AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
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¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
Mensaje para su Majestad
Abrió el cobre con una sonrisa dibujada en su rostro, sabia muy bien que se trataba de su hermano, lo sabia por el escrito en el mensaje “Mis cordiales saludos” a medida que abría el sobre un mundo se le iba por encima, un mundo de sensaciones que no podía controlar cuando se hallaba junto a su Hermano José, leyó la carta, no decía mucho mas si no le informaba que debía estar en cierto lugar a cierta hora por que debía salir de su encierro, y justamente el lugar perfecto para invitarle había sido la joyería mas cara de Paris JOYERÍAS "TAYLOR" la mas cara de la ciudad y que quedaba a unos pasos de palacio, lo que no seria un motivo para decir “puedo ir a pie” por que realmente no podía, José no se sentiría bien y le recriminaría mantener tanta confianza en un país extranjero, así fue que junto a su escolta subía a su coche, suponía ella que como su hermano no había pasado a buscarle estaría esperándole dentro, cuando al bajar del carro, varias personas a su alrededor no escatimaban en miradas, era difícil no mirar a la Reina de España con tal lujo en sus vestidos, sus joyas que envolvían su cuello y sus aretes casi únicos, que recordaba el único que le regalaba aquellas joyas con el propósito de resaltar era José.
Majestad sea usted bienvenida, por favor adelante
Isabell no respondió mas sino con una leve inclinación y volviendo a su temple frío y altanero entro a aquel local, consiguiendo como primeros aires las deliciosas campanadas que daban la entrada al lugar, ahí pudo ver a su hermano, esperándole y acercándose a el inclino su rostro
Supongo que no tengo suficientes Joyas para usted mi estimado rey
Acerco sus labios hacia su mejilla y fue ahí que pudo percibir el olor barato de un perfume que definitivamente no le pertenecía ¿será aquella mujer de la que habían hablado anteriormente? No lo sabia, no le interesaba por ahora se daba por satisfecha tan solo con la presencia de su imponente hermano, declarándose así, si no fuera pariente directa de el definitivamente hubiera sido su esposa, maldita sangre.
Aquí están las mejores joyas de Paris Majestad puede acercarse, verlas, tocarlas, el lugar es todo vuestro… esta cerrado solo para ustedes majestades, pueden ir mas atrás, ahí verán joyas de una estirpe única, le encantara
Que a Isabell le dijeran aquello solo significaba varias cosas, o su hermano sentía que había tenido un buen día cosa poco probable en el difícil día que tenían, o tenia algo que decirle, también existía la posibilidad que le hubiera extrañado aunque lo veía casi imposible con aquel perfume grabado en su mente ¿Quién podrá ser la desafortunada?
Abrió el cobre con una sonrisa dibujada en su rostro, sabia muy bien que se trataba de su hermano, lo sabia por el escrito en el mensaje “Mis cordiales saludos” a medida que abría el sobre un mundo se le iba por encima, un mundo de sensaciones que no podía controlar cuando se hallaba junto a su Hermano José, leyó la carta, no decía mucho mas si no le informaba que debía estar en cierto lugar a cierta hora por que debía salir de su encierro, y justamente el lugar perfecto para invitarle había sido la joyería mas cara de Paris JOYERÍAS "TAYLOR" la mas cara de la ciudad y que quedaba a unos pasos de palacio, lo que no seria un motivo para decir “puedo ir a pie” por que realmente no podía, José no se sentiría bien y le recriminaría mantener tanta confianza en un país extranjero, así fue que junto a su escolta subía a su coche, suponía ella que como su hermano no había pasado a buscarle estaría esperándole dentro, cuando al bajar del carro, varias personas a su alrededor no escatimaban en miradas, era difícil no mirar a la Reina de España con tal lujo en sus vestidos, sus joyas que envolvían su cuello y sus aretes casi únicos, que recordaba el único que le regalaba aquellas joyas con el propósito de resaltar era José.
Majestad sea usted bienvenida, por favor adelante
Isabell no respondió mas sino con una leve inclinación y volviendo a su temple frío y altanero entro a aquel local, consiguiendo como primeros aires las deliciosas campanadas que daban la entrada al lugar, ahí pudo ver a su hermano, esperándole y acercándose a el inclino su rostro
Supongo que no tengo suficientes Joyas para usted mi estimado rey
Acerco sus labios hacia su mejilla y fue ahí que pudo percibir el olor barato de un perfume que definitivamente no le pertenecía ¿será aquella mujer de la que habían hablado anteriormente? No lo sabia, no le interesaba por ahora se daba por satisfecha tan solo con la presencia de su imponente hermano, declarándose así, si no fuera pariente directa de el definitivamente hubiera sido su esposa, maldita sangre.
Aquí están las mejores joyas de Paris Majestad puede acercarse, verlas, tocarlas, el lugar es todo vuestro… esta cerrado solo para ustedes majestades, pueden ir mas atrás, ahí verán joyas de una estirpe única, le encantara
Que a Isabell le dijeran aquello solo significaba varias cosas, o su hermano sentía que había tenido un buen día cosa poco probable en el difícil día que tenían, o tenia algo que decirle, también existía la posibilidad que le hubiera extrañado aunque lo veía casi imposible con aquel perfume grabado en su mente ¿Quién podrá ser la desafortunada?
Última edición por Isabell II de Castilla el Vie Mar 09, 2012 1:10 pm, editado 1 vez
Isabell II de Castilla- Realeza Española
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
El acuerdo había quedado suscrito hace casi tres semanas antes de aquel suceso que alteró la normalidad del centro de la ciudad más importante de Francia. El dueño de la joyería tenía asuntos que atender en su país de origen, así que habían quedado que al momento de llegar al espacio físico que utilizaría toda esa tarde le atendería un funcionario de exclusiva confianza, completamente capacitado para responder dudas y recomendar tanto joyas como accesorios, según el caso y el gusto que tuviera aquella imponente e importante mujer.
Dejó una carta a su hermana invitándola y dándole las indicaciones pertinentes y marchó rápidamente a la joyería escogida. Por Marianne había recibido el dato que era la mejor joyería de todo París, y él, como máxima autoridad española debía dar siempre lo mejor de lo mejor, sobretodo a una persona tan estimada y amada por él como lo era su hermana Isabell.
En cuanto el carruaje se detuvo, un grupo de curiosos se formó alrededor, y cómo no, si era el mismísimo Rey de España quien con un traje rojo y dorado hacía presencia en aquel lugar destinado a la ostentosa (y no tanto) decoración del cuerpo humano. En la puerta, estaba el delegado, también vestido de manera brillante y elegante, listo para la ocasión que seguro recordaría por toda su vida.
Ambos ingresaron tras un cordial saludo y afinaron los últimos detalles en apenas unos minutos, ya que los objetos a ofrecer y demases asuntos ya estaban completamente acordados. Y ni bien terminaron de hacer aquellos toques finales un segundo carruaje hizo aparición, esta vez trayendo a la mujer objetivo de toda esa preparación. El funcionario fue a recibirla como todo protocolo estipulaba y en cuanto su hermana cruzó la puerta él hizo una reverencia como si él fuera cualquier súbdito que estuviera ante su Reina, ante la mujer que amaba más allá de los vínculos de sangre, esos malditos vínculos de sangre. El beso en la mejilla sólo sirvió, por desgracia, para desvirtuar levemente el ánimo de Isabell, notándosele a leguas que se había fijado en el perfume que su adorada Tamina le había obsequiado, y que ahora estaba utilizando.
- Oh Isabell, mi adorada Reina, ten el agrado y la libertad de escoger todo cuanto tu Voluntad y tu Deseo estime conveniente de poseer de esta prestigiosa joyería, en la cual hay artículos provenientes de todo el mundo. Dichosos seremos todos al ver una sonrisa en tu rostro bendito, el cual ilumina tanto el camino de nuestra natal España como el camino de Francia y toda Europa.
Dejó una carta a su hermana invitándola y dándole las indicaciones pertinentes y marchó rápidamente a la joyería escogida. Por Marianne había recibido el dato que era la mejor joyería de todo París, y él, como máxima autoridad española debía dar siempre lo mejor de lo mejor, sobretodo a una persona tan estimada y amada por él como lo era su hermana Isabell.
En cuanto el carruaje se detuvo, un grupo de curiosos se formó alrededor, y cómo no, si era el mismísimo Rey de España quien con un traje rojo y dorado hacía presencia en aquel lugar destinado a la ostentosa (y no tanto) decoración del cuerpo humano. En la puerta, estaba el delegado, también vestido de manera brillante y elegante, listo para la ocasión que seguro recordaría por toda su vida.
Ambos ingresaron tras un cordial saludo y afinaron los últimos detalles en apenas unos minutos, ya que los objetos a ofrecer y demases asuntos ya estaban completamente acordados. Y ni bien terminaron de hacer aquellos toques finales un segundo carruaje hizo aparición, esta vez trayendo a la mujer objetivo de toda esa preparación. El funcionario fue a recibirla como todo protocolo estipulaba y en cuanto su hermana cruzó la puerta él hizo una reverencia como si él fuera cualquier súbdito que estuviera ante su Reina, ante la mujer que amaba más allá de los vínculos de sangre, esos malditos vínculos de sangre. El beso en la mejilla sólo sirvió, por desgracia, para desvirtuar levemente el ánimo de Isabell, notándosele a leguas que se había fijado en el perfume que su adorada Tamina le había obsequiado, y que ahora estaba utilizando.
- Oh Isabell, mi adorada Reina, ten el agrado y la libertad de escoger todo cuanto tu Voluntad y tu Deseo estime conveniente de poseer de esta prestigiosa joyería, en la cual hay artículos provenientes de todo el mundo. Dichosos seremos todos al ver una sonrisa en tu rostro bendito, el cual ilumina tanto el camino de nuestra natal España como el camino de Francia y toda Europa.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
Mi querido hermano usted no sabe todo lo que me molesta que sus deseos y su voluntad llenen de lujos mi alma y corazón… por que querer transformar el oro en piezas como esta requiere de un buen trabajo, y creía que usted y yo ya habíamos pasado muchas veces por esto – muchas de las personas que hallaban su paso en conversaciones aguardando a que los reyes pudieran elegir comenzaron a dispersarse
No solo había encontrado en el un nerviosismo difícil de notar, y cuando pudo hacerlo recordó en sus expresiones, su mirada sombría y enamorada, difícil de definir
Dios, cuanto conocía a aquel hombre, sangre de mi sangre, era tan fácil definirle y mirarlo a aquellos orbes preciosos, notar que su mirada era distinta, sus labios mantenían otra forma y su aroma, ese aroma tan suyo, particularmente definible, el aroma de un rey en todo su esplendor cambiaba con aquel perfume barato que ahora decoraba su esplendor.
Y bien? –trataba de buscar en mis pequeños recuerdos el porque no recordaba algún antiguo amor que quizás viniera a atormentar la vida de mi querido hermano Alfonso, ¿Quién seria aquella mujer? Si no fuera tan importante el no se habría puesto aquel perfume para que yo, su hermana que conocía hasta el tipo de venas que se le formaban en algunas ocasiones en su cuello cuando mis labios rozaba su piel, pudiera percibir que no era la única que estaba formando parte de su vida, mantenía mi expresión fija, directa en la de mi hermano, no podía decaer mucho menos notarme nerviosa ni nada por el estilo, ya me enteraría de alguna forma quien era la damisela encantadora que había conseguido que José pensara en alguien que no fuera yo.
