porque el dueño se había sentado aun lado del cachorrito, siendo este apenas un bebe.
Tenía una herida en la patita provocada por el mismo cuando su sed le hacía explotar, entonces se desquitaba con él, pero ese día lo tomo entre brazos y arrullo como un niño chiquito, después de todo lo era, se convirtió en un pequeño sin ropa, blanco y desnudo, entre los brazos ‘de papá’ el calor de su voz llamándole a lo lejos hizo que el can adorara a ese ser, la voz de Danill era así, cálida pero llena de esa nostalgia que hace despertar los recuerdos.
Sintiendo curiosidad se había quedado acostado sobre el suelo de la magna biblioteca, ¿Por qué sentía ese impulso de abrazarlo?, miro a Atriella y se contuvo, mientras le acariciaba atrás las orejas. La historia había dejado un estado neutral sobre sus ideas, -¿Por qué lo valioso y bonito siempre se pierde? –Interrumpió el silencio con esa pregunta sin pensar o reparar a que se refería pero en ese momento eso le parecía, el Zar había perdido sus bellas manzanas y eso lo ponía triste, ¿No era lo mismo cuando Badou había perdido a su hermana y a su dueño, aunque este le maltratara?, él había imaginado que esas manzanas eran como esas personas.
Invitado- Invitado
Re: ¡Cuéntanos un cuento![ Atriella & Daniil]
Se calmó al sentir aquella mano acariciar su piel y la voz que le indicaba que se sentase, pero aun asi no dejo de enseñar los dientes mientras su respiración sonaba como alguna especie de gruñido amenazador, claro que nadie podía tomarlo de ese modo tratándose de una pequeña bola de pelos blanca que bien podría ser levantada en la mano de un hombre adulto sin mucho problema, claro, nadie que conociese a Atriella lo suficiente como para saber que, el copo de nieve mal humorado era capaz de arrancarte un dedo antes de ser aplastada alguien más, ella tenía en su pensamiento la idea que le marcaba “Si vas a perder al menos llévate algo de tu contrincante”
Estando en su forma de cachorro el ganar una pelea no solía ser para nada fácil a menos que se metiera con otros cachorros como ella, sin embargo, este no era el caso, ella en realidad lo único que intentaba hacer era mostrar sus pequeños caninos, solo, por el simple gusto de mostrarlos, su respiración salía como algo natural.
Gruño a media historia al escuchar como el primer hijo se quedaba dormido, la verdad no entendía del todo de que iba la dichosa historia, pero cuando a ella le encargaba cuidar algo, primero debían cortarle las patas, sacarle los ojos, arrancarle la lengua y cortarle las parejas antes de que alguien pudiese siquiera colocar un dedo sobre sus encargos, ella jamás se habría quedado dormida como aquel hombre inútil, las manzanas debían ser muy valiosas para su padre así que no comprendía como algo tan trivial como el sueño lo venció. Al final Atriella llego a la simple conclusión de que los humanos tenían menos fortaleza que su propia raza
Siguió escuchando la historia con los caninos de fuera poniéndose de mal humos al escuchar que el otro tampoco había servido de mucho, recordaba que eso ocurría también en el circo, ella podría decirse, tenía algunas preferencias del amo por ser la única que cumplía sus encargos perfectamente, él se ponía feliz siempre que Atriella volvía, a ella no la golpeaba pero tampoco tenía un trato mejor con ella que con el resto, la diferencia radicaba en la sonrisa que le acompañaba siempre que regresaba de algún encargo, le hacía feliz que las cosas estuviesen bien hechas, y cuando el amo estaba feliz, Atriella estaba “Feliz”
- Wof!!!!-ladro a su hermano al verlo triste, cuando Badou estaba triste, ella estaba enojada, no era que le molestase en si el sentimiento de tristeza de su hermano sino más bien las cosas que lo causaban, miro el libro amenazadoramente pero se plantó sobre sus patas traseras dejando aquellos como advertencia para el artilugio de brujería que usaba ese hombre, ella sabía acerca de algunas de las bestias del circo que usaban sus ojos para poner tristes a los demás, ellos le llamaban… “Apatía”. Seguro que había algo así en esos lib
rosEstando en su forma de cachorro el ganar una pelea no solía ser para nada fácil a menos que se metiera con otros cachorros como ella, sin embargo, este no era el caso, ella en realidad lo único que intentaba hacer era mostrar sus pequeños caninos, solo, por el simple gusto de mostrarlos, su respiración salía como algo natural.
