AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
El feroz misterio de la rosa ( Louis J. Bouquet)
Página 1 de 1.
El feroz misterio de la rosa ( Louis J. Bouquet)
El cielo cubierto por una capa grisácea que hizo pensar a más de un marinero que, una polvoriente maldición habría caído sobre nosotros, anunciaba el comienzo de un nuevo día. Miré por la pequeña ventana de mi casa cercana al puerto. Era extraño despertarme en ella ya que, la mayoría de las veces auspiciaba de Casa de Magia, no de un hogar común y corriente.
La nieve empolvaba toda la madera que tantos trabajadores habían pulido cuando anuncié que volvería a mi cómodo hogar, con sus pequeñas ventanas cubiertas por maderas que oficiaban de persianas, una puerta sacada de cuentos para niños y hecha con piedras marinas color blancas que, en invierno, parecía que la nieve había formado un hogar con luz, y todas las comodidades que un capitán de barco de clase media podría adquirir.
En la mesa oscura de la cocina se encontraba un ramo de rosas blancas, mi botella de whisky y un frasquito de poción para la memoria, suspiré cuando lo tomé entre mis congelados dedos, no era algo de lo que estuviera orgulloso.
Me coloqué mi sobretodo negro que taoaba mi vestimenta blanquecina, tomé mi bastón, las cosas de la mesa y la llave ocre de arriba de un pequeño escritorio cercano a la puerta. Dando un vistazo por última vez a la casa, abrí la puerta y con paso lento por el cambio de temperatura salí de ella.
Cuando uno pasó la parte nostalgíca de cambiar de temperatura se da cuenta que no hace tanto frío como en altamar para ésta época y allí es cuando su día se vuelve mejor. Frío pero mejor. En pocos minutos pude llegar al Puerto, hoy todos los barcos estaban anclados en los diferentes muelles, en uno de los principales, una enorme nave de madera lustrosa, velas guardadas y letras de plata sobresalía de las demás.
- El Reina del mar.- susurré divertido. Nadie se encontraba en los puestos, nadie se encontraba caminando por allí, salvo yo pero hoy el puerto no era mi lugar en el mundo sino la playa que venía a continuación.
El mar arrullaba a los niños con su hermosa melodía, llegando la sal de las olas a congelarse y parecer unos pequeños copos de nieve, tan mágicos que parecía que una bruja los habría provocado con su don de ilusión. Antes de pisar la arena que todavía mantenía una temperatura más agradable que el asfalto o la madera del muelle dejé un pequeño collar de perlas que había hecho la noche anterior.
- Que nada malo me pase en éste día, Señora.- susurré largando unas cuántas lágrimas dirigidas a Mareia porque a la lamia la llamabas con gotas de tu sangre y él venía encantado pero a Mareia, sólo las lágrimas la llamaban, ya que eran tan saladas como el mar, su hogar. A lo lejos sentí su carcajada. Buen día para hacer aquel hechizo, pensé mirando la playa desierta.
A la orilla del mar llegué para sentarme, apoyé mi vaso de cristal a un lado, la botella de whisky a su lado y las flores apuntándome acusadoras. Tenía que armar el círculo pero como estábamos en invierno tendría que usar luz espiritual para efectuar correctamente el hechizo, no luz de una vela. Tomé mi frasquito para la memoria, sonreí al notar todavía mi caligrafía espantosa en un papel pequeño cortado como podía para marcar de qué se trataba.
Sin mencionar el conjuro pero diciendo en un romántico francés-La mémoire est ce que la sagesse est l'âge d'années- Tomé parte del contenido de la poción.
A lo lejos el mar parecía agitarse, anunciando que ya no me encontraba solo y fue entonces cuando mis ojos comenzaron a borroñarse como si se tratara de un sueño, en realidad caí dormido.
La nieve empolvaba toda la madera que tantos trabajadores habían pulido cuando anuncié que volvería a mi cómodo hogar, con sus pequeñas ventanas cubiertas por maderas que oficiaban de persianas, una puerta sacada de cuentos para niños y hecha con piedras marinas color blancas que, en invierno, parecía que la nieve había formado un hogar con luz, y todas las comodidades que un capitán de barco de clase media podría adquirir.
En la mesa oscura de la cocina se encontraba un ramo de rosas blancas, mi botella de whisky y un frasquito de poción para la memoria, suspiré cuando lo tomé entre mis congelados dedos, no era algo de lo que estuviera orgulloso.
Me coloqué mi sobretodo negro que taoaba mi vestimenta blanquecina, tomé mi bastón, las cosas de la mesa y la llave ocre de arriba de un pequeño escritorio cercano a la puerta. Dando un vistazo por última vez a la casa, abrí la puerta y con paso lento por el cambio de temperatura salí de ella.
Cuando uno pasó la parte nostalgíca de cambiar de temperatura se da cuenta que no hace tanto frío como en altamar para ésta época y allí es cuando su día se vuelve mejor. Frío pero mejor. En pocos minutos pude llegar al Puerto, hoy todos los barcos estaban anclados en los diferentes muelles, en uno de los principales, una enorme nave de madera lustrosa, velas guardadas y letras de plata sobresalía de las demás.
- El Reina del mar.- susurré divertido. Nadie se encontraba en los puestos, nadie se encontraba caminando por allí, salvo yo pero hoy el puerto no era mi lugar en el mundo sino la playa que venía a continuación.
El mar arrullaba a los niños con su hermosa melodía, llegando la sal de las olas a congelarse y parecer unos pequeños copos de nieve, tan mágicos que parecía que una bruja los habría provocado con su don de ilusión. Antes de pisar la arena que todavía mantenía una temperatura más agradable que el asfalto o la madera del muelle dejé un pequeño collar de perlas que había hecho la noche anterior.
- Que nada malo me pase en éste día, Señora.- susurré largando unas cuántas lágrimas dirigidas a Mareia porque a la lamia la llamabas con gotas de tu sangre y él venía encantado pero a Mareia, sólo las lágrimas la llamaban, ya que eran tan saladas como el mar, su hogar. A lo lejos sentí su carcajada. Buen día para hacer aquel hechizo, pensé mirando la playa desierta.
A la orilla del mar llegué para sentarme, apoyé mi vaso de cristal a un lado, la botella de whisky a su lado y las flores apuntándome acusadoras. Tenía que armar el círculo pero como estábamos en invierno tendría que usar luz espiritual para efectuar correctamente el hechizo, no luz de una vela. Tomé mi frasquito para la memoria, sonreí al notar todavía mi caligrafía espantosa en un papel pequeño cortado como podía para marcar de qué se trataba.
