AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El hombre inventó el amor [Laisha +18]
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El hombre inventó el amor [Laisha +18]
-Joder – repitió bajito, mientras intentaba conciliar el sueño, pero no pudo, puesto que los rayos del sol entraban por su ventana, la noche había sido tan maravillosa, esa mujer tan joven sí que tenía unas infinitas ganas de ser complacida, sin embargo él estaba tan cansado, se llevó ambas manos al rostro tratando de calmar el dolor que sentía, el sol era una de sus debilidades, y apenas había entrado a trabajar a ese burdel, dándole esa habitación que él se empeñó en personalizar, se recostó un poco más, increíble el sueño se había disipado, se dio una vuelta tras otra, queriendo dormir aunque fuera una hora, pero no, solo deshizo más la cama, las sabanas, ya estaba harto de no poder dormir.
Le valía la paga y en su mente solo un nombre ‘Albert’, claro, como lo recordaba, siempre arrullándolo, estaba profundamente enamorado de aquel hermano suyo, se quedó pensando en su imagen, mientras se ponía bocabajo, cerró los ojos y pudo percibir el aroma de su fragancia, si tan solo lo pudiera ver, como lo amaba, pero también sería problemático, debía estar enfermo para pensar en él como amor de su vida, mientras en su cabeza tenía esa fantasía que jamás se cumpliría, recordó que tenía que ir donde sus padres, sí, Keith era un mentiroso de primera, un hijo de clase de día y un buscador de placeres de noche.
Se dio un baño rápido y entre la cómoda que tenía busco ropa de calidad, no como la que solía usar en el burdel, se echó un poco de perfume, recogió sus cabellos y salto de la ventana del tercer piso, era nuevo y casi nadie le conocía en el burdel excepto por el dueño, mismo que le dio ‘la aprobación y la calurosa bienvenida’; se marchó casi bajando de una gran manera las paredes del burdel, una vez abajo se acomodó la corbata y corrió cuidando que nadie le viera.
Por fin entre las calles parisinas, se sintió más cómodo y paso por bocado para poder sobrevivir, últimamente le habían llegado buenas clientas y claro buenas pagas así que gastaría el dinero, entro aun restauran por un café y un pastelillo de limón cuyo sabor le agravada pidió fresas haciendo un deleite al llevárselas a la boca y que decir de la muchachita que no le quitaba la vista, hasta tiempo de coquetear le daba.
Saliendo del lugar le giño el ojo y se dirigió a casa de sus padres, donde su madre lo esperaba con una explicación puesto que no lo había visto durante toda la mañana y en el desayuno, a lo que Keith se excusó diciendo que fue a dar un paseo para despejar su mente de los arduos estudios a los cuales estaba sometido. Y una vez más convenciendo a su joven madre, quien se la pasaba bordando, mientras su padre hacía de las suyas, subió a su habitación, echándose de nuevo en la cama, suspirando y recordando a su hermano.
Finalmente empezó a dormirse, dejando los parpados caer, mientras recodaba una estrofa del diario de su madre: ‘Deseo que él esté aquí esta noche, siento como recorre mi cuerpo desnudo con las yemas de sus dedos, mientras los capturo con mis labios, antes de tocar mis senos, me gusta lamerlo y que sienta el placer que alberga mi ser, siento un cosquilleo que me baja por aquella zona, haciendo que me estremezca aun sin que él me toque y dirijo sus manos hasta mi vientre, donde cuidadosamente zigzaguea aquellas sensaciones… quiere que me lleve al cielo’.
Se despertó de manera ‘animada’ al soñar con esas palabras, al ser él un amante por él cual pagaran más que un placer carnal, se escabullo de casa como cada noche, entre la niebla y la oscuridad, hasta llegar al burdel, cuyas puertas estaban abiertas a cualquiera, por afuera varias de sus compañeras llevando borrachos a la cama, gran estafa, pero él no buscaba nada de eso.
