AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Luna Oscura {Libre}
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Luna Oscura {Libre}
Recuerdo del primer mensaje :
El tiempo parecía que, en realidad, no transcurría en aquel claro del bosque. Al menos esa era la impresión que me daba a mí. Sabía, demasiado bien, que no debería estar en ese lugar, que era peligroso y más porque la Luna estaba oculta en esos momentos. Eran noche de Luna Negra, el momento en el que eran únicamente las estrellas las que iluminaban de forma tímida el aterciopelado cielo nocturno. Por una vez no tenían que competir con la Selene. Era la noche de Hécate, la diosa de la Hechicería, la Reina de los Fantasmas, entre otros muchos epítetos. Respiré hondo por un instante cerrando los ojos y dejando que fueran los sonidos de la noche los que me envolvieran. Nadie hubiera imaginado que una maestra de violín en el Conservatorio pudiera estar allí aquella noche, fuera de París de la protección, relativa en todo caso, de los muros de su casa. Nadie hubiera imaginado que me encontrara en pie, vestida apenas con una fina túnica blanca, con el athame en la mano y elevado a los cielos realizando los gestos de despedida mientras en mis labios surgían con naturalidad las palabras en griego antiguo. Nadie, en definitiva, me conocía lo suficiente como para llegar a este nivel de compresión o de conocimiento.
El ritual y un par de trabajos habían sido hechos con éxito, por lo que finalmente bajé las manos y abrí los ojos cuando una brisa ligera aparto unos mechones de mi cabello oscuro que bailoteaba a mí alrededor con libertad. Mis pies desnudos estaban en contacto directo con la hierba humedecida por el rocío que estaba cayendo, esa humedad que parecía hacer que el olor característico de aquel lugar llegara hasta mis pulmones en cada nueva respiración. Sabía que era el momento de volver a mi hogar, antes de que mi presencia fuera notada por las criaturas que rondaban por los bosques, muchas de ellas sobrenaturales. En cierta manera sentía que me había adentrado en el terreno habitual de cambiaformas y licántropos, no tenía nada en contra de ninguna de las dos razas, pero sabía que sobre todo los últimos eran terriblemente territoriales. Estar allí, podía significar problemas por lo que tras agacharme por un momento para posar las manos en el suelo como si de esa manera dejara fluir la energía sobrante salí del pequeño círculo en dirección hacia donde había dejado mis cosas.
Lo primero que hice fue calzarme las finas botas aunque si por mí fuera seguiría descalza. No era la misma sensación que cuando paseaba por las arenas de mi tierra natal, por la playa de Thera, pero aun así era una sensación agradable. En ocasiones parecía que las personas se habían olvidado de esos detalles demasiado encorsetadas en las normas impuestas por la sociedad. Había visto como incluso prohibían a los niños andar descalzos. Agradecía que Althea, mi hermana, no hubiera llegado a ese extremo, pero ella no era como el resto de las madres. Sonreí por un momento, claramente pensativa, mientras terminaba de ponerme la bota que me quedaba y me agachaba delante del petate que había traído. Me llevé a la boca parte de un bollo de pan que había comprado esa mañana y comencé a vestirme con la ropa que se consideraría más apta para andar por las calles de París, sobre todo de noche.
Estaba precisamente terminando de atarme los amarres del vestido que gracias a los Dioses se ataban en la parte delantera —había optado por evitar el corsé en aquella ocasión— cuando me detuve completamente con el ceño fruncido mirando a mi alrededor. Me había parecido escuchar algo en el bosque, no el sonido habitual al menos de los animales, sino como una especie de crujido que indicaba la presencia cercana de alguien. Me moví ligeramente, agachándome de nuevo hasta tomar por el mango una daga, no el athame que había utilizado y que no era más que un cuchillo ritual, como si siguiera afanada en lo mío aunque atenta a cualquier nueva alteración que se pudiera dar en el ambiente de aquel lugar.
Si tenía algo claro era que decir en voz alta que me había dado cuenta de que había otra persona en las inmediaciones rompería, en cierta manera, la pequeña sorpresa que se llevaría puesto que estaba en guardia. Por otro lado, no me apetecía hablar a la nada cuando quizá solo habían sido imaginaciones mías.
