AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Hacia los muros. ( Reservado)
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Hacia los muros. ( Reservado)
Era invierno en Francia y aunque fuera de dia, yo no podia dormir. La nieve no habia dejado de caer desde la noche y eso era muy malo para mi. Esos malditos copos, que alguna vez me dieron gozo y deseos de jugar bajo ella, ahora me daba un horrible terror. No podia salir del castillo cuando nevaba o cuando habia mucha de esta acumulandose afuera; siempre que veia nieve, veia manchas de sangre de un ser que casi muere alli. Nadie podia comprenderlo porque nadie más veia lo que yo veia. Una vez, deje que me llevaran a un manicomnio, donde tecnicamente me tratarian pero no era un buen lugar. Solo te daban anestésicos y los doctores jamas escuchaban lo que tenias para decir...
Simplemente me aparte de la ventana y corri las cortinas de mi habitacion; mis sirvientes me habian traido sangre al ver que no podia conciliar el sueño, pero no quise beber, tampoco tenia apetito. Solo queria que algo pasase hoy. Algo que hiciera pasar más rápido el dia y que la noche llegase pronto. Aunque...para que? No sabia si podria salir de mi Castelul para ir a la ciudad si la nieve no paraba...Me servi algo de vino junto con la sangre; bebi de ambos y suspire. Nadie lograba encontrar este castillo tan facilmente por lo que las visitas, a menudo, quedaban descartadas...
La unica compañia que tenia era de mis sirvientes pero ellos me trataban como su ama, cosa que a veces me incomodaba por la rigidez de ellos, y no se podia entablar una comunicacion decente o menos jerárquica sin escuchar un "asi es, Madame. Tiene mucha razon, Madame."
Seria mucho pedir que alguien me hallase y me rescate aunque sea una tarde de mi aburrimiento en mis muros congelados?
Simplemente me aparte de la ventana y corri las cortinas de mi habitacion; mis sirvientes me habian traido sangre al ver que no podia conciliar el sueño, pero no quise beber, tampoco tenia apetito. Solo queria que algo pasase hoy. Algo que hiciera pasar más rápido el dia y que la noche llegase pronto. Aunque...para que? No sabia si podria salir de mi Castelul para ir a la ciudad si la nieve no paraba...Me servi algo de vino junto con la sangre; bebi de ambos y suspire. Nadie lograba encontrar este castillo tan facilmente por lo que las visitas, a menudo, quedaban descartadas...
La unica compañia que tenia era de mis sirvientes pero ellos me trataban como su ama, cosa que a veces me incomodaba por la rigidez de ellos, y no se podia entablar una comunicacion decente o menos jerárquica sin escuchar un "asi es, Madame. Tiene mucha razon, Madame."
Seria mucho pedir que alguien me hallase y me rescate aunque sea una tarde de mi aburrimiento en mis muros congelados?
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Hacia los muros. ( Reservado)
El invierno había llegado a las calles de París, trayendo consigo una cruel brisa que helaba hasta los huesos, o al menos a aquellos que pudiesen padecer tal dolencia. El frío invernal, junto a las abundantes nevadas que últimamente eran habituales en la ciudad, hacía que unos cuantos vagabundos yacieran muertos por callejones, así como de calles principales, en un vago intento de conseguir comida y cobijo en lo que sabían que sería su último día entre los vivos. La diferencia entre aquellos muertos de hambre y yo, aparte de lo evidente, era que ellos poseían aquello que a los cristianos tanto parecía importarles: el perdón de Dios. Se suponía que debía creer que por no estar a su altura me veía privado de la luz solar, pero mil demonios se lo podían llevar al infierno. ¿Importarme acaso no volver a caminar bajo el sol? Para eso tenía días como aquel.
Aquel, precisamente, era un día perfecto para desafiar la maldición del santísimo que había caído sobre mí. La noche anterior, aburrido de hacer siempre lo mismo, me vi obligado por mí mismo a salir de la ciudad. Un inmaculado manto de nieve cubría el suelo, aquel elemento solidificado que tanto me recordaba a batallas pasadas, tanto ganadas como perdidas. Pero aquella noche no era un día para recordar las batallitas de un viejo que añoraba los “buenos tiempos”. Me dirigí hacia las caballerizas que tan cerca de mi morada se encontraban, aunque ésta misma se situaba algo alejada del resto de residencias, de hecho, se situaba a las afueras de la ciudad. Allí mismo, preparé a mi más preciado tesoro para montar: un magnífico frisón, de manto y crin negros, elegante peor de extremidades fuertes y firmes.
No tardé en alejarme lo máximo que pude al galope, ataviado con ropa bastante simple de abrigo, cruzando el bosque sin temor alguno a que mi montura pudiese asustarse, encantado de notar la respiración acelerada del enorme animal debajo de mí. Al tiempo se me hizo tarde, aunque debía admitir que, tal y como estaba el cielo, cualquiera podría haberse pasado de la hora. Gracias al temporal el cielo se encontraba completamente encapotado, y las primeras luces del día tan solo hacían más claras las espesas nubes, las cuales no dejaban pasar ni un solo rayo de luz. Así fue como, tranquilo, volvía hacia casa curiosamente pasando por la zona residencial de la ciudad, y algo captó mi atención. Un imponente castillo se encontraba frente a mí, causándome la necesidad de cesar el paso de la bestia sobre la que me encontraba. La envejecida piedra, cubierta de algo de musgo y hiedra, captaba por completo mi atención.
De pronto, en mi exhausto examen de la fachada del castillo, pude vislumbrar una ventana. Al otro lado, una joven, algo melancólica, que pronto se ocultó tras unas cortinas. Caí en la cuenta de que debería ser una vampira, pues aquella aparente juventud no explicaba la posesión de semejante residencia. Así pues, pensé adecuado aprovechar un poco la hospitalidad ajena. Mi montura se hacía saber agotada, siendo una respiración fuerte la que retumbaba en mis oídos, al mismo tiempo que su enérgico corazón trataba de relajarse. Debía intentar ser acogido, bien por el caballo, y bien porque, ahora que caía, no me había alimentado en toda la noche.
Me acerqué entonces al paso hacia la fachada del castillo, hasta quedar lo más cerca que se me permitía de la ventana tras la que había visto a la que supuse era la dueña del lugar. Dirigí mi mirada allí donde esperaba encontrar a mi futura anfitriona –¡Rapunzel, deja caer tu pelo!- bromeé en un tono lo suficientemente alto, haciendo referencia a uno de los cuentos de los hermanos Grimm, mientras la sonrisa se iba ensanchando en mi rostro.
Aquel, precisamente, era un día perfecto para desafiar la maldición del santísimo que había caído sobre mí. La noche anterior, aburrido de hacer siempre lo mismo, me vi obligado por mí mismo a salir de la ciudad. Un inmaculado manto de nieve cubría el suelo, aquel elemento solidificado que tanto me recordaba a batallas pasadas, tanto ganadas como perdidas. Pero aquella noche no era un día para recordar las batallitas de un viejo que añoraba los “buenos tiempos”. Me dirigí hacia las caballerizas que tan cerca de mi morada se encontraban, aunque ésta misma se situaba algo alejada del resto de residencias, de hecho, se situaba a las afueras de la ciudad. Allí mismo, preparé a mi más preciado tesoro para montar: un magnífico frisón, de manto y crin negros, elegante peor de extremidades fuertes y firmes.
