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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Arlett de Lesseps Mar Dic 06, 2011 11:19 am

Su aventador está en su mano, y limpiará su era;
y recogerá su trigo en el granero,
y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.
{Mateo 3, 12}


Y el camino se limpió tras mis propios pasos, la sonrisa amplia en mi rostro se ensancho aún más cuando el olor dulce de una extraña fragancia comenzaba azotar mi cuerpo de manera lenta, envolviéndome en un manto que parecía hacerme sufrir, sufrir de placer. Suspire y al cabo de dos segundos mis ojos vieron a una joven que caminaba sola por las calles de Paris, era entrada la noche y pocos transeúntes caminaban por las calles, la mayoría seres de la noche que compartían las horas en la oscuridad. Gire mi cuerpo y como si mis pies volaran apresure mi paso para ir tras la joven que por todos sus poros afloraba aquello tan dulce, tan sabroso, hacia un día que no bebía de aquel elixir que me permitía seguir con mi cometido. Los perros comenzaron a ladras cuando sintieron mi presencia, los intimide con un pequeño rugido y con el rabo entre las piernas arrancaron en dirección contraria, me puse a sonreír y mientras el silencio gobernaba tararee una canción de cuna que parecía la canción para un final. Mis pasos lentos, mi vestido al viento y de frente me encontré con aquella dama, mis ojos se clavaron en ella y con lentitud me acerque en silencio, no acostumbraba hablar más de la cuenta cuando tenía esa cierta ansiedad de sangre, sangre pura, sangre virginal.

No paso mucho para que la joven callera prácticamente rendida a mis pies, no la toque, mas nunca deje de mirarla podía descifrar sus sentimientos estaba enamorada de un hombre mayor, que poseía grandes riquezas pero para su pesar tenía una esposa y mil amantes, simplemente eso no era para ella. Conversamos, cruzamos palabras, le dije que era viuda y me dio su pesar ahí el error de ella habían ya pasado suficientes años aun cuando superado no estaba, ya no era un problema sino un recuerdo un buen recuerdo. La joven de nombre María comenzó a llorar, pidiéndome consejos me abrazo un alma en pena eso era aquella jovencita en ese momento, moje mis labios y pase mi lengua por mi colmillo que radiante aparecía en mi boca, como una madre le di mi apoyo pero era una lástima que su sangre me llamara suspire y con palabras de consuelo aparte sus largos cabellos dejando despejado su cuello – No temas… todo saldrá bien – y con suavidad mis incisivos tocaron su piel, con el tiempo había aprendido a solo dejar una pequeña marca, no quería lastimarla pero esto me superaba y en creces.

Solo bebí lo justo para que ella siguiera con vida, haciéndola dormir la tome entre mis brazos y la deje en una pequeña escalera, la volvería a buscar su sangre era el dulce que le hacía falta a esta noche y como un fantasma que recorre las calles desaparecí de la ciudad, cruce las calles con una energía descomunal, así era cuando me alimentaba de sangre pura, el sabor aún estaba en mis labios y saboreándome llegue a las afueras de la ciudad donde me encontré con un establo en el cual varios caballos habían exaltados ellos tensaron su cuerpo y con una mirada suave me acerque a uno color canela, le acaricie con delicadeza, intentando tranquilizar al animal que temeroso poco a poco caía bajo mis encantos…

A pelo lo monte, un pequeño paseo por la laguna me vendría bien después del éxtasis que había sentido un poco de paz y tranquilidad al menos por esta noche sería suficiente el amanecer estaba lejos a esa hora y a galope firme deje que el corcel se liberara junto a mí, mis cabellos sueltos se ondeaban por la noche estrellada, mis ojos cerrados disfrutaban de la briza que golpeaba mi rostro y una de mis manos afirmaba al caballo con cuidado, haciéndolo agitarse, llevándolo a recorrer la laguna que parecía tan tranquila como si de un cuadro colgado en una pared fuera. Una hora abre estado así hasta que desmonte y llevando a mi acompañante a un lado mío camine, por la orilla con una mano acariciando el cuello del animal y con la otra a un lado acaricie algunos arbustos, mis pasos se hacían lentos pero seguro, mi mirar estaba en el horizonte oscuro y mi… mi inexistente corazón, pedía latir en mi cuerpo inerte.
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Mensaje por Invitado Vie Dic 16, 2011 5:39 am

Estaba por anochecer, miré al cielo, enrojecido por el sol que se ocultaba detrás de edificios y montañas. Todo el día había estado ocupado, lo cual era raro ya que ahora que tenía la herencia del viejo Yves Vermeer no tenía que trabajar, pero había tenido que ajustar la llegada de mi madre y hermanas a Bruges, eso en caso de que aún las quisiera llevar a Bélgica, cada vez me parecía más sensato traerlas hasta París, pues daba un paso en este viaje y resultaba que me faltaban un millón aún por dar. Esta estancia en Francia se había prolongado más de lo que yo lo había planeado pero no me quejaba, había conocido gente fascinante y había tenido oportunidad de pintar sin cesar. Incluso llegaba a parecer un sueño visto a la distancia.

Comencé a caminar con una sola idea firme en la cabeza, por primera vez desde que estaba aquí esa idea no era encontrar a Týr o a Eve, no, sino el simple deleite de cabalgar a Babieca, el caballo camargue que pronto se convirtió en mi favorito tan sólo nuestros ojos se cruzaron allá en los establos de la mansión Vermeer; el corcel que había servido de modelo para más de uno de mis dibujos, y que resultaba ser lo único que me ataba a un pasado obsoleto, pero real y que ahí estaba para encargarse de que yo no olvidara de dónde venía. Del sintió más bajo del escalafón social, esa era la verdad y no me daba pena, incluso me enorgullecía y me hacía inflar el pecho al decir que trabajé toda mi vida, que conocía lo que era no tener nada y que esto que ahora la gente ve no es más que el resultado de un golpe de suerte.

Recogí a Babieca ahí donde lo estaba bien cuidando y me lo llevé a las afueras de la ciudad, el bosque primero, la laguna después. Un rato me bajé de él para dibujarlo y dibujar otras cosas del paisaje pero la luz ya no era la adecuada y desistí pronto. El tiempo se me pasó volando, eso me sucedía cuando hacía algo que me gustaba, parecía que el tiempo era insuficiente para disfrutar de esas pocas cosas que me aíslan del mundo y me ayudan a fabricar uno propio.

Luego de estar paseando por ahí, reconocí el sitio, pues muchas veces había ido por las tardes a dibujar cerca de ahí, se podían captar escenas realmente únicas en ese lugar, pero lo que especialmente me gustaba era el modo en cómo el agua reflejaba todo, un ejercicio complicado para ser plasmado en papel. Hice que Babieca trotara un momento hasta llegar al litoral del cuerpo de agua, ahí avanzamos por la orilla hasta que distinguí otra figura rodeada de la penumbra que ya reinaba en todos lados.

Primero vi el caballo, fue inevitable, con esas bestias me crie y me siguen fascinando, como si aún pudiera describir cosas nuevas en ella, pero luego, y como era evidente, a quién parecía el dueño del jamelgo, o en este caso, la dueña. Golpeé las costillas de mi rocín para acercarme. Avanzaba lentamente y yo detrás de ella.

-¡Hey! –carraspeé -¿está perdida? –fue lo primero que pude pensar, ya estando más cerca la pude apreciar mejor, cabello rojo encendido y ropa muy fina, quizá sí estaba perdida, o quizá era una noble que tenía rondando cerca a sus guardias, en todo caso no estaba de más preguntar-, ¿necesita ayuda? –finalmente bajé de Babieca y lo agarré de las riendas para que caminara a mi lado sin despegarse de mí. A esa hora, en un lugar tan solitario, podía pasar cualquier cosa. Después de todo mi amigo Týr es brujo, ¿no?; no puedo fiarme de nadie, sé que entre nosotros existen fuerzas más allá de mi comprensión y prefiero no meterme en problemas.
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Mensaje por Arlett de Lesseps Dom Ene 01, 2012 9:56 pm

Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino,
cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo:
¡Señor, Hijo de David,
ten misericordia de nosotros!
{Mateo 20,30}


Y la briza tocaba mis cabellos rojizos dándoles suaves caricias como si de un peine de cristal se tratara, mis ojos completamente cerrados podían dibujar aquel paisaje que esa noche se presentaba ante mi, el lago de aguas negras proporcionaba un sonido parecido al de un arpa tocando junto a mi cama, respire como si mis pulmones se pudieran llenar de aquel aire tan preciado, tan exquisito. El viento a esas horas entrando por mi cuerpo era caliente relaje mi cuerpo con cada paso que daba, el caballo tranquilo recobraba poco a poco el aliento y la sangre que corría por sus venas eran las notas del Violín poco a poco la orquesta se iba formando para hacer de esta noche una mas en mi eterna vida.

