AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dando caza (Libre) [TERMINADO]
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Dando caza (Libre) [TERMINADO]
La luna se alzaba ya por el horizonte. El viento empezaba a soplar por entre las ramas de los árboles. El búho cantaba su siniestra melodía. Las huellas aún eran frescas.
Agarré con fuerza mi arma y espoleé el caballo para que fuera más deprisa. En aquel momento deseé tener el fino olfato de aquellas bestias para poder saber exáctamente donde se había ocultado el monstruo. Y como una respuesta divina, el monstruo vino a mí.
Me arrojó del caballo y éste se encabritó para acto seguido huir despavorido, al galope.
Pero yo no podía estar atento a esos detalles. Trataba de quitarme la bestia que se abalanzaba sobre mi cuello. Le propiné una patada en pleno pecho pero apenas pude alejarlo de mí unos metros. El vampiro jadeaba, yo jadeaba también. La diferencia es que yo estaba cansado y él no.
Alcé mi estaca como si fuera un crucifijo y sin pensarlo más de dos minutos volví a la carga.
Después de unos minutos angustiosos para mí, en donde volví a disputarme entre la vida y la muerte una vez más, conseguí que aquel trozo de madera penetrase en el podrido corazón de la bestia.
Me incliné en un árbol. Vivo para contarlo de nuevo. Gracias a Dios. Sin embargo, mi pequeña rencilla me había costado un corte en el brazo derecho. El caballo que había huído llevaba consigo las alforjas donde guardaba vendas y algo de alcohol. Maldije mi mala suerte.
No sin esfuerzo, conseguí llegar al río y me lavé la herida lo mejor que pude. De paso también bebí algo de agua, pues estaba sediento. Una vez que hube limpiado la herida pude ver que no era tan grave, pero que me dejaría el brazo inutilizado al menos por una semana. Sin embargo, gracias al completo entrenamiento que había tenido en el Vaticano, también podía utilizar el brazo izquierdo con gran habilidad.
Agarré con fuerza mi arma y espoleé el caballo para que fuera más deprisa. En aquel momento deseé tener el fino olfato de aquellas bestias para poder saber exáctamente donde se había ocultado el monstruo. Y como una respuesta divina, el monstruo vino a mí.
Me arrojó del caballo y éste se encabritó para acto seguido huir despavorido, al galope.
Pero yo no podía estar atento a esos detalles. Trataba de quitarme la bestia que se abalanzaba sobre mi cuello. Le propiné una patada en pleno pecho pero apenas pude alejarlo de mí unos metros. El vampiro jadeaba, yo jadeaba también. La diferencia es que yo estaba cansado y él no.
Alcé mi estaca como si fuera un crucifijo y sin pensarlo más de dos minutos volví a la carga.
Después de unos minutos angustiosos para mí, en donde volví a disputarme entre la vida y la muerte una vez más, conseguí que aquel trozo de madera penetrase en el podrido corazón de la bestia.
Me incliné en un árbol. Vivo para contarlo de nuevo. Gracias a Dios. Sin embargo, mi pequeña rencilla me había costado un corte en el brazo derecho. El caballo que había huído llevaba consigo las alforjas donde guardaba vendas y algo de alcohol. Maldije mi mala suerte.
No sin esfuerzo, conseguí llegar al río y me lavé la herida lo mejor que pude. De paso también bebí algo de agua, pues estaba sediento. Una vez que hube limpiado la herida pude ver que no era tan grave, pero que me dejaría el brazo inutilizado al menos por una semana. Sin embargo, gracias al completo entrenamiento que había tenido en el Vaticano, también podía utilizar el brazo izquierdo con gran habilidad.
Última edición por Andrew Lawrence el Mar Ago 31, 2010 2:20 pm, editado 1 vez
Andrew Lawrence- Inquisidor Clase Media
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Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Gracias a Dios, la luna esa noche no era llena.
El sol se había puesto hacía bastante rato, y la noche comenzaba a penetrar silenciosamente en los bosques de París. Con suma cautela, había salido de la Perfumería de Bernard siguiendo un olor conocido por instinto. No podía evitarlo, era embriagador, único, y sin embargo, lo conocía como si fuese mi pan de cada día. Odiaba ese olor como nada en el mundo. Cada vez que respiraba, podía sentir como ese asqueroso olor frío y dulzón ocupaba mis fosas nasales hasta el fondo, como si quisiese pronunciar una llamada a la que inevitablemente yo tenía que acudir.
Sí. Acudiría.
Cuando dejé atrás las calles y me adentré en los bosques, pude verle al fin. El vampiro corría con agileza y se movía por entre los árboles en busca de su presa. Estaba claro que no me buscaba a mí, aunque eso no quería decir que no fuese consciente de mi presencia. Desde luego, yo no quería luchar con él: en mi más frágil forma humana, no tenía ninguna posibilidad contra una bestia de esa calaña. Sin embargo, no podía evitar seguirlo. Al menos, él me ignoraba. Debía haber algun humano cerca de allí; alguien que pudiera proporcionarle una buena cena. Cuando avancé un poco más, escondiéndome pese a saber que era inútil, ví como el vampiro se quedaba quieto, esperando. Se escuchaba con perfecta nitidez el galope de un caballo a cuyos lomos pude vislumbrar una figura humana, claramente masculina.
Quise acercarme un poco más; aunque sabía que no evitaría que el vampiro acabase con ese pobre hombre, y seguramente también con su caballo, tenía que intentar asustar a esa bestia.
El vampiro, elegante y mortífero, avanzó hasta su presa y se abalanzó sobre ella. Lo hizo caer al suelo, lo que provocó que el caballo huyera.
Corrí a su encuentro e intenté tranquilizarlo, y aunque parecía que un perro disfrazado de humana no le hacía mucha gracia, detuvo su huida. Cuando me di cuenta, vampiro y humano se encontraban enzarzados en una lucha de vida o muerte. Me lamenté por la vida de aquel hombre, y pensé que era mejor dejarlo así, y huir a lomos de aquel caballo, antes de que el vampiro continuase su caza conmigo. Ya volvería a encontrarle cuando fuese luna llena.
Sin embargo, algo hizo que diese la vuelta y no huyera: el vampiro había muerto. Incrédula, me acerqué un poco más hasta la zona con las riendas del caballo en una mano, tirando de él. No podía creerlo: el vampiro estaba tendido, muerto, con una estaca clavada en el pecho, la cual estaba sostenida por la mano de aquella figura humana.
Sonreí.
-Un humano atrevido, sí señor. ¿Estáis bien? ]-dije llegando junto a él.- Creo que esto es vuestro -señalé al caballo.
El sol se había puesto hacía bastante rato, y la noche comenzaba a penetrar silenciosamente en los bosques de París. Con suma cautela, había salido de la Perfumería de Bernard siguiendo un olor conocido por instinto. No podía evitarlo, era embriagador, único, y sin embargo, lo conocía como si fuese mi pan de cada día. Odiaba ese olor como nada en el mundo. Cada vez que respiraba, podía sentir como ese asqueroso olor frío y dulzón ocupaba mis fosas nasales hasta el fondo, como si quisiese pronunciar una llamada a la que inevitablemente yo tenía que acudir.
Sí. Acudiría.
Cuando dejé atrás las calles y me adentré en los bosques, pude verle al fin. El vampiro corría con agileza y se movía por entre los árboles en busca de su presa. Estaba claro que no me buscaba a mí, aunque eso no quería decir que no fuese consciente de mi presencia. Desde luego, yo no quería luchar con él: en mi más frágil forma humana, no tenía ninguna posibilidad contra una bestia de esa calaña. Sin embargo, no podía evitar seguirlo. Al menos, él me ignoraba. Debía haber algun humano cerca de allí; alguien que pudiera proporcionarle una buena cena. Cuando avancé un poco más, escondiéndome pese a saber que era inútil, ví como el vampiro se quedaba quieto, esperando. Se escuchaba con perfecta nitidez el galope de un caballo a cuyos lomos pude vislumbrar una figura humana, claramente masculina.