Uno de los empleados se atrevió a acercarse sin emitir sonido, ni palabras acercándose al mostrador en que cuanta joya parecía interminable se mostraba en el esplendor de aquella joyería pequeña pero con tesoros dignos de una reina
Ese- con delicadeza y tranquilidad señale hacia una joya, quizás la mas cara del lugar, en el cual mi hermano solía jactarse de decir que quizás era de gustos caros, pero específicos y esta no seria la excepción, el joyero se dio media vuelta retirándose a buscar dicha joya que no podía sacar de aquel mostrador si no estaba en la bodega aguardando a ser encontrada, y cuando se pudo dar cuenta los dos estaban completamente solos sin su sequito de guardaespaldas que aguardaban afuera y sin el joyero que se encaminaba a la bodega en busca de el famoso anillo, quizás así obtendría la verdad y era lo mejor, debía saber de aquella mujer y claro, pedir audiencia para conversar con ella.
No solo había encontrado en el un nerviosismo difícil de notar, y cuando pudo hacerlo recordó en sus expresiones, su mirada sombría y enamorada, difícil de definir
Dios, cuanto conocía a aquel hombre, sangre de mi sangre, era tan fácil definirle y mirarlo a aquellos orbes preciosos, notar que su mirada era distinta, sus labios mantenían otra forma y su aroma, ese aroma tan suyo, particularmente definible, el aroma de un rey en todo su esplendor cambiaba con aquel perfume barato que ahora decoraba su esplendor.
Y bien? –trataba de buscar en mis pequeños recuerdos el porque no recordaba algún antiguo amor que quizás viniera a atormentar la vida de mi querido hermano Alfonso, ¿Quién seria aquella mujer? Si no fuera tan importante el no se habría puesto aquel perfume para que yo, su hermana que conocía hasta el tipo de venas que se le formaban en algunas ocasiones en su cuello cuando mis labios rozaba su piel, pudiera percibir que no era la única que estaba formando parte de su vida, mantenía mi expresión fija, directa en la de mi hermano, no podía decaer mucho menos notarme nerviosa ni nada por el estilo, ya me enteraría de alguna forma quien era la damisela encantadora que había conseguido que José pensara en alguien que no fuera yo.
Uno de los empleados se atrevió a acercarse sin emitir sonido, ni palabras acercándose al mostrador en que cuanta joya parecía interminable se mostraba en el esplendor de aquella joyería pequeña pero con tesoros dignos de una reina
Ese- con delicadeza y tranquilidad señale hacia una joya, quizás la mas cara del lugar, en el cual mi hermano solía jactarse de decir que quizás era de gustos caros, pero específicos y esta no seria la excepción, el joyero se dio media vuelta retirándose a buscar dicha joya que no podía sacar de aquel mostrador si no estaba en la bodega aguardando a ser encontrada, y cuando se pudo dar cuenta los dos estaban completamente solos sin su sequito de guardaespaldas que aguardaban afuera y sin el joyero que se encaminaba a la bodega en busca de el famoso anillo, quizás así obtendría la verdad y era lo mejor, debía saber de aquella mujer y claro, pedir audiencia para conversar con ella.
Isabell II de Castilla- Realeza Española
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
De un momento a otro, José notó que sus planes y argumentos comenzaban a quebrarse bajo la presión tanto impuesta por la presencia de su hermana como por el propio nerviosismo que empezaban a notar ambos en su actitud. Varias veces presionó de manera leve sus labios, esos mismos labios que habían poseído tantas bocas y tantos cuerpos a lo largo de su vida, y buscó decir algo, pero las palabras se acumulaban en su garganta impidiéndole hablar. Por ello fueron pasando los minutos y finalmente se encontraban solos en la estancia, habiendo elegido ya Isabell el producto que se sumaría a su ya larguísima colección de joyas traídas de todas partes del mundo en tributo a aquella dama delicada e imponente al mismo tiempo a la hora de ejercer su cargo, pero feroz y pasional cada vez que compartía lecho con su hermano; con aquel adorado hermano de quien ahora dudaba.
Se acercó a paso lento hasta que los cuerpos juntos no permitieron más distancia, mas José Alfonso no hizo ademán que pudiera interpretarse como algo cariñoso, de eso que hacían cuando la noche caía sobre su residencia. Simplemente se acercó a su oído con el rostro más serio y convencido que pudo esbozar en aquel momento y habló de igual forma en un volumen que sólo ambos pudieran escuchar a pesar de que temporalmente estarían solos. Esa misma temporalidad fue la que le motivó a susurrar.- Tamina Borgia. – sabiendo que no valía ni su tiempo ni su esfuerzo ocultarlo. ¿De qué serviría? Ella lo averiguaría tarde o temprano, y francamente era mejor que él mismo se lo dijera. Él siempre había sido total y absolutamente sincero con ella, a excepción de “este” caso que a partir de ese instante dejó de serlo. Luego se separó de ella y le miró lo más tranquilo posible, aunque la verdad fuera que su corazón latía más rápido de lo normal a causa de la situación. Isabell siempre le causaba eso tanto, sin importar qué estuviera haciendo con ella.
Se acercó a paso lento hasta que los cuerpos juntos no permitieron más distancia, mas José Alfonso no hizo ademán que pudiera interpretarse como algo cariñoso, de eso que hacían cuando la noche caía sobre su residencia. Simplemente se acercó a su oído con el rostro más serio y convencido que pudo esbozar en aquel momento y habló de igual forma en un volumen que sólo ambos pudieran escuchar a pesar de que temporalmente estarían solos. Esa misma temporalidad fue la que le motivó a susurrar.- Tamina Borgia. – sabiendo que no valía ni su tiempo ni su esfuerzo ocultarlo. ¿De qué serviría? Ella lo averiguaría tarde o temprano, y francamente era mejor que él mismo se lo dijera. Él siempre había sido total y absolutamente sincero con ella, a excepción de “este” caso que a partir de ese instante dejó de serlo. Luego se separó de ella y le miró lo más tranquilo posible, aunque la verdad fuera que su corazón latía más rápido de lo normal a causa de la situación. Isabell siempre le causaba eso tanto, sin importar qué estuviera haciendo con ella.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
Así que lo consiguió – esbozó una sonrisa notoria en sus labios quería mostrársela por que de alguna forma sabia que aquella cazafortunas siempre estaría al medio, se le quedo mirando de la forma mas fría que alguna vez hubiese mirado a su hermano no quería aceptarlo, no… realmente le molestaba el echo, el echo en si de perder al único ser que le complementaba, que le entendía y que si bien no se querían de la forma correcta para ellos estaba bien.
Creo que esta cometiendo un error, al fin y al cabo esa mujer no puede pisar… - cayo, guardo silencio por que recordó que ya no eran hijos del rey si no los reyes, y podían tomar desiciones que influyeran al futuro, podían revocar el destierro pero juntos, y aun mas, podían ser dioses, dentro de su país… por que ya lo eran
Nunca se acostumbraría aunque estaba echa para ello, y fue ahí que a su mente entregada a sus pensamientos unos ojos inundaron su espíritu ¿Qué traían las venidas a otro país? ¿Por qué sentían la necesidad de estar con alguien a pesar de que sabían sus propias responsabilidades como reyes no podían andar de boca en boca? Olvido aquellos ojos al mirar los de su hermano y asintió –bien si quieres que revoquemos su destierro bien yo ya no quiero ninguna joya – salio del lugar lo mas rápido posible por que sabia que ahí podía hallar a su escolta, que estaría esperándole para cuidar de su vida, Isabell avanzo sin esperar que alguien le abriera la puerta pero ya lo habían echo claro, cuando de repente, sin poder notarlo ni retroceder uno de los que había estado de observador se acerca estirando su mano en señal de saludo, como las grandes cortes y los grandes condes que solían acercarse con toda su caballería para demostrar que si podían conquistar a una reina como ella, por lo que isabell solo abrió los ojos, jamás se imaginaria que alguien de aquella… calaña pudiera causarle un efecto de atracción por el
-APARTATE- lo empujaron sin piedad por lo que Isabell volteándose hacia aquel caballero a medida que avanzaba a su coche, esperaba alguna vez encontrársele y poder saber tan solo un nombre, se le había olvidado la rabia aun mas el enojo que había producido el nombre Tamina tanto así que al sentarse recordó que su hermano podía estar echando chispas por ella haberle dejado solo en sus pensamientos
Y justamente traer a su hermano a la memoria hizo que el coche frenara, había olvidado que el coche estaba partiendo y vio a parte de su escolta bajarse rápidamente del coche sin intenciones de voltear, fijo su vista en las afueras por la ventanilla sabiendo que quizás su hermano subió al coche junto a ella.
Creo que esta cometiendo un error, al fin y al cabo esa mujer no puede pisar… - cayo, guardo silencio por que recordó que ya no eran hijos del rey si no los reyes, y podían tomar desiciones que influyeran al futuro, podían revocar el destierro pero juntos, y aun mas, podían ser dioses, dentro de su país… por que ya lo eran
Nunca se acostumbraría aunque estaba echa para ello, y fue ahí que a su mente entregada a sus pensamientos unos ojos inundaron su espíritu ¿Qué traían las venidas a otro país? ¿Por qué sentían la necesidad de estar con alguien a pesar de que sabían sus propias responsabilidades como reyes no podían andar de boca en boca? Olvido aquellos ojos al mirar los de su hermano y asintió –bien si quieres que revoquemos su destierro bien yo ya no quiero ninguna joya – salio del lugar lo mas rápido posible por que sabia que ahí podía hallar a su escolta, que estaría esperándole para cuidar de su vida, Isabell avanzo sin esperar que alguien le abriera la puerta pero ya lo habían echo claro, cuando de repente, sin poder notarlo ni retroceder uno de los que había estado de observador se acerca estirando su mano en señal de saludo, como las grandes cortes y los grandes condes que solían acercarse con toda su caballería para demostrar que si podían conquistar a una reina como ella, por lo que isabell solo abrió los ojos, jamás se imaginaria que alguien de aquella… calaña pudiera causarle un efecto de atracción por el
-APARTATE- lo empujaron sin piedad por lo que Isabell volteándose hacia aquel caballero a medida que avanzaba a su coche, esperaba alguna vez encontrársele y poder saber tan solo un nombre, se le había olvidado la rabia aun mas el enojo que había producido el nombre Tamina tanto así que al sentarse recordó que su hermano podía estar echando chispas por ella haberle dejado solo en sus pensamientos
Y justamente traer a su hermano a la memoria hizo que el coche frenara, había olvidado que el coche estaba partiendo y vio a parte de su escolta bajarse rápidamente del coche sin intenciones de voltear, fijo su vista en las afueras por la ventanilla sabiendo que quizás su hermano subió al coche junto a ella.
