Hay excepciones a la regla (Klavier - Tamina Juliet - Papa Borgia)

por **Tamina Juliet Borgia** Lun Ene 02, 2012 2:47 pm

Los hombres lobo son mi obsesión
el destruirlos mi más grande misión,
entonces ¿Por qué eres tú diferente?
¿Qué es lo que te distingue de la demás gente?

El día se ha tornado gris, las nubes en el cielo se amontonan una contra otra y lentamente las personas empiezan a correr a sus hogares, esperando la gran tormenta que no tarda en aparecer. Camina por las calles con una larga capa negra con una capucha que oculta su rostro ante todos los que están alrededor. No le conviene que distingan quién es, no ahora, no nunca y sin embargo sigue la figura que está adelante de ella a unos cien metros, no la pierde ni de vista, ni de oído.

No entiende a qué ha venido a Florencia de nuevo, pero aún así no permitirá que nada le suceda. Ha realizado algunas misiones en esta ciudad y lentamente se ha hecho de enemigos, algunos intrascendentales, pero otros poderosos, como el señor de una mansión bastante alejada a estas calles y que sin embargo, siempre tiene a una persona sobre las entradas y salidas de la ciudad, por si alguna vez la ve de regreso, para preparerse y darle el golpe de gracia. Curioso, porque normalmente los que regresan muertos son sus emisarios. Pocos se atreven ya a buscarla, a pesar de las desorbitantes cantidades de dinero que se ofrecen por su cabeza.

Y aún así los hay, hombres ambiciosos que pugnan por más dinero en sus bolsillos, monedas que no les duran y son gastadas con rapidez en vino, mujeres y lujos. Por lo que, en el momento en que uno de los espías que puso a seguir a su hermana le dijo que se trasladaba a Florencia, buscó hacerse de una misión allá -¿A quién engaño? Prácticamente se la arrebaté de las manos a Traian- y con algo de suerte, llegó antes que ella. La ha seguido durante todo este tiempo, cuatro días, pero aún no logra entender a qué viene. Se ha deshecho de un matón que a punto estuvo de atacar a Tamina la segunda noche de su llegada, pero eso no significa que sea el único.

El viento arrecia y abre su capa, dejando ver la larga falda en color azul oscuro, pero no así, la abertura por la que puede desprender esa parte de sus ropas para quedarse con la chaqueta y unos pantalones de varón: su indumentaria para salir a cazar todas las noches, pero ahora mismo no es un trabajo propiamente dicho, si no una misión de rescate. Mientras más rápido su hermana encuentre lo que busca, saldrá de la ciudad y ella me dedicará a sus cosas, a encontrar a ese ladrón de joyas santas para traerlas de nuevo a su lugar de origen: El Vaticano.

Su hermana cruza por la avenida y se dirige al Barrio Rojo, lo cual la llena de mucha alegría -ironía- lo único que le faltaba, no obstante con irse a pelear con los matones, ahora tiene que cuidarla de los idiotas que intenten faltarle al respeto, robarla o peor, raptarla. ¿Qué acaso no piensa? En ocasiones se maldice a sí misma por ese sentimiento que nace de lo más profundo de su ser y que le obliga a protegerla. Suficiente tiene con cuidar sus propias espaldas... Tamina entra en una taberna y ahora sí la mete en problemas, porque no tiene una excusa o una forma de ingresar al lugar sin que todos voltéen a verla y alguien note que es idéntica a su hermana.

Chasquea la lengua y se coloca en una de las zonas más oscuras de la calle... encendiendo un cigarrillo -lo confieso, un vicio en el que pocas veces caigo, curiosamente sólo cuando estoy en misión de protección con mi hermana, de los nervios que me dan, de la ansiedad de que algo le pase- y lo fuma con tranquilidad, llenando sus pulmones de la nicotina y acompasadamente, echando afuera el humo. Es increíble lo que le hace sentir, ese horrible hueco en el estómago cada vez que oye que algo le pasó, que sufre, que llora, que... niega y sus sentidos se ponen alerta al oír una discusión en el interior del local.

Se pone en guardia, echando al piso el cigarrillo cuando la ve salir a toda velocidad, con un sujeto tras sus pasos. En un inicio su intención es darle un balazo, pero ve que la está protegiendo y tras ellos, salen otros tres hombres con sendas armas. No lo duda, es el Barrio Rojo, así que muchos no van a sentirlo demasiado y la policía no investigará mucho. Saca las pistolas y dos certeros balazos en las frentes de los más grandes, convencen a los demás de que no es seguro seguir a la pareja. Sonríe levemente y corre tras la pareja, una vez segura de que no les pisarán los talones y de que todos quedaron "conformes" con que la razón de estar tras ellos se ha perdido.

De todas formas, apresura el paso para seguir a su hermana y a ese sujeto, no vaya a ser la de malas que le haya defendido sólo para tener su confianza para poderla matar a su antojo y donde menos sospechas levante. Sí, eso de tener una gemela y de haber jurado protegerla, tiene su dolor de cabeza. Aunque para Juliet no es un dolorcito, es migraña.

¡Maldito el día que decidió que su protección correría por su cuenta!

por **Battler Vlareck** Sáb Ene 28, 2012 10:22 pm

Se abrocho por completo su camisa, mirándose en el espejo, se estaba arreglando para salir en una misión hacia Florencia, su superior le había comunicado que este día a primera hora tenia que viajar hacia ese lugar para capturar alguien, no sabia su nombre, pero lo tenia en la capeta que su superior le había dado. Desvió la mirada hacia la mesita de madera que estaba pegada a su cama, donde se encontraba una lámpara, un reloj, una pluma, tinta los papeles de la misión toda la noche la había leído, había dormido poco pero no se sentía cansando era lo que menos quería, sentirse cansado. No había salido de su cuarto desde que llego anoche del cuartel, estaba quebrado, destrozado por todo el entrenamiento, misiones que tuvo ayer, pero necesitaba agarrar fuerzas para este día, presentía que iba hacer un día muy, pero muy ajetreado. Se acomodo fajo la camisa blanca fina que tenia puesta, se abrocho el pantalón subiéndose la bragueta, miro sus botas y sonrió triunfal, camino hacia donde se encontraba su chaqueta de color azul rey, se la puso, abotonándose, sus ojos enfocaron la ventana mirando la ventana, el cielo se estaba entonando gris, frunció levemente el ceño, esperando que eso no estuviera en Florencia, era temprano todavía, agarro sus guantes de color negro, poniéndoselos, después agarro su reloj se lo metió a la bolsa de la chaqueta, por ultimo agarrando los papeles y encaminando hacia la salida de habitación. Abrió la puerta saliendo de aquella habitación que se había quedado completamente sola, se encamino por el pasillo hasta llegar a las escaleras, se bajo una por una hasta mirar la gran puerta de su casa, miro que nadie estaba en casa y salió por fin de la casa mirando un carruaje enfrente de su casa, que sabia donde ir -Señor Hund, que tanga un buen viaje-Era uno de los choferes, le abrió la puerta y Klavier se adentro en el carruaje, sentándose y poniéndose cómodo para el viaje. Mientras el, estaba viajando el carruaje, miraba el paisaje, era hermoso como las cosas se movían fácilmente por el compas del viento, como los pájaros volaban, era libres, el quería ser libre, pero no puede, esta encerrado en una jaula que si lo dejaran ir lo iban a ser perseguido hasta capturarlo podían encerrarlo nuevamente pero también ahí la posibilidad que lo pudieran matar y el no quería ser matado, no quería morir. Cerró sus ojos recargando su cabeza en el respaldo del asiento y cruzando sus brazos pero manteniendo los papeles con el todo tiempo, aunque iba solo temía que lo asaltaran y le quitaran esos papeles.

Se había quedado dormido, aunque sus sentidos del olfato y oído siempre estaba alerta de cualquier cosa que pasara *Ya mero llegaremos* Pensó, con sus ojos todavía cerrados y apretando fuertemente los papeles, era como su vida en ese preciso momento. Abrió los ojos al escuchar mucho rudo, miro varios rostro no cercas si no caminando, muchas personas hablando, volteo hacia los lados mirando que ya estaban en la ciudad… ¿Tan rápido llegamos? Se pregunto a si mismo, alzando una de sus cejas, se acomodo bien y mirando el lugar era nuevo para el, nunca había venido, aunque no le gustaba que estuviera aquí trabajo, no tena tiempo de visitar nada ni de comer, necesitaba encontrar a ese hombre, mientras seguía e el carruaje miro los papeles nuevamente, revisando cada detalle que por una razón no hubiera visto en la noche. Se acerco donde estaba mas cerca el chofer, saco un poco su cabeza, el viento golpeaba su rostro haciendo que su pelo se moviera -Disculpe! El trayecto creo que desviarse, iremos a la taberna!- No digo nada mas sintiendo como el carruaje se movía, había desviado el trayecto, mientras el seguía leyendo la información y pensando que iba hacer cuando llegara. No tardo casi nada en llegar al lugar pero tuvo que bajarse a unas cuantas cuadras antes de la taberna, cuando llego, se bajo rápidamente acomodándose su ropa, se puso su sombrero y agarro un bastón, quería parecer un señor importante nada que ver con un inquisidor, suspiro hondo y empezó a caminar elegante mente por las calles de la ciudad, la gente se la queda mirando, pero el solamente miraba si las personas no eran las que estaba buscando, miro entrar a una mujer a la taberna, desvió su mirada mirando otra personas muy retirada de ahí, ladeo un poco su cabeza *Creo que...no, no puede ser* Sacudió su cabeza y entro a la taberna.

Entro a la taberna, el aroma era repúgnate, el olor a nicotina le perforaba la nariz, no le gustaba ese desagradable olor, arrugo su nariz un poco, pero se compuso inmediatamente cuando sintió todas las miradas encima de el suspiro un poco adentrándose mas a la taberna, miro a la mujer esa acercándose a un hombro…miro el rostro de aquel hombro…era el…era el que estaba buscando…con muchas cautela se acerca a ellos, pero sin ser sospechoso, dejo sus papeles encima de la barra sin quitarse el sobrero, pido un vaso de Vodka, escuchando la convección que estaba teniendo aquella mujer y ese hombre. Pasaba las horas y ellos seguían platicando, cuando ella se fuera iba hacer su trabaja completamente, llevaba dos vasos de Vodka, no quería llevar mas de dos copas *¡Rayos! Cuanto tardan estas mujer hablando con el* Pensó el joven inquisidor, se estaba hartando si en una hora la mujer esa no se alejaba de el, iba ir hasta donde se encontraba sin importar nada e iba hacer su trabajo. Dejo su copa sobre la mesa encaminando hacia aquel señor, pero miro que la mujer se levanto rápidamente y había sacado una arma y lo estaba atacando el tiro los papeles, ya no necesitaba eso, era solo para una farsa, los presentes se alarmaron y empezaron armar escalándolo, se quito el sombrero y la capa negra que tenia alrededor de el, sacando una de sus espaldas, y empezando a pelear con uno de los hombres de ese tipejo, le clavo su espada en el estomago, golpeando a otro, miro a la mujer pelear, peleaba bien para ser solamente una mujer. Por estas pensando en cosas que no venían al caso en ese momento, fue golpeando en la nariz por un borracho cayendo al suelo, lo miro y golpeo su rodilla con su pie derecho haciendo lo caer se levanto rápidamente mirando que uno de los hombres del hombre quería atacar a la mujer, se acerca rápidamente a ella, evitando que el le encajara la daga haciendo que esa daga se le encajara en el brazo izquierdo, evito hacer un rudo, tomando rápidamente la mano de ella, sin importa nada -Vámonos de aquí- Salió corriendo hacia la salida, solo le importaba salir con vida ahí. Miro hacia atrás, mirando que los hombros la seguía y le mandabas balazos, protegía aquella mujer esquivándolas, la acerco a su cuerpo -Lo siento, pero necesito protegerla y protegerme a mi también-Susurro el licántropo, evitando una balazo que venia directamente hacia la mujer, seguía corriendo hasta que escucharon mas balazos mirando otra mujer correr hacia ellos, frunció el ceño pero observo que no le estaban haciendo nada, al contrario se parecía mucho a la mujer que tenia cercas, la solo mirando que nadie lo estaba siguiendo.

Las tres personas se metieron en un callejón oscuro, Klavier se tentó la herida que tenia en su brazos izquierdo, cayendo al suelo, sentía su pierna arder, no se había dado cuenta que una de aquellas balas lo alcanzo -Mierda- Susurro, quitándose la bota y mirando la bala enterrada en su pierna…miro ambas mujeres -Me pueden ayudar, después contesto sus preguntas ustedes las mías….-Dijo seriamente, sin quitar la mirada de ellas, con ese dolor punzante en su pierna y brazo.

por **Tamina Juliet Borgia** Sáb Feb 11, 2012 3:15 pm

Los pasos que me guían hacia el futuro
son aquéllos que tienen un trazo tuyo,
para vislumbrar el camino que me guiará
hasta llegar a la meta del triunfo total.

Las calles se suceden una tras otra al tiempo que ella avanza con determinación entre ellas, vigilando sobre su hombro todo el tiempo con la negra intención de dispararle a cualquiera que se atreva a seguirles. La capucha echada contra su cabeza evita que alguien mire su faz, ocultándola de todos y al mismo tiempo impidiéndole de cierta forma ver más allá de lo que la tela permite. Un punto en contra, pero que Juliet justifica con sus sentidos del oído y el olfato más desarrollados.

Por fortuna, no sólo se meten en un callejón oscuro, si no que la misma capucha impide que la mujer que Klavier defiende conozca a la persona que acaba de llegar, aunque la observa con detenimiento y desconfianza. Entre ambos, Tamina decide salir de ahí, aprovechando el momento en que él utiliza para atender su herida huye sin rumbo fijo, pero decidida a dejarlos atrás, ignorando los gritos que el hombre expresa con la finalidad de que regrese.

Juliet la observa marchar, a punto estuvo de descubrirla, qué cerca y qué lejos está de su hermana. Con ganas de estrecharla entre sus brazos y decirle que todo estará bien, pero ahora el factor sorpresa se ha perdido. Tamina la ha visto, por lo que si la persigue, volteará a encararla y eso es algo que Juliet no va a permitir nunca. Está fuera de sus planes descubrirse ante su hermana por lo que por esta vez, la dejará irse sola.

Sus ojos vuelven hacia el licántropo alzando una ceja al ver la herida que sangra. Sale del callejón dándole la apariencia a Klaiver de que le dejará solo, pero sólo es para mirar a su alrededor al pendiente de que su hermana elija un camino que la conduzca sana y salva a donde tiene que llegar. Luego, tras comprobar que nadie sospechoso está en la calle, regresa a donde el hombre desprendiéndose de una pequeña bolsa que cuelga del cinturón al tiempo que saca de ella unos vendajes y plantas.

Toma en silencio la pierna del Inquisidor revisándola con cuidado, agradeciendo sus sentidos sobrenaturales porque el cielo nublado impide que una decente luz ilumine el lugar y sobre todo, la herida. Asiente al comprobar que la bala está dentro, toma un pequeño palo, lo sacude un poco y se lo da en la mano obligándolo a que lo muerda para tomar unas pinzas y sin la menor piedad, las hunde en la herida para desprenderlo del objeto.

El grito se opaca al tiempo que ella hurga para encontrar la bala hasta lograrlo tras dos intentos fallidos. Él aspira profundamente en una respiración agitada que la hace consciente del dolor que debe tener, pero no es algo que le importe del todo. ¿Qué no dijo que le ayudara? Aunque por desgracia el viento azota con una fuerza tal que desprende de su capucha a la sobrenatural, dejándolo admirar su rostro idéntico a la mujer que rescató de la taberna y que huyó.

Juliet le observa negando con la cabeza, pensando en el momento de matarlo en el instante que la ropa de Klavier muestra su insignia como Inquisidor, lo que la hace chasquear la lengua. No, no debe matarlo así que será más difícil la situación sobre todo porque, lo quiera o no, él es el que rescató a su hermana, así que aunque él no lo sepa, le debe una.

Le perdonará la vida, pero necesita por todos los medios que él se quede callado. Medita todo ésto en tanto sus manos van vendando la herida, decidiendo qué hacer con él. Hace una mueca al terminar, ayudándole a ponerse la bota, poniéndose en pie y extendiendo la mano para que la tome, todo sin pronunciar palabra, como si estuviera muda, pero en realidad es porque no le interesa conversar con él, mucho menos ahora que él ha visto su rostro.

- Creo que con ese vendaje es más que suficiente - dice entendiendo que tiene que hacerlo a su vera, a que la apoye, la ayude, a ser un aliado porque si no, se meterá en graves problemas como al idiota se le ocurra ir a con su hermana y contarle que tiene una gemela. No, mejor embaucarlo, que se confíe y tras ello, buscar la forma de cortarle la cabeza sin que nadie le siga los pasos.

- Sí, soy su gemela, nos separaron desde pequeñas y le cuido los pasos, te pido de la manera más atenta que si en algo te serví de ayuda, guardes mi secreto porque ella no sabe que existo. Sería muy peligroso para ella que alguien más lo supiera - pasos se escuchan a la distancia haciendo que Juliet se ponga en pie y vaya a vigilar. A lo lejos se ven los hombres que salieron de la taberna - ¿Hiciste algo en particular para que te persigan como si fueras un perro? - pregunta acercándose a él - lo siento, pero tenemos que huir, vélo por el lado positivo: tengo una puntería que pareciera ser un regalo del demonio, así que si conservas mi secreto, te salvo el trasero - promete ayudándolo a levantarse colocando un brazo sobre sus hombros a sabiendas que si permanecen ahí les matarán, es una desquiciada idea hacer una barricada porque tarde que temprano las balas se acabarán y quién sabe cuántos son en su contra - es hora de irnos, así que ayúdame en sostener tu peso porque correremos. Mejor que digan que somos cobardes a que nos traten ya muertos de idiotas.

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