AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un paseo al atardecer - Aitz -
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Un paseo al atardecer - Aitz -
Aquel había sido un día algo extraño. Al levantarme por la mañana la sensación de que algo iba a ser diferente me había invadido todo el cuerpo, no era una sensación de angustia, o de tristeza como muchas otras veces me había pasado. Ni buena ni mala, una sensación simplemente. Incluso me había puesto algo nervioso al cabo del día. Pero la mañana había transcurrido de lo más normal. Había salido a desayunar y luego a hacer algunos recados. Me había parado a hablar con algunos conocidos y había vuelto a casa para la hora de hacer la comida. Podría tener a alguien que me la hiciera, sería lo más cómodo, pero disfrutaba de mi soledad y para que entrara alguien a mi casa sin que yo le conociera, prefería hacerlo todo yo. Si ya de por si era una persona sumamente desconfiada, como para dejar que alguien desconocido invadiera mi casa por más servicio que fuera. Ni hablar, eso era algo inconcebible en mi vida ahora mismo.
Después de la comida había estado leyendo frente a la chimenea en casa. Hacía un frío de los mil demonios. Para cuando quise darme cuenta ya iba a atardecer y tampoco me apetecía estar todo el día encerrado entre aquellas paredes. Me recordaban a mis padres y me entristecía, pero por otra parte no quería que aquella casa se perdiera en el olvido. Así que había decidido salir un rato. Dejé el libro sobre la pequeña mesita que tenía al lado de la butaca frente a la chimenea. Apagué el fuego y salí de la biblioteca para dirigirme a mis aposentos y acicalarme para salir. Volví a la entrada pero al salir me di cuenta de que me había dejado el sombrero, por lo que volví adentro de nuevo para cogerlo y colocarmelo. Ahora sí que podía salir.
Caminé dando un largo paseo hasta la plaza Tertre, allí seguí caminando mientras obresvaba con detenimiento el lugar. No había nada que me llamara la atención. Nada singular, por lo que aquella sensación de la mañana se me había olvidado por completo. Quizás había sido tan solo una tontería por mi parte. Anduve hasta una fuente en la que me senté sobre su bordillo con cuidado de que mi chaqueta no cayera por la parte interna de ésta y se mojara. Metí la mano, desnuda préviamente, en el foso de la fuente, estaba bastante fría, cabía reconocer que en verano a uno le daban ganas de remojarse como muchos críos hacían, bendita infancia. Saqué un pañuelo de mi bolsillo de la otra mano y me sequé la mano mojada. Devolví el pañuelo a su lugar y me coloqué nuevamente el guante mirando el bello atardecer que allí se me ofrecía.
Después de la comida había estado leyendo frente a la chimenea en casa. Hacía un frío de los mil demonios. Para cuando quise darme cuenta ya iba a atardecer y tampoco me apetecía estar todo el día encerrado entre aquellas paredes. Me recordaban a mis padres y me entristecía, pero por otra parte no quería que aquella casa se perdiera en el olvido. Así que había decidido salir un rato. Dejé el libro sobre la pequeña mesita que tenía al lado de la butaca frente a la chimenea. Apagué el fuego y salí de la biblioteca para dirigirme a mis aposentos y acicalarme para salir. Volví a la entrada pero al salir me di cuenta de que me había dejado el sombrero, por lo que volví adentro de nuevo para cogerlo y colocarmelo. Ahora sí que podía salir.
Caminé dando un largo paseo hasta la plaza Tertre, allí seguí caminando mientras obresvaba con detenimiento el lugar. No había nada que me llamara la atención. Nada singular, por lo que aquella sensación de la mañana se me había olvidado por completo. Quizás había sido tan solo una tontería por mi parte. Anduve hasta una fuente en la que me senté sobre su bordillo con cuidado de que mi chaqueta no cayera por la parte interna de ésta y se mojara. Metí la mano, desnuda préviamente, en el foso de la fuente, estaba bastante fría, cabía reconocer que en verano a uno le daban ganas de remojarse como muchos críos hacían, bendita infancia. Saqué un pañuelo de mi bolsillo de la otra mano y me sequé la mano mojada. Devolví el pañuelo a su lugar y me coloqué nuevamente el guante mirando el bello atardecer que allí se me ofrecía.
Remy Louboutin- Cambiante Clase Alta
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
Al final del dia se dio cuenta que había sido uno de sus días mas problemáticos, estaba a punto de gritar al cielo y maldecir a todos lo que se mostraban preocupados por ella. Todo había comenzado bien, oh tan bien que hasta ella misma se sorprendió, no había abierto su tienda por quedarse durmiendo hasta tarde en su casa. Su dia había comenzado a las diez de la mañana, casi llegando a las once con una noticia que su empleada traía, su madre había invitadora a un almuerzo familiar. Primero de deseaba ir pero luego se dispuso a arreglarse, con un hermoso vestido amarillo pollito, de largas mangas y un escote provocativo bordado con detalles blancos, las mangas estaban hecho de un amarillo mas pálido, mientras la larga falda se movía con un leve movimiento, en aquella había incrustado algunas perlas preciosas que la hacían brillar. sus manos cubiertas con guantes de un blanco como la nieve, los zapatos elegidos para esa ocasión eran unos lindos con altos tacones, blancos con una perla dorada al frente y claro sus pantis brancas que cubrían sus pálidas piernas, en su cabello no se hizo gran cosa, lo adoraba liso y natural, aun así se puso una cinta amarilla que remarcaba su flequillo. Para no sufrir de frio había escogido un abrigo de piel blanco.
Pero el día no había sido lo que ella había planeado, bueno lo que su madre había planeado, pero eso sucede cuando reúnes a toda una familia con pensamientos e ideologías diferentes, había comenzado muy bien hasta que diferentes comentarios, uno de ellos era que sus hermanas ya se entusiasmaban por tener hijos ¿y ella qué? Simplemente le dio sus buenos deseos y esperaba que sobreviviera al parto. Su padre dejo salir una risilla con que a su madre hizo enojar, ya veía en sus ojos una gran cólera que iba a explotar, hasta ella misma se sorprendió que no hubiera hecho una escena en el lugar. Pero su madre era decente e inteligente, habia esperado hasta que ya todos se habían ido para seguir a su hija cuando se alejaba del grupo.
Ahí fue donde comenzó la discusión, en medio del pasillo a unas cuantas habitaciones en donde sus hermanas, cuñados y su padre estaban, primero comenzó en francés, su madre le decía que podía seguir así, que asentara cabeza, Ait reviraba que ya lo había hecho, después comenzó en un idioma que todos entendían bien en la casa, espeto el servicio y su padre en ocasiones se perdía, pero sus hermanas y ella habían aprendido coreano hace mucho tiempo y lo dominaban muy bien, pero su madre comenzó a exclamar en otro idioma oriental, parecía mandarín, eso hizo calentar y enojar aun mas a Aitziber.
