Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

por **Tarik Pattakie** Vie Jun 25, 2010 8:28 pm

Cuando la noche cae, sin duda alguna, es cuando todos los nuestros se sienten dueños del mundo que nos arrulla. Ésta en especial era una de mis noches preferidas. El aire era frío y ninguna luz proveniente de estrellas o de la misma Luna se podía percibir en las afueras de la Ciudad Parisina. La neblina mantenía cegada cualquier rayo lunar que se dejara entrever entre los gigantescos árboles que me rodeaban, dándole un halo de misterio a lo que me deparaba esta noche. Estaba completa y totalmente seguro de que algo pasaría. Siempre lo era. Cada vez que abandonaba el confort de mi lúgubre mansión, las probabilidades de verme inmiscuido en situaciones excitantes y agraviantes jugaban a mi favor. Los retos siempre eran mi pasión y hoy esperaba encontrar uno nuevo. Me dejé caer de uno de los árboles frondosos después de estar observando entre las sombras sin nada que llamase mi atención. Aún mantenía esa idea taladrando mis pensamientos, de que algún humano perdido podría ser mi cena. “Tendrás que recorrer las calles parisinas si deseas el elixir de la vida” Aspiré con fuerza para alejar ese odioso pensamiento, llenando mis pulmones de los olores que se percibían en medio del Bosque. Varios pares de ojos rojos se encontraban escondidos, observando… Esta vez, conocían quién era el depredador y quién la presa. Sonreí con malicia. Aún no podía comprender como era posible que algunos vampiros prefiriesen la sangre animal para subsistir. La simple idea de intentarlo me sonaba bochornosa y asquerosa. “Definitivamente, necesitas encontrar algo mejor en qué pensar.” Ese era el problema. Mis pensamientos eran una maraña y ni enfocarme en cosas triviales parecían aplacarme.

Había salido de la mansión sin importarme mi destino. La soledad que me envolvía entre las cuatro paredes de mi despacho se había tornado claustrofóbica. Estaba deseoso de experimentar esta nueva faceta en la que comenzaba a invertir todo mi tiempo. ¡Ja! ¿Por qué me engañaba? Socializar no era mi fuerte y haberlo hecho con dos mujeres, no me haría todo un experto. Además, ¿quién podría encontrarse conmigo en medio del bosque? Caminé a pasos lentos, sintiéndome dueño del lugar. Los animales percibían la maldad y se apartaban temerosos de lo que pudiera pasar. Sin nada interesante qué hacer o con quién hablar, pronto me encontré reclinado en uno de los enormes troncos. El paisaje frente a mí era tranquilizador. La brisa nocturna traía consigo el frescor de la laguna. Una que se me antojaba complacer tanto como el escozor que se instalaba a diario en mi garganta. Una pequeña sonrisa se abrió paso en las comisuras de mis labios conforme desabotonaba mi chaqueta para adentrarme en el agua. Hacía mucho tiempo que no me dejaba vencer por mis impulsos y estaba harto de ello. Existía una mujer que deseaba se encontrara conmigo, compartiendo éste exquisito momento; pero no le había vuelto a ver después de aquél encuentro en el Cementerio. Solo pensar en cómo se sentía su piel bajo mi cuerpo, bastó para que el dolor se instalara en mi ingle... “El agua hará bien para aplacar tu apetito” Gruñí con fastidio. Eso era solo una jugarreta que en mis delirios salía a flote, para hacerme desistir de correr e ir a encontrarme con ella. La ropa pronto desapareció de mi cuerpo, y mi cuerpo pronto se vio sumergido en la agradable laguna. El agua masajeaba cada músculo tenso, en caricias suavesdónde me permitía imaginar que eran las manos de esa mujer las que masajeaban mi cuerpo…

por **Hela Von Fanel** Vie Jun 25, 2010 10:21 pm

En la desolada Mansión de donde suele atacarse de infames humanos que se regordean como viles culebras en su propia miseria, no encontraba forma alguna para distraerse, esta vez, esta noche sentía la ansiedad de un juego, algo que moviera su pomposo cuerpo y le hiciese sentir el calor de la madrugada. En la lucidez de su mente - si es que en algún momento obtuvo alguna - se enfrasca un voraginoso pensamiento, aquel que desgarra sus entrañas por llebaro a cabo. Sonríe de lado dejando ver la demencia que lleva a cuestas, nunca fue una persona que reflejara la cordura a la que esta miserable y decadente sociedad llama de tal forma. Siente asco por encontrarse atada a un par de individuos que bien podrían pasar por su más fina bajilla, el simple hecho de pensar amargamente en las deliberadas formas que existen para llevar a cabo su cometido se le hace agua la boca, aunque paresca relativamente imposible.

Impulsada por su morbosa curiosidad recorre las calles paricinas, en busca de ese algo que demuestre el valor de su eternidad. A los pocos pasos un joven de galante figura, porte estético y aroma a dulce, fresca y exquisita sangre. Se acerca a él como toda una dama de la noche, en su rostro la sángana idea de que se encuentra perdida entre el tumulto de las calles, la obscuridad de las mismas, la desaprovación del estatus que posee en que una Lady no puede andar por esos lugares tan sola. Compadeciendose de su situación el nefasto chico se ofrece a ayudarle en su inédita cruzada "Patético, Don Juan que desea robar de mi cuerpo la inocencia ¡Jah!" piensa para sus adentros en donde solo el eco de su voz puede callar los gritos de desesperazante sed que recorre su gélida garganta.

En el transcurso del camino la fémina hace uso de su rapidez y fuerza para someter al "hombre" que le ayudaría a salir de sus problemas. Lo arrastra hasta el bosque, lo más cercano a su propiedad, susurra en su oído las reglas de su juego, algo que por obvios motivos el peyorante humano no ganará, a menos que ocurra un milagro de esos que estan meramente escasos y que nunca suelen acontecer. Entre quejidos, jadeos y alaridos de un dolor anticipado, sale despavorido el chiquillo que la morena terminará por depositar en su plato. Cinco minutos de ventaja no es suficiente para que pueda escapar, menos con la neblina que empapa todo a su paso, cubriendo cada mólecula de la materia que los rodea, dejando tinieblas, obscuridad y en su caso debastación.

Siguiendo el rastro marcado por el efluvio del chico atraviesa el bosque, las ramas de los árboles presentes desgarran las finas telas de su traje, algo que verdaderamente le es indiferente. Continúa so odisea hasta que en el instante en que procede a atrapar a su víctima un choque, una colisión de magnitud catastrófica llega a sus fosas nazales depositandose y dando vueltas a todo su sistema. Un olor tan exótico como lo fantasmal del bosque que se extiende frente a sus ojos. Rebusca con la mirada al origen de todo caos probocado en su interior pero no concibe encontrar al culpable, sea mortal, sea inmortal, sea hombre, mujer u homosexual quiere buscarlo así pierda la noche entera.

Un ligero rastro que yace por detrás de su posición actual, sonríe de medio lado, ladea la cabeza ligeramente mientras se gira sobre sus talones, corre, recorre el sitio hasta llegar a la cueva de las luciérnagas, su hogar, un nefasto lago que tiene como especialidad... "Un hombre, un marmoreo, frío, exuberante hombre... ¿Dánsose un baño nocturno?" ¿Quién en su cuerda vida puede entrometerce en un maldito lago en una miserable noche tan fría como aquella? Su respuesta fue simple, fácil e inesperada....

- ¿Un fresco y regocijante baño de Luna Monsieur? - Pregunta sin tapujos, una delicada rosa de invierno no posee pudor ante nadie, no mientras este por debajo de su máscara de frivolidad. Se acerca hasta la orilla del lago, su prenda desgarrada absorve con sutilieza un poco de agua. El cambio de color es evidente en sus prendas pues pasan de ser de un tono grisaceo a un negro mortífero. Con la mirada perfiférica y los sentidos enfocados en su presa esta en dos lugares al mismo tiempo, ó quizá, solo este haciendose una invensión en su perturbada mente la cual esta por tener una epifanía muy poco ortodoxa.

por **Tarik Pattakie** Dom Jun 27, 2010 6:25 pm

¿Cuándo mi vida se había tornado tan ridícula? ¿Tan inútil? Tan… Ningún concepto parecía englobar lo absurdo y tonto que me sentía. El agua fría aplacaba mis instintos, calmaba mi sed, mi apetito sexual, mis ansias por ir en busca de ese giro que revolucionara la vida misma. Si transformarme en un ser nocturno lo había logrado, ¿qué se necesitaba para llegar de nuevo a ese punto? El pasado, el presente, el futuro… ¿Qué era para nosotros? ¿Un maldito mar donde la corriente nos llevaba al mismo lugar? Había quienes disfrutaban matando, incluso yo lo hacía, pero… en algún momento de sus eternas vidas, incluso los gritos, las súplicas se volvían tan… normales. “Normal” No. Esa palabra jamás iba tomada de la mano con algo que me concerniera. Normal era el ser humano. Normal era poder salir y ver el amanecer. Normal era… Me sumergí de nuevo en la fría agua, para que mis pensamientos se viesen ahogados también en mi mente. Odiaba sentirme de este modo. ¡Ja! Incluso los peces se alejaban de mí. Esto si que era grato de observar.

Salí de nuevo y un aullido me hizo girar el rostro hacia la Luna que se escondía entre la espesa neblina. No era Luna Llena y los pocos licántropos que habían hecho de Paris su hogar, estaban en su fase humana. Un grito humano me hizo girar en la dirección contraria. Al final de cuentas, si había un humano perdido, correteando asustado los bosques. Le ignoré en cuanto fui consciente de la presencia de alguien más por los alrededores. Por supuesto, el pobre humano corría despavorido por el terror causado por uno de los nuestros. Chasqueé la lengua, levemente molesto, por ver la presa jugar con alguien que NO resultaba ser yo. Una molestia que desapareció en el instante en que el aire chisporroteó, trayendo consigo el aroma incomparable de una mujer. No necesitaba verle para extasiarme con cada facción atractivo de su rostro. Su voz sensual era solo la pieza principal para hacerle ver a cualquiera cuán segura estaba de su belleza. Una que había tenido incluso antes de ser lo que era.

Su pregunta me hizo sonreí como un maniático. Compañía femenina… Sin duda, la mujer era la creación más perfecta y letal caminando sobre la Tierra. Y las vampiresas un arma mortal para cualquiera que jugase a caer y creer, que salir ilesos de sus redes era cualquier sencilla tarea. Giré lentamente hasta quedar frente a ella, al menos en la dirección donde se encontraba. Como esperaba, la gracia femenina emanaba de cada poro que le constituía. – Muy fresco, mi Lady. Como toda buena depredadora, se debatía entre seguir jugando con su presa o… lo segundo no estaba muy seguro de a dónde retribuirlo. Esperaba que a entablar una amena conversación conmigo. Desde donde nos encontrábamos, se podía escuchar con claridad la respiración entrecortada del humano que se abría paso entre los árboles. Ladeé levemente la cabeza. El humano se había detenido. La mirada en la vampiresa denotaba que no tenía sed alguna, éste solo era uno de sus pasatiempos, sin duda.

Mis labios se curvaron en una sonrisa maliciosa mientras observada con sumo detalle cada uno de sus movimientos. El agua pronto hizo una maravilla con cada prenda que le cubría, dejándome absorto al ser el único que veía de primera fila, la forma en que se amoldaba a cada curva de su cuerpo. Nuevamente, se escucharon los movimientos del humano al tropezar y apartar las ramas de su camino. Estaba perdido y… seguramente, no tardaría en regresar al mismo punto de partida. ¿Cuánto tiempo me daba eso para estar en su compañía? Nadé para quedar aún más cerca de ella. - ¿Solo ha venido a jugar? Algo en su mirada penetrante me atrapaba. - ¿O también gusta de tomar frescos y regocijantes baños de Luna, mi Lady? Observé con descaro la silueta de su cuerpo. – No muerdo…. al menos no en la primera ocasión. En ese instante, el humano apareció del lado contrario de la laguna. Su olor me impactó con fuerza. No me había alimentado desde que había tomado la sangre que Lucas me había provisto y aunque en mi cena normalmente incluía mujeres gráciles con sangre dulce, el humano con la adrenalina al cien, me atraía para aplacar el escozor en mi garganta. – No debería hacer esperar a su presa. Mis ojos se habían tornado implacablemente negros…

por **Hela Von Fanel** Dom Jun 27, 2010 8:51 pm

Desde la promiscua mirada de la fémina y a través de sus pupilas, se percato de la esencia del hombre que nadaba por allí, quizá tratando de ahogar sus propios indecentes deseos. Sonríe y admira lo que la claridad del agua le permite divisar, una estructura perfecta idónea para satisfacer sus apetitos más pérfidos, sigue con la mirada periférica la sombra de lo que representa ser su “cena” esta noche. Mientras la pupila incansable y acechante se clavaba en la espalda del desconocido la respiración de su juguete se agitaba entre pisadas fuertes que irrumpían en el silencio del bosque. Era una reverenda tontería que aquel humano osara en imaginar salir con vida de ese laberinto prefabricado con las pesadillas que la imponente morena coloco en su mente. La fragilidad con la que se puede manipular a esos seres de naturaleza miserable es evidentemente notoria. Un simple susurro de las palabras mágicas en sus oídos podrían hacer flagelar al más valiente caballero de la historia, más aún si se contaba en el bando equivoco a arpías de la estirpe que la fiera manejaba.

