Una malagueña me contó que me buscaban {Privado}

por **Macarena Sánchez** Lun Dic 12, 2011 2:36 pm

Era de noche y la función debía de comenzar en apenas media hora.
Ella se encontraba en la carpa, delante de un espejo en el que se miraba y se vestía con una blusa blanca ancha y suelta y una falda larga también suelta para dejarla más movilidad, que la marcaba las caderas, también llevaba unas especies de bailarinas que utilizaba cuando la tocaba bailar.
Se sentó delante del espejo y comenzó a recogerse su melena morena en una coleta, pero al final optó por dejar que le cayera el pelo por los hombros de forma ondulada y ya que no le gustaba demasiado maquillarse, tan solo se puso una sombra de ojos suave de color verde a juego con la falda, que la resaltaba los ojos, color esmeralda. Finalizando el conjunto, se puso una cadena de plata con una esmeralda en el cuello, el único recuerdo que le quedaba de su familia y que siempre llevaba cuando salía a bailar.
Al rato, la llamaron para salir a bailar a la circo gitano. Era su hora.

Se dejó ver por fin entre las cortinas pesadas de color morado y los focos la iluminaron casi deslumbrándola. Abrió los ojos y escuchó los aplausos y silbidos. La música comenzó a sonar y las voces resonaron en el lugar dejando un silencio sepulcral. El momento de comenzar.

Las manos se movían alegres y las caderas a su ritmo, moviéndose como su la música y ella misma fueran la misma persona, sus piernas daban pasos al compás de la música, el ritmo recorría sus venas mientras las palmadas de los cantantes animaban el lugar.
Continuaba bailando como si le fuera la vida en ello. Se la conocía por París entre los gitanos y muchos iban a verla, sin embargo le gustaba pasar desapercibida.
Se acercó al borde del escenario y se movió cerca de los espectadores mientras ellos la silbaban, algo que no al gustaba mucho, prefería observar a los que estaban allí mirando, callados, observando de verdad el arte del baile, no los que iban para babear. Detestaba aquel tipo de personas y más de una vez había tenido discusiones serias por esas razones. No le interesaba el mundo de los chicos demasiado, todos eran iguales, fáciles, simples y sin ningún misterio... No tenía nada de entretenimiento aquello.

La música paró al cabo de un rato para hacer un descanso antes de la siguiente actuación y salió del escenario quedándose en los atrases de la carpa, afuera, ya que tenía calor y el frío del otoño francés le gustaba bastante, aunque echaba de menos con creces su tierra añorada España...

por **Évrard Huddleston** Mar Dic 13, 2011 1:02 pm

El circo gitano le había llamado la atención desde que supo de su existencia. Nunca había visitado nada parecido en Inglaterra y todo lo relacionado con la actuación le resultaba interesante.
Tras varios días sin encontrar el momento adecuado había decidido dejarse caer por allí, impulsado sobretodo porque no encontraba ningún sitio mejor que visitar aquella noche; en las avenidas pasaba inadvertido entre los transeúntes, demasiado ocupados y jactanciosos como para prestar su atención o amabilidad al muchacho inglés. Lo mismo ocurría en las cafeterías, los restaurantes y las tabernas. Ser nuevo en la ciudad resultaba un auténtico tedio y a veces la única cura para ese aburrimiento eran los espectáculos.

Desde que se introdujo en la carpa su mirada no cesó de vagar de un lado a otro. Era un observador innato, le interesaba cada mínimo detalle de aquel curioso lugar: su soporte, la organización de las gradas, el extraño telón morado… Incluso observó de soslayo al resto del público para intentar comprender qué clase de personas frecuentaba el circo.

Su atención fue evidentemente absordida por el escenario cuando la función comenzó. Le gustaban todas las actuaciones, aunque en especial le impresionaron las danzas. El baile en sentido general nunca le había agradado demasiado, sobretodo si era él quien tenía que bailar. Le recordaba a la Season de Londres, cuando sus padres le llevaban a las pomposas fiestas de los nobles para exhibirle frente a las jóvenes, como si fuera un cebo con el que atraerse un compromiso con familias de mayores heredades. Pero esta danza era diferente, no era una formalidad sino una forma de arte. Los espectadores vitoreaban entusiasmados a la bailarina, dando a su vez palmas para acrecentar el ritmo de la música.

Cuando finalmente la melodía se detuvo pareció que también se detenía todo lo demás: las gradas poco a poco fueron relajando su exaltación y silenciándose, el escenario volvía a quedar vacío, y las luces se sofocaban. Debían de estar haciendo una pausa.

Aprovechó para levantarse de su asiento y pasar cuidadosamente entre el gentío. La calidez de la iluminación era insoportable para alguien acostumbrado al frío y la humedad y quizás le daría tiempo a dar un pequeño paseo antes de que la función se reanudara. Abandonó la cubierta del circo, agradecido de poder estirar un rato las piernas, y se mantuvo en la entrada disfrutando del suave viento parisino. Cuando se cansó dio la vuelta a la carpa. Podía admitir con honestidad que era bastante grande, y lo parecía todavía más desde dentro.

Detuvo abruptamente su paseo cuando dislumbró una figura frente a él: era una bailarina, facilmente reconocible por su vestimenta aunque fuera de noche. Y tras dudar por la apresión a perturbar sus minutos de descanso, decidió acercarse hacia ella con aire amable:

- Buenas noches, chère.

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