AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18
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Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18
Recuerdo del primer mensaje :
Cuando la noche cae, sin duda alguna, es cuando todos los nuestros se sienten dueños del mundo que nos arrulla. Ésta en especial era una de mis noches preferidas. El aire era frío y ninguna luz proveniente de estrellas o de la misma Luna se podía percibir en las afueras de la Ciudad Parisina. La neblina mantenía cegada cualquier rayo lunar que se dejara entrever entre los gigantescos árboles que me rodeaban, dándole un halo de misterio a lo que me deparaba esta noche. Estaba completa y totalmente seguro de que algo pasaría. Siempre lo era. Cada vez que abandonaba el confort de mi lúgubre mansión, las probabilidades de verme inmiscuido en situaciones excitantes y agraviantes jugaban a mi favor. Los retos siempre eran mi pasión y hoy esperaba encontrar uno nuevo. Me dejé caer de uno de los árboles frondosos después de estar observando entre las sombras sin nada que llamase mi atención. Aún mantenía esa idea taladrando mis pensamientos, de que algún humano perdido podría ser mi cena. “Tendrás que recorrer las calles parisinas si deseas el elixir de la vida” Aspiré con fuerza para alejar ese odioso pensamiento, llenando mis pulmones de los olores que se percibían en medio del Bosque. Varios pares de ojos rojos se encontraban escondidos, observando… Esta vez, conocían quién era el depredador y quién la presa. Sonreí con malicia. Aún no podía comprender como era posible que algunos vampiros prefiriesen la sangre animal para subsistir. La simple idea de intentarlo me sonaba bochornosa y asquerosa. “Definitivamente, necesitas encontrar algo mejor en qué pensar.” Ese era el problema. Mis pensamientos eran una maraña y ni enfocarme en cosas triviales parecían aplacarme.
Había salido de la mansión sin importarme mi destino. La soledad que me envolvía entre las cuatro paredes de mi despacho se había tornado claustrofóbica. Estaba deseoso de experimentar esta nueva faceta en la que comenzaba a invertir todo mi tiempo. ¡Ja! ¿Por qué me engañaba? Socializar no era mi fuerte y haberlo hecho con dos mujeres, no me haría todo un experto. Además, ¿quién podría encontrarse conmigo en medio del bosque? Caminé a pasos lentos, sintiéndome dueño del lugar. Los animales percibían la maldad y se apartaban temerosos de lo que pudiera pasar. Sin nada interesante qué hacer o con quién hablar, pronto me encontré reclinado en uno de los enormes troncos. El paisaje frente a mí era tranquilizador. La brisa nocturna traía consigo el frescor de la laguna. Una que se me antojaba complacer tanto como el escozor que se instalaba a diario en mi garganta. Una pequeña sonrisa se abrió paso en las comisuras de mis labios conforme desabotonaba mi chaqueta para adentrarme en el agua. Hacía mucho tiempo que no me dejaba vencer por mis impulsos y estaba harto de ello. Existía una mujer que deseaba se encontrara conmigo, compartiendo éste exquisito momento; pero no le había vuelto a ver después de aquél encuentro en el Cementerio. Solo pensar en cómo se sentía su piel bajo mi cuerpo, bastó para que el dolor se instalara en mi ingle... “El agua hará bien para aplacar tu apetito” Gruñí con fastidio. Eso era solo una jugarreta que en mis delirios salía a flote, para hacerme desistir de correr e ir a encontrarme con ella. La ropa pronto desapareció de mi cuerpo, y mi cuerpo pronto se vio sumergido en la agradable laguna. El agua masajeaba cada músculo tenso, en caricias suavesdónde me permitía imaginar que eran las manos de esa mujer las que masajeaban mi cuerpo…
Había salido de la mansión sin importarme mi destino. La soledad que me envolvía entre las cuatro paredes de mi despacho se había tornado claustrofóbica. Estaba deseoso de experimentar esta nueva faceta en la que comenzaba a invertir todo mi tiempo. ¡Ja! ¿Por qué me engañaba? Socializar no era mi fuerte y haberlo hecho con dos mujeres, no me haría todo un experto. Además, ¿quién podría encontrarse conmigo en medio del bosque? Caminé a pasos lentos, sintiéndome dueño del lugar. Los animales percibían la maldad y se apartaban temerosos de lo que pudiera pasar. Sin nada interesante qué hacer o con quién hablar, pronto me encontré reclinado en uno de los enormes troncos. El paisaje frente a mí era tranquilizador. La brisa nocturna traía consigo el frescor de la laguna. Una que se me antojaba complacer tanto como el escozor que se instalaba a diario en mi garganta. Una pequeña sonrisa se abrió paso en las comisuras de mis labios conforme desabotonaba mi chaqueta para adentrarme en el agua. Hacía mucho tiempo que no me dejaba vencer por mis impulsos y estaba harto de ello. Existía una mujer que deseaba se encontrara conmigo, compartiendo éste exquisito momento; pero no le había vuelto a ver después de aquél encuentro en el Cementerio. Solo pensar en cómo se sentía su piel bajo mi cuerpo, bastó para que el dolor se instalara en mi ingle... “El agua hará bien para aplacar tu apetito” Gruñí con fastidio. Eso era solo una jugarreta que en mis delirios salía a flote, para hacerme desistir de correr e ir a encontrarme con ella. La ropa pronto desapareció de mi cuerpo, y mi cuerpo pronto se vio sumergido en la agradable laguna. El agua masajeaba cada músculo tenso, en caricias suavesdónde me permitía imaginar que eran las manos de esa mujer las que masajeaban mi cuerpo…
