AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Noche de Sangre, Agonía y desesperación - (Privado) Gyöngyver
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Noche de Sangre, Agonía y desesperación - (Privado) Gyöngyver
-Madame, madameeee... - Se oyó la voz de un joven que corría con todas sus fuerzas intentando llegar lo antes posible al jardín iluminado por antorchas, que se encontraba tras el impresionante palazzo de la Baronesa Bornago, en esa noche de principios del otoño. Saskia cultivaba sus flores mas preciadas, con su cabeza llena de recuerdos, entre tristes, dolorosos, pero no por ellos todos amargos, no en verdad no podía odiar a ese vampiro, porque no le había herido de la forma como lo hiciera su primer relación. Era cierto, aun estaba dolida por lo que había descubierto en la mente de Igor, la cobardía de Violante, el no ser capaz de enfrentarla y decirle que se había enamorado de otra persona, - ¿acaso cree que no deseo su felicidad? - se preguntó mientras cortaba unas damas de noche para realizar un perfume especial como obsequio de Navidad para su amiga Emilia. No lo negaría, le había defraudado, pero aun así su cariño por él no había menguado demasiado, pues se creía un poco responsable de la decisión del vampiro, había sido ella, la que le suplicó tiempo, debía ver como solucionaba ese pequeño conflicto de intereses. Sonrió pensando en el delicado rostro de Nouvel cuando le contó que se casaría; sus ojos brillaban extasiada, - ¿y podré ir con ustedes? - Saskia dudó por un momento, en verdad no le había augurado una buena relación cuando notó la indiferencia del vampiro al referirse a la pequeña, que ya para la mujer era como su hija, - si mi niña, podrás – le había dicho - él me quitó la posibilidad de ser madre, pues ahora tendrá que aceptar a la hija de mi corazón – se había contestado.
Pero todo en su vida parecía que estaba sellado por un maldito conjuro, cuando fue a darle su decisión al que sería su esposo, se encontró con la extraña noticia de que había viajado de improviso, - ¿pero sin decirme? Sin siquiera pasar a despedirse - le reprochó al anciano mayordomo, con los ojos llenos de desolación – no se ponga así mi niña – la voz del hombre entre dolorida y algo modulada le hizo sospechar que no le decía del todo la verdad. Aunque no deseaba utilizar sus poderes con los que amaba. Con Igor existía una conexión especial, como si fuera aquel jardinero de su infancia, y ella la pequeña que buscaba su compañía cada vez que se sentía sola, la vampiresa solía acercarse por las noches, sin que su maestro la sintiera y charlar horas con el anciano. Por esa razón le dolió tener que usar su poder para leer la mente de su amigo.
Una mueca de desagrado, ira, y luego profundo dolor se formó en el semblante de la vampiresa. Tomó las manos del mayordomo, puso en ellas el perfume que había creado con todo su amor para Violante y dándole un beso en la mejilla se retiró, - si debo formar una familia, será una que yo crearé y la que me amará sin tener que suplicar para que lo haga – susurró en el oído del anciano, - dile eso a mi maestro, dile que... - hizo una pausa porque el dolor que sentía en su pecho era enorme, - dile que... le deseo todo el bien que él me ha arrebatado -. No esperó respuesta alguna, dio media vuelta y aunque su cuerpo temblaba por la amargura y el llanto, caminó erguida, demostrando que era la Baronesa de Italia y que ningún hombre, ni siquiera un príncipe la doblegaría.
Se encontraba pensando en ello cuando los gritos disonantes la alertaron, sorprendiéndola, clavó unas espinas en sus dedos, hizo un gesto de dolor y la sangre manchó sus manos. Se incorporo y apresuró su paso a donde el muchacho se encontraba, - dime, que pasa – le exigió para que hablara, pero su corazón estaba muy agitado, apunto de colapsar, - calmate, respira, vamos que muerto no me sirves – le dijo un poco en broma,y otro poco en serio, mientras entraba en su mente buscando el mensaje que su lengua no dejaba salir.
El rostro de la vampiresa palideció, si eso era posible. Su familia estaba en peligro, su querida hermana Galia, se dirigía a realizar el último encargo de venenos, pero su espía se había enterado de que era una trampa. Alguien la deseaba muerta y había mandado a un asesino en su búsqueda. Ademas, bien sabía la sobrenatural que los inquisidores buscaban desde hacía tiempo a la bruja, ella había hecho todo lo posible por protegerla pero Galia era extremadamente cabeza dura y guerrera, por algo ella le sabía llamar “mi Mara”, su pesadilla, eso significaba en el idioma de su madre. Saskia tuvo un presentimiento, debía apresurarse y llegar lo antes posible a donde la bruja se encontraba.