-No me insultes en un idioma que no entiendo- exclamo en francés mientras su madre se pasaba de un lado a otro hablando para si sola porque nadie le entendía-No es justo- decía con sus mejillas rojas por el enojo-Padre!!!- llamo yendo a la sala –Madre anda hablando en Mandarín u otro idioma - la bruja harta de aquello salió de la casa con su abrigo puesto dejando que su vestido se abatiera con sus bruscos movimientos
Había llegado a una plaza mientras reviraba y hablaba aun en coreano, las personas no le paraban, ahora ella era la que se movía de un lado a otro mientras hablaba en coreano en aquella plaza, en donde ya comenzaba caer la noche.
-Ahs…- exclamo furiosa mientras se sentaba cansada en un banco.
Pero el día no había sido lo que ella había planeado, bueno lo que su madre había planeado, pero eso sucede cuando reúnes a toda una familia con pensamientos e ideologías diferentes, había comenzado muy bien hasta que diferentes comentarios, uno de ellos era que sus hermanas ya se entusiasmaban por tener hijos ¿y ella qué? Simplemente le dio sus buenos deseos y esperaba que sobreviviera al parto. Su padre dejo salir una risilla con que a su madre hizo enojar, ya veía en sus ojos una gran cólera que iba a explotar, hasta ella misma se sorprendió que no hubiera hecho una escena en el lugar. Pero su madre era decente e inteligente, habia esperado hasta que ya todos se habían ido para seguir a su hija cuando se alejaba del grupo.
Ahí fue donde comenzó la discusión, en medio del pasillo a unas cuantas habitaciones en donde sus hermanas, cuñados y su padre estaban, primero comenzó en francés, su madre le decía que podía seguir así, que asentara cabeza, Ait reviraba que ya lo había hecho, después comenzó en un idioma que todos entendían bien en la casa, espeto el servicio y su padre en ocasiones se perdía, pero sus hermanas y ella habían aprendido coreano hace mucho tiempo y lo dominaban muy bien, pero su madre comenzó a exclamar en otro idioma oriental, parecía mandarín, eso hizo calentar y enojar aun mas a Aitziber.
-No me insultes en un idioma que no entiendo- exclamo en francés mientras su madre se pasaba de un lado a otro hablando para si sola porque nadie le entendía-No es justo- decía con sus mejillas rojas por el enojo-Padre!!!- llamo yendo a la sala –Madre anda hablando en Mandarín u otro idioma - la bruja harta de aquello salió de la casa con su abrigo puesto dejando que su vestido se abatiera con sus bruscos movimientos
Había llegado a una plaza mientras reviraba y hablaba aun en coreano, las personas no le paraban, ahora ella era la que se movía de un lado a otro mientras hablaba en coreano en aquella plaza, en donde ya comenzaba caer la noche.
-Ahs…- exclamo furiosa mientras se sentaba cansada en un banco.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
Observaba cómo el cielo se tornaba de diferentes colores. Allá dónde el Sol se ponía el cielo era anaranjado, viendo cómo aún era de día en el horizonte. Cerca de éste el cielo tomaba un color más ténue haciendose el cielo más liláceo. Y por el lado contrario a la puesta del Sol, el cielo ya era oscuro. Allí dónde me encontraba yo aún conservaba algo de claridad pero por muy poco tiempo. La luna ya asomaba, llena, completamente, ahora esa era la luz que iluminaba todo. Era preciosa, una luz blanca, pura, casi virginal. El frío, al caer el Sol, remontó, por lo que no dudé ni un segundo en abrocharme el abrigo que llevaba puesto. Mi mano aún estaba helada bajo el guante, intenté calentarla frotando ambas con fuerza. Pareció que aquello surtió algo de efecto cuando desapareció la sensación de entumecimiento de mis dedos. Maldita la hora en la que había metido la mano bajo el agua. No sabía en qué estaba pensando, pero me agradaba aquel elemento.
A mis oídos llegaron unas palabras incomprensibles, un idioma lejano y desconocido para mí. Miré a todos los lados bajo aquel cielo partido en dos, el día y la noche. No muy lejos de mi una mujer vestida de amarillo hablaba sola en aquel idioma. Fruncí levemente el entrecejo siendo demasiado cuidadoso para que no me viera, no quería incomodarla. Su actitud era más bien de enfado, sus movimientos eran enérgicos. Era evidente que no todo eran problemas míos. Siempre andaba preocupandome por mis tonterías, que al fin y al cabo sabía que lo eran, pero nunca me paraba a fijarme en que los demás también tenían sus qués. Miré a otro lado pensativo, torcí incluso mis labios intentando averiguar qué era lo que me pasaba. Hacía ya quince años del asesinato de mis padres y del asesinato que con mis hermanos llevamos a cabo de aquel cazador. No sabía qué me había afectado más, si ver cómo se deshacían de mis padres como si fueran animales o matar a un hombre convertido en un verdadero animal. Pese a tener ya 50 años, nunca se me había hecho fácil matar a nadie, ni aceptar mi poder. Algunos afirmarían tener un don, un privilegio, aquellos que por ignorancia no sabían lo que era ser un animal, condenado hasta la muerte a serlo y a tener que controlar los instintos que cada vez eran mayores. Cuánto más arraigada estaba la unión del animal al humano, más dificil controlar estos instintos. Sólo debía ser más fuerte la parte humana, cosa que afortunadamente yo había conseguido. Después de haberme quedado pensativo vi como aquella mujer se sentaba en un banco cerca de la fuente dónde estaba yo.
No dudé en levantarme y acercarme caballerosamente pese a ser un completo desconocido. Al acercarme me quité el sombrero mirandola fijamente. -Siento si la molesto madamme, pero me ha parecido que su ánimo es como el mar embravecido. No es de mi incumbencia saber la razón de su malestar, pero me veo en la obligación de decirle que sea lo que fuere no hay nada mejor que contemplar el bello paisaje que se le ofrece, olvidandose de todo por unos instantes. Dije mostrandole el bello cielo que cambiaba lentamente. -Siento nuevamente mi indiscreción, ruego me perdone. Hice una reverencia con la cabeza acopañada del sombrero. -La dejo en paz con sus pensamientos, pero no olvide que la vida es bella como para andar enfadado. Sonreí levemente como solía hacer cuando quería sonreir mucho y di dos pasos hacia detrás esperando que aquella señorita no se enfadara por mi intromisión. Giré y volví a la fuente dónde estaba sentado. Metí ambas manos en los bolsillos de mi abrigo y miré al cielo nuevamente quedandome asombrado por la imagen que se me ofrecía.
