El Campo de Lavanda [LIBRE]

por **Marion Holh** Miér Sep 28, 2011 11:34 pm

Dos semanas, las dos mejores semanas que había pasado Marion en aquella tierra extranjera habían transcurrido allí, en aquella casa de campo junto con sus anfitriones, la familia Bergeron. Había jugado con los dos hijos menores a pesar de su avanzado estado de gestación y se había sentido como una niña, cada vez que salía a inspeccionar los alrededores de la finca con aquellos pequeños. Pero al final Babette le había pedido expresamente que se quedase en los jardines que había junto a la casa, así podrían vigilarla más de cerca por si el parto se producía de repente.

En aquel momento se encontraba sentada sobre la hierba del jardín, rodeada de plantas de salvia, tomillo, menta y un pequeño campo de lavanda. Escribía sobre todo aquello, sobre las plantas. Apuntaba todo sobre sus propiedades curativas todo aquello que pudiese ayudarla tanto a ella como a los pacientes del señor Bergeron a recuperarse de sus dolencias. Esperaba que en el futuro todos aquellos conocimientos le fueran útiles.

Había atardecido bastante, el crepúsculo se iba tiñendo de un azul más oscuro y anunciaba la inminente llegada de la noche. Pero el único movimiento que efectuó Marion ante tal situación fue, el de colocarse sobre los hombros un grueso chal de lana y acomodar mejor su largo pelo ondulado sobe sus hombros.

Un sonido la hizo girar la cabeza y escudriñar el campo de lavanda que había a su espalda.

por Invitado Sáb Oct 01, 2011 1:26 am

-Se encontraba caminando, casi sumergida en sus propios pensamientos, de no ser porque unos pequeños que tropezaron con ella le había tirado una especie de dulce en la fina blusa que llevaba, enfureció de inmediato, retando a los chiquillos que corrían desquiciados, así era Yude no gustaba de los niños, porque fue una mimada hija única, bueno eso antes de que su padre le revelara aquel secreto que aún le tenía intrigada, le jalo de la oreja a un pequeño, retándolo y llevando a sentarse en una banca – Mira lo que has hecho pequeño diablo – se quitó la blusa en frente de él, dejándose en una pequeña camiseta de fina seda, dejando ver su delgadez y belleza física, hizo bolita la prenda y se la metió por la boca al chiquillo, quien le miro con miedo – A ver si aprendes baboso – la gitana se fue con las manos dentro de los bolsillos la falda que llevaba, y empezó a caminar, empezaba a anochecer, y le dio un poco de frío, saco un cigarrillo y le calo una y otra vez hasta que este se terminó y pero le dejo la sensación del calor en el cuerpo.

Sin más que sus pensamientos, empezó a introducirse al área más lejana de parís o al menos eso creía al estar de pronto rodeada de gigantes árboles, algunas criaturas nocturnas empezaba a salir, se llevó la mano al cuello al tratar de relajarse, pues tenía un poco de miedo, generalmente no iba sola, pero el magno paisaje lo valía, sin embargo algo le había asustado, era un sonido poco común, se guio por sus habilidades, y salió corriendo entre quien sabe cuántos árboles y matorrales, salió de la nada disparatada frente al campo de lavanda, reconocía ese hermoso olor donde fuera, pero asombrosamente una mujer que se deleitaba con la noche estaba mirándole físicamente – Buenas noches, perdone, si le he asustado – sonrío, rascándose el brazo y notando el prominente abdomen de esta. La gitana no dejaba de rascarse, parecía que había cogido una alergia o algo le pico y desvio la mriada de la mujer ahora poniéndola en el brazo notando un enrojecimiento.

Off: perdona, espero no te moleste que haya contestado tu tema.

por **Marion Holh** Lun Oct 03, 2011 10:58 am

Se sobresaltó cuando de entre los árboles y las plantas de lavanda que tenía a su espalda, una sombra hizo su aparición. En un primer momento se llevó las manos al vientre queriendo proteger a su hijo, el cual dio una patada en señal de protesta por aquel susto. Pero después, al fijarse mejor en aquella persona, comprobó que trataba de una muchacha joven, que parecía algo perdida y un poco asustada.