Y los pasos se comenzaron a pausar al tiempo que el suelo húmedo se iba poniendo medio pantanoso, desvié a mi caballo para alejarme un poco mas de la orilla, esa noche andaba como su me hubiera escapado de mi torre, y aunque era cierto necesitaba un poco de tiempo para mi, la soledad día a día me abrazaba y aun estando rodeada de personas me seguía sintiendo sola, la eternidad y yo ya nos habíamos hecho buenas compañeras, ¿Cuántos amantes mas necesitaba? La sonrisa se poso en mis labios y una voz cálida llego a mis oídos causando que mi sentido principal el olfato hiciera de las suyas ante el dulzor del aroma que emanaba del cuerpo de aquel joven de piel blanquecina, su rostro con perfectas líneas que delinean sus rasgos, su nariz tan respingada y esos ojos celestinos que parecían ser el cielo en el infierno mismo, delgado pero de estatura perfecta, sonreí, sonreí y sonreí. Me había tomado por sorpresa, ¿o seria que andaba en otro mundo?, lo quede mirando mientras mi cuerpo y el animal que me acompañaba nos quedábamos detenidos. Con una elegancia que por años me había caracterizado moví mi cabeza para que mis cabellos intentaran quedarse quieto mis ojos buscaron los de aquel hombre, mirándolo con una extraña fiereza le dedique una sonrisa en la cual mostré mis dientes tan blancos como la luna de esa noche – Estaba perdida en el mar de mis pensamientos, Monsieur palabras claras, adornadas y suaves para comenzar una noche como esta. Hice una pausa tan larga como para que se formara un silencio incomodo, un silencio fácil de llevar mas cuando el corazón de aquel hombre era el tambor mayor de aquella orquesta, simplemente estruendoso, pacifico, magnifico. Moje mis labios con delicadeza antes de volver hablar - ¿Ayuda? Quizás usted podría ayudarme…. Quizás si… quizás no – pausa tras pausa cada segundo que pasaba por milésimo que era parecía una eternidad a esas horas.

El joven era atractivo de eso no había duda, en ese momento sentía la sed de probar tan sol una gota de su sangre, saborearlo y hacerle pasar una noche simplemente diferente, mis pensamientos se interrumpieron con el suave bramido del caballo que nos seguía de cerca, mis ojos se movieron en dirección hacia el animal y le guiñe un ojo de manera todo volviera a la calma nuevamente. Aun estábamos detenidos y tratando de no ocupar del todo uno de mis dones favoritos volví a mojar mis labios de una manera sensual, podría decir que todo sucedió de manera pausa, lenta. Poco a poco comenzaba el juego donde la seducción y la atracción surgían, para bien o para mal, eso pronto estaría por verse. Solo podía decir que ahora lo quería a él, ese joven era el capricho de esa noche.
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Mensaje por Invitado Jue Feb 02, 2012 9:29 pm

Un aura de misterio la rodeaba, el fuego de su cabello se fundía con el tono del mármol de su piel, aunque parecía mayor que yo, y no por que se notara amedrentada por los años, sino porque su mirada destilaba una sabiduría y seguridad que parecían absurdas, su figura y su semblante ni se veían acaecidos por los años. Era hermosa, sí, pero daba algo de miedo también, tal cosa comenzó a invadirme el pecho tan sólo nuestros ojos se cruzaron.

Sin querer eché el cuerpo para atrás y eso hizo que Babieca, mi caballo, me imitara, por algunos segundos, minutos quizá, ese fue el único sonido que escuchamos, el de los cascos de mi caballo sobre la tierra fangosa a orillas de la laguna. Entorné los ojos ante sus palabras, por un momento me quedé embelesado con aquello que decía, sin prestar atención a las palabras que se juntaban para hacer frases, luego entendí, o al menos, supe qué me había dicho, ya que algo vago y arcano rodeaba su voz; no supe a qué podía referirse y quién sabe qué pudo haber sido, pero me sentí intimidado.

Reí y solté a Babieca, sabía que no se iba a ir, de inmediato la bestia se acercó al cuerpo de agua y comenzó a beber, yo, por mi parte, me acerqué a la mujer, algo en ella me llamaba como la miel a las abejas y la observé con detenimientos.

-Entonces digamos que sí, que puedo ayudarla –sonreí de lado, no quería que me viera acobardado como estaba y disimulé, aunque no creo que con mucho éxito-, así qué estoy a sus servicios –hice una reverencia, yo desde el suelo y ella aún montada en el corcel. No entendía la extraña fascinación que de pronto me condujo a seguir conversando con aquella dama.

Siempre que me sucedía algo similar, con Amy, con Doreen, con Levana, con esta desconocida, se lo atribuía a mi deseo de dibujarlas, de dejarlas plasmadas para siempre en un sustrato blanco, y conservarlas para siempre a mi lado. Pero algo en este mujer en especial me parecía más profundo que eso, era ese sigilo que parecía rodearla como un halo rodea a un ángel.

-Alvar –llevé una mano al pecho y me presenté-, Alvar Trentemøller –di un paso más, pero sólo uno, su caballo me pareció atemorizante de pronto y fue muy extraño, porque nunca antes le había temido a un caballo, ni a los más salvajes, mi trabajo había sido, en el pasado, amansarlos y domesticarlos-, me gustaría conocer el nombre de tan hermosa mujer –dije guardando la distancia, una galantería que me venía natural relució en mis palabras.

Sí, eso, me moría por conocer el nombre de ella, que poseía una belleza que no podía nombrar, ni describir a la perfección, algo etéreo, algo acoquinado también. Una belleza extraña, al no encontrar una mejor palabra.
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Mensaje por Arlett de Lesseps Dom Feb 05, 2012 5:30 pm

Sus discípulos le dijeron:
Ves que la multitud te aprieta,
y dices: ¿Quién me ha tocado?
{Marcos 5:31}

Noches como estas eran pocas, escasas pero gloriosas, aquel hombre que de corta edad demostraba una grandeza interior que simplemente me atraía más que cualquier otro hombre que hubiera conocido hasta ahora, enigmático y atrayente, su sangre parecía llamarme, sus latidos nerviosos se hacían notar en medio de la noche silenciosa, ¿Nervioso? Una pequeña sonrisa inundo mis labios, aquello era lo que andaba buscando una armonía diferente, una de esas únicas como si fuera una joya que quisiera para mí y nadie más, le mire poniéndole atención a cada gesto a cada movimiento sintiendo que en cualquier momento saltaría sobre él y… Bueno eso no, suspire inflando mi pecho acariciando al caballo que montaba con cierta delicadeza, mi don o mi poder florecía solo con cada acto que hacía, atraer, hacer que solo yo estuviera en sus pensamientos encandilarlo solo con una mirada, con una frase, con un movimiento. Podía olfatear ese extraño miedo a lo desconocido, pero podríamos ser dos conocidos, me dije para mí.

Cuando soltó a su corcel sonreí, poco a poco el se liberaba de esas ataduras y yo gozaba con el espectáculo, sonreí al ver como se acercaba y el caballo sintió ese sigilo de miedo volví acariciarlo para que supiera que conmigo cerca nada le pasaría, nada. La noche me dirá si me ayudas o no mi voz se mezclo con el viento que hacía de lo suyo a nuestro alrededor, le mire nuevamente guiñándole un ojo, un juego de seducción que solo yo conocía y el seria el otro jugador, que poco a poco se adentraría en el misterio que me envolvía, ¿Jugar con su mente? No, no era necesario al menos por el momento. Su nombre retumbo en mis oídos, haciendo que mi lengua lamiera mis labios de manera cálida y sensual. Mire por toda la laguna y como si fuera una humana corriente desmonte con delicadeza dando un paso frente a él, investigándolo con la mirada, comiéndolo con el deseo Alvar Trentemøller dije su nombre con un acento diferente pero que sonaba cálido a los oídos de cualquiera – Arlett de Lesseps, un placer compartir esta noche con usted porque claro que la compartiríamos, no lo dejaría escapar. Y él había pronunciado aquellas palabras que serian su condena “Así que estoy a sus servicios” no se me olvidaría y le tomaría la cuenta en algún momento.

Mi caballo siguió al de él, bebiendo los ambos de las aguas de aquella laguna que parecía simplemente un cuadro a mi espalda. – Y Alvar pronuncie su nombre con toda la confianza que solo yo tenia,haciendo una de esas pausas misteriosas que gozaba más que nada ¿A qué se dedica? – en ningún momento le di tregua a sus ojos, que adornaban aquel rostro con matices inmortales, podría sin mentir quedarme toda una eternidad observándolos, pecaría hasta lo más profundo y en todos los sentidos, pero no correría riesgos. Algo había aprendido que la paciencia y sensualidad para una mujer eran unas gran arma a la hora del coqueteo, y precisamente eso haría, Coquetearle, hacer que desee tocarme, mirarme… un movimiento lleva a otro como una hilera de dominós dispuesto a ser botados uno a uno. Alvar, pensé sonriendo de manera sensual entrelazando mis dedos por mi larga cabellera, como si fuera un peine deje que mis dedos acariciaran lentamente, para luego dejar caer mi brazo.
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Mensaje por Invitado Sáb Feb 18, 2012 4:33 pm

Sonreí. No supe por qué, quizá porque aquella mujer, que con aquella mirada desdeñosa parecía ser dueña de todo, me prestaba atención a mí. ¿Tan vano me había vuelto el dinero?, que eso, las atenciones de una dama hermosa y sofisticada, me hicieran sonreír. No, se trataba de algo más, algo, una conjetura vaga y temeraria, la de pensar que con ese afán que tenía de apropiarse de todo aquello que sus ojos miraran, no le prestaba atención a cualquiera, entonces, ¿qué tenía yo de diferente?