Quise acercarme un poco más; aunque sabía que no evitaría que el vampiro acabase con ese pobre hombre, y seguramente también con su caballo, tenía que intentar asustar a esa bestia.
El vampiro, elegante y mortífero, avanzó hasta su presa y se abalanzó sobre ella. Lo hizo caer al suelo, lo que provocó que el caballo huyera.
Corrí a su encuentro e intenté tranquilizarlo, y aunque parecía que un perro disfrazado de humana no le hacía mucha gracia, detuvo su huida. Cuando me di cuenta, vampiro y humano se encontraban enzarzados en una lucha de vida o muerte. Me lamenté por la vida de aquel hombre, y pensé que era mejor dejarlo así, y huir a lomos de aquel caballo, antes de que el vampiro continuase su caza conmigo. Ya volvería a encontrarle cuando fuese luna llena.
Sin embargo, algo hizo que diese la vuelta y no huyera: el vampiro había muerto. Incrédula, me acerqué un poco más hasta la zona con las riendas del caballo en una mano, tirando de él. No podía creerlo: el vampiro estaba tendido, muerto, con una estaca clavada en el pecho, la cual estaba sostenida por la mano de aquella figura humana.
Sonreí.
-Un humano atrevido, sí señor. ¿Estáis bien? ]-dije llegando junto a él.- Creo que esto es vuestro -señalé al caballo.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Aun cuando la batalla había terminado, con la victoria a mi favor, mis sentidos seguían en alerta. Es por ello que no pude evitar volverme bruscamente, con la estaca todavía en mano, cuando percibí una presencia tras de mí.
Se trataba de una mujer, no era un vampiro. Eso lo sabía, pues no desprendía esa aura mística y sobrenatural que sólo tienen los demonios con colmillos. Pero no por ello bajé la guardia. ¿Qué hacía esa mujer a estas horas en el bosque parisino? Además, se la notaba de lo más tranquila.
La observé ceñudo. No confiaba en ella a pesar de que se mostró muy afable.
-No se preocupe por mí, madmoiselle. Sobreviviré.-Dije, malhumorado y con una nota de sarcasmo. Me acerqué al caballo que, por lo que pude deducir, había encontrado la jóven vagando por el bosque.
"Mala bestia...¿Así de fiel eres a tu amo?" pensé disgustado.
Rocié mi herida con el acohol e hice una mueca de dolor al notar el escozor de su contacto sobre mi arañazo. Después me vendé el brazo con el paño blanco. La herida ya había dejado de sangrar, por suerte.
No me había olvidado de la presencia de la jóven y, por seguridad, escondí un arma disimuladamente entre mis ropas mientras guardaba todos los utensilios de enfermería. ¿Qué sería aquella mujer? ¿Era una simple mortal o algo más? Ya no sabía qué pensar, después de todo lo que había visto a lo largo de los años, había aprendido a no fiarme ni de mi propia sombra y sabía que no todo es lo que parece.
-¿Qué hace usted aquí?-Pregunté de forma abrupta. Ella no me gustaba y quería que lo supiera.
Se trataba de una mujer, no era un vampiro. Eso lo sabía, pues no desprendía esa aura mística y sobrenatural que sólo tienen los demonios con colmillos. Pero no por ello bajé la guardia. ¿Qué hacía esa mujer a estas horas en el bosque parisino? Además, se la notaba de lo más tranquila.
La observé ceñudo. No confiaba en ella a pesar de que se mostró muy afable.
-No se preocupe por mí, madmoiselle. Sobreviviré.-Dije, malhumorado y con una nota de sarcasmo. Me acerqué al caballo que, por lo que pude deducir, había encontrado la jóven vagando por el bosque.
"Mala bestia...¿Así de fiel eres a tu amo?" pensé disgustado.
Rocié mi herida con el acohol e hice una mueca de dolor al notar el escozor de su contacto sobre mi arañazo. Después me vendé el brazo con el paño blanco. La herida ya había dejado de sangrar, por suerte.
No me había olvidado de la presencia de la jóven y, por seguridad, escondí un arma disimuladamente entre mis ropas mientras guardaba todos los utensilios de enfermería. ¿Qué sería aquella mujer? ¿Era una simple mortal o algo más? Ya no sabía qué pensar, después de todo lo que había visto a lo largo de los años, había aprendido a no fiarme ni de mi propia sombra y sabía que no todo es lo que parece.
-¿Qué hace usted aquí?-Pregunté de forma abrupta. Ella no me gustaba y quería que lo supiera.
Andrew Lawrence- Inquisidor Clase Media
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Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Ajena a sus modales fríos y distantes, me acerqué más a él para devolverle al caballo.
-No os queda nada bien ese ceño fruncido -dije con una sonrisa.
Ví como intentaba desinfectar su herida. Le duraría un par de semanas, esas bestias vampíricas saben hacer daño. Me fijé en él. Su aspecto era extraño. Vestía completamente de negro, a excepción de algo en su cuello que...
-Oh, un siervo del señor. -Qué recuerdos.- No sabía que ahora los curas se dedicasen a cazar vampiros. Creía que con la fe y un buen bolsillo bastaba para entrar en una orden, pero por lo que veo ahora necesitáis cualidades físicas y saber manejar un trozo de madera. Quién lo diría. Ya nadie ayuda a los odiados por Dios, sino que preferís matar a aquellos que un día fueron como vosotros. Es cruel e indigno, ¿no creéis?
El caballo relinchó en la oscuridad de la noche. Parecía impaciente.
-No os queda nada bien ese ceño fruncido -dije con una sonrisa.
Ví como intentaba desinfectar su herida. Le duraría un par de semanas, esas bestias vampíricas saben hacer daño. Me fijé en él. Su aspecto era extraño. Vestía completamente de negro, a excepción de algo en su cuello que...
-Oh, un siervo del señor. -Qué recuerdos.- No sabía que ahora los curas se dedicasen a cazar vampiros. Creía que con la fe y un buen bolsillo bastaba para entrar en una orden, pero por lo que veo ahora necesitáis cualidades físicas y saber manejar un trozo de madera. Quién lo diría. Ya nadie ayuda a los odiados por Dios, sino que preferís matar a aquellos que un día fueron como vosotros. Es cruel e indigno, ¿no creéis?
El caballo relinchó en la oscuridad de la noche. Parecía impaciente.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Di la espalda a la mujer mientras recogía todo mi arsenal de caza y lo metía de nuevo en las alforjas. Escuché con atención toda aquella palabrería pero no se me pasó por alto que no había respondido a mi pregunta, como tampoco se me había pasado el hecho de que había pronunciado la palabra "vampiro" con total naturalidad lo cual me hizo confirmar que, efectivamente, no era una humana corriente.
-Aunque se camuflen bajo una piel y un cuerpo de hombre, en realidad son sólo bestias sin alma. Los hombres o mujeres que una vez fueron desaparecieron en el momento en el que se levantaron de sus tumbas como muertos vivientes que masacran y desangran a gente inocente, cuando no los transforman en uno de ellos. Es a esas gentes a las que yo protejo, madmoiselle...Pero usted puede crear su fundación para preservar los derechos de esas bestias, si así lo prefiere.-Dije, con una mezcla de rabia, repugnancia e ironía en mi voz.
Recordé de nuevo la imagen de la niña gitana, muerta, desmembrada y violada. Con los ojos abiertos aunque ya muertos cuando la encontré. Los vampiros eran animales sin alma. Seres del infierno que expanden su virus allá donde pisan. Eso es lo que me enseñaron, eso es lo que creía y eso es a lo que me dedicaba, por orden del mismísimo Papa Pío VII.