Isabell II de Castilla- Realeza Española
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
Esa sonrisa, por mucho que viniera de Isabell, no podría engañar o intimidar al varón que le observaba fijamente con un rostro no indiferente, sino más bien sereno y controlado. Le hubiera encantado tratar esa situación en una instancia más privada, con menos personas tan pendientes de cada palabra y cada gesto de ambos; sin duda eran mejores las cuatro paredes de su habitación y el abanico de sábanas que envolvían ese suave colchón blanco que se conservaban silentes y podían apartarse del camino de ambos cuerpos con la facilidad que aquellos individuos curiosos no poseían, pero aquel delicado tema ya había salido a la luz en ese lugar y en esa ocasión, y frente a ello José no pudo hacer nada más que conservarse fiel a su estilo al igual que su hermana y confidente, quien pareció no soportar la idea de que el corazón del Monarca estuviere atrapado entre ronroneos y partió abandonando el lugar, dejando a su hermano con una furia creciente en su ser: no sólo por esos comentarios que habían llegado a su pecho como una flecha, sino que también por su posterior actitud digna de reproche, vergüenza y decepción; la cual vigiló de cerca. Sus piernas se habían movido ya, un “¡Isabell!” se había escuchado en medio de la tensión, y ni sus carísimas ropas fueron impedimento para seguirla, dejando atrás al malogrado hombre que había caído y se había golpeado la cabeza. Hizo un gesto para que los choferes y los guardias se encargaren de aquel percance y por ello el coche de la Reina frenó, ya que el Rey era quien tenía el mayor poder vinculante en sus decisiones en desmedro de quien giraba la vista para mirar hacia atrás, en desmedro de quien no se había dado cuenta que ese aroma “barato” estaba detrás de ella. Una mano se cerró sobre la mejilla más alejada de la mujer española y la volteó otra vez para que mirase esos ojos castaños que parecían tan fríos como los de quien les había dejado aquellos cargos hace ya varios años atrás- No vuelvas a faltarme el respeto así nunca más, Isabell…- los rostros se acercaron peligrosamente, el agarre del Rey era firme, pero al mismo tiempo delicado, tanto como la piel de mármol que sostenía.- Ni a mí, ni al Pueblo.- ahora fueron los labios los que se rozaron, dejando los masculinos una estela de aire sobre los femeninos .- ¿Te quedó claro? – una orden más que una pregunta, una Ley Absoluta.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
La vida está en gran parte
compuesta por sueños.
Hay que unirlos a la acción.
compuesta por sueños.
Hay que unirlos a la acción.
“Sus brazos me rodearon. Vacilé. Me atormentaba un torbellino de sentimientos, deseaba su boca, pero tenía miedo, sentía que estaba por besar a un mi padre, pero estaba tentada... aterrada y excitada. Aquella sensación de miedo y vacío comenzó a ahogarme nuevamente, ¿Cuántas veces había estado en ese caso precisamente con el? Estaba tensa y mas aun cuando sentí la fuerza de mi padre en aquellos ojos marrones, nunca le había visto así, solo el roce de sus labios y la manipulación de estos sobre mi cuerpo me hicieron suya, le mire, no supe si Sonrió pero si que abrió la boca para encontrarse con la mía, Nos besamos, y ese beso desató en mí una ola de deseo. Estaba tendida a través de su cuerpo en aquel carruaje que había emprendido marcha como si ya supieran que de ahí no saldríamos, con mi pecho sentí su deseo, duro, palpitante. Otro beso. Más terror que placer. El placer de algo innombrable, oscuro. Él, tan hermoso: divino y femenino, seductor y cincelado, duro y suave. Una pasión dura.”
Que increíble todo lo que había logrado aquel hombre con tan solo su brutalidad, aquellos recuerdos de un padre que respetaban pero temían había vuelto en ella esa sensación de miedo, la cual no había sentido en años y que ahora estaba sintiendo mezcladas con excitación, cerro sus ojos en aquel roce uniendo sus labios a los del hombre que había cuidado de ella toda la vida –NO… no usted tiene otros labios que besar, otros ojos que ver… - celos, era todo lo que se podía percibir en ella, y en aquel momento en que se negó le separo de forma autoritaria, el era el Rey pero una reina como ella no se dejaría influenciar por nada ni nadie, ladeo su mirada intentando mover la cortina de la ventanilla a su lado y viéndole de lado por temor a dejarse tentar susurró – dijimos que aquí no sucedería nada José… – arreglo su vestido, los listones subiendo su mano hacia la entrada de sus pechos para arreglarse y que no se notara en extremo que José con su intensidad había movido mas de lo que realmente se pensaba… - Agradecería no lo volviera a hacer mas… menos aquí cualquiera podría entrar… - bajo su mirada y por un segundo recordó a lo que le había llevado a José ir a su carruaje detenerlo para dejar en ella una marca que seria difícil borrar. – Supongo que tenía razón, no volveré a armar un escándalo como el recién hecho, lo siento… querido hermano…- mascullo entre dientes aquella disculpa.
Cuan difícil era darlas y cuanta rabia le producía la mirada campante de su hermano – y no se acostumbre a las disculpas… - aquello ultimo lo termino en una sonrisa mientras observaba hacia el carruaje mientras recuperaba su respiración con dificultad, no quería demostrarle que si le había afectado aquel beso con prepotencia, ¿pero que de los rumores? – ¿Ha sabido algo de Fernando? He oído que ha venido por las suyas ¿es cierto?
Isabell II de Castilla- Realeza Española
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
Sólo las paredes de ese carruaje cerrado podrían contar lo que sucedió en el espacio que cubrían, ese espacio tan secreto como el secreto de ambos: El compartir la misma sangre y tener sentimientos tan similares el uno por el otro, tan pasionales que despertarían la ira del mismísimo Papa si llegase a enterarse. Tan pasionales como aquellos labios femeninos que despertaron a los masculinos, en un contacto que terminó por prender a sus cuerpos por unos segundos, llegando al punto que José ya estaba demasiado cerca de Isabell, sintiendo su aroma indescriptible y su deseo innegable, deseo que él tampoco negaba ni le ocultaba. Volvió a tomar sus labios una vez más pero la Reina lo separó contra su propia voluntad. Él sabía que lo deseaba, que se deseaban y que las sábanas serían estorbos por las noches tanto en España, como en Francia o donde fuera que estuvieren juntos. Por ello el Monarca sonrió cuando aquella mujer de carácter indomable evitó verlo: porque sabía que ni siquiera ella podía resistirse al León de España. Aprovechando la posición se acercó a su oído, ya con los sentidos dispuestos para complacer y ser complacido, sintiéndose inevitablemente atraído como todos los hombres que habían yacido con ella en algún momento – Sí, es cierto. Dijimos que nada sucedería aquí…-amplió su sonrisa, ahogando un jadeo que igualmente se escuchó con intenciones de provocarla y divertirse un rato con sus reacciones tan cohibidas, tratando de esconder lo inevitable – Pero realmente…me cuesta controlarme teniéndote tan cerca, y para mí solo…-mordisqueó su oído con una delicadeza casi angelical y se separó de ella definitivamente, distanciándose para restablecer su respiración normal, mirando por la ventanilla el paisaje parisino mientras tomaban el camino de regreso hacia su residencia .- Tranquila, sé lo mucho que te cuesta reconocer tus errores, pero no podía quedarme sin hacer nada. Heriste a un civil francés, ¿te das cuenta de eso, no? – le comentó ya sin el tono severo de antes, pero sí serio, dando a entender y dejando en claro que aquel asunto era de suma importancia para el hombre de cabellos rubios. – Nuestras relaciones con Francia incluso podrían peligrar a causa de una rabieta tuya…-suspiró y finalmente calló, escuchando de inmediato el comentario alusivo a Fernando, el Príncipe.- No, no he sabido nada. Y, si te soy sincero, no quiero saber nada de él.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
Lo que deba ser, será
Esquilo » Destino
Lo odiaba… aquel deseo poco ético que tenia sobre mi cuerpo y a su vez mi cuerpo anhelante de sus manos esparcidas en cada rincón perteneciéndoles una y otra vez… de sus labios rozando los míos, y de la estructura que hacia que cualquier mujer anhelante de aquel momento no solo le hiciera alusiones a un animal si no que a su vez permitía que aquella fuera una esclava de aquel… que en boca de todos se señalaba como el León de España.
Lo amaba, hiciera lo que hiciera, viviera su vida como la viviera siempre, pero siempre seria el primero así como Isabell seria la primera para el, tantas experiencias vividas, tantos besos reclamados, tantas noches de pasión y ahora no podían solamente por el respeto al miedo de ser notablemente vistos… ya no pudo resistirlo mas, al sentir a su amante apartarse luego de todas sus provocaciones, ¿pero que se creía? No seria liberado fácilmente, había jugado con fuego y ahora Isabell se hallaba encendida y no seria fácil de apagar.
Se acerco a su hermano olvidando el echo de que Fernando fuera mencionado y José no quisiera hablar de este, no se poso encima pero si lo suficiente para bajar su mano por el pliegue de su pantalón mientras acariciaba por encima –debe saber querido que con fuego no puede jugar… - rozaba sus labios aquellos que eran suyos aunque muchos incluyendo a la novia con la que ya veía algo mas que futuro reclamaba sobre el -conmigo menos...- Con una delicadeza única y escurridiza su mano bajo entremedio del pantalón mientras con la otra tomaba su mejilla para voltearle hacia ella y depositar en sus labios un beso que no solo demostraría lo encendida que podía estar si no que de igual forma sabia que este reaccionaria – por lo que veo no es el único al que le cuesta controlarse, mas aun teniéndonos así de cerca…- sintió en su punto la punta de su miembro y al rozarla con su mano la tomo para si cuando esta se alzaba, quería escucharle gemir, quedaba mucho tramo aun para llegar a palacio ¿Por qué no podían simplemente aparecer en su alcoba para no tener que frenar aquel momento como debían hacerlo una vez llegado a palacio? No quería tener que contenerse, quería ser suya ser tocada por el, desnudada paso a paso como el solía delicadamente hacerse a sus caricias… -lo quiero, lo exijo… usted es mío lo sabe no lo niegue… dígalo, dígalo es mío… - susurra aferrando su miembro con algo mas de posesión mientras acerca sus labios en un delicado jadeo que continuado con el beso formaba un ambiente de exquisita lujuria y placer.
Quien podría frenar aquello ya? Ni aunque les interrumpieran podrían romper lo que comenzaba crearse en aquel ambiente, su león, su león la provocaba la hacia suya y a su vez no, Isabell no supo si el o ella quien dejo caer un lado de su vestido dejando al descubierto su hombro, ¿su vestido estaba suelto? Continuo en el camino siendo presa de sus deseos mas que de su voluntad, ya ni sentía a los caballos ni al carro moverse, solo lo sentía a el, su miembro con su notable endurecimiento en la palma de su mano y deseo, fervientemente sentirle dentro suyo ¿Cuánto tendrían que esperar? - Oh José… - un gemido salio de sus labios mientras se alzaba para dejar en libertad su miembro y con un ligero movimiento posarse completamente encima de su amante…
Que quería ahora de esto?
Esquilo » Destino
Lo odiaba… aquel deseo poco ético que tenia sobre mi cuerpo y a su vez mi cuerpo anhelante de sus manos esparcidas en cada rincón perteneciéndoles una y otra vez… de sus labios rozando los míos, y de la estructura que hacia que cualquier mujer anhelante de aquel momento no solo le hiciera alusiones a un animal si no que a su vez permitía que aquella fuera una esclava de aquel… que en boca de todos se señalaba como el León de España.
Lo amaba, hiciera lo que hiciera, viviera su vida como la viviera siempre, pero siempre seria el primero así como Isabell seria la primera para el, tantas experiencias vividas, tantos besos reclamados, tantas noches de pasión y ahora no podían solamente por el respeto al miedo de ser notablemente vistos… ya no pudo resistirlo mas, al sentir a su amante apartarse luego de todas sus provocaciones, ¿pero que se creía? No seria liberado fácilmente, había jugado con fuego y ahora Isabell se hallaba encendida y no seria fácil de apagar.
