AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
El sacrificio de Rubí ~Oscar~
2 participantes
Página 1 de 1.
El sacrificio de Rubí ~Oscar~
- ¡Vamos, Rubí… sólo te pido una noche!- insistía una y otra vez, arrodillándose para tomar mi muslo y suplicarme con su mirada centelleante.
- Vuelve cuanto tengas algo que ofrecerme.- concluí, ya molesta por aquella actitud.
- ¡Una noche en nombre del amor!- gritó ante una sonora carcajada por mi parte
- Cielo… yo no vivo del amor.
Dicho esto, me libré de su agarre y cerré la puerta de mi casa, suspirando al apoyar mi espalda contra la madera y agachando la mirada. El amor… ¿qué loco creía en eso? Yo desde luego, no. Pasaron varios minutos en los que aquél pesado cliente siguió arañando mi puerta pese a mis súplicas de que se marchara, pero finalmente su voz se desvaneció y pude respirar aliviada.
Me despegué de la puerta tras cerrarla con pestillo y me asomé al balcón, contemplando una espléndida noche estrellada, sin aquellos nubarrones que últimamente empañaban la belleza de la noche. No, hoy la luna resplandecía como una perfecta esfera de marfil. Sonreí para mis adentros y decidí subir al tejado, agradeciendo en esos momentos que Harold –el hombre que me descubrió hacía ya ocho años y el antiguo dueño del burdel antes de su repentina muerte- me permitiese construir una casa ajena a la zona residencial del resto de mis compañeros, gozando de la independencia sin alejarme demasiado del prostíbulo, pues seguía estando en el patio central y rodeada de preciosos naranjos y cerezos que en la primavera llegaban sus aromas a mis pulmones y me hacía despertar sintiéndome rodeada de naturaleza, una naturaleza pura que contrastaba con el vicio que allí vivía.
Extendí los brazos perpendicularmente a mi cuerpo, cerrando los ojos y respirando la brisa nocturna. Allí, desde las alturas, podía ver la famosa Torre Eiffel erigirse en el horizonte de colinas, una preciosa estampa que disfrutar. Me senté entonces en el tejado, dejando que mis piernas colgasen inocentes mientras mi voz tarareaba una estúpida canción de amor que ni siquiera recordaba dónde la había escuchado.
Entonces, una tos tras de mí me alertó de la presencia de alguien. ¿Otra vez aquél cliente? Mis sentidos se agudizaron, los músculos se tensaron y mi ceño se frunció, preparándose para soltar una sarta de insultos y vejaciones contra él. Pero me relajé, mordiendo mi labio inferior más tranquila al comprobar que no se trataba de él. La luna iluminó entonces su rostro y sonreí.
- Buenas noches, Oscar.- saludé, haciendo un gesto con mi cabeza, invitándole a que se sentara junto a mí.
- Vuelve cuanto tengas algo que ofrecerme.- concluí, ya molesta por aquella actitud.
- ¡Una noche en nombre del amor!- gritó ante una sonora carcajada por mi parte
- Cielo… yo no vivo del amor.
Dicho esto, me libré de su agarre y cerré la puerta de mi casa, suspirando al apoyar mi espalda contra la madera y agachando la mirada. El amor… ¿qué loco creía en eso? Yo desde luego, no. Pasaron varios minutos en los que aquél pesado cliente siguió arañando mi puerta pese a mis súplicas de que se marchara, pero finalmente su voz se desvaneció y pude respirar aliviada.
Me despegué de la puerta tras cerrarla con pestillo y me asomé al balcón, contemplando una espléndida noche estrellada, sin aquellos nubarrones que últimamente empañaban la belleza de la noche. No, hoy la luna resplandecía como una perfecta esfera de marfil. Sonreí para mis adentros y decidí subir al tejado, agradeciendo en esos momentos que Harold –el hombre que me descubrió hacía ya ocho años y el antiguo dueño del burdel antes de su repentina muerte- me permitiese construir una casa ajena a la zona residencial del resto de mis compañeros, gozando de la independencia sin alejarme demasiado del prostíbulo, pues seguía estando en el patio central y rodeada de preciosos naranjos y cerezos que en la primavera llegaban sus aromas a mis pulmones y me hacía despertar sintiéndome rodeada de naturaleza, una naturaleza pura que contrastaba con el vicio que allí vivía.
Extendí los brazos perpendicularmente a mi cuerpo, cerrando los ojos y respirando la brisa nocturna. Allí, desde las alturas, podía ver la famosa Torre Eiffel erigirse en el horizonte de colinas, una preciosa estampa que disfrutar. Me senté entonces en el tejado, dejando que mis piernas colgasen inocentes mientras mi voz tarareaba una estúpida canción de amor que ni siquiera recordaba dónde la había escuchado.
Entonces, una tos tras de mí me alertó de la presencia de alguien. ¿Otra vez aquél cliente? Mis sentidos se agudizaron, los músculos se tensaron y mi ceño se frunció, preparándose para soltar una sarta de insultos y vejaciones contra él. Pero me relajé, mordiendo mi labio inferior más tranquila al comprobar que no se trataba de él. La luna iluminó entonces su rostro y sonreí.
- Buenas noches, Oscar.- saludé, haciendo un gesto con mi cabeza, invitándole a que se sentara junto a mí.
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 02/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Aquella noche, los clientes estaban acudiendo en tropel, pero era un tropel considerablemente mejor repartido que otros años, cuando el número de cortesanos y cortesanas aún no sobrepasaba el necesario para colmar a toda una estampida de desesperados. Sin embargo, hoy en día las nuevas remesas, sobre todo masculinas, habían salvado el arduo trabajo de situaciones como aquellas y aunque la cantidad de personas, hombres y mujeres, que llamaban a su puerta o le seleccionaban por la parte de la taberna continuaba siendo asfixiante, podía permitirse algún que otro lujo de descanso.
Se concedió dar un breve paseo por los pasillos del burdel, guiñándose ojos con compañeras a espaldas de la clientela e intercambiando sonrisas de complicidad con el resto de cortesanos. A pesar de mostrarse lúcido como la rutina le proporcionaba, el breve pasatiempo de deambular sin rumbo provocó que Aya acudiera a su mente en el acto, preguntándose qué noche dejaría de encontrarla en el piso al volver o si la constante testarudez de la japonesa podría hacer que algún día se olvidara de que alguien quería verla feliz. De aquella ensimismada manera, sólo cuando la compañera cortesana ejecutó aquel habla tan reposada para saludarle supo adonde había ido a parar.
Roxanne -fue su cordial respuesta.
No se trataba de la primera vez que sus ojos se topaban con la figura de aquella muchacha, quienes se dedicaban exclusivamente a la clase alta no solían pasar desapercibidos por el local y aunque en la actualidad era una de las más conocidas, cuando llegó Oscar ella sólo llevaba tres años metida. Habían conversado pocas veces desde entonces, no tenía ningún problema ni conflicto con los que ejercían su misma profesión, mas nunca acababa de... cuajar en él los privilegios que rodeaban a la joven ni, suponía, coincidían en los motivos por los cuales comerciar con su cuerpo. Alguien no era más o menos puro por seleccionar minuciosamente quien iba a poder traspasar su sagrado agujero y si para colmo pretendía adornarlo todo con elitismo social... Sin duda, a Oscar todo eso le parecía muy pretencioso y su escepticismo tenía ganas de reír cuando miraba hacia la "casa" de Roxanne.
De todas formas, no podía decir que la conociera ni sería capaz de testificar contra ella en cualquier juicio que la señalara. Sólo hablaba de lo poco que sabía y aunque hubiera algo de reticencia inicial en lo que a ella respectaba, todavía no estaba en posición de decidir qué opinaba de la chica.
Tranquila -continuó, mientras sus ojos analizaban la belleza del rostro de Roxanne reposadamente-. Estaba dándome un pequeño descanso y sin quererlo terminé en tu... morada, no creo que tarde en volver.
Se concedió dar un breve paseo por los pasillos del burdel, guiñándose ojos con compañeras a espaldas de la clientela e intercambiando sonrisas de complicidad con el resto de cortesanos. A pesar de mostrarse lúcido como la rutina le proporcionaba, el breve pasatiempo de deambular sin rumbo provocó que Aya acudiera a su mente en el acto, preguntándose qué noche dejaría de encontrarla en el piso al volver o si la constante testarudez de la japonesa podría hacer que algún día se olvidara de que alguien quería verla feliz. De aquella ensimismada manera, sólo cuando la compañera cortesana ejecutó aquel habla tan reposada para saludarle supo adonde había ido a parar.
Roxanne -fue su cordial respuesta.
No se trataba de la primera vez que sus ojos se topaban con la figura de aquella muchacha, quienes se dedicaban exclusivamente a la clase alta no solían pasar desapercibidos por el local y aunque en la actualidad era una de las más conocidas, cuando llegó Oscar ella sólo llevaba tres años metida. Habían conversado pocas veces desde entonces, no tenía ningún problema ni conflicto con los que ejercían su misma profesión, mas nunca acababa de... cuajar en él los privilegios que rodeaban a la joven ni, suponía, coincidían en los motivos por los cuales comerciar con su cuerpo. Alguien no era más o menos puro por seleccionar minuciosamente quien iba a poder traspasar su sagrado agujero y si para colmo pretendía adornarlo todo con elitismo social... Sin duda, a Oscar todo eso le parecía muy pretencioso y su escepticismo tenía ganas de reír cuando miraba hacia la "casa" de Roxanne.
De todas formas, no podía decir que la conociera ni sería capaz de testificar contra ella en cualquier juicio que la señalara. Sólo hablaba de lo poco que sabía y aunque hubiera algo de reticencia inicial en lo que a ella respectaba, todavía no estaba en posición de decidir qué opinaba de la chica.
Tranquila -continuó, mientras sus ojos analizaban la belleza del rostro de Roxanne reposadamente-. Estaba dándome un pequeño descanso y sin quererlo terminé en tu... morada, no creo que tarde en volver.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
- Mensajes : 577
Fecha de inscripción : 06/10/2011
Localización : Depende de cómo quieras conocerme
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Sonreí al cortesano y ladeé mi rostro en busca de aquella luna.