Alcé ambas cejas ante su comentario pero guardé silencio, cuando la vi moverse para desmontar me acerqué para ayudarla pero parecía muy hábil, y de nuevo aquella sonrisita se dibujo en mi rostro, a parte de todo parecía buena cabalgando. El miedo, ese no se había ido, pero era un miedo en el buen sentido, a lo desconocido, a querer adentrarse a lo desconocido. Miedo que te empuja y no te ata.

Escuché mi nombre entonado por su voz, sonaba bien, el acento era distinto al duro tono escandinavo que cargaba yo y que jamás me desharía de él, porque era imposible y porque no quería, me recordaba de dónde venía, no sólo al Reino de Suecia, sino las sucias caballerizas de la familia que nos empleó por tantos años. Me acerqué finalmente a ella, mis pies se hundían en la hierba y el fangoso terreno y tomé su mano al escuchar su nombre, para luego besarla. Había visto por años cómo se comportaba la aristocracia, y aunque yo fui más bien un jovencito salvaje, ahora entendía mi papel.

-Arlett de Lesseps –fue mi turno entonces de decir su nombre, una tónica sin igual. Entorné los ojos ante sus movimientos, delicados y fieros a la vez, ¿me estaba coqueteando?, ¿o yo me estaba haciendo ideas que no eran en la cabeza?, preferí mantener mis reservas al respecto. Aunque he tenido cierto éxito con las mujeres, aún no me confío, allá en el nevado norte no soy más que uno más, acá, en territorio galo, sin embargo, parece que mis facciones nórdicas me destacan. Y no me molesta.

Solté con delicadeza su mano y observé a su jamelgo unirse a Babieca para luego dirigir mi mirada a ella. Buscaba qué ver que no fuera ella porque parecía que quedarme absorto en su belleza significaba una condena de la que yo no tenía idea, pero sentía como una señal que viene de fuera. Avancé hasta quedar a su lado, me traicionaba el deseo de seguir contemplando tus facciones y lo hice.

-Soy… -me quedé en silencio tras aquel inicio de frase, «soy heredero de una fortuna que no merezco», esa era la frase correcta, pues por mis venas la sangre del viejo Yves Veermer no corría, que me hubiera elegido a mi por sobre su propia descendencia había sido una vuelta de tuerca de un destino al que le gusta bromear, mismo que primero había puesto una condena de muerte sobre mi y luego todo el dinero del que carecí-, crío caballos, a eso me dedico –finalmente respondí –principalmente caballos de labranza y tiro –era la poderosa raza brabante la que enorgullecía al impero que Veermer había construido allá en Bruges, yo no los criaba en sí, claro estaba (lo hice en el pasado en Kuortane), pero eran los establos repletos de sementales los que mantenías las arcas llenas de oro.

-¿Y usted? –pregunté después, no me la imaginaba en algo que implicara esfuerzo, quizá su marido le daba todo y ella no movía un dedo, ¿tendría marido?, miré sin querer sus manos, ni una sola marca, lisas y blancas, perfectas, luego miré las mías, aún tenían cayos y cicatrices, el pasado me golpeaba de frente, recordaba quién fui. Nunca lo olvidaba.
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Mensaje por Arlett de Lesseps Miér Mar 07, 2012 2:36 pm

Entonces ellos contaban
las cosas que les habían acontecido en el camino,
y cómo le habían reconocido al partir el pan.
{Lucas 24:35}


Tenía una enorme confianza en mis palabras, mas en mi actuar conocía cada uno de mis movimientos como si noche a noche hiciera lo mismo , pero esta velada salía de todo esquema posible primero había hurtado un caballo, segundo estaba parada junto a un hombre guapo con rasgos de algún lejano lugar que causaban armonía con el paisaje a mis espaldas, un nombre que pronunciado de mis labios mostraba ese deseo ferviente de… de dejar salir a una mujer que vive para seducir, engatusar y… siempre habría una cosa que quedaría guardada en mis bajos instintos, ¿por qué ser uno cuando podíamos ser dos? Y justamente con él a mi lado éramos dos, sonreí mirándolo directo a esos ojos enigmáticos, con matices oscuros que le daban una vida que jamás tendría mi mirada, lamí mis labios de manera sensual al ver su caballerosidad, pensamientos vagos florecieron en mi cabeza, cuando una extraña satisfacción apareció en mi interior. Respire tan profundo como quise hacerlo el aroma a ese hombre era demasiado exquisito, un manjar del cual quería probar.

Mi vista se desvió al ver a los corceles juntos, al menos ellos parecían tranquilos, y volviendo a posar mi vista en el Un criador de caballos – pronuncie, mientras sonreía de lado - yo, solo se diferenciarlos por su color – dije como si fuera la más inocente mujer parada sobre esta tierra, ¿A caso no lo era? ¡Ja! Claro que no, mi inocencia había muerto el día que mi esposo decidió dejar este mundo. Y el viento elevo mis cabellos dejando que se posaran en mi rostro, cubriendo la mirada que decía mucho más que mis palabras, podría inmiscuirme en su mente jugar con el hacerlo desear por una vez, pero ¿acaso era necesario?, mi belleza era tan natural como la de una pura virgen, si, no ocupaba maquillaje en exceso, solo acentuaba lo que me gustaba un poco de sombra en mis ojos un lápiz labial rosa y un poco de brush para mis blancas mejillas, nada mas con eso podría conquistar, sin trucos… sin…

Soy… viuda, mi esposo falleció hace poco más de dos años – mentí en la fecha pero dije la verdad, fue una verdadera pena decir aquello, porque ya habían pasado más de novecientos años que seguía vagando, buscando alguien, un compañero, cuidando a la familia que no hacia más que meterse en líos, me deje llevar por la tormenta de pensamientos mientras mis cabellos libres como el viento jugaban frente a mí. Di un paso hacia adelante y afirmando mi larga cabellera – Me dedico a la fabricación de Perfumes era un trabajo que conocía pero no lo practicaba, pero en caso que conociera a Viola seria de gran ayuda, sabia lo necesario y mucho mas – En Inglaterra tengo mis perfumerías – moje mis labios nuevamente no me gustaba hablar de mí y viendo como la cabellera ajena se mecía me atreví a pasar uno de mis dedos marcando su frente para poder disfrutar de tan bello rostro.

Llevo unas semanas aquí en Paris – era cierto, pero de alguna forma podíamos hacer más interesante todo lo que nos rodeaba. Estaba decidida en tenerlo entre mis brazos una noche o tal vez dos, quien sabía si aquel joven de rasgos nórdicos podría sorprenderme quede muy cerca del, invadiendo su espacio de manera seductora, sabía que mi aroma le llamaría la atención siempre lograba sorprender con tan dulces fragancias ¿Que lo trajo esta noche a la Laguna? – me puse a un lado de el moviendo mi cuerpo como cual pluma se deja llevar por el aire – ¿Caminemos? di un paso en el frio de aquel lugar la noche gran soberana a esas horas seria mi alada a lo que pudiera ocurrir. El tiempo hace mucho dejo de importarme, mas las luces del amanecer dictarían mi partida o nuestra partida, sed no tenía mas curiosidad de probar una gota de él sería lo que me mantendría a su lado.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 23, 2012 3:43 am

Tenía algo, me desesperaba no saber con exactitud qué, aunque eso lo lograba hacer más interesante, lo cual se antojaba imposible considerando que por sí sola su figura y su presencia y ya representaban un misterio innegable e inconmensurable. Algo que atrae, la mujer ideal perseguida por el pobre tonto, así me sentí de pronto. Todos sus movimientos parecían tan naturales y estudiados por igual, aunque ya no tuve duda, había un tinte de coquetería que delineaba a todos ellos, no supe si era algo para conmigo o algo intrínseco en la bella dama, y decdí no quebrarme la cabeza con eso.

Reí cuando ella dijo no ser conocedora de la industria que yo había heredado (y de la que había vivido durante mi infancia y juventud, los caballos), era común, la gente los usa para sus carruajes o para montar, pero rara vez sabe la raza, y no es su obligación, es la mía y la de otros criadores hacerlo sencillo para ellos.