Gruño a media historia al escuchar como el primer hijo se quedaba dormido, la verdad no entendía del todo de que iba la dichosa historia, pero cuando a ella le encargaba cuidar algo, primero debían cortarle las patas, sacarle los ojos, arrancarle la lengua y cortarle las parejas antes de que alguien pudiese siquiera colocar un dedo sobre sus encargos, ella jamás se habría quedado dormida como aquel hombre inútil, las manzanas debían ser muy valiosas para su padre así que no comprendía como algo tan trivial como el sueño lo venció. Al final Atriella llego a la simple conclusión de que los humanos tenían menos fortaleza que su propia raza
Siguió escuchando la historia con los caninos de fuera poniéndose de mal humos al escuchar que el otro tampoco había servido de mucho, recordaba que eso ocurría también en el circo, ella podría decirse, tenía algunas preferencias del amo por ser la única que cumplía sus encargos perfectamente, él se ponía feliz siempre que Atriella volvía, a ella no la golpeaba pero tampoco tenía un trato mejor con ella que con el resto, la diferencia radicaba en la sonrisa que le acompañaba siempre que regresaba de algún encargo, le hacía feliz que las cosas estuviesen bien hechas, y cuando el amo estaba feliz, Atriella estaba “Feliz”
- Wof!!!!-ladro a su hermano al verlo triste, cuando Badou estaba triste, ella estaba enojada, no era que le molestase en si el sentimiento de tristeza de su hermano sino más bien las cosas que lo causaban, miro el libro amenazadoramente pero se plantó sobre sus patas traseras dejando aquellos como advertencia para el artilugio de brujería que usaba ese hombre, ella sabía acerca de algunas de las bestias del circo que usaban sus ojos para poner tristes a los demás, ellos le llamaban… “Apatía”. Seguro que había algo así en esos lib
Atriella- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 06/07/2011
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Re: ¡Cuéntanos un cuento![ Atriella & Daniil]
Hacía muchos meses, Daniil se había topado con una joven vampiresa, Carmmine, y al enseñarle, lo mucho o poco que sabía, sintió, estuvo seguro que eso iba a ser lo más cercano que iba a estar de la paternidad jamás, no podía quejarse, no podía aspirar a más y atesoró esos momentos, encuentros y enseñanzas porque quizá no se repetirían, Carmmine maduraría en su nueva condición de vampiro y se iría, era lo natural, no podía aferrarse a otra cosa; esa noche que pidió un permiso especial para visitar la hermosa biblioteca de París, jamás se imaginó toparse con ese par de jovencitos, jamás creyó estar contando uno de los cuentos más famosos y arraigados del folclor de su tierra, aprendido de memoria porque era el cuento que su madre le relataba antes de ir a la cama, a él y a su hermana, porque ese cuento tenía un contexto y un sentido más profundo para él. Mantuvo la mirada en un punto en la nada haciendo ese breve pero significativo rencuentro, parpadeó al escuchar la voz del chico y lo miró, sonrió ante la franca curiosidad del joven, una cualidad que debía cuidar muy bien pues era valiosa.
