AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
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Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Por fin luna llena.
Ese era el único pensamiento que rondaba mi mente durante aquel crepúsculo. Quedaba poco, muy poco para que terminase de oscurecer y la luna quedara reina del cielo. Mi impaciencia iba en aumento. Ese mes lo necesitaba más que nunca. Cargaba un cansancio infinito desde hacía días, y es que no había dejado de trabajar. Las fiestas de la aristocracia y las constantes visitas de la realeza extranjera a París habían hecho que esos días la perfumería de Bernard se llenase como nunca. Era detestable ver como aquellas damas se rociaban una y otra vez con olores incompatibles. Sabía que ellas apenas lo olían, y tan sólo deseaban llamar la atención, ser vistas y que las recordasen por aquellos olores. Y yo las odiaba. Cada día querían más, cada día había más trabajo, y cada día tenía que cargar más peso.
Pero eso ya había terminado. Esa noche sería libre. Libre de nuevo. Tendría unas patas fuertes y ágiles para correr, un oído exquisito para escuchar el fluir del río Sena, el grajar de los cuervos y sobre todo, los pasos de los humanos. Tenía hambre, un hambre increíble. Aún no había comenzado la transformación y ya quería morder; necesitaba clavar mi dentadura en cualquier ser para despedazarlo con furia. Ansiaba la lucha, quería que sucediese ya.
Y poco a poco, lo fui sintiendo. Parecía como si los rayos de luna se filtrasen en mi cuerpo hasta dejarme hecha toda una loba.
Me aseguré por última vez de que no había nadie a mi alrededor. Había elegido una zona apartada, a las afueras de la ciudad, en la zona más industrial. No olía bien, y estaba muy contaminada, pero sabía que a esas horas no había nadie. Tan sólo se escuchaban murmullos lejanos del ferrocarril, que acababa de llegar a la estación, relativamente cerca de donde yo me encontraba.
Esperé un poco más, y entonces, comenzó la transformación. El dolor se apoderó de mí; una fuerza sobrenatural tiraba de mí, me encogía, me estiraba, me sacudía, y hacía que me revolviese. A pesar de que llevaba el colgante que suavizaba el sufrimiento físico, dolía.
Aguanté el dolor como pude, sabiendo que después vendría lo bueno. Palos con gusto no duelen.
Y allí estaba yo, una dulce loba que tenía más hambre que nunca. Mi corazón sonreía, y mis patas se encogían y estiraban mientras corría alrededor de la nave industrial abandonada. Amaba esa sensación.
Salté, corrí, y por supuesto, aullé. Necesitaba carne, sangre; carne fresca, sangre fresca.
Enseguida llegué a la estación de ferrocarril. A esas horas de la noche, no había prácticamente nadie. Tan sólo un par de vigilantes trajeados con linternas. Incluso el tren estaba parado. Al parecer, el tren nocturno saldría en varias horas.
Observé de lejos a mis presas. Ellos mismos me iluminaron con las linternas y murmuraron cosas inteligibles. No quería escucharlos, no era necesario.
Con uno bastaría. ¿O quizás no?
Ese era el único pensamiento que rondaba mi mente durante aquel crepúsculo. Quedaba poco, muy poco para que terminase de oscurecer y la luna quedara reina del cielo. Mi impaciencia iba en aumento. Ese mes lo necesitaba más que nunca. Cargaba un cansancio infinito desde hacía días, y es que no había dejado de trabajar. Las fiestas de la aristocracia y las constantes visitas de la realeza extranjera a París habían hecho que esos días la perfumería de Bernard se llenase como nunca. Era detestable ver como aquellas damas se rociaban una y otra vez con olores incompatibles. Sabía que ellas apenas lo olían, y tan sólo deseaban llamar la atención, ser vistas y que las recordasen por aquellos olores. Y yo las odiaba. Cada día querían más, cada día había más trabajo, y cada día tenía que cargar más peso.
Pero eso ya había terminado. Esa noche sería libre. Libre de nuevo. Tendría unas patas fuertes y ágiles para correr, un oído exquisito para escuchar el fluir del río Sena, el grajar de los cuervos y sobre todo, los pasos de los humanos. Tenía hambre, un hambre increíble. Aún no había comenzado la transformación y ya quería morder; necesitaba clavar mi dentadura en cualquier ser para despedazarlo con furia. Ansiaba la lucha, quería que sucediese ya.
Y poco a poco, lo fui sintiendo. Parecía como si los rayos de luna se filtrasen en mi cuerpo hasta dejarme hecha toda una loba.
Me aseguré por última vez de que no había nadie a mi alrededor. Había elegido una zona apartada, a las afueras de la ciudad, en la zona más industrial. No olía bien, y estaba muy contaminada, pero sabía que a esas horas no había nadie. Tan sólo se escuchaban murmullos lejanos del ferrocarril, que acababa de llegar a la estación, relativamente cerca de donde yo me encontraba.
Esperé un poco más, y entonces, comenzó la transformación. El dolor se apoderó de mí; una fuerza sobrenatural tiraba de mí, me encogía, me estiraba, me sacudía, y hacía que me revolviese. A pesar de que llevaba el colgante que suavizaba el sufrimiento físico, dolía.
Aguanté el dolor como pude, sabiendo que después vendría lo bueno. Palos con gusto no duelen.
Y allí estaba yo, una dulce loba que tenía más hambre que nunca. Mi corazón sonreía, y mis patas se encogían y estiraban mientras corría alrededor de la nave industrial abandonada. Amaba esa sensación.
Salté, corrí, y por supuesto, aullé. Necesitaba carne, sangre; carne fresca, sangre fresca.
Enseguida llegué a la estación de ferrocarril. A esas horas de la noche, no había prácticamente nadie. Tan sólo un par de vigilantes trajeados con linternas. Incluso el tren estaba parado. Al parecer, el tren nocturno saldría en varias horas.
Observé de lejos a mis presas. Ellos mismos me iluminaron con las linternas y murmuraron cosas inteligibles. No quería escucharlos, no era necesario.
Con uno bastaría. ¿O quizás no?
Última edición por Adrianne Trevillette el Vie Ago 20, 2010 11:01 am, editado 1 vez
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Me había rezagado, no conseguiría alejarme de la ciudad a tiempo, no conseguiría evitar estar presente cerca de la civilización cuando la naturaleza se adueñara de mí y me empujara a alimentarme de lo primero que pasara por delante de mis ojos. Odio, ira, hambre....Corría como si estuviera poseído por las últimas manzanas de París, alejándome lo más que podía. Quería llegar a la montaña, ya que allí el daño que ocasionaría sería menor.
Mis uñas se alargaban y sentía la necesidad de afilarlas con algo, instintivamente comencé a arañarme, rompiendo mi camisa. Mis dientes se alargaban y afilaban mortalmente, haciéndome contener las ganas de morder manteniendo la mandíbula fuertemente cerrada. Llegué a la estación de ferrocarriles, desierta a estas horas, y escuché a unos guardias hablar sobre un lobo que habían visto. Entre los fuertes dolores que me causaba la transformación, me tambaleé intentando advertirles de que abandonaran la zona o morirían en breves minutos.
Me acerqué a ellos, que miraban con la lámpara de aceite a otro lugar, pero cuanto más me acercaba a ellos más ansias de destruirles tenía, y no pude vocalizar ni una sola palabra comprensible. Cuando se giraron lo único que vieron fue mi brazo, más fibroso y grande, que al crecer había acabado con la camisa golpearles con gran fuerza, saliéndo uno de ellos disparado hacia un lado, dándose con una pared de ladrillos, para posteriormente caer inconsciente al suelo. El otro, entre gritos, tropezó y cayó al suelo, haciéndose un ovillo y llorisqueando en la oscuridad.
Y al fondo de la especie de pasillo donde me encontraba la ví a ella, después de tanto tiempo. La encontré, sabía que estaba en París. Adrianne. Nuestras formas de lobo estaban casi completas, y los dos aullábamos de dolor, las ropas estaban casi totalmente destruídas, pero yo la podía reconocer, y antes de que la licantropía se adueñara totalmente de mí, únicamente le pude sonreír e intentar vocalizar su nombre entre agudos dolores:
- A..driann..e...