El tiempo parecía que, en realidad, no transcurría en aquel claro del bosque. Al menos esa era la impresión que me daba a mí. Sabía, demasiado bien, que no debería estar en ese lugar, que era peligroso y más porque la Luna estaba oculta en esos momentos. Eran noche de Luna Negra, el momento en el que eran únicamente las estrellas las que iluminaban de forma tímida el aterciopelado cielo nocturno. Por una vez no tenían que competir con la Selene. Era la noche de Hécate, la diosa de la Hechicería, la Reina de los Fantasmas, entre otros muchos epítetos. Respiré hondo por un instante cerrando los ojos y dejando que fueran los sonidos de la noche los que me envolvieran. Nadie hubiera imaginado que una maestra de violín en el Conservatorio pudiera estar allí aquella noche, fuera de París de la protección, relativa en todo caso, de los muros de su casa. Nadie hubiera imaginado que me encontrara en pie, vestida apenas con una fina túnica blanca, con el athame en la mano y elevado a los cielos realizando los gestos de despedida mientras en mis labios surgían con naturalidad las palabras en griego antiguo. Nadie, en definitiva, me conocía lo suficiente como para llegar a este nivel de compresión o de conocimiento.
El ritual y un par de trabajos habían sido hechos con éxito, por lo que finalmente bajé las manos y abrí los ojos cuando una brisa ligera aparto unos mechones de mi cabello oscuro que bailoteaba a mí alrededor con libertad. Mis pies desnudos estaban en contacto directo con la hierba humedecida por el rocío que estaba cayendo, esa humedad que parecía hacer que el olor característico de aquel lugar llegara hasta mis pulmones en cada nueva respiración. Sabía que era el momento de volver a mi hogar, antes de que mi presencia fuera notada por las criaturas que rondaban por los bosques, muchas de ellas sobrenaturales. En cierta manera sentía que me había adentrado en el terreno habitual de cambiaformas y licántropos, no tenía nada en contra de ninguna de las dos razas, pero sabía que sobre todo los últimos eran terriblemente territoriales. Estar allí, podía significar problemas por lo que tras agacharme por un momento para posar las manos en el suelo como si de esa manera dejara fluir la energía sobrante salí del pequeño círculo en dirección hacia donde había dejado mis cosas.
Lo primero que hice fue calzarme las finas botas aunque si por mí fuera seguiría descalza. No era la misma sensación que cuando paseaba por las arenas de mi tierra natal, por la playa de Thera, pero aun así era una sensación agradable. En ocasiones parecía que las personas se habían olvidado de esos detalles demasiado encorsetadas en las normas impuestas por la sociedad. Había visto como incluso prohibían a los niños andar descalzos. Agradecía que Althea, mi hermana, no hubiera llegado a ese extremo, pero ella no era como el resto de las madres. Sonreí por un momento, claramente pensativa, mientras terminaba de ponerme la bota que me quedaba y me agachaba delante del petate que había traído. Me llevé a la boca parte de un bollo de pan que había comprado esa mañana y comencé a vestirme con la ropa que se consideraría más apta para andar por las calles de París, sobre todo de noche.
Estaba precisamente terminando de atarme los amarres del vestido que gracias a los Dioses se ataban en la parte delantera —había optado por evitar el corsé en aquella ocasión— cuando me detuve completamente con el ceño fruncido mirando a mi alrededor. Me había parecido escuchar algo en el bosque, no el sonido habitual al menos de los animales, sino como una especie de crujido que indicaba la presencia cercana de alguien. Me moví ligeramente, agachándome de nuevo hasta tomar por el mango una daga, no el athame que había utilizado y que no era más que un cuchillo ritual, como si siguiera afanada en lo mío aunque atenta a cualquier nueva alteración que se pudiera dar en el ambiente de aquel lugar.