-Tal vez… tal vez luego pueda enseñarle algo referente a tan nobles animales –dije y callé luego dándome cuenta del atrevimiento que había cometido, de la libertad que me di permiso de cometer, ¿Acaso pretendía volver a verla pronto? Eso no estaba en mi, desde luego, la última palabra la tenía ella, quién era yo para disponer de su tiempo. Sonreí de lado para disimular mi embarazo y luego levanté ambas cejas al escucharla decir a lo que se dedicaba-, suena como todo un mundo –el de la perfumería, quería decir, quizá por ello su aroma me resultaba tan embriagante, o tal vez eran sólo ideas mías.

-Lo siento –me apresuré a decir cuando dijo ser viuda, lucía muy joven para serlo, pero así eran las cosas, me resultaba extraño que aun siendo viuda se encontrara sola, su belleza no era para que anduviera en sitios como este a estas horas, pero me había topado con tantas cosas ya en esta ciudad que todo comenzaba a parecerme normal o algo parecido.

-Yo también llevo poco en París –me llevé una mano al pecho, unos meses quizá, algunos días más que ella. Luego miré al cuerpo de agua que reflejaba la luz de la luna y las estrellas-, me gusta cabalgar de noche y ahora mi caballo me trajo a este sitio –respondí a su pregunta sin mirarla, aun observando la laguna que estaba frente a nosotros pero sobre todo recordando, pensando que aunque ahora mi ropa fuese fina y mi caballo mío y no prestado, no dejaba de ser el chiquillo que se crio en Kuotane entre lodo y corceles que no le pertenecían.

-Claro –desperté de mi estupor al escucharla y ofrecí mi brazo para caminar, comenzamos a avanzar por el litoral y yo me sentí completamente desarmado frente a ella-, y dígame –carraspeé y me recompuse-, ¿qué la trajo a usted a un sitio como este?, y me refiero a la laguna, aunque también sería interesante saber qué la tiene en París –no era de mi incumbencia, desde luego, pero era un pretexto perfecto para seguir conversando.

Miré al frente y a nuestros pasos y aunque la tenía cerca, de ese modo me costaba menos trabajo. Comprendí entonces el enorme poder que ella ejercía sobre mí, me haría sucumbir a sus caprichos si ese era su cometido.
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Mensaje por Arlett de Lesseps Dom Abr 15, 2012 4:18 pm

Y les dijo Jesús:
Venid en pos de mí,
y haré que seáis pescadores de hombres.
{Marcos 1:7}

Si había algo que me gustaba hacer con los hombres era seducirlos, dejarlos entrar en mi mundo mostrarle una parte de mi corazón que seco por loa años permanecía inerte en mi interior, reí para mis adentros era claro que lo que yo buscaba siempre se trataba de un poco de diversión, pero esa noche, ya me había divertido antes de venir a la laguna aun cuando el dulzor del aroma que emanaba su sangre me era casi un locura probarla ahora seria quebrantar una de mis tantas reglas, porque no era de beber por beber, menos de un desconocido, para eso tenía a mis esclavos de sangre de ellos podría beber siempre esta joya que tenia a mi lado era como el carbón a simple vista pero faltaba verle un poco más para saber que detrás de todo eso había un diamante que esperaba ser reconocido.

Pase mi mano derecha por mi cabello que suelto ondeaba a mis lados por la suave briza que nos acompañaba, cada uno de mis movimientos era delicado casi con una lentitud sobrehumana y eso era, y disfrutaba provocando ese encandilamiento mas en ese momento, ¿pero y si no lo ocupara sentiría esa misma atracción? Me gire al escuchar la propuesta que salía tan inocente de sus labios, sonreí nuevamente satisfecha - Yo encantada en volver a juntarme con usted – Touché precisamente eso no se lo esperaba él, y a decir verdad yo tampoco esperaba este encuentro – Para que así me pueda enseñar de tan bellas criaturas – bellas si el caballo mostraba una perfección y fuerza que muchos sobre estimaban pues a decir verdad yo era una de esas, lo importante en este momento era que ya había el firmado nuestro próximo encuentro, sonreí con gracia mirándole de re ojo sin perder ninguno de sus magníficos gesto de tan grácil rostro.

Deje pasar aquel “lo Siento” había pasado mucho tiempo y aunque era una herida abierta podía vivir con eso. Suspire como si me faltara el aire en mis pulmones y siempre afirmada del brazo de él deje que me guiara por las costas de aquella laguna que con un suave oleaje bailaba a nuestro andar. Cabalgar lo había hecho muchas veces en varios corceles diferentes, de diversos colores, cuando estaba viva, en la mansión me habían enseñado a cabalgar, mis paseo a media tarde eran en un corcel color canela, bayo recuerdo bien su nombre Canela.

Mis pensamientos viajaban décadas atrás, me gustaba esa capacidad de recordar aquella época en la que fui muy feliz, antes de convertirme. Solté otro suspiro – Somos extranjeros en tierras caprichosas – me atreví a decir, y en caprichosas iban los seres de la noche que siempre vagaban por estas tierras. – Me sentía ahogada en mi residencia, necesitaba sentir esa libertad de que el viento choque en mi rostro – cerré los ojos e hice un gesto de placer al sentir el aire que suponía estaba tan frio como mi piel – La noche es el momento donde todos podemos librarnos de nuestras ataduras, donde nadie nos vigila y – me detuve mirándolo a los ojos - donde dos personas podemos juntarnos por las casualidades de la vida – no creía en las casualidades, porque todo sucedía por algo, eso lo había aprendido en los años . Cerré mis ojos y volví a ponerme a su lado para seguir caminando – Vine a Paris, a visitar a un familiar que también fabrica perfumes. Ella tiene unas recetas que necesito – en realidad todo eso era mentira, no necesitaba ninguna receta pero no podría decirle vengo a proteger a mi Deca-enesima- nieta eso sería absurdo y de seguro no me crearía, mejor era hablar con lo que los humanos conocían, con lo que ellos sabían y que mejor pretexto que aquel. – Siempre es bueno visitar a los familiares – mi voz salió dulce y sutil de mis labios mientras mis pies seguían a paso firme y delicado a su lado, yo no lo había incitado a seguir el era quien quería mas, y yo no era quien para negarme, menos al encanto natural que tenia Alvar – Quizás algún día de estos podríamos quedar en cabalgar – y ahí estaba yo en el juego de la coquetería, mojando mis labios, moviendo mi cabeza con cuidado, susurrando palabras que llegaran a él para embriagarlo de mis encantos – Siempre puede ser de noche y podemos adentrarnos en la misteriosa oscuridad que esta ciudad, laguna o bosque nos ofrece… o tal vez podría hacerme compañía a un jardín muy famoso en Paris dicen que de noche es un verdadero espectáculo – sí, eso era agrandar la invitación, hacer que este encuentro no sería del todo pasajero, quizás podría seguir y besarlo, beber de él… o tal vez… solo tal vez hacer que me desee solo un poco para no pasar de que yo lo necesite a él si no todo lo contrario. No dije mas, ya había plantado en nuestra conversación algo que de seguro le interesaría.
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Mensaje por Invitado Sáb Abr 28, 2012 1:57 am

Mantuve la vista al frente, seguro que si volteaba aquella mujer terminaría por embrujarme. A quién engañaba, me había embrujado desde ya, desde que la vi a la distancia solitaria a orillas de la laguna. Miré por sobre mi hombro y ambos caballos estaban ahí, en el mismo sitio en el que los habíamos dejado, era mejor eso a mirarla a ella, pero era inevitable, su encanto natural era un imán para mis ojos, ese cabello rojo encendido y esa piel blanca como el mármol, pero si atractivo iba más allá de los físico, hablaba con gracia, se movía con sutileza y exudaba sofisticación. Al notar todo eso me sentí de nuevo el chiquillo sin educación que en el fondo seguía siendo. Para alguien de estatus era raro que no supiera leer ni escribir, más que lo básico, pero la diferencia radicaba en que a mi me llegó la fortuna por un azar, no por haber nacido en cuna de oro, me sentí avergonzado de tener que admitirlo y sólo esbocé una sonrisa tonta mientras ella hablaba.

-Pero la noche es peligrosa también –interrumpí un poco. Me sorprendía que ella anduviera sola, es más, ni yo debía salir solo según entendía dado mi nuevo nivel social, pero no me acostumbraba a andar flanqueado por guardias en pos de no ser atacado. Tampoco me creía capaz de defenderme solo, mi cuerpo aún presentaba ciertos estragos de la pelagra que me retuvo en Bélgica, y jamás fue de complexión musculosa, se me puede tachar de delgado, rayando en lo enjuto-. Ya lo creo, entiendo el deseo por la libertad –siempre había corrido por grandes campos en Kuortane, ahora que tenía que hacerme cargo de los negocios de Vermeer me sentía atado, pero era mi deber, era la oportunidad perfecta para ayudar a mi madre y mis hermanas, y siempre, desde que mi padre murió, me he hecho cargo de ellas, bien o mal, y que ahra tenga dinero no cambia nada, sólo quizá que ahora cuento con los medios para ayudarlas. Luego simplemente asentí al saber sus motivos de estar en la ciudad.