Sin mencionar el conjuro pero diciendo en un romántico francés-La mémoire est ce que la sagesse est l'âge d'années- Tomé parte del contenido de la poción.
A lo lejos el mar parecía agitarse, anunciando que ya no me encontraba solo y fue entonces cuando mis ojos comenzaron a borroñarse como si se tratara de un sueño, en realidad caí dormido.
El frío ya no se sentía
Sólo un ruido feroz y clásico de un felino se acercaba a mí, por entre la arena.
Finos pétalos de rosa tan roja como los labios de Dinorah, cubrían cada paso que aquel animal daba. Y Allí me encontraba yo, un brujo frente a una bestia, o por lo menos era lo que decía mi ignorante interior.
Sólo un ruido feroz y clásico de un felino se acercaba a mí, por entre la arena.
Finos pétalos de rosa tan roja como los labios de Dinorah, cubrían cada paso que aquel animal daba. Y Allí me encontraba yo, un brujo frente a una bestia, o por lo menos era lo que decía mi ignorante interior.
Despertándome de aquella visión, un rostro juvenil pareció aparecer de la nada, sonreí al notar que aquello que había soñado no se trataba de un efecto alucinógeno producto de la poción. Me serví un poco del whisky y le añadí un pétalo de rosa blanca. Eso me ayudaría para detener la llegada de Mareia pues si había alguien allí, y era completamente humano me deportaría a las autoridades de la Inquisición. Eso era para mí, convertirme en brujo quemado o torturado hasta la muerte.
Me levanté de la arena sacudiendo el sobretodo que se había vuelto gris.
- Buenos días jovencito.- dije con voz fría, educada y sonora, tanto como el romper de las olas en la orilla.
Nota del User:
La mémoire est ce que la sagesse est l'âge d'années: La memoria es a edad, lo que sabiduría es a años.
Me levanté de la arena sacudiendo el sobretodo que se había vuelto gris.
- Buenos días jovencito.- dije con voz fría, educada y sonora, tanto como el romper de las olas en la orilla.
Nota del User:
La mémoire est ce que la sagesse est l'âge d'années: La memoria es a edad, lo que sabiduría es a años.
Invitado- Invitado
Re: El feroz misterio de la rosa ( Louis J. Bouquet)
Salta, más alto, si, así… Toma la cuerda. No temas, no caerás si no miras abajo. Los poco marcados músculos de sus brazos, se tensaban casi de manera dolorosa, al sujetar la cuerda que sostenía su cuerpo a unos tres a cuatro metros del suelo. Ligero de huesos, o quizás, la única persona con el arrojo y entusiasmo necesarios para hacerlo, de entre toda la cuadrilla de actores masculinos, el asiático era el único que se atrevía a hacer tales acrobacias. Con una sonrisa, mientras pasaba su peso de una cuerda a otra… era como si pudiera volar. El efecto del viento que movía sus cabellos aun dentro del recinto. Ensayaron como poseídos. Jóvenes bohemios y cada uno con sus particularidades. Un grupo en que todos y ninguno destacan. Ah! La noche ha caído, pero es joven, según le dicen a Louis alborotándole el cabello. El solo ríe. Quiere volver a casa, dar un beso a su princesa de rizos dorados y después, dormir mientras su pequeño vampiro, le peina los cabellos hasta, casi arrullarlo como a un niño. Pero no, parece que no lo dejaran ir. Louis mantiene a su familia fuera del conocimiento de los demás. El parece humano, y técnicamente casi lo es… si no fuera por aquella sangre con la que nació, pero Imre, no lo parece. Y Aly, a la pequeña, era una monada, y Louis habia olido algo raro en ella. No sabia aun muy bien que era. Pero, sabia que podian correr peligro, no solo por esas cualidades, no, tan solo, por el hecho de ser una familia poco convencional para los estándares sociales, tan puritanos. No podía aparecer tomado de la mano a su pareja, con libertad. No quería ponerlo en riesgo una vez mas. Como fuera, el caso es, que esa noche, lo arrastraban a quien sabe donde, mientras apenas lograba colocarse un saco largo, en color azul oscuro.
Anduvieron por las callejuelas, armando una tertulia animada. No pudo evitar que lo arrastraran hasta un bar. El no bebía, no desde que tan malas cosas hiciera bajo sus efectos. Además, su propio organismo era altamente sensible. -Anda, no seas maricón y bebe, no te pasara nada. Anda, tómala, hasta el fondo-Sus manos se cerraban en torno a una botella que no quería ni oler. Pero que ya le hacían beber, no podía negarse, no cuando ellos mismos le empinaban la botella. No podía resistir tanta presión. Era un dócil de primera. Un maldito minino doméstico. Al final, cuanto bebió? No lo supo. Pero la lengua siempre se suelta de mas, no es así? No supo bien como, pero de un momento a otro, se vio corriendo por la calle. Huía, lo más rápido que podía, el muelle estaba cerca, podría ocultarse por allí. Salto dentro entre las tablas y demás, iba alcoholizado, y no se percataba casi de donde ponía los pies. No los había podido perder. No podía…. Oh… si. Sonrió de medio lado, mientras sus piernas seguían corriendo. Las piernas se le doblaban un poco, las botas no se llevaban bien con la arena, -al menos, no del tipo que el actor usaba- -Detente, anda, da la cara como un hombre. Ya veras cuando te alcance, no quedara nada de ti.- Louis soltó una risotada, mientras caía de rodillas en la arena. Agradecía las sombras. Siguió corriendo, un viejo tronco, seco, pero todavía resistente, donde se apoyo, sin hacer ruido, quitando sus botas con cuidado. Las dejo dentro, apenas pudo moverse. Desabrocho el saco y la camisa, haciendo un ovillo de tela lo más compacto que pudo. A esas prendas, siguió el resto. Hasta quedar tal y como se describe al primer hombre en las sagradas escrituras. Era la única posibilidad que tenia, para no ser atrapado. Eran muchos mas que el. Apoyadas sus manos y rodillas, se concentro y dejo que la sangre cambiante dentro de sus venas, actuara. Su cuerpo se estremeció, y las extremidades humanas, cedieron, su cuerpo se encogió. Salio cola y orejas. Un gato de tamaño mediano, salio al paso de aquellos hombres. Que gritaban y maldecían. Siguieron buscando. Pero nada, solo había arena, el romper rítmico de las olas y ese estupido gato. Se pavoneaba con su colita en riste. Atento, como si de alguna manera siguiera burlándose de ellos. Ah, pero esos hombres no eran dulces marineros ni buenos hombres. No. Uno de ellos, de buenas a primeras, le soltó una patada que logro esquivar. Pero no una segunda, que lo mando a volar mas cerca de la orilla. Le dolió, y prefirió quedarse allí, echado, observando apenas la escena. Los hombres juraban destazarlo vivo cundo volvieran a verlo. Ese chico de rasgos extraños.