Marion le devolvió la sonrisa al escuchar aquella disculpa y dio un gran suspiro de alivio. Se le habían pasado miles de imágenes tenebrosas por la cabeza, cuando vio aquella sombra salir de la oscuridad.

- Nos has dado un buen susto - le respondió condescendiente. Recogió el cuaderno que se le había caído de las manos minutos antes y volvió a mirarla - Más a él que a mi, cuando algo me inquieta él es el peor que responde de los dos - se señaló el vientre y rió.

Cerró el pequeño cuaderno y lo guardó en una bolsa que tenía junto a ella con un par de ramos de las hierbas que tenía alrededor. Se dio cuenta de que la muchacha se rascaba el brazo y la observó con interés.

- ¿Estás bien? - le preguntó - dejame ver ese brazo. - el cielo era de un color ya azul oscuro, las velas y chimeneas ya estaban encendidas en el interior de la casa y pronto la irían a buscar.

Extendió uno de sus brazos hacía ella para que se acercara sin miedo. Ella misma no sabía si aquella chica era de fiar o no, la cara de la inocencia bien podría tener una cara oscura como la Luna. Pero al menos sabía defenderse de alguna manera si veía que la chica no era lo que aparanteba ser.

por Invitado Lun Oct 03, 2011 6:33 pm

Pensó que la belleza natural de la mujer se debía al embarazo, entonces esos rumores entre nodrizas no eran tan falsos después de todo, hizo una mueca pensando que a lo mejor ella era una especie de ilusión, se sacudió en un respingo, pero no podía con la fatal hinchazón que se asomaba, bajo la mirada y se acercó firme ante ella estirando el brazo. Más de cerca comprobó el hermoso abdomen que era cubierto por esas telas, parecía que iría a reventar el cualquier momento, odiaba el hecho de que las mujeres fueran las dadoras de vida. Se sentó a un lado mostrando el brazo más de cerca ahora atribuía que el olor de lavanda era característico de esa ninfa del bosque que en cinta estaba –¿Cuánto tiempo lleva así? –soltó directamente como de prudencia mirando de nuevo el bultillo.

–Debería volver a casa si no quiere parir en este campo de lavanda-se rasco el cuello de nueva cuenta, al parecer no era un piquete, si no varios, la rubia ahora se sentía miserable, como se había ido a meter ahí, pero quién diablos le mandaba, que diantres estaba pensando en guiarse por su inútil sentido de la orientación. – ¿esta tan mal? – giro al ver a la mujer quien atendía su “herida” –perdóneme normalmente nunca me fijo en estos detalles, soy Yude – soltó su voz así de golpeada como siempre- Yude Adonay, para que confié mas – se veía en el rostro de la mujer que por cuidado debía proteger a su criatura.

por **Marion Holh** Miér Oct 05, 2011 10:03 pm

La joven se acercó sin miramientos, se sentó justo a su lado y le mostró el brazo con tal confianza que casi se echa a reír por la situación. Le parecía extremadamente raro que una muchacha sola, pudiese deambular por aquellos bosques y parajes tan inhóspitos sin más compañía que el ruido de sus pisadas y el silencio a su alrededor. Tenía que haber caminado mucho para llegar hasta allí, no es que la casa de "campo" de la familia Bergeron estuviera a millas de París, pero si a una buena distancia de allí.

Su pregunta y su consecuente comentario con respecto a sus estado la hicieron reír a carcajadas.

- Ay... ves se queja cada vez que hago algo que no le gusta - repitió examinándole el brazo a la muchacha - pues llevo así... casi... 8 meses y pocos días. Aún falta para que de a luz, pero ya empieza a estar ansioso por salir.

Miró cuanto pudo con la escasa luz y palpó cuidadosamente su brazo, notando las pequeñas protuberancias contra las yemas de los dedos. Aquello era una reacción alérgica a alguna planta o algún insecto que se había interesado por aquella chica desmedidamente.