Se acerco a su hermano olvidando el echo de que Fernando fuera mencionado y José no quisiera hablar de este, no se poso encima pero si lo suficiente para bajar su mano por el pliegue de su pantalón mientras acariciaba por encima –debe saber querido que con fuego no puede jugar… - rozaba sus labios aquellos que eran suyos aunque muchos incluyendo a la novia con la que ya veía algo mas que futuro reclamaba sobre el -conmigo menos...- Con una delicadeza única y escurridiza su mano bajo entremedio del pantalón mientras con la otra tomaba su mejilla para voltearle hacia ella y depositar en sus labios un beso que no solo demostraría lo encendida que podía estar si no que de igual forma sabia que este reaccionaria – por lo que veo no es el único al que le cuesta controlarse, mas aun teniéndonos así de cerca…- sintió en su punto la punta de su miembro y al rozarla con su mano la tomo para si cuando esta se alzaba, quería escucharle gemir, quedaba mucho tramo aun para llegar a palacio ¿Por qué no podían simplemente aparecer en su alcoba para no tener que frenar aquel momento como debían hacerlo una vez llegado a palacio? No quería tener que contenerse, quería ser suya ser tocada por el, desnudada paso a paso como el solía delicadamente hacerse a sus caricias… -lo quiero, lo exijo… usted es mío lo sabe no lo niegue… dígalo, dígalo es mío… - susurra aferrando su miembro con algo mas de posesión mientras acerca sus labios en un delicado jadeo que continuado con el beso formaba un ambiente de exquisita lujuria y placer.
Quien podría frenar aquello ya? Ni aunque les interrumpieran podrían romper lo que comenzaba crearse en aquel ambiente, su león, su león la provocaba la hacia suya y a su vez no, Isabell no supo si el o ella quien dejo caer un lado de su vestido dejando al descubierto su hombro, ¿su vestido estaba suelto? Continuo en el camino siendo presa de sus deseos mas que de su voluntad, ya ni sentía a los caballos ni al carro moverse, solo lo sentía a el, su miembro con su notable endurecimiento en la palma de su mano y deseo, fervientemente sentirle dentro suyo ¿Cuánto tendrían que esperar? - Oh José… - un gemido salio de sus labios mientras se alzaba para dejar en libertad su miembro y con un ligero movimiento posarse completamente encima de su amante…
Que quería ahora de esto?
Todo.
Isabell II de Castilla- Realeza Española
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
El Monarca ya se había acomodado y preparado para una aburrida conversación y discusión del porqué reaccionaba de forma tan hostil cuando el objeto del intercambio de palabras era el medio hermano de la generación Real actual en España. Isabell ya sabía de sobra sus motivos, y no iba a hacerle cambiar de opinión sobre el qué pensar de él; en ese sentido José era terco y mucho, lo que le traía siempre beneficios al considerar su posición social y política. ¿No van a desobedecer la voluntad del Rey, no?
Observaba por la ventanilla el recorrido con total calma como si estuviera solo en ese carruaje interior, con la cautela del León que traslada el cadáver de su más reciente víctima para devorarlo entre sus garras...pero se encontró con una chispa que lo empezó a calentar desde dentro con roces en sus labios y una atrevida y al mismo tiempo sutil caricia en su entrepierna. ¿No que la misma Isabell le había dicho que no podían hacer nada? La respuesta era demasiado simple y cierta: NADIE podía resistirse al León de España. Absolutamente nadie.
El beso posterior terminó por convertir esa chispa en una llama que se expandió por la piel del codiciado varón con la facilidad que tiene el fuego en la madera, y que al llegar a la entrepierna provocó que algo se alzare recubierto por los dedos de la Reina y que un poco de aire se escapase de los labios del rubio en forma de suspiro sobre los de la castaña, curvándose luego en una sonrisa cómplice que ambos conocían a la perfección. - El León siempre ha querido dominar todo...- susurró al tiempo que una de sus manos acariciaba el muslo más cercano bajo el vestido, centrándose en la cara interna. Oh...cómo agradecía que Isabell siempre prefiriese ropas relativamente simples y sin tanta parafernaria para sus salidas - pero creo que todavía no puede....contra el fuego...- sonrió y apretó su piel continuando con aquel beso que aumentaba rápidamente su grado de pasión y fervor con cada metro que avanzaban los caballos, incrementándose el deseo mutuo por el cuerpo ajeno con aquellas caricias descaradas y blasfémicas para los más conservadores, pero a ellos les daba absolutamente igual lo que dijera aquel grupo tan molesto de la sociedad: les daba igual todo teniendo aquel cuerpo tan cerca.
Le escuchó y sólo pudo gemir en respuesta por aquel agarre que revolvía sus instintos, concentrando sus esfuerzos en no arrancarle los labios en el siguiente beso que se dieron, deseando en el alma desnudarse, desnudarla y tenerla para sí toda la noche contra su cuerpo, fundiéndose en el más exquisito de los placeres prohibidos. Sus manos se cerraron debajo del vestido para mayor comodidad y una bajó a la ropa interior, tanteando y preparando el lugar para lo obvio y evidente con caricias directas que parecían estremecerlo a él más que a ella. - Isabell...-ronroneó su nombre pegado a sus labios igual que sus frentes y corrió a un lado aquella molesta prenda interior, dejando el camino completamente despejado a aquella gran dureza ardiente que marcó de inmediato su territorio hundiéndose en la humedad femenina, provocándole un poco disimulado gemido al dueño de la Corona Española. Se mordió el labio inferior durante los instantes inmediatamente venideros y le sonrió a aquella mujer que amaba tanto - Recuerda...que no estamos en nuestra habitación...-le susurró acariciándole una de las mejillas, dejando que únicamente el movimiento del carruaje les diera un placer silente pero igualmente exquisito.- así que trata de no gritar mucho. - Le cogió de la zona trasera con ambas manos y le apegó contra sí, manteniendo un control total. Sí, ella era el Fuego que lo consumía, pero el León podía contra eso.
Aunque se quemase las garras.
Observaba por la ventanilla el recorrido con total calma como si estuviera solo en ese carruaje interior, con la cautela del León que traslada el cadáver de su más reciente víctima para devorarlo entre sus garras...pero se encontró con una chispa que lo empezó a calentar desde dentro con roces en sus labios y una atrevida y al mismo tiempo sutil caricia en su entrepierna. ¿No que la misma Isabell le había dicho que no podían hacer nada? La respuesta era demasiado simple y cierta: NADIE podía resistirse al León de España. Absolutamente nadie.
El beso posterior terminó por convertir esa chispa en una llama que se expandió por la piel del codiciado varón con la facilidad que tiene el fuego en la madera, y que al llegar a la entrepierna provocó que algo se alzare recubierto por los dedos de la Reina y que un poco de aire se escapase de los labios del rubio en forma de suspiro sobre los de la castaña, curvándose luego en una sonrisa cómplice que ambos conocían a la perfección. - El León siempre ha querido dominar todo...- susurró al tiempo que una de sus manos acariciaba el muslo más cercano bajo el vestido, centrándose en la cara interna. Oh...cómo agradecía que Isabell siempre prefiriese ropas relativamente simples y sin tanta parafernaria para sus salidas - pero creo que todavía no puede....contra el fuego...- sonrió y apretó su piel continuando con aquel beso que aumentaba rápidamente su grado de pasión y fervor con cada metro que avanzaban los caballos, incrementándose el deseo mutuo por el cuerpo ajeno con aquellas caricias descaradas y blasfémicas para los más conservadores, pero a ellos les daba absolutamente igual lo que dijera aquel grupo tan molesto de la sociedad: les daba igual todo teniendo aquel cuerpo tan cerca.
Le escuchó y sólo pudo gemir en respuesta por aquel agarre que revolvía sus instintos, concentrando sus esfuerzos en no arrancarle los labios en el siguiente beso que se dieron, deseando en el alma desnudarse, desnudarla y tenerla para sí toda la noche contra su cuerpo, fundiéndose en el más exquisito de los placeres prohibidos. Sus manos se cerraron debajo del vestido para mayor comodidad y una bajó a la ropa interior, tanteando y preparando el lugar para lo obvio y evidente con caricias directas que parecían estremecerlo a él más que a ella. - Isabell...-ronroneó su nombre pegado a sus labios igual que sus frentes y corrió a un lado aquella molesta prenda interior, dejando el camino completamente despejado a aquella gran dureza ardiente que marcó de inmediato su territorio hundiéndose en la humedad femenina, provocándole un poco disimulado gemido al dueño de la Corona Española. Se mordió el labio inferior durante los instantes inmediatamente venideros y le sonrió a aquella mujer que amaba tanto - Recuerda...que no estamos en nuestra habitación...-le susurró acariciándole una de las mejillas, dejando que únicamente el movimiento del carruaje les diera un placer silente pero igualmente exquisito.- así que trata de no gritar mucho. - Le cogió de la zona trasera con ambas manos y le apegó contra sí, manteniendo un control total. Sí, ella era el Fuego que lo consumía, pero el León podía contra eso.
Aunque se quemase las garras.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
"Buscó los labios de su hermana,
sus dientes, con irritante terquedad,
un ligero temblor, un breve escalofrío,
entrechocaban -quizá fuera la droga-
y su figura fue borrándose, disuelta
en la penumbra familiar del cuarto".
Juan Luis Panero
“y como si no supiera frenarme luego de sentir sus ronroneos con mi nombre en ellos, saliendo de aquellos labios que a pesar de reconocer quemarse, yo reconocía que aquellas garras y espíritu de León jamás lo podría hallar en nadie.
Así que ahora entregarme era el siguiente paso, mis delicadas piernas que hallaban sensibilidad al roce de sus manos obedecían a sus acciones, a sus mandatos con sus manos, con su cuerpo entero, ya no era un mero juego de provocación por que los dos nos hallábamos en el limite de la provocación que nos ha hundido en su juego y trampa para una vez mas ceder ante los encantos y vicios de cada uno”
Isabel era astuta, lo había conseguido, provocar a su hermano pese a haberle dicho que no y romper su orgullo, cosa que comenzaba a ser un Hobbies para ella, aunque no lo provocaba solamente para aplastar su orgullo, sus acciones eran meramente por deseo ¿Quién no querría la piel de su amante? ¿Quien no deseaba y anhelaba ser la mujer que durmiera en la cama de un soberano como José? ¿Quién se atrevería a decir que no? Quien…
Y conforme aumentaban los besos, avanzaban los caballos, cada vez se aumentaba la pasión dentro de aquel coche, el calor, la respiración se agitaba y no reprimiendo ningún tipo de gemido al sentir la entrada de su gran virilidad se quedo quieta muy quieta en su comienzo, se pregunto si aquella vez era especial? Por que no recordaba que el miembro de su amante la hubiese poseído de esa forma, tan duro e imponente y con tanta fuerza, pasión, entrega… sonrió de lado al comenzar a moverse por mero impulso y al encontrar sus labios, escuchando sus palabras busco su mirada en una sonrisa –lo intentare… me han dicho que usted podría hacer gritar hasta el mas y la mas asexual… ¿Quién osara no gritar por los placeres que el rey de España brinda? Quien no podrá hacerlo?... –un gemido salio de sus labios seguido de una mordida al encontrarse con los labios de su amado, no solo quitándole un pedazo de piel si no algo de sangre… no pediría disculpas, mas de un golpe se habían llevado cada uno debido a la pasión entregada cada vez mas intensa y cada día se hacia peor, un vicio, como si aquellas provocaciones acarreara consigo brutalidad y por alguna razón comenzaba a mas que gustarle aquello.
Se hacia cada vez mas excitante no poder hacer mas ruido del que ya hacían, de pronto se vio entregada mas y mas y los movimientos aunque pausados, precisos, intensos como si todo se hallara fríamente calculado, como si después de la provocación evidente se esperara que dieran lo mejor de si y aun así producía un intenso placer del cual los dos eran presos, quería mas, un movimiento le indico que su miembro comenzaba a introducirse aun mas y aun mas fuerte y fue ahí que no aguanto un sonoro gemido que trato de opacar en los labios de su hermano, se aferro con uñas en su espalda mientras la recorría con toda la fuerza y entrega.
-Dios… - mordió sus labios nuevamente… esto era la gloria.