Mis uñas se alargaban y sentía la necesidad de afilarlas con algo, instintivamente comencé a arañarme, rompiendo mi camisa. Mis dientes se alargaban y afilaban mortalmente, haciéndome contener las ganas de morder manteniendo la mandíbula fuertemente cerrada. Llegué a la estación de ferrocarriles, desierta a estas horas, y escuché a unos guardias hablar sobre un lobo que habían visto. Entre los fuertes dolores que me causaba la transformación, me tambaleé intentando advertirles de que abandonaran la zona o morirían en breves minutos.
Me acerqué a ellos, que miraban con la lámpara de aceite a otro lugar, pero cuanto más me acercaba a ellos más ansias de destruirles tenía, y no pude vocalizar ni una sola palabra comprensible. Cuando se giraron lo único que vieron fue mi brazo, más fibroso y grande, que al crecer había acabado con la camisa golpearles con gran fuerza, saliéndo uno de ellos disparado hacia un lado, dándose con una pared de ladrillos, para posteriormente caer inconsciente al suelo. El otro, entre gritos, tropezó y cayó al suelo, haciéndose un ovillo y llorisqueando en la oscuridad.
Y al fondo de la especie de pasillo donde me encontraba la ví a ella, después de tanto tiempo. La encontré, sabía que estaba en París. Adrianne. Nuestras formas de lobo estaban casi completas, y los dos aullábamos de dolor, las ropas estaban casi totalmente destruídas, pero yo la podía reconocer, y antes de que la licantropía se adueñara totalmente de mí, únicamente le pude sonreír e intentar vocalizar su nombre entre agudos dolores:
- A..driann..e...
Frank Lemoine- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 08/07/2010
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Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Mientras me acercaba lentamente a ellos, notaba su temor, aunque ellos se esforzaran por ocultarlo. De hecho, uno de ellos se puso a llamarme fingiendo miedo.
-Lobito, lobito -dijo después de silbarme, llamándome como a un perro- Si te acercas un poco más vamos a tener que matarte.
Su risa nerviosa resonó por la estación, aún vacía. El otro no ocultaba su temor, y menos aún cuando vio las terminaciones de mis patas, aún sin terminar de convertirse.
-Eh, Raimund, mira eso... No es normal.
El tal Raimund miró a donde le indicaba, mientras yo me paré a unos tres metros de él. Me agaché, fingiendo acostarme, esperando a que se acercaran más para saltar sobre ellos. Amaba su miedo. Amaba su forma de retroceder cuando me veían, amaba su incertidumbre. Amaba el gesto torvo de su cara al comprobar que no era un lobo corriente. Amaba el rostro de una persona cuando sabe que va a morir. Creía que no tenías miedo, pensé. Oh, lás máscaras de París.
Cuando ambos vigilantes arrojaron las linternas al suelo, preparándose para echar a correr, tensé los músculos para saltar sobre él. Uno, dos, comencé a contar para abalanzarme sobre uno de ellos, el más machito. Tres. Todo estaba preparado. Me relamí pensando en la cena. Cuatro, y...
Maldita sea, compañero. Me has asustado
Un enorme lobo, aún con zonas sin terminar de convertir se abalanzó sobre mi presa. Se enzarzó en una lucha rápida con el individuo que yo debería haber devorado. Aplastó a uno, mientras que el otro salió disparaado contra la pared. La escena era perfecta, salvo que...
Olisqueé en el aire. Ese olor no era el de un licántropo normal. Era alguien conocido. Antes de envolverme en sentimentalismos, decidí mostrarle al lobo quién mandaba aquí y de quién era la presa. Avancé por el pasillo que había al lado de las vías ferroviarias, puesto que mis presas, o mis ex-presas se me habían quedado muy lejos. Sin embargo, cuando me vio, el lobo se quedó parado mirándome, olvidando al par de humanos que habían aprovechado el momento para escapar.
Noté cómo la almohadilla aparecía en mis cuatro patas y las uñas se cerraban para terminar la transformación del lobo. Había llegado a mi culmen, al igual que aquel individuo que tenía ante mí. Ambos nos quedamos mirándonos. Al parecer, él me había reconocido. Antes de que nuestros dientes terminaran de convertirse en caninos, él pronunció mi nombre.
El corazón se me aceleró. Mon dieu. Su voz sí que la reconocí. C'est pas possible, c'est pas...
Sí, sí que era posible. A mi mente acudieron imágenes de la última vez que lo ví. Recordé nuestra última discusión; cómo él cerró la puerta y no volvió nunca más, dejándome atrás para siempre. Dos lobos enfadados no eran buena combinación. Mon ciel... Habíamos pasado más de dos años apartados, desde que yo me vine a París con mi tío Bernard poco después de mi transformación. Yo no siempre acepté que fuera un lobo, y sin embargo, había acabado convertida en uno de ellos. Ahora, después de todo el tiempo que había pasado y que la herida había aprovechado para cerrarse, me di cuenta realmente de cuánto lo había echado de menos. Sin embargo, eso jamás lo reconocería ante él. Tenía mi orgullo.
Quise acercarme a él, tanto que pude olisquearlo. Acerqué mi hocico para olerlo en el aire. Seguía igual.
Me has quitado a mi presa, maldito bastardo, recordé.
Me lancé a por él, seguramente sin que él se lo esperase. Mis cambios de temperamento siempre lo habían pillado desprevenido, y ahora no debería ser menos.
Dos lobos en la noche, arañándose. Qué imagen más inusual. El líder de mi clan seguramente me mataría si lo supiera, pero no podía evitarlo. En el fondo me daba igual la presa, pero me había hecho daño durante muchos años. En realidad, había sido recíproco.
-Lobito, lobito -dijo después de silbarme, llamándome como a un perro- Si te acercas un poco más vamos a tener que matarte.
Su risa nerviosa resonó por la estación, aún vacía. El otro no ocultaba su temor, y menos aún cuando vio las terminaciones de mis patas, aún sin terminar de convertirse.
-Eh, Raimund, mira eso... No es normal.
El tal Raimund miró a donde le indicaba, mientras yo me paré a unos tres metros de él. Me agaché, fingiendo acostarme, esperando a que se acercaran más para saltar sobre ellos. Amaba su miedo. Amaba su forma de retroceder cuando me veían, amaba su incertidumbre. Amaba el gesto torvo de su cara al comprobar que no era un lobo corriente. Amaba el rostro de una persona cuando sabe que va a morir. Creía que no tenías miedo, pensé. Oh, lás máscaras de París.
Cuando ambos vigilantes arrojaron las linternas al suelo, preparándose para echar a correr, tensé los músculos para saltar sobre él. Uno, dos, comencé a contar para abalanzarme sobre uno de ellos, el más machito. Tres. Todo estaba preparado. Me relamí pensando en la cena. Cuatro, y...
Maldita sea, compañero. Me has asustado
Un enorme lobo, aún con zonas sin terminar de convertir se abalanzó sobre mi presa. Se enzarzó en una lucha rápida con el individuo que yo debería haber devorado. Aplastó a uno, mientras que el otro salió disparaado contra la pared. La escena era perfecta, salvo que...
Olisqueé en el aire. Ese olor no era el de un licántropo normal. Era alguien conocido. Antes de envolverme en sentimentalismos, decidí mostrarle al lobo quién mandaba aquí y de quién era la presa. Avancé por el pasillo que había al lado de las vías ferroviarias, puesto que mis presas, o mis ex-presas se me habían quedado muy lejos. Sin embargo, cuando me vio, el lobo se quedó parado mirándome, olvidando al par de humanos que habían aprovechado el momento para escapar.
Noté cómo la almohadilla aparecía en mis cuatro patas y las uñas se cerraban para terminar la transformación del lobo. Había llegado a mi culmen, al igual que aquel individuo que tenía ante mí. Ambos nos quedamos mirándonos. Al parecer, él me había reconocido. Antes de que nuestros dientes terminaran de convertirse en caninos, él pronunció mi nombre.