-Precisamente por valioso y bonito es que es las cosas son codiciadas, y no necesariamente tienen que ser dinero, joyas o propiedades, pueden ser cualidades, personas o momentos, creo que esas cosas valen mucho más que el oro –habló con sinceridad, siempre lo había creía, en su desdicha eterna era un hombre humilde, había masado una fortuna al pasar de los años, pero no dudaba en algún día dársela a alguien más y comenzar de cero. Miró a ambos jóvenes, ella aún en forma de perro y una idea descabellada vino a él, pero no quería asustarlos, ni mucho menos. Giró el rostro hacia la chica cuando ladró, identificó el sonido como de descontento-. Tranquilos, la historia aún no acaba –sonrió de nuevo y el libro que tenía entre las manos resbaló de su regazo e hizo un sonido sordo que provocó eco por la vacía biblioteca, Daniil se agachó por el tomo y lo puso en un lugar cercano, de todos modos estaba contando aquello de memoria. Se sintió extraño entonces, contándole esa historia a dos casi niños, como su madre solía hacerlo.
-¿En qué me quedé? –carraspeó –claro, el zarévich Iván logró hacerse de una pluma del pájaro que robaba las manzanas –su mente trabajó para retomar el cuento donde se había quedado.
»A la mañana siguiente, el zarévich Iván se presentó ante su padre.
El zar le preguntó:
—Di, querido Iván, ¿has visto al ladrón?
—No lo he atrapado, querido padre, pero sé ya quién comete fechorías en vuestro jardín. Aquí tienes un recuerdo del ladrón. Es el pájaro de fuego.
Tomó el zar la pluma y recobró el apetito y el buen humor. Pero he aquí que una mañana se levantó con el pensamiento puesto en el pájaro de fuego. Llamó a sus hijos y les dijo:
—Queridos hijos ¿por qué no vais a recorrer el mundo hasta encontrar al pájaro de fuego? Si no lo hacéis así, cualquier día volverá por aquí a robarme mis manzanas.
Los hijos se inclinaron ante su padre, ensillaron briosos corceles y se pusieron en camino, cada uno en una dirección.
El zarévich Iván cabalgó mucho tiempo y llegó a una encrucijada. Allí, en un montón de piedra, estaba escrito:
“Aquel que siga por el camino de en medio, sufrirá frío y hambre; el que coja el de la derecha, saldrá sano y salvo, pero perderá su caballo; y el que vaya por el de la izquierda, será asesinado, pero su caballo vivirá.”
-Precisamente por valioso y bonito es que es las cosas son codiciadas, y no necesariamente tienen que ser dinero, joyas o propiedades, pueden ser cualidades, personas o momentos, creo que esas cosas valen mucho más que el oro –habló con sinceridad, siempre lo había creía, en su desdicha eterna era un hombre humilde, había masado una fortuna al pasar de los años, pero no dudaba en algún día dársela a alguien más y comenzar de cero. Miró a ambos jóvenes, ella aún en forma de perro y una idea descabellada vino a él, pero no quería asustarlos, ni mucho menos. Giró el rostro hacia la chica cuando ladró, identificó el sonido como de descontento-. Tranquilos, la historia aún no acaba –sonrió de nuevo y el libro que tenía entre las manos resbaló de su regazo e hizo un sonido sordo que provocó eco por la vacía biblioteca, Daniil se agachó por el tomo y lo puso en un lugar cercano, de todos modos estaba contando aquello de memoria. Se sintió extraño entonces, contándole esa historia a dos casi niños, como su madre solía hacerlo.
-¿En qué me quedé? –carraspeó –claro, el zarévich Iván logró hacerse de una pluma del pájaro que robaba las manzanas –su mente trabajó para retomar el cuento donde se había quedado.
»A la mañana siguiente, el zarévich Iván se presentó ante su padre.
El zar le preguntó:
—Di, querido Iván, ¿has visto al ladrón?
—No lo he atrapado, querido padre, pero sé ya quién comete fechorías en vuestro jardín. Aquí tienes un recuerdo del ladrón. Es el pájaro de fuego.
