AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Los secretos siempre atraen a los problemas que esconden [Privado]
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Los secretos siempre atraen a los problemas que esconden [Privado]
La luz de la luna nos alumbra el camino
hacia un mundo desconocido que yo no conozco...
Como siempre habíamos recibido mi marido y yo una carta real. Una petición o una obligación más bien para que fuésemos a una recepción, un baile en el palacio real. Hacía unos días que la habíamos recibido, a mí me gustaba aquello del baile aún recuerdo cuando tuve que aprender rápidamente a defenderme en aquellas danzas tan complicadas con los vestidos para esos momentos, tan pomposos, tan pesados, tan difíciles de utilizar. Cada vez más me gustaba ir a bailes de tal alcurnia, pero no precisamente porque fuesen nobles e incluso el rey, sino porque me recordaba a aquel momento en el cual conocí a mí marido Ian. Aquella noche que lo vi fue la mejor de toda mi vida, en aquel momento en el que lo vi, supe que sería mío, él tenía que serlo y no me equivoqué.hacia un mundo desconocido que yo no conozco...
Una sonrisa divertida se dibujó en mis labios mientras viajábamos ya en el coche de caballos. Desvié mi vista desde el paisaje que se asomaba por la ventanilla hacia mi querido marido. Esa noche estaba tan hermoso como aquella noche en la que nos conocimos- Querido muy hermoso estás- espeté al mirarlo de nuevo de arriba y abajo- Esta noche espero que divertida sea... de menos echaba casi este tipo de recepciones. La noche se veía hermosa, no hacía demasiado frío a pesar de estar instalándose el otoño. La luna era una de aquellas pocas veces en la cual estaba grandísima, tenía un toque amarillenta y además para terminar era llena, sin ninguna nube que la ocultase- Muy bella está la noche ¿No querido?- vuelvo a dirigir mi mirada hacia la ventana. La luna estaba tan brillante y tan alta que alumbraba entre las sombras de la noche, era espectacular aquello.
Al fin habíamos llegado al palacio real luego de estar un buen rato en el coche de caballos que de tanto traqueteo que llevaba andaba algo mareada, pero nada que no se pudiese manejar luego de bajar ya por fin del maldito carro del infierno. Me gustaba más viajar a caballo pero no era ni el momento ni la situación para ir a caballo- Ian vamos, hemos llegado al fin.- dije más como un ruego para poder bajar ya del carro que como señal por si se había quedado absorto. Esperé a que abriesen la puerta de la carroza y a que mi caballeroso marido bajase primero y me diese una mano para poder bajar con algo de apoyo. Él ya sabía de sobremanera que luego de aquel transporte andaba algo mareada, asique se solía poner a mi lado o me daba un brazo por un pequeño lapso de tiempo hasta que me abandonase el mareo.
Tómame de la mano mi querido Ian,
no quiero caer y perderme...
no quiero caer y perderme...
Agatha Bonnet- Realeza Italiana
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Fecha de inscripción : 03/03/2012
Re: Los secretos siempre atraen a los problemas que esconden [Privado]
Tome aquel ojo entre mis dedos, mirándolo, sin vida ya; sin estar en su cuerpo correspondiente, una sonrisa sádica apareció en mi rostro, lo observe simplemente; era hermoso, azul, un color azul como el mismo cielo, era un color extraño por eso, desde que lo vi me intereso y no me canse hasta que lo obtuve. Mi nombre, Lucas Ian Bockelman, un cazador, aunque mi secreto que tengo y que no le dicho a nadie es: Soy un Pscopata que se escapo de un manicomio lejos de aquí, me llevaron hasta Italia, donde estuve por varios años, hasta que logre escaparme, después de seguí matando y es cuando quise ser cazador y matar a los sobrenaturales que existen en todo el mundo en vez de la raza humana "normal" me dieron el cargo de Duque de Italia, después me case con una mujer hermosa, una mujer de buen corazón que me ama y yo la amo, pero es mas poderoso mi enfermedad que le ocultado muchas cosas por ejemplo; el de ser cazador y que colecciono ojos de personas y algunas cuantas cabelleras de mujeres. ¿Tendré una vida normal? No, mi vida siempre esta en peligro y no solamente la mía, si no la de mi familia, aunque solo tengo a mi esposa, ella, lo que más amo. Pero la defenderé cueste lo que cueste.