- ¿Tienes prisa?- le pedí con voz casual, sin mostrar demasiado interés en su respuesta.
Moví mis piernas como si unas tijeras fuesen, dejando que la brisa acariciara mi piel y mi cabello, apartándome con la mano un tirabuzón que cruzó mi rostro. Mientras aguardaba que él hablase, me pregunté qué le habría llevado hasta mí. ¿De veras un simple paseo le había guiado hasta el patio central, subido unas escaleras y sentarse junto a mí? No, era algo reticente a creer esa versión, aunque tampoco insistiría en el motivo de su visita, por muy curiosa que fuese.
Oscar seguía perdido en sus cavilaciones y si no fuese por el aroma que la brisa me traía de él, juraría que el cortesano había desaparecido. Entonces, mis ojos se clavaron en la entrada al recinto, dónde un hombre hablaba animadamente con una cortesana y juntos caminaban hacia el interior de las habitaciones, reconociendo entonces al cliente que momentos antes me había suplicado una noche de amor desesperada. Torcí una irónica sonrisa y resople.
- Dime, Oscar, ¿tú crees en el amor?- dije de pronto, buscando sus ojos en la oscuridad para sonreírle de nuevo, intentando cierto acercamiento con un joven al que apenas había dirigido unas pocas palabras en lo que llevábamos de ser compañeros.
Imaginé que él soltaría una sonora carcajada, o que quizás alzaba una ceja y me tomaba por loca, o quizás simplemente lo negaba. De cualquier modo, no esperaba que me admitiera esa creencia, pese a que, probablemente, muy en el fondo de mi ser, yo misma estaba enamorada. Pero en cualquier caso, era algo platónico y una completa locura, un delirio que debía terminar cuanto antes. Pero… ¿quién lograría arrancarme a Jerarld de mi mente?
- ¿Tienes prisa?- le pedí con voz casual, sin mostrar demasiado interés en su respuesta.
Moví mis piernas como si unas tijeras fuesen, dejando que la brisa acariciara mi piel y mi cabello, apartándome con la mano un tirabuzón que cruzó mi rostro. Mientras aguardaba que él hablase, me pregunté qué le habría llevado hasta mí. ¿De veras un simple paseo le había guiado hasta el patio central, subido unas escaleras y sentarse junto a mí? No, era algo reticente a creer esa versión, aunque tampoco insistiría en el motivo de su visita, por muy curiosa que fuese.
Oscar seguía perdido en sus cavilaciones y si no fuese por el aroma que la brisa me traía de él, juraría que el cortesano había desaparecido. Entonces, mis ojos se clavaron en la entrada al recinto, dónde un hombre hablaba animadamente con una cortesana y juntos caminaban hacia el interior de las habitaciones, reconociendo entonces al cliente que momentos antes me había suplicado una noche de amor desesperada. Torcí una irónica sonrisa y resople.
- Dime, Oscar, ¿tú crees en el amor?- dije de pronto, buscando sus ojos en la oscuridad para sonreírle de nuevo, intentando cierto acercamiento con un joven al que apenas había dirigido unas pocas palabras en lo que llevábamos de ser compañeros.
Imaginé que él soltaría una sonora carcajada, o que quizás alzaba una ceja y me tomaba por loca, o quizás simplemente lo negaba. De cualquier modo, no esperaba que me admitiera esa creencia, pese a que, probablemente, muy en el fondo de mi ser, yo misma estaba enamorada. Pero en cualquier caso, era algo platónico y una completa locura, un delirio que debía terminar cuanto antes. Pero… ¿quién lograría arrancarme a Jerarld de mi mente?
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 02/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Movió un poco la barbilla frente a la primera pregunta y continuó observándola con seriedad.
No somos nosotros quienes tenemos prisa en este tipo de trabajos.
La segunda pregunta le cogió por sorpresa, de modo que trató de no alzar demasiado las cejas, como era ya costumbre y un gesto maniático inherente en él, y se alegró de no haber tomado asiento junto a ella para poder escrutarla a unos pasos que lo libraran de parecer muy escéptico. Aunque lo que menos le interesaba siempre era pensar en lo que creyeran los demás, aún estaba en horario laboral y la caballerosidad parecía acudir a él como mecanismo habitual de su oficio, incluso tratando con otra cortesana.
Es gracioso que me preguntes eso teniendo en cuenta a lo que nos dedicamos... -comentó, a la vez que seguía la misma línea de visión de la mujer y divisaba también al cliente molesto- ¿Creerán ellos en el amor al venir aquí? Me parece una duda más interesante.
'El amor', así, tal cual y como un ente genérico nunca había formado parte de sus jaquecas. No se trataba de una cuestión en la que creer o no creer, se trataba de conocerla o de no, de que llegara o de que ni siquiera pasara a saludar. El recuerdo dictador de Aryel le había acechado desde su última estancia en Polonia y aunque lo que sentía hacia aquel diabólico ser fuera todavía un crucigrama incompleto y lleno de sangre, la palabra no podía ajustársele así, a palo seco. La visión de Aya, por el contrario, sí era más limpia de posicionar cerca del concepto amoroso y Anuar... Bueno, todavía no tenía muy claro en qué categoría ubicarlo y tanta "A" en los recovecos de su vida comenzaba a aturdirle.
¿Tú por qué elegiste ser cortesana? -inquirió, mientras empezaba a dar unos pasos hacia ella y se quedaba junto a su silueta, observando la torre Eiffel que Roxanne había mirado antes. Todo metal y arquitectura huesuda. Nada que valiera la pena, ni por la pretenciosa altura- Pareces imponer demasiados requisitos a tus servicios como para que lo hagas por gusto o algo parecido -prosiguió, con algo de suspicacia reprochante en el tono de voz.
No somos nosotros quienes tenemos prisa en este tipo de trabajos.
La segunda pregunta le cogió por sorpresa, de modo que trató de no alzar demasiado las cejas, como era ya costumbre y un gesto maniático inherente en él, y se alegró de no haber tomado asiento junto a ella para poder escrutarla a unos pasos que lo libraran de parecer muy escéptico. Aunque lo que menos le interesaba siempre era pensar en lo que creyeran los demás, aún estaba en horario laboral y la caballerosidad parecía acudir a él como mecanismo habitual de su oficio, incluso tratando con otra cortesana.
Es gracioso que me preguntes eso teniendo en cuenta a lo que nos dedicamos... -comentó, a la vez que seguía la misma línea de visión de la mujer y divisaba también al cliente molesto- ¿Creerán ellos en el amor al venir aquí? Me parece una duda más interesante.
'El amor', así, tal cual y como un ente genérico nunca había formado parte de sus jaquecas. No se trataba de una cuestión en la que creer o no creer, se trataba de conocerla o de no, de que llegara o de que ni siquiera pasara a saludar. El recuerdo dictador de Aryel le había acechado desde su última estancia en Polonia y aunque lo que sentía hacia aquel diabólico ser fuera todavía un crucigrama incompleto y lleno de sangre, la palabra no podía ajustársele así, a palo seco. La visión de Aya, por el contrario, sí era más limpia de posicionar cerca del concepto amoroso y Anuar... Bueno, todavía no tenía muy claro en qué categoría ubicarlo y tanta "A" en los recovecos de su vida comenzaba a aturdirle.
¿Tú por qué elegiste ser cortesana? -inquirió, mientras empezaba a dar unos pasos hacia ella y se quedaba junto a su silueta, observando la torre Eiffel que Roxanne había mirado antes. Todo metal y arquitectura huesuda. Nada que valiera la pena, ni por la pretenciosa altura- Pareces imponer demasiados requisitos a tus servicios como para que lo hagas por gusto o algo parecido -prosiguió, con algo de suspicacia reprochante en el tono de voz.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
- Mensajes : 577
Fecha de inscripción : 06/10/2011
Localización : Depende de cómo quieras conocerme
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Lo que había empezado siendo un interrogatorio hacia Oscar, ahora se había vuelto en mi contra y empezaba a sentirme algo incómoda por ello, demasiado acostumbrada a ser discreta en cuanto a mi vida privada se refería. Sin embargo, en aquél momento no me importó abrir la llave de mi pasado y sincerarme ante aquél cortesano, aunque antes quise objetar algo para que se percatara de que no había pasado por algo un hecho.
- No me respondiste a la pregunta, Oscar.- sonreí, buscándole con la mirada para añadir.- Y dicen que quien calla, otorga.
Le guiñé el ojo y suspiré, volviendo mi vista hacia la majestuosa montaña de hierro que se alzaba ante mí, algo agradecida por aquél cambio de temática, pues si pensaba en el amor… no podía rehuir una imagen que me perseguía cada día y cada noche, que suplantaba el rostro de cada uno de mis clientes y que ocupaba mis retinas cuando menos lo esperaba. Jerarld… Pero ¿quién era ese hombre? ¿por qué nunca recordaba qué me sucedía tras cada una de sus visitas? ¿y si me drogaba? No sabía nada de él, sólo su nombre, el sabor de sus labios y la textura de su voz. Nada más… y suficiente para mí, pues algo me decía que me arrepentiría si lograba adivinar más de él.
Meneé la cabeza y me centré en mi acompañante, tomando aire antes de hablar, intentando controlar aquella punzada de nostalgia y culpa que siempre me torturaba cuando pensaba en ello, en mi pasado, en lo que fui y dejé atrás por un sueño.
- Descubrí a mi padre en brazos de una cortesana justo en este burdel hace ya muchos años.- empecé con cierto deje de odio en mi voz y una frialdad que estremecería a cualquiera que me escuchara.- Le seguí para cazarlo… y me cazaron a mí, prometiéndome el éxito de mis metas a cambio de vender mi cuerpo a la noche.- torcí una sonrisa al recordar a Harold.- Y aunque empecé como tú y como la mayoría, Harold vio un talento en mí que le hizo ser más avaricioso, puliéndome y mimándome como la estrella de su colección, haciendo pagar verdaderas fortunas a quienes deseaban tocar mi piel. - reí meneando la cabeza. – Así fue como, supongo, me convertí en un icono del burdel.- me encogí de hombros, sin mirarle.- Y aunque tras la muerte de Harold pensé que las cosas cambiarían, lo cierto es que no es así. Madmoiselle Bouvier acepta que sólo me dedique a los poderosos, dado que si no lo hiciese sabe que mi fama bajaría y con ella, la del prostíbulo. A demás, las fortunas que me pagan por una noche son equiparables a las tuyas en un año.