Tomó el zar la pluma y recobró el apetito y el buen humor. Pero he aquí que una mañana se levantó con el pensamiento puesto en el pájaro de fuego. Llamó a sus hijos y les dijo:
—Queridos hijos ¿por qué no vais a recorrer el mundo hasta encontrar al pájaro de fuego? Si no lo hacéis así, cualquier día volverá por aquí a robarme mis manzanas.
Los hijos se inclinaron ante su padre, ensillaron briosos corceles y se pusieron en camino, cada uno en una dirección.
El zarévich Iván cabalgó mucho tiempo y llegó a una encrucijada. Allí, en un montón de piedra, estaba escrito:
“Aquel que siga por el camino de en medio, sufrirá frío y hambre; el que coja el de la derecha, saldrá sano y salvo, pero perderá su caballo; y el que vaya por el de la izquierda, será asesinado, pero su caballo vivirá.”
- El Pájaro de Fuego:
- Tras reflexionar un instante, el zarévich Iván tomó por el camino de la derecha. Cabalgó durante tres días y llegó a un bosque grande y sombrío. De pronto, un lobo gris le salió al encuentro. Sin dar tiempo a que el zarévich desenvainara la espada, el lobo degolló a su caballo y despareció en la espesura.
Quedó Iván muy entristecido. ¿A dónde podía ir sin el caballo?
—En fin —se dijo— iré a pie.
Caminó el zarévich Iván hasta que se sintió invadido de un cansancio mortal. Apenas se había dejado caer agotado sobre un tronco, cuando un gran lobo gris surgió del bosque:
—¿Por qué, zarevich Iván, te veo tan triste, tan abatido? —preguntó el lobo.
—¿Cómo no voy a estarlo, lobo gris? Me he quedado sin mi buen caballo.
—Tú fuiste quien escogió este camino. Sin embargo me da pena verte tan cabizbajo. Dime ¿qué te lleva tan lejos? ¿A dónde vas?
—Mi padre, el zar Berendéi, me ha enviado a recorrer el mundo en busca del pájaro de fuego.
—En tu buen caballo no hubieras encontrado el pájaro de fuego en tres años. Sólo yo sé dónde anida y sólo yo puedo ayudarte a atraparlo. En fin, ya que me he comido tu caballo, te serviré fielmente. Monta en mi lomo y sujétate con fuerza.
El zarévich Iván obedeció y el lobo salió disparado, cruzando como una exhalación los bosques y los lagos. Por fin llegaron a una fortaleza de altas murallas. El lobo se detuvo y dijo:
—Escúchame Iván Zarévich, y recuerda bien lo que te digo. Salta la muralla, y no tengas miedo, que toda la guardia está durmiendo. En un palacete verás una ventana en la que hay una jaula de oro con el pájaro de fuego. Toma el pájaro y guárdalo en el seno, pero ten buen cuidado de no tocar la jaula o te sucederá una gran desgracia.
Saltó el zarévich Iván la muralla y vio el palacete en cuya ventana descansaba la jaula de oro con el pájaro de fuego. Tomó el ave y la ocultó en el seno, pero quedó encandilado mirando la jaula. En su corazón se encendió la codicia. “¿Acaso puedo dejar aquí una jaula tan preciosa?”, se dijo. Olvidó el zarévich lo que le había advertido el lobo y tendió la mano hacia la jaula. Pero en cuanto sus dedos la rozaron, sonaron en toda la fortaleza clarines y tambores. La guardia se despertó, apresó al zarévich Iván y lo llevó ante el zar Afrón.
El zar Afrón montó en cólera y preguntó al zarévich Iván:
—¿Quién eres? ¿De dónde has venido? ¿De qué padre eres hijo?
—Me llamo Iván Zarévich, hijo del zar Berendéi. Tu pájaro de fuego acostumbra robar las manzanas de oro del jardín de mi padre. Entonces él me envió a buscarlo y atraparlo.
