Dos vasos de sangre en una noche (Luca)

Se dice que las noches no estaba hecha para las damiselas pero nadie decia que no para una vampiresa... A pesar de ser mujer no se me daba bien la vida en sociedad con tanta sofisticacion como a mi gemela, lo cual me hacia buscar lugares abarrotados de gente sabiendo que alguno de los inoportunos momentos podria armarse alguna que otra bronca. Llevaba noches que no probaba un buen humano y sentia la sangre fluir por mis venas, eso podia desatarse en desastre ya que en el mismo lecho donde habia dormitado preparaba las cosas para comenzar mi noche. Estaba mi vestido rojo oscuro junto a la capa que asi cubriria mi rostro negra como el carbon. Solo se podia ver mis ojos entre la oscuridad por los reflejo de las luces, oscuros como el mismo corazon qeu habitaba en mi pecho. Despues de tanto tiempo siendo vampira aun no habia conocido a quien fuera capaz de darme algo mas que solo una noche, diversion, lujuria y ardiente pasion.

Solo se podia oir el sonido de mis tacones por aquellos callejones deserticos, pocos eran los valientes aventurados que tomaban las calles como si fueran suyas, llegando a perder la vida por mas de un vampiro que podia haber en la zona. Un estrepitozo barrullo provimiente de uno de los locales que parecia bastante concurrido, una musica algo estrepitoza que no megaba mas que un timbrazo en mis tiempanos, pero se hacia notar el olor de la sangre y el dulce sonido de corazones humanos ya fueran mujeres de compañia para borrachos o el simple hecho de ellos mismos que estaban hasta tirados por la entrada. Me adentre en aquella taberna acercandome hacia la barra, mientras echaba un vistazo de reojo hacia los asistentes a lo que era una escena muy lamentable de hombres que solo veian mujeres y alcohol como un gran premio, eso no me detenia para pensar en que la sangre. Con el guante de mi mano sacudi mi asiento, para ponerme comoda y poder observar aquel espectaculo de pobres humanos que no sabian mirar mas alla de lo que podian alcanzar. Cruce mi pierna con lentitud, y se hizo notar parte de mi muslo en la raja del vestido que era muy pronunciada, mis vestidos nunca habian dejado de ser lo suficientemente provocadores o frescos para mi gusto. la cama habia cubierto lo que era el escote pero al sentarme habia caido.

En un momento la musica parecia haber cambiado con lo cual habia pedido al camarero un vaso que yo misma me serviria lo que desaba para tomar, un liquito rojizo como el carmin servi de mi recipiente negro que llevaba en la misma cadera como si fuera una petaca. No termine de servir cuando vino a molestarme uno de los asistentes en aquella taberna, con una mirada de soslayo mientras tomaba la copa para mojar mis labios con un lapiz labial rojo como la misma sangre. Pase mi lengua lentamente hasta que note una mano detras de mi. Le tome la muñeca apretandola con fuerza.- Mas vale que tengais cuidado monsieur, podeis quedaros sin mano.- le comente viendo como mas de uno se habia quedado mirando mi pierna la cual se habia quedado vista, el hombre se quedo mirandome fijamente por los ojos enrojecidos en ese momento. Salio de alli despavorido pero no quedaba de mas las moscas alrededor de una misma.- Lo qu eme faltaba.- bufe de mala forma por lo cansina que estaba, aun ni me habia quitado la capucha de la capa cuando aun los mantenia a mi lado intentando no hacer caso omiso o alli podria acabar muy mal la cosa.

En un lugar asi podia haber sangre para aburrir sobretodo de los despojos de la sociedad la cuestion que no era tan pura como la de una virgen o incluso de unos niños de bien los cuales se cuidaban en cuanto a su alimentacion y tenian bastante donde ofrecer. Tenia que conformarme al menos esa noche con la sangre de mi copa la cual cambie por vasos de chupito tomandomelo como cual borracho de por alla, lo unico que hacia era subirme el alibido pero sabia que ninguno me daba la talla y menos ponermelo dificil mas que yo lo estaban ellos deseos de mi solamente por hacer algo mas complicada la cosa de acercarse eran demasiado atrevidos sobretodo cuando senti una mano pasar por mi muslo descubierto, enseguida lo mire penetrante en la mirada.

