Gracias por acudir. . . [Sinhué]

Las estrellas fugaces, que vuelan a través del cielo de la noche, tenían un brillo inquieto. No haría mucho desde que le vi aquella noche, con varios troncos sujeto entre sus brazos y una cara de perrito asustado que no pude aguantar resistirme a ayudarle contra aquellos malas sangres que lo escogieron como cena. No, no fue eso. Tan solo me costó un poco llevarlo de vuelta a donde se suponía que vivía con un tal “Lionel” y ahora que reflexionaba mientras caminaba por el bosque, pensé en cómo me miró. Al fondo vi la figura de otra persona, que no me moleste en preguntar el nombre, de algún modo no me vio con buenos ojos. Me sentía esa noche como si estuviera pisando terreno desconocido, como si jamás hubiera pisado el bosque en mucho tiempo, pero en cuanto fueron pasando los días, noches en mi caso, el cantico nervioso de mi corazón muerto en pena, cantaba inquieto a volver a ver a aquel hombre de cabellos dorados. Logre encontrar el lugar en el que me citó.

Fue concretamente hace dos noches cuando decidimos quedar aquí. Era aquí, donde le encontré, merodeando aburrido sin nada que hacer después de haber tenido una charla con Louis. Otro sujeto bastante curioso, pero en cuanto me apoye contra la corteza de un árbol, pude sentirme con cierto nerviosismo. ¿Qué era? No lo sabía, pero era extraño el sentir un cosquilleo en mi estomago...Ciertas historias de tiempos pasados decían que los dragones ancestrales que se extinguieron de las fantasías de los niños que eran siendo sustituidas por historias de reyes y los alejaban de la fantasía para ponerlos algún día un titulo de noble y una espada colgando en su cintura, los pensamientos son sustituidos por ideas de amor y tendencias estúpidas en los que son obligados a buscar a alguna mujer para seguir con la familia, un linaje estúpido que después nadie conseguiría recordar.

-Sinhue...-Tuve que decir su nombre, me lo pedía las ganas de soltar una palabra y me preguntaba si ese nombre era diminutivo de algo. Comencé a caminar lento por los alrededores, sin preocupación alguna y mis manos dentro de mis bolsillos, se movían sin sentido alguno. Suspire a tono pausado y mire a la luna que yacía hermosa en todo su esplendor. Me preguntaba, mil y una cosas me preguntaba en esta vida, pero lamentablemente, las bibliotecas no abrían cuando yo salía en busca de conocimiento y era una pena, a pesar de que tenía mucho conocimiento tras haber pasado solo en la soledad, tras cinco siglos, quería seguir estudiando, conociendo muchas más cosas de las que aprender y enriquecerse por uno mismo, solo que con libros en lugar de experiencias.

Mire mi reloj de cadena plateado, lo parecía, aunque tan solo era una mera imitación, lo podría usar perfectamente y no habría problemas, pero habíamos quedado, según él dijo a “medianoche, sobre los campos primerizos en las que nuestras vistas se cruzaron” y aquí estoy, en mitad del bosque, solo...no me preocupaba la soledad. No era rival para mí aunque a veces, se hacía notoria en mi vida, siempre lo fue, estuve con gente, luchando para perder el tiempo, para no aburrirme, pero ya estaba harto de estar ahí. Mis pies volvían a la corteza donde mi espalda se puso en un principio, hasta la luna, ya me aburría demasiado, siempre quieta, silenciosa, me ponía nervioso aquello. Ahora...¿Qué?

Espera, espera...
Dime qué pasa si
ves a alguien más que al
que esperas. ¿Quieres verle
pero no le ves, le esperas?

Al fin había llegado pero ni interés en mirarle. Había una interesante escena de dos insectos reclamando opiniones entre ambos. El macho tenía el poder desde siempre, pero yo en aquella era se me olvido de lo que era. Tan arraigado estaba a los libros que me interesaba de la orden templario para conocer algo más sobre lo que mis ancestros practicaban, la veneración en algo sagrado como lo era un Grial maldito. El veneno fue una trampa de aquella harpía, de la que me dejaron abandonado aquellos supuestos comadres que me acompañaron en aquella travesía. Ahora, tiempo atrás se olvida ahora en el presente. El pasado, es pasado, duele, pero puedes huir de él o aprender para la próxima vez. Nuevamente sentía algo en mí. Algo que en cinco siglos apenas note.