Entro y observo a todas ahí coqueteando, el solo hizo un mohín, se fue a uno de los taburetes mirando la escena mientras echaba la cabeza hacía tras, nada por ningún lado todas parecían ya haber capturado gordas billeteras, ahora solo esperaba al próximo o la próxima, mientras se quedaba ahí y el cantinero le servía una copa, mirando senos, piel, piernas, perfumes tan vulgares… De todo, se quedó ahí mirando nada más. – Vaya trabajo – dijo bajito esperando.
Le valía la paga y en su mente solo un nombre ‘Albert’, claro, como lo recordaba, siempre arrullándolo, estaba profundamente enamorado de aquel hermano suyo, se quedó pensando en su imagen, mientras se ponía bocabajo, cerró los ojos y pudo percibir el aroma de su fragancia, si tan solo lo pudiera ver, como lo amaba, pero también sería problemático, debía estar enfermo para pensar en él como amor de su vida, mientras en su cabeza tenía esa fantasía que jamás se cumpliría, recordó que tenía que ir donde sus padres, sí, Keith era un mentiroso de primera, un hijo de clase de día y un buscador de placeres de noche.
Se dio un baño rápido y entre la cómoda que tenía busco ropa de calidad, no como la que solía usar en el burdel, se echó un poco de perfume, recogió sus cabellos y salto de la ventana del tercer piso, era nuevo y casi nadie le conocía en el burdel excepto por el dueño, mismo que le dio ‘la aprobación y la calurosa bienvenida’; se marchó casi bajando de una gran manera las paredes del burdel, una vez abajo se acomodó la corbata y corrió cuidando que nadie le viera.
Por fin entre las calles parisinas, se sintió más cómodo y paso por bocado para poder sobrevivir, últimamente le habían llegado buenas clientas y claro buenas pagas así que gastaría el dinero, entro aun restauran por un café y un pastelillo de limón cuyo sabor le agravada pidió fresas haciendo un deleite al llevárselas a la boca y que decir de la muchachita que no le quitaba la vista, hasta tiempo de coquetear le daba.
Saliendo del lugar le giño el ojo y se dirigió a casa de sus padres, donde su madre lo esperaba con una explicación puesto que no lo había visto durante toda la mañana y en el desayuno, a lo que Keith se excusó diciendo que fue a dar un paseo para despejar su mente de los arduos estudios a los cuales estaba sometido. Y una vez más convenciendo a su joven madre, quien se la pasaba bordando, mientras su padre hacía de las suyas, subió a su habitación, echándose de nuevo en la cama, suspirando y recordando a su hermano.
Finalmente empezó a dormirse, dejando los parpados caer, mientras recodaba una estrofa del diario de su madre: ‘Deseo que él esté aquí esta noche, siento como recorre mi cuerpo desnudo con las yemas de sus dedos, mientras los capturo con mis labios, antes de tocar mis senos, me gusta lamerlo y que sienta el placer que alberga mi ser, siento un cosquilleo que me baja por aquella zona, haciendo que me estremezca aun sin que él me toque y dirijo sus manos hasta mi vientre, donde cuidadosamente zigzaguea aquellas sensaciones… quiere que me lleve al cielo’.
Se despertó de manera ‘animada’ al soñar con esas palabras, al ser él un amante por él cual pagaran más que un placer carnal, se escabullo de casa como cada noche, entre la niebla y la oscuridad, hasta llegar al burdel, cuyas puertas estaban abiertas a cualquiera, por afuera varias de sus compañeras llevando borrachos a la cama, gran estafa, pero él no buscaba nada de eso.
Entro y observo a todas ahí coqueteando, el solo hizo un mohín, se fue a uno de los taburetes mirando la escena mientras echaba la cabeza hacía tras, nada por ningún lado todas parecían ya haber capturado gordas billeteras, ahora solo esperaba al próximo o la próxima, mientras se quedaba ahí y el cantinero le servía una copa, mirando senos, piel, piernas, perfumes tan vulgares… De todo, se quedó ahí mirando nada más. – Vaya trabajo – dijo bajito esperando.