—¡Qué vergüenza! ¡El hijo de un zar metido a ladrón! Si hubieras venido honradamente y me lo hubieras pedido, te lo habría dado, movido por el aprecio que tengo a tu padre. Aunque, mira, si me prestas un servicio, te perdonaré e incluso te daré el pájaro de fuego. Pero tendrás que cruzar los veintinueve países, hasta llegar al trigésimo, donde reina el zar Kusmán, y traerme su caballo de crines de oro.
Muy triste regresó el zarévich Iván a dónde le estaba esperando el lobo gris. El lobo le reprochó:
—¡No te dije que no tocaras la jaula! ¿Por qué no me hiciste caso?
—Perdóname, por favor! ¡Perdóname lobo gris!
—¡Monta! ¡Enganchado al carro, no te quejes de la carga!
De nuevo corrió el lobo más veloz que el viento llevando encima al zarévich Iván. En poquísimo tiempo llegaron a la fortaleza del zar Kusmán. El lobo se detuvo y dijo:
—Salta el muro, zarévich Iván. La guardia está durmiendo. Ve a la cuadra y saca de allí el caballo, pero ten buen cuidado de no tocar la brida, o volverá a sucederte una gran desgracia.
Saltó el zarévich Iván el muro, aprovechando que la guardia estaba durmiendo, se introdujo en la cuadra y atrapó el caballo de crines de oro; iba ya a partir cuando vio la brida de oro que colgaba de la pared y se dijo: “¿Cómo voy a llevarme el caballo sin la brida? ¡Y es tan hermosa!” Pero en cuanto tocó el zarévich la brida, al instante sonaron en la fortaleza clarines y tambores. La guardia se despertó, apresó al zarévich y lo llevó ante el zar Kusmán.
—¿Quién eres? ¿De dónde has venido? ¿De qué padre eres hijo?
Soy el zarévich Iván, hijo del zar Berendéi.
¿Y no se te ha ocurrido nada mejor que robar un caballo? ¡Pero si eso no lo haría un simple mujik! ¡Si hubieras venido a mi encuentro honradamente, yo, por respeto a tu padre, te hubiera regalado mi caballo! En fin, zarévich Iván, te perdonaré si me prestas un servicio. El zar Dalmat tiene una hija que se llama Elena la Hermosa. Ráptala, tráela aquí y te daré el caballo de crines de oro con su brida.
Más triste todavía que antes regresó el zarévich Iván a donde le estaba esperando el lobo.
—¿No te dije, zarévich Iván —le reprochó el lobo—, que no tocaras la brida? ¿Por qué no me has hecho caso? ¡Yo me desvivo por servirte y tú lo echas todo a perder!
—¡Perdóname, te lo suplico! ¡Perdóname, lobo gris!
—En fin, monta sobre mi lomo.
Y el lobo gris partió veloz como el viento. En poco tiempo llegaron al reino del zar Dalmat. En el jardín de la fortaleza paseaba Elena la Hermosa, acompañada de sus ayas y criadas. El lobo gris dijo:
—Esta vez, zarévich, iré yo mismo a buscar a la princesa. Tú emprende el regreso, que pronto te daré alcance.
Emprendió el zarévich Iván el regreso y el lobo gris saltó el muro y se introdujo en el jardín. Se agazapó al pie de un arbusto y vio que Elena la Hermosa salía al jardín con sus fieles servidoras. Elena estuvo un buen rato paseando y, en cuanto quedó un poco a la zaga de sus ayas y criadas, el lobo la asió de sus ropas, se la echó al lomo y huyó con ella.
Iba el zarévich Iván por el camino y de pronto vio que el lobo, llevando a Elena la Hermosa, le daba alcance. El zarevich Iván se puso muy contento.
—¡Monta sin perdida de tiempo! —gritó el lobo—. ¡Van a perseguirnos!
El lobo corría veloz, cruzando como una exhalación bosques, ríos y lagos. Por fin, llegó con Elena la Hermosa y el zarévich Iván al reino del zar Kusmán. Preguntó el lobo:
—¿Por qué te veo tan triste y abatido, zarévich Iván?
