AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ninguna persona se libra de su muerte
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Ninguna persona se libra de su muerte
Había pasado ya una semana tras aquel incidente del que seguramente no llegaría el día en el que me olvidara. Fue duro, eso no podía negarse, por lo que no hubo día que no recordara aquello momentos de angustia bajo la lluvia solitaria. Al igual que no pude olvidarme de aquella noche, tampoco deje de recordar al Sr. Ravnos, un hombre joven, alto, que aparentaba experiencia, de tez y cabellos morenos a conjunto con sus ojos… aquellos ojos que por media noche me hicieron olvidar que se trataba de un hombre más. No pare de preguntarme por que quedaba tan obnubilada cuando el miraba a los ojos y solo llegue a la conclusión de que me parecían cautivadores, como una bestia que mira a su presa antes de deleitarse con ella, como si se tratase del ser mas alto en la cadena alimenticia, como si quisiera hacerme desaparecer. A veces daba gracias a que sucumbiese a ese ‘’encanto’’ de la clase alta o simplemente de un hombre pícaro mas del montón, pues con sus ultimas palabras referentes al amor carnal consiguió hacerme entrar por fin, en la verdadera realidad. Sobre aquellos monstruos de los que se conversaron, no los recordé ni una sola vez. Solo sentí miedo cada noche de aquella larga semana. Miedo que me impedía dormir con tranquilidad, pues por alguna extraña razón, mis sueños nocturnos me llevaban a una imagen de alguien vigilándome desde algún sitio. Era extraño y aunque fuesen sueños no conseguía distinguir de quien se trataba, pero lo peor llego cuando al salir a las largas calles parisinas, una vez mas, me sentía perseguida. Era incomodo, pero supuse que en algún momento esa conducta psicología se marcharía.
La semana había pasado lenta y tranquila, con un solo día de descanso que se compensaría con el actual. El Sr Biggs acabó preocupado por la presencia de aquel hombre de alto cargo en la militaría francesa, pero decidí no hacerle entrar en ninguna razón, pues presentía que algún día volvería, es mas, cada noche que subía al pequeño tablado a deleitar a aquellos borrachos con el sonido de mi voz, buscaba a Ash entre las sombras de aquel arcaico bar…quizá para pedirle explicaciones, o simplemente para propinarle la bofetada que no le di aquella noche en la despedida. Además de todo aquello, decidí ofrecerle al dueño algunos servicios extras basados en recados mercantiles para conseguir algunas monedas que me proporcionaron la idea de comprar algunas flores e ir al cementerio a visitar a mis padres. En una de aquellas salidas, conocí a un vendedor de vasijas, joven, más o menos de mi edad y también rozando la clase baja. Se hacia llamar Harry y tuvo el mismo efecto directo conmigo que mi anterior salvador, pues de la misma forma comenzó a hablar como si de siempre me conociera. Por alguna extraña razón me recordaba a mis hermanos, parecía un chico emprendedor y con sueños, al menos mas que yo, y con ese sentido critico de la injusticia que tanto frecuentaba, por lo que no pude evitar llevarme un gran tramo de tarde conversando con aquel muchacho. Pensé que seguramente ya había cortejado a alguna mujer del lugar, pero acabe por tomar lo contrario cuando este se precipitó pidiendo una tarde mas de conversación con mi presencia, al ver mis flores supuso que aquella noche visitaría el cementerio, por lo que acordó encontrarme en aquel lugar. No le negué la propuesta… pues si no me placía, me marcharía sin más. Finalizando el día y manteniendo en mente aquella cita, decidí encaminarme a visitar una vez más, a mis añorados padres.
Eran las ocho y media de la tarde, faltaba exactamente una media hora para que la oscuridad de la noche cubriera todas las calles del país, pero por el momento, solo podía disfrutar de aquel crepúsculo, crepúsculo que se tornaba esta vez en colores rosados y anaranjados haciendo del enorme cielo una gran obra de arte digna de ser admirada por todo el mundo. Al menos esta vez podía saber como llamarlo adecuadamente, cabía que pensar que el haber conocido a Ash había tenido sus ventajas. De alguna forma no podía quitarme de la cabeza como el hombre podía conservar tanta palabrería en su cabeza, parecía una persona inteligente.
Me encontraba justo frente a la tumba de mis queridos padres, hacia frio, pues había nevado y signo de ello era aquella fina capa blanca que impregnaba la copa de los arboles y el denso suelo hecho de piedra dura. Me resultaba curioso que apenas había entrado el otoño y ya refrescaba de tal manera que la nieve había optado por aparecer. Me incline hacia delante, dejando caer sobre el mármol gris el par de rosas rojas que había comprado aquella mañana. Mire a mi alrededor y me resulto escalofriante la cantidad de yacimientos que allí se encontraban. Desde luego, nadie se podía librar de su fin… aunque seguramente algunos habían llegado a este tranquilo. Mis padres no o consiguieron, pues su sueño era tener sepultura en América, en nuestra ciudad natal, pero en esas circunstancias en las que solo teníamos para subsistir, era del todo imposible. Era algo que pensaba cada vez que pisaba aquel lugar.
En el cielo, se empezaron a marcar las primeras estrellas de las cuales quede mirando, sin duda, adoraba la naturaleza en todo su esplendor, pues era lo único que parecía bello en aquella época de gente hipócrita y viciosa. Aun no había llegado la noche y el frio cada vez se hacia mas intenso, no me pude refugiar de este pues las prendas mas calurosas fueron hechas harapos aquella noche de persecución, por lo que no podía hacer mas que portar una falda parecida y una camisa que apenas cubría los hombros, acompañas de un fular a modo de poncho, el cual me recoloque y acurruqué en el a la espera de mi cita.
La semana había pasado lenta y tranquila, con un solo día de descanso que se compensaría con el actual. El Sr Biggs acabó preocupado por la presencia de aquel hombre de alto cargo en la militaría francesa, pero decidí no hacerle entrar en ninguna razón, pues presentía que algún día volvería, es mas, cada noche que subía al pequeño tablado a deleitar a aquellos borrachos con el sonido de mi voz, buscaba a Ash entre las sombras de aquel arcaico bar…quizá para pedirle explicaciones, o simplemente para propinarle la bofetada que no le di aquella noche en la despedida. Además de todo aquello, decidí ofrecerle al dueño algunos servicios extras basados en recados mercantiles para conseguir algunas monedas que me proporcionaron la idea de comprar algunas flores e ir al cementerio a visitar a mis padres. En una de aquellas salidas, conocí a un vendedor de vasijas, joven, más o menos de mi edad y también rozando la clase baja. Se hacia llamar Harry y tuvo el mismo efecto directo conmigo que mi anterior salvador, pues de la misma forma comenzó a hablar como si de siempre me conociera. Por alguna extraña razón me recordaba a mis hermanos, parecía un chico emprendedor y con sueños, al menos mas que yo, y con ese sentido critico de la injusticia que tanto frecuentaba, por lo que no pude evitar llevarme un gran tramo de tarde conversando con aquel muchacho. Pensé que seguramente ya había cortejado a alguna mujer del lugar, pero acabe por tomar lo contrario cuando este se precipitó pidiendo una tarde mas de conversación con mi presencia, al ver mis flores supuso que aquella noche visitaría el cementerio, por lo que acordó encontrarme en aquel lugar. No le negué la propuesta… pues si no me placía, me marcharía sin más. Finalizando el día y manteniendo en mente aquella cita, decidí encaminarme a visitar una vez más, a mis añorados padres.
Eran las ocho y media de la tarde, faltaba exactamente una media hora para que la oscuridad de la noche cubriera todas las calles del país, pero por el momento, solo podía disfrutar de aquel crepúsculo, crepúsculo que se tornaba esta vez en colores rosados y anaranjados haciendo del enorme cielo una gran obra de arte digna de ser admirada por todo el mundo. Al menos esta vez podía saber como llamarlo adecuadamente, cabía que pensar que el haber conocido a Ash había tenido sus ventajas. De alguna forma no podía quitarme de la cabeza como el hombre podía conservar tanta palabrería en su cabeza, parecía una persona inteligente.
Me encontraba justo frente a la tumba de mis queridos padres, hacia frio, pues había nevado y signo de ello era aquella fina capa blanca que impregnaba la copa de los arboles y el denso suelo hecho de piedra dura. Me resultaba curioso que apenas había entrado el otoño y ya refrescaba de tal manera que la nieve había optado por aparecer. Me incline hacia delante, dejando caer sobre el mármol gris el par de rosas rojas que había comprado aquella mañana. Mire a mi alrededor y me resulto escalofriante la cantidad de yacimientos que allí se encontraban. Desde luego, nadie se podía librar de su fin… aunque seguramente algunos habían llegado a este tranquilo. Mis padres no o consiguieron, pues su sueño era tener sepultura en América, en nuestra ciudad natal, pero en esas circunstancias en las que solo teníamos para subsistir, era del todo imposible. Era algo que pensaba cada vez que pisaba aquel lugar.
En el cielo, se empezaron a marcar las primeras estrellas de las cuales quede mirando, sin duda, adoraba la naturaleza en todo su esplendor, pues era lo único que parecía bello en aquella época de gente hipócrita y viciosa. Aun no había llegado la noche y el frio cada vez se hacia mas intenso, no me pude refugiar de este pues las prendas mas calurosas fueron hechas harapos aquella noche de persecución, por lo que no podía hacer mas que portar una falda parecida y una camisa que apenas cubría los hombros, acompañas de un fular a modo de poncho, el cual me recoloque y acurruqué en el a la espera de mi cita.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
- Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 30/10/2011
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
La casa estaba completamente a oscuras y en silencio... Las maderas estaban carcomidas y las telarañas eran el único adorno que se podía apreciar en el lugar que ni se podía llamar "hogar". En el centro de una gran sala reposaba un ataud de un llamativo color obsidiana que refulgía bajo los últimos rayos de sol.
En su interior, se revolvía un cuerpo cadavérico que parecía estar en plena descomposición...
No hizo falta más que la desaparición del leve resplandor para que la tapa se abriera con violencia y estruendo, haciendo acto de presencia la visceral figura.
Aparentaba ser un hombre extraordinariamente viejo, su piel estaba complétamente pálida y todos los huesos de su cuerpo se marcaban de forma exagerada. Su cabello plateado a juego con la delgada barba adornaban el rostro ojerizo del ser, que anduvo despacio hasta un pequeño mueble donde le aguardaban sus ropajes.
Se dirigió hacia el espejo y comenzó a cambiarse de atuendos con una inquietante parsimonia, como si algo muy importante estuviese por ocurrir... o como si la más mínima fuerza pudiese quebrarlo como un fino cristal.
Una vez hubo terminado, se colocó un elegante sombrero negro en la cabeza, por supuestisimo, de copa baja, muy similar a un bombín. Sin más, salió a la calle cerrando la puerta con sumo cuidado.
Caminaba entre los tejados, muy despacio, vigilando las solitarias calles de un nuevo anochecer... Había dormido durante días y por ello, no se había alimentado. Su hambre era tal que sus ojos relucían con un fantasmagórico color plateado, como dos estrellas en el cielo nocturno. Buscaba aquí y allá, sin encontrar a nadie... solo un joven muchacho.
Caminaba hacia el cementerio, con un poco de prisa... ¿Le esperaría alguien? El umbrío ser sonrió de forma macabra; no llegaría a su cita. Poco a poco comenzó a descender desde las alturas entre balcones y otros tejados más bajos como si de una sombra se tratase, sigiloso, sin hacer el menor ruido.
Maldijo mil y una veces al niño pequeño que se acercó hasta el muchacho. Entablaron conversación, bastante fraternales. La sombra pudo entender que era su hermano menor entonces al oir sus palabras ¡Maldito crío! Si no fuese porque debía mantener una reputación, se hubiese encargado de los dos... pero si le veían cerca del escenario de un crimen, podrían sospechar de alguien que por muy militar que sea, portaba un sable en una calle solitaria odnde murieron dos jovencitos... no lo podía permitir.
Aquel a quien el destino había deparado un oscuro final terminó por retomar su camino, mientras el pequeño de aproximádamente unos siete años de edad aguardaba despidiéndolo con la mano... ¡Él se lo había buscado!
Brúscamente, Ash descendió con un salto tras el pequeño, que se giró ipso facto al escuchar el ruido. El grito se ahogó bajo el susurro del oscuro beso del vampiro, mientras sus colmillos profundizaban la suave y tersa piel del cuello del infante. Poco a poco, los cabellos del hombre recobraron su tono cobrizo, su piel se tornaba morena nuevamente y recuperaba la juventud como si estuviese bebiendo el mayor de los elixires. La piedra filosofal, la esencia pura de la vida. Ash había vuelto...
Sonrió complacido mientras la última gota de sangre caía por la comisura de sus labios. Relamiéndose, soltó el cadaver del muchachito hacia el suelo. Impasible, comenzó a seguir al que sería su primera víctima... parecía dirigirse al cementerio.
El campo santo, aún tenuemente iluminado por la adormilada luz del astro rey, cobijó a Ash en la penumbra de una catacumba donde podía observar al hombrecillo, el cual se aproximaba a una figura muy familiar...
¡Keira! El vampiro observó interesado la cita de ambos... ¿Qué estarían tramando hacer? Se suponía que era una chica cerrada o al menos eso quiso aparentar con él... -¡Hola!- saludó nervioso el chico. Se presentó con su cabello semi largo un tanto despeinado, aunque el color rubio natural de su melena hacía un buen juego con sus ojos azules. Sus ropajes también eran muy sencillos: una chaquetita marrón a juego con el pantalón, sobre una blusa blanca cuyas mangas bordadas llevaba por fuera de la chaqueta... todo un clásico. -Estais muy hermosa, os sienta bien el cementerio- rió Ash al comprobar la tremenda estupidez que acababa de decir... -Y gracias por aceptar la cita... Me gustaría conoceros más a fondo, no sé... estoy bastante solo en esta ciudad. Solamente tengo a mi hermano pequeño Loui...- se sentó en una pequeña piedra -Mis padres enfermaron y murieron hace un par de años, están por aquí también. No pretendo aburriros con mi vida, madame, quería sin más ofreceros mis sentimientos de condolencia. Entiendo como debeis sentiros al poseer a algún ser querido descansando en este sacro santo lugar...- hablaba de forma amable, sin dejar de sonreir ni de observar los ojos de la mujer.
El vampiro, por otra parte, solo observaba esperando un momento oportuno para hacer su aparición. No obstante, había algo que le inquietaba otra vez, una sensación muy similar a la de aquellos callejones...
Ajeno a la existencia del oscuro ser, Harry seguía interesado en Keira, hablándole sin cesar. -Por favor, contadme... ¿Teneis familia aquí? No os he visto nunca en mi infancia y nuestro lugar no es demasiado amplio en una sociedad gobernada por la clase alta. Soy bastante pobre, la verdad, espero que no sea cortapisa para que podamos entablar una relación, del tipo que vos deseeis.- no había malicia en su proposición, su aniñado rostro daba fe de ello. -Ruego me disculpeis mi nerviosismo... nunca he tenido una amiga o una conocida, siempre he estado solo... sin contacto con nadie más que mi hermano y el trabajo, además de los clientes. Quizá fui muy atrevido al pediros este encuentro- reía nervioso -¡Contadme algo de vos! ¿A qué os dedicais? o lo que sea, a cambio yo os contaré lo que gusteis saber- aguardó entonces, cruzado de brazos y jovial, a que la muchacha que lo encandiló respondiese.
Por otro lado, en las tinieblas, un ángel de la noche se regocijaba en la idea de disecar a ese insolente mamarracho...
En su interior, se revolvía un cuerpo cadavérico que parecía estar en plena descomposición...
No hizo falta más que la desaparición del leve resplandor para que la tapa se abriera con violencia y estruendo, haciendo acto de presencia la visceral figura.
Aparentaba ser un hombre extraordinariamente viejo, su piel estaba complétamente pálida y todos los huesos de su cuerpo se marcaban de forma exagerada. Su cabello plateado a juego con la delgada barba adornaban el rostro ojerizo del ser, que anduvo despacio hasta un pequeño mueble donde le aguardaban sus ropajes.
Se dirigió hacia el espejo y comenzó a cambiarse de atuendos con una inquietante parsimonia, como si algo muy importante estuviese por ocurrir... o como si la más mínima fuerza pudiese quebrarlo como un fino cristal.
Una vez hubo terminado, se colocó un elegante sombrero negro en la cabeza, por supuestisimo, de copa baja, muy similar a un bombín. Sin más, salió a la calle cerrando la puerta con sumo cuidado.
Caminaba entre los tejados, muy despacio, vigilando las solitarias calles de un nuevo anochecer... Había dormido durante días y por ello, no se había alimentado. Su hambre era tal que sus ojos relucían con un fantasmagórico color plateado, como dos estrellas en el cielo nocturno. Buscaba aquí y allá, sin encontrar a nadie... solo un joven muchacho.
Caminaba hacia el cementerio, con un poco de prisa... ¿Le esperaría alguien? El umbrío ser sonrió de forma macabra; no llegaría a su cita. Poco a poco comenzó a descender desde las alturas entre balcones y otros tejados más bajos como si de una sombra se tratase, sigiloso, sin hacer el menor ruido.
-¡Eh, Harry!-
Maldijo mil y una veces al niño pequeño que se acercó hasta el muchacho. Entablaron conversación, bastante fraternales. La sombra pudo entender que era su hermano menor entonces al oir sus palabras ¡Maldito crío! Si no fuese porque debía mantener una reputación, se hubiese encargado de los dos... pero si le veían cerca del escenario de un crimen, podrían sospechar de alguien que por muy militar que sea, portaba un sable en una calle solitaria odnde murieron dos jovencitos... no lo podía permitir.
Aquel a quien el destino había deparado un oscuro final terminó por retomar su camino, mientras el pequeño de aproximádamente unos siete años de edad aguardaba despidiéndolo con la mano... ¡Él se lo había buscado!
Brúscamente, Ash descendió con un salto tras el pequeño, que se giró ipso facto al escuchar el ruido. El grito se ahogó bajo el susurro del oscuro beso del vampiro, mientras sus colmillos profundizaban la suave y tersa piel del cuello del infante. Poco a poco, los cabellos del hombre recobraron su tono cobrizo, su piel se tornaba morena nuevamente y recuperaba la juventud como si estuviese bebiendo el mayor de los elixires. La piedra filosofal, la esencia pura de la vida. Ash había vuelto...
Sonrió complacido mientras la última gota de sangre caía por la comisura de sus labios. Relamiéndose, soltó el cadaver del muchachito hacia el suelo. Impasible, comenzó a seguir al que sería su primera víctima... parecía dirigirse al cementerio.