Pronto se encontraba sobre un caballo, lista a salir a todo galope, volvió su rostro al joven que había traído la información, le tiró una bolsa de terciopelo con monedas, - ve al palacio del principe Vilhalmur, dile... que... necesito me ayude, dale todas las indicaciones para llegar, allí lo estaré esperando – espoleó su caballo, - vamos no te quedes ahí parado... veeee... dile que es de vida o muerte... - cerró sus ojos para ocultar las lagrimas y se perdió en la noche en busca de su hermana, temía no llegar a tiempo.
Saskia Borgano- Vampiro Clase Alta
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Re: Noche de Sangre, Agonía y desesperación - (Privado) Gyöngyver
¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de mí todos los demonios.
Gilbert Keith Chesterton
Gilbert Keith Chesterton
Sexo, los hombres caen tentados tan fácilmente en los placeres carnales que muchas veces esclavizar a un hombre por medio de las torturas es muy costoso y eso Gyöngyvér lo sabía, lo sabía perfectamente.
Afueras de Paris, un día atrás...
Gyöngyvér, disfrazada con una melena rubia y piel aceitunada, con sus labios ligeramente más voluptuosos; estaba totalmente desnuda y siendo poseída por un hombre, un joven que perdía su virginidad con ella. Él sentado en un sofá la recibía con movimientos prolongados y lentos, las manos de Gyöngyvér se alzaron tomándose el cabello y dejando en exposición sus pechos pequeños. El joven se abalanzó sobre ellos al tiempo en el que ella aumentaba la velocidad e intensidad de las embestidas, él jadeo en sus senos, empapándolos de las exhalaciones de su boca. Gyöngyvér perdió fuerzas en sus brazos y dejó que la melena cayera sobre ellos, ella se reclinó a él tomando sus cabellos y estrujándolos al sonido de los gemidos que él le prodigaba. El joven la tomó de las caderas y dirigió los embistes, tanto fue su placer que su boca anunció la llegada del orgasmo, Gyöngyvér que era experta en reconocer esas expresiones, no porque fuera una puta, sino por la investigación que había hecho sobre los cuerpos masculinos y femeninos gracias a verdaderas putas, así, Gyöngyvér liberó la hombría que libero lo que para ella era un asqueroso líquido... El semen.
—Querido mío, mañana peligrará la vida de una mujer y una niña. Las secuestrarán y tu tendrás que llevar el mensaje a la mujer que puede negociar con la terrorista y luego, cuando cumplas tu cometido regresa aquí, a nuestro nido para que me tomes nuevamente y juntos partamos al norte— dijo la cazadora de pie y desnuda, el joven arrebatado de su virginidad a penas y logró entenderle.
—¿Cómo sabes todo eso?— preguntó mientras recobraba algo de su energía. —Porque seré yo quien las secuestre, ahora amor me iré y tu irás por la noche al Palacete del príncipe Vilhjálmur, ahí encontrarás a la baronesa Bornago y le informarás lo que te acabo de pedir—
Campos y sembradíos
Desde el primer piso de un grande granero Gyöngyvér contemplaba los campos, esperaba con paciencia a Saskia, su verdadera víctima. Abajo, se encontraban Galia suspendida desde unas cadenas por los brazos, mientras que Nouvel en una jaula podía verlo todo. Hacía ya un par de horas que la niña no lloraba lo que no inquietó a la cazadora, pues sabía perfectamente que ellas estaban condenadas y ella tendría éxito. La frialdad de la cazadora, siempre le impidieron sentir remordimiento o compasión, y aunque iba hacer la primera niña en matar, para sus ojos y su corazón congelado poco le importaba, esa falta de humanidad era su equilibrio, su armonía entre cuerpo y alma, sin ésta no podría coexistir en un mundo que era ajeno a ella.
La cazadora bajó, vestía como una campesina, tenía una peluca rubia en una sola trenza, su cara presentaba un volumen que no poseía haciéndolo redondo cuando en verdad era largo, su cuello se veía ancho al igual que sus hombros, así estaba caracterizada Gyöngyvér, así se había disfrazado. Caminó hasta Galia y ladeando su rostro le sonrió —¿Qué es lo que ven tus ojos de bruja?— dijo.
