Historia de Mikaela van der Meer

Edad:
23 años.

Especie:
Humana.

Tipo y Clase Social:
Cortesana, clase media.

Sexualidad:
Bisexual.

Lugar de Origen:
París, Francia.


Descripción Física:

-Dime lo que más te gusta de mi- Le dije sonriendo mientras le besaba tiernamente el hombro.

Estábamos tendidos en la cama, desnudos, exhaustos. Me devolvió el beso, pero en el dorso de la mano.

-Tu cuerpo es el más hermoso que jamás haya probado. Tu cara es la de un ángel, de una simetría exquisita, que ni el mejor pintor de Europa podría retratar a la perfección. El cabello se desparrama sobre tus hombros de una manera muy sensual, y es sedoso y suave al tacto. Esos ojos son los de una mujer segura de si misma, y su intenso azul me recuerda al del mar mediterráneo. Tu boca, un placer indescriptible, gruesos y rojos labios como a mí me gustan. Te sonrojas con facilidad y tus coloradas mejillas hacen que parezcas una muñeca de porcelana. Tus rasgos son fascinantes mi bella Señorita van der Meer. Tienes un cuello bellísimo, que invita a las cálidas caricias de los hombres, y me perdería por siempre entre las bien dotadas curvas de tus pechos y tu plano vientre, y más al sur de tu cuerpo está el lugar más grandioso al que jamás haya ido.

Descripción Psicológica:

Muy poco prudente, suele meterse en líos. Es una joven educada pero atrevida. Le encanta que la alaguen y es algo vanidosa y narcisista. Detesta la soledad y no le gusta hablar de su pasado ni de nada que pueda cambiarle el humor, pues siempre está alegre. Se impresiona con facilidad por las cosas que la rodean y es muy curiosa y desatada. Adora bailar y cantar y es una mujer completamente desinhibida, que anda por donde quiere y hace lo que le plazca la mayor parte del tiempo. Sin embargo se siente herida con facilidad y cuando se amarga lo hace profundamente. Es una chica muy sensual y provocativa, que busca todo el tiempo llamar la atención de los hombres.

Historia:

Nacida en una familia de clase media, en París, Francia, durante el verano de 1777, fue la segunda y última hija de un matrimonio de inmigrantes alemanes feliz y corriente, que tras su nacimiento, se dedicó por completo a darles a sus pequeños hijos todo cuanto querían y estaba a su alcance. Era una familia trabajadora, que no malgastaba el dinero, pero que se permitían algún desliz de vez en cuando. Fue educada desde que era un infante en una escuela, donde aprendió a leer, escribir y tocar el violín. Se interesaba mucho por el arte y le gustaba practicar danza y escuchar a todos los músicos que su padre le mostraba. De vez en cuando él la llevaba a los conciertos, donde ella escuchaba con gran atención y gozo.

Cuando cumplió 10 años sus padres sufrieron un accidente mientras viajaban a Alemania, aunque nunca nadie le informó bien que había ocurrido. Sus tíos y tías decían que la niña estaba traumada ya y que no había que seguir llenando su cabeza de historias, que al fin y al cabo no tenían solución y lo único que lograrían sería perturbarla aún más y bla bla bla. Típico de los tíos que se quieren deshacer de una pesada carga, inventar una excusa para internarla en algún colegio y que dios vaya a saber quién, se encargara de esa ella.

Y así fue, la enviaron a Londres, donde permaneció hasta los 18 años en un sitio mitad convento mitad prisión, donde las hermanas la privaban de las cosas que le gustaban y la obligaban a aprender inglés y a cantar en un coro, el cual detestaba. No tardó en conseguirse algunas amigas, y en unas cuantas amonestaciones por tener conductas inapropiadas con otras chicas, "sexualmente inapropiadas" había escrito la madre superiora en en un informe mientras hacía un gesto de disgusto y asco. Pero era una joven muy sexual y no tenía vergüenza de explorar ese nuevo mundo que se abría día a día a sus curiosos ojos. Poco le importaba lo que las monjas dijeran o pensaran de ella y lo único que hacía era contar los días que faltaban para largarse de allí regresar a su amada Francia.

Cuando hubieron pasado 8 larguísimos o quizá eternos años, se marchó de allí. Era un día cálido y lluvioso. El cielo estaba gris, y el aire caliente y húmedo. Pero nada podía disipar la felicidad que había en su corazón. Al fin volvía a casa.

Poco después de llegar a París tuvo la sensación de que comenzaba un nuevo capítulo en su vida. Sus tíos le dijeron que no tenían lugar donde alojarla y le dieron algo de dinero para compensarlo, aunque nada podía compensar el rechazo que sintió de parte de su propia familia. Extrañaba a sus padres y a su hermana, como siempre lo había hecho, pero el aroma de los árboles de la calle y todo lo que la rodaba le recordaba a ellos tanto que rompió a llorar. Sola y sin saber qué hacer, se alojó en la habitación de un hotel, que casi sin duda era el peor antro de todo París.

Los primeros años fueron los más duros, pero era una mujer alegre que no se dejaba derrotar con facilidad. Comenzó a frecuentar algunos burdeles, primero en busca de placer y luego en busca de sus propios clientes. Si bien la vida como cortesana no era fácil, no podía quejarse. Por unas pocas horas al día, conseguía el dinero suficiente. Los señores eran exigentes, pero ella también era exigente consigo misma, y siempre lograba que se marchasen satisfechos. Era una experta en la seducción y en el arte del amor. El dinero, y una actitud optimista le permitieron lentamente rehacer su vida.

No odiaba a la persona en la que se había convertido, por el contrario, se divertía conociendo gente nueva todo el tiempo y los hombres la trataban muy bien. No podía quejarse, y se contentaba con pensar que quizás en su próxima vida sería una princesa o algo así.

Lo importante era que estaba de vuelta en su hogar y su corazón se llenaba de felicidad por haber vuelto a la tierra que la había visto nacer.


Otros Datos: Adora los perfumes, la ropa cara y las cremas para el cuerpo.
Odia hablar en inglés.
Le gustaría conocer a un hombre digno de su amor.
Se apasiona con todo lo que le gusta.
Le gusta tener sexo en la bañera, con unas pocas velas y sales aromáticas.
Le gusta el alcohol, aunque no suele tomar hasta embriagarse.