El campo santo, aún tenuemente iluminado por la adormilada luz del astro rey, cobijó a Ash en la penumbra de una catacumba donde podía observar al hombrecillo, el cual se aproximaba a una figura muy familiar...
¡Keira! El vampiro observó interesado la cita de ambos... ¿Qué estarían tramando hacer? Se suponía que era una chica cerrada o al menos eso quiso aparentar con él... -¡Hola!- saludó nervioso el chico. Se presentó con su cabello semi largo un tanto despeinado, aunque el color rubio natural de su melena hacía un buen juego con sus ojos azules. Sus ropajes también eran muy sencillos: una chaquetita marrón a juego con el pantalón, sobre una blusa blanca cuyas mangas bordadas llevaba por fuera de la chaqueta... todo un clásico. -Estais muy hermosa, os sienta bien el cementerio- rió Ash al comprobar la tremenda estupidez que acababa de decir... -Y gracias por aceptar la cita... Me gustaría conoceros más a fondo, no sé... estoy bastante solo en esta ciudad. Solamente tengo a mi hermano pequeño Loui...- se sentó en una pequeña piedra -Mis padres enfermaron y murieron hace un par de años, están por aquí también. No pretendo aburriros con mi vida, madame, quería sin más ofreceros mis sentimientos de condolencia. Entiendo como debeis sentiros al poseer a algún ser querido descansando en este sacro santo lugar...- hablaba de forma amable, sin dejar de sonreir ni de observar los ojos de la mujer.
El vampiro, por otra parte, solo observaba esperando un momento oportuno para hacer su aparición. No obstante, había algo que le inquietaba otra vez, una sensación muy similar a la de aquellos callejones...
Ajeno a la existencia del oscuro ser, Harry seguía interesado en Keira, hablándole sin cesar. -Por favor, contadme... ¿Teneis familia aquí? No os he visto nunca en mi infancia y nuestro lugar no es demasiado amplio en una sociedad gobernada por la clase alta. Soy bastante pobre, la verdad, espero que no sea cortapisa para que podamos entablar una relación, del tipo que vos deseeis.- no había malicia en su proposición, su aniñado rostro daba fe de ello. -Ruego me disculpeis mi nerviosismo... nunca he tenido una amiga o una conocida, siempre he estado solo... sin contacto con nadie más que mi hermano y el trabajo, además de los clientes. Quizá fui muy atrevido al pediros este encuentro- reía nervioso -¡Contadme algo de vos! ¿A qué os dedicais? o lo que sea, a cambio yo os contaré lo que gusteis saber- aguardó entonces, cruzado de brazos y jovial, a que la muchacha que lo encandiló respondiese.
Por otro lado, en las tinieblas, un ángel de la noche se regocijaba en la idea de disecar a ese insolente mamarracho...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/10/2011
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
Esperé durante varios minutos a la llegada del muchacho la vez que observaba aquel cálido atardecer que se enmarcaba en el inmenso cielo. Poco a poco la temperatura bajaba, se empezaba a notar cuando junto con mi respiración salía de mi aliento aquel vaho que enmarcaba la pronta llegada del invierno y que mal auguraba eternas noches frías a la luz de la luna para los de mi calaña. Pero estábamos tan acostumbrados…
Poco tardó en llegar mi cita, indeseada quizá, no era de mi agrado estar bajo el frio en una noche como aquella y mucho menos en el cementerio. Al fin y al cabo, había conocido al chico esa misma tarde e intercambiamos unas cuantas críticas sobre la democracia, pero poco mas, milagro era de ver que supiese al menos mi nombre. Me sentaba mal, pero, no encontraba en el chico lo que seguramente el deseaba encontrar en mi. Se presentaba bien vestido para el poco salario que seguramente le proporcionaba el vender unas cuantas vasijas formadas de barro y con algunas imperfecciones. Parecía nervioso aunque contradictorio era que no paraba de hablar, y entre charla y charla parecía que decía cosas tan inhóspitas como que me sentaba bien el cementerio en cuestión de belleza, no pude mas que arquear una ceja , extrañada, con tal de quizá no dejarle un tanto cortado lo que quedaba de noche.
-No tenia nada mejor que hacer esta noche de igual forma. Sois afortunado de poseer un hermano que aun esta con vos a falta de unos padres. Veréis, yo no soy realmente de Paris, mis ramas proceden de América, si…bastante lejos, pero por motivos de supervivencia ante esta pobreza que abarca el mundo decidimos mudarnos a este lugar. La verdad, no se si fue la mejor idea, pues además de no mejorar nuestra calidad de vida, mis padres aun siendo jóvenes contrajeron una enfermedad que solo podía ser contrarrestada con medicinas, cosa de la que carecíamos. Murieron al poco de llegar aquí y… para colmo mis hermanos mayores no son más que unos soñadores que se han lanzado a la calle y no se nada de ellos desde hace un par de años. Digamos que estoy completamente sola en este lugar…- Paré de hablar, pues Harry cada vez parecía dar un paso mas adelante en aquella cita, no de modo poco ortodoxo, sino demasiado directo cuando aun no había ni si quiera señales de amistad, pues se atrevió a insinuar una relación de cualquier tipo que fuese de mi agrado. –No os preocupéis pero… Harry, he de seros sincera. Desde que vivo sola he conseguido sobrevivir sin relacionarme con nadie, no es que vea en vos una amenaza, pero preferiría mantenerme alejada de cualquier relación que pase de ‘’conocidos’’. Creedme que es mejor que os quedéis con vuestro hermano y lo cuidéis como si en ellos os fuese la vida en vez de intentar relacionaros con la primera persona que aparece en un lugar- Me resultaba curioso al observar que el chico rubio de pelo semi despeinado no dejaba de mirarme a los ojos, como si le resultase mas interesante de lo que quería aparentar la situación. Me recordaba a mí hacia unos días cuando me resultaba totalmente imposible apartar la mirada de aquellos ojos negros de Ash, el completo desconocido medio ortodoxo que se lanzó a salvarme cuando mas impotente me sentía. Parecía un cuento de niñas… pero tenia claro que en ninguno momento ninguna de mis relaciones iría mas allá de los conocidos, y menos con Harry y Ash - No tenéis por que comportaros así, parecéis un hombre amable y dudo que pase tiempo sin que una buena mujer se fije en vos. Yo, Harry, no soy buena… soy la persona mas aburrida y cerrada que pueda existir en todo Paris. Mientras las demás damas piensan en hombres y en sexo yo prefiero asquear todo aquello y en vez de sucumbir a la pasión de un hombre simplemente me dedico a vivir esperando que nadie pueda suponer un obstáculo. Además, me perderéis el contacto cuando se inicie la ‘’Gran Guerra’’ por que os juro que participaré en ella por defender nuestros derechos- Sonreí, y me reí al recordar aquellas palabras de Ash cuando mencionaba aquella guerra que sabe dios cuando llegaría. – No fuisteis atrevido al pedirme la cita si es que sois así… Yo soy cantante, me dedico a cantar grandes coplas a borrachos que prefieren deleitarse con el sabor del ron, no puedo contaros más, pues no hay nada ni nadie más en mi vida. Aunque es curioso, no suelo hablar de mi vida a nadie, pero me habéis caído tanto agradable- sonreí con una sonrisa dulce, pues acabo dándome pena el pobre muchacho que tan nervioso se había puesto para que nada mas llegar le soltase todo aquello sobre mi personalidad.
Empecé a caminar esperando que Harry me siguiese. Me sentía incomoda parada, pues sentía como si algo nos estuviese vigilando desde algún lugar y eso me provocaba un terrible escalofrío. –Decidme si no es molestia… ¿Os habéis sentido vigilado alguna vez?-
Poco tardó en llegar mi cita, indeseada quizá, no era de mi agrado estar bajo el frio en una noche como aquella y mucho menos en el cementerio. Al fin y al cabo, había conocido al chico esa misma tarde e intercambiamos unas cuantas críticas sobre la democracia, pero poco mas, milagro era de ver que supiese al menos mi nombre. Me sentaba mal, pero, no encontraba en el chico lo que seguramente el deseaba encontrar en mi. Se presentaba bien vestido para el poco salario que seguramente le proporcionaba el vender unas cuantas vasijas formadas de barro y con algunas imperfecciones. Parecía nervioso aunque contradictorio era que no paraba de hablar, y entre charla y charla parecía que decía cosas tan inhóspitas como que me sentaba bien el cementerio en cuestión de belleza, no pude mas que arquear una ceja , extrañada, con tal de quizá no dejarle un tanto cortado lo que quedaba de noche.
-No tenia nada mejor que hacer esta noche de igual forma. Sois afortunado de poseer un hermano que aun esta con vos a falta de unos padres. Veréis, yo no soy realmente de Paris, mis ramas proceden de América, si…bastante lejos, pero por motivos de supervivencia ante esta pobreza que abarca el mundo decidimos mudarnos a este lugar. La verdad, no se si fue la mejor idea, pues además de no mejorar nuestra calidad de vida, mis padres aun siendo jóvenes contrajeron una enfermedad que solo podía ser contrarrestada con medicinas, cosa de la que carecíamos. Murieron al poco de llegar aquí y… para colmo mis hermanos mayores no son más que unos soñadores que se han lanzado a la calle y no se nada de ellos desde hace un par de años. Digamos que estoy completamente sola en este lugar…- Paré de hablar, pues Harry cada vez parecía dar un paso mas adelante en aquella cita, no de modo poco ortodoxo, sino demasiado directo cuando aun no había ni si quiera señales de amistad, pues se atrevió a insinuar una relación de cualquier tipo que fuese de mi agrado. –No os preocupéis pero… Harry, he de seros sincera. Desde que vivo sola he conseguido sobrevivir sin relacionarme con nadie, no es que vea en vos una amenaza, pero preferiría mantenerme alejada de cualquier relación que pase de ‘’conocidos’’. Creedme que es mejor que os quedéis con vuestro hermano y lo cuidéis como si en ellos os fuese la vida en vez de intentar relacionaros con la primera persona que aparece en un lugar- Me resultaba curioso al observar que el chico rubio de pelo semi despeinado no dejaba de mirarme a los ojos, como si le resultase mas interesante de lo que quería aparentar la situación. Me recordaba a mí hacia unos días cuando me resultaba totalmente imposible apartar la mirada de aquellos ojos negros de Ash, el completo desconocido medio ortodoxo que se lanzó a salvarme cuando mas impotente me sentía. Parecía un cuento de niñas… pero tenia claro que en ninguno momento ninguna de mis relaciones iría mas allá de los conocidos, y menos con Harry y Ash - No tenéis por que comportaros así, parecéis un hombre amable y dudo que pase tiempo sin que una buena mujer se fije en vos. Yo, Harry, no soy buena… soy la persona mas aburrida y cerrada que pueda existir en todo Paris. Mientras las demás damas piensan en hombres y en sexo yo prefiero asquear todo aquello y en vez de sucumbir a la pasión de un hombre simplemente me dedico a vivir esperando que nadie pueda suponer un obstáculo. Además, me perderéis el contacto cuando se inicie la ‘’Gran Guerra’’ por que os juro que participaré en ella por defender nuestros derechos- Sonreí, y me reí al recordar aquellas palabras de Ash cuando mencionaba aquella guerra que sabe dios cuando llegaría. – No fuisteis atrevido al pedirme la cita si es que sois así… Yo soy cantante, me dedico a cantar grandes coplas a borrachos que prefieren deleitarse con el sabor del ron, no puedo contaros más, pues no hay nada ni nadie más en mi vida. Aunque es curioso, no suelo hablar de mi vida a nadie, pero me habéis caído tanto agradable- sonreí con una sonrisa dulce, pues acabo dándome pena el pobre muchacho que tan nervioso se había puesto para que nada mas llegar le soltase todo aquello sobre mi personalidad.
Empecé a caminar esperando que Harry me siguiese. Me sentía incomoda parada, pues sentía como si algo nos estuviese vigilando desde algún lugar y eso me provocaba un terrible escalofrío. –Decidme si no es molestia… ¿Os habéis sentido vigilado alguna vez?-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
Aun desde las sombras, Ash escuchaba atento las palabras que ambos humanos estaban compartiendo. Ese tal Harry tenía un extraño pero a la vez familiar aire que repugnaba al vampiro y le hacía sentir cada vez más agresivo. Al igual, se intentaba dominar. No se encontraba completamente saciado por lo que seguramente alguno de sus rasgos físicos podrían llamar la atención de Keira si hacía acto de presencia.
Mientras tanto, Harry seguía encandilado con la muchacha -¿Sentirme vigilado? No... no la verdad es que nunca me he sentido vigilado. Bueno, al menos hasta esta noche, antes de venir hacia aquí... ¿Y vos? ¿Os persigue alguien a caso?- preguntó serio y con un aire heróico cual guardián.
Aquella osadía en la voz del muchacho hizo reir al oculto Ash ¿Pretendía quizá sorprenderla? Era más que obvio que Harry no conocía de nada a Keira...
El muchacho rubio escuadriñó el cementerio entornando la mirada en busca del epicentro de aquella lúgubre sensación que le azotaba en la nuca y le erizaba la piel. -Definitivamente no estamos solos, madame...- susurró para Keira -Todo está demasiado silencioso, quizá sean ladrones.- se acercó a ella de espaldas, intentando protegerla.
Desde el otro lado, Ash intunía que el muchacho tenía razón. Durante todo el tiempo, ellos habían permanecido completamente a solas en el cementerio y una extraña paz inundaba el lugar. Cierto era que el campo santo no era un lugar típico de fiestas ni mucho menos, pero solía estar más transitado... o al menos, su exterior.
Mas aquel anochecer se tornaba demasiado gótico, ni siquiera podía oirse un graznido de cuervo, ni grillos cantar. No había coches que retumbaran sus ruedas de madera al compás del trote de los caballos... Nada, solamente había silencio. El vampiro sopesó la posibilidad de que alguien intentase atracarles o que la joven pudiese sufrir de nuevo aquel destino, por lo que decidió salir a pesar del aspecto que pudiese tener.
Se aproximó a ellos cual sombra, sin llamar demasiado la atención hasta encontrarse a escasos pasos de la pareja. -Bonita noche para pasear por el cementerio...- comentó con una pequeña sonrisa forzada en los labios, la presencia del chico rubio le impulsaba a lanzarse contra él cual bestia... ¿No sería posible que...? -Hace ya una semana que no sabía nada de vos, Keira- dijo solemne, como si fuese una imperiosa necesidad el oirla. A pesar de todo, era su voz lo que le tenía tan mágicamente atrapado.
Harry sin embargo retrocedió un par de pasos ante la presencia de Ash. Los ojos azules del muchacho no podían apartarse de su esbelta figura... y de sus ojos, que se presentaban con un color ligéramente grisaceo a diferencia de su común color marrón. El vampiro se percató y desvió un poco su mirar hacia las sepulturas -No debeiriais estar aquí, ninguno de los dos...- miró a Keira excesivamente serio -En especial la señorita...- fue entonces cuando miró a Harry... Al igual que aquel tipejo del callejón que conoció antaño, olía a perro... muchísimo. Ash avanzó decidido hacia ambos con las manos cruzadas tras la espalda hasta posicionarse frente a Keira -Os acompañaré a casa, no creo que esteis en muy buena compañía- sonrió -¿Quién os creeis que sois para tacharme de mala compañía? ¡No soy una mala persona! - Pero hueles a mala persona... es mejor para ella que se marche de aquí- hablaba de Keira como si fuese su hija pequeña o su queridísima hermana, como una mujer joven e indefensa que no tendría la más mínima oportunidad de sobrevivir a las noches parisinas.
Indignado, el muchacho se dio media vuelta y comenzó a caminar dándoles la espalda a ambos dos, desapareciendo entre la ligera niebla que causaba el inicio de una suave nevada sobre el cementerio.
Ash aguardó en silencio a que Harry se marchase de allí, pues aunque su instinto no se había disparado inmediatamente como de costumbre, tenía una duda importante respecto a su verdadera esencia. -Creo que no entendisteis correctamente el sentido de la "Gran Guerra", Mi Lady- tornó su gesto hacia ella -No debeis aguardar ninguna rebelión; el pobre será pobre y el rico siempre será rico... está escrito así- comentó con indiferencia, sin importarle lo más mínimo el dar a entender que había estado escuchando su conversación con Harry -¿De qué conoceis a ese hombre, si no es mucha indiscreción? No es por nada querida, pero creo que no sabeis elegir bien vuestra compañía... Miradme a mí, sino- sonrió de forma arrogante, igualmente de forma forzada. Tenía sed y la piel de Keira parecía tan tersa y apetitosa que sus manos ocultas tras su espalda no hacian más que apretarse más y más, al punto de hacerse algo de daño, llegando a sangrar levemente.
Harry sin embargo, proseguía su camino bastante ofendido por los comentarios de Ash ¿Quién se creía que era? Solamente por llevar pintas de clase alta no le daba ningún derecho a tratar así a nadie. Siempre había aborrecido esa forma de ser en los nobles. Estando a punto de abandonar el recinto, un hombre de aspecto amable se le aproximó. Su cara se marcaba en varias arrugas ocasionadas por una sempiterna sonrisa bobalicona y una mirada cálida y familiar. -Hola pequeño Harry, te estaba buscando...- Harry simplemente le miró en silencio, con mucha seriedad. Otra vez habían vuelto a encontrarle.
Mientras tanto, Harry seguía encandilado con la muchacha -¿Sentirme vigilado? No... no la verdad es que nunca me he sentido vigilado. Bueno, al menos hasta esta noche, antes de venir hacia aquí... ¿Y vos? ¿Os persigue alguien a caso?- preguntó serio y con un aire heróico cual guardián.
Aquella osadía en la voz del muchacho hizo reir al oculto Ash ¿Pretendía quizá sorprenderla? Era más que obvio que Harry no conocía de nada a Keira...
El muchacho rubio escuadriñó el cementerio entornando la mirada en busca del epicentro de aquella lúgubre sensación que le azotaba en la nuca y le erizaba la piel. -Definitivamente no estamos solos, madame...- susurró para Keira -Todo está demasiado silencioso, quizá sean ladrones.- se acercó a ella de espaldas, intentando protegerla.
Desde el otro lado, Ash intunía que el muchacho tenía razón. Durante todo el tiempo, ellos habían permanecido completamente a solas en el cementerio y una extraña paz inundaba el lugar. Cierto era que el campo santo no era un lugar típico de fiestas ni mucho menos, pero solía estar más transitado... o al menos, su exterior.
Mas aquel anochecer se tornaba demasiado gótico, ni siquiera podía oirse un graznido de cuervo, ni grillos cantar. No había coches que retumbaran sus ruedas de madera al compás del trote de los caballos... Nada, solamente había silencio. El vampiro sopesó la posibilidad de que alguien intentase atracarles o que la joven pudiese sufrir de nuevo aquel destino, por lo que decidió salir a pesar del aspecto que pudiese tener.
