AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
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Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
Habían pasado casi tres meses. Aquel era el día 89 y aunque para el vampiro fuese una cantidad pequeña, le daba la impresión de que hubieran pasado décadas sin verle. Nunca se imaginó que llegaría a añorar tanto la compañía de una persona, desde siempre había estado con Erkki y aunque había sido su único amigo (o al menos lo más cercano a uno que podría tener), si su mentor no estaba cerca, no sentía la necesidad de buscarle, no le hacía falta verlo con frecuencia y no le preocupaba el hecho de que pasaran años entre una visita a otra.
Quizás era la diferencia de tiempos lo que lo hacía tan diferente, la posibilidad de que Anuar pudiese morir, el hecho de que se hacía viejo y que sus metabolismos iban a diferentes velocidades, de cualquier modo, aquella noche, la número 89 de esa larga espera, Soren se encontraba sentado en el borde del techo del edificio donde vivía Anuar. Eran casi las 5 y el sol saldría muy pronto, el vampiro había esperado pacientemente que su presa se fuera a dormir y cuando estuvo completamente seguro de que el pintor estaba profundamente perdido en el mundo de morfeo, se deslizó como una silenciosa serpiente por la pared, hasta alcanzar su piso y se introdujo por una de las ventanas rotas.
Caminó por la sala, sus pies apenas si se sintieron en la madera vieja, porque un depredador por excelencia era experto en pasar desapercibido, en no dejar rastro de si mismo sin importar la situación. Y aquella era una importante misión, probablemente la más importante de toda su vida, su cuerpo temblaba conforme dejaba la pequeña caja con una manivela para darle cuerda de metal en una esquina de la sala. Una vez la dejó allí, sacó de su bolsillo derecho una tiza blanca, de las que usaba para escribir en los tableros de la universidad y comenzó a dibujar pequeñas flechas que señalaban la caja, generando un camino a seguir, que atravesaba toda la sala, hasta la habitación donde el chico dormía tranquilamente.
Entrar en el cuarto de Anuar fue más difícil de lo que esperó, verle allí acostado fue aún peor, quiso saltar sobre él y llenarle el rostro de besos, pero se contuvo y se limitó a dibujar más flechas desde su cama hasta la puerta, esperando que cuando se despertara al despuntar el alba, las viera y las siguiera hasta la caja que descansaba en la sala.
De la misma manera silenciosa como había entrado, abandonó el lugar con el corazón antes muerto latiendo imaginariamente como una locomotora imparable en su pecho, regresó a la sala y entonces dejó al lado de la caja un cuadrado de 40cm por 40cm cubierto por cartón, bajo él se escondía un lienzo que le había costado como un demonio pintar y que esperaba pudiera expresar todo lo que él no podía en palabras ni en actos.
Le dio un último vistazo a todo y cuando creyó que estaba de acuerdo a lo planeado, salió con la misma facilidad con la que entró por la ventana y trepó al techo, para después correr tan rápido como podía, pues casi podía sentir los rayos del sol pisándole los talones y amenazándo con quemarle la piel.
(( a este tipo de cajas me refiero: http://image.shutterstock.com/display_pic_with_logo/169/169,1254034229,1/stock-photo-surprise-box-toy-37773526.jpg ))
Quizás era la diferencia de tiempos lo que lo hacía tan diferente, la posibilidad de que Anuar pudiese morir, el hecho de que se hacía viejo y que sus metabolismos iban a diferentes velocidades, de cualquier modo, aquella noche, la número 89 de esa larga espera, Soren se encontraba sentado en el borde del techo del edificio donde vivía Anuar. Eran casi las 5 y el sol saldría muy pronto, el vampiro había esperado pacientemente que su presa se fuera a dormir y cuando estuvo completamente seguro de que el pintor estaba profundamente perdido en el mundo de morfeo, se deslizó como una silenciosa serpiente por la pared, hasta alcanzar su piso y se introdujo por una de las ventanas rotas.
Caminó por la sala, sus pies apenas si se sintieron en la madera vieja, porque un depredador por excelencia era experto en pasar desapercibido, en no dejar rastro de si mismo sin importar la situación. Y aquella era una importante misión, probablemente la más importante de toda su vida, su cuerpo temblaba conforme dejaba la pequeña caja con una manivela para darle cuerda de metal en una esquina de la sala. Una vez la dejó allí, sacó de su bolsillo derecho una tiza blanca, de las que usaba para escribir en los tableros de la universidad y comenzó a dibujar pequeñas flechas que señalaban la caja, generando un camino a seguir, que atravesaba toda la sala, hasta la habitación donde el chico dormía tranquilamente.
Entrar en el cuarto de Anuar fue más difícil de lo que esperó, verle allí acostado fue aún peor, quiso saltar sobre él y llenarle el rostro de besos, pero se contuvo y se limitó a dibujar más flechas desde su cama hasta la puerta, esperando que cuando se despertara al despuntar el alba, las viera y las siguiera hasta la caja que descansaba en la sala.
De la misma manera silenciosa como había entrado, abandonó el lugar con el corazón antes muerto latiendo imaginariamente como una locomotora imparable en su pecho, regresó a la sala y entonces dejó al lado de la caja un cuadrado de 40cm por 40cm cubierto por cartón, bajo él se escondía un lienzo que le había costado como un demonio pintar y que esperaba pudiera expresar todo lo que él no podía en palabras ni en actos.
Le dio un último vistazo a todo y cuando creyó que estaba de acuerdo a lo planeado, salió con la misma facilidad con la que entró por la ventana y trepó al techo, para después correr tan rápido como podía, pues casi podía sentir los rayos del sol pisándole los talones y amenazándo con quemarle la piel.
(( a este tipo de cajas me refiero: http://image.shutterstock.com/display_pic_with_logo/169/169,1254034229,1/stock-photo-surprise-box-toy-37773526.jpg ))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
Se dejo caer sobre la incómoda cama observando el cielo raso con severidad indagando en cada grieta que comenzaba a formarse en el mismo las respuestas a sus incógnitas ¿Cuánto mas podría soportar aquel techo? No, debía poder mantenerse en pie le había asegurado al vampiro permanecer en aquel piso, moriría ahí si era necesario pero aquel edificio no podía ni debía venirse abajo –estúpido- escupió al aire con el cabello ahora recortado cubriendo la mitad del espacio que meses atrás solía censurar.