Si tenía algo claro era que decir en voz alta que me había dado cuenta de que había otra persona en las inmediaciones rompería, en cierta manera, la pequeña sorpresa que se llevaría puesto que estaba en guardia. Por otro lado, no me apetecía hablar a la nada cuando quizá solo habían sido imaginaciones mías.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Sabía, demasiado bien, que tenía que ir con cuidado cuando expresaba mis ideas. Sobre todo las relacionadas con la religión. Había vivido toda mi vida ocultando aquella parte de mí, intentando no levantar sospechas sobre las prácticas que mi familia realizaba en la seguridad de su hogar. Nunca habíamos seguido los preceptos del dios cristiano, ni del judío, ni del islámico. No, en cierta manera nuestras raíces se hundían en otras creencias mucho más antiguas, diferentes y que para muchos resultarían estremecedoras. Me encontraba más cómoda hablando con Isis, con Hécate, con Zeus, con Osiris que con el Dios que había tomado el relevo en algún momento dado de la historia. Criada por dos linajes antiguos de brujos, uno de ellos griego, el otro egipcio, en mi interior existía esa dualidad que para muchos resultaba impensable sin darse cuenta que en el fondo se podía considerar que todos los dioses no dejaban de ser las diferentes caras de un diamante. Así era como mi madre me lo había enseñado y esa era una de las razones por las que, a pesar de no seguir las enseñanzas de los cristianos, las respetaba y no las atacaba como hacían otros de los míos.
El odio y la violencia solo desencadenaban más odio y violencia. No había atacado a nadie si no me habían atacado de forma previa y seguiría siendo de esa manera. Aun así, podía ver claramente que Lisa era una mujer creyente y que seguramente se habría asustado al verme el bosque por no entender lo que estaba haciendo y sin embargo estaba ese colgante que llevaba que parecía llamarme con intensidad, casi pudiendo ver las energías que le conformaban. Miré a la muchacha a los ojos con atención durante unos segundos, preguntándome una vez más de quién se trataba en realidad.
— Si te soy sincera, siento mucha más paz en el centro del bosque que en Notre Damme.— quizá porque en el fondo aquellos edificios estaban hechos para mostrar la magnificencia de la Iglesia más que de Dios o quizá porque directamente no me sentía cómoda en lugares demasiado cerrados.— Y tutéame, Lisa, no soy tan mayor y la verdad es que no me siento del todo cómoda cuando lo haces.— le dediqué una sonrisa antes de dar un ligero sorbo a la taza con gesto pensativo. — ¿Hace mucho tiempo que estás en París?
El odio y la violencia solo desencadenaban más odio y violencia. No había atacado a nadie si no me habían atacado de forma previa y seguiría siendo de esa manera. Aun así, podía ver claramente que Lisa era una mujer creyente y que seguramente se habría asustado al verme el bosque por no entender lo que estaba haciendo y sin embargo estaba ese colgante que llevaba que parecía llamarme con intensidad, casi pudiendo ver las energías que le conformaban. Miré a la muchacha a los ojos con atención durante unos segundos, preguntándome una vez más de quién se trataba en realidad.
— Si te soy sincera, siento mucha más paz en el centro del bosque que en Notre Damme.— quizá porque en el fondo aquellos edificios estaban hechos para mostrar la magnificencia de la Iglesia más que de Dios o quizá porque directamente no me sentía cómoda en lugares demasiado cerrados.— Y tutéame, Lisa, no soy tan mayor y la verdad es que no me siento del todo cómoda cuando lo haces.— le dediqué una sonrisa antes de dar un ligero sorbo a la taza con gesto pensativo. — ¿Hace mucho tiempo que estás en París?
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Lisa la miró, y se le escapó una risa nerviosa, cuando Ilith le pidió que la tuteara. Ella siempre fue educada para obedecer las más altas reglas de respeto y autoridad, y cuando le pedían que no lo hiciera, sentía que estaba haciendo alguna travesura.
- El bosque es hermoso, los árboles siempre fueron mis amigos, cuando en el convento no me hablaba nadie más. - Le sonrío - Llegué a Paris hace... ¿Qué será?... Un año... - estaba haciendo memoria. De repente la miró, con los ojos entrecerrados - Sé que no me lo preguntó, pero le voy a decir: Nací en Walachia, pero viví mucho tiempo en Austria, Inglaterra y ahora estoy aquí, en Francia... Soy huérfana de padre y madre, no sé si tengo más familia. Y creo, también, que usted estaba haciendo brujerías en el bosque. - Se tiró a la cama, y suspiró aliviada - Ahí está... ya lo dije......
