¿Ma…Matrimonio? [Privado]

Hace una semana bajo su puerta entro un papel cuyo contenido era el decisivo para su vida, algo que su maldito padre había hecho desde que ella vino al mundo, no estaba del todo curada por su enfermedad, aun se sentía débil como para recuperar la cordura total o las fuerzas, tenia que salir varias veces fuera a escondidas por aquellas lecciones, aunque quien le cuidaba estaba al tanto de su vida Yude aun guardaba mucho y escondía poco, llego donde su maestro, empezó a contarle los sueños de aquella noche, esos mismos que se repetían una y otra vez, como cuando echaban el aceite sobre el agua y los colores conformados se esparcían de un lado a otro, sonrió feliz cuando el beso su frente para despedirla al atardecer, no emitió sonrisa alguna, porque claro, ella no sonreí muy rara la vez su semblante cambiaba, la tomaban como una mujer ejemplar callada y hermosa, pero no sabían con quien se estaban metiendo realmente. Su maestro solía decir que las mujeres eran lo más hermoso, que ella solo ella parecía diferente y que era la dama de las nieves adoptando aquel seudónimo puesto, blanca, fría y letal, llego a casa con paso firme, con un paso lento, disfrutando, algo, ese pequeño cosquilleo le decía algo, pero aun no sabía distinguirlo, muchas personas estaban el la casa.

No se alarmo, saludo con una reverencia, y la nana cuya figura fornida poseía, la amarro con sus brazos, estrechando a la joven que fijo esos gatunos ojos azules en las personas, casi débil, moviéndose por moverse, tomo cuyo papel y las grandes manos que preparaban la cena y el estofado en casa, las misma que cambiaron sus ropas por años y seguían haciéndolo, como cuya madre amorosa, arrebato dicho escrito, ella solo giro el rostro apenas mirándole, en los ojos gordas gotas de agua resbalaba, y algo en su interior crecía aun más. Un hueco, un sinfín, como las oleadas del mar que su maestro dibujo para ella.

Lamentablemente le amaba, por dentro le admiraba, un hombre bello pero destrozado, cansada y débil estaba y él fue el único con ella, ahí cuidándola, sus facciones hermosas, observándolo mientras se dejaba llevar lento por las hojas de lavanda a su lado, así lo recordaba, arrebato el papel y comenzó a leer, una y otra vez, una y otra vez, lo mismo, la firma de su padre ahí, ahí… ¿Ma?... ¿Matrimonio? Repitió a sus adentro maldiciendo a su padre pero sin mostrar un mal comportamiento, ¿con quien?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, Yude sintió que la respiración se le cortaba, que se aceleraba, que su mundo se volcaba, había planes…

Abrió sus labios, pero no articularon palabras, su voz se había ido viajando lejos, no estaba, no hacían falta las preguntas, dijera sí o no, ya no importaba no tenia voz, tampoco derechos, bajo la mirada, su nana le abrazo y se negaba, ella era como una madre pero Yude, Yude…no hizo nada solo asintió y se preparo para conocer a su prometido. ¿Qué clase de hombre seria? Uno viejo, seguro, ella debía casarse hace años, pero, no, porque su madre enloqueció y a ella por bonita y callada creían poseía lo mismo, por eso nadie le quería, por eso había decaído.

Se arregló, se puso el vestido mas fino que tenía, era delgada y el corsé le lastimaba, sentía que estaba yendo a la perdición pero no se inmuto, Yude era como un retrato cambiaba todo el entorno menos su expresión en el rostro y difícilmente hablaba o emitía palabras. Subieron al carruaje en dirección de aquella carta que demandaba por ella.

La nana le abrazo, a ella también le dolía, desprenderse de su madre, de las cosas que amaba, su semblante sombrío se volvió aun más frío, y era invierno nevando empezó, con ventiscas tristes que traía el viento como el corazón de la gitana. Bajo del carruaje, y observo los ventanales de aquella casa, un hombre se asomaba…