Lo mejor era, quedarse lo mas que pudiera como felino… Y así lo hizo, avanzando hasta hacerse un ovillo resguardado por aquel tronco, arrullado por el licor en su sistema y el oleaje, se dejo ir al mundo que era solo suyo. Ese que viene cada noche… más o menos. El mundo de los sueños.
Por la mañana, el sabor de la sal, estaba en sus labios, los primeros rayos lo iluminaban, y entonces, su cuerpo volvía a ser el de un hombre. Uno que yacía desnudo sobre la arena, temblando de frío, que se arrastro sobre aquella superficie, que se adhería a su piel. Sus ojos aun algo desenfocados, divisaban una solitaria figura. Se alarmo. Y tomo pronto su ropa, colocándose la parte de abajo como mejor pudo. Sus pies se hundían sobre la arena, y cruzo sus manos sobre su pecho, el frío matinal. Rayos, hacia muchísimo tiempo que no dormía a la intemperie. Tenía sed, además y algo de jaqueca. Aquel hombre de edad madura y porte elegante, para que negarlo, se puso de pie, y le saludo. El cambiaformas se sentía por demás apenado y nervioso. ¿Lo había visto transformarse?. Avanzo con ligera torpeza hasta salvar u par de pasos de distancia con aquel caballero. -
B-Buen… Buenos… Buenos dias…-Lo miro con la mirada azul curiosa, pero alarmada. Su voz temblaba, ni por un segundo sonaría como la de aquel hombre. Louis era alguien nervioso, y dado a actitudes de ese tipo. Avanzo otro par de pasos. Su mano derecha, frotaba el brazo contrario. -N-no hay nada c-como un p-paseo m-matinal… p-por la playa, v-verdad?-murmuro, con ese mismo tono, que intenta sonar casual, mientras una sonrisa de niño bueno, intenta comprar al hombre aquel. En sus rasgos, encontraba un aire que le hacia sentir algo de confianza por aquel desconocido.
Anduvieron por las callejuelas, armando una tertulia animada. No pudo evitar que lo arrastraran hasta un bar. El no bebía, no desde que tan malas cosas hiciera bajo sus efectos. Además, su propio organismo era altamente sensible. -Anda, no seas maricón y bebe, no te pasara nada. Anda, tómala, hasta el fondo-Sus manos se cerraban en torno a una botella que no quería ni oler. Pero que ya le hacían beber, no podía negarse, no cuando ellos mismos le empinaban la botella. No podía resistir tanta presión. Era un dócil de primera. Un maldito minino doméstico. Al final, cuanto bebió? No lo supo. Pero la lengua siempre se suelta de mas, no es así? No supo bien como, pero de un momento a otro, se vio corriendo por la calle. Huía, lo más rápido que podía, el muelle estaba cerca, podría ocultarse por allí. Salto dentro entre las tablas y demás, iba alcoholizado, y no se percataba casi de donde ponía los pies. No los había podido perder. No podía…. Oh… si. Sonrió de medio lado, mientras sus piernas seguían corriendo. Las piernas se le doblaban un poco, las botas no se llevaban bien con la arena, -al menos, no del tipo que el actor usaba- -Detente, anda, da la cara como un hombre. Ya veras cuando te alcance, no quedara nada de ti.- Louis soltó una risotada, mientras caía de rodillas en la arena. Agradecía las sombras. Siguió corriendo, un viejo tronco, seco, pero todavía resistente, donde se apoyo, sin hacer ruido, quitando sus botas con cuidado. Las dejo dentro, apenas pudo moverse. Desabrocho el saco y la camisa, haciendo un ovillo de tela lo más compacto que pudo. A esas prendas, siguió el resto. Hasta quedar tal y como se describe al primer hombre en las sagradas escrituras. Era la única posibilidad que tenia, para no ser atrapado. Eran muchos mas que el. Apoyadas sus manos y rodillas, se concentro y dejo que la sangre cambiante dentro de sus venas, actuara. Su cuerpo se estremeció, y las extremidades humanas, cedieron, su cuerpo se encogió. Salio cola y orejas. Un gato de tamaño mediano, salio al paso de aquellos hombres. Que gritaban y maldecían. Siguieron buscando. Pero nada, solo había arena, el romper rítmico de las olas y ese estupido gato. Se pavoneaba con su colita en riste. Atento, como si de alguna manera siguiera burlándose de ellos. Ah, pero esos hombres no eran dulces marineros ni buenos hombres. No. Uno de ellos, de buenas a primeras, le soltó una patada que logro esquivar. Pero no una segunda, que lo mando a volar mas cerca de la orilla. Le dolió, y prefirió quedarse allí, echado, observando apenas la escena. Los hombres juraban destazarlo vivo cundo volvieran a verlo. Ese chico de rasgos extraños.
Lo mejor era, quedarse lo mas que pudiera como felino… Y así lo hizo, avanzando hasta hacerse un ovillo resguardado por aquel tronco, arrullado por el licor en su sistema y el oleaje, se dejo ir al mundo que era solo suyo. Ese que viene cada noche… más o menos. El mundo de los sueños.
Por la mañana, el sabor de la sal, estaba en sus labios, los primeros rayos lo iluminaban, y entonces, su cuerpo volvía a ser el de un hombre. Uno que yacía desnudo sobre la arena, temblando de frío, que se arrastro sobre aquella superficie, que se adhería a su piel. Sus ojos aun algo desenfocados, divisaban una solitaria figura. Se alarmo. Y tomo pronto su ropa, colocándose la parte de abajo como mejor pudo. Sus pies se hundían sobre la arena, y cruzo sus manos sobre su pecho, el frío matinal. Rayos, hacia muchísimo tiempo que no dormía a la intemperie. Tenía sed, además y algo de jaqueca. Aquel hombre de edad madura y porte elegante, para que negarlo, se puso de pie, y le saludo. El cambiaformas se sentía por demás apenado y nervioso. ¿Lo había visto transformarse?. Avanzo con ligera torpeza hasta salvar u par de pasos de distancia con aquel caballero. -
B-Buen… Buenos… Buenos dias…-Lo miro con la mirada azul curiosa, pero alarmada. Su voz temblaba, ni por un segundo sonaría como la de aquel hombre. Louis era alguien nervioso, y dado a actitudes de ese tipo. Avanzo otro par de pasos. Su mano derecha, frotaba el brazo contrario. -N-no hay nada c-como un p-paseo m-matinal… p-por la playa, v-verdad?-murmuro, con ese mismo tono, que intenta sonar casual, mientras una sonrisa de niño bueno, intenta comprar al hombre aquel. En sus rasgos, encontraba un aire que le hacia sentir algo de confianza por aquel desconocido.