Lo deje en un frasco especial, lo lleve hasta los demás, lo deje y me quite esa camisa manchada de sangre otra más que será quemada, con esa misma ropa me limpie las manos que estaban manchadas de sangre.-Rayos, debo de ser mas limpio con esto, pero...de todos modos quemo toda mi ropa cuando estoy abajo...espero que nunca se le ocurra venir aquí, esa mujer tan curiosa...-Pensé, mi mujer siempre ha sido de las personas que no se quedan quietas, anda curioseando de aquí para haya eso, eso me molesta a veces porque no tengo privacidad por eso tengo una cabaña alejada de aquí, para que nadie me interrumpa aunque haya tengo todas mis cosas de cazador. Salgo de aquel sótano, le echo llave y escondo en un lugar secreto la llave, para que nadie venga y meta su manos en un lugar sumamente sagrado para mi. Subo las escaleras que me indican que estoy en la plata superior, donde esta la cocina, la sala, el comedor, etc, etc y más etc. Antes de subir las escaleras que me llevaran a mis aposentos una sirvienta se acerca diciéndome que me llego una carta a mi y a mi esposa claro, que nos invitan a un baile, asiento y rápidamente llego a mis aposentos sin prestarle mucho atención a mi querida esposa y metiéndome a bañar.
Salgo, me cambio rápidamente, me pongo una camisa de un color rojizo, una corbata negra, mi chaleco del mismo color que la corbata, mis pantalón y zapatos que son de un color oscuro, combinado con la corbata, tomo mi sobrero, bastón típico de una persona adinerada y sobre todo que esta en la realeza, con una sonrisa salgo a esperar a mi esposa que ella misma me ha dicho que la espere. Ella toma su tiempo, esperando, cinco, veinte minutos hasta que finalmente sale, con una sonrisa sostengo su mano que ella misma me la da y nos dirijamos hacia el carruaje que nos esta esperando. Nos subimos y mientras llegamos me pongo a ver el paisaje pero escucho la voz de ella, no soy hombre que se sonroje con esas palabras, simplemente le dedico una sonrisa.-Pero usted esta más bella Duquesa...-Tomo su mano diestra y la llevo hasta mis labios-Es la mujer más hermosa ante mis ojos-Confesé volviendo a fijar mi mirada en el paisaje pero sin soltar su mano-Si es bella la noche, hermosa....-Dije, sin voltear a verla.
El trayecto, para mi fue corto finalmente llegamos a nuestro destino, espere a que Agatha, cuyo nombre es de mi esposa. Después de ella baje, la tome por la cintura-Sí, finalmente llegamos querida...-Suspiré un poco y comencé a caminar, entrando aquel palacio.
Lo deje en un frasco especial, lo lleve hasta los demás, lo deje y me quite esa camisa manchada de sangre otra más que será quemada, con esa misma ropa me limpie las manos que estaban manchadas de sangre.-Rayos, debo de ser mas limpio con esto, pero...de todos modos quemo toda mi ropa cuando estoy abajo...espero que nunca se le ocurra venir aquí, esa mujer tan curiosa...-Pensé, mi mujer siempre ha sido de las personas que no se quedan quietas, anda curioseando de aquí para haya eso, eso me molesta a veces porque no tengo privacidad por eso tengo una cabaña alejada de aquí, para que nadie me interrumpa aunque haya tengo todas mis cosas de cazador. Salgo de aquel sótano, le echo llave y escondo en un lugar secreto la llave, para que nadie venga y meta su manos en un lugar sumamente sagrado para mi. Subo las escaleras que me indican que estoy en la plata superior, donde esta la cocina, la sala, el comedor, etc, etc y más etc. Antes de subir las escaleras que me llevaran a mis aposentos una sirvienta se acerca diciéndome que me llego una carta a mi y a mi esposa claro, que nos invitan a un baile, asiento y rápidamente llego a mis aposentos sin prestarle mucho atención a mi querida esposa y metiéndome a bañar.
