| Matrimonio concertado y otras responsabilidades | {Privado}

por **Vaël Sunderland** Miér Feb 13, 2013 9:00 am

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Después de la conversación con su padrastro, las charlas con su madre y con los consejeros que el hombre tenía con respecto a los negocios y demás, se había tomado un buen tiempo en soledad para poder asumir todo lo que se le venía encima. Era el total heredero de la familia Sunderland, de la que habían adoptado el apellido tanto ella como su madre, el día en que contrajeron matrimonio. El hombre no había tenido como descendiente más que a su hermanastra, la cual aun estaba sin casar y por consiguiente, a ojos de su padre, no era digna de dirigir nada. Era un hombre muy hecho a las costumbres y las mujeres no estaban capacitadas a sus ojos. La empresa del hombre estaba centrada en el comercio marítimo. Tenía varios barcos que hacían diversos trayectos para transportar materiales de un sitio a otro y ahora Vaël iba a ser el dueño de todo eso.

Unos días después de su muerte, no pudo retrasar más lo inevitable, y tras el entierro que le dieron, se celebró una reunión. Era una especie de "fiesta" para todos los que habían tenido relación con su padrastro, una excusa para que Vaël se diera a conocer y que varios hombres llegaran como pretendientes para su hermana. Ahora, además, el inglés tenía que elegir un hombre adecuado para ella. Sin contar, que una de las invitadas a la fiesta era nada más y nada menos que la mujer que le habían elegido para casarse. Porque claro, su padrastro y su madre lo tenían todo pensado. Querían que él se quedara en Londres, que se hiciera cargo de todo, de la casa y también de las mujeres. Le habían buscado una muchacha de buena familia, conocida de ellos, y los habían prometido, sin siquiera consultarle nada.

En el lecho de muerte del hombre, Vaël no había tenido corazón para decirle que no pensaba llevar a cabo ese matrimonio, porque él amaba a alguien y se había quedado con su alma en París, así que pensó dejar ese tema para más adelante. De todas formas, podía ir posponiéndolo con la excusa de poner en orden el resto de asuntos que tenía entre manos. Aun así, se veía en la necesidad de atender a la muchacha ese día. En el amplio jardín delantero de la mansión, se habían puesto varias mesas, con comida y demás, aprovechando uno de los pocos días de sol en la zona. El inglés estaba conversando con u nos hombres cuando su madre lo agarró del brazo y tiró de él, llevándolo hacia la susodicha mujer que se suponía iba a ser su esposa, hacia su "prometida". No podía negar que al menos era hermosa, pero él no sentía atracción ninguna. Ya había tenido que pasar por la cama de varias mujeres en su época como cortesano, y era pura obligación. Claro que eso nadie lo sabía, al parecer sus padres habían visto a bien decir que Vaël había pasado esos años estudiando en el extranjero. Farsantes. Y ahora él era uno más, que sonreía con galantería y educación.

— Madmoiselle, sea bienvenida a nuestro hogar, espero que esté disfrutando de la merienda y la compañía. — murmuró de forma cortés, acercándose un poco a ella mientras su madre se marchaba, tratando de darles algo de intimidad y que se fueran conociendo. Se contuvo de suspirar con resignación, aun no conocía a la chica, quizás era agradable y podía contarle la verdad, que no pensaba casarse con ella — Si necesitáis algo no dudéis en pedírmelo, estoy a vuestra total disposición.