“Y como no? Si con la sangre real corriendo por nuestras venas, aquella sangre que nuestro padre nos había heredado, con aquella brutalidad ¿Por qué no convertir todo eso en un juego de camas en el que los dos quedáramos satisfechos? Si lo deseaba y lo que es peor… no me importaba que fuera mi hermano…”
sus dientes, con irritante terquedad,
un ligero temblor, un breve escalofrío,
entrechocaban -quizá fuera la droga-
y su figura fue borrándose, disuelta
en la penumbra familiar del cuarto".
Juan Luis Panero
“y como si no supiera frenarme luego de sentir sus ronroneos con mi nombre en ellos, saliendo de aquellos labios que a pesar de reconocer quemarse, yo reconocía que aquellas garras y espíritu de León jamás lo podría hallar en nadie.
Así que ahora entregarme era el siguiente paso, mis delicadas piernas que hallaban sensibilidad al roce de sus manos obedecían a sus acciones, a sus mandatos con sus manos, con su cuerpo entero, ya no era un mero juego de provocación por que los dos nos hallábamos en el limite de la provocación que nos ha hundido en su juego y trampa para una vez mas ceder ante los encantos y vicios de cada uno”
Isabel era astuta, lo había conseguido, provocar a su hermano pese a haberle dicho que no y romper su orgullo, cosa que comenzaba a ser un Hobbies para ella, aunque no lo provocaba solamente para aplastar su orgullo, sus acciones eran meramente por deseo ¿Quién no querría la piel de su amante? ¿Quien no deseaba y anhelaba ser la mujer que durmiera en la cama de un soberano como José? ¿Quién se atrevería a decir que no? Quien…
Y conforme aumentaban los besos, avanzaban los caballos, cada vez se aumentaba la pasión dentro de aquel coche, el calor, la respiración se agitaba y no reprimiendo ningún tipo de gemido al sentir la entrada de su gran virilidad se quedo quieta muy quieta en su comienzo, se pregunto si aquella vez era especial? Por que no recordaba que el miembro de su amante la hubiese poseído de esa forma, tan duro e imponente y con tanta fuerza, pasión, entrega… sonrió de lado al comenzar a moverse por mero impulso y al encontrar sus labios, escuchando sus palabras busco su mirada en una sonrisa –lo intentare… me han dicho que usted podría hacer gritar hasta el mas y la mas asexual… ¿Quién osara no gritar por los placeres que el rey de España brinda? Quien no podrá hacerlo?... –un gemido salio de sus labios seguido de una mordida al encontrarse con los labios de su amado, no solo quitándole un pedazo de piel si no algo de sangre… no pediría disculpas, mas de un golpe se habían llevado cada uno debido a la pasión entregada cada vez mas intensa y cada día se hacia peor, un vicio, como si aquellas provocaciones acarreara consigo brutalidad y por alguna razón comenzaba a mas que gustarle aquello.
Se hacia cada vez mas excitante no poder hacer mas ruido del que ya hacían, de pronto se vio entregada mas y mas y los movimientos aunque pausados, precisos, intensos como si todo se hallara fríamente calculado, como si después de la provocación evidente se esperara que dieran lo mejor de si y aun así producía un intenso placer del cual los dos eran presos, quería mas, un movimiento le indico que su miembro comenzaba a introducirse aun mas y aun mas fuerte y fue ahí que no aguanto un sonoro gemido que trato de opacar en los labios de su hermano, se aferro con uñas en su espalda mientras la recorría con toda la fuerza y entrega.
-Dios… - mordió sus labios nuevamente… esto era la gloria.
“Y como no? Si con la sangre real corriendo por nuestras venas, aquella sangre que nuestro padre nos había heredado, con aquella brutalidad ¿Por qué no convertir todo eso en un juego de camas en el que los dos quedáramos satisfechos? Si lo deseaba y lo que es peor… no me importaba que fuera mi hermano…”
Isabell II de Castilla- Realeza Española
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
En medio de aquella respiración desde hace rato inestable y agitada a causa de la excitación un gemido de dolor se hizo presente, mas la sangre que tanto él como su hermana saborearon durante aquel acto no detuvo las intenciones del herido, el cual hacía que su hermana se encajara una y otra vez en su cuerpo, con un poco más de fuerza que la que aplicaba en otras circunstancias. ¡Pero si no estaban en la cama! ¿Qué importaba eso? Nada, mientras se tuviesen el uno para el otro; mientras pudiesen hacer lo que en ese preciso momento estaban haciendo.
Los gemidos por parte de José eran contenidos, pero no por eso menos excitantes. Sus manos prácticamente se habían insertado en la parte posterior de su hermana, ayudándole a subir y a bajar, a montarle, a literalmente cabalgarle con un placer extremadamente delicioso, lo que le motivaba cual adicción a desear más, muchísimo más hasta que sus cuerpos no pudiesen más del cansancio, vencidos por el sueño aunque sus almas quisieran fundirse en el placer eternamente. - Pronto, Isabell...- susurró después de un largo beso, notando cómo se hacía distinguible la menor velocidad del galope de los caballos y el literal galope que Isabell realizaba de manera feroz sobre su hombría. Ya estaban llegando a la residencia, para su maldita desgracia...o más bien para su ardiente fortuna. - Pronto te haré gritar hasta que no puedas más...-"amenazó" en su oído, lamiendo su mejilla y parando los movimientos casi de golpe sobre la húmeda cavidad de su hermana, con sòlo un par de ideas en mente. - Arréglate, ya estamos por llegar...-le dijo antes de que su interlocutora se separase de él por iniciativa propia, sabiendo por instinto lo que su hermano, no...lo que ellos iban a hacer en el tiempo casi inmediato.- Aunque no lo hagas demasiado, porque tu ropa de todas formas quedará en el suelo...-volvió a lamer su mejilla una vez que los dos volvieron a acomodarse sus ropas y en unos segundos se escuchó la voz del chofer anunciando la llegada y el tan ansiado regreso a la residencia temporal De Castilla. José sonrió y bajó primero como rezaba el protocolo, ayudando a su Reina a bajar con la caballerosidad que cualquier varón debería tener con una dama, y sobretodo con alguien como ella. Tras ser recibidos por los criados ordenó que no hubiere molestia alguna para la presencia de ambos Reyes a menos que fuera una urgencia, y una vez que el mandato fue acatado miró de reojo a Isabell, comunicándose una vez más con ella como si tuvieran poderes fuera de la comprensión humana.
La puerta de la habitación de los Reyes se cerró al par de minutos después, dejando a la Reina de España a solas con el León; a solas con la persona más deseada de su país.
Los gemidos por parte de José eran contenidos, pero no por eso menos excitantes. Sus manos prácticamente se habían insertado en la parte posterior de su hermana, ayudándole a subir y a bajar, a montarle, a literalmente cabalgarle con un placer extremadamente delicioso, lo que le motivaba cual adicción a desear más, muchísimo más hasta que sus cuerpos no pudiesen más del cansancio, vencidos por el sueño aunque sus almas quisieran fundirse en el placer eternamente. - Pronto, Isabell...- susurró después de un largo beso, notando cómo se hacía distinguible la menor velocidad del galope de los caballos y el literal galope que Isabell realizaba de manera feroz sobre su hombría. Ya estaban llegando a la residencia, para su maldita desgracia...o más bien para su ardiente fortuna. - Pronto te haré gritar hasta que no puedas más...-"amenazó" en su oído, lamiendo su mejilla y parando los movimientos casi de golpe sobre la húmeda cavidad de su hermana, con sòlo un par de ideas en mente. - Arréglate, ya estamos por llegar...-le dijo antes de que su interlocutora se separase de él por iniciativa propia, sabiendo por instinto lo que su hermano, no...lo que ellos iban a hacer en el tiempo casi inmediato.- Aunque no lo hagas demasiado, porque tu ropa de todas formas quedará en el suelo...-volvió a lamer su mejilla una vez que los dos volvieron a acomodarse sus ropas y en unos segundos se escuchó la voz del chofer anunciando la llegada y el tan ansiado regreso a la residencia temporal De Castilla. José sonrió y bajó primero como rezaba el protocolo, ayudando a su Reina a bajar con la caballerosidad que cualquier varón debería tener con una dama, y sobretodo con alguien como ella. Tras ser recibidos por los criados ordenó que no hubiere molestia alguna para la presencia de ambos Reyes a menos que fuera una urgencia, y una vez que el mandato fue acatado miró de reojo a Isabell, comunicándose una vez más con ella como si tuvieran poderes fuera de la comprensión humana.
La puerta de la habitación de los Reyes se cerró al par de minutos después, dejando a la Reina de España a solas con el León; a solas con la persona más deseada de su país.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
soy suya,
el es mio... el lo sabe, yo lo se
su cama y mi cama
lo saben.
el movimiento y aquella entrega salvaje por querer poseerse una y otra vez se vieron interrumpidas por la ahora lenta llegada a palacio mientras cogía los listones de su corset en un intento de dejarlos como la criada lo hacia, volteo hacia la ventanilla de aquel carruaje arreglándose sencillamente el cabello que tomado con un prendedor de oro, aquel enviado por uno de sus mas adinerados amantes, uno de los tantos que entraba a su cama por el interés de los regalos y a su vez por la forma brutal de este al poseerla, detalle que por cierto Isabell adoraba en un varón.
Dibujo el contorno de sus labios con uno de sus dedos a medida que sentía llegar y viendo de lado a su hermano pese a que este de todas formas hacia lo humanamente necesario para no alejarse demasiado, al llegar tuvieron que hacerlo comportándose realmente como los burgueses que eran.
"Y esto me lleva a cuestionarme ¿Cómo podemos mentir tan abiertamente? Pero ¿Por qué mentir? ¿No llevamos la sangre real en nuestras venas? ¿No llevamos la bendición de Dios en nuestras vidas? Pese a ser sumamente devota jamás considerare que nuestras noches de pasión en una cama sea pecado, o algo malo si hay amor de por medio, es cierto, el tiene a su mujer, pero eso no le impide amarme como lo hace, desearme seducirme… pero ¿a mi? Teniendo a cada hombre entre las sabanas de mis camas siempre termino cayendo en las garras del león de España… un león que sabe amarrar y tomar a una mujer, creo el único que ha conseguido eso… a mi.
Y una vez mas nos hallamos entre cuatro paredes, el viaje hacia mi habitación se hizo corto y la escolta aguardaba afuera, que increíble es ser la soberana y saber que los pasajes secretos llevan a la habitación de aquel león rugiendo… lo siento, su rugido es calmo pero deseoso, animado pero definitivamente consiente de que no solo habrá gritos, sudor y sangre si no que mucha entrega."
No le fue difícil llegar a los aposentos del rey, en el camino secreto hacia estos fue delicadamente soltando su cabello nuevamente y los listones que definirían la presión de su ropa en su cuerpo, no le costo nada abrir la puerta cerrándola casi al instante para inclinar su rostro – León de España… ¿No piensa que provocándome a hacer cosas como las del carruaje corremos el peligro de ser descubiertos? – si, muy consiente y hablando en voz alta con una característica y suave sonrisa de su madre dejaba caer el corset que afirmaba la parte alta del vestido que no duraría demasiado en caer, aunque claro, debajo de toda esa ornamenta se hallaba un precioso regalo para el que quisiese descubrirlo.- ¿le gustaran? – el vendedor comento “es la nueva moda de Paris, es la moda que usted debe usar… y no creo que se queje si usted la compra para el" - no es muy… vulgar?- a lo que el vendedor solo inclino su rostro dejando en sus manos la decisión de comprarlo.