Se aproximó a ellos cual sombra, sin llamar demasiado la atención hasta encontrarse a escasos pasos de la pareja. -Bonita noche para pasear por el cementerio...- comentó con una pequeña sonrisa forzada en los labios, la presencia del chico rubio le impulsaba a lanzarse contra él cual bestia... ¿No sería posible que...? -Hace ya una semana que no sabía nada de vos, Keira- dijo solemne, como si fuese una imperiosa necesidad el oirla. A pesar de todo, era su voz lo que le tenía tan mágicamente atrapado.
Harry sin embargo retrocedió un par de pasos ante la presencia de Ash. Los ojos azules del muchacho no podían apartarse de su esbelta figura... y de sus ojos, que se presentaban con un color ligéramente grisaceo a diferencia de su común color marrón. El vampiro se percató y desvió un poco su mirar hacia las sepulturas -No debeiriais estar aquí, ninguno de los dos...- miró a Keira excesivamente serio -En especial la señorita...- fue entonces cuando miró a Harry... Al igual que aquel tipejo del callejón que conoció antaño, olía a perro... muchísimo. Ash avanzó decidido hacia ambos con las manos cruzadas tras la espalda hasta posicionarse frente a Keira -Os acompañaré a casa, no creo que esteis en muy buena compañía- sonrió -¿Quién os creeis que sois para tacharme de mala compañía? ¡No soy una mala persona! - Pero hueles a mala persona... es mejor para ella que se marche de aquí- hablaba de Keira como si fuese su hija pequeña o su queridísima hermana, como una mujer joven e indefensa que no tendría la más mínima oportunidad de sobrevivir a las noches parisinas.
Indignado, el muchacho se dio media vuelta y comenzó a caminar dándoles la espalda a ambos dos, desapareciendo entre la ligera niebla que causaba el inicio de una suave nevada sobre el cementerio.
Ash aguardó en silencio a que Harry se marchase de allí, pues aunque su instinto no se había disparado inmediatamente como de costumbre, tenía una duda importante respecto a su verdadera esencia. -Creo que no entendisteis correctamente el sentido de la "Gran Guerra", Mi Lady- tornó su gesto hacia ella -No debeis aguardar ninguna rebelión; el pobre será pobre y el rico siempre será rico... está escrito así- comentó con indiferencia, sin importarle lo más mínimo el dar a entender que había estado escuchando su conversación con Harry -¿De qué conoceis a ese hombre, si no es mucha indiscreción? No es por nada querida, pero creo que no sabeis elegir bien vuestra compañía... Miradme a mí, sino- sonrió de forma arrogante, igualmente de forma forzada. Tenía sed y la piel de Keira parecía tan tersa y apetitosa que sus manos ocultas tras su espalda no hacian más que apretarse más y más, al punto de hacerse algo de daño, llegando a sangrar levemente.
Harry sin embargo, proseguía su camino bastante ofendido por los comentarios de Ash ¿Quién se creía que era? Solamente por llevar pintas de clase alta no le daba ningún derecho a tratar así a nadie. Siempre había aborrecido esa forma de ser en los nobles. Estando a punto de abandonar el recinto, un hombre de aspecto amable se le aproximó. Su cara se marcaba en varias arrugas ocasionadas por una sempiterna sonrisa bobalicona y una mirada cálida y familiar. -Hola pequeño Harry, te estaba buscando...- Harry simplemente le miró en silencio, con mucha seriedad. Otra vez habían vuelto a encontrarle.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
Comencé a caminar por aquellos caminos de tierra que contorneaban el lugar, llenos de rocas húmedas, humus y bendecido por la oscuridad y la niebla que aquella noche que se avecinaba poco a poco quería brindar una noche mas. Harry, aquel chico de carácter avispado, nervioso e inseguro al perecer, me acompañaba tras de mi pero me sentía tan sola a la vez… esas lapidas con nombres que nunca mas se recordaran me proporcionaban una sensación de tristeza, desesperanza tal vez, pues, quien sabia si bajo las mismas se encontraba n cuerpos de algunos que encontraron tal destino por luchar con mi misma razón. Solo de pensar en aquello, divagaba. Quizá esa guerra debía de llegar ya. El cementerio se vería abastecido, si, pero las siguientes generaciones al menos podrían gozar del capital suficiente como para rememorar aquellos que lucharon por ese futuro tan soñado ofreciéndoles unas flores cada domingo. Yo misma pensaba que todo eso era una utopía…
A mi pregunta de si alguna vez el muchacho se había sentido perseguido, el intrépido acompañante negó, pero afirmo que solo había sentido esa sensación justo al llegar, casualmente, igual que yo. Sentía como si alguien se postrase tras de mi, con los ojos justo sobre mi hombro, pero a la vez lo notaba lejos… era extraño – No os preocupéis, si alguien me volviese a seguir vos ya no podríais hacer nada mas que correr- Dije recordando que con demasiada suerte conté cuando Ash , en movimientos rápidos…casi inhumanos ahora que recordaba, hizo desaparecer a aquellos borrachos. Y después aquel hombre… Paré en seco –Harry deberíamos irnos ya. No es bueno que tengáis a vuestro hermano esperándoos- dicho esto, comencé a caminar en dirección contraria sin importar a que velocidad me seguía Harry, pues no estaba dispuesta a volver a encontrarme con ningún borracho mas.
Aquel hombre que me salvó la vida anteriormente hizo acto de presencia frente a nosotros, como si nos conociese de toda la vida. Tal fue la impresión que no pude evitar decir en un tono alto su nombre en vez de apellido… pero lo extraño no era que hubiese aparecido de la nada, pues seria la segunda vez que lo hacia frente a mi, lo que me inquietaba era su rostro – Digo… Sr Ravnos ¿Qué hacéis aquí? Tenéis cara de haber estado ebrio hace pocos momentos – dude por unos momentos, pues con esa pinta por mucho que me ayudase ahora mismo solo podía tenerle miedo – Marchaos, no pretendo que me volváis a deleitar con vuestras ingeniosas palabras- Dije esperando que me hiciese caso. Harry en cambio, retrocedió, cosa que me extraño pues ahora no me encajaba su actitud protectora de antes cuando conversamos sobre los sentimientos de vigilancia. Ash, solo hizo hincapié en la idea de marcharnos ‘’sobre todo la señorita’’ -¿Es que pensáis que puedo atraer a mas de tres borrachos cada noche? No se si tomármelo como un piropo… quitaos esa idea de volver a acompañarme a casa. Sois muy amables pero reitero en que vuestras ultimas palabras no fueron de mi agrado y no desearía que se acabasen cumpliendo, no sois mi tipo. Buenas noches – Dicho esto me encamine rápidamente al camino que llevaba a la salida dejando a aquellos dos hombres tras de mi, Ash había insultado de alguna manera a Harry al decir que era mala compañía, pero en esos momentos me daba igual, solo podía caminar y… -¿Harry…?- Había adelantado mi camino, pasando junto a mi con cara de indignación, sin volver a despedirse… no era eso lo que me preocupada, desde luego, lo que me estremecía era que me acabase de dejar sola una vez mas con el que fue mi protector.- Genial…- Paré en seco. En menos de unos segundos el hombre restante había alcanzado mi posición y se quedó parado justo a mi lado alegando que había mal entendido el concepto de ‘’Gran Guerra’’ -¿Otra vez? ¿Me habéis estado escuchando? ¿Vos sois el que me ha estado persiguiendo toda la santa semana sin dejarme dormir noche tras noche? Pues iros ya de mi camino si no queréis que avise a la policía y…- ¿Qué diantres acababa de decir? El era como la policía… -¡Da igual! Estoy harta. Os dije que quedé disgustada con vos ¿Por qué no me dejáis en paz? Espiar a una dama es una cosa de gente desgraciada. – Tome aire, me estaba sulfurando demasiado -¿Qué os importa quien sea ese chico? Todos los hombres sois iguales. Y si, siempre ando con malas compañías ¡por que siempre se acercan a mi!- Intenté parar de una vez por todas mi torrente de voz cruzándome de brazos, quedándome quieta, indignada y ligeramente extrañada, pues aunque Ash se encontrase a mi lado, aun me sentía vigilada. Sentía como la sangre me hervía por momentos y decidí tomar otro rumbo en la conversación –… dejad esto ya ¿queréis? –Dije en voz muy baja, como si intentase rectificar –No…no digo que no hagáis vuestra vida, pero dejadme a mi, demasiada penuria llevo ya encima- Esperaba de veras no ganarme la paliza que no me lleve aquel día, a fin de cuentas, aunque me hubiese espiado no estaba del todo segura si era el.
Me fijé en que el hombre aun se comportaba de manera extraña y no conseguía perder ese rostro pálido de su faz. Pero, por alguna razón, esta vez era el quien no podía dejar de mirarme… pero no me miraba precisamente a la cara. Miraba mi piel -¿Qué os pasa?- Desde luego, ahora solo podía preocuparme en no caer en la tentación de volver a mirarle a los ojos, los cuales aun no había querido observar.
De repente, algo en la lejanía me distrajo. Había dos personas pero una de ellas me provoco un horrible escalofrío -¿Aquel hombre no es…?-
A mi pregunta de si alguna vez el muchacho se había sentido perseguido, el intrépido acompañante negó, pero afirmo que solo había sentido esa sensación justo al llegar, casualmente, igual que yo. Sentía como si alguien se postrase tras de mi, con los ojos justo sobre mi hombro, pero a la vez lo notaba lejos… era extraño – No os preocupéis, si alguien me volviese a seguir vos ya no podríais hacer nada mas que correr- Dije recordando que con demasiada suerte conté cuando Ash , en movimientos rápidos…casi inhumanos ahora que recordaba, hizo desaparecer a aquellos borrachos. Y después aquel hombre… Paré en seco –Harry deberíamos irnos ya. No es bueno que tengáis a vuestro hermano esperándoos- dicho esto, comencé a caminar en dirección contraria sin importar a que velocidad me seguía Harry, pues no estaba dispuesta a volver a encontrarme con ningún borracho mas.
-¿Ash?-
Aquel hombre que me salvó la vida anteriormente hizo acto de presencia frente a nosotros, como si nos conociese de toda la vida. Tal fue la impresión que no pude evitar decir en un tono alto su nombre en vez de apellido… pero lo extraño no era que hubiese aparecido de la nada, pues seria la segunda vez que lo hacia frente a mi, lo que me inquietaba era su rostro – Digo… Sr Ravnos ¿Qué hacéis aquí? Tenéis cara de haber estado ebrio hace pocos momentos – dude por unos momentos, pues con esa pinta por mucho que me ayudase ahora mismo solo podía tenerle miedo – Marchaos, no pretendo que me volváis a deleitar con vuestras ingeniosas palabras- Dije esperando que me hiciese caso. Harry en cambio, retrocedió, cosa que me extraño pues ahora no me encajaba su actitud protectora de antes cuando conversamos sobre los sentimientos de vigilancia. Ash, solo hizo hincapié en la idea de marcharnos ‘’sobre todo la señorita’’ -¿Es que pensáis que puedo atraer a mas de tres borrachos cada noche? No se si tomármelo como un piropo… quitaos esa idea de volver a acompañarme a casa. Sois muy amables pero reitero en que vuestras ultimas palabras no fueron de mi agrado y no desearía que se acabasen cumpliendo, no sois mi tipo. Buenas noches – Dicho esto me encamine rápidamente al camino que llevaba a la salida dejando a aquellos dos hombres tras de mi, Ash había insultado de alguna manera a Harry al decir que era mala compañía, pero en esos momentos me daba igual, solo podía caminar y… -¿Harry…?- Había adelantado mi camino, pasando junto a mi con cara de indignación, sin volver a despedirse… no era eso lo que me preocupada, desde luego, lo que me estremecía era que me acabase de dejar sola una vez mas con el que fue mi protector.- Genial…- Paré en seco. En menos de unos segundos el hombre restante había alcanzado mi posición y se quedó parado justo a mi lado alegando que había mal entendido el concepto de ‘’Gran Guerra’’ -¿Otra vez? ¿Me habéis estado escuchando? ¿Vos sois el que me ha estado persiguiendo toda la santa semana sin dejarme dormir noche tras noche? Pues iros ya de mi camino si no queréis que avise a la policía y…- ¿Qué diantres acababa de decir? El era como la policía… -¡Da igual! Estoy harta. Os dije que quedé disgustada con vos ¿Por qué no me dejáis en paz? Espiar a una dama es una cosa de gente desgraciada. – Tome aire, me estaba sulfurando demasiado -¿Qué os importa quien sea ese chico? Todos los hombres sois iguales. Y si, siempre ando con malas compañías ¡por que siempre se acercan a mi!- Intenté parar de una vez por todas mi torrente de voz cruzándome de brazos, quedándome quieta, indignada y ligeramente extrañada, pues aunque Ash se encontrase a mi lado, aun me sentía vigilada. Sentía como la sangre me hervía por momentos y decidí tomar otro rumbo en la conversación –… dejad esto ya ¿queréis? –Dije en voz muy baja, como si intentase rectificar –No…no digo que no hagáis vuestra vida, pero dejadme a mi, demasiada penuria llevo ya encima- Esperaba de veras no ganarme la paliza que no me lleve aquel día, a fin de cuentas, aunque me hubiese espiado no estaba del todo segura si era el.
Me fijé en que el hombre aun se comportaba de manera extraña y no conseguía perder ese rostro pálido de su faz. Pero, por alguna razón, esta vez era el quien no podía dejar de mirarme… pero no me miraba precisamente a la cara. Miraba mi piel -¿Qué os pasa?- Desde luego, ahora solo podía preocuparme en no caer en la tentación de volver a mirarle a los ojos, los cuales aun no había querido observar.
De repente, algo en la lejanía me distrajo. Había dos personas pero una de ellas me provoco un horrible escalofrío -¿Aquel hombre no es…?-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
Era de esperar por parte del vampiro que la chica reaccionase así ante sus palabras y su presencia. La verdad era que incluso a él le resultaba un tanto molesto coincidir con ella, pues no la había estado siguiendo, su objetivo era Harry desde el principio. Ash no mencionó palabra alguna respecto a la actitud grosera y poco digna de una señorita de la que Keira estaba haciendo gala... ¿Para qué? Sería una pardida de tiempo. Permanecía ensimismado con la calidez que emanaba de su piel... casi podía oler su sangre, percibirla como si estuviese mojando sus labios; se perdía en un mar de oscuros deseos que incluían el cuerpo de esa mujer, sometido al placer que inducía el suave beso tenebroso de los vampiros.
Pero una pregunta por parte de la muchacha le sacó de su sopor. Al parecer había reconocido a alguien en la distancia y ello llamó la atención del militar. No obstante, al mirar hacia el mismo lugar que la dama, no atisbó figura ninguna; se habían esfumado como el humo en medio de una tempestad.
Ash volvió a mirarla, serio -Seguro que han sido alucinaciones debido al gran enfado que mostrais. Enfado, que por otra parte, considero injusto. No teneis la más mínima prueba de que haya sido yo quien os ha estado acosando... ¿Por qué debería hacer algo así?- preguntó solemne y algo indignado, avanzando un par de pasos hacia la muchacha, clavando sus ojos aclarados en los suyos -Sin duda algún día os perderá la boca y será entonces cuando os vaya a visitar... pero a vuestra propia tumba, niña insensata.- la reprimió furioso, pues más que por una ofensa, sabía que si se dirigía de esa forma a alguien noble o de clase alta que no fuese él se vería embutida en un enormísimo problema... y no era eso lo que pretendía el señorial militar.
En medio de esa tensa situación, en la espesura de la niebla pudo oirse algo parecido a un terrible alarido de dolor. El hombre giró muy despacio la cabeza en la misma dirección que aquel terrorifico sonido. A medida que lo hacía, una mueca de ira se denotaba más y más, llegando incluso a tener un pequeño tic en la comisura del labio y arrugando un poco el rostro, como una especie de bestia.
Recordó entonces a la joven y consiguió contenerse... pero era indudable, era uno de ellos... o lo parecía enormemente, su fustigada alma eterna le pedía a gritos que acabase con él.
Mientra en la lejanía, se dibujaba poco a poco una fantasmagórica figura que se abría paso entre la pesada niebla y los copos de nieve que acompañaban el lugar con un melodioso silencio capaz de desquiciar al más cuerdo. Era una criatura enorme, medía aproximádamente dos metros de altura. Caminaba sobre cuatro patas y su cuerpo estaba completamente cubierto por una espeso pelaje negro que constrastaba con la blancura de sus afilados colmillos bañados en sangre. -No puede ser...- dijo para sí, sin inmutarse, como si contemplar aquel engendro fuese algo común -Fenrir...- musitó abriendo los ojos de par en par, alucinado e impactado por la magnificencia de aquella criatura -No puede ser... es... demasiado pronto...- mascullaba con intención de que la mujer no le oyese. Es más, en cuanto ella percibiese al monstruo allí presente, él se esfumaría como si fuese la misma niebla, dejándola completamente a solas. No por temor, sino por escarmentarla respecto a la constante presencia del Capitán junto a ella.
El enorme lobo negro cesó su marcha frente a una distancia prudencial de la muchacha. La observaba detenidamente con esos enormes y penetrantes ojos azules mientras rugía. Su pelaje se erizaba denotando las intenciones hostiles que poseía... tenía hambre. No esperó demasiado tiempo antes de lanzarse en una feroz carrera contra Keira, pronunciando aún más sus fauces arrugando el ocico como si estuviese poseido por la más poderosa de las rabias.
Desde el tejado de la iglesia que había en el cementerio, Ash observaba con un largo y pesado suspiro el cercano fin de la mujer. Sin embargo, pudo observar que a pesar de su tamaño, la velocidad de la bestia no era demasiado distante a la de un perro normal... caso extraño. Pensó entonces en la posibilidad de que la muchacha pudiese huir... o al menos, que le diese tiempo a alimentarse para recuperar sus fuerzas.
Decidió entonces partir, dando toda su sangre en su velocidad, dirección a las calles nocturnas en busca de alguna presa.
Y allí seguía entonces, la trajeada figura de un hombre de porte señorial ligeramente apoyado en un bastón negro, observando entre la arboleda, divertido, la partida de caza que se acababa de abrir contra la humana.
Pero una pregunta por parte de la muchacha le sacó de su sopor. Al parecer había reconocido a alguien en la distancia y ello llamó la atención del militar. No obstante, al mirar hacia el mismo lugar que la dama, no atisbó figura ninguna; se habían esfumado como el humo en medio de una tempestad.