Última edición por Lucern Ralph el Lun Jul 05, 2010 9:15 pm, editado 1 vez
Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18
El agua caía por nuestros cuerpos, fingiendo la transpiración en la que nos veríamos envueltos de no encontrarnos sumergidos en el agua. La sangre que había tomado de su cuello y ella del mío, resbalaba impíamente sobre mi pecho, como dos ríos que se juntaban al final de su recorrido, cayendo en picada sobre mi estómago para perderse sobre mi pelvis y encontrar su destino al fundirse con el agua de la laguna, dándole ese hermoso color rojo que se borraba al agitar nuestros cuerpos como dos seres poseídos por la locura. Un alucinante matiz le envolvía. La Luna le bañaba como una sirena, con esos rayos de plata y su cabello mojado que provocaba un incesante cosquilleo en mis dedos que se aferraban a ella. Mis manos acariciaban la curvatura de su cuerpo, descendiendo desde su cuello y hombro, para contornear esos deliciosos montículos que servirían de alimento para éste sediento vampiro, siguiendo su recorrido para detenerse sobre sus caderas, atrayéndola hacia mi miembro que quería introducirse sin piedad ni remordimientos. ¿Piedad? ¿Remordimientos? ¿Cuál diablos era el significado de tales palabras? ¡Demonios! Lady Lorraine no lo tenía conmigo al torturarme tan deliciosamente, solo podía tratarle del mismo modo… tocarle, acariciarle, apretarle, mordisquearle… ¡Maldita sea! No había nada que no quisiese hacer con mi boca o mi cuerpo. – Lorraine. Jadeé sobre su espalda, con mis filosos colmillos rasgando su piel en dos perfectas líneas que no tardaron en tomar un rojo escarlata. Me sentía como las abejas en busca del polen, buscándole hasta saciarme, bebiendo hasta alcoholizarme, tomándole hasta cansarme. Posicioné la palma de mi mano sobre su pelvis, con mis dedos mojándose de su deleitosa humedad, embadurnándolos, atrayéndole con insistencia contra la punta de mi miembro. Me auxilié de mi mano libre para hacer presión dentro de ella, introduciéndole solo el glande, deteniéndome solo un segundo para que mi lengua lamiera desde la parte baja de su espalda hasta la parte trasera de su cuello.
Mis labios se curvaron y tras una fuerte embestida, mi miembro se abrió paso dentro de ella, sin detenerme, sin esperar a que se acostumbrara a la invasión… solo saboreando la forma en que se amoldaba al grosor de mi miembro… mi audición perdida con sus artísticos gritos de placer y dolor… mis testículos golpeando al llegar hasta el fondo… mi boca sumergida sobre su nuca… mi boca reseca exigiendo mas sangre de la vampiresa… mi cuerpo amoldado perfectamente al suyo… Su carcajada había sido reemplazada por esos jadeos que resonaban y hacían eco en todo lo que nos rodeaba. Lentamente, me deslicé completamente fuera de ella, tocándole con mis dedos con inmediatez, por el único afán de acariciar la forma que había tomado tras arremeter en su pequeña cavidad. La profanación no se hizo esperar de nuevo. Con tan solo posicionar mi glande, éste encontró de nuevo el camino, allanando y taladrando, creando un hermoso chapoteo estimulado por el agua que golpeaba entre la unión de nuestros sexos. Mi mano le tomaba con fuerza del cuello para obligarle a ir al encuentro de mi boca que exigía ser alimentado por sus besos apasionados que mezclaban sangre, saliva y los fluidos que ahora invadían nuestros alientos. Mi lengua buscaba la suya, incitándole a moverse en mi boca como una serpiente agitada, envenenándome… enfebreciéndome… Sus caderas se movían hacia mi pelvis, introduciéndose mi miembro, jugando con los míos, creando movimientos circulares, a los lados… Saliendo y entrando… Seduciendo… Coqueteando… Mi boca se alejó de la suya, pero mis labios continuaron rozándole. – Quiero terminar sobre tu cuerpo. ¡Demonios! Ese era mi deseo, quería bañarle con mi simiente cuando llegase al clímax. El cual… estaba cerca de presentarse… ¿Fantasías? Quizás era hora de regresar a tierra antes de que… Con un fuerte gruñido y mordisqueando sus labios, desgarrando parte de su inferior, la sangre corriendo sobre nuestras mandíbulas, aumenté los movimientos de mi pelvis… No importaba… Quería llevarle al orgasmo… Encontrar esa liberación que aclamaban nuestros cuerpos desde el inicio de este desafiante y envidiable encuentro.