-Cabalgar o degustar perfumes –añadí a su propuesta, ambos podíamos aprender algo del otro, eso me parecía al menos. Aunque una cosa tuve clara, yo era un niño en comparación de ella, y no lo decía por edad que ambos aparentábamos, sino porque en sus ojos se notaba un brillo distinto, uno que nunca había visto, uno suspicaz y astuto, como si su mirada tuviera más años que lo que semblante daba a entender. Ideas mías, claro estaba.

-Ya veo –sonreí –le gusta más la hora nocturna, no tengo inconveniente, usted parece mejor enterada, la verdad yo no he visitado muchos sitios aún en la ciudad, no me vendría mal conocer algunos, y por lo que me dice, ese jardín suena encantador –suspiré y miré el manto negro que estaba sobre nuestras cabezas –allá en Suecia la naturaleza es dueña de todo, lo extraño –admití –me gustaría ver ese Edén en medio de la urbe que es París –dije con cierto desenfado. Era verdad, una vez que puse un pie en esta ciudad todo me pareció caótico, aglomerado, sucio y ruidoso, tan diferente a la tranquila Kuortane y Suecia en general. Incluso Bruges era más tranquilo que aquí, como si aquí hiciera ebullición todo. Era el lugar en el todo mundo deseaba estar, cada uno por sus propios motivos. Yo tenía los míos también.

-Pero suena a que nos estamos despidiendo –reí –haciendo planes para volvernos a ver y todo, pero la noche es joven, no me diga que ya tiene que irse –aunque me seguía poniendo nervioso, no iba a negarlo, hablé con más seguridad, con cierta vehemencia por prolongar su compañía. Me gustaba que fuese un misterio y que me dejara jugar a que podía adentrarme en ese acertijo. Yo sabía que no lo iba a descifrar, y ella lo sabía también.
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Mensaje por Arlett de Lesseps Jue Jun 14, 2012 3:59 pm

Jesús le respondió:
Yo públicamente he hablado al mundo;
siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo,
donde se reúnen todos los judíos,
y nada he hablado en oculto.
{Juan 18:20}


Realmente aunque los años pasaran por mi mente, mas nunca por mi cuerpo la seguridad siempre había crecido de mi lado no era una mujer de esas que no se expresaba, me gustaba conversar, en la soledad que mucho tiempo estuve vivía hablando sola, con mis presas que seducía aun cuando estas yacían muertas les contaba de mi vida, de los que fueron mis anhelos y de las metas que tal vez nunca llegue a cumplir. Escuchaba atenta cada palabra, observe cada gesto que él me regalaba, no quería encandilarle, no sería justo, yo era simplemente una persona que carecía de alma, que no conocía su verdadero rumbo pero que tenía una promesa por cumplir, y nadie en esta vida me impediría acabarla. Le solté había caminado todo este tiempo tomada de su brazo, quería que me viera, que disfrutara del paisaje y claramente que también de mi. Avance más rápido, quizás me adelante unos pasos más y me gire para quedar frente a él, mi cabellera que suelta bailo por sobre mis hombros, el rojo se tornaba oscuro cuando la luna no deseaba mirarme pero esa noche era nuestra gran espectadora con su manto tintineante y la oscuridad que me había obligado a vivir. – La naturaleza nos permite sentirnos vivos cada instante que pasa… y créame que aunque toda mi vida estuve en una ciudad visitar los bosques siempre ha sido lo mío, cabalgar, disfrutar de una libertad que obligada me ha llegado, mas cuando tuve un esposo el siempre me acompañaba a cabalgar, y yo le hacía compañía cuando entre los dos creábamos perfumes – porque si, entre los dos habíamos creado, el fue por sobre todo mi mentor, mi amante y mi amigo, resople cerrando los ojos y mirando aquella mirada llena de una vida que yo carecía.

No es una despedida, solo estamos haciendo planes para un encuentro que nos estará esperando – me acerque a él quedando muy cerca mi cuerpo del suyo sonreí con ese aire de misterio que me caracterizaba solté el aliento que no tenia en mis pulmones haciendo que llegara a el que rosara su rostro, embriagarlo sin usar mis métodos, embriagarlo siendo yo misma, Arlett de Lesseps. – La noche es corta cuando… se está acompañada…- en realidad no quería decir aquello sino mas bien “es corta cuando se es vampiro”–Disfrutemos, de esta velada que nos está regalando la luna, sus estrellas y aquellas aguas que danzan invitándonos a movernos acorde una nota que solo está en nuestra imaginación – alguna vez, me dedique a leer sonetos de un olvidado autor, que mostraban la naturaleza humana, la magia que era ser uno de ellos. ¿Por qué los leía? Por sentirme viva, y aquel hombre Alvar con toda su vitalidad hacia que un corazón inerte volviera a latir haciendo que lograra sentirme viva otra vez ¿era posible? Absolutamente no, pero era la única forma de describir como me sentía en ese momento, este es mi momento, pensé.

No escatime en nada y me acerque tomándole la mano y apoyando mi otra en su hombro – Un vals con las melodías de la naturaleza – era loco, pero divertido, sofisticado pero simple, no hacía falta música de fondo cuando teníamos a un viento que se mezclaba con los arboles, proporcionándonos una extraña melodía de la cual seriamos participes-Seamos libres como el viento que viaja de norte a sur, de este a oeste – susurre en su oído, quedándome ahí para que escuchara mi respiración, mis labios rozaron el lóbulo de aquel para después alejarme y mover mi cuerpo con delicadeza, cerré mis ojos, dejándome llevar por el, por mi, por todo. – Este es el comienzo…
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Mensaje por Invitado Sáb Ago 18, 2012 2:04 am

Sus palabras me sonaron contundentemente ciertas y vagamente familiares, era tal vez porque yo las repetía en mi cabeza sin darme cuenta y desde que tengo uso de razón, quizá no con esos mismos vocablos, pero sí con esa misma intención y sí para referirme a lo mismo. La naturaleza siempre ha sido mi entorno incluso ahora que tengo que controlar mis instintos, a menudo pienso que sacrifiqué mi libertad por esta herencia ajena, fue un sacrificio obligado, en el que de pronto me vi envuelto en una situación fuera de mi control y a la que tuve que decir que “sí” porque “no” no existía como opción, porque aunque pude haber huido de lo que Veermer me regalaba, mi poderoso sentido del deber me ancló a Bélgica e hizo un llamado inmediato a Kuortane, el llamado a mi familia, a que vinieran, a encontrarnos, a decirles con júbilo que por fin íbamos a tener todo eso que nos hizo falta en el pasado. Pero incluso así, la naturaleza seguía siendo mi verdadero ambiente, mi hábitat para el animal que soy, el sitio en el que me siento más cómodo, por eso, después de todo, había decidido salir esa noche a cabalgar dirigiendo a Babieca hasta la laguna, donde estábamos, sin saber que me toparía con esta intrigante dama, un regalo extra que era bienvenido y no sólo eso, sino agradecido.

Asentí ante todo lo que me decía, no es que me hubiera dejado sin palabras –en parte sí lo era- sino que prefería que ella condujera la conversación, yo no era el mejor conversador y ella lucía mucho más interesante de escuchar, con muchas más cosas que decir. La noche definitivamente era corta, pero en su voz también sonaba a una evocación de un sueño extraño, propio y ajeno, su descripción llenó mis oídos y mis sentidos, miré a mi alrededor, escuché, olí y sentí, la noche era un momento raro y preciado, sórdido y romántico a partes iguales, misterioso como ella misma lo era.

Sentirla cerca me puso tenso, estuve seguro que ella disfrutaba tener ese efecto sobre mí o simplemente era yo solo el que disfrutaba pensar eso. Sonreí de lado y la tomé como para bailar, durante mi infancia había observado a mis amos hacerlo y aprendí algo de eso, ahora lo he visto de primera mano a las reuniones que tengo –sí, tengo, como una obligación- que asistir, sin embargo no soy el mejor bailarín, ella me guiaría en esta melodía de silencio, de oleaje suave, viento entre las ramas y sonidos indescifrables del bosque.

-Un vals –repetí tomando su mano y luego posando la otra en su espalda baja, esperaba que entendiera que era todo en el tenor del baile y no porque quisiera propasarme con ella. Un pensamiento tonto dadas las circunstancias, una aclaración no hecha por fortuna, que estaba de más. Quise tomar la iniciativa pero a quién engañaba, no sabía como hacerlo, miré nuestros pies sobre el suelo húmedo y alcé la mirada, clavé mis ojos azules en los ajenos y de pronto moverme pareció irrelevante, la comunión de nuestras miradas tomó protagonismo inesperado-. ¿De qué? ¿El comienzo de qué? –mis cuestionamiento salieron como los de un niño curioso que pregunta a sus mayores. Estuvimos así, tomados como para bailar pero sin movernos.