Louis J. Bouquet- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 5215
Fecha de inscripción : 20/01/2011
Edad : 33
Localización : In the 13Gate (?) Ok no, pero, posiblemente más cerca de lo que esperas
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El feroz misterio de la rosa ( Louis J. Bouquet)
Apresurado en una mezcla de cariño y protección inadecuadas debido a que se trataba de un completo desconocido que mi mente no comprendía su proceder, parecía un niño indefenso, el cúal había padecido un sinnúmero de ataques poco confortables, le extendí mi sobretodo, ser un hombre de mar endurecía tu temperatura, más si eras un brujo y tu guardiana no era nada más que el propio mar en mujer.
- Te hará falta.- dije con una sonrisa. Mi tono de voz se apagaba, era casi un aliento perdido en el mar.
Suspiré, últimamente la sociedad humana, completamente humana, sin habilidades y un velo de misterio que lo cubriera, se había vuelto en nuestra contra, atacando a un sobrenatural acompañado por su familia, o un simple trabajador, o en éste caso, un joven que en su rostro se veían las facciones más angelícales jamás antes vistas. Enfurecido con el mundo tomé la botella de whisky y con paso lento hice un pequeño círculo a mi izquierda.
La arena blanquecina entre la nieve, la sal, y el cielo que se reflejaba en ella se tiñó de un dorado casi caramelo, el olor a la bebida brotaba como si alguien hubiera dejado sus gotas de sangre en él, fuerte, único, capaz de lograr cualquier hechizo. Un viejo círculo, hecho por un viejo brujo, pensé y largué una carcajada.
- Jovencito, si yo saliera a dar un paseo por la orilla de mar.- dije mientras lo miraba a aquel par de ojos tan azules como las aguas del Caribe.- No estaría tan desabrigado y con los ojos tristes.- mi voz se volvía flexible, de un estado aceitoso estaba pasando a estar en un estado meloso, ya sea porque Mareia estaba cantando a la orilla del mar, amenzándome con hacerse visible para todos si no llegaba en poco tiempo o porque realmente me dolía en el fondo de mi ser, que aquel jovencito sobrenatural que tenía un leve recuerdo suyo en mi sueño-visión, estuviera padeciendo algo que hasta ahora no comprendía o mejor dicho, no quería comprender puesto que estaba cansado de ver éste tipo de cosas.
- Ven.- susurré mientras arreglaba aquel círculo en el podían entrar dos personas.- Por cierto, mi nombre es Amelhíon.- esbocé una amplia sonrisa.- Amelhíon Do Crucerois.- terminé diciendo. Largué una carcajada que hizo retumbar a las pequeñas piedras.- No soy tan normal, digamos que estoy más... ligado a la noche que a lo cotidiano.- puse mi mano sobre la parte que tenía enfrente del círculo.
- Te hará falta.- dije con una sonrisa. Mi tono de voz se apagaba, era casi un aliento perdido en el mar.
Suspiré, últimamente la sociedad humana, completamente humana, sin habilidades y un velo de misterio que lo cubriera, se había vuelto en nuestra contra, atacando a un sobrenatural acompañado por su familia, o un simple trabajador, o en éste caso, un joven que en su rostro se veían las facciones más angelícales jamás antes vistas. Enfurecido con el mundo tomé la botella de whisky y con paso lento hice un pequeño círculo a mi izquierda.
La arena blanquecina entre la nieve, la sal, y el cielo que se reflejaba en ella se tiñó de un dorado casi caramelo, el olor a la bebida brotaba como si alguien hubiera dejado sus gotas de sangre en él, fuerte, único, capaz de lograr cualquier hechizo. Un viejo círculo, hecho por un viejo brujo, pensé y largué una carcajada.
- Jovencito, si yo saliera a dar un paseo por la orilla de mar.- dije mientras lo miraba a aquel par de ojos tan azules como las aguas del Caribe.- No estaría tan desabrigado y con los ojos tristes.- mi voz se volvía flexible, de un estado aceitoso estaba pasando a estar en un estado meloso, ya sea porque Mareia estaba cantando a la orilla del mar, amenzándome con hacerse visible para todos si no llegaba en poco tiempo o porque realmente me dolía en el fondo de mi ser, que aquel jovencito sobrenatural que tenía un leve recuerdo suyo en mi sueño-visión, estuviera padeciendo algo que hasta ahora no comprendía o mejor dicho, no quería comprender puesto que estaba cansado de ver éste tipo de cosas.
- Ven.- susurré mientras arreglaba aquel círculo en el podían entrar dos personas.- Por cierto, mi nombre es Amelhíon.- esbocé una amplia sonrisa.- Amelhíon Do Crucerois.- terminé diciendo. Largué una carcajada que hizo retumbar a las pequeñas piedras.- No soy tan normal, digamos que estoy más... ligado a la noche que a lo cotidiano.- puse mi mano sobre la parte que tenía enfrente del círculo.
Invitado- Invitado
Re: El feroz misterio de la rosa ( Louis J. Bouquet)
Los ojos del chico se abrieron un momento, a su máximo, y sus labios se quedaron entreabiertos, como el de un niño que ha sido tomado por sorpresa. Completamente. No había mas emoción dentro del cambiante, que ello, mientras miraba sin creerlo, como aquel hombre le extendía aquella prenda. Se quedo quieto en el sitio, como si tuviera ocho y no poco más de veinte años. Se puso mas rojo al momento. ¡Que pena! Paso saliva, mientras el caballero pronunciaba u par de palabras. Con un brazo inseguro, lo tomo, para al momento musitar palabras de modo atropellado. -Yo… dioses… ¿pero y usted? Yo, estaré bien… yo… bueno… gracias.-Termino por sostenerlo, mas firme, sin atreverse a mirarlo, manteniendo esa posición de humilde gratitud. ¿Tenia tal cara de crio indefenso? Louis tenia ese tipo de suerte. A veces se preguntaba, si las personas realmente lo miraban como un hombre, o como un niño al cual cuidar. Al caballero, de rostro serio, pero afable, no se lo reprochaba, es mas, encontraba… en el… si quería… ¿Podia creer por un brevísimo instante, que era un acto paternal?
