AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un alma sentenciada. [Lazarus]
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Un alma sentenciada. [Lazarus]
Recuerdo del primer mensaje :
Afueras de París. 01:10
un paso tras de otro como gotas de lluvia sin cesar. Allí en el laboratorio del college de France la profesora Saint-Bonnet sucumbía al aburrimiento. Sus ojos se amoldaban a la oscuridad del lugar, que ocasionalmente era iluminado por aquellos relámpagos tan... ruidosos. Sus labios no podían acostumbrarse al frío por lo que los humedeció pensando en qué podía hacer aquella fría noche.
Sus manos, enguantadas calentaron su cuerpo mientras cambiaba su vestuario, debía de hacer algo pronto antes de....
Los malos días sucedían, simplemente el mal tiempo hacía su justicia en las calles parisinas, debido a aquella estación melancólica que recorría tanto nuestras calles como nuestras mentes.
Los pasos de la cazadora la habían llevado a un lugar sin retorno, un claro, apartado de la ciudad más bien a las afueras, no muy lejos del camino principal. Allí acudió con un traje parecido a los que usaba en la esgrima. Su cabello, fielmente recogido se escondía en la máscara que la protegería de si misma. No tenía oponente, pero era lo único que la mantenía en su júbilo interno aunque tuviese un hombro dislocado. Días antes había sufrido una fuerte caida, en una lucha con un mero licantropo. No fué tarea fácil pero lo supo arreglar. Tras horas de entrenamiento exhaustivo más bien por el dolor que ya acumulaba de días antes sintió un fuerte aliento a perro y en su hombro goteaba aquella baba... viró con violencia, al conocer de que se trataba. Empuñó el florete hacia el licantropo que la perturbaba aquella noche en su descaso, aunque ella sabía que no tenía nada que hacer. No estaba en sus plenas facultades físicas, en un movimiento bruco consiguió "cegar" por pocos segundos a la bestia cruzando su rostro con el florete, pero lo único que consiguió el animal fué arrojarla contra la pared de una casa abandonada, medio derruida.
"Toda mi vida se apaga... mi mundo se ciega"
Afueras de París. 01:10
un paso tras de otro como gotas de lluvia sin cesar. Allí en el laboratorio del college de France la profesora Saint-Bonnet sucumbía al aburrimiento. Sus ojos se amoldaban a la oscuridad del lugar, que ocasionalmente era iluminado por aquellos relámpagos tan... ruidosos. Sus labios no podían acostumbrarse al frío por lo que los humedeció pensando en qué podía hacer aquella fría noche.
Sus manos, enguantadas calentaron su cuerpo mientras cambiaba su vestuario, debía de hacer algo pronto antes de....
quedarse dormida
o
hacer explotar el lugar inconscientemente
o
hacer explotar el lugar inconscientemente
Los malos días sucedían, simplemente el mal tiempo hacía su justicia en las calles parisinas, debido a aquella estación melancólica que recorría tanto nuestras calles como nuestras mentes.
Los pasos de la cazadora la habían llevado a un lugar sin retorno, un claro, apartado de la ciudad más bien a las afueras, no muy lejos del camino principal. Allí acudió con un traje parecido a los que usaba en la esgrima. Su cabello, fielmente recogido se escondía en la máscara que la protegería de si misma. No tenía oponente, pero era lo único que la mantenía en su júbilo interno aunque tuviese un hombro dislocado. Días antes había sufrido una fuerte caida, en una lucha con un mero licantropo. No fué tarea fácil pero lo supo arreglar. Tras horas de entrenamiento exhaustivo más bien por el dolor que ya acumulaba de días antes sintió un fuerte aliento a perro y en su hombro goteaba aquella baba... viró con violencia, al conocer de que se trataba. Empuñó el florete hacia el licantropo que la perturbaba aquella noche en su descaso, aunque ella sabía que no tenía nada que hacer. No estaba en sus plenas facultades físicas, en un movimiento bruco consiguió "cegar" por pocos segundos a la bestia cruzando su rostro con el florete, pero lo único que consiguió el animal fué arrojarla contra la pared de una casa abandonada, medio derruida.
Jessica Saint-Bonnet- Inquisidor Clase Alta
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Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
El repentino helor que sufrió su cuerpo no era debido a una ventana abierta, sino por el dolor que comenzaba a bañar su cuerpo de pies a cabeza. Tenía heridas sin cerrar, más fatídicamente en el hombro contrario al que estuvo dislocado. Tenía que cosérselo lo antes posible antes de que cicatrizase mal.
Dejó la taza sobre la mesa y dirigió ahora su total presencia hacia aquel hombre.
- Sus ojos.
Concluyó nuevamente. Aquello resumía todo lo que una persona era incapaz de econder. El reflejo del alma. Todo aquello que alguien sentía en lo mas profundo se veía reflejado en la forma de mirar, exactamente en aquellos expresivos ojos azules de aquel que la acompañaba aquella extraña noche.
Ashlotte se levantó de su lugar y se dirigió al aparador donde descansaba un cofre mediano. El cual albergaba agujas e hilo, preparados para... alguna cura de "urgencia".
- Necesito que me ayude. Créame, jamás pido la ayuda de nadie. - Le dirigió una mirada, dura, pero realmente era de suplica. Pues no quería verse rebajada a un "por favor" nunca. Una vez estuvo delante del hombre se arrodilló frente al fuego, para que éste pudiese hacer con perfecta visibilidad. Sabía que el podría con aquello, todos los del regimiento alguna vez tuvieron que coser heridas y cortar miembros en descomposición, ésto no era más que una mera sutura. Tomó el cuello de la camisa y lo abrió para que tuviese como coser sin estorbos.
- Usted sabe perfectamente que nadie puede esconder lo que realmente pasa por su cabeza, las expresiones mas sinceras son pertenecientes a la mirada de aquel. - Musitó con voz tranquila, mas bien como si narrase algo en lugar de andar alerta como estaba casi siempre.
- Por favor... - Dirigió su mirada hacia otro lado. A alguien que te prestaba ayuda, no le tenías por que tener temor, o simple ignorancia por aquella palabra que ni siquiera ella quería mostrar. Una de las tres palabras malditas en su vida.
Dejó la taza sobre la mesa y dirigió ahora su total presencia hacia aquel hombre.
- Sus ojos.
Concluyó nuevamente. Aquello resumía todo lo que una persona era incapaz de econder. El reflejo del alma. Todo aquello que alguien sentía en lo mas profundo se veía reflejado en la forma de mirar, exactamente en aquellos expresivos ojos azules de aquel que la acompañaba aquella extraña noche.
Ashlotte se levantó de su lugar y se dirigió al aparador donde descansaba un cofre mediano. El cual albergaba agujas e hilo, preparados para... alguna cura de "urgencia".
- Necesito que me ayude. Créame, jamás pido la ayuda de nadie. - Le dirigió una mirada, dura, pero realmente era de suplica. Pues no quería verse rebajada a un "por favor" nunca. Una vez estuvo delante del hombre se arrodilló frente al fuego, para que éste pudiese hacer con perfecta visibilidad. Sabía que el podría con aquello, todos los del regimiento alguna vez tuvieron que coser heridas y cortar miembros en descomposición, ésto no era más que una mera sutura. Tomó el cuello de la camisa y lo abrió para que tuviese como coser sin estorbos.
- Usted sabe perfectamente que nadie puede esconder lo que realmente pasa por su cabeza, las expresiones mas sinceras son pertenecientes a la mirada de aquel. - Musitó con voz tranquila, mas bien como si narrase algo en lugar de andar alerta como estaba casi siempre.
- Por favor... - Dirigió su mirada hacia otro lado. A alguien que te prestaba ayuda, no le tenías por que tener temor, o simple ignorancia por aquella palabra que ni siquiera ella quería mostrar. Una de las tres palabras malditas en su vida.
Jessica Saint-Bonnet- Inquisidor Clase Alta
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Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
-Espejo del alma... -Tan solo dijo cuando se refirió a sus ojos, como le había calado enseguida, cómo había sabido leer en sus gestos y expresiones, si no estuviese seguro de que era inquisidora, podría tacharla de bruja.
En cuanto ella se levantó de la silla, él la imito no solo como gesto cortes, sino al notar la leve tensión de su cuerpo y los movimientos al moverse, además de aquella mancha rojiza en el hombro de su camisa. Ya lo había mencionado antes, aquella heridas tenían una pinta bastante fea, era increíble la resistencia que mostraba ante el dolor la joven.
Desde donde se situaba observó sus gestos, hasta que regreso junto a él con los útiles necesarios para encargarse de cualquier herida.
Una mirada dura ante la petición, ningún ápice de debilidad. No le respondió, tan solo frunció el ceño y apretó los labios suavemente sin poder evitar que se escapará un cierto gesto de preocupación. Con un ademán de la mano le indico que se acercará junto al fuego.
