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¿Qué esconden las sombras? [Léonard Deveraux] ◊◊ 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Lakme Sáb Oct 29, 2011 5:06 am

A pesar de que la noche ya había decidido oscurecer las calles parisinas, cubrir con su frío manto otoñal cada una de ellas y a sus gentes, el gran teatro parisino continuaba con aquella actividad que había tenido a los miembros de la farandula ocupados en aquellos días.

La recien llegada compañía "Aromas de oriente" con su exótico ballet, la capital francesa se veía algo abrumada por la curiosidad, no solo los deseosos espectadores estallaban en ese sentimientos, sino que muchos otros veían con su llegada la oportunidad de incorporarse al mundo del espectáculo o continuar en él, elevando su fama de un modo más internacional.
Aquel pequeño espectáculo, estaba viajando por todos los teatros, cabaret e incluso burdeles de europa, y éste iba precedido por el escándalo y la censura. Ya que en aquella época, ¿qué mujer decente bailaría de aquel modo, con tan poca ropa encima? Aunque en realidad, aquello era lo que creaba morbo a la gente, y la atraía bastante.Se veía repleto de un público con un poco más de dinero que el resto, en su mayoría podían verse hombres, pero también se podían ver a aquellas curiosas mujeres, que solo iban a señalar con el dedo.

En esa noche se veía algo más abarrotado de la cuenta, ya que había coincidido los ensayos de obras teatrales con el comienzo del ensayo del ballet. Unos salían tras terminar de interpretar sus papeles un día más sobre el escenario, otros entraban buscando una oportunidad de ser parte del ballet, en su mayoría eran chicas jovenes de todas las clases: estaban las de una clase media que buscaban una vida emocionante fuera de la vieja París, cortesanas que querían comprobar su talento en lo vinculado con el baile, y aquellas pobretonas que deseaban cambiar su suerte y poder encontrar un medio para ganarse algo que llevarse en la boca.
Tanpoco había que olvidar a aquellos que a pesar de haber finalizado sus ensayos se quedaban entre bastidores como cotillas o curiosos de la novedad traída supuestamente de "oriente".

Los musicos que a penas hablaban el frances, con sus tez morenas y rasgos finos, repetían una y otra vez la misma piezas con aquellos intrumentos poco usuales de ver; una de las bailarinas; con ropas muy diferentes a las demás, parecía ser la que llevaba toda la dirección hacía señas de que las chicas se detuviesen en su bailar, y en un idioma extranjero con tonos ronroneantes les hablaba a los musicos para que de neuvo empezaran de nuevo.

Si, ella era Lakme, la estrellas del espectáculo. Se decía que había sido un tipo inglés de alta clase, quien la había descubierto en algun lugar recondito de la India, o más bien donde ella le había descubierto para sus propositos, sin él no hubiese sido posible que su fama como bailarina de danzas orientales y otras artes hubiese llegado al mismo París. Si ahora, se apodaba Lakme, si, Lakme, ya aquel noble inglés le había puesto aquel nombre por alguna ópera que se ambientaba en la India o algo por el estilo, y fingía ser una extravagante bailarina, protegida por un hombre que le atraía el mundo del exotismo, y mas que protegida por él, él mismo estaba siendo ahora su propia marioneta.

Las chicas seguían cada uno de aquellos pasos complicados, poco usuales, creando movimientos con partes de su cuerpo demasiados escandalosos para una sociedad como aquella. Cada vez que cesaba la musica de nuevo, Lakme volvía a hablar con las bailarinas indicandole lo que deseaba de ella. Más de una bajaba del escenario entre sollozos o gritandole con descaro en desacuerdo, eso significaba que su oportunidad había sido perdida y que no valían para aquello.
A la extraña bailarina parecía poco importarle, ya que continuaba con sus ensayos como si nada, es más había llegado el momento que independiente a los pasos de las chicas, ella iniciaba su propia danza conviertiendola en la protagonista del pequeño ensayo. Se movía de un modo extravagante, su cuerpo se volvía ondulante creando imposibles posturas que demostraba toda la flexibilidad que sus miembros poseía, incluso parecía sumida en algun tipo de extasis hipnótico mientras giraba y dejaba que sus cabellos sueltos siguiesen a su cuerpo. La poca ropa que llevaba encima se elevaba mostrando más piel de la cuenta, las chicas que le seguían llevaban ropas que cubrían sus encantos, pero aquella bailarina iba semidesnuda sin dejar mucho a la imaginación.

Sus ojos seductores eran ajenos a aquellos que le rodeaban, Lakme bailaba para sí más que para ellos, aunque a ella se sentía agusto, en aquel momento, portadora de ser el centro de atención, más le gustaba la sensación de estar rompiendo ciertas reglas en su especie, como era el descubrirse a la luz entre aquellas sombras, pero a ella no le importaba estaba cansada de esconderse en las sombras, en la vergüenza como muchos decían, por ser aquellos demonios que no habían elegido, algunos, aquel medio de vida.

La noche había continuado avanzando, los ensayos había finalizado, todos se había despedido, el teatro quedaba totalmente vacio. ¿Totalmente vacio?

Los candiles apagados del encenaro convertía al teatro en un lugar totalmente diferente al que por día era, parecía haberse convertido en un lugar lugubre, y misterioso. Solo la luz de unas pocas velas daba señal de que aun había presencia humana en aquel lugar, tras la pantomima quedaban aquella zona abierta para hacer de camerino. Era para las bailarinas, actrices... que no poseían un sala propia para poder arreglarse.