Invitado- Invitado
Re: El hombre inventó el amor [Laisha +18]
-Laishaaa…ven acá!!!- con un suave murmullo la joven había escuchado su nombre cuando atravesaba el pasillo para bajar de nueva cuenta al salón en busca de un nuevo cliente deseoso por ser complacido. Aunque a decir verdad ya no era necesario ir a por ningún cliente más, la muchacha tenía un trato con el dueño y esta noche ella ya había cumplido con su meta aún así ella esta noche se sentía tan deseosa que iría a por uno más. Pero esa voz, la hizo detenerse, esa voz tan sugerente como sensual penetro en sus sentidos despertando aún más su deseo y como no si se trataba de su musa, Reika. Se dio meda vuelta, observo que nadie estuviera cerca y se apresuro a atravesar la puerta donde su gran amor esperaba a por ella -¿me has leído la mente?- susurro a su oído cuando Reika sin decir ni una sola palabra la tomo entre sus brazos y la llevo a la cama –shhhhh- siseo acallando sus palabras. Le hizo el amor de una y mil formas, todas como si fuera la primera vez en su vida que la tocaba. Laisha pasó una de las mejores noches de su vida al lado de su amada, ciertamente todas las noches al lado de Reika eran las mejores para Laisha, no había noche en que no surgiera algo especial entre ellas. Después de la intensa actividad Laisha se quedo profundamente dormida entre sus brazos hasta que los rayos del sol se filtraron por la habitación.
Un fuerte gemido despertó a Laisha, su propio gemido la había despertado. Se encontraba sola en la cama aún desnuda. Se llevo una mano entre sus piernas comprobando el porque de aquel gemido, por su entrepierna corría las mieles del placer consecuencia de un intenso orgasmo, llevo sus dedos a la boca y los lamió, los saboreo pensando que esto era producto de solo haber soñado con su hermana y recordando todo lo vivido con ella por la noche. Levanto la vista encontrándose con la mirada lujuriosa de Reika observándola con deleite y satisfacción. Se metieron a la ducha juntas y después de ahí cada una se fue a sus ocupaciones.
Laisha volvió a su habitación aun extasiada y agotada se tumbo sobre la cama. Cerró un momento los ojos y comenzó a revivir las escenas de su encuentro con Reika hasta que poco a poco se quedo profundamente dormida. Durmió durante horas, bastantes. Cuando despertó ya casi era hora de volver a su realidad, a su trabajo. Maldijo que el tiempo pasará tan a prisa porque eso significaba que otras manos, otros labios, otro cuerpo sería el que la poseyera y se llevaría entre sus caricias, las caricias de Reika, entre sus labios el sabor de los labios de Reika. Solo algo la animaba a continuar el saber que todo eso lo podía recuperar siempre que ella lo quisiera aunque en su mente siempre lo tenía nada ni nadie lo borraba.
Como siempre con una sonrisa angelical e inocente hacía acto de presencia en el salón. Suspiro satisfecha de que por el momento no hubiera caballero esperando ser atendido. Se encamino con toda la calma del mundo, contoneando con delicadeza sus caderas, hasta la barra tomando asiento en uno de los taburetes vacíos junto a un joven que vestía pulcramente a pesar de no ser ropas muy finas y del cual emanaba un aroma de lo más exquisito. Lo observo de soslayo. Sonrió cuando se dio cuenta que se trataba del chico al que ella en su interior había autodenominado “el chico misterioso” desde varias noches atrás cuando le miro salir de la habitación del “dueño”.