El jadeo de su presa al encontrarse con un tropezón le ha provocado un placer superficial que no tardará en hacer presente desde lo más profundo de sus entrañas. El viento que copula por allí despeina ligeramente su cabellera negra. Desgarrándose internamente en una batalla cabalística se encuentran sus sentidos, sumergidos tan solo en una vorágine de no saber a que bajo instinto ceder. Enfrascada en su propio mundo ignora la perturbarte revelación que le acontece. Quien se refresca tétricamente en el lago de un bosque tan sombrío como una lápida antigua en un cementerio abandono por razones erróneas acerca de espíritus blasfemantes, se gira lenta y despacio para encarar el rostro de aquella silueta sobrenatural, atrevida, desinhibida, fantasmal…

La figura de la morena se enfoca impaciente en los movimientos del vampiro tras escuchar el tenue movimiento de las olas provocadas por el agua que se arremolinó tras el giro de ese caballero, la fragancia reveladora de aquella indomable criatura envuelve nuevamente entre sus brazos las fosas nasales de la fémina, por un instante olvida su presa, durante escasos segundos se ve cubierta por el delirio que le provoca en su ser aquel olor tan provocador, rebelde, infame, indescriptible. Enfoca pues su atenta mirada en la figura del demonio frente a ella, sonríe con la coquetería en cada uno de sus poros. Estallan sus sentidos, las más bajas pasiones impúdicas revuelven sentimientos tan viles y corrompidos como lo son el deseo, la perversión y la lujuria.

Una hambruna de pérfido sentido se inmola en esa delicada y exuberante lucidez que posee, perdida en lo marcado de los músculos lascivos que coexisten en el cuerpo marmóreo e incitante del diablillo, marca una sonrisa con una combinación extravagante, se pueden apreciar la maldad, una excitación extraña, la demencia y un alucinante deseo. Al otro lado del espejo de la luna se encuentra el aperitivo perfecto para una velada inolvidable. Sin extraviar los cambios en las pupilas del individuo, se introduce en el agua, pronto sus ropajes se empapan de aquel semi-transparente líquido, son esas mismas prendas las que ahora flotan alrededor de su silueta. Nada lentamente hasta encarar al seductor producto de la profanación de un par de colmillos a una tersa y cálida piel hace siglos atrás.

La felina mirada de una mujer incitada por la mano de un demonio que acuna sus pasos, vela sus actos y determina sus pensamientos, se clava en los ojos de ahora su acompañante. Se aproxima peligrosamente hasta sus labios quedando a escasos centímetros de distancia. Aspira el olor que este despide como flor nocturna en una noche maravillosa, admira las delicadas gotas de agua que adornan su gélida piel, cierra los ojos se deja atrapar en un fantasioso momento para arruinarlo con el susurro latente de malignas palabras.

- Me encanta jugar por las noches a tener baños… No precisamente de Luna. – Arquea una ceja y sonríe con un tétrico aspecto – Morder es uno de mis pasatiempos favoritos y si no le importa Monsieur puedo compartir el elixir de su vida – Musitó en el lóbulo de este señalando con una mano a su presa. Se aleja de él nadando como sirena en una noche en la que los piratas naufragan por encontrar a la dueña de los míticos canticos que los ha hechizado. Lo perlado de su piel contrasta con el negro de su atavío, más aún combina con el espejismo de la luna en las turbias aguas del lago gracias al movimiento de su cuerpo a través de las mismas. En un instante se encuentra del otro lado, frente al chico que consagrará su vida por una noble causa “Alimentar al hambriento” Seguramente se iría al cielo por su acción.

por **Tarik Pattakie** Mar Jun 29, 2010 8:08 pm

Estaba perdido en su intensa y profunda mirada. La Luna se reflejaba en la laguna, exactamente en la posición donde ella y yo nos encontrábamos. Si creí que el agua estaba haciendo un excelente trabajo al transparentar cada prenda de su vestuario, estaba equivocado; pronto me vi hipnotizado por la tenue iluminación del manto estelar nocturno que envolvía su cuerpo en un aura plateada. Gruñí al sentir como mis músculos se tensaban en respuesta. Darle la espalda a una mujer tan atractiva y con esa feroz mirada, era de idiotas, aún cuando el humano mantenía su corazón retumbando como si fuese la melodía perfecta para este encuentro que aún no estaba destinado a terminar. La brisa traía consigo su aroma almizcleño y exuberante, realzada por las huellas de sangre que ahora eran borradas con sutileza por el agua cristalina y fría. En un fugaz segundo el escozor en mi garganta se esfumó para sonreír con total naturalidad ante la pequeña broma que se escondía en sus palabras. – Nada sería más placentero que ser parte de su pasatiempo, mi Lady.

Pasé una de mis manos para apartar las gotas que caían desde el cabello hacia mi rostro, girando para ser testigo de la belleza de los poderes vampíricos de la mujer desconocida y misteriosa que no solo me deleitaba con su idónea y única compañía, sino además, me ofrecía en bandeja de plata el humano con el que había estado jugando. Mientras me dirigía a la orilla, me fue imposible ignorar el pensamiento de que jamás había compartido mi presa y resultaba excitante poder hacerlo. Quizás solo era el deseo de verle a ella en acción o el morbo que se había apoderado de mí desde que se había adentrado a la laguna, haciéndome alucinar por su aliento frío y sensual sobre mi rostro; el que hablaba por sí solo. Salí del agua para dirigirme hacia el tronco donde había dejado mis ropas, limitándome a cubrir solo la parte baja de mi cuerpo. – ¿Le gusta el misterio o no pretende decirme su identidad?

Su atención estaba concentrada en el humano que pronto moriría. El escozor volvía con la fuerza de mil demonios. No tardé en convencerme de que no era tanta la sed la que se instalaba en mi garganta lo que me mantenía en esta situación. Ahora todo formaba parte de la vampiresa que de perfil me miraba. Aparecí tras el humano que camuflaba el olor almizcleño de la mujer. Estaba acorralado entre ella y yo. Sus latidos aumentaron incontrolablemente. No había vía de escape. Los caninos de la vampiresa y los míos lo mantenían en un estado catatónico, augurando… esperando lo peor. La excitación y la adrenalina recorrían con la potencia de mil volteos cada vena, cada arteria que me constituía. Escenas donde veía a la vampiresa bañada en sangre, después de sus insinuantes palabras, era tan apetecible que mi cuerpo exigía hacerlo realidad. Nada como una escena gratificante de ese modo. Mi mano se posó sobre el cuello del humano, escuchando con fervor, pero la mirada estaba perdida en el rostro perfecto de… Sí. La mujer tenía un rostro, pero aún me faltaba un nombre a cuál hacerle referencia.

Antes de saber lo que hacía, me encontré tomando la muñeca del humano con fuerza, hasta que el hueso cedió y los gritos oportunos del “indefenso” humano llenaron el vacío que necesitaba ser llenado por la voz atrapante de la vampiresa. Una sonrisa curvó sus labios y los míos correspondieron con una en complicidad. – ¿Supongo que… Aparecí tras ella, para susurrar las palabras sobre su lóbulo izquierdo. No podía refrenarme. …tengo que dar el ejemplo? Mi mano acarició el arco de su cuello con suavidad, su piel fría y delicada, siguiendo con entusiasmo las gotas cristalinas que caían en picado, recorriendo lugares que su ropa transparentaba. – Lucern Ralph a sus órdenes, mi Lady. Me alejé de ella para aparecer ante el humano que había utilizado esa fracción de tiempo para correr en dirección contraria, pero el dolor le nublaba la vista. - ¿Entonces? Enarqué una ceja presuntuosamente dejando que el humano cayera sobre la tierra tras un pequeño empujón. - ¿Me dirá cuál es el misterio que se encierra en usted?

por **Hela Von Fanel** Mar Jun 29, 2010 10:22 pm

¿Existe en ese mundo tan exuberante algo más delirante y estupefacto que el hecho de estar con un vampiro en medio de la nada, mientras un pobre infeliz busca la salida a sus pesadillas? Muy probablemente sí, pero para si misma por ahora solo puede admirar lo que posee, después se preocupará si en verdad le hace falta algo o simplemente es ¿Feliz? Así.

Los alocados augurios de sus voces internas le predican una velada interesante. Ya no hace falta describir las sensaciones que recorren cada parte de su escultural cuerpo, pues es evidente que se encuentra sumergida en un deseo tan humanitario, algo que no puede evitar por muy vampiresa que sea, algo instintivo, frágil, delirante… Las pasiones que de humana nunca tuvo la oportunidad de tener, ese deseo infame de fundir un par de cuerpo en uno solo, acompañados por la joya más preciada que sin saberlo posen los enfermizos mortales. Sonríe delicada, segura de si misma, sin susurrar, musitar o decir palabra alguna. Su identidad fue cuestionada, no obstante, aunque puede compartir y ser la anfitriona de un manjar lleno de placer degustable, aún no puede ni debe pronunciar su mortífero nombre, aquel cuya madre coloco sobre la infante haciendo alusión a una temible bruja, mofándose de la indefensa criatura por ser producto del descarrío de un varón cuyos deseos eran básicamente profanar un cuerpo virginal para satisfacer sus endemoniados apetitos sexuales.

Una vez fuera del agua recorre por segunda ocasión el perfecto cuerpo del “Caballero de media noche” se muerde el labio inferior para callar los gritos desesperantes que comienzan a surgir en su perturbada mente crápula. “Aún no es momento de querer “relacionarse” con el desconocido, apaga el instinto llameante de tu extasiado y libidinoso pensamiento Lorraine” Ladea la cabeza ligeramente, con esa sádica sonrisa en su rostro, espera pacifica mientras este coloca sobre cuerpo las prendas que cubren su parte inferior, es una reverenda lástima para la midian quien encuentra el atractivo del hombre en extraordinarias condiciones.

A sus oídos llegan los rítmicos latidos de un corazón abatido por el temor, poco a poco comienzan a hacerse más rápidos y furiosos, bombeando sangre por todo el débil cuerpo del mortal, dulce réquiem para sus tímpanos que deleita amargamente la morada insana de una vil arpía con ansiedad de muerte, deseo de sangre y anhelo de orgasmos. Monsieur, por su parte, le toma ventaja y aprisiona con su omnipresencia la libertad del pálido engendro, sus gritos, ese crujir de su hueso… Una sinfonía que estaba por iniciar en la noche espectral de la muerte; creyéndose en una terrible y alucinante pesadilla el chiquillo comienza a pensar, susurra que es tan solo el veneno que Morfeo aplico en su almohada para tener así una lunática composición de desequilibrados sueños, no cree en las bestias, en los demonios, no puede ser más que una noche de tormentos, una noche de mortíferos sueños.