Miró a Ilith, algo nerviosa, pero se había quitado un peso de encima. Era definitivo que había oído hablar de la magia en los lugares donde estuvo, y que las criaturas míticas eran algo común en su natal Rumania. Lisa no era estúpida, nada más parecía. Pero hablaba mucho de su personalidad permisiva, que no hubiera entrado en pánico y armado un escándalo cuando la encontró en el bosque. ¿La curiosidad de ella, era natural o sobrenatural? ¿Lo sabría ella? ¿Tendría alguna pregunta?
- El bosque es hermoso, los árboles siempre fueron mis amigos, cuando en el convento no me hablaba nadie más. - Le sonrío - Llegué a Paris hace... ¿Qué será?... Un año... - estaba haciendo memoria. De repente la miró, con los ojos entrecerrados - Sé que no me lo preguntó, pero le voy a decir: Nací en Walachia, pero viví mucho tiempo en Austria, Inglaterra y ahora estoy aquí, en Francia... Soy huérfana de padre y madre, no sé si tengo más familia. Y creo, también, que usted estaba haciendo brujerías en el bosque. - Se tiró a la cama, y suspiró aliviada - Ahí está... ya lo dije......
Miró a Ilith, algo nerviosa, pero se había quitado un peso de encima. Era definitivo que había oído hablar de la magia en los lugares donde estuvo, y que las criaturas míticas eran algo común en su natal Rumania. Lisa no era estúpida, nada más parecía. Pero hablaba mucho de su personalidad permisiva, que no hubiera entrado en pánico y armado un escándalo cuando la encontró en el bosque. ¿La curiosidad de ella, era natural o sobrenatural? ¿Lo sabría ella? ¿Tendría alguna pregunta?
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Convento. Allí estaba una palabra que provocó que me estremeciera por un instante, por un momento, mientras miraba a la mujer que tenía junto a mí con el ceño por un momento fruncido. Entendía que hubiera personas que se dedicaran a la religión, sacerdocios que hacían de su dedicación a los dioses su forma de vida. Era algo que no estaba ajeno de mi propio mundo, de mi propia cultura, pero aun así los sacrificios que por regla general estaban apegados a la vida de las novicias siempre me había parecido excesivos. Miré pensativa a la muchacha, cuando de repente volvió a hablar y provocó que arqueara una ceja y fueron sus últimas palabras, sobre lo que había estado haciendo en el bosque, lo que a diferencia de lo que cualquiera hubiera podido pensar me arrancó una risa divertida.
— Así que brujerías.—comenté durante un instante, aunque lo dejé ahí durante unos segundos porque había otros asuntos que me atraparon mientras la miraba serena. — Lamento mucho lo que ha sucedido con tus padres, se por experiencia lo que es perder a ambos y lo mucho que eso puede marcar. De todas formas, ¿cómo te trata la mujer con la que vives? Parece ser agradable y casi más como una figura maternal que como otra cosa.— al menos esa era lo que había parecido, pero sabía que bien podría ser cualquier otra cosa. Que quizá solo se comportara así delante de extraño. Me moví para dejar la taza prácticamente sin tocar sobre la mesita e imitando su gesto me tumbé en la cama poniéndome de medio lado para mirarla a los ojos. — ¿Sabes algo sobre lo que estaba haciendo en el bosque Lisa?
Caminaba por un lodazal, que podía llevarme a un camino firme o a arenas movedizas, pero aun así sentía curiosidad por la muchacha que se encontraba a mi lado tumbada en la cama. Quería saber hasta qué punto era permisiva o simplemente parecía serlo. Hasta qué punto podía confiar en ella o sin embargo era mejor dejarlo estar por el momento.