No tardé en alejarme lo máximo que pude al galope, ataviado con ropa bastante simple de abrigo, cruzando el bosque sin temor alguno a que mi montura pudiese asustarse, encantado de notar la respiración acelerada del enorme animal debajo de mí. Al tiempo se me hizo tarde, aunque debía admitir que, tal y como estaba el cielo, cualquiera podría haberse pasado de la hora. Gracias al temporal el cielo se encontraba completamente encapotado, y las primeras luces del día tan solo hacían más claras las espesas nubes, las cuales no dejaban pasar ni un solo rayo de luz. Así fue como, tranquilo, volvía hacia casa curiosamente pasando por la zona residencial de la ciudad, y algo captó mi atención. Un imponente castillo se encontraba frente a mí, causándome la necesidad de cesar el paso de la bestia sobre la que me encontraba. La envejecida piedra, cubierta de algo de musgo y hiedra, captaba por completo mi atención.
De pronto, en mi exhausto examen de la fachada del castillo, pude vislumbrar una ventana. Al otro lado, una joven, algo melancólica, que pronto se ocultó tras unas cortinas. Caí en la cuenta de que debería ser una vampira, pues aquella aparente juventud no explicaba la posesión de semejante residencia. Así pues, pensé adecuado aprovechar un poco la hospitalidad ajena. Mi montura se hacía saber agotada, siendo una respiración fuerte la que retumbaba en mis oídos, al mismo tiempo que su enérgico corazón trataba de relajarse. Debía intentar ser acogido, bien por el caballo, y bien porque, ahora que caía, no me había alimentado en toda la noche.
Me acerqué entonces al paso hacia la fachada del castillo, hasta quedar lo más cerca que se me permitía de la ventana tras la que había visto a la que supuse era la dueña del lugar. Dirigí mi mirada allí donde esperaba encontrar a mi futura anfitriona –¡Rapunzel, deja caer tu pelo!- bromeé en un tono lo suficientemente alto, haciendo referencia a uno de los cuentos de los hermanos Grimm, mientras la sonrisa se iba ensanchando en mi rostro.
Vincent Leblanc- Vampiro Clase Alta
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Re: Hacia los muros. ( Reservado)
Oscar Wilde iba a ser mi compañia aquella mañana que pasaria en vela, hacia mucho tiempo que no ignoro mis costumbres vampiricas para relajarme por completo. Al estar sola, creo que simplemente tomare un baño, bebere un poco de vino, leere y solo si para la noche la nevada acaba, salga a la ciudad...Aun que no era seguro, preferiria quedarme en mi morada pero tambien era algo aburrido. Pase de largo por la ventana y volvi a correr las cortinas. La nieve era lo ultimo que deseaba ver.
Escuche una extraña frase a fuera de mi ventana y no pude evitar asomarme de nuevo por alli y encontre a un ser con su caballo esperando que lo reciba. Estaba soñando acaso? No, no podia ser, aunque su broma sobre aquel viejo cuento me hizo sonreir. Corri nuevamente las cortinas y baje las escaleras de mi cuarto hacia la entrada principal. Abri yo misma las puertas y mire alrededor de la estructura para ver al "caballero". Habia mucha nieve y aun veia el horror que me traumaba pero la ignore y me acerque a él.
-Lamentablemente Rapunzel salio, necesitaba cabello falso más largo.-bromee yo dejando escapar una risa.-Qué lo trae por aqui, Mister...?-deje inconclusa para que me dijera su nombre. Era un poco extraño que me halla encontrado, muy pocos lograban conseguir la direccion de este Castelul...aunque, al presentir su efluvio y notar que era uno de los mios, no fue sorpresa...
Escuche una extraña frase a fuera de mi ventana y no pude evitar asomarme de nuevo por alli y encontre a un ser con su caballo esperando que lo reciba. Estaba soñando acaso? No, no podia ser, aunque su broma sobre aquel viejo cuento me hizo sonreir. Corri nuevamente las cortinas y baje las escaleras de mi cuarto hacia la entrada principal. Abri yo misma las puertas y mire alrededor de la estructura para ver al "caballero". Habia mucha nieve y aun veia el horror que me traumaba pero la ignore y me acerque a él.
-Lamentablemente Rapunzel salio, necesitaba cabello falso más largo.-bromee yo dejando escapar una risa.-Qué lo trae por aqui, Mister...?-deje inconclusa para que me dijera su nombre. Era un poco extraño que me halla encontrado, muy pocos lograban conseguir la direccion de este Castelul...aunque, al presentir su efluvio y notar que era uno de los mios, no fue sorpresa...
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Hacia los muros. ( Reservado)
Esperaba a que mi leve broma surtiera efecto en algún o alguna señor o señora de la casa, y al tiempo pareció que así fue. Tuve que esperar escasos minutos, pero aunque el cielo estuviese oscuro y ni un solo rayo de luz atravesara las espesas nubes, me hallaba intranquilo. Curioso ¿no? un vampiro psicópata nervioso por encontrarse fuera de su morada en los primeros minutos de sol. Pero cuando vi que la joven que momentos antes había visto salía de la puerta principal, no pude evitar sentirme algo aliviado. Efectivamente, no quería que mi perfecta piel comenzase a carbonizarse por un día de descuido en todos los años de mi existencia.
La joven (o eso parecía) se dirigía a mi posición decidida, así que pensé adecuado y cuanto menos caballeroso bajar de mi montura y presentarme como era debido. No me creía ningún príncipe acudiendo a los gritos de socorro de una princesa en apuros. Así fue como, cuando la dueña de aquella residencia cesó su caminar a escasa distancia de mi posición, mis pies ya se encontraban en el suelo y mi caballo, unido a mí por las riendas que sujetaba con mi mano derecha. Sin esperarme para nada la respuesta a mi "frase de preentación", sonreía ante la contestación que me ofreció la que esperaba fuese mi anfitriona durante un tiempo. Me extrañó su confianza y alegría; no era normal encontrar un vampiro "feliz" estos días -Supongo que me tendré que conformar con vos...- bromeé, de nuevo, ofreciendo una sonrisa ladina, enseñando mis blanquecinos dientes.
-Vincent- dije suavemente, terminando la frase de la fémina y haciendo una ligera reverencia, tomando a continuación delicadamente la mano de la muchacha y acercándolo a mis labios -¿Y su nombre es...?- pregunté, esperando una respuesta para plantarle un casto beso en el dorso de la mano. Me incorporé lentamente, para volver a hablar:-Y lo que le trae aquí a este pobre hombre, no es ni más ni menos la búsqueda de su hospitalidad. Apurado me he hallado intentando evitar los rayos del sol, y por pura casualidad me he encontrado con su magnífica caseta- volví a sonreir -Si no es descaro, mi montura y yo le pedimos un lugar donde descansar y poder recuperarnos del largo viaje que hemos recorrido- decía suavemente mientras acariciaba el cuello del frisón -Prometemos ser los mejores huéspedes que haya gustado jamás en cobijar.