Dejo caer los zapatos sobre el suelo de madera hasta escucharlos producir un extraño aplauso, una lenta caída terminada en un seco golpe, se escondió entre las sabanas porque dormir ahora era una parte anhelada del dia, soñar con una vida mejor que aquella en la cual se veía inmerso sin anhelarla realmente, porque los sueños eran mejores que la realidad y en ellos forjaba castillos de esperanzas y el sol escurría siempre oro y leche manaba de los ríos, apretó los parpados con fiereza intentando transportarse a aquel mundo.
Sus manos mostraban callos y cortes producto del trabajo realizado en los últimos meses para conseguir dinero, el sustento que a duras penas le alcanzaba para pagar la renta del local y los gastos básicos de comida aunque ahora que Sophia trabajaba podia ayudar también con los gastos se negaba a aceptar mas alla de la mitad de la renta aunque sospechaba que algunas monedas se colaban en sus bolsillos y cajas de vez en cuando –buenas noches- pronuncio en voz alta por si Lit se encontraba rondando por el piso en aquello instantes, y buenas noches resonó una y otra vez como un perfecto eco por la estancia vacía, soledad, soledad había regresado y cobraba ahora el tiempo que se le había negado estancia, pues era una visita indeseable e insoportable que comenzaba a optar por ensombrecer su ánimo diariamente.
Y comenzó a soñar con fluviales de agua cristalina y peces de colores, verdoso y terso césped que a sus pies crecía y su cuerpo se hallaba inerte tumbado sobre la fresca brisa que le susurraba tantas cosas al oído como nunca antes había escuchado. Se levanto, avanzando para observar aquel preciado dije en el fondo del calmo rio, de aquel que parecía dormido “ven” le parecía escuchar decir y en la acción su cuerpo caía vertiginoso en el rio y se embravecía al instante pretendiendo devorarle, remolcándolo hasta el lecho donde las piedras laceraban su piel y le ahogaban, le ahogaban.
Se levanto de golpe observando el techo con seriedad “es un sueño mas, que en nada difiera con aquellos en que anhelas y lloras” permaneció, no supo bien cuanto, algunos minutos mas en cama se atrevía inclusive a asegurar que horas, su cuerpo se acostumbraba nuevamente al horario de los humanos, dormir de noche y vivir de dia, asistía a tempranas horas de la mañana al muelle, ayudaba a algun vendedor anciano a descargar su mercancía y acomodarla, ayudaba a los terrestres cuando las cargas eran demasiadas y llevaba encargos de puesto en puesto y palabras de persona en persona, sus mejillas antes hundidas eran ahora carnosas y sonrosas por el constante sol bañándolas, su torso antes plano era surcado ahora por difuminadas líneas obra del esfuerzo y sus manos antes afeminadas exponían ahora ulceras y enrojecimiento.
Se alzo de la cama sintiendo bajo sus pies una sensación de terrosidad y polvo que le erizo el vello de los brazos y la nuca, las virutas luminosas y ases solares que se colaban por la ventana le permitieron ver manchones blancos y definidos en el suelo, un sendero de manchas blancas y flechas. Su pecho vibro airoso y antes de pensar en seguir las flechas sus piernas le condujeron al balcón sobre el cual se asomo hasta casi caer de el.
-Soren- y sus labios lo pronunciaron sin pensarlo dos veces –Soren- repitió entrando a zancadas en el piso echándose sobre la caja y el cartón. Y como un niño con la llegada de Santa Claus comenzó a girar la manija de aquella colorida caja de sorpresas.
Dejo caer los zapatos sobre el suelo de madera hasta escucharlos producir un extraño aplauso, una lenta caída terminada en un seco golpe, se escondió entre las sabanas porque dormir ahora era una parte anhelada del dia, soñar con una vida mejor que aquella en la cual se veía inmerso sin anhelarla realmente, porque los sueños eran mejores que la realidad y en ellos forjaba castillos de esperanzas y el sol escurría siempre oro y leche manaba de los ríos, apretó los parpados con fiereza intentando transportarse a aquel mundo.
Sus manos mostraban callos y cortes producto del trabajo realizado en los últimos meses para conseguir dinero, el sustento que a duras penas le alcanzaba para pagar la renta del local y los gastos básicos de comida aunque ahora que Sophia trabajaba podia ayudar también con los gastos se negaba a aceptar mas alla de la mitad de la renta aunque sospechaba que algunas monedas se colaban en sus bolsillos y cajas de vez en cuando –buenas noches- pronuncio en voz alta por si Lit se encontraba rondando por el piso en aquello instantes, y buenas noches resonó una y otra vez como un perfecto eco por la estancia vacía, soledad, soledad había regresado y cobraba ahora el tiempo que se le había negado estancia, pues era una visita indeseable e insoportable que comenzaba a optar por ensombrecer su ánimo diariamente.
Y comenzó a soñar con fluviales de agua cristalina y peces de colores, verdoso y terso césped que a sus pies crecía y su cuerpo se hallaba inerte tumbado sobre la fresca brisa que le susurraba tantas cosas al oído como nunca antes había escuchado. Se levanto, avanzando para observar aquel preciado dije en el fondo del calmo rio, de aquel que parecía dormido “ven” le parecía escuchar decir y en la acción su cuerpo caía vertiginoso en el rio y se embravecía al instante pretendiendo devorarle, remolcándolo hasta el lecho donde las piedras laceraban su piel y le ahogaban, le ahogaban.
Se levanto de golpe observando el techo con seriedad “es un sueño mas, que en nada difiera con aquellos en que anhelas y lloras” permaneció, no supo bien cuanto, algunos minutos mas en cama se atrevía inclusive a asegurar que horas, su cuerpo se acostumbraba nuevamente al horario de los humanos, dormir de noche y vivir de dia, asistía a tempranas horas de la mañana al muelle, ayudaba a algun vendedor anciano a descargar su mercancía y acomodarla, ayudaba a los terrestres cuando las cargas eran demasiadas y llevaba encargos de puesto en puesto y palabras de persona en persona, sus mejillas antes hundidas eran ahora carnosas y sonrosas por el constante sol bañándolas, su torso antes plano era surcado ahora por difuminadas líneas obra del esfuerzo y sus manos antes afeminadas exponían ahora ulceras y enrojecimiento.
Se alzo de la cama sintiendo bajo sus pies una sensación de terrosidad y polvo que le erizo el vello de los brazos y la nuca, las virutas luminosas y ases solares que se colaban por la ventana le permitieron ver manchones blancos y definidos en el suelo, un sendero de manchas blancas y flechas. Su pecho vibro airoso y antes de pensar en seguir las flechas sus piernas le condujeron al balcón sobre el cual se asomo hasta casi caer de el.