-Puede... Pero, ¿y los detalles? Leyendo las meras expresiones, ¿se puede penetrar en el alma? -Lazarus se agacho junto a ella mientras tomaba distraído la aguja y el hilo, el cual inserto tras dos intentos previos. Había hecho aquello miles de veces y no había desagrado alguno. -Usted ha visto algo en mis ojos que le ha dado la pista, tal vez la duda... La incertidumbre por el tema nombrado. Le he afirmado sin tener que pronunciar palabras ,pero... ¿Puede saber los motivos? ¿La mitad de la historia?... -Ella abrió la camisa descubriendo la herida, y más piel de la cuenta. Lazarus examinó la herida tan solo con la mirada, y dijo la última palabra. -... No.
Su francés era perfecto pero si evitarlo a veces dejaba entrever su acento extranjero, mientras hablaba su voz era suave y calmante.
Ella había dejado de mirarle, parecía que al decir aquel “por favor”, no quería que sus ojos estuviesen clavado los unos con los otros, era como si no quisiese ver que decían.
Unos minutos detenidos sin hacer nada, ya estaba viendo demasiado de la joven, demasiada piel. Sentirse de ese modo era abrumador.
Un suspiró...
Sus manos tomaron contacto con su piel, sus dedos se deslizaron por la mitad de su clavícula suavemente dejando tras de sí un agradable cosquilleo, hasta llegar al hombro rodeando así la herida. Se detuvo dejando su mano apoyada en la espalda de ella, como si sujetase, luego la aguja penetró en la piel y así comenzaron las primeras puntadas: rápidas, limpias, firmes y ordenadas, casi no se podía apreciar los pinchazos...
Miles de veces había hecho aquello, sus manos había adquirido habilidad con la experiencia, así ahorrando la angustia y el dolor, pero no solo en ese tipo de situaciones, también había aprendido a matar de un modo limpio, ahorrando el sufrimiento de la víctima. Al fin y al cabo, a pesar de la máscara de frialdad y hieratismo en la que se refugiaba su lado de “cazador”, en él residía aquel punto de piedad.
En cuanto ella se levantó de la silla, él la imito no solo como gesto cortes, sino al notar la leve tensión de su cuerpo y los movimientos al moverse, además de aquella mancha rojiza en el hombro de su camisa. Ya lo había mencionado antes, aquella heridas tenían una pinta bastante fea, era increíble la resistencia que mostraba ante el dolor la joven.
Desde donde se situaba observó sus gestos, hasta que regreso junto a él con los útiles necesarios para encargarse de cualquier herida.
Una mirada dura ante la petición, ningún ápice de debilidad. No le respondió, tan solo frunció el ceño y apretó los labios suavemente sin poder evitar que se escapará un cierto gesto de preocupación. Con un ademán de la mano le indico que se acercará junto al fuego.
-Puede... Pero, ¿y los detalles? Leyendo las meras expresiones, ¿se puede penetrar en el alma? -Lazarus se agacho junto a ella mientras tomaba distraído la aguja y el hilo, el cual inserto tras dos intentos previos. Había hecho aquello miles de veces y no había desagrado alguno. -Usted ha visto algo en mis ojos que le ha dado la pista, tal vez la duda... La incertidumbre por el tema nombrado. Le he afirmado sin tener que pronunciar palabras ,pero... ¿Puede saber los motivos? ¿La mitad de la historia?... -Ella abrió la camisa descubriendo la herida, y más piel de la cuenta. Lazarus examinó la herida tan solo con la mirada, y dijo la última palabra. -... No.
Su francés era perfecto pero si evitarlo a veces dejaba entrever su acento extranjero, mientras hablaba su voz era suave y calmante.
Ella había dejado de mirarle, parecía que al decir aquel “por favor”, no quería que sus ojos estuviesen clavado los unos con los otros, era como si no quisiese ver que decían.
Unos minutos detenidos sin hacer nada, ya estaba viendo demasiado de la joven, demasiada piel. Sentirse de ese modo era abrumador.
Un suspiró...
Sus manos tomaron contacto con su piel, sus dedos se deslizaron por la mitad de su clavícula suavemente dejando tras de sí un agradable cosquilleo, hasta llegar al hombro rodeando así la herida. Se detuvo dejando su mano apoyada en la espalda de ella, como si sujetase, luego la aguja penetró en la piel y así comenzaron las primeras puntadas: rápidas, limpias, firmes y ordenadas, casi no se podía apreciar los pinchazos...
Miles de veces había hecho aquello, sus manos había adquirido habilidad con la experiencia, así ahorrando la angustia y el dolor, pero no solo en ese tipo de situaciones, también había aprendido a matar de un modo limpio, ahorrando el sufrimiento de la víctima. Al fin y al cabo, a pesar de la máscara de frialdad y hieratismo en la que se refugiaba su lado de “cazador”, en él residía aquel punto de piedad.
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 24/11/2011
Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
Ashlotte sintió todas aquellas palabras, rápidas y punzantes como aquel dolor clavado en su hombro. No precisaba de aquella información, cierto, pero lo que si podía ver a través de los ojos era una mirada de añoranza, melancolía y quizás desgracia. Sus gestos eran serios por lo que la inquisidora supo que éste se escondía bajo sus propios problemas.
Pero... ¿Y quien no los tenía?
La manera más estúpida de esconder algo era la propia que tenía ella, y muchos se lo habían dicho. El miedo y los sentimientos a veces salían a la luz sin ningún motivo aparente pero lo que de verdad si daba miedo era la sensibilidad a la que uno podía llegar. Y eso hablando de su propia vivencia... claro estaba. Ella había caido en ese error innumerables veces, así como haber tomado "un pacto" con una de las bestias. Si es que se podía llamar así. Ella, en uno de sus numerosos encuentros con Dacian Bassarides, el verdugo del rey tan solo predominaban la ironía, el repudio y el odio. Aquel era un brujo y eso ella lo sabía al igual que el sabía que ella era inquisidora. Gajes del oficio... Ambos mantenían su silencio pues si uno descubría al otro... todos perdían en aquel juego macabro. Ella conseguiría una caza nueva, pero el podía rebanarle el cuello con ordenes expresas si quería. Por eso andaba con tanto cuidado con aquel tema abrumador tanto como agotador mentalmente.
A pesar de todo lo que pasaba por su mente, y lo que ocurría en su cuerpo. Tan solo una sensación se instaló en su médula. Y era el tacto de aquel hombre. Sus manos eran cálidas, más de lo que ella esperaba, cuidadosas... no pudo reprimir un escalofrío, así dificultando el hacer de aquel. Cuando ya hubo terminado, le tendí uno de los propios cuchillos de el, reprimiendo una risa bajo el cabello, ¿cuando lo habría cogido? ah, ah... en cuanto éste alejó sus manos de la propia zona circundante a la herida, ella no pudo mas que tragar saliva
"ciertamente añoraba aquel contacto que no había sentido antes en manos ajenas."
Recordó entonces el lugar que tenía cada uno en "aquella misión" y su cuerpo volvió a tensarse, ahora como la mera muñeca mecánica la cual había intentado parecer siempre. "Ashlotte". Con una señal, sin separar los labios, le invitó a sentar y arrodillándose frente a él tomó su pierna. Si, aquella cual cojeaba hacía un buen rato. Ella sabía de formas y.. formas de curar, pues su devoción a la alquimia y a "curarse sola" le había llevado a aprender de ello hacía ya mucho, cuando más pequeña era. Tomó su pierna, pero ésta era dificil de palpar para saber donde aprisionar o donde hacer el esfuerzo para quitarle aquella contractura muscular.
- No pretendo juzgarle, sino adivinarle. Me es dificil si vuestros labios no profieren palabra alguna de lo que sois o de lo que fueron. Ahora por favor, bájese los pantalones.
Rodó la mirada, no pretendía dejar entrever ningun afecto o rubor, aunque aquello le fuese dificil de esconder con la abrumación tan latente en aquella habitación.
Jessica Saint-Bonnet- Inquisidor Clase Alta
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Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
Concentrado en su tarea con seriedad terminó con la última puntada, aunque parecía estar más atento a ello, abstraído de todo, ignorándola por completo; era todo lo contrario, por un momento pudo sentirse abrumado por la suavidad de la poca piel que había tocado de aquella chica, por su hombro al descubierto y parte de su clavícula, un rasgo que siempre le había parecido atractivo en las mujeres y que poco podía ver al descubierto, por el escalofrío que había notad de ella.
La herida sin derramar ni una gota de sangre más ni menos, y el hilo bien cosido, daba señal de limpieza.
Por un momento, mientras disponía sobre la caja de los utensilios de “urgencia” la aguja y el hilo sobrante, pensó si no había demasiado “seco” con aquella palabras, pero había algo que a veces le perdía y era esa sinceridad innata, prefería ocultar la verdad ante de malversaba.