-No es tan malo cuando podemos elegir….- le guiño un ojo con coquetería -Ventajas de agradarle al dueño- le hablo con tanta seguridad porque sabía que el chico era uno de los suyos, un cortesano como ella aunque él era muy nuevo en este negocio, y uno consentido por el dueño al igual que ella, no era muy conocido en el lugar pero Laisha tras su apariencia inocente e ingenua y tal vez algo despistada solía ser muy observadora y en especial cuando alguien despertaba algún tipo de interés en ella. No tenía la fortuna de ser amiga del chico, hoy aprovecharía la oportunidad si es que él se la daba para conocerlo e iniciar una muy buena amistad no solamente como colegas que eran. –Soy Laisha- se presento sin más dedicándole una amplia sonrisa. Sin desviar su mirada del joven hizo un ademán con la mano al cantinero indicándole con ella le acercará la bebida de siempre.
Un fuerte gemido despertó a Laisha, su propio gemido la había despertado. Se encontraba sola en la cama aún desnuda. Se llevo una mano entre sus piernas comprobando el porque de aquel gemido, por su entrepierna corría las mieles del placer consecuencia de un intenso orgasmo, llevo sus dedos a la boca y los lamió, los saboreo pensando que esto era producto de solo haber soñado con su hermana y recordando todo lo vivido con ella por la noche. Levanto la vista encontrándose con la mirada lujuriosa de Reika observándola con deleite y satisfacción. Se metieron a la ducha juntas y después de ahí cada una se fue a sus ocupaciones.
Laisha volvió a su habitación aun extasiada y agotada se tumbo sobre la cama. Cerró un momento los ojos y comenzó a revivir las escenas de su encuentro con Reika hasta que poco a poco se quedo profundamente dormida. Durmió durante horas, bastantes. Cuando despertó ya casi era hora de volver a su realidad, a su trabajo. Maldijo que el tiempo pasará tan a prisa porque eso significaba que otras manos, otros labios, otro cuerpo sería el que la poseyera y se llevaría entre sus caricias, las caricias de Reika, entre sus labios el sabor de los labios de Reika. Solo algo la animaba a continuar el saber que todo eso lo podía recuperar siempre que ella lo quisiera aunque en su mente siempre lo tenía nada ni nadie lo borraba.
Como siempre con una sonrisa angelical e inocente hacía acto de presencia en el salón. Suspiro satisfecha de que por el momento no hubiera caballero esperando ser atendido. Se encamino con toda la calma del mundo, contoneando con delicadeza sus caderas, hasta la barra tomando asiento en uno de los taburetes vacíos junto a un joven que vestía pulcramente a pesar de no ser ropas muy finas y del cual emanaba un aroma de lo más exquisito. Lo observo de soslayo. Sonrió cuando se dio cuenta que se trataba del chico al que ella en su interior había autodenominado “el chico misterioso” desde varias noches atrás cuando le miro salir de la habitación del “dueño”.
-No es tan malo cuando podemos elegir….- le guiño un ojo con coquetería -Ventajas de agradarle al dueño- le hablo con tanta seguridad porque sabía que el chico era uno de los suyos, un cortesano como ella aunque él era muy nuevo en este negocio, y uno consentido por el dueño al igual que ella, no era muy conocido en el lugar pero Laisha tras su apariencia inocente e ingenua y tal vez algo despistada solía ser muy observadora y en especial cuando alguien despertaba algún tipo de interés en ella. No tenía la fortuna de ser amiga del chico, hoy aprovecharía la oportunidad si es que él se la daba para conocerlo e iniciar una muy buena amistad no solamente como colegas que eran. –Soy Laisha- se presento sin más dedicándole una amplia sonrisa. Sin desviar su mirada del joven hizo un ademán con la mano al cantinero indicándole con ella le acercará la bebida de siempre.