Solté una carcajada, aunque sonó algo triste. No quise responder a nada más. No quise admitirle que no disfrutaba con mi trabajo, que todo aquello había sido un acuerdo con Harold, una forma de filtrar clientes para reducir mis jornadas y aumentar el precio de mis servicios, algo que funcionó gracias a mi belleza, mis dotes artísticas y un empujón del dueño del burdel en su momento, por supuesto. Lo cierto es que le debía mucho, a Harold. Sabía que no hubiera soportado abrirme de piernas cada noche ante todos aquellos borrachos sin vida y sin ilusiones, pagando por ello unos míseros francos con los que apenas podría comprarme un trozo de pan.
- ¿Te gusta tu trabajo, Oscar?- le pedí repentinamente, intentando desviar su atención de mi vida.
- No me respondiste a la pregunta, Oscar.- sonreí, buscándole con la mirada para añadir.- Y dicen que quien calla, otorga.
Le guiñé el ojo y suspiré, volviendo mi vista hacia la majestuosa montaña de hierro que se alzaba ante mí, algo agradecida por aquél cambio de temática, pues si pensaba en el amor… no podía rehuir una imagen que me perseguía cada día y cada noche, que suplantaba el rostro de cada uno de mis clientes y que ocupaba mis retinas cuando menos lo esperaba. Jerarld… Pero ¿quién era ese hombre? ¿por qué nunca recordaba qué me sucedía tras cada una de sus visitas? ¿y si me drogaba? No sabía nada de él, sólo su nombre, el sabor de sus labios y la textura de su voz. Nada más… y suficiente para mí, pues algo me decía que me arrepentiría si lograba adivinar más de él.
Meneé la cabeza y me centré en mi acompañante, tomando aire antes de hablar, intentando controlar aquella punzada de nostalgia y culpa que siempre me torturaba cuando pensaba en ello, en mi pasado, en lo que fui y dejé atrás por un sueño.
- Descubrí a mi padre en brazos de una cortesana justo en este burdel hace ya muchos años.- empecé con cierto deje de odio en mi voz y una frialdad que estremecería a cualquiera que me escuchara.- Le seguí para cazarlo… y me cazaron a mí, prometiéndome el éxito de mis metas a cambio de vender mi cuerpo a la noche.- torcí una sonrisa al recordar a Harold.- Y aunque empecé como tú y como la mayoría, Harold vio un talento en mí que le hizo ser más avaricioso, puliéndome y mimándome como la estrella de su colección, haciendo pagar verdaderas fortunas a quienes deseaban tocar mi piel. - reí meneando la cabeza. – Así fue como, supongo, me convertí en un icono del burdel.- me encogí de hombros, sin mirarle.- Y aunque tras la muerte de Harold pensé que las cosas cambiarían, lo cierto es que no es así. Madmoiselle Bouvier acepta que sólo me dedique a los poderosos, dado que si no lo hiciese sabe que mi fama bajaría y con ella, la del prostíbulo. A demás, las fortunas que me pagan por una noche son equiparables a las tuyas en un año.
Solté una carcajada, aunque sonó algo triste. No quise responder a nada más. No quise admitirle que no disfrutaba con mi trabajo, que todo aquello había sido un acuerdo con Harold, una forma de filtrar clientes para reducir mis jornadas y aumentar el precio de mis servicios, algo que funcionó gracias a mi belleza, mis dotes artísticas y un empujón del dueño del burdel en su momento, por supuesto. Lo cierto es que le debía mucho, a Harold. Sabía que no hubiera soportado abrirme de piernas cada noche ante todos aquellos borrachos sin vida y sin ilusiones, pagando por ello unos míseros francos con los que apenas podría comprarme un trozo de pan.
- ¿Te gusta tu trabajo, Oscar?- le pedí repentinamente, intentando desviar su atención de mi vida.
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 02/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
El muchacho negó ligeramente con la cabeza ante aquella 'acusación', tentado de chistar con sorna y una media sonrisa equivalente a alzar una ceja.
Pensé que no era necesario responderte, Roxanne -repuso, en una entonación que no se burlaba, pero sí dejaba fluír una pizca de parodia-. Digamos que creo en lo que veo, con eso puedes hacerte una idea.
A continuación, escuchó el relato de la cortesana con lacónica atención, bien mirándola directamente a los ojos cuando hablaba de sus vivencias personales o variando el punto de vista hacia lo alto de la torre que antes de morir esperaba ver desintegrada o arrojada al bravo mar igual de gélido que su arquitectura insensible. Pensó en todas las personas que asistían a contemplarla o visitarla, igual que las que reclamaban los cuerpos de él y Roxanne a cambio de creerse poderosos. No le preocupaba sentirse un asesino mental cuando se trataba de pasar por alto que el monumento estaría poblado en caso de accidente y es que antes de dejar ese mundo, ya habría formado parte de suficientes atracciones en toda una vida como para tener que preocuparse del catastrófico resultado de las demás.
Uníos al bote, amigos.
Sí, siempre me ha hecho mucha gracia que hasta en los burdeles sigan habiendo jerarquías. Como si eso fuera una garantía de algo también en este ámbito... Te aseguro que dentro de este negocio he conocido a gentes dignísimas de poder llamarse personas o de acabar en la alcoba de un monarca colmados de gloria y de fama que, sin embargo, se alimentaban de las migajas de los perros. Y a baronesas y a duques podridos en su status de ceguera social más lamentables y desconsiderados que una hormiga ahogándose en un vaso de leche.
Con aquello, volvió a notar el peso de aquel recuerdo nefasto; el cuerpo del príncipe enterrándose encima del de un Oscar de veintidos años queriendo resurgir de aquel colchón de plumas y bordados valorados en millones de francos que le consumía de repugnancia el pecho.
Entiendo que todo esto lo mueve el dinero y se trata de lidiar con las apariencias hasta con la clientela, pero en mi caso es una parte completamente desinteresada, el dinero debería valer igual que la mierda. Si capta mi atención, es únicamente por supervivencia. Puede haber más dignidad de la que se le achaca en este trabajo que en muchos otros y no únicamente llego a cobrar lo mismo, sino incluso más. No necesito ponerme a hacer una selección de comensales como si esto fuera un restaurante de lujo.
Frunció el ceño cuando le pareció volver a escuchar aquellos pegajosos jadeos contra la oreja y trató de contener la expresión de asco. Su conversación comenzaba a ponerse seria, a ese paso se le iría la olla cada dos por tres sólo por empezar a hablar un poco de sus pensamientos. Tenía que controlarse.
Al fin y al cabo, todos vienen aquí a por lo mismo, ¿o no? Eso es lo que acaba de delatar tanta hipocresía.
Se perdió en la forma que adoptó la boca de Roxanne al escupir la carcajada y cuando volvió a hacerle una pregunta, escogió minuciosamente la manera de contestarle, a pesar de que sabía que iba a volver a remontarse al inescrutable pasado.
No sé si 'gustar' es la palabra. Acudí al burdel porque necesitaba refugiarme en una parte de mis recuerdos y a día de hoy todavía no ha ocurrido nada que me haga despreciar a lo que me dedico. Y supongo que también es porque me costaría mucho ponerme a buscar otro trabajo a estas alturas, me va bastante bien para lo que es la media en esta urbe y no tengo que acabar con éste sólo porque la sociedad lo dictamine. ¿Acaso me iba a alimentar ella? Ja, no lo creo.
Pensé que no era necesario responderte, Roxanne -repuso, en una entonación que no se burlaba, pero sí dejaba fluír una pizca de parodia-. Digamos que creo en lo que veo, con eso puedes hacerte una idea.
A continuación, escuchó el relato de la cortesana con lacónica atención, bien mirándola directamente a los ojos cuando hablaba de sus vivencias personales o variando el punto de vista hacia lo alto de la torre que antes de morir esperaba ver desintegrada o arrojada al bravo mar igual de gélido que su arquitectura insensible. Pensó en todas las personas que asistían a contemplarla o visitarla, igual que las que reclamaban los cuerpos de él y Roxanne a cambio de creerse poderosos. No le preocupaba sentirse un asesino mental cuando se trataba de pasar por alto que el monumento estaría poblado en caso de accidente y es que antes de dejar ese mundo, ya habría formado parte de suficientes atracciones en toda una vida como para tener que preocuparse del catastrófico resultado de las demás.
Uníos al bote, amigos.
Sí, siempre me ha hecho mucha gracia que hasta en los burdeles sigan habiendo jerarquías. Como si eso fuera una garantía de algo también en este ámbito... Te aseguro que dentro de este negocio he conocido a gentes dignísimas de poder llamarse personas o de acabar en la alcoba de un monarca colmados de gloria y de fama que, sin embargo, se alimentaban de las migajas de los perros. Y a baronesas y a duques podridos en su status de ceguera social más lamentables y desconsiderados que una hormiga ahogándose en un vaso de leche.
Con aquello, volvió a notar el peso de aquel recuerdo nefasto; el cuerpo del príncipe enterrándose encima del de un Oscar de veintidos años queriendo resurgir de aquel colchón de plumas y bordados valorados en millones de francos que le consumía de repugnancia el pecho.
Entiendo que todo esto lo mueve el dinero y se trata de lidiar con las apariencias hasta con la clientela, pero en mi caso es una parte completamente desinteresada, el dinero debería valer igual que la mierda. Si capta mi atención, es únicamente por supervivencia. Puede haber más dignidad de la que se le achaca en este trabajo que en muchos otros y no únicamente llego a cobrar lo mismo, sino incluso más. No necesito ponerme a hacer una selección de comensales como si esto fuera un restaurante de lujo.