El silencio quedaba roto por el crujir de los troncos ante el fuego cercano de la chimenea, cuando Lazarus volvió su rostro al de ella, encontró delante de él uno de sus cuchillos. Sin poder evitarlo su gesto serio se marchó con la sonrisa que sus labios al curvase crearon. Aquella chica era buena. Con un ademán tomo el cuchillo mientras se levantaba, al acercarse el sillón lo dejó sobre la mesita. Por ahora no iba a ser necesario.
Siguiendo su gesto se sentó sobre el sillón, al agacharse ella él frunció el ceño con gesto vigilante ¿Qué iba hacer? Ella tomó su pierna dolorida, estaba claro que la cojera la había notado, para no hacerlo...
-Le pido disculpa, pero estoy demasiado acostumbrado al silencio, son pocas la convers...
Espera, ¿le había dicho que se bajase los pantalones?
-¿Cómo? ¡Me niego! Digo... -De un casi salto se levanto del sillón apartándolo hacia atrás con sus propias piernas. No estaba acostumbrado que le tocasen, era extraño ahora, y se lo estaba admitiendo pero... ¿qué se bajase los pantalones? Su voz enervante y confusa se suavizo de nuevo yendo a la cortesía. -Disculpe, pero debo de negarme, mademoiselle, me siento agradecido porque desee aliviar mi dolor, pero eso solo es una leve molestia, solo necesito reposo y calor, el musculo calmará por propio medio su tensión.
¿Qué pensaría de su reacción? Que el estaba pensando demasiado mal, en parte al principio había sido así. Aquella chica no sabía como pero conseguía alterar su templanza. Decía que la carne era débil, él nunca había entendido esa expresión del todo, no sabía como de repente comenzaba a comprenderla.
La herida sin derramar ni una gota de sangre más ni menos, y el hilo bien cosido, daba señal de limpieza.
Por un momento, mientras disponía sobre la caja de los utensilios de “urgencia” la aguja y el hilo sobrante, pensó si no había demasiado “seco” con aquella palabras, pero había algo que a veces le perdía y era esa sinceridad innata, prefería ocultar la verdad ante de malversaba.
El silencio quedaba roto por el crujir de los troncos ante el fuego cercano de la chimenea, cuando Lazarus volvió su rostro al de ella, encontró delante de él uno de sus cuchillos. Sin poder evitarlo su gesto serio se marchó con la sonrisa que sus labios al curvase crearon. Aquella chica era buena. Con un ademán tomo el cuchillo mientras se levantaba, al acercarse el sillón lo dejó sobre la mesita. Por ahora no iba a ser necesario.
Siguiendo su gesto se sentó sobre el sillón, al agacharse ella él frunció el ceño con gesto vigilante ¿Qué iba hacer? Ella tomó su pierna dolorida, estaba claro que la cojera la había notado, para no hacerlo...
-Le pido disculpa, pero estoy demasiado acostumbrado al silencio, son pocas la convers...
Espera, ¿le había dicho que se bajase los pantalones?
-¿Cómo? ¡Me niego! Digo... -De un casi salto se levanto del sillón apartándolo hacia atrás con sus propias piernas. No estaba acostumbrado que le tocasen, era extraño ahora, y se lo estaba admitiendo pero... ¿qué se bajase los pantalones? Su voz enervante y confusa se suavizo de nuevo yendo a la cortesía. -Disculpe, pero debo de negarme, mademoiselle, me siento agradecido porque desee aliviar mi dolor, pero eso solo es una leve molestia, solo necesito reposo y calor, el musculo calmará por propio medio su tensión.
¿Qué pensaría de su reacción? Que el estaba pensando demasiado mal, en parte al principio había sido así. Aquella chica no sabía como pero conseguía alterar su templanza. Decía que la carne era débil, él nunca había entendido esa expresión del todo, no sabía como de repente comenzaba a comprenderla.
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
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Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
"Yo necesito compañeros, pero compañeros vivos;
no muertos y cadáveres que tenga que
llevar a cuestas por donde vaya."
Fiedrich Nietzsche.
no muertos y cadáveres que tenga que
llevar a cuestas por donde vaya."
Fiedrich Nietzsche.
Ashlotte, alzó una de sus cejas visiblemente perpleja. ¿Acaso aquel hombre había visto algo sexual en...ello? Absurdo, aunque... de haberlo pensado bien si que parecía algo quizás un tanto obsceno.
Ella que tan resguardados tenía sus quehaceres se sintió rechazada por el mero hecho de haberse rebajado al hablar con algun "igual". Ella no solía tragarse su orgullo solía hacer un estallido y hacerlo lo más valioso posible.
Las cosas no salían como ella quería, y prefirió volver a su máscara. La cual era su compañera desde hacía años.
- Como usted guste. - Ladeó la cabeza levantándose con toda la parsimonia posible, a unos escasos centímetros de éste, para finalizar con una mirada de rencor.
Se limitó a no volver a pronunciar alguna palabra, es más tomó como juramento propio el jamás ayudarle, por mucho que se estuviese muriendo.
- Que las bestias no se lo coman ésta noche mientras duerma. - Terminó con una sonrisa, aquel era un tipo extraño de "buenas noches" pero así le salió al instante.
Se acercó a la mesilla donde yacían el libro abierto con aquella muestra que recién había cogido tomó sus gafas para ver mejor aquello que tenía entre manos y señaló con una pluma la puerta que daba al baño y por consiguiente la otra habitación contigua.
- Usted dormirá allí. - Dijo sin mirarle, aquella noche era muy larga y tendría que terminar de hacer sus apuntes antes de probar la cama aquella noche.
"Los últimos días habían sido difíciles, pero mucho menos que los últimos años. La cama le quedaba grande un lugar frío y extraño en el que poco tiempo pasaba. cuando el sueño se apoderaba de su cuerpo no podía hacer nada al respecto. Todas y cada una de esas noches tenía pesadillas, terribles, para nada se parecían a las que tenían los niños pequeños. ellos, poseían el don de la sinceridad y decir todo lo que se les pasaba por la cabeza, en cambio, a ella, le costaba sincerarse a ella misma. Tan solo esperaba que aquella noche no se pusiera a gritar en sueños, y por consiguiente, su despertar en sueños, vulgarmente llamado sonambulismo."
Jessica Saint-Bonnet- Inquisidor Clase Alta
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Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
Ante su gesto pudo ver la sorpresa en sus ojos en un principió como si no se esperase aquella negativa y de aquel modo. Al ver que ella aceptaba su actitud con cierta frialdad, su modo de tratarlo de nuevo edifico las barreras rígidas que había comenzado a derrumbarse poco a poco.
En cuanto ella se levantó y pudo verla plantada cara a cara, a pocos centímetros de distancia entre ambos vio confirmado su pensamiento al ver aquella mirada de rencor, de un modo y sin quererlo le había clavado alguna clase de espinita ante su rechazo, pero ella ignoraba lo poco acostumbrado que estaba a que le tocasen, y más a que una belleza como aquella le pidiese que se quitase la ropa, aunque no tuviera malas intenciones. Al fin y al cabo donde había vivido, había sido casi un ermitaño, cuyo únicos compañeros eran hombres y pupilos, con los que pasaba a veces su compañía pero la soledad era todo lo que conocía más, incluso en París donde las personas parecía tener un trato más cercana los unos con los otros, a diferencia de su país.
-Mi intención no era ofenderle, pero... -Enseguida quiso reparar el hecho, aunque no entró en detalles. -Pero... Estoy bien así. Se lo agradezco igualmente.
Y tras la cortante frase la cual pudo captar como un “aquí ha terminado la conversación de ésta noche”, allí se quedo plantado en el silencio, mientras ella se disponía a otros quehaceres, una indicación donde él dormiría, un vistazo.
Tan solo un ademán de despedida, que su retirada. Siempre había sabido cuando el ambiente se pendía en tensión y cuando él “sobraba”, por así decirlo, no debía de molestarle más.
Dejándola en su actividad, él inició la suya propia en aquel habitáculo, terminando sus bocetos apuntando detalles de lo que acaba de ocurrir hacía un instante sus conclusiones. Luego se echo sobre el “demasiado cómodo” lecho. Le pareció que en cuanto su cuerpo entró en contacto con éste, había caído rendido totalmente, pero solo fue un par de horas de sueño ligero en el cual le parecía haber tenido uno de esos sueños, donde vuelves a revivir un recuerdo, no recordaba cual en particular, pero le había dejado un placida sensación que luego se tornó al nerviosismo innecesario.
Al moverse la pierna le dolió levemente, pero parecía que el musculo dolorido en aquel poco tiempo estaba buscando su camino hacía la relajación, aunque aun era molesto.
Un intento tras otro de dormirse, pero tras aquel despertar no pudo volver a conciliar el sueño, no dejaba de pensar en aquella joven cazadora que había conocido en aquella noche y el mal sabor de boca que le estaba quedando por no haberse disculpado de un modo más largo y tendido, es decir, haberle dado explicaciones reales. Después de meditarlo se decidió, a lo mejor aun la encontraba en su quehacer, o a lo mejor estaba aun despierta en su habitación.