-Soren- y sus labios lo pronunciaron sin pensarlo dos veces –Soren- repitió entrando a zancadas en el piso echándose sobre la caja y el cartón. Y como un niño con la llegada de Santa Claus comenzó a girar la manija de aquella colorida caja de sorpresas.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 25/06/2010
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
(( como Soren no puede salir de día, describiré lo que hay en la caja y el lienzo, para que puedas seguir avanzando ))
La caja descansaba sobre el suelo inofensiva y silenciosa, con las flechas apuntándola como si fuera la protagonista de un importante drama y en cierta forma lo era, en ese momento era el centro de atención de ese lugar y de los ojos de ese chico humano que emocionado le daba vueltas a la manivela.
Tan pronto como la manivela fue accionada, comenzó a sonar una melodía metálica, típica de las cajitas musicales que vendían los gitanos a las doncellas como curiosidades en el mercado, la danza del hada de azúcar del compositor Tchaikovsky, (CLICK AQUI) sonó de inmediato tan pronto como se accionó la palanca, la música se pudo escuchar por un par de segundos, hasta que terminó la tonada y entonces, con un inesperado movimiento rápido, se abrió y de allí surgió un payaso de metal con una enorme sonrisa petrificada con pintura y laca.
El muñeco traía dos largos brazos sostenidos con en resortes de cobre y entre sus dedos, ambas manitas, sostenían un sobre. El sobre naturalmente contenía una carta y además de eso, tenía un tiquete de entrada a una ópera que se celebraría ese mismo día a las 8 de la noche en el teatro de París.
La carta, estaba escrita en un pergamino amarillento y la letra de Soren se podía apreciar en tinta negra, rezando así:
“Monsieur Anuar Dutuescu:
ha sido usted el feliz ganador de una entrada exclusiva a la opera de esta noche en el treatro, pero eso no es todo, además de tener la maravillosa oportunidad de disfrutar de esta gran obra en vivo, usted ha sido el afortunado ganador de algo mucho más especial.
Monsieur Dutuescu, es usted el ganador de un corazón. Si, así como lo escucha, ahora es dueño de un corazón que aunque está muerto hace muchos años es suyo por derecho, puede usted hacer lo que quiera con él, puede tirarlo por la ventana si desea o guardarlo en la alacena, de cualquier modo le pertenece, al igual que la persona de la cual ha sido arrancado.
¡Pero el corazón no viene solo! Por si fuera poco, usted es también el afortunado ganador de una alma, una alma que aunque usted no esté preguntando, se había ido al infierno, pero ahora ha sido rescatada, limpiada y pulida para usted, ahora podrá disfrutar de las ventajas de tener dos almas, cuando sienta que la suya se ha malgastado, recuerde que tiene otra de repuesto.
Para la entrega del corazón y del alma, se le solicita acudir al teatro a las 8 en punto, un mensajero de nuestra compañía se encargará de ello.
Que tenga un buen día.
Atentamente: su servidor”
La caja descansaba sobre el suelo inofensiva y silenciosa, con las flechas apuntándola como si fuera la protagonista de un importante drama y en cierta forma lo era, en ese momento era el centro de atención de ese lugar y de los ojos de ese chico humano que emocionado le daba vueltas a la manivela.
Tan pronto como la manivela fue accionada, comenzó a sonar una melodía metálica, típica de las cajitas musicales que vendían los gitanos a las doncellas como curiosidades en el mercado, la danza del hada de azúcar del compositor Tchaikovsky, (CLICK AQUI) sonó de inmediato tan pronto como se accionó la palanca, la música se pudo escuchar por un par de segundos, hasta que terminó la tonada y entonces, con un inesperado movimiento rápido, se abrió y de allí surgió un payaso de metal con una enorme sonrisa petrificada con pintura y laca.
El muñeco traía dos largos brazos sostenidos con en resortes de cobre y entre sus dedos, ambas manitas, sostenían un sobre. El sobre naturalmente contenía una carta y además de eso, tenía un tiquete de entrada a una ópera que se celebraría ese mismo día a las 8 de la noche en el teatro de París.
La carta, estaba escrita en un pergamino amarillento y la letra de Soren se podía apreciar en tinta negra, rezando así:
“Monsieur Anuar Dutuescu:
ha sido usted el feliz ganador de una entrada exclusiva a la opera de esta noche en el treatro, pero eso no es todo, además de tener la maravillosa oportunidad de disfrutar de esta gran obra en vivo, usted ha sido el afortunado ganador de algo mucho más especial.
Monsieur Dutuescu, es usted el ganador de un corazón. Si, así como lo escucha, ahora es dueño de un corazón que aunque está muerto hace muchos años es suyo por derecho, puede usted hacer lo que quiera con él, puede tirarlo por la ventana si desea o guardarlo en la alacena, de cualquier modo le pertenece, al igual que la persona de la cual ha sido arrancado.
¡Pero el corazón no viene solo! Por si fuera poco, usted es también el afortunado ganador de una alma, una alma que aunque usted no esté preguntando, se había ido al infierno, pero ahora ha sido rescatada, limpiada y pulida para usted, ahora podrá disfrutar de las ventajas de tener dos almas, cuando sienta que la suya se ha malgastado, recuerde que tiene otra de repuesto.
Para la entrega del corazón y del alma, se le solicita acudir al teatro a las 8 en punto, un mensajero de nuestra compañía se encargará de ello.
Que tenga un buen día.
Atentamente: su servidor”
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
Escucho atento más bien observando con ansias la caja, haciendo girar la manivela con una lentitud casi agobiante ¿Lentitud? Si en su interior se cernía mala mente la impaciencia desconocía más aun el motivo por el cual su mano se negaba a mover con mayor rapidez quizás porque en el fondo no dejaba de ser un artista y como tal se veía en la obligación y deseo de escuchar con atención la exquisita melodía que manaba de aquel objeto cuadrado como si de alguna forma como un rio se desbordase y encontrara camino entre las uniones, se imaginaba entonces la estancia siendo bañada por nubes blancas y pesadas.
Dio un respingo cuando el rostro como de gárgola del payaso se meció frente a su rostro y con aquella maquiavélica sonrisa parecía incitarle a temerle, sujeto entre sus manos la carta que el payaso sujetaba y temió por unos instantes que fuese a levantarse de su eterno sueño para negarle la lectura, la soledad comenzaba a agobiarle y quizás también la espera, su mirada cayo como cascada por la carta conforme su rostro adquiría el color del marfil y su ceño se fruncía hasta aparentar poseer una sola ceja aun asi sus labios se habían crispado de hito en hito en una amplia sonrisa de alegría, y su rostro demostraba tantos sentimientos que la cabeza comenzó a dolerle con prontitud.