Durante muchos años, luche al lado de la mano de Dios como un simple condenado, espía y entre las sombras repartía información que era de utilidad. Jamás recibí apenas una queja, de envidia sí, pero ciegos son los que la envidia les carcome por dentro y nada más que hacen quejarse del trabajo de los demás-Sinhue...-Mis labios dijeron su nombre una vez más, parecía anhelo, pero no le miré. No tenía nada que esconder, tan solo en ese momento no sabía cómo actuar, pero cuando estaba o paseaba por la calle y me encontraba de casualidad con Sinhue, no me cortaba en ofrecerle una muestra repentina de cariño, pero era extraño que sintiera algo hacia él, pero aquel sentimiento era muy intenso.

Tan solo pretendía ir con cautela. El que mire a Sinhue de un modo extraño, no significaba que me cayese mal. La cautela que el pasado me hizo obtener, yo ahora la reflejaba, pero de lo poco que le conocía, simplemente algo me decía que confiara en él. Chasque la lengua y me levante de aquel apoyo en el que mi respaldo descansaba sobre la madera, comencé a acercarme poco a poco a Sinhue, sin prisas la verdad, yo tenía la eternidad por delante....él no. Me estaría mirando, nos estaríamos mirando el uno al otro, yo con una leve sonrisa en mis labios me acerque a acariciarle con la yema de mis dedos, con lentitud parte de su mejilla, después el dorso de mi suave mano paso por su mejilla de nuevo y mis dedos se enredaron en aquel andrajoso pero peinado cabello dorado que en tan poco tiempo, habían conseguido mi adicción por ellos.

Le acerque del mentón hasta tenerle sobre mis labios, no los tocaban, pero cerca estaban-....la luna brilla para que tú me ilumines con tu...-me quede a medias, normalmente no pasaba en mis frases ya que eran directas, como una flecha que se enviaban a través de los ojos de bellas damas, Sinhue era la mía, o al menos en parte-....¿No es así?...-Al menos conocernos tendríamos, para que amarnos después en alguna esperanza, al menos de la poca que me quedaba. Ahora sus labios contra los míos en un gélido beso que por mi condición no podía evitar ser así. No sé, debería de dejar de besarle, pero era cálido, armonioso, le rodee con ambos brazos por sus hombros, en un anhelado abrazo...¿qué hacia? Inmediatamente me separe de aquellas muestras de cariño, me separé de inmediato mirando nervioso, con temor a los ojos de Sinhue-...Pe-Per-dón!...-Solo se me ocurrió esa mierda de disculpa, tartamudo y ciego me deje llevar de nuevo por el corazón, seguramente ahora se burlaría de mi mismo, no quería ningún asunto en el que el amor estuviera de por medio.

El miedo quizás, odiado por muchos y yo uno de ellos, hizo que me alejara de Sinhue en aquel instante-...Temer es lo que sufro ahora, el querer hizo que perdiera...a...-no tenia porque dar más explicaciones, no quería ser mas burlado por los cotidianos parisinos. Ahora Sinhue confió en mí y yo en él. Le salve la vida de alguien como yo, alguien que posiblemente desconociera mi estado eterno-...La confianza postro a tus manos...-La congoja, aquel mal estar que aflora en tu corazón y que deja mostrar la tristeza-...pero por ello temo ser traicionado, el perdón...-le miraba fijamente a sus orbes claros-...imploro de vos...tan solo fue un momento de miedo...-Dije con pausa lenta en cada silaba que pronunciaba para Sinhue.

Me acerque de nuevo y le cogí de la mano, no me incline si no la subí a mis labios, para besarle pausadamente sus nudillos y ponerla sobre un órgano que para mí, la melodía ya no palpitaba-Tan solo tuve miedo...-serio era mi rostro-...pero no quisiera tenerlo hacia vos...-y la seriedad se torno en una mirada cristalina y limpia de alguna maldad.