La joven (o eso parecía) se dirigía a mi posición decidida, así que pensé adecuado y cuanto menos caballeroso bajar de mi montura y presentarme como era debido. No me creía ningún príncipe acudiendo a los gritos de socorro de una princesa en apuros. Así fue como, cuando la dueña de aquella residencia cesó su caminar a escasa distancia de mi posición, mis pies ya se encontraban en el suelo y mi caballo, unido a mí por las riendas que sujetaba con mi mano derecha. Sin esperarme para nada la respuesta a mi "frase de preentación", sonreía ante la contestación que me ofreció la que esperaba fuese mi anfitriona durante un tiempo. Me extrañó su confianza y alegría; no era normal encontrar un vampiro "feliz" estos días -Supongo que me tendré que conformar con vos...- bromeé, de nuevo, ofreciendo una sonrisa ladina, enseñando mis blanquecinos dientes.
-Vincent- dije suavemente, terminando la frase de la fémina y haciendo una ligera reverencia, tomando a continuación delicadamente la mano de la muchacha y acercándolo a mis labios -¿Y su nombre es...?- pregunté, esperando una respuesta para plantarle un casto beso en el dorso de la mano. Me incorporé lentamente, para volver a hablar:-Y lo que le trae aquí a este pobre hombre, no es ni más ni menos la búsqueda de su hospitalidad. Apurado me he hallado intentando evitar los rayos del sol, y por pura casualidad me he encontrado con su magnífica caseta- volví a sonreir -Si no es descaro, mi montura y yo le pedimos un lugar donde descansar y poder recuperarnos del largo viaje que hemos recorrido- decía suavemente mientras acariciaba el cuello del frisón -Prometemos ser los mejores huéspedes que haya gustado jamás en cobijar.
Vincent Leblanc- Vampiro Clase Alta
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Re: Hacia los muros. ( Reservado)
Asi que simplemente era un joven extraviado? Eso me dio algo de risa, parecia ser que jamas habia caminado en un dia nublado asi pero yo no soy nadie para juzgar; además, somos vampiros, solo los suicidas y los arriesgados se atreven a eso. Yo aun no sé en cual encajo. Al tomar mi mano y preguntar mi nombre, agache la cabeza, en son de reverencia y le dije:
-Jacqueline.-le sonrei y al escuchar su peticion, no pude negarme. Un vampiro no debe estar afuera asi, las nubes podrian darle revancha y dejar salir la luz.-Pues venga conmigo, mi estimado, haré que alguien lleve su corsel al establo y lo alimenten. Usted venga conmigo y refugiese.-hice un ademan con la mano para que me siguiera.
Rodeamos un poco el castillo y volvimos a la entrada. Gelick, uno de mis sirvientes, nos esperaba.
-Por favor, lleva al caballo a que descanse en el establo. Alimentalo tambien, por favor.-asintio y en cuanto mi huesped le dio las riendas, Gelick simplemente lo llevo despacio por otro lado.
Al entrar, el aire fresco se habia desvanecido un poco. El calor de la chimenea era simple formalidad pero mi hogar siempre era acojedor.-Bienvenido al Castelul Tepes Ritchway.-voltee a verlo. Muy pocas personas encontraban el castillo por esas "casualidades" y me sentia orgullosa de que alguien me halle.-Puedo invitarle una copa?
-Jacqueline.-le sonrei y al escuchar su peticion, no pude negarme. Un vampiro no debe estar afuera asi, las nubes podrian darle revancha y dejar salir la luz.-Pues venga conmigo, mi estimado, haré que alguien lleve su corsel al establo y lo alimenten. Usted venga conmigo y refugiese.-hice un ademan con la mano para que me siguiera.
Rodeamos un poco el castillo y volvimos a la entrada. Gelick, uno de mis sirvientes, nos esperaba.
-Por favor, lleva al caballo a que descanse en el establo. Alimentalo tambien, por favor.-asintio y en cuanto mi huesped le dio las riendas, Gelick simplemente lo llevo despacio por otro lado.
Al entrar, el aire fresco se habia desvanecido un poco. El calor de la chimenea era simple formalidad pero mi hogar siempre era acojedor.-Bienvenido al Castelul Tepes Ritchway.-voltee a verlo. Muy pocas personas encontraban el castillo por esas "casualidades" y me sentia orgullosa de que alguien me halle.-Puedo invitarle una copa?
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Hacia los muros. ( Reservado)
Así que Jacqueline. Debía admitir para mí mismo que hacía tiempo que no contactaba con otro sujeto de mi naturaleza, y cierto aire nostálgico se apoderó de mí. Un momento ¿nostálgico yo? Sí, la verdad era que mi creadora me había enseñado tantas cosas que había llegado a admirarla de algún modo. Pero algo me decía que aquella jovencita no se le parecería en absoluto y, la verdad, era algo que no entendía muy bien ¿Por qué no aprovecharse del pánico de los humanos? Bueno, quizás me estaba precipitando y todo estaba por ver.
-No sabe cuánto se lo agradezco, cherie, es difícil encontrar a alguien como vos estos días-dije, manteniendo mi tono sereno, e intentando dirigirle a la muchacha una mirada sincera. Seguí los pasos de la joven con cautela, sabiendo que tendría que quedar educadamente unos centímetros por detrás de ella, y por fin alguien que se encargaría de mi montura: un sirviente. Sonreí ladinamente, intentando ocultar mi diversión, ya que no encontraba marca alguna de mordiscos. Por lo menos era obediente, pensé, y sin duda alguna el mejor servicio que nadie pudiera desear, pues no fue poco el tiempo que tardó en llevar a cabo su tarea en cuanto le ofrecí las riendas. Así, pues, vi a mi querido animal marcharse. Ahora que lo pensaba, me encontraba sediento.
Entramos al interior del fantástico castillo que tanto me recordaba a la época en la que yo debía haber alcanzado la muerte verdadera, y resultaba...acogedor. Curiosamente, por lo que pude escuchar al menos, en el lugar tan solo se encontraba el personal de servicio y la muchacha a la que le debería mi vida de alguna forma -Es un fantástico lugar, sin duda- comencé, mirando sus orbes en cuanto hubo dirigido su mirada hacia mí -Pero tengo la duda de cómo alguien de su...- me quedé dubitativo durante unos segundos, moviendo la muñeca y así la mano como si estuviese descartando diferentes palabras -...juventud puede presumir de tener tal lugar en su lista de posesiones- dije, finalmente, con una sonrisa vaga. De una forma u otra, sabía que era más joven que yo.
-Oh, se lo agradecería enormemente, aunque temo estar abusando demasiado de su hospitalidad- esta vez mi sonrisa se ensanchó más, siendo así cada vez más visibles mis hambrientos caninos -Y bien, Jacqueline, ¿vivís sola en este lugar? Acertarían entonces los miedosos y supersticiosos pueblerinos al pensar que aquí se encuentra un ser venido del infierno- sí, mantenía la costumbre de llamar a los humanos de clase media y baja pueblerinos, y no podía evitar soltar una suave carcajada, apenas audible. Parecía que los años no habían pasado por mi persona -¿Qué es lo que os mantiene tan alejada de la ciudad, si se me permite preguntar?- mis ojos se mantenían fijos en ella, aún intentando mantenerse calmados pero, diantres, tenía un hambre de mil demonios, y escuchar indefensos humanos correteando libremente por el castillo no me ayudaba en absoluto.