Frunció el ceño cuando le pareció volver a escuchar aquellos pegajosos jadeos contra la oreja y trató de contener la expresión de asco. Su conversación comenzaba a ponerse seria, a ese paso se le iría la olla cada dos por tres sólo por empezar a hablar un poco de sus pensamientos. Tenía que controlarse.
Al fin y al cabo, todos vienen aquí a por lo mismo, ¿o no? Eso es lo que acaba de delatar tanta hipocresía.
Se perdió en la forma que adoptó la boca de Roxanne al escupir la carcajada y cuando volvió a hacerle una pregunta, escogió minuciosamente la manera de contestarle, a pesar de que sabía que iba a volver a remontarse al inescrutable pasado.
No sé si 'gustar' es la palabra. Acudí al burdel porque necesitaba refugiarme en una parte de mis recuerdos y a día de hoy todavía no ha ocurrido nada que me haga despreciar a lo que me dedico. Y supongo que también es porque me costaría mucho ponerme a buscar otro trabajo a estas alturas, me va bastante bien para lo que es la media en esta urbe y no tengo que acabar con éste sólo porque la sociedad lo dictamine. ¿Acaso me iba a alimentar ella? Ja, no lo creo.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
- Mensajes : 577
Fecha de inscripción : 06/10/2011
Localización : Depende de cómo quieras conocerme
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Torcí una sonrisa y me puse en pie dado que no había aceptado mi invitación de sentarse junto a mí al borde del tejado en forma de espinas de pescado. Caminé contoneándome, haciendo uso de mis habilidades seductoras cuando pasé mis manos por su cuello y alcé la vista hacia sus ojos lo suficientemente apegada a su boca como para dejar que mi respiración hiciera cosquillas a los labios de Oscar, sin perder aquella sonrisa pícara que me caracterizaba.
- ¿Y qué ves ahora?- le reté, aludiendo así a su primera respuesta y que tanto juego me había dado si lo acotaba a mi persona.
No obstante, la conversación había empezado a resultar un tanto incómoda para mí. ¿Hablaba de jerarquía social en el burdel? ¿De una supuesta selección de comensales? ¿Del valor del dinero? Fruncí la nariz y meneé la cabeza casi de forma infantil, esbozando en mi rostro una máscara en forma de puchero sin dejar que eso rompiera mi fachada sensual.
- En realidad, mi situación es parecida a la que tendría la gallina de los huevos de oro, pues genero tantos beneficios como ella y por ello le da derecho a elegir el gallo que desea que la trajine. - comenté con un guiño pervertido, soltando luego una suave carcajada que me acercó más a su boca, de la que aún aguardaba la respuesta a la primera cuestión planteada por mí.
Asentí a su explicación a cerca de cómo Oscar había llegado hasta aquél prostíbulo, dándolo por cerrado y sin más ganas de seguir indagando en su pasado, pues sabía que en ocasiones podía resultar difícil o molesto. Así, y mientras esperaba escuchar de nuevo su voz, las yemas de mis dedos acariciaban su nuca, haciendo que su piel se erizara ante mi contacto, algo que sin duda, me hizo reír de nuevo, esta vez de satisfacción.
- ¿Y qué ves ahora?- le reté, aludiendo así a su primera respuesta y que tanto juego me había dado si lo acotaba a mi persona.
No obstante, la conversación había empezado a resultar un tanto incómoda para mí. ¿Hablaba de jerarquía social en el burdel? ¿De una supuesta selección de comensales? ¿Del valor del dinero? Fruncí la nariz y meneé la cabeza casi de forma infantil, esbozando en mi rostro una máscara en forma de puchero sin dejar que eso rompiera mi fachada sensual.
- En realidad, mi situación es parecida a la que tendría la gallina de los huevos de oro, pues genero tantos beneficios como ella y por ello le da derecho a elegir el gallo que desea que la trajine. - comenté con un guiño pervertido, soltando luego una suave carcajada que me acercó más a su boca, de la que aún aguardaba la respuesta a la primera cuestión planteada por mí.
Asentí a su explicación a cerca de cómo Oscar había llegado hasta aquél prostíbulo, dándolo por cerrado y sin más ganas de seguir indagando en su pasado, pues sabía que en ocasiones podía resultar difícil o molesto. Así, y mientras esperaba escuchar de nuevo su voz, las yemas de mis dedos acariciaban su nuca, haciendo que su piel se erizara ante mi contacto, algo que sin duda, me hizo reír de nuevo, esta vez de satisfacción.
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 02/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Oscar elevó una de sus características cejas cuando Roxanne acortó de aquel modo las distancias. Su piel se erizó ante el contacto que ejercieron sus dedos sobre su nuca, dado que sí, era una zona especialmente sensible en su caso y los cortesanos entendían de zonas sensibles, así que no le sorprendía demasiado que Roxanne hubiera dando tan fácilmente con una de las suyas. Ni tampoco significaba más que un impulso mecánico de su organismo.
Veo que te diviertes -replicó, sin alterarse en lo más mínimo y con un deje incluso perezoso en la voz-. Y no sé si me gusta o no. Creo que más bien, no.
No podía extrañarse de que aquella muchacha recaudara tantos beneficios, como ella misma y su aparente egocentrismo estaban al tanto. Era guapa y el resto de complementos corporales, como la silueta misma o el color poderoso de sus cabellos ('Las pelirrojas siempre parecen más exóticas', había escuchado en varias noches de empleo), o materiales, como las galas contoneantes, pero con un sencillo toque más elegante propias de los regalos de la alta alcurnia, la harían destacar entre la golosidad de toda clase de clientes o sencillos mortales que tuvieran ojos. Pero en lo que a él respectaba, sólo le daban ganas de propinarle unas ligeras palmaditas en el hombro...
Precisamente. Lo que me resulta curioso es que el gallo que se la trajina siempre sea de clase alta. Supongo que antepones el dinero a los valores, cosa que estás en tu derecho a hacer, pero no quita que todo el asunto me siga pareciendo muy pretencioso.
Acomodó una mano sobre su cabeza y apretándola suavemente para redigirla dos centímetros más lejos, se agachó para quedar más parejo a su altura y sonrió de lado con cinismo antes de añadir: 'Y una gallina de oro sólo es valiosa porque pone huevos de oro, lo sabes, ¿verdad? Cuidado entonces con acercarte mucho, no vayas a contagiarte del resto de corral más mediocre...'
Veo que te diviertes -replicó, sin alterarse en lo más mínimo y con un deje incluso perezoso en la voz-. Y no sé si me gusta o no. Creo que más bien, no.
No podía extrañarse de que aquella muchacha recaudara tantos beneficios, como ella misma y su aparente egocentrismo estaban al tanto. Era guapa y el resto de complementos corporales, como la silueta misma o el color poderoso de sus cabellos ('Las pelirrojas siempre parecen más exóticas', había escuchado en varias noches de empleo), o materiales, como las galas contoneantes, pero con un sencillo toque más elegante propias de los regalos de la alta alcurnia, la harían destacar entre la golosidad de toda clase de clientes o sencillos mortales que tuvieran ojos. Pero en lo que a él respectaba, sólo le daban ganas de propinarle unas ligeras palmaditas en el hombro...
Precisamente. Lo que me resulta curioso es que el gallo que se la trajina siempre sea de clase alta. Supongo que antepones el dinero a los valores, cosa que estás en tu derecho a hacer, pero no quita que todo el asunto me siga pareciendo muy pretencioso.
Acomodó una mano sobre su cabeza y apretándola suavemente para redigirla dos centímetros más lejos, se agachó para quedar más parejo a su altura y sonrió de lado con cinismo antes de añadir: 'Y una gallina de oro sólo es valiosa porque pone huevos de oro, lo sabes, ¿verdad? Cuidado entonces con acercarte mucho, no vayas a contagiarte del resto de corral más mediocre...'
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
- Mensajes : 577
Fecha de inscripción : 06/10/2011
Localización : Depende de cómo quieras conocerme
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Enarqué una ceja y luego solté una sonora carcajada relajada, caminando contoneando mis caderas hasta situarme tras su espalda, acariciando sus hombros como si de un masaje se tratara. Me puse de puntillas me acerqué a su oído, muy sensualmente.
- No te confundas, gallito… no olvides que a las gallinas también les gusta jugar al tablero horizontal de la seducción.
Reí de nuevo, ignorando todo aquello de los valores y lo pretencioso, no queriendo ser sincera con él para hacerle saber que nadie que trabajara en aquél burdel tenía principio alguno. No. Todos lo que nos dedicábamos al mundo de la venta a la noche, no teníamos nada de todo eso. Sólo sabíamos de anatomía sexual, de zonas erógenas, de dinero, de sueños, de posturas, de texturas y sabores… y poco más. Ni siquiera de amor. Y dale… ¿por qué me daba ahora por fantasear con aquella insulsa palabra? ¿Por qué desde que Jerarld dejó de frecuentarme? Meneé la cabeza y volví a caminar hasta situarme frente a Oscar con una sonrisa triunfante.
- Aunque quizás… sea justamente mi aire pretencioso el que te empuja ahora a mi cama, cielo.- ladeé la cabeza, divertida, mientras mis manos acariciaban su torso para poco a poco, ir descendiendo hasta su entrepierna, rozando su miembro hasta percibir su endurecimiento y cómo los latidos de su corazón se aceleraban por momentos.
Entonces le guiñé el ojo y me di la vuelta, con intención de regresar a mi dormitorio dónde aquella noche, nadie me esperaba. Por suerte.
- No te confundas, gallito… no olvides que a las gallinas también les gusta jugar al tablero horizontal de la seducción.
Reí de nuevo, ignorando todo aquello de los valores y lo pretencioso, no queriendo ser sincera con él para hacerle saber que nadie que trabajara en aquél burdel tenía principio alguno. No. Todos lo que nos dedicábamos al mundo de la venta a la noche, no teníamos nada de todo eso. Sólo sabíamos de anatomía sexual, de zonas erógenas, de dinero, de sueños, de posturas, de texturas y sabores… y poco más. Ni siquiera de amor. Y dale… ¿por qué me daba ahora por fantasear con aquella insulsa palabra? ¿Por qué desde que Jerarld dejó de frecuentarme? Meneé la cabeza y volví a caminar hasta situarme frente a Oscar con una sonrisa triunfante.