Los espejos reflejaban la cera candente que poco a poco desaparecía por el cuerpo de la vela, sobre los tocadores quedaban desordenados las alhajas y afeites necesitados para el teatro. Cerca en el diván dos mujeres conversaban entre sus susurros jadenates.

La lengua extranjera con el francés se entremezclaba.

-Chérie, hacía tiempo que notaba que... -La voz de Lakme podía ser reconocida en aquella penunbra, tras terminar la frase sus labios besaron a los de la chica de cabellos caoba, ésta le respondia con el mismo ardor.

-Mi señora, yo nunca haría nada de eso... -El acento de aquella chica denotaba que no era francesa, es más aquella joven era el último capricho que Lakme se había concebido desde Viena. -... No era mi intención... -Fragmentos de la conversación quedaban perdidos en su camino, las palabras de la joven bailarina se quebraron a causa de aquellos gemidos placenteros que había comenzado a surgir de su garganta debido a la excitación embriagada que su cuerpo sufría. -No más mi señora... No más... No volveré a hacerlo, se lo juró... -Su voz quedaba mezclada entre la angustía y el rogar de que aquellas manos y labios continuarán proporcionandole placer.

Los gemidos y gritos regodeadores se intensificaron hasta que el orgasmo consiguió su cenit. Los labios de aquella chica exhalaron su último aliento tras alcanzar el extasis que le había proporcionado la muerte.
Lakme cubrió el cuerpo de la chica desangrada con un fino visillo transparente que dejaba apreciar la figura del cadaver, junto a la pila de agua tibia lavó sus labios, su rostro y aquellas manos manchadas por una mezcla del producto del orgasmo y la sangre de aquella chica.
Tras hacer esto Lakme se alejo de unos tocadores acercandose a las sombras que las velas no podía iluminar, tomando del suelo un colgante extraño comenzo a contar las "moscas" de oro que formaban parte del collar, faltaban unas cuantas, Lakme por la cuerda introdujo las que faltaba, las que aquella chica le había estado robando poco a poco en aquellos meses.

De repente sus ojos felinos, aun teñidos por el escarlata provocado por la excitación de la anterior situación, buscaron en la oscuridad tras percibir que no estaba sola, alguien quedaba en el teatro, alguie... Que tal vez había visto la escena, que tal vez, había presenciado como se alimentaba.


Última edición por Lakme el Miér Nov 02, 2011 7:48 am, editado 1 vez


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"Viejos Dioses en nuevas calles...":

Lazos de sangre":

"La sangre pesa más que el agua...":

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Mensaje por Léonard Deveraux Mar Nov 01, 2011 8:48 am

-Esta vez él no era el protagonista de aquella noche aunque si lo eran los sentimientos de los que se estaba haciendo partícipe en él. Todos sabian que el teatro, la música asi como las letras correspondian a la vida de Léonard pues para vivir siempre habia tenido que tenderles la mano para que de una forma u otra conviviesen en armonia y pudiera ganarse la vida con esas artes. Le habian invitado a ver a una compañia de danza por lo que los castings de los teatros habian sido anulados y como compensación habian sido invitados a observar aquella compañía ¿para aprender? querian decir algunas veces pero era cierto aun les quedaba mucho para aprender ya que los que se presentaban no eran demasiado profesionales...en muchas ocasiones habia sido Léonard el favorito nada más porque solo habia tenido la pretensión de actuar para hacer el papel y no de actuar porque se creía el mejor.

Muchos rechazaron la oferta amablemente otros sin ningún disimulo previo habian negado el honor de ver a otros actuar asi que Léonard fué el único en acudir encontrandose a un desconcertado director asi como algunas personas más que eran de la familia, el escritor claramente se encontraba desconcertado pues no conocía a esa gente más que al director asi que no sabia si podría estar cómodo, de todos modos no rechazó la invitación ni tampoco esos instintos quele decian que era mejor marcharse, disfrutar del silencio y el descanso una tarde y volver cuando finalmente pudiera ser protagonista en algo; La gente empezaba a entrar y él lejos de pensarlo de nuevo se sonrió hechando un suspiro sonoro al aire, respirando profundamente como si él mismo fuese a entrar para actuar- Hahaha ya voy -respondió con una carcajada a los movimientos del director, la única persona que no miraría con malos ojos al mediocre léonard.

Pasaron los minutos, fueron incluso demasiados pues a los segundos habia permanecido con los labios abiertos para ver todo lo que habia, el baile o una cultura diferente que le enviaba de vuelta a otro pais, no habia aromas especiales solo aquellos perfumes exóticos que le embaucaban de una manera extraña, las bailarinas eran hermosas pero ante todo se notaba a la autentica protagonista, cuando quiso preguntar por el nombre el director que estaba en las mismas condiciones de embelesamiento respondia con un movimiento de sus manos. Era sin duda una mujer hermosa que era capaz de volver locos a los hombres aun cuando estuvieran a distancia...escuchaba algunos comentarios obscenos poco propios de un hombre cuando el movimiento y el exhuberante cuerpo de la mujer favorecian al "semidesnudo" era como cuando se tenia una camisa holgada y al moverse sin que te dieras cuenta se veia una parte de tu cuerpo por eso quizás las mujeres estaban admirando envidiosas y los hombres con una sonrisa suficiente en los labios-