El corazón se me aceleró. Mon dieu. Su voz sí que la reconocí. C'est pas possible, c'est pas...
Sí, sí que era posible. A mi mente acudieron imágenes de la última vez que lo ví. Recordé nuestra última discusión; cómo él cerró la puerta y no volvió nunca más, dejándome atrás para siempre. Dos lobos enfadados no eran buena combinación. Mon ciel... Habíamos pasado más de dos años apartados, desde que yo me vine a París con mi tío Bernard poco después de mi transformación. Yo no siempre acepté que fuera un lobo, y sin embargo, había acabado convertida en uno de ellos. Ahora, después de todo el tiempo que había pasado y que la herida había aprovechado para cerrarse, me di cuenta realmente de cuánto lo había echado de menos. Sin embargo, eso jamás lo reconocería ante él. Tenía mi orgullo.
Quise acercarme a él, tanto que pude olisquearlo. Acerqué mi hocico para olerlo en el aire. Seguía igual.
Me has quitado a mi presa, maldito bastardo, recordé.
Me lancé a por él, seguramente sin que él se lo esperase. Mis cambios de temperamento siempre lo habían pillado desprevenido, y ahora no debería ser menos.
Dos lobos en la noche, arañándose. Qué imagen más inusual. El líder de mi clan seguramente me mataría si lo supiera, pero no podía evitarlo. En el fondo me daba igual la presa, pero me había hecho daño durante muchos años. En realidad, había sido recíproco.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Yo luchaba contra mí mismo. Siempre, en todas las lunas llenas, me resistía a transformarme en un lobo sediento de sangre, a pesar de conocer la imposibilidad de mi resistencia. Poco a poco y entre grandes dolores me transformé completamente en lobo. Delante de Adrianne.
Era la primera vez que estaba cerca de la civilización en mi transformación, y no era capaz de controlarme, y antes de descargar mi ira contra un vagón de ferrocarril, Adrianne se arrojó en plancha a por mí y me derribó, cayendo los dos estrepitosamente al suelo y, una vez encima de mí, comenzó a arañarme y a atacarme. Yo intentaba defenderme. A pesar del daño que pudo ocasionarme años atrás, cuando éramos pareja, no quería atacarla. Y sus uñas se hundían en mi gruesa piel una y otra vez, desgarrándome. Y entonces...la escuché.
El sonido estaba en mi mente, Adrianne estaba insultándome y gritándome mientras me daba una paliza. Pero su hocico no se movía, sino que la escuchaba en mi mente. Me quedé perplejo, y dejé de defenderme por unos instantes. Era la primera vez que escuchaba palabras en mi mente. Años atrás, cuando ámbos estábamos juntos, yo únicamente era capaz de sentir emociones y sentimientos, como tranquilidad, paz, amor, ira, odio...en otros lobos. Y ahora, de pronto, había desarrollado algún tipo de "poder" nuevo. Intenté comunicarme con ella.
¡Detente, Adrianne!, pensé con todas mis fuerzas, mientras la rodeaba con ambas patas delanteras y la volteaba, quedando yo encima de ella, que quedó inmovilizada.
Era la primera vez que estaba cerca de la civilización en mi transformación, y no era capaz de controlarme, y antes de descargar mi ira contra un vagón de ferrocarril, Adrianne se arrojó en plancha a por mí y me derribó, cayendo los dos estrepitosamente al suelo y, una vez encima de mí, comenzó a arañarme y a atacarme. Yo intentaba defenderme. A pesar del daño que pudo ocasionarme años atrás, cuando éramos pareja, no quería atacarla. Y sus uñas se hundían en mi gruesa piel una y otra vez, desgarrándome. Y entonces...la escuché.
El sonido estaba en mi mente, Adrianne estaba insultándome y gritándome mientras me daba una paliza. Pero su hocico no se movía, sino que la escuchaba en mi mente. Me quedé perplejo, y dejé de defenderme por unos instantes. Era la primera vez que escuchaba palabras en mi mente. Años atrás, cuando ámbos estábamos juntos, yo únicamente era capaz de sentir emociones y sentimientos, como tranquilidad, paz, amor, ira, odio...en otros lobos. Y ahora, de pronto, había desarrollado algún tipo de "poder" nuevo. Intenté comunicarme con ella.
¡Detente, Adrianne!, pensé con todas mis fuerzas, mientras la rodeaba con ambas patas delanteras y la volteaba, quedando yo encima de ella, que quedó inmovilizada.
Frank Lemoine- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 08/07/2010
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Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Seguí peleando con él con todas mis fuerzas. Estaba furiosa, en pleno ataque de histeria. A él pareció sorprenderle, y le pillé desprevenido. Arañé su vientre con ahínco, e intenté morderle un par de veces. Sin embargo, aunque yo le ganaba en rapidez, él indudablemente me superaba en fuerza. Su resistencia, tanto en su forma humana como lobuna, era muy superior a la normal. Cada vez que intentaba clavar mis caninos en su piel, rodeada de pelo gris, él se apresuraba a apartarme el hocico con sus grandes zarpas.
Finalmente me postró boca arriba en el suelo, mientras él, encima mío, me sujetaba fuertemente con sus patas delanteras, impidiendo que me pudiese levantar y que prosiguiera nuestra particular guerrilla.
Le mostré los dientes, afilados y blancos. Me quedé un rato observándolo; muy pocas veces había visto su forma lobuna. Tan sólo un par de veces, y desde lejos. En aquel tiempo, ahora lejano, de tenerlo como lo tenía ahora, habría estado plagada de pavor. Cuántas veces habríamos discutido porque él era una bestia de la noche; un lobo insensible que mataba y devoraba. Recordé el día que me lo contó, y supe que aquello terminaría alguna vez. Qué ironía; ahora yo también era una de ellos. Y me encantaba.
Imaginé lo que estaría pasando por la mente de Frank al verme convertida en un licántropo. Supuse que me odiaría con fuerza, tal como demostraban sus fuertes músculos, que notaba presionando los míos. Ambos estuvimos en tensión hasta que él me habló.
Fue muy raro; nunca había escuchado con tanta claridez la voz de un licántropo. Era extraño. Ya alguna vez había escuchado voces en mi mente las noches de luna llena. Pero siempre eran susurros que se desvanecían en mi pensamiento. Jamás había escuchado con tanta nitidez la voz de un lobo. Era la voz de Frank, eso no lo dudaba, pero él no estaba hablando, sino su mente.
¿Frank? Mis músculos seguían en tensión, pero dejé de mostrarle mis dientes. ¿Te importaría apartarte? Me estás aplastando.
Sus ojos casi sonrieron, aunque juraría que él aún no estaba seguro de que dejara de atacarle.
Vamos, no voy a atacarte. Ya no.
Por primera vez en mi vida, supe apreciar la belleza del lobo. Cuánto me arrepentía ahora de las veces que había menospreciado a aquel animal, tachándolo de vil asesino e inservible monstruo. La vida me había devuelto el palo, y además con fuerza.
Puesto que él no me soltaba, proferí un leve aullido lastimero. Acerqué mi hocico a su pata y la rocé suavemente. S'il vous plaît
Cuando finalmente me soltó, me incorporé hasta quedarme sentada, con el torso ladeado hacia el lugar donde estaba él.
¿Qué estás haciendo en París, Frank?
Finalmente me postró boca arriba en el suelo, mientras él, encima mío, me sujetaba fuertemente con sus patas delanteras, impidiendo que me pudiese levantar y que prosiguiera nuestra particular guerrilla.
Le mostré los dientes, afilados y blancos. Me quedé un rato observándolo; muy pocas veces había visto su forma lobuna. Tan sólo un par de veces, y desde lejos. En aquel tiempo, ahora lejano, de tenerlo como lo tenía ahora, habría estado plagada de pavor. Cuántas veces habríamos discutido porque él era una bestia de la noche; un lobo insensible que mataba y devoraba. Recordé el día que me lo contó, y supe que aquello terminaría alguna vez. Qué ironía; ahora yo también era una de ellos. Y me encantaba.