Rápido, e imprevisible se coloca el extraño a su espalda, para susurrar en su lóbulo, la mano acarició el arco del vampírico cuerpo de aquel hermoso espectro nocturno; el roce de las gélidas pieles, acuna en su vientre una sensación extraña, muerde su labio inferior con la fuerza suficiente para romper la superficie y hacerlo sangrar. La voz del varón retumba en su cabeza, el nombre deja huella en su agenda de sangrientas letras. El humano cae frente a ella, después nuevamente una cuestión que esta vez si puede responder aunque no por completo, un viento hace susurrar a los árboles blasfemias en contra de ellos. La fémina sonríe con toda la calma que se eternidad le otorga a sus pies. Recorre la distancia con sus pasos de ninfa, cortando el espacio que se separa de su víctima y de Monsieur Lucern Ralph. Se arrodilla frente al cuerpo tembloroso del pobre humano, besa sus labios con ¿Ternura? Muerde su lengua dejando emanar la sangre como manantial de su boca, se manchan los labios de la mujer en sangre, la cena agoniza por el dolor en su boca; el cruel súcubo se coloca de pie, clava su mirada en el rostro de Lucern, sonríe, relame sus labios, pasa su lengua por sus colmillos, incitante, lujuriosa…

- No hay misterio en lo que represento, soy la pesadilla del mortal… el veneno de Morfeo según sus pensamientos – Dedica un segundo de su presentación para mirar el casi cadáver de su presa, mirada que no encierra más que la ambición de poder drenar ese costal de carne. – Mi nombre, simple… Lorraine Von Fanel, un placer encontraros en… ¿Mi fúnebre cena? –Arquea una ceja de forma burlesca, coge el cuerpo del chiquillo, acomoda su cabeza mientras siente los latidos de su corazón al borde del cataclismo, rasga una mejilla de su presa, lame con obscenidad la herida, mira a su acompañante - ¿Sutil o desgarradoramente infernal? – Pregunta directamente, esperando la respuesta para saber como exactamente debe comportarse ante la presencia de ese señor, ante todo su diplomacia ó al menos es lo que quiere esta noche pues se siente terriblemente benevolente.

por **Tarik Pattakie** Miér Jun 30, 2010 10:57 pm

Observaba con completa fascinación el comportamiento sádico de Lady Lorraine. Decoraba su <<platillo>> tan maravillosamente, que mi lengua se paseaba por las puntas filosas de mis caninos ante el deseo de probar toda esa sangre humana que se paseaba por sus carnosos e hipnóticos labios ahora rojos. – Este inesperado encuentro apenas empieza y usted ya pretende volverme ¿loco? La sangre de por sí ya era deleite puro para mi sentido del olfato, sublevando y pisoteando cualquier raciocinio mostrado hasta ahora en su presencia. Una gota de sangre se derramó de mi lengua, descendiendo limpiamente por mi labio inferior. Nada era comparado con la cantidad de sangre que emanaba por la mandíbula de la vampiresa. – ¿Una pesadilla? La incredulidad asomó por todo mi rostro. Mi ceño se frunció mirándole con diversión. - ¿Intenta engañarme, mi Lady? Miré al humano que apenas y lograba respirar. Los latidos de su corazón se iban apagando con rapidez. – Pesadilla para quién no sabe distinguir los buenos sueños, quizás. Ha de ser el “paraíso” para todas sus víctimas, sin duda, un recuerdo imborrable.

Si continuaba provocándome no sabía cómo lograría controlarme. No es que hiciese mucha diferencia eso último, pero cuando su lengua se encargó de saborear con ese sumo deleite las gotas carmesí, me relamí del mismo modo sin poder contenerme. Mi lengua hubiese sido el medio perfecto para deshacerse minuciosamente de cada línea que descendía y me incitaba a tomarla entre mis brazos. Di un paso hacia dónde se encontraban, inclinándome en un abrir y cerrar de ojos. Las yemas de mis dedos pronto se encontraron sobre los labios de Lady Lorraine, manchándose con una gota de sangre, actuando como sino fuese más que un labial pintándole del rojo más intenso y atrapante. Los aparté para llevarlos hasta mi boca, escrutando conforme mis tímpanos eran arrullados por el nombre de quién ya no sería una desconocida. O al menos, no en algo tan común como lo era la identidad.

¿Su nombre simple? Bien. Le daría la razón. El nombre no decía absolutamente nada sobre ella. Lo que observaba en sus gestos y palabras era lo que guardaba significado. Mientras le veía, era consciente de cuánto más quería saber sobre ella. Reí con coquetería. La escena era impresionante. No por el trato al humano. Sino por el lugar en común. Dos vampiros jugando en una apacible noche. Con el olor a sangre fresca cubriéndonos como la misma oscuridad. La vestimenta de Lady Lorraine dejaba transparentar todo y muy poca a la imaginación. No existía imaginación. ¡Demonios! Claro que no. Las gotas cristalinas caían de su vestido y se mezclaban con la sangre en la mejilla del humano, las mismas que descendían por mi cuerpo, diluyendo esa sustancia que aún pugnaba por tomar para saciar la sed en mi interior. – Desgarradoramente infernal, mi Lady. Es malditamente fascinante ser espectador, pero nada como ser un participante activo en esta… ¿macabra escena?

Aparecí del otro lado del humano, tomando la muñeca que le había roto ante su pronta partida. Mis colmillos desgarraron la piel, paladeando la suculenta y energizante sustancia adictiva. ¿Adictiva? La misma adicción que sentía hacia las mujeres, especialmente, las vampiresas. Tomé tanta sangre como pude. No me había equivocado. El miedo en el joven era suficiente para mantenerme contra su muñeca. Me alejé para observar a Lady Lorraine de cerca, que no había perdido el tiempo y se encontraba bebiendo también. Los latidos habían cesado. Dejé caer la muñeca con brusquedad para verme devastado por la imagen de la dama succionando. Antes de saber que estaba haciendo, me encontré dejándole caer sobre el pasto, con mi boca deshaciéndose de cualquier vestigio pugnado por la sangre inmunda del ser que ahora descansaba en el más allá… Uno que no existía según mis creencias. No después de haber muerto y continuar andando entre los vivos. Me detuve antes de llegar a sus labios, alejándome de inmediato. – No me disculparé por lo que he hecho. No cuando he… disfrutado bebiendo de usted. Las comisuras de mis labios se curvaron muy lentamente…

por **Hela Von Fanel** Jue Jul 01, 2010 8:22 pm

La mirada asesina de Mademoiselle Lorraine, se clava profunidzando en los ojos de Lord Lucern. La noche a su alrededor los encierra en un abrigo inusual donde los espectros danzan para satisfacer las necesidades básicas de sus esculturales cuerpos ¿Bestias terribles? No, solo son un par de animales en plena caza, solo el más fuerte sobrevive.

- La demencia es el estado predilecto en el que se encuentra, mi cuerpo… - comenta mientras pasa una delicada mano por su vientre y pechos, con caricias obcenas, indecentes, promiscuas, incitando a la perdición con ese roce libidinoso. Sacando las más bajas pasiónes, sacrílegos pensamientos, blasfemantes deseos. – Cabeza y ser… - Se muerde el labio, sesgando ligeramente su cabeza. La mirada esta perdida entre la sangre que de a poco es derramada. Observa el delicado corte en los labios de Monsieur, un jadeo necesita escaparse de su boca, se encuentra atorado en su garganta, es un placer ver y oler la sangre ajena, mucho mejor para sus alocados tormentos el que se trate de sangre inmortal, el deleite para los dioses. Esa extrañeza en la que se sumerge cada noche, profanando los cuerpos de vírgenes, allanando las tersas pieles de sus víctimas, nada de eso tiene sentido cuando la sangre vampírica recorre un centímetro de piel. Un deseo incontrolable recorre cada célula muerta de su cuerpo. El bálsamo divino de Lord Lucern esta expuesto, provocando a la felina inconscientemente. Su presa no llama igual su atención que hasta hace un par de minutos, ahora sus sentidos se enfocan en la posesión de un ser de su misma estirpe, excitada por una zángana imagen reveladora se consume en su propio y secreto orgasmo interno.

Los dedos de su acompañante acariciaron los labios del demonio. Robándoles la sangre que aún podía escurrir de ellos; estática, petrificada… Y el viento solo susurra el desconocido nombre de un chiquillo que esta próximo a salir en los brazos del ángel de la muerte. Su impresión fue completa, frente a ella se encontraba un reverendo misterio que anhelaba descubrir ¿En verdad se trataba de mentalidad? No, solo se habla de ello frente a Lady Lorraine, esta segura que su “sano” juicio espera más que poder entablar una maldita conversación con palabras re buscadas del diccionario ¿Y que si puede comprender lo que su demencial boca musita? Para lo que la fémina esta planeando no se necesitarán más que gélidos y desgarradores jadeos llenos de fuerza, placer… con ese majestuoso goce infernal, proyectándose antes de tiempo.

Todo es tan tétrico, la luna en lo alto del cielo, la neblina esforzándose para no dejar atravesar ninguno de sus rayos. Los infames gritos de los murciélagos, ese chillido de las alimañas, los búhos desgastando sus gargantas con su cantico, los latidos de un corazón muriendo tristemente; aquel corazón que hace un instante galopaba ferviente ahora susurra, muere… Las palabras de Monsieur hacen sonreír a la mujer, antes de poder musitar alguna otra cosa, de planear su desgarrador ataque, Lucern clava la mandíbula en la muñeca huesuda de su cena. Lorraine admira con esplendor la rapidez con la que se movió, bastante sutil para ser de su completo agrado. Ladea la cabeza con aire demencial en su mente se encuentra tocando un violín las terribles notas de una muerte anunciada. Comienza a bailar al compás de esas notas musicales imaginarias, se arrodilla para beber, recuerda la petición de su acompañante, busca, recorre en su cabeza alguna idea loca que se le ocurra. Tiene sed, beberá, saciará su demencia trayendo hasta este mundo al demonio.

Sus manos se posan en el pecho del mártir, la uña de su dedo índice desgarra la piel que cubre el esternón del cuerpo, lame con lujuria la sangre que emana de allí como cual agua de el más bello de los manantiales. Su fuente se seca poco a poco hasta que ya no queda nada, ahora su mano es llevada hasta sus propios labios en donde degusta con cada segundo la sangre de la víctima que eligió. Al ser un muchacho joven y fuerte la sangre es dulce pero no lo suficiente para ser empalagosa como la de los bebes, la adrenalina que recorrió esas jugosas venas le agrego un toque sublime a la composición de la sangre, además de ese miedo tan electrizante que dejo una picardía amena en la misma. Tras haberse sumergido en ser catadora del líquido, clava sus garras en el pecho del cadáver, arranca parte de la piel, mete sus manos en el cuerpo hasta que logra atravesar el esternón, lo abre como si de una puerta se tratase. El crujir de huesos se escucha y la vampiresa sonríe con cierta altanería, una sinfonía que ah tocado sus oídos. Introduce sus manos juntas formando un vaso con ellas, las llena de la sangre acumulada en el interior del cuerpo, las leva hasta sus labios y bebe despavoridamente. Su rostro se tiñe de rojo, un rojo carmesí que esta deleitándola a cada instante. La mezcla de olores en sus fosas nasales está enloqueciendo su poca cordura. La abrupta interrupción de Lucern seguramente habría sido lo ultimo que el hiciese al lado de Lorraine de no ser por que la midian encuentra el atrevimiento bastante formidable, cae sobre el suelo con una ceja arqueada una sonrisa con confusiones enmarcadas. Escucha las palabras de Monsieur, se da cuenta que las palabras sobran…