Es hermosa -tuvo que aceptar a pesar de que los ojos de léonard como varón iban casi directamente a las caderas tambien podia admirar los rasgos de aquella mujer, hermosa, pero ante todo dedicada pues cuando bailaba parecia que se olvidaba de todo el mundo...era esa la sensacion que florecía para léonard quien incluso apretaba el respaldo del asiento con un ronco sonido de satisfaccion ¡ asi se transportaba a otro mundo ! cuando te olvidabas de tu nombre ni de cuando habias nacido ni de si era realidad o no el mundo en el que te encontrabas... era asi, asi como se hacian los espectadores, cuando los ojos de aquella mujer eran los de sin duda alguien que solo vivia para bailar, cuando se olvidaba la hora y el tiempo, la causa, incluso habia silenciado a todo el mundo escuchando solo el bamboleo de aquellas caderas, el tintineo de la musica, los labiso abrirse y cerrarse húmedos o secos eso daba igual- ah...-respiro suavemente, necesitaba hacerlo pues habia llegado incluso a sentir una asfixia extraña, tenia que conocerla, solo con eso estaba en la mente.

Se disculpó con el director fingiendo que no se encontraba bien, él en cambio estaba igual de absorto que muchos comensales que empezaron a gruñir al ver a ese hombre levantarse, mientras léonard como buen hombre de tiempos antigüos salió a comprar unas flores, flores que quizás le permitirían poder conocer a aquella mujer, era cierto que esto era estúpido se mirase por donde se mirase pues parecia un hombre que estaba a punto de conocer a su prometida, por el amor de dios solo queria decirle algo que el ya sabia, como podia transportar a otro mundo a quienes le vieran o como poder actuar de una forma más libre, todo eso que le estaba jodiendo la mente le estaba quitando tiempo de poder observarla.

Se introdujo rapidamente por el teatro escondiéndose en una de las salas ya bien conocidas para él, no por nada el habia actuado casi toda su vida alli... escuchaba las risas de los hombres algunos que solo pensaban en marcharse de prostitutas mientras otros estaban aun bajo los efectos de aquella gran mujer, oh por dios ya deseaba estar alli, rezaba incluso apretando las manos en aquel ramo de flores, el hacia tiempo que habia muerto para el amor pues no poseia ese interes que ahora los hombres mostraban por estar ante una mujer, ahora habia desaparecido esa desazón del tiempo, de su edad, de sus años y queria conquistar a aquella mujer no amorosamente sino dialogar, compartir, estar con ella...su corazon respondía con rapidez latiendo como si no hubiera metas marcadas ¿como podia acercarse a ella? y lo mas importante ¿cuanto tiempo habia pasado preguntandose esas cosas?

pues en el momento que salió el sonido de la puerta fue lo suficientemente silencioso como para invitarle a que todo estaba bien, el siempre habia sido creyente por lo que si hubiera escuchado la voz de un guardia, de una puerta mal cerrada algo...algo que le advirtiese de lo que estaba a punto de suceder pues cuando caminaba por un pasillo el embrujo habia cambiado, ya no era apasionado sino tenebroso, su respiracion ya no se movia con emocion sino con cautela ¿que habia sucedido? las flores parecian navegar como un arma obsoleta que habia quedado en el olvido debido a los gemidos que se escuchaban ¿Gemidos? observó por una ranura un espectáculo, otro espectáculo que esta vez te llevaba a la realidad misma.

Su respiracion se paralizó igual que sus músculos pues estaba con pie dentro y otro afuera, habria podido salir igual de sigiloso para marcharse pero algo le hizo quedarse alli, mirandola...conocia a algunos vampiros en su mayor parte mujeres porque las habia descubierto pero justo cuando fué descubierto Leonard apretó extrañamente las flores, su respiracion ¿recordaba como respirar? podia notar esos ojos escarlata sobre los ajenos y él solo extendio el ramo de flores hacia ella aun a pesar de que la distancia que los separaba indicaba que habia visto todo y que el miedo o mejor dicho la impresion le habia dejado los pies helados-


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Mensaje por Lakme Mar Nov 01, 2011 5:28 pm

La última pieza de oro en forma de mosca choco con su compañera creando un sonido solido y rotundo. Lakme cerro el colgante con gesto distrañido, sus ojos color de la sangre había visto a traves de la oscuridad como alguien se había quedado clavado en la puerta del pequeño camerino, ella simplemente se hizo la despistada, simplemente para recobrar la calma.

No se sentía alterada por el hecho de que tal vez la hubiesen descubierto, era más el sentir la excitación junto con su parte más salvaje liberada en pequeña dosis sobre el cuerpo de aquella chica muerta, era le hecho de sentir como la sangre viva de la humana circulaba velozmente por sus venas concediendole humanidad, era como si hubiese recibido un chute de adrenalina o algo similar que alteraba sus sentidos, al sentir de nuevo la humanidad, el calor en su piel, el rubor en sus mejillas.
Si, calma, necesitaba tener la cabeza fría para enfrentarse a aquella situación, el controlarse incluso a la hora de beber era necesario, ella sabía como era el deshatar al monstuo de su interior, si lo hacía solo significaba una cosa... Liberar al caos, su mente se nublaba siguiendo los instintos más básicos de aquel que disfruta con la muerte, el hambre queda saciado pero a la vez continua esa sensacion de insaciedad eterna. La primera vez que ella había sufrido aquello había sido en su despetar, había arrasado el templo en el había residido, no quedo nadie en vida, la razón perdida, era como si un extraño demonio la hubies poseído, pero aquello... Nunca más ocurriría, ella tenía el mando.