Saliendo de la suya misma, decidió ir a visitar la de ésta, si no percibía movimiento alguno él mismo se daría la vuelta y esperaría a la mañana siguiente. En la oscuridad de la casa se sintió como un ladrón, ya que más que moverse con la soltura de su dueña, parecía más estar acechando.
En cuanto ella se levantó y pudo verla plantada cara a cara, a pocos centímetros de distancia entre ambos vio confirmado su pensamiento al ver aquella mirada de rencor, de un modo y sin quererlo le había clavado alguna clase de espinita ante su rechazo, pero ella ignoraba lo poco acostumbrado que estaba a que le tocasen, y más a que una belleza como aquella le pidiese que se quitase la ropa, aunque no tuviera malas intenciones. Al fin y al cabo donde había vivido, había sido casi un ermitaño, cuyo únicos compañeros eran hombres y pupilos, con los que pasaba a veces su compañía pero la soledad era todo lo que conocía más, incluso en París donde las personas parecía tener un trato más cercana los unos con los otros, a diferencia de su país.
-Mi intención no era ofenderle, pero... -Enseguida quiso reparar el hecho, aunque no entró en detalles. -Pero... Estoy bien así. Se lo agradezco igualmente.
Y tras la cortante frase la cual pudo captar como un “aquí ha terminado la conversación de ésta noche”, allí se quedo plantado en el silencio, mientras ella se disponía a otros quehaceres, una indicación donde él dormiría, un vistazo.
Tan solo un ademán de despedida, que su retirada. Siempre había sabido cuando el ambiente se pendía en tensión y cuando él “sobraba”, por así decirlo, no debía de molestarle más.
Dejándola en su actividad, él inició la suya propia en aquel habitáculo, terminando sus bocetos apuntando detalles de lo que acaba de ocurrir hacía un instante sus conclusiones. Luego se echo sobre el “demasiado cómodo” lecho. Le pareció que en cuanto su cuerpo entró en contacto con éste, había caído rendido totalmente, pero solo fue un par de horas de sueño ligero en el cual le parecía haber tenido uno de esos sueños, donde vuelves a revivir un recuerdo, no recordaba cual en particular, pero le había dejado un placida sensación que luego se tornó al nerviosismo innecesario.
Al moverse la pierna le dolió levemente, pero parecía que el musculo dolorido en aquel poco tiempo estaba buscando su camino hacía la relajación, aunque aun era molesto.
Un intento tras otro de dormirse, pero tras aquel despertar no pudo volver a conciliar el sueño, no dejaba de pensar en aquella joven cazadora que había conocido en aquella noche y el mal sabor de boca que le estaba quedando por no haberse disculpado de un modo más largo y tendido, es decir, haberle dado explicaciones reales. Después de meditarlo se decidió, a lo mejor aun la encontraba en su quehacer, o a lo mejor estaba aun despierta en su habitación.
Saliendo de la suya misma, decidió ir a visitar la de ésta, si no percibía movimiento alguno él mismo se daría la vuelta y esperaría a la mañana siguiente. En la oscuridad de la casa se sintió como un ladrón, ya que más que moverse con la soltura de su dueña, parecía más estar acechando.
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
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Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
Todo el que disfruta cree que lo que importa
del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla.
He aquí la diferencia entre los que creen y los que disfrutan.
Fiédrich Nietzsche.
del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla.
He aquí la diferencia entre los que creen y los que disfrutan.
Fiédrich Nietzsche.
Ella había acabado su quehacer en menos de dos horas, cuando se dispuso a dormir en aquella placentera cama. No quería saber su significado ni nada de lo que aquel hombre le había dejado en el piso. Emanaba interés, pero quizás ella lo había malinterpretado. Se limitó a pensar que era un mero hombre "mayor" que ya carecía de su "men sana".
Sus manos eran la expresión evidente del "helor" que allí yacía al apagarse la chimenea. La habitación a oscuras le dijo a gritos lo sola que estaba o se sentía, y tras pasar sus manos por sus propios brazos decidió taparse con aquel mullido edredon.
Y la noche se cernió sobre ella.
"Un aliento subitamente helado se cernió sobre ella. Helor, frío, así lo decía su propio aliento que se condensaba al salir de sus propios labios. Aquella noche, en aquel mundo tan lejano y dañino cual eran los sueños había despertado el recuerdo de alguien indeseado. El vampiro que la atacó aun cuando era niña, justo antes de comenzar como cazadora. Aquel que la tomó a la fuerza, pero de una forma sutil, ella no reaccionaba a su cuerpo pero si hacía lo que el la ordenaba, y no porque quisiese, sino un irrefrenable deseo y atracción dieron un vuelco a su alma. Aquel que dejó una muesca en su cadera, aquel que sus colmillos se fijaron en aquella zona, tan sensible y que no había reparado en la herida, cuando la daño."
Jessica se dispuso a gritar no muy alto, como si le estuviesen tapando la boca en sueños, allí estaba aquel psicótico hombre que en la realidad ya no existía. Pataleó, deshaciéndose de aquel edredón, siendo dañada, muy dolorosamente en aquella mente tan frágil como era la suya en el mundo de los sueños.
Jessica Saint-Bonnet- Inquisidor Clase Alta
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Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
Entre las sombras podía sentir la frialdad de las estancia, aquel “refugio” que le había parecido con confortable y lustroso, tenía un tono lúgubre y misterio en aquellas horas de la noche, todo aumentado por el sonido de la lluvia que parecía no cesar en su llanto, con sus gritos agónicos reflejado en la tormenta.
Él era un elemento extraño en un lugar desconocido, es más se sentía como si no perteneciese a aquel mundo, el cual había sido antes suyo, con mullidas camas, cálida comida, un agradable servicio... Era como si solo hubiese conocido la frialdad de la piedra de los monasterios, el canto de gallo en la madrugada que anunciaba la hora de los rezos, las voces susurrantes de la meditación... No era la primera vez que había visto su vida de aquel modo, y sobre todo cuando descubrió lo que era París. Le pareció “triste” y “gris”, ¿sus años de servicio habían sido en vano?
Un suspiró para alejarse de aquellos pensamientos, se dio cuenta que llevaba un buen rato frente a la puerta de la joven cazadora con el puño dispuesto para tocar suavemente la puerta. Desde que había llegado a la capital francesa no había parado de pensar en aquello, desde que en su misma tierra había visto en los ojos de los que ellos llamaban “monstruo”, la pureza del alma humana. ¿Por qué hacemos esto? ¿Había tomado el camino correcto en cuanto se rebajo a la decisión de su padre? Si, estar en la misma ciudad donde era consciente que su hermano prosperaba con su joven esposa, le hacía plantearse aquellos rasgos, incluso le tentaba hacerle algún tipo de visita y ver si el fruto de aquella chica había llegado a ver la luz. Pero no se atrevía, ya que se imaginaba como un lastre en aquel tema, se imaginaba que ellos seguro que eran felices con su mentiras... Una vida que podía haber sido la suya, si no hubiese sido el segundo varón heredero de aquella linea sucesoria. Solo había sido un heredero con las manos vacía.
Fue el grito sordo lo que le hizo salir de sus cavilaciones, alguien se revolvía dentro de la estancia. Con suavidad abrió la puerta y luego pegó, todo lo contrario de la cortesía. Un paso precipitado demasiado silencioso.
-¿Se encuentra...? -Su voz era un susurro casi inapreciable.
Lazarus se detuvo frente la cama, la joven cazadora dormía. Bueno más que dormir padecía, ya que sus sueños muy agradables no debía de ser.
Si, aquello era un caso claro de sonambulismo, ya que la chica se revolvía en sueños, de vez en cuando alguna palabra con sentido salía de entre sus labios seguido por la queja, pero en cuanto otra palabra le continuaba la frase perdía todo su sentido.
Preocupado no supo si era correcto que estuviese allí o no, si debería marcharse o dejarla con sus sufridas pesadillas. Había recordado miles de veces como había calmado a muchos de sus jóvenes pupilos, la primea vez que manchaban sus manos, eran pocos los que dormía, los “monstruos” parecía visitarle en sueños. Era ridículo el haber hecho el papel de “padre”, en esa clase de situaciones, aquellos chicos había que fortalecerlos, pero a veces, cuando alguien duerme en una habitación con muchos más el sueño no se puede conciliar si alguien lucha en el mundo de Morfeo. También era otro modo para ganarse su confianza y respeto, para que no le viesen como el “hombre de piedra”, que pensaban que era. También era humano previsto de sentimientos.
Con sigilo se sentó sobre uno de los bordes de la cama, tras recoger el endredon. Pacientemente intento calmarla en su lucha de manos y brazos, susurro calmantes, le hablaba en su lengua con palabras amables, esperando a que se tranquilizara. Alguna caricia inocente e inofensiva, en su cabello revuelto, en la rígidas manos.