Imaginé lo que estaría pasando por la mente de Frank al verme convertida en un licántropo. Supuse que me odiaría con fuerza, tal como demostraban sus fuertes músculos, que notaba presionando los míos. Ambos estuvimos en tensión hasta que él me habló.
Fue muy raro; nunca había escuchado con tanta claridez la voz de un licántropo. Era extraño. Ya alguna vez había escuchado voces en mi mente las noches de luna llena. Pero siempre eran susurros que se desvanecían en mi pensamiento. Jamás había escuchado con tanta nitidez la voz de un lobo. Era la voz de Frank, eso no lo dudaba, pero él no estaba hablando, sino su mente.
¿Frank? Mis músculos seguían en tensión, pero dejé de mostrarle mis dientes. ¿Te importaría apartarte? Me estás aplastando.
Sus ojos casi sonrieron, aunque juraría que él aún no estaba seguro de que dejara de atacarle.
Vamos, no voy a atacarte. Ya no.
Por primera vez en mi vida, supe apreciar la belleza del lobo. Cuánto me arrepentía ahora de las veces que había menospreciado a aquel animal, tachándolo de vil asesino e inservible monstruo. La vida me había devuelto el palo, y además con fuerza.
Puesto que él no me soltaba, proferí un leve aullido lastimero. Acerqué mi hocico a su pata y la rocé suavemente. S'il vous plaît
Cuando finalmente me soltó, me incorporé hasta quedarme sentada, con el torso ladeado hacia el lugar donde estaba él.
¿Qué estás haciendo en París, Frank?
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Parece que me entendió. La que fue mi chica años atrás dejó de atacarme y morderme, y la sentí claramente en mi mente cuando me pedía que me levantara. La solté y escuché, aún en guardia, sus preguntas. No pude evitar reírme, aunque no pude hacerlo físicamente.
Creo que el hecho de que yo esté en Paris es lo que menos puede importar en este momento, ¿no crees, Adrianne?. Comencé a dar vueltas a cuatro patas a su alrededor, con tranquilidad y siempre al acecho. No le quitaba ojo de encima.
Creo que sería mejor empezar la conversación con la explicación que me debes, querida. - pensé, comunicándoselo. Recuerdo claramente cómo me rechazaste poco después de confesarte mi verdadera naturaleza. Me rechazaste por ser un lobo, y ¡¡míra!! ¡¿Qué tenemos aquí?! ¡Te has convertido en la razón por la que nos separamos! Eres el mismo ser que odiaste y despreciaste. ¿Qué ocurrió, Adrianne? ¿Cambiaste de opinión? ¿Te transformaste para poder matarme?...
Detuve el interrogatorio, y me paré en mi trayectoria circular, para comenzar a aproximarme a la joven loba de suave y brillante pelaje. La podía oler, y era el mismo aroma que cuando era una humana indefensa. Me mantuve a su lado mientras sentía en su interior el miedo y la ira. Y las respuestas no llegaban.
Creo que el hecho de que yo esté en Paris es lo que menos puede importar en este momento, ¿no crees, Adrianne?. Comencé a dar vueltas a cuatro patas a su alrededor, con tranquilidad y siempre al acecho. No le quitaba ojo de encima.
Creo que sería mejor empezar la conversación con la explicación que me debes, querida. - pensé, comunicándoselo. Recuerdo claramente cómo me rechazaste poco después de confesarte mi verdadera naturaleza. Me rechazaste por ser un lobo, y ¡¡míra!! ¡¿Qué tenemos aquí?! ¡Te has convertido en la razón por la que nos separamos! Eres el mismo ser que odiaste y despreciaste. ¿Qué ocurrió, Adrianne? ¿Cambiaste de opinión? ¿Te transformaste para poder matarme?...
Detuve el interrogatorio, y me paré en mi trayectoria circular, para comenzar a aproximarme a la joven loba de suave y brillante pelaje. La podía oler, y era el mismo aroma que cuando era una humana indefensa. Me mantuve a su lado mientras sentía en su interior el miedo y la ira. Y las respuestas no llegaban.
Frank Lemoine- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 08/07/2010
Localización : París
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Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Después de rechazar mi pregunta con una tosca evasiva, comenzó a dar vueltas a mi alrededor. Yo permanecía sentada, sin mover ni un pelo. Estaba expuesta a su mirada, a su pensamiento. Me escrutó de arriba abajo, por cada perfil, con una mirada llena de odio. ¿De verdad me odias tanto? pensé, pero no lo suficientemente fuerte como para que me oyera.
Entonces, mientras seguía rodeándome, comenzó a hablar. Me culpaba cruelmente por ser una loba, una de ellos, de los que yo tanto había odiado. Un mestizo, un híbrido. Un monstruo. Pero un monstruo tan bello...
Ahora las cosas han cambiado, Frank, dije sin apartar la mirada del suelo. Me espetó haberme convertido en lo que yo odiaba, y me preguntó con ironía si lo había hecho para hacerle daño a él. ¡No! Maldita sea, ¿cómo puedes pensar eso? Ahora sí levanté la mirada, y también mi cuerpo. Me situé junto a él, muy cerca. Estábamos cara a cara, dos lobos que se enfrentaban en la noche a la espera de encontrar explicaciones a tantos años de silencio. No me transformé voluntariamente. Sabes que jamás habría hecho eso. No fue mi culpa, yo... Miré hacia otro lado, en busca de la mejor respuesta. Las cosas no fueron como yo quería, y terminé convertida en un lobo. No me culpes de eso. Si tú hubieras estado en mi lugar habráis hecho lo mismo, Frank. Eras un monstruo, una bestia que destrozaba familias al menos tres veces al mes. ¿Cómo podía vivir con un ser así? ¿Qué iba a hacer cada vez que veía a una viuda llorar? ¿Callarme sabiendo que tú lo habías hecho? Perdóname por no querer compartir lecho con un asesino. Dejé de pensar en voz alta. Estaba dolida. Lo cierto es que cuando me convertí en mujer lobo, las primeras noches me acordaba siempre de él. Lo empecé a comprender demasiado tarde, cuando ya no había arreglo. Pero ahora, tanto tiempo después, ¿qué podía hacer?
Ahora sé que ser ese asesino es la cosa más maravillosa.
Entonces, mientras seguía rodeándome, comenzó a hablar. Me culpaba cruelmente por ser una loba, una de ellos, de los que yo tanto había odiado. Un mestizo, un híbrido. Un monstruo. Pero un monstruo tan bello...
Ahora las cosas han cambiado, Frank, dije sin apartar la mirada del suelo. Me espetó haberme convertido en lo que yo odiaba, y me preguntó con ironía si lo había hecho para hacerle daño a él. ¡No! Maldita sea, ¿cómo puedes pensar eso? Ahora sí levanté la mirada, y también mi cuerpo. Me situé junto a él, muy cerca. Estábamos cara a cara, dos lobos que se enfrentaban en la noche a la espera de encontrar explicaciones a tantos años de silencio. No me transformé voluntariamente. Sabes que jamás habría hecho eso. No fue mi culpa, yo... Miré hacia otro lado, en busca de la mejor respuesta. Las cosas no fueron como yo quería, y terminé convertida en un lobo. No me culpes de eso. Si tú hubieras estado en mi lugar habráis hecho lo mismo, Frank. Eras un monstruo, una bestia que destrozaba familias al menos tres veces al mes. ¿Cómo podía vivir con un ser así? ¿Qué iba a hacer cada vez que veía a una viuda llorar? ¿Callarme sabiendo que tú lo habías hecho? Perdóname por no querer compartir lecho con un asesino. Dejé de pensar en voz alta. Estaba dolida. Lo cierto es que cuando me convertí en mujer lobo, las primeras noches me acordaba siempre de él. Lo empecé a comprender demasiado tarde, cuando ya no había arreglo. Pero ahora, tanto tiempo después, ¿qué podía hacer?