- Bueno no puedo ver demasiado, pero por lo que noto son unos pequeños bultos que le pican bastante - puso los ojos en blanco como para enfatizar la obviedad tan grande que había dicho - bien lo más probable es que usted haya pasado por un lugar en el que hubiesen ortigas o hidra alrededor de los árboles y sin percatarse se apoyase en ellas. Pero bueno hay solución para todo y precisamente la lavanda es buena para esta clase de cosas.

Después de soltar toda aquella verborrea sonrió y con un gesto de los brazos, se quitó el chal y se lo puso a la chica sobre los hombros.

- Yo me llamo Marion Holh, encantada - le respondió a su vez - y perdona que te de el abrigo, pero parece que no llevas mucho encima- hizo un mueca e intentó levantarse del suelo - Será mejor que entres conmigo a la cocina, tardaré un momento en prepararte algo que te alivie.

por Invitado Lun Oct 10, 2011 12:09 am

Una vez que sintió como le palpaba mostro una mueca de dolor pero no emitió sonido, como siempre Yude quería hacerse la fuerte aunque no le saliera tan bien el papel de ‘malora’ del cuento, era delicada y detestaba sentirse tan humanamente débil ante una picadura de un mosco o del roce de una hierba. Suspiro bajito cuando ella le examinaba, pero no dejo soltar el pequeño dolor que sentía debido al ardor. –Tenemos una dicha de estar entre estas flores entonces, verdaderamente siento que se me quema la piel. – pero quien la mandaba, solo por coraje y por rabia se había introducido entre el bosque y peor aún había algo ahí que le había asustado.

-Espero que se pueda curar – miro a la mujer, se veía hermosa, observo las níveas manos, y después empezó a sentir el aura del pequeño en su vientre, algo que jamás había experimentado, quiso palmar o poner las manos sobre la pancita de la mujer pero eso era un gesto muy personal así que se limitó – Noto que lo está, tiene mucha energía, su aura es poderosa. – comento mientras observaba como caía el abrigo sobre sus hombros. – Su nombre es hermoso, ha pensado alguno para él bebe- se levantó y se acomodó el abrigo y entro en calor de inmediato, se sintió tan bien, y un poco avergonzada – Gracias, hace horas unos pequeños diablillos ensuciaron mi ropa y me….- bajo la mirada apenada – bueno solo me deshice de ella. -Yude extendió su mano a la mujer ayudándole a levantarse, para poder ir a la casa… donde ella indicaba – Debería cuidarse más y no andar por esto lugares sola… siento que allá fuera hay un aura que no me agrada del todo – el tono de su voz era serio pero no quería alterar a la mujer, puesto que estaba en cinta.

por **Marion Holh** Jue Oct 13, 2011 8:33 pm

Fue un alivio para ella ver como la muchacha le ofrecía una mano y la ayudaba a ponerse en pié. Siempre era la parte que más le costaba, podía pasarse horas sentada en el suelo, embarazada, sin que apareciesen los síntomas de un inminente calambre, que cuando iba a ponerse en pie era una completa inútil.

Se sacudió un poco el traje verdoso que llevaba, guardó sus cosas en una pequeña bolsa de tela y recogió un poco de lavanda para llevar a cabo la cura para aquellas molestas ronchas.

- Procura no rascarte o se te hinchará y se te infectará - era una advertencia - créeme no es nada agradable cuando te empieza a salir pus y sangre... bueno ya sabes te puede dejar marca y mejor evitarlo, sobre todo tú que eres joven - le dedicó otra sonrisa y con un gesto de la cabeza le indicó que la siguiera.

Cuando Yude mencionó el aura del pequeño un escalofrío le recorrió la espalda. No fue algo desagradable es más se acarició con cariño la abultada barriga, simplemente, le emocionó el hecho de que la muchacha pudiese ver esas cosas sobre todo de un infante que no había nacido aún.