Y así había llegado a parar debajo de sus ropas, encaje y satín en su cuerpo, que solo dejaba entrever la preciosa y ajustada cintura de la reina de España, y mientras se acercaba a su amante nocturno dejaba caer pedazos de su vestido y ornamente, cuando al llegar a la altura de su cuerpo solo pudo acercarse a su cuello y murmurando hablo – Poséame mi querido rey… esta noche seré suya… ¿hace cuanto que no toma el cuerpo de su amada por una noche completa? ¿Hace cuanto que toma el cuerpo de prostitutas para satisfacer el placer que solo yo puedo brindarle? ¿hace cuanto que no siente de mis labios desprender el placer que solo usted puede brindar? – con una mano en su dedo receptivo marcaba el escultural cuerpo de su amado hermano, del cual siempre seria presa… y alzando la mirada para ver sus ojos perfectamente le lanzo en la cama para subir la ultima prenda que dejaría entrever aquella ropa que solo había comprado para José, aunque con poca delicadeza asumió la posición que no habían podido finalizar sentándose encima de el para ir hacia sus labios - Me tiene donde quería esta noche mi señor...
el es mio... el lo sabe, yo lo se
su cama y mi cama
lo saben.
el movimiento y aquella entrega salvaje por querer poseerse una y otra vez se vieron interrumpidas por la ahora lenta llegada a palacio mientras cogía los listones de su corset en un intento de dejarlos como la criada lo hacia, volteo hacia la ventanilla de aquel carruaje arreglándose sencillamente el cabello que tomado con un prendedor de oro, aquel enviado por uno de sus mas adinerados amantes, uno de los tantos que entraba a su cama por el interés de los regalos y a su vez por la forma brutal de este al poseerla, detalle que por cierto Isabell adoraba en un varón.
Dibujo el contorno de sus labios con uno de sus dedos a medida que sentía llegar y viendo de lado a su hermano pese a que este de todas formas hacia lo humanamente necesario para no alejarse demasiado, al llegar tuvieron que hacerlo comportándose realmente como los burgueses que eran.
"Y esto me lleva a cuestionarme ¿Cómo podemos mentir tan abiertamente? Pero ¿Por qué mentir? ¿No llevamos la sangre real en nuestras venas? ¿No llevamos la bendición de Dios en nuestras vidas? Pese a ser sumamente devota jamás considerare que nuestras noches de pasión en una cama sea pecado, o algo malo si hay amor de por medio, es cierto, el tiene a su mujer, pero eso no le impide amarme como lo hace, desearme seducirme… pero ¿a mi? Teniendo a cada hombre entre las sabanas de mis camas siempre termino cayendo en las garras del león de España… un león que sabe amarrar y tomar a una mujer, creo el único que ha conseguido eso… a mi.
Y una vez mas nos hallamos entre cuatro paredes, el viaje hacia mi habitación se hizo corto y la escolta aguardaba afuera, que increíble es ser la soberana y saber que los pasajes secretos llevan a la habitación de aquel león rugiendo… lo siento, su rugido es calmo pero deseoso, animado pero definitivamente consiente de que no solo habrá gritos, sudor y sangre si no que mucha entrega."
No le fue difícil llegar a los aposentos del rey, en el camino secreto hacia estos fue delicadamente soltando su cabello nuevamente y los listones que definirían la presión de su ropa en su cuerpo, no le costo nada abrir la puerta cerrándola casi al instante para inclinar su rostro – León de España… ¿No piensa que provocándome a hacer cosas como las del carruaje corremos el peligro de ser descubiertos? – si, muy consiente y hablando en voz alta con una característica y suave sonrisa de su madre dejaba caer el corset que afirmaba la parte alta del vestido que no duraría demasiado en caer, aunque claro, debajo de toda esa ornamenta se hallaba un precioso regalo para el que quisiese descubrirlo.- ¿le gustaran? – el vendedor comento “es la nueva moda de Paris, es la moda que usted debe usar… y no creo que se queje si usted la compra para el" - no es muy… vulgar?- a lo que el vendedor solo inclino su rostro dejando en sus manos la decisión de comprarlo.
Y así había llegado a parar debajo de sus ropas, encaje y satín en su cuerpo, que solo dejaba entrever la preciosa y ajustada cintura de la reina de España, y mientras se acercaba a su amante nocturno dejaba caer pedazos de su vestido y ornamente, cuando al llegar a la altura de su cuerpo solo pudo acercarse a su cuello y murmurando hablo – Poséame mi querido rey… esta noche seré suya… ¿hace cuanto que no toma el cuerpo de su amada por una noche completa? ¿Hace cuanto que toma el cuerpo de prostitutas para satisfacer el placer que solo yo puedo brindarle? ¿hace cuanto que no siente de mis labios desprender el placer que solo usted puede brindar? – con una mano en su dedo receptivo marcaba el escultural cuerpo de su amado hermano, del cual siempre seria presa… y alzando la mirada para ver sus ojos perfectamente le lanzo en la cama para subir la ultima prenda que dejaría entrever aquella ropa que solo había comprado para José, aunque con poca delicadeza asumió la posición que no habían podido finalizar sentándose encima de el para ir hacia sus labios - Me tiene donde quería esta noche mi señor...
Isabell II de Castilla- Realeza Española
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
El León de España jugaba con el Fuego a su antojo. Éste le rodeaba, se rendía ante sus garras; se entregaba a su cuerpo con aquel desplante que manifestaba en la cama ya fuera con un criado o con un noble, pero con él era distinto. Con él su deseo se multiplicaba, sus ansias eran más notorias aún y la preparación y la provocación eran exhaustivos; todo para mantener satisfecho al insatisfecho varón que ahora le miraba con una sonrisa descaradamente lujuriosa, habiéndose sacado ya la máscara de trabajólico y serio. Una risa salió de sus labios y respondió - Que no se le olvide que usted fue la chispa que terminó por encender la pasión de este animal...no le sirve de nada...culpar al Instinto del León...-La chaqueta se fue separando de su cuerpo mientras las palabras se intercambiaban y las prendas de la Reina desaparecían, quedando encima de una silla que convenientemente estaba cerca. Sus ojos se enfocaron luego en el cuerpo de su hermana: ¿Qué dios había esculpido ese cuerpo? ¿El cristiano? ¿Alguno griego o romano? ¡Qué importaba! Lo único que realmente estaba bajo su atención es que ese cuerpo era sólo para él por esa noche, y por ello ensayó un gruñido excitante, devorando con sus orbes esa boca que expresaba el deseo que ambos tenían por el otro. Se mordió el labio al sentir "algo punzante" en su virilidad cuando lo empezó a tocar, impaciente de hacer cumplir todo lo que Isabell deseaba.- No importa el tiempo que haya pasado sin tener tu cuerpo bajo el mío, no importa cuánto tiempo hayan pasado mis oídos sin escuchar tus gemidos y mis labios sin poseer los tuyos...lo que importa es que estamos a punto de recuperar ese tiempo...
Justo después de eso, y seguro impulsada por esa declaración el cuerpo de José fue bienvenido por la cama perfectamente limpia y estirada, la cual empezó a perder aquellas características cuando Isabell se subió encima de él mandando al diablo todo cuidado y dejándose llevar - Y yo...-sonrió lamiéndole los labios- Te haré mía una y otra vez...no vas a tener espacio ni para respirar...-mordió su labio inferior y tiró de él, masajeando lo que iba más abajo de la espalda con un deseo cada vez menos contenido, sintiendo cómo su entrepierna llegaba a doler arrebatándole un profundo gemido. - El León se está quemando...y eso lo pone mucho más salvaje...-dijo y casi le arrancó la boca con el beso que vino después, casi arrancándole aquella prenda que le privaba de observar aquel diseño que en el carruaje sólo había palpado. - Por Dios...-dijo en sus labios visiblemente complacido, moviéndose con ella como si estuviera recordando lo sucedido minutos atrás en la privacidad de las cuatro paredes que los trasladaban.- Eres una leona en celo, Isabell...me ponen tanto las leonas en celo...-dijo acariciando su mejilla, apretando con la otra mano uno de esos perfectos glúteos que tantos habían manoseado pero pocos con su habilidad, y pocos con el deleite que ella provocaba a propósito a ciertas personas - Y quiero que esta leona me desgarre con la ferocidad que le caracteriza...- Aquella aspiración escondía una orden, un deseo fogoso, un anhelo lujurioso que era imposible de ocultar cuando estaban los dos solos en la cama y que cuando estaban fuera de ella se manifestaba en miradas cómplices, en susurros invisibles y caricias camufladas en medio de esa vida que el Rey detestaba. Al menos tenía a salvo su privacidad, con la que podía hacer cosas como las que estaba haciendo y que nadie podría interrumpir; aquella privacidad que le permitía entregarle su cuerpo a su propia sangre.
Justo después de eso, y seguro impulsada por esa declaración el cuerpo de José fue bienvenido por la cama perfectamente limpia y estirada, la cual empezó a perder aquellas características cuando Isabell se subió encima de él mandando al diablo todo cuidado y dejándose llevar - Y yo...-sonrió lamiéndole los labios- Te haré mía una y otra vez...no vas a tener espacio ni para respirar...-mordió su labio inferior y tiró de él, masajeando lo que iba más abajo de la espalda con un deseo cada vez menos contenido, sintiendo cómo su entrepierna llegaba a doler arrebatándole un profundo gemido. - El León se está quemando...y eso lo pone mucho más salvaje...-dijo y casi le arrancó la boca con el beso que vino después, casi arrancándole aquella prenda que le privaba de observar aquel diseño que en el carruaje sólo había palpado. - Por Dios...-dijo en sus labios visiblemente complacido, moviéndose con ella como si estuviera recordando lo sucedido minutos atrás en la privacidad de las cuatro paredes que los trasladaban.- Eres una leona en celo, Isabell...me ponen tanto las leonas en celo...-dijo acariciando su mejilla, apretando con la otra mano uno de esos perfectos glúteos que tantos habían manoseado pero pocos con su habilidad, y pocos con el deleite que ella provocaba a propósito a ciertas personas - Y quiero que esta leona me desgarre con la ferocidad que le caracteriza...- Aquella aspiración escondía una orden, un deseo fogoso, un anhelo lujurioso que era imposible de ocultar cuando estaban los dos solos en la cama y que cuando estaban fuera de ella se manifestaba en miradas cómplices, en susurros invisibles y caricias camufladas en medio de esa vida que el Rey detestaba. Al menos tenía a salvo su privacidad, con la que podía hacer cosas como las que estaba haciendo y que nadie podría interrumpir; aquella privacidad que le permitía entregarle su cuerpo a su propia sangre.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
“No hay nada peor que la vulnerabilidad
Si buscas un fin, no debes sentir…
No debes dejarte llevar por los sentimientos que al final nada te entregan…
No te ayudan… al contrario, te perjudican”
Pocas veces se rendía de tal forma ante su rey que no por ser su hermano se detenía en tocarlo, sentirlo tal como es, en deleitarse en el placer de su cama y es que desde que tenía memoria había sido así… ¿a qué se debía tanto placer? ¿Será porque él se entrego en cuerpo y alma cuando apenas eran jóvenes y no sabían nada de sexo amor y/o relaciones? Aunque sabía muy bien que siempre había sido la implacable en temas de relaciones con otros varones, Isabell seria de esas mujeres que nunca se rendiría ante las garras del amor, pero con su hermano era diferente, vulnerable y eso no le ayudaba al momento de mantener su seriedad, aquellos ojos, aquel cabello y aquella forma que tenía el león que había crecido en su cuerpo con una actitud parecida a la de su padre le hacían sentir completa y absolutamente vulnerable, con un sentimiento de deseo que no tenía por nadie… aunque siempre habrán excepciones…
Sonrió ante los movimientos provocativos que sus manos daban por su cuerpo rendido ante su león, se aferro a él no solo con sus piernas de por sí ya aferradas a el más si no con uñas y una mirada que no cesaba en sonrisa… - ¿¿supongo que lo que desee el león obtendrá no?? – una pausa se asomaba con una risa totalmente provocativa, algo que no media, más bien salía de su cuerpo con todas las ganas que le provocaba sentirlo furioso, molesto pero a la vez excitado… - ¿ Y el león quiere ferocidad? ¿Desde cuándo? –
esta vez ríe notoriamente mientras su uña aferrada a la espalda de su amante nocturno presiona dejando una marca, quizás sangre, carmesí que no duda en caer convertida en gota por la espalda ajena, mientras sus labios van directamente a los suyos, oh si, podía sentir en su gloria aquella virilidad voluminosa en su interior a punto de explotar quizás más aun de lo que estaba en el carruaje del cual habían salido apenas unos minutos.