-No ha contestado a mi pregunta: ¿Qué hace aquí? ¿Una mujer sola en el bosque a estas horas de la noche? ¿No debería estar reunida con sus amigas del club de campo?-Pregunté mordaz. Luego agarré las riendas del caballo.-Por cierto, gracias por traérmelo de vuelta.-Dije de forma brusca.
-Aunque se camuflen bajo una piel y un cuerpo de hombre, en realidad son sólo bestias sin alma. Los hombres o mujeres que una vez fueron desaparecieron en el momento en el que se levantaron de sus tumbas como muertos vivientes que masacran y desangran a gente inocente, cuando no los transforman en uno de ellos. Es a esas gentes a las que yo protejo, madmoiselle...Pero usted puede crear su fundación para preservar los derechos de esas bestias, si así lo prefiere.-Dije, con una mezcla de rabia, repugnancia e ironía en mi voz.
Recordé de nuevo la imagen de la niña gitana, muerta, desmembrada y violada. Con los ojos abiertos aunque ya muertos cuando la encontré. Los vampiros eran animales sin alma. Seres del infierno que expanden su virus allá donde pisan. Eso es lo que me enseñaron, eso es lo que creía y eso es a lo que me dedicaba, por orden del mismísimo Papa Pío VII.
-No ha contestado a mi pregunta: ¿Qué hace aquí? ¿Una mujer sola en el bosque a estas horas de la noche? ¿No debería estar reunida con sus amigas del club de campo?-Pregunté mordaz. Luego agarré las riendas del caballo.-Por cierto, gracias por traérmelo de vuelta.-Dije de forma brusca.
Andrew Lawrence- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/01/2010
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Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Suspiré. Así que aquel hombre era un misionero del señor. Oh, qué adorable.
Me instó a que contestara a qué hacía allí, burlándose de mí.
-Me temo que esas damas del club de campo gastan demasiado dinero en tés y cafés parisinos y no saben más que hablar de rumores que circulan por la ciudad y que ellas mismas se encargan de hacer correr. Deberíais visitarlas. A las mujeres corrientes les sueles gustar la compañía de un sacerdote, y más si es joven y puede alegrarles la vista -dije levantando una ceja-. Aunque no sé si estarían cómodas con un varón tan poco galante como vos... Esta no es forma de hablarle a una dama, monsieur... como os llaméis.
Recordé que había acudido a ver la muerte de un hombre al que yo consideraba débil y agonizante, y había acabado allí hablando con él y con un vampiro muerto cerca.
-Oh, no nos hemos presentado. Soy mademoiselle Trevillete. -alargué mi mano hasta él, esperando un saludo cortés, aún sabiendo que iba a darse la vuelta y a ignorarme.
Me instó a que contestara a qué hacía allí, burlándose de mí.
-Me temo que esas damas del club de campo gastan demasiado dinero en tés y cafés parisinos y no saben más que hablar de rumores que circulan por la ciudad y que ellas mismas se encargan de hacer correr. Deberíais visitarlas. A las mujeres corrientes les sueles gustar la compañía de un sacerdote, y más si es joven y puede alegrarles la vista -dije levantando una ceja-. Aunque no sé si estarían cómodas con un varón tan poco galante como vos... Esta no es forma de hablarle a una dama, monsieur... como os llaméis.
Recordé que había acudido a ver la muerte de un hombre al que yo consideraba débil y agonizante, y había acabado allí hablando con él y con un vampiro muerto cerca.
-Oh, no nos hemos presentado. Soy mademoiselle Trevillete. -alargué mi mano hasta él, esperando un saludo cortés, aún sabiendo que iba a darse la vuelta y a ignorarme.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
-No soy de esos sacerdotes que acostumbra a acompañar a las damas a tomar el té. Mis funciones son otras...Como ha podido ver.-Dije, respondiendo a las palabras de la jóven e ignorando su comentario acerca de mi mal humor. ¿Para qué negarlo? Tenía razón sobre eso. No era el cura favorito para mantener una conversación, pero eso era debido a todos mis años de caza solitaria por Europa que habían hecho de mí una persona arisca y huraña con la única compañía de mi biblia y mi caballo (el cual, por cierto, aprovechaba la primera oportunidad para darse a la fuga dejándome en la estacada)
La mujer finalmente se presentó como mademoiselle Trevillette . No esperaba que lo hiciera...Me tendió su mano y yo la observé durante unos minutos sopesando si era prudente presentarme o no ante ella. Pero si hubiera querido matarme, probablemente ya lo hubiera hecho y se hubiera dejado de tanta charla. Además, yo tampoco tenía mucho que temer, pues iba armado.
-Padre Lawrence.-Dije, aceptando su saludo.-Usted no es una mujer corriente, ¿no es así? Después de todo sabía que lo que estaba dando caza era un vampiro. Y no hay mucha gente común que sepa de la existencia de éstos.-Dije, mirándola con creciente interés.
La mujer finalmente se presentó como mademoiselle Trevillette . No esperaba que lo hiciera...Me tendió su mano y yo la observé durante unos minutos sopesando si era prudente presentarme o no ante ella. Pero si hubiera querido matarme, probablemente ya lo hubiera hecho y se hubiera dejado de tanta charla. Además, yo tampoco tenía mucho que temer, pues iba armado.
-Padre Lawrence.-Dije, aceptando su saludo.-Usted no es una mujer corriente, ¿no es así? Después de todo sabía que lo que estaba dando caza era un vampiro. Y no hay mucha gente común que sepa de la existencia de éstos.-Dije, mirándola con creciente interés.
Andrew Lawrence- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/01/2010
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Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Mantuve su mirada.
-No, no lo soy -dije, dando por zanjado el tema. No me gustaba nada hablar de ese tema, y menos aún con desconocidos. De hecho, había pocas personas que conocían ese secreto en mí. Mi verdadera naturaleza tan sólo la conocían mi tío, con el que vivía desde que me había mudado a París, y por supuesto, los clientes de la perfumería que eran como yo o los que eran bestias no precisamente de mi devoción.
-Pero no quiero hablar de mí. -dije volviéndo en mí-. Acabo de ver como un humano ha matado a un vampiro. Os aseguro que ha sido la primera vez en mi vida que soy espectadora de un suceso tal. Eso tampoco es normal -puse énfasis en la última palabra-. Vos mismo habéis dicho que no mucha gente común sabe de la existencia de los vampiros. ¿Saben sus superiores que os dedicáis a esto? O por el contrario, ¿es solo algo que hacéis porque el corazón así os lo dicta?
-No, no lo soy -dije, dando por zanjado el tema. No me gustaba nada hablar de ese tema, y menos aún con desconocidos. De hecho, había pocas personas que conocían ese secreto en mí. Mi verdadera naturaleza tan sólo la conocían mi tío, con el que vivía desde que me había mudado a París, y por supuesto, los clientes de la perfumería que eran como yo o los que eran bestias no precisamente de mi devoción.
-Pero no quiero hablar de mí. -dije volviéndo en mí-. Acabo de ver como un humano ha matado a un vampiro. Os aseguro que ha sido la primera vez en mi vida que soy espectadora de un suceso tal. Eso tampoco es normal -puse énfasis en la última palabra-. Vos mismo habéis dicho que no mucha gente común sabe de la existencia de los vampiros. ¿Saben sus superiores que os dedicáis a esto? O por el contrario, ¿es solo algo que hacéis porque el corazón así os lo dicta?
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Entendí, por el tono de su voz, que no estaba dispuesta a decir una palabra más acerca del tema. Yo tampoco la presioné más, reconociendo que no iba a sonsacarle nada.