Ahora sé que ser ese asesino es la cosa más maravillosa.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Me quedé mirando la luna llena, mientras ella hacía sus reproches hacia mí. Cuando terminó me levanté, y, mirándo aún la luna, le comuniqué:
No es maravilloso, Adrianne. Es una maldición. Llevas poco tiempo transformada, querida. Yo por experiencia se que esto es cada vez peor. Los fantasmas de los muertos, de las familias destrozadas; todos atacan tu cordura. E incluso he estado al borde de la muerte en unas cuantas ocasiones, cuando de pronto me atacan por las noches los vampiros. ¡Ya me conocen muchos! ¡Me salen enemigos de debajo de las piedras, como si yo les hubiera hecho algo! Y en verdad, todos somos asesinos, y todos nos lo merecemos.
Mientras terminaba de hablar, uno de los guardias, que quedó inconsciente, comenzó a levantarse torpemente del suelo. En medio segundo giré el cuello para mirarle fijamente. Me abalancé sobre él mientras Adrianne parecía no inmutarse. Le asesiné brutalmente. Tras ello, miré a Adrianne a los ojos, con la boca llena de sangre aún.
Necesito alimentarme, ¿me acompañas?
Y salí de la estación corriendo a cuatro patas, con mi pelaje gris brillando en la oscuridad.
No es maravilloso, Adrianne. Es una maldición. Llevas poco tiempo transformada, querida. Yo por experiencia se que esto es cada vez peor. Los fantasmas de los muertos, de las familias destrozadas; todos atacan tu cordura. E incluso he estado al borde de la muerte en unas cuantas ocasiones, cuando de pronto me atacan por las noches los vampiros. ¡Ya me conocen muchos! ¡Me salen enemigos de debajo de las piedras, como si yo les hubiera hecho algo! Y en verdad, todos somos asesinos, y todos nos lo merecemos.
Mientras terminaba de hablar, uno de los guardias, que quedó inconsciente, comenzó a levantarse torpemente del suelo. En medio segundo giré el cuello para mirarle fijamente. Me abalancé sobre él mientras Adrianne parecía no inmutarse. Le asesiné brutalmente. Tras ello, miré a Adrianne a los ojos, con la boca llena de sangre aún.
Necesito alimentarme, ¿me acompañas?
Y salí de la estación corriendo a cuatro patas, con mi pelaje gris brillando en la oscuridad.
Frank Lemoine- Mensajes : 99
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Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Él miró a la luna llena. Así, el lobo se iluminó como nunca. Su cara y su pelaje oscuro estaban bañados por la luz de la luna, cálida en aquella noche de verano.
Él negó mi respuesta. Me dijo que no era nada fascinante el hecho de ser un lobo, sino todo lo contrario; más bien se trataba de una maldición, o así habló él.
Apenas había terminado de relatarme el verdadero infierno que suponía para él ser un licántropo, y uno de los guardias, de los que habían intentado huir y habían caído inconscientes en el suelo, se levantaron. O al menos lo intentaron.
Frank se tiró sin pensarlo a por él, desgarrando su piel e ignorando los gritos de auxilio del humano. Ahora te jodes, pensé refiriéndome al humano. Odiaba que tomasen a un lobo por una criatura indefensa, y él lo había hecho. Se lo merecía.
Miré a Frank. No me extrañaba que renegase de ser lo que era; parte de aquella actitud se debía a mí. Yo, que lo había culpado día tras día de no ser humano, de vivir gracias a los demás, de destrozar a las personas y de no tener sentimientos, era responsable de que él se sintiera así.
De repente, mientras lo observaba devorar a aquel ser, el más claro instinto asesino, propio del lobo, explotó en mi interior. Frank me invitó a unirme a él.
Desde luego, contesté.
Corrí tras de él, saliendo fuera de aquel lugar. Por una noche, olvidaríamos nuestras diferencias. Ahora tan sólo éramos dos lobos corriendo en busca de una presa bajo la tenue luz de la luna llena.
¿Qué tal si buscamos un lugar donde haya un poquito más de carne fresca? Dicho esto, lo adelanté dirigiéndome a la zona más baja de la periferia industrial, donde algunos brujos y gitanos tenían sus carros en busca de algo de descanso.
¡Vamos, Frank! No corres nada...
Él negó mi respuesta. Me dijo que no era nada fascinante el hecho de ser un lobo, sino todo lo contrario; más bien se trataba de una maldición, o así habló él.
Apenas había terminado de relatarme el verdadero infierno que suponía para él ser un licántropo, y uno de los guardias, de los que habían intentado huir y habían caído inconscientes en el suelo, se levantaron. O al menos lo intentaron.
Frank se tiró sin pensarlo a por él, desgarrando su piel e ignorando los gritos de auxilio del humano. Ahora te jodes, pensé refiriéndome al humano. Odiaba que tomasen a un lobo por una criatura indefensa, y él lo había hecho. Se lo merecía.
Miré a Frank. No me extrañaba que renegase de ser lo que era; parte de aquella actitud se debía a mí. Yo, que lo había culpado día tras día de no ser humano, de vivir gracias a los demás, de destrozar a las personas y de no tener sentimientos, era responsable de que él se sintiera así.
De repente, mientras lo observaba devorar a aquel ser, el más claro instinto asesino, propio del lobo, explotó en mi interior. Frank me invitó a unirme a él.
Desde luego, contesté.
Corrí tras de él, saliendo fuera de aquel lugar. Por una noche, olvidaríamos nuestras diferencias. Ahora tan sólo éramos dos lobos corriendo en busca de una presa bajo la tenue luz de la luna llena.
¿Qué tal si buscamos un lugar donde haya un poquito más de carne fresca? Dicho esto, lo adelanté dirigiéndome a la zona más baja de la periferia industrial, donde algunos brujos y gitanos tenían sus carros en busca de algo de descanso.
¡Vamos, Frank! No corres nada...
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Le mostraría el caos, le mostraría las caras de pánico de la gente huyendo, ensangrentadas, confusas, con familiares mutilados en los brazos, a ver si así comprendía que esto no era maravilloso.
Ser el depredador de humanos más sangriento y cruel de la historia no tenía nada de bueno. Y menos aún el tener luego que aparentar ser normal en forma humana, mezclándote con gente que quizás sea familia de una víctima de la noche anterior. Eso era horrible.
Me tomó la delantera, dirigiéndose a una zona periférica donde los gitanos descansaban en pequeñas comunidades formadas por varios carromatos y unas caravanas alrededor de un gran fuego apagado.
Vimos un par de gitanos que patruyaban la zona, quizás para evitar a saqueadores de comunidades vecinas, o algún clan gitano rival. Adrianne, por lo que pude observar, no era nada atenta, e irrumpió de un salto en el recinto, acabándo de varios zarpazos con los gitanos. Cundió la voz de alarma, y yo ya había entrado detrás de ella cuando ocurrió lo que me temía.
Conocían las leyendas de los licántropos mucho mejor que las de los vampiros, y le dieron fuego a un círculo alrededor del recinto, con pólvora, así como a varios fuegos por el suelo, y con ellos encenderían antorchas para defenderse de nosotros.
Adrianne, ¡estúpida! ¡Son más peligrosos de lo que piensas, no les subestimes!
Salté hacia ella, pasándole por encima y matando a un gitano que estaba ya a sus espaldas. Después de esto volqué varias caravanas con mis brazos, y destruí unos carromatos. Adrianne luchaba cerca de mí, derrotando con gran habilidad lo que se le acercara. El fuego se extendía y el humo nos impedía a todos luchar con claridad, pero cada vez eran más y más los gitanos muertos y desmembrados que cubrían el suelo de la periferia.
Ser el depredador de humanos más sangriento y cruel de la historia no tenía nada de bueno. Y menos aún el tener luego que aparentar ser normal en forma humana, mezclándote con gente que quizás sea familia de una víctima de la noche anterior. Eso era horrible.
Me tomó la delantera, dirigiéndose a una zona periférica donde los gitanos descansaban en pequeñas comunidades formadas por varios carromatos y unas caravanas alrededor de un gran fuego apagado.
Vimos un par de gitanos que patruyaban la zona, quizás para evitar a saqueadores de comunidades vecinas, o algún clan gitano rival. Adrianne, por lo que pude observar, no era nada atenta, e irrumpió de un salto en el recinto, acabándo de varios zarpazos con los gitanos. Cundió la voz de alarma, y yo ya había entrado detrás de ella cuando ocurrió lo que me temía.
