No sabía que aquí me encontraría con esto [Leena Noel]

por **Romilda Hetfield** Lun Dic 26, 2011 9:42 pm

Regresando de hacer unas compras para la casa, la joven bruja decidió tomar un camino distinto, aburrida ya de ver durante más de dos años los mismos lugares cada vez que hacia los mandados que le encargaban, siempre las mismas casas, los mismos árboles, los mismos niños jugando juntos. Nunca tenía ninguna emoción yendo por ese camino, todo era tan monótono que hacía que sus deberes sean detestables. A pesar de ser el recorrido más aburrido, era también el más seguro y el único por el que había transitado, pero aún así, si no intentaba por otro lugar, nunca sabría de qué se perdía o de qué se salvaba. Entonces se decidió. Emprendió otro camino.

El sendero comenzaba con una calle de tierra, casas peculiares, más bien, no eran casas, sino tiendas, campamentos. Eso parecía muy extraño. Nunca antes había visto tiendas en París. Le resultaba muy curioso y llamativo. Sus pasos se hicieron más lentos, con los ojos puestos en esos lugares. Caminó viendo hacia sus costados, incluso se daba algunas vueltas para ver hacia atrás. No ponía atención en el frente, ya estaba encantada por ver algo tan atractivo como un simple campamento. Observaba que había tendales de ropa y objetos puestos al sol para secarse. Y entonces... se detuvo. ¿Un circo? Vió la gran carpa que tenía a unos cuantos metros. Jamás hubiera imaginado que un circo se encontraba por allí. Sin dudarlo, comenzó a andar hasta él, contenta de por fin tener algo con qué entretenerse.

por Invitado Mar Dic 27, 2011 12:23 am

Sentada tras una pequeña mesita de madera cubierta con un mantel de color morado adornado con unas lunas, estrellas y soles de un tono dorado me encontraba yo, cubriendo mi cuerpo con un vestido rojo y una mascada adornando mi cabello, me levanté de mi asiento en un suave movimiento danzando hasta la puerta de la pequeña carpa.

Cuando levante la tela camine hacia afuera un par de pasos, apenas se oía un ruido, estaba muy tranquilo en aquel momento, no se veía ni un alma, pase la mano por mi cabello quitando los mechones que cubrían mi rostro pasándolos hacia atrás, aunque sabía que de un momento para otro este volvería a cubrir parte de mi rostro, pero odiaba tener mi cabello amarrado y que no se moviera al compás del viento.

Mire a una joven no muy lejos acercándose a las carpas, una pequeña sonrisa se dibujo en mi rostro y levante un poco la voz, lo justo para que pudiera oírme - Buenas tardes preciosa niña, ¿Quieres una lectura de cartas? despues de todo a nadie le venian mal unos centavos, claro para el pan de cada día.

por **Romilda Hetfield** Mar Dic 27, 2011 12:52 pm

En su distracción por lo asombrada que se encontraba al descubrir un camino nuevo, un sitio por el cual nunca había pasado ni se le había cruzado por la mente creer que existía, comenzó a recordar muchahs cosas. Ohh... es tan raro... Hace tanto tiempo que no veo un circo... Pensó para sí misma, y era verdad, puesto que ya hacía muchos años de su última visita a un espectáculo de esos. Se le escapó una risa, era como volver a sentirse esa niña que con todo se maravillaba.

Y fue así que una voz melódica le interrumpió los pensamientos. Detuvo las miradas que iban de un lado a otro de la gran carpa de circo, para posarlos en una muchacha vestida de rojo, muy llamativa. Le preguntó si quería que le leyera las cartas. ¿Será una bruja que utiliza la necromancia? Quiso saber, pero no, las cartas no eran el medio por el cual los muertos se comunicaban con los brujos. Sin embargo, fuera cual fuera el método, le entusiasmaba mucho eso de las cartas, por lo tanto, aceptó.

- Claro, me gustaría mucho - dijo amablemente, acercándose a la mujer.

por Invitado Jue Dic 29, 2011 6:20 pm

Miro a la chica de cabellos rojizos y ojos azulados si no se equivocaba cuando se encontraba mas cerca suyo, una sonrisa se formulo en su rostro cuando aquella preciosa niña de una tez tan blanca como la mismísima luna había aceptado la lectura de cartas.

Abrí levemente la cortina que era la puerta de aquella carpa donde en su interior se encontraba mi lugar de trabajo, señalandole una pequeña mesa donde anteriormente me encontraba sentada, cuando ella entro mire afuera un par de segundos antes de entrar también, acomodé nuevamente mi cabello que se había movido de su lugar, suspiré por ello tomando una pequeña liga que tenía en mi mano derecha tome mi cabello en una mal hecha coleta sentándome frente de ella, no sin antes sacar mi vieja baraja de cartas ya malgadasta, que había pertenecido a mi abuela.

Las barajee un par de veces mirando nuevamente a la chica frente de mi - Dime tu nombre preciosa -

Segui barajeando las cartas un par de veces poniendolas frente a ella - Corta la baraja 7 veces por favor, como tu quieras - dije siempre con una sonrisa en mi rostro levantandome por un poco de agua que tenía en otra mesita no tan lejana de donde estabamos ambas - ¿te ofrezco un vaso de agua?

por **Romilda Hetfield** Jue Dic 29, 2011 8:18 pm

La chica se sintió cómoda ante las dulces palabras de la mujer. Acostumbraba a sentir un ambiente cálido cada vez que una mujer adulta le hablaba con delicadeza y amabilidad, puesto que le hacían recordar las actitudes de su madre, siempre había sido una mujer sumamente cordial y angelical con su familia, y la mujer que actualmente cuidaba de la chica, no era precisamente una mujer así.

Pasó por una cortina que hacía de puerta, y entró en un sitio pequeño pero bastante agradable. Había una mesa y sillas, en las cuales se sentaron ambas. La chica quería observar más el lugar, pero siempre había creído que eso era de mala educación, puesto que era como juzgar el sitio y eso estaba mal visto por sus propios ojos. Por lo tanto, se limitó a mirar el maso de cartas que la mujer le puso delante de ella.

- Mi nombre es Romilda - le contestó, mientras dividía temblorosamente las cartas en siete partes. Algunas partes le habían quedado con menos cartas que otras, pero no podía hacerlo mejor que como ya lo había hecho. Decidió poner mucha atención en lo que hacía la mujer, para observar qué método utilizaba. Luego escuchó su ofrecimiento, pero no tenía sed, aunque también consideraba de mala educación rechazar algo que le habían ofrecido con amabilidad, por lo tanto, respondió: - Sí, se lo agradecería mucho.

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