Se alzo dejando caer la carta sobre la caja de cartón, avanzando de regreso a su habitación para desvanecerse sobre la cama que lamentándose de su peso se quejo bajo el ¿y qué le había hecho cambiar de parecer? ¿Qué palabras o acciones ajenas le habían demostrado lo que frente a sus ojos había tenido tanto tiempo? La curiosidad le carcomía las entrañas ¿y si decidía no ir? Entonces ambos podrían seguir sus vidas, abrazo la única almohada que adornaba aquella cama como si en ella pudiese encontrar las respuestas porque solo ella conocía las noches de desvelo y resigna a las cuales se había sometido ¿Cuántas cosas no habían sucedido? Y ahogado en sus propias dudas pereció nuevamente ante Morfeo y en sus brazos no logro encontrar la solución.
“¿Qué hora es? Deberías levantarte vamos a llegar tarde” su mente se esmeraba en hacer mover su cuerpo mas su cuerpo parecía estar ajeno a ella, concentrado estaba en descansar y yacer en aquel mundo de castillos y ríos “deberías levantarte…estamos llegando tarde” y le pareció por un instantes no ser dueño de su propio cuerpo porque el anhelaba despertar ya “deberías levantarte…ya no llegamos”
Y a las siete de la noche comenzaba a desalojar a aquel extraño de sus entrañas, con los ojos hinchados y un insuperable dolor de cabeza se sentó sobre el suelo sacando la decena de cajas que yacían bajo la cama para comenzar a buscar el atuendo adecuado, porque y aunque no estaba aun seguro de poder asistir le parecía correcto tener todo listo para dar un último veredicto.
Dio un respingo cuando el rostro como de gárgola del payaso se meció frente a su rostro y con aquella maquiavélica sonrisa parecía incitarle a temerle, sujeto entre sus manos la carta que el payaso sujetaba y temió por unos instantes que fuese a levantarse de su eterno sueño para negarle la lectura, la soledad comenzaba a agobiarle y quizás también la espera, su mirada cayo como cascada por la carta conforme su rostro adquiría el color del marfil y su ceño se fruncía hasta aparentar poseer una sola ceja aun asi sus labios se habían crispado de hito en hito en una amplia sonrisa de alegría, y su rostro demostraba tantos sentimientos que la cabeza comenzó a dolerle con prontitud.
Se alzo dejando caer la carta sobre la caja de cartón, avanzando de regreso a su habitación para desvanecerse sobre la cama que lamentándose de su peso se quejo bajo el ¿y qué le había hecho cambiar de parecer? ¿Qué palabras o acciones ajenas le habían demostrado lo que frente a sus ojos había tenido tanto tiempo? La curiosidad le carcomía las entrañas ¿y si decidía no ir? Entonces ambos podrían seguir sus vidas, abrazo la única almohada que adornaba aquella cama como si en ella pudiese encontrar las respuestas porque solo ella conocía las noches de desvelo y resigna a las cuales se había sometido ¿Cuántas cosas no habían sucedido? Y ahogado en sus propias dudas pereció nuevamente ante Morfeo y en sus brazos no logro encontrar la solución.
“¿Qué hora es? Deberías levantarte vamos a llegar tarde” su mente se esmeraba en hacer mover su cuerpo mas su cuerpo parecía estar ajeno a ella, concentrado estaba en descansar y yacer en aquel mundo de castillos y ríos “deberías levantarte…estamos llegando tarde” y le pareció por un instantes no ser dueño de su propio cuerpo porque el anhelaba despertar ya “deberías levantarte…ya no llegamos”
Y a las siete de la noche comenzaba a desalojar a aquel extraño de sus entrañas, con los ojos hinchados y un insuperable dolor de cabeza se sentó sobre el suelo sacando la decena de cajas que yacían bajo la cama para comenzar a buscar el atuendo adecuado, porque y aunque no estaba aun seguro de poder asistir le parecía correcto tener todo listo para dar un último veredicto.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
A las 6 en punto de la tarde, los ojos de Soren se abrieron de par en par en la oscuridad de su refugio. El olor a humedad de las paredes de roca a su alrededor se filtraron por su nariz de golpe y sus ojos se adaptaron inmediatamente a la penumbra. Se levantó de la precaria cama de madera, doblándose hacía adelante para tocar con sus manos las puntas de sus pies. Se puso las zapatillas y salió por el agujero en la pared para recorrer los laberintos de tierra y piedra que lo conducirían de regreso a la superficie.
Una vez en su habitación, el vampiro se estiró como un gato, abriendo los brazos de par en par y arqueando la columna vertebral hasta que escuchó un 'crack' en su cadera. Como todo vampiro sabía, ser madrugador traía sus ventajas “Vampiro que madruga, consigue mejor presa” era lo que solían decir en el gremio, recordaba mientras se metía en el baño y se daba una ducha rápida. Esa noche todo debía ir perfecto, desde su aseo personal, hasta lo que le dijera a Anuar.
Se vistió con las ropas más elegantes que encontró, nada de sacos manchados de óleo o acuarelas en los puños, nada de sombreros desgastados y pantalones desteñidos, para ese día, Soren deseaba lucir como el más atractivo de los vampiros de esa ciudad, quería ser lo único que llamara la atención en Anuar, que el resto de la gente dejara de tener importancia y que sólo él apareciera reflejado en sus pupilas de amalgama dorada. ¿Debía cortar un poco su cabello? Pensó, por unos instantes y recordó también que debía afeitarse. Pero no poder reflejarse en un espejo era un gran problema para alguien que quería cortarse el cabello, pensó mientras se afeitaba con cuidado la barbilla y las mejillas.
Luego de ponerse sus mejores botas, unas de cuero negro bien lustradas, decidió que eso de cortarse el cabello sería una buena idea, de todas maneras al día siguiente volvería a estar exactamente igual, tal y como le pasaba a todo vampiro, condenados a lucir exactamente iguales por la eternidad, pero un buen corte le podría dar una mejor apariencia y eso era justamente lo que estaba buscando. Esa noche, debía reconquistar el corazón de Anuar.
Porque no estaba seguro de que Anuar siguiera queriéndole igual, no sabía si le estaba esperando, si su amor seguía perenne, existía la posibilidad de que el sentimiento hubiera muerto lentamente gracias al tiempo, después de todo habían pasado muchas noches desde la última vez que se vieron en el ferrocarril. Así pues que Soren se dejó guiar por el barbero y dejó que le cortaran el cabello de manera distinta a como solía llevarlo siempre, quedándole más corto y más parejo, mucho más ordenado.
Conforme el tiempo pasaba y se acercaba la hora de la cita, su cuerpo temblaba más y más, ahora debía parecer una hoja al viento en otoño, de pie en la entrada al teatro, 15 minutos antes de lo acordado, jugueteaba con las manos enguantadas con el sombrero entre sus dedos nerviosamente, mientras observaba la gente que comenzaba a acercarse para entrar a la función de las 8.
Una vez en su habitación, el vampiro se estiró como un gato, abriendo los brazos de par en par y arqueando la columna vertebral hasta que escuchó un 'crack' en su cadera. Como todo vampiro sabía, ser madrugador traía sus ventajas “Vampiro que madruga, consigue mejor presa” era lo que solían decir en el gremio, recordaba mientras se metía en el baño y se daba una ducha rápida. Esa noche todo debía ir perfecto, desde su aseo personal, hasta lo que le dijera a Anuar.
Se vistió con las ropas más elegantes que encontró, nada de sacos manchados de óleo o acuarelas en los puños, nada de sombreros desgastados y pantalones desteñidos, para ese día, Soren deseaba lucir como el más atractivo de los vampiros de esa ciudad, quería ser lo único que llamara la atención en Anuar, que el resto de la gente dejara de tener importancia y que sólo él apareciera reflejado en sus pupilas de amalgama dorada. ¿Debía cortar un poco su cabello? Pensó, por unos instantes y recordó también que debía afeitarse. Pero no poder reflejarse en un espejo era un gran problema para alguien que quería cortarse el cabello, pensó mientras se afeitaba con cuidado la barbilla y las mejillas.
Luego de ponerse sus mejores botas, unas de cuero negro bien lustradas, decidió que eso de cortarse el cabello sería una buena idea, de todas maneras al día siguiente volvería a estar exactamente igual, tal y como le pasaba a todo vampiro, condenados a lucir exactamente iguales por la eternidad, pero un buen corte le podría dar una mejor apariencia y eso era justamente lo que estaba buscando. Esa noche, debía reconquistar el corazón de Anuar.
Porque no estaba seguro de que Anuar siguiera queriéndole igual, no sabía si le estaba esperando, si su amor seguía perenne, existía la posibilidad de que el sentimiento hubiera muerto lentamente gracias al tiempo, después de todo habían pasado muchas noches desde la última vez que se vieron en el ferrocarril. Así pues que Soren se dejó guiar por el barbero y dejó que le cortaran el cabello de manera distinta a como solía llevarlo siempre, quedándole más corto y más parejo, mucho más ordenado.
Conforme el tiempo pasaba y se acercaba la hora de la cita, su cuerpo temblaba más y más, ahora debía parecer una hoja al viento en otoño, de pie en la entrada al teatro, 15 minutos antes de lo acordado, jugueteaba con las manos enguantadas con el sombrero entre sus dedos nerviosamente, mientras observaba la gente que comenzaba a acercarse para entrar a la función de las 8.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
La vela que sostenida se mantenía a un lado de la cama sujeta por un plato de porcelana que mas parecía un diminuto lago de aquella plasta blancuzca y liquida que se endurecía a los pocos instantes de emerger, endurecida en los bordes y como agua en el centro cayó ante el suelo quebrantándose en uno y mil pedazos, apagando la lengua de fuego que vibrante siseaba en la mecha negra iluminando la estancia con parsimonia. Su cuerpo cayó pesado sobre el suelo con los pantalones negros puestos y los zapatos bien lustrados, la camisa blanca y el saco negro aunque opaco por el paso de los años y las lavadas ¿lo lavaba a menudo? Mentir seria decir que si, no recordaba haberlo usado antes e ignoraba el motivo por el cual no había sido aun intercambiado por algunos francos necesarios.
Mésese pues los cabellos en un mar de perjurios y blasfemias que con prontitud comenzó a inundar la habitación esta vez como algún toxico mortal que como hule le impedía moverse ¿Qué hora era ya? Quizás las ocho, quizás las nueve, quizás las diez ¿importaba acaso? Observo sus manos y sus uñas, partidas en algunas zonas, recortadas quizás mas de la cuenta con una plasta negra y gris adherida a la carne, observo sus dedos lacerados y con cicatrices, surcado por imperfecciones y brusquedad, observo sus palmas, callosas y ahora rígidas, rígidas, apretó sus manos cerrando con fiereza los ojos para entornar la mirada al cielo, aquel ahora obscuro y falto de nubes y estrellas.
¿Quería ir? Si, lo anhelaba, motivos vastos y puros, inseguridades también, un creciente malestar comenzó a apoderarse de su cuerpo, tres meses había anhelado y ahora que podía ir se encontraba acostado plácidamente en el suelo de su habitación observando un cielo imaginario, uno aun más negro que el existente y mas eterno que la vida misma y aun así eran inevitables aquellos espasmos y nauseas, repulsión y deseo, aquel desasosiego y exaltación.
-Tienes que ir, no puedes ser tan cobarde como para no asistir-se repitió una decena de veces mientras intentaba hacerse del valor necesario para atravesar aquel marco y bajar la escalinata en dirección al teatro ¿Dónde quedaba? Dios lo había olvidado
“¿aun le amas?...”
“sin lugar a dudas”
“levántate entonces y anda”
Apretó su camisa hasta dejar sus uñas marcadas en esta, porque tenía miedo de verle y no sentir más nada, temía que la distancia le hubiese acostumbrado de forma inconsciente a su falta de compañía, porque “quien mucho se ausentaba pronto dejaba de hacer falta” o eso era lo que solía decir la mujer que vendía arreglos en su natal Rumania ¿Qué pasaría entonces cuando al verle su cuerpo se tranquilizara y su corazón no se volcase nuevamente? ¿Qué pasaría si su cercanía le repudia y sus labios no alzaban ya deseos en él? ¿Qué pasaría entonces si se enteraba que había dejado de amarle?
Se alzo temblando con la mano adolorida, salió de aquel viejo edificio bamboleándose sobre sus pies como si el equilibrio le fuese a abandonar en cualquier instante e intentando recordar avanzo por las calles rebuscando con la mirada aquella amplia construcción a la cual debía llegar, había dejado y en el piso la caja de cartón intacta porque no anhelaba que sus decisiones se viesen afectadas por algún posible regalo y absolución.