Conocían las leyendas de los licántropos mucho mejor que las de los vampiros, y le dieron fuego a un círculo alrededor del recinto, con pólvora, así como a varios fuegos por el suelo, y con ellos encenderían antorchas para defenderse de nosotros.
Adrianne, ¡estúpida! ¡Son más peligrosos de lo que piensas, no les subestimes!
Salté hacia ella, pasándole por encima y matando a un gitano que estaba ya a sus espaldas. Después de esto volqué varias caravanas con mis brazos, y destruí unos carromatos. Adrianne luchaba cerca de mí, derrotando con gran habilidad lo que se le acercara. El fuego se extendía y el humo nos impedía a todos luchar con claridad, pero cada vez eran más y más los gitanos muertos y desmembrados que cubrían el suelo de la periferia.
Frank Lemoine- Mensajes : 99
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Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Era difícil calcular el nivel de adrenalina que en ese momento podía correr por mis venas. En cuanto nos acercamos un poco más al lugar de descanso de los gitanos, me abalancé sobre uno de los dos guardias que había allí. Sabía que carecía de estrategia alguna, pero necesitaba liberar todo lo que llevaba dentro. Esa noche había sido muy deseada por mí, había estado esperando aquella regordeta luna blanca durante mucho tiempo, quizás demasiado, y ahora estaba pagando las consecuencias. El otro guardia, mientras yo desmemebraba a su compañero, hizo lo que le habían enseñado a hacer. Después de mirarnos apavorido durante unos segundos, salió corriendo dando la voz de alarma. Gritó sobre mi existencia y la de mi compañero, y todos los demás salieron enseguida con antorchas en busca del problema del que les había hablado el que estaba haciendo guardia. En seguida el fuego recubrió una zona circular alrededor de nosotros. Me enfurecí, pero aún más me enfurecí cuando Frank me espetó por mi estupidez.
Malditos bastardos, pensé.
Un hombre se abalanzó sobre mí cuchillo en mano, pero mi compañero saltó sobre él justo a tiempo. Te debo una. Las mujeres se acercaban a mí con cualquier tipo de instrumentos que encontraban a su paso. Fue fácil derrotarlas, pero me estaba cansando; mi rsistencia tenía un límite, y más cuando había grandes cantidades de humo que me impedían respirar correctamente. Miré a Frank, él también estaba inhalando demasiado humo. Sabía que había sido mi culpa, así que decidí que había que acabar con aquello.
Vámonos de aquí, coge a alguno que esté agonizante y salgamos de aquí. Dicho esto, emprendí la caza de nuevo, dentro que aquel mortífero círculo de humo. Sin embargo, no fue tan fácil como decirlo. Cada vez había más gente, a pesar de que los muertos iban en aumento. De las tiendas salían incluso niños, desprotegidos y con cara de terror, en busca de sus madres, que yacían muertas sobre el terreno. Conseguí saltar el círculo de fuego, quemándome el pelo del vientre. Rodé por la tierra para apagarlo, y cuando lo conseguí, sentí un dolor punzante que abrasaba cada poro de mi piel. Finalmente, tomé a una presa, de no más de 15 tiernos años; una niña con rizos negros y de piel muy oscura. La agarré por el cuello, quitándole la vida en un mero mordisco, clavando mis dientes hasta el fondo de su piel, ahora destrozada. Sentía sus venas rotas que ya no palpitaban. Un aduo gordo y con bigote se me tiró mientras yo me intentaba llevar a la presa. Clavó una fina navaja en una de mis patas traseras, justo en el tendón que une el talón con la rótula de mi pata. Aullé de dolor, soltando a la presa, pero me volví hacia él, que había soltado la navaja dejándola clavada en mi piel, y le arañé la cara con fuerza. Retomé a mi presa, ya completamente un cadáver, y salí corriendo de aquel lugar, volviendo a la parte trasera de la estación de ferrocarriles, adonde, gracias a mi rapidez -aunque minada debido a la nabvaja que entorpecía mi paso-, pude escapar de aquella panda de locos que habían sabido defenderse. Antes de llegar, busqué a Frank con la mirada, quien se zafaba con éxito de una buena paliza.
Cuando llegó junto a mí, y corrimos lejos de ellos, supe que estaba enfadado conmigo. Quizá mi temeridad no le había agradado nada. Dejé la presa en el suelo y lo miré con las orejas gachas. ¿Estás herido?
Malditos bastardos, pensé.
Un hombre se abalanzó sobre mí cuchillo en mano, pero mi compañero saltó sobre él justo a tiempo. Te debo una. Las mujeres se acercaban a mí con cualquier tipo de instrumentos que encontraban a su paso. Fue fácil derrotarlas, pero me estaba cansando; mi rsistencia tenía un límite, y más cuando había grandes cantidades de humo que me impedían respirar correctamente. Miré a Frank, él también estaba inhalando demasiado humo. Sabía que había sido mi culpa, así que decidí que había que acabar con aquello.
Vámonos de aquí, coge a alguno que esté agonizante y salgamos de aquí. Dicho esto, emprendí la caza de nuevo, dentro que aquel mortífero círculo de humo. Sin embargo, no fue tan fácil como decirlo. Cada vez había más gente, a pesar de que los muertos iban en aumento. De las tiendas salían incluso niños, desprotegidos y con cara de terror, en busca de sus madres, que yacían muertas sobre el terreno. Conseguí saltar el círculo de fuego, quemándome el pelo del vientre. Rodé por la tierra para apagarlo, y cuando lo conseguí, sentí un dolor punzante que abrasaba cada poro de mi piel. Finalmente, tomé a una presa, de no más de 15 tiernos años; una niña con rizos negros y de piel muy oscura. La agarré por el cuello, quitándole la vida en un mero mordisco, clavando mis dientes hasta el fondo de su piel, ahora destrozada. Sentía sus venas rotas que ya no palpitaban. Un aduo gordo y con bigote se me tiró mientras yo me intentaba llevar a la presa. Clavó una fina navaja en una de mis patas traseras, justo en el tendón que une el talón con la rótula de mi pata. Aullé de dolor, soltando a la presa, pero me volví hacia él, que había soltado la navaja dejándola clavada en mi piel, y le arañé la cara con fuerza. Retomé a mi presa, ya completamente un cadáver, y salí corriendo de aquel lugar, volviendo a la parte trasera de la estación de ferrocarriles, adonde, gracias a mi rapidez -aunque minada debido a la nabvaja que entorpecía mi paso-, pude escapar de aquella panda de locos que habían sabido defenderse. Antes de llegar, busqué a Frank con la mirada, quien se zafaba con éxito de una buena paliza.
Cuando llegó junto a mí, y corrimos lejos de ellos, supe que estaba enfadado conmigo. Quizá mi temeridad no le había agradado nada. Dejé la presa en el suelo y lo miré con las orejas gachas. ¿Estás herido?
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Nos alejamos de la masacre corriendo a gran velocidad, dejando atrás el vecindario gitano siendo pasto de las llamas. La luna llena nos miraba fíjamente, ni una nube manchaba el cielo en esta noche de verano. Adrianne llevaba una niña muerta en la boca, yo no había cazado nada más, ya me había alimentado suficiente esta noche.
Una vez llegamos a la estación de ferrocarriles, Adrianne se acurrucó en el primer sitio que encontró y comenzó a comerse su cena. Yo no soportaba mirar la escena, y me limité a mirar para otro lado mientras escuchaba los tendones romperse y ser masticados. La loba me preguntó si estaba herido, lo cuál negé con la cabeza. Después de tantos años luchando todas las noches de luna llena, unos simples gitanos no serían capaces de herirme.
Adrianne...no veo qué le encuentras a esto de maravilloso. No se como puedes disfrutar masacrando a esa niña, que ayer estaba jugando con sus muñecas de cartón y trapo. No puedo comprenderte. Ya te darás cuenta dentro de unos años.