Salgo, me cambio rápidamente, me pongo una camisa de un color rojizo, una corbata negra, mi chaleco del mismo color que la corbata, mis pantalón y zapatos que son de un color oscuro, combinado con la corbata, tomo mi sobrero, bastón típico de una persona adinerada y sobre todo que esta en la realeza, con una sonrisa salgo a esperar a mi esposa que ella misma me ha dicho que la espere. Ella toma su tiempo, esperando, cinco, veinte minutos hasta que finalmente sale, con una sonrisa sostengo su mano que ella misma me la da y nos dirijamos hacia el carruaje que nos esta esperando. Nos subimos y mientras llegamos me pongo a ver el paisaje pero escucho la voz de ella, no soy hombre que se sonroje con esas palabras, simplemente le dedico una sonrisa.-Pero usted esta más bella Duquesa...-Tomo su mano diestra y la llevo hasta mis labios-Es la mujer más hermosa ante mis ojos-Confesé volviendo a fijar mi mirada en el paisaje pero sin soltar su mano-Si es bella la noche, hermosa....-Dije, sin voltear a verla.
El trayecto, para mi fue corto finalmente llegamos a nuestro destino, espere a que Agatha, cuyo nombre es de mi esposa. Después de ella baje, la tome por la cintura-Sí, finalmente llegamos querida...-Suspiré un poco y comencé a caminar, entrando aquel palacio.
Lucas Bockelman- Cazador/Realeza
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 25/02/2013
Re: Los secretos siempre atraen a los problemas que esconden [Privado]
En el fondo de todos los corazones
hay secretos ocultos que sólo el amor puede revelar.
hay secretos ocultos que sólo el amor puede revelar.
Mi querido marido como siempre caballeroso conmigo, con su bazo me rodeó la cintura sabiendo que los viajes en carruajes siempre me daban mareos gracias al traqueteo continuo que había por culpa de los malos caminos, además todo se intensificaba cuando entrábamos en las calle parisinas, todas llenas de grandes y desiguales adoquines. Me tapé un poco mejor con la gran mantilla de exquisita seda y de espléndidos bordados, la noche comenzaba refrescar como siempre, esperaba que no hiciese demasiado frío luego al volver. Posé mi mano en la mano de mí marido, que me dejaba un punto de apoyo en él, era un hombre considerado, siempre lo fue conmigo. Giré mi rostro hacia el suyo y le sonreí, estaba contento de tenerle conmigo, casi siempre estaba fuera por negocios. No me solía contar nada, más agradecía que cuando llegaba una carta de invitación al palacio, él quisiese venir y pasar un tiempo conmigo en vez de quedarse en el hogar descansando. Cómo amaba a ese hombre…
Nos adentramos dentro del vestíbulo del palacio y dejamos nuestras ropas de abrigo y con mi marido además de ello, su elegante sombre que tan bien le quedaba aunque le hacía más viejo de lo que realmente era. Algunas veces le hacía un pequeño comentario astuto y algo cómico con mi marido por el sombrero- Querido... algún día se le podría olvidar ese hermoso sombrero, queda tan lindo colgado en un perchero- una sonrisa divertida se dibuja en mis labios mientras miro a mi marido fijamente dejando nuestras ropas en el gran vestidor antes de entrar. Poso una mano en la parte baja de la espalda instándolo a que sigamos hacia la entrada del salón, donde nombrarían nuestros nombres y qué título teníamos para seguidamente dirigirnos hacia nuestro asiento correspondiente según nuestro título de la nobleza.