Sonreí a escondidas de Sinhue. Me giré y vi que se metía en el agua. Debería de estar helada-Estará fría....-Seria algo de idiotas el no saberlo ya de por sí del estado de las aguas-Sal...te enfermarás...-Dije acercándome a él, me sacaba los zapatos, los calcetines y la parte inferior para después sacar la camisa junto con el chaleco por la cabeza y, quedarme en ropa interior frente a Sinhue. Iba con unos pantalones finos, de pata ancha y semi-transparentes, me acercaba hacia donde estaba Sinhue, para mí no habría problema alguno en sentir aquellas gélidas aguas, pero para él...-¿Qué intentas demostrar?-Le dije mientras ya metía mis piernas dentro de aquel pequeño rincón de aguas heladas, que con rapidez nos cubrían la cintura a ambos, yo me acerqué a él hasta dejarlo sin salida contra la pared rocosa que rodeaban a ese campo lleno de olas en calma.

La noche, era ya en si la que nos envolvía con su oscuridad, pero la luna nos iluminaba a ambos. Mis cabellos estaban al viento, sueltos, miraba a Sinhue con cierta seriedad, mis labios con lentitud, fueron a posarse sobre la curva de su cuello, cerca de aquella vena que me tentaba a morderle, a comer de él, pero por los dioses, jamás haría tal cosa. Nunca me permitiría el lujo de ¿Llevármelo conmigo? No lo sé, pero en cualquier caso, dejaría eso a su elección, tan solo que una cosa, tan solo tan pequeña, me había atraído hacia él. De alguna manera, él se parecía a mi cuando yo era joven...entre algún paréntesis en el tiempo, se parecía a mí, solo que era más despierto y cuando le veía por las noches, en ferias o bailes en los que me hacia regalarle alguna que otra sonrisa tímida.

Yo había descubierto algo en el, a lo mejor el me hizo ver una parte de mi, la cual yo desconocía, quizás Marie, jamás había estado destinada para mi, quizás estaría destinado para otros eventos, para darme a conocer a otras personas. Mi mirada postraba alguna seriedad a los ojos de Sinhue, aquellos orbes verdes, me gustaban, aunque a la luz los viera azules, era alguien inconstante.

-Sinhue...-mis manos se pusieron a ambos lados de su cabeza y le miraba con cierta diversión, me acerque, acorte la distancia entre nuestros cuerpos, apoyando mis caderas sobre las que estaban al descubierto-...Llevo...cinco siglos solo y, hazme caso cuando te digo que he estado solo en cinco siglos, apenas ya ni sé que pasa entre dos personas que se aman...lo que te digo de...que no me rechaces, es para que veas que...-Me quise acurrucar en aquel pecho tostado, actuar como una nena con problemas de adolescente, pero tenía dignidad y solo miraba con diversión el rostro de Sinhue-....Estas lindo de este modo...-acerque mi frente a la de Sinhue y la apoye contra la suya, con delicadeza y sin querer la apoye contra la suya, a pesar de estar en un estanque de aguas gélidas y con un ser que era peligroso, yo mismo era la prueba palpable de ello, aquel quien ahora vivía en contra los deseos de un Dios y a favor del diablo.

-Sinhue... ¿Estás seguro de querer a alguien que mata para vivir?-Negué inseguro pues esto podría ser algo descabellado-Quizás...tus amigos gitanos tengan razón...en que debas estar con alguien mejor...-No era una queja ni una despedida, si aceptaba o declinaba o ignoraba mi consejo, él tendría que atenerse a las consecuencias, para ello yo tendría que hacer de mi alguien que pudiera estar con él, pero si decidía otra cosa, yo se lo respetaría y le insistiría en que se quedase, de cualquier modo, volveria-mos a un mismo punto-...solo que yo quizás sea alguien abominable pa...-mis palabras se cortaron por un impreciso acontecimiento. Estaba hablando demasiado y al parecer me cortaron para que callara finalmente. Mis manos en sus mejillas se colocaron, seguí el beso de Sinhue el cual había sido punto final o algún punto aparte que si podía, continuaría. Quizás estuviera diciendo sandeces para variar.

Para alguien quieto e inservible como yo mismo, nos creemos todo lo que nos dicen los demás, pero por mi propia experiencia se que en el amor soy metepatas que lo destruye todo con pocas palabras, pero Sinhue insistía en hacerme creer en que estaba equivocado. Una melodía estupenda, pero no podía acompañarla pues el mío no seguía el mismo ritmo, las mismas negras, las mismos compases. Estaba estancado en una redonda en la que no salía a ningún ritmo. Unas palabras reconfortadoras escuche de Sinhue, asentía a cuando me decía:

“....ndonarme a ser el único que afectos recibe, quiero darte amor en la noche, mientras duermes, mientras lees...”.