— Así que brujerías.—comenté durante un instante, aunque lo dejé ahí durante unos segundos porque había otros asuntos que me atraparon mientras la miraba serena. — Lamento mucho lo que ha sucedido con tus padres, se por experiencia lo que es perder a ambos y lo mucho que eso puede marcar. De todas formas, ¿cómo te trata la mujer con la que vives? Parece ser agradable y casi más como una figura maternal que como otra cosa.— al menos esa era lo que había parecido, pero sabía que bien podría ser cualquier otra cosa. Que quizá solo se comportara así delante de extraño. Me moví para dejar la taza prácticamente sin tocar sobre la mesita e imitando su gesto me tumbé en la cama poniéndome de medio lado para mirarla a los ojos. — ¿Sabes algo sobre lo que estaba haciendo en el bosque Lisa?
Caminaba por un lodazal, que podía llevarme a un camino firme o a arenas movedizas, pero aun así sentía curiosidad por la muchacha que se encontraba a mi lado tumbada en la cama. Quería saber hasta qué punto era permisiva o simplemente parecía serlo. Hasta qué punto podía confiar en ella o sin embargo era mejor dejarlo estar por el momento.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Lisa la miró, y al ver que no desenfundó ninguna daga y la mató, suspiró de nuevo.
- No lo sienta... La verdad es que no los recuerdo en absoluto. - Y era en serio, no sabía exactamente como habían muerto. - ¿Madame Matilde? Oh, no... Ella es la mujer más buena que me he topado en la vida. Cuando me encontró por accidente, parecía muy feliz. Me abrazó me besó y la verdad, yo no sabía quién era. Me cuida mucho... La verdad es que me parece que a veces demasiado...- Eso, o Lisa nunca estuvo acostumbrada al cariño.
Recordó ese día, en el que después del servicio dominical, Matilde la encontró. A Lisa no le quedaba claro, pero Matilde era la acompañante y amiga de su madre, así que la conoció desde bebé. En cuanto empezaron a haber conflictos en Rumania, ella, como francesa, fue de las primeras personas en ser sacadas del país. Era joven y fácilmente reharía su vida de vuelta en casa. Lisa recordó como Matilde pidió tener a Lisa bajo su tutela, días antes de tener que ser transferida de nuevo a otro convento.
- No le voy a mentir. No sé mucho. Hace algún tiempo, leí fragmentos de "El martillo de las brujas", pero verá que no lo recuerdo. Tal vez será que así reconocí que algo no iba como debería. Lo único que sé es que su cuchillo se llama Athame y que no pude dejar de observarla. - La miró, seriamente - No soy cazadora, pero he de admitir, que le tengo miedo. Mucho miedo.
- No lo sienta... La verdad es que no los recuerdo en absoluto. - Y era en serio, no sabía exactamente como habían muerto. - ¿Madame Matilde? Oh, no... Ella es la mujer más buena que me he topado en la vida. Cuando me encontró por accidente, parecía muy feliz. Me abrazó me besó y la verdad, yo no sabía quién era. Me cuida mucho... La verdad es que me parece que a veces demasiado...- Eso, o Lisa nunca estuvo acostumbrada al cariño.
Recordó ese día, en el que después del servicio dominical, Matilde la encontró. A Lisa no le quedaba claro, pero Matilde era la acompañante y amiga de su madre, así que la conoció desde bebé. En cuanto empezaron a haber conflictos en Rumania, ella, como francesa, fue de las primeras personas en ser sacadas del país. Era joven y fácilmente reharía su vida de vuelta en casa. Lisa recordó como Matilde pidió tener a Lisa bajo su tutela, días antes de tener que ser transferida de nuevo a otro convento.
- No le voy a mentir. No sé mucho. Hace algún tiempo, leí fragmentos de "El martillo de las brujas", pero verá que no lo recuerdo. Tal vez será que así reconocí que algo no iba como debería. Lo único que sé es que su cuchillo se llama Athame y que no pude dejar de observarla. - La miró, seriamente - No soy cazadora, pero he de admitir, que le tengo miedo. Mucho miedo.