Lo miraba con verdadera admiración. Ese tipo de hombres, sin duda despertaban su curiosidad. Anhelaba tumbarse en la arena, y simplemente, observarlo, como haria un gato en sus cuartos traseros, con las orejas en punta, atento al menor suspiro. Cuando el liquido dentro de la botella se removió, cayendo finamente sobre la arena, su aroma le penetro en la nariz. La arrugo un poco, esa bebida sin duda era fuerte. Pronto, la arena sedienta, lo reclamaba, sin dejarlo ir. Encontraba fascinante igualmente el aroma de su ¿benefactor?, ese perfume que ahora de alguna forma lo envolvía. Quizas, no fuera un acto especialmente relevante para el caballero de pupilas fuertes, pero para Louis, cada pequeño detalle, contaba. Cada hilo, tejia una red diferente. Aun asi, un cambiante, tiene una parte recelosa. A veces mas oculta, a veces, un pequeño velo. Otras lo pasan por alto, pero esta alli, en sus mismos genes. ¿Por qué reia?
Paso saliva, su voz era calida, tenia un tono grave natural, pero a la vez, se dulcificaba. Como aquel que tiene infinita paciencia y sabiduría, pero no hace alarde de ello, ante unas rodillas raspadas y un par de mejillas sucias de barro. Bajo la mirada, a sus pies sobre la arena. Le dolia el cuerpo y no sabia del todo por que. Alcohol, ¿Por qué toma si no le sienta bien ni una copa? Por idiota. ¿Ojos tristes? Pero…- Ya… a veces, igual, las personas, no somos los seres mas racionales… no cree?-Y eso era verdad, algunas personas por necesidad, el lo habia visto, trabajaban con casi nada en noches heladas, solo para tener algo que llevarse a la boca por la mañana. Con paso receloso, se acerco, sus pies se hundian en la arena, le dificultaban un poco el avance. ¿Por qué hacia aquello? Alzo la mirada, y le sonrio mas seguro. -Un placer, monsieur Do Crucerois, yo soy Louis J. Bouquet, para servirlo.- Se sobresalto un poco, ante lo espontáneo de aquel sonido que salía tan jovial, tan puro. Tan… Louis lo sabia. Tenia esa esencia mezclada con el propio aroma humano. Una que tenia poco el gusto de detectar. Mas que otros seres noctámbulos, eran los brujos quienes mas le intrigaban, y a los que si, podia llegar a temer. - ¿Y esas ligaduras, son, para usted, bendición o maldición? No hay nada mas hermoso, que caminar cobijado por la luz de plata que nos regale nuestra madre, la Luna… -Miro al frente, al mar. Sabia callar, guardar compostura, ante algo que olia importante. Ese Whisky derramado, tenia una función. Y quería verla.
Lo miraba con verdadera admiración. Ese tipo de hombres, sin duda despertaban su curiosidad. Anhelaba tumbarse en la arena, y simplemente, observarlo, como haria un gato en sus cuartos traseros, con las orejas en punta, atento al menor suspiro. Cuando el liquido dentro de la botella se removió, cayendo finamente sobre la arena, su aroma le penetro en la nariz. La arrugo un poco, esa bebida sin duda era fuerte. Pronto, la arena sedienta, lo reclamaba, sin dejarlo ir. Encontraba fascinante igualmente el aroma de su ¿benefactor?, ese perfume que ahora de alguna forma lo envolvía. Quizas, no fuera un acto especialmente relevante para el caballero de pupilas fuertes, pero para Louis, cada pequeño detalle, contaba. Cada hilo, tejia una red diferente. Aun asi, un cambiante, tiene una parte recelosa. A veces mas oculta, a veces, un pequeño velo. Otras lo pasan por alto, pero esta alli, en sus mismos genes. ¿Por qué reia?
Paso saliva, su voz era calida, tenia un tono grave natural, pero a la vez, se dulcificaba. Como aquel que tiene infinita paciencia y sabiduría, pero no hace alarde de ello, ante unas rodillas raspadas y un par de mejillas sucias de barro. Bajo la mirada, a sus pies sobre la arena. Le dolia el cuerpo y no sabia del todo por que. Alcohol, ¿Por qué toma si no le sienta bien ni una copa? Por idiota. ¿Ojos tristes? Pero…- Ya… a veces, igual, las personas, no somos los seres mas racionales… no cree?-Y eso era verdad, algunas personas por necesidad, el lo habia visto, trabajaban con casi nada en noches heladas, solo para tener algo que llevarse a la boca por la mañana. Con paso receloso, se acerco, sus pies se hundian en la arena, le dificultaban un poco el avance. ¿Por qué hacia aquello? Alzo la mirada, y le sonrio mas seguro. -Un placer, monsieur Do Crucerois, yo soy Louis J. Bouquet, para servirlo.- Se sobresalto un poco, ante lo espontáneo de aquel sonido que salía tan jovial, tan puro. Tan… Louis lo sabia. Tenia esa esencia mezclada con el propio aroma humano. Una que tenia poco el gusto de detectar. Mas que otros seres noctámbulos, eran los brujos quienes mas le intrigaban, y a los que si, podia llegar a temer. - ¿Y esas ligaduras, son, para usted, bendición o maldición? No hay nada mas hermoso, que caminar cobijado por la luz de plata que nos regale nuestra madre, la Luna… -Miro al frente, al mar. Sabia callar, guardar compostura, ante algo que olia importante. Ese Whisky derramado, tenia una función. Y quería verla.
Louis J. Bouquet- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 5215
Fecha de inscripción : 20/01/2011
Edad : 33
Localización : In the 13Gate (?) Ok no, pero, posiblemente más cerca de lo que esperas
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El feroz misterio de la rosa ( Louis J. Bouquet)
El rojo se destacaba a años luz en su rostro, la vergüenza era algo que jamás me cansaría de observar por más que fuera la mia propia, ya que no era ningún sinvergüenza como decían mis más apegados amigos. Por fin el joven había aceptado mi abrigo y me disponía a seguir con aquel hechizo pero antes tenía que decirle si me acompañaría o si se iría por donde había venido, aunque por sus ojos aniñados, se mostraba desprotegido. Hice un sonoro aplauso marcando que me quedaría con la primera opción.