No aguardé por una respuesta, me moví al frente con torpeza dada la pose en la que estaba y me incliné para besarla, la besé en la comisura de los labios, casi avergonzado de haberme atrevido, mi intención primera era besarla de lleno en la boca y me arrepentí, porque sí, yo era un chiquillo y ella una mujer inalcanzable, sin dejar de lado el hecho de que éramos unos desconocidos. No supe de qué recóndito lugar había nacido y surgido ese impulso.
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Mensaje por Arlett de Lesseps Sáb Ago 18, 2012 1:38 pm

Por tanto os digo:
No os afanéis por vuestra vida,
qué habéis de comer o qué habéis de beber;
ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir.
¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
{Mateo 6:25}

Podía ocupar mis dones, aquellos poderes que tenía como vampiresa, hacerlo caer rendido a mis pies, dejar que me deseara, que sintiera una necesidad de tener y poseer mi cuerpo. Pero no, eso era mentirme a mi misma eso sería hacer lo de siempre y esta noche no era igual a todas esas noches oscuras donde buscaba a cualquier mortal para seducir, hoy estaba llena saciada pero aun así el dulzor de él me mantenía ahí sin poder separarme de él, su corazón que latía adentro me daba una vitalidad de la que podía hasta yo disfrutar. Noche caprichosa y silenciosa que nos conducía por los caminos no solo de la laguna si no de lo que en nuestro interior deseábamos ¿Qué era? Meterme a sus pensamientos era demasiado tentador, pero contuve el deseo de hacerlo, prefería que la noche me dijera todo lo que deseaba él, lo mío estaba más que claro. Deseaba al joven Alvar.

Su mano rápidamente se poso en mi espalda baja sonreí de lado mientras acortaba la distancia entre nuestros cuerpos él estaba nervioso su torrente sanguíneo me lo decía, corriendo acelerado por su cuerpo, del joven emanaba un aroma tan delicioso que poco a poco me embriagaba y parados ahí en silencio bailando sin bailar, moviéndonos sin siquiera dar un paso di un paso hacia un lado el vals solo tenía un movimiento simple, suave en el que uno parecía volar mientras se movía pero ahí estábamos él con sus cuestionamientos y yo formulando una respuesta… La respuesta fue callada con lo que pareció ser un beso, ¿Sorpresa? Si me había tomado por sorpresa no lo demostré no había por qué hacerlo, mas solo una amplia sonrisa apareció en mis labios. – El comienzo de un vals – acerque mis labios tanto a los de él para que con cada palabra rozaran de manera peligrosa.

Sentí su aliento, enloqueciéndome en ese momento hice como si tomaba aire llenando mi interior y expulsando todo lo que había entrado el había comenzado y yo era la mejor carta para terminar, para dar el paso restante, bajo mi control estaba a final de cuentas no lo dejaría ir así como así. Cerré mis ojos como cual dama e hice lo que el debió hacer, lo bese dando con mis labios una caricia en los suyos obligando con mi propio movimiento de labios que el abriera la boca y continuara, seducirlo no había sido necesario mi lengua busco en la boca ajena la suya para darle un suave masaje. Su sabor era un verdadero manjar el cual con ese beso comencé a disfrutar, hasta podía predecir como era su sangre, dulce, gruesa, caliente y excitante.

Era hora de movernos era hora de comenzar el Vals acompañado con aquel beso me moví, guiando en la oscuridad de la noche, mientras el viento comenzaba a soplar dando las notas y un compas para que en forma de una melodía llegara a nosotros, en nuestro baile silencioso, donde un beso había comenzado. Aleje mis labios depositando un beso corto en sobre sus labios, abriendo los ojos para mirarle, no hacía falta más nada, ni una palabra, ni música, ni sentir vergüenza, los pasos solos iban de aquí para allá, parecía que no nos movíamos, mas en realidad no lo hacíamos, solo era un vaivén de nuestros cuerpos juntos en la posición inicial. – El comienzo de un beso… - susurre volviendo acercar mis labios a los suyos pero sin tocarlos, era su turno su interior quería besarme, le daría el gusto de hacerlo nuevamente, de probar… de experimentar sensaciones nuevas, de conocerme aunque sea superficialmente, tal vez un poco mas allá.
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Mensaje por Invitado Jue Sep 27, 2012 12:32 am

Todo me dijo que mi atrevimiento no había sido tomado a mal, al contrario había sido bienvenido, sin embargo, no fue hasta después de un rato que me hice consciente de mi posición, su cercanía me tensaba como muy pocas cosas que pudiera recordar y eso provocaba un bloqueo mental del que me empezaba a percatar, como si la deseara y a la vez le temiera. Quién sabe, tal vez esa era su intención para conmigo, o simplemente se trataba de algo inmanente a su persona, en cualquiera de los casos, soltarla no era opción. Mi cuerpo estaba recto y rígido como una flecha que apunta al cielo, aquel beso breve que le di me obnubiló el pensamiento pero no importó, pronto eso fue lo menos relevante en toda aquella situación, ella me besaba a mí con un arrojo más discordante y contrario a mi sentido común, que me decía que debía parar todo aquello.

No me resistí ni un segundo, esa fue la verdad, al contrario, disfruté cada momento de su contacto, sin oposición alguna la dejé hacer conmigo lo que le viniera en gana y en algún recóndito lugar de mi cabeza, aquello cobró un sentido apabullante, el hecho de someterme a la voluntad de aquella mujer que parecía poseer todo lo que tocaba, todo en lo que posara sus ojos y aunque eso me reducía a concepto de objeto, tuvo sentido. Comenzamos a movernos y aunque el aire comenzó a faltarme, no quise romper el contacto de inmediato, como si estar en aquella situación fuese un sueño y separarme fuese el despertar pero llegó un momento en el que fue inevitable y nos separarnos, la observé a los ojos para ver cual era su reacción y la vi impávida como si nada y supe, o confirmé, que esa mujer se salía de toda norma. Eché el cuerpo hacia atrás para poder verla mejor y luego asentí, afiancé el agarre que mantenía sobre ella y me moví sobre la superficie fangosa del litoral del lago, el baile continuó a la luz de la luna.

-El comienzo de algo, entonces –arqueé una ceja y pregunté con perspicacia, la inseguridad había sido sustituida por intriga, si bien aún me sentía abrumado por ella, sabía, después de lo acontecido, que no eran ideas mías, que no me había formado historias imposibles en la cabeza, que a cierto nivel, yo también le parecía atractivo y eso me ayudó a continuar con la velada ya sin sentirme tan apabullado-, me gustaría saber el comienzo de qué –dije mientras giraba, mientras hacía que nuestros cuerpos se movieran al ritmo de una melodía inexistente. Había tomado el liderazgo en aquel baile ahora que mis temores habían sido aplastados con la dulzura y arrojo de un beso.

Entonces poco a poco fui disminuyendo el compás de nuestro vals hasta que lo hice terminar y la tomé sólo de una mano y la observé.

-Arlett, qué clase de hechizo has arrojado sobre mí –sonreí de lado y dije a modo de broma, claro, con un semblante de galancete barato, pero jamás perdiendo cierta compostura que, aunque mi origen fuese humilde, me hacía lucir gallardo, no sé si elegante o poderoso, pero sí gallardo-, ¿o ha sido la noche la que ha arrojado un hechizo sobre ambos? –la halé para tenerla cerca de nuevo, volví a tomarla como su fuésemos a bailar, su rostro quedó a un palmo de distancia del mío, no la besé, sólo me acerqué asegurándome que mi barba hiciera cosquillas en su marmórea piel, olí su aroma, me acerqué a su cuello y empujé hasta quedar más lejos del agua, en una alfombra segura de verde pasto, me agaché y la jalé para que me acompañara, lentamente me tendí sobre la hierba y la invité sin palabras a que hiciera lo mismo, más allá pude ver a nuestros caballos en el agua tranquilos, parecía que no se movían, y la luna y las estrellas sobre nosotros.

-Dime entonces, qué comienza –pregunté de nuevo aquella cuestión irrelevante, daba igual qué era lo que iniciaba esa noche, podía ser nada, era sólo un hilo conductor para mí, esa cuestión me mantenía en ese sitio y por eso debía exponerla cada vez que tuviera oportunidad, no me interesaba la respuesta. De algún modo, Arlett con su presencia respondía a esa pregunta.
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Mensaje por Arlett de Lesseps Miér Oct 10, 2012 10:32 pm

He aquí mi siervo, a quien he escogido;
Mi Amado, en quien se agrada mi alma;
Pondré mi Espíritu sobre él,
Y a los gentiles anunciará juicio.
(Mateo 12:18)


Y puede que la noche sea solo eterna cuando eres de mi clase, con mi espíritu y mis miedos ¿pero qué sería una noche sin esto? Sin un beso que te haga sentir vivo o sin un corazón latiendo cerca del cual poder embriagarse, mientras el viento se encarga de que nuestros cuerpos se muevan en una melodía inaudible, mis pies se balancean dando el poder a mi acompañante a mandar esta noche, por que a final de cuentas soy una dama muerta, solo carne que vive de un elixir tan caliente y revitalizador como lo era la sangre, aquel carmín que corría por las venas de Alvar. El beso eterno solo podría existir para un vampiro pero como no era este caso el aliento falto, respire profundamente no lo necesitaba más lo que si era sentir que aun podía vivir, que no era necesario ningún embrujo para que un hombre callera ante mis pies, moje mis labios con suavidad escuchando su pregunta. De la cual no tenía respuesta por que ya le había dicho ¿o no?