Aquella noche no sería diferente de las otras, seria única… con la diferencia que no solo se harían sentir gemidos y gritos de pasión si no sangre… lo veía venir, aquellos presagios de placer que sentía en los estremecimientos de su cuerpo comenzaban a vibrar indicándole lo que vendría, cualquiera diría que Isabell estaba preparado para ello pero ¿Por qué no?
Últimamente la ferocidad se había encargado de sus movimientos, y era exclusivamente por que lo necesitaba… se aferro nuevamente a su amante liberando de una vez aquella virilidad que tanto lo caracterizaba como uno de los reyes más deseados en toda la Europa – le he dicho que esto lo hace único? – murmura en su oído con una suavidad no característica del momento y en un gemido por el arte de sus manos se movió por encima de su cuerpo penetrándose sin esperar en su interior y rompiendo el silencio que se había formado dentro de esas cuatro paredes para dar paso a una noche intensa… larga… y completamente secreta.
Off: LOVE U! lo siento la demora y lo poquito :B
Si buscas un fin, no debes sentir…
No debes dejarte llevar por los sentimientos que al final nada te entregan…
No te ayudan… al contrario, te perjudican”
Pocas veces se rendía de tal forma ante su rey que no por ser su hermano se detenía en tocarlo, sentirlo tal como es, en deleitarse en el placer de su cama y es que desde que tenía memoria había sido así… ¿a qué se debía tanto placer? ¿Será porque él se entrego en cuerpo y alma cuando apenas eran jóvenes y no sabían nada de sexo amor y/o relaciones? Aunque sabía muy bien que siempre había sido la implacable en temas de relaciones con otros varones, Isabell seria de esas mujeres que nunca se rendiría ante las garras del amor, pero con su hermano era diferente, vulnerable y eso no le ayudaba al momento de mantener su seriedad, aquellos ojos, aquel cabello y aquella forma que tenía el león que había crecido en su cuerpo con una actitud parecida a la de su padre le hacían sentir completa y absolutamente vulnerable, con un sentimiento de deseo que no tenía por nadie… aunque siempre habrán excepciones…
Sonrió ante los movimientos provocativos que sus manos daban por su cuerpo rendido ante su león, se aferro a él no solo con sus piernas de por sí ya aferradas a el más si no con uñas y una mirada que no cesaba en sonrisa… - ¿¿supongo que lo que desee el león obtendrá no?? – una pausa se asomaba con una risa totalmente provocativa, algo que no media, más bien salía de su cuerpo con todas las ganas que le provocaba sentirlo furioso, molesto pero a la vez excitado… - ¿ Y el león quiere ferocidad? ¿Desde cuándo? –
esta vez ríe notoriamente mientras su uña aferrada a la espalda de su amante nocturno presiona dejando una marca, quizás sangre, carmesí que no duda en caer convertida en gota por la espalda ajena, mientras sus labios van directamente a los suyos, oh si, podía sentir en su gloria aquella virilidad voluminosa en su interior a punto de explotar quizás más aun de lo que estaba en el carruaje del cual habían salido apenas unos minutos.
Aquella noche no sería diferente de las otras, seria única… con la diferencia que no solo se harían sentir gemidos y gritos de pasión si no sangre… lo veía venir, aquellos presagios de placer que sentía en los estremecimientos de su cuerpo comenzaban a vibrar indicándole lo que vendría, cualquiera diría que Isabell estaba preparado para ello pero ¿Por qué no?
Últimamente la ferocidad se había encargado de sus movimientos, y era exclusivamente por que lo necesitaba… se aferro nuevamente a su amante liberando de una vez aquella virilidad que tanto lo caracterizaba como uno de los reyes más deseados en toda la Europa – le he dicho que esto lo hace único? – murmura en su oído con una suavidad no característica del momento y en un gemido por el arte de sus manos se movió por encima de su cuerpo penetrándose sin esperar en su interior y rompiendo el silencio que se había formado dentro de esas cuatro paredes para dar paso a una noche intensa… larga… y completamente secreta.
Off: LOVE U! lo siento la demora y lo poquito :B
Isabell II de Castilla- Realeza Española
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
Faltaba aquel invitado de honor para que aquella noche se convirtiera en una que les costara olvidar y superar en largo tiempo. Menos mal que llegó a tiempo manifestándose en la espalda del varón que luchaba por soportar el dejar a su hermana sin poder caminar por un par de días por lo menos, pero hasta a eso estaba acostumbrada ella. Lo habían hecho tantas veces, en tantos lugares, de tantas maneras que costaba innovar…sólo bastaba improvisar, acariciar esos músculos más conocidos que los propios inclusive y causar el mayor deleite y placer a la persona que, en este caso particular, estaba encima suyo moviéndose con desespero por realizar la unión. Él también la quería, por supuesto, e Isabell pareció leerle la mente con la respuesta que le dio su mano, sintiendo aquella herramienta palpitante clamar y rogar por su húmedo hogar, ese que había visitado acompañado del trote equino y las ruedas girando; al que quería volver para establecerse de manera semi-permanente.
El susurro le hace sentir una nueva y deliciosa descarga en la punta de la zona más codiciada del Rey, y la respuesta no se hace esperar – No recuerdo…cuántas veces me lo has dicho…- Sí, haciéndose el humilde, cuando se vanagloriaba internamente de haber tenido un desfile de mujeres en su cama tan o más largo que la última vez que había tenido relaciones con su hermana. – Pero lo que sí recuerdo es que tú eres única, bendita entre las mujeres…- Apenas alcanzó a halagarla, porque aquella espera tan prolongada por fin se había roto, moviendo de inmediato sus caderas echándose hacia atrás por la naturaleza del baile de sus cuerpos, ganando la sábana una decoración carmesí que podrían asumir a un corte que trató de ser frenado personalmente, sin la necesidad de tener un criado para una tarea tan simple, y que sin embargo requería la presencia de un sirviente con conocimientos mínimos de medicina. Pero ahora no quería nada ni a nadie más que a ella, a esa mujer que lo cabalgaba con una entrega total a su persona, la cual podía percibir por la violencia de sus caderas que parecían aferradas a su entrepierna de la misma forma en que un náufrago se agarra de una tabla para sobrevivir. Él era su tabla, aunque más precisamente era una tabla que ardía.
Las manos se agarraron a aquel par de esferas perfectas y las tiraron forzando que los labios ajenos se fueran a los propios como en una orden indirecta y candente, saboreando con lujuria y mordisqueando con picardía cada músculo labial, enfocándose en su lengua; la que lamió, succionó y volvió a lamer para luego comerle la boca con esa Pasión Española que sólo ellos tenían, moviéndose sus cuerpos en sincronía como si hubieran nacido el uno para el otro, complementándose sus deseos y sus virtudes como si fuera algo natural. ¡Qué importaba la sangre! ¡Se adoraban y ya!
Jadeó un instante en que sus bocas buscaron reencontrarse con el aire y las manos se movieron para quitar toda prenda restante, dejando y quedando todo en un segundo y tercer plano, porque era ese cuerpo enviciante el que tenía toda su atención. Le robó un beso, y luego otro, apretando el agarre y el contacto en su interior – Te deseaba tanto, Isabell De Castilla…- Y cuando le decía el nombre completo vaya que sonaba sensual con esos susurros rasposos, esos que derretían a todas sus presas antes de llevárselas a su cueva, o a su cama en este caso. – Añoraba tanto tenerte así…sentirte así…- Un gemido le interrumpió, porque sus caderas se habían detenido, mas no las de esa mujer de posibilidades sexuales casi infinitas, igual que su apetito. Ambos eran insaciables, y por ello eran perfectos el uno para el otro.
OFF: LOVE U! Y perdón lo largo (?)
El susurro le hace sentir una nueva y deliciosa descarga en la punta de la zona más codiciada del Rey, y la respuesta no se hace esperar – No recuerdo…cuántas veces me lo has dicho…- Sí, haciéndose el humilde, cuando se vanagloriaba internamente de haber tenido un desfile de mujeres en su cama tan o más largo que la última vez que había tenido relaciones con su hermana. – Pero lo que sí recuerdo es que tú eres única, bendita entre las mujeres…- Apenas alcanzó a halagarla, porque aquella espera tan prolongada por fin se había roto, moviendo de inmediato sus caderas echándose hacia atrás por la naturaleza del baile de sus cuerpos, ganando la sábana una decoración carmesí que podrían asumir a un corte que trató de ser frenado personalmente, sin la necesidad de tener un criado para una tarea tan simple, y que sin embargo requería la presencia de un sirviente con conocimientos mínimos de medicina. Pero ahora no quería nada ni a nadie más que a ella, a esa mujer que lo cabalgaba con una entrega total a su persona, la cual podía percibir por la violencia de sus caderas que parecían aferradas a su entrepierna de la misma forma en que un náufrago se agarra de una tabla para sobrevivir. Él era su tabla, aunque más precisamente era una tabla que ardía.
Las manos se agarraron a aquel par de esferas perfectas y las tiraron forzando que los labios ajenos se fueran a los propios como en una orden indirecta y candente, saboreando con lujuria y mordisqueando con picardía cada músculo labial, enfocándose en su lengua; la que lamió, succionó y volvió a lamer para luego comerle la boca con esa Pasión Española que sólo ellos tenían, moviéndose sus cuerpos en sincronía como si hubieran nacido el uno para el otro, complementándose sus deseos y sus virtudes como si fuera algo natural. ¡Qué importaba la sangre! ¡Se adoraban y ya!
Jadeó un instante en que sus bocas buscaron reencontrarse con el aire y las manos se movieron para quitar toda prenda restante, dejando y quedando todo en un segundo y tercer plano, porque era ese cuerpo enviciante el que tenía toda su atención. Le robó un beso, y luego otro, apretando el agarre y el contacto en su interior – Te deseaba tanto, Isabell De Castilla…- Y cuando le decía el nombre completo vaya que sonaba sensual con esos susurros rasposos, esos que derretían a todas sus presas antes de llevárselas a su cueva, o a su cama en este caso. – Añoraba tanto tenerte así…sentirte así…- Un gemido le interrumpió, porque sus caderas se habían detenido, mas no las de esa mujer de posibilidades sexuales casi infinitas, igual que su apetito. Ambos eran insaciables, y por ello eran perfectos el uno para el otro.
OFF: LOVE U! Y perdón lo largo (?)
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
Que puedo hacer...
cuando todo lo que busco en un hombre
esta en el...
lo amo pero el sentimiento es aun mayor
si tu sangre comparte la suya...
no es incesto...
es amor.
No pudo mas que dejarse llevar por los gemidos que su cuerpo deliberadamente se rendían en su boca, en su cuerpo, cada parte nuevamente sintiendo el efecto-recuerdo que toda la vida ha sentido con José, como si todo lo que hicieran ya lo hubieran echo pero de una u otra forma se hacia cada vez mas intensa, mas fuerte y deseable, como si cada pedazo de si se rompiera para volver a unirse en aquel baile de insaciable necesidad... se necesitaban, para ser uno y para ser el otro siempre se necesitarían aun cuando ninguno lo reconociera ni le importara reconocerlo...