Nos sentamos uno en frente del otro y comenzamos a hablar entre los comensales de nuestra mesa, al final los rumores eran ciertos. El rey no se presentaría en aquella cena, demasiado trabajo cansaba a un varón con tantas responsabilidades a sus hombros. Tuvimos una cena realmente renovadora, con aires de viejos conocidos y amigos, y claramente de nuevos rumores que se dejaron caer luego de la cena, cuando las hembras se dirigen a una sala y los varones a otras. Las mujeres con lenguas más bípedas dejan caer sus venenos corrosivos mientras las diluyen disimuladamente en entre tés y dulces pastas. Los hombres hablarían seguramente de negocios, de fincas, de dinero... no estaba muy segura que hacían allí, bueno algo sí tenía seguro, beber más alcohol y fumar puros de la mejor marca y cosecha.
Luego de hablar con las demás señoras por un rato me senté junto a una querida amiga, compartiendo las dos un bonito aunque oscuro paisaje de los jardines del palacio real. Mientras hablábamos sobre nuestra familia y darme la enriquecedora noticia de que estaba en cinta, nos quedamos por un rato calladas, vigilantes de algo que creíamos haber visto, y aunque muy preocupadas por aquella sombra desconcertante. Luego de cierto rato intentando saber quién había sido o qué había sido aquella sombra, nos levantamos y nos dirigimos hacia la sala central de nuevo donde ya los varones estaban desperdigados y alguno que otro conservaba aún algún que otro trago en sus vasos.
Vislumbré a mi querido Ian hablando casualmente con el marido de mi amable amiga, nos acercamos a ellos con sonrisas complejas que solo nosotras dos conoceríamos- Buenas noches caballeros, es un placer volver a verle querido- me dirigí hacia el marido de mi amiga agachando mi cabeza e inclinando mi cuerpo levemente porque eran de un título más bajo que el nuestro- Últimamente los varones andan cada vez más aduladores ¿Cierto querida?- miré de reojo a mi amiga que con la cual tenía enganchado su brazo en mí como un apoyo. Miré a mi marido de reojo con una sonrisa cómplice de cariño hacia él- Y dígame mi querido señor Roffward ¿Qué tal le va con sus hijos? Ya me ha contado la buena noticia su querida ¡Felicitaciones por cierto! Estoy muy contenta de escuchar una buena nueva y además algo tan esplendoroso e increíble como un parto. Espero estar cerca cuando ocurra, ya tengo ganas de ver a vuestro hermoso pequeño- sonreí feliz de la situación de los amigos y mientras hablaba poco a poco me fui acercando a mi querido Ian, al igual que mi querida amiga al suyo- Les mandaremos nuestro regalo por la noticia pronto…- les sonreí y me volví hacia mi marido- ¿No es hermoso querido? ¡Un bebé!- lo miré con ojos chisporroteados en ilusión, yo también quería tener uno, mi querida amiga e iba por los cuatro hijos, tenía bastante envidia, pero era totalmente sana claro.
Sólo a los que buscan la sabiduría
le es revelada la verdad,
pues son quienes saben lo suficiente
como para aguantar sus horripilantes facetas.
(Theron)
le es revelada la verdad,
pues son quienes saben lo suficiente
como para aguantar sus horripilantes facetas.
(Theron)
Agatha Bonnet- Realeza Italiana
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 03/03/2012
Re: Los secretos siempre atraen a los problemas que esconden [Privado]
Fiesta, invitados, música, personas, mujeres; lo que no me gustaba de una fiesta es que mi lado “asesino” aparecía por las maravillosos ojos que se enfocan en mi rostro, aparte de ser un cazador soy un loco mental, un verdadero loco que me escape del manicomio hace algún tiempo. ¿Cómo llegue hacer un Duque? Por mi familia, supongo, nadie puede desconfiar de un hombre de realiza, de poder, tengo poder, tengo un maldito titulo que no me hace feliz, que me obliga a venir a fiesta y fingir ser lo que no soy, nunca logaré ser un caballero digno de ellos, pero tengo que ser una persona hipócrita, sonreír falsamente, estar en su conversación como realmente me importara, pero eso a mi persona no le agrada y nunca lo va hacer. Yo solo vengo por Agatha, que ella quiere venir a una fiesta, ella es tan inocente y no por mis problemas mentales dejaré que esté encerrada como si fuera una solterona más ella tiene un marido, y su marido soy yo, mi deber como un esposo es hacer feliz a mi mujer. Nunca pensé que me casaría con una mujer maravillosa.-Eres tan maravillosa…-Pensé, mientras caminaba a su lado, agarrada de la cintura por uno de mis brazos, la quería cercas, la necesitaba cercas a su lado ese “lado mío” no despertara es la primera mujer que no la he matado.
