Faisan coñac y otras amistades (Casandra Uffyzi) (privado)

Tras toda una mañana entre viejos abogados,  nobles pretenciosos y papeleo burocrático, había conseguido que los barcos de España cargados con las mercancías de África llegara a su verdadero destino. Aquellas nuevas responsabilidades me estaban matando por dentro ¿Cuando deje de ser el joven despreocupado de todo? ¿Por que asumir estas responsabilidades que no me divertían nada?  Lejos quedaba ese muchacho que saltaba de tejado en tejado huyendo del marido enojado por complacer a su mujer. Apenas llevaba en París unos días y estaba lo suficientemente asqueado. Pero tras algunas jugadas ingeniosas conseguí librarme de mis contables, accionistas y de ese maldito aduanero.
El clima aquí era relajado casi todas las mesas del restaurante  estaba ocupadas, pero sus murmullos y cotilleos no se alzaban demasiado, miré el viejo reloj de bolsillo de padre, mi acompañante siempre se hacia de rogar, no era una sorpresa, me encendí un cigarrillo en el mismo instante que un camarero con traje de frac se plantaba ante mi, repeinado y con cara estirada.
-¿El señor desea pedir?-
Lo contemple unos segundos dudando unos segundos mientras consumía mi tabaco, no era mucho mas joven que yo,  en ocasiones me preguntaba como habría sido mi vida en un entorno mas humilde, el joven carraspeo esperando ser respondido, sali de mis pensamientos ofreciéndole una sonrisa.
-Oui mon amie, espero a una dama, hagamos tal tortura mas amena, tráeme el mejor coñac de la casa-
Mi cordialidad confundió un poco al camarero que acostumbrado a un trato mas pomposo y lleno de formalismos se marcho casi ofendido. No era la primera vez que Casandra me hacia esperar, nunca me molestaba, me gustaba tantear siempre el terreno donde nos encontrábamos con antelación, ademas necesitaba distraerme un poco , hacer vida social, me quedaban pocos amigos en esta bella ciudad, y ella era de las pocas mujeres que bueno, como decirlo, me toleraban sin rencores. La ultima vez que nos carteamos yo estaba apunto de casarme, cuanto nos reímos entre lineas, seguramente ella podría volver a introducirme entre la sociedad, ya fuera de lo mas selecto o otras compañías.... ninguno de los dos era un santo, lo sabíamos y aun así nos respetábamos. Mientras recordaba algunas anécdotas del pasado con cariño el camarero me sirvió un coñac no sin antes enseñarme la botella, la cual preste poca atención, el aroma de las cocinas invadió el salón del restaurante, mi apetito comenzó a dominarme, mire hacia ambos lados todos los clientes ya estaban almorzando, pero todo paso a segundo plano cuando por la puerta aquella mujer de belleza deslumbrante llamo la atención de todos los hombres del local, me levante para que pudiera encontrarme con la mirada, le sonreí con sinceridad esperando que acudiera hasta mi.

Y una vez mas mi estimada amiga era tan sutil como un oso arrascandose la espalda contra un árbol, pero me agradaba tanto su descaro como la poca importancia que le daba a lo que la gente podía opinar de su manera de actuar, no era una joven convencional después de todo.
-Añoraba tus saludos en publico mi querida Casandra- Exclamé ofreciéndole una sonrisa divertida y cogiendo la mano con la que me sujetaba mis partes de hombre con delicadeza llevándola a la mesa.
-Se que preferirías un club o algo menos pomposo, pero acabo de llega, y no recuerdo ninguno que este a la altura de nuestra depravación- Bromeé  como de costumbre aunque era cierto que en los viejos tiempos frecuentábamos otro tipo de locales menos corrientes.
-Si hubiera cogido tu regalo seguramente ni me hubiera podido casar, ademas seguro que tienes varios hombrecillos  ofreciéndote sus corazones, yo no gasto de eso amiga mía- Expliqué sin hostilidad o desagrado por lo que seguramente serian horas de placer con aquella diosa de piel bronceada.
El camarero se acercó a la mesa mientras intercambiábamos palabras, me limite a pedir faisán con salsa de almendras y una botella de su mejor champag que yo mismo descorche.
-Solo lo mejor para la chica mas bella de todo París, el tiempo no te hace estragos, algún día me tienes que contar tu secreto- Exclamé divertido pues por primera vez desde que llegue a la ciudad me estaba divirtiendo, alejado del trabajo.