¿Qué hora era ya? No estaba del todo seguro y tampoco le importaba, sentía el rostro acongojado y el pecho encogido, llegó cuando la gente se había disipado ya y el ruido parecía no existir ¿habría empezado ya la función?
Mésese pues los cabellos en un mar de perjurios y blasfemias que con prontitud comenzó a inundar la habitación esta vez como algún toxico mortal que como hule le impedía moverse ¿Qué hora era ya? Quizás las ocho, quizás las nueve, quizás las diez ¿importaba acaso? Observo sus manos y sus uñas, partidas en algunas zonas, recortadas quizás mas de la cuenta con una plasta negra y gris adherida a la carne, observo sus dedos lacerados y con cicatrices, surcado por imperfecciones y brusquedad, observo sus palmas, callosas y ahora rígidas, rígidas, apretó sus manos cerrando con fiereza los ojos para entornar la mirada al cielo, aquel ahora obscuro y falto de nubes y estrellas.
¿Quería ir? Si, lo anhelaba, motivos vastos y puros, inseguridades también, un creciente malestar comenzó a apoderarse de su cuerpo, tres meses había anhelado y ahora que podía ir se encontraba acostado plácidamente en el suelo de su habitación observando un cielo imaginario, uno aun más negro que el existente y mas eterno que la vida misma y aun así eran inevitables aquellos espasmos y nauseas, repulsión y deseo, aquel desasosiego y exaltación.
-Tienes que ir, no puedes ser tan cobarde como para no asistir-se repitió una decena de veces mientras intentaba hacerse del valor necesario para atravesar aquel marco y bajar la escalinata en dirección al teatro ¿Dónde quedaba? Dios lo había olvidado
“¿aun le amas?...”
“sin lugar a dudas”
“levántate entonces y anda”
Apretó su camisa hasta dejar sus uñas marcadas en esta, porque tenía miedo de verle y no sentir más nada, temía que la distancia le hubiese acostumbrado de forma inconsciente a su falta de compañía, porque “quien mucho se ausentaba pronto dejaba de hacer falta” o eso era lo que solía decir la mujer que vendía arreglos en su natal Rumania ¿Qué pasaría entonces cuando al verle su cuerpo se tranquilizara y su corazón no se volcase nuevamente? ¿Qué pasaría si su cercanía le repudia y sus labios no alzaban ya deseos en él? ¿Qué pasaría entonces si se enteraba que había dejado de amarle?
Se alzo temblando con la mano adolorida, salió de aquel viejo edificio bamboleándose sobre sus pies como si el equilibrio le fuese a abandonar en cualquier instante e intentando recordar avanzo por las calles rebuscando con la mirada aquella amplia construcción a la cual debía llegar, había dejado y en el piso la caja de cartón intacta porque no anhelaba que sus decisiones se viesen afectadas por algún posible regalo y absolución.
¿Qué hora era ya? No estaba del todo seguro y tampoco le importaba, sentía el rostro acongojado y el pecho encogido, llegó cuando la gente se había disipado ya y el ruido parecía no existir ¿habría empezado ya la función?
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
Para un experto en esperar como él, 20 minutos no eran nada, Soren estaba acostumbrado a esperar por mucho más tiempo, se colocó el sombrero y observó como las parejas llegaban al lugar, algunos tomados de la mano, otros abrazados cariñosamente, no notó como unas chicas le reparaban de arriba abajo y susurraban indiscretamente, de lo guapo que se veía, en esos momentos Soren sólo tenía cabeza para pensar en lo que le diría a Anuar y en cómo reaccionaría este frente a lo que tenía preparado. ¿Habría visto el cuadro? ¿Habría aceptado venir al teatro?. Los minutos pasaron y los transeúntes terminaron de entrar en el teatro, pronto, las afueras quedaron solamente habitadas por los gitanos que vendían chucherías y los vendedores ambulantes de alimentos que aprovechaban ese tipo de eventos para lograr un poco de dinero extra.
Y no había rastro de Anuar.
Observó con gesto nervioso, de un lado para otro, los alrededores del teatro, el más grande de la ciudad, Aunque el otro teatro, uno más exclusivo y secreto, en el cual se murmuraba que era controlado por vampiros, era también grande. Soren no se atrevía a llevar a Anuar a un lugar así aunque la gente dijera que el espectáculo era increíble. Pasaron otros 20 minutos o eso le pareció y su ensimismamiento fue interrumpido por la voz del hombre que vendía los tiquetes de entrada al lugar.
- Monsieur… si no entra ahora perderá la función – Comentó el hombre, Soren se giró algo sobresaltado. – Pronto cerraremos las puertas y no habrá manera de entrar –
- Estoy… esperando a alguien, ya… reservé los tiquetes – Respondió el profesor mostrándole su tiquete. El hombre meneó la cabeza.
- Aunque los puestos estén reservados, el teatro cierra sus puertas una vez comienza la obra y ya no se permite la entrada a las personas – Le explicó amablemente – Si no entra ahora distinguido Monsieur, me temo que perderá la reservación –
- Pero si entro ahora, la persona que espero no sabrá que estoy aquí – Objetó el vampiro y miró seriamente a los ojos del hombre. Soren no era muy hábil con la persuasión, como si lo era Erkki, esos poderes de convencimiento e hipnosis no le interesaban mucho, sin embargo en esos momentos se esforzó para lograr algún efecto en ese hombre.
- Si no entra ahora perderá la reservación – Insistió el funcionario y Soren frunció el ceño empujando su mente.
- Entraré, pero usted será muy amable y le permitirá a mi amigo, Monsieur Dutuescu entrar aunque la función ya haya comenzado y le indicará en donde queda el asiento reservado – Le ordenó, empujando mucho más fuerte dentro de su cabeza. El hombre pareció confundido por unos instantes y luego de quedarse mirando con expresión ausente pareció reaccionar.
- Miraré el tiquete y llevaré al Monsieur Dutuescu a su correspondiente asiento cuando llegue – Dijo al fin el hombre.
Luego de esto Soren no tuvo más remedio que entrar al teatro, no quería quedar sin los asientos que previamente había pagado, si no asistían a la obra, todo su plan se vendría abajo. Caminó en la oscuridad por los pasillos del teatro, bordeando a la gente, evitando tocarlos demasiado, bloqueando el ruido de sus pensamientos, susurros y demás que le llegaban aumentados con la cercanía y le resultaban tan molestos. Finalmente arribó a los puestos que había reservado en un pequeño palco, un tanto alejado del resto de las personas, si bien odiaba estar en ‘asientos preferenciales’ porque le molestaba esa diferencia de ‘estatus’ que eso generaba con relación a los demás espectadores, le parecía mucho más conveniente para lo que planeaba hacer esa noche.