Gyöngyvér Kovács- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/04/2013
Re: Noche de Sangre, Agonía y desesperación - (Privado) Gyöngyver
Galia recobraba la conciencia lentamente, el olor de heno mojado le llegó a las fosas nasales. Un dolor agudo recorría sus brazos, los que estaban tensados uno a cada lado de su cabeza, atados con una soga que la suspendía desde una de las vigas de esa construcción. Aquel dolor iba desde las muñecas, pasando por los hombros hasta el cuello. Aun tenía los ojos cerrados, con esfuerzo intentaba controlar el caos que existía en su cabeza, pues un zumbido le torturaba la cabeza, como si fueran mil almas que intentaban hablar todas a la vez, - Galia, despierta, peligro, peligro – decía una, - tiene a la niña, si no despierta la matara – parecía gritar otra – es un demonio, es el ángel de la muerte... es nuestra asesina - y así las voces la fueron despertando, volviéndola a la conciencia total. Movió la cabeza de un lado a otro aunque ésta le pesaba, cayendo hacia adelante, sus cabellos ocultaban su rostro, estaban sucios y pegajosos, no le fue difícil darse cuenta que se trataba de sangre. Un ardor a la altura de la sien le hizo abrir la boca en una mueca de dolor, pero no podía mover los brazos, como tampoco tocar el piso con sus pies.
Recordó que ella había salido de la perfumería en el carruaje, el cochero la llevaba a realizar el último pedido de venenos, le había parecido algo extraño que se lo pidieran en un lugar tan apartado, cuando siempre intentaban hacer las transacciones en las mismas narices de la inquisición, - ¿que mejor forma de cubrirse que estar delante de sus propios ojos? - había dicho cuando se dio cuenta que era la mejor solución a sus problemas. Por eso le pareció un pedido realmente extraño, pero ella nunca diría que no a una solicitud de armas para ir contra esa maldita organización que había asesinado a toda su familia, a excepción de esa pequeña cría que verdaderamente Galia no aceptaba del todo y si la dejaba estar cerca de ella era solo porque Saskia se había encariñado de esa alimaña, como ella le decía. Lo único que se acordaba era que algo había pasado en el camino, un atraco, algo, luego la portezuela se había abierto y un golpe seco en su cien, esa que le dolía y luego la oscuridad total.
Con dificultan pudo ver a una mujer que se acercaba a ella, parecía una campesina rolliza y común, pero su manera de caminar y su aplomo le decían que era un disfraz. Cuando la tuvo cerca, la mujer le preguntó que era lo que veía, Galia le sonrió de lado y escupió en su rostro, antes de responder – una estúpida mujer que intenta ocultar lo que es imposible de esconder – le dijo mordiendo cada una de sus palabras. Galia podía ver cada una de las almas que rodeaban a la mujer, eran como apéndices de ella, que cambiaban de posición según se moviera, - no has perdido el tiempo engendro ¿verdad? - trató de hacer fuerza con los brazos para romper la cuerda, y poder luchar con ese demonio, por que solo un ente demoníaco podía tener la cantidad de almas dando vueltas a su alrededor.
- ¿Quien te ha mandado? – la miró con desconfianza, - tu no eres parte de la Inquisición, son demonios como tú pero de otro tipo... tu eres una atea que solo cree y ama el caos -. Se concentró para llamar a varias almas, las necesitaba para soltarse, pronto lo haría y podría dar un poco de batalla.
Camino a los campos
Saskia, espoleaba con todas sus fuerzas al caballo, no le importaba si por el esfuerzo el animal moría de un ataque cardíaco, que importaba eso cuando la vida de su hermana estaba en juego. Había utilizado su poder de clarividencia, y gracias a éste, con solo pensar en la bruja, la pudo ver en un granero, colgada de los brazos, estaba herida, pero solo levemente. Pudo escuchar la voz de una mujer, - ¿quien rayos es esa mujer? – pensó cual podía ser el porque de ésta encrucijada, - no es parte de la inquisición, eso lo puedo asegurar, mis contactos me lo hubieran informado – negó con la cabeza, - esto es para mí, pero ¿porqué?, no reconozco esa voz – se angustió, si le pasaba algo a esa irlandesa, sería todo su culpa.
El camino se le hacía eterno, si hubiera podido transportarse como algunos vampiros o volar, ya estaría allí ayudando a su amiga, de seguro que entre las dos, esa estúpida cazadora sabría que nadie debe meterse con la Societatis Lilliums. De pronto, una imagen como si se tratase de un rayo le llegó a su cabeza, como un choque eléctrico, - Nouvel, pequeña donde estas – gritó como si fuera un desgarro de los truenos que comenzaron a escucharse por la tormenta que se avecinaba a la ciudad de Paris.
Recordó que ella había salido de la perfumería en el carruaje, el cochero la llevaba a realizar el último pedido de venenos, le había parecido algo extraño que se lo pidieran en un lugar tan apartado, cuando siempre intentaban hacer las transacciones en las mismas narices de la inquisición, - ¿que mejor forma de cubrirse que estar delante de sus propios ojos? - había dicho cuando se dio cuenta que era la mejor solución a sus problemas. Por eso le pareció un pedido realmente extraño, pero ella nunca diría que no a una solicitud de armas para ir contra esa maldita organización que había asesinado a toda su familia, a excepción de esa pequeña cría que verdaderamente Galia no aceptaba del todo y si la dejaba estar cerca de ella era solo porque Saskia se había encariñado de esa alimaña, como ella le decía. Lo único que se acordaba era que algo había pasado en el camino, un atraco, algo, luego la portezuela se había abierto y un golpe seco en su cien, esa que le dolía y luego la oscuridad total.
Con dificultan pudo ver a una mujer que se acercaba a ella, parecía una campesina rolliza y común, pero su manera de caminar y su aplomo le decían que era un disfraz. Cuando la tuvo cerca, la mujer le preguntó que era lo que veía, Galia le sonrió de lado y escupió en su rostro, antes de responder – una estúpida mujer que intenta ocultar lo que es imposible de esconder – le dijo mordiendo cada una de sus palabras. Galia podía ver cada una de las almas que rodeaban a la mujer, eran como apéndices de ella, que cambiaban de posición según se moviera, - no has perdido el tiempo engendro ¿verdad? - trató de hacer fuerza con los brazos para romper la cuerda, y poder luchar con ese demonio, por que solo un ente demoníaco podía tener la cantidad de almas dando vueltas a su alrededor.
- ¿Quien te ha mandado? – la miró con desconfianza, - tu no eres parte de la Inquisición, son demonios como tú pero de otro tipo... tu eres una atea que solo cree y ama el caos -. Se concentró para llamar a varias almas, las necesitaba para soltarse, pronto lo haría y podría dar un poco de batalla.
Camino a los campos
Saskia, espoleaba con todas sus fuerzas al caballo, no le importaba si por el esfuerzo el animal moría de un ataque cardíaco, que importaba eso cuando la vida de su hermana estaba en juego. Había utilizado su poder de clarividencia, y gracias a éste, con solo pensar en la bruja, la pudo ver en un granero, colgada de los brazos, estaba herida, pero solo levemente. Pudo escuchar la voz de una mujer, - ¿quien rayos es esa mujer? – pensó cual podía ser el porque de ésta encrucijada, - no es parte de la inquisición, eso lo puedo asegurar, mis contactos me lo hubieran informado – negó con la cabeza, - esto es para mí, pero ¿porqué?, no reconozco esa voz – se angustió, si le pasaba algo a esa irlandesa, sería todo su culpa.
El camino se le hacía eterno, si hubiera podido transportarse como algunos vampiros o volar, ya estaría allí ayudando a su amiga, de seguro que entre las dos, esa estúpida cazadora sabría que nadie debe meterse con la Societatis Lilliums. De pronto, una imagen como si se tratase de un rayo le llegó a su cabeza, como un choque eléctrico, - Nouvel, pequeña donde estas – gritó como si fuera un desgarro de los truenos que comenzaron a escucharse por la tormenta que se avecinaba a la ciudad de Paris.
Saskia Borgano- Vampiro Clase Alta
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Re: Noche de Sangre, Agonía y desesperación - (Privado) Gyöngyver
La creencia en una fuente sobrenatural del mal no es necesaria; el hombre es por sí mismo muy capaz de cualquier maldad.