Pero me dijo que me amaba ¿Visitarme? Trague saliva y le cogí del mentón para que poco a poco me mirase frente a frente, a mi mirada límpida que mis padres me dieron al nacer hace cinco siglos atrás-Ya sabes que me encontrarías en el fondo del edificio debido a lo que....-Creo que aun no se lo dije ¿o sí?. Mejor sería no tener secretos entre nosotros, no tener nada que ocultar para que la relación que comenzábamos a tener no fuera poco a poco decayendo en una relación embustera y con nada de sinceridad. Ya lo había dicho.

-Sinhue...-Solo pude volver a decir su nombre, enseguida asentí fértilmente a que me vallase a visitar-Sí, claro....pero ya sabes que estoy bien escondido....-Reí para después atacar a su cuello con aquellos besos cortos que tanto le gustaba que le diera. Mis manos, con cierta lentitud las fui deslizando hasta las nalgas heladas de Sinhue que por causa del frio de las aguas, se podría decir que era alguien como yo en esos momentos. El estaba frio y mis ganas de sentir algo cálido se estaban esfumando, quería sentir aquella calidez del cuerpo de Sinhue que tanto me gustaba a veces. Suspire cerca de la curva de su cuello y para cuando me aleje para mirarle a aquel rostro inocente, con ambas manos las puse sobre sus mejillas y así poder acercarle el rostro para besarle la frente y enseguida, le rodee por los hombros con ambos de mis brazos.

Este era el único momento en el que estaba con Sinhue. El único en el que podía estar a su lado sin que nadie o nada nos molestase, interrumpiendo este momento feliz. Hacía tiempo que mi posesividad hacia alguien, no salía a la luz. Solo se quedaba en el nivel de la envidia sana queriendo ofrecer mi protección también a alguien y bueno, ahora podría...aprovechar que tengo la oportunidad de ello y no como tiempo atrás que parecían no corresponderme pero al mismo tiempo engañándome haciéndome creer que si era correspondido. Con lentitud, el calor que se había instalado entre ambos iba desapareciendo poco a poco para dejar paso a una caricia fría por una suave brisa de nuevo.

-Respecto a lo de esposo...-le mire a los ojos, le retire un mechón del pelo para poder ver su rostro, me acerque para poder besarlo de nuevo y así apoyarlo contra la fría roca contra la que nos apoyábamos con tranquilidad de no ser empapados aun mas. Por mí apenas había problema alguno, sus caricias sobre mi pecho hicieron que mi vello se erizase, le mire a los ojos y en cuanto sonreí, acerque mis labios a su cuello para comenzar a delinear una marca roja, morada y azulada que prácticamente seria lo que llaman “la marca del amor” tontería de nombre, pero en realidad, cuando chupeteabas con posesividad “tus pertenencias” te sentías orgulloso de tener un propio juguete, pero para mí, Sinhue era más que eso. Era quien posiblemente me hubiera salvado de otros cinco siglos mas solo y sin nadie con quien hablar de verdad-tengo algo en el bolsillo de mi chaqueta que podría ser de tu agrado...-Dije terminando en una sonrisa para después acercar mi temeroso rostro al de Sinhue.

Chasque la lengua. Mierda, lo encontró.

Eso le pasaba por ser tan curioso y yo mismo por ser tan descuidado al poner aquella cajita pequeña en aquel bolsillo en donde Sinhue había encontrado la “sorpresa” que le tenía reservada para mas adentrada la noche. Fui, con paso lento, saliendo de las aguas gélidas que serian para Sinhue, para aquel que ahora sabia de su destino y que perecería hasta el momento en el que el mismo, me pidiera morir y seguir a mi lado como lo que era yo mismo. Un ser inmortal que vería el paso del tiempo una y otra vez, sin ninguna pauta, pero siempre yendo con cierta lentitud. Al verle ahí sentado sobre la arena de la orilla, con mi chaqueta en mano, suspire quedándome finalmente a su lado, me agache para estar a su altura y mirarle a aquellos ojos verdes que tenia-¿Qué coño crees que es?-¿Era verdad o mentira lo que tenía entre sus manos?