Entramos al palacio, el ruido de las personas me ponía la piel erizada, los bellos de mi nunca se erizaron por completo, trague saliva, suspiro un poco y con esa sonrisa entre, junto con mi esposa. A la entrada un hombre, ni muy viejo pero tampoco joven nos daba la señal que podríamos dejar el sombrero y la capa que llevamos, me quite primero la capa negra y elegante; se la di después de unos segundos, no quería quitarme mi sombrero es especial para mi, pero tuve que hacerlo de todos modos, se lo di, me acerque al hombre susurrándole que tuviera cuidado con ese sombrero que si llegara a perderlo le pasaría algo muy grave, el asintió rápidamente volviendo a tomar a mi señora cuando sentí su delicada mano tras mi espalda-Vamos…-Un rápido beso fugaz le di Agatha, riéndome bajito para entrar al mundo de la hipocresía. No sentamos, mientras cruzaba un poco mis piernas, tome la mano de ella, entrelazando, cuando me dijo algo del Rey, me da gusto que el Rey no se presente, me da mucho alegría una persona menos que ser tan hipócrita, mientras mis sentidos “asesinos” estaban queriendo salir, cada vez que sentía miradas sobre nosotros, no me interesa que vean Agatha, pero a mi si, siento que me están invitando a matarlas; eleve mi rostro, solo un poco, para mirar a una mujer mirándome directamente, enfoque por unos cuartos de segundo, sus ojos, de un color verde, sonreí, ella será mi victima-Aga…..-No termine de decirle que iba a salir un rato, cuando un viejo “amigo” me tomo del antebrazo y prácticamente me arrastro con el, alejándome de mi señora esposa, suspire, creo que esta noche mis dagas, mis manos no están manchadas de sangre, esa sangre exquisita de esa mujer, ni mucho menos sus ojos, empecé a escuchar la platica de aquellos hombres, asintiendo y a veces, muy a veces dando de mi opinión, claro, dando algo positivo, aunque en realidad era algo que no quería decir.
Quería matarlos a todos, a todos, claro menos a mi esposa, la mujer que puede logar tranquilizarme, sin ella a mi lado, siento que mi sangre hierve por matar, mis manos se movían sobre la copa, riéndome con ellos, mirando a mujeres, disimuladamente, ellos tenían queridas, los muy sínicos las traía a estos evento, claro, disfrazándola como toda unas doncellas, o mujeres casadas, riéndome por dentro, soy el único que no les infiel a su señora, aunque para matar a las mujeres y poder sacarle sus ojos, necesito seducirlas, pero nada mas, ni toques, ni manoseos, solo con palabras bonitas y caen rendidas ante mi y ahí es cuando las mato. -Perdón, me disculpen, debo de atender algo…natural-Mire que me hicieron una reverencia, justo el momento que iba a irme, nuevamente, llego mi señora, maldita sea, no puedo hacer nada. Pero ella y los otros pisándome los talones, esta noche no podre hacer nada, nada y me estaba impacientando, es como una droga que no puedo dejar, y no dejare nunca.
Me situé a lado de mi esposa, tomándola de la cintura, mirándole de reojo.-No me dejaran hacer nada…-Hable mentalmente, suspirando, salude Cortez mente a la mujer de mi “amigo” dándole un beso en el dorso de la mano derecha, subí un poco mi cabeza, mirándola a los ojos, clavándole, tenia unos ojos azules-Hermosos….-Susurre, sin pensarlo, para después abofetearme mentalmente por hablar sin pensarlo-Lo siento, es que sus ojos son…hermosos, de un extraño color…-No dije más, regresando con Agatha, solo escuche lo que decía ella, asintiendo, cuando por fin se fueron, mire el rostro de Agatha-Un hijo….-Suspire-Ya hablamos de eso…-Me aleje de ella yendo a tomar una copa. No quería hijos, no quería que mis hijos tuvieran estos, no lo soportaría.