- No pretendía que alguien como usted se disculpara, tampoco siento la necesidad de sentirme agredida por sus movimientos, por el contrario… - Con la fuerza titánica gracias ala renovación de aquel festín compartido, hace rodar ambos cuerpos hasta que la fémina queda por encima del Monsieur. Sonríe de medio lado con sarna, se acerca peligrosamente hasta sus labios, coloca su fría mano en la mejilla derecha del vampiro. Sus ojos se clavan en la profunda mirada de Lord Lucern,mientras su otro brazo alcanza el fetiche que tiene al lado, introduce la mano en donde este tiene su muerto corazón y lo arranca, un par de gotas de sangre caen en la tierra y puede escuchar como esta claramente escupe el sabor y repudia la acción cometida, sin embargo, también con sus oídos percibe el agradecimiento por nutrir a los gusanos que se esconden en el subsuelo, es como regresarle la vida a una tierra infértil. Con el corazón en la mano (literalmente) pinta a su invitado de sangre en el rostro, coloca el órgano en sus labios y muerde sin vergüenza ni pudor la carne que se presenta a ella misma en forma de ofrenda. La mano que descansaba en la mejilla de Lucern ahora ejerce fuerza para abrir su boca, el demonio entonces implanta el corazón desangrado, acribillado y delicioso en la boca de aquel hombre que desde ahora no será un extraño. – Yo tampoco me disculparé – Dice con sombría voz mientras su ceño se frunce, atragantando al vampiro, comiéndose lo que a él no le cabe en la boca…

por **Tarik Pattakie** Vie Jul 02, 2010 3:52 am

Un maravilloso soplo de aire fresco y una buena dosis de realidad era el suplemento básico para pasar esta noche en compañía de Lady Lorraine Von Fanel. ¿Quién en su sano juicio dijo que los vampiros no sabían entretenerse y crear algo innovador? Lujuria, masoquismo, muerte, sangre.; sin duda, una alimentación completa para dos almas errantes que se hallaban en medio de una cacería. La cuota: un cuerpo humano y dos vampiros sedientos, ¿Sedientos de qué? ¿De sangre? ¿Esa era la razón o solo el recurso para darle emoción a lo que estaba por venir? Jadeé, incapaz de retener la excitación ante la radiante escena del humano que ahora no era más que un recipiente usado sin la más mínima consideración. Una sonata retumbó en medio del silencio sepulcral que se instaló entre ella y yo, con todos los sonidos que se mezclaban por los testigos oculares que indefensos observaban desde lejos, esperando la carcaza de nuestra presa para ver qué partes eran servibles y comibles aún. El fuerte se comía al débil. Una ley que todos aprendíamos y acatábamos. Especialmente cuando se era un depredador tan voraz y hábil como los bebedores de sangre. La resonante obra musical encontró su acorde en el crujiente y chirriante ruido de los huesos fragmentados sin consideración y/o pudor. Estaba perdido. Ningún pensamiento lógico cabía o podía ser evocado. La noche era nuestra. Lady Lorraine también tenía que serlo. No podía verle partir después de tan erótica faena. ¿Cierto? Las mujeres eran el narcótico que mi cuerpo pedía a diario. Noche tras noche me encontraba sucumbiendo en brazos de una, siendo arrullado por los brazos de la lujuria, como una cascada fluyendo y desembocando en un río de lava. Fuego infinito, destructor de todo a su paso, así me sentía en su presencia.

Macabro, tétrico, lúgubre… palabras que ahora adoptaban un verdadero significado. La mirada asesina de Lady Lorraine solo provoca danzar con ella entre la espesa neblina que nos arropa. La oscuridad es nuestro aliado. Los árboles se alzan gigantescamente, como si pudiesen aplastarnos y encogernos con su presencia, una que solo parece servir para resguardarnos de las miradas que se clavarían en nosotros, de encontrarnos en las calles parisinas promocionando un show escalofriante para los humanos empedernidos que viven sus vidas tras máscaras que adoptan en todo momento, en cada situación, incluso entre sus familias. Máscara que he tenido que soportar llevar, para mantener conmigo las ventajas como Conde y pasar desapercibido entre ellos. Una que no basta cuando se hace obvio mi no envejecimiento. Mientras tanto, disfrutar con el anonimato y el asesinato parece ser la respuesta positiva ante tanto caos y disturbio; ante el aburrimiento, la cotidianidad, la… ¿Lady Lorraine se divertirá de esta forma siempre? ¿La monotonía es un tema tabú para sus encantos? O… ¿solo me encontraba en el lugar adecuado para conocerle? ¿Importaba ello? Actuar siempre era sencillo. ¿Por qué alargaba lo que sin duda nos deparaba el destino? ¿Qué era el destino cuando mantenía para mí a una mujer como Lady Lorraine? Deslicé la lengua sobre mis colmillos, limpiando cualquier vestigio de sangre ultrajada que ya formaba parte esencial en mí. La vampiresa en cambio, sigue maravillándome con su, hasta ahora, la más emocionante de las representaciones para sucumbir de lleno a la delicia que se cierne en cada gota que mantiene el cuerpo inerte del humano, que ha pasado a “una mejor vida” según las creencias ineptas de sacerdotes, brujos y ancianos.

- Lorraine. Los modales me han abandonado. Sobran al igual que las palabrerías. Sé quién y qué es. ¿Demencia? Esa palabra se ha quedado haciendo eco entre cada tejido que entrelaza mis pensamientos. Un síntoma que afecta mi sentido. ¿Cuál? ¿Mi juicio? Si ser demente implica una noche junto a Lady Lorraine para verle cazar y saciar sus más bajos e instintivos placeres, dejarse hacer trizas por la locura no es un límite existente en el mundo que me engloba. El poder de la vampiresa se ve incrementado y me toma por sorpresa. En una fracción de segundo, es mi espalda la que se encuentra sobre la tierra, con su escultural cuerpo rozándome. Mismo que destroza cualquier majestuosidad dedicada con anterioridad por la labor ejercida sobre el chico que ha muerto indefenso. El corazón que alguna vez latió enérgicamente, ahora no es más que un órgano como el que llena el espacio en el pecho de Lorraine y el mío. ¿Sentir o desear? La respuesta es sencilla. Todo ha pasado a segundo plano. Me entrego a la risa que se ve ahogada… interrumpida abruptamente por el corazón lleno de sangre que ha manchado mi rostro y ahora se encuentra sobre mis labios. Mis caninos mordisquean, arrancan trozos de carne que extasían mi paladar… Es jugoso y adictivo. Los movimientos de caderas de Lady Lorraine marcan la diferencia. El dolor en mi ingle se intensifica. Nuestras miradas se cruzan en complicidad, con el morbo leyéndose en nuestros rostros. Trozo por trozo, el órgano pronto se achica; puedo sentir sus labios presionando. Tiempo después, aunque solo han trascurrido no más que algunos minutos, el jadeo en mis labios se escucha al no existir obstáculo alguno… - Sabroso, mi Lady. Esas son las únicas palabras que logra pronunciar, aunque sabe, que “sabroso” no es de cerca, la descripción ideal…

por **Hela Von Fanel** Vie Jul 02, 2010 3:41 pm

“Delirio, destrucción y Muerte”

Cuando las bestias salen de sus criptas para atormentar a los vivos, ni la infamia de la cruel salvación podrá detener el festín de los Dioses…

¿Glamour? ¿Qué significa esa estúpida palabra? ¿Educación, diplomacia, cordialidad, sabiduría, comportamiento? Simples palabras que carecen de sentido cuando Lorraine sale de cacería, su título nobiliario no le importa, es un atavío más con el que puede disfrutar entrometerse en las más altas clases sociales. Un simple adorno que le abre las puertas al mejor de los banquetes, la sociedad. Cada una de esas palabras cuestionadas en su interna memoria fueron erradicadas hace mucho tiempo atrás, siglos insignificantes que forjaron su terrible carácter desde pequeña, es por ello que ahora le importa el que se le vea arrastrándose en el suelo con la piel cubierta de sangre, retorciéndose como la culebra llena de ponzoña que es. De entre sus colmillos se escurre la una joya que solo se puede encontrar en las venas del mortal, su piel le agradece con euforia mientras contrasta la blancura de la misma con el color carmesí profundo, intenso de la sangre derramada.

Las alimañas comienzan a salir de sus escondites al sentir el calor de la sangre, los animales nocturnos se aproximan con paso precavido a olfatear el cadáver, una carroña que seguramente les agradará tanto como a la endemoniada mujer. No le interesa alejar a las bestias de allí pues considera que los animales son incluso mejores que los humanos y eso le hace sonreír. Aún cuando la sed de su garganta ah sido apagada, aún cuando el ardor de su vientre estaba satisfecho, una terrible sensación se estaba depositando en sus más alocados pensamientos, el poder… Es una persona – si es que se puede definir como tal –que tiene ambiciones, desgarradora, con ese satírico, blasfemo y bizarro pensamiento que surge desde su cerebro como una enredadera, de aquellas que nacen en los más abandonados, misteriosos y tétricos cementerios. Busca la forma de amenizar la noche mucho más que con simples baños de extremidades mortales, sueña en su mundo alterno donde es sumergida en un mar de viseras, acompañada por el marmóreo cuerpo de Lord Lucern.

Jugando con la demencia que le acompaña sonríe a la par en sus manos callan los labios de su nueva “mascota” No encontró mejor forma de llamarle, reconoce lo apuesto, sabe de lo que se compone pero el vampiro desconoce que ella es inquieta, una niña que apostará cualquier cosa para satisfacer sus necesidades. Probablemente el término “mascota” no sea el apropiado en esta noche, quizá le llevaría mejor la descripción de juguete sexual, pues lo que tiene planeado para Lord Lucern a partir de ahora. – Calla, calla ya… - Susurra alternando su mirada de los ojos del midian a los labios del mismo.

Sus manos juegan en indecentes caricias que resbalan el cuerpo del hombre, delineando cada músculo de su pecho, bajando hasta su vientre. Aún se encuentra por encima de él pero eso no le quita ni disminuye la agilidad que los siglos le han regalado después de su mortífera metamorfosis. Arquea su cuerpo, levantándose ligeramente para depositar besos y mordiscos insanos en el pétreo cuerpo de Monsieur , baja hasta donde la prenda de sus partes intimas cubre la piel de este, le mira a los ojos con esa sádica sonrisa en su rostro, el fetichismo es su pasión natural y desea llevarlo a cabo con él. Juguetea con sus dedos por encima de la ropa, incitando su miembro despavoridamente. Hasta que su rostro se encuentra inquieto frente a él, deja salir peligrosamente cerca de esa parte su gélido aliento ayudando a estimularlo. Masajea con su obscena mano la extremidad del caballero. Desnuda su cuerpo, dejando a la vista el sexo del vampiro, arquea una ceja mientras sus colmillos rompen ligeramente su labio inferior.

- Nada mejor que esto… - Musita antes de acorralar al vampiro por debajo de su cuerpo cual felina en celo.

por **Tarik Pattakie** Lun Jul 05, 2010 9:14 pm

La ocasión no ameritaba un mejor final después de tan emocionante actuación por parte de Lady Lorraine. Mi cuerpo pedía a gritos esa exquisita liberación que encontraría en brazos de la vampiresa. Su piel gélida estaba marchita por la sangre que el humano había derramado sobre ella. Huellas que serían reemplazadas por las mías antes de que la puesta del sol diera por terminado el “día” para los seres nocturnos. ¡Maldita ironía! Mis jadeos se intensificaban ante el morbo recorriéndome por la escena tétrica que sería testigo de la unión de ¿dos depravados sexuales? ¿Vampiros que disfrutarían del cuerpo del acompañante para culminar la noche, pidiendo por más? El sabor narcótico de la sangre llenaba mis fosas nasales. Una mezcla que contenía el olor femenino de Lady Lorraine y el pasto bajo nosotros. Mi lengua se deslizaba por cada recóndito de mi boca, relamiendo cada gota de sangre, dulce néctar que ella había compartido conmigo esta noche que, hasta antes de su imprevista llegada, resultaba tan monótona y casual como muchas otras. Mi garganta se saboreaba con anticipación. Mis ojos parecían no poder cubrir cada centímetro de piel que constituía tan atractivo y llamativo cuerpo de la dama en cuestión. El corazón del humano había desaparecido. Su aliento era un gas tóxico que me sumía en una hipnosis donde devorarle y hacerle mía parecía la única respuesta… la única salida… sentirle y tenerle para no desearle. Mi lengua penetró su boca del mismo modo que había hecho el órgano sin vida, empezando una batalla campal donde no buscaba salir victorioso. No. No buscaba más que saciar mi cuerpo con sus caricias y sentir sus piernas aprisionando mis caderas para unirle a mí en esta noche neblinosa.

Sus caricias comenzaron a extenderse por mi pecho desnudo, recorriendo cada línea con un brillo de determinación sondeando sus ojos. Las mías no tardaron en hacer exactamente lo mismo. La ropa estorbaba y pronto me vi rasgando el vestido desde su escote, descubriendo con rapidez la piel que, con ayuda de la niebla creaba matices difusos sobre ésta. Mis músculos ya estaban tensos. Siempre me gustaba mantener el control y ésta vez no podía ser diferente. Mi ingle comenzó a palpitar como respuesta ante la escena erótica de Lady Lorraine “montándome”. Si no fuera por la tela, mi sexo encontraría su cavidad sin dificultad alguna. ¿Hasta dónde podíamos llegar? La pregunta pasó como una estrella fugaz, dejando solo rastros de puro deleite. Ya no había marcha atrás. El descontrol estaba haciendo de las suyas. Mis caninos deseaban mordisquearle sin descanso toda la noche. No era un vampiro paciente. La paciencia conocía sus límites, pero yo había llegado a ese punto desde que la vampiresa había cautivado mis sentidos, especialmente el de la vista. Pronto quedó en claro que no debí haber cubierto mi cuerpo tras abandonar la laguna. Mi miembro quería encontrarse liberado de la única prenda que le resguardaba. Sus labios estaban demasiado cerca y odiaba la sensación de no estar haciendo nada. El soplido solo envió espasmos y una sonrisa maliciosa curvó mis labios. – ¿Nada es mejor que eso? Enarqué una ceja y antes de que ella lograra prever mis movimientos, Lady Lorraine terminó sobre el pasto. Mi rodilla abrió sus piernas, logrando posicionarse entre éstas. Mi rostro estaba sobre el suyo y tras aquél beso interrumpido, sucumbí, invadiendo y perpetrando… sus colmillos hacían un embrutecedor contraste con los míos… chocaban, mordisqueaban…. como dos espadas…

Mis manos se deshicieron rápidamente del vestido que estaba húmedo por el agua y la sangre, terminando inservible en algún lugar de alrededor nuestro; parecían tentáculos, ascendiendo y descendiendo desde sus rodillas hasta sus muslos. Caricias que no eran delicadas… La delicadez no era partícipe activa en este encuentro… Mi aliento se mezcló con el suyo… Me aparté brevemente de su boca que me proveía del sabor suculento de sangre y carne para mordisquear su mandíbula y descender hasta el arco de su cuello. Los filosos colmillos creaban dos finas líneas por donde recorrían, haciéndolas desaparecer un segundo después con mi lengua. Mi mano había encontrado su ropa íntima, introduciendo, invadiendo… tocando lo que esta noche sería mío. – Eso no puese ser lo mejor, mi Lady. Descendí hasta quedar frente a sus senos, mi boca se cerró sobre el montículo, absorbiendo, bebiendo….

por **Hela Von Fanel** Mar Jul 06, 2010 3:53 pm

“Pasión, morbo y deseo”

El más excitante de los placeres es escuchar la sangre derramarse tras una herida profunda al compás de pérfidos jadeos en el clímax de un orgasmo.

A sus alrededores los ojos rojos de criaturas infames esperando su oportunidad de tragar la carroña de un fétido cuerpo, ultrajado, violado, asesinado, desmembrado. El tiempo congelándose de forma hipotética ante las caricias pérdidas de sus manos impúdicas. Susurros del viento que albergan respiraciones cortadas, mermadas, fuertes suspiros corpóreos, palabras inentendibles, escupitajos de blasfemias. Un manto nocturno que cobija entre sus sábanas lo blanquecino de un par de pieles jugando a fundirse en un solo ser. La humedad del bosque y su olor tan pestilente, peculiar, aburrido… Monótono.

Todo aquello ahora estaba manchado por el abrupto robo de la sangre, así como cuando Caín le cedió el cuerpo de su hermano a la tierra para alimentarse con su sangre, aquel inerte cuerpo había sido ofrecido para satisfacer a los vampiros abriendo paso al pecado banal más placentero a lo largo de la historia de la cruel humanidad. Los caprichos de la mujer están siendo saciados con roces impúdicos, extasiando sus sentidos al máximo, erguido sobre el cuerpo de Monsieur se encuentra el seno de la vampiresa, acunando con mimos promiscuos, quebrantando cualquier señal de pudor. Las terminaciones nerviosas de la fémina resultaban excitadas, delirantemente alteradas por las acciones, tórridos pensamientos e imágenes borrosas que en determinado momento llevará a cabo.

El rose de la piel, las manos de su amante tocando su cuerpo aterciopelado deja una sensación escalofriante, suave, rica, espasmos esporádicos en cada poro por donde sus manos pasaban. Estar allí sintiendo las caricias de Lucern era como hacer el amor entre sábanas de seda teñidas de un escarlata lustroso, observar el deliberado frenesí escaparse de su cuerpo inquietaba su pútrida ambición, esa lujuria abismal recorriendo su cuerpo, enmarcándose con mayor fuerza en su entrepierna, esperando solo el instante en que su sexo sea vea profanado por la lascivia del vampiro.

Su cuerpo giro gracias a la fuerza de aquel hombre, su espalda toco la humedad del suelo, las ramas, raíces pequeñas y bichos que tuvieron la grandeza de ser aplastados por el cuerpo de la midian, rompieron en sollozos sofocados por el bramido del placer en el pecho de la mujer. El crujir de hojas tiradas al lado de sus cuerpos, sus respiraciones cortándose a cada segundo intentando incorporarse a la normalidad, normalidad que solo se vería pasando la culminación del acto. Sus piernas son abiertas delicadamente por la rodilla de su amante nocturno, el rostro del mismo reposa frente a la cara de la mujer, sus labios bailan en una danza para explorar el sabor del oponente, es una guerra descrita con pasión. La lengua busca, explora cada rincón de la boca ajena, probando, degustando, sintiendo ligeros desgarres por los colmillos de la bestia que explotan continuamente en una reconfortante emoción, apreciación del dolor de forma subjetiva encontrando lo satisfactorio en el.

El atavío de la dama se promulga inservible al ser desgarrado con anterioridad y arrancado de su cuerpo en un sordo movimiento, la agilidad, esa destreza de sus manos desnudando el cuerpo de la vampiresa resultaban incitantes para la misma. Sus labios se abren permitiendo la entrada del oxígeno y salida de su contraparte el dióxido de carbono, el deslizamiento de los besos depositados y aquellas desgarradores caricias de sus colmillos en su piel patrocinadas por Lord Lucern hacen trabajar cada fibra sensitiva de su cuerpo, lo que por durante siglos estuvo muerto sin señales de vida, ahora convulsionan en efímeras palpitaciones de encanto. Lastimeros movimientos de manos incitan las células de su cuerpo, aquellos torcidos ademanes no son más que deleite de caricias cruentas aprovechadas al máximo por lo pérfido de su mente, la lujuria no es lujuria sin un poco de sadicismo en ella, aquel fetichismo extravagante que corrompe sus entrañas desvaneciendo más la espontanea humanidad.

La habilidad de la mano de Monsieur descubre el acceso al interior de su ropa ínfima, la vampiresa sonríe mordiéndose el labio, sus brazos envuelven el cuerpo de su amante en un abrazo, cruza sus manos por su espalda para después regresarlas a su pose original, sin embargo, en el regreso es donde sus uñas encuentran el sitio apropiado para anclarse como ganchos sobre la epidermis de Lucern, al ser contraídos sus brazos y manos, son las uñas las que desgarran su piel superficialmente otorgando una sutil agonía, vista de otra forma, un estímulo más para su locura. Las marcas del acto quedan en su espalda, extiende sus brazos por encima de su cabeza, arqueando su espalda, abriendo el esternón y aflojando el vientre, la succión en su seno enloquece las membranas nerviosas, un jadeo estremecedor sale de sus labios para morir en el mortífero silencio del bosque. Esta siendo absorbida por esa plenitud, la perpetuidad de Monsieur Lucern pero ¿Dejará que él haga todo el trabajo? Quizá, al menos por ahora…

por **Tarik Pattakie** Miér Jul 07, 2010 9:57 pm

¿Una amante de ensueño? Tal vez esa era la descripción que asociaría con el nombre de Lady Lorraine Von Fanel a partir de este furtivo y ¿extraño? encuentro. La neblina comenzaba a disiparse, dejando que los rayos lunares no solo se colaran, sino iluminaran y le dieran el toque fantasmagórico a nuestro escenario. Uno que había dejado de importar desde encontrar la verdadera diversión en sus brazos. La sed en mi garganta ya no se debía al apetito que diariamente añoraba, ahora, todo lo que necesitaba era una buena dosis de sexo salvaje para aplacar a la bestia antes de que tuviese que resguardarse en su “jaula”, cuatro paredes que me esperaban en algún lugar fuera de Paris. Por primera vez, no había tenido que acudir al Burdel para tener un encuentro bañado en sangre, una humana y una cama caliente. No. Lo que Lady Lorraine me proporcionaba era más del que esperaba hacer disfrute: una vampiresa, una cacería inolvidable y sexo embriagante. Mis colmillos jugaban circularmente con su pezón erecto, arañando y enrojeciendo la zona; mi mano se encargaba de brindarle la atención adecuada a su seno, friccionando con las yemas de mis dedos la arrugada punta, explorando y tirando de ésta fieramente. Mi lengua parecía no bastar para saborear su piel, pero ¡diablos! tenía aún las próximas horas para conocer cada centímetro de ella. Mi rodilla rozaba su entrepierna, tanto que lograba hacerme jadear ante la cercanía de la sensible e íntima parte de la vampiresa. La dureza en mi miembro no tardó en establecerse, golpeando contra su muslo, buscando… esperando… ansiando… una unión que aún era muy pronto para llevar a cabo. Caricias, contactos, arañazos, jadeos, gemidos, torturas… ¿Qué era el sexo sino una danza entre dos seres? Mi boca se cerraba sobre sus senos, buscando el equilibrio y tomándose su tiempo para pasar de uno a otro la dulzura plasmada tras el rápido baño en la laguna y las pinceladas de sangre.

Los ruidos externos, como los gruñidos de lobos, el cantar de los insectos y el ulular del búho, son apagados por completo. Música que mis oídos no quieren escuchar, semejante a las melodías del piano o de una orquesta en una de las fiestas de sociedad, realizadas por Condes y Reyes que se tornan aburridas incluso antes de comenzar; ceden su lugar a los incitantes sonidos emitidos por el cuerpo de Lady Lorraine; desde los movimiento de su piernas y brazos, hasta los movimientos de su pecho al respirar y el chocar de sus colmillos contra su labio. Mi acompañante es una pieza que deseo hacer encajar y amoldar. ¿Juegos sexuales? ¿Víctimas Nocturnas? No. Una víctima no tendría la suerte de atribuirse tales méritos. Los encuentros a media noche siempre son como un reloj de arena. Una vez que marcan su inicio, el momento de hacer buen uso de cada segundo… de cada partícula cediendo en el recipiente, se presenta. – Es impresionante, mi Lady. Mis dedos se enrollaron sobre los mechones de su largo cabello, jugando a recorrer con las puntas sus pezones y la parte alta de su cuello. Sus ojos rojos eran el perfecto contraste para los míos que se tornaban completamente negros. Un fuerte siseo, acompañado de un sonoro gruñido son emitidos por mis labios ante los cortes confeccionados en mi espalda por las uñas de la vampiresa. Siseos de placer y dolor que me motivan a tomarla de una vez por todas. Mi mano se abre paso sobre su vientre, descendiendo para encontrarse con los pliegues que mi olfato ya percibe completamente húmedos. Las puntas de mis dedos bordean la hendidura, masajeando sobre sus pliegues exteriores la única prueba que me remite a introducir un par de dedos para probar y jugar en su interior.

Mi pecho gruñe sediento por más de esa cálida sensación, un arrullo que mi miembro espera encontrar al sumergirse estoicamente. Mi boca juega sobre la abertura de sus senos, descendiendo con besos y mordiscos hasta que la sangre comienza a emanar libremente de dos laceraciones dejadas previamente. La sangre del humano ha desaparecido por el escrutinio al que le he sometido y conforme mis dedos se introducen libremente dentro de ella, creando pequeños círculos, otro de mis dedos se une a la faena. Su humedad envuelve a mis dedos y el ritmo aumenta. Los deslices son limpios y una sonrisa curva mis labios que están sobre su cuello al sentir las contracciones que Lady Lorraine ejerce al apretar sus caderas, para aumentar las sensaciones que me envía y recibe. Podía sentirle temblar y latir alrededor de mi mano. Antes de dejarme abrazar por la locura, mis dedos abandonaron lentamente su cavidad; mismos que me encargué de sumergir en su boca, dejándole probar su sabor, uno que mi boca no tardó en ir en su búsqueda….

por **Hela Von Fanel** Jue Jul 08, 2010 7:53 pm

“Desnuda el pudor y entrégate”
Permite que la depravación y la lujuria lubriquen tu piel, sostén el aliento, refúgiate en la obscenidad, todo para perderte en la dicha de la perdición

Consagrando entre sus más delirantes deseos, la inmoralidad tiene por bandera la promiscuidad de un pérfido cuerpo, gélido, excitado, perverso y corrupto. ¿Quién dijo que una bestia abismal, un hijo del infierno, el monstruo de la noche… un súcubo, no puede sentir el calor de la pasión? Esa bendita lascivia que acuna las fantasías de la una fémina llena de promiscuidad, esa misma lujuria quien ahora abriga envolviendo en su manto obscuro el cuerpo de la Midian. La profanación que siente su ser al ser tentado por la piel ajena de un desconocido no tan extraño, es meramente descomunal. Entre sus piernas descansa la rodilla de su amante, estimulando esa delicada parte de la mujer, sus manos se aíslan re retraen, se extienden, siempre buscando la forma de rosar con la yema de sus dedos la epidermis más sensible que pudiese encontrarse. Extasiada por el poder de sus colmillos, de sus labios y el magno uso de una lengua con vida propia, gime, jadea, se regocija entre alaridos del más salvaje de los placeres. La divinidad plasmada en las paganas creencias de los mortales, sin importar nada, seguramente estaría revolcándose en su trono al ver aquella desgarradora escena. En el infierno, agonizando por una resucitación el demonio estaría masturbándose al sentir el erotismo de aquella sacrosanta unión.

La filtración de los rayos lunares por medio de las ramas de los árboles y esa neblina que comenzaba a desaparecer, pinta un ambiente más ameno a esta noche. Los ruidos ajenos a la pareja ya no se encuentran a su alrededor; como es de esperarse ambos se enfocan únicamente en escuchar los sonidos emitidos por el contrario; desde las caricias mundanas hasta los desgarres de piel por medio de las uñas, los ligeros chasquidos de la lengua entre los colmillos, la succión de Monsieur Lucern en el montículo de los senos del súcubo. Los sucesos que antecedieron a ese encuentro son los más banales, pero fueron esos mismos los que ahora la tienen sucumbiendo ante el noble arte propiedad de la depravación. Su cuerpo perfecto añora, ansia la violación en una de sus cavidades, espera paciente el instante en que se llegue la resolución. El terrible desliz de sentir en su piel las caricias propiciadas por su propio cabello le hacen sonreír, curvar sus labios finamente lubricados por su propia saliva, arrastrando sus manos hasta el cabello de su amante nocturno para despeinarlo a la par de sus uñas se resbalan por su espalda para realizar delicados rasguños en la misma. Los gemidos del Lord provocan una reacción muy poco esperada, la vampiresa irgue su cuerpo de tal forma que con sus labios puede alcanzar la comisura de las heridas propiciadas por sus glaciales manos, introduce la lengua en ellas absorbiendo el líquido, la sangre que extasía en placer a los inmortales ¿Qué mejor si no el alimento de un vampiro, sangre pura, sangre eterna? Se muerde el labio inferior por completo cediendo a los jadeos de su pecho; mismos que desean escapar cual garañón salvaje en medio del bosque y de la nada.

Una fogosidad en su vientre patrocinado por la mano de Monsieur Ralph le hace recostarse nuevamente sobre el fango producto de un baño de sangre. Siente, delira, alucina en su interior los masajes de aquellos dedos en los pliegues de su entrepierna, la sensación emitida hasta su cerebro la rodea por cada poro. Sus caderas se mueven incitando, experimentando… Necesitan acelerar el ritmo, deben, ansían una vez más esa intromisión de cuerpos ajenos al de la Midian. El miembro erecto golpea su muslo también desea aquella búsqueda más amena. Los círculos que permiten una lubricación más radiante, la vampiresa gime y suelta suspiros, pequeños gritos de placer, mismos que son callados cuando ese par de dedos bañados con sus propios fluidos son introducidos en sus labios; saborea, muerde, chupa, lame, traga los líquidos que de ella salieron. Su excitación se desborda al encontrar los labios del Lord entre sus piernas. Sus manos acarician la cabeza del varón, gimiendo, jadeando, suplicando por obtener más de aquella embriaguez que sufre con su sexo, que altera todos y cada uno de sus sentidos. Prevalece en si misma la locura de un premonitorio orgasmo.

No puede contener más el aliento, su respiración se acelera, su esternón, su pecho, su vientre danza al compás de las fuertes respiraciones, alternándose de vez en cuando para jadear, suspirar, gritar. La enajenación de su piel se ve empapada por más líquidos que ella misma despide por su cavidad, desgarra parte del cuello del Monsieur quien aún se encuentra perdido probando el mismo sabor que ella un par de instantes atrás. La felina no controla más su lúgubre sentir e irrumpe en el trabajo de su amante levantando ligeramente su cabeza para que pueda tener un libre acceso a sus labios, los besa desenfrenadamente, muerde, chupa la sangre que se escapa por las hendiduras creadas por sus caninos. Su fuerza de bestia nocturna obliga al vampiro a ser él quien se recueste sobre el lodo. La midian poco a poco va ascendiendo, derribando el cuerpo de su oponente consagrándose como la reina; sus manos acarician el miembro de su macho, incitándolo, delicadamente las manos se deslizan a través del miembro, genitales y escroto. Desnudan a su paso la sensación de la virilidad del vampiro, relame sus labios imaginando el sabor que este tiene, no piensa determinadamente las cosas y actúa por el instinto que se ciñe sobre su demencial cabeza. Su boca redescubre el sabor de los fluidos, degusta el aroma de los mismos hasta que su lengua encuentra la adicción a la que ah sido llevada. Su boca esta previendo de un placer descomunal a lo que su amante se refiere, no se cuestiona absolutamente nada, no piensa en otra cosa ni mucho menos puede distraerse. Lame el largo de su miembro de arriba abajo, su mano masajea el tronco del mismo para la combinación de sensaciones… Sus sentidos están al borde, en el límite total, su oído se agudiza para escuchar los bramidos de su hombre, sonríe arqueando una ceja cuando su trabajo desde su punto de vista y a partir del insano deseo de su interior, se encuentra terminado…

- Permite que la lascivia entre en mí – Susurra después de haberse levantado y alcanzado el lóbulo de Monsieur, mete su lengua en su oído y lame con frenesí, pasa hasta sus labios para besarlos. Son dos cuerpos entregados en una lujuriosa comunión.

*********************************************************

[FDR: Espero no haberme exedido en el post, sobre todo el no haberme leído de forma pervertida >.<]

por **Tarik Pattakie** Lun Jul 12, 2010 10:48 am

El sabor de la mujer… Un manjar… La más fructíferas de las esencias… Un manantial que fácilmente puede desembocar en la locura extrema… El único motivo por el que he sobrevivido durante todos estos años ha sido ¿la sangre? O ¿ellas? Una razón sustancial no puede serlo todo en un ser inmortal. Aún cuando trate de engañarme, el único interés al que me he visto atado a sido producto de las recreaciones llevadas a cabo bajo mi lecho con humanas de pago. Lady Lorraine no era cualquier mujer con la que pasase mis noches sediento de sangre, adicto al sabor del líquido carmesí. ¿Eso era lo mejor de todo? Quizás aún estaba por descubrirlo. No estaba tratando con una frágil humana por la que me tenía que contener antes de culminar y saciar mi apetito carnal, tratándole como una muñeca de porcelana que a la breve oportunidad se vería dañada. Un placer incontenible que se prolongaba con cada segundo que nos separaba de la noche, se veía aumentada. Las sensaciones que le recorrían formaban parte de las mías, aumentando la excitación y el morbo que me recorría… Todo cuanto podía oler era su embriagante aroma femenino, creando una exquisita gama con la sangre humana que estaba vertida sobre el pasto, siendo consumida por la tierra como mi boca hacía con ella. Mi lengua se abría paso por sus pliegues, recorriendo los bordes, detallando minuciosamente, gruñendo de sumo deleite y absorbiendo cada gota que provocaban las caricias y la estimulación a la que le sometía. ¿Locura? ¿Delirio? Cortas palabras que escondían el significado de todo cuánto sentía.

Sus manos creaban un desbarate en mi cabello, desordenándolo ante cada jadeo y gemido que sus labios hacían resonar por cada recóndito del bosque, atravesando árboles y cuevas, haciéndose uno mismo con el oscuro manto que se alzaba sobre nosotros, tenuemente iluminado por algunas estrellas y la Luna que se colaba con mejor precisión ante la neblina disipándose como un sombrío fantasma… Mis manos apretaban su cintura, atrayéndola hacia mi boca con fuerza, obligándole a mantener sus piernas abiertas para dejar a mi lengua lamer cada centímetro de ella… Un baño en la laguna había dado rienda suelta a la lujuria. La aparición de Lady Lorraine con su vestido bañado en sangre y adherido a su cuerpo el incentivo para ceder y tomar de la mano a la demencia. El brutal trato al que sometió a su presa había despertado un depravado interés que culminaría hasta poseerla. Mi miembro palpitaba por introducirse en ella y dejarme vencer por el frenesí, sometiéndola a un ritmo que resonara tan fuerte, apagando sus jadeos y gritos, alzándose como un titán entre los seres que eran testigos ocultos entre las sombras. Mi boca quería continuar con la tortura hasta que ella suplicara por la invasión de mi miembro, pero ante ese rápido pensamiento, su fuerza y sus ágiles movimientos me hicieron terminar bajo ella. Mis labios se curvaron malévolamente, mis sentidos agudizados en cada pequeño sonido que su cuerpo hacía al sostenerme, mi lengua chasqueó contra los filosos colmillos, aclamando por la atención de su boca. Una en la que era fácil perderse…

La sangre brotaba de mi cuello, bañándome, esperando el momento en que sus labios limpiaran cada gota que resbalaba sobre mi pecho, contrastando con el color de mi piel. Mis manos querían atraerle de forma grotesca para dejarme vencer por las necesidades e introducirme de lleno en ella, pero al parecer, Lady Lorraine mantenía su concentración en esa parte tan sensible. Un siseo, un gruñido, un jadeo… fue toda respuesta al sentir su boca cerrarse sobre la punta de mi miembro. Su mano abarcaba cada centímetro de la suave textura, acariciando sin pudor y sosteniendo dentro de su mano el tronco, bajando y ascendiendo en lentos y suaves masajes. ¡Demonios! Esto era tan malditamente placentero. Mis manos se perdían entre sus cabellos, enredándose en ellos, obligándole a continuar con las caricias que su boca prodigaba, a las sensaciones que dejaba cuando su lengua danzaba sin seguir un patrón de pasos. - ¿Está segura que yo, mi Lady? Enarqué una ceja ante esa interrogante que debaja muy en claro quién era la que me llevaba al borde de la ¿locura? Mis labios dejaban besos sobre su mejilla conforme sentía la invasión de su lengua sobre mi oreja. Mi miembro se encontraba en ventaja, buscando esa unión que tanto anhelaba, mi mano se abría paso y tras posicionar la punta de mi miembro en la entrada de sus pliegues vaginales, tomé su cintura, incitándole a introducirse mi miembro según el ritmo que ella deseara. – La lujuria parece ser mi acompañante esta noche. Tras mencionar esas palabras, Lady Lorraine descendió, brindándome un sumo deleite al sentir como su vagina se abría para darle acogimiento a mi miembro.

por **Hela Von Fanel** Lun Jul 12, 2010 10:20 pm

"En la unión el hombre acalla el deseo de la mujer,
si va acompañado de conciencie se llama satisfacción."

Un baile con el demonio bajo la tenue luz de una luna, durmiendo, soñando con los pecados de sus hijos. Una danza que se genero hace eones atrás pero que sin duda alguna jamás se había visto reflejada por la pupila de los animales nocturnos como aquella desgarradora noche. Un acto tan impúdico que al mismo Lucifer le daría asco al verlo o que quizá se incite a acompañarlos en su lujuria, promiscuidad, morbo y depravación. Caricias profanas suben y bajan a través de sus labios, lengua, manos, cabellos… Todo su ser trabaja en conjunción para entregar el placer más profundo de todos, la sublime excitación de un cuerpo bañado en lascivia, corrompido por la necesidad, el deseo, ese maldito delirio que se escapa con cada jadeo, bramido, rugir, gemido… Impaciente su interior pide a gritos transformados en convulsiones de caderas, la intromisión de ese miembro que callará sin temor aquellas suplicas de orgasmos indecentes. Su boca se llena con el encanto de su sabor, mismo que estremece a su lengua provocando choques de sensaciones indescriptibles; mismas que no tardan en hacerse saber con aquellos alaridos de sus labios. Magna no es una palabra que pueda siquiera llegar a lo que su encantadora, reluciente, perfecta, piel sabe, mucho menos tiene el valor apropiado para poder especificar el goce que siente Lorraine al estar rosando su lengua – que parece tener pensamiento propio – con el miembro de Monsieur. Sus manos encuentran el camino perfecto, sin saber como carajo, sin tener en cuenta la experiencia, ¡Nada! Sólo ese aflorado deseo que se cierne sobre su cabeza, pidiendo más y más de aquella sustancia, el lubricante perfecto para la ocasión.

En su cuello y mejilla se dibujan besos desafiantes que sobrepasan el gusto por los mismos. Nada mejor que aquel acto desenfrenado sin duda alguna, nada que pudiese desear en ese instante. La sangre jamás llenaría el vacio de interior con esa intensidad con la que lo hace Lord Ralph. El sexo tiene nombre al igual que la satisfacción, una tan plena, tan arrebatadora, que puede repetir en un futuro. No existe nada que le de siquiera la mínima parte de la entrega con la que Monsieur se ah visto enredado desde el instante en que sus mirada se cruzaron, un hechizo, un simple encuentro que nadie había previsto terminar en un acto carnal tan apetecible como este. Desciende entonces la lamia hasta el cuello de Lucern absorbiendo cada gota de sangre derramada, el manjar para los infames Dioses creyentes de creadores de la vida, pero que sin duda no cuenta con que los hijos de la noche también dotar de vida a los humanos y que mejor aún que la vida eterna. Así pues el dulce elixir del vampiro se sumerge y cae empicada hasta su estómago, la sed que juro tener antes de todo esto había sido saciada en su momento, pero tras probar la sangre del inmortal algo nuevo e inesperado emergió desde las profundidades de su cuerpo. Ese descontrolado pensamiento de succionar toda el líquido del vampiro hasta callar los temblores de su vientre, que como cual dragón implora el derrame de sangre en una cruel unión, aperada de infames emociones, se estremece en todos sus sentidos al encontrar el miembro de Lucern bastante erecto y cercano a su sexo, el simple roce de anticipación le previene que tendrá una ola de placeres para lo cual se muerde ligeramente el labio inferior hasta el punto en el que su sangre brota cual flor en plena primavera. Las manos de su amante se posan en sus caderas haciendo una atenta invitación a ceder ante semejante bestia a punto de estallar en una simple embestida. Poco a poco y tomando el ritmo apropiado para aquella danza, ese vals de media noche que le hará jadear de gozo, desciende su sexo en el miembro de su ameno compañero. Sus ojos se cierran ante el acto, su boca se abre dejando escapar un jadeo profundo, gustoso… La agitación en su entrepierna le atribuye en placer más, que excita, enloquece, favorece, deleita sus más bajos instintos. Sentada sobre el cuerpo de Lucern brama con toda la fuerza de sus pulmones, ayudando a las embestidas provocadas por su perfecto, erecto y apetecible miembro, las manos de la dama encuentran el camino hasta el pecho de su hombre para acariciar de forma descomunal su pétreo cuerpo, desgarra en ocasiones la piel del mismo, lamiendo en cuanto emerge la sangre cada parte de las llagas, masajeando con ¿Dulzura? la comisura de las mismas con su provocativa lengua. En deliberadas ocasiones sube hasta sus labios y los besa con frenesí. Marca su terreno con una mordida en el cuello, marcas que desaparecerán al alba pero que sin duda su olor, ese efluvio que rodea a la vampiresa permanecerá en el cuerpo del inmortal al igual que el de él en la lamia. El ritmo de las embestidas poco a poco se comienza a intensificar, abriéndole paso el primero de los clímax de aquella noche, incitando la demencia, palabra que describe poco a lo que puede llegar la dama en una sádica noche de pasión. Sus mordiscos no duelen pero sí enloquecen al receptor de tales actos, sus caricias engañan y envuelven en un cruel abrazo al deleite del insano sexo que se está llevando a cabo. Su mirada no mata pero atrapa en sus redes al más pulcro de los varones. Acompasadas contracciones vaginales guardan en su interior las palpitaciones de un miembro que al igual que su no lucida sexualidad pide más por esa pócima incansable, ese desgarrador motivo, el orgasmo, el clímax, la punzada, el cielo para los infieles, el infierno para los pulcros… Ese maldito coito depravado, obsceno y morboso, que arrastra a la perdición a dos seres demoníacos en una noche que se supone debía ser igual de monótona que siempre…

por **Tarik Pattakie** Jue Jul 15, 2010 5:05 am

Una diamantada noche se entretejía sobre el manto estelar una vez que la neblina a nuestro alrededor se disipó completamente. Los rayos plata se cernían sobre el bosque, las hojas, la tierra, la laguna, los troncos, las rocas, todo tenía un ligero matiz plateado que la Luna y las estrellas dejaban ver bajo éstas. Lady Lorraine me atrapaba entre sus redes. Mantenía un aire idóneo a su alrededor que me hacía permanecer expectante a cada acción, jadeando sobre la piel desnuda que mis caninos no dudaban en morder hasta hacer emanar la sangre de la vampiresa, bañando a mis labios con ese líquido carmín que degustaba mi paladar con la mezcla de su esencia. Cientos de humanos debieron haber encontrado su final entre sus manos, podía imaginarme a Lady Lorraine recreando una hermosa danza con su presa a la luz de unas velas hasta verse saciada y satisfecha como segundos antes le había visto hacer con el desconocido, que ahora no era mas que un recipiente vacío en una escena donde ahora sus “asesinos” se retorcían de placer sin importarle el motivo que los unió en la desnudez. ¡Demonios! Mi miembro taladraba en su interior con insistencia, sintiendo el cobijo de sus paredes vaginales sobre el tronco de mi miembro, su humedad cubría ahora la textura del mismo, permitiendo que los deslices fuesen en aumento; mis pies se apoyaban sobre la tierra, alzando mis caderas para que los envites se hicieran más profundos. Era una insana e imborrable necesidad que se instalaba de lleno en mis pensamientos, un afán por escuchar el golpeteo incandescente de mis testículos al hacer contacto contra su piel cada vez que mi glande salía y se introducía de nuevo. La razón se había ido de viaje en algún segundo de esta innegable y magnífica noche. Todo sentido me llevaba al mismo punto, mantener los movimientos de caderas, sintiendo como ondulaba las suyas moviendo en círculos la conexión de nuestros sexos. Mi piel estaba embadurnada de la tierra bajo mi espalda, cada arañazo de las uñas de Lady Lorraine desgarraba parte de mi piel, haciendo brotar la sangre en grandes proporciones. El olor a sexo chisporroteaba en el aire, atrapándolas en una esfera que nos rodeaba, haciendo rugir a la bestia para que continuara taladrando, penetrando, bombeando hasta que sus jadeos y mis gruñidos no fuesen más que una nota musical de fondo; como el sonido del mar apagando el cántico de las aves.

Su lengua era una dulzura desafiante que incitaba a la mía a lamerle del mismo modo, haciendo que la humedad de mi saliva con el sabor de la sangre fingiese ser el jabón que en el confort de su baño, era el único medio del que su piel se servía, creando espuma y… ¡Maldita sea! Lady Lorraine ahora mantenía ese olor cautivador que despertaba al ser indomable dentro de mí, el que solo pensaba en desgarrar su carne para proveerse de cada gota que llenaba ese cuerpo que ahora se sentía tan jodidamente genial sobre el mío. Su atractivo era un arma letal para vampiros y humanos, una que centraba en Lucern Ralph incansablemente, esta noche ella era mía, ¿lo había sido incluso desde que mis ojos se habían cruzado con los de ella? ¿Era previsible cómo terminaríamos? ¿Jadeantes, bañados en sangre, gruñendo cuando mi simiente se viese esparcido sobre su cuerpo, tumbados sobre la tierra a un lado del cuerpo del humano para ver los últimos minutos de la noche sumergido entre sus brazos? Sublime deleite para mi vista, mis manos se cerraron sobre sus senos, masajeando y tirando de sus pezones, me habían estado llamando con ese subir y bajar, un vaivén que copiaba al que se llevaba entre nuestros sexos. – Lorraine. Un nombre que se escapaba entre sílabas, entre cada golpeteo, en un bramido ensordecedor que hacía que los animales alrededor se escondieran entre la oscuridad, en sus cuevas, en cualquier maldito lugar donde estuviesen lejos de mi presencia. Era la boca de Lady Lorraine el que me mantenía preso, su aliento con la sangre que ella bebe de mí, lo que me mantiene cautivo, mis manos atraen el rostro de la vampiresa para que mi lengua pueda explorar cada recóndito. Cada embestida parecía estar a punto de llevarme a la liberación, pero era demasiado pronto para permitírmelo. Tomándole entre mis brazos, me erguí por completo sobre mis pies, sin permitir que nuestra unión se viese diluida, acercándome a la laguna que un segundo antes nos había envuelto. De inmediato la invasión de nuestros cuerpos provocó que pequeñas olas nos golpearan, un estímulo más que me hizo jadear sobre su boca cuando el agua acarició el nexo de nuestros sexos. El agua pronto llegó hasta mi pecho, el chapoteo al subir y bajar se hacía oír tenuemente… - Delicioso… Una vez más, mis colmillos invadieron su cuello, allanando esa piel seductora…

por **Hela Von Fanel** Dom Jul 18, 2010 12:39 am

“¡oh, locura! Acunas noche tras noche mis acciones, pero hoy es la lujuria quien se deposito en mis pensamientos, misma que naufraga en el mar de mi vacío interno, proclamando la lascivia que violará mi ser… Pudriendo todo lo que en mí aún es decente…”

Cobijada entre la depravación de sus actos, se regocija con las embestidas de su amo y esclavo. La noche aún es eterna para los amantes empedernidos que han de saciar toda su fornicada hambre en el desenfreno de sus pasiones ¿Cuántas noches lo había esperado? ¿Cuántos siglos destrozando cuerpos sólo para mantenerse con vida y llegar a ese “punto” de su existencia? ¡Oh, efímera luna! Observas desde lo alto el erotismo de dos bestias ansiosas por entregarse, por devorar cada parte el uno del otro… Un sonido majestuoso provocado por el choque de pieles al compás de fuertes y deleitables embestidas le hacía jadear a la morena en unos fuertes gemidos que se esparcían por todo el maldito bosque. La violación a tierras tan inocentes era letal, no obstante, eso pasaba desapercibido para la fiera quien arañaba la piel de su amante, proliferando una sensación de ávido placer. Sus manos se deleitan ante el rose sicalíptico de su piel con la de Lord Ralph. Sus caderas suben y bajan en un vaivén exhorto para su sexualidad. Retorciéndose en medio de toda aquella faena chilla desesperadamente en una suplica por más dosis extras de aquel sublime placer, mientras por su espalda recorría un fuerte escalofrío arqueándola espásticamente.