A mis oídos llegaron unas palabras incomprensibles, un idioma lejano y desconocido para mí. Miré a todos los lados bajo aquel cielo partido en dos, el día y la noche. No muy lejos de mi una mujer vestida de amarillo hablaba sola en aquel idioma. Fruncí levemente el entrecejo siendo demasiado cuidadoso para que no me viera, no quería incomodarla. Su actitud era más bien de enfado, sus movimientos eran enérgicos. Era evidente que no todo eran problemas míos. Siempre andaba preocupandome por mis tonterías, que al fin y al cabo sabía que lo eran, pero nunca me paraba a fijarme en que los demás también tenían sus qués. Miré a otro lado pensativo, torcí incluso mis labios intentando averiguar qué era lo que me pasaba. Hacía ya quince años del asesinato de mis padres y del asesinato que con mis hermanos llevamos a cabo de aquel cazador. No sabía qué me había afectado más, si ver cómo se deshacían de mis padres como si fueran animales o matar a un hombre convertido en un verdadero animal. Pese a tener ya 50 años, nunca se me había hecho fácil matar a nadie, ni aceptar mi poder. Algunos afirmarían tener un don, un privilegio, aquellos que por ignorancia no sabían lo que era ser un animal, condenado hasta la muerte a serlo y a tener que controlar los instintos que cada vez eran mayores. Cuánto más arraigada estaba la unión del animal al humano, más dificil controlar estos instintos. Sólo debía ser más fuerte la parte humana, cosa que afortunadamente yo había conseguido. Después de haberme quedado pensativo vi como aquella mujer se sentaba en un banco cerca de la fuente dónde estaba yo.
No dudé en levantarme y acercarme caballerosamente pese a ser un completo desconocido. Al acercarme me quité el sombrero mirandola fijamente. -Siento si la molesto madamme, pero me ha parecido que su ánimo es como el mar embravecido. No es de mi incumbencia saber la razón de su malestar, pero me veo en la obligación de decirle que sea lo que fuere no hay nada mejor que contemplar el bello paisaje que se le ofrece, olvidandose de todo por unos instantes. Dije mostrandole el bello cielo que cambiaba lentamente. -Siento nuevamente mi indiscreción, ruego me perdone. Hice una reverencia con la cabeza acopañada del sombrero. -La dejo en paz con sus pensamientos, pero no olvide que la vida es bella como para andar enfadado. Sonreí levemente como solía hacer cuando quería sonreir mucho y di dos pasos hacia detrás esperando que aquella señorita no se enfadara por mi intromisión. Giré y volví a la fuente dónde estaba sentado. Metí ambas manos en los bolsillos de mi abrigo y miré al cielo nuevamente quedandome asombrado por la imagen que se me ofrecía.
Remy Louboutin- Cambiante Clase Alta
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
Un suspiro había salido de su alma al sentarse, en aquel banco, comenzó a sentirse deprimida, algo que para ella era casi imposible por su personalidad alegre y simplemente simpática-Rayos…- musito recargándose todo su cuerpo en el respaldo del banco, había posado sus manos en su regazo uniendo sus dedos mientras suspiraba largamente.
Odiaba pelear con alguien, pero su madre, ¿Qué importaba que no estuviera casada? Muchas veces la amenazaba que contactaría a su prometido y estaría obligada a casarse, pero había que aceptar la realidad, tanto como ella que como él no tenían interés en el compromiso, ya era una inútil amenaza que le rebalsaba como el agua, no le interesaba ni saber del tema. Su padre era más condescendiente con ella, en ocasiones discutían pero nunca se enojaban entre sí.
-uhm?- no se había fijado que alguien se había acercado a hablar con ella, era un joven que se veía bien vestido así que supuso que no era cualquiera, sus ojos eran claros y algo felinos como a Ait le gustaban a su mente vino Louis, tenia aquella aura igual que su amigo, pero había algo diferente en el que le gustaba pero a la vez le intrigaba, las dos eran buenas, adoraba lo diferente y este joven lo era.
Después de quitarse el sombrero hizo referencia al hermoso cielo cambiante, las mejillas de la joven bruja se sonrojaron por vergüenza, el tenia razón, había estado tan enfrascada en sus problemas que no había apreciado algo tan bello y cotidiano como es ver como el cielo era teñido por los últimos rayos de sol, después de hacer aquella intromisión, ella rio asintiendo, pero cuando vio que se iba le jalo de un brazo sentándolo de golpe a su lado.
-Perdón si soy un poco brusca- dijo mostrando una amplia sonrisa-Usted fue el único que se me acerco mientras reviraba en mi idioma materno- entrecerró los ojos algo molesta, pero a la vez alegre-¿Por qué no apreciamos la belleza simple del cielo los dos?- pregunto sentándose recta como le habían enseñado ya hace mucho tiempo, alzando el mentón y mirando hacia el cielo con una neutralidad en su rostro casi angelical.
La poca luz comenzaba a desaparecer, siendo sustituida por una lúgubre y escasa luz de una luna llena, grande y hermosa, la joven bruja ladeo su rostro mirando atenta a como las vivas nubes se habían vuelto casi carmesí, pero a la final era un naranja opaco que poco a poco perdía su magia y oscurecía todo, como si ya la función hubiera terminado y se limpiara todo lo que por menos de cinco minutos se había disfrutado. Algunos dirán que había sido una pérdida de tiempo, pero cinco minutos son cinco minutos de tu vida, hay un reloj en el interior de cada persona en el que cada minuto cuenta, puesto a aquel cuando este mismo llegue a pararse todo habría terminado.
-Muchas Gracias- dijo sonriendo alegre-Mi nombre es Aitziber D Lemoine un gusto conocer al que me contento el dia-
Odiaba pelear con alguien, pero su madre, ¿Qué importaba que no estuviera casada? Muchas veces la amenazaba que contactaría a su prometido y estaría obligada a casarse, pero había que aceptar la realidad, tanto como ella que como él no tenían interés en el compromiso, ya era una inútil amenaza que le rebalsaba como el agua, no le interesaba ni saber del tema. Su padre era más condescendiente con ella, en ocasiones discutían pero nunca se enojaban entre sí.
-uhm?- no se había fijado que alguien se había acercado a hablar con ella, era un joven que se veía bien vestido así que supuso que no era cualquiera, sus ojos eran claros y algo felinos como a Ait le gustaban a su mente vino Louis, tenia aquella aura igual que su amigo, pero había algo diferente en el que le gustaba pero a la vez le intrigaba, las dos eran buenas, adoraba lo diferente y este joven lo era.
Después de quitarse el sombrero hizo referencia al hermoso cielo cambiante, las mejillas de la joven bruja se sonrojaron por vergüenza, el tenia razón, había estado tan enfrascada en sus problemas que no había apreciado algo tan bello y cotidiano como es ver como el cielo era teñido por los últimos rayos de sol, después de hacer aquella intromisión, ella rio asintiendo, pero cuando vio que se iba le jalo de un brazo sentándolo de golpe a su lado.
-Perdón si soy un poco brusca- dijo mostrando una amplia sonrisa-Usted fue el único que se me acerco mientras reviraba en mi idioma materno- entrecerró los ojos algo molesta, pero a la vez alegre-¿Por qué no apreciamos la belleza simple del cielo los dos?- pregunto sentándose recta como le habían enseñado ya hace mucho tiempo, alzando el mentón y mirando hacia el cielo con una neutralidad en su rostro casi angelical.