Retomé el círculo, faltaban las velas, pero en invierno no se podían utilizar con tanta facilidad y eso se complicaba a tal punto que tenía que usar mi luz interior. Siendo sincero, suena precioso decir la luz interior, muy oriental, pero en realidad la luz interna es la que permite tu vida, y con un crecimiento espiritual adecuado puedes usarla para tus más inesperados hechizos, conjuros, llamadas espirituales, entre otras habilidades que cualquier brujo puede tener.
- Digamos.- dije mientras terminaba de reforzar el círculo. Las olas se elevaban con más fuerza, Mareia con su cabello ondulado, su tez oscura y su vestido azul y negro danzaba por entre las rocas como una niña, sabía que molestaba, sabía que tenía que llegar para ayudarme a trabajar pero como sé que soy un testarudo no la dejaría bajar a menos que estuviera en peligro el joven sobrenatural o yo. De otra forma se quedará así, danzando en la costas del mar hasta que llegara en mi cuerpo otra vez.- Que conmigo lo racional se vuelve irracional.- dije sonriendo, soportando los envistes espirituales de Mareia. Ahogué un grito cuando tocó uno de mis chakras.- Salve la playa, el mar... y Mareia.- tuve que al final decir. Ahora Mareia se encontraba en el Mundo terrenal, siendo un espíritu visible ante cualquier sobrenatural. Fantástico, pensé sarcásticamente.
Asentí al oír su nombre.- Bienvenido a bordo joven Louis.- mi voz sonaba jocosa, como si fuera un bufón, lo cierto era que ahora Louis podía ver a una joven mujer de cabellos ondulados como las olas del mar, vestida de azul, su pollera volando, su tez oscura y aquellos ojos celestes que aprisionaban todas las almas. Su cabeza cubierta por una capelina negra, con una cinta azul decorada está.
Me acerqué a él saliendo del círculo, sentí como el viento sopló más fuerte.- Para los que son como yo.- hice una pausa, miré al joven, luego al mar y volví la vista al joven.- Se puede llevar como ambas, es una bendición porque te sientes seguro, eres uno más de las sombras, mejor dicho de la noche, las estrellas, la luna, las almas, todas ellas te custodian y ayudan. Pero es una maldición porque te vuelves tan incomprendido como si fueras un ángel caído.- mi sonrisa se nubló.- Te vuelves viejo, y lo único que te queda es lo que haz hecho en tu vida, y lo que puedes seguir haciendo.- antes de entrar al círculo, pregunté con voz ronca.-¿Gustaría en quedarse joven Louis?.
Retomé el círculo, faltaban las velas, pero en invierno no se podían utilizar con tanta facilidad y eso se complicaba a tal punto que tenía que usar mi luz interior. Siendo sincero, suena precioso decir la luz interior, muy oriental, pero en realidad la luz interna es la que permite tu vida, y con un crecimiento espiritual adecuado puedes usarla para tus más inesperados hechizos, conjuros, llamadas espirituales, entre otras habilidades que cualquier brujo puede tener.
- Digamos.- dije mientras terminaba de reforzar el círculo. Las olas se elevaban con más fuerza, Mareia con su cabello ondulado, su tez oscura y su vestido azul y negro danzaba por entre las rocas como una niña, sabía que molestaba, sabía que tenía que llegar para ayudarme a trabajar pero como sé que soy un testarudo no la dejaría bajar a menos que estuviera en peligro el joven sobrenatural o yo. De otra forma se quedará así, danzando en la costas del mar hasta que llegara en mi cuerpo otra vez.- Que conmigo lo racional se vuelve irracional.- dije sonriendo, soportando los envistes espirituales de Mareia. Ahogué un grito cuando tocó uno de mis chakras.- Salve la playa, el mar... y Mareia.- tuve que al final decir. Ahora Mareia se encontraba en el Mundo terrenal, siendo un espíritu visible ante cualquier sobrenatural. Fantástico, pensé sarcásticamente.
Asentí al oír su nombre.- Bienvenido a bordo joven Louis.- mi voz sonaba jocosa, como si fuera un bufón, lo cierto era que ahora Louis podía ver a una joven mujer de cabellos ondulados como las olas del mar, vestida de azul, su pollera volando, su tez oscura y aquellos ojos celestes que aprisionaban todas las almas. Su cabeza cubierta por una capelina negra, con una cinta azul decorada está.
Me acerqué a él saliendo del círculo, sentí como el viento sopló más fuerte.- Para los que son como yo.- hice una pausa, miré al joven, luego al mar y volví la vista al joven.- Se puede llevar como ambas, es una bendición porque te sientes seguro, eres uno más de las sombras, mejor dicho de la noche, las estrellas, la luna, las almas, todas ellas te custodian y ayudan. Pero es una maldición porque te vuelves tan incomprendido como si fueras un ángel caído.- mi sonrisa se nubló.- Te vuelves viejo, y lo único que te queda es lo que haz hecho en tu vida, y lo que puedes seguir haciendo.- antes de entrar al círculo, pregunté con voz ronca.-¿Gustaría en quedarse joven Louis?.
Invitado- Invitado
Re: El feroz misterio de la rosa ( Louis J. Bouquet)
A Louis no le gustaba ponerse de ese color. Sentir el calor por sus mejillas, cuello, hasta llegar a un punto de ebullición en sus orejas. Todo lo contrario, le gustaba sonrojar a las personas. Alli lo tenia, bien merecido. No, no era castigo, solo muestra divina de que todos somos iguales, sin importar bajo que estrellas se ha nacido. No habia que decirlo, aquel hombre sabia de igual manera, que Louis no era un humano normal. Y el gato lo olisqueaba igualmente. Tenia algo de recelo hacia ese tipo de personas que eran capaces de tales hazañas. Miedo, y no se lo podia culpar, tenia malas experiencias cargando a cuestas. Pero como siempre, la curiosidad lo mataba, lo hacia ir mas alla.
Si terminaba muerto de golpe algún dia, sabia que seria precisamente por esa manera suya de ir por el mundo confiando en todo el mundo, de no guardar las distancias. Por ser ¿aventurero? No, la verdad es que no sabia que palabra lo podia definir con precisión. El aroma del licor seguia mezclándose con el del mar, y lo tenia como sedado. Paso saliva y casi pudo sentir su sabor en el paladar. El recuerdo de las veces que lo habia tomado, cuando era un libertino a medias, a varios kilómetros de aquel lugar donde ahora se encontraba. Se aferro con más fuerza al abrigo. No habia visto nunca algo como eso. Aquel acto, le parecía como tradicional. Y dentro de el, crecía ese vacio en el estomago. El peligro era latente con más ahínco, desde que Paris abriera sus brazos a mas miembros de esa horrible cosa llamada Inquisición. Como la ciudad del pecado, a la vez, era hogar de seres que ahora se veian con cierta amenaza. Y alli se hallaban ellos dos, no precisamente tomando el té.
