AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Luna Oscura {Libre}
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Luna Oscura {Libre}
El tiempo parecía que, en realidad, no transcurría en aquel claro del bosque. Al menos esa era la impresión que me daba a mí. Sabía, demasiado bien, que no debería estar en ese lugar, que era peligroso y más porque la Luna estaba oculta en esos momentos. Eran noche de Luna Negra, el momento en el que eran únicamente las estrellas las que iluminaban de forma tímida el aterciopelado cielo nocturno. Por una vez no tenían que competir con la Selene. Era la noche de Hécate, la diosa de la Hechicería, la Reina de los Fantasmas, entre otros muchos epítetos. Respiré hondo por un instante cerrando los ojos y dejando que fueran los sonidos de la noche los que me envolvieran. Nadie hubiera imaginado que una maestra de violín en el Conservatorio pudiera estar allí aquella noche, fuera de París de la protección, relativa en todo caso, de los muros de su casa. Nadie hubiera imaginado que me encontrara en pie, vestida apenas con una fina túnica blanca, con el athame en la mano y elevado a los cielos realizando los gestos de despedida mientras en mis labios surgían con naturalidad las palabras en griego antiguo. Nadie, en definitiva, me conocía lo suficiente como para llegar a este nivel de compresión o de conocimiento.
El ritual y un par de trabajos habían sido hechos con éxito, por lo que finalmente bajé las manos y abrí los ojos cuando una brisa ligera aparto unos mechones de mi cabello oscuro que bailoteaba a mí alrededor con libertad. Mis pies desnudos estaban en contacto directo con la hierba humedecida por el rocío que estaba cayendo, esa humedad que parecía hacer que el olor característico de aquel lugar llegara hasta mis pulmones en cada nueva respiración. Sabía que era el momento de volver a mi hogar, antes de que mi presencia fuera notada por las criaturas que rondaban por los bosques, muchas de ellas sobrenaturales. En cierta manera sentía que me había adentrado en el terreno habitual de cambiaformas y licántropos, no tenía nada en contra de ninguna de las dos razas, pero sabía que sobre todo los últimos eran terriblemente territoriales. Estar allí, podía significar problemas por lo que tras agacharme por un momento para posar las manos en el suelo como si de esa manera dejara fluir la energía sobrante salí del pequeño círculo en dirección hacia donde había dejado mis cosas.
Lo primero que hice fue calzarme las finas botas aunque si por mí fuera seguiría descalza. No era la misma sensación que cuando paseaba por las arenas de mi tierra natal, por la playa de Thera, pero aun así era una sensación agradable. En ocasiones parecía que las personas se habían olvidado de esos detalles demasiado encorsetadas en las normas impuestas por la sociedad. Había visto como incluso prohibían a los niños andar descalzos. Agradecía que Althea, mi hermana, no hubiera llegado a ese extremo, pero ella no era como el resto de las madres. Sonreí por un momento, claramente pensativa, mientras terminaba de ponerme la bota que me quedaba y me agachaba delante del petate que había traído. Me llevé a la boca parte de un bollo de pan que había comprado esa mañana y comencé a vestirme con la ropa que se consideraría más apta para andar por las calles de París, sobre todo de noche.
Estaba precisamente terminando de atarme los amarres del vestido que gracias a los Dioses se ataban en la parte delantera —había optado por evitar el corsé en aquella ocasión— cuando me detuve completamente con el ceño fruncido mirando a mi alrededor. Me había parecido escuchar algo en el bosque, no el sonido habitual al menos de los animales, sino como una especie de crujido que indicaba la presencia cercana de alguien. Me moví ligeramente, agachándome de nuevo hasta tomar por el mango una daga, no el athame que había utilizado y que no era más que un cuchillo ritual, como si siguiera afanada en lo mío aunque atenta a cualquier nueva alteración que se pudiera dar en el ambiente de aquel lugar.
Si tenía algo claro era que decir en voz alta que me había dado cuenta de que había otra persona en las inmediaciones rompería, en cierta manera, la pequeña sorpresa que se llevaría puesto que estaba en guardia. Por otro lado, no me apetecía hablar a la nada cuando quizá solo habían sido imaginaciones mías.
El ritual y un par de trabajos habían sido hechos con éxito, por lo que finalmente bajé las manos y abrí los ojos cuando una brisa ligera aparto unos mechones de mi cabello oscuro que bailoteaba a mí alrededor con libertad. Mis pies desnudos estaban en contacto directo con la hierba humedecida por el rocío que estaba cayendo, esa humedad que parecía hacer que el olor característico de aquel lugar llegara hasta mis pulmones en cada nueva respiración. Sabía que era el momento de volver a mi hogar, antes de que mi presencia fuera notada por las criaturas que rondaban por los bosques, muchas de ellas sobrenaturales. En cierta manera sentía que me había adentrado en el terreno habitual de cambiaformas y licántropos, no tenía nada en contra de ninguna de las dos razas, pero sabía que sobre todo los últimos eran terriblemente territoriales. Estar allí, podía significar problemas por lo que tras agacharme por un momento para posar las manos en el suelo como si de esa manera dejara fluir la energía sobrante salí del pequeño círculo en dirección hacia donde había dejado mis cosas.
Lo primero que hice fue calzarme las finas botas aunque si por mí fuera seguiría descalza. No era la misma sensación que cuando paseaba por las arenas de mi tierra natal, por la playa de Thera, pero aun así era una sensación agradable. En ocasiones parecía que las personas se habían olvidado de esos detalles demasiado encorsetadas en las normas impuestas por la sociedad. Había visto como incluso prohibían a los niños andar descalzos. Agradecía que Althea, mi hermana, no hubiera llegado a ese extremo, pero ella no era como el resto de las madres. Sonreí por un momento, claramente pensativa, mientras terminaba de ponerme la bota que me quedaba y me agachaba delante del petate que había traído. Me llevé a la boca parte de un bollo de pan que había comprado esa mañana y comencé a vestirme con la ropa que se consideraría más apta para andar por las calles de París, sobre todo de noche.
Estaba precisamente terminando de atarme los amarres del vestido que gracias a los Dioses se ataban en la parte delantera —había optado por evitar el corsé en aquella ocasión— cuando me detuve completamente con el ceño fruncido mirando a mi alrededor. Me había parecido escuchar algo en el bosque, no el sonido habitual al menos de los animales, sino como una especie de crujido que indicaba la presencia cercana de alguien. Me moví ligeramente, agachándome de nuevo hasta tomar por el mango una daga, no el athame que había utilizado y que no era más que un cuchillo ritual, como si siguiera afanada en lo mío aunque atenta a cualquier nueva alteración que se pudiera dar en el ambiente de aquel lugar.
Si tenía algo claro era que decir en voz alta que me había dado cuenta de que había otra persona en las inmediaciones rompería, en cierta manera, la pequeña sorpresa que se llevaría puesto que estaba en guardia. Por otro lado, no me apetecía hablar a la nada cuando quizá solo habían sido imaginaciones mías.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 26/09/2011
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Re: Luna Oscura {Libre}
Madame Matilde ya le había dicho que caminar en las noches por los alrededores boscosos, no era nunca una buena idea. "Afuera..." le advertía "Hay demonios... no como los de Rumania, pero nunca... NUNCA, te arriesgues". Y esa advertencia daba vuelta en su cabeza, una y otra vez, como el rechinido de dos metales, ahora que miraba a esa mujer, evidentemente, no cristiana, escondida de tras de los arbustos. la miró con ese cuchillo extraño, y más se alarmó. No se atrevió a moverse de donde estaba, tal vez, ella no se había dado cuenta de su presencia y se marcharía en paz, como evidentemente estaba. Cuando la vió llevarse el pan a la boca, le tranquilizó saber que no era un demonio, ni un fantasma; pero no quería interrumpir, ni arriesgarse.
Sus sentidos, creyó, estaban alterados. Ahora escuchaba el bosque, con el misterio y con la peligrosidad de la noche. "Me lo advirtieron!! Rayos rayos rayos..." no dejaba de pensar.
Sus rodillas ya se habían entumecido, asi que trató, sigilosamente de cambiar de posición, y rompió una rama. Hubiera maldecido, pero era pecado. Se alarmó a sobremanera cuando vió a aquella mujer armarse, con un cuchillo evidentemente más letal que el primero, y todo su cuerpo tembló.
No sabía que hacer. Correr fue su primera opción, pero con el corset, tan ajustado que llevaba, perdería el aliento pasados a penas unos metros.
¿Qué tan malo podría ser? Era una mujer, seguro le tendría empatía, o por lo menos, piedad. Salió de los arbustos, temblorosa y pálida, mostrando sus manos, para que viera que estaba desarmada.
- Lo...lo siento... - tartamudeó. Estaba a la espectativa, más que lista a huir si ella se le echaba encima. - Creí... No creí que alguien... estaría aqui..... Por favor.... baje el arma... - Intentó, con todas sus fuerzas que no sonara a orden, pues temía desatar la ira de una persona que no conocía.
Sus sentidos, creyó, estaban alterados. Ahora escuchaba el bosque, con el misterio y con la peligrosidad de la noche. "Me lo advirtieron!! Rayos rayos rayos..." no dejaba de pensar.
Sus rodillas ya se habían entumecido, asi que trató, sigilosamente de cambiar de posición, y rompió una rama. Hubiera maldecido, pero era pecado. Se alarmó a sobremanera cuando vió a aquella mujer armarse, con un cuchillo evidentemente más letal que el primero, y todo su cuerpo tembló.
No sabía que hacer. Correr fue su primera opción, pero con el corset, tan ajustado que llevaba, perdería el aliento pasados a penas unos metros.
¿Qué tan malo podría ser? Era una mujer, seguro le tendría empatía, o por lo menos, piedad. Salió de los arbustos, temblorosa y pálida, mostrando sus manos, para que viera que estaba desarmada.