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Re: El hombre inventó el amor [Laisha +18]
Se le erizaba el cuerpo, pensaba en Irvine, sí, ahora su jefe era ‘Irvine’, y no señor tal, de tal, no, claro, Keith llego ahí por su propio pie, y el dueño de ese establecimiento sabía que el muchacho de clase alta solo buscaba jugar, y no llevaba muchos días solo unos cuantos, pero cada noche o al menos antes de que Keith saliera por clientes, él llegaba y le arrastraba hasta su despacho, lo besaba, lo acariciaba y le disfrutaba antes de que otro cliente, era casi suyo, el juguete del dueño, solo por haberlo conquistado, y esos rumores ya crecían, quería levantarse y callar los murmullos, ah, claro, nadie le hablaba porque ¡Maldita sea!, lo consideraban protegido, no había cruzado palabra con nadie, y ya todos comentaban de su reputación, una parte quería acallar, y otra sentirse orgulloso, sentía que la cabeza le estallaba, el sol, el maldito sol y recordar que no podría ir a casa y contar con prendas más elegantes, si Albert le viera, estaría enloqueciendo, pero este muchacho ya había elegido su camino, ser le infiel y entregarse a otros besos, al sexo, no, al arte, si, esa era la reputación de él, llevar a todos a la locura y a la droga de aquello tan pulcro que muchos convertían en lo más terrible, era temprano, según Irvine, se habían perdido unos cuantos clientes y claro el también no estaba ganando mucha reputación, se tiro al dueño, luego a una compañera, pero aun no tenía con quien, solo…Solo unos cuantos por ahí, se sentía insatisfecho, frustrado, aquella ‘zona’ quería más, pero Irvine estaba con sus asuntos gritándole a varios cortesanos y llamaba a más, quizá terminara por echarlos.
Observo a la joven a su lado, una chica de cabellos morenos, con el rostro sumamente bello, no tenía el maquillaje extravagante que otras y vestía típico de esos lugares, pero no se veía tan vulgar, incluso su briza, su esencia y perfume eran agradables para el olfato, parecía estar llena y complacida, al menos estaba radiante, sin embargo él, no tenía diversión, aquellas palabras sacaron al chico de sus pensamientos, tirándole a tierra, dejando que su sosegado rostro se tornara un poco más angelical, - ¿Así que los chismes corren como la pólvora? – murmuro, ojala pudiera calcinar a cada uno pero de placer, ese lado sado-masoquista que poseía saliera de una buena vez – Es un placer Laisha, todo un placer – murmuro pero con una voz seca, demasiada seca, es que no le hacía gracia, pero era inteligente, así que sonrió, mientras bebía en la comisura se dibujo algo lindo, se movió sobre el taburete como jugando, justo como un niño pequeño. – Es bueno poder elegir, ser el privilegiado, siempre y cuando se sepa seducir con palabras y no con actos – ladeo el rostro, ah, no, claro que no buscaba disputas, pero estaba insatisfecho y eso sacaba su lado ‘rudo’.
De ser otro, seguro que por esas palabras se arrastraba a la tal ‘Laisha’ a una habitación y se alivianaba con ella o al menos se quitaba las ganas, pero no, su tipo de genio era mucho muy diferente al que se demostraba. – Sígueme entonces sabrás lo que es mojarse de placer, conocerás estas manos que han seducido al dueño, calcinara tu cuerpo, te haré vibrar como nunca, las ansias estarán locas bajo tu zona y me pedirás que te penetre una y otra vez con demasiada rudeza, sentirás como desgarro manojos de placer dentro de tu ser, no podrás contenerte, sentirás que pierdes el aliento, la vida y me abrazaras, podre contemplar tu desnudez y llegaras a un éxtasis supremo. – Susurro eso al oído de la mujer, aun no había clientes e ir tirándose a sus compañeros y medir quien era mejor, no le resultaba tan incomodo, se despego regresando a su posición original - ¿Qué dices? – extendió su mano, con una sonrisa tonta que le caracterizaba.