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Sonreí ligeramente mientras escuchaba las palabras de Lisa. Era bueno que se hubiera encontrado con una persona que la cuidara. No era demasiado mayor, más bien todo lo contrario, y si no tenía una forma de ganarse la vida todo el mundo sabía exactamente dónde podría terminar. No tenía nada en contra de cortesanas y prostitutas, en absoluto, era una forma de vida como otra cualquiera, pero sabía que cuando uno se metía en ese mundo era muy difícil salir de él si es que quería hacerlo. Tener a alguien que la cuidara, de la manera que estaba claro que hacía Matilde, era bueno para ella. Observé por un momento su rostro, asintiendo con ligereza a sus palabras mientras apartaba un mechón de cabello oscuro que se había resbalado hacia mi rostro por la postura y por llevarlo suelto.
— Tienes suerte de que alguien te cuide de esa manera Lisa, quizá poco a poco puedas crear el hogar que quieres aquí, con ella y su familia.
O quizá no, nunca se sabía lo que la vida podía traerla. Observé el rostro de ella al tiempo que escuchaba sus siguientes palabras provocando que mi rostro se endureciera y mi mirada se hiciera un poco más fría de lo que debería sobre todo al escuchar sus palabras sobre el Mallus. Aquel maldito manual hecho para reconocer a las “brujas” era algo que había sido utilizado casi como un manual por los Inquisidores y Cazadores durante la Caza e incluso después. Asentí brevemente al escuchar el nombre utilizado para el cuchillo ceremonial y finalmente me moví para ponerme boca arriba mirando hacia el techo donde se podían ver las vigas de madera travesándolo, quedándome durante unos segundos pensativa.
— ¿Realmente me tienes miedo o hay algo más? Me has traído hasta aquí habiendo reconocido el Athame y sabiendo que no estaba haciendo algo normal en el bosque, lo has relacionado directamente con la brujería.—mi tono era tranquilo sin alteraciones, sin inflexiones que pudieran reflejar lo que estaba pensando en ese momento. — No voy a hacerte daño, Lisa, te diría que los brujos no hacemos daño a los demás, pero la verdad es que en parte te estaría mintiendo porque sí hay algunos que utilizan el Arte para fines poco honestos, por decirlo de alguna manera.
Giré entonces el rostro hacia Lisa, clavando mis ojos verdes en los suyos con el rostro serio aunque la frialdad que había aparecido ante su mención sobre el Mallus había desaparecido por completo, puesto que su afirmación de que no era una cazadora y además sus acciones indicaban que en realidad, al menos por el momento, no tenía intenciones de llevarme a la hoguera.
— Tienes suerte de que alguien te cuide de esa manera Lisa, quizá poco a poco puedas crear el hogar que quieres aquí, con ella y su familia.
O quizá no, nunca se sabía lo que la vida podía traerla. Observé el rostro de ella al tiempo que escuchaba sus siguientes palabras provocando que mi rostro se endureciera y mi mirada se hiciera un poco más fría de lo que debería sobre todo al escuchar sus palabras sobre el Mallus. Aquel maldito manual hecho para reconocer a las “brujas” era algo que había sido utilizado casi como un manual por los Inquisidores y Cazadores durante la Caza e incluso después. Asentí brevemente al escuchar el nombre utilizado para el cuchillo ceremonial y finalmente me moví para ponerme boca arriba mirando hacia el techo donde se podían ver las vigas de madera travesándolo, quedándome durante unos segundos pensativa.
— ¿Realmente me tienes miedo o hay algo más? Me has traído hasta aquí habiendo reconocido el Athame y sabiendo que no estaba haciendo algo normal en el bosque, lo has relacionado directamente con la brujería.—mi tono era tranquilo sin alteraciones, sin inflexiones que pudieran reflejar lo que estaba pensando en ese momento. — No voy a hacerte daño, Lisa, te diría que los brujos no hacemos daño a los demás, pero la verdad es que en parte te estaría mintiendo porque sí hay algunos que utilizan el Arte para fines poco honestos, por decirlo de alguna manera.
Giré entonces el rostro hacia Lisa, clavando mis ojos verdes en los suyos con el rostro serio aunque la frialdad que había aparecido ante su mención sobre el Mallus había desaparecido por completo, puesto que su afirmación de que no era una cazadora y además sus acciones indicaban que en realidad, al menos por el momento, no tenía intenciones de llevarme a la hoguera.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Desvió la mirada, haciendo un largo silencio entre ellas. Estaba pensando. En realidad era una buena pregunta... ¿Qué la había hecho invitarla? ¿Era solo el sentido de solidaridad por ser una mujer sola en el bosque? Suspiró, pues su corset la apretaba mucho.
