¿Este Es El Adiós? [Privado Rose, + 18]

por **Gianella Massone** Jue Oct 13, 2011 8:59 am

El sonido de las monedas bailando sobre la barra era completamente opacado por el enorme espectáculo de sonidos y luces que esa noche había en el burdel. Un grupo de mujeres realizaba un show típico de esos lugares: desinhibido y agradable a la vista de prácticamente todos los que tuvieran un gusto por las féminas, incluida Gianella, quien se había acostumbrado en muy poco tiempo a tal ambiente; incluso un par de veces ella había sido “pedida” pero un rotundo no fue la respuesta. Por algo ella había sido contratada como cantinera, y no como una de las que tenían que mostrar sus servicios en la cama, aunque no siempre fuera así. Tenía personalidad, y un fortísimo carácter, pero eso de momento era oculto en una máscara de humildad y amabilidad que poco a poco se había hecho más fuerte a partir de los distintos sucesos recientes que la habían terminado marcando de por vida, sobretodo el haberse separado de Sybelle.

Guardó las monedas en el bolsillo y despidió con una sonrisa al hombre que le había pedido whisky, apoyando luego el codo en la barra al tiempo que su mentón descansaba en la palma de su mano.

- *Cómo han cambiado las cosas…*

En eso, su olfato le informó de que alguien muy familiar se acercaba al lugar, y eso le hizo ampliar su sonrisa y acelerar los latidos de su corazón, aunque al mismo tiempo sintió incertidumbre: de esa que hace mucho tiempo estaba albergada en su pecho.

Se quedó mirando el espectáculo que unas mujeres realizaban y tragó un poco de saliva, relamiéndose, esperándola…

por **Rose** Jue Oct 20, 2011 9:16 pm

No sabía lo que estaba haciendo realmente, pero allí iba, tras una última gota de aquel dulce perfume y un vistazo fugaz al espejo. Se puso sobre los hombros una fina capa de seda, que combinaba perfectamente con su rojo vestido. Se había recogido en un rodete su rubio cabello, y maquillado con naturalidad su perfecto rostro. Estaba lista, no debía ya postergar más las cosas.

¿Qué estaba haciendo? No lograba saberlo por completo, tan solo se dejaba por aquella vez guiar por lo que su cuerpo pedía a gritos y, junto con éste, su corazón quería. Partió hacia aquel lugar en el que apenas había entrado un par de veces, le divertía la idea de ser confundida con una de aquellas mujerzuelas que se ofrecían a los concurrentes… pero no, aquella vez el motivo era por completo diferente.

Llegó al burdel ajustándose la capa, las risas y el jolgorio del interior se podía sentir desde la puerta. Avanzó con ansiedad, apenas fijándose en las damas que ofrecían espectáculo a quienes bebían hasta alcanzar el estado de ebriedad que les servía para atreverse a escoger alguna de esas damas y hacer cuanto deseaban. Frunció el seño por un momento, aquello no le agradaba demasiado, aquellos hombres solían caerle bastante mal aunque no importaba ahora.

Visualizó teas la barra a quien buscaba en aquel momento y caminó hasta ella en forma decidida. Golpeó el mostrador de madera con suavidad, para llamarle la atención, aunque realmente sabía que ella no ignoraba su presencia.

- Hola- dijo con calma antes de acercarse y rozarle los labios- Necesito hablar contigo un momento… ¿me lo brindas?- agregó en tono provocativo y se marchó lentamente hasta la primera habitación vacía que halló a su paso, deseando que la mujer la siguiera.

por **Gianella Massone** Lun Oct 24, 2011 1:09 pm

Sus sentidos le fueron diciendo cuánto tardaba, por dónde iba y hacia donde se dirigía; aunque para ella el recorrido era demasiado obvio. Desde que se había abierto la puerta principal del lugar supuso el destino que aquella mujer tomaría, mas no sus intenciones. Volteó la cabeza al escuchar el ruido seco de la fría mano contra el mueble y rozó sus labios con los ajenos, cerrando los ojos ante aquella delicada y sensual caricia que complementaba lo que era el saludo de la inmortal que la buscaba. Sí, le encantaba que hiciera eso…y aquello era suficiente para que le siguiera a cualquier parte, incluyendo por supuesto la habitación a la cual se había dirigido. No necesitaba responderle tampoco, ya que la respuesta siempre iba a ser afirmativa. Le hizo una seña a una cortesana para que se encargase de la barra mientras ella no estaba y le siguió a una habitación desocupada, y esperó a que ella entrase para ingresar y cerrar la puerta colocando seguro por dentro. No quería interrupciones de ningún tipo, ya que tenía un presentimiento de lo que posiblemente pasaría. Se apoyó en la misma puerta de brazos cruzados en postura relajada y a la vez incitante y preguntó con quizás demasiada inocencia:

- ¿Qué sucede? ¿En qué puedo ayudarte?

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