Mis labios se curvaron y tras una fuerte embestida, mi miembro se abrió paso dentro de ella, sin detenerme, sin esperar a que se acostumbrara a la invasión… solo saboreando la forma en que se amoldaba al grosor de mi miembro… mi audición perdida con sus artísticos gritos de placer y dolor… mis testículos golpeando al llegar hasta el fondo… mi boca sumergida sobre su nuca… mi boca reseca exigiendo mas sangre de la vampiresa… mi cuerpo amoldado perfectamente al suyo… Su carcajada había sido reemplazada por esos jadeos que resonaban y hacían eco en todo lo que nos rodeaba. Lentamente, me deslicé completamente fuera de ella, tocándole con mis dedos con inmediatez, por el único afán de acariciar la forma que había tomado tras arremeter en su pequeña cavidad. La profanación no se hizo esperar de nuevo. Con tan solo posicionar mi glande, éste encontró de nuevo el camino, allanando y taladrando, creando un hermoso chapoteo estimulado por el agua que golpeaba entre la unión de nuestros sexos. Mi mano le tomaba con fuerza del cuello para obligarle a ir al encuentro de mi boca que exigía ser alimentado por sus besos apasionados que mezclaban sangre, saliva y los fluidos que ahora invadían nuestros alientos. Mi lengua buscaba la suya, incitándole a moverse en mi boca como una serpiente agitada, envenenándome… enfebreciéndome… Sus caderas se movían hacia mi pelvis, introduciéndose mi miembro, jugando con los míos, creando movimientos circulares, a los lados… Saliendo y entrando… Seduciendo… Coqueteando… Mi boca se alejó de la suya, pero mis labios continuaron rozándole. – Quiero terminar sobre tu cuerpo. ¡Demonios! Ese era mi deseo, quería bañarle con mi simiente cuando llegase al clímax. El cual… estaba cerca de presentarse… ¿Fantasías? Quizás era hora de regresar a tierra antes de que… Con un fuerte gruñido y mordisqueando sus labios, desgarrando parte de su inferior, la sangre corriendo sobre nuestras mandíbulas, aumenté los movimientos de mi pelvis… No importaba… Quería llevarle al orgasmo… Encontrar esa liberación que aclamaban nuestros cuerpos desde el inicio de este desafiante y envidiable encuentro.
Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18
“El velo negro del infierno no es nada comparado por la condena a la que se someten los bárbaros en el lecho de la lujuria”
Desgarradoramente infernal, un simple juego que estaba terminando con toda su cordura, jamás se había visto envuelta un acto desenfrenado en el que no fuese el verdugo de sus acompañantes. Siempre existe una primera vez y después de tanto tiempo encontró a un vampiro que no teme desenvolverse en sus brazos ¿Benevolencia? La vampiresa se encontraba desempeñando un papel de cordero completamente perfecto. Los sádicos pero atrapantes actos que suele cometer en ocurrencias como esta aún no se han presentado como deberían de hacerlo. Se siente insoportablemente gentil con Lord Ralph por lo cual ignora su apetito de “dolor”, no obstante, durará eternamente.
Un manto plateado cubre la piel de su amante otorgándole el resplandor divino a una criatura del inframundo ¿Un adonis? No, tan tribal palabra jamás lo describiría por completo; los músculos resaltados del cuerpo de Lucern, tampoco el tacto que se genera de su piel a la de Lorraine, mucho menos las profanas caricias de pérfidos movimientos que estremecen el delicado pensamiento abstracto de la mujer, no hay forma en la que una palabra tan insignificante pueda descubrir el magno tesoro que se esconde debajo del agua, ese que penetra con impaciencia pero suevamente el trasero de la mujer, haciéndola jadear de puro maldito placer, es algo tan natural pero depravado que fue erradicado de la tierra según las sagradas escrituras, un acto que tiene como nombre la ciudad en la que lo ejecutaban sin pudor entregándose al más efímero de los goces que puede llegar a tener un simple y estúpido humano. “¡Esto es más grande que el mismo universo!” En los pensamientos de la fémina es la única frase que se cruza por su camino, pero en sus labios no hay espacio suficiente para poder si quiera musitar una banal palabra, no puede pues se encuentran soberanamente ocupados jadeando, regocijándose ante el sentir de su piel. Las manos de Lord Ralph redescubren la anatomía de la mujer, rosando cada parte de su cuerpo. La chica siente lo aterciopelado de sus dedos sobre sí, esa irrefutable seda que cubre la ironía de un semidios cediendo ante un súcubo como lo es Lady Von Fanel. Se deja envolver en el abrigo descomunal de sus colmillos desgarrando su espalda, malditas laceraciones que desparecerán al alba, es reverenda pena que sus heridas duren pocos instantes, no hay disfrute en ello, su masoquismo no es satisfecho por culpa de esa torpe regeneración, sin embargo, existen métodos poco ortodoxos para componer su situación actual. La sangre emana de sus lesiones entregándole su joya más preciada (Su sangre) al amante empedernido que la sujeta por las caderas. Lo que para la mujer fue un simple movimiento para el varón fueron varios cambios de pose hasta que su cuerpo encuentra la forma en que su lengua pueda probar del elixir escapado en las heridas de la fémina, es indescriptible la sensación generada en la piel de la vampiresa en el instante en que la saliva de su amante se fusiona con la sangre de su piel, esa maldita sensación que le hace emitir un bramido con mensaje subliminal. ¡La maldita entrega total a la lascivia de su demencial pensamiento!
