Noche de caza(LIBRE)

Había salido aquella noche dispuesta a cazar. Podría parecer una noche como tantas otras, pero ya no era nueva en la ciudad y estaba harta de cazar con la discreción de los últimos días, dirigiéndome solamente a los olvidados y a los vagabundos escondidos en los rincones más recónditos de París.
No, señor, aquella noche quería beber sangre fresca de verdad, quería cazar alguien de buena sangre...por decirlo alguna forma.
El baile que se estaba celebrando aquella noche era una ocasión perfecta, me las había arreglado para que me invitasen y me las había arreglado par enfundarme en uno de mis mejores vestidos de satén, de color violeta y de adornos dorados, algo sencillo pero que se adapataba a mis curvas dándome un aspecto algo fantasmal, pero perfecto para pasar por aquel lugar.
Me paseé por allí sin hablar aún con nadie, mirando a mi alrededor y esperando a escoger a la víctima adecuada. Tal vez cogiese a la primera víctima que se acercase a hablar conmigo, atraído por mi belleza, o escogería entre varios.
Pero por ahora esperaría a que algunos se acercasen a mí, para poder tomar la decisión. Tal vez no matase, tal vez simplemente marcase a alguien o no...no, mejor sería matar.
Así que me quedé cerca de la orquesta, mirando a mi alrededor con mis ojos insonsables.

Otra fiesta en el palacio, mi familia, por supuesto, había sido invitada, y como único miembro vivo de los Velachi en Francia, era yo quien había tenido que asistir. Tal vez algunos podrían preguntarme, ¿por qué?, por un cazador de vaticano asistiría, de buena gana, a una gala de libertinaje y excesos, pues bien, tenia varias razones. La primera de ella es que, la experiencia me decía, que en aquellos lugares acostumbraban cazar los vampiros más exquisitos, y que, por lo general, resultaban estar entre los más antiguos y poderosos. La segunda, es que debía mantener la fachada de mi estatus social, pues esta era mi llame para entrar en eventos sociales donde podía darse una cacería. La tercera y ultima, es que me encantaban las fiestas.

Una vez dentro, me dispuse a recorrer el lugar con la mirada, pero no tuve demasiada ocasión de hacerlo, pues apenas comenzado, mis ojos quedaron atrapados en la belleza de una chica. Tenia el cabello largo y sedoso, su piel era pálida, y tan perfecta como el mármol, y sus ojos eran oscuros y peligrosos, como los de un animal al asecho. La chica era bella, hermosa, demasiado hermosa, diría yo, sonreí.

Dirigí mis pasos hacia ella, pero un hombre se me adelanto, parecía un aristócrata, el hombre le hablo a la dama antes que yo, pero eso no me detuvo, con mis acostumbrados movimientos, gráciles y ligeros como los de una pluma, di una vuelta al sujeto y aparecí en el rango de visión de la muchacha.

- Tal vez lo que la dama busca es bailar un poco - Dije con tono algo desafiante al sujeto, mientras extendí mi mano hacia la mujer - Os juro que no se arrepentirá, soy un estupendo bailarín.

Desde esta distancia, su belleza parecía aun más llamativa, tal vez consiguiera algo más interesante esta noche que una cacería.

Levanté la cabeza y miré con curiosidad al caballero que se había acercado a mí y me había hablado con aquella voz aterciopelada que se me antojó atrayente. Me alegré al verle, a pesar de que había ido de caza. Reconocí al punto que era un vampiro...y eso me hacía bastante feliz. No había visto a demasiados vampiros en el tiempo que llevaba en París, bueno, si exceptuamos a Jacqueline, por supuesto. Aquel hombre parecía ser un aristócrata. Eso lo supe también nada más verle. Aunque lo habría hecho incluso en el caso de haber sido humana, ya que había trabajado durante toda esa vida en un palacio lleno de nobles elegantes y de una reina caprichosa que acabó tragada por las consecuencias de sus actos viles, actos de los que se arrepentiría en su lecho de muerte. Su cercanía me traía un aroma bastante interesante, la verdad. Si hubiese sido humano habría despertado una sed loca que me recordaría mis primeros días. Seguía teniendo sed, de todas formas. -Bueno, más que buscar estaba buscando algo interesante...y espero que haya sido así...-dije mirándole más fijamente, con una dulce sonrisa de medio lado y una voz aterciopelada.-Por cierto...-dije haciendo una leve reverencia-Mi nombre es Beatrix Delaga...¿y vos cómo os llamáis? Iba a decirle algo más...pero nos interrumpió otro hombre, que me invitó a bailar y extendió la mano hacia mí. En mi opinión, aquel segundo caballero había sido un poquitín directo para mi gusto, pero luego me llegó su olor...y se me hizo la boca agua. Por suerte no lo dejé notar. Tenía un perfecto dominio de mí misma, lo que me era bastante útil en situacines como aquella. Pero el olor de aquel humano despertó mi sed de una forma que casi no recordaba. Desde luego aquel joven no tenía demasiado que ver con aquellos mozos de los cuales me había alimentado la primera vez que había llegado a París. Y no digamos ya con los viejos vagabundos y prostitutas de los que me había tenido que alimentar hacía ya tiempo. Pero aún así la decisión se me hizo muy difícil de tomar, ambas perspectivas eran tentadoras. Miré a los dos hombres durante varios segundos que se me hicieron larguísimos, quizás un par de minutos, reflexionando. Pero entonces pensé.."¿por qué decidir?" Creo que lo mejor sería que jugase con ellos a un pequeño juego...bueno, así es como yo lo llamaba, pero si salía bien haría la noche bastante más interesante. Sangre y aventura, una perespectiva extremadamente tentadora para los vampiros como nosotros, y para los que tenemos la eternidad por delante. Así que decidí no perder más tiempo y poner en práctica mi pequeño plan. Cogí la mano que me ofrecían, diciendo con voz suave: -Bueno, supongo que podré concederos un baile Pero antes de salir a bailar incliné un poco la cabeza hacia atrás y le susurré al vampiro: -Me gustaría hablar con vos más tarde. Tengo varias...preguntas qué hacerle.-dije en un tono misterioso y lleno de complicidad. No era mentira, y lo dije en un tono tan bajo que sólo él podía oírme. Luego puse la cabeza en su sitio y le dije al hombre. -Espero que lo que vos dice sea cierto.

Mantuve mi mano extendida y mi mirada en dirección a la chica, pero de reojo pude notar algo interesante en el sujeto. No era algo en el, es decir, era pálido, si, pero todos lo eran en estas fiestas, los aristócratas tenían por costumbre maquillarse de aquella maldita forma. No, lo que vi fue su mirada, una mirada que reconocí de inmediato, pues la usaba con regularidad, una mirada estudiosa, medidora, una mirada que atraviesa las ropas y las palabras, que estudias los gestos, y luego, un pequeño brillo de entendimiento. El sujeto había leído algo en mi, tal vez mi actuación no fue buena, tal vez deje ver más de mi de lo que tenía pensado, o tal vez la mirada del sujeto era realmente aguda, de una forma u otra, el sujeto había comprendido algo de mi con solo mirarme. La pregunta era, ¿Qué tanto logro comprender?.
- Velachi, Antuan Velachi, para serviros – Dije, con un tono dramático que denotaba falsa sumisión, al título expuesto por él. Le dedique una sonrisa amplia antes de tomar la mano de la señorita.
- Solo una pieza será suficiente honor para mí – Dije, regresando mi mirada a la chica, tome su mano con firmeza, y sin más, la guie a la pieza de baile, donde pose una de mis manos en su cintura, y la otra en su hombro.
La música sonaba a nuestro alrededor, me deje envolver por ella, mis movimientos, como siempre, eran ligeros, casi felinos, me deslice por la pista de baile con los primeros compases del vals, guiándola, mientras busque sus ojos, no olvidaba la razón por la que estaba aquí, y estaba buscando algún indicio de hambre de su parte, debido a la cercanía de mi cuerpo con el suyo.
- ¿Es usted de Paris? – Dije, recordando que en la cuidad habían vampiros muchos más antiguos de los que había cazado hasta ahora, mi primer encuentro con uno, la señorita Jacqueline, me había dejado maltrecho, y ella había logrado escapar al final, debía tener cuidado.