-¿Hay alguien ahí? -Pregunto con aquella voz calmante. Claro que había alguien, lo había olido tras terminar su obra, podia distinguir brevemente su figura tras la puerta, notar como su corazón latía y con cada latido el circular de su sangre, su calor corportal, su respiración accidentada lo que le decía que era seguro que había contemplado la escena, podía oler casi su miedo. Lakme se volvió hacía el camerino y tomó la vela innecesaria para alguien que podía ver en la oscuridad, pero ahora, fingía ser humana. -Monsieur, ¿desea algo? ¿Es periodista o...?

Sus ojos brillaban en la oscuridad levemente, pero no de un modo anormal, como su estuviesen húmedos por alguna razon, eran de un verde muy intenso como el color de la esmeralda, contrastaban bastante con su piel ligeramente oliva pero pálida. Unos mechones de su negro cabello, suelto y algo revuelto caían sobre sus hombros y el rebelde por su mejilla.
Por una parte iba vestida aun con la ropa de ensayo, llevaba una especie de camisa holgada que dejaba ver uno de sus hombros, su vientre y cintura, a causa de un pequeño nudo que le había hecho para dejar al descubierto estas dos últimas partes. Por otra llevaba clase de bomchachos que al moverse dejaba ver sus piernas, a causa de las rajas que tenía a varios lados. Una ropa cómoda, ligera, perfecta para cumplir su objetivo y ninguno más. Sus pies adornados por la henna, descalzos.

Lakme coloco la mano en la puerta para que ésta no se se abriese del todo, aun continuaba entreabierta, ella se interpuso en su entrada.

La vela se movía ligeramente, poco iluminadora pero lo sufiente para dejar ver aquel rostro de rasgos exóticos y hermosos, para dejar ver unos ojos felinos que miraban con curiosidad al hombre que tenía frente a él, podría decirse que tendría unos años más que ella, al menos con su "ella en apariencia", ya que ella podría ser su ¿tatarabuela? ¡Imposible! Ella podría ser incluso el origen de su estirpe, tenía cientos... ¡Miles de años a su espalda!

Uns sonrisa amable se dibujo en aquellos labios finos, era de satisfacción y conmovedora.

-¿Son para mí? -Decía mirando las flores que llevaba en su mano, su voz sonaba con toda la ilusión de una joven que se sentía alagada. Lakme hizo ademán de ruborizarse, debía de fingir ser humana. Tal vez no fuese del todo verdadero el sentimiento de halago, estaba acostumbrado a que todos la adorase de aquel modo que sabía que tal vez fuese hipócrita de aquellos que conocía en aquel tiempo, pero aun, los pequeño detalles le tocaba un poco su parte "ilusión humana". -¡Son muy bonitas! ¿Monsieur, es una clase de "seguidor" o algo similar? -Su francés era perfecto, para ser extranjera como todos anunciaba y como su aspecto asomaba, de soslayo Lakme miró al interior del camerino que estaba oscuros. -Si desea hablar conmigo, puedo invitarle a entrar. -Su gesto era gentil, típico de una chica de veinteaños. -Pero si lo hace debe ser silencioso. -Un ademán de silencio al tocar con sus dedos sus labios. -Mi compañera ha bebido demasiado, y se ha dormido. -"Tú vida pende de un hilo, espero que elijas bien" Pensó. -O podemos ir a otro camerino, si es lo que desea... Hablar, vamos... ¿O desea otra cosa? -Lakme rió divertida, su voz sonaba insinuante, ojos eran insinuantes, todo en ella era atrayente, era como una llamada a algo desconocido, tentador y oscuro. -Lo siento monsieur, creo que también me he pasado un poco con la... Bebida. No me haga caso, va a pensar que soy... Bueno.

Por un parte ella estaba segura de que tal vez lo hubiese visto todo, pero ¿cómo lo habría interpretado? Desde allí se veía regular lo que había estado haciendo, ella sabía como solucionar aquello pero le estaba brindando la oportundiad de la "duda".


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Mensaje por Léonard Deveraux Sáb Nov 05, 2011 9:01 am

-"Valiente idiota" pensó cuando el aroma que se olía en aquella habitacion era algo incluso macabro, algo que no habia planeado que sucediera parecia haberse cobrado una deuda para que no quedase en el olvido como planeaba hacer el escritor. no habia escuchado nada más que unos gemidos asi que claro no iba a esperar que esa mujer fuera una santa despues de todo tendria muchos admiradores y podría desquitarse tanto con hombres como mujeres. Una punzada de reflexión le dejó la mente en blanco unos momentos ¿no había hecho él lo mismo cuando era famoso? cuando era un hombre irreflexibo que solo se quedaba con la fortuna, esperaba que algun chiquillo u alguna chiquilla enamoradiza fueran hacia su camerino antes dealguna entrevista y con promesas falsas los desnudaba y los desfloraba allí mismo era lo que más le gustaban, los virgenes sabrosos y apretados...por eso ahora que no era él el protagonista de esa escena podía sentir lo extraño que resultaba cuando algien mas estaba esperando para ver al gran escritor-

Solo soy un simple admirador mademoiselle -Recuperó una azorosa sonrisa que descargó en su rostro dejando entrever algunas arrugas de la edad, no era un hombre demasiado atractivo pero tampoco era muy feo, se sorprendió pensando u esperando que ella le viera como un hombre atractivo, esos ojos, le habian hechizado incluso antes de que hubiera abierto la puerta era mejor que los tuviera cerrados como en el escenario porque así no caía presa de aquella dama. Sus manos seguian acariciando los tallos de las flores que parecían estar esperando su momento, ella estaba tranquila como si nada hubiera pasado ¿Es que habia pasado en realidad? a lo mejor eran meras suposiciones suyas incluso podría ser una macabra obra del destino.

Trás unos minutos de ánonimo silencio su postura cambió, no hizo ningún ademán de ver lo que escondía pues conocia muy bien cuando se actuaba de ese modo, él habia sido antes alguien que se codeaba con la gente de ese estilo, de ese nombre, siempre se interponía en la puerta para que nadie pudiera ver lo que escondía, por eso, la familiaridad de la escena hizo que una amarga sonrisa cruzase por sus labios para cambiarla por la afabilidad que siempre era presente en él- Claro...soy un seguidor vuestro mademoiselle solo me bastó veros esta noche para saber que teneis algo especial -se llevó la mano a los labios dejando una ligera tos para que su voz no sufriese los ya conocidos alti-bajos cuando no se tenia suficiente saliva-

Pero, lamento ofenderle... no deseo nada más que hablar con vos, como veis no tengo edad para estar haciendo cosas de ese estilo -rie- ya paso mi tren señorita - aunque el pensaba de ese modo habia algunas cortesanas que aseguraban que era uno de los mejores amantes aunque de época clásica que diablos el no entendia de los cortejos cotidianos de hoy en día, la juventud como esa señorita que tenia en frente iban demasiado al grano, directo, le entregó las flores justo incluso cuando aquellos ojos se posaron en ellas, no tardó en sonreir inclinándose caballerosamente- vuestro nombre lo se parcialmente pero -sonrió- no conoceis el mio y no creo que debais venir si yo soy un desconocido...hay unos camerinos por aquí -señaló hacia una habitacion que estaba justo al lado, entreabierta y oscura.

Si no conociese tan bien el teatro habria pensado que se debia de tratar de una escena de terror o algo similar pero debido a que la conocía se formaba una sonrisa en los labios volviendo a interactuar con toda familiaridad con el entorno- he actuado algunas veces en este mismo lugar por eso conozco el teatro como la palma de mi mano, ya sabe...los primerizos que somos ya de una edad no debemos de sentarnos a esperar que nos enseñen todo, sino debemos concentrarnos en ser los mejores -Habló con una sonrisa cuando empezó a caminar hacia aquella puerta encendiendo una luz. Habia algunos espejos, trajes, algunos guiones acumulados...sintió algo de interés marchando hacia los guiones con una mezcla de desconfianza ¿serian de una futura obra?¿de la obra que iba a representar él? tomó uno, sopesándolo, cuando vió el titulo se dio cuenta de que era en efecto la obra que iba a hacer el director- Oh disculpa -se dió cuenta de que se habia perdido en las primeras páginas, olvidandose de que estaba con alguien.

La sala además de contar con lo necesario para el maquillaje, trajes y demás, tenia sillas, mesas pequeñas y algun que otro vaso desértico que parecia abandonado, brillando cuando Léonard se fijó en él incluso a pesar de que fuera tirado a la basura, alguien se habia fijado en ese plástico que debia de llevar allí al menos dos días- Mi nombre es Léonard Deveraux mademoiselle -se inclinó, pero se sorprendio cuando sus manos no podían soltar el guión de la obra de teatro que iban a representar, aun no sabia si sería el escogido o no pero las obras sin duda, le gustaba-


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Mensaje por Lakme Lun Nov 07, 2011 4:52 pm

En la la oscuridad la llamita de la vela ondeaba tintiniante, esperando a que aquel mortal hiciese ademán de que no era mudo. En cuanto recobró el habla el hombre, Lakme sonrió con la típica dulzura de la edad que expresaba su físico.

-¡Vaya! ¿Tan poco tiempo ha necesitado para ver que poseo algún tipo de “don”? -Una de sus cejas se levanto con intrigante gesto, era como si pusiese en duda sus palabras, como si ella desease hacer de rogar un poquito. -Ciertamente, necesito practicar “mucho” más. -Aquella era la mentira más gorda que había podido hacer, era imposible que pudiese mejorar más, ya que su modo de bailar era único en el mundo, sus pasos, su entusiasmo, esa chispa especial era suya. Ahora mismo era la única en todo el mundo con vida que sabía hacer aquellos movimientos que en su pasado solamente habían sido usados y solo podían tener el privilegio de hacerlo, verdaderas sacerdotisas de su tiempo, un tiempo que había quedado muerto, olvidado y sepultado entre las arenas del viejo Kemet.