- Aunque quizás… sea justamente mi aire pretencioso el que te empuja ahora a mi cama, cielo.- ladeé la cabeza, divertida, mientras mis manos acariciaban su torso para poco a poco, ir descendiendo hasta su entrepierna, rozando su miembro hasta percibir su endurecimiento y cómo los latidos de su corazón se aceleraban por momentos.
Entonces le guiñé el ojo y me di la vuelta, con intención de regresar a mi dormitorio dónde aquella noche, nadie me esperaba. Por suerte.
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 02/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Curioso... Aquella mujer verdaderamente tenía clavada la idea de que el burdel era estiercol y ella una profeta que usaba la falta de pudor para justificar todo el barro a su alrededor. Pero no, comerciar con tu cuerpo no era sinónimo de falta de valores, no todos estaban ahí por desgracia ni deshechos de la humanidad, y él resultaba la prueba viviente. Definitivamente, tenían el mismo trabajo, pero operaban en lugares... muy distintos.
Una lástima, gallinita, has ido a topar con el 'gallito' más aburrido del tablero.
¿Su cama? Había acabado en 'casa' de la cortesana 'de oro' porque no dejaba de pensar en todos los vaivenes sofocantes que últimamente le sacudían la existencia, por nada más. Lo último a por lo que iría un cortesano (y más un cortesano como él) después de una noche tan movidita sería a hundir la colita en el barreño de otra perrita. En su perrera ideal los integrantes se lamían las heridas.
No el pene.
De hecho, tu aire pretencioso es lo que me hace retroceder. A lo mejor se debe a que es más bien un huracán, no me queda otra opción, lo siento -replicó con la usual ironía, negando con la cabeza cuando sus dedos acabaron en su miembro.
¿Qué pretendía aquella pelirroja? ¿De verdad creería que era tan fácil de excitar? Todavía se pensaría que su cuerpo estaba siendo fácilmente manejable. ¿Realmente se hallaba tan desengañada de la vida? Qué curioso, quizá Oscar no se tratara del único en eso; había algo que considerar de todo aquel encuentro.
¿Qué te pasa? -inquirió con el mentón ligeramente alzado, mientras la contemplaba fijamente y con las manos en los bolsillos- ¿No puedes considerar la posibilidad de que alguien sólo venga a charlar y basta? -miró distraídamente hacia el cielo y después regresó a la nuca de la chica- Ambos nos dedicamos a lo mismo, deberías suponer que mis predilecciones están muy lejos de parecerse a la superficialidad de tus clientes.
Una lástima, gallinita, has ido a topar con el 'gallito' más aburrido del tablero.
¿Su cama? Había acabado en 'casa' de la cortesana 'de oro' porque no dejaba de pensar en todos los vaivenes sofocantes que últimamente le sacudían la existencia, por nada más. Lo último a por lo que iría un cortesano (y más un cortesano como él) después de una noche tan movidita sería a hundir la colita en el barreño de otra perrita. En su perrera ideal los integrantes se lamían las heridas.
No el pene.
De hecho, tu aire pretencioso es lo que me hace retroceder. A lo mejor se debe a que es más bien un huracán, no me queda otra opción, lo siento -replicó con la usual ironía, negando con la cabeza cuando sus dedos acabaron en su miembro.
¿Qué pretendía aquella pelirroja? ¿De verdad creería que era tan fácil de excitar? Todavía se pensaría que su cuerpo estaba siendo fácilmente manejable. ¿Realmente se hallaba tan desengañada de la vida? Qué curioso, quizá Oscar no se tratara del único en eso; había algo que considerar de todo aquel encuentro.
¿Qué te pasa? -inquirió con el mentón ligeramente alzado, mientras la contemplaba fijamente y con las manos en los bolsillos- ¿No puedes considerar la posibilidad de que alguien sólo venga a charlar y basta? -miró distraídamente hacia el cielo y después regresó a la nuca de la chica- Ambos nos dedicamos a lo mismo, deberías suponer que mis predilecciones están muy lejos de parecerse a la superficialidad de tus clientes.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
- Mensajes : 577
Fecha de inscripción : 06/10/2011
Localización : Depende de cómo quieras conocerme
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Aquello me desarmó, muy sinceramente. Acababa de tropezarme con el único ser viviente –y no digo hombre, digo persona por algo- que rechazaba mi belleza. Ni siquiera el tímido y contenido Jerarld pudo contenerse conmigo aquella noche en la que… bueno, pasó lo que tenía que pasar. Ni siquiera aquél cura asexual pudo resistirse a mis encantos. Nadie, absolutamente nadie, me decía que no. Y por ello, era yo la que seleccionaba los clientes, los mejores. Y ahora… ¿quién era ese para cuestionarme? ¿Para rechazar una invitación como la mía? ¡Claro que me dolió en el orgullo! ¡Y por supuesto que sólo jugaba con él! Yo sólo me acostaba a cambio de dinero… sí, está bien, con Jerarld no fue así pero… insisto, es otra historia. Por regla general, sólo me abría de piernas ante un buen fajo de dinero y no por nada más, ni por amistad. Que ocasionalmente hubiese ocurrido algo con alguno de mis compañeros cortesanos, s debía, exclusivamente, al hecho de estar ambos borrachos, como aquella vez, cuando Edmond quiso celebrar no sé qué cosa conmigo y trajo de todos los tipos de alcohol existentes sobre la faz de la tierra y… también, acabó como tenía que acabar: con una resaca monumental.
Fulminé a Oscar con la mirada, frunciendo los labios un poco, sin poder evitar mostrar mi enfado tanto por su actitud como por sus palabras. Chasqueé luego la lengua contra mi paladar y entonces reí, muy sinceramente. Me lo había propuesto. Oscar era mi reto, un desafío. No creía en que fuese un trozo de piedra y no le excitara lo más mínimo. Y si no quería ver mi orgullo de Rubí desfallecer tras esa noche, debía seducir al joven que ahora tenía enfrente. Así que, tras relamerme los labios y sonreír dulcemente, asentí una vez con la cabeza.
- Hecho, hablemos.- concluí entonces, aunque seguía dirigiéndome hacia las escaleras que me llevarían a mi habitáculo.- ¿Pero podemos tomar un par de copas? Tengo champagne del bueno.- le guiñé el ojo y sin esperar respuesta, me deslicé sensualmente por la baranda hasta caer elegantemente sobre el rellano, buscando el champagne y las copas de cristal antes de subir de nuevo a la terraza superior y ofrecerle una a Oscar, sin perder mi perfecta sonrisa amistosa.- Chin chin.- propuse cuando descorchamos la botella y vertimos su contenido en ambas copas, alzando la mía para chocarla con la suya.
Estaba decidido. Aquella noche... Oscar caería en mis redes.
Fulminé a Oscar con la mirada, frunciendo los labios un poco, sin poder evitar mostrar mi enfado tanto por su actitud como por sus palabras. Chasqueé luego la lengua contra mi paladar y entonces reí, muy sinceramente. Me lo había propuesto. Oscar era mi reto, un desafío. No creía en que fuese un trozo de piedra y no le excitara lo más mínimo. Y si no quería ver mi orgullo de Rubí desfallecer tras esa noche, debía seducir al joven que ahora tenía enfrente. Así que, tras relamerme los labios y sonreír dulcemente, asentí una vez con la cabeza.
- Hecho, hablemos.- concluí entonces, aunque seguía dirigiéndome hacia las escaleras que me llevarían a mi habitáculo.- ¿Pero podemos tomar un par de copas? Tengo champagne del bueno.- le guiñé el ojo y sin esperar respuesta, me deslicé sensualmente por la baranda hasta caer elegantemente sobre el rellano, buscando el champagne y las copas de cristal antes de subir de nuevo a la terraza superior y ofrecerle una a Oscar, sin perder mi perfecta sonrisa amistosa.- Chin chin.- propuse cuando descorchamos la botella y vertimos su contenido en ambas copas, alzando la mía para chocarla con la suya.
Estaba decidido. Aquella noche... Oscar caería en mis redes.
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 02/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
¿Y ahora qué se estaría gestando en aquella traviesa y provocadora cabecita? No le hacía falta estudiar lenguaje corporal al llevar cinco años viendo lo que veía cuando hacía lo que hacía. Si Roxanne tenía en mente seducirle como reto mimado que no soportaba acostumbrarse a que no se derritieran a su paso, con él iba a tenerlo complicado, por no hablar de imposible. Oscar ya conocía el cuerpo humano, el de mujer y el de hombre, de modo que para querer trabajarse uno de gratis, porque sencillamente le apeteciese, tenía que conocer mucho más allá de la piel y la carne y el instinto; tenía que conocer a la persona y que eso fuera lo que le gustase, no otra cosa, ni el dinero que acumulara por su cara bonita ni las ganas que tuviera de divertirse a costa de los demás.
¿Qué pretendes, emborracharme? –rió con entretenimiento, mientras aceptaba la copa y observaba cómo se la llenaba- Te advierto que eso puede volverse en tu contra.
Había presenciado millones de veces cómo el exceso de bebida dejaba a un cliente animado instantáneamente dormido o con problemas de… levantamiento. Por su parte, no habían contratiempos del tipo, pues Oscar llevaba acostumbrándose al alcohol desde que era un niño y jugar a ver quién era el último en quedar de pie prácticamente se consideraba deporte nacional en las calles de su barrio polaco.
Champagne, ¿eh? Ya veo que no escatimas en lujos –comentó, al mismo tiempo que daba el primer trago y con ello le seguía la primera ojeada a toda la habitación. ‘Las fortunas que me pagan por una noche son equiparables a las tuyas en un año’, recordó entonces, y Roxanne lo había dicho tan tranquila, he ahí uno de sus impedimentos a la hora de empezar a mirarla con buenos ojos. ¿Era posible que no se diera cuenta de que mientras ella se empolvaba la nariz con pompones de oro, personas como él tenían que sudar literalmente con los fluidos de otra persona todos los días y aun así, seguían necesitando más para llevarse un poco de pan a la boca? ¿O que no se diera cuenta de que arrojarlo con tanta desfachatez no podía pasar ileso frente a la ofensa de cualquiera de ellos? A lo mejor, efectivamente, no se daba cuenta. Estaba decidiendo otorgarle el beneficio de la duda, pero en ocasiones, no sabía qué soportaba menos: la desconsideración o la ignorancia.