Ash volvió a mirarla, serio -Seguro que han sido alucinaciones debido al gran enfado que mostrais. Enfado, que por otra parte, considero injusto. No teneis la más mínima prueba de que haya sido yo quien os ha estado acosando... ¿Por qué debería hacer algo así?- preguntó solemne y algo indignado, avanzando un par de pasos hacia la muchacha, clavando sus ojos aclarados en los suyos -Sin duda algún día os perderá la boca y será entonces cuando os vaya a visitar... pero a vuestra propia tumba, niña insensata.- la reprimió furioso, pues más que por una ofensa, sabía que si se dirigía de esa forma a alguien noble o de clase alta que no fuese él se vería embutida en un enormísimo problema... y no era eso lo que pretendía el señorial militar.
En medio de esa tensa situación, en la espesura de la niebla pudo oirse algo parecido a un terrible alarido de dolor. El hombre giró muy despacio la cabeza en la misma dirección que aquel terrorifico sonido. A medida que lo hacía, una mueca de ira se denotaba más y más, llegando incluso a tener un pequeño tic en la comisura del labio y arrugando un poco el rostro, como una especie de bestia.
Recordó entonces a la joven y consiguió contenerse... pero era indudable, era uno de ellos... o lo parecía enormemente, su fustigada alma eterna le pedía a gritos que acabase con él.
Mientra en la lejanía, se dibujaba poco a poco una fantasmagórica figura que se abría paso entre la pesada niebla y los copos de nieve que acompañaban el lugar con un melodioso silencio capaz de desquiciar al más cuerdo. Era una criatura enorme, medía aproximádamente dos metros de altura. Caminaba sobre cuatro patas y su cuerpo estaba completamente cubierto por una espeso pelaje negro que constrastaba con la blancura de sus afilados colmillos bañados en sangre. -No puede ser...- dijo para sí, sin inmutarse, como si contemplar aquel engendro fuese algo común -Fenrir...- musitó abriendo los ojos de par en par, alucinado e impactado por la magnificencia de aquella criatura -No puede ser... es... demasiado pronto...- mascullaba con intención de que la mujer no le oyese. Es más, en cuanto ella percibiese al monstruo allí presente, él se esfumaría como si fuese la misma niebla, dejándola completamente a solas. No por temor, sino por escarmentarla respecto a la constante presencia del Capitán junto a ella.
El enorme lobo negro cesó su marcha frente a una distancia prudencial de la muchacha. La observaba detenidamente con esos enormes y penetrantes ojos azules mientras rugía. Su pelaje se erizaba denotando las intenciones hostiles que poseía... tenía hambre. No esperó demasiado tiempo antes de lanzarse en una feroz carrera contra Keira, pronunciando aún más sus fauces arrugando el ocico como si estuviese poseido por la más poderosa de las rabias.
Desde el tejado de la iglesia que había en el cementerio, Ash observaba con un largo y pesado suspiro el cercano fin de la mujer. Sin embargo, pudo observar que a pesar de su tamaño, la velocidad de la bestia no era demasiado distante a la de un perro normal... caso extraño. Pensó entonces en la posibilidad de que la muchacha pudiese huir... o al menos, que le diese tiempo a alimentarse para recuperar sus fuerzas.
Decidió entonces partir, dando toda su sangre en su velocidad, dirección a las calles nocturnas en busca de alguna presa.
Y allí seguía entonces, la trajeada figura de un hombre de porte señorial ligeramente apoyado en un bastón negro, observando entre la arboleda, divertido, la partida de caza que se acababa de abrir contra la humana.
-Me pregunto, Atem... si tu querida mascotita podrá sobrevivir antes de que llegues a por ella...- suspiró y clavó su antigua mirada en el gran lobo que se cernía sobre la mujer -Vamos pequeñín... seguro que esta carrera se te hace interesante... A fin de cuentas, ella te ha gustado desde el principio, apuesto que estás deseando... "devorarla"... ¿Verdad... Harry?- sonrió
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
La noche al fin había caído en todo su esplendor. No quedaba en el cielo ni la mas mínima señal de un azul muy oscuro que señalara que hacia poco la claridad se hacia con el mundo, todo era negro... solo alguna estrella se dejaba ver entre tanta niebla, fenómeno que poco a poco empezaba a crecer al punto de que cuando quise darme cuenta mi campo de visión ya no se hacia igual de lejano que antes, quizás fuese por eso por lo que me pareció ver en la lejanía a dos personas y entre ellas a aquel señor mayor de aspecto jovial que se presento aquella noche pasada. O quizás, se habían ido entre tanta niebla. En cualquier caso, Ash no consiguió ver a ninguno de los dos y se limitó a excusar mi error con mi imparable torrente de ira tan típico de mi. Tras eso se defendió ante mi juzga de que el espía que era mi acompañante -No soy juez, pero me habéis estado siguiendo, por el tiempo que fuese, a escondidas por segunda vez ¿no sospecharíais en mi lugar? - Dicho esto, esta vez le toco al Sr Ravnos situarse en el lado borde y antisocial de la conversación, pues sus siguientes palabras me sentaron curiosamente como una estocada directa al corazón -Quizá tengáis razón y mi carácter cualquier día me lleve a la perdición. pero... moriré al menos haciendo lo que mas me gusta hacer: luchar. Os pareceré una niña insensata, estáis en lo cierto, con veinte años no se puede hacer nada... pero creedme que sin insensatos en el mundo esta vida ya no tendría diversión- Dicho esto mientras miraba al infinito pensando en mis propias palabras, me giré dándole la espalda a mi acompañante, y despacio, cruzando los brazos, me dispuse a salir de aquel tétrico lugar - Al menos, me alivia saber que alguien me recordaría y visitaría....-
Cuando ya me mentalicé de que no abría mas tropezones que me dejasen en aquel lugar una vez mas, a mis oídos llegaron un estruendoso alarido de dolor, pero... parecía proveniente de... Mire rápidamente hacia la parte donde mas arboleda se encontraba, y entre aquellos árboles, pude observar como una figura gigante, oscura y de tal aliento que se podía percibir desde mi posición, se acercaba rápidamente al lugar. A juzgar por el sonido del caminar andaba sobre cuatro patas y... ¿Era un lobo? No quise comprobarlo del todo. Mi giré buscando a Ash entre tanta niebla pero se había esfumado, si ¡Todos los hombres iguales! pero no había forma de averiguar su razón, pues aquella bestia se acercaba y no pude hacer otra cosa que echar a correr.
Me equivoqué, quizá no debí correr, pues cuanto mas ansiaba salir del lugar los pasos de la bestia tras de mi se hacían mas intensos y mas rápidos -Dios santo ¿Que es esa cosa?- No tenia ni si quiera tiempo para rogar a dios que una vez mas me sacase de otro gran aprieto. Pero ¿por que? ¿que diantres era ese lobo gigante que con cada paso que daba destruía varias lápidas? ¿Estaba soñando? en los sueños una no siente la asfixia de correr entre matorrales ni siente el dolor en las piernas de intentos fallidos de salto de lápida. ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que?. Solo podía correr mas... Miré hacia atrás sin parar mi sprint y pude observar con mas claridad que realmente se trataba de un gran lobo gigante, de dos metros quizá, de color negro y grandes dientes pero de ojos azules, muy familiares. Pero era tan absolutamente irreal... ¿quien me iba a creer?
Seguí saltando matorrales y esquivando lápidas que tras mi paso y los de aquella bestia serian destruidas. Solo de pensar que seguramente el yacimiento de mis padres ya se encontraba en ese estado hacia que lloras sin medida. Me hacia entristecer pensar que ni si quiera estando muertos podrían descansar en paz... me atemorizaba mas que el hecho de que un lobo gigante me persiguiese para convertirme en su almuerzo. Cosa que no debía de estar muy lejos ya, pues empezaba a resentirme. Seguramente de mis piernas ya brotaba sangre de algunos arañazos al igual que los brazos. Por la distracción de imaginar las magulladuras caí al suelo, las pocas milésimas de segundo que pasaron mientras estaba en el fueron suficientes como para comprobar el peso que debía de tener aquella bestia pues el propio suelo retumbaba con cada paso. Rápidamente me puse en pié y retomé mi huida. No pude evitar sentir mareo, sabia que todo esto pronto acabaría con mi muerte. Demasiados resbalones en el barro se estaba dando la bestia cada vez que cambiaba el sentido de la carrera, pronto acabaría por cansarse de jugar y acabaría conmigo. Quizás Ash tenia razón y todo esto podría ser un castigo por mi mala lengua, si no ¿Por que me había visto en vuelta en dos problemas tan grandes? ¿y por que una bestia? Para que pensar ya... en mi mente ya ahogada por la falta de oxigeno solo cabía la acción del llanto.
Un halo de esperanza paso por mi mente al ver que la espesura de los arboles acababa, señal de que la salida se encontraba cerca. No era señal de que la bestia me dejase ir, pero al menos la gente lo vería y mataría. ¿Para que pensaría nada? ¿Para que me quedaría con Ash? ¿Por que no fui con Harry? el cementerio ya había cerrado y con el sus grandes puertas de hierro negro oxidadas. Ya todo había acabado.
Hice un ultimo esfuerzo en llegar hasta las rendillas de la puerta, y en ellas me sostuve para no caer de aquellas nauseas que sentía. Fue un intento en vano, porque aun agarrada, no pude hacer mas que flexionar las rodillas, para agacharme lentamente y flexionar mi cuerpo hacia delante sin dejar de sostener las barras hierro...como si intentase huir sin poner de mi parte, como si intentase refugiarme en mi misma, como si todo ya estuviese perdido. Me limité a respirar hondo, llorar, rezar y no mirar hacia detrás.
Cuando ya me mentalicé de que no abría mas tropezones que me dejasen en aquel lugar una vez mas, a mis oídos llegaron un estruendoso alarido de dolor, pero... parecía proveniente de... Mire rápidamente hacia la parte donde mas arboleda se encontraba, y entre aquellos árboles, pude observar como una figura gigante, oscura y de tal aliento que se podía percibir desde mi posición, se acercaba rápidamente al lugar. A juzgar por el sonido del caminar andaba sobre cuatro patas y... ¿Era un lobo? No quise comprobarlo del todo. Mi giré buscando a Ash entre tanta niebla pero se había esfumado, si ¡Todos los hombres iguales! pero no había forma de averiguar su razón, pues aquella bestia se acercaba y no pude hacer otra cosa que echar a correr.
Me equivoqué, quizá no debí correr, pues cuanto mas ansiaba salir del lugar los pasos de la bestia tras de mi se hacían mas intensos y mas rápidos -Dios santo ¿Que es esa cosa?- No tenia ni si quiera tiempo para rogar a dios que una vez mas me sacase de otro gran aprieto. Pero ¿por que? ¿que diantres era ese lobo gigante que con cada paso que daba destruía varias lápidas? ¿Estaba soñando? en los sueños una no siente la asfixia de correr entre matorrales ni siente el dolor en las piernas de intentos fallidos de salto de lápida. ¿Por que? ¿Por que? ¿Por que?. Solo podía correr mas... Miré hacia atrás sin parar mi sprint y pude observar con mas claridad que realmente se trataba de un gran lobo gigante, de dos metros quizá, de color negro y grandes dientes pero de ojos azules, muy familiares. Pero era tan absolutamente irreal... ¿quien me iba a creer?
Seguí saltando matorrales y esquivando lápidas que tras mi paso y los de aquella bestia serian destruidas. Solo de pensar que seguramente el yacimiento de mis padres ya se encontraba en ese estado hacia que lloras sin medida. Me hacia entristecer pensar que ni si quiera estando muertos podrían descansar en paz... me atemorizaba mas que el hecho de que un lobo gigante me persiguiese para convertirme en su almuerzo. Cosa que no debía de estar muy lejos ya, pues empezaba a resentirme. Seguramente de mis piernas ya brotaba sangre de algunos arañazos al igual que los brazos. Por la distracción de imaginar las magulladuras caí al suelo, las pocas milésimas de segundo que pasaron mientras estaba en el fueron suficientes como para comprobar el peso que debía de tener aquella bestia pues el propio suelo retumbaba con cada paso. Rápidamente me puse en pié y retomé mi huida. No pude evitar sentir mareo, sabia que todo esto pronto acabaría con mi muerte. Demasiados resbalones en el barro se estaba dando la bestia cada vez que cambiaba el sentido de la carrera, pronto acabaría por cansarse de jugar y acabaría conmigo. Quizás Ash tenia razón y todo esto podría ser un castigo por mi mala lengua, si no ¿Por que me había visto en vuelta en dos problemas tan grandes? ¿y por que una bestia? Para que pensar ya... en mi mente ya ahogada por la falta de oxigeno solo cabía la acción del llanto.
Un halo de esperanza paso por mi mente al ver que la espesura de los arboles acababa, señal de que la salida se encontraba cerca. No era señal de que la bestia me dejase ir, pero al menos la gente lo vería y mataría. ¿Para que pensaría nada? ¿Para que me quedaría con Ash? ¿Por que no fui con Harry? el cementerio ya había cerrado y con el sus grandes puertas de hierro negro oxidadas. Ya todo había acabado.
Hice un ultimo esfuerzo en llegar hasta las rendillas de la puerta, y en ellas me sostuve para no caer de aquellas nauseas que sentía. Fue un intento en vano, porque aun agarrada, no pude hacer mas que flexionar las rodillas, para agacharme lentamente y flexionar mi cuerpo hacia delante sin dejar de sostener las barras hierro...como si intentase huir sin poner de mi parte, como si intentase refugiarme en mi misma, como si todo ya estuviese perdido. Me limité a respirar hondo, llorar, rezar y no mirar hacia detrás.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
Salto tras salto, avanzaba implacable por los tejados de los alrededores del cementerio en busca de algun pobre diablo a quien poder arrebatarle la vida para salvar la de Keira. Era más que obvio que no se encontraba en posición de enfrentar a semejante bestia... ¿Pero cómo podía ser? Mientras proseguía su marcha recordaba las palabras que tuvo antaño con un viejo conocido en aquella antigua Roma cuando el Gran Julio Cesar la comandaba. Kaeso era el nombre de aquella criatura nocturna al igual que Ash, sin embargo, este era muchísimo más viejo que el joven egipcio. Una noche hablando tranquilamente de lo banal de la existencia, el ancillae contó la leyenda que había en el gran reino de las tinieblas; una leyenda del fin de los tiempos, de la proximidad de lo que llamó "Gehena".
Contaba que los Primeros resurgirían de su letargo eterno para poner fin a la guerra que comenzó antaño, eones atrás, se alimentarían de toda la vida existente en el planeta para que una vez solo quedasen los seres sobrenaturales capaces de sobrevivir a la vorágine de sangre, reunir a todas las razas en un caos final que supondría la supremacía de una de las razas en un planeta deteriorado e inhóspito.
Una risa burlesca escapó de la boca del vampiro una vez encontró a su presa caminando por las calles, un indigente borracho que había bebido su última copa. Descendió veloz sin importarle demasiado llamar la atención y abarcó sin piedad el cuello del desgraciado sin piedad, sorbiendo su sangre con agresividad... sin poder deleitarse con su sabor, debía salvar a esa mujer que se había visto envuelta en una antigua batalla sin merecerlo.
Dejó caer con violencia el cuerpo del hombre al que no pudo matar por compasión, hecho que le asqueaba: odiaba por completo que parte de su humanidad se renegara a ser absorvida por la bestia interna.
Se alejó de allí tan rápido como pudo mientras aquel señor jadeaba con la boca reseca, sin saber qué había pasado, con una extraña sensación placentera recorriendo su cuerpo.
En la mente de Ash, las mismas palabras que pronunció en el cementerio le azotaban con severidad ¡No podía ser! Kaeso habló de que la llegada sería avisada con el nacimiento de la primera estrella roja a la que bautizaron "Scarlet"... nada de eso había ocurrido. Además, aquel lobo era "demasiado pequeño" y torpe para ser un Fenrir ¿Pero qué era entonces? ¿Estaban evolucionando los Licántropos?
Consiguió llegar a tiempo al cementerio, posándose sobre las murallas como un gato, alerta, observando la última carrera de la mujer que huía de la criatura. Ash sonrió al verla con vida, definitivamente le gustaba esa mujer, tenía el coraje necesario para escapar y no quedarse paralizada ante ese demonio... -Keira, Keira, Keira...- su sonrisa se acentuó, mostrándose entonces aquellos colmillos ligeramente más largos que el resto de los mortales y tremendamente agudos, aún algo bañados en sangre -Serás una buena compañía para la eternidad... Pronto podrás elegir... espera un poco más...- musitó con una voz calmada, aterciopelada y cálida mientras descendía de las murallas para comenzar a caminar hacia el terrible evento que estaba a punto de suceder.
Poco a poco el ritmo del vampiro se fue acelerando hasta alcanzar corriendo la posición exacta entre la bella y la bestia. Desenvainó su espada y aprovechó que la mujer se encontraba de espaldas a él para hacer gala de sus habilidades, explotándose al máximo para acertar con un tajo certero el ojo izquierdo de la bestia que gimió dolorida, restregando su hocico por la nieve que cubría el suelo intentando aplacar el dolor.
Ash retrocedió un par de pasos y miró a Keira de reojo -¡Arriba! ¡No desfallezcais o sereis comida de perro!- dijo devolviendo su concentración al gran lobo. Sus instintos le pedían soltar el sable y combatir de igual a igual con el supuesto Fenrir... pero serian demasiadas explicaciones.
Por tanto, optó por comportarse de manera normal y combatir de la misma forma que lo haría un humano. Logró evadir un par de arañazos por parte del lobo antes de volver a asestarle una estocada directa al costado del animal, que furioso, mordió el hombro de Ash con sus poderosas mandíbulas. El hombre gimió de dolor e hincó una rodilla en el suelo. Entonces atisbó la mejor oportunidad que podría tener para acabar con el lobo. Alzó la espada y la giró sobre sí misma para apuntar con la hoja directamente hacia el craneo del animal. No obstante, el animal hizo muestra de inteligencia y soltó al vampiro, alejandose de un pequeño brinco que hizo retumbar las losas de las lápidas.
Malherido, la bestia optó por marcharse, no sin antes dedicar un gruñido cavernoso de desdén al vampiro que en tan mal estado le había dejado y se marchó veloz dirección al bosque, perdiéndose en la espesura de la niebla.