—¿Cómo quieres que no esté triste, lobo gris? ¡Amo a Elena la Hermosa con todo mi corazón! ¿Acaso puedo cambiarla por un caballo?
El lobo gris le respondió:
—No te separaré de tu amada. Voy a transformarme en Elena la Hermosa y tú me entregarás al zar Kusman. Mientras, la princesa te aguardará en este bosque y, cuando tengas el caballo de crines de oro, vendrás a buscarla. Partid enseguida los dos, que yo me reuniré con vosotros un poco más tarde.
Escondieron a Elena en una cabaña que había en medio del bosque. El lobo dio una voltereta y quedó convertido en Elena la Hermosa. El zarévich Iván lo llevó ante el zar Kusmán. El zar se alegró mucho y dio las gracias al zarévich diciéndole:
—Te agradezco mucho, Iván Zarévich, que me hayas traído la novia. Toma el caballo de crines de oro con su brida.
Invitado- Invitado
Re: ¡Cuéntanos un cuento![ Atriella & Daniil]
Más bien lo que había escuchado Badou, era el melancólico sonido de aquella voz, pero no dijo nada, porque él no era bueno dando palabras de aliento (las cuales desconocía también), cuando él se encontraba de aquella manera, lo único que hacía era abrazar a su hermana y se reconfortaba de manera inmediata al sentir aquel calor transmitirse a su pelaje blanco. Y después podían salir a correr, había muchas cosas que el pequeño desconocía, pero no sabía como botar las preguntas así de repente, quería hablar sin parar y escuchar las respuestas a cada una de sus preguntas, pero eso sería demasiado que ni la misma Atriella podría soportar de Badou, así que evitó ser regañado o de alguna manera conocer esa mirada más fría que nunca de su hermana mayor, se había acostado en el suelo boca a bajo con los brazos cruzado enfrente para recargar la barbilla y ver así a esa criatura que les leía aquel cuento que ahora le parecía un relajo, algo terriblemente inexplicable, ¿Lobos, manzanas, codicia?... Parecía que de alguna manera relacionaba todo eso con las personas que había conocido allá afuera, todos querían más dinero, más poder, se burlaban de las personas que pasaban hambre y el solo quería una cosa, a su hermana y nada más, pero difícilmente eso se hizo posible, pasando hambre y escuchando palabras que él desconocía y le hacían sentirse demasiado triste al grado de llorar.
Ahora entendía un poco más de lo que ya había visto, era por eso que se limitaba a hacer una pregunta con respuestas lógicas, suspiro por el cansancio de pensar en esas cosas, pero escuchó lo que aquel señor le decía acerca de lo valioso y lo que le quedó grabado en ese momento ¿Las cosas valen más que el oro?, pero ¿Qué era el oro para Badou?, no lo conocía, sin embargo pensaba que esa cosa no valía nada y todos lo querían obtener aun sabiendo que no significaba nada, era patético y absurdo y justo su cabecita no podía compararlo con nada en su vida, poco a poco las palabras fueron introduciéndose en su cabeza, dibujando imaginarios escenarios, acerca del recorrido, de los caballos, de esa ave preciosa que era una ladrona y les quería mandar un mensaje que nadie parecía captar, se complicaban demasiado para hacerlo, sonrío dibujando con el dedo en aquel suelo.