- Lo...lo siento... - tartamudeó. Estaba a la espectativa, más que lista a huir si ella se le echaba encima. - Creí... No creí que alguien... estaría aqui..... Por favor.... baje el arma... - Intentó, con todas sus fuerzas que no sonara a orden, pues temía desatar la ira de una persona que no conocía.
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/04/2011
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Re: Luna Oscura {Libre}
El viento agitó una vez más mi cabello oscuro mientras me mantenía agachada como si estuviera buscando algo en mi petate mientras sujetaba con firmeza el mango de la daga. Con la otra mano fui metiendo mis cosas con parsimonia, pero intentando, por todos los medios, que estuviera todo dentro por si tenía que salir de allí corriendo. Desde luego lo que pasó a continuación no era lo que esperaba pero en cierta manera mis hombros se relajaron en cierta manera. Era una muchacha, una joven que se encontraba asustada al menos de forma aparente. Por un momento me quedé inmóvil simplemente mirándola, observando su rostro que apenas era visible debido a la oscuridad del bosque, a las sombras que los árboles formaban a nuestro alrededor aunque estuviéramos en un pequeño claro. Arriba las estrellas eran los mudos testigos de aquel encuentro que no estaba segura de si sería para bien o para mal.
Dejé que el viento me trajera su olor, su aroma, podía ver su pecho moviéndose por lo que estaba claro que no era un vampiro, y por lo que parecía tampoco era un ser sobrenatural. No al menos cuando después de un susurro pronunciando un hechizo por el que tendría a bien saber de qué naturaleza era la muchacha durante un fugaz momento pude ver sus patrones, su aura por decirlo de alguna manera. Eso hizo que me relajara un poco más alzando la falda del largo vestido que llevaba común en la época para meter la daga en la pequeña sujeción que llevaba en la zona del muslo, en su funda al tiempo que volvía a agacharme para tomar mi petate observándola en silencio apenas unos segundos más.
— No debería venir sola a estas horas al bosque.—contesté sin pensar, dándome cuenta tarde que eso precisamente sería lo que ella estaría pensando de mí. — Y menos sin armas, ¿se ha perdido?
Aquella era una posibilidad, que se hubiera adentrado de día y que le hubiera caído la noche encima sin darse ni cuenta. Aun así, no me acerqué a ella. Era mejor tener un espacio de por medio por si de casualidad hubiera fallado mi impresión primera. A nuestro alrededor el bosque seguía con sus movimientos y sus sonidos habituales, haciéndonos saber de esa manera que no nos encontrábamos solas. Al menos no era noche de Luna Llena porque entonces sí que el peligro hubiera aumentado de forma exponencial.
Dejé que el viento me trajera su olor, su aroma, podía ver su pecho moviéndose por lo que estaba claro que no era un vampiro, y por lo que parecía tampoco era un ser sobrenatural. No al menos cuando después de un susurro pronunciando un hechizo por el que tendría a bien saber de qué naturaleza era la muchacha durante un fugaz momento pude ver sus patrones, su aura por decirlo de alguna manera. Eso hizo que me relajara un poco más alzando la falda del largo vestido que llevaba común en la época para meter la daga en la pequeña sujeción que llevaba en la zona del muslo, en su funda al tiempo que volvía a agacharme para tomar mi petate observándola en silencio apenas unos segundos más.
— No debería venir sola a estas horas al bosque.—contesté sin pensar, dándome cuenta tarde que eso precisamente sería lo que ella estaría pensando de mí. — Y menos sin armas, ¿se ha perdido?
Aquella era una posibilidad, que se hubiera adentrado de día y que le hubiera caído la noche encima sin darse ni cuenta. Aun así, no me acerqué a ella. Era mejor tener un espacio de por medio por si de casualidad hubiera fallado mi impresión primera. A nuestro alrededor el bosque seguía con sus movimientos y sus sonidos habituales, haciéndonos saber de esa manera que no nos encontrábamos solas. Al menos no era noche de Luna Llena porque entonces sí que el peligro hubiera aumentado de forma exponencial.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Ella no dejaba de mirarla, intrigada en realidad por lo que estaba haciendo en el bosque. Cuando vio que guardó su arma, suspiró aliviada, y se quitó uno de los mechones de cabello dorado que caían sobre su rostro incomodandole. Lo atoró tras su oreja.
Lisa era una humana, y aunque no era humilde, tampoco era de la clase alta. Sus ropas eran de colores oscuros, sin detalles, sin adornos, sin nada que llamase la atención. Si... humana, pero sus antepasados no. El dije que cuelga de su cuello debe ser seguramente un amuleto.
Su aroma se mezclaba levemente con los olores florales del bosque. Ella se seca el sudor de sus manos, infantil, sobre su falda, y se acerca un poco más a la leve luz de la noche.
- No madame... Donde vivo no está lejos de aqui... cuando la ví... creí que usted estaba perdida... pero... - No supo que decir después, pues de seguro era algo impropio. Era impropio decirle que se había dado cuenta que estaba haciendo algo no-natural; y aunque su curiosidad luchaba, le daba algo de miedo meterse en lo que no le incumbía.
Un sonido, lejano en el bosque, la hizo dar un sobresalto. La mira, realmente queriendo irse de ahi.
- Madame, será mejor que vaya a un lugar seguro...
Lisa era una humana, y aunque no era humilde, tampoco era de la clase alta. Sus ropas eran de colores oscuros, sin detalles, sin adornos, sin nada que llamase la atención. Si... humana, pero sus antepasados no. El dije que cuelga de su cuello debe ser seguramente un amuleto.
Su aroma se mezclaba levemente con los olores florales del bosque. Ella se seca el sudor de sus manos, infantil, sobre su falda, y se acerca un poco más a la leve luz de la noche.
- No madame... Donde vivo no está lejos de aqui... cuando la ví... creí que usted estaba perdida... pero... - No supo que decir después, pues de seguro era algo impropio. Era impropio decirle que se había dado cuenta que estaba haciendo algo no-natural; y aunque su curiosidad luchaba, le daba algo de miedo meterse en lo que no le incumbía.
Un sonido, lejano en el bosque, la hizo dar un sobresalto. La mira, realmente queriendo irse de ahi.
- Madame, será mejor que vaya a un lugar seguro...
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/04/2011
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Re: Luna Oscura {Libre}
Observé en silencio la figura de la mujer mientras hablaba, frotándose las manos en la falda del sencillo vestido pero aun así de buena calidad. Eran pequeños detalles que había aprendido a ver desde que había llegado a París. En Thera las cosas eran diferentes en cierta manera y bastante similares en otra. Mi familia se podía considerar que estaba en una buena posición, incluso allí, siendo extranjera, la tenía en cierta manera. Hacía ya varios años que Althea y yo habíamos llegado a París. Los primeros tiempos habían sido difíciles, pero en el momento en el que ambas habíamos conseguido trabajo todo había ido como la seda. Al principio yo no podía aportar demasiado porque mis estudios de música me mantenían en cierta manera demasiado ocupada como para dedicarme a trabajar, pero en el momento en el que había conseguido puesto en el Conservatorio todo había ido como la seda aunque a esas alturas mi hermana ya estaba casada con un médico de buena posición. No estábamos entre la élite de París, ni mucho menos, algo me decía que estaba mucho más cerca de aquella muchacha que de muchos de los alumnos que de clases altas acudían a mí para enseñarles o a los que daba clase fuera de mis horarios de trabajo para conseguir algo de dinero extra.
Sus palabras titubeantes provocaron una media sonrisa en mis labios que no me molesté en disimular. Estaba claro que se llevaba más tiempo observándome de lo que había pensado en un primer momento, pero tampoco sería yo la que la sacara de sus dudas mientras no me hiciera una pregunta directa. Estaba a punto de hablar cuando un aullido me lo impidió, haciendo que toda la tranquilidad que había conseguido al darme cuenta de que era una humana normal, y uno un ser sobrenatural, desapareciera. Respiré hondo solo un segundo y después volví a mirarla, puesto que mis ojos claros se habían desviado hacia la dirección de donde había venido provocando que un escalofrío me recorriera de arriba abajo.
— Tiene razón, será mejor que comencemos a alejarnos de este lugar o tendremos visitas muy poco agradables.— terminé por acceder mientras me movía en la dirección por la que había venido. Conocía bastante bien esa zona del bosque gracias a que había ido a aquel claro sola o en compañía de mi hermana en varias ocasiones. — De vez en cuando me gusta venir a este lugar, tiene un algo que me atrae sin poder evitarlo, casi podría asegurar que quizá eso es lo que le ha atraído a usted a este lugar.— esperé durante unos segundos, sin salir del todo del claro puesto que no sabía si me acompañaría o preferiría seguir otra dirección. — Y aunque esté cerca de su casa, no es buena idea salir a tomar paseos nocturnos, no al menos en determinadas noches y en este lugar.
Sus palabras titubeantes provocaron una media sonrisa en mis labios que no me molesté en disimular. Estaba claro que se llevaba más tiempo observándome de lo que había pensado en un primer momento, pero tampoco sería yo la que la sacara de sus dudas mientras no me hiciera una pregunta directa. Estaba a punto de hablar cuando un aullido me lo impidió, haciendo que toda la tranquilidad que había conseguido al darme cuenta de que era una humana normal, y uno un ser sobrenatural, desapareciera. Respiré hondo solo un segundo y después volví a mirarla, puesto que mis ojos claros se habían desviado hacia la dirección de donde había venido provocando que un escalofrío me recorriera de arriba abajo.