Ash se aproximó a Keira y la tomó del hombro -¿Estáis herida? ¿Os encontráis b...?- se interrumpió al oler la sangre que brotaba de sus magulladuras. A pesar de haber terminado de alimentarse hacia escasos momentos, Keira le atraía de manera especial -Vayamonos de aquí... el estruendo que ha causado ese demonio atraerá a las autoridades y demás curiosos, nos culparán de los destrozos y nos encerrarán hasta el fin de nuestros días por no respetar a los difuntos ¡Vamos!- dijo serio, sin darle la más mínima importancia al mordisco del lobo, pues ya se había curado como si nada hubiese sucedido. Se arrancó la manga maltrecha del guardapolvo y limpió las heridas del brazo de Keira mientras la levantaba -Permitidme que os saque de aquí... pareceis cansada- le ató la tela en el mayor de sus rasguños y la alzó sobre su espalda léntamente, echando a caminar lo más rápido que podría un humano para salvaguardar las apariencias.
Se detuvo entonces tras una pequeña caminata, dejó a la dama con suavidad sobre una piedra, tumbada, para que pudiese descansar de la carrera y sobretodo del susto que debería haberse llevado, a no ser que sorprendiese a Ash con un arrebato de poderosa voluntad... se esperaba cualquier cosa de ella. -...Lo habeis hecho muy bien, Keira...- alcanzó a decir, con una sonrisa maliciosa.
Contaba que los Primeros resurgirían de su letargo eterno para poner fin a la guerra que comenzó antaño, eones atrás, se alimentarían de toda la vida existente en el planeta para que una vez solo quedasen los seres sobrenaturales capaces de sobrevivir a la vorágine de sangre, reunir a todas las razas en un caos final que supondría la supremacía de una de las razas en un planeta deteriorado e inhóspito.
Una risa burlesca escapó de la boca del vampiro una vez encontró a su presa caminando por las calles, un indigente borracho que había bebido su última copa. Descendió veloz sin importarle demasiado llamar la atención y abarcó sin piedad el cuello del desgraciado sin piedad, sorbiendo su sangre con agresividad... sin poder deleitarse con su sabor, debía salvar a esa mujer que se había visto envuelta en una antigua batalla sin merecerlo.
Dejó caer con violencia el cuerpo del hombre al que no pudo matar por compasión, hecho que le asqueaba: odiaba por completo que parte de su humanidad se renegara a ser absorvida por la bestia interna.
Se alejó de allí tan rápido como pudo mientras aquel señor jadeaba con la boca reseca, sin saber qué había pasado, con una extraña sensación placentera recorriendo su cuerpo.
En la mente de Ash, las mismas palabras que pronunció en el cementerio le azotaban con severidad ¡No podía ser! Kaeso habló de que la llegada sería avisada con el nacimiento de la primera estrella roja a la que bautizaron "Scarlet"... nada de eso había ocurrido. Además, aquel lobo era "demasiado pequeño" y torpe para ser un Fenrir ¿Pero qué era entonces? ¿Estaban evolucionando los Licántropos?
Consiguió llegar a tiempo al cementerio, posándose sobre las murallas como un gato, alerta, observando la última carrera de la mujer que huía de la criatura. Ash sonrió al verla con vida, definitivamente le gustaba esa mujer, tenía el coraje necesario para escapar y no quedarse paralizada ante ese demonio... -Keira, Keira, Keira...- su sonrisa se acentuó, mostrándose entonces aquellos colmillos ligeramente más largos que el resto de los mortales y tremendamente agudos, aún algo bañados en sangre -Serás una buena compañía para la eternidad... Pronto podrás elegir... espera un poco más...- musitó con una voz calmada, aterciopelada y cálida mientras descendía de las murallas para comenzar a caminar hacia el terrible evento que estaba a punto de suceder.
Poco a poco el ritmo del vampiro se fue acelerando hasta alcanzar corriendo la posición exacta entre la bella y la bestia. Desenvainó su espada y aprovechó que la mujer se encontraba de espaldas a él para hacer gala de sus habilidades, explotándose al máximo para acertar con un tajo certero el ojo izquierdo de la bestia que gimió dolorida, restregando su hocico por la nieve que cubría el suelo intentando aplacar el dolor.
Ash retrocedió un par de pasos y miró a Keira de reojo -¡Arriba! ¡No desfallezcais o sereis comida de perro!- dijo devolviendo su concentración al gran lobo. Sus instintos le pedían soltar el sable y combatir de igual a igual con el supuesto Fenrir... pero serian demasiadas explicaciones.
Por tanto, optó por comportarse de manera normal y combatir de la misma forma que lo haría un humano. Logró evadir un par de arañazos por parte del lobo antes de volver a asestarle una estocada directa al costado del animal, que furioso, mordió el hombro de Ash con sus poderosas mandíbulas. El hombre gimió de dolor e hincó una rodilla en el suelo. Entonces atisbó la mejor oportunidad que podría tener para acabar con el lobo. Alzó la espada y la giró sobre sí misma para apuntar con la hoja directamente hacia el craneo del animal. No obstante, el animal hizo muestra de inteligencia y soltó al vampiro, alejandose de un pequeño brinco que hizo retumbar las losas de las lápidas.
Malherido, la bestia optó por marcharse, no sin antes dedicar un gruñido cavernoso de desdén al vampiro que en tan mal estado le había dejado y se marchó veloz dirección al bosque, perdiéndose en la espesura de la niebla.
Ash se aproximó a Keira y la tomó del hombro -¿Estáis herida? ¿Os encontráis b...?- se interrumpió al oler la sangre que brotaba de sus magulladuras. A pesar de haber terminado de alimentarse hacia escasos momentos, Keira le atraía de manera especial -Vayamonos de aquí... el estruendo que ha causado ese demonio atraerá a las autoridades y demás curiosos, nos culparán de los destrozos y nos encerrarán hasta el fin de nuestros días por no respetar a los difuntos ¡Vamos!- dijo serio, sin darle la más mínima importancia al mordisco del lobo, pues ya se había curado como si nada hubiese sucedido. Se arrancó la manga maltrecha del guardapolvo y limpió las heridas del brazo de Keira mientras la levantaba -Permitidme que os saque de aquí... pareceis cansada- le ató la tela en el mayor de sus rasguños y la alzó sobre su espalda léntamente, echando a caminar lo más rápido que podría un humano para salvaguardar las apariencias.
Se detuvo entonces tras una pequeña caminata, dejó a la dama con suavidad sobre una piedra, tumbada, para que pudiese descansar de la carrera y sobretodo del susto que debería haberse llevado, a no ser que sorprendiese a Ash con un arrebato de poderosa voluntad... se esperaba cualquier cosa de ella. -...Lo habeis hecho muy bien, Keira...- alcanzó a decir, con una sonrisa maliciosa.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/10/2011
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
La vista se nublaba por segundos y la respiración se hacia profunda y acelerada. El momento en el que la bestia atrapase su presa llegaba, se acercaba el final. Mientras me mantenía sujeta a los barrotes de las grandes puertas de la entrada no pude evitar acordarme de mis padres, de mis hermanos, de la calidez de sus sonrisas, de aquellos momentos en los que no había diferencias estamentales ni mundiales porque todos estábamos juntos… no pude evitar una vez mas en mucho tiempo pesar que había sido demasiado cabezota, demasiado cerrada, demasiado solitaria… en lo mas fondo de mi, mi alma siempre había pedido a gritos estar con alguien. No poder negar esa realidad me entristecía y me hacia sufrir mas que estar a punto de morir. Siempre había dejado a la muerte como de algo mas, como de algo a lo que o hay que temer pero era curioso como en esos momentos estaba experimentado quizá, el mayor temor que jamás había tenido en mi vida…
De repente sentí algo, como si ya no me encontrase tan sola. Muerta de miedo solo pude girar el rostro hacia atrás y comprobar una vez más que podía pasar una noche mas como aquella pasada. Ash, aquel hombre de largos cabellos morenos a juego con su piel y sus atrayentes profundos ojos, aquel hombre que parecía tan descarado pero se había deleitado tanto con mi voz, aquel hombre que hacia una semana en un momento tal y como este se había interpuesto entre la muerte y yo, una vez más, lo volvía a hacer. Se encontraba dispuesto a atacar a la bestia y no dudo en hacerlo ni un segundo. No pude distinguir demasiado quien conseguía atacar a quien ni cual de los dos llevaba la ventaja, pues la desaparición de esas desesperanza que sentía hacia unos segundos se había marchado de tal forma que me había dejado el cuerpo sin aliento, solo lleno de nervios, de ansiedad y de un nuevo miedo, esta vez miedo a que muriese el y por momentos, este miedo llegaba a ser mayor que el anterior. A veces, no podía evitar volver la cara hacia la puerta, pero debía de mirar aunque la nubosa vista no me dejase. Fue entonces cuando sentí un vuelvo en el corazón, pues pude distinguir perfectamente como aquel lobo clavaba sus dientes en el hombro de mi protector. No pude evitar pensar lo peor que podría llegar a pasar por mi mente en esos momentos y preferí nuevamente apartar la mirada para no tener que ver a otra persona mas morir.
Comencé a sentir que el cuerpo me fallaba. Las piernas y los brazos me temblaban de temor, la mente de ponía en blanco y los ojos no querían ver. Se puede decir que entre en una especie de semi desfallecimiento, pues deje de tener en cuenta mi alrededor y sentí como el tiempo se paraba, solo podía oír el sonido de mi acelerada y profunda respiración, respiración que me enfermaba por dentro debido al frio del lugar. De repente, sentí un calor curioso rodearme los hombros, era confortable. Una voz me preguntaba por mi situación y se preocupaba por tapar mis heridas y entonces pude darme cuenta de que se trataba de Ash, pues aunque la mirada estuviese desenfocada era casi imposible no divisar aquellos ojos… Al poco, noté como me posaba sobre su espalda y comenzaba a correr.
Escaso tiempo tarde en encontrarme mejor mientras me portaba sobre su ancha espalda, digamos que todo en mi cuerpo se tranquilizo al notar una sensación de protección por parte de mi salvador. No pude evitar intentar sostenerme posando mis manos sobres sus hombros y entonces empecé a recordar que debía de tener alguna herida, pero todo estaba en perfecto estado, quizá había delirado demasiado. Seguramente comencé a recobrar color en la piel, pues sentí humedad en las mejillas a causa de las lágrimas y note como los cabellos del joven se deslizaban hacia atrás, a veces rozándome, por la rapidez que mostraba al correr. Si no fuese por que en poco llegamos a un lugar tranquilo seguramente me hubiese quedado dormida.
El muchacho me dejo suavemente al refugio de una roca en la que me pudiese sentir cómoda, y el se quedo frente a mi. Tenia que preguntarle tantas cosas… tenia que agradecerle tanto que no salían palabras. Solo podía respirara profundamente y dejar mi mirada posada entre en infinito y sus ojos. –Ash… ¿Qué ha sido todo eso?... ¿Por qué os fuisteis y volvisteis a aparecer…? ¿Q-Que diantres era esa cosa?- Decidí empezar por preguntar aquello, tranquila y serena, sin animo de volver a provocar otra discusión innecesaria. Intente ponerme en pie junto a el, pero me balanceaba por falta de equilibrio, aun me sentía conmocionada.
De repente sentí algo, como si ya no me encontrase tan sola. Muerta de miedo solo pude girar el rostro hacia atrás y comprobar una vez más que podía pasar una noche mas como aquella pasada. Ash, aquel hombre de largos cabellos morenos a juego con su piel y sus atrayentes profundos ojos, aquel hombre que parecía tan descarado pero se había deleitado tanto con mi voz, aquel hombre que hacia una semana en un momento tal y como este se había interpuesto entre la muerte y yo, una vez más, lo volvía a hacer. Se encontraba dispuesto a atacar a la bestia y no dudo en hacerlo ni un segundo. No pude distinguir demasiado quien conseguía atacar a quien ni cual de los dos llevaba la ventaja, pues la desaparición de esas desesperanza que sentía hacia unos segundos se había marchado de tal forma que me había dejado el cuerpo sin aliento, solo lleno de nervios, de ansiedad y de un nuevo miedo, esta vez miedo a que muriese el y por momentos, este miedo llegaba a ser mayor que el anterior. A veces, no podía evitar volver la cara hacia la puerta, pero debía de mirar aunque la nubosa vista no me dejase. Fue entonces cuando sentí un vuelvo en el corazón, pues pude distinguir perfectamente como aquel lobo clavaba sus dientes en el hombro de mi protector. No pude evitar pensar lo peor que podría llegar a pasar por mi mente en esos momentos y preferí nuevamente apartar la mirada para no tener que ver a otra persona mas morir.
Comencé a sentir que el cuerpo me fallaba. Las piernas y los brazos me temblaban de temor, la mente de ponía en blanco y los ojos no querían ver. Se puede decir que entre en una especie de semi desfallecimiento, pues deje de tener en cuenta mi alrededor y sentí como el tiempo se paraba, solo podía oír el sonido de mi acelerada y profunda respiración, respiración que me enfermaba por dentro debido al frio del lugar. De repente, sentí un calor curioso rodearme los hombros, era confortable. Una voz me preguntaba por mi situación y se preocupaba por tapar mis heridas y entonces pude darme cuenta de que se trataba de Ash, pues aunque la mirada estuviese desenfocada era casi imposible no divisar aquellos ojos… Al poco, noté como me posaba sobre su espalda y comenzaba a correr.
Escaso tiempo tarde en encontrarme mejor mientras me portaba sobre su ancha espalda, digamos que todo en mi cuerpo se tranquilizo al notar una sensación de protección por parte de mi salvador. No pude evitar intentar sostenerme posando mis manos sobres sus hombros y entonces empecé a recordar que debía de tener alguna herida, pero todo estaba en perfecto estado, quizá había delirado demasiado. Seguramente comencé a recobrar color en la piel, pues sentí humedad en las mejillas a causa de las lágrimas y note como los cabellos del joven se deslizaban hacia atrás, a veces rozándome, por la rapidez que mostraba al correr. Si no fuese por que en poco llegamos a un lugar tranquilo seguramente me hubiese quedado dormida.
El muchacho me dejo suavemente al refugio de una roca en la que me pudiese sentir cómoda, y el se quedo frente a mi. Tenia que preguntarle tantas cosas… tenia que agradecerle tanto que no salían palabras. Solo podía respirara profundamente y dejar mi mirada posada entre en infinito y sus ojos. –Ash… ¿Qué ha sido todo eso?... ¿Por qué os fuisteis y volvisteis a aparecer…? ¿Q-Que diantres era esa cosa?- Decidí empezar por preguntar aquello, tranquila y serena, sin animo de volver a provocar otra discusión innecesaria. Intente ponerme en pie junto a el, pero me balanceaba por falta de equilibrio, aun me sentía conmocionada.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
El vampiro desvió la mirada de la conexión ocular que había ocurrido entre ambos y chasqueó la lengua ¿Cómo demonios se suponía que le iba a explicar a Keira el encuentro con esa criatura tan extraña para los humanos? Todo sería inmensamente fácil si ella fuese una igual, si fuese su creación, si fuese su compañera... pero no. -No estoy seguro... quizá podría ser una especie de oso que se ha llevado mucho tiempo sin comer... ¿O quizá un lobo con una rara anomalía? En cualquiera de los casos ya se ha ido, estáis a salvo- Habló sobre ese diablo de la noche mientras pensaba alguna excusa por la que explicar su marcha -Mi desaparición fue debida a la forma tan infantil que tuvisteis de dirigiros hacia mi persona. Evidentemente, seais pobre o la más noble de las princesas de los reinos, os hubiese abandonado igual a vuestra suerte en una noche tan fría como esta por tratarme así... Tengo mi orgullo ¿Sabeis?- habló serio, creyéndose su propia mentira. Con un par de pasos, se sentó junto a la joven apoyando los brazos en sus propias rodillas, dejándose caer hacia delante, clavando la visión en la iglesia que se alzaba un tanto lejana a ellos, iluminada por un tenue resplendor de las antorchas de los curiosos que habrían acudido a la catástrofe que se cirnió sobre el reposo de sus antepasados.
Ash resopló cansado, todo había sido demasiado fugaz y la sangre no había terminado de asentarse en su cuerpo. Por otro lado, Keira estaba levemente herida y no debería dejarla así. Permaneció pensativo unos instantes mientras maduraba alguna idea para poder salir del cementerio sin llamar demasiado la atención, hasta que sus ideas se vieron interrumpidas por una sonris. -Finge que no ha pasado nada ¿Vale? Yo no he luchado contra esa bestia para ahuyentarla... somos una joven pareja de enamorados que presentábamos nuestros respetos a tus queridos padres- dichos sus planes, no daría tiempo a la mujer para que le replicase su descabellada idea cuando comenzó a gritar -¡Por aquí! ¡Alguien! ¡Ayuda!- gritaba con voz preocupada, fingida por supuesto. Era un maestro en el engaño y no le costaría demasiado engatusar a la pobre gente de clase baja o media que estuviesen merodeando por los alrededores.
Le dirigió una mirada pícara a la dama cuando veía el fuego de las antorchas acercarse a ellos. Se trataba de un tumulto de personas, en general mayores de aproximádamente 50 años que avanzaban por el cementerio con semblante triste -Por Dios santo... ¿Qué ha ocurrido aquí?- preguntó el cabecilla, con la barbilla temblando a punto de romper a llorar al observar las lápidas destrozadas -Una especie de oso extraño nos atacó, era una bestia infame, enorme... de pelaje negro y peligrosas fauces. Mi joven enamorada y yo estabamos rindiendo culto a sus padres cuando nos atacó. Por favor ayudadnos, ella se encuentra ligéramente magullada- Dos de las mujeres del grupo se acercaron a ella y tuvieron la intención de ponerla en pie -Te llevaremos a la Iglesia, no pasarás frío allí mientras te curamos- habló una, bastante mayor, seguramente ya sería abuela.
A su vez, Ash era víctima de miradas críticas respecto a la diferencia de ropajes entre Keira y él. -¿De dónde has sacado esas ropas, muchacho? A pesar de estar raidas, siguen teniendo el aspecto señorial de alguien poderoso.- Ash se relajó con una sonrisa -La saqué de un carruaje abandonado por las afueras, buen hombre. Se ve que el noble quien fue su dueño se cansaría de sus posesiones actuales y las dejó a su suerte.- habló de manera convincente, lo suficiente para que el señor asintiese crédulo, con una suave risa llena de experiencias similares a las que Ash relataba. No obstante, él mismo había ejercido esa práctica a menudo, dejando ropa y bienes materiales bastante valiosos a manos de gente pobre que necesitase con urgencia algo que echarse a la boca ¿Quién sabe? Quizá ese hombre estaba hablando con su benefactor.