Sonrio ante las palabras de Almehíon. Ese sujeto lo hacia sentirse… bien. No alcanzaba a comprender ese misterio, pero sabia que lo haria en algún momento. Dio un paso atrás, cuando este grito. ¿Por qué? Ese paso fue avanzado de nueva cuenta, mientras lo miraba ahora, con cierta preocupación. Se quedo congelado en su sitio, pues la voz del caballero se alzaba de nueva cuenta. Un nombre al final. ¿Mareia? ¿Quien era? ¿Invocaba algún espiritu del mar? Louis sabia que de ello, en los bosques, donde vivia, claro que algunas veces el viento le traia palabras, pero no les prestaba mas atención. Solo las de Aly, que tenía ese mismo aroma místico de aquel hombre. Ella era como el, aunque aun era una niña pequeña, que solo pensaba en jugar.
Suspiro, al pensar en su pequeña, pero al momento, volvió a dar un par de pequeños pasos atrás. Esta vez, asombrado, sus labios se entreabrieron. ¿Estaba soñando? ¡Que mujer mas hermosa! No habia duda. ¿De donde habia salido? Estaba demasiado asombrado como para decir nada. Ni siquiera parpadeaba, solo su boca se mantenia entreabierta, aun intentando balbucir, sin éxito. Mas el brujo hablo de nuevo, y bajo respetuoso la mirada, atendiendo sus palabras. ¿Sombras, decia? A Louis alguna vez, irónicamente, un inquisidor le habia dicho que el no pertenecía a ellas, por mas que el chico le asegurara que era un ser perverso. -¿Ángel caído? Si hemos caido desde el manto obsidiana, entonces, supongo, que… debe ser por alguna razón…- murmuro. Alzo sus pupilas avellanadas, fijas en el rostro del brujo. - Me gustaria llegar un dia, a verme como se ve usted hoy. Y poder hablar con ese toque, que solo da la experiencia de una vida que ha visto y pasado por todo. -Afirmo, sonriendole, de manera por demás cariñosa. Un gatito que se restriega contra los tobillos de quien quiere recibir protección. O al que admira. -Me quedo con usted, ahora, me tiene hechizado, soy curioso. Después de todo, el gato en mi a quedado prendido por ese hermoso listón azulado…
Off!: mega disculpa, pero como usser entro a escuela x-x se le funde el cerebro a veces con las cosas que le dan a leer
Si terminaba muerto de golpe algún dia, sabia que seria precisamente por esa manera suya de ir por el mundo confiando en todo el mundo, de no guardar las distancias. Por ser ¿aventurero? No, la verdad es que no sabia que palabra lo podia definir con precisión. El aroma del licor seguia mezclándose con el del mar, y lo tenia como sedado. Paso saliva y casi pudo sentir su sabor en el paladar. El recuerdo de las veces que lo habia tomado, cuando era un libertino a medias, a varios kilómetros de aquel lugar donde ahora se encontraba. Se aferro con más fuerza al abrigo. No habia visto nunca algo como eso. Aquel acto, le parecía como tradicional. Y dentro de el, crecía ese vacio en el estomago. El peligro era latente con más ahínco, desde que Paris abriera sus brazos a mas miembros de esa horrible cosa llamada Inquisición. Como la ciudad del pecado, a la vez, era hogar de seres que ahora se veian con cierta amenaza. Y alli se hallaban ellos dos, no precisamente tomando el té.
Sonrio ante las palabras de Almehíon. Ese sujeto lo hacia sentirse… bien. No alcanzaba a comprender ese misterio, pero sabia que lo haria en algún momento. Dio un paso atrás, cuando este grito. ¿Por qué? Ese paso fue avanzado de nueva cuenta, mientras lo miraba ahora, con cierta preocupación. Se quedo congelado en su sitio, pues la voz del caballero se alzaba de nueva cuenta. Un nombre al final. ¿Mareia? ¿Quien era? ¿Invocaba algún espiritu del mar? Louis sabia que de ello, en los bosques, donde vivia, claro que algunas veces el viento le traia palabras, pero no les prestaba mas atención. Solo las de Aly, que tenía ese mismo aroma místico de aquel hombre. Ella era como el, aunque aun era una niña pequeña, que solo pensaba en jugar.
Suspiro, al pensar en su pequeña, pero al momento, volvió a dar un par de pequeños pasos atrás. Esta vez, asombrado, sus labios se entreabrieron. ¿Estaba soñando? ¡Que mujer mas hermosa! No habia duda. ¿De donde habia salido? Estaba demasiado asombrado como para decir nada. Ni siquiera parpadeaba, solo su boca se mantenia entreabierta, aun intentando balbucir, sin éxito. Mas el brujo hablo de nuevo, y bajo respetuoso la mirada, atendiendo sus palabras. ¿Sombras, decia? A Louis alguna vez, irónicamente, un inquisidor le habia dicho que el no pertenecía a ellas, por mas que el chico le asegurara que era un ser perverso. -¿Ángel caído? Si hemos caido desde el manto obsidiana, entonces, supongo, que… debe ser por alguna razón…- murmuro. Alzo sus pupilas avellanadas, fijas en el rostro del brujo. - Me gustaria llegar un dia, a verme como se ve usted hoy. Y poder hablar con ese toque, que solo da la experiencia de una vida que ha visto y pasado por todo. -Afirmo, sonriendole, de manera por demás cariñosa. Un gatito que se restriega contra los tobillos de quien quiere recibir protección. O al que admira. -Me quedo con usted, ahora, me tiene hechizado, soy curioso. Después de todo, el gato en mi a quedado prendido por ese hermoso listón azulado…
Off!: mega disculpa, pero como usser entro a escuela x-x se le funde el cerebro a veces con las cosas que le dan a leer
Louis J. Bouquet- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 5215
Fecha de inscripción : 20/01/2011
Edad : 33
Localización : In the 13Gate (?) Ok no, pero, posiblemente más cerca de lo que esperas
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El feroz misterio de la rosa ( Louis J. Bouquet)
Mareia comenzaba a danzar como las olas, su cabello comenzaba a elevarse por el viento espectral, sus ojos verdes como estaba el mar en esos momentos se volvieron para mirarme. Mi corazón hizo un vuelco, mis latidos comenzaron a hacerse más rápidos como el tocar del tambor. Largué una carcajada y caí al suelo, cerca del círculo.