por **Bleuenn Charisteas** Jue Feb 14, 2013 10:54 pm

Horas de viaje en carruaje podían poner de mal humor a cualquiera, peor si como yo tenía a un padre que intentaba obligarme a hacer lo que él queria sin siquiera consultarme. Una vez más releí la misiva que recibí hace unas semanas; el contenido de esta se reducía a que yo viajara a presentar las condolencias de mi padre a la familia Sunderland puesto que la cabeza de la misma, había fallecido de una penosa enfermedad; el otro motivo y el que más me inquietaba era el asunto del compromiso. Ya hbaía pasado una vez, que mi padre arregló un matrimonio sin siquiera consultarme, pero al final vió desbaratados sus planes cuando el chico y yo nos negamos a seguir con eso, tras lo cual el joven desapareció de nuestras vidas. Obviamente para mi aquello no dejaba de ser una anécdota divertida, una historia que contaría en unos años más porque me causaba mucha gracia; mi padre por otro lado consideraba que eso fué una ofensa para la familia pero que dado mi comportamiento anterior a mi llegada a Paris, era lo que yo merecía por no ser como las demás muchachas de mi edad, dóciles y sin ánimo alguno de rebelarse contra las órdenes de sus progenitores. Eso último me hería -pero a base de fuerza de voluntad no me permitía demostrarlo- y resultaba ser un constante recordatorio de que mi padre no dejaría pasar ni la más mínima ocasión para reprocharme actitudes con las que no estaba de acuerdo. A estas alturas dudaba de que alguna vez fuera a olvidarlo.

Aún así, aqui estaba. Observando por la ventana del coche el paisaje inglés en dónde llevaría a cabo la tarea que me fué encomendada. Supongo que trataba de reivindicarme a los ojos de mi padre, así que por primera vez hacía lo que me pedía sin expresar mis pensamientos al respecto. Tras dejar mis pertenencias en un hospedaje, que mi padre indicó. Tuve que prepararme para aquello que venía. Traté de descansar un par de horas, pero ya me encontraba ansiosa por terminar de una vez con mis obligaciones. Con el atavio adecuado, ordené al cochero me llevara a la mansión en que decidiría mi futuro. Pronto ví aparecer en el panorama el hogar de aquella familia, amiga de mi padre, guardé la carta doblándola cuidadósamente, esperando que la entrevista se desarrollara correctamente.

Al llegar, un criado se apresuró a guiarme al interior de la casa, en dónde la viuda me esperaba. Al verla sonreí con amabilidad e hice una pequeña reverencia mostrando respeto.-Buenas tardes madame,Sunderland, mi nombre es Bleuenn Charisteas, y a nombre de mi padre y mio vengo a presentar nuestras condolencias por su dolorosa pérdida.-Indiqué nada más al verla, para mi sorpresa ella ya sabía de mi más que mi nombre, por lo que hacer más larga la presentación no tenía sentido. Por un momento el tenerla frente a mi me recordó lo que significó el perder a mi madre. Obligándome a centrarme en el presente, presté atención a las palabras de la mujer dándome la bienvenida. Y como era de esperar, no pasó mucho antes que nombrara el otro motivo por el que estaba aqui. Solo atiné a asentir cuando tomó mi brazo para ir en busca de su hijo. La primera impresión que tuve del hombre, es que parecía alguien muy correcto, atractivo sin duda pero no me veía pasando el resto de mi vida a su lado. Rayos! esto me iba a complicar la existencia si no me ponía a pensar en la manera de liberarme sin ahondar la brecha existente entre mi padre padre y yo.

Saludé al hombre una pequeña reverencia, tratando de mantener mi rostro impasible. -Muchas gracias, monseiur, puedo asegurarle que así es- Ocultando mi desencanto por el hecho de que su madre nos dejara solos, logré sonreir-Agradezco su hospitalidad, y le reitero mis condolencias por su pérdida.-No iba a negar que me sentía incómoda. ¿Cómo decirle que el matrimonio no formaba parte de mis planes futuros? Lo que menos quería era ofenderle, a él o su familia- Es un bonito lugar en el que vive-Comenté tratando de relajarme. Al igual que su madre, adivinaba que el joven ya tendría mi nombre y algunos datos de más proporcionados por mi progenitor. Suspiré.-Imagino, monseiur, que usted está ya enterado del motivo por el que me encuentro aqui; además de presentar mis respetos a su familia claro. Si no es inconveniente, me gustaría saber que piensa al respecto-Le miré con fijeza, esperando que no tomara a mal mi manera tan directa de afrontar la situación.

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