Has dicho antes que te cazaron a ti –siguió hablando y observando la estancia, acabándose a cada paso el contenido de la copa- ¿Tus padres no saben que trabajas aquí, entonces? –preguntó para continuar con la charla, deteniéndose cerca de una pared- Ganando todo lo que ganas, yo de ti habría abandonado este oficio hace tiempo para labrarme una vida emancipada, así que supongo que si no lo has hecho, es porque estás esperando a que algo te ocurra…
Dio el último trago que se llevó todo el champagne a su estómago y seguidamente volvió a mirarla, con el semblante recio y atento. –Ya sea físicamente o por mi carácter, ¿yo te gusto realmente, Roxanne? ¿O sólo he llegado hasta aquí por motivos meramente superfluos?
¿Qué pretendes, emborracharme? –rió con entretenimiento, mientras aceptaba la copa y observaba cómo se la llenaba- Te advierto que eso puede volverse en tu contra.
Había presenciado millones de veces cómo el exceso de bebida dejaba a un cliente animado instantáneamente dormido o con problemas de… levantamiento. Por su parte, no habían contratiempos del tipo, pues Oscar llevaba acostumbrándose al alcohol desde que era un niño y jugar a ver quién era el último en quedar de pie prácticamente se consideraba deporte nacional en las calles de su barrio polaco.
Champagne, ¿eh? Ya veo que no escatimas en lujos –comentó, al mismo tiempo que daba el primer trago y con ello le seguía la primera ojeada a toda la habitación. ‘Las fortunas que me pagan por una noche son equiparables a las tuyas en un año’, recordó entonces, y Roxanne lo había dicho tan tranquila, he ahí uno de sus impedimentos a la hora de empezar a mirarla con buenos ojos. ¿Era posible que no se diera cuenta de que mientras ella se empolvaba la nariz con pompones de oro, personas como él tenían que sudar literalmente con los fluidos de otra persona todos los días y aun así, seguían necesitando más para llevarse un poco de pan a la boca? ¿O que no se diera cuenta de que arrojarlo con tanta desfachatez no podía pasar ileso frente a la ofensa de cualquiera de ellos? A lo mejor, efectivamente, no se daba cuenta. Estaba decidiendo otorgarle el beneficio de la duda, pero en ocasiones, no sabía qué soportaba menos: la desconsideración o la ignorancia.
Has dicho antes que te cazaron a ti –siguió hablando y observando la estancia, acabándose a cada paso el contenido de la copa- ¿Tus padres no saben que trabajas aquí, entonces? –preguntó para continuar con la charla, deteniéndose cerca de una pared- Ganando todo lo que ganas, yo de ti habría abandonado este oficio hace tiempo para labrarme una vida emancipada, así que supongo que si no lo has hecho, es porque estás esperando a que algo te ocurra…
Dio el último trago que se llevó todo el champagne a su estómago y seguidamente volvió a mirarla, con el semblante recio y atento. –Ya sea físicamente o por mi carácter, ¿yo te gusto realmente, Roxanne? ¿O sólo he llegado hasta aquí por motivos meramente superfluos?
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
- Mensajes : 577
Fecha de inscripción : 06/10/2011
Localización : Depende de cómo quieras conocerme
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Me limitaba a reír ante sus comentarios sobre la bebida que le había ofrecido o sobre mis intenciones ocultas sobre él, pues adoraba que de algún modo, los hombres se sintieran necesitados de mí al tener yo las respuestas a sus preguntas.
Me sentí con sensualidad sobre la mesa del salón, dejando que mis piernas colgasen y así juguetear con ella y, aprovechando el corto vestido que lucía, dejar entrever más piel de los muslo de lo necesario. Tomé la copa para llevarla a mi boca y tomar un sorbo corto, relamiéndome luego los labios mientras echaba atrás la cabeza para contemplar las reacciones de Oscar sobre mi actitud un tanto provocativa.
Pero una pregunta fue suficiente para desarmarme por completo. Mis ojos se oscurecieron y perdieron aquél centello vívido que solía caracterizarlos. Las comisuras de mis labios titubearon antes de curvarse en forma de mueca. Y mi cuerpo, quedó a la merced de la Ley de la Inercia y las sombras que la noche empezaba a cernir sobre mí.
- Mis padres…- repetí con cierto deje sarcástico, percibiendo como una torcida sonrisa aparecía en mi rostro y se desvanecía cual suspiro de la brisa primaveral.- Mi padre fue quién me guió hasta aquí, en realidad, así que es su culpa que venda mi cuerpo.- mascullé con ira, sin poder contener algunos temblores que sacudían ahora mis manos, obligándome a dejar la copa sobre la mesa antes de verterla por torpeza.- Y mi madre era un títere a sus manos. Ella veía y callaba, asumiendo su estúpido papel de mártir sin luchar por lo que ella deseaba, aunque sólo fuera por mí, por su única hija.
Me puse en pie, visiblemente malhumorada y caminé hacia un lado y otro del salón, terminando por apoyar mi cuerpo contra un muro de la casa y perder la mirada en el horizonte de la ciudad, dando la espalda a Oscar. Tras varios minutos de silencio, añadí con un susurro:
- Cuando extendí mis alas, Harold me encerró aquí y me aisló de mi familia. Aunque sé que era lo mejor.
Esbocé otra triste sonrisa y me crucé de brazos, girándome ahora hacia mi compañero de profesión, al que, a partir de aquella noche, tildaría de Señor Curioso, por tantas preguntas que me hacía. ¿Tanto usaba la lengua? Ahora entendía muchas cosas…
Empecé a caminar de nuevo hacia él, contoneando mis caderas hasta quedar frente a Oscar mientras llevaba las manos a su nuca y me colgaba de su cuello, poniéndome de puntillas para respirar su mismo aliento. Ladeé una sonrisa traviesa y meneé la cabeza.
- Te equivocas, cielo… la pregunta es: ¿por qué motivos has venido tú, hasta aquí?- entreabrí mi boca y mordisqueé suavemente su labio inferior, tirando un poco de él de forma juguetona.
Era obvia, la respuesta… no obstante, deseaba escucharla de sus labios.
Me sentí con sensualidad sobre la mesa del salón, dejando que mis piernas colgasen y así juguetear con ella y, aprovechando el corto vestido que lucía, dejar entrever más piel de los muslo de lo necesario. Tomé la copa para llevarla a mi boca y tomar un sorbo corto, relamiéndome luego los labios mientras echaba atrás la cabeza para contemplar las reacciones de Oscar sobre mi actitud un tanto provocativa.
Pero una pregunta fue suficiente para desarmarme por completo. Mis ojos se oscurecieron y perdieron aquél centello vívido que solía caracterizarlos. Las comisuras de mis labios titubearon antes de curvarse en forma de mueca. Y mi cuerpo, quedó a la merced de la Ley de la Inercia y las sombras que la noche empezaba a cernir sobre mí.
- Mis padres…- repetí con cierto deje sarcástico, percibiendo como una torcida sonrisa aparecía en mi rostro y se desvanecía cual suspiro de la brisa primaveral.- Mi padre fue quién me guió hasta aquí, en realidad, así que es su culpa que venda mi cuerpo.- mascullé con ira, sin poder contener algunos temblores que sacudían ahora mis manos, obligándome a dejar la copa sobre la mesa antes de verterla por torpeza.- Y mi madre era un títere a sus manos. Ella veía y callaba, asumiendo su estúpido papel de mártir sin luchar por lo que ella deseaba, aunque sólo fuera por mí, por su única hija.
Me puse en pie, visiblemente malhumorada y caminé hacia un lado y otro del salón, terminando por apoyar mi cuerpo contra un muro de la casa y perder la mirada en el horizonte de la ciudad, dando la espalda a Oscar. Tras varios minutos de silencio, añadí con un susurro:
- Cuando extendí mis alas, Harold me encerró aquí y me aisló de mi familia. Aunque sé que era lo mejor.
Esbocé otra triste sonrisa y me crucé de brazos, girándome ahora hacia mi compañero de profesión, al que, a partir de aquella noche, tildaría de Señor Curioso, por tantas preguntas que me hacía. ¿Tanto usaba la lengua? Ahora entendía muchas cosas…
Empecé a caminar de nuevo hacia él, contoneando mis caderas hasta quedar frente a Oscar mientras llevaba las manos a su nuca y me colgaba de su cuello, poniéndome de puntillas para respirar su mismo aliento. Ladeé una sonrisa traviesa y meneé la cabeza.
- Te equivocas, cielo… la pregunta es: ¿por qué motivos has venido tú, hasta aquí?- entreabrí mi boca y mordisqueé suavemente su labio inferior, tirando un poco de él de forma juguetona.
Era obvia, la respuesta… no obstante, deseaba escucharla de sus labios.
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 02/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Oscar posó los ojos sobre los rasgos altivos de su compañera en el oficio y los clavó con más ahínco todavía cuando empezaron a responderle a su cuestión. Lo cierto es que no esperaba que Roxanne lo hiciera, había preguntado únicamente para hacerle ver que para encajar en él la intención de poseer toda la hermosura de su cuerpo hacía falta algo más personal que una mera atracción física. Ya acudían personas lo suficientemente hermosas al burdel y además su deber allí ya incluía una complacencia carnal. ¿También estaba condenado a cortar el resto de sus actos por el mismo patrón? No se lo podía permitir. Sencillamente, ni su organismo ni su mente consideraban la idea.
No volveré a preguntarte nada más, si así lo deseas.