Comencé a andar en dirección a unos bosques de la lejanía. Quedaban apenas unas horas de noche, y tenía ganas de que acabaran. Te recomiendo alejarte de aquí para volver al estado humano. Puedes quedar inconsciente y desnuda unas cuantas horas. Yo tengo escondidas unas prendas en una cueva de aquel bosque. Sería una mala idea ir a mi casa de París tanto transformado en lobo, como desnudo. Es sospechoso. ¿Contaste con esto antes de venir a París? ¿Qué harás? Si necesitas algo de ropa, ven antes de que sea demasiado tarde conmigo.
Y comencé a alejarme con paso lento pero firme hacia aquél bosque.
Una vez llegamos a la estación de ferrocarriles, Adrianne se acurrucó en el primer sitio que encontró y comenzó a comerse su cena. Yo no soportaba mirar la escena, y me limité a mirar para otro lado mientras escuchaba los tendones romperse y ser masticados. La loba me preguntó si estaba herido, lo cuál negé con la cabeza. Después de tantos años luchando todas las noches de luna llena, unos simples gitanos no serían capaces de herirme.
Adrianne...no veo qué le encuentras a esto de maravilloso. No se como puedes disfrutar masacrando a esa niña, que ayer estaba jugando con sus muñecas de cartón y trapo. No puedo comprenderte. Ya te darás cuenta dentro de unos años.
Comencé a andar en dirección a unos bosques de la lejanía. Quedaban apenas unas horas de noche, y tenía ganas de que acabaran. Te recomiendo alejarte de aquí para volver al estado humano. Puedes quedar inconsciente y desnuda unas cuantas horas. Yo tengo escondidas unas prendas en una cueva de aquel bosque. Sería una mala idea ir a mi casa de París tanto transformado en lobo, como desnudo. Es sospechoso. ¿Contaste con esto antes de venir a París? ¿Qué harás? Si necesitas algo de ropa, ven antes de que sea demasiado tarde conmigo.
Y comencé a alejarme con paso lento pero firme hacia aquél bosque.
Frank Lemoine- Mensajes : 99
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Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Frank no estaba herido. Por lo menos, mi temeridad no había hecho daño físico. Él me observaba con desprecio mientras yo terminaba mi cena. Apenas quedaban unas horas, y quería disfrutarlas al máximo. Sus palabras no me hicieron sentirme mal, pero sí me dijeron mucho acerca de él. Era un humano frustrado. Un medio lobo que no pertenecía a ninguno de los dos mundos. Un híbrido cabreado de serlo, y sin duda, harto de su condición.
El mundo es cruel, Frank. No tengo por qué apiadarme de nadie. Es ley de vida. Ella ayer seguramente comió conejo, que seguramente antes de que ella lo atrapara estaba comiendo hierba tranquilamente en el campo, y yo ahora me la como a ella. Es la cadena alimenticia, sólo que nuestro eslabón no lo enseñan en las escuelas.
No pareció contentarse con mi respuesta, así que cambió de tema. Me acució para que fuésemos a unas cuevas, donde él tenía ropa. Era cierto, había olvidado traer ropa. La emoción con la que había recibido aquella luna llena me había impedido pensar siquiera en las consecuencias más cercanas. Sin embargo, me empezaban a disgustar sus aires de superioridad.
Desde luego soy un licántropo mucho mas joven que tú, pero no es mi primera luna llena. Sin embargo, puede que esta noche no haya contado con ese detalle... Pero eso no te da derecho a nada, pensé para mis adentros.
Ciertamente no sabía si estaba tratándome así por aquella noche, o por todo el tiempo que ya quedaba atrás y en el que lo había herido profundamente. Suspiré, mirando a la luna llena. Cuántas penas me había dado aquella esfera blanquecina, y cuántas alegrías, también. Antes de levantarme, me quité aquella navaja de mi pata con la boca, y me lamí la herida unos segundos.
Seguí a Frank, que se había adelantado bastante, aunque su caminar era lento. Sabía que ahora vendría la parte más dolorosa, y con eso no sólo me refería a la transformación, sino a ver a aquel lobo convertido en humano. Un humano que yo había amado durante mucho tiempo, y al que había rechazado sin más explicación que su propia naturaleza.
Nos dirigimos hacia unas cuevas, dejando atrás la estación, y con ella, al cadáver mordisqueado y ensangrentado de aquella niña, a la cual le faltaba más de un trozo de carne que ahora vagaba por mi estómago.
Espero que tengas ropa de mujer, le dije con aire despreocupado.
El mundo es cruel, Frank. No tengo por qué apiadarme de nadie. Es ley de vida. Ella ayer seguramente comió conejo, que seguramente antes de que ella lo atrapara estaba comiendo hierba tranquilamente en el campo, y yo ahora me la como a ella. Es la cadena alimenticia, sólo que nuestro eslabón no lo enseñan en las escuelas.
No pareció contentarse con mi respuesta, así que cambió de tema. Me acució para que fuésemos a unas cuevas, donde él tenía ropa. Era cierto, había olvidado traer ropa. La emoción con la que había recibido aquella luna llena me había impedido pensar siquiera en las consecuencias más cercanas. Sin embargo, me empezaban a disgustar sus aires de superioridad.
Desde luego soy un licántropo mucho mas joven que tú, pero no es mi primera luna llena. Sin embargo, puede que esta noche no haya contado con ese detalle... Pero eso no te da derecho a nada, pensé para mis adentros.
Ciertamente no sabía si estaba tratándome así por aquella noche, o por todo el tiempo que ya quedaba atrás y en el que lo había herido profundamente. Suspiré, mirando a la luna llena. Cuántas penas me había dado aquella esfera blanquecina, y cuántas alegrías, también. Antes de levantarme, me quité aquella navaja de mi pata con la boca, y me lamí la herida unos segundos.
Seguí a Frank, que se había adelantado bastante, aunque su caminar era lento. Sabía que ahora vendría la parte más dolorosa, y con eso no sólo me refería a la transformación, sino a ver a aquel lobo convertido en humano. Un humano que yo había amado durante mucho tiempo, y al que había rechazado sin más explicación que su propia naturaleza.
Nos dirigimos hacia unas cuevas, dejando atrás la estación, y con ella, al cadáver mordisqueado y ensangrentado de aquella niña, a la cual le faltaba más de un trozo de carne que ahora vagaba por mi estómago.
Espero que tengas ropa de mujer, le dije con aire despreocupado.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Suspiré ante la última pregunta de la chica. No se por qué intentaba protegerla como antaño. Esta sería la última vez. La próxima noche debería prepararse ropa y organizarse ella misma. París es peligroso para los licántropos, y si no fuera por mí, no sé que sería por la mañana de la joven Adrianne. Las personas que encuentran desnudas por estas tierras viven apenas unos días más, esto está repleto de demonios chupasangre que no tardan en eliminarte al menor indicio que les des.
La noche estaba muriendo, y el aire comenzaba a ser templado y suave. Éste acariciaba mi pelaje gris mientras me dirigía a trote normal hacia el bosque. Adrianne hablaba y hablaba detrás de mí. Algunas veces ni siquiera la escuchaba. Estaba muy cansado.
Pronto llegamos a la zona de la cueva donde guardaba mis pertenencias. El acceso a ésta era imposible para un licántropo, debido a nuestro gran tamaño. La entrada era un pequeño agujero por el que cabría únicamente un humano. Había pensado esto así para evitar destruir mis cosas alguna noche de locura. Esta noche había sido diferente, había tenido control casi absoluto sobre mí. Otras noches era puro instinto y ni siquiera podía pensar. Señalé con el hocico el agujero.
- Ahí. Queda un rato para el amanecer. Ponte lo primero que pilles y serás libre. Yo vendré en una hora a vestirme y partiré a París. ¿De acuerdo?
La noche estaba muriendo, y el aire comenzaba a ser templado y suave. Éste acariciaba mi pelaje gris mientras me dirigía a trote normal hacia el bosque. Adrianne hablaba y hablaba detrás de mí. Algunas veces ni siquiera la escuchaba. Estaba muy cansado.