-No sabe cuánto se lo agradezco, cherie, es difícil encontrar a alguien como vos estos días-dije, manteniendo mi tono sereno, e intentando dirigirle a la muchacha una mirada sincera. Seguí los pasos de la joven con cautela, sabiendo que tendría que quedar educadamente unos centímetros por detrás de ella, y por fin alguien que se encargaría de mi montura: un sirviente. Sonreí ladinamente, intentando ocultar mi diversión, ya que no encontraba marca alguna de mordiscos. Por lo menos era obediente, pensé, y sin duda alguna el mejor servicio que nadie pudiera desear, pues no fue poco el tiempo que tardó en llevar a cabo su tarea en cuanto le ofrecí las riendas. Así, pues, vi a mi querido animal marcharse. Ahora que lo pensaba, me encontraba sediento.
Entramos al interior del fantástico castillo que tanto me recordaba a la época en la que yo debía haber alcanzado la muerte verdadera, y resultaba...acogedor. Curiosamente, por lo que pude escuchar al menos, en el lugar tan solo se encontraba el personal de servicio y la muchacha a la que le debería mi vida de alguna forma -Es un fantástico lugar, sin duda- comencé, mirando sus orbes en cuanto hubo dirigido su mirada hacia mí -Pero tengo la duda de cómo alguien de su...- me quedé dubitativo durante unos segundos, moviendo la muñeca y así la mano como si estuviese descartando diferentes palabras -...juventud puede presumir de tener tal lugar en su lista de posesiones- dije, finalmente, con una sonrisa vaga. De una forma u otra, sabía que era más joven que yo.
-Oh, se lo agradecería enormemente, aunque temo estar abusando demasiado de su hospitalidad- esta vez mi sonrisa se ensanchó más, siendo así cada vez más visibles mis hambrientos caninos -Y bien, Jacqueline, ¿vivís sola en este lugar? Acertarían entonces los miedosos y supersticiosos pueblerinos al pensar que aquí se encuentra un ser venido del infierno- sí, mantenía la costumbre de llamar a los humanos de clase media y baja pueblerinos, y no podía evitar soltar una suave carcajada, apenas audible. Parecía que los años no habían pasado por mi persona -¿Qué es lo que os mantiene tan alejada de la ciudad, si se me permite preguntar?- mis ojos se mantenían fijos en ella, aún intentando mantenerse calmados pero, diantres, tenía un hambre de mil demonios, y escuchar indefensos humanos correteando libremente por el castillo no me ayudaba en absoluto.
Vincent Leblanc- Vampiro Clase Alta
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Re: Hacia los muros. ( Reservado)
Admiro mi Castelul y eso me hizo sonreirle. Habia escuchado muchisimas veces el que era un castillo muy lugubre, que pronto se caeria, que aqui recidian monstruos...Bueno, lo de monstruos es cuestion de semanticas pero mi castillo, lejos de ser algo antiguo, sus cimientos y la fortaleza siguen siendo más que sólidos. Rei un poco llevandome la mano al menton cuando escuche su comentario.
-Mi estimado no deberia simplemente fijarse en lo fisico...Soy joven, si, pero soy alguien con dos edades.-la real y con la que mori. Nunca estuve muy segura de con qué edad pase a la oscuridad. Sabia de antemano que no pasaba de los 17, o cuando menos tenia esa edad, pero no era tan joven. Sabia que habia cumplido los 15 pero no recordaba si habia muerto con ellos.
No estaba equivocada, estaba sediento. Le hice un ademan para que me acompañase.
-Venga conmigo a la sala, pues. Le daré algo de beber. Sus ojos me denotan que no se ha alimentado correctamente.-le dije aun manteniendo mi sonrisa y caminando hacia uno de los corredores. Al final del pasillo, entramos en la sala de estar. Tenia algunos sillones, una pequeña biblioteca, otra chimenea pero esta estaba apagada, y un pequeño mini bar, donde tenia mis copas y distintas botellas. Tome una en especial, de vidrio verde y con una forma algo irregular. Servi su liquido en una copa grande y algo ancha, asi mi invitado llenaria su paladar.
Le extendi la copa y le invite a tomar asiento. Yo me sente frente a él.
-Deberia sentirse orgulloso, Mister. Son realmente pocos los que encuentran este castillo. Los "pueblerinos" desconocen su ubicacion...y los que rara vez la encuentran, nunca vuelven. Este castillo pertenecia a un ser muy especial para mi, con quien comparti algun tiempo en pareja y que despues decidio marcharse de mi lado, dejando en escrituras mi nombre para que yo viviera aqui y no regresase al extranjero...Son demasiados lujos para mi pero él nunca escuchaba los "No."-pase mi mano por el respaldo del sillon.-Lamentablemente mis sirvientes son mi unica compañia aqui. Siempre estaba caminando por el pueblo o frecuentando el bosque en soledad. Ahora que es invierno, tendre que salir mucho menos.-posé mis ojos en los suyos.-
-Mi estimado no deberia simplemente fijarse en lo fisico...Soy joven, si, pero soy alguien con dos edades.-la real y con la que mori. Nunca estuve muy segura de con qué edad pase a la oscuridad. Sabia de antemano que no pasaba de los 17, o cuando menos tenia esa edad, pero no era tan joven. Sabia que habia cumplido los 15 pero no recordaba si habia muerto con ellos.
No estaba equivocada, estaba sediento. Le hice un ademan para que me acompañase.
-Venga conmigo a la sala, pues. Le daré algo de beber. Sus ojos me denotan que no se ha alimentado correctamente.-le dije aun manteniendo mi sonrisa y caminando hacia uno de los corredores. Al final del pasillo, entramos en la sala de estar. Tenia algunos sillones, una pequeña biblioteca, otra chimenea pero esta estaba apagada, y un pequeño mini bar, donde tenia mis copas y distintas botellas. Tome una en especial, de vidrio verde y con una forma algo irregular. Servi su liquido en una copa grande y algo ancha, asi mi invitado llenaria su paladar.
Le extendi la copa y le invite a tomar asiento. Yo me sente frente a él.
-Deberia sentirse orgulloso, Mister. Son realmente pocos los que encuentran este castillo. Los "pueblerinos" desconocen su ubicacion...y los que rara vez la encuentran, nunca vuelven. Este castillo pertenecia a un ser muy especial para mi, con quien comparti algun tiempo en pareja y que despues decidio marcharse de mi lado, dejando en escrituras mi nombre para que yo viviera aqui y no regresase al extranjero...Son demasiados lujos para mi pero él nunca escuchaba los "No."-pase mi mano por el respaldo del sillon.-Lamentablemente mis sirvientes son mi unica compañia aqui. Siempre estaba caminando por el pueblo o frecuentando el bosque en soledad. Ahora que es invierno, tendre que salir mucho menos.-posé mis ojos en los suyos.-
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Hacia los muros. ( Reservado)
Demasiada buena voluntad, demasiada hospitalidad, demasiado...bien. No era que me quejase, por todos era sabido que mi magnificiente persona tan solo pensaba en ella misma, pero continuaba sin verlo común. A lo mejor fue eso lo que me hizo decantarme por la opción de que fuese menor que yo, incluso no teniendo en cuenta su apariencia. Bien sabía yo lo engañoso que resultaba el aspecto físico en un vampiro. Bueno...era sabido por todos los vampiros, pero nunca estaba de más halagarme un poco.
