Conociendo París [Privado - Luca]

por **Elladora Broccia** Miér Sep 21, 2011 6:08 pm

La luna sobre un cielo estrellado. Desnuda. Irremediablemente hermosa me inspiró para salir a dar un paseo por las desconocidas calles de París que, bañadas por la luz del astro, enamoraban a cualquiera. Opté por tomar uno de mis vestidos menos provocativos, quería sólo disfrutar del paisaje aunque, más pronto que tarde, mi condición empezaría a hervir en mi interior. Lo sabía pero podría combatirla por un par de horas. Lo dije en un susurro, como si le musitara a mi cuerpo para que me obedeciera.

Finalmente, el vestido púrpura con velos y encajes en negro, calzado como guante a mi cuerpo, me permitió salir a dar un paseo. Disfrutaba de la vista de cada pedazo de París. Sin duda, cada esquina...cada centímetro de la ciudad del amor estaba lleno de pasión y romanticismo. Pero nada como Venecia. Nada. Sentí el estómago darme un vuelco al recordar las noches que pasaba junto a los canales. Aquellos canales que ganaban, en belleza, a París. Aquellos canales en los que paseé cuando era la niña mimada de mis padres. Y de grande, esos canales donde veía cruzar a las personas de clase alta saludando con superioridad a los italianos que veíamos con ojos ambiciosos su vehículo.

Crucé hacia la derecha y seguí caminando viendo a varias parejas tomadas de la mano. Me preguntaba si alguno de ellos sería en un futuro mi cliente. Cruzaba mirada con otros caballeros que, probablemente, iban a la taberna a ahogarse en alcohol o al burdel a buscar refugio entre las piernas de alguien. No repudié ninguno de esos pensamientos, cada uno hacía con su vida y hueco y se metía en ella. No podía hacer nada por nadie si no me lo pedían.

El suave bamboleo de mis caderas, los movimientos sensuales de mi cuerpo, la mirada pícara cada segundo, definitivamente me señalaba como una mujer encantadora que solía complacer hombres para ganar dinero pese a que mi vestido no presentara la misma imagen. Y no me importaba, podría ir con éste a trabajar a la taberna más tarde. O podría irme a casa a complacerme a mi misma.

Un caballero entrado en edad se acercó hasta mi con claras intenciones de contratarme. Me reconoció de inmediato pues había sido uno de mis primeros clientes. Me pidió un trabajo rápido pero negué suavemente con la cabeza -Tengo otro compromiso. Más tarde...En la taberna - Le susurré al oído con mi notable y sensual acento italiano antes de dejarle una caricia en la mejilla. Me tomó de la mano como negándose a dejarme ir y clavé mis ojos en él. Me molestaba que creyeran que por ser prostituta estaba sólo para ellos -Monsieur, suélteme o no tendrá nada de esto- Le espeté con los ojos entrecerrados pero con una sonrisa amable ~ No podía permitirme perder un cliente~. Moví mi mano tratando de zafarme del agarre pero éste sólo apretaba más mientras acercaba su cuerpo al mio.

por Invitado Jue Sep 22, 2011 6:26 pm

Cuando el último rayo de sol se apagó entre las gruesas y oscuras cortinas de la casa, me acerqué a las mismas agarrándolas con mis manos para apartarlas a los lados y ver entonces a mi fiel amante, aquella que ansiaba por ver cada día, a la cual esperaba deseoso en mi alcoba. La noche.- ¿Dónde estabas, amada mía?.-Musité a la vez que miraba ensimismado la luna. Estuve varios minutos en silencio, vagando en mis pensamientos, solía hacerlo muy a menudo sobre todo cuando algo me preocupaba, aun que esta vez no era el caso.

El reloj de la entrada marcó empunto, por lo que me encaminé hacia la salida tomando mis ropas de abrigo y el sombrero, coloqué la capa sobre mi brazo derecho sosteniéndola y cogí por el ala el sombrero a la vez que salía a la calle. El fresco olor de la noche llegó hasta mí, podía percibir aquel aroma que tanto me embriagaba cada noche. Empecé a caminar por la calle, con total tranquilidad dejando pasos atrás mi domicilio, por el camino aproveché la oportunidad para colocarme mis ropas y el sombrero, el cual claramente me daba un aire más galán y elegante.
Ni siquiera sabía hacia donde iba, como cada noche dejaba que mis pasos me llevasen hacia donde ellos creyesen necesario, por la misma calle que yo paseaba se podían ver bellas damas en los portones de las tabernas, vestidas con aquellos vestidos provocativos pero a la vez elegantes, dignos de damas de alta cuna. Dejé escapar una tenue sonrisa por mis pensamientos, que claramente no eran nada puros en aquellos instantes, aquel tipo de mujeres hacían que toda la sangre de mi cuerpo hirviese de deseos ~Y sí, sentía debilidad por aquellos cuerpos curvos y delicados~