Esperaba que consiguiera volver a dormir con placidez para el marcharse de nuevo entre las sombras, sin ser descubierto en su atrevimiento. Bastante molesta había estado, para de nuevo volver a ofenderla profundamente. Solo había ido a darle excusas reales, no a perturbar su paz.
Él era un elemento extraño en un lugar desconocido, es más se sentía como si no perteneciese a aquel mundo, el cual había sido antes suyo, con mullidas camas, cálida comida, un agradable servicio... Era como si solo hubiese conocido la frialdad de la piedra de los monasterios, el canto de gallo en la madrugada que anunciaba la hora de los rezos, las voces susurrantes de la meditación... No era la primera vez que había visto su vida de aquel modo, y sobre todo cuando descubrió lo que era París. Le pareció “triste” y “gris”, ¿sus años de servicio habían sido en vano?
Un suspiró para alejarse de aquellos pensamientos, se dio cuenta que llevaba un buen rato frente a la puerta de la joven cazadora con el puño dispuesto para tocar suavemente la puerta. Desde que había llegado a la capital francesa no había parado de pensar en aquello, desde que en su misma tierra había visto en los ojos de los que ellos llamaban “monstruo”, la pureza del alma humana. ¿Por qué hacemos esto? ¿Había tomado el camino correcto en cuanto se rebajo a la decisión de su padre? Si, estar en la misma ciudad donde era consciente que su hermano prosperaba con su joven esposa, le hacía plantearse aquellos rasgos, incluso le tentaba hacerle algún tipo de visita y ver si el fruto de aquella chica había llegado a ver la luz. Pero no se atrevía, ya que se imaginaba como un lastre en aquel tema, se imaginaba que ellos seguro que eran felices con su mentiras... Una vida que podía haber sido la suya, si no hubiese sido el segundo varón heredero de aquella linea sucesoria. Solo había sido un heredero con las manos vacía.
Fue el grito sordo lo que le hizo salir de sus cavilaciones, alguien se revolvía dentro de la estancia. Con suavidad abrió la puerta y luego pegó, todo lo contrario de la cortesía. Un paso precipitado demasiado silencioso.
-¿Se encuentra...? -Su voz era un susurro casi inapreciable.
Lazarus se detuvo frente la cama, la joven cazadora dormía. Bueno más que dormir padecía, ya que sus sueños muy agradables no debía de ser.
Si, aquello era un caso claro de sonambulismo, ya que la chica se revolvía en sueños, de vez en cuando alguna palabra con sentido salía de entre sus labios seguido por la queja, pero en cuanto otra palabra le continuaba la frase perdía todo su sentido.
Preocupado no supo si era correcto que estuviese allí o no, si debería marcharse o dejarla con sus sufridas pesadillas. Había recordado miles de veces como había calmado a muchos de sus jóvenes pupilos, la primea vez que manchaban sus manos, eran pocos los que dormía, los “monstruos” parecía visitarle en sueños. Era ridículo el haber hecho el papel de “padre”, en esa clase de situaciones, aquellos chicos había que fortalecerlos, pero a veces, cuando alguien duerme en una habitación con muchos más el sueño no se puede conciliar si alguien lucha en el mundo de Morfeo. También era otro modo para ganarse su confianza y respeto, para que no le viesen como el “hombre de piedra”, que pensaban que era. También era humano previsto de sentimientos.
Con sigilo se sentó sobre uno de los bordes de la cama, tras recoger el endredon. Pacientemente intento calmarla en su lucha de manos y brazos, susurro calmantes, le hablaba en su lengua con palabras amables, esperando a que se tranquilizara. Alguna caricia inocente e inofensiva, en su cabello revuelto, en la rígidas manos.
Esperaba que consiguiera volver a dormir con placidez para el marcharse de nuevo entre las sombras, sin ser descubierto en su atrevimiento. Bastante molesta había estado, para de nuevo volver a ofenderla profundamente. Solo había ido a darle excusas reales, no a perturbar su paz.
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
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Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
Aquel sueño se estaba prolongando, más bien pesadilla, la sentía en su piel como si de verdad estuviese ocurriendo. Cómo aquel vampiro la controlaba mentalmente para que no pudiese mover ni un músculo, para que no pudiese gritar mientras se deleitaba con su piel. Poco a poco, volvía a la realidad. Podía moverse! Había sentido unas manos en su cabello, en sus propias manos… pero no podía ser cierto, los vampiros estaban muy lejos de tener las manos cálidas, y aquello es lo que la hizo subir un nivel en aquel entramado mental.
Abrió los ojos de golpe, pero aun estaba dormida. Aquel que estaba a su lado (Cahir) ella lo sentía como alguien hostil, alguien que la pretendía hacer daño y así acabó conectando el sueño y la realidad.
Sonámbula como era, metió una mano bajo su almohada y de ésta sacó un cuchillo, abalanzándose sobre aquel hombre para clavárselo. Ella quedó sobre en hombre, y éste quedó sobre la cama a expensas de una mujer que aun en sueños deliraba, ella aún creía que quien estaba bajo sus muslos era aquella persona que hace mucho la dañó, tanto, como para que aun con el paso del tiempo, tener pesadillas por culpa suya.
Sus ojos a pesar de encontrarse abiertos se encontraban mirando hacia la nada, sin ver nada de lo que tenía delante, con las pupilas dilatadas y lágrimas de rabia a punto de florecer de entre ellos.
Su fuerza estaba limitada, era débil pero aun así empuñaba el arma con fuerza aparente. A pesar de aquellos movimientos, su hombro podía hacerla sentir el dolor más agudo de todos, el de una herida abriéndose de nuevo, fue entonces, como gota a gota caía la sangre sobre el pecho del cazador, ella, se limitó a cerrar los ojos con fuerza en un alarido de dolor que provocó que ella misma saliese del sueño con brusquedad, haciéndola perder el equilibrio emocionalmente tanto físicamente hasta quedar sobre su hombro en aquella cama. Sus labios, buscaron los de aquel hombre, sin explicación alguna, sin dejar que su mirada se cruzase con la de él, meramente quería aquello en ese instante, pero sus labios se negaban a prestarle un calido beso a nadie. Si, ella había tenido sexo antes, pero un beso, era muy difícil que se prestase a ello, cómo si aquello significase que su alma estaba abierta de par en par. Escondió el rostro en su cuello. Sus manos se aferraron a los botones de su camisa, con ansia, sintiendo como la calidez volvía a su cuerpo muy lejos de aquellas manos frías que la aferraban en sueños.
off: Disculpa, no tenía net. -.-'
Abrió los ojos de golpe, pero aun estaba dormida. Aquel que estaba a su lado (Cahir) ella lo sentía como alguien hostil, alguien que la pretendía hacer daño y así acabó conectando el sueño y la realidad.
Sonámbula como era, metió una mano bajo su almohada y de ésta sacó un cuchillo, abalanzándose sobre aquel hombre para clavárselo. Ella quedó sobre en hombre, y éste quedó sobre la cama a expensas de una mujer que aun en sueños deliraba, ella aún creía que quien estaba bajo sus muslos era aquella persona que hace mucho la dañó, tanto, como para que aun con el paso del tiempo, tener pesadillas por culpa suya.
Sus ojos a pesar de encontrarse abiertos se encontraban mirando hacia la nada, sin ver nada de lo que tenía delante, con las pupilas dilatadas y lágrimas de rabia a punto de florecer de entre ellos.
“Estaba dañada, y necesitaba ayuda, aunque ésta se negase siempre a recibirla.”
Su fuerza estaba limitada, era débil pero aun así empuñaba el arma con fuerza aparente. A pesar de aquellos movimientos, su hombro podía hacerla sentir el dolor más agudo de todos, el de una herida abriéndose de nuevo, fue entonces, como gota a gota caía la sangre sobre el pecho del cazador, ella, se limitó a cerrar los ojos con fuerza en un alarido de dolor que provocó que ella misma saliese del sueño con brusquedad, haciéndola perder el equilibrio emocionalmente tanto físicamente hasta quedar sobre su hombro en aquella cama. Sus labios, buscaron los de aquel hombre, sin explicación alguna, sin dejar que su mirada se cruzase con la de él, meramente quería aquello en ese instante, pero sus labios se negaban a prestarle un calido beso a nadie. Si, ella había tenido sexo antes, pero un beso, era muy difícil que se prestase a ello, cómo si aquello significase que su alma estaba abierta de par en par. Escondió el rostro en su cuello. Sus manos se aferraron a los botones de su camisa, con ansia, sintiendo como la calidez volvía a su cuerpo muy lejos de aquellas manos frías que la aferraban en sueños.
off: Disculpa, no tenía net. -.-'
Jessica Saint-Bonnet- Inquisidor Clase Alta
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Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
Lejos de calmar su sueño, ella continuaba revolviéndose entre las angustiosas pesadillas, él continuaba allí con serenidad velando su sueño, demasiado confiado... Si, se había confiado demasiado.
No sabía como había ocurrido aquello, había bajado la guardia y ahora se veía en aquella situación que amenazaba su vida, o al menos era lo que pensó en el momento en el que sintió la sorpresa. Los ojos de ella no brillaban con lucidez, es más estaba apagados, hipnotizados por el sonambulismo. Pudo ver la humedad en ellos fluir por sus mejillas en dolorido sentimiento, ¿qué era lo que ella temía para que en la noche le persiguiese en el mundo de Morfeo?
Amenazante el filo del cuchillo se alzaba sobre él, Lazarus estaba dispuesto a detenerla, su vida estaba en peligro, pero por una parte estaba el temor de despertarla con brusquedad, decían que si a un sonámbulo se le despertaba sin “delicadezas” podía sufrir algún tipo de daño en su consciencia. Eso era lo que decían... Él nunca lo había presenciado, pero ante la duda, ir a lo más seguro...
En cuando vio el arma amenazante empuñarse con fuerza, éste la espero... Una gota escarlata mancillo la camisa holgada que le había prestado, los puntos de la joven amenazaban con abrirse. Una mueca de dolor pudo ver en el rostro de ella, Lazarus suspiró aliviado. Había despertado de su inconsciencia, agotada tras la señal de dolor de sus labios, cayó sobre él.
El arma dejo de ser su centro de atención, es más olvido que la tenía, e ignoraba donde se encontraba ahora. Tensión absoluta en su cuerpo, cuando pudo sentir la próxima de su cuerpo contra el suyo, sus muslos firmes apretados a él. En aquel momento no supo que hacer con sus manos libres, es más, sintió que su corazón enervante se aceleraba en su pecho de un modo desbordante.
En la oscuridad de la estancia sus ojos claros que apenas veían se abrieron de par en par, su aliento quedo contenido al sentir aquellos labios rozar los suyos, como un suave néctar le había besado sin motivo y él de modo involuntario se había embriagado con que poco le supo de ellos, ya que la sensación que le dejo al retirarlo era como si le hubiese dejado la miel en los labios.
Sus manos, ¿dónde estaban ahora? Sin darse cuenta él le había envuelto con sus brazos apretándola contra su cuerpo mientras le había besado, una de sus manos acariciaba su cabello mientras ella se refugiaba su rostro contra su cuello, sentía su cálido aliento y como ella había despertado ardor en su interior con la simpleza de aquellos gestos.
-Soy sacerdote... -Suspiró muy bajito para sí mismo más que para ella, recordando sus “votos”, aun por renovar. Era demasiado tentador los deseos de enloquecer con ella en aquel momento.
OFF: No pasa nada. ^^
No sabía como había ocurrido aquello, había bajado la guardia y ahora se veía en aquella situación que amenazaba su vida, o al menos era lo que pensó en el momento en el que sintió la sorpresa. Los ojos de ella no brillaban con lucidez, es más estaba apagados, hipnotizados por el sonambulismo. Pudo ver la humedad en ellos fluir por sus mejillas en dolorido sentimiento, ¿qué era lo que ella temía para que en la noche le persiguiese en el mundo de Morfeo?
Amenazante el filo del cuchillo se alzaba sobre él, Lazarus estaba dispuesto a detenerla, su vida estaba en peligro, pero por una parte estaba el temor de despertarla con brusquedad, decían que si a un sonámbulo se le despertaba sin “delicadezas” podía sufrir algún tipo de daño en su consciencia. Eso era lo que decían... Él nunca lo había presenciado, pero ante la duda, ir a lo más seguro...
En cuando vio el arma amenazante empuñarse con fuerza, éste la espero... Una gota escarlata mancillo la camisa holgada que le había prestado, los puntos de la joven amenazaban con abrirse. Una mueca de dolor pudo ver en el rostro de ella, Lazarus suspiró aliviado. Había despertado de su inconsciencia, agotada tras la señal de dolor de sus labios, cayó sobre él.
El arma dejo de ser su centro de atención, es más olvido que la tenía, e ignoraba donde se encontraba ahora. Tensión absoluta en su cuerpo, cuando pudo sentir la próxima de su cuerpo contra el suyo, sus muslos firmes apretados a él. En aquel momento no supo que hacer con sus manos libres, es más, sintió que su corazón enervante se aceleraba en su pecho de un modo desbordante.
En la oscuridad de la estancia sus ojos claros que apenas veían se abrieron de par en par, su aliento quedo contenido al sentir aquellos labios rozar los suyos, como un suave néctar le había besado sin motivo y él de modo involuntario se había embriagado con que poco le supo de ellos, ya que la sensación que le dejo al retirarlo era como si le hubiese dejado la miel en los labios.
Sus manos, ¿dónde estaban ahora? Sin darse cuenta él le había envuelto con sus brazos apretándola contra su cuerpo mientras le había besado, una de sus manos acariciaba su cabello mientras ella se refugiaba su rostro contra su cuello, sentía su cálido aliento y como ella había despertado ardor en su interior con la simpleza de aquellos gestos.
-Soy sacerdote... -Suspiró muy bajito para sí mismo más que para ella, recordando sus “votos”, aun por renovar. Era demasiado tentador los deseos de enloquecer con ella en aquel momento.
OFF: No pasa nada. ^^
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
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Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
Su alma en un puño había quedado sin motivo alguno, a menos que ese fuese el haber intentado hacer.. que cosa con aquel hombre. En los últimos años se negaba a ver a los hombres como tal, sino como semejantes a la hora de combatir y luchar a partes iguales. Ese era su único y gran error.
Mas que en otras ocasiones, aquellas palabras la volvieron a la vida en si. Aún con la mirada baja y su rostro escondido bajo su cabello se levantó de sobre el cazador. Como si aquel tuviese el centro gravitatorio lo suficientemente grande como para atraerla de aquella forma tan brusca. Se había mostrado demasiado, cuando tan solo lo que el resto del mundo sabía no más que su renombre: Ashlotte, era lo único y esencial que todo debería saber.
Se recompuso la camisa, pues le dejaba ver algo más de piel de lo que debería, y con un mero gesto le dijo al hombre que se quedase en aquella habitación, que ella dormiría en la otra.
Cerró la puerta de un portazo sumergiéndose de nuevo en aquella estancia solitaria. Directamente se puso un trapo en la boca y tiró del hilo que sujetaban sus puntos para así reprimir un grito sonoro. Tras ello, se vendó aquella parte dificultosa de su anatomía, no quería ni un rastro de aquel hombre y entonces volvió en si, en lo que siempre había sido, una mera muñeca lista para el combate. Ni un rastro de ayuda ajena que la perturbase. Se colocó de nuevo sus gafas y apuntó apresuradamente lo que su mente le permitía recordar.
Allí por suerte tenía lo esencial para tomar un poco de muestra de la que había obtenido y mezclarla con distintas soluciones acuosas. Cada una significaba algo distinto, pero la que más le importaba era una y ésta al añadir la muestra, se había convertido de un color negro ónice.
Mas que en otras ocasiones, aquellas palabras la volvieron a la vida en si. Aún con la mirada baja y su rostro escondido bajo su cabello se levantó de sobre el cazador. Como si aquel tuviese el centro gravitatorio lo suficientemente grande como para atraerla de aquella forma tan brusca. Se había mostrado demasiado, cuando tan solo lo que el resto del mundo sabía no más que su renombre: Ashlotte, era lo único y esencial que todo debería saber.
Se recompuso la camisa, pues le dejaba ver algo más de piel de lo que debería, y con un mero gesto le dijo al hombre que se quedase en aquella habitación, que ella dormiría en la otra.
Cerró la puerta de un portazo sumergiéndose de nuevo en aquella estancia solitaria. Directamente se puso un trapo en la boca y tiró del hilo que sujetaban sus puntos para así reprimir un grito sonoro. Tras ello, se vendó aquella parte dificultosa de su anatomía, no quería ni un rastro de aquel hombre y entonces volvió en si, en lo que siempre había sido, una mera muñeca lista para el combate. Ni un rastro de ayuda ajena que la perturbase. Se colocó de nuevo sus gafas y apuntó apresuradamente lo que su mente le permitía recordar.
Lo que había ocurrido hoy
(emitiendo ciertos... detalles)
Lo que había obtenido.
Las consecuencias de aquel sueño,
pulso y temperatura.
Lo que había obtenido.
Las consecuencias de aquel sueño,
pulso y temperatura.
Allí por suerte tenía lo esencial para tomar un poco de muestra de la que había obtenido y mezclarla con distintas soluciones acuosas. Cada una significaba algo distinto, pero la que más le importaba era una y ésta al añadir la muestra, se había convertido de un color negro ónice.
Jessica Saint-Bonnet- Inquisidor Clase Alta
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Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
Sus brazos había envuelto el cuerpo de ella,, podía sentir el calor que desprendía de aquel modo agradable, apenas sus dedos se había enredado en aquel abundante cabello cuando ella decidió romper aquel contacto dejando tras de sí un tras de frialdad. Habían bastado tan solo sus palabras para que aquello ocurriese, para tan solo alejarla.