Recibí su leve risa con una sonrisa casi dulce, aunque no estaba muy seguro de que mis ojos pudiesen expresar lo mismo. No me sentía ansioso o aburrido, tan solo...sentía que mis más de cuatro siglos de existencia me habían caído de golpe -Ya había caído en ello, pequeña- contesté con una sonrisa más, más amplia esta vez -[color=firebrick]No puede engañar a un perro viejo- no sabía muy bien por qué dije aquellas dos palabras, pero me odié al instante, ya que me recordaban a aquellos apestosos licántropos. Por suerte, la fémina me distrajo de aquel error. Sabía que debía sentirme culpable por abusar tanto de la confuanza de un desconocido, pero que realmente me sintiera así era otro cantar.
Así pues seguí sus pasos pensando en que no había calculado bien su edad. Aún siendo más joven que yo, sin duda, sus palabras denotaban cierta experiencia, además de que conocía los quehaceres de una buena anfitriona. Ni yo lo habría hecho mejor y, de nuevo, me sorprendía siendo humilde. Continuaba con la mirada todos y cada uno de sus movimientos, distrayéndome de vez en cuando en observar meticulosamente la estancia en la que nos encontrábamos, notoriamente más fría seguramente por la ausencia de visitantes. Tomé la copa que me ofrecía, además de sentarme en un curiosamente cómodo sillón -Sabía que este lugar tendría historia, aunque siento mucho que sea una que sin duda le causa algún tipo de tristeza- intenté mostrar ternura, mientras removía la copa y después daba un pequeño sorbo ¿¡Qué!? ¿¡Sangre embotellada!? -Es una auténtica lástima que este lugar no sea apreciado como se debe por su belleza...y obviamente usted se tenga que ver tan sola siendo tan amable- otro sorbo -¿Nunca ha pensado encontrar alguien con quien vivir aquí? Apostaría mi cabeza a que más de uno se ofrecería si pudiera encontrarla, madame, ya que debo admitir que me hayo aquí por pura casualidad, y sin duda alguna espero volver con vida a París- solté, animado, terminando la frase con otra suave carcajada, aunque algo más intensa que la anterior.
Cada vez que daba un sorbo a la copa sentía cómo la sed remitía, pero de alguna manera, no me sentía saciado -Ruego que me disculpe una vez más, chérie- comencé, dubitativo y mirando a la copa -Pero ¿no ha pensado jamás en utilizar sus fieles sirvientes como recipiente de alimento en vez de frías botellas de vidrio?- finalmente miré de nuevo en su dirección. Moví la cabeza de un lado a otro, esperando dejar ese tema para cuando fuese oportuno -Disculpe, una vez más, soy tan torpe y maleducado...la he interrumpido- me acomodé en el respaldo del sillón -¿Por qué iba a quedarse encerrada en invierno? ¡Esta época del año tiene tanto que ofrecer!- solté, entusiasmado -Esta noche mismo, si gusta, le ofrezco un agradable paseo a caballo entre los bosques de dondequiera que nos encontremos- dije, alegre ¿quizás demasiado?
Recibí su leve risa con una sonrisa casi dulce, aunque no estaba muy seguro de que mis ojos pudiesen expresar lo mismo. No me sentía ansioso o aburrido, tan solo...sentía que mis más de cuatro siglos de existencia me habían caído de golpe -Ya había caído en ello, pequeña- contesté con una sonrisa más, más amplia esta vez -[color=firebrick]No puede engañar a un perro viejo- no sabía muy bien por qué dije aquellas dos palabras, pero me odié al instante, ya que me recordaban a aquellos apestosos licántropos. Por suerte, la fémina me distrajo de aquel error. Sabía que debía sentirme culpable por abusar tanto de la confuanza de un desconocido, pero que realmente me sintiera así era otro cantar.
Así pues seguí sus pasos pensando en que no había calculado bien su edad. Aún siendo más joven que yo, sin duda, sus palabras denotaban cierta experiencia, además de que conocía los quehaceres de una buena anfitriona. Ni yo lo habría hecho mejor y, de nuevo, me sorprendía siendo humilde. Continuaba con la mirada todos y cada uno de sus movimientos, distrayéndome de vez en cuando en observar meticulosamente la estancia en la que nos encontrábamos, notoriamente más fría seguramente por la ausencia de visitantes. Tomé la copa que me ofrecía, además de sentarme en un curiosamente cómodo sillón -Sabía que este lugar tendría historia, aunque siento mucho que sea una que sin duda le causa algún tipo de tristeza- intenté mostrar ternura, mientras removía la copa y después daba un pequeño sorbo ¿¡Qué!? ¿¡Sangre embotellada!? -Es una auténtica lástima que este lugar no sea apreciado como se debe por su belleza...y obviamente usted se tenga que ver tan sola siendo tan amable- otro sorbo -¿Nunca ha pensado encontrar alguien con quien vivir aquí? Apostaría mi cabeza a que más de uno se ofrecería si pudiera encontrarla, madame, ya que debo admitir que me hayo aquí por pura casualidad, y sin duda alguna espero volver con vida a París- solté, animado, terminando la frase con otra suave carcajada, aunque algo más intensa que la anterior.
Cada vez que daba un sorbo a la copa sentía cómo la sed remitía, pero de alguna manera, no me sentía saciado -Ruego que me disculpe una vez más, chérie- comencé, dubitativo y mirando a la copa -Pero ¿no ha pensado jamás en utilizar sus fieles sirvientes como recipiente de alimento en vez de frías botellas de vidrio?- finalmente miré de nuevo en su dirección. Moví la cabeza de un lado a otro, esperando dejar ese tema para cuando fuese oportuno -Disculpe, una vez más, soy tan torpe y maleducado...la he interrumpido- me acomodé en el respaldo del sillón -¿Por qué iba a quedarse encerrada en invierno? ¡Esta época del año tiene tanto que ofrecer!- solté, entusiasmado -Esta noche mismo, si gusta, le ofrezco un agradable paseo a caballo entre los bosques de dondequiera que nos encontremos- dije, alegre ¿quizás demasiado?
Vincent Leblanc- Vampiro Clase Alta
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Re: Hacia los muros. ( Reservado)
Realmente era muy extraño este hombre. Parecia que tenia algo...explosivo en su interior pero a su vez se retraia y pedia disculpas por cada palabra u oracion que decia al aire o casi sin pensarlo. A mi no me molestaba en lo absoluto. Al contrario, me agradaba que la conversacion se desviase a temas con algo más de importancia. Parecio algo sorprendido cuando bebio de la copa. Le aclare algo:
-Mis sirvientes son vampiros, Mister.-parecio no notarlo y eso me dio algo de gracia por dentro pero no lo denote por fuera.-La sangre que esta bebiendo ahora es de una "cosecha pura" que ellos mismos cazan para mi. Hay noches en que siento el deseo de buscar y beber sangre por mi misma pero otras me siento simplemente sin deseos de ensuciarme las manos, por lo que solo ellos cazan para mi.