Lo afirmó con un modo directo y contundente, meloso en el vistazo subliminal de una disculpa. Pues a pesar de haber formulado aquella pregunta, él mismo comprendía mejor que nadie la cerrazón a responder sobre el pasado que cualquier ser humano pudiera tener. De hecho, cayó en la cuenta de que resultaba verdaderamente extraño que fuera Oscar quien inquiriera y no a la inversa.
Jaula de oro, pero a fin de cuentas, jaula. Creo que todos nos sentimos un poco así, aunque sea en cosas distintas.
Todavía no había acabado de percatarse de que la divagación le había salido sola, efímeramente abierta a un poco de lo que sus experiencias habían hecho con su corazón cuando Roxanne volvió a la carga... Casi pudo empezar a encontrar su sitio en su aroma tentador de flor enjaulada y en el reflejo azul de sus viperinas pupilas, siempre tratando de hablar con las palabras que expulsaba el sexo en lugar de con las del alma. El sabor de sus labios se coló involuntariamente por la boca de Oscar y continuó contemplándola, sin devolverle el mordisco, a través del ardor necesitado de la saliva.
Para demostrarte... -comenzó a contestarle al cabo de unos segundos. Al instante, movió su mano hacia ella y le apresó la barbilla con el dedo índice y el pulgar, logrando alejarla tan sólo unos milímetros, los suficientes como para que reparara por fin en la eléctrica sinceridad de sus ojos marrones- que no eres sólo un pedazo de carne. Vuelvo a repetir que no tengo nada que ver con tus clientes.
No volveré a preguntarte nada más, si así lo deseas.
Lo afirmó con un modo directo y contundente, meloso en el vistazo subliminal de una disculpa. Pues a pesar de haber formulado aquella pregunta, él mismo comprendía mejor que nadie la cerrazón a responder sobre el pasado que cualquier ser humano pudiera tener. De hecho, cayó en la cuenta de que resultaba verdaderamente extraño que fuera Oscar quien inquiriera y no a la inversa.
Jaula de oro, pero a fin de cuentas, jaula. Creo que todos nos sentimos un poco así, aunque sea en cosas distintas.
Todavía no había acabado de percatarse de que la divagación le había salido sola, efímeramente abierta a un poco de lo que sus experiencias habían hecho con su corazón cuando Roxanne volvió a la carga... Casi pudo empezar a encontrar su sitio en su aroma tentador de flor enjaulada y en el reflejo azul de sus viperinas pupilas, siempre tratando de hablar con las palabras que expulsaba el sexo en lugar de con las del alma. El sabor de sus labios se coló involuntariamente por la boca de Oscar y continuó contemplándola, sin devolverle el mordisco, a través del ardor necesitado de la saliva.
Para demostrarte... -comenzó a contestarle al cabo de unos segundos. Al instante, movió su mano hacia ella y le apresó la barbilla con el dedo índice y el pulgar, logrando alejarla tan sólo unos milímetros, los suficientes como para que reparara por fin en la eléctrica sinceridad de sus ojos marrones- que no eres sólo un pedazo de carne. Vuelvo a repetir que no tengo nada que ver con tus clientes.
- Spoiler:
- Mi user te misseaaaaaa
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
- Mensajes : 577
Fecha de inscripción : 06/10/2011
Localización : Depende de cómo quieras conocerme
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Puse los ojos en blanco y resoplé.
- Eso ya lo sabía.- mascullé entre dientes, soltando su agarre para darle la espalda de nuevo, dirigiéndome hacia la mesa en la cuál descansaba aun la copa con champagne.
Y sí, había usado el pasado para referenciar su comentario por una buena razón y esa era Jerarld. Porque mientras mi vida había estado envuelta con la de él, había recuperado la idea de sentirme persona más que un trozo de carne muy apetecible a dientes varoniles. Porque había sido él, y sólo él, quién me miraba como a una mujer en todos los aspectos y facetas de mi vida. Porque fue el primero y el último en creer en mí. Pero ahora… ahora Jerarld no estaba a mi lado. Un simple juego infantil había sido suficiente para matar aquella llama que cada día nos consumía en una misma hoguera y que ahora sólo devoraba vorazmente cada semilla de ilusión, sumiéndome en la más estricta soledad y desesperación. ¿Dónde estaría él ahora? ¿Qué brazos acunarían su corazón palpitante aquella noche? ¿Qué beso sellaría cada poro de su piel? ¿A quién entregaría su alma ciegamente? ¿Pensaría él en mí? ¿Se acordaría de mi nombre? Millones de preguntas y ninguna respuesta más que el silencio que ahora estrangulaba mi pecho mientras luchaba por mantener la compostura frente a Oscar, quién permanecía ajeno a todo el tormento que él y su curiosidad habían despertado en mi alma encadenada a la locura contenida.
- Si eso es todo a lo que viniste, ya sabes dónde está la puerta.- añadí malhumorada, sin mirarle siquiera, sin detenerme ante la idea de poder dañar sus sentimientos, pues parecía ser que su voluntad era pura e inocente, sólo que ahora… había desatado el fantasma que durante esos tres últimos años me había esforzado tanto en reprimir en lo hondo de mi mente.
Y desde luego, no deseaba que me viese flaquear.
- Eso ya lo sabía.- mascullé entre dientes, soltando su agarre para darle la espalda de nuevo, dirigiéndome hacia la mesa en la cuál descansaba aun la copa con champagne.
Y sí, había usado el pasado para referenciar su comentario por una buena razón y esa era Jerarld. Porque mientras mi vida había estado envuelta con la de él, había recuperado la idea de sentirme persona más que un trozo de carne muy apetecible a dientes varoniles. Porque había sido él, y sólo él, quién me miraba como a una mujer en todos los aspectos y facetas de mi vida. Porque fue el primero y el último en creer en mí. Pero ahora… ahora Jerarld no estaba a mi lado. Un simple juego infantil había sido suficiente para matar aquella llama que cada día nos consumía en una misma hoguera y que ahora sólo devoraba vorazmente cada semilla de ilusión, sumiéndome en la más estricta soledad y desesperación. ¿Dónde estaría él ahora? ¿Qué brazos acunarían su corazón palpitante aquella noche? ¿Qué beso sellaría cada poro de su piel? ¿A quién entregaría su alma ciegamente? ¿Pensaría él en mí? ¿Se acordaría de mi nombre? Millones de preguntas y ninguna respuesta más que el silencio que ahora estrangulaba mi pecho mientras luchaba por mantener la compostura frente a Oscar, quién permanecía ajeno a todo el tormento que él y su curiosidad habían despertado en mi alma encadenada a la locura contenida.
- Si eso es todo a lo que viniste, ya sabes dónde está la puerta.- añadí malhumorada, sin mirarle siquiera, sin detenerme ante la idea de poder dañar sus sentimientos, pues parecía ser que su voluntad era pura e inocente, sólo que ahora… había desatado el fantasma que durante esos tres últimos años me había esforzado tanto en reprimir en lo hondo de mi mente.
Y desde luego, no deseaba que me viese flaquear.
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 02/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Oscar arrugó el entrecejo y memorizó la rojiza cabellera de Roxanne en tanto su cuerpo experimentaba una convulsión de rabia.
Te recuerdo que tú me has invitado aquí, tú me has ofrecido una copa y tú estás intentando calentarme la polla.
Si era por recordar, por tratar de anclarse en la mueca del pasado, en la cúspide de lo imposible, el cortesano tenía dónde arrojarse, dónde dejar vagar el placaje necesitado de su olfato que buscaba aquel aroma natural femenino y la urgencia bruta de acomodar su cabeza sobre un regazo del que dejaran mesar unos largos y balsámicos mechones de pelo... Los de ella, los de aquella voz extranjera que pronunciaba mal su nombre y le rehuía entre delirios de esclavitud y destino condenado.
Osgar...
Aya... ¿Qué cojones estaría haciendo ahora?
Si ya sabes o has sabido alguna vez que no eres sólo una jamelga para montar y después largarse, no sé qué coño haces intentando hacer ver lo contrario conmigo, precisamente. Experimento día a día eso que te lleva a luchar contra mares de vacío sólo para llegar a verte reflejado en la orilla a la que has entregado tu corazón y no tu carne.
Podía reconocer el tono que acababa de usar Roxanne, que se apresaba a sí mismo con el fuerte portazo de una vida presa y cegada por lo que llevaba soportando ver desde que sus pasos llegaron hasta un burdel. No importaba si en Francia, si en Polonia o en el culo de un mono.
Oscar se aproximó hacia ella y con un movimiento suave, pero firme la volteó de nuevo hacia él y con sólo inclinarse hacia delante, la tuvo acorralada contra la pared, suplicándole en su obligación, obligándole en su súplica a que leyera, escuchara y entendiera en sus ojos, su mirada. Lo que no mentía, lo que no se llevaba el viento, lo que era de verdad. También fue de verdad el beso que le dio seguidamente, a Roxanne, a nadie más en mente, y se encajó sobre su boca, su saliva, su pecho, su interior... de tal forma que al separarse los dos juegos de labios, el oxígeno pesaba muchísimo menos que la epifanía que habían encontrado al unirse.
Ya sabes dónde encontrarme cuando quieras tener una conversación de verdad -sentenció con seriedad y diciendo eso, se dio media vuelta y caminó en dirección contraria para regresar a seguir comerciando con su piel mientras su cabeza se reunía con lo único que le importaba en el mundo.
Te recuerdo que tú me has invitado aquí, tú me has ofrecido una copa y tú estás intentando calentarme la polla.
Si era por recordar, por tratar de anclarse en la mueca del pasado, en la cúspide de lo imposible, el cortesano tenía dónde arrojarse, dónde dejar vagar el placaje necesitado de su olfato que buscaba aquel aroma natural femenino y la urgencia bruta de acomodar su cabeza sobre un regazo del que dejaran mesar unos largos y balsámicos mechones de pelo... Los de ella, los de aquella voz extranjera que pronunciaba mal su nombre y le rehuía entre delirios de esclavitud y destino condenado.
Osgar...
Aya... ¿Qué cojones estaría haciendo ahora?