¡El lobo!, si ese lobo era muy inteligente y estaba cansado de que alguien no le escuchará e hiciera lo que quisiera aun sabiendo que le pueden pasar cosas malas, ahora lo tenía claro, pero de nuevo el cachorro quedo decepcionado, si, eso le pasaba al tal Ivan por haber desobedecido cambiar lo que más quiere por un caballo, eso no hubiera pasado si el fuera más sensato al escuchar al inteligente animal, Badou estaba experimentando una clase de furia, de frustración. Sin embargó lo siguiente que había escuchado dio un giro de confusión, ahora tenía todo o casi todo, menos la sabiduría del lobo, ¿Qué haría Ivan ahora que tenía todo para salir de ese embrollo?, el cachorro saltó de su lugar y observó al vampiro de manera curiosa, casi omitiendo lo demás que pasaba en su cabeza, como un final alternativo -¿Qué más, qué más?...-Si tuviera cola en ese momento la hubiese movido con agilidad casi dibujando una sonrisa en su hocico. –¿Ya se acabó?, ¿Por qué no sigues el cuento?, ¿Te has puesto triste? –Movió la cabeza ladeándola exageradamente, cogiendo a Atriella para apretujarla un poco, tenía frío y el pelaje de ella le ayudaba a sentirse mejor, pero se quedo viendo las pupilas de aquel hombre. -¿Por qué parece que fueras a llorar?, tus ojos tienen un brillo así como los del agua cuando el sol están en medio de ellas. –Susurró sin darse cuenta de lo que estaba preguntando en esos momentos, pero esos parpados un poco caídos le daban un sentimiento de tristeza que ese hombre tenía.
Invitado- Invitado
Re: ¡Cuéntanos un cuento![ Atriella & Daniil]
Las palabras surgían de aquel hombre pero atriella se había perdido completamente del contexto, simplemente el enojo era suficiente para que se distrajera de lo que estaba pasando a su alrededor, ella se encontraba en un punto extraño en el que la hiena no ameritaba salir pero el cachorro se sentía violento queriendo clavar los colmillos en la carne y arrancar desde la raíz, no sabe que ni a quien solo sabia que sus gruñidos hacían mover su pequeño cuerpecito en una manera extraña, el sonido rebotaba dentro de aquella silenciosa habitación donde ellos tres eran los únicos que estaban y aun cuando la suave voz del hombre era mas fuerte la cambiaforma solo se podía escuchar a si misma mientras trataba de comprender la sarta de palabrerías que aceleraban su respiración, sin embargo comenzó a interesarse realmente cuando el cuadrúpedo parecido a ella degolló al caballo, así era como debía comportarse un verdadero guardia aun cuando ella no era realmente consiente del porqué de las acciones del animal ladraba con aprobación ante ello.
Saco la lengua por fin divertida cuando el tal Iván se monto en la espalda del lobo, eso es lo que ella hubiese hecho, ese lobo era ella, y hablaba como ella lo hacia, aunque para hacerlo seguro que se le presento en su cuarta forma, esa que solamente tiene dos patas a pesar de tener cuatro extremidades, la que solamente tiene pelo en su cabeza a diferencia de el resto de sus formas, además, debía ser un animal muy diestro como su hermano pues ella a pesar de tener esa forma humana no lograba hablar correctamente, no como se supone que debería poder, tampoco era que lo hubiese practicado ni nada, ni que lo necesitara para algo sin embargo escuchando aquellas vivencias tenia ganas de cambiar e intentar que su voz fuese tan suave como la del hombre brujo al que le había mordido la mano hacia un corto momento.
Pensó entonces que todos debían tener un perro o mas adentro como ella, así no tendrían que estar atenidos a lo que el resto de los caninos pensaran para hacer las cosas, si fuese así podrían guiar sus caminos solos, de manera independiente y siguiendo aquel instinto que nunca fallaba, volvió a ladrar sin animo de parecer violenta cuando el humano fue atrapado, aquel animal tenia mas inteligencia en su peluda cabeza que el bípedo, nuevamente la idea de que todos los humanos tuviesen un lobo adentro, o incluso con un animal cualquiera podrían sentirse mas libres de utilizar su cerebro para hacer las cosas sin meterse en problemas, porque aquella imprudencia solamente era propia de ese que se movían por el mundo sin conexión alguna con su naturaleza, de esos que asistían a las funciones esperando que las bestias les hicieran favores en lugar de hacer las cosas ellos mismos, quizá las mascaras en sus rostros se formaban para protegerlos de su propia estupidez y no por los motivos ocultos que ellos decían.