Sin embargo, madamme Trevillette empezó a hacerme preguntas acerca de mí y de lo que había visto. No era muy corriente ver a un simple humano-y menos que fuese sacerdote-dando caza a los vampiros.
-¡Ah! Así que usted no está dispuesta a revelarme nada acerca de su persona, pero sí quiere saber acerca de la mía.--Comenté molesto. Pero decidí responderle algunas de sus preguntas, aunque no iba a darle demasiados detalles.-Pues sí, mis superiores saben a lo que me dedico. Ellos mismos me envían órdenes expresas del Vaticano.- Así que no, no era algo que hiciera porque yo así lo decidí. De hecho, ni si quiera había entrado en el seminario por mi propio pie, si no que mi padre-un rico comerciante de Inglaterra-me obligó, pues como el menor de los hermanos, debía de ingresar en la orden sacerdotal.
No me siento orgulloso de mis primeros años en el seminario-A la edad de 15 años, ¿quién está dispuesto a renunciar a los caprichos de la carne?-pero aquel sueño (o visión, o lo que fuese) turbio que aun recuerdo vagamente me hizo aceptar mi condición y el inicio de mi misión. Pero sólo aceptarla, porque aún no consigo entenderla del todo. Aun no consigo entender qué quiere Dios de mí.
Sin embargo, madamme Trevillette empezó a hacerme preguntas acerca de mí y de lo que había visto. No era muy corriente ver a un simple humano-y menos que fuese sacerdote-dando caza a los vampiros.
-¡Ah! Así que usted no está dispuesta a revelarme nada acerca de su persona, pero sí quiere saber acerca de la mía.--Comenté molesto. Pero decidí responderle algunas de sus preguntas, aunque no iba a darle demasiados detalles.-Pues sí, mis superiores saben a lo que me dedico. Ellos mismos me envían órdenes expresas del Vaticano.- Así que no, no era algo que hiciera porque yo así lo decidí. De hecho, ni si quiera había entrado en el seminario por mi propio pie, si no que mi padre-un rico comerciante de Inglaterra-me obligó, pues como el menor de los hermanos, debía de ingresar en la orden sacerdotal.
No me siento orgulloso de mis primeros años en el seminario-A la edad de 15 años, ¿quién está dispuesto a renunciar a los caprichos de la carne?-pero aquel sueño (o visión, o lo que fuese) turbio que aun recuerdo vagamente me hizo aceptar mi condición y el inicio de mi misión. Pero sólo aceptarla, porque aún no consigo entenderla del todo. Aun no consigo entender qué quiere Dios de mí.
Andrew Lawrence- Inquisidor Clase Media
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Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Di un respingo al escuchar que sus superiores no sólo sabían lo que hacía, sino que además ellos mismos se lo encargaban.
-Oh, vaya. De repente habéis pasado de ser un rebelde moral a ser un joven pupilo que acata las órdenes de sus superiores.
Esperé callada durante un instante; no quería incomodarlo, pero no entendía muy bien su cometido. A pesar de que odiaba con toda mi alma a los vampiros, no podía evitar sentir un escalofrío al pensar que había toda una orden religiosa que buscaba su exterminio. Esa no era precisamente la idea que yo tenía de la Iglesia.
Levanté la mirada hacia aquel hombre y ví como me escrutaba con sus ojos.
-Decidme una cosa más, por favor. ¿Tenéis esos sentimientos de rabia y odio contra toda criatura que ronda estos bosques, o es sólo con los chupópteros?
Levanté una ceja. Temía su respuesta, e igualmente temía que le hubiese hablado sobre algo que él desconocía. Él sabía que yo no era humana del todo, su mirada de desconfianza me lo decía. Pero tampoco sabía qué era exactamente. No sabía si era el momento de irme o por el contrario sería ahora cuando empezase a divertirme.
-Oh, vaya. De repente habéis pasado de ser un rebelde moral a ser un joven pupilo que acata las órdenes de sus superiores.
Esperé callada durante un instante; no quería incomodarlo, pero no entendía muy bien su cometido. A pesar de que odiaba con toda mi alma a los vampiros, no podía evitar sentir un escalofrío al pensar que había toda una orden religiosa que buscaba su exterminio. Esa no era precisamente la idea que yo tenía de la Iglesia.
Levanté la mirada hacia aquel hombre y ví como me escrutaba con sus ojos.
-Decidme una cosa más, por favor. ¿Tenéis esos sentimientos de rabia y odio contra toda criatura que ronda estos bosques, o es sólo con los chupópteros?
Levanté una ceja. Temía su respuesta, e igualmente temía que le hubiese hablado sobre algo que él desconocía. Él sabía que yo no era humana del todo, su mirada de desconfianza me lo decía. Pero tampoco sabía qué era exactamente. No sabía si era el momento de irme o por el contrario sería ahora cuando empezase a divertirme.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
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Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
-Yo nunca he dicho que fuese un "rebelde de la moral", mademoiselle.-Pero sí seguía fervientemente los mandatos provenientes de Italia. No voy a decir que estuviese de acuerdo con todos ellos pero los acataba. ¿Qué otra cosa podía hacer si no?
La curiosidad de la mujer parecía aumentar conforme avanzaba la conversación. No quería revelarle mucho más. Era consciente de que la sociedad a la que pertenecía era secreta y ya le había contando demasiado al poner en evidencia a la Iglesia. Pero la señorita era insistente. Bien, contestaría de forma enigmática a sus preguntas y luego yo daría paso a las mías.
No negaré que su última pregunta me sorprendió. LLevaba demasiado tiempo en el oficio, tratando con personajes extraños e inquietantes que no están dispuestos a soltar su información por las buenas como para no entender que esa mujer escondía algo. Y la formulación de aquella pregunta me lo confirmaba. Sin embargo, aun no tenía las pistas suficientes como para llegar al fondo del asunto.
-No tiene usted por lo que temer. A no ser que se trate de un vampiro, no soy de los que agreden a las gentes sin motivo aparente...Aun cuando éstas parecen ocultar algo.-La miré fíjamente a los ojos.
La curiosidad de la mujer parecía aumentar conforme avanzaba la conversación. No quería revelarle mucho más. Era consciente de que la sociedad a la que pertenecía era secreta y ya le había contando demasiado al poner en evidencia a la Iglesia. Pero la señorita era insistente. Bien, contestaría de forma enigmática a sus preguntas y luego yo daría paso a las mías.
No negaré que su última pregunta me sorprendió. LLevaba demasiado tiempo en el oficio, tratando con personajes extraños e inquietantes que no están dispuestos a soltar su información por las buenas como para no entender que esa mujer escondía algo. Y la formulación de aquella pregunta me lo confirmaba. Sin embargo, aun no tenía las pistas suficientes como para llegar al fondo del asunto.
-No tiene usted por lo que temer. A no ser que se trate de un vampiro, no soy de los que agreden a las gentes sin motivo aparente...Aun cuando éstas parecen ocultar algo.-La miré fíjamente a los ojos.
Andrew Lawrence- Inquisidor Clase Media
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Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Su respuesta me pareció atrevida. Sin embargo, sabía que la que lo había hecho mal había sido yo. No debí formular esa pregunta. Ahora él estaría al corriente de que yo no era huamana, o al menos, no una humana normal. De cualquier manera, él sólo cazaba vampiros, y esa no era la única criatura maligna que podía devorar y descuartizar por la noche. Algo me decía que la Iglesia no quería matar a los licántropos, sino que tan sólo quería acabar con los vampiros. Si fuese así, eso significaría que no los mataban porque eran seres impíos y crueles, ni porque provocasen muertes, sino que era por motivos religiosos; probablemente porque carecían de alma. Eran diablos trajeados, y eso no gustaría a la Iglesia.