Acerque mi cuerpo al suyo, dejándole cohibido frente a mi pálida apariencia con la que las distancias se acortaban del uno del otro, quedando casi cerca de sus labios, y solamente me senté a horcajadas sobre sus piernas, me daba igual si el infortunio aparecía, o me manchaba de arena los pantalones de interior, me senté sobre él, sin dejarle apenas hueco para respirar e ir directamente con mis manos a coger la cajita de terciopelo, abriéndola y descubriendo un hermoso anillo, simple, para un caballero y de color oro, obviamente, rehusaba de la plata por mucho que mis gustos se tornasen en ellos.

Spoiler:

Estando sentado encima de él, aún todavía, le mostraba aquella simple joya que podría gustarle-Pocas noches te he visto, pero cada una de ellas, han sido suficientes, me has abierto tu corazón poco a poco...y...a pesar de que-trague saliva para comenzar de nuevo y decir menos enunciados que podrían romper el encanto del momento que se desarrollaba en ese momento. Este momento, mejor que cualquier otro. Hacia luna, dando la suficiente luz como para que mis orbes cristalinos azules brillaran de inquietante expectación-...sé que es poco tiempo, pero querría que pudieras....-sacudí mi cabeza, queriendo dejar de decir sandeces- Cásate conmigo....-le cogí la mano izquierda por coger una de sus manos, la que estaba más cerca, la que estaba más a mano y la que bese con paciencia para mirarle a los ojos.

-¿Qué dime?-Ahora el crio era yo y no era que estuviera lejos de los sentimientos del amor, es que solamente no me explicaba bien, a veces era un poco torpe y podría meter la pata para cometer un error. No quería fallar. En esto no. Y ahí las dudas comenzaron a comerme. ¿Me dirá que si o me dirá que no? ¿Querrá hacer una familia conmigo o qué? ¿Por qué tanto silencio?

La mano derecha será la idónea-...Creo que en la derecha...-con suavidad le cogí la mano derecha y le fui colocando el anillo. Le quedaba muy bien, era simple, como él, a mí me gustaba la plata, pero no podía llevarla, no al menos ahora y era un accesorio que complementaba bien con su tono de piel, aquel tono oliva de Egipto que se le había quedado. En cambio, yo, mas blanca que la luna incluso, parecía decantar más que Sinhue. No pasaba desapercibido aun que me pusiera una capa negra sobre mis hombros.

-No pongas precio al amor que te ofrezco...pues el precio es incalculable, Sinhue...-le acariciaba sus cabellos dorados con lentitud para posar las manos sobre sus mejillas, para acercarle a mis labios y así poder decantarme una vez más aquellos labios rosados que aun deseaba probar más, deseaba saciar mis ansias de volver a sentirle cerca de mí. La noche era joven, si, pero se iba a dormir pronto para que su hermana mayor, el día, saliera en su lugar-Yo también te amo, Sinhue....-juntaba mi frente junto a la ajena, para seguir con las caricias sobre sus mejillas-...Oye...Ehm...Tu amiguito Lionel... ¿De verdad acepta esto?-Dijo poniendo las cartas sobre el fuego, abrace a Sinhue para que no entrase en frío o ¿Por qué no quería separarme de él? De todos modos, seguiría a su lado, franqueáramos por donde pasáramos.

Parecía que no le había caído bien a su compañero de carreta. Siempre traía a Sinhue a hora para que no la pasara nada por la noche, para que su amiguito, que más bien parecía ser su madre, no se enfadara. También cuando Sinhue me invitaba a las fogatas que organizaban cerca de su carreta, yo sabía que Sinhue lo hacía para que Lionel y yo, congeniáramos, pero era imposible. Ya bastantes veces se lo decía con suavidad, pero de algún modo quizás, fuera porque tenía tanto orgullo de dejarme pisotear, que no veía y solamente me comportaba reticente con aquel gitano, manteniéndome cerca de Sinhue.