Atriella comenzó a ladrar como loca cuando Daniil se detuvo, ella quería saber como era que el lobo se liberaría, quería conocer los detalles, quizá invocaría a un demonio de fuego como lo había hecho su vecino cuando escapo del circo o simplemente le arrancaría el cuello a su captor con sus poderosas mandíbulas, un poco de satisfacción la había inundado cuando se dio cuenta de que el lobo tenia una cuarta forma también, una que era igual a la de la princesa Elena la hermosa, nuevamente se sentía con ganas se meter animales en la gente, el destino de la pareja la tenia si cuidado sin embargo no deseaba que el ser antiguo parase de hablar, un sentimiento extraño había aparecido dentro de su cuerpo incitándole a exigir mas de aquella anécdota, Badou al parecer se había puesto triste y contrariado debido a alguna razón que tampoco comprendía pero seguramente al igual que ella se sentiría bien cuando el relato continuase hasta llegar a su final.
Saco la lengua por fin divertida cuando el tal Iván se monto en la espalda del lobo, eso es lo que ella hubiese hecho, ese lobo era ella, y hablaba como ella lo hacia, aunque para hacerlo seguro que se le presento en su cuarta forma, esa que solamente tiene dos patas a pesar de tener cuatro extremidades, la que solamente tiene pelo en su cabeza a diferencia de el resto de sus formas, además, debía ser un animal muy diestro como su hermano pues ella a pesar de tener esa forma humana no lograba hablar correctamente, no como se supone que debería poder, tampoco era que lo hubiese practicado ni nada, ni que lo necesitara para algo sin embargo escuchando aquellas vivencias tenia ganas de cambiar e intentar que su voz fuese tan suave como la del hombre brujo al que le había mordido la mano hacia un corto momento.
Pensó entonces que todos debían tener un perro o mas adentro como ella, así no tendrían que estar atenidos a lo que el resto de los caninos pensaran para hacer las cosas, si fuese así podrían guiar sus caminos solos, de manera independiente y siguiendo aquel instinto que nunca fallaba, volvió a ladrar sin animo de parecer violenta cuando el humano fue atrapado, aquel animal tenia mas inteligencia en su peluda cabeza que el bípedo, nuevamente la idea de que todos los humanos tuviesen un lobo adentro, o incluso con un animal cualquiera podrían sentirse mas libres de utilizar su cerebro para hacer las cosas sin meterse en problemas, porque aquella imprudencia solamente era propia de ese que se movían por el mundo sin conexión alguna con su naturaleza, de esos que asistían a las funciones esperando que las bestias les hicieran favores en lugar de hacer las cosas ellos mismos, quizá las mascaras en sus rostros se formaban para protegerlos de su propia estupidez y no por los motivos ocultos que ellos decían.
Atriella comenzó a ladrar como loca cuando Daniil se detuvo, ella quería saber como era que el lobo se liberaría, quería conocer los detalles, quizá invocaría a un demonio de fuego como lo había hecho su vecino cuando escapo del circo o simplemente le arrancaría el cuello a su captor con sus poderosas mandíbulas, un poco de satisfacción la había inundado cuando se dio cuenta de que el lobo tenia una cuarta forma también, una que era igual a la de la princesa Elena la hermosa, nuevamente se sentía con ganas se meter animales en la gente, el destino de la pareja la tenia si cuidado sin embargo no deseaba que el ser antiguo parase de hablar, un sentimiento extraño había aparecido dentro de su cuerpo incitándole a exigir mas de aquella anécdota, Badou al parecer se había puesto triste y contrariado debido a alguna razón que tampoco comprendía pero seguramente al igual que ella se sentiría bien cuando el relato continuase hasta llegar a su final.
Atriella- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 06/07/2011
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