La escuche al detallé mientras rellenaba nuestras copas una vez mas, tras un rato por fin escuchaba a la autentica Casandra, aunque algo de lo comentado llamo mi atención sobre todo lo demás.
-¿Trabajo? Uhm... espero que sepas lo que haces querida... aunque si es con esa pasión que recorre tu cuerpo muchos tienen que ser afortunados, el precio que les exijas debe ser considerado...- Cuando el camarero nos trajo los platos comencé a cortar mi carne mientras seguía escuchándola, estaba curiosa por mi llegada a la ciudad, ¿Por donde debería empezar? Supongo que por el principio, di un trago a mi copa mirándola fijamente buscando las palabras adecuadas, mi mano derecha quedo vuelta en la mesa invitando a unirse a la suya.
-Mi esposa falleció y mis padres también, la tragedia me rodea, supongo que uno aparte de guapo no puede ser afortunado- Mis ultimas palabras estaban cargadas de ironía en un intento de quitarle tristeza a mis noticias, volví a dar otro trago a mi copa dejando mi plato por finalizado.
-He decidido volver a esta ciudad, a las raíces de mi familia, estoy fortaleciendo mis empresas, pero...sobre todo estando en Rumanía... vi algo...algo extraño... mi curiosidad por las mujeres peligrosas me han llevado hasta aquí... debo encontrar a cierta persona- Me hubiera gustado contarle toda la verdad, pero había pasado mucho tiempo, aunque permanecía radiante y hermosa como siempre, uno debía andarse con cuidado sobre todo con la inquisición y los temas esotéricos... en España estaba encarcelando incluso a los nobles, mi mirada se volvió tierna y ofrecí mi mejor sonrisa una vez mas.
-Pero seguramente tu tengas mas chismes y cosas que contarme querida, aparte de seguir tan apetitosa como siempre, mas de una aventura habrás vivido estos años sin que yo me enterara- Volví a dar otro trago, hacia mucho tiempo que no probaba el champan parisino, beber, fumar y las mujeres, llevaba tanto tiempo fuera, que parecía un jovenzuelo descubriendo el mundo por primera vez.Disfrute por unos segundos la copa y las vistas que me ofrecía mi acompañante.

La noticia de cazafortunas no me sorprendió demasiado, yo tampoco habia sido un santo tiempo atas y si algo me gustaba de Casandra es que no negaba su naturaleza o lo que hacía, quizás esto le causaría problemas en un futuro, pero esa libertad que había conseguido,otros la solían enviar con facilidad, no me queje de nada me limité alzar mi copa.
-Ah somos una pareja de dramáticos, brindo a nuestra mala salud, mon chere- No pude evitar reír ante mis propias palabras, todo en la vida era una broma de mal gusto, pero como quejarme si era rico, aun joven y dispuesto a la aventura.
-Por cierto vuelvo a instalarme en la residencia de mis padres, a las afueras de la ciudad, si necesitas de mi cualquier cosa ya sabes donde encontrarme, a cualquier hora del día, pero no seas demasiado traviesa- Informé mientras me encendía otro cigarrillo y le ofrecía uno de mi pitillera bañada en oro.
-Espero que la próxima vez podamos disfrutar de buena música, o algún espectáculo exótico, quien sabe, quizás podría visitar ese burdel que has mencionado- Di otra calada a mi tabaco dejando salir el humo por la nariz y sonreí otra vez mirando su belleza, su cuerpo y esos gestos que tanta pasión despertaban a su paso.
-Aunque me voy a sentir mal, teniendo que cobrar a tus compañeras por sus servicios, no imaginarias las cosas que he aprendido en mis viajes-Reí sin perder la compostura y vertí lo que quedaba en la botella entre las dos copas, el tiempo había pasado volando, siempre sucedía asi cuando me encontraba con ángeles o demonios como ella.
-Me has hecho muy feliz Casandra, tenia ganas de verte desde el fondo de mi corazón- Afirmé terminando mi copa y deleitándome una vez mas con su figura.Era de las pocas mujeres de las que nunca tuve que huir de madrugada o engañarla para evitar la verdad.
-Así que ya puedes ir pensando donde vas a llevar a este joven y apuesto hombrecito para no sucumbir ante el aburrimiento-Añadí mientras hacia un gesto al camarero para que me entregara la cuenta, no tardó mucho en hacerlo pero tampoco teníamos prisa por abandonar aquel lugar, disfrute de mi cigarrillo esperando que mi abrumadora acompañante tomara la iniciativa.

La mire sonriente y recordando todas aquellas aventuras del pasado, donde jugábamos a ser los niños guapos que seducían inocentes almas , bebíamos y nos reíamos de las esperanzas de los otros.
-Deberíamos tomar una copa en algún club de la zona,seguro que sabes donde podamos reírnos y gozar un poco-
Me levante de mi asiento y le senñale que hiciera lo mismo, mi cuerpo se abrazo al suyo pude snetir sus senos rozando mi torso entrenado, mis manos abrazaron su sensual cintura mientras mis labios besaban sus mejillas.
-Aun no se por que nuestras carnes no han disfrutado mutuamente... es tan duro , sobre todo en mi caso ser tan correcto...- Le susurré al oido mientras mi sonrisa se separaba de ella sin soltarla de las manos.
-Espero verte pronto y que me digas donde esta esa fiesta que tanto necesito- me despedi de ella dejando la cuenta pagada y marchandome a paso lento esperando alguna palabra de consuelo por su parte.