La poca luz comenzaba a desaparecer, siendo sustituida por una lúgubre y escasa luz de una luna llena, grande y hermosa, la joven bruja ladeo su rostro mirando atenta a como las vivas nubes se habían vuelto casi carmesí, pero a la final era un naranja opaco que poco a poco perdía su magia y oscurecía todo, como si ya la función hubiera terminado y se limpiara todo lo que por menos de cinco minutos se había disfrutado. Algunos dirán que había sido una pérdida de tiempo, pero cinco minutos son cinco minutos de tu vida, hay un reloj en el interior de cada persona en el que cada minuto cuenta, puesto a aquel cuando este mismo llegue a pararse todo habría terminado.
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Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
Antes de poder volver al lugar dónde estaba sentado ella me cogió del brazo y me impulsó de manera que quedé sentado a su lado. Me extrañó aquella reacción, pero intuí que era una mujer impulsiva y además ya había pedido disculpas por su reacción. La miré ladeando la cabeza y sonreí mínimamente. Me gustaba la gente impulsiva puesto que yo no lo era en primer momento y así sacaban aquella parte de mí que hibernaba cual oso en invierno. El hecho de haberme acercado a aquella mujer había sido extraño, siguiendo un impulso. No estaba muy seguro de si había hecho bien en irrumpir su soledad, pero ya lo había hecho y parecía que no le había molestado. Miré al frente con su proposición, me costaba aquello, hacía quince años que estaba solo, sin amigos, ni tan siquiera un conocido. Compartir algo con alguien era un hecho complicado, aunque fuera una puesta de Sol. No me moví ni hice más gesto que alzar la vista para admirar el cielo.
Pronto la luz de la luna chocaba contra nuestras pieles. Sobre aquellas horas era cuando solía transformarme para sentirme libre, obvio que aquel no era el momento. A esas horas la gente ya se iba yendo del lugar, no era lo mejor andarse por la calle cuando caía el día. No es que fuera mucho más seguro de día pero la gente creía que sí. EL ser humano estaba lleno de supersticiones. Estaba disfrutando de aquel momento como si fuese único. De hecho aquel momento lo era, estaba acompañado de una señorita bastante amable, aquello ya lo hacía único. Nunca había sido una persona a la que le costara relacionarse, de hecho me consideraba alguien a quien se le cogía cariño rápido. Pero de un tiempo a esta parte había perdido todo aquel encanto que me caracterizaba, lo cariñoso que era. Apenas sonreía ahora, mi mejor sonrisa era apenas una mueca indescifrable.
Sus últimas palabras hicieron que bajara la mirada hacia sus ojos. Estaba serio, como siempre. La chica se presentó siendo sumamente agradable. Alcé ambas comisuras de mis labios casi inadvertiblemente. -No me de las gracias, madame. Aparté el gorro de mi cabeza ladeando esta en una reverencia. -Es todo un placer, el nombre del que le contentó el día es Remy Louboutin y me alegro de haberlo hecho. Su sonrisa es demasiado bonita como para perderse en enfados. Sonreí de lado gentilmente. Me gustaba que la gente estuviera contenta y alegre. -¿Puedo preguntarle cual fue la causa de su pesar? Dije sin ánimo de entrometerme en su vida, pero sí con ánimo de ayudarla de algún modo. Se me daba bien escuchar y quizás era lo que aquella mujer necesitaba.
Pronto la luz de la luna chocaba contra nuestras pieles. Sobre aquellas horas era cuando solía transformarme para sentirme libre, obvio que aquel no era el momento. A esas horas la gente ya se iba yendo del lugar, no era lo mejor andarse por la calle cuando caía el día. No es que fuera mucho más seguro de día pero la gente creía que sí. EL ser humano estaba lleno de supersticiones. Estaba disfrutando de aquel momento como si fuese único. De hecho aquel momento lo era, estaba acompañado de una señorita bastante amable, aquello ya lo hacía único. Nunca había sido una persona a la que le costara relacionarse, de hecho me consideraba alguien a quien se le cogía cariño rápido. Pero de un tiempo a esta parte había perdido todo aquel encanto que me caracterizaba, lo cariñoso que era. Apenas sonreía ahora, mi mejor sonrisa era apenas una mueca indescifrable.
Sus últimas palabras hicieron que bajara la mirada hacia sus ojos. Estaba serio, como siempre. La chica se presentó siendo sumamente agradable. Alcé ambas comisuras de mis labios casi inadvertiblemente. -No me de las gracias, madame. Aparté el gorro de mi cabeza ladeando esta en una reverencia. -Es todo un placer, el nombre del que le contentó el día es Remy Louboutin y me alegro de haberlo hecho. Su sonrisa es demasiado bonita como para perderse en enfados. Sonreí de lado gentilmente. Me gustaba que la gente estuviera contenta y alegre. -¿Puedo preguntarle cual fue la causa de su pesar? Dije sin ánimo de entrometerme en su vida, pero sí con ánimo de ayudarla de algún modo. Se me daba bien escuchar y quizás era lo que aquella mujer necesitaba.
Remy Louboutin- Cambiante Clase Alta
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
Louboutin, aquel apellido le sonaba por alguna parte, aunque le daba mala señal, no el, era algo con una noticia, tal vez o lo había escuchado en una de las conversaciones de su padre, o tal vez lo estaba inventado, el no se veía como un mal chico, todo lo contrario era simpático y se veía una buena persona. Dejo salir una risilla alégrese mientras le miraba sonriente.
-Bueno… el principal problema es que me molesta no saber en qué idioma me insultan- ladeo un poco su cabeza-son problemas normales entre madre e hija, las personas están acostumbradas a que las damas parisinas estén casadas y tengan un montón de hijos- se quejo apoyando su espalda en el respaldo.
Pensándolo era estúpido, sabían muy bien que ella no haría nada que no le pegara la gana, si no quería, no quería, pero ellos parecían que se alimentaban del mal humano, se mortificaban por verla hacer su vida como si nada hubiera pasado, como si las personas y lo que ellos mandaran no fuera de importancia, para ella no lo era, en realidad no, solo importaba su vida y lo que hacía con ella le incumbencia solamente a ella.
-Mejor que no sepa nada, hay cosas que es mejor olvidar… en el pasado están mejor- dijo suspirando para ver ya el cielo oscuro en donde reinaba una linda luna llena-oh! Mira una estrella- señalo con una expresión infantil hacia el cielo-Remy Usted tiene un aura muy cálida- dijo mirándole con una dulce sonrisa-es todo un caballero-
-Bueno… el principal problema es que me molesta no saber en qué idioma me insultan- ladeo un poco su cabeza-son problemas normales entre madre e hija, las personas están acostumbradas a que las damas parisinas estén casadas y tengan un montón de hijos- se quejo apoyando su espalda en el respaldo.
Pensándolo era estúpido, sabían muy bien que ella no haría nada que no le pegara la gana, si no quería, no quería, pero ellos parecían que se alimentaban del mal humano, se mortificaban por verla hacer su vida como si nada hubiera pasado, como si las personas y lo que ellos mandaran no fuera de importancia, para ella no lo era, en realidad no, solo importaba su vida y lo que hacía con ella le incumbencia solamente a ella.