Nuestra danza termino, en ningún momento quite mi vista de las preciosas perlas que el poseía, hipnotizantes miraban como si en realidad algún hechizo hubiera caído sobre él, sobre mí, sobre nosotros, torcí una sonrisa dulce, pura y llena de esa calidez que pocas veces sacaba a flote. Tenía palabras que llegaban a mi cabeza pero no podía pronunciarlas, no tenia sed, no necesitaba beber de él e irme como si nada, esta noche de principio a fin sería diferente llena de algo que muy pocos sabían, donde quizás el romanticismo estaba en el aire.

Me deje guiar por el algo sorprendida pero aun en silencio, si pudiera ruborizar mis mejillas lo habría hecho pero no, suspire antes de tomar asiento a su lado - El hechizo que toda mujer tiene – hice una pausa mientras me acomodaba, gire mi cabeza mirando el horizonte – Y no lo puedo relevar, la noche me ayudo es mi cómplice – eternamente, aquella palabra hubiera calzado como anillo al dedo pero no era necesaria.

Una ventaja de mi clase era que no necesitaba acercarme mucho para sentir su aroma, su nerviosismo o su miedo, que por arte de magia parecía haber desaparecido, aquello me tranquilizo aun más el tenia un encanto natural, demasiado para ser un simple mortal, demasiado para un simple criador de caballos, levante mi mano y la posicione a la altura de su corazón sintiendo como este latía, como aquel golpeteo se traspasaba a mi cuerpo y hacia vibrar cada rincón de mi – El comienzo de una noche diferente… pueden existir muchos comienzos… de una amistad, de una vida… - de la muerte – de… - aguarde silencio quitando mi mano y acercando mi rostro a él para depositar un beso corto, suave dejando mi aliento en el, escuchando el bombeo de su corazón – ¿De que te gustaría que fuera el comienzo? – le mire con algo de dulzura pero antes de que pudiera darme una respuesta le volví a besar, pasé mi mano por su nuca mientras doblaba un poco mi cuerpo hacia él. Jugué con ese beso, lo hice suave disfrutando de aquel dulce sabor, masajee su lengua con la mía lentamente aun faltaban horas para que el sol saliera… habría tiempo para respuestas y preguntas y quizás para quedar en un encuentro alguna otra noche no muy lejana.
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Mensaje por Invitado Vie Oct 19, 2012 12:35 am

La cuestión real, el leit motiv de la noche era esa interrogante que se balanceaba sobre ambos como un enorme candelabro de plata –la luna-, meciéndose observando nuestro mudo vals, como un testigo sin voz, y la respuesta era un animal salvaje imposible de atrapar vivo y que muerto no nos servía de nada, un animal que con garras y colmillos asechaba pero no se iba a nuestra yugular, sólo nos miraba entre la maleza y sabía que estábamos ahí y nosotros que él estaba ahí, y con saberlo presente bastaba, no hacía falta vocalizar su nombre; esa era la respuesta a la pregunta que ambos nos habíamos formulado, ¿qué iniciaba esa noche? La respuesta yacía en ese animal anónimo que estaba pero no podía ser visto.

Una vez que estuve sobre el césped me recargué en un costado para poder verla mejor y con una mano me dediqué a acariciar el pasto como si tratara de tranquilizar una bestia, aunque a quien trataba de tranquilizar era a mi mismo, si bien mis avances en pos de ella habían sido bien recibidos, aun me transmitía esa aura de merecedora de un respeto reverencial y eso no iba a cambiar por más que nos besáramos, por más que conversáramos, estaba escrito entre ambos como un texto rayado en el mucho o poco espacio que nos separara, en el mismo aire, ella estaba en un pedestal y yo era un niño a jugar que podía alcanzarla. Reí ante su sencilla respuesta y supuse que tenía razón, durante mi viaje para llegar a París tuve a Eve a mi lado todo el tiempo, pero las mujeres en general ejercían un poder impresionante –e inexplicable- sobre nosotros, pobres diablos del sexo masculino. Me quedé pensando en sus palabras pero luego me preguntó algo y mi mirada se clavó en la suya, abrí la boca para responder, aunque no sabía qué (responder era invocar a ese animal preparado para la emboscada), sin embargo, no pude hacerlo, fue ella quien me besó y yo no tardé en corresponder sin pensar demasiado en otras cosas, en otras mujeres que antes tuvieron ese mismo poder sobre mí.

Profundicé el contacto, mi mano fue hasta su nuca, se enredó en su cabello rojo y de ese modo hice que el beso fuese más intenso, más prolongado, más apasionado. Porque eso era (quizá esa era la respuesta correcta a la pregunta que esa noche conducía nuestro encuentro), pasión pura y desbordada, sus caricias podían ser tiernas pero al final lo que nos movía a ambos era el frenesí del momento, y en esas mismas caricias sutiles, podía sentir deseo. Seguí besando y me moví de modo que pude quedar encima de ella, y ambos encima de la hierba.

-Lo que me gusta del concepto de comienzo, es que entonces quiere decir que habrá próximos encuentros –me separé para decir aquello cerca de su oído y luego besar su cuello. Yo no andaba por la vida conquistando mujeres, pero debo admitir que éstas siempre han sido mi delirio, y Arlett, de entre todas, la que más me ha intrigado, la que parece más dispuesta a matarme de ser necesario y por eso, la que más rápido me ha conquistado… todo en ese tono arranque, no de historia romántica con final feliz. Y así era mejor, estuve seguro que ella, siendo quien era, como era –bella y poderosa- no me quería a mí para otra cosa, y lejos de sentirme ofendido, me sentía profundamente halagado… y emocionado también.
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Mensaje por Arlett de Lesseps Miér Oct 24, 2012 1:47 am

En él estaba la vida
y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece,
y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
(Juan 1, 4-5)


¿Cómo negarse a lo que mi naturaleza deseaba en ese momento? Solo lo largos años me acompañaban y eran mis aliados en ese momento, no necesitaba de él eso lo tenía claro y cuando pensaba en necesitar hablaba de su sangre, más bien el con su simpleza y esa calidez de pueblerino conquistaba no mi corazón sino mas ben mis sentidos que parecían pronunciarse ante él, insegura muchas veces lo era pero él me dejaba en claro que aun tenía el poder, esa magia que encantaba a los hombres sin necesidad de ejercer algún tipo de encantamiento, mis dones permanecían ocultos en mi interior y simplemente podría decir que esta era Arlett de Lesseps una mujer que se dejaba seducir, que no intentaba nada de otro mundo una dama que simplemente quería vivir.

ese momento ese era el comienzo la entrada a un laberinto donde las respuestas eras muchas y variadas, donde existían bifurcaciones que cambiaban a la orden de la noche ambos entrabamos en el juego del otro y aunque el dijera que yo lo había hechizado estaba segura que aquellas perlas que sostenía en sus rostro habían dejado caer en mi un embrujo para cegar mis instintos naturales y por primera vez en muchos años volver a sentir que la vida estaba entre mis manos. No era una fiera, tampoco un arma de seducción ni mucho menos un vampiro, a esas altura tan solo era lo que nunca había sido YO.

Mi cuerpo se movió en compas a lo que él había querido mis manos buscaron aferrarse de él para no dejarle escapar y mis labios acariciaron con frenesí los ajenos, besando de una manera intensa y prolongada degustando aquel sabor que desbordaba deseo, pasión oculta en él y en mi, una pasión que lentamente salía a flote mientras el viento, la noche, la laguna quedaba atrás tan solo nos dejaban a la intemperie solo nosotros dos, en la inmensidad de una noche estrellada donde la máxima estrella grababa en su luminosidad lo que en la tierra ocurría. Inspire el aire que pareció entrar en mi interior, mis ojos clavados en los de Alvar formaron una sonrisa aun antes que mis labios Próximos encuentros… hay una eternidad para aquellos – De la misma manera que él había hablado lo hice yo tan solo un susurro que se opaco cuando el beso mi cuello y estremeció hasta mi alma en ese momento.