Decidí terminar con esa conversación, no quería que él supiera más de mí, y tampoco yo tenía más preguntas que hacerle. En realidad sí, pero estaba claro que esa noche no me iba a contar más cosas.
-En fin, creo que ha llegado la hora de volver a casa. Dígame, padre. Supongo que acudiréis cada día a escuchar la palabra de Dios, ya que por lo que me habéis dicho no tenéis una parroquia propia. ¿Os veré mañana en la catedral?
Esperé su respuesta. Por hoy estaba bien, pero ese joven me había intrigado bastante. Quería saber quién estaba detrás de todo eso, y por qué. Aquel hombre había matado a un vampiro; su entrenamiento debería ser duro y constante. Por un instante, me imaginé las capillas de una Iglesia plagadas de hombres con sotana entrenando con espadas y estacas. No pude evitar sonreír.
Decidí terminar con esa conversación, no quería que él supiera más de mí, y tampoco yo tenía más preguntas que hacerle. En realidad sí, pero estaba claro que esa noche no me iba a contar más cosas.
-En fin, creo que ha llegado la hora de volver a casa. Dígame, padre. Supongo que acudiréis cada día a escuchar la palabra de Dios, ya que por lo que me habéis dicho no tenéis una parroquia propia. ¿Os veré mañana en la catedral?
Esperé su respuesta. Por hoy estaba bien, pero ese joven me había intrigado bastante. Quería saber quién estaba detrás de todo eso, y por qué. Aquel hombre había matado a un vampiro; su entrenamiento debería ser duro y constante. Por un instante, me imaginé las capillas de una Iglesia plagadas de hombres con sotana entrenando con espadas y estacas. No pude evitar sonreír.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
La joven pareció alterarse con mi respuesta. Lo cual me confirmaba que lo que escondía no podía ser nada bueno. O al menos, no parcialmente bueno. En cualquier caso, no insistí más. Aquel no era mi cometido y yo no tenía derecho a entrometerme en donde no me llamasen. Aunque intuía que, fuera lo que fuese lo que esa mujer pretendía ocultar, estaba relacionado de alguna manera con el mundo sobrenatural. ¿Sería quizá, una bruja? Por suerte, a mí todavía no me habían llegado órdenes de acabar con los actos de brujería. Bien porque se mantenían bien ocultos y la Iglesia pensaba que eso ya estaba eliminado. O bien porque ya había otros que se encargaban de esa tarea.
-Seguramente, visitaré la catedral de Notre Dame el domingo para asistir a la misa de 12.-Dije, algo sorprendido por su pregunta.-¿Acaso usted piensa acudir a misa?
Mademoiselle Trevillette no tenía el aspecto de ser una ferviente devota que acude a la iglesia todos los días. Aunque, después de toda la masacre de la Revolución sufrida hacía menos de un año, y de todas las víctimas de vampiros y otros seres que se encontraban por todos los rincones de Francia, no era de extrañar que la gente buscase consuelo en Dios. O en cualquier otra cosa.
-Bien, parece que tiene usted prisa por marcharse. No la entretengo más. Pero no creo que sea conveniente que vaya sola por el bosque, ¿quiere que la acompañe?-Dije. Podía ser mal educado al hablar, podía haber perdido mis formas, pero no pensaba dejar a una mujer indefensa por estos parajes que yo sabía que estaban plagados de vampiros.
-Seguramente, visitaré la catedral de Notre Dame el domingo para asistir a la misa de 12.-Dije, algo sorprendido por su pregunta.-¿Acaso usted piensa acudir a misa?
Mademoiselle Trevillette no tenía el aspecto de ser una ferviente devota que acude a la iglesia todos los días. Aunque, después de toda la masacre de la Revolución sufrida hacía menos de un año, y de todas las víctimas de vampiros y otros seres que se encontraban por todos los rincones de Francia, no era de extrañar que la gente buscase consuelo en Dios. O en cualquier otra cosa.
-Bien, parece que tiene usted prisa por marcharse. No la entretengo más. Pero no creo que sea conveniente que vaya sola por el bosque, ¿quiere que la acompañe?-Dije. Podía ser mal educado al hablar, podía haber perdido mis formas, pero no pensaba dejar a una mujer indefensa por estos parajes que yo sabía que estaban plagados de vampiros.
Andrew Lawrence- Inquisidor Clase Media
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Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
El padre Andrew parecía estar sorprendido de mi repentina ferviosidad religiosa.
-Oh, no me vendría mal ir allí. Además, no me gustaría perder el contacto con vos. Si nos hemos encontrado esta noche aquí, probablemente haya sido por alguna razón, ¿no creéis? Dicen ustedes que los caminos del señor son inescrutables, y no quisiera ser yo la excepción de esa regla.
Él parecía perplejo. No me gustaba el modo en que se estaba tomando las cosas. No sabía si me estaba tomando en serio o si pensaba que me estaba riendo de él, aunque, en cualquier caso, me daba igual. Se ofreció a acompañarme.
-No penséis en mí como una mujer indefensa, padre -dije alzando una ceja. Si él supiera cuán mortífera podía llegar a ser una noche de luna llena...- Pero será agradable tener compañía hasta allí. Además, así sabréis dónde queda la perfumería de mi tío, donde trabajo, y podréis ir a visitarme cuantas veces queráis.
Intenté ser lo más amable posible. Quería saber más sobre ese extraño sacerdote.
-Oh, no me vendría mal ir allí. Además, no me gustaría perder el contacto con vos. Si nos hemos encontrado esta noche aquí, probablemente haya sido por alguna razón, ¿no creéis? Dicen ustedes que los caminos del señor son inescrutables, y no quisiera ser yo la excepción de esa regla.
Él parecía perplejo. No me gustaba el modo en que se estaba tomando las cosas. No sabía si me estaba tomando en serio o si pensaba que me estaba riendo de él, aunque, en cualquier caso, me daba igual. Se ofreció a acompañarme.
-No penséis en mí como una mujer indefensa, padre -dije alzando una ceja. Si él supiera cuán mortífera podía llegar a ser una noche de luna llena...- Pero será agradable tener compañía hasta allí. Además, así sabréis dónde queda la perfumería de mi tío, donde trabajo, y podréis ir a visitarme cuantas veces queráis.
Intenté ser lo más amable posible. Quería saber más sobre ese extraño sacerdote.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Primero fruncí el ceño ante sus, cada vez, más extrañas respuestas. Pero luego no pude evitar dibujar una media sonrisa. No era yo de los que creían en las casualidades. Para mí, eso no existía. Muchas veces lo interpretaba como mandatos de Dios y otras como del propio Diablo.
-Muy bien, pues. Allí estaré para cuando quiera hacerme una visita.-El párroco de Notre Dame había recibido órdenes expresas de acogerme en su parroquia hasta que tuviera que partir hacia otro lugar. Dormía dentro de la iglesia, pues ésta estaba acomodada con unas cuantas habitaciones. No iba a fingir que no me atraía la idea. Notre Dame de París siempre había sido unas de mis iglesias preferidas, tanto por su belleza arquitectónica como por los secretos que allí se guardaban.
Mademoiselle Trevillette se ofreció a mostrarme la perfumería donde ella trabajaba.
-Sería un placer, mademoiselle.-Dije, eliminando ese tono irónico de mi voz. Después de todo mi coraza de hombre duro era sólo eso, una coraza. Podía ser amable si me lo propusiera.
Subí al caballo y, a continuación, pregunté:
-¿Ha venido andando o lleva una montura?
-Muy bien, pues. Allí estaré para cuando quiera hacerme una visita.-El párroco de Notre Dame había recibido órdenes expresas de acogerme en su parroquia hasta que tuviera que partir hacia otro lugar. Dormía dentro de la iglesia, pues ésta estaba acomodada con unas cuantas habitaciones. No iba a fingir que no me atraía la idea. Notre Dame de París siempre había sido unas de mis iglesias preferidas, tanto por su belleza arquitectónica como por los secretos que allí se guardaban.