Ya en el interior de la antigua Iglesia, las mujeres quisieron dejar a Keira sentada sobre uno de los bancos de madera que parecían ser bastante antiguos. La luz de la luna clareaba la enorme catedral a traves de los ventanales con una luz triste y pálida, pues las nubes se habían disipado y había dejado de nevar. -Oh, por favor, describidnos a esa criatura... quizá podamos darle caza-Tiene razón, quizá podamos acabar con ella. ¿Habíais dicho que era un oso, señor?- miró a Ash que se hallaba de brazos cruzados observando a Keira con detenimiento -Era algo extraño... como si se tratase de un perro enorme, gigante. ¡Quizá el Diablo se hecho carne!- las palabras del vampiro alteraron enormemente a la gente que habían iniciado la partida de búsqueda. Los murmullos inundaron el recinto hasta que una chica joven, próxima a la edad de Keira, rompió el jaleo con una sonora palmada -¡Silencio! Debemos de centrarnos un poco... ¿Realmente pensais que puede materializarse el Demonio? Yo opino que no, las criaturas de la noche no existen... ¿Verdad, madame?- preguntó dirigiéndose a Keira, buscando su afirmación con unos esperanzados ojos en ella -Por favor...- se arrodilló mientras curaba las heridas de la cantante con sumo cuidado al igual que la anciana, con trapos húmedos limpiaban la herida y le aplicaban unas pobres vendas un tanto viejas, pero que servían para los casos superficiales -Decidme que no era algo sobrenatural... que fue un oso normal, o un lobo... Contadnos todo lo que ha pasado- pidió ávida de conocimientos. Era una muchacha muy joven pero temía a la vez que adoraba los cuentos de brujas. Todos los presentes agudizaron su oido esperando que la chica desmintiese cualquier aparición fuera de lo normal
Ash resopló cansado, todo había sido demasiado fugaz y la sangre no había terminado de asentarse en su cuerpo. Por otro lado, Keira estaba levemente herida y no debería dejarla así. Permaneció pensativo unos instantes mientras maduraba alguna idea para poder salir del cementerio sin llamar demasiado la atención, hasta que sus ideas se vieron interrumpidas por una sonris. -Finge que no ha pasado nada ¿Vale? Yo no he luchado contra esa bestia para ahuyentarla... somos una joven pareja de enamorados que presentábamos nuestros respetos a tus queridos padres- dichos sus planes, no daría tiempo a la mujer para que le replicase su descabellada idea cuando comenzó a gritar -¡Por aquí! ¡Alguien! ¡Ayuda!- gritaba con voz preocupada, fingida por supuesto. Era un maestro en el engaño y no le costaría demasiado engatusar a la pobre gente de clase baja o media que estuviesen merodeando por los alrededores.
Le dirigió una mirada pícara a la dama cuando veía el fuego de las antorchas acercarse a ellos. Se trataba de un tumulto de personas, en general mayores de aproximádamente 50 años que avanzaban por el cementerio con semblante triste -Por Dios santo... ¿Qué ha ocurrido aquí?- preguntó el cabecilla, con la barbilla temblando a punto de romper a llorar al observar las lápidas destrozadas -Una especie de oso extraño nos atacó, era una bestia infame, enorme... de pelaje negro y peligrosas fauces. Mi joven enamorada y yo estabamos rindiendo culto a sus padres cuando nos atacó. Por favor ayudadnos, ella se encuentra ligéramente magullada- Dos de las mujeres del grupo se acercaron a ella y tuvieron la intención de ponerla en pie -Te llevaremos a la Iglesia, no pasarás frío allí mientras te curamos- habló una, bastante mayor, seguramente ya sería abuela.
A su vez, Ash era víctima de miradas críticas respecto a la diferencia de ropajes entre Keira y él. -¿De dónde has sacado esas ropas, muchacho? A pesar de estar raidas, siguen teniendo el aspecto señorial de alguien poderoso.- Ash se relajó con una sonrisa -La saqué de un carruaje abandonado por las afueras, buen hombre. Se ve que el noble quien fue su dueño se cansaría de sus posesiones actuales y las dejó a su suerte.- habló de manera convincente, lo suficiente para que el señor asintiese crédulo, con una suave risa llena de experiencias similares a las que Ash relataba. No obstante, él mismo había ejercido esa práctica a menudo, dejando ropa y bienes materiales bastante valiosos a manos de gente pobre que necesitase con urgencia algo que echarse a la boca ¿Quién sabe? Quizá ese hombre estaba hablando con su benefactor.
Ya en el interior de la antigua Iglesia, las mujeres quisieron dejar a Keira sentada sobre uno de los bancos de madera que parecían ser bastante antiguos. La luz de la luna clareaba la enorme catedral a traves de los ventanales con una luz triste y pálida, pues las nubes se habían disipado y había dejado de nevar. -Oh, por favor, describidnos a esa criatura... quizá podamos darle caza-Tiene razón, quizá podamos acabar con ella. ¿Habíais dicho que era un oso, señor?- miró a Ash que se hallaba de brazos cruzados observando a Keira con detenimiento -Era algo extraño... como si se tratase de un perro enorme, gigante. ¡Quizá el Diablo se hecho carne!- las palabras del vampiro alteraron enormemente a la gente que habían iniciado la partida de búsqueda. Los murmullos inundaron el recinto hasta que una chica joven, próxima a la edad de Keira, rompió el jaleo con una sonora palmada -¡Silencio! Debemos de centrarnos un poco... ¿Realmente pensais que puede materializarse el Demonio? Yo opino que no, las criaturas de la noche no existen... ¿Verdad, madame?- preguntó dirigiéndose a Keira, buscando su afirmación con unos esperanzados ojos en ella -Por favor...- se arrodilló mientras curaba las heridas de la cantante con sumo cuidado al igual que la anciana, con trapos húmedos limpiaban la herida y le aplicaban unas pobres vendas un tanto viejas, pero que servían para los casos superficiales -Decidme que no era algo sobrenatural... que fue un oso normal, o un lobo... Contadnos todo lo que ha pasado- pidió ávida de conocimientos. Era una muchacha muy joven pero temía a la vez que adoraba los cuentos de brujas. Todos los presentes agudizaron su oido esperando que la chica desmintiese cualquier aparición fuera de lo normal
Eso, Keira... cuenta como ha sido el día hasta que nos hemos encontrado en el cementerio para... saludar a tus padres- sonrió malicioso, esperando conocer los detalles del presente día en que esperaba al desaparecido Harry
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
-¿Oso sin comer? ¿Lobo con rara anomalía? ¡Pero si media más de dos metros! Me da igual que se haya ido ¿Quién os dice que no vuelva a aparecer? ¡Por dios! No podía ser siquiera un par de personas intentando a asustarnos. Era real y vos lo sabéis…pero parecer menos sorprendido que yo al respecto…- La lenta recuperación de la calma habitual hacia que empezase a racionar con claridad. Comenzaba a situar y organizar ideas, como de costumbre, en mi cabeza, y no daba más resultado que el de que esa bestia era totalmente real. No estaba ton loca como para haberla imaginado y Ash era un extraño testigo, pues parecía querer ignorar la situación aminorando la gravedad y cambiando los temas – Estoy segura de que no he sido la única persona en vuestra vida que se os ha dirigido de forma ‘’descortés’’. Vamos, tenéis un alto cargo que os implica relacionaros con aquellos que implantan el descontrol, puede que sea la primera mujer racional y critica que se relaciona con vos, pero espero de veras no haber sido la primera persona- tomé aire pues yo misma empezaba a volver a irme por las ramas – De igual forma, deberíamos irnos de aquí y reflexionar sobre lo que ha pasado. Supongo que os será mas fácil que a mi formar una partida de caza- El muchacho se sentó aparentemente abatido o desconcertado, parecía pensar en algo hasta que sonrió de forma maliciosa comentado una forma de salir del lugar ignorando mi petición, que no fue lo peor de todo si se comparaba con su petición de hacerme pasar por su actual pareja para pasar desapercibidos -¿Estáis loco? No pienso ser vuestra pareja ni aunque sea en broma- No pude seguir protestándole ni haciéndole preguntas al respecto, pues rápidamente llamo a ciudadanos que se encontraban cerca para que viniesen a ‘’socorrernos’’
Cuando el fuego de las antorchas de comenzaba a percibir, en señal de que ya nos habían encontrado, Ash solo me dirigió una mirada picaresca que me dejo sin habla, hasta que finalmente aquellas personas aparecieron. Fue todo un espectáculo el teatro que el moreno se había sacado de la manga para que la historia pareciese totalmente creíble. Mentía, mentía como un bellaco y lo peor de todo es que se le daba bien. Me preocupaba, pues ya no podría descifrar en que momento seria capaz o no de mentirme. En cuanto a mi, fue llevada a la iglesia cercana apoyada en dos de las mujeres mayores del lugar. Una vez en la casa del señor, me dejaron sobre uno de los antiguos bancos de madera que formaban parte del inmobiliario público. Guarde unos minutos de silencio a falta de la señal de la cruz, pues al fin y al cabo, aunque no le pegase nada a mi personalidad, era creyente, aunque nunca acabarían de darme cierta impresión tantas esculturas y estatuillas como forma de adoración a dios y a su hijo que decoraban tanto esta como las demás iglesias.
Poco tardaron los aldeanos en preguntar sobre la misteriosa bestia, lo cual no era sorpresa, pues hasta yo misma mire atentamente a Ash esperando una respuesta convincente, por supuesto no lo fue, y como no lo fue, unas de las mujeres mas jóvenes del lugar acabo por preguntarme a mi. Mientras la muchacha se dedicaba a quitarme las vendas que formaron parte del ropaje de mi acompañante, las dejaba sobre el respaldo de aquellos sillones y volvía a curar las heridas, decidí apartar la pierna semi destapada que curaban para hacer señal de que no necesitaba realmente atención medica, acción en vana, pues insistieron. Aunque quizá la razón real era que me avergonzaba volver a mostrar piel frente a Ash, a quien decidí odiar durante el resto de mi vida cuando fomento la idea de que relatase nuestro inventado dio. Dudé, pero no tenia mas remedio que relatar ante esos oídos agudizados de los presentes – Bueno…yo…Iba…. ¡Iba a casarme con el! -¿Qué diantres acababa de decir?- si, quería casarme con el, pues fue el marido que eligieron mis padres para mi, concertado claro, desde un primer momento. Pero mis padres fallecieron y no quedo en acta que la relación fuese decidida por ellos, así que mis tutores legales…decidieron…decidieron desposarme con otro hombre…¡Harry! Si, se llamaba Harry. Pero resulto ser que… -Mire fijamente a Ash, como si por un momento sintiese que iba a morirme y necesitase que me salvara… aunque un poco como si toda aquella historia fuese verdad…al fin y al cabo había que fingir- Resultó ser que en el tiempo en el que nos conocimos, me enamore de sus ojo…digo: de el. De el, me enamore de el, y el de mi. Y queríamos estar juntos… por eso decidimos casarnos en secreto… ¿Y que lugar mas secreto que un cementerio a las doce de la noche no? – Ojala el señor me acogiese en su morada brindándome el don de la convicción, por que si el no lo hacia, desde luego que no me iban a creer – Si, las ropas no son las adecuadas, pero nos moríamos por casarnos ya. Justo cuando llegamos, aquel lobo…gigante, de dos metros de altura y dientes totalmente afilados nos atacó de improvisto –Me puse en pie ignorando las curaciones – No os miento en esto. Os juro que se trataba de una bestia enorme… pero ha desaparecido… - Terminé por decir mientras me acercaba despacio al lugar donde Ash se encontraba. Una vez junto a el le mire preocupada y dudosa, esta vez dándome igual el establecer una conexión con su mirada y esperando que no se riese de mi historia. –Ash… si es cierto, si lo habéis visto… ¿Por qué fingir? ¿Por qué no decís simplemente la verdad?- Le susurré cerca de su oído con la esperanza de que ninguno de los presentes me oyesen, pues mi voz no hacia mas que salir en un tono totalmente preocupado y sereno.
-Fijaos, si que están enamorados-
Cuando el fuego de las antorchas de comenzaba a percibir, en señal de que ya nos habían encontrado, Ash solo me dirigió una mirada picaresca que me dejo sin habla, hasta que finalmente aquellas personas aparecieron. Fue todo un espectáculo el teatro que el moreno se había sacado de la manga para que la historia pareciese totalmente creíble. Mentía, mentía como un bellaco y lo peor de todo es que se le daba bien. Me preocupaba, pues ya no podría descifrar en que momento seria capaz o no de mentirme. En cuanto a mi, fue llevada a la iglesia cercana apoyada en dos de las mujeres mayores del lugar. Una vez en la casa del señor, me dejaron sobre uno de los antiguos bancos de madera que formaban parte del inmobiliario público. Guarde unos minutos de silencio a falta de la señal de la cruz, pues al fin y al cabo, aunque no le pegase nada a mi personalidad, era creyente, aunque nunca acabarían de darme cierta impresión tantas esculturas y estatuillas como forma de adoración a dios y a su hijo que decoraban tanto esta como las demás iglesias.
Poco tardaron los aldeanos en preguntar sobre la misteriosa bestia, lo cual no era sorpresa, pues hasta yo misma mire atentamente a Ash esperando una respuesta convincente, por supuesto no lo fue, y como no lo fue, unas de las mujeres mas jóvenes del lugar acabo por preguntarme a mi. Mientras la muchacha se dedicaba a quitarme las vendas que formaron parte del ropaje de mi acompañante, las dejaba sobre el respaldo de aquellos sillones y volvía a curar las heridas, decidí apartar la pierna semi destapada que curaban para hacer señal de que no necesitaba realmente atención medica, acción en vana, pues insistieron. Aunque quizá la razón real era que me avergonzaba volver a mostrar piel frente a Ash, a quien decidí odiar durante el resto de mi vida cuando fomento la idea de que relatase nuestro inventado dio. Dudé, pero no tenia mas remedio que relatar ante esos oídos agudizados de los presentes – Bueno…yo…Iba…. ¡Iba a casarme con el! -¿Qué diantres acababa de decir?- si, quería casarme con el, pues fue el marido que eligieron mis padres para mi, concertado claro, desde un primer momento. Pero mis padres fallecieron y no quedo en acta que la relación fuese decidida por ellos, así que mis tutores legales…decidieron…decidieron desposarme con otro hombre…¡Harry! Si, se llamaba Harry. Pero resulto ser que… -Mire fijamente a Ash, como si por un momento sintiese que iba a morirme y necesitase que me salvara… aunque un poco como si toda aquella historia fuese verdad…al fin y al cabo había que fingir- Resultó ser que en el tiempo en el que nos conocimos, me enamore de sus ojo…digo: de el. De el, me enamore de el, y el de mi. Y queríamos estar juntos… por eso decidimos casarnos en secreto… ¿Y que lugar mas secreto que un cementerio a las doce de la noche no? – Ojala el señor me acogiese en su morada brindándome el don de la convicción, por que si el no lo hacia, desde luego que no me iban a creer – Si, las ropas no son las adecuadas, pero nos moríamos por casarnos ya. Justo cuando llegamos, aquel lobo…gigante, de dos metros de altura y dientes totalmente afilados nos atacó de improvisto –Me puse en pie ignorando las curaciones – No os miento en esto. Os juro que se trataba de una bestia enorme… pero ha desaparecido… - Terminé por decir mientras me acercaba despacio al lugar donde Ash se encontraba. Una vez junto a el le mire preocupada y dudosa, esta vez dándome igual el establecer una conexión con su mirada y esperando que no se riese de mi historia. –Ash… si es cierto, si lo habéis visto… ¿Por qué fingir? ¿Por qué no decís simplemente la verdad?- Le susurré cerca de su oído con la esperanza de que ninguno de los presentes me oyesen, pues mi voz no hacia mas que salir en un tono totalmente preocupado y sereno.
-Fijaos, si que están enamorados-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
Porque no tenéis ni idea del caos que puede comenzar... Más bien, el caos que acabáis de desatar
Murmuró el vampiro con cierto aire de preocupación, pues veía en los rostros de todos los presentes la huella blanca del terror y la muerte. Los hombres más jóvenes comenzaron a murmurar entre ellos y mascullar planes y futuras partidas de caza para dar con el susodicho animal. Mientras, el resto de los presentes se abrazaban con disimulo, asustados por la posible presencia de Satán en la tierra. -¿Es cierto eso? ... ¿La criatura es real? ¿No fueron alucinaciones vuestras?...- se aventuró a preguntar la anciana que había ayudado a curar a Keira mientras la jovencita de cabellos zanahorios se llevaba las manos al pecho entrelazadas, esperanzada por la negativa de la existencia de semejante demonio. No obstante, Ash tuvo que resignarse debido al juramento de la joven cantante, que había asegurado la vida de un extraño animal que había escapado y rondaba suelto por las calles parisinas. -Es cierto, existe. Intenté ocultarlo para no asustar a los más jóvenes... pero ya que mi querida futura esposa os lo ha confesado, no hay por qué negarlo- sus palabras fueron suficiente para que la enorme mayoría de los presentes se comenzaran a marchar con paso apresurado formando un enorme jaleo debido a los gritos que iban propinando.
Vociferaban la voz de alerta, que el pueblo saliese a las calles y llamasen a las autoridades para comenzar a buscar a ese fascinante y aterrador lobo. En ese mismo instante Ash se alegró de no haberse dado a conocer nunca en público o su argumento sería extraordinariamente difícil de creer. En la iglesia solamente quedaron él, Keira y la joven muchacha que había contribuido a la mejora física de la primera.
Se acercó un poco tímida y puso su mano sobre la de la cantante -Confiemos en que lo encontrarán y se harán cargo de él. Seguramente mi padre ya estará tomando cualquier posible arma... Si alguna vez necesitais algo de mí, hacedmelo saber, siempre quise tener amigas... Estoy muy sola desde que me mudé- bajó un poco la cabeza al recordar ese entonces, pero la voz del líder de aquel grupo que fue al cementerio la sacó de su sopor -¡Hayley! Ven ahora mismo, no molestes más a la señorita. Ambos estarán cansados y conmocionados... ¡Tú ayudanos a llamar a la gente y a reunir cualquier cosa que nos pueda ser útil!- ordenó el hombre, al parecer la conocía bastante bien ¿Sería su padre? La muchacha se alejó un par de pasos de Keira e hizo un gesto formal de despedida, tirándose un poco de la falda antigua que llevaba e inclinándose ligéramente hacia delante. Sin más, se marchó corriendo.