En el salón solo se escuchaba el movimiento de las agujas del reloj, el susurro del fuego y las hojas deslizarse bajo las órdenes de mis dedos. Permanecía sumido en mis propios pensamientos, en la propia lectura que me mantenía cautivado durante estos días. Las dos manecillas del reloj se alinearon marcando media noche, por lo que cerré con lentitud el libro que tenía apoyado sobre mi pierna.- Interesante, nunca me dejarán de sorprender los libros.-Me desperecé un poco antes de levantarme del todo, acomodando mi traje quitándome toda arruga de él. Me encaminé tranquilamente hasta la estantería repleta de libros y coloqué el que hasta ahora me había sumido en un mundo paralelo en su lugar indicado. Ya había pasado de media noche y era la hora en la que yo saldría para dar mi paseo nocturno en busca de diversión o simplemente alimento.

Mis pasos lentos y tranquilos me encaminaron hacia una de las zonas con mayor movimiento de aquella ciudad, en las calles podía ver a esas mujeres de elegantes vestidos, pero a la vez muy atrevidos capaces de hacer girar cabezas, chasqué con suavidad mi lengua no es que no me atrayesen esas mujeres, claro que lo hacía. Pero jamás había caído en las fauces de una de ellas, pensaba que algo que podían tocar todos no merecía las atenciones que yo podría darle en una sola noche. Antes de alcanzar la parte alta de la calle me paré obsevando cada uno de los rincones, cada una de las personas... Podía notar sus pulsaciones tranquilas, el correr de su sangre por sus venas, deslicé con cuidado mi lengua por mis labios humedeciéndolos, no podía negar que tenía ese ansia de seducir a una de las jóvenes para saciarme, aún así no lo hice en todos estos años había aprendido a controlarme y sobre todo a aguantar mi necesidad por su vitae.

Mis manos se deslizaron dentro de los bolsos de mi abrigo, resguardándose del frío que corría por la calles, inconscientemente miré el reloj de bolsillo para asegurarme que aún me quedaba tiempo, era como una obsesión para mí. Desde que había perdido la opción de ver la estrella más brillante de nuestro planeta, me aseguraba de que no me alcanzase. La puerta de la Taberna junto a la que yo estaba se abrió de golpe, de dentro salió ese calor humano que tanto me gustaba y llamaba, al igual que el vocerío de las personas que había dentro. Me aparté con lentitud para dejar que una dama pasase junto a mí, me miró la miré, pero no hubo nada más. Ni unas palabras, ni una sonrisa, ella siguió su camino y yo decidí pasar dentro de esa taberna. Saqué con lentitud mis manos de dentro de los bolsillos y me encaminé tranquilamente hacia uno de los extremos de la barra donde me apoyé dejando caer ahí todo mi peso.

-¿Tomará algo caballero?.-Me preguntó una voz desconocida para mí. Yo alcé mi mirada con lentitud, en mis labios se dibujó una media sonrisa a la par que de mis labios salía esa voz melosa y seductora.- Un Whiky, por favor.-Añadí mientras me quitaba los guantes que cubrían mis blanquecinas manos. Mientras esperaba por mi copa paseé la mirada por cada uno de los rincones del lugar, se podían ver varias mesas ocupadas por hombres que jugaban a las cartas muy bien acompañados por mujeres del burdel, rodé los ojos unos instantes, pero después la seguí guiando hasta que encontré algo que llamó totalmente mi atención, una mujer bien vestida y sola. Observé como un hombre se acercaba a ella y no puede evitar reír de forma inconsciente a la vez que negaba con la cabeza. Mala elección la de aquel hombre esa noche, sin duda.-Aquí tiene, caballero.-volteé hacia el joven que me atendía y posé sobre la mesa un par de monedas para que se cobrase.- El cambio para ti.-Añadí mientras me apoyaba en la banqueta y llevaba la copa a mis labios para dejar un corto trago. Sentí como el líquido se deslizaba por mi garganta haciéndome sentir ese curioso quemazón, nada desagradable.-Espere...-Apuré a decir al camarero. Hice un gesto con la cabeza hacia la dama de la barra {Brie}.-Sírvale algo, lo que quiera.-Aclaré mientras permanecía sentado en el extremo opuesto de la barra.