- ¿Un nombre? - la pregunta la tomó por sorpresa. En casi 8 meses y medio no había pensado ni uno solo para el pequeño, ni siquiera los Bergeron le habían preguntado por ello. Había estado tan ocupada con tantas cosas que por un momento se quedó en blanco - mentiría si digo que si - se rió - es raro no haber pensado ningún nombre la verdad, normalmente las madres hacen esas elecciones durante todo el proceso de embarazo, pero yo... ni por un instante lo he hecho.

Abrió la puerta de la cocina con cuidado y la dejó pasar dentro.

- Te buscaré algo de mi ropa si quieres, así no pasarás frío - le comunicó solicita - está comenzando a refrescar y que te pongas enferma solo te supondría un problema más añadido a la reacción alérgica del brazo - puso la lavanda sobre una mesa de madera envejecida, que había en medio de la cocina. Luego se acercó a una pequeña chimenea donde podía colgar una hoya para calentar agua y la dejó puesta con la intención de echar después la lavanda dentro - No te preocupes por lo que haya ahí fuera, procuraremos que no entre, incluso creo que no se atreverá siquiera a acercarse.

Comenzó a desmenuzar la flor de la lavanda y a colocarla en un pequeño cuenco de barro.

- No he podido evitar que se me quedara en la cabeza lo que dijiste sobre el aura de mi hijo - intentó parecer despreocupada - eres... bueno ya sabes.. ¿bruja? o acaso ¿perteneces a los nómadas?

Off rol: Siento el retraso, me he puesto enferma y no he estado muy lúcida para postear.

por Invitado Dom Oct 23, 2011 8:13 pm

Observo la cocina, todo en ella, los instrumentos, vaya nunca había visto cosas como esas lo que para Yude era un poco nuevo por decirlo de aquella manera, escucho atenta como pocas veces a no rascarse, sería horrible que en su piel le quedara la desagradable marcas, así que por un segundo dejo de tocarse, un poco precavida a las advertencias de la mujer.

Hizo un pequeño mohín cuando se observó el brazo a veces era imprudente y no se fijaba bien de las cosas a su alrededor, pero ahora estaba ahí a salvo por lo menos, no quería regresar a los bosques recordó las veces que su padre le decía de las criaturas que arribaban esos lugares.

Que peculiar era la mujer, todas las mujeres que ella había conocido cuando estaban en cinta era lo primero que pensaban, se escandalizaban con cualquier novedad de nombre, planificaban el proceso junto a sus esposo aunque la idea de Marion no era mala, ella no era la típica mujer que se preocupaba por eso y eso le hacia mas encantadora a los ojos de Yude.

Una mujer sencilla pero llena de amor por la criatura en su vientre. – Es mejor no preocuparse por eso, con que este sano y salga todo bien para ambos –sonrío curvando los labios con mucho esfuerzo, sentándose alrededor de la mesa y verla trabajar, quería ayudarle pero no sabía como empezar a hacerlo. –Gracias eres muy amable - de pronto la gitana noto que sus palabras no eran ya respetuosas y eso se debía a que había entrado en confianza. – sabes mucho de estas cosas, eres, bruja verdad? Es que pocos saben de esto, la herbolaria y esas cosas.
Comento mientras le miraba preparar todo con bastante atención puso los codos sobre la mesa y espero pro sus movimientos – Si empieza a hacer un poco de frío pero aquí dentro es muy cálido. Agradezco todo lo que haces por mí.

Se río bajito al escuchar lo del aura, lo había mencionado antes sin pensar, tocio los labios y le miro – Si, soy gitana de parte de mi padre, dejamos de ser “nómadas” cuando el se caso con mi madre – Uff ni recordar su historia familiar seguro que daba malas impresiones – Creo que sentir el aura de cualquier ser vivo es un gran don. – Miro la ollita de barro concentrándose en sus palabras – ¿Tienes esposo? – ladeo el rostro sin prejuicios.

lamento mi demora, estuve enferma también que estes bien.^^

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