Frente a ella las manos de Monsieur masajeaban con ritmo sus pechos, lo senos perfectamente redondos de la vampiresa, apretando el pezón de los mismos, jalando, pellizcando… ¿Dolor? No, esa no era una palabra para describir la sensación que se generaba en el impúdico cuerpo de la fémina, el simple hecho de encontrar en su interior el libido del vampiro penetrando todo a su paso de forma brutalmente bestial, hasta salirle casi por la garganta en un intento por hacer que sus emociones se intensificaran hasta el punto de compararse con la infinidad del universo. No era dolor, era la fruición que le ocasiona el sadomasoquismo. Gimiendo, llorando, jadeando… Muerde su labio inferior y atrae con frenesí la cabeza Lucern apoyándola en sus senos, introduciendo su rostro en ellos para que mordiese, besara, lamiera todo a su paso… Al término baja su rostro para besar los labios de su amante. Desgraciadamente ó afortunadamente por su mente se cruza la impetuosa idea de probar una vez más la sangre del Lord muerte su lengua tras el apasionado beso, desgarrando con sus colmillos un poco, emanando sangres por borbotones, pero no es solo la sangre de Monsieur la que resalta en aquella batalla de labios y lengua, también se apetece un poco de la inmortalidad de la lamia, se separa un poco para permitirse desgarrar sus propios labios y lengua. En un movimiento brutal toma la cabeza de su amo por la nuca, en un arrebato la acerca hasta sus rostro, introduce con obscenidad la lengua en su boca, es como si se tratase de un pedazo de carne queriendo ser devorado por alguna especie animal carnívoro…

La cúspide de aquel encuentro esta próxima a aparecer pero la fémina aún no quiere que termine, no puede permitirse realizar aquello. La excitación en su vagina se ve manifestada por los espasmos que continúan cada vez más rápidos con mucho mayor placer, goce, deleite y regocijo. No logra evitar un jadeo con un nombre descrito en sus labios, un nombre que no osara pronunciar más seguido, el nombre del sexo, la esencia del varón, la inmundicia que tragará de forma placentera cada que el hambre acuda a su bestial sexo – ¡Oh, Lucern! – Es un susurro que parece grito arrojado por una ninfa del bosque en pleno desgarre de orgasmos. Siente las palpitaciones de su miembro esparcirse por todo el cuello de su vagina, incluso podría estar segura de sentir las venas de su libido saltadas por la pétrea piel del vampiro, mismas que rasgan sus paredes una y otra vez incitando la morbosidad de su cuerpo, acunando su depravados pensamientos en algo completamente real y palpable. ¡Él esta aquí! ¡Es su sexo el que taladra con veros apetito su interior! ¡Él es real, vive y mata sin piedad al igual que el demonio de Lorraine! ¡Maldita sea! ¿Cómo es que su lascivia no lo encontró antes? ¿Dejará que por la madrugada se escape ó lo esclavizará con sus cadenas invisibles? ¿Qué será de su piel después de probar el manjar de Monsieur? Preguntas y exclamaciones que aún no pueden poseer una respuesta lógica, pero en aquella extraña noche, debajo de la bóveda celeste, con la luz de una luna pornográfica, la mirada profana de bestias terrestres, por encima de un fango de sangre, acompañados por la carroña de humano… Todo, absolutamente todo puede pasar.

Sus piernas se enredan en la cintura de su esclavo para cuando este se irgue sobre sus pies, sus manos abrazan el cuello del caballero… Su cuerpo es introducido ahora en el agua dulce de aquel lago, el detonador que provocó se asomase la lascivia en la vampiresa desde el instante en el que observo la desnudez del vampiro un par de sucesos atrás. Sus sexos se sumergen entre oleajes por el allanamiento de los intrusos, un jadeo con el perfume más deleitante choca contra la boca de la fémina, provocando que esta aspirara el aire como si de una droga se tratara, hasta que sus pulmones se llenan, se satisfacen a tal punto de casi querer explotar en un júbilo por tal ocurrencia. El sonido por las embestidas debajo del agua es estruendoso a comparación del silencio previo a todo aquello, sin embargo, dibuja una poco dogmatica melodía. Siente en su cuello la intromisión de los colmillos de su amante, lacerando su piel, permitiendo que jadeara nuevamente ante el atrevimiento de sus caninos en su cuerpo. No puede soportar más una idea que viene quemándole la piel, la cabeza, su ser, su sexo… desde la introducción de Lucern en su interior, una sola palabra que muy pocos entenderán, una sola acción que hará que su noche sea completamente inolvidable. Se acerca con el afán de susurrar su fantasía en el oído del Lord pero en lugar de eso muerde ligeramente el lóbulo izquierdo del varón, gime en una sonrisa delicada cual canto de aves en una mañana hermosa… - ¡Sodomízame! – Exclama con un tono peligroso en su voz, una pronunciación traviesa, juguetona, promiscua, indecente, pérfida, impúdica, depravada y letal… Deslizándose por su barbilla con los colmillos de fuera rozando ligeramente su piel hasta llegar al cuello de Monsieur y lamer con círculos el sitio donde clavará sus colmillos a continuación…

por **Tarik Pattakie** Mar Jul 20, 2010 4:45 am

La Luna era el principal testigo de la pasión innegable que se vivía en un área inespecífica del bosque. La laguna daba la apariencia de estar siendo absorbida por la oscuridad que nos rodeaba, a excepción del satélite que parecía estar besándola al reflejarse majestuosamente, dotando al agua fría con un juego de luces que, a simple vista, resultaba como un sinfín de velas flotando ilegalmente sobre éste, con rumbo y destino desconocido, como Lorraine y yo. Un venado salía cautelosamente de entre la maleza para olisquear el cuerpo inerte del humano. Los jadeos entrecortados que se ahogaban algunas veces sobre nuestros labios hambrientos como los dos cuerpos fundidos y hundidos entre el agua, bastaron para que el animal escapara aterrado ante los gritos de placer que Lady Lorraine mostraba entre mis brazos. Intenso. Intoxicante. Salvaje. Erótico. ¿Cuántas palabras se necesitaban para describir este avasallador momento? Si algo había aprendido tras estas últimas noches era a nunca ceder el control de todo cuanto decía o hacía, pero una dosis de locura como la que me inyectaba Lady Lorraine vencía cualquier barrera que alzara sin consciencia alguna. ¿Era posible encontrarse hambriento en medio del bosque para terminar sediento de sexo? Por seguir dándole placer a ésta mujer hasta que gritara mí nombre en el clímax, pidiendo, exigiendo, rogando por más atención. Las palpitaciones en mi miembro se volvían más intensas con el estímulo del agua y las contracciones en la vagina de la vampiresa. El calor que emanaba de entre sus fluidos contrarrestaba lo gélido y sombrío de nuestros cuerpos. Mi boca mordisqueaba con el filo de mis caninos la piel, dejando a mi lengua deslizarse en zigzags al compás de las embestidas que no se detendrían hasta saciar y saciarse de su interior. – Es usted una hoguera, mi Lady. Tan ardiente e hipnótica. Mi aliento golpeaba contra su mejilla, dejando que las palabras fluyeran con todo el placer que se leía en las respiraciones entrecortadas que salían de mi pecho. Una hoguera que aumentaba hasta crear llamaradas con cada presión que ejercía al apretar el agarre que sostenía sus piernas sobre mis caderas, empalándose sobre mi miembro con total descaro.

¡Maldición! Los desgarres que acometían sus colmillos tan perversamente sobre mis labios y mi lengua, dándome a probar mi propia esencia al mezclarse con la que emanaba de la suya, era un disparo sensacional que lograba lo imposible desde que el ritmo frenético que desenvolvían mis caderas al penetrarla tan honda y profundamente parecía ser el máximo. Aumentaron y aumentaron, hasta hacer del pequeño chapoteo, un montón de salpicaduras alrededor de nuestros cuerpos. Su sangre sabía a lujuria… placer… adrenalina… pasión… Todo. Absolutamente todo me pertenecía. Mis colmillos perforaron su cuello, hundiéndose con furia en la vena que me alimentaría de ella como ya lo hacía su cuerpo con mi miembro. La sangre fue bombeada en un delirio que aumentó ante el mordisco en mi oreja, sublevado solo por esa palabra que capturó mi atención. Retrayendo mis colmillos, lamí las dos pequeñas incisiones antes de que mis labios acudieran de nuevo a su boca como una respuesta silenciosa a la petición que hacía palpitar mi miembro en alusión. Bombeé hasta que mi mano descendió de entre sus pechos para ir al encuentro de una enorme roca que sobresalía en la orilla de la laguna. Dejando que su espalda chocara contra la rugosa piedra, mis dedos fueron al encuentro de la unión de nuestros sexos, mojándose con sus fluidos y el líquido pre seminal que se había mezclado con el suyo, llevándolos para dilatar la ahora pequeña cavidad que sería invadida sin piedad por mi miembro. Sus caninos jugaban con el arco de mi cuello mientras yo estaba tan malditamente concentrado en prepararle. Pequeños fragmentos de la roca comenzaban a caer creando pequeñas ondas en el agua. Con una última embestida profunda, deslicé mi miembro completamente fuera, tomándole de la cintura para que me diera la espalda. - ¿Sutil o desgarradoramente infernal, mi Lady? Con una risa que dejé perder tras su nuca mientras hacía su cabello a un lado, la punta de mi pene se posicionó entre sus glúteos. La pregunta, no es más que la misma que escuché de sus labios, por la cuál se desenvolvió la muerte del humano. Esta vez, no auguraba más que solo placer carnal para nosotros.

por **Hela Von Fanel** Miér Jul 21, 2010 11:38 pm

Irrefutablemente insoportable ¿Cómo demonios se puede describir con simples palabras un acto tan carnal que lleva desenvolviendo la pareja de vampiros? Contracciones que suben de ritmo fortuitamente desgarrando aún más el apetito de aquella lujuria en la fémina. La bestia interna sumergida en un deseo tan banal como el sexo le carcome la piel, le quema, le pide, le implora le ruega… Obstaculizando la lucidez de su cabeza aquella imagen pornográfica de una profanación en su cavidad trasera le incita despavoridamente a cruzar las manos por la espalda de Lucern y desgarrar nuevamente aquella pétrea piel, sus uñas guardan pequeñas porciones de la sangre y epidermis del varón, en un movimiento lleva las manos hasta su propia boca para chupar y tragar los residuos impregnados en sus uñas. Poco a poco tanto el nombre como la esencia del Lord comienzan a tatuarse en la piel de la lamia quien disfruta en todo esplendor del acto. La voz de su amante choca contra su mejilla engatusando la respiración de la vampiresa, absolviendo el efluvio, el perfume que el varón despide con su gélido aliento. Por debajo del agua un baile depravado es ejecutado por sus sexos, perforando el cuerpo de la mujer al extremo, pero el dolor no es más que una señal perdida de su vida, un anhelo por sentirse soberanamente satisfecha sin tener que derramar sangre, al menos no sangre humana en esta ocasión, pues su sed no se trata de un simple líquido que lleva asaltando de sus víctimas, esta maldita hambre es más real, más excéntrica que todas las demás, es su impaciente codicia por un clímax suicida.

Las embestidas arañaban sus paredes vaginales, hasta el punto que su cuerpo se contrae por el reflejo de una sensación, una maldita sensación que añoraría después y suplicaría con todo la promiscuidad posible, su interior siente que se partirá en dos por las bestiales penetraciones de Lucern ¡Al demonio con todos y cada uno de los espasmos anteriores si eso era el infierno más esperado! La fémina gemía con un poco de cansancio relucido en sus respiraciones, estaba completamente poseída por la excitación a la que el varón estaba sometiéndola fuertemente con su cruel, despiadado y perfecto miembro. Los labios se su amante se encontraron con los suyos en una repuesta por demás esperada, el libido del vampiro palpito con descomunal atrevimiento. La propuesta de la fémina fue perfectamente bien aceptada no sólo por su amante si no por la desgarradora extremidad que le cumpliría su fantasía. Siente el choque se su espalda con aquella roca sobresalida de las aguas semicristalinas del lago, sus sexos se separan lentamente, resbalando, permitiendo que el agua del lago entre en su cavidad, una que esta bastante estimulada, pero era el momento de pasar a otra cosa igual de complaciente que la anterior. Los dedos del vampiro se concentraron en estimular la cueva que sería próxima a la profanación, un par de gemidos eróticos salieron de sus labios al instante en que su trasero se percató de aquel allanamiento. Con un jadeo seco, cortado pero no por ello insignificante ó sin sensación, sus cuerpos se separan completamente, es ahora su pecho lo que roca aquella roca que se comenzó a desgajar. La fémina puede escuchar la pregunta que ella misma realizó un par de horas atrás y sonríe ligeramente, gira la cabeza al compás en que su cabello es retirado por la mano de Lucern, su semblante demuestra picardía, descomunal atrevimiento, no hay pisca de pudor… Pérfida, promiscua e indecentemente obscena lame parte de su propio hombro para después musitar – ¡Sorpréndame mi Lord! – Una pequeña carcajada adorna la noche, una carcajada cortada por la agitación de su cuerpo que aún no puede cesar.

por Contenido patrocinado

Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18

Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18