- De alguna manera sé que no me vas a hacer daño... pero... - Seguía mirando al techo - No sé por qué te traje... Dicen que vengo de una familia de brujas... ¿Sabes? Pero... yo no soy ya parte de esa familia. Ni siquiera siento que mi apellido me encaja... - Ella jugaba insistentemente con su dije, y ahora tenía sentido de fuera un amuleto - Eres... -Se ríe - La única bruja que conozco... Es como preguntarme si eres alguna prima lejana.... muy lejana... Supongo que pensé que tu podrías aclararme el camino un poco.
A Lisa le dolía un poco hablar asi, pero era la verdad. Se sentía incomoda diciendo todo eso, pero eso pensó. Tal vez ella esté descubriendo de que es muy solitaria por que así lo quiere, y por que es huraña.
La miró a los ojos - No sé si busco amigos... o si busco respuestas...
- De alguna manera sé que no me vas a hacer daño... pero... - Seguía mirando al techo - No sé por qué te traje... Dicen que vengo de una familia de brujas... ¿Sabes? Pero... yo no soy ya parte de esa familia. Ni siquiera siento que mi apellido me encaja... - Ella jugaba insistentemente con su dije, y ahora tenía sentido de fuera un amuleto - Eres... -Se ríe - La única bruja que conozco... Es como preguntarme si eres alguna prima lejana.... muy lejana... Supongo que pensé que tu podrías aclararme el camino un poco.
A Lisa le dolía un poco hablar asi, pero era la verdad. Se sentía incomoda diciendo todo eso, pero eso pensó. Tal vez ella esté descubriendo de que es muy solitaria por que así lo quiere, y por que es huraña.
La miró a los ojos - No sé si busco amigos... o si busco respuestas...
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Observé sus ojos mientras hablaba, la tristeza que había en ellos y, en cierta manera, la confusión. Apoyé el codo en la cama para girarme de nuevo, colocando mi mejilla en la palma del brazo flexionado mientras observaba sus gestos en silencio durante unos instantes, viendo cómos sus dedos se aferraban al dije como si de esa manera tuviera fuerzas para hablar de aquellas cosas. Ya había notado la energía que había a su alrededor, pudiendo notar que no era un objeto normal, sino que se trataba de algún tipo de amuleto pero si no le analizaba de más de cerca no podía asegurar exactamente de qué tipo de amuleto se trataba. Había de muchos tipos, dependían sobre todo de la energía de quién lo había hecho, de cómo y cuándo, de las motivaciones y los porqués.
No me gustaba notar que estaba perdida y que se sentía sola. No necesitaba ser bruja para poder ver con claridad que necesitaba a alguien, ya fuera una amiga, ya fuera una hermana mayor, ya fuera una mentora. En cierta manera, según lo veía yo, no tenía tanto que ver con la brujería como por el deseo —comprensible debido a su juventud— de saber quién era, de saber qué era lo que le deparaba el futuro, de comenzar su camino en solitario. La miré a los ojos con atención durante unos segundos y finalmente sonreí.
—¿Qué es lo que quieres saber Lisa?— la pregunté con calma mientras mantenía mi mirada en la suya. —Prometo que te contestaré con sinceridad, pero me tienes que prometer que lo que te diga no puedes decírselo a nadie más. No porque sea malo, sino porque hay gente que no lo entiende y puede provocar que termine mal parada, lo entiendes ¿verdad?
Esperaba que fuera así porque si no me lo prometía no podría seguir con aquello. Había algo que tenía presente desde siempre y era el mantener en secreto lo que era. Había dado un paso aquella noche de confianza para con Lisa y esperaba que no me traicionara porque, aunque estaba acostumbrada a esas traiciones y ya hacía demasiado que había recibido la peor de todas, quería confiar en que aún podría fiarme de algunas personas y que la muchacha que estaba tumbada a mi lado en la cama era una de ellas.