Observo a la joven a su lado, una chica de cabellos morenos, con el rostro sumamente bello, no tenía el maquillaje extravagante que otras y vestía típico de esos lugares, pero no se veía tan vulgar, incluso su briza, su esencia y perfume eran agradables para el olfato, parecía estar llena y complacida, al menos estaba radiante, sin embargo él, no tenía diversión, aquellas palabras sacaron al chico de sus pensamientos, tirándole a tierra, dejando que su sosegado rostro se tornara un poco más angelical, - ¿Así que los chismes corren como la pólvora? – murmuro, ojala pudiera calcinar a cada uno pero de placer, ese lado sado-masoquista que poseía saliera de una buena vez – Es un placer Laisha, todo un placer – murmuro pero con una voz seca, demasiada seca, es que no le hacía gracia, pero era inteligente, así que sonrió, mientras bebía en la comisura se dibujo algo lindo, se movió sobre el taburete como jugando, justo como un niño pequeño. – Es bueno poder elegir, ser el privilegiado, siempre y cuando se sepa seducir con palabras y no con actos – ladeo el rostro, ah, no, claro que no buscaba disputas, pero estaba insatisfecho y eso sacaba su lado ‘rudo’.
De ser otro, seguro que por esas palabras se arrastraba a la tal ‘Laisha’ a una habitación y se alivianaba con ella o al menos se quitaba las ganas, pero no, su tipo de genio era mucho muy diferente al que se demostraba. – Sígueme entonces sabrás lo que es mojarse de placer, conocerás estas manos que han seducido al dueño, calcinara tu cuerpo, te haré vibrar como nunca, las ansias estarán locas bajo tu zona y me pedirás que te penetre una y otra vez con demasiada rudeza, sentirás como desgarro manojos de placer dentro de tu ser, no podrás contenerte, sentirás que pierdes el aliento, la vida y me abrazaras, podre contemplar tu desnudez y llegaras a un éxtasis supremo. – Susurro eso al oído de la mujer, aun no había clientes e ir tirándose a sus compañeros y medir quien era mejor, no le resultaba tan incomodo, se despego regresando a su posición original - ¿Qué dices? – extendió su mano, con una sonrisa tonta que le caracterizaba.
Invitado- Invitado
Re: El hombre inventó el amor [Laisha +18]
El joven tardo un poco en reaccionar. Escucho perfectamente la voz dulce de la cortesana mas se mantuvo quieto como si nadie a su lado ni nada a su alrededor existiese, claro, al haberle hecho saber que su “secreto con el dueño” ya no era ningún secreto tal vez era preferible ser frío, indiferente y cortante después de todo era una desconocida quien le había dirigido la palabra y no solo eso, en el sentido estrictamente laboral podría decirse que eran rivales, que como todos en ese sitio luchaban por ser los mejores en el arte del placer y por supuesto por mantener su reputación de “soy mejor que tú”. El silencio del chico ¿era intencional?, no, Laisha se negaba a ello y sabía que no se equivocaba. Disculpaba la actitud del chico pensando que solo había sido una reacción momentánea donde en su interior se debatía de si actuar a la defensiva o por así decirlo unirse al enemigo. Obviamente opto por unirse al enemigo (en los planes de Laisha con el chico la palabra “enemigo” no encajaba ni encajaría nunca si de ella dependía). Se digno a posar sus orbes en la muchacha de tal manera que esta logro sentir como si la acariciase sin necesidad de ponerle una mano encima. ¿Qué era eso? ¿acaso intentaba seducirla? ¿con que fin? ¿estaba aburrido? ¿necesitado? ¿insatisfecho? o ¿solo era simple diversión?.
Esa mirada le hizo recordar los ojos de Reika, esa mirada lujuriosa y posesiva con que solía recorrer su cuerpo desnudo. Al instante la muchacha se sintió húmeda, dispuesta pero no, se negaba, no con su compañero, esta noche debía ser estrictamente laboral. Giro los ojos disimuladamente recorriendo todo el salón y observando que el lugar estaba casi vació y los escasos clientes que visitaban el burdel ya estaban siendo atendidos. Sonrió con picardía volviendo a centrar su mirada en el chico y aceptando la posibilidad de un “encuentro” con su compañero él parecía con ganas y a ella él se las había despertado. Así que de darse el caso ¿Por qué no hacerlo?. En su mente se anticipaba a los hechos que podrían suscitarse.