Entonces Ash aguardó unos segundos a que la puerta se cerrara tras ellos para dirigirse a la muchacha estando fuera de la teatralidad -¿Casarnos eh? Ha sido muy buena mentira esa de que estabais enamorada de mis ojos o de mí- se aventuró a adivinar lo que estuvo a punto de decir antes de auto-corregirse -De igual forma, podríais haber desmentido al animal, que fué nuestra imaginación, causada por el miedo o algo... Que había sido un oso o algún otro animal de gran tamaño. Ahora toda la zona está peinando las calles y no tardarán en adentrarse al bosque, posiblemente arriesgándose a morir a manos de esa... cosa- reflexionaba. No culpaba a Keira realmente, símplemente hablaba para sí mismo en voz alta, de un modo tan tranquilo y pausado que parecía que ese lobo fuese un simple cachorrito inofensivo. -Por otro lado, amor mío- sonrió burlón -Me parece que más os valdría saber defenderos... ¿Qué os parece si os enseño a usar el sable o bien un arma de fuego. Lo que prefiráis...- miró entonces hacia la puerta, haciéndose a un lado dejándola también a la vista de la muchacha -No sólamente podríais defenderos... sino que también protegeríais a la gente que os pudiera importar, como esa chica de pelo anaranjado... Bastante raro ahora que lo pienso.- dijo antes de que Keira respondiese a su proposición de adiestrarla, apelando también al sentido de la amistad que podría desarrollar con esa joven o con cualquier otra persona... él más que nadie sabe lo que significa no poder proteger a un ser querido y observar impotente su destrucción.
Y así, rememorando su pasado, mantuvo una mirada seria y fría, repleta de ira, rebosante de odio que se hallaba clavada como una estaca en la estatua que representaba a Jesucristo, esperando la respuesta por parte de la dama.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
El frio helado de la noche se hacia con el lugar donde nos refugiábamos tantos los atemorizados ciudadanos de Paris, Ash y yo. Ya se podía notar que entrábamos en profundidad en la verdadera noche y solo de pensar que en algún momento debía de volver a casa sin que estos ciudadanos sospechasen de la falsa de la boda, soportar el temor y trauma de las dos peores noches de mi vida y sentirme, una vez mas, vigilada de algún modo hacia que se me estremeciese el alma, y esperaba que eso no se notase exteriormente.
Aunque mi salvador por dos noches no había respondido directamente a mis preguntas, decidió comentar un tipo de verdad a los aldeanos, los cuales rápidamente fueron saliendo poco a poco del santo lugar para avisar a mas como ellos con el fin de atrapar a la bestia. La más joven de todas, la chica con el pelo pelirrojo ligeramente anaranjado parecía ser la que mas perecía al sufrimiento, pues en un acto gestualmente desesperado, me tomó la mano. Parecía segura de si misma y solo podía en su interior rezar por todos nosotros, además de alegar ligeramente el propósito de entablar una relación amistosa conmigo – No os preocupéis demasiado…y gracias por todo – Esperé a que la triste chica saliese del lugar dejándonos a Ash y a mi completamente a solas -… la verdad es que yo también he estado muy sola desde que me mudé…- dije en voz baja mientras me sumía en mis pensamientos y en mi cabeza solo había sitio para aquella frase de la muchacha. De igual forma, si no había tenido ningún tipo de relación con nadie era para no engañarme, para no sufrir, para no sucumbir a ningún pecado, para ser libre… y esperaba que el irónico acompañante pudiese darse cuenta de mi deseo en algún momento, pues me sonroje rápidamente al comprobar que se había percatado de mi fallo al comentar aquella extraña atracción que sentía por sus ojos, la cual esperaba no tener que confesársela nunca - ¡Olvidaos de eso! – me cruce de brazos desviando por unos segundos la mirada. Volviendo a la situación, recobre la conexión con su cara evitando sus ojos- ¿Qué más da? Es lo realmente necesario, si el pueblo no sabe la verdad posiblemente podrían correr la misma suerte que nosotros… o que yo, porque os fuisteis y aunque luchasteis contra el… no tenéis herida ¿No es así?- Dije percatándome de mis mismas palabras a la vez que me acercaba a el buscando en su cuerpo alguna seña de la anterior luchar… pero… no había -¿Por…por que dijisteis antes que acababa de desatar un caos? Cierto es que no os entiendo ¿Pretendéis ocultar a la bestia? – Dije dudosa, pues no acababa de descubrir cuales eran sus reales intenciones, pues parecía que quería que aquel lobo siguiese vivo.
Tras esa parte de la conversación, se adentro en otra empezándola por un sarcástico ‘’amor mío’’ –No somos pareja, no sigáis llamándome así- y terminándola por ofrecerme clases particulares sobre como utilizar un arma tanto como para defenderme a mi como para defender a los demás - ¿Y acabar como vos, sin ninguna herida aparente? Me parece bi...- dije mientras no pude evitar acercarme más a el y retirar el guardapolvos de la parte del hombro- lo cual obligó ponerme de puntillas para llegar, era bastante alto- y observar como a pesar de que en esa parte, la camisa estaba rasgada, no había herida. No pude resistirme y acaricié la zona en la que supuestamente se debería encontrar como mínimo un simple hematoma filtrando mis dedos por la zona rota de la camisa, como si estuviese hipnotizada por su piel… como si lo buscase. Pero solamente encontré frio. Frio. Estaba frio y aparte la mano rápidamente, pues sentí que si la dejaba unos segundos mas ronzando su piel acabaría por congelarme a mi misma. –Dios santo ¡Estáis helado! ¿Cómo…como es posible? ¿No sentís frio? Deberíais marcharos a vuestra casa y tomaros un caldo caliente. Si seguís así entrareis en una hipotermia- Debo confesar que por unos momentos me preocupe mas de la cuenta, pues no me hacia falta conocer a mucha gente como para saber que aquello no era normal. – No os preocupéis ahora sobre las enseñanzas de esgrima, pues solo deberíais enseñarme la parte de defenderme a mi sola, no tengo a nadie a quien defender – Dije por ultimo, de cierto modo aceptando la idea, haciéndole un gesto dirigido hacia la puerta en señal para que se marchase. Era lo mas correcto, ético y de sentido común que debía hacer, pero en lo mas interior de mi me horripilaba aun la idea de marcharme sola. Quizás debía de ir a buscar a Harry y dejar que Ash se marchara, pues tampoco sabia nada de el desde lo de la bestia y tenia entendido que vivía cerca mía.
A juzgar por aquella proposición de esgrima, estaba totalmente segura de que una vez mas, esta vez no seria la única en la que me volvería a encontrar con el Sr Ravnos, y ahora que lo pensaba, era de las pocas personas con las que me había relacionado ‘’tanto’’. Espere a que mi acompañante se dispusiera a salir del recinto para poder seguirle. Mientras, no podía evitar mirarle preocupada pero evitando sus ojos…
Aunque mi salvador por dos noches no había respondido directamente a mis preguntas, decidió comentar un tipo de verdad a los aldeanos, los cuales rápidamente fueron saliendo poco a poco del santo lugar para avisar a mas como ellos con el fin de atrapar a la bestia. La más joven de todas, la chica con el pelo pelirrojo ligeramente anaranjado parecía ser la que mas perecía al sufrimiento, pues en un acto gestualmente desesperado, me tomó la mano. Parecía segura de si misma y solo podía en su interior rezar por todos nosotros, además de alegar ligeramente el propósito de entablar una relación amistosa conmigo – No os preocupéis demasiado…y gracias por todo – Esperé a que la triste chica saliese del lugar dejándonos a Ash y a mi completamente a solas -… la verdad es que yo también he estado muy sola desde que me mudé…- dije en voz baja mientras me sumía en mis pensamientos y en mi cabeza solo había sitio para aquella frase de la muchacha. De igual forma, si no había tenido ningún tipo de relación con nadie era para no engañarme, para no sufrir, para no sucumbir a ningún pecado, para ser libre… y esperaba que el irónico acompañante pudiese darse cuenta de mi deseo en algún momento, pues me sonroje rápidamente al comprobar que se había percatado de mi fallo al comentar aquella extraña atracción que sentía por sus ojos, la cual esperaba no tener que confesársela nunca - ¡Olvidaos de eso! – me cruce de brazos desviando por unos segundos la mirada. Volviendo a la situación, recobre la conexión con su cara evitando sus ojos- ¿Qué más da? Es lo realmente necesario, si el pueblo no sabe la verdad posiblemente podrían correr la misma suerte que nosotros… o que yo, porque os fuisteis y aunque luchasteis contra el… no tenéis herida ¿No es así?- Dije percatándome de mis mismas palabras a la vez que me acercaba a el buscando en su cuerpo alguna seña de la anterior luchar… pero… no había -¿Por…por que dijisteis antes que acababa de desatar un caos? Cierto es que no os entiendo ¿Pretendéis ocultar a la bestia? – Dije dudosa, pues no acababa de descubrir cuales eran sus reales intenciones, pues parecía que quería que aquel lobo siguiese vivo.
Tras esa parte de la conversación, se adentro en otra empezándola por un sarcástico ‘’amor mío’’ –No somos pareja, no sigáis llamándome así- y terminándola por ofrecerme clases particulares sobre como utilizar un arma tanto como para defenderme a mi como para defender a los demás - ¿Y acabar como vos, sin ninguna herida aparente? Me parece bi...- dije mientras no pude evitar acercarme más a el y retirar el guardapolvos de la parte del hombro- lo cual obligó ponerme de puntillas para llegar, era bastante alto- y observar como a pesar de que en esa parte, la camisa estaba rasgada, no había herida. No pude resistirme y acaricié la zona en la que supuestamente se debería encontrar como mínimo un simple hematoma filtrando mis dedos por la zona rota de la camisa, como si estuviese hipnotizada por su piel… como si lo buscase. Pero solamente encontré frio. Frio. Estaba frio y aparte la mano rápidamente, pues sentí que si la dejaba unos segundos mas ronzando su piel acabaría por congelarme a mi misma. –Dios santo ¡Estáis helado! ¿Cómo…como es posible? ¿No sentís frio? Deberíais marcharos a vuestra casa y tomaros un caldo caliente. Si seguís así entrareis en una hipotermia- Debo confesar que por unos momentos me preocupe mas de la cuenta, pues no me hacia falta conocer a mucha gente como para saber que aquello no era normal. – No os preocupéis ahora sobre las enseñanzas de esgrima, pues solo deberíais enseñarme la parte de defenderme a mi sola, no tengo a nadie a quien defender – Dije por ultimo, de cierto modo aceptando la idea, haciéndole un gesto dirigido hacia la puerta en señal para que se marchase. Era lo mas correcto, ético y de sentido común que debía hacer, pero en lo mas interior de mi me horripilaba aun la idea de marcharme sola. Quizás debía de ir a buscar a Harry y dejar que Ash se marchara, pues tampoco sabia nada de el desde lo de la bestia y tenia entendido que vivía cerca mía.
A juzgar por aquella proposición de esgrima, estaba totalmente segura de que una vez mas, esta vez no seria la única en la que me volvería a encontrar con el Sr Ravnos, y ahora que lo pensaba, era de las pocas personas con las que me había relacionado ‘’tanto’’. Espere a que mi acompañante se dispusiera a salir del recinto para poder seguirle. Mientras, no podía evitar mirarle preocupada pero evitando sus ojos…
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
No pudo evitar sonreir cuando Keira se vio alterada ante el recordatorio de una supuesta atracción por sus ojos. Realmente, Ash casi deseaba que se fijase un mínimo en él para que su ambición pudiese llegar a cumplirse. Se limitó a escucharla tranquilo hasta que ella intentó tocar su hombro, concretamente el lugar donde el Fenrir había mordido con anterioridad, allí donde la piel estaba al descubierto por la enorme descostura de sus ropajes.
El vampiro no pudo evitar echarse un poco para atrás cuando sintió el dedo de la mujer acariciarle la piel, pues sabía que le resultaría extraña su temperatura, aunque de nada sirvió -No os preocupeis... Esta noche es bastante fría y supongo que al tener esa parte del cuerpo tan al descubierto por culpa del animal se me ha enfriado- volvió a mentir tan tranquilo, con una enorme seguridad en sus palabras. -Y sobre desatar un caos me refiero a esto; todos en la calle buscando una quimera, pues seguramente no lo encontrarán. No trato de defender a la bestia, sino a los lugareños.- terminó de decir dirigiéndose hacia la puerta. Se detuvo ante la misma y se giró despacio para contemplar a la bella joven. -Vamos, os acompañaré a vuestra casa. Dudo que tengais ganas de volver sola tras los acontecimientos acaecidos esta lúgubre noche... -La invitó entonces con una cordial sonrisa y un gesto elegante, tendiendo su mano hacia la gran puerta de madera maciza de la que estaba hecha la entrada de la iglesia.
Antes de que ella aceptase la propuesta, abrió las puertas y dejó entrar una fría corriente de aire que a cualquiera pondría la piel de gallina... menos a él. Cerró los ojos un momento y evocó entonces los huracanados vientos del mar en uno de sus tantísimos viajes. -Si gustais... os amenizaré el viaje con una historia que seguramente os encantará.- dijo antes de comenzar a caminar, dando por hecho que ella le seguiría. Comenzaba a conocerla, y si temía las noches tras un asalto fallido para violarla, más debería temer de una sanguinaria bestia que anhelaba devorar su deliciosa carne. -Por historias como esta, no soy esa clase alta tan común y fácil de encontrar. Pues cuentan antiguas lenguas que por el interés económico, por la intención de gobernar sobre la gente... cayó un gran hombre, un gran corsario... Sir Francis Drake.- se detuvo un instante para abrir las puertas del cementerio y retomar el rumbo hacia la casa de la muchacha a través de las negras calles abrumadas por una ligera nevada que había caido anteriormente, cuando se hallaban en el cementerio. -A pesar de que el nombre recuerde ligéramente a esta patria, era un corsario inglés. Saqueó varias regiones españolas, el país vecino, labrándose un nombre y una gran reputación en los mares.- mientras hablaba, recordaba sus noches en las tabernas marineras donde a la luz de una gran fogata y al deleite de una supuesta botella de "vino", escuchaba las anécdotas de otros compinches de la mar que relataban el poderío de sus cañones y su valor en la batalla. -Francisco Drake lo llamaban, españolizaron su nombre... aunque con muy escasa originalidad he de añadir- rió mientras hablaba -¿A donde quiero ir a parar? Bueno... resulta que el señor Drake hablaría con la reina Isabel para viajar hacia las Américas españolas, con la intención de apostillarse en los puertos de Panamá, presionando a la nación enemiga. No obstante...- rememoraba entonces sus andanzas a bordo del barco de aquel corsario donde le llamaban "El murciélago" ¡Irónico! El vampiro sonrió ligéramente evocando su pasado, como si le hiciese gracia la historia que estaba contándole a la jovencita. Le llamaban así puesto que nunca salía a la luz del sol y era en las noches cuando salía a tomar el aire... aunque a veces tomaba alguna otra cosa más... líquida. -Lo que poca gente sabe, es que aquel hombre no murió en aquella batalla a finales del Siglo XVI en Portobelo.- el ambiente entonces tomó un ambiente un tanto fantasmagórico, como si fantasmas del pasado les acompañasen en la travesía hasta el hogar de Keira.
-Murió en Panamá, mas no en alta mar como se dice ni su cadaver fue arrojado al mismo. Él murió y muchos de sus hombres sucumbieron en una expedición maldita en busca del mayor de los tesoros: El Dorado.- sonrió nuevamente al recordar la cara de Drake cuando descubrió qué era realmente ese tesoro -Todos aquellos nobles de aquella epoca, los grande soñadores ávidos de poder económico deseaban encontrar El Dorado... una ciudad perdida, un imperio construido de oro. Se decía que era un lugar tan atestado de ese precioso metal que lo desperdiciaban bañando los suelos con el mismo.- la miró entonces, con cierta ilusión en su cara, reflejo de la misma ilusión que tuvo entonces cuando escrutaban la nocturna selva ¿Cómo se las arregló para que fuese de noche cuando se moviesen? El uso de sus poderes manipuladores tuvieron una gran utilidad para con el corsario. Era un deleite rememorarlo... casi le parecía estar tocando la cabeza del difunto capitán del navío antes de partir en la exploración. -Pero era algo más... El Dorado fue encontrado por el capitán Drake y sus hombres. Mas no fue una ciudad dorada lo que hallaron, sino un ídolo hecho de oro y con miles de joyas engarzadas a su cuerpo.- aguardó otro instante antes de continuar, vigilando cada recobeco esperando encontrar la figura de aquel que los vigilaba desde que salieron de la iglesia, como de costumbre -Entonces, los codiciosos hombres supieron que se trataba de una especie de sarcófago y pensaron que el mayor tesoro se encontraría en su interior... pero solo desataron una plaga. Una maldición que los envolvió y los consumió. Los volvió locos y se asesinaron entre sí, comieron de sus propias entrañas hasta morir... y quedar reducidos a un amasijo de carne y víscieras que bañaron la verde plantación de la selva.- habló con una tremenda claridad, sin inmutarse ante la cruel escena que estaba dibujándole a Keira -Es por eso que soy distinto a los demás... la codicia solo puede traer desgracia y para muestra, os conocí gracias a no ser como los demás. Me adentré a un tugurio de los bajos fondos atraido por una esplendida voz que me condujo hasta vuestra mirada. Debo decir que a pesar de lo orgullosa que sois y lo cabezota que podais parecer, sois una agradable compañía. Tomadme como un amigo, señorita... No estareis sola mientras no lo deseeis- sonrió mientras caminaban, mirándola a los ojos diréctamente, como si intentase hipnotizarla. No obstante, lo que intentaba era distraerla del ambiente tan inquietante que los rodeaba debido a aquella misteriosa presencia -¿Queda mucho para llegar? No deberia regresar demasiado tarde al cuartel... Y podríais cogeros un buen resfriado si pasais demasiado tiempo a la interperie.- volvió a decir para dar paso a una nueva conversación -Por cierto, dentro de una semana comenzará vuestro entrenamiento ¿Os parece bien en los bosques? Creo que no hay lugar mejor para aprender a manejar un sable... De paso, podreis cortar alguna que otra rama para ir manejar mejor el filo del arma.- recordó entonces la oferta que le hizo a la mujer, llevándose la mano a la frente debido al pequeño olvido que había tenido -Si conoceis un lugar mejor, podeis proponerlo... pero más os vale que os prepareis, no es algo sencillo de realizar- concluyó con otra esplendorosa sonrisa burlona, especialmente diseñada para Keira.
El vampiro no pudo evitar echarse un poco para atrás cuando sintió el dedo de la mujer acariciarle la piel, pues sabía que le resultaría extraña su temperatura, aunque de nada sirvió -No os preocupeis... Esta noche es bastante fría y supongo que al tener esa parte del cuerpo tan al descubierto por culpa del animal se me ha enfriado- volvió a mentir tan tranquilo, con una enorme seguridad en sus palabras. -Y sobre desatar un caos me refiero a esto; todos en la calle buscando una quimera, pues seguramente no lo encontrarán. No trato de defender a la bestia, sino a los lugareños.- terminó de decir dirigiéndose hacia la puerta. Se detuvo ante la misma y se giró despacio para contemplar a la bella joven. -Vamos, os acompañaré a vuestra casa. Dudo que tengais ganas de volver sola tras los acontecimientos acaecidos esta lúgubre noche... -La invitó entonces con una cordial sonrisa y un gesto elegante, tendiendo su mano hacia la gran puerta de madera maciza de la que estaba hecha la entrada de la iglesia.