Mademoiselle Trevillette se ofreció a mostrarme la perfumería donde ella trabajaba.
-Sería un placer, mademoiselle.-Dije, eliminando ese tono irónico de mi voz. Después de todo mi coraza de hombre duro era sólo eso, una coraza. Podía ser amable si me lo propusiera.
Subí al caballo y, a continuación, pregunté:
-¿Ha venido andando o lleva una montura?
Andrew Lawrence- Inquisidor Clase Media
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Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Él aceptó mi invitación. Estos últimos minutos había sido más cortés conmigo que antes. ¿Estaría tomando confianza? Con toda seguridad no sería así si supiera mi verdadera naturaleza.
-He venido andando, padre. Corriendo, en realidad. Había olido al vampiro desde lejos, y temía que matase a alguien. Me habéis dado una gran sorpresa, para ser sincera.
Suspiré. Tenía ganas de llegar a casa. Estaba cansada, y a la mañana siguiente me esperaba un buen día de trabajo. Otra vez volverían las damas empapadas en maquillaje a pedir olores que fueran con ellas.
-Tendré que subir con vos -le dije, una vez él se hubo subido al caballo.- Al caballo seguro que no le importa[volor=olive] -dije sonriendo.-[/color] Espero que para vos tampoco suponga un problema.
Me agarré fuertemente a su cintura, una vez colocada tras él, y le indiqué el lugar donde estaba situada la Perfumèrie. Esperaba que mi tío no estuviese esperándome despierto. Supongo que no le agradaría verme llegar montada a lomos del caballo de un sacerdote.
-He venido andando, padre. Corriendo, en realidad. Había olido al vampiro desde lejos, y temía que matase a alguien. Me habéis dado una gran sorpresa, para ser sincera.
Suspiré. Tenía ganas de llegar a casa. Estaba cansada, y a la mañana siguiente me esperaba un buen día de trabajo. Otra vez volverían las damas empapadas en maquillaje a pedir olores que fueran con ellas.
-Tendré que subir con vos -le dije, una vez él se hubo subido al caballo.- Al caballo seguro que no le importa[volor=olive] -dije sonriendo.-[/color] Espero que para vos tampoco suponga un problema.
Me agarré fuertemente a su cintura, una vez colocada tras él, y le indiqué el lugar donde estaba situada la Perfumèrie. Esperaba que mi tío no estuviese esperándome despierto. Supongo que no le agradaría verme llegar montada a lomos del caballo de un sacerdote.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
¿Corriendo? ¿Desde París hasta estos parajes? Sin duda era una caminata larga.
-Bueno, he tenido suerte. Si me hubiera despistado un segundo, el condenado me habría matado.-Dije casi refunfuñando al recordar cómo el maldito demonio se había avalanzado sobre mí y yo a penas me había dado cuenta. Recordé una de las lecciones que me impartieron en Italia "Todos los sentidos bien abiertos, deberás dormir con un ojo cerrado y otro abierto durante toda tu vida. Cada segundo puede ser crucial". Y vaya que si lo era. No recordaba la última vez que había dormido a pata suelta.
La muchacha se subió a mi caballo sin necesidad de que yo tuviera que darle la mano para ayudarla. No parecía una mujer indefensa. Espoleé mi caballo y comenzamos a cabalgar al trote.
Pasaron unos minutos en los que nos sumergimos en el silencio y en la máxima oscuridad. Yo tenía los oídos bien abiertos. Los sonidos del bosque no me atemorizaban, pero sabía que en cualquier momento podía salir un vampiro o varios de la nada y entonces, estaríamos casi perdidos.
Los pasos del caballo, el ulular de los búhos, el viento meciéndose contra las ramas de los árboles...No percibía nada extraño, de momento, pero agarré bien fuerte mi estaca por si las moscas.
Mi caballo se agitó un poco, pero me incliné y le acaricié suavemente la crin.
-Shh...Tranquilo chico.-Dije en un susurro. Pero sabía lo que significaba eso. Posiblemente hubiera alguna otra presencia extraña en el bosque. Miré alrededor, pero no ví nada. Seguimos cabalgando, aunque yo ya no me fiaba.
-Bueno, he tenido suerte. Si me hubiera despistado un segundo, el condenado me habría matado.-Dije casi refunfuñando al recordar cómo el maldito demonio se había avalanzado sobre mí y yo a penas me había dado cuenta. Recordé una de las lecciones que me impartieron en Italia "Todos los sentidos bien abiertos, deberás dormir con un ojo cerrado y otro abierto durante toda tu vida. Cada segundo puede ser crucial". Y vaya que si lo era. No recordaba la última vez que había dormido a pata suelta.
La muchacha se subió a mi caballo sin necesidad de que yo tuviera que darle la mano para ayudarla. No parecía una mujer indefensa. Espoleé mi caballo y comenzamos a cabalgar al trote.
Pasaron unos minutos en los que nos sumergimos en el silencio y en la máxima oscuridad. Yo tenía los oídos bien abiertos. Los sonidos del bosque no me atemorizaban, pero sabía que en cualquier momento podía salir un vampiro o varios de la nada y entonces, estaríamos casi perdidos.
Los pasos del caballo, el ulular de los búhos, el viento meciéndose contra las ramas de los árboles...No percibía nada extraño, de momento, pero agarré bien fuerte mi estaca por si las moscas.
Mi caballo se agitó un poco, pero me incliné y le acaricié suavemente la crin.
-Shh...Tranquilo chico.-Dije en un susurro. Pero sabía lo que significaba eso. Posiblemente hubiera alguna otra presencia extraña en el bosque. Miré alrededor, pero no ví nada. Seguimos cabalgando, aunque yo ya no me fiaba.
Andrew Lawrence- Inquisidor Clase Media
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Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Cada segundo que cabalgábamos por el bosque, Andrew se mantenía alerta. Lo notaba en la tensión de su cuerpo. Mis manos permanecían agarradas fuertemente a su cintura. Odiaba montar a caballo. El animal siempre se asustaba de mí y a mí tampoco me hacía especial gracia ir montada encimada de otra criatura. El cuerpo del sacerdote se mantenía rígido delante mío. No sabía si estaba al acecho de cualquier criatura que pudiera aparecer por el bosque, o si por el contrario se debía a mi presencia.
Más de una vez, el sacerdote aceleró el ritmo de su caballo espoleándolo con fuerza, lo que me hizo soltar mis manos para agarrarme al lomo del caballo. Éste, sin embargo, al notar mi contacto repentino se alteró. Se levantó y relinchó sonoramente.
Su dueño intentó tranquilizarlo, lo acarició e intentó calmarlo con palabras. C'est ma faute, quise decirle, pero eso conllevaría muchas preguntas. Volvió a espolear el caballo para que saliéramos de aquel lugar, pero algo me hizo pedirle que parara.
-Arrete!
Olísqueé a mi alredor con los ojos cerrados, consciente de que él me estaba mirando.
-Vampiro -dije solamente, abriendo los ojos de golpe.
En una situación normal, los dos abríamos apremiado al caballo para que corriese más veloz y pudiéramos salir a la civilización antes de que el vampiro nos alcanzara. Pero no se trataba de gente normal. Éramos un cura cazavampiros y una mujer lobo.
Me bajé del caballo de un salto, y me alejé ligeramente del lugar. Volví a cerrar los ojos y olisqueé de nuevo. Solía hacerlo a menudo. Privarme de un sentido afinaba más los demás.
-Allí -dije señalando un árbol que había a unos 10 metros.- Está cerca, está muy cerca.