Entramos al palacio, el ruido de las personas me ponía la piel erizada, los bellos de mi nunca se erizaron por completo, trague saliva, suspiro un poco y con esa sonrisa entre, junto con mi esposa. A la entrada un hombre, ni muy viejo pero tampoco joven nos daba la señal que podríamos dejar el sombrero y la capa que llevamos, me quite primero la capa negra y elegante; se la di después de unos segundos, no quería quitarme mi sombrero es especial para mi, pero tuve que hacerlo de todos modos, se lo di, me acerque al hombre susurrándole que tuviera cuidado con ese sombrero que si llegara a perderlo le pasaría algo muy grave, el asintió rápidamente volviendo a tomar a mi señora cuando sentí su delicada mano tras mi espalda-Vamos…-Un rápido beso fugaz le di Agatha, riéndome bajito para entrar al mundo de la hipocresía. No sentamos, mientras cruzaba un poco mis piernas, tome la mano de ella, entrelazando, cuando me dijo algo del Rey, me da gusto que el Rey no se presente, me da mucho alegría una persona menos que ser tan hipócrita, mientras mis sentidos “asesinos” estaban queriendo salir, cada vez que sentía miradas sobre nosotros, no me interesa que vean Agatha, pero a mi si, siento que me están invitando a matarlas; eleve mi rostro, solo un poco, para mirar a una mujer mirándome directamente, enfoque por unos cuartos de segundo, sus ojos, de un color verde, sonreí, ella será mi victima-Aga…..-No termine de decirle que iba a salir un rato, cuando un viejo “amigo” me tomo del antebrazo y prácticamente me arrastro con el, alejándome de mi señora esposa, suspire, creo que esta noche mis dagas, mis manos no están manchadas de sangre, esa sangre exquisita de esa mujer, ni mucho menos sus ojos, empecé a escuchar la platica de aquellos hombres, asintiendo y a veces, muy a veces dando de mi opinión, claro, dando algo positivo, aunque en realidad era algo que no quería decir.
Quería matarlos a todos, a todos, claro menos a mi esposa, la mujer que puede logar tranquilizarme, sin ella a mi lado, siento que mi sangre hierve por matar, mis manos se movían sobre la copa, riéndome con ellos, mirando a mujeres, disimuladamente, ellos tenían queridas, los muy sínicos las traía a estos evento, claro, disfrazándola como toda unas doncellas, o mujeres casadas, riéndome por dentro, soy el único que no les infiel a su señora, aunque para matar a las mujeres y poder sacarle sus ojos, necesito seducirlas, pero nada mas, ni toques, ni manoseos, solo con palabras bonitas y caen rendidas ante mi y ahí es cuando las mato. -Perdón, me disculpen, debo de atender algo…natural-Mire que me hicieron una reverencia, justo el momento que iba a irme, nuevamente, llego mi señora, maldita sea, no puedo hacer nada. Pero ella y los otros pisándome los talones, esta noche no podre hacer nada, nada y me estaba impacientando, es como una droga que no puedo dejar, y no dejare nunca.
Me situé a lado de mi esposa, tomándola de la cintura, mirándole de reojo.-No me dejaran hacer nada…-Hable mentalmente, suspirando, salude Cortez mente a la mujer de mi “amigo” dándole un beso en el dorso de la mano derecha, subí un poco mi cabeza, mirándola a los ojos, clavándole, tenia unos ojos azules-Hermosos….-Susurre, sin pensarlo, para después abofetearme mentalmente por hablar sin pensarlo-Lo siento, es que sus ojos son…hermosos, de un extraño color…-No dije más, regresando con Agatha, solo escuche lo que decía ella, asintiendo, cuando por fin se fueron, mire el rostro de Agatha-Un hijo….-Suspire-Ya hablamos de eso…-Me aleje de ella yendo a tomar una copa. No quería hijos, no quería que mis hijos tuvieran estos, no lo soportaría.