No podía hablar, mis cuerdas vocales estaban anuladas, listas para hacer llegar a Mareia a tierra, sólo asentí sonriendo al joven cambiaformas.
- Amelhíon...- susurró una voz monárquica. Me volví hacia el mar y la vi. Entre la espuma se alzaba la mujer más bonita del mundo, sus cabellos de verde oscuro, su piel oscura y suave, sus ojos azules, los labios más carnosos que jamás había visto en una mujer, sus atributos femeninos, su vestido blanco que parecía hecho por la misma espuma.
Incliné mi cabeza ante su presencia, que suponía que Mareia estaba proyectando en la mente del joven felino lo que estaba pasando para que no creyera que el viejo brujo había enloquecido.
Mareia se inclinó hacia delante llorando de felicidad. La mujer, la perfecta ondina, sirena del mar, era la Reina de aquellas aguas. Mareia largó su carcajada, perfecta, armoniosa casi melódica. Estaba lista para llegar.
Sin decir nada, sólo atiné a pararme como si me hubiera emborrachado en una noche de lujuria y pasión, parecidas a las de mi juventud. Entré como pude al círculo y comencé a cantar la canción de Mareia, aquel lamento de la playa, su propio lamento.
- Una noche linda foi na vera da praia.. vamos a danzar flores te voi
levar ..u mar estaba calmo ,senti seu perfume u vento .. o mismo seu
pensamento podeu vi seu cantar ..Mareia da praia q vein du balansua
saia ..eu voi faser ua ofrenda para sei enfeitar ten feticho y
mandinga y todo se balanzeado oo, Mareia digame toda verdadi cade seu olear feticho cade su balanzeado cade morena da praia q vein trabaliar.
La Reina del mar parecía desvanecerse conforme Mareia iba tomando un forma dentro de mi cuerpo. Me ví a mí mismo danzando, mirándome a un espejo y sin borrar el círculo.
- Usted no sabe quien soy, usted no sabe quien soy, soy Mareia, la dueña de la playa. Yo llego a mediodía, yo llego a medianoche, yo llego a cualquier hora.- comenzó a danzar y a cantar con su propia voz. Mareia estaba tomando todo los chakras menos el de la cabeza, lo que me permitía poder volver a mi cuerpo cuando terminara su estadía en la Tierra.
La botella de Whisky se rompió cuando ella frenó de danzar.
- Buenos días.- saludó Mareia.- Bienvenido.- Sonrió como una madre. A lo lejos, los espíritus del mar, hermosas mujeres vestidas con el agua del mar, llamadas vulgarmente sirenas u ondinas se encontraban mirando a la dueña de la playa, de la seducción, del amor y de la magia con fascinación pues Mareia, muchas veces, durante mis viajes, se presentaba como una hermosa sirena, vestida de azul y blanco, con sus cabellos mojados. Sus ojos en altamar eran tan azules, que a la luz de la luna parecían negros.
- Mareia, guardiana mía, por favor ayúdame a proteger mi nave.- dije a mi guardiana con aquella voz de súplica propia de un fiel.
No podía hablar, mis cuerdas vocales estaban anuladas, listas para hacer llegar a Mareia a tierra, sólo asentí sonriendo al joven cambiaformas.
- Amelhíon...- susurró una voz monárquica. Me volví hacia el mar y la vi. Entre la espuma se alzaba la mujer más bonita del mundo, sus cabellos de verde oscuro, su piel oscura y suave, sus ojos azules, los labios más carnosos que jamás había visto en una mujer, sus atributos femeninos, su vestido blanco que parecía hecho por la misma espuma.
Incliné mi cabeza ante su presencia, que suponía que Mareia estaba proyectando en la mente del joven felino lo que estaba pasando para que no creyera que el viejo brujo había enloquecido.
Mareia se inclinó hacia delante llorando de felicidad. La mujer, la perfecta ondina, sirena del mar, era la Reina de aquellas aguas. Mareia largó su carcajada, perfecta, armoniosa casi melódica. Estaba lista para llegar.
Sin decir nada, sólo atiné a pararme como si me hubiera emborrachado en una noche de lujuria y pasión, parecidas a las de mi juventud. Entré como pude al círculo y comencé a cantar la canción de Mareia, aquel lamento de la playa, su propio lamento.
- Una noche linda foi na vera da praia.. vamos a danzar flores te voi
levar ..u mar estaba calmo ,senti seu perfume u vento .. o mismo seu
pensamento podeu vi seu cantar ..Mareia da praia q vein du balansua
saia ..eu voi faser ua ofrenda para sei enfeitar ten feticho y
mandinga y todo se balanzeado oo, Mareia digame toda verdadi cade seu olear feticho cade su balanzeado cade morena da praia q vein trabaliar.
La Reina del mar parecía desvanecerse conforme Mareia iba tomando un forma dentro de mi cuerpo. Me ví a mí mismo danzando, mirándome a un espejo y sin borrar el círculo.
- Usted no sabe quien soy, usted no sabe quien soy, soy Mareia, la dueña de la playa. Yo llego a mediodía, yo llego a medianoche, yo llego a cualquier hora.- comenzó a danzar y a cantar con su propia voz. Mareia estaba tomando todo los chakras menos el de la cabeza, lo que me permitía poder volver a mi cuerpo cuando terminara su estadía en la Tierra.
La botella de Whisky se rompió cuando ella frenó de danzar.
- Buenos días.- saludó Mareia.- Bienvenido.- Sonrió como una madre. A lo lejos, los espíritus del mar, hermosas mujeres vestidas con el agua del mar, llamadas vulgarmente sirenas u ondinas se encontraban mirando a la dueña de la playa, de la seducción, del amor y de la magia con fascinación pues Mareia, muchas veces, durante mis viajes, se presentaba como una hermosa sirena, vestida de azul y blanco, con sus cabellos mojados. Sus ojos en altamar eran tan azules, que a la luz de la luna parecían negros.
- Mareia, guardiana mía, por favor ayúdame a proteger mi nave.- dije a mi guardiana con aquella voz de súplica propia de un fiel.
Invitado- Invitado
Temas similares
» La muerte de la Rosa [Louis "Kamijo" Bouquet]
» Scarlet [Louis J. Bouquet]
» A ver que encuentro [Louis J. Bouquet]
» Café y Leche [Louis J. Bouquet]
» [AUSENCIA = LOUIS J. BOUQUET]
» Scarlet [Louis J. Bouquet]
» A ver que encuentro [Louis J. Bouquet]
» Café y Leche [Louis J. Bouquet]
» [AUSENCIA = LOUIS J. BOUQUET]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour