¿Hacia dónde van? | Adda |

por **Josiah D'Olincourt** Lun Oct 16, 2017 12:34 am

El pasado me motiva, el presente me excita y no tengo miedo al futuro.
Marques de sade

Bajo críticas y el éxito inminente de sus grandes trabajos, el gitano decidió partir por un camino diferente a los que serían el centro de la ciudad. Desvanecería su día de trabajo, dejando atrás las hazañas de mentiras repartidas y buscando rodearse de licor, quizás el golpe frenético con alguna cortesana o los tontos caprichos de una amante que lo vea deslizarse por los grandes pasillos de una ciudad teñida de oscuridad.
Todo cambio moral visto por su andar le recordaba la presencia de una sola mujer, o al menos, por esa noche, la recordaba de forma extraña, tanto así, que todos los errores cometidos por ambos los dejaba pasar por alto; jamás pensó de aquella forma, aquella forma ridícula de querer verla.

Era odioso, charlatán y ladrón, esa fémina seguramente buscaba siempre escabullirse de aquellos encuentros. Una eminencia, dueña de la revolución que marcaría el verlos juntos, despotismo absoluto por las calles y cambio completo bajo cuatro paredes; Mujer inmoral, única virtud que asemejaba los gustos del muchacho de cabellos albinos. Estaba a vísperas de hallar, de descubrir los senderos de su presencia, pero recordó los castigos que propuso como clausula encontrarla. Reía, tan saleroso que representaba jocosidad en cada andar de regreso a su campo gitano. Sometía entre hebras de su imaginación el cuerpo de alguna compañera, la alianza que dejaría participar todo deseo encarnado en su reflexión más fogosa.

Los vinos, los licores aparecían a cada paso que se acercaba a las carpas, pinceles de naturaleza se veían sepultados por la porquería, la inmundicia que rodeaba dónde sería el lugar que lo acogería durante la noche. Retrocedía en concreto, parecía ser que una vez más el sublime gusto del gitano se veía opacado por lo monótonos y dominados que solían ser sus compañeros – Hora de salir de aquí… otra vez – Con gran fuerza y energía tomó lo poco y nada que tenía de pertenencias, tan pronto como terminó, caminó hasta el bosque dónde extrañamente, por esas horas no encontró horrores y crímenes, sino más bien a la muchacha en la que había pensado horas atrás – Quién diría que la encontraría por estos senderos, tan lejanos a su hogar, tan desechos para una señorita como usted, tan oscuros y aislados de las personas que usualmente la rodean, madame – Cayeron sus palabras entre tanto el gitano alzaba una de sus cejas, mantenía un bolso roñoso en una de sus manos mientras la otra imitaba un cínico gesto de reverencia.

A partir de aquel momento decoró los gestos de su rostro en algo más cauteloso y curioso – Pensé que no la volvería a ver, de hecho… en una que otra intoxicación, en una que otra taberna de mala muerte… –Se aventuraba paso a paso a la virtud de aquella efigie femenina frente a sus ojos – En uno que otro trago, la recuerdo muy bien – Interrumpían su agudeza cortas imágenes de una que otra noche dónde compartían copas. Parte de la filosofía de aquel gitano era la inclinación por la bebida, se atrevía a invitarla cada vez que se encontraban, pero ésta vez, la distancia de encuentro había sido muy extensa y realmente, pasaba y repasaba la interrogante de porque tanta ausencia – ¿Cómo ésta? – Cuestionó.

por **Alexis Hamilton** Sáb Oct 21, 2017 1:48 pm

yo te aguardaba, y cuando vi tus rojos
perfiles asomar con lenta calma,
como tu rayo descendió a mis ojos,
tierna alegría descendió a mi alma.

¿Y a mis ruegos acudes perezosa
cuando amoroso el corazón te ansía?
Ven a mí, suave luz, nocturna, hermosa
hija del cielo, ven: ¡por qué tardía!

La luna es una ausencia, Carolina Coronado

Noches perpetuas entre pomposas fiestas y con ansias de honestidad… de sinceridad en una conversación, un sorbo de licor amargo entre sus labios con una respuesta presta, de esa que no existe en este ambiente indiferente ante las reacciones humanas…
En eso me hallaba, los pasillos dentro de una multitud que no me brindaba más compañía que la soledad, junto a mi fémina servidora amiga, quien, al compás de mis pasos, entendía exactamente qué pasaba por mi caótico razonamiento - mi señora, podemos retirarnos si así lo desea- sin embargo antes de poder responderle se nos vio interrumpidas deteniendo mi andar cuando un joven se acerca… facciones suaves casi tan marcadas como las de una dama, blanquecino, con la mejor de sus sonrisas fingidas - ¿pudiera invitarla a compartir por los jardines mi señora? – el salón abarrotaba y la multitud se encimaba como si todos deseasen una compañía esta noche, yo no sentía necesidad, pero acepte, me gusta indagar en las extrañas formas que tienen los vampiros de intentar pasar desapercibidos para comer un poco, este no tenía mucha idea de serlo realmente, pero astuto para no ser descubierto antes de tiempo, no dejó lo tocase ni siquiera para apoyar mi brazo hasta que hubimos pisado los jardines, abusando de su fuerza llevándome hacia si… alejándome del lugar, la multitud… el ruido.
¿miedo? No. Pensé mientras me dejaba alejar… reconocía bosques… pero tan lejos no había llegado ¿qué puedo decir? Esto se volvía interesante, no creía que tuviese más de los 19 años que se dejaba ver, solo que con un neófito no hay que confiarse, a lo bruto me dejaba caer, enseñando sus colmillos… reverenciaba su sentir cuando antes que pudiera toqué su rostro adentrándome en él… no hay defensas si lidias con un demonial interior, si has visto calamidades de seres anteriores con más años que ganas de vivir, nada podrá asustarte… lo encontré, y solo eso bastó… palabras, magia… fuerza de voluntad y cero miedo.

¿Dónde estaba?, el muy cobarde huyó.
"La huida no ha llevado a nadie a ningún sitio"

Mi problemática se encontraba al observar a mi alrededor mis dedos tocan los árboles en los que la noche queriendo jugar conmigo traíase a mi otro sonido, como de pasos que se aventuraban hacia mí y si era de nuevo el vampiro no iba a ser tan indulgente, fue ahí que le vi… reconocible con sus cabellos albinos…. Mirada indulgente, altruista en su pose gallarda que pudiera destronar casanovas en la sociedad… que sorpresa más agradable y extraña, tanto que se notaba en mi expresión al mirarle escuchando su sentir, con la reserva de la duda, aunque su inclinación me robo una sonrisa trayéndome a la realidad de que pudiera ser coincidencia– me han arrancado de mi actual posición… y comienzo a pensar que usted le contrato para traerme hacia este lugar- mis recuerdos evocan esas noches por el mundo natural, aquel que no me pertenece para encontrarme con su cercanía y pasión por la vida… cuantas historias de libertad y locuras se dibujaban en mi memoria por él… que no sabe lo interesante que pueda ser hasta que te acercas demasiado y te enteras.
¿Cómo estoy? – una pregunta interesante ante el momento dejando ver claramente lo fino de mi vestido, la incomodidad al enseñarle parte de mí que no debía saber todavía o que yo no quería mostrar y retirando los guantes largos de mis dedos – perfectamente perdida...

De muchas formas comprendo el juego del destino como una carta que a veces no se controlar y eso descoloca mis maneras, con mis manos libres apoyo mi mano en su brazo bajando mis pies de los zapatos, tocando la tierra entre mis ortejos para soltarlo y caminar en media sonrisa – no sé si escuche bien o usted ha dicho…. – aparentemente alejandome, pero solo rodeaba el espacio que se hallaba alrededor entre los dos – …que pensaba no nos volveríamos a ver... - un silencio absoluto -¿eso quiere decir que pensó en mí? que la intoxicación… la taberna, lo demás… - y esperaba tener razón– no le impidió recordarme muy bien… - casi sorprendida -…no tenía idea que se me pudiera extrañar- finalmente, sonrío calma… aceptando la buena fortuna que tienen noches de sorpresa como esta, una noche que nos abraza con su oscuridad interrumpida por esa luna alumbrando nuestro encuentro– ya que estamos aquí… ¿puede indicarme… – no tuve idea de si seguía mis pasos, pero si al voltear encontré su mirada nuevamente - …Dónde estamos precisamente?

por **Josiah D'Olincourt** Dom Oct 29, 2017 4:42 pm

Confía en el tiempo.
Miguel de Cervantes.

El gitano se caracterizaba de pregonar impúdicamente sus principios, el ver a dicha figura que llevaba marcado en la hilera de sus recuerdos no lo hacía más que emplear una que otra sonrisa al oír cada palabra que afloraba de aquellos carnosos labios. Esperaba, quince o dieciséis segundos antes de recordar nuevamente el tono de su voz. Parecía preferir el examinar sus pasos, eliminar lo externo para pasar a lo prohibido; ¿Qué se suponía que hacía un sujeto como él bajo la fastidiosa influencia del clima en medio del bosque? Adoraba reminiscencia, pues aunque el más simple de sus desaires o inocentada se lanzara contra él, sabía en un grado suficiente que había dicha acepción entre ambos. Lo más simple y más común. Confianza – No he contratado a nadie, pero de saber que podría funcionar dicho actuar, créame que lo habría empleado – Remordió sus labios, y con la mayor naturaleza que lo caracterizaba dio un paso tras otro para cortar distancia entre ambos personajes. Endurecía un poco sus facciones para no enseñar excesos de placer ante la coincidencia de tenerla frente a él.

Se cuestionaba su aprender, “A medida que se desee, los actos se hacen presente” pero él era un gitano y aquella fémina era quién manejaba la magia. Mientras que entre sus manos solo hallaba la ilusión. Dio un paso más. El crimen que cometían no era castigado ni sancionado, pero parecía enorgullecer el temblar de comentarios que se desatarían bajo la mirada de una simple cortesía desde la parte ajena o un simple trago desde la invitación de aquel bohemio. Se proporcionaba a su memoria las reflexiones de aquellas sombras de oscuridad que los impregnaban en un sumergir de conversaciones aleatorias. Totalmente ridículos sentires de alcohol y deleitadas seguidillas de la misma sensación. Gustaba de la presencia de aquella mujer, no lo negaría, pues la satisfacción de tenerle frente a sus ojos, intensificaba el apetito de más.

Un tanto festivo celebró el sugerir de sus comentarios ¿Extrañarla? Apenas había proporcionado placer al verla – Tendrá que pasar mucha más noches a mi lado para que logre extrañarla, mi damisela – Sentenció, deleitado por la postura que había tomado frente a él. Si bien, conocía la sabiduría de Adda, ésta siempre lograba dejar atónitos sus supuestos cuando se refería a ella. La observó descalza, sólida y consistente haciendo faz a su decisión. Nunca llegaría a leer sus movimientos, esa fue una de las conclusiones que desató bajo el primer día con ella, vanos e inútiles pensamientos que se hicieron obsoletos. La verdadera sabiduría la asumía bajo que frente a ella, todo podría ocurrir, y era uno de los vicios que anhelaba junto con el deseo de volver a verla. Disminuía la distancia hasta entregarse al hecho de que caminaba en círculos contra su propia corpulencia.

– ¿Dónde está? Pues… en mi territorio – Admiraba aniquilar el prejuicio sobre la realeza junto a ella. Renunciaba al hecho de dejarla regresar a su realidad tan pronto. Observó aquellos rasgos tan agradables, ese rostro delicado y la seguridad en sus ojos pronunciada – Y advierto que no le daré el lugar de regreso a menos que acepte una copa junto a éste servidor – Ya junto a ella, no deliberó sus actos para presionar la palma de su mano y llevarla al roce de sus labios.

por **Alexis Hamilton** Jue Nov 16, 2017 10:36 pm

Eres una tempestad en un mar sin olas,
adormecido estás dentro de topacios impíos.
Tienes la verdad del otoño en tus manos,
pero la guardas como el silencio mismo.
No cantas con tu voz,
pero si con la luz de tus ojos.

No he encontrado en este mundo algo que me sorprenda, vestigios de noches entre tragos y bares alejados del mundo natural, en el que una compañía nos traía gratas conversaciones, caricias relativas… miradas lascivas… de pronto no quiero pensar, realmente no me importa... No quiero pensar... shhh shhh... no digas más. Escucho el sonido de su voz y la graciosa forma que tiene de responder a mi afán – si lo hubiese hecho realmente no estaría reconociéndolo… y no creo que una persona como usted tenga que andar raptando señoritas para hacer uso de su compañía... – espero un segundo antes de continuar levantando la mirada con la mente en las imágenes que tenía de aquel vampiro en la cabeza, su acto impúdico e intento de… no quedaría en vano, no sé por qué lo recordaba no se porque sabia que no lo iba a dejar pasar y sonrío - ¿me equivoco?

La luna aun es cantarina y brilla en aquel manto, orgullosa y sublime. Sonriendo aun ante esos extraños sonidos, el murmullo de aquellos ojos... la voz, la cercanía del señor a mi lado llaman mi atención y aquellos ojos azules que poseo se quedaron fijos en él, mirándolo con atención y escuchando palabra por palabra que sale de su boca. Cuando concluye una sonrisa extraña se plasma en mis labios, cierto, es algo muy cierto. Las acciones sin pensar son como disparar sin apuntar, lo mencionaba mi difunto esposo siempre, las estrategias, la mente y la disciplina, todo es apariencias, hay que pensar muy bien los movimientos y luego hacer la acción para luego Jaque y el pretendía jugar ajedrez conmigo.

“Tendrá que pasar muchas más noches a mi lado para que logre extrañarla, mi damisela”
– eso lo tendremos que ver Monsieur... pero no aspiro a ser extrañada, usted es un ave libre… puedo contemplarlo… - Mi risa fluye grácil en forma de verdad, no eran prejuicios, sus formas me fascinaban, y su compañía también, significando al fin del camino solo una realidad… alguien que se hace extrañar, pero no extraña de vuelta- su territorio… - casi flotaba, liviana como una pluma sin la pomposeria de mi chal, o zapatos incomodos envolviendo mis ortejos, inclusive mi peinado de a poco cayendo en ondas cayendo por mi espalda mientras pisaba libremente el césped con mis pies…
“Y advierto que no le daré el lugar de regreso a menos que acepte una copa junto a este servidor”

Que curiosa forma tiene de invitar – respondo al tiempo que una sonrisa ilumina mi rostro junto a la luna quien parece disfrutar de la vista… sintiendo labios ajenos sobre la palma de mi mano… le veo, fija, un corazón latiendo y todos los sentidos se han movido, hay que estar alerta ¿puedes comprenderlo? Si, mente siniestra que te deleitas en los afanes de la vida, no tienes permitido ceder ante las fechorías de la lascivia… - es posible, que acepte… si no me tuviera condicionada a su invitación… yo lo hubiese hecho libremente, ahora debo considerarlo – y mantengo postura separando mis pies del Gitano…

Ahora, si repite su invitación… para que - me apoyo sobre el árbol que al retroceder me ha atrapado.- ...pueda yo responderle.

por **Josiah D'Olincourt** Lun Nov 27, 2017 7:15 pm

La palabra más soez y la carta más grosera,
son más educadas que el silencio.

—Lo cierto es… que tiene toda la razón, no necesito de trucos para disfrutar la compañía de quien desee, pues a decir verdad, el personaje que anhele mantenerse a mi lado lo hará, y de lo contrario quién no, pues, la salida es libre — Observó a su compañera, entre la oscuridad que adornaba la noche.
Comenzó un decidido andar en su alrededor, era objeto de su atención, simplemente aquel infeliz disfrutaba de su presencia tanto como de las negativas que muchas veces dejaba caer frente a las ansias del hombre de cabellos albinos. Inspirado por como ese encuentro parecía cosa del destino se propuso concebir sus ideas más recónditas, encargándose continuamente de a la par de ir cumpliendo con sus propios deseos, satisfacer en lo que requiriese la señorita.

Espléndida mujer de carácter y perseverancia, en cada entonar de su voz dejaba como manifiesto su propio pensar, sin tabúes ni titubeos. Hecho por la cual Josiah la recordaba perfectamente, pues, admiraba de forma constante la presencia y el carácter de las féminas, pero mucho más lo ahogaba que fuesen decididas, hablasen fuerte he impusieran su palabra por sobre la propia. Le gustaba el juego, la rebeldía y la astucia, aquella mujer cumplía en muchas formas con aquello y se adelantaría a pensar que podría tener un poco más de donde pasmarse.

Una jocosa sonrisa abandonó los labios del gitano, enarcó una de sus cejas, chasqueó la punta de su lengua y con rostro expresivo exageró cierta gesticulación de asombro ante los dichos que eran pronunciados en dirección a su presencia — Un ave libre — Repitió sus palabras, tan lentamente que hasta podría hacerse imagen en la cabeza del animal en cuestión; Continuando atento a la voz melodiosa de aquella bella efigie, se dio el permiso de caminar en círculos por el centro de aquel bosque que ahora lo rodeaba con árboles perfectamente conocidos. Una parte de ser gitano contaba con la idea y el deber de buscar constantemente nuevos lugares donde vivir, no una habitación ni mucho menos un hogar, sino más bien una superficie plana dónde poder descansar para iniciar al día siguiente una vez más con la aventura.

Se detuvo al ver como ella también lo hacía, ésta vez cargada al tronco de un árbol — No era precisamente una invitación, es casi un acuerdo con beneficio hacia ambas partes — Como buen estafador, se jactaba de siempre hacer juego de palabras, o dejar las frases listas para tergiversarlas como fuesen la mejor salida para él — Yo bebo, pues… — Hizo ademán de tragar con pesar — Mi garganta está un poco seca — Caminó hasta ella, casi como si fuese una gacela acorralando a su presa, con la única diferencia que se detuvo a una distancia prudente como para respetar el metro cuadrado de la mujer que lo observaba con la misma atención que el sujeto le brindaba — Y usted tiene el regreso a su hogar, o fiesta… o de donde sea que haya venido — Sentenció observando sus prendas, su cabello un poco desordenado para la clase que ella cargaba y sus pies descalzo — También confirmo que de no querer aceptar éste acuerdo, usted quizás pueda llegar a su destino, pero tardará el doble del tiempo y me veré obligado a seguirle los pasos, ya que me niego desde ya, a dejarle sola en medio de la noche — Fingió una cínica reverencia casi a los pies de la señorita para luego alzar su vista hasta los claros baches que lo observaban. Dedicó a ella una media sonrisa de costado y alzando sus cejas cuestionó una vez más — ¿Me acompaña? —

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