Antes de que ella aceptase la propuesta, abrió las puertas y dejó entrar una fría corriente de aire que a cualquiera pondría la piel de gallina... menos a él. Cerró los ojos un momento y evocó entonces los huracanados vientos del mar en uno de sus tantísimos viajes. -Si gustais... os amenizaré el viaje con una historia que seguramente os encantará.- dijo antes de comenzar a caminar, dando por hecho que ella le seguiría. Comenzaba a conocerla, y si temía las noches tras un asalto fallido para violarla, más debería temer de una sanguinaria bestia que anhelaba devorar su deliciosa carne. -Por historias como esta, no soy esa clase alta tan común y fácil de encontrar. Pues cuentan antiguas lenguas que por el interés económico, por la intención de gobernar sobre la gente... cayó un gran hombre, un gran corsario... Sir Francis Drake.- se detuvo un instante para abrir las puertas del cementerio y retomar el rumbo hacia la casa de la muchacha a través de las negras calles abrumadas por una ligera nevada que había caido anteriormente, cuando se hallaban en el cementerio. -A pesar de que el nombre recuerde ligéramente a esta patria, era un corsario inglés. Saqueó varias regiones españolas, el país vecino, labrándose un nombre y una gran reputación en los mares.- mientras hablaba, recordaba sus noches en las tabernas marineras donde a la luz de una gran fogata y al deleite de una supuesta botella de "vino", escuchaba las anécdotas de otros compinches de la mar que relataban el poderío de sus cañones y su valor en la batalla. -Francisco Drake lo llamaban, españolizaron su nombre... aunque con muy escasa originalidad he de añadir- rió mientras hablaba -¿A donde quiero ir a parar? Bueno... resulta que el señor Drake hablaría con la reina Isabel para viajar hacia las Américas españolas, con la intención de apostillarse en los puertos de Panamá, presionando a la nación enemiga. No obstante...- rememoraba entonces sus andanzas a bordo del barco de aquel corsario donde le llamaban "El murciélago" ¡Irónico! El vampiro sonrió ligéramente evocando su pasado, como si le hiciese gracia la historia que estaba contándole a la jovencita. Le llamaban así puesto que nunca salía a la luz del sol y era en las noches cuando salía a tomar el aire... aunque a veces tomaba alguna otra cosa más... líquida. -Lo que poca gente sabe, es que aquel hombre no murió en aquella batalla a finales del Siglo XVI en Portobelo.- el ambiente entonces tomó un ambiente un tanto fantasmagórico, como si fantasmas del pasado les acompañasen en la travesía hasta el hogar de Keira.
-Murió en Panamá, mas no en alta mar como se dice ni su cadaver fue arrojado al mismo. Él murió y muchos de sus hombres sucumbieron en una expedición maldita en busca del mayor de los tesoros: El Dorado.- sonrió nuevamente al recordar la cara de Drake cuando descubrió qué era realmente ese tesoro -Todos aquellos nobles de aquella epoca, los grande soñadores ávidos de poder económico deseaban encontrar El Dorado... una ciudad perdida, un imperio construido de oro. Se decía que era un lugar tan atestado de ese precioso metal que lo desperdiciaban bañando los suelos con el mismo.- la miró entonces, con cierta ilusión en su cara, reflejo de la misma ilusión que tuvo entonces cuando escrutaban la nocturna selva ¿Cómo se las arregló para que fuese de noche cuando se moviesen? El uso de sus poderes manipuladores tuvieron una gran utilidad para con el corsario. Era un deleite rememorarlo... casi le parecía estar tocando la cabeza del difunto capitán del navío antes de partir en la exploración. -Pero era algo más... El Dorado fue encontrado por el capitán Drake y sus hombres. Mas no fue una ciudad dorada lo que hallaron, sino un ídolo hecho de oro y con miles de joyas engarzadas a su cuerpo.- aguardó otro instante antes de continuar, vigilando cada recobeco esperando encontrar la figura de aquel que los vigilaba desde que salieron de la iglesia, como de costumbre -Entonces, los codiciosos hombres supieron que se trataba de una especie de sarcófago y pensaron que el mayor tesoro se encontraría en su interior... pero solo desataron una plaga. Una maldición que los envolvió y los consumió. Los volvió locos y se asesinaron entre sí, comieron de sus propias entrañas hasta morir... y quedar reducidos a un amasijo de carne y víscieras que bañaron la verde plantación de la selva.- habló con una tremenda claridad, sin inmutarse ante la cruel escena que estaba dibujándole a Keira -Es por eso que soy distinto a los demás... la codicia solo puede traer desgracia y para muestra, os conocí gracias a no ser como los demás. Me adentré a un tugurio de los bajos fondos atraido por una esplendida voz que me condujo hasta vuestra mirada. Debo decir que a pesar de lo orgullosa que sois y lo cabezota que podais parecer, sois una agradable compañía. Tomadme como un amigo, señorita... No estareis sola mientras no lo deseeis- sonrió mientras caminaban, mirándola a los ojos diréctamente, como si intentase hipnotizarla. No obstante, lo que intentaba era distraerla del ambiente tan inquietante que los rodeaba debido a aquella misteriosa presencia -¿Queda mucho para llegar? No deberia regresar demasiado tarde al cuartel... Y podríais cogeros un buen resfriado si pasais demasiado tiempo a la interperie.- volvió a decir para dar paso a una nueva conversación -Por cierto, dentro de una semana comenzará vuestro entrenamiento ¿Os parece bien en los bosques? Creo que no hay lugar mejor para aprender a manejar un sable... De paso, podreis cortar alguna que otra rama para ir manejar mejor el filo del arma.- recordó entonces la oferta que le hizo a la mujer, llevándose la mano a la frente debido al pequeño olvido que había tenido -Si conoceis un lugar mejor, podeis proponerlo... pero más os vale que os prepareis, no es algo sencillo de realizar- concluyó con otra esplendorosa sonrisa burlona, especialmente diseñada para Keira.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
Había algo extraño en Ash que no acababa de encajarme, pero decidí pasarlo por alto aquella noche, pues no estaba totalmente segura de si me había recuperado del todo del incidente con aquella bestia, podría decirse que por momentos, dada la situación, no estaba segura de si soñaba.
Como sospechaba, y para mi alivio, el Sr Ravnos se mostró a acompañarme una vez mas a mi hogar. No pude rechistar por mucho que quisiese lo contrario, pues ya no confiaba en la noche en ninguno de los sentidos, es mas, juraba no volver a salir de noche para no tener que volver a casa sola. Si, no se arrimaba a mi forma de ser en absoluto, pero al fin y al cabo, toda persona humana siente o ha sentido miedo alguna vez y todo, seguramente, por que saben que ninguna persona se libra de su muerte… -Sois muy amable-
Me acerqué lentamente hasta la posición de mi acompañante, este, terminó de abrir las puertas de aquella santa casa en señal de que se iniciaba así un nuevo paseo nocturno, y con historia a cortesía de Ash, una vez mas. Como si fuese aquella noche pasada, no quise adelantarme demasiado, solo estar junto al que en esos momentos comenzó a relatar una historia cuyo tema principal era la avaricia y codicia del ser humano actual. Escuche sin rechistar un solo segundo, pues por unos momentos creí haberme adentrado en la historia sin quererlo, pero fue el muchacho quien consiguió sacarme de esa ola de imaginación afirmando no ser como los demás ricos, relatando la noche en la que me conoció sin parecer dejarse nada por el camino de su historia, como si no sintiese el mas amago de vergüenza. Sin duda, lo que si estaba claro es que se trataba de alguien sincero aunque no lo pareciese. – Me tomare todo eso como un cumplido, y si es vuestro deseo así os consideraré, pero no acabéis quejándoos de que os arrepentís de haberme dicho esto- Sonreí tontamente, pues de alguna manera, en un santiamén, si que lo empecé a considerar como una compañía cercana, cosa que siempre me negué a tener por alguna razón, pero como el mismo había dicho antes, era distinto – Os tomaré la palabra en eso de que nunca estaré sola, pues lo cierto es… que lo que mas me preocupa en estos momentos es esa sensación…como si alguien estuviese vigilándome desde algún lado…- Me di cuenta de que el chico intentaba mirarme a los ojos, buscar mi mirada, por lo que rápidamente la desvié para que no la pudiese encontrar bajo ninguna circunstancia.
Cada vez iba quedando poco tramo hasta mi hogar. Ash me recordó aquellos de las clases sobre la utilización de un arma pero no me encajó el marco temporal en el que quiso situarlas –Vaya ¿no sabéis que esta demasiado mal visto que un hombre lleve a una mujer a los bosques sin ser este amigo de la familia de la muchacha en concreto? Parece que os habéis criado en otra sociedad distinta- Sonreí pues era cierto que estaba mal visto y que por unos instantes parecía no saber mucho sobre la manera de ser de la época y si, aun dudaba de citarme con el –Si os parece a vos… supongo que el lugar es el mas apropiado… al fin y al cabo, también esta mal visto que una mujer maneje una espada. A veces me pregunto y las sociedades de distintos países compiten para ver cual es mas absurda, según la parisina, no debería de considerarme dama sin saber leer, escribir, dibujar y tocar un instrumento… y no, nada de eso se-
En un santiamén llegamos una vez mas a la entradas de mi pequeño y humilde hogar, también deseaba que Ash no hiciese un comentario fuera de lugar sobre mi casa si no quería que el trato de ‘’tregua’’ se esfumase. Me puse de espaldas a la pared y me deje caer unos centímetros en ella, como si esperase a que mi acompañante se situase frente a mi para terminar el trato de las clases y la extraña noche de aquel día – Reitero en que habéis sido muy amable al acompañarme, mas aun estando tan congelado como os encontráis. Muchísimas gracias – Levante hacia atrás un poco la pierna, apoyando el pie entre el suelo y la pared – Esta bien, la semana que viene en el bosque. A la hora que queráis me encontraré en el lugar-
Como sospechaba, y para mi alivio, el Sr Ravnos se mostró a acompañarme una vez mas a mi hogar. No pude rechistar por mucho que quisiese lo contrario, pues ya no confiaba en la noche en ninguno de los sentidos, es mas, juraba no volver a salir de noche para no tener que volver a casa sola. Si, no se arrimaba a mi forma de ser en absoluto, pero al fin y al cabo, toda persona humana siente o ha sentido miedo alguna vez y todo, seguramente, por que saben que ninguna persona se libra de su muerte… -Sois muy amable-
Me acerqué lentamente hasta la posición de mi acompañante, este, terminó de abrir las puertas de aquella santa casa en señal de que se iniciaba así un nuevo paseo nocturno, y con historia a cortesía de Ash, una vez mas. Como si fuese aquella noche pasada, no quise adelantarme demasiado, solo estar junto al que en esos momentos comenzó a relatar una historia cuyo tema principal era la avaricia y codicia del ser humano actual. Escuche sin rechistar un solo segundo, pues por unos momentos creí haberme adentrado en la historia sin quererlo, pero fue el muchacho quien consiguió sacarme de esa ola de imaginación afirmando no ser como los demás ricos, relatando la noche en la que me conoció sin parecer dejarse nada por el camino de su historia, como si no sintiese el mas amago de vergüenza. Sin duda, lo que si estaba claro es que se trataba de alguien sincero aunque no lo pareciese. – Me tomare todo eso como un cumplido, y si es vuestro deseo así os consideraré, pero no acabéis quejándoos de que os arrepentís de haberme dicho esto- Sonreí tontamente, pues de alguna manera, en un santiamén, si que lo empecé a considerar como una compañía cercana, cosa que siempre me negué a tener por alguna razón, pero como el mismo había dicho antes, era distinto – Os tomaré la palabra en eso de que nunca estaré sola, pues lo cierto es… que lo que mas me preocupa en estos momentos es esa sensación…como si alguien estuviese vigilándome desde algún lado…- Me di cuenta de que el chico intentaba mirarme a los ojos, buscar mi mirada, por lo que rápidamente la desvié para que no la pudiese encontrar bajo ninguna circunstancia.
Cada vez iba quedando poco tramo hasta mi hogar. Ash me recordó aquellos de las clases sobre la utilización de un arma pero no me encajó el marco temporal en el que quiso situarlas –Vaya ¿no sabéis que esta demasiado mal visto que un hombre lleve a una mujer a los bosques sin ser este amigo de la familia de la muchacha en concreto? Parece que os habéis criado en otra sociedad distinta- Sonreí pues era cierto que estaba mal visto y que por unos instantes parecía no saber mucho sobre la manera de ser de la época y si, aun dudaba de citarme con el –Si os parece a vos… supongo que el lugar es el mas apropiado… al fin y al cabo, también esta mal visto que una mujer maneje una espada. A veces me pregunto y las sociedades de distintos países compiten para ver cual es mas absurda, según la parisina, no debería de considerarme dama sin saber leer, escribir, dibujar y tocar un instrumento… y no, nada de eso se-
En un santiamén llegamos una vez mas a la entradas de mi pequeño y humilde hogar, también deseaba que Ash no hiciese un comentario fuera de lugar sobre mi casa si no quería que el trato de ‘’tregua’’ se esfumase. Me puse de espaldas a la pared y me deje caer unos centímetros en ella, como si esperase a que mi acompañante se situase frente a mi para terminar el trato de las clases y la extraña noche de aquel día – Reitero en que habéis sido muy amable al acompañarme, mas aun estando tan congelado como os encontráis. Muchísimas gracias – Levante hacia atrás un poco la pierna, apoyando el pie entre el suelo y la pared – Esta bien, la semana que viene en el bosque. A la hora que queráis me encontraré en el lugar-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
Ash arqueó una ceja y sonrió ligéramente ante las palabras de Keira respecto a lo mal visto que estaba que un hombre y una mujer se encontraran en un bosque, además de que una chica manejase una espada -¿Desde cuando os importa lo que está bien visto, Keira? Supuestamente tampoco está a buenos ojos que alguien de clase alta se relacione con la clase baja de una forma amistosa- decía alegre, como si estuviese de un estupendo humor de pronto.
A la hora de hablar sobre la cita, ella se apoyó contra la casa. Ash avanzó y estiró su brazo, colocando la mano justo al lado de la cara de la muchacha, acorralándola contra la pared y su propio cuerpo -¿Qué os parecen las diez de la noche? La noche más joven es el mejor momento de todos...- habló con una voz tan suave que llevaba a ser coqueta y juguetona. Miraba a la chica a los ojos sin partarlos ni un solo instante, quizá por pura malicia, queriendo comprobar el poder que ejercía sobre ella dicha característica del vampiro.
Sin mediar más palabra, se apartó ligeramente, tomó su mano y la besó con suma delicadeza y educación -Sin más, me marcho por hoy. No llegueis muy tarde de la hora convenida, Keira. Soy bastante impaciente...- terminó de hablar dándose la vuelta y echando a caminar, ocultando una maliciosa sonrisa pícara que se dibujaba en su rostro mientras su figura se difuminaría en la noche...
A la hora de hablar sobre la cita, ella se apoyó contra la casa. Ash avanzó y estiró su brazo, colocando la mano justo al lado de la cara de la muchacha, acorralándola contra la pared y su propio cuerpo -¿Qué os parecen las diez de la noche? La noche más joven es el mejor momento de todos...- habló con una voz tan suave que llevaba a ser coqueta y juguetona. Miraba a la chica a los ojos sin partarlos ni un solo instante, quizá por pura malicia, queriendo comprobar el poder que ejercía sobre ella dicha característica del vampiro.
Sin mediar más palabra, se apartó ligeramente, tomó su mano y la besó con suma delicadeza y educación -Sin más, me marcho por hoy. No llegueis muy tarde de la hora convenida, Keira. Soy bastante impaciente...- terminó de hablar dándose la vuelta y echando a caminar, ocultando una maliciosa sonrisa pícara que se dibujaba en su rostro mientras su figura se difuminaría en la noche...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Ninguna persona se libra de su muerte
Cuando dejé reposar mi espalda en la pared con la intención de que todo fuese una despedida no tan formal, me di cuenta de que no debí haber hecho aquello. Ash se dejó caer en la misma pared, pero apoyándose sobre su mano, la cual dejo muy cerca de mi cara. Me sentí tan acorralada en ese momento, que temí, pues esta vez no había otro lugar al que mirar que no fueran aquellos profundos ojos ¿Por que? ¿Que razón lógica había en que los ojos de una persona atrajesen de tal forma que pareciese que no son humanos, sino de algún animal que posee esa atracción como método de caza. -Me..me parece buena hora, pero tengo..tengo que pensar que decirle al Sr Biggs- Y al decir esto, tal y como me temía, le mire directamente a los ojos, eran tan profundos...oscuros...y a la vez parecían sabios, como si todo un mundo se formase tras ellos. como si ocultase mas cosas de las que una persona puede llegar a imaginar...eran tan fascinantes. ¿Por que? ¿Por que? ¿Keira por que? Ni que Ash fuese tan importante, ni que le conociese de toda la vida ¡Para nada! no sufriría si el faltase, pero ¿Por que sus ojos? ¿Por que no los afrontaba? ¿Por que no podía reaccionar y dejar de mirarlos en momentos como este? -Quizás no deberíais de relacionaros conmigo...si es que sois de ese tipo de persona que es influida por lo que digan los demás...pensadlo, sois vos al que os cae encima una lluvia de palabrerías, no a mi- Me aliviaba saber que aunque en tono bajo y tanto suave como entrecortadamente, podía hablar.
Suspiré de alivio cuando finalmente mi entonces captor se apartó, digamos que pude respirar con suma tranquilidad ahora que no me encontraba en una espada de carne y hueso con dos ojos ipnotizantes y la típica pared. Rápidamente, el hombre me tomó la mano y la beso. Me alegré al saber que no se tomaría de la palabra ''amistad'' nada mas en adelante a parte de aquel acorralamiento. Después, sin mas dilación, se marchó. - Y yo demasiado impuntual...-
Suspiré de alivio cuando finalmente mi entonces captor se apartó, digamos que pude respirar con suma tranquilidad ahora que no me encontraba en una espada de carne y hueso con dos ojos ipnotizantes y la típica pared. Rápidamente, el hombre me tomó la mano y la beso. Me alegré al saber que no se tomaría de la palabra ''amistad'' nada mas en adelante a parte de aquel acorralamiento. Después, sin mas dilación, se marchó. - Y yo demasiado impuntual...-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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