-Mejor que no sepa nada, hay cosas que es mejor olvidar… en el pasado están mejor- dijo suspirando para ver ya el cielo oscuro en donde reinaba una linda luna llena-oh! Mira una estrella- señalo con una expresión infantil hacia el cielo-Remy Usted tiene un aura muy cálida- dijo mirándole con una dulce sonrisa-es todo un caballero-
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
La escuché atentamente, quizás no había sido tan buena idea preguntarle sobre el asunto que le hacía estar de mal humor. Me gustaba ayudar pero a veces me metía donde no me llamaban, y no lo hacía por incordiar, o por hacer que la gente se sintiera más apenada de lo que ya estaba. Quizás le debiera una disculpa, torcí mis labios mientras la miraba con fijeza atento igualmente a lo que decía. Sonreí levemente al escucharla decir que eran problemas de made e hija. Eso me hizo recordar lo bien que me llevaba con la mía cuando estaba viva, la manera que tuvo de apoyarme cuando le dije mi orientación. -A veces las viejas costumbres no son lo más adecuado para tener la vida que uno quiere. Sonreí tristemente debido al recuerdo que sus palabras habían hecho que afloraran en mi.
Miré nuevamente al cielo viendo como las estrellas brillaban cada vez con más fuerza. La observé de reojo cómo ella se quedaba pensativa unos minutos antes de volverme a hablar. A mi mente vino el instante en que aquel cazador le arrebataba la vida a mis padres. Se me encogió el corazón y en aquel preciso momento me dio la impresión de que una estrella brilló con más fuerza. Agaché la cabeza mirando directamente al suelo conteniendo mi rabia, mis ganas de derrumbarme. No podía hacerlo. No porque estuviera ella a mi lado si no por que mi propio orgullo no me lo permitía. Debía ser fuerte, el tiempo que había pasado debió haber curado la herida, pero no era así, una pérdida así no se olvidaba fácilmente.
Sonreí de nuevo algo melancólico mirandola de perfil. Pese a haber estado enfadada hace unos minutos ahora estaba más animaba, más tranquila, aunque la procesión siempre iba por dentro. -Si pero el pasado forma parte de nosotros. Sonreí levemente algo más alegre al escucharla. -Son preciosas, tan diminutas. Me hacen sentir igual de pequeño ante el mundo. Comenté apesadumbrado pero con admiración en mis ojos. La miré extrañado, frunciendo el ceño -¿Cálida? Vaya, yo pensaba que más bien era frío. Dije casi susurrante, no sabía qué había visto en mi de calidez, pero suponía que había sido por el hecho de acercarme a ella y preguntarle por su estado, intentando animarla en todo momento. -Supongo que es lo menos que puedo hacer para mantener el honor de mi familia... de lo que queda de ella. Suspiré lastimero, no quería aburrir a aquella joven chica con mis pensamientos melancólicos, suficiente tenía ella con sus problemas como para tener que aguantar a un hombre como yo.
Miré nuevamente al cielo viendo como las estrellas brillaban cada vez con más fuerza. La observé de reojo cómo ella se quedaba pensativa unos minutos antes de volverme a hablar. A mi mente vino el instante en que aquel cazador le arrebataba la vida a mis padres. Se me encogió el corazón y en aquel preciso momento me dio la impresión de que una estrella brilló con más fuerza. Agaché la cabeza mirando directamente al suelo conteniendo mi rabia, mis ganas de derrumbarme. No podía hacerlo. No porque estuviera ella a mi lado si no por que mi propio orgullo no me lo permitía. Debía ser fuerte, el tiempo que había pasado debió haber curado la herida, pero no era así, una pérdida así no se olvidaba fácilmente.
Sonreí de nuevo algo melancólico mirandola de perfil. Pese a haber estado enfadada hace unos minutos ahora estaba más animaba, más tranquila, aunque la procesión siempre iba por dentro. -Si pero el pasado forma parte de nosotros. Sonreí levemente algo más alegre al escucharla. -Son preciosas, tan diminutas. Me hacen sentir igual de pequeño ante el mundo. Comenté apesadumbrado pero con admiración en mis ojos. La miré extrañado, frunciendo el ceño -¿Cálida? Vaya, yo pensaba que más bien era frío. Dije casi susurrante, no sabía qué había visto en mi de calidez, pero suponía que había sido por el hecho de acercarme a ella y preguntarle por su estado, intentando animarla en todo momento. -Supongo que es lo menos que puedo hacer para mantener el honor de mi familia... de lo que queda de ella. Suspiré lastimero, no quería aburrir a aquella joven chica con mis pensamientos melancólicos, suficiente tenía ella con sus problemas como para tener que aguantar a un hombre como yo.
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
Aquella bruja se alimentaba de la apatía y tristeza y anda que aquel joven tenía mucha, fluía y emanaba hasta en los poros, por eso se sentía tan bien, estaba alimentándose de las sensaciones lastimosas y los pensamiento negativos que comenzaban a presenciarse dentro de el, ella era como aquella manzana dorada de la discordia, hermosa, tentadora pero muy malvada, no tenía la culpa, no podía controlar su poder y eso la hacía sentir mal. Suspiro largamente atendiendo al joven con su concentración y amabilidad, sonría, asintió todo con un exquisito gusto, sus movimientos eran agraciados, simplemente perfectos, cómos los de una dama. En el fondo estaba tratando de controlar su poder para que nadie saliera lastimado, aquello le recordaba la última vez que los utilizo sin precaución, su maestro, se había suicidado, nadie se había dado cuenta que había sido por ella pero ella lo sabía muy bien.
Se quedo por un momento en sus pensamientos mientras miraba las estrellas, su madre era más fuerte de lo que aparentaba, estaba segura que algo de aquel poder debió afectarla, pero ella ni se vio afectada, después de esto se irá a disculpar con ella, no importaba si era humillada. Un extraño ruido la saco de sus pensamientos, miro repentinamente a Remy sonriéndole dulcemente, había entendido que aquel hombre había pasado por mucho, por eso su melancólica presencia.
-Bueno…- suspiro jugando con sus pies hasta el punto de quedar mirándoselos por unos segundos-Lo que está en el pasado se queda en el pasado y punto- dijo firmemente, sabía que ya no era para ella si no para el-Los demonios te querrán ver sufrir, pero lo mejor de todo es no darle el gusto, pues hay un futuro, largo y prospero… más largo para uno que para otros- dijo entre una risilla.
Se levanto por unos momentos quedando al frente de el- entiende algo…- le explico –para adelante es donde debes ir, si te golpeo ¿Qué pasaría? Te enfadarías y hasta me agredieras, pero si te vuelvo a golpear, ya habrías aprendido y lo evitarías… el pasado es solamente para aprender y listo-
Se había vuelto a sentar como si nada, mirándole con una sonrisa infantil mientras jugaba con el movimiento de sus pies y vestido que en ese momento parecía tener vida con solamente una pequeña brisa
Se quedo por un momento en sus pensamientos mientras miraba las estrellas, su madre era más fuerte de lo que aparentaba, estaba segura que algo de aquel poder debió afectarla, pero ella ni se vio afectada, después de esto se irá a disculpar con ella, no importaba si era humillada. Un extraño ruido la saco de sus pensamientos, miro repentinamente a Remy sonriéndole dulcemente, había entendido que aquel hombre había pasado por mucho, por eso su melancólica presencia.
-Bueno…- suspiro jugando con sus pies hasta el punto de quedar mirándoselos por unos segundos-Lo que está en el pasado se queda en el pasado y punto- dijo firmemente, sabía que ya no era para ella si no para el-Los demonios te querrán ver sufrir, pero lo mejor de todo es no darle el gusto, pues hay un futuro, largo y prospero… más largo para uno que para otros- dijo entre una risilla.
Se levanto por unos momentos quedando al frente de el- entiende algo…- le explico –para adelante es donde debes ir, si te golpeo ¿Qué pasaría? Te enfadarías y hasta me agredieras, pero si te vuelvo a golpear, ya habrías aprendido y lo evitarías… el pasado es solamente para aprender y listo-
Se había vuelto a sentar como si nada, mirándole con una sonrisa infantil mientras jugaba con el movimiento de sus pies y vestido que en ese momento parecía tener vida con solamente una pequeña brisa
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
Me recosté sobre el respaldo del banco soltando otro leve suspiro, esta vez menos sonoro que el último que había expelido anteriormente. La mezcla de sensaciones que tenía ahí mismo era tal que ya no sabía ni qué pensar. Estaba cansado de pensar, lo único que quería era deshacerme de la carga que llevaba encima. -Pero aunque esté en el pasado hay... Dejé una pausa porque mi intención era decir personas. -Cosas que no se pueden olvidar, cosas que te hacen ser cómo eres ahora, y no creo que olvidar quien eres sea del todo bueno. Me encogí de hombros mirando de lado a la señorita que tenía justo a mi lado. Aquella última frase que dijo, junto con su risa de después hizo que me recorriera un escalofrío por todo el cuerpo. ¿Sería consciente de la clase de "personas" que corrían por aquella ciudad? -No hay mayor demonio que uno mismo. Comenté con desgana a la vez que agachaba la cabeza.
De pronto se levantó por lo que enseguida alcé la vista y la miré directamente a los ojos. -No creo que sea tan fácil, se aprende pero hay cosas que no se pueden recuperar por mucho que hayas aprendido. Estaba siendo demasiado filosófico por lo que negué con la cabeza con una leve sonrisa. -Lo siento, no quiero aburrirte. Es sólo que no sé cómo aliviar mi carga... Suspiré qutiandome el sombrero y dejándolo a un lado del banco. Pasé una de mis manos por mi frente como si me doliera la cabeza por todo lo que pensaba al cabo del día. La seguí con la mirada cuando volvió a sentarse. Su vestido se movía hasta con la mínima brisa, me hacía gracia por que era tan volátil cómo me sentía yo. Algo débil y frágil como una tela.
-¿Alguna vez te ha ocurrido algo que no puedes cambiar y que sientes como pesa en tu interior hasta sentirte lo más insignificante del mundo? La miré fijamente a los ojos, la tristeza se veía a través de mis ojos, que se volvían cristalinos. Aquella pregunta hacía referencia a los 3 puntos en mi vida que me habían hecho ser cómo era. El descubrimiento de mis poderes, el descubrimiento de mi orientación y la muerte de mis padres. Era difícil aceptarlo todo, cada vez tenía más claro lo que era, iba aceptando lo de ser un cambiaformas después de tantos años era normal que ya lo tuviera casi asumido, pero no era ese el problema. El problema era la responsabilidad que te creaba tener un don. Lo de mi orientación era algo que se asumía rápidamente, pero algo que debía ocultar en sociedad. Y la muerte de mis padres es algo que no se puede superar. -Disculpame, no no quiero estropearte más la tarde. Olvida el tema. Comenté intentando que olvidara lo que le había preguntado. Tenía que intentar volver a ser quien era, pero estaba bastante perdido. Era triste que a mis cincuenta años estuviera así.
De pronto se levantó por lo que enseguida alcé la vista y la miré directamente a los ojos. -No creo que sea tan fácil, se aprende pero hay cosas que no se pueden recuperar por mucho que hayas aprendido. Estaba siendo demasiado filosófico por lo que negué con la cabeza con una leve sonrisa. -Lo siento, no quiero aburrirte. Es sólo que no sé cómo aliviar mi carga... Suspiré qutiandome el sombrero y dejándolo a un lado del banco. Pasé una de mis manos por mi frente como si me doliera la cabeza por todo lo que pensaba al cabo del día. La seguí con la mirada cuando volvió a sentarse. Su vestido se movía hasta con la mínima brisa, me hacía gracia por que era tan volátil cómo me sentía yo. Algo débil y frágil como una tela.
-¿Alguna vez te ha ocurrido algo que no puedes cambiar y que sientes como pesa en tu interior hasta sentirte lo más insignificante del mundo? La miré fijamente a los ojos, la tristeza se veía a través de mis ojos, que se volvían cristalinos. Aquella pregunta hacía referencia a los 3 puntos en mi vida que me habían hecho ser cómo era. El descubrimiento de mis poderes, el descubrimiento de mi orientación y la muerte de mis padres. Era difícil aceptarlo todo, cada vez tenía más claro lo que era, iba aceptando lo de ser un cambiaformas después de tantos años era normal que ya lo tuviera casi asumido, pero no era ese el problema. El problema era la responsabilidad que te creaba tener un don. Lo de mi orientación era algo que se asumía rápidamente, pero algo que debía ocultar en sociedad. Y la muerte de mis padres es algo que no se puede superar. -Disculpame, no no quiero estropearte más la tarde. Olvida el tema. Comenté intentando que olvidara lo que le había preguntado. Tenía que intentar volver a ser quien era, pero estaba bastante perdido. Era triste que a mis cincuenta años estuviera así.
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
Se había sentado, la luna ya andaba acompañándolos, la brisa jugaba con su vestido, el sombrero del joven estaba a un lado de ellos, le gustaba discutir con aquel joven, tenía una ideología muy buena, le atraía su forma de pensar, muy pronto una pregunta fue lanzada hacia ella y la joven la recibió con una mirada neutra y pensativa, prefirió callar para negar con la cabeza, pues su respuesta frustraría al joven a su lado, no había sufrido ¡Nuca en su corta vida!, siempre libertina, alegre y hasta envidiada por aquella mentalidad tan fresca y productiva.
Amada por pocos, justadas por la mayoría, envidiada por todos así es como ella se sentía pero nada ni nadie la harían menos de lo que era, nunca le importo que opinaran de sus gusto o de su forma de ser y menos de sus habilidades, claro no decía nada al respecto, prefería quedar en silencio antes de mostrarse débil ante una persona.
-No te preocupes- sonrió alcanzando con su mano el sombrero que había en el banco, para ponérselo en su cabeza mientras miraba la luna llena de aquel momento-es muy complejo…- concluyo sosteniendo el sombrero en su cabeza-Cada uno tiene una historia diferente, otros con mas recorrido que otros, pero eso lo hace divertido ¿no?-
Se refería al poder descubrir nuevas historias, todos eran como libros, algunos más gruesos y otros más finos, unos eran largos y grandes que mostraban muchas letras en apenas una página y otros, pequeños, como para bolsillo. Todos éramos diferentes y ella lo había vivido en su niñez viéndose rechazada a temprana edad por sus hermanas, siendo exiliada a libros y libros hasta encontrarse harta de ellos, pero era una relación amor-odio, los mantenía, los amaba, porque de ellos sacaba sabiduría y una mentalidad egocéntrica y diferente de los demás.
Amada por pocos, justadas por la mayoría, envidiada por todos así es como ella se sentía pero nada ni nadie la harían menos de lo que era, nunca le importo que opinaran de sus gusto o de su forma de ser y menos de sus habilidades, claro no decía nada al respecto, prefería quedar en silencio antes de mostrarse débil ante una persona.
-No te preocupes- sonrió alcanzando con su mano el sombrero que había en el banco, para ponérselo en su cabeza mientras miraba la luna llena de aquel momento-es muy complejo…- concluyo sosteniendo el sombrero en su cabeza-Cada uno tiene una historia diferente, otros con mas recorrido que otros, pero eso lo hace divertido ¿no?-
Se refería al poder descubrir nuevas historias, todos eran como libros, algunos más gruesos y otros más finos, unos eran largos y grandes que mostraban muchas letras en apenas una página y otros, pequeños, como para bolsillo. Todos éramos diferentes y ella lo había vivido en su niñez viéndose rechazada a temprana edad por sus hermanas, siendo exiliada a libros y libros hasta encontrarse harta de ellos, pero era una relación amor-odio, los mantenía, los amaba, porque de ellos sacaba sabiduría y una mentalidad egocéntrica y diferente de los demás.
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
Como suponía, pero era mejor para ella no haber sufrido de aquella manera. No me sentó mal como le pudiera sentar a otras personas, no era de naturaleza envidiosa. Incluso me alegraba por ella así que por más que siempre intentaba ocultar mis emociones aquella vez sonreí mientras la miraba. Fue una sonrisa diferente a las pequeñas muestras que había dejado ver antes. Ésta era delicada, con ternura, aquella señorita me estaba cayendo bien. Se la veía llena de vida en contraposición conmigo, éramos algo opuestos en lo que mostrábamos de uno mismo eso lo hacía divertido.
Al ver cómo se colcaba mi sombrero hizo que mantuviera aquella sonrisa en mi rostro. -Si todos fuéramos iguales sería demasiado aburrido. Las historias del pasado de cada uno hacen que seamos como somos en el presente Vi que observaba el cielo y por inercia hice yo lo mismo soltando un leve suspiro sin más. -Me encanta la noche, es como si en la oscuridad pudiera ser yo mismo, oculto de la mirada de los demás. Me gusta sentirme libre y así es como me siento cuando paseo de noche. Libertad, la palabra justa para referirme a cuando me transformaba. Siempre iba con cuidado pero ya se había convertido en una costumbre.
Nunca hablaba de mi "don", nunca te podías fiar de nadie. Pero ella me inspiraba confianza, no sabía cómo pero lo hacía. -Me alegra haberme acercado a ti. Hacía como quince años que apenas hablaba con nadie. Es agradable encontrar alguien con quien poder hablar tranquilamente. Supongo que salir del cascarón de vez en cuando no está mal. A veces me daba vergüenza reconocer que era casi como un hermitaño encerrado en mi casa, haciendo mi vida sin nadie a mi lado. Quizás era momento de cambiar. -Por cierto, te sienta bien el sombrero Reí cortamente, tan cortamente que casi fue imperceptible.
Al ver cómo se colcaba mi sombrero hizo que mantuviera aquella sonrisa en mi rostro. -Si todos fuéramos iguales sería demasiado aburrido. Las historias del pasado de cada uno hacen que seamos como somos en el presente Vi que observaba el cielo y por inercia hice yo lo mismo soltando un leve suspiro sin más. -Me encanta la noche, es como si en la oscuridad pudiera ser yo mismo, oculto de la mirada de los demás. Me gusta sentirme libre y así es como me siento cuando paseo de noche. Libertad, la palabra justa para referirme a cuando me transformaba. Siempre iba con cuidado pero ya se había convertido en una costumbre.
Nunca hablaba de mi "don", nunca te podías fiar de nadie. Pero ella me inspiraba confianza, no sabía cómo pero lo hacía. -Me alegra haberme acercado a ti. Hacía como quince años que apenas hablaba con nadie. Es agradable encontrar alguien con quien poder hablar tranquilamente. Supongo que salir del cascarón de vez en cuando no está mal. A veces me daba vergüenza reconocer que era casi como un hermitaño encerrado en mi casa, haciendo mi vida sin nadie a mi lado. Quizás era momento de cambiar. -Por cierto, te sienta bien el sombrero Reí cortamente, tan cortamente que casi fue imperceptible.
Remy Louboutin- Cambiante Clase Alta
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
En aquellos momentos se preguntaba si la felicidad era un concepto o un sentimiento, pero lo que estaba seguro, es que para llegar a ella debía aceptar la realidad en donde estaban situados, debían aceptar todo lo que le rodeaba como una bendición de dios. No había que complicarse en pensar y pensar, debía verse la simplicidad del asunto, no morirse en pensar, no mortificarse ni trastornarse, ser libre, que cada poro del cuerpo fuera libre.
Sonrio al oírlo hablar de la noche, le miro de reojo con una sonrisa amplia en sus labios, su espontaneidad aun no estaba perdida, podría recobrarla si solamente lo deseaba. La espontaneidad era importante para la felicidad, eran acciones irracionales, que estaban presentes en todo el comportamiento humano, eso es el resultado de los instintos, lo opuesto a la razón, así que los motivos de esto de las acciones no tienen razones, se podrían decir que las emociones eran algo espontaneo, pues salía a flote sin importar nada y no le buscamos el sentido ni la lógica.
-Gracias- Sonrió con sus mejillas algo ruborizado-Me alegra que te haya caído bien- se quedo mirando el cielo estrellado, ya se podría decir que había caído la noche, los demonios se habían despertados mientras que los humanos temerosos de dios, mejor dicho temerosos del diablos y sus hijos diabólicos, se comenzaban a dormir o el sueño se presentaba en ellos. Se quedo por un momento pensativa mientras desviaba la mirada a un punto indefinido, era divertido estar con una persona opuesta, daba más de que discutir, puesto a que eran diferentes tenían mentes y cosas muy distintas. –Monsieur, usted es una cascara, pero como todo lo que está cerrado, por dentro se mantiene cálido y hermoso - murmuro quedándose en silencio para contemplar lo que había al frente de ellos, una belleza virginal.
Sonrio al oírlo hablar de la noche, le miro de reojo con una sonrisa amplia en sus labios, su espontaneidad aun no estaba perdida, podría recobrarla si solamente lo deseaba. La espontaneidad era importante para la felicidad, eran acciones irracionales, que estaban presentes en todo el comportamiento humano, eso es el resultado de los instintos, lo opuesto a la razón, así que los motivos de esto de las acciones no tienen razones, se podrían decir que las emociones eran algo espontaneo, pues salía a flote sin importar nada y no le buscamos el sentido ni la lógica.
-Gracias- Sonrió con sus mejillas algo ruborizado-Me alegra que te haya caído bien- se quedo mirando el cielo estrellado, ya se podría decir que había caído la noche, los demonios se habían despertados mientras que los humanos temerosos de dios, mejor dicho temerosos del diablos y sus hijos diabólicos, se comenzaban a dormir o el sueño se presentaba en ellos. Se quedo por un momento pensativa mientras desviaba la mirada a un punto indefinido, era divertido estar con una persona opuesta, daba más de que discutir, puesto a que eran diferentes tenían mentes y cosas muy distintas. –Monsieur, usted es una cascara, pero como todo lo que está cerrado, por dentro se mantiene cálido y hermoso - murmuro quedándose en silencio para contemplar lo que había al frente de ellos, una belleza virginal.
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
Me encogí de hombros cuando me dio las gracias. No tenía por qué hacerlo simplemente le había dicho la verdad sobre lo que pensaba. Miré para todos lados de una manera lenta y tranquila, observando cada detalle que aquella noche me daba. Ya no había ni una sola persona en la calle, todos ocultos en sus casas guardandose de la noche o de los seres que habitan en la oscuridad. Miré a la chica con una sonrisa al escuchar su cumplido. -Gracias Dije completamente ruborizado. No estaba acostumbrado a aquellas cosas. A veces sentía vergüenza por tener cincuenta años y ruborizarme por aquellas cosas.
-Madamme, ¿no debería volver a casa? Se hace tarde y no es apropiado que ande sola por las calles, no en esta ciudad. Le aseguré como si supiera algo que ella no sabía. De hecho no tenía ni idea de si sabía la clase de criaturas que allí conviviamos con los humanos. De todos modos no iba a dejarla sola irse a su casa, la acompañaría hasta llegar a la puerta. Quizás no necesitara que lo hiciera pero yo me sentiría mucho mejor si me dejara hacerlo. Me quedé algo pensativo mientras esperaba su respuesta. Habían cosas que al ojo humano eran inexplicables, cosas como que alguien pudiera transformarse en un animal. Lo desconocido daba miedo, yo mismo recordaba estar asustado el día que empezó todo para mi.
Algo me decía que aquella chica no era de las que se asustaba fácilmente. Suponía que la veía como alguien fuerte que se atrevía a enfrentarse a la vida de una manera muy atrevida. Me gustaba eso, la envidiaba por ello. Era una envidia sana, de ese tipo que te provoca intentar llegar a ser así. Quizás con el tiempo conseguía liberarme de mis propios miedos. Pero aún no podía hacerlo, primero necesitaba tener alguna persona con la que compartir una amistad, alguien en quien poder confiar. ¿Sería ella? No podía adelantar acontecimientos así que simplemente me relajaría.
-Madamme, ¿no debería volver a casa? Se hace tarde y no es apropiado que ande sola por las calles, no en esta ciudad. Le aseguré como si supiera algo que ella no sabía. De hecho no tenía ni idea de si sabía la clase de criaturas que allí conviviamos con los humanos. De todos modos no iba a dejarla sola irse a su casa, la acompañaría hasta llegar a la puerta. Quizás no necesitara que lo hiciera pero yo me sentiría mucho mejor si me dejara hacerlo. Me quedé algo pensativo mientras esperaba su respuesta. Habían cosas que al ojo humano eran inexplicables, cosas como que alguien pudiera transformarse en un animal. Lo desconocido daba miedo, yo mismo recordaba estar asustado el día que empezó todo para mi.
Algo me decía que aquella chica no era de las que se asustaba fácilmente. Suponía que la veía como alguien fuerte que se atrevía a enfrentarse a la vida de una manera muy atrevida. Me gustaba eso, la envidiaba por ello. Era una envidia sana, de ese tipo que te provoca intentar llegar a ser así. Quizás con el tiempo conseguía liberarme de mis propios miedos. Pero aún no podía hacerlo, primero necesitaba tener alguna persona con la que compartir una amistad, alguien en quien poder confiar. ¿Sería ella? No podía adelantar acontecimientos así que simplemente me relajaría.
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Re: Un paseo al atardecer - Aitz -
Dejo salir una linda risa, adoraba a ver las personas con aquellas mejillas explotadas de color, siempre les atraía, les parecía hasta tierna, tal vez se enamoraría de ella misma si se viera ruborizada, se quedo por un momento en silencio mientras movía sus piernas de un lado a otro, su mirada estaba en ellas viendo como se movían. Frunció el ceño al oírlo ¿ir a casa? Eso no estaba en sus planes, si iba a su casa su padre podría estar ahí, era mejor ni pensarlo, suspiro un poco , no debía ser grosera el la quería ayudar.
-Creo que si le digo que no importa dirá que es necesario que este a salvo- murmuro bajando la mirada –Mejor me voy a dormir a mi tienda- dijo para sí misma sin darse cuenta que lo había dicho en voz alta
Desde pequeña siempre había sido diferente de los demás, adoraba su diferencia, eso la hacía única y simplemente mejor de los demás, no era que era egoísta o se creía la mejor, simplemente sentía que la vida podría darle algo mejor si no corría al paso de los demás, ellos no corrían ellos caminaban en pasos lentos, ella quería darlos grandes, rápidas y animados. Era eso lo que ella era, no olvidemos que podría ser dulce y amable, como lo había demostrado.
-no debe preocuparse por mí, puedo llegar a la tienda sola Señor Remy- dijo levantándose de la silla-es fácil, creo que a dos o tres cuadras- murmuro no acordándose bien, pero en ese lugar no la molestarían nunca, era el mejor lugar para estar y descansar.
-Creo que si le digo que no importa dirá que es necesario que este a salvo- murmuro bajando la mirada –Mejor me voy a dormir a mi tienda- dijo para sí misma sin darse cuenta que lo había dicho en voz alta
Desde pequeña siempre había sido diferente de los demás, adoraba su diferencia, eso la hacía única y simplemente mejor de los demás, no era que era egoísta o se creía la mejor, simplemente sentía que la vida podría darle algo mejor si no corría al paso de los demás, ellos no corrían ellos caminaban en pasos lentos, ella quería darlos grandes, rápidas y animados. Era eso lo que ella era, no olvidemos que podría ser dulce y amable, como lo había demostrado.
-no debe preocuparse por mí, puedo llegar a la tienda sola Señor Remy- dijo levantándose de la silla-es fácil, creo que a dos o tres cuadras- murmuro no acordándose bien, pero en ese lugar no la molestarían nunca, era el mejor lugar para estar y descansar.
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