Asenti cuando dijo que este lugar tenia su historia.
-Mi Castelul tiene unos siglos más que yo y su historia es extensa...pero no triste. No para mi...He vivido muchas cosas y no me arrepiento de haber pasado por ninguna: ni las dolorosas, las gloriosas o las indiferentes. Cuando una vive mucho tiempo sola, es necesario aprender de todo.-le sonrei con calma y me levante de mi lugar para servirme yo una copa, mas pequeña.-No le mentire...Hay alguien que espera desde hace mucho tiempo mi mano en matrimonio pero yo le he rechazado un centenar de veces...No le amo y es por eso que nos hemos distanciado. Estuve casada tambien pero mi esposo fallecio hace dos siglos.-me encogi de hombros.-Asi es la vida para los humanos.
Suspire ante su propuesta de salir esta noche.
-Por más que adore la idea de montar a caballo...tengo un problema...interno hacia la nieve...-trague saliva algo nerviosa.-Le temo.
-Mis sirvientes son vampiros, Mister.-parecio no notarlo y eso me dio algo de gracia por dentro pero no lo denote por fuera.-La sangre que esta bebiendo ahora es de una "cosecha pura" que ellos mismos cazan para mi. Hay noches en que siento el deseo de buscar y beber sangre por mi misma pero otras me siento simplemente sin deseos de ensuciarme las manos, por lo que solo ellos cazan para mi.
Asenti cuando dijo que este lugar tenia su historia.
-Mi Castelul tiene unos siglos más que yo y su historia es extensa...pero no triste. No para mi...He vivido muchas cosas y no me arrepiento de haber pasado por ninguna: ni las dolorosas, las gloriosas o las indiferentes. Cuando una vive mucho tiempo sola, es necesario aprender de todo.-le sonrei con calma y me levante de mi lugar para servirme yo una copa, mas pequeña.-No le mentire...Hay alguien que espera desde hace mucho tiempo mi mano en matrimonio pero yo le he rechazado un centenar de veces...No le amo y es por eso que nos hemos distanciado. Estuve casada tambien pero mi esposo fallecio hace dos siglos.-me encogi de hombros.-Asi es la vida para los humanos.
Suspire ante su propuesta de salir esta noche.
-Por más que adore la idea de montar a caballo...tengo un problema...interno hacia la nieve...-trague saliva algo nerviosa.-Le temo.
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Hacia los muros. ( Reservado)
¿Me había confundido? ¿Realmente eran vampiros aquellos que con suma tranquilidad caminaban de un lado a otro del castillo? "Es normal que te hayas confundido, Vince" pensé, para tranquilizarme "Al fin y al cabo, ¿qué vampiro se ofrece a ser sirviente de otro?". Sin duda era algo extraño pero interesante a la vez. Me sabía superior a los humanos y a otras tantas razas sobrehumanas, pero jamás me había parado a pensar en la jerarquía que se inculcaba en mi propia especie pero ¿qué hacían durante el día aquellos sirvientes? ¿cuándo dormían? ¿qué comían? ¿cuál era su trabajo exactamente? tenía tantas preguntas... pero, definitivamente, había pasado demasiado tiempo sin relacionarme con los de mi especie, tanto que hasta había olvidado diferenciarlos cuando no se trataban de la misma clase social que yo o aquella muchacha. No pude evitar reír suavemente ante mi estupidez, además de por la explicación de Jacqueline -No le discuto que la sangre que consiguen para vos sea agradable a todos los sentidos- hice una pausa -Pero ¿por qué apartar su naturaleza cazadora? No creo que haya más placer que conseguir tras tiempo de hambruna una buena presa que sepa saciar mi apetito.
No podía parar de pensar en la sangre caliente y de tan metálico sabor salir a borbotones de un cuello rebanado, o simplemente de un ligero y casi sensual mordisco en la ingle de una bella dama. Mis pensamientos fueron interrumpidos de nuevo por la joven, viéndome así obligado a prestarle mi máxima atención. Era extraño todo lo que contaba para mí, ya que en mis siglos de destrucción, odio y agonía de los que caían en mis garras jamás había pasado por situaciones que me afectaran emocionalmente, al contrario que a Jacqueline. Por Dios, casi parecía una humana obligada a sufrir el vampirismo con la máxima agonía que ello supone -No hablo de un marido, bella dama, cuando digo si no gustaría de compañía- reí entre dientes -Quizás sea por mi nula capacidad de amar, pero me refería más bien a compañeros, aquellos o aquellas que puedan protegerla y al contrario, tan solo por dejarles vivir aquí- hice otra pausa, di otro pequeño sorbo -A menos que sea usted misma la que busque la soledad- le sonreí de forma tranquilizadora.
Por un momento llegué a pensar que aceptaría mi propuesta, estaba casi ansioso por ello, pero no conseguí la respuesta que deseaba...no del todo. Me incorporé en el sillón, separando mi espalda del respaldo y acercando ligeramente mi cuerpo al de ella, aunque todavía sentado, con la mirada fija en la ajena -Madame Jacqueline- comencé, sin poder evitar una sonrisa de oreja a oreja, mostrando así mucho mejor mis colmilllos -Es usted la vampiro más extraña que haya tenido jamás el placer de conocer- reí suavemente -¿Qué teme de la nieve? Y si...¿prometo estar a su lado protegiéndola en todo momento? No permita que sus miedos controlen su vida, querida, al fin y al cabo...es usted un vampiro- terminé, aún con mis orbes fijos en los suyos. Si mi creadora me viese en aquel momento...probablemente me habría arrancado la cabeza de un mordisco.
No podía parar de pensar en la sangre caliente y de tan metálico sabor salir a borbotones de un cuello rebanado, o simplemente de un ligero y casi sensual mordisco en la ingle de una bella dama. Mis pensamientos fueron interrumpidos de nuevo por la joven, viéndome así obligado a prestarle mi máxima atención. Era extraño todo lo que contaba para mí, ya que en mis siglos de destrucción, odio y agonía de los que caían en mis garras jamás había pasado por situaciones que me afectaran emocionalmente, al contrario que a Jacqueline. Por Dios, casi parecía una humana obligada a sufrir el vampirismo con la máxima agonía que ello supone -No hablo de un marido, bella dama, cuando digo si no gustaría de compañía- reí entre dientes -Quizás sea por mi nula capacidad de amar, pero me refería más bien a compañeros, aquellos o aquellas que puedan protegerla y al contrario, tan solo por dejarles vivir aquí- hice otra pausa, di otro pequeño sorbo -A menos que sea usted misma la que busque la soledad- le sonreí de forma tranquilizadora.
Por un momento llegué a pensar que aceptaría mi propuesta, estaba casi ansioso por ello, pero no conseguí la respuesta que deseaba...no del todo. Me incorporé en el sillón, separando mi espalda del respaldo y acercando ligeramente mi cuerpo al de ella, aunque todavía sentado, con la mirada fija en la ajena -Madame Jacqueline- comencé, sin poder evitar una sonrisa de oreja a oreja, mostrando así mucho mejor mis colmilllos -Es usted la vampiro más extraña que haya tenido jamás el placer de conocer- reí suavemente -¿Qué teme de la nieve? Y si...¿prometo estar a su lado protegiéndola en todo momento? No permita que sus miedos controlen su vida, querida, al fin y al cabo...es usted un vampiro- terminé, aún con mis orbes fijos en los suyos. Si mi creadora me viese en aquel momento...probablemente me habría arrancado la cabeza de un mordisco.
Vincent Leblanc- Vampiro Clase Alta
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Re: Hacia los muros. ( Reservado)
Al parecer se mostro sorprendido de que la servidumbre no fueran de los que uno se puede tomar de botana pero eso me llamo a mi la atencion. Creia que cualquiera de nosotros podiamos distinguirnos entre si; digo, lo hizo conmigo y sin un ápice de esfuerzo. Pero bueno, más parecio extrañarle el que mis sirvientes trayeran la sangre para mi. Con mi copa en mano y un sorbo en mi boca, volvi a caminar y a sentarme frente a él.
-Tiene razon, hay veces que el deseo que extraerle a un humano hasta la ultima gota de su ser y de su vida hasta secarse y llenarme de ello es siempre más dulce y fino que el que lo haga alguien por mi pero a veces pido sangre especial que yo no localizo bien. Una buena copa de vino con un poco de sangre virgen de alguna joven de 18 años no me vaya a decir que no le es apetitoso tomar una noche de otoño.-pero eran mis gustos y él no era seguro que los comparta.
Se rio un poco de lo que le conte cuando me pregunto de mi soledad. Al parecer yo habia malinterpretado su comentario por lo que pase a explicarle:
-Tengo mis colegas y amigos pero no gustan en visitar este castillo, Mister Vincent.-torci mis labios y bebi de mi copa hasta dejarla a la mitad.-Temen por quien una vez habito conmigo este lugar y no quieren ni siquiera acercarse a los terrenos. No se confunda, no soy siempre de quedarme aqui, siempre salgo a caminar por los bosques, a nadar en las lagunas y no le negare que más de una vez pague por compañia, pero soy yo quien busca quien pase tiempo conmigo y no al reves.-me encogi de hombros. Ya se habia vuelto un especie de habito.
Frunci un poco el ceño cuando me dijo que era uno de los seres más extraños que habia conocido, mientras sonreia mostrando levemente sus colmillos, y me lo aclaró cuando entendi que era por la nieve. Su propuesta realmente me atraia, en verdad que si...
-Oh...Pe-pero...-dije un poco nerviosa, él no sabia muy bien hacia qué radicaba mi miedo pero él tenia razon y no debia estar siempre preocupandome por algo tan...vano como un temor.-Su-pongo...que no se puede vivir con miedo todo el tiempo...y ademas, hace tiempo que no doy un paseo a caballo...-torci mis labios bebiendo de la copa otra vez.-Esta bien, acepto su invitacion.-ojala mi mente este tranquila a la hora de ese paseo.
-Tiene razon, hay veces que el deseo que extraerle a un humano hasta la ultima gota de su ser y de su vida hasta secarse y llenarme de ello es siempre más dulce y fino que el que lo haga alguien por mi pero a veces pido sangre especial que yo no localizo bien. Una buena copa de vino con un poco de sangre virgen de alguna joven de 18 años no me vaya a decir que no le es apetitoso tomar una noche de otoño.-pero eran mis gustos y él no era seguro que los comparta.
Se rio un poco de lo que le conte cuando me pregunto de mi soledad. Al parecer yo habia malinterpretado su comentario por lo que pase a explicarle:
-Tengo mis colegas y amigos pero no gustan en visitar este castillo, Mister Vincent.-torci mis labios y bebi de mi copa hasta dejarla a la mitad.-Temen por quien una vez habito conmigo este lugar y no quieren ni siquiera acercarse a los terrenos. No se confunda, no soy siempre de quedarme aqui, siempre salgo a caminar por los bosques, a nadar en las lagunas y no le negare que más de una vez pague por compañia, pero soy yo quien busca quien pase tiempo conmigo y no al reves.-me encogi de hombros. Ya se habia vuelto un especie de habito.
Frunci un poco el ceño cuando me dijo que era uno de los seres más extraños que habia conocido, mientras sonreia mostrando levemente sus colmillos, y me lo aclaró cuando entendi que era por la nieve. Su propuesta realmente me atraia, en verdad que si...
-Oh...Pe-pero...-dije un poco nerviosa, él no sabia muy bien hacia qué radicaba mi miedo pero él tenia razon y no debia estar siempre preocupandome por algo tan...vano como un temor.-Su-pongo...que no se puede vivir con miedo todo el tiempo...y ademas, hace tiempo que no doy un paseo a caballo...-torci mis labios bebiendo de la copa otra vez.-Esta bien, acepto su invitacion.-ojala mi mente este tranquila a la hora de ese paseo.
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Hacia los muros. ( Reservado)
Podría jurar que estaba comenzando a entender el por qué de hacer que cacen por ti. Sí, sin duda era una idea más que atrayente, el estar frente a una chimenea con copa en mano, con un contenido más que engañoso a la vista -Sin duda alguna tiene usted un gusto inmejorable, madame- dije, divertido -Pero en mi caso preferiria indudablemente buscarme yo mismo a la muchacha virgen y ver cómo por pura estupidez cae en mis brazos pensando que le voy a sacar de su mundo cruel- jugueteé un tanto con la copa -No me negará el placer que le puede llegar a invadir- terminé, recordando que el alimentarme de una chica virgen no era tan solo una fantasía, sino una realidad.
-¿Temen visitarla?- miré en derredor, con fingida cara de misterio -Yo no veo ni monstruo ni fantasma alguno por aquí, ¿qué es lo que les asusta precisamente?- mis ojos podían expresar la máxima curiosidad -Realmente me parece poco caballeroso dejar a una bella aunque poco indefensa joven sola en una residencia tan grande. Dice que la que busca compañía es usted, pero ¿jamás ha encontrado a alguien que acepte sin miedo a lo que pase en tan increíble lugar?- pregunté, finalmente, antes de exclamar: -¡Cuánta estupidez hay hoy en día!
Un sentimiento de triunfo me inundó en cuanto Jacqueline aceptó mi invitación a abandonar el castillo durante la noche. Le miraba fijamente mientras tartamudeaba, nerviosa, pues no entendía la raíz de ese miedo -¡Bien dicho, madame!- exclamé, contento -Hasta podría buscarle esa virgen que ansía...ya que, aunque no nos encontremos en otoño, la sangre caliente de la más pura inocencia sienta bien en cualquier estación- enarqué una ceja segundos después -Pero la señorita no ha contestado a mi pregunta, me temo, quizás pensando que me estaba mofando de su persona: ¿qué teme de la nieve?- odiaba sentir curiosidad, de verdad que lo odiaba, y la única manera de solucionarlo, era preguntando.