-No es que quiera romper el encanto....-Me separe de aquella pose, pero no me separé, me senté a su lado, con las ropas húmedas sobre mi cuerpo cayéndose a los lados, mirando a quien se casaría conmigo, a mí....a-mado...Era curioso como aquel sentimiento de soledad iba bloqueándome del poder de expresión. Tantas veces quería ser alguien expresivo, pero solamente lo llegaba hasta un punto. Un punto en el que tendría que hacer un esfuerzo y llegar a un punto mucho más expresivo. No quería hacer daño a Sinhue y sabía más o menos como era.-...pero...temo...o al menos que haga lo que sea...para que no ande cerca de ti...-Era verdad, decía la verdad. Era sincero, no tenia que esconder nada. Podría parecer del estereotipo galán, pero era un completo idiota, culto, con labia al menos para todos los campos en los que se usa el término “labia” y aparte de aquello, solamente sabía enfadarme, proteger con posesividad lo que era mío y bueno, pocos me conocen, excepto Sinhue.

El si se merecía conocerme. Me lo había demostrado aquella noche. Me había sonreído por muy poco que fuera...aquella noche. Y solo con aquella sonrisa, supuse ver la oportunidad de cambiar y de ser alguien mejor...con alguien que pudiera guiarme entre tanta soledad en la que me encontraba.

Aun asi, parecia no entenderlo, o quizas era yo el que malinterpretaba las cosas. Por muchas cosas pasé antes de conocer a Sinhue, muchas cosas he visto durante los momentos en soledad en que estuve destinado a estar sin mas oportunidad de otras muchas cosas. Muchas noches y muchos días pasaron ante mis narices como un ser abominable de la noche. Parecia ser un amigo timido que se escondia con cierta razón, pero ahora estaba bloqueado. No sabia que decir, que parte de mi cuerpo mover o hacer para responder a Sinhue. Quizás el silencio siempre es la mejor solucion ante los problemas. Amaba a Sinhue, pase ya muchas noches con él y con sus semejantes o amigos cercanos que para ellos, yo era un ser despreciable excepto para los ojos de Sinhue-Pero aunque te vean o nos vean felices juntos, el que sale perdiendo...podrías ser tu...no quiero que salgas herido tan solo por lo que Dios ha hecho de mi durante estos cinco siglos...-Estaba de pie tan pronto como la fuerza de voluntad me dio fuerzas para ponerme de pie.

No decia por herir, sino porque me importaba. No me importaba si era hombre o mujer, si tuviera color o no, si estuviera vizco o no, solo me preocupaba de su felicidad y si por mi lo pasaria mal en un futuro, que Dios enviara mi alma al infierno. Queria pasar mi tiempo, o al menos el que me quedaba al lado de Sinhue ¿Podria eso ser posible? No lo se, tan solo que cualquier cosa podria pasarme ahora o a él mismo. Yo ahora estaba de todas maneras envuelto en una felicidad y en una desdicha. Quería casarme con Sinhue, podria ser pronto, pero de cualquier modo, siento que....de algun modo es "Él" Es cierto que en el pasado me habia comprometido. solo que no habia llegado a nada, giré mi rostro, miré a Sinhue para despues acercarme a su lado, mirándole a los ojos, aquellos ojos verdes que le gustaban tanto de su pareja.

-Sinhue, te amo, pero temo por si, por algún casual, por lo que soy ocurre algo catástrofico...-Mi mano le acariciaba su mejilla, le metí un mechon de sus rubios cabellos a traves de su oreja-...temo perderte Sinhue....aunque solamente, rezo cada noche para que no pase nada y que el destino que ya es por si bien caprichoso es, nos separe....temo...te amo Sinhue, no deseo una vida solo de nuevo...-Me encontraba sin palabras, comencé a temblar del mismo miedo, por Dios Santo, si, de cualquier modo consegui acurrucarme en su regazo, sobre su estomago coloque mi cabeza o parte de mi mejilla en direccion al rostro de Sinhue. Le miraba a los ojos estando en aquella posición-...-Quizás con mis palabras ya podria haberle conseguido asustar, pero mi intención bien no era aquello. No queria infringirle daño ni nada, quizás me estuviera repitiendo demasiado.

-¿Sinhue?-Pregunte pues le vi o eso me pareció, un poco en su órbita, en aquellos pensamientos en los que me gustaria estar a veces. Me acerque y le besé en los labios con lentitud, cerca me quedé para posar otro cerca de sus labios y una mano que acariciara aquella tostada tez que ahora le cubria la luna.