Lucas Bockelman- Cazador/Realeza
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Fecha de inscripción : 25/02/2013
Re: Los secretos siempre atraen a los problemas que esconden [Privado]
El peligro esta ahí fuera...
Los cariños de Ian antes de entrar siempre me habían encantado, nada como sus suaves manos para hacer desaparecer aquellos nervios tontos por al palacio real de Francia. Al parecer este año no vendría el rey, su apretada agenda no se lo permitía o.... quizás su apretada cama. Yo ya sabía que a mi querido marido no le gustaban aquellas reuniones, donde el quedar el mejor era lo más importante, allí no había amigos... bueno menos mi querida amiga que estaba de nuevo en cinta y en unos meses tendría a su quinto hijo si que era amiga mía.
Tenía algo de envidia pde que querida amiga tuviese un marido que quisiese bebes y el mío... mi marido no quería hijos, el problema es que yo sí que los quería, quería muchos y él ni uno. Habíamos tenido algunas discusiones sobre ello, nunca llegaba a entender la cuestión del problema de que siempre que sacaba el tema de bebes, me lo negase como si el tener algo tan hermoso fuese una empresa peligrosa y difícil.
Cuando mi marido saludó a mi encantadora confidente, escuché sin querer o queriendo aquel adjetivo que le dedico a mi amiga al estar cerca. Rápidamente él quiso arreglarlo pero a mí ya comenzaba a corroerme los celos, impasibles e incontrolables me hundí en ellos, y no pude hacer nada para controlarme con aquel lastimero sentimiento que te hacía sentir dolida, al fin y al cabo por que aquel piropo no era dirigido hacia mi digna persona. Le dediqué una mirada de molestia mezclada con ese sentimiento que ahora me carcomía la mente, los celos hacia mi marido y mi amiga. Esos mismos celos me daban respuestas al problema de no tener hijos en mi matrimonio, de esas excusas mal mentidas.
"¿Y si ya tenía hijos con una fulana? No sería capaz de hacerme eso... ¿Cierto? No... imposible. ¿Y si se había casado conmigo en un acuerdo puesto en secreto y bajo llave y por eso no quería que fuese con él cuando se va mucho tiempo por un negocio que está lejos? No... imposible que mi amado Ian me fuese infiel, él..." Tragué saliva intentando echar lejos de mi mente a aquella vocecilla venenosa que me susurraba detrás de la oreja como si hubiese un pequeño demonio sentado en mi hombro.
Lo miré un poco de reojo mientras despedía a mí querida amiga. Él se marchó como siempre, luego de negarme lo que yo quería. Y dejándome en aquella situación de celos y de negación, además de esa presión en mi pecho, que me hacía sentir realmente mal ¿Qué le había hecho yo para que no me dejase tener hijos? Me retiré de donde se suponía que debería esperarlo por si volvía.
El verlo de aquella manera, que me hablase en ese tono serio e inflexible, me hacía sentir como el ser más horrible del mundo, era como si lo que me pidiese fuese algo... terrible, pero solamente era un inocente bebé que amaría con todo mi corazón y más. Es más, en la mayoría de mis sueños tenía a mi bebé en mis brazos y lo acunaba con una tranquilidad apacible e inconmensurable, sin embargo era entonces cuando de repente mi marido aparecía y el bebé desaparecía de entre mis brazos, yo lo buscaba sin cesar, pero era para nada porque me despertaba poco después del sueño/pesadilla.
- Ya lo sé querido...- suspire cuando él ya casi había desaparecido entre nobles y los de alta clase que susurraban y cotorreaban sobre idioteces, palabras que dañaban bastante la integridad del criticado- Pues yo lo deseo...- susurré una vez ya estuve sola.