No pensé mas de lo necesario, tampoco pronuncie palabras de las que luego me arrepentiría, ahora no era necesario ya no eran simples oraciones para decir lo que la noche deseaba para nosotros. Nunca me daba el tiempo para disfrutar a mis presas y ahí estaba la diferencia Alvar en ningún momento lo había visto como tal, diferente de pies a cabeza merecía un trato sin igual. Y con la delicadeza que se me destacaba tome entre mis manos su camisa a la altura de su pecho y acercando su cuerpo al mío bese la vena que sobre salía de las otras, no afloje en ningún momento continué un camino imaginario hasta sus labios en donde solo repare en darles una pequeña mordida, juguetona quizás, para terminar con el pacto sellado de un beso, donde mis labios buscaban los ajenos para así hacer el contacto de ambas bocas una especie de rito mágico, donde el labio inferior que había sido mordido latía entre los míos gracias a la sangre de aquellas pequeñas venas que habitaban ahí. No di en ningún momento soltura mas al contrario lo acerque más a mí, intentando contener mi fuerza prolongando el beso lo mas que pudiera. Mi lengua viajo para hacer contacto con la suya y entre masajes lentos, el deseo crecía en mi interior, la pasión comenzaba a contemplarme y envolveré en un manto donde solo yo y el éramos los participantes, con cuidado y por acto reflejo detuve el beso, dándole un espacio para respirar. Le solté con cuidado y pase mi mano por sus mejillas en busca de su abrigo mientras bajaba con cuidado por sus hombros dejando pequeñas caricias sutiles casi sin que él pudiera sentirlas, baje por sus costillas donde me detuve y buscando una abertura para tocar su piel encontré el termino de la camisa y el comienzo del pantalón, sin pedir permiso puse mi fría mano en su espalda, mis ojos se cerraron mientras Alvar me entregaba su calor sin que el mismo se diera cuenta…


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Mensaje por Invitado Mar Nov 13, 2012 10:21 pm

Al salir aquella noche jamás me imaginé un encuentro como este, París me había demostrado hasta entonces que se trataba de una urbe llena de sorpresas en cada esquina, una ciudad en a que aburrirse no existía como opción y por supuesto que ya había conocido variopintos personajes. Pero Arlett, oh Arlett… me estaba volviendo loco y en mi cabeza cada vez cobraba más sentido el hecho de atribuirle poderes sobrenaturales, claro estaba, esos sólo eran cuentos para asustar niños. El embrujo debía venir de algún otro sitio, de algún lugar imposible de ser localizado en un mapa, o en un cuerpo, venía de la noche, de las estrellas, de nuestros mansos caballos a orillas del lago, del agua y su espejo, de la luna y su luz plateada. Venía de todos lados, de su gracia, de su sofisticación y porte y mirada y manos, de esa abrumadora sensación de que todo lo que ella tocara se convertía en su propiedad. El aliento hizo falta pero traté de prolongar el contacto de sus labios con los míos todo lo que pude, mi cuerpo descansaba sobre el suyo e incluso en esa posición sentía que el entero control lo tenía ella.

Sonreí apenas contra su piel cuando habló de eternidad, pronunció aquella palabra con una evocación que jamás había escuchado en nadie, no sé si habrán sido ideas mías causa del calor del momento, pero puedo jurar que ese término tenía un significado completamente diferente para ella y para mí y al escucharlo y dejarme besar en el cuello, justo a lo largo de la yugular y sentir mi sangre bombeando con fuerza sobre sus labios me di cuenta de la fragilidad de la vida, de mi vida. No supe por qué esa mujer, precisamente esa me hacía reflexionar en tales cosas. La mayoría del tiempo estoy al tanto de la endeblez de la vida, ¿qué es más frágil que un ave saliendo de su cascarón? Exacto, y yo que, a pesar de las limitantes sigo pintando, me fijo en todo aquello, las nubes que se mueven y los sapos que croan a la orilla de un lago.

La sensación se incrementó al sentir su frío tacto, mismo que atribuí al clima, aunque yo más bien estaba cálido, lo usual, quizá un poco más por tenerla así conmigo, y al mismo tiempo el miedo ascendió de mis pies hasta mi cabeza como un ramalazo de electricidad líquida que se riega por mis venas, miedo y fascinación, como si ella fuese un arma letal, pero seguro que valía la pena el riesgo. Me sentí completamente avasallado al notar cómo ella tomaba la iniciativa… de nuevo y aunque era una mujer fuerte, de eso no sabía duda, no podía quedarme así nada más, sin hacer nada. Mis manos descendieron hasta sus caderas, para mí era más complicado acceder a esa inmaculada piel debido al vestido y corsé, pero acaricié sobre la tela, acaricié con desesperación, caí en cuenta que mis movimientos eran ansiosos y poco estudiados, parecía que si no seguía tocándola huiría como una golondrina. Gemí levemente, no supe por qué, por sentir su gélido tacto quizá o por la combinación de absolutamente todo, mis sentidos estaban a flor de piel, podía sentirlo, verlo, escucharlo, saborearlo y olerlo todo. Todo.

-Arlett –le susurré al oído y luego deposité un beso en su mejilla –la promesa de próximos encuentros no sé qué tanto me gusta –dije en tono solemne, completamente serio y veraz –porque estaré deseando volver a verte y no es justo… no es justo, la espera me matará –finalmente confesé y me separé un poco recargado en mis brazos completamente tensos, la miré fijamente-. Déjame pintarte –le pedí como el pobre chaval sin experiencia que era frente a ella, y de inmediato imaginé el lienzo blanco siendo manchado por el rojo de su cabellera, como el asperjar de la sangre en un suelo prístino. Quise besarla de nuevo, la incertidumbre de a dónde se dirigía todo eso trepó por mi garganta y quise decir algo también, en cambio, me mantuve quiero, con los ojos azules bien abiertos, clavados en ella, aguardando una respuesta.
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Mensaje por Arlett de Lesseps Dom Nov 18, 2012 10:50 pm

Y el Señor, después que les habló,
fue recibido arriba en el cielo,
y se sentó a la diestra de Dios.
{Mateo 16 -19}

¿Como decir que no ante un hombre que tenía todas para ganar? Muchas veces me resistí a varios tipos de tentaciones, era bien consecuente con mis actos, con la sed que sentía, no bebía porque si pero tampoco era de ser del todo correcta, a final de cuentas era una vampiresa que sabia actuar muy bien manejar los hilos de las conversaciones se me daba muy bien, pero en ese momento los hilos iban y venían como el viento, tan solo daba afloje para que él se sintiera cómodo, aun cuando notaba de alguna forma su nerviosismo cosa que ante mis ojos lo hacía aun mas encantador de lo que ya era. Aquellas esferas celestes me miraban de una forma que derretirían a cualquier mujer y yo ahí apreciando aquella belleza salvaje que la tenia, podía deleitarme tan solo con imaginar que haría, porque esa noche solo tendría un límite que no cruzaría…

Sentir que sus manos cobraban vida queriendo tocarme aumentaba un libido que hasta ese momento parecía querer salir a flote, si hubiera tenido un corazón estaría latiendo con fuerzas en ese momento por el nerviosismo de quien hace algo prohibido, sentimientos avasalladores me envolvían quería mas, siempre quería mas, no me quedaba con lo poco que me daban obtenía lo que quería y si ya había puesto mis ojos en el nadie lo quitaría de en frente. Continué con el beso deleitándome de la manera en que el respiraba, su corazón era el bombo que alimentaba mi interior, su respiración acalorada me daba el calor suficiente para sentir que estaba vivo y su gemido… Oh! ¡Dios! Aquello había inquietado mi interior haciendo en ese momento que sintiera unas ganas de apoderarme de él de diversas maneras… sensuales y lujuriosas…

Mi nombre pronunciado por aquel era un verdadero espectáculo, mas cuando el mismo se detuvo en contra de lo que en realidad quería, de esa manera lo veía… - Alvar – su nombre salió como cual poeta comienza a recitar un soneto para su amante, mi dedo se deslizo por su mejilla dejándole una leve caricia mientras el mismo buscaba sus labios y los posaba en ellos para que aguardara silencio, sorpresa tras sorpresa aquel hombre de ojos celestes como el cielo me tenia capturada por la ingenuidad de sus actos y aun mas de sus palabras, el criador de caballos era más que solo eso. – Mientras la espera es mas… más interesante será el próximo encuentro – ya lo sabía yo, que años he tenido que esperar por encontrar lo que andaba buscando – Pero – moje mis labios de manera sensual acercándome a él mirándole en todo momento – Esperar… una noche… o dos no será mucho – cerré mis ojos e inspire cerca de su oído, envolviéndome de aquel aroma a hombre que emanaba de el - Mañana por la noche – susurre con suavidad – podrás pintarme todo lo que desees, si quieres uno o mil… seré tu modelo… tu musa – la idea tentadora para aguardar a un día que quería llegar pronto, aun cuando la oscuridad aun estaba en Paris, pronto los rayos de sol saldría y tendría que ir a mi lecho a descansar – Horas simplemente nos separaran – susurre en sus labios jugando con él, con el deseo que intuía existía de su parte y de la mía.

Me puse de rodillas frente a él y sacando mi lengua lamí sus labios para besarlo, con fuerzas, con ganas, deseo, lujuria y pasión, mi mano se apoyo en su nuca y lo hice prisionero de mis labios, una deliciosa condena sus besos eran un elixir que deseaba probar una y otra vez – No te dejare ir tan fácilmente de mi vida – susurre bien bajito ya que mis labios no se habían separado de los ajenos en ese momento… Lo deseaba y me encargaría que él me deseara de verdad…

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