Pueden pasar muchas cosas en una noche(Filiberto)

por **Nereida Di Vaarsen** Mar Ene 17, 2012 5:17 pm

Era una noche despejada, sin nubes y sin estrellas, pero sí con una bellísima luna creciente que brillaba con luz propia. Nereida la miraba distraídamente por la ventana de su habitación mientras terminaba de arreglarse.
Cuando despidió al fin a las pesadas de sus criadas se dio unos toques en el pelo y se miró al espejo, para comprobar que estaba lista.
El reflejo que le devolvió el espejo era el de la imagen de una muchacha deslumbrante. El vestido violeta que llevaba estilizaba su figura, incluso a pesar del apretado corsé que llevaba. No era un vestido sencillo, tenía muchos brocados y adornos, pero Nereida lo llevaba como si fuese un sencillo vestido de campo, con la misma facilidad. Llevaba en el cuello un collar de rubíes rojos como la sangre y pendientes de esmeraldas.
Llevaba el cabello recogido en un delicado moño con algunos mechones sueltos por el rostro, pero al cabo de su rato decidió soltarse el pelo. Últimamente se sentía mejor con el pelo suelto... se sentía más hermosa así, y más aquella noche.
Y en cuanto a su rostro...bueno, había mucho que decir acerca de lo deslumbrante que estaba aquella noche.
Cuando se sentía generosa o cuando estaba de buen humor se acentuaba su belleza inocente, angelical. Perfecto.
La joven le sonrió delicadamente a la chica del espejo, satisfecha con lo que veía, y finalmente decidió salir de su casa.
Observaba distraídamente desde el carruaje a la gente pasar, aunque se distraía más mirando a la luna. Se veía tan bella que podría incluso hacer un poema.
En un momento determinado ordenó que detuviesen el carruaje y despidió al cochero en aquel punto. Tenía ganas de dar un largo paseo, disfrutando del aire de la noche, de sus pensamientos, y de la belleza de aquellos jardines.
No había otampoco mucha gente por la calle... pero Nereida nó sentía de todas formas mucho interés por ellos.
Se paseó por los jardines con su elegancia habitual, con su porte elegante y con sus pensamientos volando por su cabeza como pájaros.
Finalmente se terminó apostando junto a un álamo, con el abanico violeta tapándole parte de la cara, algo acechante y bella, esperando.
Y feliz. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer.

por **Hernán Villalpando** Miér Ene 18, 2012 3:46 pm

Me había levantando con un humor que ni yo me podía aguantar…no sabia el motivo de eso, me había acostado tranquilamente, pero cuando abrí los ojos tenía mi ceño fruncido ¿Por qué? No sabría decirlo, toda la mañana había gruñido como un perro, haba tirado cosas porque no en gustaba como estaban quedando en mi pequeña habitación, me había enojado con unas cuantas personas del servicio por nada…este día estaba completamente mal…muy mal. En este preciso momento me encontraba sentando en mi cama, solo en mi habitación, siempre se encontraba un señor platicándome de sus aventuras pero cuando venia le hable grosera mente y me mando al diablo…siempre hecho a perder lo bueno que tengo…ese señor lo querido como un padre, cuando se le pase el enojo iré hacia su habitación y le pediré que me perdone. Pero lo mire enojado no creo que me perdone, mejor dejare que las cosas se calmen y vallan a su curso, me deje caer en mi cama cerrando los ojos siempre estropeaba todo…todo, pero para que lamentar algo que ya esta hecho no puedo cambiar el destino de las personas, no puedo cambiar mi destino si así fuera hubiera evitado lo que paso hace años. Pase mis dedos por mi frente queriendo quitarme esos pensamiento que me quemaban mis neuronas, necesitaba salir, necesitaba destrame con algo no sabia como hacerlo pero a ver que pasa cuando salga.

La verdad sentía mi estomago revuelto por tantas emociones juntas, pero necesitaba salir un rato era lo esencial que tenia que hacer, me levante de mi cama rápidamente, agarre solamente las llaves y me salí de mi habitación…camine lo mas rápido que pude no quería encontrarme a nadie conocido. Salí del hotel encaminándome por las calles de parís…miraba muchas cosas conocibles para a mi…Había pasado varias horas, me había ido al sur de parís y me encontré en los jardines..Unos maravilloso jardines, pasaba por cada uno hasta que mire una mujer solitaria…me acerque un poco y la pude mirar…-Una Señorita como usted no debería de estar sola por estos rumbos-mencione sin quitar la mirada de aquella mujer hermosa ante mis ojos.

por **Nereida Di Vaarsen** Jue Ene 19, 2012 1:41 pm

Vaya, menuda sorpresa... había visto algo que había captado mi atención. O más concretamente alguien, un chico que se paseaba por allí de un modo bastante distraído, por lo menos eso es lo que me pareció al principio. Quizás le hubiese visto antes de pasada pero me percaté verdaderamente de su presencia cuando se acercó a mí y me habló con cortesía.
Me fijé en él durante unos segundos antes de responderle. Era apueto, muy apuesto, lo suficiente como para que captase mi atención. Había algo de bondadoso en su mirada que hizo que sintiese deseos de hablar un poco con él, de responderle y de no despacharle como hacía con muchos que me parecían...indignos.
Pero claro, tampoco había que adelantarse. Tantearía el terreno e iría viendo lo que haría...o más bien cómo actuaría.
Así que bajé el abanico con cuidado, y dije:
-Algunas damas necesitamos esperar un poco y buscar en los lugares más insospechados para encontrar algo verdaderamente interesante. Sin embargo, podría decir lo mismo de vos, hay muchos peligros a estas horas de la noche...muchos más de los que pueden parecer. Eso sí, no creo que todos esos peligros sean precisamente desagradables... aunque es un placer conocerle, mesieur-sonreí delicamente, en una sonrisa leve pero encantadora, la misma que solía usar cuando quería agradar a alguien o simplemente conocerlo un poco más.
Además...no sabía por qué, pero de alguna forma me alegraba de haberme dejado el pelo suelto aquella noche.

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