Mientras aquel hombre le hablaba, sus ojos sin disimulo se paseaban de arriba a abajo por su físico. Ciertamente no se estaba fijando demasiado en aquello, era aquella excitación que por dentro la inquietaba, podía sentir el corazón de aquel hombre latiendo, la sangre circulando con fuerza por sus venas, ese olor que se había tan apetecible, que era tan excitante... Apetecible... Mmmm...
Se sentía entusiasta como si hubiese recuperado de repente la juventud perdida, demasiado viva. Beber la sangre de aquella chica que yacía muerta en el diván había sido un estallido en sus venas, tanto que sus emociones humanas se sobreponían y mezclaban con el instinto animal del depredador, era como si le hubiesen inyectado adrenalina. Había pasado demasiadas semanas desde que se había alimentado, además su dieta habitual solía ser otros vampiros, ya que como había dicho en una ocasión a un humano “Vuestra especie no sacia mi sed...” y exactamente ocurría aquello, una vida humana no era capaz de saciarla y eso le había ocurrido cuando había estado con aquella chica. Con su pequeño juguete traído de Viena. Se había enfadado con ella por haberle robado, solamente iba a reprocharle, asustarla un poco, beber lo suficiente sin el deseo de acabar con su vida, pero tal había sido su hambre, que no había podido parar. El olor férreo había penetrado por su olfato, agridulce en su paladar, y la excitación de la escena, se habían mezclado. Habían sido factores que se había juntado creando algo demasiado apetecible para no probarlo de aquella manera devoradora.

Una carcajada limpia y divertida, los dedos de la mano libre jugueteaban con las moscas de doradas del colgante, creando un sonido metálico al chocar.

-Nunca es tarde para nadie...-Susurro como respuesta en cuanto dijo “que su tren había pasado”. Un vistazo hacía el interior del camerino y luego le tendió la vela, única iluminadora entre las sombras del camerino, mientras tomaba las flores. Aquello pareció un intercambio. Lakme miró las flores con detenimiento, capto su olor fresco y embriagador, la curiosidad apareció en sus ojos, nunca había visto unas flores como aquella. Si, era extraño que una persona con milenios a su espalda no supiese que flores eran aquellas, pero es sabido que es complicado abarcar todo el conocimiento y más, cuando no se estaba pensando en flores todo el día o no tenía afición relacionada con ellas. -Si, mi nombre. -Sus labios se curvaron con una sonrisa irónica, ya que era habitual usar pseudónimos en el mundo del espectáculo, ponerse nombres impresionantes. -Monsieur Léonard, adelántese e ilumine el camino, debo de dejar algo y si entramos ambos podríamos despertar a mi compañera. Yo le alcanzaré, sé moverme bien entre las sombras.

Poca luz necesitaban sus ojos, los cuales para ello la noche no era nada, sino como una clase de nuevo día. En cuanto se sintió sola, en cuanto la luz siguió a su dueño, ella penetro en el pequeño camerino y en un joyero de madera, guarda con cuidado delicado el collar de moscas de oro. Un pequeño tesoro de su colección de antiguallas. Lakme era aficionada a buscar pequeños tesoros de su época original, y en París eran fácil encontrarlos, ya que los hombres de Napoleón en su día se había encargado de vender lo que había adquirido en las campañas egipcias.

Siguiendo la luz que se resistía a las sombras del teatro, que ahora parecía lúgubre. Lakme entro en el camerino, algo menos despejado que el suyo, repleto de todo tipo de material y recursos para montar toda la pantomima; colchones agolpados daba señal de que, más de uno se había quedado a dormir allí tras ensayos demasiados tardíos o simplemente, porque no poseían un lugar donde quedarse.

En cuanto ella llegó el continuo hablándole. Claro, actor, cuadraba con el hecho de que supiese moverse en aquel lugar mejor que ella, contaba con la ventaja de que conocía cada rincón.
Por un momento el silencio se hizo latente, aquel hombre se había quedado ensimismado con una obra o guión, no alcanzaba a ver que eran aquellos papeles solo podía suponer. Aprovechando aquella ocasión, la inmortal quiso espiar un poco la mente del caballero, quería asegurarse de que no había visto la escena anterior, que no había descubierto su verdadera naturaleza. Buscar en un atisbo de su mente si fingía el no haber visto nada, la verdad lo que vio eran más las dudas de si había sido real o no, eso la alivió pero... Un pensamiento recogido pudo leer, aquel hombre sabía de la existencia de los suyos. Debía de aprovechar las dudas, porque a pesar de que sabía lo que podría ser ella lo dudaba. Si se revelaba realmente su verdadera naturaleza sería por culpa suya, él mismo tendría que caer en la trampa para ver verificada la suposición.

-Léonard, el actor... -Comenzó a decir mientras se acomodaba de un modo poco típico de una dama francesa en un diván repleto de cojines. Sus movimientos eran gráciles, felinos. Lakme deshizo el nudo que tenía hecho en aquella camisa holgada que dejaba al descubierto uno de sus hombros, al desplegarse su vientre y caderas quedaron ocultas. Claramente aquella era un camisa de hombre. Sus piernas se movieron cruzandose de un modo coqueto, ondeando aquellos bombachos rajados, dejando ver sin pudor parte de sus firmes muslos. -Mmmm... ¿Qué flores son estas? -Lakme se las llevo al rostro, pudo sentir como los pétalos acariciaban sus mejillas con su tacto y perfume, luego las dispuso sobre el tocador más cercano. -Entonces, actor... Espero que me invite a una de sus obras. -Le sonrió con gentileza, seguía intentando buscar en la mente de él, pero la verdad, con aquella agitación que en su interior moraba a causa de aquella sangre caliente que palpitaba en ella, le impedía concentrarse, solo podía ver en la superficie. Lo único que le quedaba para poder adivinar, era intentar encontrar la calma en su interior y esperar a pensamiento más intensos de su “admirador”. -Además de actuar se dedica a algo más... Tal vez.. -Lakme fijo aquellos ojos verdes de gato en los papeles que tenía entre las manos. -¿Escribe?