-siga... siga... León de las Españas que esta noche no terminara nunca.... estoy a voluntad y...- un gemido interrumpió sus palabras a medida que arrancaba la boca de aquel bendito ser, quien no cesaba de tocarla de poseerla en cada embestida y arranque, que no cesaba de gemir ni de hacer de aquel ambiente en su habitación un ambiente de ardor placer.
cerró los ojos esta vez dejándose llevar por el ambiente de placer que los envuelve a los dos, rey y reina... hermano y hermana... amantes... la sangre los unía si, siempre os había unido pero desde el primer momento que toco a su hermano así como el a ella habían descubierto que la sangre no seria lo suficientemente para unirlos mas que momentos así... momentos perfectos, llenos de pasión y entrega, en el que el León satisfacía sus placeres con la mujer mas fiera de las Españas...
-Y yo lo deseaba mi Lord... acaso no se da cuenta aun? no hay hombre que llene mas de placeres como usted José... y jamas lo dejare ir... - murmura a medida que el ritmo aumenta con cierta dificultad y su mano recorriendo la cavidad de su espalda aunque con la otra acariciando aquel bendito miembro a medida que entraba y salia por su interior en aquel rito de entrega que no seria el primero ni el ultimo...
-lo recuerda? - murmura en su oído jugando con el placer, con su boca, con su nariz en su rostro excitado - la primera vez que me toco? - su lengua lame aquel cuello que al sentir su tacto se endurece así como su miembro aun saliendo y entrando de el - lo hizo con ner...viosismo - otro gemido a medida que habla sale de su interior - con deseo y miedo... y ahora...
ahora lo que menos existe es miedo - murmura en su boca buscando sus ojos, tocándolo, olvidándose por un momento de la embestida para mantener aquella mirada perfecta... con la respiración entrecortada...
con el cuerpo en un hilo, sintiendo aquel miembro cada vez mas grande en su interior - ahora es un hombre... mas que eso... un León... y cada... - otro gemido intenso recorre su cuerpo así como una exquisita sensación de ardor al sentirlo entrar mas duro e intenso...-cada vez mejor...-
y por fin comenzó a sentir los efectos del placer electrizante por su cuerpo, como si una descarga la llenara por completo haciéndola caer hacia un lado de la cama con una completa falta de aire...
OFF: perdon lo poquito te prometo el otro mas larguito xD(?)
cuando todo lo que busco en un hombre
esta en el...
lo amo pero el sentimiento es aun mayor
si tu sangre comparte la suya...
no es incesto...
es amor.
No pudo mas que dejarse llevar por los gemidos que su cuerpo deliberadamente se rendían en su boca, en su cuerpo, cada parte nuevamente sintiendo el efecto-recuerdo que toda la vida ha sentido con José, como si todo lo que hicieran ya lo hubieran echo pero de una u otra forma se hacia cada vez mas intensa, mas fuerte y deseable, como si cada pedazo de si se rompiera para volver a unirse en aquel baile de insaciable necesidad... se necesitaban, para ser uno y para ser el otro siempre se necesitarían aun cuando ninguno lo reconociera ni le importara reconocerlo...
-siga... siga... León de las Españas que esta noche no terminara nunca.... estoy a voluntad y...- un gemido interrumpió sus palabras a medida que arrancaba la boca de aquel bendito ser, quien no cesaba de tocarla de poseerla en cada embestida y arranque, que no cesaba de gemir ni de hacer de aquel ambiente en su habitación un ambiente de ardor placer.
cerró los ojos esta vez dejándose llevar por el ambiente de placer que los envuelve a los dos, rey y reina... hermano y hermana... amantes... la sangre los unía si, siempre os había unido pero desde el primer momento que toco a su hermano así como el a ella habían descubierto que la sangre no seria lo suficientemente para unirlos mas que momentos así... momentos perfectos, llenos de pasión y entrega, en el que el León satisfacía sus placeres con la mujer mas fiera de las Españas...
-Y yo lo deseaba mi Lord... acaso no se da cuenta aun? no hay hombre que llene mas de placeres como usted José... y jamas lo dejare ir... - murmura a medida que el ritmo aumenta con cierta dificultad y su mano recorriendo la cavidad de su espalda aunque con la otra acariciando aquel bendito miembro a medida que entraba y salia por su interior en aquel rito de entrega que no seria el primero ni el ultimo...
-lo recuerda? - murmura en su oído jugando con el placer, con su boca, con su nariz en su rostro excitado - la primera vez que me toco? - su lengua lame aquel cuello que al sentir su tacto se endurece así como su miembro aun saliendo y entrando de el - lo hizo con ner...viosismo - otro gemido a medida que habla sale de su interior - con deseo y miedo... y ahora...
ahora lo que menos existe es miedo - murmura en su boca buscando sus ojos, tocándolo, olvidándose por un momento de la embestida para mantener aquella mirada perfecta... con la respiración entrecortada...
con el cuerpo en un hilo, sintiendo aquel miembro cada vez mas grande en su interior - ahora es un hombre... mas que eso... un León... y cada... - otro gemido intenso recorre su cuerpo así como una exquisita sensación de ardor al sentirlo entrar mas duro e intenso...-cada vez mejor...-
y por fin comenzó a sentir los efectos del placer electrizante por su cuerpo, como si una descarga la llenara por completo haciéndola caer hacia un lado de la cama con una completa falta de aire...
OFF: perdon lo poquito te prometo el otro mas larguito xD(?)
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Re: ¿Tiene algo que decirme?[José alfonso de Castilla] +18
Al quedarse sin madre a tan temprana edad, ambos crecieron instruidos principalmente por sus sirvientes, esos que no temían arrodillarse o entregar sus vidas incluso por salvar a esos dos niños y luego jóvenes que representaban el futuro de toda una Nación, aunque fuere el varón el que tomase las riendas que su padre no quería soltar aún. Gobernaba para “los suyos”, para esas familias que habían conseguido mantener su poder e influencia de generación en generación y esperaban proseguir con aquella senda de éxito y dominio con el mayor de los hijos del Monarca.
Por ello su padre le trataba duramente en cada clase e instrucción, siendo las negativas castigadas duramente; y peor aún las escapadas que se hicieron cada vez más frecuentes a medida que iba convirtiéndose en un adolescente. Terminaba encerrado en su habitación con las rodillas ocultando su cabeza adolorida y húmeda por las lágrimas, transformándose después en pensamientos de impotencia y rebeldía que no tardó en demostrar. Todo aquello por la falta de consuelo, por ese par de brazos cariñosos y envolventes que alcanzó a disfrutar únicamente por tres años. Pero lo que no sabía, es que ese deseo sería satisfecho por alguien que no esperaba.
Miradas mutuas, nerviosas de él y seguras de ella, tal y como percibían sus manos del otro en esa noche. Las dudas se multiplicaban en la misma medida que sus besos…pero poco a poco lo fue olvidando, dejándose llevar por las enseñanzas de su joven hermana y desde ese momento amante. Los encuentros se hicieron cada vez más frecuentes, forjándose un lazo que superaba el de la sangre…
- Sí, cómo…olvidarlo…- susurró en aquella cercanía que se hacía casi morbosa entre ambos, observándose, comiéndose con los ojos y no con la boca, poseyéndose mutuamente sólo con el aliento que se desprendía de sus labios sin tocarse. No era necesario, se conocían de memoria. Por eso José sonrió y le sostuvo para embestirle más firmemente, quitándole el aire a ella y a sí mismo por unos instantes antes de sentirle apretar su interior con intensidad como prueba infalible del primero de sus orgasmos, del primero de muchos que le haría sentir. Ella cayó a su lado, aparentemente agotada y vencida, pero al León eso no le importó. Su presa no iba a escaparse tan fácilmente de entre sus garras. Por ello se posó encima suyo, observando su rostro sinónimo de haber visitado el cielo por unos cuantos segundos – Te dije que…no iba a dejarte respirar…- Le robó un largo beso y cuando se le acabó el aire a él le dejó tomar aire apenas un poco, porque ya se estaba acomodando entre sus piernas para continuar aquella noche que sería larguísima – Y soy un Rey que cumple sus promesas…- Sonrió sabiendo de la veracidad de sus palabras y la tomó de nuevo, manteniéndole las piernas firmemente separadas con las manos para moverse con fuerza, con la ferocidad del León que representaba y le habían hecho merecedor de tal apodo que para los ingenuos era alusivo a la nobleza y al poder que ostentaba aquel hombre, ese que deseaba escuchar los gritos de su Reina y Hermana como un agregado a la sinfonía instintiva del choque de sus cuerpos y la cama rechinando por la fuerza que a ratos se volvía violencia, como si le castigara por ser lo que era.
La mujer más hermosa de España.
OFF: Oh Mai God...me inspiraste <3
Por ello su padre le trataba duramente en cada clase e instrucción, siendo las negativas castigadas duramente; y peor aún las escapadas que se hicieron cada vez más frecuentes a medida que iba convirtiéndose en un adolescente. Terminaba encerrado en su habitación con las rodillas ocultando su cabeza adolorida y húmeda por las lágrimas, transformándose después en pensamientos de impotencia y rebeldía que no tardó en demostrar. Todo aquello por la falta de consuelo, por ese par de brazos cariñosos y envolventes que alcanzó a disfrutar únicamente por tres años. Pero lo que no sabía, es que ese deseo sería satisfecho por alguien que no esperaba.
Miradas mutuas, nerviosas de él y seguras de ella, tal y como percibían sus manos del otro en esa noche. Las dudas se multiplicaban en la misma medida que sus besos…pero poco a poco lo fue olvidando, dejándose llevar por las enseñanzas de su joven hermana y desde ese momento amante. Los encuentros se hicieron cada vez más frecuentes, forjándose un lazo que superaba el de la sangre…
- Sí, cómo…olvidarlo…- susurró en aquella cercanía que se hacía casi morbosa entre ambos, observándose, comiéndose con los ojos y no con la boca, poseyéndose mutuamente sólo con el aliento que se desprendía de sus labios sin tocarse. No era necesario, se conocían de memoria. Por eso José sonrió y le sostuvo para embestirle más firmemente, quitándole el aire a ella y a sí mismo por unos instantes antes de sentirle apretar su interior con intensidad como prueba infalible del primero de sus orgasmos, del primero de muchos que le haría sentir. Ella cayó a su lado, aparentemente agotada y vencida, pero al León eso no le importó. Su presa no iba a escaparse tan fácilmente de entre sus garras. Por ello se posó encima suyo, observando su rostro sinónimo de haber visitado el cielo por unos cuantos segundos – Te dije que…no iba a dejarte respirar…- Le robó un largo beso y cuando se le acabó el aire a él le dejó tomar aire apenas un poco, porque ya se estaba acomodando entre sus piernas para continuar aquella noche que sería larguísima – Y soy un Rey que cumple sus promesas…- Sonrió sabiendo de la veracidad de sus palabras y la tomó de nuevo, manteniéndole las piernas firmemente separadas con las manos para moverse con fuerza, con la ferocidad del León que representaba y le habían hecho merecedor de tal apodo que para los ingenuos era alusivo a la nobleza y al poder que ostentaba aquel hombre, ese que deseaba escuchar los gritos de su Reina y Hermana como un agregado a la sinfonía instintiva del choque de sus cuerpos y la cama rechinando por la fuerza que a ratos se volvía violencia, como si le castigara por ser lo que era.
La mujer más hermosa de España.
OFF: Oh Mai God...me inspiraste <3
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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