Joseph Conrad
Joseph Conrad
Gyöngyvér se entretuvo con cada manifestación de Galia, ni siquiera aquella repugnante saliva la ofendía, no, ella había comprendía hacía tanto tiempo que dejase llevar por el impulso de una ofensa realmente era estúpido. —¿Sabes?— dijo y se acercó a ella tomando con su mano derecha el delicado, maltratado y sucio rostro de Galia; —en algunas culturas el hado de la muerte tiene dos apariencias, la primera es una doncella hermosa que vela por otros, puede pasar junto a ti o junto a mí y no nos percataríamos de su presencia, pero está su segundo rostro, aquel que ningún vivo a visto jamás, aquel que sólo los moribundo pueden ver en aquellos instantes en el que su alma se despide de la vida— entre tanto, la cazadora sacó una pequeña daga y se la clavó en el hígado, la hizo girar sobre su mismo eje asegurándose que el veneno se expandiera, no era un veneno asesino, más bien una droga que adormecería las piernas y los brazos concentrando el dolor en el hígado.
—Es una lastima que tus poderes de poco te han servido...
Afueras de París, un día atrás...
Aunque la manipulación por el sexo era más efectiva, Gyöngyvér disfrutaba las torturas. Cuando niña presenció una sentencia y ejecución por parte de una orden clandestina afiliada a la inquisición, y desde entonces no hay nada más que consiga excitarle de tal manera. Pero a veces, la tortura era el único medio para conseguir lo que quería, pese a que su víctima sea el depravado más lujurioso de París.
—De mí no sabrás nada... ¡Maldita bruja!—
—Eso es irónico querido— alegó ella mientras se acercaba a él.
Se encontraban en un calabozo, apenas una luz mortecina iluminaba el pelirrojo cabello de ella y el cuerpo desnudo y cortado del desdichado brujo. Llegar a él había sido sencillo, someterlo aún más, pero, ella era consciente de que él pudo haber hecho más.
—Tu puedes ver más allá...
—Pero no miraré por ti, no te diré nada...
—Oh, vamos, la razón por la que estamos aquí es porque así tú lo has querido; eres el brujo que mejor controla la premonición, podías anticiparme pero no quisiste y bien sabes como acabará todo... Te mataré y encontraré otra forma para llegar a Galia Meis; claro, te puedo ahorrar la tortura lo que es una pena para mí— y diciendo eso clavó una estaca de hierro en el hígado, la espesura que rodeaba la punto se hizo uno con la sangre y fue conducida al cerebro, ahí alteró las neuronas produciendo un irresistible dolor. Gyöngyvér cruzó sus labios ostentando una sonrisa complaciente, entre más tardara en hablar más se divertiría.
Sin embargo, aquel desdichado se rompió antes de tiempo y dijo todo lo que la cazadora necesitaba saber, luego, simplemente le disparo en la frente.
Campos y sembradíos, tiempo presente...
Pero no creas que eres una privilegiada, nadie me ha pagado por darte muerte o a esa pequeña niña de allá... Tan sólo eres una pieza que estoy usando para dar mate a mi principal objetivo— le sonrió y dándose la vuelta caminó hasta Nouvel, miró a la pequeña niña de ojos retadores y la cazadora se acercó a la jaula que aprisionaba a la niña. —¿Qué es lo que tus ojos quieren ver primero pequeña?— susurró ladeando un poco la cabeza a la izquierda, —la muerte de ésta mujer o la de tu madre... Saskia— dijo..
Gyöngyvér Kovács- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/04/2013
Re: Noche de Sangre, Agonía y desesperación - (Privado) Gyöngyver
La bruja escuchó en silencio, la sarta de ridiculeces que esa mujer balbuceaba. Pero no mostraría sus cartas, se percató que la cazadora no tenía ni el mas mínimo conocimiento de los poderes que ella poseía. Sonrió mentalmente, - parece que el pobre ser que torturaste para conseguir la información, sobre mí, al final de cuentas no me delató o poco sabía de lo que en verdad deseabas descubrir – caviló. La mujer le hablaba sobre la muerte y se jactaba de ser una de las formas que la gran diosa del inframundo se presentaba. Galia, no pudo ocultar una mirada de sarcasmo y su peculiar sonrisa burlona, - nadie mas que yo ha visto y conducido a las almas en penas a los dominios de las Bean Sidhe. Somos pocas, las que tenemos ese don, y te sobrarían los dedos de la mano para contar los linajes que tienen la comunicación con el otro lado – sentenció mentalmente, - yo soy una O'Gradys, aunque al llegar a tierras españolas, mis padres cambiaran su apellido para intentar huir de la inquisición, las Banshee, han estado con nosotros centurias incontables, desde los albores de la historia y la humanidad. Nos han acompañado toda la vida, y lo harán hasta el último segundo de mi existencia – caviló mientras mantenía cerrado los ojos y buscaba la concentración necesaria para crear una ilusión. - Ellas estarán conmigo en ésta lucha, como lo han hecho con cada uno de los descendientes O'Gradys, cumplirán su pacto ancestral, eso no tengo la menos duda-, por esa razón y a pesar de estar en una situación que parecía casi imposible de revertir, la bruja sabía que no todo estaba perdido.
Su poder de premonición le hizo saber el momento justo en el que la mujer intentó hundir la daga envenenada en su vientre, utilizando el poder de la ilusión, logró hacerle creer que el veneno le haría efecto. Mientras tanto con astucia y pericia de un escapista de circo, consiguió romper sus ataduras, cayendo suavemente al suelo cubierto de heno, en el instante en que la asesina se dirigía a donde la mocosa se encontraba, eso permitió que sus movimientos pasaran desapercibidos, e inmediatamente creó una ilusión, por si la mujer se volvía a contemplar a su otra presa.
La Luz que apenas iluminaba la estancia, le permitió moverse con sigilo. Como nigromante, invocó una gran cantidad de almas, que sin perdida de tiempo comenzaron a lanzar diferentes objetos, en contra de la asesina, orquillas, hoces, guadañas, una tras otra salían despedidas de diferentes direcciones del granero, para caer sobre la mujer.
En el Camino
Saskia, divisó la negra construcción que se recortaba en el cielo plomizo y lluvioso. Era un granero, donde la luz mortecina que se proyectaba desde las ventanas permitía darse a la idea que allí había alguien. Reconoció de inmediato el lugar, gracias a su clarividencia la voz de una mujer diciendo su nombre, golpeó en su mente, una jaula mantenía a un ser dentro, la visión se hizo mas clara y el rostro de su pequeña se presentó como si la tuviera a muy poca distancia. El Caballo corría con todas sus fuerzas, mientras ella seguía espoleando sin descanso, sus colmillos se alargaron, bebería de esa mujer hasta dejarla sin una sola gota de sangre, - como se atreve a secuestrar a mi hija – gritó en medio de la lluvia que empapaba su ropaje, sus cabellos caían mojados y pesados enmarcando su rostro y cabeza. En su mente solo existía una decisión, aniquilar a ese rata que se encontraba en aquel desvencijado granero. Faltaba muy poco para llegar y liberar tanto a su hermana como a su pequeña hija.
Su poder de premonición le hizo saber el momento justo en el que la mujer intentó hundir la daga envenenada en su vientre, utilizando el poder de la ilusión, logró hacerle creer que el veneno le haría efecto. Mientras tanto con astucia y pericia de un escapista de circo, consiguió romper sus ataduras, cayendo suavemente al suelo cubierto de heno, en el instante en que la asesina se dirigía a donde la mocosa se encontraba, eso permitió que sus movimientos pasaran desapercibidos, e inmediatamente creó una ilusión, por si la mujer se volvía a contemplar a su otra presa.
La Luz que apenas iluminaba la estancia, le permitió moverse con sigilo. Como nigromante, invocó una gran cantidad de almas, que sin perdida de tiempo comenzaron a lanzar diferentes objetos, en contra de la asesina, orquillas, hoces, guadañas, una tras otra salían despedidas de diferentes direcciones del granero, para caer sobre la mujer.
En el Camino
Saskia, divisó la negra construcción que se recortaba en el cielo plomizo y lluvioso. Era un granero, donde la luz mortecina que se proyectaba desde las ventanas permitía darse a la idea que allí había alguien. Reconoció de inmediato el lugar, gracias a su clarividencia la voz de una mujer diciendo su nombre, golpeó en su mente, una jaula mantenía a un ser dentro, la visión se hizo mas clara y el rostro de su pequeña se presentó como si la tuviera a muy poca distancia. El Caballo corría con todas sus fuerzas, mientras ella seguía espoleando sin descanso, sus colmillos se alargaron, bebería de esa mujer hasta dejarla sin una sola gota de sangre, - como se atreve a secuestrar a mi hija – gritó en medio de la lluvia que empapaba su ropaje, sus cabellos caían mojados y pesados enmarcando su rostro y cabeza. En su mente solo existía una decisión, aniquilar a ese rata que se encontraba en aquel desvencijado granero. Faltaba muy poco para llegar y liberar tanto a su hermana como a su pequeña hija.