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Mensaje por Léonard Deveraux Lun Dic 05, 2011 8:45 am

-Habia tensión en el ambiente, extraño ambiente si se le permitía decir aunque nadie tenia la culpa de que pensara en esas paranoias ¿cierto? cierto...estaba admirando a aquella mujer con ojos de actor que necesitaba mejorar pero tambien de hombre porque aunque su edad no fuerala de un mozalbete que se pudiera permitir el lujo de ir acariciando a las mujeres lo que si podia era alabarlas como debían, habia pasado mucho tiempo encerrado en su mente sin darse cuenta como habia avanzado tan poco el trato a la mujer, ah esa gran diosa que era el sexo femenino siempre parecia un paso detrás de la crueldad de los hombres que necios hinchaban el pecho como si fueran la única especie del momento. Volvió con la mirada a otro lado, olía a arte en cada poro de aquella habitación, el talón de aquiles de léonard eran las letras para las que había vivido toda su vida...recordaba tenuemente con la dosis de nostalgia preparada como los dedos de su mano derecha acababan empapados en tinta pero eran la señal de que habia compuesto una obra de arte, se volvia humano al saborear ese olor de tinta fresca como si nunca hubiera pasado o si nunca se hubiera convertido en un tirano como el que fué.

Esa mujer de hermoso rostro tenía algo que ¿que era? le hipnotizaba, el embrujo de esa voz que no era suave pero firme pudiendo escuchar perfectamente todas las sílabas, la mirada o el que afirmase que su tren no habia partido sacó una carcajada cariñosa de los labios de Léonard depositando una de sus manos en sus rodillas- Ojala fuera cierto -Seguía con la sonrisa cansada en los labios pero el brillo vivo en los ojos que parecía indicar juventud, pero sus ojos estaban ocupados en contemplar a la dama aunque habia durado mucho la mirada en los ojos él controlaba perfectamente el que no se escapase alguna que otra mirada a los hermosos senos cubiertos de esa jovencita, era una mujer hermosa...pero no tenia que mirarle con los ojos de un pervertido puescuando quiso bajar la mirada recordó para lo que habia estado, solo para ofrecerle sus respetos-Claro iré poniendo todo

-La calma de la edad le habia enseñado que apurarse era de necios aunque también de personas ciegas que poseían nulo interés en lo que hacían sino que con todo deseaban ganar tiempo e incluso dinero. En el tiempo que habia estado solo se dejó caer una vez que tenia todo preparado en una de las sillas no por cansancio sino porque empezaba a sentirse extrañamente asfixiado ¿tendria razon su instintos? algo le decía que debía marcharse pero su cuerpo se quedó allá sentado pensando en la falta de respeto que eso supondría. Ella cuando llegó se posó como una reina ¿a quien le recordaba? a la mismísima cleopatra, exacto, la manera en la que se habia sentado en aquel divan dejando al descubierto aquel cuerpo tan atrayente era como la mismisa cleopatra reflejada.

La firmeza de esa mirada, el saberse sensual era lo que potenciaba que Léonard se sintiese algo incómodo pero lo disimuló con una sonrisa- ¿el actor? creame, aun me falta mucho para ser un actor, solo soy sustituto o hago algunos papeles importantes que se olvidan con el tiempo - Nadie es un gran actor, cuando se sube un escalón viene otra persona descubriendo un peldaño que nunca existió a tu vista, quienes se creen grandes actores eran en verdad medriocres porque al actuar nunca se descubria todo el mundo que entrañaba. Sus orbes se ensombrecieron cuando mencionó la escritura, cierto escribía pero ella no conocia de su pasado- Escribo cuentos de pequeño calibre que aún no se venden demasiado bien - palpó con los dedos su barbilla, solo recuperó la vista de la realidad cuando las hojas cayeron de su regazo ¿aun las tenia? sonrió con un deje de disculpa y tomó el guión que habia cogido depositándolo descuidadamente en una mesa- ¿eso? -cambió de tema señalando lo que habia cogido nada más llegar a esa habitación-

Hay dentro de poco una obra, los papeles protagonistas se deben de decidir pero aun no nos han dado el guión dado a que poseo una naturaleza curiosa los tome para ojearlos antes de que nos lo dieran quizás asi presumiría de mis conocimientos - su voz se fue apagando mientras dejaba que los dedos de su mano se entrelazasen sobre su vientre como en una especie de cadena que aun asi le hacia sentir bastante cómodo- Es usted hermosa mademoiselle pero lamento si me muestro como un hombre ignorante - no habia apartado su mirada de los ojosde la mujer ¿seria el primero? no todos los dias una semejante diosa estaba sentada parau disfrute, los dos solos-¿se va a quedar en paris mucho tiempo? tengo entendido que su compañia planea viajar - recordó lo que le habia dicho aquel director que seguramente se habria ido a casa ala espera de poder descubrir más de la mujer con la que leonard ahora estaba hablando- Respecto a las flores... -se carcajeo algo timido- no soy jardinero solo pedi unas hermosas flores para una bella mujer y me dieron las más hermosas - era torpe a la hora del coqueteo, habia perdido esa confianza que tenia antes, cuando robaba besos a las mujeres que le miraban o cuando llevaba a los cuartos oscuros a los jovencitos que querian ser sus aprendices, hacía ya tantos años que no habia visto el cuerpo desnudo de alguien que parecia haber olvidado el mundo del coqueteo o la sensualidad-


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Mensaje por Lakme Sáb Dic 10, 2011 7:08 pm

-No os hagáis el modesto, sois muy apetecible para la edad que debéis de tener. -Afirmó en cuanto el le contestó.

Sus ojos antes fijos en el papel y él volaron lejos. Sentada en el diván en una postura poco correcta, semitumbada, Lakme jugueteaba con sus negros cabellos con el ademán típico de la juventud impaciente. Ella no era de aquel modo, todo lo contrario, aquel tipo de gesto solamente le servían para hacerse parecer la despistada, que no notase que en todo momento estaba vigilando cada uno de su sus movimientos.

-De nuevo afirmó. No sea humilde, por algo se debe de empezar para ser actor, ¿quién no dice que tal vez sea mucho mejor que aquellos que he visto sobre el escenario? Ya tendrá su gran oportunidad creame. -Ella sonrió suavemente, con aquella simpatía y amabilidad natural de sus finos labios, sin dejar de enredar sus cabellos entre sus dedos con gesto juguetón. A pesar de que sus ojos por un momento pareciesen inocentes e infantiles, que poco lo eran, no existía la inconsciencia e incredulidad que en la juventud solía surgir ante el mundo del espectáculo, donde para ellos todo era posible, aunque era todo lo contrario. -La vida en cualquier etapa, es capaz de ofrecer más de lo que se cree. -Consciente de que hablaba con un hombre que aparentaba mucha edad que ella, no podía evitar decir aquello. Su espíritu era anciano, había tenido las ventajas de su aspecto juvenil a la hora de buscarse las migas, de su poder que del cual se había aburrido de usar para conseguir sus objetivos... Pero lo que más había valorado en ese mundo era su experiencia ante la vida real, nadie le podía quitar aquello.

De sus dedos desaparecieron los mechones desordenados, ella en silencio seguía el hilo de sus palabras. Por un momento estiró de forma maleducada sus brazos, su tronco, sus piernas... Como si sintiese su cuerpo incómodo, pero así no lo era, ya que en todo momento era consciente de como el hombre le miraba, con pocas posibilidades teniendo en cuenta el factor de su edad ante ella, pero era consciente de que era capaz de crear fascinación en él. Había estirado su cuerpo a propósito como una provocación, ya al hacerlo la enorme camisa dejo ver su vientre, y al mover sus piernas sus muslos firme se mostraron.

Desde que lo había visto había tenido dudas sobre si él la había descubierto, al parecer de algún modo había pensando en aquello había dudado, ella deseaba jugar aquella noche, deleitarse con una víctima, aquella era perfecta. Creación de la incertidumbre estaba próxima.

-Depende, si nos piden más o menos pases, por ahora estamos teniendo bastante Éxito. -Sus pies inquietos y descalzos no se detenían. Cada postura que tomaba en aquel diván le hacía parecer un extraño retrato o algún tipo de escultura casi perfecta, no había gesto donde perdiese su atractivo, aquel era el factor fundamente que funcionaba en aquel mundo de feroces criaturas nocturnas, todo lo que les rodeaba era apetitosamente atractivo para la víctima, una trampa que solo podía llevar a la muerta. -Solemos viajar mucho pero... Siempre me ha gustado París. -Supuestamente Lakme no había estado en aquel lugar nunca, había afirmado varias veces que era su primera vez. En aquella identidad París nunca había estado en uno de sus destinos, pero en cambio hablaba como si la conociese al dedillo, como si hubiese vivido demasiado tiempo en aquel lugar para conocer su ambiente. . -Ha cambiado demasiado, no es lo que era antes pero... Continúa siendo así de bulliciosa, hay cosas que no parecen cambiar con el paso de los tiempo.

Un suspiró que afirmaba su añoranza a otros tiempos, sus hombros se movieron de un modo elegante mientras con un leve balanceó se levantó y comenzó a caminar hacía Leonard, sus ojos estaba fijos, habían dejado la inocencia, eran sobrenaturales, atrayentes, hipnotizadores, extrañamente peligrosos...

-Hay tanto que ignoró del mundo... -Susurró en cuanto habló de las flores, luego se sentó a su lado, sin tener en cuenta las distancias. Le sonrió alagada por sus palabras, pero sus ojos continuaba siendo acechadores. -¿Sabe? A mí también me gusta escribir, es más escribo desde hace... ¿Milenios? Exagero demasiado con la “expresión”. -La verdad la conversación se estaba torciendo a un extraño punto, ¿qué pretendía la inmortal? ¿Hacerlo huir a darle entender que ella sabía que él sabía lo que era? ¿O al menos lo que había pensado?. -En mis escritos hablo de extrañas criaturas con apariencia humana, que solo pueden morar en la noche, beben sangre de sus víctimas para asegurar su inmortalidad... ¿Le suena el argumento?


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