— Tiene razón, será mejor que comencemos a alejarnos de este lugar o tendremos visitas muy poco agradables.— terminé por acceder mientras me movía en la dirección por la que había venido. Conocía bastante bien esa zona del bosque gracias a que había ido a aquel claro sola o en compañía de mi hermana en varias ocasiones. — De vez en cuando me gusta venir a este lugar, tiene un algo que me atrae sin poder evitarlo, casi podría asegurar que quizá eso es lo que le ha atraído a usted a este lugar.— esperé durante unos segundos, sin salir del todo del claro puesto que no sabía si me acompañaría o preferiría seguir otra dirección. — Y aunque esté cerca de su casa, no es buena idea salir a tomar paseos nocturnos, no al menos en determinadas noches y en este lugar.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 26/09/2011
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Re: Luna Oscura {Libre}
Lisa siempre fue insegura, distraida y en general, bastante torpe, pero no era estúpida. Ella la observó, en silencio, inquisitiva. Su mirada a veces parecía la de un maestro, mirando a su alumno en reprobación, pero la realidad no podría estar más lejos.
Algo la hacía querer invadirla de preguntas, invadirla de caricias y robarle todo su misticismo. Por momentos, esa chica de 16 años, preocupada siempre por seguir los preceptos de Dios, estaba sucumbiendo a sus impropios pensamientos. Era como si ella la atrajera, como si la jalara a su mundo inexistente. Y en su mirada, apareció un atisbo de miedo. El terror de sus secretos familiares, que sonaban en su cabeza como lamentos petulantes, se arremolinaban, haciendo de su encuentro con ella, un caldo de sentimientos encontrados.
Y la verdad es que si le molestaba, y bastante, pues siempre se esmeró en alejar esos pensamientos, pero con ella en frente, era como si no pudiera evitarlo. Hasta le dolía, pero trataba de ocultarlo.
El aullido, pasó completamente inadvertido para ella, pues miraba a esa hermosa mujer con la concentración de un piromaniaco mirando una fogata. No había nada más. La primera vez que ella habló, no escuchó sus palabras, su voz invadía sus oídos como la canción de las sirenas para los marineros.
Solo cuando la vio alejarse, caminó hacia ella, con paso seguro, incluso como si ella, en un universo alterno, fuera un depredador. Pero sus intenciones eran tan simples como no querer alejarse de ella. tal vez, en ese estado hipnotizado en el que ella estaba, la seguiría lejos, a través de inviernos y terrores. Y eso fue lo que le causó, darse cuenta de todo lo que pasaba. Terror.
- Cuál es su nombre? - Preguntó, sorpresivamente sin titubear - Mejor aún: Quién es usted?
Algo la hacía querer invadirla de preguntas, invadirla de caricias y robarle todo su misticismo. Por momentos, esa chica de 16 años, preocupada siempre por seguir los preceptos de Dios, estaba sucumbiendo a sus impropios pensamientos. Era como si ella la atrajera, como si la jalara a su mundo inexistente. Y en su mirada, apareció un atisbo de miedo. El terror de sus secretos familiares, que sonaban en su cabeza como lamentos petulantes, se arremolinaban, haciendo de su encuentro con ella, un caldo de sentimientos encontrados.
Y la verdad es que si le molestaba, y bastante, pues siempre se esmeró en alejar esos pensamientos, pero con ella en frente, era como si no pudiera evitarlo. Hasta le dolía, pero trataba de ocultarlo.
El aullido, pasó completamente inadvertido para ella, pues miraba a esa hermosa mujer con la concentración de un piromaniaco mirando una fogata. No había nada más. La primera vez que ella habló, no escuchó sus palabras, su voz invadía sus oídos como la canción de las sirenas para los marineros.
Solo cuando la vio alejarse, caminó hacia ella, con paso seguro, incluso como si ella, en un universo alterno, fuera un depredador. Pero sus intenciones eran tan simples como no querer alejarse de ella. tal vez, en ese estado hipnotizado en el que ella estaba, la seguiría lejos, a través de inviernos y terrores. Y eso fue lo que le causó, darse cuenta de todo lo que pasaba. Terror.
- Cuál es su nombre? - Preguntó, sorpresivamente sin titubear - Mejor aún: Quién es usted?
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Nos mantuvimos en silencio durante unos minutos, simplemente acunadas por los sonidos de la noche. Podía escuchar sus pisadas detrás de mí, lo mismo que las mías. Por mucho que quisiéramos ser silenciosas ninguna de las dos era uno con el Bosque, no teníamos esa habilidad de muchos seres sobrenaturales que parecían fundirse de forma natural con lo que había a su alrededor, como si el bosque fuera su hogar y, en muchas ocasiones, así era. Por mi parte, aunque estuviera cómoda entre la Naturaleza, debía reconocer que no había llegado a ese mimetismo por llamarlo de alguna manera. Me gustaba, por supuesto, pero también me mantenía alejada del bosque más de lo que me gustaría demasiado atenta a la ciudad donde vivía. Además, en mi vida había estado más en contacto con climas más secos donde era la arena y no la tierra la tónica principal. Había aprendido a moverme por el cambiante desierto, pero sin embargo me había costado mis buenos equívocos en el inicio el adentrarme en la vegetación.
Era cierto, también, que me había amoldado a la vida parisina de una forma que no me hubiera atrevido a decir al principio, cuando todo era nuevo y extraño. En eso tuvo que ver mucho el haber vivido en El Cairo. Mi pequeña Thera no tenía una ciudad tan grande, por lo que en un primer momento me había sentido desbordada, sin embargo todo había cambiado cuando había pisado suelo egipcio. Dejé escapar un pequeño suspiro con toda la tranquilidad que me daba el Bosque a pesar de los inminentes peligros y me detuve apenas un paso cuando escuché la voz de la muchacha que caminaba en esa noche conmigo.
— Ilithyia Dardanos.— contesté, sabiendo de sobra que mi acento se volvía más marcado cuando decía mi nombre o hablaba en mi idioma natal de alguna manera. La miré de reojo por un momento, con una media sonrisa curvándome los labios. — Soy profesora de violín en el Conservatorio Ascarlani ¿y tú?
Apunto había estado de decir: y bruja en mis ratos libres, como ha podido ver, pero me contuve, porque no sabía hasta qué punto aquella muchacha había entendido algo de lo que había pasado en ese claro del bosque que ya habíamos dejado atrás.
Era cierto, también, que me había amoldado a la vida parisina de una forma que no me hubiera atrevido a decir al principio, cuando todo era nuevo y extraño. En eso tuvo que ver mucho el haber vivido en El Cairo. Mi pequeña Thera no tenía una ciudad tan grande, por lo que en un primer momento me había sentido desbordada, sin embargo todo había cambiado cuando había pisado suelo egipcio. Dejé escapar un pequeño suspiro con toda la tranquilidad que me daba el Bosque a pesar de los inminentes peligros y me detuve apenas un paso cuando escuché la voz de la muchacha que caminaba en esa noche conmigo.
— Ilithyia Dardanos.— contesté, sabiendo de sobra que mi acento se volvía más marcado cuando decía mi nombre o hablaba en mi idioma natal de alguna manera. La miré de reojo por un momento, con una media sonrisa curvándome los labios. — Soy profesora de violín en el Conservatorio Ascarlani ¿y tú?
Apunto había estado de decir: y bruja en mis ratos libres, como ha podido ver, pero me contuve, porque no sabía hasta qué punto aquella muchacha había entendido algo de lo que había pasado en ese claro del bosque que ya habíamos dejado atrás.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Ilithyia parecía un felino atravesando en bosque, comparado con Lisa. Ella no podría, de ninguna manera, entender a los seres sobrenaturales. En algún lugar, muy pero muy dentro de ella, creía que existían, pero por otra parte, nunca los había visto. Toda su infancia, le enseñaron que no había más criaturas mas que aquellas creadas por Dios. Por eso, su desinterés de pasar desapercibida en medio de tantos peligros. A veces se atrasaba, y trotando levemente, la alcanzaba. Se guiaba por el sonido de sus pasos, ya que no dejaba de mirar por donde pisaba, pues no quería tropezar o encontrarse con alguna sorpresa desagradable.
Le gustaba caminar por el bosque, a solas, por que le daba oportunidad de ensoñarse, y preguntarse si así eran los bosques en su natal Rumania, que ella no recordaba. Ah en el bosque, era quien quisiera ser, nadie la juzgaría, y en la noche, a solas, no la menospreciarían, ni siquiera por si misma.
Tristemente, ella pasó su vida envuelta en la fría piedra de las iglesias, y sentía que había perdido contacto con lo real y lo natural. Por eso su insistencia, y su imprudencia al recorrer el camino entre los árboles.
- No es francesa, verdad? Bueno.... - dijo al fin - su nombre vaya que es difícil... - siguió tras ella, tratando de acercarse más - el Conservatorio Ascarlani? Desgraciadamente no lo conozco.... - Se tropezó, pero no cayó, solo le dio un paso de desventaja - Yo soy Elizabetha Szilagy... Todos me llaman Lisa. Soy ayudante del hogar... o algo parecido...
Que aburrido sonaba. Con razón no tenía vida social. - Hacen conciertos en el Conservatorio? alguna vez me gustaría asistir, disfruto mucho la música... En especial del violín... es tan... doliente..
Habían llegado a una especie de encrucijada, y ahi, ella se detuvo, esperando que con suerte, ella también lo hiciera.
Le gustaba caminar por el bosque, a solas, por que le daba oportunidad de ensoñarse, y preguntarse si así eran los bosques en su natal Rumania, que ella no recordaba. Ah en el bosque, era quien quisiera ser, nadie la juzgaría, y en la noche, a solas, no la menospreciarían, ni siquiera por si misma.
Tristemente, ella pasó su vida envuelta en la fría piedra de las iglesias, y sentía que había perdido contacto con lo real y lo natural. Por eso su insistencia, y su imprudencia al recorrer el camino entre los árboles.
- No es francesa, verdad? Bueno.... - dijo al fin - su nombre vaya que es difícil... - siguió tras ella, tratando de acercarse más - el Conservatorio Ascarlani? Desgraciadamente no lo conozco.... - Se tropezó, pero no cayó, solo le dio un paso de desventaja - Yo soy Elizabetha Szilagy... Todos me llaman Lisa. Soy ayudante del hogar... o algo parecido...
Que aburrido sonaba. Con razón no tenía vida social. - Hacen conciertos en el Conservatorio? alguna vez me gustaría asistir, disfruto mucho la música... En especial del violín... es tan... doliente..
Habían llegado a una especie de encrucijada, y ahi, ella se detuvo, esperando que con suerte, ella también lo hiciera.
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Miré por un momento a la muchacha cuando hizo su primera afirmación, pero dejé que hablara mientras nos movíamos por el bosque alejándonos del aullido que había conseguido que todo mi cuerpo se tensara por completo. Algo me decía que no era precisamente el sonido de un animal normal. Había dos posibilidades: licántropo y cambiaformas, esperaba que fuera en cierta manera estos últimos porque aunque no tenía nada contra ninguno de los dos, los hombres lobos me daban bastante más respeto. Respiré hondo, dejando que los olores se deslizaran por mis pulmones como si de esa manera pudiera saber exactamente por dónde nos encontraríamos. Me aparté un mechón oscuro del rostro mientras saltaba con agilidad por encima de uno de las ramas que había en el camino que estábamos siguiendo, seguramente abierto por algún grupo de animales durante años.
Cuando ella se detuvo en un cruce de caminos hice lo propio girándome hacia donde se encontraba ella. ¿Sería consciente de que precisamente Hécate, la diosa a la que había llamado aquella noche, era la diosa de las encrucijadas? Parecía irónico que me encontrara precisamente allí, en ese punto, con ella haciéndome preguntas. En ese momento el viento se levantó una vez más, provocando un escalofrío a lo largo de mi cuerpo, apartándome el pelo de la cara que se agitó durante unos instantes tras de mí mientras clavaba la mirada en los ojos de la muchacha que tenía delante. Era tan joven y parecía tan inocente que me inquietó que estuviera allí. Me inquietó porque había descubierto que precisamente las personas con esas características guardaban mucho más en su interior de lo que cualquiera pudiera pensar.
— Nací en el Egeo, en Santorini…en Grecia.— no me importaba para nada que tuviera aquella información, incluso dudaba que supiera exactamente dónde se encontraba el lugar que le indicaba. La miré a los ojos pudiendo ver el interés por la música y una ligera sonrisa apareció entonces en mis labios. — Hay conciertos de vez en cuando, sobre todo para promocionar a nuestros alumnos y para que sepan lo que es tocar con público, es parte de su entrenamiento.—comenté entonces manteniendo la mirada en ella, asintiendo ligeramente al escuchar su nombre. — Llámeme Ilith, es más corto y será más fácil recordarlo.—había tenido que aprender que era mejor que me acortaran el nombre a que no supieran pronunciarlo con corrección que eso me molestaba todavía más. — ¿Toca algún instrumento?
Cuando ella se detuvo en un cruce de caminos hice lo propio girándome hacia donde se encontraba ella. ¿Sería consciente de que precisamente Hécate, la diosa a la que había llamado aquella noche, era la diosa de las encrucijadas? Parecía irónico que me encontrara precisamente allí, en ese punto, con ella haciéndome preguntas. En ese momento el viento se levantó una vez más, provocando un escalofrío a lo largo de mi cuerpo, apartándome el pelo de la cara que se agitó durante unos instantes tras de mí mientras clavaba la mirada en los ojos de la muchacha que tenía delante. Era tan joven y parecía tan inocente que me inquietó que estuviera allí. Me inquietó porque había descubierto que precisamente las personas con esas características guardaban mucho más en su interior de lo que cualquiera pudiera pensar.
— Nací en el Egeo, en Santorini…en Grecia.— no me importaba para nada que tuviera aquella información, incluso dudaba que supiera exactamente dónde se encontraba el lugar que le indicaba. La miré a los ojos pudiendo ver el interés por la música y una ligera sonrisa apareció entonces en mis labios. — Hay conciertos de vez en cuando, sobre todo para promocionar a nuestros alumnos y para que sepan lo que es tocar con público, es parte de su entrenamiento.—comenté entonces manteniendo la mirada en ella, asintiendo ligeramente al escuchar su nombre. — Llámeme Ilith, es más corto y será más fácil recordarlo.—había tenido que aprender que era mejor que me acortaran el nombre a que no supieran pronunciarlo con corrección que eso me molestaba todavía más. — ¿Toca algún instrumento?
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Se alegró que se detuviera, pues no estaba segura de alejarse más de su camino. Ya había hecho muchas cosas imprudentes esa noche. Muchas.
Miraba a Ilith, nerviosamente, y aunque la miraba a los ojos, era solo por lapsos, pues era muy tímida. Miraba el piso, sus ojos, los árboles, sus ojos, el cielo, sus ojos; pero nunca le pudo sostener la mirada fijamente.
Se frotó las manos, pues la noche se enfriaba más con cada paso que daban, a final de cuentas, ya era otoño. Con la ráfaga de aire que movió el cabello de Ilith tan graciosamente, Lisa sintió un terrible frío en la espalda, haciendo que con el viento los cabellos que caían descuidadamente de su moño se enredaran, haciéndole cosquillas en el cuello y la tomara por sorpresa. Se frotó la nuca con una mano.
- Toco un poco el piano Ith... Ilth...I...I... - Le costaba tanto trabajo, y se sentía más torpe que nunca, y titubeó - Ma...Madame... Y canto también... pero muy muy poco y no tan bien, seguramente nada comparado con su talento y nivel... - No había manera de saber si era verdad o solo modestia, pero Lisa, con cada respiro, regresaba poco a poco a su realidad.
- Madame... Sabe? - Dijo mirando dudosa a su alrededor - Está muy oscuro, y el camino de regreso al centro de París puede parecer tedioso en la noche... Además... - Iba a hacer referencia a sus ropas, que sin corset parecían inapropiadas y frías - Además... Está enfriando... se puede enfermar... Si gusta, podemos ir a mi lugar de residencia, y descansar, por lo menos hasta que salga el sol. Estoy segura que Madame Matilde la enviará a la hora que guste en el carruaje familiar... Tenga confianza, por favor...
Se frotó las manos una vez más.
Miraba a Ilith, nerviosamente, y aunque la miraba a los ojos, era solo por lapsos, pues era muy tímida. Miraba el piso, sus ojos, los árboles, sus ojos, el cielo, sus ojos; pero nunca le pudo sostener la mirada fijamente.
Se frotó las manos, pues la noche se enfriaba más con cada paso que daban, a final de cuentas, ya era otoño. Con la ráfaga de aire que movió el cabello de Ilith tan graciosamente, Lisa sintió un terrible frío en la espalda, haciendo que con el viento los cabellos que caían descuidadamente de su moño se enredaran, haciéndole cosquillas en el cuello y la tomara por sorpresa. Se frotó la nuca con una mano.
- Toco un poco el piano Ith... Ilth...I...I... - Le costaba tanto trabajo, y se sentía más torpe que nunca, y titubeó - Ma...Madame... Y canto también... pero muy muy poco y no tan bien, seguramente nada comparado con su talento y nivel... - No había manera de saber si era verdad o solo modestia, pero Lisa, con cada respiro, regresaba poco a poco a su realidad.
- Madame... Sabe? - Dijo mirando dudosa a su alrededor - Está muy oscuro, y el camino de regreso al centro de París puede parecer tedioso en la noche... Además... - Iba a hacer referencia a sus ropas, que sin corset parecían inapropiadas y frías - Además... Está enfriando... se puede enfermar... Si gusta, podemos ir a mi lugar de residencia, y descansar, por lo menos hasta que salga el sol. Estoy segura que Madame Matilde la enviará a la hora que guste en el carruaje familiar... Tenga confianza, por favor...
Se frotó las manos una vez más.
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
La timidez de Lisy me resultaba adorable. La miré a los ojos a la distancia de un par de pasos mientras ella hablaba. Aunque no me terminaba de fiar del todo —la pregunta de qué hacía en realidad a aquellas horas de la noche en el bosque me intrigaba— debía reconocer que mi tensión no era por ella, sino por lo que podría aparecer en cualquier momento en aquel lugar. Controlaba lo que sucedía en un radio considerable de mi alrededor gracias a los susurros del viento en mis oídos, pero sabía que había criaturas que podrían pasar desapercibidas a ese escrutinio. Miré a la muchacha con atención mientras hablaba hasta que finalmente no pude evitar que una ceja se arqueara por su última invitación y una sonrisa apareciera en mis labios, quizá ligeramente burlona.
Si hubiera sido otra criatura no humana seguramente me hubiera negado, pero en cierta manera había sentido curiosidad por ella y si veía que había algún peligro simplemente me marcharía. No sabía hasta qué punto era consciente del peligro de invitar a alguien que no conocía a su hogar. No por mí, no tenía intenciones de hacerla daño ni de robar, no era algo que soliera hacer, pero había demasiados seres que se lo tomarían como un bufet libre, por decirlo de alguna manera.
— Seguramente que toca y canta mucho mejor de lo que cree, sería un placer para mí poder escucharla.—comenté finalmente mientras la miraba a los ojos para después moverme hacia un lado como si de esa manera la indicara que estaba dispuesta a seguirla. — La acompañaré, además me temo que no estaría tranquila hasta asegurarme que ha llegado sana y salva a su casa, hay demasiados peligros en el bosque de noche.
Era un aceptación a su invitación sin decirlo, en realidad, de forma directa. De esta manera si veía que el lugar hacia donde nos dirigíamos no me inspiraba confianza siempre podía retractarme y marcharme. Sabía, demasiado bien, que en ocasiones se utilizaban a humanos aparentemente inofensivos para atraer a personas a lugares de donde eran muy difícil salir, por decirlo de forma delicada.
Si hubiera sido otra criatura no humana seguramente me hubiera negado, pero en cierta manera había sentido curiosidad por ella y si veía que había algún peligro simplemente me marcharía. No sabía hasta qué punto era consciente del peligro de invitar a alguien que no conocía a su hogar. No por mí, no tenía intenciones de hacerla daño ni de robar, no era algo que soliera hacer, pero había demasiados seres que se lo tomarían como un bufet libre, por decirlo de alguna manera.
— Seguramente que toca y canta mucho mejor de lo que cree, sería un placer para mí poder escucharla.—comenté finalmente mientras la miraba a los ojos para después moverme hacia un lado como si de esa manera la indicara que estaba dispuesta a seguirla. — La acompañaré, además me temo que no estaría tranquila hasta asegurarme que ha llegado sana y salva a su casa, hay demasiados peligros en el bosque de noche.
Era un aceptación a su invitación sin decirlo, en realidad, de forma directa. De esta manera si veía que el lugar hacia donde nos dirigíamos no me inspiraba confianza siempre podía retractarme y marcharme. Sabía, demasiado bien, que en ocasiones se utilizaban a humanos aparentemente inofensivos para atraer a personas a lugares de donde eran muy difícil salir, por decirlo de forma delicada.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Lisa sonrió y emprendió paso por el camino correcto. Se puso a su lado, siempre con la intención de nunca dejarla atrás. A lo largo del camino, en realidad, permaneció en silencio. Pensaba que nada de lo que a ella se le pudiera ocurrir sería interesante. A menos que ella le preguntara algo.
A veinte minutos de caminar, por el sendero principal que atravesaba el bosque, ella tomó una desviación, que tenía la marca de ruedas de carruaje de muchos años. Luego de caminar un rato por ahí, a lo lejos se veía un cottage, alejado de las espesuras del bosque y flanqueada por el inicio de un valle. Así que a pesar de su alejada ubicación, no era un lugar tétrico. De hecho era un lunar hogareño en la inmensidad de ese bosque.
Llegaron por la puerta trasera, y de inmediato, del otro lado de la barda baja de piedra, un perro enorme comenzó a ladrar. Era un elkhound gris, y comenzó a saltar, asomando la cabeza sobre la puerta de madera.
- ¡Otto! ¡Cállate! - Le decía Lisa mientras entraba y lo hacía un lado, para que Illith entrara. - Me vas a delatar... cállate Otto... - Luego de soltarlo, el perro corrió a ella, a olfatearla, y dejó de ladrar. - Disculpalo... siempre ladra si alguien se acerca a la casa en la noche... Pasa... por favor.... - Sacó un llavero de su bolsa, que traía escondida bajo la falda. Eran bastantes llaves, algunas ya oxidadas. Metió una mediana a la cerradura, y abrió la puerta, dejándola entrar primero. Mientras, jalaba al perro de la correa... - ¡Noo! Otto, afuera... ¡afuera! - Se metió, y trabajosamente cerró la puerta tras ella, pues el perro la empujaba con el afán de entrar. - Perro terco... - Murmuró casi para si misma.
Estaban en la cocina, en penumbras. Lisa se apresuró a una repisa y prendió una lámpara. La dirigió fuera de la cocina, y se giró, poniendo su dedo indice sobre sus labios, para que guardara silencio.
Cuando atravesaban el pasillo que pasaba por la sala y llevaba a las escaleras, escucharon una voz.
- Lisa, ¿eres tu? - Venía de algún lugar, cerca de la chimenea de la sala, que acababan de dejar atrás. Lisa dio tal sobresalto que casi tira la lampara. Acomodó de nuevo el cristal que protegía el fuego del viento y se giró.
- Madame Matilde.... Si soy yo... - Apenas Lisa terminaba de hablar, sin decidirse si acercarse a la habitación o quedarse escondida en el pasillo, cuando una mujer, de unos 40 años, se asomó. Tenía el cabello castaño y era regordeta; llevaba la bata para dormir, pero se cubría con una frasada. No pudo esconder su sorpresa cuando vio a la mujer que la acompañaba, mirando a Lisa, esperando una explicación.
- Madame, ella es... I..lith... es maestra en el conservatorio Ascarlani... Se perdió en el bosque y... le ofrecí quedarse aquí hasta el amanecer... - Lisa estaba espantada, esperando que no la reprimieran, por andar de atrevida. Miró a Ilith, con mirada de complicidad, pues sabía que eso era una vil mentira eso de que estaba perdida.
Matilde las miró, despavilándose de la siesta que tomaba.
A veinte minutos de caminar, por el sendero principal que atravesaba el bosque, ella tomó una desviación, que tenía la marca de ruedas de carruaje de muchos años. Luego de caminar un rato por ahí, a lo lejos se veía un cottage, alejado de las espesuras del bosque y flanqueada por el inicio de un valle. Así que a pesar de su alejada ubicación, no era un lugar tétrico. De hecho era un lunar hogareño en la inmensidad de ese bosque.
Llegaron por la puerta trasera, y de inmediato, del otro lado de la barda baja de piedra, un perro enorme comenzó a ladrar. Era un elkhound gris, y comenzó a saltar, asomando la cabeza sobre la puerta de madera.
- ¡Otto! ¡Cállate! - Le decía Lisa mientras entraba y lo hacía un lado, para que Illith entrara. - Me vas a delatar... cállate Otto... - Luego de soltarlo, el perro corrió a ella, a olfatearla, y dejó de ladrar. - Disculpalo... siempre ladra si alguien se acerca a la casa en la noche... Pasa... por favor.... - Sacó un llavero de su bolsa, que traía escondida bajo la falda. Eran bastantes llaves, algunas ya oxidadas. Metió una mediana a la cerradura, y abrió la puerta, dejándola entrar primero. Mientras, jalaba al perro de la correa... - ¡Noo! Otto, afuera... ¡afuera! - Se metió, y trabajosamente cerró la puerta tras ella, pues el perro la empujaba con el afán de entrar. - Perro terco... - Murmuró casi para si misma.
Estaban en la cocina, en penumbras. Lisa se apresuró a una repisa y prendió una lámpara. La dirigió fuera de la cocina, y se giró, poniendo su dedo indice sobre sus labios, para que guardara silencio.
Cuando atravesaban el pasillo que pasaba por la sala y llevaba a las escaleras, escucharon una voz.
- Lisa, ¿eres tu? - Venía de algún lugar, cerca de la chimenea de la sala, que acababan de dejar atrás. Lisa dio tal sobresalto que casi tira la lampara. Acomodó de nuevo el cristal que protegía el fuego del viento y se giró.
- Madame Matilde.... Si soy yo... - Apenas Lisa terminaba de hablar, sin decidirse si acercarse a la habitación o quedarse escondida en el pasillo, cuando una mujer, de unos 40 años, se asomó. Tenía el cabello castaño y era regordeta; llevaba la bata para dormir, pero se cubría con una frasada. No pudo esconder su sorpresa cuando vio a la mujer que la acompañaba, mirando a Lisa, esperando una explicación.
- Madame, ella es... I..lith... es maestra en el conservatorio Ascarlani... Se perdió en el bosque y... le ofrecí quedarse aquí hasta el amanecer... - Lisa estaba espantada, esperando que no la reprimieran, por andar de atrevida. Miró a Ilith, con mirada de complicidad, pues sabía que eso era una vil mentira eso de que estaba perdida.
Matilde las miró, despavilándose de la siesta que tomaba.
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
No me había disgustado nunca el silencio, no era de esas personas que buscaban por todos los medios cubrirlo con alguna conversación, por muy banal que pudiera ser. Mientras caminábamos mi mirada observaba cada uno de los detalles, grabándolos en el interior de mi cabeza por si tenía que salir de allí con rapidez. El camino era directo, sin dar vueltas y más vueltas para intentar despistarme, y aquello solo significaba dos cosas: o realmente íbamos a donde ella vivía y no había peligro o no esperaban que pudiera salir de allí. Althea seguramente se enfadaría conmigo en el momento que le contara aquella aventura por varios y diversos motivos: estar en el bosque, hablar con una desconocida e ir a su casa. Mi hermana no era como yo, seguía practicando, por supuesto, pero lo hacía a escondidas. Su marido sabía lo que éramos y él mismo era un brujo, lo mismo que mi sobrino, pero aun así todo estaba oculto como llevaba estando desde hacía siglos. Es más, mi hermana estaba de nuevo embarazada —aunque ella todavía no se había dado cuenta— y la niña que estaba formándose en su vientre sería otra bruja más para el clan de los Dardanos.
Se había presentado en mí en sueños, como sucedía de vez en cuando, pero lo que me inquietaba, en realidad, era que no lo había hecho aquel encuentro. No sabía qué podía esperar. Aparté un mechón oscuro del rostro cuando vi la casa y arqueé una ceja con curiosidad. Desde luego el hogar de la pequeña Lisy era una auténtica preciosidad, sobre todo porque estaba en pleno contacto con la naturaleza. Los ladridos del perro me hicieron mirar el animal mientras entrábamos y extendí la mano para que me olisqueara antes de dejar una pequeña caricia entre las orejas caminando hacia el interior de la casa en el mismo momento que ella lo hacía.
— Tiene una hermosa casa.— susurré a media voz.
Me imaginaba que siendo la hora que era los demás habitantes del hogar estarían durmiendo y no quería tampoco ser causa de conmoción, aunque esta llegó de todas formas cuando pasábamos por delante de una pequeña salita. Miré el rostro de la muchacha y después de la mujer, decidiendo finalmente a dar un paso hacia delante realizando una pequeña inclinación a forma de respeto. No era cosas que me gustaran, pero estaba claro que era la señora de la casa o así lo parecía, al menos la dama que había pedido explicaciones a la joven que me había traído.
— Ilithyia Dardanos, Madame.—respondí sabiendo que una vez más mi acento me delataría como extranjera. — Como bien ha dicho Elizabetha— utilizar el diminutivo podría provocar demasiadas preguntas y dar a entender un grado de conocimiento que en realidad no teníamos. — salí a dar un paseo por el bosque y no me di cuenta del tiempo transcurrido… me temo que tenía la mente llena de notas.
Se había presentado en mí en sueños, como sucedía de vez en cuando, pero lo que me inquietaba, en realidad, era que no lo había hecho aquel encuentro. No sabía qué podía esperar. Aparté un mechón oscuro del rostro cuando vi la casa y arqueé una ceja con curiosidad. Desde luego el hogar de la pequeña Lisy era una auténtica preciosidad, sobre todo porque estaba en pleno contacto con la naturaleza. Los ladridos del perro me hicieron mirar el animal mientras entrábamos y extendí la mano para que me olisqueara antes de dejar una pequeña caricia entre las orejas caminando hacia el interior de la casa en el mismo momento que ella lo hacía.
— Tiene una hermosa casa.— susurré a media voz.
Me imaginaba que siendo la hora que era los demás habitantes del hogar estarían durmiendo y no quería tampoco ser causa de conmoción, aunque esta llegó de todas formas cuando pasábamos por delante de una pequeña salita. Miré el rostro de la muchacha y después de la mujer, decidiendo finalmente a dar un paso hacia delante realizando una pequeña inclinación a forma de respeto. No era cosas que me gustaran, pero estaba claro que era la señora de la casa o así lo parecía, al menos la dama que había pedido explicaciones a la joven que me había traído.
— Ilithyia Dardanos, Madame.—respondí sabiendo que una vez más mi acento me delataría como extranjera. — Como bien ha dicho Elizabetha— utilizar el diminutivo podría provocar demasiadas preguntas y dar a entender un grado de conocimiento que en realidad no teníamos. — salí a dar un paseo por el bosque y no me di cuenta del tiempo transcurrido… me temo que tenía la mente llena de notas.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
La mujer se arregló un poco el cabello y trató medio de acicalarse, y de repente, se sonrojó.
- Madame Dardanos, claro... He oído maravillas de sus clases. Mi marido y yo hemos planeado meter a los niños a clases de música... Por favor, disculpe lo desaliñado... no esperaba visitas... - Se rie, bastante apenada, pero bonachona - Me alegra que se haya encontrado a mi Lisa y no a algún barbaján... Sientase en total confianza, esta es su casa...
- Madame, planeaba llevarla a mi habitación... - Justificó Lisa, que no ponía atención a Matilde y más bien, estaba pensando en donde iba a pasar la noche cada quién.
- ¡Ah! No digas tonterías... Preparale la habitación para huéspedes, que para eso está... Pase, pase... por favor... - Digo apresurada, se veía que era una mujer activa y hacendosa - Hay cobijas en los armarios... Mientras iré a prepararle un té, para que duerma mejor... - Puso una mano sobre la espalda de Lisa y la mira - Y luego hablamos de tus caminatas nocturnas... - Concluyó, en un tono reprobatorio.
Lisa miró a Ilith, apenada, ¿Por qué? Quién sabe. La dirigió hacia las escaleras, y subió, asegurándose de darle luz para que no tropezara. - Ella es Madame Matilde... - Murmuró - Era mi nana cuando era bebé, allá en Walachia... - Cuando la escucha decir el nombre de su ciudad natal, su acento se hace de repente tan obvio - Pero la verdad, yo no la recuerdo... Me tiene aquí por pura caridad... - Recorrieron otro pasillo de las habitaciones. Se escuchó un leve rechinar, y un niño, como de 10 años, asomó de una de las habitaciones.
- ¿Lisa? - Te tallaba el ojo, más dormido que despierto. Era idéntico a Matilde - ¿Qué pasa? - Dijo somnoliento.
- Nada querido, regresa a la cama... - Dijo ella sin detenerse. El niño miró a la mujer, y muy profundo en él, pensó que era una mujer hermosa y exótica. Sin quejarse más, volvió a la cama.
Lisa abrió la puerta correspondiente, y esperó a que ella pasara. La habitación era más bien modesta, pero acogedora. Ya adentro, prendió la lampara.
- ¡Dios! No quería despertar a nadie, y parece que todo el mundo se despertó... - Saca las cobijas del armario y arregla la habitación, para darle toda la comodidad posible.
- Madame Dardanos, claro... He oído maravillas de sus clases. Mi marido y yo hemos planeado meter a los niños a clases de música... Por favor, disculpe lo desaliñado... no esperaba visitas... - Se rie, bastante apenada, pero bonachona - Me alegra que se haya encontrado a mi Lisa y no a algún barbaján... Sientase en total confianza, esta es su casa...
- Madame, planeaba llevarla a mi habitación... - Justificó Lisa, que no ponía atención a Matilde y más bien, estaba pensando en donde iba a pasar la noche cada quién.
- ¡Ah! No digas tonterías... Preparale la habitación para huéspedes, que para eso está... Pase, pase... por favor... - Digo apresurada, se veía que era una mujer activa y hacendosa - Hay cobijas en los armarios... Mientras iré a prepararle un té, para que duerma mejor... - Puso una mano sobre la espalda de Lisa y la mira - Y luego hablamos de tus caminatas nocturnas... - Concluyó, en un tono reprobatorio.
Lisa miró a Ilith, apenada, ¿Por qué? Quién sabe. La dirigió hacia las escaleras, y subió, asegurándose de darle luz para que no tropezara. - Ella es Madame Matilde... - Murmuró - Era mi nana cuando era bebé, allá en Walachia... - Cuando la escucha decir el nombre de su ciudad natal, su acento se hace de repente tan obvio - Pero la verdad, yo no la recuerdo... Me tiene aquí por pura caridad... - Recorrieron otro pasillo de las habitaciones. Se escuchó un leve rechinar, y un niño, como de 10 años, asomó de una de las habitaciones.
- ¿Lisa? - Te tallaba el ojo, más dormido que despierto. Era idéntico a Matilde - ¿Qué pasa? - Dijo somnoliento.
- Nada querido, regresa a la cama... - Dijo ella sin detenerse. El niño miró a la mujer, y muy profundo en él, pensó que era una mujer hermosa y exótica. Sin quejarse más, volvió a la cama.
Lisa abrió la puerta correspondiente, y esperó a que ella pasara. La habitación era más bien modesta, pero acogedora. Ya adentro, prendió la lampara.
- ¡Dios! No quería despertar a nadie, y parece que todo el mundo se despertó... - Saca las cobijas del armario y arregla la habitación, para darle toda la comodidad posible.
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
— Muchas gracias Madame y no se preocupe, discúlpeme usted por haberme presentado de esta manera. Si le parece bien mañana hablaremos sobre el tema de la música, cuando estemos ambas más descansadas.
Mis labios se curvaron con cordialidad mientras miraba a la mujer más mayor antes de comenzar a subir las escaleras junto con Lisa. Había intentado decir que no hacía falta, que estaba bien, que en cualquier momento podría acomodarme, pero la verdad es que no había tenido ni tiempo para hacerlo. El estallido repentino de actividad había comenzado y por un momento sentí que volvía hacia el pasado, cuando mi abuela o mi madre recibían visitas inesperadas. Algo me decía que luchara iba a ser perder la batalla de antemano por lo que simplemente me dejé llevar, a la mañana siguiente podría devolver el favor que me estaban haciendo de alguna manera, estaba segura de ello. Pensé por un momento en uno de los amuletos que había hecho, mirando a la muchacha que caminaba a mi lado y que finalmente me había hecho entrar en la habitación de huéspedes.
— Muy pocas veces las cosas salen como esperábamos.— comenté mientras me movía dejando el petate sobre una silla para comenzar a ayudarla a hacer la cama. — El destino siempre tiene formas muy extrañas de presentarse y de jugar con nosotros.— sonreí divertida mirando a la chica y deteniéndome por un momento. — Gracias por todo esto, no deberías hacerlo y en cambio me das un lugar para dormir. Estoy en deuda contigo.
La hospitalidad era propia de la mayor parte de las culturas y rechazarla era un insulto, por eso no me había ido, por eso y porque no notaba nada extraño en ninguno de los habitantes de la casa. Eran personas normales, con vidas normales, para bien o para mal. No se me había pasado por alto el acento de la muchacha al pronunciar aquella palabra, Walachia, reconociéndola prácticamente en el acto. Parecía ser que ambas nos encontrábamos bastante lejos de nuestro lugar de origen.
— Parece ser que ambas nos encontramos lejos de casa, eres de Rumanía ¿verdad?— la pregunté, debería haberme dado cuenta antes, por su suave acento y por su nombre, pero había estado demasiado preocupada por intentar mantenerme viva primero y después para asegurarme que no era un peligro, que aquel detalle se me había medio escapado.
Mis labios se curvaron con cordialidad mientras miraba a la mujer más mayor antes de comenzar a subir las escaleras junto con Lisa. Había intentado decir que no hacía falta, que estaba bien, que en cualquier momento podría acomodarme, pero la verdad es que no había tenido ni tiempo para hacerlo. El estallido repentino de actividad había comenzado y por un momento sentí que volvía hacia el pasado, cuando mi abuela o mi madre recibían visitas inesperadas. Algo me decía que luchara iba a ser perder la batalla de antemano por lo que simplemente me dejé llevar, a la mañana siguiente podría devolver el favor que me estaban haciendo de alguna manera, estaba segura de ello. Pensé por un momento en uno de los amuletos que había hecho, mirando a la muchacha que caminaba a mi lado y que finalmente me había hecho entrar en la habitación de huéspedes.
— Muy pocas veces las cosas salen como esperábamos.— comenté mientras me movía dejando el petate sobre una silla para comenzar a ayudarla a hacer la cama. — El destino siempre tiene formas muy extrañas de presentarse y de jugar con nosotros.— sonreí divertida mirando a la chica y deteniéndome por un momento. — Gracias por todo esto, no deberías hacerlo y en cambio me das un lugar para dormir. Estoy en deuda contigo.
La hospitalidad era propia de la mayor parte de las culturas y rechazarla era un insulto, por eso no me había ido, por eso y porque no notaba nada extraño en ninguno de los habitantes de la casa. Eran personas normales, con vidas normales, para bien o para mal. No se me había pasado por alto el acento de la muchacha al pronunciar aquella palabra, Walachia, reconociéndola prácticamente en el acto. Parecía ser que ambas nos encontrábamos bastante lejos de nuestro lugar de origen.
— Parece ser que ambas nos encontramos lejos de casa, eres de Rumanía ¿verdad?— la pregunté, debería haberme dado cuenta antes, por su suave acento y por su nombre, pero había estado demasiado preocupada por intentar mantenerme viva primero y después para asegurarme que no era un peligro, que aquel detalle se me había medio escapado.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
- El destino... no es menos cruel que un gato jugando con su presa antes de matarla... - Se limitó a decir, fríamente. No se sentía en posición de hablar de ello. - No diga tal cosa... - Cambió el tema, sutilmente - No está en deuda conmigo. Estoy segura que usted hubiera hecho lo mismo por mi si me hubiese perdido en la ciudad... Aunque claro usted no está perdida... - Le sonríe, melancólica y tímida, como siempre.
Se acercó a la ventana, casi evadiendo su pregunta, y ahí, se aseguró que estuvieran bien cerradas, para que no entrara frío.
- Si, Madame... Nací en Rumania, pero me temo que no tengo un hogar. Ni ahí ni en ningún lado. Ahora vivo aqui. - Dejó en claro, por accidente, que no se sentía en casa en ningún lugar. - Rumania no solo es un lugar lejano.... ahora también es un recuerdo perdido... - Suspiro, realmente alterada por tener que tocar el tema. Volteó sonriendo, tratando de suavizarse - Bah... Nada serio...
Apenas terminaba de hablar, cuando Madame matilde entró a la habitación, luego de tocar. Dejó la bandeja con la tetera y la taza en la mesita de noche.
-Madame Dardanos, espero que todo le resulte cómodo, y si necesita algo, por favor, avísenos... - Se acercó a Lisa y le besó la mejilla - Tu niña, ya no salgas, ¿Oíste? Ya dejala descansar... - Caminó a la puerta, se veía bastante cansada - Bonne nuit! - Si Ilith no le dijo nada, se retiró sin más.
Lisa la miró salir, y se acercó a la mesita, para servirle el té a Ilith. - Usted.... ¿Sus padres están en Grecia? ¿La están esperando? ¿Qué la trajo a París? Dígame... ¿Extraña su hogar? - Sonrió, con cierta dejadez. Sabía que la había atascado de preguntas impertinentes y groseras, y ahora no había marcha atrás.
Se acercó a la ventana, casi evadiendo su pregunta, y ahí, se aseguró que estuvieran bien cerradas, para que no entrara frío.
- Si, Madame... Nací en Rumania, pero me temo que no tengo un hogar. Ni ahí ni en ningún lado. Ahora vivo aqui. - Dejó en claro, por accidente, que no se sentía en casa en ningún lugar. - Rumania no solo es un lugar lejano.... ahora también es un recuerdo perdido... - Suspiro, realmente alterada por tener que tocar el tema. Volteó sonriendo, tratando de suavizarse - Bah... Nada serio...
Apenas terminaba de hablar, cuando Madame matilde entró a la habitación, luego de tocar. Dejó la bandeja con la tetera y la taza en la mesita de noche.
-Madame Dardanos, espero que todo le resulte cómodo, y si necesita algo, por favor, avísenos... - Se acercó a Lisa y le besó la mejilla - Tu niña, ya no salgas, ¿Oíste? Ya dejala descansar... - Caminó a la puerta, se veía bastante cansada - Bonne nuit! - Si Ilith no le dijo nada, se retiró sin más.
Lisa la miró salir, y se acercó a la mesita, para servirle el té a Ilith. - Usted.... ¿Sus padres están en Grecia? ¿La están esperando? ¿Qué la trajo a París? Dígame... ¿Extraña su hogar? - Sonrió, con cierta dejadez. Sabía que la había atascado de preguntas impertinentes y groseras, y ahora no había marcha atrás.
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Definitivamente la muchacha que estaba delante de mí ocultaba demasiadas cosas, aunque no sabía hasta qué punto estaba relacionado con lo sobrenatural. Tenía que pensar en que no todo el mundo sabía lo que ocurría y por la reacción de la muchacha no estaba acostumbrada a ello, al menos a lo que había visto en el bosque. Suponía, también, que se había asustado al ver el athame sin saber que en realidad no le hubiera utilizado jamás para dañarla. No estaba hecho para cortar, para eso existía el bolline, el cual en mi caso era una oz. Respiré hondo mientras escuchaba hablar a la muchacha, me gustaría haber dicho algo pero la mujer de antes volvió a entrar y sonreí de forma afable.
— Buenas noches Madame y muchas gracias de nuevo, está todo perfecto.— observé en silencio cómo volvía a salir por la puerta antes de clavar mis ojos claros en la muchacha que se había acercado a servirme el té. — Los hogares se forman poco a poco y de forma lenta, Lisy, solo hay que saber ser persistentes.
Sabía bien de qué hablaba puesto que aunque en París en realidad tenía una casa, aun me costaba llamarlo hogar. Pensé en la pequeña buhardilla que me esperaba en la ciudad y después miré la habitación en la que me encontraba. Desde luego aquello era muchísimo mejor. Me acerqué a ella entonces mientras escuchaba sus preguntas tomando la taza con cuidado una vez que terminó de servirla y la miré a los ojos con cierto dolor en mi mirada porque por mucho que intentara disimular, lo cierto es que había ciertas cosas que dolían y que se encontraban bastante clavadas en el interior de mi alma como para poder simplemente ignorarlas.
— Mi hogar ya no existe, pequeña.— en cierta manera me sentía un tanto extraña refiriéndome a ella de aquella manera, pero era tan joven y yo me sentía tan vieja en ocasiones…— Lo perdí hace muchos años, junto con la vida de mis padres y de mis abuelos, mis tíos y mis primos.— la hice un gesto con la mano para que me acompañara una vez tomara su taza si así lo quería mientras me sentaba en la cama mirándola. — Estoy aquí en París con mi hermana gracias a la música que ha sido mi salvoconducto en cierta manera.— clavé la mirada en ella con gesto pensativo. — Ahora estoy intentando volver a hacer uno nuevo aquí en París.
— Buenas noches Madame y muchas gracias de nuevo, está todo perfecto.— observé en silencio cómo volvía a salir por la puerta antes de clavar mis ojos claros en la muchacha que se había acercado a servirme el té. — Los hogares se forman poco a poco y de forma lenta, Lisy, solo hay que saber ser persistentes.
Sabía bien de qué hablaba puesto que aunque en París en realidad tenía una casa, aun me costaba llamarlo hogar. Pensé en la pequeña buhardilla que me esperaba en la ciudad y después miré la habitación en la que me encontraba. Desde luego aquello era muchísimo mejor. Me acerqué a ella entonces mientras escuchaba sus preguntas tomando la taza con cuidado una vez que terminó de servirla y la miré a los ojos con cierto dolor en mi mirada porque por mucho que intentara disimular, lo cierto es que había ciertas cosas que dolían y que se encontraban bastante clavadas en el interior de mi alma como para poder simplemente ignorarlas.
— Mi hogar ya no existe, pequeña.— en cierta manera me sentía un tanto extraña refiriéndome a ella de aquella manera, pero era tan joven y yo me sentía tan vieja en ocasiones…— Lo perdí hace muchos años, junto con la vida de mis padres y de mis abuelos, mis tíos y mis primos.— la hice un gesto con la mano para que me acompañara una vez tomara su taza si así lo quería mientras me sentaba en la cama mirándola. — Estoy aquí en París con mi hermana gracias a la música que ha sido mi salvoconducto en cierta manera.— clavé la mirada en ella con gesto pensativo. — Ahora estoy intentando volver a hacer uno nuevo aquí en París.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Lisa se sentó a su lado, pero evidentemente algo alejada, para no incomodarla. Le sonrió mientras miraba como tomaba el té.
- Para hacer un hogar, debes de saber como es uno... ¿No? Supongo que no es nada fácil. ¿Sabe qué es lo más irónico? Que a veces, ni la casa de Dios parece un hogar. La piedra es fría... - Se encogió de hombros, recordando los caminos que recorrió para llegar a París.
Cuando vio el dolor en su mirada, ella se sintió muy mal, pues no quería ser la causante re-abrir una herida profunda. Levantó la mano, levemente negando el té que le ofrecía. La miró y no pudo evitar sentir pena. Observaba su rostro, detenidamente. Sus manos, que ahora sostenían la taza y que seguro creaban música maravillosa y entristecida. Como sus ojos.
Su mueca era de tristeza y empatía, cuando hubo la más leve oportunidad, ella puso su mano en su hombro. Era extraño, pero realmente era muy reconfortante su toque. No quería hacerla sentir vulnerable, pues ella sabía lo fastidioso que era que la gente te pusiera en tal posición, pero no pudo evitar la culpabilidad de hacerla sentir mal. Por impertinente. Es justo la razón por la que siempre es tan callada.
- Siento mucho lo de su familia... - Acarició casi maternalmente su hombro, y se recorrió sobre la cama, acercándose más a ella - Debe ser terrible para usted... - Trató de romper ese aire tenso que ella misma creó, y le sonrió, medio esperanzada - Pero con su hermana y su música, seguro llegará lejos, y pronto tendrá su hogar...
Inclinó un poco su rostro, sonriendole gentil.
- Para hacer un hogar, debes de saber como es uno... ¿No? Supongo que no es nada fácil. ¿Sabe qué es lo más irónico? Que a veces, ni la casa de Dios parece un hogar. La piedra es fría... - Se encogió de hombros, recordando los caminos que recorrió para llegar a París.
Cuando vio el dolor en su mirada, ella se sintió muy mal, pues no quería ser la causante re-abrir una herida profunda. Levantó la mano, levemente negando el té que le ofrecía. La miró y no pudo evitar sentir pena. Observaba su rostro, detenidamente. Sus manos, que ahora sostenían la taza y que seguro creaban música maravillosa y entristecida. Como sus ojos.
Su mueca era de tristeza y empatía, cuando hubo la más leve oportunidad, ella puso su mano en su hombro. Era extraño, pero realmente era muy reconfortante su toque. No quería hacerla sentir vulnerable, pues ella sabía lo fastidioso que era que la gente te pusiera en tal posición, pero no pudo evitar la culpabilidad de hacerla sentir mal. Por impertinente. Es justo la razón por la que siempre es tan callada.
- Siento mucho lo de su familia... - Acarició casi maternalmente su hombro, y se recorrió sobre la cama, acercándose más a ella - Debe ser terrible para usted... - Trató de romper ese aire tenso que ella misma creó, y le sonrió, medio esperanzada - Pero con su hermana y su música, seguro llegará lejos, y pronto tendrá su hogar...
Inclinó un poco su rostro, sonriendole gentil.
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
La miré pensativa durante unos instantes aunque si tenía que ser sincera su referencia a dios me había puesto por un instante la carne de gallina. No era muy fanática del Dios cristiano, ni del judío o de Alá, que a la larga no dejaban de ser las mismas caras del mismo ser todopoderoso que supuestamente estaba por ahí arriba haciendo de las suyas. En mi casa me habían enseñado otra doctrina completamente diferente y aunque respetaba las creencias ajenas, reconocía que no estaba de acuerdo con ellas… en absoluto. Muchos de los míos habían muerto en el pasado precisamente por su Dios, aunque él no hubiera señalado —supuestamente al menos— a los que practicábamos el Arte, era cierto que se había utilizado la Biblia como una forma básica para lo que había acarreado la Caza de Brujas y esta todavía seguía.
No, no había encontrado un hogar en la casa de Dios y no solo porque hubiera “muros fríos”, sino porque en el fondo uno sabía que no había nada allí o al menos lo mismo que podía encontrarse en un templo dedicado a Artemisa o en mitad de un bosque. Sin embargo no dije nada y me quedé callada mirándola durante unos segundos mientras observaba su rostro y el conocimiento del propio dolor en sus ojos. Lo que surgió fue una pequeña sonrisa cuando se movió apoyando su mano en mi hombro y finalmente dejé la taza en mi regazo sujetándola de tal manera que no se pudiera llegar a caer antes de alzar la otra mano para apoyarla en la suya.
— Gracias, Lisa.— contesté mirándola a los ojos, para agradecerle con ese simple gesto el hecho de su preocupación. No tenía por qué hacerlo, a fin de cuentas me acababa de conocer, pero mostraba con esos movimientos que era alguien de buen corazón. — Mi hermana ha tenido más suerte que yo en ese sentido y tiene su familia y su hogar, al que voy de vez en cuando.— desvié apenas la mirada hacia la taza que estaba en mi regazo, frunciendo el ceño. — Es más de lo que yo tengo en este momento, pero debo ser sincera con algo: me gusta que sea así porque se merece ser feliz.— la sonreí por un momento mientras dudaba si decir las siguientes palabras. — La casa de Dios no es el hogar de todo el mundo, es más, para muchos no es más que otro edificio.
Sabía que podía escandalizarla con aquella información, pero no era tonta y estaba claro para ella que había algo extraño en mí. Sí, estaba estirando la cuerda lo suficiente para intentar sabe qué era lo que se le cruzaba por la cabeza y hasta dónde estaba el límite de lo que la podía decir antes de que comenzara a pensar que estaba completamente loca.
No, no había encontrado un hogar en la casa de Dios y no solo porque hubiera “muros fríos”, sino porque en el fondo uno sabía que no había nada allí o al menos lo mismo que podía encontrarse en un templo dedicado a Artemisa o en mitad de un bosque. Sin embargo no dije nada y me quedé callada mirándola durante unos segundos mientras observaba su rostro y el conocimiento del propio dolor en sus ojos. Lo que surgió fue una pequeña sonrisa cuando se movió apoyando su mano en mi hombro y finalmente dejé la taza en mi regazo sujetándola de tal manera que no se pudiera llegar a caer antes de alzar la otra mano para apoyarla en la suya.
— Gracias, Lisa.— contesté mirándola a los ojos, para agradecerle con ese simple gesto el hecho de su preocupación. No tenía por qué hacerlo, a fin de cuentas me acababa de conocer, pero mostraba con esos movimientos que era alguien de buen corazón. — Mi hermana ha tenido más suerte que yo en ese sentido y tiene su familia y su hogar, al que voy de vez en cuando.— desvié apenas la mirada hacia la taza que estaba en mi regazo, frunciendo el ceño. — Es más de lo que yo tengo en este momento, pero debo ser sincera con algo: me gusta que sea así porque se merece ser feliz.— la sonreí por un momento mientras dudaba si decir las siguientes palabras. — La casa de Dios no es el hogar de todo el mundo, es más, para muchos no es más que otro edificio.
Sabía que podía escandalizarla con aquella información, pero no era tonta y estaba claro para ella que había algo extraño en mí. Sí, estaba estirando la cuerda lo suficiente para intentar sabe qué era lo que se le cruzaba por la cabeza y hasta dónde estaba el límite de lo que la podía decir antes de que comenzara a pensar que estaba completamente loca.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Lisa la escuchaba atenta, y la puso a pensar un poco sus comentarios acerca de la familia de su hermana. Se preguntaba por qué Ilith, siendo tan bella, no estaba casada, y también pensó si ella misma algún día se casaría. Hasta hace un año, todas sus acciones iban apuntando que sería monja, y por varios comentarios perdidos en su memoria, una mujer santa dedicarse a desvanecer el mal en la tierra.
Si, ella no quería maldad en la tierra; por lo menos no el tipo de mal que hace huérfanos, madres sin hijos, esposas sin sus hombres. Era una gran adepta de la paz y tranquilidad, y la única manera en la que ella toma un cuchillo, es para cortar verduras, en la cocina.
Ella no lo sabe, pero era un plan serio hacerla cazadora. ¿Quién mejor que ella? que venía de una larga linea de brujas. ¿Quién mejor que ella? que se dice, tiene un ancestro vampiro. Lisa no era el tipo de jovencita que levantaría sospechas. Es tranquila, esperanzadora y con gran grado de fe. No era violenta y atrabancada. Nadie sospecharía de ella.
Agachó un poco el rostro, mirando profundamente a Ilith, cuando externo sus ideas acerca de la casa Dios. Escuchó y pensó un segundo.
- Efectivamente, Madame.... El verdadero hogar de Dios, no es para todos - Hacía referencia directa al destino de las almas. Miró el techo, y las sombras que proyectaba la lámpara en él. - Los santos son solo humanos purificados. Tal vez Dioses de otro tiempo. - Miró a Ilith, pues había dicho una cosa impensable - "Buscame debajo de una piedra o dentro de un trozo de madera, buscame dentro de ti o a tu alrededor y en donde me busques me encontraras"... y tal vez tenga razón, sólo es un edificio... - Suspiró, y calculó la hora. Sabía que tenía que dejarla dormir en paz, pero si Ilith no le decía que se retirara, ella no quería hacerlo sola.
Si, ella no quería maldad en la tierra; por lo menos no el tipo de mal que hace huérfanos, madres sin hijos, esposas sin sus hombres. Era una gran adepta de la paz y tranquilidad, y la única manera en la que ella toma un cuchillo, es para cortar verduras, en la cocina.
Ella no lo sabe, pero era un plan serio hacerla cazadora. ¿Quién mejor que ella? que venía de una larga linea de brujas. ¿Quién mejor que ella? que se dice, tiene un ancestro vampiro. Lisa no era el tipo de jovencita que levantaría sospechas. Es tranquila, esperanzadora y con gran grado de fe. No era violenta y atrabancada. Nadie sospecharía de ella.
Agachó un poco el rostro, mirando profundamente a Ilith, cuando externo sus ideas acerca de la casa Dios. Escuchó y pensó un segundo.
- Efectivamente, Madame.... El verdadero hogar de Dios, no es para todos - Hacía referencia directa al destino de las almas. Miró el techo, y las sombras que proyectaba la lámpara en él. - Los santos son solo humanos purificados. Tal vez Dioses de otro tiempo. - Miró a Ilith, pues había dicho una cosa impensable - "Buscame debajo de una piedra o dentro de un trozo de madera, buscame dentro de ti o a tu alrededor y en donde me busques me encontraras"... y tal vez tenga razón, sólo es un edificio... - Suspiró, y calculó la hora. Sabía que tenía que dejarla dormir en paz, pero si Ilith no le decía que se retirara, ella no quería hacerlo sola.
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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