Maldije no estar en mi forma lobuna, pero aún así iba a utilizar todas mis fuerzas para acabar con él.
-Sal, maldito desecho infernal.
El olor estaba penetrando al fondo de mis fosas nasales, y se hacía insoportable. Me tiré al suelo, consciente de que Andrew estaba junto a mí, en posición de alerta. Después de esto tendría que explicarle muchas cosas. Me arañé la nariz con todas mis fuerzas, dejando una marca más que visible a los lados, casi en los pómulos.-Asqueroso chupóptero, ¿dónde estás?
Cuando salió de entre los árboles y se encontró con nosotros dos, un humano y un licántropo, montó en cólera. Tanto Andrew como yo nos quedamos pasmados al ver que se trataba de una hembra; una preciosa mujer, aunque vestida de hombre, cuyas facciones eran más que perfectas. Su pelo largo y enrosacado caía sobre sus hombros similando una cascada de fuego. Sus ojos, ansiosos de sangre y muerte eran grandes y redondos, y sus labios entreabiertos, pálidos como el mármol, dejaban ver unos colmillos afilados y mortíferos.
La vampiresa aprovechó nuestro asombro para abalanzarse sobre mí. Me pilló desprevenida, aunque pude reaccionar un poco más tarde. Estaba completamente encima de mí. Yo me encontraba boca arriba en el suelo, y ella había colocado sus manos alrededor de mí para atacarme con los dientes. Utilicé mis manos, con mis afiladas uñas, aprovechando que yo ya estaba sujeta en el suelo, para arañar su cuello y su escote.
Ella se llevó las manos al cuello, aunque ya me había mordido en un omoplato. Estaba perdiendo el sentido del dolor, pero ella se había apartado de mí y se lamía las heridas en silencio. Tan sólo cabía eseprar que no atacara a Andrew.
Más de una vez, el sacerdote aceleró el ritmo de su caballo espoleándolo con fuerza, lo que me hizo soltar mis manos para agarrarme al lomo del caballo. Éste, sin embargo, al notar mi contacto repentino se alteró. Se levantó y relinchó sonoramente.
Su dueño intentó tranquilizarlo, lo acarició e intentó calmarlo con palabras. C'est ma faute, quise decirle, pero eso conllevaría muchas preguntas. Volvió a espolear el caballo para que saliéramos de aquel lugar, pero algo me hizo pedirle que parara.
-Arrete!
Olísqueé a mi alredor con los ojos cerrados, consciente de que él me estaba mirando.
-Vampiro -dije solamente, abriendo los ojos de golpe.
En una situación normal, los dos abríamos apremiado al caballo para que corriese más veloz y pudiéramos salir a la civilización antes de que el vampiro nos alcanzara. Pero no se trataba de gente normal. Éramos un cura cazavampiros y una mujer lobo.
Me bajé del caballo de un salto, y me alejé ligeramente del lugar. Volví a cerrar los ojos y olisqueé de nuevo. Solía hacerlo a menudo. Privarme de un sentido afinaba más los demás.
-Allí -dije señalando un árbol que había a unos 10 metros.- Está cerca, está muy cerca.
Maldije no estar en mi forma lobuna, pero aún así iba a utilizar todas mis fuerzas para acabar con él.
-Sal, maldito desecho infernal.
El olor estaba penetrando al fondo de mis fosas nasales, y se hacía insoportable. Me tiré al suelo, consciente de que Andrew estaba junto a mí, en posición de alerta. Después de esto tendría que explicarle muchas cosas. Me arañé la nariz con todas mis fuerzas, dejando una marca más que visible a los lados, casi en los pómulos.-Asqueroso chupóptero, ¿dónde estás?
Cuando salió de entre los árboles y se encontró con nosotros dos, un humano y un licántropo, montó en cólera. Tanto Andrew como yo nos quedamos pasmados al ver que se trataba de una hembra; una preciosa mujer, aunque vestida de hombre, cuyas facciones eran más que perfectas. Su pelo largo y enrosacado caía sobre sus hombros similando una cascada de fuego. Sus ojos, ansiosos de sangre y muerte eran grandes y redondos, y sus labios entreabiertos, pálidos como el mármol, dejaban ver unos colmillos afilados y mortíferos.
La vampiresa aprovechó nuestro asombro para abalanzarse sobre mí. Me pilló desprevenida, aunque pude reaccionar un poco más tarde. Estaba completamente encima de mí. Yo me encontraba boca arriba en el suelo, y ella había colocado sus manos alrededor de mí para atacarme con los dientes. Utilicé mis manos, con mis afiladas uñas, aprovechando que yo ya estaba sujeta en el suelo, para arañar su cuello y su escote.
Ella se llevó las manos al cuello, aunque ya me había mordido en un omoplato. Estaba perdiendo el sentido del dolor, pero ella se había apartado de mí y se lamía las heridas en silencio. Tan sólo cabía eseprar que no atacara a Andrew.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
La voz autoritaria de Adrianne me pidió que parase el caballo. El nerviosismo del animal sólo podía significar una cosa. Tanto ella como yo éramos conscientes de que había otra presencia en el bosque aparte de nostros.
Observé a la muchacha sin ocultar mi sorpresa. ¿Qué diablos estaba haciendo? Adrianne abrió los ojos de nuevo y murmuró tan sólo una palabra que sirvió para que todos mis sentidos se pusieran alerta. Más aun, si cabe.
Adrianne bajó del caballo de un salto y volvió a olisquear el aire. De pronto, todo en mi mente pareció encajar. Ella no era una mujer normal, eso estaba claro....¿Podría tratarse entonces de...? Un licántropo, claro. Ya no reservaba casi ninguna duda sobre la naturaleza de la chica.
Sin embargo, no dije nada al respecto todavía. Ahora no era eso lo que ocupaba mi mente. Debía vigilar todo lo que estaba a mi alrededor. Porque los vampiros son tremendamente rápidos y no podía despistarme.
La joven señaló un árbol que se cernía a unos 10 u 11 metros de donde nostros estábamos. Sin pensármelo dos veces, agarré mi hacha de metal. Me gustaba más esta arma porque me proporcionaba mayor seguridad que un trozo de madera y por eso decidí utilizarla.
Contemplé con una mueca como Adrianne se abría profundos cortes en la nariz y en las mejillas...Pretendía atraer al vampiro. Pero aquella era una hazaña muy peligrosa. Ella misma se estaba poniendo en peligro. Iba a reprocharle su conducta tan temeraria pero quedé paralizado cuando vi salir de entre las sombras de los árboles al vampiro. O debería decir, vampiresa. Un demonio en el cuerpo de una mujer. Sus labios dejaban entrever sus afilados caninos. Y el color rojizo de éstos ponían en evidencia que nosotros no éramos sus primeras víctimas aquella noche.
Antes de que pudiera reaccionar, la vampiresa atacó a Adrianne, aprovechando que los dos nos habíamos quedado embobados mirándola. Me maldije a mí mismo por mi estupidez. Aquello me hizo sentir como un cazador principiante.
Por suerte, Adrianne consiguió zafarse de su ataque. Parecía que había herido a la vampiresa. Ahora era mi turno.
Cogí bien fuerte mi hacha, pasándomela de una mano a otra. Pesaba, pero yo estaba tan acostumbrado a ella que tan siquiera lo notaba. Mis armas se habían convertido en prolongaciones de mis brazos.
Arremetí contra la vampiresa haciéndole un corte profundo en el vientre, del cual comenzó a manar sangre a borbotones. "Maldita sea, debería haber apuntado más alto" La vampiresa desvió la mirada para fijarla en mí, visiblemente furiosa y rabiosa. Estaba dispuesta a atacarme, pero blandí el hacha y la vampiresa retrocedió unos metros, como acobardada.