Pronto llegamos a la zona de la cueva donde guardaba mis pertenencias. El acceso a ésta era imposible para un licántropo, debido a nuestro gran tamaño. La entrada era un pequeño agujero por el que cabría únicamente un humano. Había pensado esto así para evitar destruir mis cosas alguna noche de locura. Esta noche había sido diferente, había tenido control casi absoluto sobre mí. Otras noches era puro instinto y ni siquiera podía pensar. Señalé con el hocico el agujero.
- Ahí. Queda un rato para el amanecer. Ponte lo primero que pilles y serás libre. Yo vendré en una hora a vestirme y partiré a París. ¿De acuerdo?
Frank Lemoine- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 08/07/2010
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Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
No entendía muy bien a Frank. Ahora que nos habíamos reencontrado quería mandarme a tomar el fresco. Muy bien, al parecer le había calado y hondo; desde luego nunca iba a perdonarme aquellos días de sufrimiento que le hice pasar, y sobre todo, mi rechazo.
¿Te vas? le pregunté mentalmente. En realidad, quizá sería mejor así; que se fuera sin que lo viera transformado en humano. Quizá recordaría demasiadas cosas que ya me había encargado de dejar bien enterradas.
Muy bien, espero volver a verte en algún lugar Aunque sólo sea para sentir tu desprecio y lejanía, pensé. Al menos, Frank, me apresuré a añadir mientras él se daba la vuelta, dispuesto a marcharse, dime dónde estás, qué haces para ganarte la vida. Temí que siguiera caminando sin ni siquiera responder a mi pregunta, dándome la espalda como yo se la dí hacía tiempo. Podríamos ser amigos, aunque sería difícil. Parecía como si ambos necesitásemos un poco de tiempo para volver a vernos. Había sido un golpe raro. De todos los licántropos que hay en París, aquella noche tuve que encontrarme justo con él.
Ya casi se podía oler la escarcha sobre la vegetación, lo cual decía que quedaba cada vez menos para el amanecer, y con él, mi vuelta al mundo humano.
¿Te vas? le pregunté mentalmente. En realidad, quizá sería mejor así; que se fuera sin que lo viera transformado en humano. Quizá recordaría demasiadas cosas que ya me había encargado de dejar bien enterradas.
Muy bien, espero volver a verte en algún lugar Aunque sólo sea para sentir tu desprecio y lejanía, pensé. Al menos, Frank, me apresuré a añadir mientras él se daba la vuelta, dispuesto a marcharse, dime dónde estás, qué haces para ganarte la vida. Temí que siguiera caminando sin ni siquiera responder a mi pregunta, dándome la espalda como yo se la dí hacía tiempo. Podríamos ser amigos, aunque sería difícil. Parecía como si ambos necesitásemos un poco de tiempo para volver a vernos. Había sido un golpe raro. De todos los licántropos que hay en París, aquella noche tuve que encontrarme justo con él.
Ya casi se podía oler la escarcha sobre la vegetación, lo cual decía que quedaba cada vez menos para el amanecer, y con él, mi vuelta al mundo humano.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Volví la cabeza hacia Adrianne, deteniéndome a unos metros de ella.
- Si, me voy. No me gusta destransformarme delante de otros, no es agradable. Y menos aún quedarme después desnudo delante de ti, señorita. - reí.
Fijé la vista en las lejanías y comencé a alejarme de la cueva poco a poco. Mientras caminaba aún a cuatro patas le susurré mentalmente:
- Herrería "El Yunque parisino", cerca del centro de la ciudad. Ahí me podrás encontrar.
Antes de que el sol comenzara a salir y yo me hubiera ocultado del todo, no pude evitar girarme un poco hacia ella, para verla, con su forma lobuna, sentada sobre sus patas traseras en la boca de la cueva.
- Quizás podamos comenzar una nueva amistad ahora, compañera de caza. Ninguno de los dos somos humanos ya.
Y salté a una roca inferior de la montaña a la vez que el sol salía sobre nuestras cabezas.
- Si, me voy. No me gusta destransformarme delante de otros, no es agradable. Y menos aún quedarme después desnudo delante de ti, señorita. - reí.
Fijé la vista en las lejanías y comencé a alejarme de la cueva poco a poco. Mientras caminaba aún a cuatro patas le susurré mentalmente:
- Herrería "El Yunque parisino", cerca del centro de la ciudad. Ahí me podrás encontrar.
Antes de que el sol comenzara a salir y yo me hubiera ocultado del todo, no pude evitar girarme un poco hacia ella, para verla, con su forma lobuna, sentada sobre sus patas traseras en la boca de la cueva.
- Quizás podamos comenzar una nueva amistad ahora, compañera de caza. Ninguno de los dos somos humanos ya.
Y salté a una roca inferior de la montaña a la vez que el sol salía sobre nuestras cabezas.
Frank Lemoine- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 08/07/2010
Localización : París
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Re: Noche de caza (Frank Lemoine) [Terminado]
Bien, la aventura nocturna había terminado. Yo no era quién para detenerlo, y además, estaba claro que la transformación se iba a producir ya.
Sonreí ante sus palabras.
No sería la primera vez, cielo, le sonreí.
Me dí la vuelta y me acerqué a aquella cueva. Salté arriba y me percaté de que no podría entrar en forma lobuna, puesto que el agujero de entrada era demasiado pequeño para un lobo de mis dimensiones. De acuerdo, esperaré. Miré a Frank, esperando a que se marchase.
El yunque parisino. Oh, herrero... Jamás pensé que se dedicase a eso, pero al menos le había servido para mudarse a París. En realidad no sabía si iría a verlo alguna vez, quizá a él no le agradase tanto. Estaba claro que lo nuestro había terminado, y ninguno de los dos querría volver a empezar una relación tan tortuosa como lo fue la nuestra, al menos los últimos días, quizás semanas. Pero quién sabe lo que el futuro nos podría deparar. Por lo pronto, eramos conciudadanos. Sus palabras me vinieron como anillo al dedo. Amigos... No sonaba mal.
Bonnuit, monsieur, le dije mentalmente. O más bien... bonjour.
Acurrucada sobre mi improvisado lecho de piedras, aguardé a que la noche llegase a su fin, y con ella, mi naturaleza humana saliera del cascarón en el que se encontraba, oculta a la espera de que la luna llena le diese paso para volver a su rutina.
Me cercioré de que el colgante rodeaba mi cuello peludo. Aunque me apretaba, haría su función.
El sol comenzó a salir por entre las nubes, acompañando a las primeras gotas de rocío que adornaban la vegetación. Era el fin de una noche agitada, de reencuentros y buena caza. Y, por el contrario, el comienzo a un día del que nada podía saber aún.
Sonreí ante sus palabras.
No sería la primera vez, cielo, le sonreí.
Me dí la vuelta y me acerqué a aquella cueva. Salté arriba y me percaté de que no podría entrar en forma lobuna, puesto que el agujero de entrada era demasiado pequeño para un lobo de mis dimensiones. De acuerdo, esperaré. Miré a Frank, esperando a que se marchase.
El yunque parisino. Oh, herrero... Jamás pensé que se dedicase a eso, pero al menos le había servido para mudarse a París. En realidad no sabía si iría a verlo alguna vez, quizá a él no le agradase tanto. Estaba claro que lo nuestro había terminado, y ninguno de los dos querría volver a empezar una relación tan tortuosa como lo fue la nuestra, al menos los últimos días, quizás semanas. Pero quién sabe lo que el futuro nos podría deparar. Por lo pronto, eramos conciudadanos. Sus palabras me vinieron como anillo al dedo. Amigos... No sonaba mal.
Bonnuit, monsieur, le dije mentalmente. O más bien... bonjour.
Acurrucada sobre mi improvisado lecho de piedras, aguardé a que la noche llegase a su fin, y con ella, mi naturaleza humana saliera del cascarón en el que se encontraba, oculta a la espera de que la luna llena le diese paso para volver a su rutina.
Me cercioré de que el colgante rodeaba mi cuello peludo. Aunque me apretaba, haría su función.
El sol comenzó a salir por entre las nubes, acompañando a las primeras gotas de rocío que adornaban la vegetación. Era el fin de una noche agitada, de reencuentros y buena caza. Y, por el contrario, el comienzo a un día del que nada podía saber aún.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
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