Si ya sabes o has sabido alguna vez que no eres sólo una jamelga para montar y después largarse, no sé qué coño haces intentando hacer ver lo contrario conmigo, precisamente. Experimento día a día eso que te lleva a luchar contra mares de vacío sólo para llegar a verte reflejado en la orilla a la que has entregado tu corazón y no tu carne.
Podía reconocer el tono que acababa de usar Roxanne, que se apresaba a sí mismo con el fuerte portazo de una vida presa y cegada por lo que llevaba soportando ver desde que sus pasos llegaron hasta un burdel. No importaba si en Francia, si en Polonia o en el culo de un mono.
Oscar se aproximó hacia ella y con un movimiento suave, pero firme la volteó de nuevo hacia él y con sólo inclinarse hacia delante, la tuvo acorralada contra la pared, suplicándole en su obligación, obligándole en su súplica a que leyera, escuchara y entendiera en sus ojos, su mirada. Lo que no mentía, lo que no se llevaba el viento, lo que era de verdad. También fue de verdad el beso que le dio seguidamente, a Roxanne, a nadie más en mente, y se encajó sobre su boca, su saliva, su pecho, su interior... de tal forma que al separarse los dos juegos de labios, el oxígeno pesaba muchísimo menos que la epifanía que habían encontrado al unirse.
Ya sabes dónde encontrarme cuando quieras tener una conversación de verdad -sentenció con seriedad y diciendo eso, se dio media vuelta y caminó en dirección contraria para regresar a seguir comerciando con su piel mientras su cabeza se reunía con lo único que le importaba en el mundo.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
- Mensajes : 577
Fecha de inscripción : 06/10/2011
Localización : Depende de cómo quieras conocerme
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Contemplé cómo Oscar desaparecía tras la puerta a la que me dirigí sonriente apenas unos segundos después de su marcha, sin intención alguna de retenerle.
- ¡Vencí! Te dije que caerías en mis redes.- le grité desde la entrada de la manzana, sabiendo que me escucharía dado que aun se encontraba suficientemente cerca de mi residencia para poder hacerlo.
Reí de forma risueña cerrando la puerta tras de mí, apoyando la espalda en ella y suspirando tras relamer el sabor de su saliva sobre mis labios.
Hombres… qué fáciles son de manipular. , pensé para mis adentros antes de volver a reír meneando la cabeza, gesto que me mareó levemente.
Caminé hacia mi dormitorio tras apagar las luces y guardar la botella de champagne. Deslicé el fino camisón de seda violeta por mi frágil y casi transparente piel y soplé la vela que reposaba sobre la mesa de noche antes de dejarme envolver por las sábanas de mi lecho. Cerré los ojos lentamente… cuando unos ojos claros y familiares parecieron brillar en la oscuridad, observándome desde los pies de mi cama. No me alarmé, pues sabía que sólo era un espejismo que el sueño me traía antes de perderme en remolinos de recuerdos cuyo único mundo que me sustenta es el dueño de aquella mirada entre sombras… Jerarld.
- ¡Vencí! Te dije que caerías en mis redes.- le grité desde la entrada de la manzana, sabiendo que me escucharía dado que aun se encontraba suficientemente cerca de mi residencia para poder hacerlo.
Reí de forma risueña cerrando la puerta tras de mí, apoyando la espalda en ella y suspirando tras relamer el sabor de su saliva sobre mis labios.
Hombres… qué fáciles son de manipular. , pensé para mis adentros antes de volver a reír meneando la cabeza, gesto que me mareó levemente.
Caminé hacia mi dormitorio tras apagar las luces y guardar la botella de champagne. Deslicé el fino camisón de seda violeta por mi frágil y casi transparente piel y soplé la vela que reposaba sobre la mesa de noche antes de dejarme envolver por las sábanas de mi lecho. Cerré los ojos lentamente… cuando unos ojos claros y familiares parecieron brillar en la oscuridad, observándome desde los pies de mi cama. No me alarmé, pues sabía que sólo era un espejismo que el sueño me traía antes de perderme en remolinos de recuerdos cuyo único mundo que me sustenta es el dueño de aquella mirada entre sombras… Jerarld.
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 02/11/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El sacrificio de Rubí ~Oscar~
Oscar únicamente volteó el cuello un milímetro cuando Roxanne pronunció aquello y sin inmutarse siquiera, pues ya la noche le había dejado sin éxtasis ni mucho menos apetito para explicarse con enfado o rabia.
Te voy a explicar unas cuantas cosas... -dijo poco a poco, con desgana en la cara, con desánimo hasta para abrir la boca...- La primera de todas es que si de verdad eso es todo lo que has sacado en conclusión de cuanto acabo de decirte, si hay algo de lo que se me podría acusar es de haberte abierto un pedazo de mí en vano, pues nada de lo que has hecho o dejado de hacer ha conseguido ni, mucho menos después de esto, va a conseguir despertarme algo que tanto pareces valorar como el apetito sexual. Lo único que acabas de demostrarme con ese canto de supuesta victoria es que no has escuchado nada de lo que te he dicho. Y si lo has hecho, de poco ha servido, porque no has comprendido una mísera palabra, encerrada como estás en ti misma.
Se acercó a ella y la miró fijamente, sin negar con la cabeza, pero con un pinchazo en la intensidad de sus pupilas que provocaba una sensación similar.
La segunda es que esto en ningún momento ha sido un puto juego que ganar o perder, en todo caso, yo he perdido la agotadora oportunidad de demostrarte que soy tu aliado, mas está visto que es una meta imposible. Si ha habido un juego, has jugado tú solita, por lo tanto, no sólo te va a ser fácil sentir que lo has ganado, sino también que lo has perdido.
Puso una mano en mitad de la puerta para interceptarla cuando Roxanne quiso cerrarla y soltó el chistido de una risotada casi triste.
Y la tercera... que me arrepiento de haberte besado, no por mero el acto en sí, que ha sido sincero y no es algo que me moleste reconocer, sino porque siento que lo has desperdiciado. Con ello, quería usar los hechos de los que tanto te fías en lugar de las palabras que tanto ignoras... De modo que, ¿eso es todo cuanto he podido transmitirte con él? Si es así, no sé quién más me inspira lástima, si tú por seguir en tus trece o yo por molestarme siquiera -se acercó más a su rostro para empotrar la verdad implacable de sus pupilas-. Definitivamente, ve a charlar con cualquier otro, porque para el putrefacto desengaño que arrastro encima, que me haya dignado a extenderte la mano y tú hayas respondido con un escupitajo sobre ella, me basta para no querer ni que me vuelvas a dirigir la mirada. Menos mal que trabajas en esta casita apartada y no tenemos ni porqué encontrarnos.
Soltó la puerta de la vivienda de la cortesana y no únicamente eso, sino que le ayudó a cerrarla. Tomó aire y se dirigió hacia su habitación... Aunque todavía no sabía si dormir aquella noche allí o marcharse a su pequeño piso, con la esperanza de encontrar una silueta japonesa entre las callejuelas.
Que tengas unos sueños más dulces que tú, cachorra, no les será tarea difícil.
Te voy a explicar unas cuantas cosas... -dijo poco a poco, con desgana en la cara, con desánimo hasta para abrir la boca...- La primera de todas es que si de verdad eso es todo lo que has sacado en conclusión de cuanto acabo de decirte, si hay algo de lo que se me podría acusar es de haberte abierto un pedazo de mí en vano, pues nada de lo que has hecho o dejado de hacer ha conseguido ni, mucho menos después de esto, va a conseguir despertarme algo que tanto pareces valorar como el apetito sexual. Lo único que acabas de demostrarme con ese canto de supuesta victoria es que no has escuchado nada de lo que te he dicho. Y si lo has hecho, de poco ha servido, porque no has comprendido una mísera palabra, encerrada como estás en ti misma.
Se acercó a ella y la miró fijamente, sin negar con la cabeza, pero con un pinchazo en la intensidad de sus pupilas que provocaba una sensación similar.
La segunda es que esto en ningún momento ha sido un puto juego que ganar o perder, en todo caso, yo he perdido la agotadora oportunidad de demostrarte que soy tu aliado, mas está visto que es una meta imposible. Si ha habido un juego, has jugado tú solita, por lo tanto, no sólo te va a ser fácil sentir que lo has ganado, sino también que lo has perdido.
Puso una mano en mitad de la puerta para interceptarla cuando Roxanne quiso cerrarla y soltó el chistido de una risotada casi triste.
Y la tercera... que me arrepiento de haberte besado, no por mero el acto en sí, que ha sido sincero y no es algo que me moleste reconocer, sino porque siento que lo has desperdiciado. Con ello, quería usar los hechos de los que tanto te fías en lugar de las palabras que tanto ignoras... De modo que, ¿eso es todo cuanto he podido transmitirte con él? Si es así, no sé quién más me inspira lástima, si tú por seguir en tus trece o yo por molestarme siquiera -se acercó más a su rostro para empotrar la verdad implacable de sus pupilas-. Definitivamente, ve a charlar con cualquier otro, porque para el putrefacto desengaño que arrastro encima, que me haya dignado a extenderte la mano y tú hayas respondido con un escupitajo sobre ella, me basta para no querer ni que me vuelvas a dirigir la mirada. Menos mal que trabajas en esta casita apartada y no tenemos ni porqué encontrarnos.
Soltó la puerta de la vivienda de la cortesana y no únicamente eso, sino que le ayudó a cerrarla. Tomó aire y se dirigió hacia su habitación... Aunque todavía no sabía si dormir aquella noche allí o marcharse a su pequeño piso, con la esperanza de encontrar una silueta japonesa entre las callejuelas.
Que tengas unos sueños más dulces que tú, cachorra, no les será tarea difícil.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
- Mensajes : 577
Fecha de inscripción : 06/10/2011
Localización : Depende de cómo quieras conocerme
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» No Hay Cambio Sin Sacrificio [Privado Adanna]
» Rubí del Rio
» Obstáculos [Oscar]
» Como la primera vez [Oscar]
» Romanian Rhapsody [Priv-Rubí]
» Rubí del Rio
» Obstáculos [Oscar]
» Como la primera vez [Oscar]
» Romanian Rhapsody [Priv-Rubí]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour