La chica del aroma a sangre [ Kristal Woodrich]

por **Antonio Velázquez** Miér Ene 04, 2012 3:45 pm

El durazno se eleva por el aire y cae de regreso en mi mano, repito el mismo proceso varias veces, jugando como si de una esfera de malabarismo se tratase. Lo llevo de mi palma a mi boca y le doy un mordisco fuerte, el sonido hace eco en el lugar, como si las paredes fueran muy estrechas para guardar el secreto de mi hambre.

-No tengo antojo de carne hoy-me digo a mi mismo mientras saboreo la fruta dulce.

Llevo en mi hombro la funda falsa de mi espada, algunas personas me miran curiosas cuando salgo del callejón. Yo sólo les sonrío con cordialidad, si supieran que esa sonrisa oculta a un asesino de humanos como ellos. Bueno, no como ellos, cazadores, que se atreven a buscar matar a los seres como yo, algunos sólo queremos vivir en paz y yo me encargo de eso.

La mañana es soleada, perfecta para pasar desapercibido, así que sólo levanto mi chaqueta negra hasta el cuello y espero que mis piernas no se congelen con el pantalón oscuro que llevo. Siempre tengo frio en las piernas, no sé por qué.

Hace unos momentos, en aquel callejón, asesine a otro cazador, le corte el cuello. Me estoy dando cuenta que este es un trabajo imposible, pronto me encontraran y me atacaran entre varios de ellos. Me he asegurado de proteger, de matar a todos antes de que puedan informar de mi rostro a sus superiores ¿Por cuánto tiempo más? Si me descubren pronto, espero que sea una pelea legendaria, los libros de nuestra historia de lobos contaran como caí muerto después de matar a tantos.

-Asesinar-pienso para mi mismo-es una palabra fácil de decir, a lo que me he dedicado casi toda mi vida.

Me detengo de lleno entre la multitud, un aroma me llama la atención, lo extraño es que no es normal. Puedo escuchar un latido de corazón, unos pulmones expandiéndose para respirar y ese aroma a carne viva. Pero mezclado con el olor de sangre caliente, hay uno de vampiro. Como si acabase de ser mordida, pero no sólo eso, hay más.

El aroma va a la profundidad de la plaza, entre los kioskos y las bancas, los arbustos y los arboles. Es fuerte, una sensación a humanidad, pero con un toque del rojo de una criatura como ellos.

¿Acaso alguien disfruta de ser devorado por un vampiro?