Lazarus se incorporó quedando sentado sobre la cama, sintiendo aun su corazón acelerado y el ardor que en su interior ella había despertado, por un momento se frotó los ojos, buscando la calma apaciguadora dentro de aquel mar revuelto entre sentimientos contradictorios, que se debatían entre el deber impuesto y lo que él realmente deseaba, más bien el sentir que la deseaba.
-No le rechazo tan solo...
Ella no dijo nada, él abrió la boca para continuar hablando pero enmudeció, su mirada no se dirigía a ella, era gacha. Pero no supo que decir, ¿qué no se marchará? ¿qué la deseaba a pesar de su “deber”? ¿qué aun no había renovado sus votos y realmente solo tenía aquella obligación impuesta por sí mismo? Eso le expondría ante el peligro de ser descubiertas sus dudas, de estar usando un poder que ya no le correspondía. El padre Antoine, se lo había advertido, pronto sabrían que no había renovado sus votos, pronto empezarían entre los inquisidores, que lo conocía, a hacer preguntas. ¿O continuaba con su labor como verdugo que no hacía preguntas con respecto a sus ejecuciones, que no dudaba, o lo abandonaba todo a su suerte, volviéndole así la espalda todo aquel mundo que solo había conocido en aquellos casi 20 años?
“Si vuelvo la vista hacia atrás, estoy perdido...”
Pensó mientras se dejaba caer pesadamente sobre la cama, ella se había ya marchado dando de nuevo señal de su molestia con el portazo. Ya era la segunda vez en todo la noche en la que parecía que ambos no pudieran estar en una misma habitación.
Era cierto, consideraba que no tenía más vida que en aquel mundo el cual día tras día le parecía más angosto y fríos, poco a poco se le quedaba corto y limitado, de tal modo que se sentía como una marioneta de unos cuantos poderosos y fanáticos. ¿Qué vida le quedaba tras esa? Su anterior vida había muerto, su apellido ya no valía nada, y su familia lo había olvidado, incluso ella... ¿Cuántas veces había sentido el deseo de espiar la vida de su hermano, saber lo que le había deparado a aquella chica francesa, la cual una vez amo de tal manera que por su bien había renunciado a ella? Pero aquello era pasado, y el pasado debía de quedarse donde estaba, la viejas heridas que se suponen cicatrizadas no deben de volver a abrirse. Hay que dejar al mundo correr.
Tumbado en al oscuridad, su cabeza no dejaba de dar vueltas en torno a sus dudas, pensó en que aquella chica no tenía la culpa de todo aquello que en su cabeza perturbaba... Sin darse cuenta el mismo cansancio y el sueño le vencieron, cayendo rendido a éste mismo y soñó...
"… -Maestro, mi pecado es tan horrible... No puede ni imaginárselo. -Le había dicho aquel joven moreno.
Recordaba su rostro, enfermo, y aquellas palabras, una y otra vez él se las había nombrado, pero él nunca le daba importancia ¿cómo aquel joven pupilo podía decir aquello? No había conocido persona más humilde, ni tan arrepentida de “algo” que nunca confesaba, ni con tanta fe como la que le había tenido....
… -Ya se lo dije, mi pecado era horrible. -Pudo ver sus ojos escarlatas, sus pupilas dilatadas, sus ojos... Con alma humana... los soldados lo habían encontrado en los establos bebiendo sangre de uno de los caballos, era extraño porque nunca había tenido noticias muertes de animales ni de personas en aquella región, como había podido sobrevivir un criatura como aquella entre ellos con tan poca sangre...
… -¿Vos me perdonáis? -Le había preguntado el verdugo junto al madero.
-Quedáis libre de pecado. -Dijo con conformidad el joven moreno, y después las llamas se alzaron en la oscuridad devorando en la hoguera su cuerpo que poco a poco se consumía en sus alaridos...”
Lazarus a veces soñaba con aquella escena una y otra vez, sintiendo aquello lejos de su entendimiento. Una escena artífice de sus quebraderos de cabeza, de aquella dudas sobre la institución a la que servía. ¿Todos eran demonios? ¿Carecían de un alma humana?
Lazarus se incorporó quedando sentado sobre la cama, sintiendo aun su corazón acelerado y el ardor que en su interior ella había despertado, por un momento se frotó los ojos, buscando la calma apaciguadora dentro de aquel mar revuelto entre sentimientos contradictorios, que se debatían entre el deber impuesto y lo que él realmente deseaba, más bien el sentir que la deseaba.
-No le rechazo tan solo...
Ella no dijo nada, él abrió la boca para continuar hablando pero enmudeció, su mirada no se dirigía a ella, era gacha. Pero no supo que decir, ¿qué no se marchará? ¿qué la deseaba a pesar de su “deber”? ¿qué aun no había renovado sus votos y realmente solo tenía aquella obligación impuesta por sí mismo? Eso le expondría ante el peligro de ser descubiertas sus dudas, de estar usando un poder que ya no le correspondía. El padre Antoine, se lo había advertido, pronto sabrían que no había renovado sus votos, pronto empezarían entre los inquisidores, que lo conocía, a hacer preguntas. ¿O continuaba con su labor como verdugo que no hacía preguntas con respecto a sus ejecuciones, que no dudaba, o lo abandonaba todo a su suerte, volviéndole así la espalda todo aquel mundo que solo había conocido en aquellos casi 20 años?
“Si vuelvo la vista hacia atrás, estoy perdido...”
Pensó mientras se dejaba caer pesadamente sobre la cama, ella se había ya marchado dando de nuevo señal de su molestia con el portazo. Ya era la segunda vez en todo la noche en la que parecía que ambos no pudieran estar en una misma habitación.
Era cierto, consideraba que no tenía más vida que en aquel mundo el cual día tras día le parecía más angosto y fríos, poco a poco se le quedaba corto y limitado, de tal modo que se sentía como una marioneta de unos cuantos poderosos y fanáticos. ¿Qué vida le quedaba tras esa? Su anterior vida había muerto, su apellido ya no valía nada, y su familia lo había olvidado, incluso ella... ¿Cuántas veces había sentido el deseo de espiar la vida de su hermano, saber lo que le había deparado a aquella chica francesa, la cual una vez amo de tal manera que por su bien había renunciado a ella? Pero aquello era pasado, y el pasado debía de quedarse donde estaba, la viejas heridas que se suponen cicatrizadas no deben de volver a abrirse. Hay que dejar al mundo correr.
Tumbado en al oscuridad, su cabeza no dejaba de dar vueltas en torno a sus dudas, pensó en que aquella chica no tenía la culpa de todo aquello que en su cabeza perturbaba... Sin darse cuenta el mismo cansancio y el sueño le vencieron, cayendo rendido a éste mismo y soñó...
"… -Maestro, mi pecado es tan horrible... No puede ni imaginárselo. -Le había dicho aquel joven moreno.
Recordaba su rostro, enfermo, y aquellas palabras, una y otra vez él se las había nombrado, pero él nunca le daba importancia ¿cómo aquel joven pupilo podía decir aquello? No había conocido persona más humilde, ni tan arrepentida de “algo” que nunca confesaba, ni con tanta fe como la que le había tenido....
… -Ya se lo dije, mi pecado era horrible. -Pudo ver sus ojos escarlatas, sus pupilas dilatadas, sus ojos... Con alma humana... los soldados lo habían encontrado en los establos bebiendo sangre de uno de los caballos, era extraño porque nunca había tenido noticias muertes de animales ni de personas en aquella región, como había podido sobrevivir un criatura como aquella entre ellos con tan poca sangre...
… -¿Vos me perdonáis? -Le había preguntado el verdugo junto al madero.
-Quedáis libre de pecado. -Dijo con conformidad el joven moreno, y después las llamas se alzaron en la oscuridad devorando en la hoguera su cuerpo que poco a poco se consumía en sus alaridos...”
Lazarus a veces soñaba con aquella escena una y otra vez, sintiendo aquello lejos de su entendimiento. Una escena artífice de sus quebraderos de cabeza, de aquella dudas sobre la institución a la que servía. ¿Todos eran demonios? ¿Carecían de un alma humana?
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 24/11/2011
Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
- Spoiler:
- User: Siento muchísimo el despedirme sin avisar, pero aún estoy en ausencia por muchos motivos que me vuelven loca. Ruego perdon.
Por otro lado acabaré éste post con uno último, dejando así entrever que quizás las puertas queden abiertas para otro post.
Saludos.
Dia tras día las cosas se complicaban más aún si cabía. Las cosas no eran realmente tan fáciles como el resto de personas creían, pero realmente, la mentalidad de Jessica era tan frágil que no se podía esperar nada de ella. Pasó el resto de la noche entre apuntes, soluciones químicas y quebraderos de cabeza. Tanto, que sin querer apretó demasiado un tubo de ensayo, pensando en aquel hombre que dormía plácidamente en la habitación de al lado, rompiéndolo en su propia mano, sin hacer apenas ruido.