Saskia Borgano- Vampiro Clase Alta
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Re: Noche de Sangre, Agonía y desesperación - (Privado) Gyöngyver
Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.
Friedrich Nietzche
Friedrich Nietzche
El aterrado rostro de la infante mantuvo la sonrisa de Gyöngyvér el tiempo suficiente para que dejara actuar a su presa. La cazadora era lista, aquel no había sido el único infeliz al que había capturado, no, pero no hacía falta recordarlo, de hecho quien quiera que encontrara el triste cadáver le sería imposible reconocerlo. Los ácidos que consumieron su piel habían penetrado hasta los mismísimos huesos y Gyöngyvér a través de la cortina de humo contemplaba con un gajo de placer. Como sea, sabia que la bruja usaría uno de sus trucos, era por eso que antes de tirar la daga echó un vistazo para ver la hoja aún con el veneno.
La razón de que ella mezclara sus venenos tenía un motivo, en este caso era para librarlo de una ilusión, no importaba que fuera hacer, si con su brujería hacía parecer que la daga estaba ensangrentada, el espeso veneno cambiaba de color con la sangre, así, que si se mantenía carmesí significaba que era una ilusión, y así fue. Gyöngyvér cerró sus ojos lo que le ayudó a agudizar sus sentidos. Comenzó entonces a escuchar objetos y se dio media vuelta. En el aire vio todo tipo de objetos pulso cortantes y otros que seguramente eran muy pesados, la cazadora retorció su sonrisa y comenzó a esquivar todos los objetos que se abalanzaban sobre ella.
Saltaba, se agachaba, se tiraba al suelo, rodaba, giraba, se levantaba, se aventaba a la pared, se escondía entre las columnas, volvía a exponerse y se repetían sus movimientos; la cazadora comenzó a soltar una risa por debajo y de pronto se detuvo dejando que una viga la golpeara y ella cayera sobre un cúmulo de paja. El golpe que Gyöngyvér provocó le sirvió para ver en el suelo el rastro de Galia, la muy ingenua nunca se percató que sus pies desnudos estaban entintados y sus pasos habían generado un rastro verde.
Como Gyöngyvér lo pensó, Galia se había ocultado en el salón de enfrente, un salón que la cazadora acondicionó y bloqueó desde afuera toda salida. Los ojos de la asesina se ensombrecieron, se levantó y comenzó a caminar al centro de la habitación donde actualmente estaba tanto ella como la niña. Los objetos danzaron en el aire y se abalanzaron nuevamente, esta vez, Gyöngyvér incrementó su velocidad, dio saltos, y vueltas, se movía de izquierda a derecha hasta que avanzó hasta el siguiente cuarto y de un golpe al arco hizo caer una cortina de hierro. Los objetos por un momento se detuvieron lo que significaba que Galia comenzaba a pensar en lo que sucedía. —Y la pequeña liebre corrió a la madriguera del lobo—casi recitó cual poeta de muerte, luego, observó rápidamente las huellas de los pies al pie de la escalera y sobre los escalones.
Más rápida que los mismos fantasmas de Galia, Gyöngyvér sacó su cañón y disparó en una de las columnas falsas haciendo que el piso se viniera abajo y la bruja cayera frente a la asesina. Los objetos cayeron al suelo debido a la desconcentración de Galia y antes de que pudiera reaccionar, Gyöngyvér sacó una daga y se la clavó por encima del cuello, atravesando la cabeza. La bruja perdió su luz y su peso cayó sobre la hoja, la cazadora hizo un esfuerzo para alzarla, la sostuvo de los cabellos y retiró la hoja ensangrentada.
Gyöngyvér la dejó caer, levantó la reja lo suficiente para poder salir de ahí rodando, luego, le colocó los candados para que trabarla. Fue por la niña y la llevó (aún dentro de la jaula) al centro, ahí sujetó la jaula de una fuerte soga y ayudándose de una polea la fue alzando hasta que quedó en lo alto. Después, acercó el caballo con el que huiría a la única salida que abría y tiró el petróleo por todo el lugar para que el fuego lo consumiera todo con mucha prisa. Y una vez que ya todo estaba preparado, se sentó justo debajo de la niña, cruzó la pierna y bajo el disfraz de la campesina rubia esperó a Saskia.
Gyöngyvér Kovács- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/04/2013
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