-¿Temen visitarla?- miré en derredor, con fingida cara de misterio -Yo no veo ni monstruo ni fantasma alguno por aquí, ¿qué es lo que les asusta precisamente?- mis ojos podían expresar la máxima curiosidad -Realmente me parece poco caballeroso dejar a una bella aunque poco indefensa joven sola en una residencia tan grande. Dice que la que busca compañía es usted, pero ¿jamás ha encontrado a alguien que acepte sin miedo a lo que pase en tan increíble lugar?- pregunté, finalmente, antes de exclamar: -¡Cuánta estupidez hay hoy en día!
Un sentimiento de triunfo me inundó en cuanto Jacqueline aceptó mi invitación a abandonar el castillo durante la noche. Le miraba fijamente mientras tartamudeaba, nerviosa, pues no entendía la raíz de ese miedo -¡Bien dicho, madame!- exclamé, contento -Hasta podría buscarle esa virgen que ansía...ya que, aunque no nos encontremos en otoño, la sangre caliente de la más pura inocencia sienta bien en cualquier estación- enarqué una ceja segundos después -Pero la señorita no ha contestado a mi pregunta, me temo, quizás pensando que me estaba mofando de su persona: ¿qué teme de la nieve?- odiaba sentir curiosidad, de verdad que lo odiaba, y la única manera de solucionarlo, era preguntando.
Vincent Leblanc- Vampiro Clase Alta
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Re: Hacia los muros. ( Reservado)
No pude negar que tenia mucha razon, el cazar siempre daba un toque de placer a la noche y más si tu victima accede a pasar toda una noche contigo. No suelo matar gente al azar ya que tengo codigos, pero supongo que mis instintos me prohiben ser buena a veces.
-Es verdad...no hay nada como un poco de seducción para hacer que la velada sea de lo más dulce.-me acuerdo que una vez juegue de esa forma con un cortesano: era una persona muy avariciosa y siempre asesinaba a sus clientes luego de tener sexo con él. Una noche fui yo su clienta pero el pobre no resistio mis gustos antes del coito. Bebi de él hasta secarlo y escuchar sus latidos apagarse y mi energia superandose era algo tan vigoroso que no es facil de resistir.
No sabia como explicarle lo de las visitas, era algo complicado. Deje la copa sobre la mesilla junto al sillon y trate de explicarselo de la mejor manera que pudiese.
-Bueno...am...cómo explicarlo...?-dije juntando mis manos y torciendo mis labios.-La unica...persona que me visita regularmente es el ex dueño de este castillo y...aunque los humanos no encuentran muy facil la ubicacion de aqui, se escuchan rumores sobre el castillo y quien alguna vez lo habito...y se destaca y habla sobre un monstruo. Un verdadero monstruo entre los nuestros...nadie viene por ello, temen venir y encontrarlo a él tambien...-me pasé los dedos por la sien.-Es uno de los vampiros más fuertes y poderosos...hace temblar hasta al más débil y tiene su fama tambien porque...-suspire.-...porque tambien bebe de vampiros.-no sabia muy bien si iba a creerme, quizas arrojase la idea de que el monstruo fuera yo pero no lo era en este caso. Siempre hablaban del ex dueño y nunca de alguien que lo habitase.
Al preguntarme de la nieve, me levante de mi sitio y me acerque a una ventana. Corri la cortina y mire un poco al exterior, solo unos segundos, luego la cerre de nuevo.
-Mi difunto esposo fue humano, Mister Vincent.-eso podria traerle mil ideas a la cabeza, muchas más de forma negativa pero debia explicarle bien en el porque habia miedo en mi hacia algo que deberia considerar hermoso.-Volviamos de una pequeña fiesta y quisimos caminar hasta nuestro hogar. Pasamos por un claro del bosque y estaba finamente cubierto de nieve, era muy hermoso en ese momento. A él nunca le agrado la nieve ni el frio, no lo soportaba, pero dijo que fueramos para pasar un momento alli...Luego...Ryan empezó a convulsionar. Derramo mucha sangre por la boca, escupio en la nieve, mi vestido y mi rostro...-aprete un poco mis parpados.-Veo nieve...y veo manchas de sangre por doquier...manchas grandes y gruesas, a veces tambien en mis manos y cuando trato de limpiarme, no se quita...Adoraba la nieve y no puedo disfrutarla muy bien porque luego de unos momentos, todo lo blanco se empieza a teñir de rojo...-lo mire un poco avergonzada.-Es realmente tonto, no? Un vampiro temiendole a algo de lo que normalmente ignora...
-Es verdad...no hay nada como un poco de seducción para hacer que la velada sea de lo más dulce.-me acuerdo que una vez juegue de esa forma con un cortesano: era una persona muy avariciosa y siempre asesinaba a sus clientes luego de tener sexo con él. Una noche fui yo su clienta pero el pobre no resistio mis gustos antes del coito. Bebi de él hasta secarlo y escuchar sus latidos apagarse y mi energia superandose era algo tan vigoroso que no es facil de resistir.
No sabia como explicarle lo de las visitas, era algo complicado. Deje la copa sobre la mesilla junto al sillon y trate de explicarselo de la mejor manera que pudiese.
-Bueno...am...cómo explicarlo...?-dije juntando mis manos y torciendo mis labios.-La unica...persona que me visita regularmente es el ex dueño de este castillo y...aunque los humanos no encuentran muy facil la ubicacion de aqui, se escuchan rumores sobre el castillo y quien alguna vez lo habito...y se destaca y habla sobre un monstruo. Un verdadero monstruo entre los nuestros...nadie viene por ello, temen venir y encontrarlo a él tambien...-me pasé los dedos por la sien.-Es uno de los vampiros más fuertes y poderosos...hace temblar hasta al más débil y tiene su fama tambien porque...-suspire.-...porque tambien bebe de vampiros.-no sabia muy bien si iba a creerme, quizas arrojase la idea de que el monstruo fuera yo pero no lo era en este caso. Siempre hablaban del ex dueño y nunca de alguien que lo habitase.
Al preguntarme de la nieve, me levante de mi sitio y me acerque a una ventana. Corri la cortina y mire un poco al exterior, solo unos segundos, luego la cerre de nuevo.
-Mi difunto esposo fue humano, Mister Vincent.-eso podria traerle mil ideas a la cabeza, muchas más de forma negativa pero debia explicarle bien en el porque habia miedo en mi hacia algo que deberia considerar hermoso.-Volviamos de una pequeña fiesta y quisimos caminar hasta nuestro hogar. Pasamos por un claro del bosque y estaba finamente cubierto de nieve, era muy hermoso en ese momento. A él nunca le agrado la nieve ni el frio, no lo soportaba, pero dijo que fueramos para pasar un momento alli...Luego...Ryan empezó a convulsionar. Derramo mucha sangre por la boca, escupio en la nieve, mi vestido y mi rostro...-aprete un poco mis parpados.-Veo nieve...y veo manchas de sangre por doquier...manchas grandes y gruesas, a veces tambien en mis manos y cuando trato de limpiarme, no se quita...Adoraba la nieve y no puedo disfrutarla muy bien porque luego de unos momentos, todo lo blanco se empieza a teñir de rojo...-lo mire un poco avergonzada.-Es realmente tonto, no? Un vampiro temiendole a algo de lo que normalmente ignora...
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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