No me gustaba notar que estaba perdida y que se sentía sola. No necesitaba ser bruja para poder ver con claridad que necesitaba a alguien, ya fuera una amiga, ya fuera una hermana mayor, ya fuera una mentora. En cierta manera, según lo veía yo, no tenía tanto que ver con la brujería como por el deseo —comprensible debido a su juventud— de saber quién era, de saber qué era lo que le deparaba el futuro, de comenzar su camino en solitario. La miré a los ojos con atención durante unos segundos y finalmente sonreí.
—¿Qué es lo que quieres saber Lisa?— la pregunté con calma mientras mantenía mi mirada en la suya. —Prometo que te contestaré con sinceridad, pero me tienes que prometer que lo que te diga no puedes decírselo a nadie más. No porque sea malo, sino porque hay gente que no lo entiende y puede provocar que termine mal parada, lo entiendes ¿verdad?
Esperaba que fuera así porque si no me lo prometía no podría seguir con aquello. Había algo que tenía presente desde siempre y era el mantener en secreto lo que era. Había dado un paso aquella noche de confianza para con Lisa y esperaba que no me traicionara porque, aunque estaba acostumbrada a esas traiciones y ya hacía demasiado que había recibido la peor de todas, quería confiar en que aún podría fiarme de algunas personas y que la muchacha que estaba tumbada a mi lado en la cama era una de ellas.
Ilithyia Dardanos- Hechicero Clase Media
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Re: Luna Oscura {Libre}
Lisa suspiró y se enderezó sobre la cama. El corset la estaba molestando, pero no parecía tener intenciones de quitárselo. Tomó aire profundamente, una vez más, y recorrió con su mano las varillas de metal.
- Ilith... Quiero que sepas que lo que pase entre nosotras, jamás saldrá de aquí. No soy del tipo traicionero... - Miró sus zapatos contra la alfombra y restregó la suela contra el piso, jugando como una niña pequeña, con pies descalzos sobre la hierba. - Detesto a los traicioneros...- Murmuró, recordando los sinsabores de su infancia inmediata, al parecer, odiar era una palabra que precisamente, odiaba.
- Pero... De todos modos... - La miró de nuevo, y se rió, pues se sentía increíblemente estúpida. - No tengo las preguntas correctas... No tengo preguntas en absoluto... - Guardó silencio, como si fuera a decir algo más, pero nada salió de sus labios, hasta que tomó aire de nuevo - ¿Tu puedes saber si soy una bruja?... - Le preguntó, ignorando por completo que eso era precisamente una pregunta.
Pensó que eso de "bruja" sonaba horrible. A pesar de que no sabía de que se trataba, en definitiva le parecía un termino despectivo y hasta grosero. Trataba de recordar la palabra en rumano para bruja, pero simplemente no le venía a la cabeza. Miró a Ilith, esperando atenta su respuesta.
- Ilith... Quiero que sepas que lo que pase entre nosotras, jamás saldrá de aquí. No soy del tipo traicionero... - Miró sus zapatos contra la alfombra y restregó la suela contra el piso, jugando como una niña pequeña, con pies descalzos sobre la hierba. - Detesto a los traicioneros...- Murmuró, recordando los sinsabores de su infancia inmediata, al parecer, odiar era una palabra que precisamente, odiaba.
- Pero... De todos modos... - La miró de nuevo, y se rió, pues se sentía increíblemente estúpida. - No tengo las preguntas correctas... No tengo preguntas en absoluto... - Guardó silencio, como si fuera a decir algo más, pero nada salió de sus labios, hasta que tomó aire de nuevo - ¿Tu puedes saber si soy una bruja?... - Le preguntó, ignorando por completo que eso era precisamente una pregunta.
Pensó que eso de "bruja" sonaba horrible. A pesar de que no sabía de que se trataba, en definitiva le parecía un termino despectivo y hasta grosero. Trataba de recordar la palabra en rumano para bruja, pero simplemente no le venía a la cabeza. Miró a Ilith, esperando atenta su respuesta.
Lisa Szilagy- Humano Clase Media
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 03/04/2011
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