Al estar sin compaia pensé que sería bueno unirme a la varonesa y condesa de Francia, pero se me habían quitado las ganas de seguir allí, de hablar con alguien que perteneciese a aquella recepción de baile que en pocos minutos comenzó a sonar música luego de salir de aquel maldito lugar. Me dirigí hacia los jardines de palacio y aunque aun no era la hora de salir a los jardines a dar un paseo, lo hice pues siempre hice lo que quise, asique nadie me impidió salir de palacio. Tome una bocanada de aire fresco a sabiendas de que andaría sola me adentre dentro de los jardines y el pequeño bosque propiedad del rey- Yo quiero uno...- me repetí a mi misma pero decidí dejarlo me sentía aun peor por culpa de haberlo dejado allí solo sabiendo que no le gustaba aquello y que solo había ido por mí, aunque luego recordaba porque había salido de allí y me negaba a volver.
Entre la oscuridad y los escasos faroles de luz que había, avisté una silueta que se acercaba hacia mí, es decir, que iría en dirección al palacio luego de tomar algo aire fresco. Me giré por un momento para ver las lejanas luces que marcaban el camino hacia el palacio, solo escuché desde aquel punto el susurro de la música de la mejor orquesta de Francia que solo tocaba en cada recepción del palacio real. Al volver la vista hacia delante en busca de aquella silueta o sombra que había estado tan lejos, ahora se encontraba a dos metros de mi y claramente un chillido de terror surcó y empujó a salir rápidamente desde el fondo de mi garganta, hasta salir de entre mis labios. Intenté componerme del susto cuando escuché reírse a aquel hombre y se inclinó pidiéndome disculpas por el susto- No se preocupe señor... solo ha sido un susto y nada más- el varón volvió a disculparse mientras daba unos escuetos pasos hacia mí y extendió su mano con la palma hacia arriba y yo mecánicamente posé mi mano con suavidad sobre la del hombre y él como marcan las reglas, besó mi mano aunque algo raro sentí como unos dientes sobre saliendo de sus labios al besarme la mano y que estaba demasiado frío. Sonreí un poco ante la cortesía y educación del varón desconocido- Perdóneme si le asusté con mi gran chillido, no le esperaba, supongo que ver en la oscuridad no es de humanos ¿Cierto querido?- El varón se mantuvo callado y en sus labios se dibujo una sonrisa que dejo ver sus blancos dientes... y... colmillos demasiados grandes. Fruncí el ceño al ver sus dientes y comencé a sentir miedo cuando una voz de ultratumba salió de aquella boca que parecía sentir como escupía veneno con cada palabra que salía, su aura se volvió fría... o mejor dicho... el aire se volvió congelado, salía vahos de mi nariz del aire congelado que nos rodeaba y es que todo parecía una mera ilusión pues hacia un minuto el ambiente era bastante agradable.
No sabía lo que estaba pasando pero mi subconsciente me gritaba con insistencia que corriese lejos de allí, a salvo con Ian- Creo que debería irme querido, mi marido anda...- fui cortada por el varón, nombrando el nombre de mi marido y su titulo nobiliario- ¿Cómo l-...- Rápidamente él gruñió ante mi sorpresa ¿¡Quien era aquel ser!? Dios mío sus colmillos eran incluso más grandes que antes o quizás el miedo que llevaba encima me hacía ver cosas horribles en aquel momento.
-¡¡Dios mío!!- no me dio tiempo a volverme para empezar a correr cuando aquel ser del demonio me atrapó por el cuello, un agarre del que difícilmente podría escapar. Aquel demonio escupió palabras llenas de dolor, angustia y odio al parecer hacia mi marido. No entendía del todo muy bien su voz gutural y el que no me dejase respirar lo hacía todo muchísimo mas difícil, solo llegue a descifrar que mi marido había hecho algo atroz a su mujer y yo le negaba una y otra vez- e...quiv-ocacion...- susurre con ahorcada voz por las manos de aquel varón el cual su objetivo final era al parecer, solo la venganza.
Escuché mas atrás a lo lejos gritos de horror, el vampiro susurró con una sonrisa infernal que me hacía llegar los tembleques hasta mis propios huesos- Vamos a traer a ese bastardo- escupió hacia un lado-A ver si le gusta el espectáculo que le tengo preparado...- su risa salió de su boca dentada afiladamente y con un eco que solo podría salir del mismísimo infierno.
El tiempo pone a todo el mundo en su lugar
Agatha Bonnet- Realeza Italiana
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