Con coquetería y delicadeza se desplazo un poco hasta acercar sus labios al oído del muchacho –no puedo decirte si el chisme se ha regado, no suelo hablar con los compañeros de las cosas que pasan con los demás yo solo te mire salir una ocasión de la habitación del “jefe” y conociéndolo a él no es difícil adivinar que te ha elegido y te ha brindado ciertos privilegios y se que eres lo suficientemente inteligente como para no aprovechar lo que tienes con él- le hablo con toda sinceridad y sin envidia alguna en sus palabras. Se aparto volviendo a su posición. Noto algo extraño en su voz cuando le hablo por segunda ocasión pero poco le importo a Laisha y ella le hizo saber que para ella si era un verdadero placer conocerlo –aún no se cual es tu nombre pero de igual manera es un placer conocerte- sonrió graciosa por lo cómico de los movimientos del chico –Ahhh bueno??, es buenísimo –exclamo –y no me cabe la menor duda de que no sepas hacerlo- le guiño con coquetería el ojo.
Y vaya que lo sabía hacer y lo hacía bastante bien, tan bien, aunque eso de mojarse ya lo había hecho con solo sentir su mirada. De solo escucharlo la joven sintió un inmenso calor en su zona sensible y hasta llego a sentir como se contraía y palpitaba consecuencia del orgasmo que le produjo con solo sus palabras. O era muy bueno seduciendo con palabras o es que la muchacha estaba con ganas o es que era una combinación de ambas cosas.
-Pruébamelo- dijo sin más tomando la mano ofrecida y dispuesta a abandonarse al placer supremo que el chico le aseguraba.
Esa mirada le hizo recordar los ojos de Reika, esa mirada lujuriosa y posesiva con que solía recorrer su cuerpo desnudo. Al instante la muchacha se sintió húmeda, dispuesta pero no, se negaba, no con su compañero, esta noche debía ser estrictamente laboral. Giro los ojos disimuladamente recorriendo todo el salón y observando que el lugar estaba casi vació y los escasos clientes que visitaban el burdel ya estaban siendo atendidos. Sonrió con picardía volviendo a centrar su mirada en el chico y aceptando la posibilidad de un “encuentro” con su compañero él parecía con ganas y a ella él se las había despertado. Así que de darse el caso ¿Por qué no hacerlo?. En su mente se anticipaba a los hechos que podrían suscitarse.
Con coquetería y delicadeza se desplazo un poco hasta acercar sus labios al oído del muchacho –no puedo decirte si el chisme se ha regado, no suelo hablar con los compañeros de las cosas que pasan con los demás yo solo te mire salir una ocasión de la habitación del “jefe” y conociéndolo a él no es difícil adivinar que te ha elegido y te ha brindado ciertos privilegios y se que eres lo suficientemente inteligente como para no aprovechar lo que tienes con él- le hablo con toda sinceridad y sin envidia alguna en sus palabras. Se aparto volviendo a su posición. Noto algo extraño en su voz cuando le hablo por segunda ocasión pero poco le importo a Laisha y ella le hizo saber que para ella si era un verdadero placer conocerlo –aún no se cual es tu nombre pero de igual manera es un placer conocerte- sonrió graciosa por lo cómico de los movimientos del chico –Ahhh bueno??, es buenísimo –exclamo –y no me cabe la menor duda de que no sepas hacerlo- le guiño con coquetería el ojo.
Y vaya que lo sabía hacer y lo hacía bastante bien, tan bien, aunque eso de mojarse ya lo había hecho con solo sentir su mirada. De solo escucharlo la joven sintió un inmenso calor en su zona sensible y hasta llego a sentir como se contraía y palpitaba consecuencia del orgasmo que le produjo con solo sus palabras. O era muy bueno seduciendo con palabras o es que la muchacha estaba con ganas o es que era una combinación de ambas cosas.
-Pruébamelo- dijo sin más tomando la mano ofrecida y dispuesta a abandonarse al placer supremo que el chico le aseguraba.
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