Una de las damas se acercó hasta donde yo estaba ofreciéndome sus servicios, en un principio los hubiera aceptado sin problemas, pero algo llamó aún más mi atención. Observé con interés la mujer que parecía forcejear con un caballero y cerré levemente mis ojos, una idea brotó en mi cabeza haciéndome sonreír de forma divertida, me dirigí de nuevo a la dama que se me había acercado dedicándole unas palabras de disculpas.- Querida mía, si me disculpáis tengo asuntos que resolver.-Dije antes de encaminarme tranquilamente. Tardé varios minutos en alcanzarlos, cuando lo hice me saqué con cuidado el sombrero descubriendo mi rostro y me acerqué a la señorita.- Querida, debéis perdonar mi demora.-Pasé con cuidado mi mano alrededor de su delicada cintura y la atraje hacia mí con un solo movimiento, sin ser brusco, al contrario haciéndolo con delicadeza.- ¿Esperáis desde mucho, querida?.-Pregunté con un tono seductor.

por **Elladora Broccia** Vie Sep 23, 2011 8:29 am

La voz del francés comenzaba a molestar mis oídos. Tenía excusas para tener un "rapidito". Decía algo sobre su esposa y el horario. Sin embargo, mi francés no era fluido y no entendía por completo lo que decía. Lo que sí sabía a ciencia cierta es que ahora ~Ni muerta~ iría con él a ningún lado -No puedo llegar tarde a donde voy. Lo siento- Sus problemas maritales no eran de mi incumbencia y nunca lo serían. Si quería tener alguna relación carnal, que buscara a su esposa o, en su defecto, a otra puta. Yo no estaba disponible...Tal vez debía hacer un cartel y colocármelo encima. Sólo por hoy

No quería forcejear públicamente con él ni atraer atención innecesaria pero el hombre, que tenía mucha más fuerza que yo, ya me estaba arrastrando a un callejón y era ~literalmente~ imposible para mi hacerle frente. En el momento en el que mi cuerpo y corazón estaban a punto de flaquear con tal de quitarme ese peso de encima sentía una fuerte mano ~algo fría~ acercarme hacia su cuerpo. Por un momento no entendía que pasaba pues el francés seguía apresando mi mano cual esposa y el movimiento de alejamiento me causo dolor en la muñeca pues el cliente la apretaba sin derecho a tregua.

Escuché el acento italiano del hombre que me hablaba ~A quien reconocí sin mirarlo, sólo por su perfume masculino~ y ladeé la cabeza con suavidad. Era de mi "tipo", alto, moreno y de ojos claros. Divino. No supe que responder y estuve a punto de olvidar la charada y decir un "gracias" con una sonrisa tonta pero el francés, comenzando a insultar con su enredada lengua, me trajo a la tierra haciéndome recordar porqué quería alejarme de él. Posé mi otra mano en el pecho del desconocido tratando de aparentar ~Aunque no era un trabajo difícil~ que estaba con él -En lo absoluto, cariño. Sólo tuve algunos inconvenientes- Musité y tiré por última vez de mi muñeca que, milagrosamente, el obsesionado francés liberó y se fue vociferando palabras infernales hacia nuestra pareja mientras se dirigía al burdel.

Cerré los ojos y respiré profundo. Me sentía con un poco de protección bajo el brazo del desconocido pero, al mismo tiempo, un pequeño instinto de supervivencia despertó en mi y alcé la mirada hasta él con el ceño fruncido -Gracias, monsieur- Dije en un nada perfecto francés pero sí con mucho acento italiano acompañado de una gran sonrisa de agradecimiento. Moví un poco la muñeca que había sido tratada de forma tan brusca por el grosero cliente sintiendo molestia en la articulación por lo que hice una mueca -Caballero, hoy no estoy trabajando - Le hice entender pues no quería que se malinterpretaran las cosas. Aunque, claro, dije eso aún bien acomodada bajo su brazo.

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