Cuando estaba dispuesto a atacarla de nuevo para esta vez, cortarle el cuello, hizo un movimiento tan rápido que desapareció por entre las copas de los árboles. Ahora ella llevaba la ventaja, pues seguramente nos estaría observando desde arriba, esperando el momento oportuno para atacar.
Aproveché esos momentos para acercarme a Adrianne.
-¿Estás bien?- Dije, ayudándola a incorporarse, pero sin apartar al vista de las copas de los árboles.
Observé a la muchacha sin ocultar mi sorpresa. ¿Qué diablos estaba haciendo? Adrianne abrió los ojos de nuevo y murmuró tan sólo una palabra que sirvió para que todos mis sentidos se pusieran alerta. Más aun, si cabe.
Adrianne bajó del caballo de un salto y volvió a olisquear el aire. De pronto, todo en mi mente pareció encajar. Ella no era una mujer normal, eso estaba claro....¿Podría tratarse entonces de...? Un licántropo, claro. Ya no reservaba casi ninguna duda sobre la naturaleza de la chica.
Sin embargo, no dije nada al respecto todavía. Ahora no era eso lo que ocupaba mi mente. Debía vigilar todo lo que estaba a mi alrededor. Porque los vampiros son tremendamente rápidos y no podía despistarme.
La joven señaló un árbol que se cernía a unos 10 u 11 metros de donde nostros estábamos. Sin pensármelo dos veces, agarré mi hacha de metal. Me gustaba más esta arma porque me proporcionaba mayor seguridad que un trozo de madera y por eso decidí utilizarla.
Contemplé con una mueca como Adrianne se abría profundos cortes en la nariz y en las mejillas...Pretendía atraer al vampiro. Pero aquella era una hazaña muy peligrosa. Ella misma se estaba poniendo en peligro. Iba a reprocharle su conducta tan temeraria pero quedé paralizado cuando vi salir de entre las sombras de los árboles al vampiro. O debería decir, vampiresa. Un demonio en el cuerpo de una mujer. Sus labios dejaban entrever sus afilados caninos. Y el color rojizo de éstos ponían en evidencia que nosotros no éramos sus primeras víctimas aquella noche.
Antes de que pudiera reaccionar, la vampiresa atacó a Adrianne, aprovechando que los dos nos habíamos quedado embobados mirándola. Me maldije a mí mismo por mi estupidez. Aquello me hizo sentir como un cazador principiante.
Por suerte, Adrianne consiguió zafarse de su ataque. Parecía que había herido a la vampiresa. Ahora era mi turno.
Cogí bien fuerte mi hacha, pasándomela de una mano a otra. Pesaba, pero yo estaba tan acostumbrado a ella que tan siquiera lo notaba. Mis armas se habían convertido en prolongaciones de mis brazos.
Arremetí contra la vampiresa haciéndole un corte profundo en el vientre, del cual comenzó a manar sangre a borbotones. "Maldita sea, debería haber apuntado más alto" La vampiresa desvió la mirada para fijarla en mí, visiblemente furiosa y rabiosa. Estaba dispuesta a atacarme, pero blandí el hacha y la vampiresa retrocedió unos metros, como acobardada.
Cuando estaba dispuesto a atacarla de nuevo para esta vez, cortarle el cuello, hizo un movimiento tan rápido que desapareció por entre las copas de los árboles. Ahora ella llevaba la ventaja, pues seguramente nos estaría observando desde arriba, esperando el momento oportuno para atacar.
Aproveché esos momentos para acercarme a Adrianne.
-¿Estás bien?- Dije, ayudándola a incorporarse, pero sin apartar al vista de las copas de los árboles.
Andrew Lawrence- Inquisidor Clase Media
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Re: Dando caza (Libre) [TERMINADO]
Era muy difícil saber donde estaba aquella vampiresa. ¿Dónde se habría metido? Su olor me llegaba, de eso no había duda, pero no sabía dónde podía estar. No había nada claro que me animase a atacar. Dejé de sangrar, tanto por los cortes que yo misma me había hecho a causa de la desesperación que me producía ese olor penetrante, como el mordisco que me había proferido la vampiresa. Andrew, sin embargo, sí estaba bien. Me preguntó por mí.
-Creo... que sí -dije en apenas un hilo de voz.
Me puse en pie con la ayuda del sacerdote, y ambos nos pusimos alerta enseguida. Seguí mi instinto, que estaba un poco truncado. Seguí andando entre la oscuridad del bosque, casi en un andar a ciegas en busca de mi enemigo natural.
De repente, escuché gritar a Andrew. Me dí la vuelta con rapidez. El grito había sido de dolor, desde luego. De su brazo izquierdo, aproximadamente a la altura del hombro, comenzó a manar sangre. Me lancé sin pensarlo a aquella vampiresa, clavando mis dientes medio humanos en su cuello. Jódete, querida. Vas a tomar tu propia medicina. Su sangre estaba amarga, y sentía sus uñas clavándose en mi piel, justo en mis costados. Pero no pude evitar seguir forzando a mis dientes a hundirse en la piel de aquella asquerosa chupasangres. Caímos al suelo, yo encima de ella, pegada a su cuello como una garrapata. Cuando ella terminó de gemir, supe que la había dejado exhausta. No había muerto, desde luego que no, pero sí estaba agotada. Disminuí la presión de mis dientes hasta el punto de apartarlos de ella, y escupí la sangre en su cara. La imagen del fuerte mordisco en su pálido y fino cuello era repugnante, y más con su cara manchada con su propia sangre, que yo misma le había escupido. Miré sus ojos inertes, repugnantemente bellos. Aparté sus brazos con los míos de mi cintura, y me quedé completamente sentada sobre ella. Aullé de dolor al sacar sus uñas de mi piel. Había hecho varios arañados muy profundos, con la fuerza sobrenatural que caracterizaba a aquellas criaturas. Me mantuve ahí, sobre ella, hasta que pude decir:
-Dególlala de una vez, Andrew.
-Creo... que sí -dije en apenas un hilo de voz.
Me puse en pie con la ayuda del sacerdote, y ambos nos pusimos alerta enseguida. Seguí mi instinto, que estaba un poco truncado. Seguí andando entre la oscuridad del bosque, casi en un andar a ciegas en busca de mi enemigo natural.
De repente, escuché gritar a Andrew. Me dí la vuelta con rapidez. El grito había sido de dolor, desde luego. De su brazo izquierdo, aproximadamente a la altura del hombro, comenzó a manar sangre. Me lancé sin pensarlo a aquella vampiresa, clavando mis dientes medio humanos en su cuello. Jódete, querida. Vas a tomar tu propia medicina. Su sangre estaba amarga, y sentía sus uñas clavándose en mi piel, justo en mis costados. Pero no pude evitar seguir forzando a mis dientes a hundirse en la piel de aquella asquerosa chupasangres. Caímos al suelo, yo encima de ella, pegada a su cuello como una garrapata. Cuando ella terminó de gemir, supe que la había dejado exhausta. No había muerto, desde luego que no, pero sí estaba agotada. Disminuí la presión de mis dientes hasta el punto de apartarlos de ella, y escupí la sangre en su cara. La imagen del fuerte mordisco en su pálido y fino cuello era repugnante, y más con su cara manchada con su propia sangre, que yo misma le había escupido. Miré sus ojos inertes, repugnantemente bellos. Aparté sus brazos con los míos de mi cintura, y me quedé completamente sentada sobre ella. Aullé de dolor al sacar sus uñas de mi piel. Había hecho varios arañados muy profundos, con la fuerza sobrenatural que caracterizaba a aquellas criaturas. Me mantuve ahí, sobre ella, hasta que pude decir:
-Dególlala de una vez, Andrew.
Adrianne Trevillette- Mensajes : 372
Fecha de inscripción : 17/07/2010
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