Sus pasos tomaron camino hacia aquello que no era suyo, y ella lo sintió así como algo muy personal para aquel hombre: "su cuaderno".
Sentía que estaba violando la intimidad del ajeno, pero acaso no era ella misma una soldado perteneciente a la mismísima inquisición. Acaso no debería saber cosas aun perjudicando su propia forma de actuar. Daba lo mismo.
Justamente la página se abrió por donde aquel hombre había estado escribiendo sobre ella. Justo lo que ella pensaba. Pero ella se negaba a que escribiesen de ella, guardando datos ni más cosas sobre ella. Era algo que odiaba, aun así, cortó la página a ras de la encuadernación, con un bisturí. Los escritos bien podían ser eliminados, pero la memoria del hombre difícilmente podía reemplazarse.
Dejó el cuaderno donde debería haber estado siempre, como si nadie lo hubiese tocado jamás.
Dejó una nota en la puerta que decía así:
Cuando acabe su descanso, éste ya no será más su refugio.
Tomo lo pactado, y vos os marchareis al alba
como bien acordamos.
Ashlotte
Tomo lo pactado, y vos os marchareis al alba
como bien acordamos.
Ashlotte
Tras ello, se vistió y tomó su caballo que reposaba junto a la puerta. Casi en unos minutos comenzaría a asomar el sol en muestra de un nuevo día.
Jessica Saint-Bonnet- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 20/08/2011
Edad : 39
Localización : Nantes, Francia.
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Re: Un alma sentenciada. [Lazarus]
A pesar de que las cortinas sumían de oscuridad aquella estancia, la luz luchaba por reclamar su lugar entre las sombras. Miles habían sido sus batallas en aquel mundo onírico de su mente soñolienta, pero al fin y al cabo había descansado plácidamente.
Lazarus despertó en confusión, al principio no sabía donde estaba, pero pronto su memoria le ubico con sus recuerdos de lo que había ocurrido en la noche anterior, más que lo ocurrido le llevo a la memoria de la su anfitriona. Aquella mujer había conseguido enervarlo de algún modo, no de aquella manera donde la paciencia era perdida, sino en la creación de incertidumbre en su ser. Habían pasado demasiados años desde que su visión de la mujer era bien distinta a la de ahora, cuando él las veía como objeto de deseo. Demasiados años… y ella en una simple noche había conseguido que el esquema de castidad que en la mente del ex- inquisidor se había reforzado como un muro impenetrable, donde él no vería a las mujeres más de aquel modo, donde él decía que no volvería a sentir nada por una de ella, se viese truncado, tambaleante y agrietado de aquel modo.
Costaba admitirlo, pero en cuanto la había tenido tan cerca como aquella noche, en cuanto sus labios había rozado los de él, algo en su interior se vio dispuesto a destrozar ese muro, a olvidarse de sus promesas sacerdotales que iban a quedar echa añicos en cuanto él no renovase de nuevo sus votos, en cuanto descubriesen su mentira. Los inquisidores se le iban a echar encima, lo sabía. Le juzgarían, pero… ¿Estaba dispuesto a continuar con aquella vida de casi 20 años de sacrificio? Le costaba admitirlo pero estaba demasiado cansado de aquello, tal vez el camino que había elegido en su juventud había salvado a muchos de una vida desgraciada y en deshonra, incluso a él mismo pero, ¿a que precio? Todos vivía con placidez y satisfacción, Cahir no. Sentía que su vida se había convertido en un sinsentido.
Había seguido el credo de la Iglesia y de los Inquisidores con tal fidelidad y ceguera, por tan solo apagar sus heridas del pasado por hacer callar a la conciencia y la duda que le perseguía. Si, era ese su camino, ya que la conciencia callaba y olvidaba. Había sido otra oveja que seguía el camino de otras ovejas sin preguntar ni rechistar, hasta que tuvo que suceder aquellos, hasta que un “vampiro” con su simple sacrificio hiciese despertar aquella parte de él que había decidido dormir para siempre. Y ahí estaban sus dudas que le había traído hasta ahí, y ahí estaban sus preguntas que con paciencia se iban respondiendo por sí solas. ¿Qué sería de él? Nadie sabía.
Su cuaderno estaba situado a su lado, Lazarus lo examinó preocupado. Efectivamente faltaba las páginas en las que la nombraba y en su lugar una nota.
“Ya veo…” Pensó, de algún modo era de esperar. Ahora en aquel lugar era una “persona non-grata”, tal vez no volviese más a aquel lugar pero sabía que no iba a poder olvidar a aquella mujer, era estúpido pensar en aquello, pero no iba a ser tan difícil quitársela de la cabeza. Aunque tal vez por su bien, debía de hacer un esfuerzo, al fin y al cabo era inquisidora y él sabía que pronto respondería ante ellos, más puntos negativos para él.
Ninguna respuesta, ni rastro del cazador. Incluso sus anteriores ropas mojadas se las había llevado con él. Éste no dejó ningún rastro tras él, era como si nunca hubiese estado en aquel lugar.
Pero Lazarus no sabía, que a pesar de aquello simples pensamientos rondasen su cabeza antes de abandonar aquella casa apartemente vacía, aquella mujer no iba a ser difícil desplazarla de su mente y que se iba a convertir con el tiempo, en su pequeña obsesión.
Lazarus despertó en confusión, al principio no sabía donde estaba, pero pronto su memoria le ubico con sus recuerdos de lo que había ocurrido en la noche anterior, más que lo ocurrido le llevo a la memoria de la su anfitriona. Aquella mujer había conseguido enervarlo de algún modo, no de aquella manera donde la paciencia era perdida, sino en la creación de incertidumbre en su ser. Habían pasado demasiados años desde que su visión de la mujer era bien distinta a la de ahora, cuando él las veía como objeto de deseo. Demasiados años… y ella en una simple noche había conseguido que el esquema de castidad que en la mente del ex- inquisidor se había reforzado como un muro impenetrable, donde él no vería a las mujeres más de aquel modo, donde él decía que no volvería a sentir nada por una de ella, se viese truncado, tambaleante y agrietado de aquel modo.
Costaba admitirlo, pero en cuanto la había tenido tan cerca como aquella noche, en cuanto sus labios había rozado los de él, algo en su interior se vio dispuesto a destrozar ese muro, a olvidarse de sus promesas sacerdotales que iban a quedar echa añicos en cuanto él no renovase de nuevo sus votos, en cuanto descubriesen su mentira. Los inquisidores se le iban a echar encima, lo sabía. Le juzgarían, pero… ¿Estaba dispuesto a continuar con aquella vida de casi 20 años de sacrificio? Le costaba admitirlo pero estaba demasiado cansado de aquello, tal vez el camino que había elegido en su juventud había salvado a muchos de una vida desgraciada y en deshonra, incluso a él mismo pero, ¿a que precio? Todos vivía con placidez y satisfacción, Cahir no. Sentía que su vida se había convertido en un sinsentido.
Había seguido el credo de la Iglesia y de los Inquisidores con tal fidelidad y ceguera, por tan solo apagar sus heridas del pasado por hacer callar a la conciencia y la duda que le perseguía. Si, era ese su camino, ya que la conciencia callaba y olvidaba. Había sido otra oveja que seguía el camino de otras ovejas sin preguntar ni rechistar, hasta que tuvo que suceder aquellos, hasta que un “vampiro” con su simple sacrificio hiciese despertar aquella parte de él que había decidido dormir para siempre. Y ahí estaban sus dudas que le había traído hasta ahí, y ahí estaban sus preguntas que con paciencia se iban respondiendo por sí solas. ¿Qué sería de él? Nadie sabía.
Su cuaderno estaba situado a su lado, Lazarus lo examinó preocupado. Efectivamente faltaba las páginas en las que la nombraba y en su lugar una nota.
“Ya veo…” Pensó, de algún modo era de esperar. Ahora en aquel lugar era una “persona non-grata”, tal vez no volviese más a aquel lugar pero sabía que no iba a poder olvidar a aquella mujer, era estúpido pensar en aquello, pero no iba a ser tan difícil quitársela de la cabeza. Aunque tal vez por su bien, debía de hacer un esfuerzo, al fin y al cabo era inquisidora y él sabía que pronto respondería ante ellos, más puntos negativos para él.
Ninguna respuesta, ni rastro del cazador. Incluso sus anteriores ropas mojadas se las había llevado con él. Éste no dejó ningún rastro tras él, era como si nunca hubiese estado en aquel lugar.
Pero Lazarus no sabía, que a pesar de aquello simples pensamientos rondasen su cabeza antes de abandonar aquella casa apartemente vacía, aquella mujer no iba a ser difícil desplazarla de su mente y que se iba a convertir con el tiempo, en su pequeña obsesión.
C. Lazarus Morrigan- Cazador Clase Media
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 24/11/2011
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