Sujeta al depravado instinto por terminar eróticamente sus orgasmos en ese perecedero instante, se convierte en el paria de un taladro insensato, que arrebate en contra de su pequeño orificio, expandiendo un espasmo de dolor desde esa cavidad hasta su garganta, explotando en un alarido exótico lleno de lascivia, fue tal el estruendo que el desenfreno acarició impúdicamente los oídos de los vampiros, estremeciendo, arropando, enloqueciendo, depravando… El crimen ah sido efectuado, sus jadeos se impulsan a la par en que las embestidas regresan a ser contracciones cada vez más rápidas, su respiración se acorta y sus deseos son desgarradores, esta siendo invadida, sublevada ¡Sodomizada! El control es completa e innegablemente de Lucern, la accesibilidad de Lorraine se deja ver al instante en el que una de las manos de su amante se coloca en su cuello para atarle fuertemente y arrastrarle hasta los labios del mismo, perdiéndose en un monstruoso beso que no solo combinó esta vez los efluvios de ambas bestias, si no también ese incesante anhelo por terminar su acto. Ambas lenguas se trenzaban en un molde perfecto como si fuesen el complemento la una de la otra. ¡Maldito sea el instante en el que creyó que mejor placer no existía! Aquellas contracciones están enloqueciendo a la mujer quien acaricia la cabeza de su demonio, despeinando sus cabellos, masajeando su cráneo para después ir exclusivamente a su propio cuerpo e incitarlo aún más. Poco a poco descendieron desde su cuello, hombros, pecho, vientre hasta sumergirse en su entrepierna y masturbar el clítoris para una mejor y más pérfida sensación, perdiéndose entre sus propios jadeos, los bramidos de Monsieur, el chapoteo del agua, el choque de los testículos del vampiro contra su pelvis y el ritmo incrementado de aquellas embestidas, seduce a su cordura, engatusa a su lucidez y grita silenciosamente mientras escucha la fantasía de Lucern, sí era su turno para la confesión.
Los labios de la fémina se bañan en sangre por la presión ejercida de los caninos de su amante contra su ¿Frágil? piel, no importa cuál haya sido el detonante para lo siguiente, el goce era el único hecho rescatable, la vampiresa se separa un poco de su rostro, al encontrar en sus caderas ese maldito cambió de velocidades sonríe con jadeos y entre palabras cortadas por su excitación exclama – Ohhh… Mi duque del vicio, parte en dos mi maldito cuerpo pero has que mi orgasmo sea completamente envidiable hasta por la depravación, ¡Hazlo ya! – Jadea intensamente suplicando, implorando por más de esas embestidas que taladran excesivamente sus entrañas con bestialidad. Un escalofrío la recorrió de los pies a la cabeza, contorsionando su cuerpo en movimientos convulsivos a partir de sus caderas. Los huesos de la mujer crujían despavoridamente con cada una de las arremetidas patrocinadas por Lord Ralph. Los líquidos que salían de la estimulación provocada por sí misma de su clítoris y vagina se perdían entre el agua que les adornaba, perlando su piel con pequeñas gotas, acompañadas también por el sudor de sus poros, Excitando, desgarrando, implorando… A sus espaldas la maldita roca que presumía ser la mas fuerte y poderosa de todas estaba siendo destruida en fragmentos por aquellos choques descontrolados que ejercía el cuerpo de la fémina contra su estructura, pero todo eso no importaba, no ahora que el clímax esta asomándose con irreverencia, tan irrespetuoso, desenfrenado y demente como no se tiene una idea posible. ¡Al carajo con el amanecer! Si ah de morir con el primer rayo de sol pero el auge de esa extraordinaria experiencia, que mejor que sea enredada en los brazos de Lucern Ralph, un nombre que jamás olvidará… Y los espasmos se agitan hasta el punto de la alteración en sus tórridos sentidos…
Un manto plateado cubre la piel de su amante otorgándole el resplandor divino a una criatura del inframundo ¿Un adonis? No, tan tribal palabra jamás lo describiría por completo; los músculos resaltados del cuerpo de Lucern, tampoco el tacto que se genera de su piel a la de Lorraine, mucho menos las profanas caricias de pérfidos movimientos que estremecen el delicado pensamiento abstracto de la mujer, no hay forma en la que una palabra tan insignificante pueda descubrir el magno tesoro que se esconde debajo del agua, ese que penetra con impaciencia pero suevamente el trasero de la mujer, haciéndola jadear de puro maldito placer, es algo tan natural pero depravado que fue erradicado de la tierra según las sagradas escrituras, un acto que tiene como nombre la ciudad en la que lo ejecutaban sin pudor entregándose al más efímero de los goces que puede llegar a tener un simple y estúpido humano. “¡Esto es más grande que el mismo universo!” En los pensamientos de la fémina es la única frase que se cruza por su camino, pero en sus labios no hay espacio suficiente para poder si quiera musitar una banal palabra, no puede pues se encuentran soberanamente ocupados jadeando, regocijándose ante el sentir de su piel. Las manos de Lord Ralph redescubren la anatomía de la mujer, rosando cada parte de su cuerpo. La chica siente lo aterciopelado de sus dedos sobre sí, esa irrefutable seda que cubre la ironía de un semidios cediendo ante un súcubo como lo es Lady Von Fanel. Se deja envolver en el abrigo descomunal de sus colmillos desgarrando su espalda, malditas laceraciones que desparecerán al alba, es reverenda pena que sus heridas duren pocos instantes, no hay disfrute en ello, su masoquismo no es satisfecho por culpa de esa torpe regeneración, sin embargo, existen métodos poco ortodoxos para componer su situación actual. La sangre emana de sus lesiones entregándole su joya más preciada (Su sangre) al amante empedernido que la sujeta por las caderas. Lo que para la mujer fue un simple movimiento para el varón fueron varios cambios de pose hasta que su cuerpo encuentra la forma en que su lengua pueda probar del elixir escapado en las heridas de la fémina, es indescriptible la sensación generada en la piel de la vampiresa en el instante en que la saliva de su amante se fusiona con la sangre de su piel, esa maldita sensación que le hace emitir un bramido con mensaje subliminal. ¡La maldita entrega total a la lascivia de su demencial pensamiento!
Sujeta al depravado instinto por terminar eróticamente sus orgasmos en ese perecedero instante, se convierte en el paria de un taladro insensato, que arrebate en contra de su pequeño orificio, expandiendo un espasmo de dolor desde esa cavidad hasta su garganta, explotando en un alarido exótico lleno de lascivia, fue tal el estruendo que el desenfreno acarició impúdicamente los oídos de los vampiros, estremeciendo, arropando, enloqueciendo, depravando… El crimen ah sido efectuado, sus jadeos se impulsan a la par en que las embestidas regresan a ser contracciones cada vez más rápidas, su respiración se acorta y sus deseos son desgarradores, esta siendo invadida, sublevada ¡Sodomizada! El control es completa e innegablemente de Lucern, la accesibilidad de Lorraine se deja ver al instante en el que una de las manos de su amante se coloca en su cuello para atarle fuertemente y arrastrarle hasta los labios del mismo, perdiéndose en un monstruoso beso que no solo combinó esta vez los efluvios de ambas bestias, si no también ese incesante anhelo por terminar su acto. Ambas lenguas se trenzaban en un molde perfecto como si fuesen el complemento la una de la otra. ¡Maldito sea el instante en el que creyó que mejor placer no existía! Aquellas contracciones están enloqueciendo a la mujer quien acaricia la cabeza de su demonio, despeinando sus cabellos, masajeando su cráneo para después ir exclusivamente a su propio cuerpo e incitarlo aún más. Poco a poco descendieron desde su cuello, hombros, pecho, vientre hasta sumergirse en su entrepierna y masturbar el clítoris para una mejor y más pérfida sensación, perdiéndose entre sus propios jadeos, los bramidos de Monsieur, el chapoteo del agua, el choque de los testículos del vampiro contra su pelvis y el ritmo incrementado de aquellas embestidas, seduce a su cordura, engatusa a su lucidez y grita silenciosamente mientras escucha la fantasía de Lucern, sí era su turno para la confesión.
Los labios de la fémina se bañan en sangre por la presión ejercida de los caninos de su amante contra su ¿Frágil? piel, no importa cuál haya sido el detonante para lo siguiente, el goce era el único hecho rescatable, la vampiresa se separa un poco de su rostro, al encontrar en sus caderas ese maldito cambió de velocidades sonríe con jadeos y entre palabras cortadas por su excitación exclama – Ohhh… Mi duque del vicio, parte en dos mi maldito cuerpo pero has que mi orgasmo sea completamente envidiable hasta por la depravación, ¡Hazlo ya! – Jadea intensamente suplicando, implorando por más de esas embestidas que taladran excesivamente sus entrañas con bestialidad. Un escalofrío la recorrió de los pies a la cabeza, contorsionando su cuerpo en movimientos convulsivos a partir de sus caderas. Los huesos de la mujer crujían despavoridamente con cada una de las arremetidas patrocinadas por Lord Ralph. Los líquidos que salían de la estimulación provocada por sí misma de su clítoris y vagina se perdían entre el agua que les adornaba, perlando su piel con pequeñas gotas, acompañadas también por el sudor de sus poros, Excitando, desgarrando, implorando… A sus espaldas la maldita roca que presumía ser la mas fuerte y poderosa de todas estaba siendo destruida en fragmentos por aquellos choques descontrolados que ejercía el cuerpo de la fémina contra su estructura, pero todo eso no importaba, no ahora que el clímax esta asomándose con irreverencia, tan irrespetuoso, desenfrenado y demente como no se tiene una idea posible. ¡Al carajo con el amanecer! Si ah de morir con el primer rayo de sol pero el auge de esa extraordinaria experiencia, que mejor que sea enredada en los brazos de Lucern Ralph, un nombre que jamás olvidará… Y los espasmos se agitan hasta el punto de la alteración en sus tórridos sentidos…
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18
Mi mano se aferró a su hombro para descender en picada por su brazo, sobreponiendo mi palma sobre el dorso de la suya, entrelazando mis dedos con los de ella para participar en la estimulación que se propiciaba en su entrepierna. Mi respiración se veía entrecortada por los gruñidos que resonaban sobre su lóbulo, al vagar y enriquecerme con esa agradable sensación de sus pliegues al abrirse y envolver nuestros dedos. El sabor de su esencia estaba adherido a mi paladar, aclamando como un mendigo por más de esas sensacionales ondas que parecían conducir electricidad por mi torrente sanguíneo, simplemente dejándome vencer por los movimientos que conducían sus caricias. Estaba tan húmeda y jodidamente apetecible, que mi boca parecía no ser suficiente para recorrerle minuciosamente. Su piel dejaba caer en lo absurdo a la más suave de las sedas, creando ese infernal y subliminal roce que incentivaba a mi miembro a penetrarle con más fuerza. Mi pelvis iba en búsqueda de ese sonido embrutecedor que se producía al golpear mis testículos contra sus glúteos. Mi boca viajaba libremente por el arco de su cuello, dejando a mi aliento chocar contra las pequeñas incisiones que se borraran una fracción de segundo después de que mis caninos se alejaban de su piel. Sus gemidos de placer terminaban en un susurro sobre mis oídos, atravesándome con el más caliente y exótico de los sonidos producidos por sus labios. ¿Cómo ha podido una noche común convertirse en una inolvidable? La respuesta es tan simple. Es solo su nombre el que mis pensamientos tiñen y, a diferencia de la sangre que cae en la laguna para perderse entre ondas, se va tatuando siniestramente. – ¿Intenta hacerme adicto a usted? Mis labios se curvaron mientras mis dedos eran deslizados fuera de su mojados e hinchados pliegues para tomarle de la muñeca con una actitud posesiva, llevándola hasta mi boca para saborear su néctar almizcleño. Adictivo… ¡Maldición! Lorraine me hacía insaciable y vulnerable. ¿Vulnerable? ¿En qué demonios estaba pensando? No lo sabía con certeza, pero solo mi cuerpo pedía más de ella.
Introduje un par de sus dedos en mi boca, arañando con mis caninos las yemas de los mismos, delirando de la mezcla que surgía de sus fluidos, la sangre y el agua de la laguna. El ritmo entre nuestros cuerpos no disminuyó en absoluto. Mi lengua acariciaba con ansia y necesidad enfermiza cada uno de sus dedos, abriéndose paso entre la separación de estos, mordisqueando juguetonamente hasta que las palpitaciones en mi miembro se intensificaron, obligándome a apartar su mano de mi boca para tomarle de la cintura y arremeter con mas furia. ¡Demonios! Solo pensaba en saborear su orgasmo para unirme en ella en ese mortífero paraíso. Me separé bruscamente de su cuerpo para hacerle girar… ahora solo pensaba en estar dentro de ella… sentir esa humedad recorriendo el tronco de mi miembro…. añorando esos deslices tan profundos… la desquiciante sensación de su cuerpo sobre el mío… el roce de sus pezones sobre mi pecho… sus piernas aferrándose a mis caderas, aumentando su sujeción cuando nuestra liberación nos fusionara en uno ¿mismo?… O sí. Lorraine Von Fanel era una mujer que sabía llevarme y traerme de la locura. Mis manos se aferraron a sus glúteos conforme mi cabeza terminaba entre sus senos, agitados con cada honda penetración… Sus manos me mantenían sujeto del cabello, apretando mi frente contra su desnuda y tersa piel… Estaba tan cerca… Mi nombre resonó con fuerza, creando un eco aturdidor cuando su orgasmo llegó. Sin dejar de moverme, disfruté de las contracciones que apretaban mi miembro en su interior; su humedad me bañaba y mis manos se deslizaban por la línea de su espalda mientras ella convulsionaba. Un segundo después, la tensión en mis músculos y, especialmente en mi miembro, dio rienda suelta a mi liberación tras un vibrante y resonante jadeo o gruñido. ¿Había alguna diferencia siquiera? Las manecillas del reloj continuaban su curso y el maldito amanecer pronto se alzaría desplazando a la negra y deslumbrante noche, ¿pero a quién diablos le importaba cuando esta noche auguraba que siempre estaría necesitado de una dosis de ella? "Ha tatuado su nombre sin imaginarlo"… Las palabras solo pasaron por mi mente, conforme dejaba mi espalda caer contra la roca que nos había servido de sostén. Lorraine se sentía tan bien entre mis brazos. Un perfecto encuentro que había surgido de lo inesperado. – Si me ha llevado a la demencia con tan solo una noche, no puedo esperar por lo que vendrá. ¿Estúpidamente esperaba que éste fuese solo el inicio de algo idóneo para los dos? Seguramente…
Introduje un par de sus dedos en mi boca, arañando con mis caninos las yemas de los mismos, delirando de la mezcla que surgía de sus fluidos, la sangre y el agua de la laguna. El ritmo entre nuestros cuerpos no disminuyó en absoluto. Mi lengua acariciaba con ansia y necesidad enfermiza cada uno de sus dedos, abriéndose paso entre la separación de estos, mordisqueando juguetonamente hasta que las palpitaciones en mi miembro se intensificaron, obligándome a apartar su mano de mi boca para tomarle de la cintura y arremeter con mas furia. ¡Demonios! Solo pensaba en saborear su orgasmo para unirme en ella en ese mortífero paraíso. Me separé bruscamente de su cuerpo para hacerle girar… ahora solo pensaba en estar dentro de ella… sentir esa humedad recorriendo el tronco de mi miembro…. añorando esos deslices tan profundos… la desquiciante sensación de su cuerpo sobre el mío… el roce de sus pezones sobre mi pecho… sus piernas aferrándose a mis caderas, aumentando su sujeción cuando nuestra liberación nos fusionara en uno ¿mismo?… O sí. Lorraine Von Fanel era una mujer que sabía llevarme y traerme de la locura. Mis manos se aferraron a sus glúteos conforme mi cabeza terminaba entre sus senos, agitados con cada honda penetración… Sus manos me mantenían sujeto del cabello, apretando mi frente contra su desnuda y tersa piel… Estaba tan cerca… Mi nombre resonó con fuerza, creando un eco aturdidor cuando su orgasmo llegó. Sin dejar de moverme, disfruté de las contracciones que apretaban mi miembro en su interior; su humedad me bañaba y mis manos se deslizaban por la línea de su espalda mientras ella convulsionaba. Un segundo después, la tensión en mis músculos y, especialmente en mi miembro, dio rienda suelta a mi liberación tras un vibrante y resonante jadeo o gruñido. ¿Había alguna diferencia siquiera? Las manecillas del reloj continuaban su curso y el maldito amanecer pronto se alzaría desplazando a la negra y deslumbrante noche, ¿pero a quién diablos le importaba cuando esta noche auguraba que siempre estaría necesitado de una dosis de ella? "Ha tatuado su nombre sin imaginarlo"… Las palabras solo pasaron por mi mente, conforme dejaba mi espalda caer contra la roca que nos había servido de sostén. Lorraine se sentía tan bien entre mis brazos. Un perfecto encuentro que había surgido de lo inesperado. – Si me ha llevado a la demencia con tan solo una noche, no puedo esperar por lo que vendrá. ¿Estúpidamente esperaba que éste fuese solo el inicio de algo idóneo para los dos? Seguramente…
Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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Re: Víctimas Nocturnas [Lorraine] +18
“El sabor de la lujuria tiene escrito tu nombre”
Esboza una sonrisa al escuchar su pregunta, no… Ella no pretende que Monsieur genere una adicción a su cuerpo, mucho menos a su sangre ó al placer que esconde la aparente fragilidad de la fémina. Lorraine solo esta en busca de un espasmo lleno de brillantez, algo que nadie le consiguió entregarle durante todos estos años. Su sire fue cruelmente asesinado por la vampiresa antes de que se le cruzara por la mente la depravación, los humanos jamás entregarían su cuerpo al igual que un inmortal pues apenas y la mujer los toca, el crujir de sus huesos se hace presente dando paso a su letárgica muerte. La lamina no esta presente esa noche para enloquecer a su duque, no… Aún no puede prometerle nada, esa es únicamente la página de presentación al libro prohibido que resulta su autentica existencia.
Una batalla con dos cuerpos, dos seres hambrientos de promiscuidad, callando en su unión los gritos generados en el vacío quizá de sus añoranzas humanas. ¡Oh! Bestias nocturnas tan desdichadas que pretenden regresar a la vida con el desencarnado sexo. Lástima y pena, que sea tan sólo el primer de sus encuentros. La eternidad no le alcanza a la mujer para explorar cada maldito rincón de su hombre, la noche parece ser tan solo un perecedero segundo traspasando, robando, ahogando, incitando, extasiando, agonizando a la vampiresa de placer, algo tan meramente momentáneo que no puede permitir perderse llegado el alba. La morbosa caricia en su clítoris tiene a lugar un goce con fuerza descomunal, jadea, grita, gime, suplica… El sudor de su piel se ve completamente extraviado entre el agua que les acompaña, los fluidos que despide su cuerpo se pierden entre el líquido del lago, pero no por ello pierden su exuberante sabor. Lord Ralph se encarga de probar una vez más el dulce licor de la dama, los dedos de la mujer poseen ese elixir de vitales engaños.
Su cuerpo se gira con gran rapidez, su espalda choca con la textura de la roca, la fuerza ejercida en ese movimiento genera una fractura en la estructura de la piedra “¡Maldición!” Exclama en silencio, sus pensamientos están ocupados, sus sentidos enfocados a la primer señal de arrebatadores estremecimientos, que harán fallecer a la fémina en un paraíso descontrolado y poseído por la libidinosidad. El silencio del bosque sirve de melodía de trasfondo para los jadeos bramidos que la mujer exclama en honor al vampiro. Disipó toda señal de cordura en su cabeza, olvidó las enseñanzas de la vida, asesinó las preocupaciones que le atormentan cada maldito atardecer. El roce de su sus pezones excitados contra el pecho de Lucern es una simple caricia con la faena que se avecina por debajo del agua, pero aún así era inevitable ignorar la textura en la fricción que allí se generaba. Su lengua se desliza por el arco de su cuello, sus colmillos penetran, sus labios se manchan de sangre, se tiñen, se pintan de un rojo carmín mas deseable, apetecible que el mejor de los vinos jamás probados por la humanidad ó en ese caso por los “Dioses Nocturnos”. Sus piernas se aferran en las caderas del Lord la mujer, busca con su mirada la apreciación más exacta para el erecto miembro del amante, una de sus manos se arquea por encima de su cabeza para darse un pequeño apoyo en la roca, la cual al sentir la fuerza de la vampiresa grita con un crujido desesperante, una señal de que al igual que los demonios no soportará más el castigo que se les impuso.
Las uñas de Lorraine desgarran su propia barbilla, sus mejillas. Emana sangre de las heridas, sangre que atrae a los carroñeros. Un vaivén candente, ese es el tipo de danza que ambos cuerpos ejecutaban como si fuesen uno solo, su cuerpo se contrae, sus piernas se entrelazan con más furia, su interior convulsiona, es el deseo aflorado, sus labios se abren en una sonrisa letal, sus susurros se convierten en gritos de suplica - ¡LUCERN! – Exclama a los cuatros vientos el nombre de su amante, sin pudor, sin inhibiciones, la reputación le es indiferente ¡Joder que el goce no termine jamás! Una contracción fuerte, delirante, esporádica, placentera, magna, perfecta, extraordinaria, impúdica, indecente, depravada, morbosa, pervertida… Lujuriosa; se abre paso por su pelvis hasta alcanzar la locura de su cabeza, sus sentidos se encuentran a flor de piel, no existe mejor momento que ese en la vida, ni siquiera en su memoria la primera vez que asesino a un humano puede opacar lo que acaba de sentir. Sus manos rodean el cuello de su amante, sus labios buscan besar con frenesí la boca de su varón, al sentir el fuerte estímulo que tanto deseaba y añoró, sus manos recorren el pecho propio para desgarrarlos, simples marcas que excitan a la mujer, permitiendo que la aberración sea más que placentera. “¡Libérame!” Casi logra escuchar esa palabra proveniente del pene de Lucern, sonríe y ayuda al clímax; residuos de todo eso se esparcen en su interior como cual agua que corre por el más bello de los ríos en la tierra. Atrapa con sus dientes el labio inferior de Lord Ralph tras escuchar sus palabras, la lamia sonríe con una mirada hipnotizarte, sintiendo arrebatador encanto salir por sus pupilas – No hay necesidad de esperar Monsieur, pero le advierto que las puertas y los caminos al infierno no siempre son igual de placenteros – Despedaza el labio del vampiro al término de sus palabras ¿Cuán sádico puede ser él? ¿Cuán desgraciada puede ser ella? Se atreverán a leer un capítulo más de esta historia…
Una batalla con dos cuerpos, dos seres hambrientos de promiscuidad, callando en su unión los gritos generados en el vacío quizá de sus añoranzas humanas. ¡Oh! Bestias nocturnas tan desdichadas que pretenden regresar a la vida con el desencarnado sexo. Lástima y pena, que sea tan sólo el primer de sus encuentros. La eternidad no le alcanza a la mujer para explorar cada maldito rincón de su hombre, la noche parece ser tan solo un perecedero segundo traspasando, robando, ahogando, incitando, extasiando, agonizando a la vampiresa de placer, algo tan meramente momentáneo que no puede permitir perderse llegado el alba. La morbosa caricia en su clítoris tiene a lugar un goce con fuerza descomunal, jadea, grita, gime, suplica… El sudor de su piel se ve completamente extraviado entre el agua que les acompaña, los fluidos que despide su cuerpo se pierden entre el líquido del lago, pero no por ello pierden su exuberante sabor. Lord Ralph se encarga de probar una vez más el dulce licor de la dama, los dedos de la mujer poseen ese elixir de vitales engaños.
Su cuerpo se gira con gran rapidez, su espalda choca con la textura de la roca, la fuerza ejercida en ese movimiento genera una fractura en la estructura de la piedra “¡Maldición!” Exclama en silencio, sus pensamientos están ocupados, sus sentidos enfocados a la primer señal de arrebatadores estremecimientos, que harán fallecer a la fémina en un paraíso descontrolado y poseído por la libidinosidad. El silencio del bosque sirve de melodía de trasfondo para los jadeos bramidos que la mujer exclama en honor al vampiro. Disipó toda señal de cordura en su cabeza, olvidó las enseñanzas de la vida, asesinó las preocupaciones que le atormentan cada maldito atardecer. El roce de su sus pezones excitados contra el pecho de Lucern es una simple caricia con la faena que se avecina por debajo del agua, pero aún así era inevitable ignorar la textura en la fricción que allí se generaba. Su lengua se desliza por el arco de su cuello, sus colmillos penetran, sus labios se manchan de sangre, se tiñen, se pintan de un rojo carmín mas deseable, apetecible que el mejor de los vinos jamás probados por la humanidad ó en ese caso por los “Dioses Nocturnos”. Sus piernas se aferran en las caderas del Lord la mujer, busca con su mirada la apreciación más exacta para el erecto miembro del amante, una de sus manos se arquea por encima de su cabeza para darse un pequeño apoyo en la roca, la cual al sentir la fuerza de la vampiresa grita con un crujido desesperante, una señal de que al igual que los demonios no soportará más el castigo que se les impuso.
Las uñas de Lorraine desgarran su propia barbilla, sus mejillas. Emana sangre de las heridas, sangre que atrae a los carroñeros. Un vaivén candente, ese es el tipo de danza que ambos cuerpos ejecutaban como si fuesen uno solo, su cuerpo se contrae, sus piernas se entrelazan con más furia, su interior convulsiona, es el deseo aflorado, sus labios se abren en una sonrisa letal, sus susurros se convierten en gritos de suplica - ¡LUCERN! – Exclama a los cuatros vientos el nombre de su amante, sin pudor, sin inhibiciones, la reputación le es indiferente ¡Joder que el goce no termine jamás! Una contracción fuerte, delirante, esporádica, placentera, magna, perfecta, extraordinaria, impúdica, indecente, depravada, morbosa, pervertida… Lujuriosa; se abre paso por su pelvis hasta alcanzar la locura de su cabeza, sus sentidos se encuentran a flor de piel, no existe mejor momento que ese en la vida, ni siquiera en su memoria la primera vez que asesino a un humano puede opacar lo que acaba de sentir. Sus manos rodean el cuello de su amante, sus labios buscan besar con frenesí la boca de su varón, al sentir el fuerte estímulo que tanto deseaba y añoró, sus manos recorren el pecho propio para desgarrarlos, simples marcas que excitan a la mujer, permitiendo que la aberración sea más que placentera. “¡Libérame!” Casi logra escuchar esa palabra proveniente del pene de Lucern, sonríe y ayuda al clímax; residuos de todo eso se esparcen en su interior como cual agua que corre por el más bello de los ríos en la tierra. Atrapa con sus dientes el labio inferior de Lord Ralph tras escuchar sus palabras, la lamia sonríe con una mirada hipnotizarte, sintiendo arrebatador encanto salir por sus pupilas – No hay necesidad de esperar Monsieur, pero le advierto que las puertas y los caminos al infierno no siempre son igual de placenteros – Despedaza el labio del vampiro al término de sus palabras ¿Cuán sádico puede ser él? ¿Cuán desgraciada puede ser ella? Se atreverán a leer un capítulo más de esta historia…
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/02/2010
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