Se sentó en el mullido asiento y por primera vez desde que entró en el lugar, se fijo en la tarima, los actores ya habían aparecido en escena y habían comenzado un dramático dialogo, una mujer lloraba acongojada en una esquina, mientras dos hombres, (aparentemente guerreros) peleaban y discutían airosamente. Soren arrugó la solapa del sombrero entre sus dedos, no sentía la presencia de Anuar cerca al edificio y con tanta interferencia con toda esa multitud, sus poderes parecían no funcionar muy bien.
Y no había rastro de Anuar.
Observó con gesto nervioso, de un lado para otro, los alrededores del teatro, el más grande de la ciudad, Aunque el otro teatro, uno más exclusivo y secreto, en el cual se murmuraba que era controlado por vampiros, era también grande. Soren no se atrevía a llevar a Anuar a un lugar así aunque la gente dijera que el espectáculo era increíble. Pasaron otros 20 minutos o eso le pareció y su ensimismamiento fue interrumpido por la voz del hombre que vendía los tiquetes de entrada al lugar.
- Monsieur… si no entra ahora perderá la función – Comentó el hombre, Soren se giró algo sobresaltado. – Pronto cerraremos las puertas y no habrá manera de entrar –
- Estoy… esperando a alguien, ya… reservé los tiquetes – Respondió el profesor mostrándole su tiquete. El hombre meneó la cabeza.
- Aunque los puestos estén reservados, el teatro cierra sus puertas una vez comienza la obra y ya no se permite la entrada a las personas – Le explicó amablemente – Si no entra ahora distinguido Monsieur, me temo que perderá la reservación –
- Pero si entro ahora, la persona que espero no sabrá que estoy aquí – Objetó el vampiro y miró seriamente a los ojos del hombre. Soren no era muy hábil con la persuasión, como si lo era Erkki, esos poderes de convencimiento e hipnosis no le interesaban mucho, sin embargo en esos momentos se esforzó para lograr algún efecto en ese hombre.
- Si no entra ahora perderá la reservación – Insistió el funcionario y Soren frunció el ceño empujando su mente.
- Entraré, pero usted será muy amable y le permitirá a mi amigo, Monsieur Dutuescu entrar aunque la función ya haya comenzado y le indicará en donde queda el asiento reservado – Le ordenó, empujando mucho más fuerte dentro de su cabeza. El hombre pareció confundido por unos instantes y luego de quedarse mirando con expresión ausente pareció reaccionar.
- Miraré el tiquete y llevaré al Monsieur Dutuescu a su correspondiente asiento cuando llegue – Dijo al fin el hombre.
Luego de esto Soren no tuvo más remedio que entrar al teatro, no quería quedar sin los asientos que previamente había pagado, si no asistían a la obra, todo su plan se vendría abajo. Caminó en la oscuridad por los pasillos del teatro, bordeando a la gente, evitando tocarlos demasiado, bloqueando el ruido de sus pensamientos, susurros y demás que le llegaban aumentados con la cercanía y le resultaban tan molestos. Finalmente arribó a los puestos que había reservado en un pequeño palco, un tanto alejado del resto de las personas, si bien odiaba estar en ‘asientos preferenciales’ porque le molestaba esa diferencia de ‘estatus’ que eso generaba con relación a los demás espectadores, le parecía mucho más conveniente para lo que planeaba hacer esa noche.
Se sentó en el mullido asiento y por primera vez desde que entró en el lugar, se fijo en la tarima, los actores ya habían aparecido en escena y habían comenzado un dramático dialogo, una mujer lloraba acongojada en una esquina, mientras dos hombres, (aparentemente guerreros) peleaban y discutían airosamente. Soren arrugó la solapa del sombrero entre sus dedos, no sentía la presencia de Anuar cerca al edificio y con tanta interferencia con toda esa multitud, sus poderes parecían no funcionar muy bien.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
Observo unos instantes la gente ausente de aquel sitio y suspirando ampliamente como si la vida se le fuese en ello se dejo caer sobre una banca cercana, de aquellas rígidas y ásperas que podían lacerar cualquier par de piernas al descubierto y por suerte la tela de su pantalón no era excepcionalmente delgada. Había llegado tarde y el vampiro no se encontraba ya en aquel lugar y con el se había esfumado toda muestra de alegría y ensoñación, dejo caer su cabeza sobre su hombro ensombreciendo la parte superior del mismo aunque la falta de abundante flequillo hacia de aquella labor algo más costoso.
“Lo has arruinado…o quizás así debía ser” ¿y cómo saber aquello? Jamás podría averiguarlo porque sus ojos no refractaban el futuro ni el pasado y en sus manos el destino no se hallaba dictado, sus labios no eran los de un profeta y su alma no había sido tocada ni por la gracia de Dios ni el desdén de Satán, era uno más entre los hombres.
Una mano ajena se poso en su mejilla obligándole a abrir los parpados y observar con atención la joven que frente a el le observaba con curiosidad censurando su cuerpo juvenil con prendas flojas y largas –tengo lo que usted necesita- asevero la gitanilla en una lengua extraña que mezclaba el francés con la palabra de los animales y con rapidez rebusco entre sus faldas un diminuto frasco que extendió frente a su rostro –alivia todo mal interno, sana el alma- le indico sonriendo de medio lado para dejar entre ver la falta de un diente -¿por qué crees que debe ser sanada? Anda mejor de regreso quizás algún otro transeúnte lo necesite más- su mano cerro la ajena en torno al diminuto frasco que exponía porque debía suponer que lo que intentaba aquella mujer era vender su producto.
-pero su pecho sangra- y aquellas palabras le helaron detuvieron el corazón ¿era acaso una bruja? –además debería usted entrar en esa función- asevero con el boleto antes yaciente en los bolsillos del pelirrojo sujeto ahora por las manos de la gitanilla que con un jovial y rápido movimiento se separo lo suficiente para agitar el trozo de cartón por encima de su cabeza como un péndulo -¿le espera alguien dentro? ¿o ha venido solo?- sus pies entonaron la melodía que su cuerpo comenzó a seguir y se dejo deleitar por ella sin interés mayor al debido –e llegado tarde- le indico sin afán de querer el boleto de vuelta –y por la tardanza e de pagar-
-hay que escatimar los pagos, quizás una espera igual ¿era alta y bella la mujer que le esperaba?- cuestiono pasando por debajo de su nariz el boleto, inspirando fuertemente como si con aquello pudiese encontrar valiosa información, Anuar sonrió negando ante su pregunta –yo vi a muchas jóvenes esperando pero todas sus parejas arribaron- sus labios formaron una inmensa o y la danza ceso de pronto –amenos que no fuese igual…quizás- susurro rondando la figura del pelirrojo como un buitre a una presa.
Le regreso el boleto sonriendo –necesitara entonces eso y quizás también esto- y con rápidos movimientos acomodo sus cabellos y prendas, peino sus cejas con los dedos y desarrugo la camisa donde la había hecho nudo -¡desde prisa que no llega!- exclamo sujetando su mano para alzarlo del banquillo y llevarlo a cuestas hasta la entrada del teatro, aquella ahora nulamente iluminada. Parpadeo repetidas veces intentando descifrar que ocurría ¿le había visto acaso entrar?
Colocó el boleto entre sus manos apreando con suavidad, sonrio ampliamente -suerte y con aquella única palabra se alejo de el regresando a su labor entre las sombras.
-¿monsieur Dutuescu? Su boleto- escucho decir a sus espaldas a un hombre de mirada ausente que extendía su mano hacia el vestido formalmente, le entrego el boleto observándole con curiosidad y cuestionando con la mirada –sígame- repitió y sin verle giro sobre sus talones para abrir la portezuela y comenzar a andar al palco asignado, en un laberinto de pasillos comenzó a escuchar los diálogos distorsionados por las paredes.
Y solo el ruido del pomo al girarse le regreso a la realidad, los asientos comenzaron a materializarse frente a el, la clara voz de los actores resono como un relampago en sus oidos, sus piernas temblaban y sus manos se aferraban a los bordes inferiores de su cabeza, creando nuevamente aquel nudo que la gitana habia desecho con esfuerzo y se vio incapaz de seguir avanzando, de pie en la entrada al palco se congelo y todo parecio ir más lento.
“Lo has arruinado…o quizás así debía ser” ¿y cómo saber aquello? Jamás podría averiguarlo porque sus ojos no refractaban el futuro ni el pasado y en sus manos el destino no se hallaba dictado, sus labios no eran los de un profeta y su alma no había sido tocada ni por la gracia de Dios ni el desdén de Satán, era uno más entre los hombres.
Una mano ajena se poso en su mejilla obligándole a abrir los parpados y observar con atención la joven que frente a el le observaba con curiosidad censurando su cuerpo juvenil con prendas flojas y largas –tengo lo que usted necesita- asevero la gitanilla en una lengua extraña que mezclaba el francés con la palabra de los animales y con rapidez rebusco entre sus faldas un diminuto frasco que extendió frente a su rostro –alivia todo mal interno, sana el alma- le indico sonriendo de medio lado para dejar entre ver la falta de un diente -¿por qué crees que debe ser sanada? Anda mejor de regreso quizás algún otro transeúnte lo necesite más- su mano cerro la ajena en torno al diminuto frasco que exponía porque debía suponer que lo que intentaba aquella mujer era vender su producto.
-pero su pecho sangra- y aquellas palabras le helaron detuvieron el corazón ¿era acaso una bruja? –además debería usted entrar en esa función- asevero con el boleto antes yaciente en los bolsillos del pelirrojo sujeto ahora por las manos de la gitanilla que con un jovial y rápido movimiento se separo lo suficiente para agitar el trozo de cartón por encima de su cabeza como un péndulo -¿le espera alguien dentro? ¿o ha venido solo?- sus pies entonaron la melodía que su cuerpo comenzó a seguir y se dejo deleitar por ella sin interés mayor al debido –e llegado tarde- le indico sin afán de querer el boleto de vuelta –y por la tardanza e de pagar-
-hay que escatimar los pagos, quizás una espera igual ¿era alta y bella la mujer que le esperaba?- cuestiono pasando por debajo de su nariz el boleto, inspirando fuertemente como si con aquello pudiese encontrar valiosa información, Anuar sonrió negando ante su pregunta –yo vi a muchas jóvenes esperando pero todas sus parejas arribaron- sus labios formaron una inmensa o y la danza ceso de pronto –amenos que no fuese igual…quizás- susurro rondando la figura del pelirrojo como un buitre a una presa.
Le regreso el boleto sonriendo –necesitara entonces eso y quizás también esto- y con rápidos movimientos acomodo sus cabellos y prendas, peino sus cejas con los dedos y desarrugo la camisa donde la había hecho nudo -¡desde prisa que no llega!- exclamo sujetando su mano para alzarlo del banquillo y llevarlo a cuestas hasta la entrada del teatro, aquella ahora nulamente iluminada. Parpadeo repetidas veces intentando descifrar que ocurría ¿le había visto acaso entrar?
Colocó el boleto entre sus manos apreando con suavidad, sonrio ampliamente -suerte y con aquella única palabra se alejo de el regresando a su labor entre las sombras.
-¿monsieur Dutuescu? Su boleto- escucho decir a sus espaldas a un hombre de mirada ausente que extendía su mano hacia el vestido formalmente, le entrego el boleto observándole con curiosidad y cuestionando con la mirada –sígame- repitió y sin verle giro sobre sus talones para abrir la portezuela y comenzar a andar al palco asignado, en un laberinto de pasillos comenzó a escuchar los diálogos distorsionados por las paredes.
Y solo el ruido del pomo al girarse le regreso a la realidad, los asientos comenzaron a materializarse frente a el, la clara voz de los actores resono como un relampago en sus oidos, sus piernas temblaban y sus manos se aferraban a los bordes inferiores de su cabeza, creando nuevamente aquel nudo que la gitana habia desecho con esfuerzo y se vio incapaz de seguir avanzando, de pie en la entrada al palco se congelo y todo parecio ir más lento.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
La historia de la obra en si no era tan importante o bueno, quizás si se prestaba la suficiente atención se podría lograr crear una metáfora a través de ella y compararla con el amor imposible de Soren y Anuar, porque al fin y al cabo, de eso trataba Romeo y Julieta. Soren había leído la obra cuando estaba vivo y aún vivía con su familia en el castillo y recordaba haberla catalogado de ‘patética’ una vez la terminó. Romeo le parecía de lo más ridículo, sacrificando tanto de su mundo y de su vida por una mujer, al mismo tiempo Julieta le parecía de lo más patética y la forma en como terminó la tragedia en vez de tristeza le causo gracia “tontos” había murmurado al cerrar el libro.
Y ahora que se encontraba viviendo su propia novela rosa, no podía encontrar mejor obra que la de Shakespeare para la ocasión. La solapa del sombrero estaba ahora completamente arrugada entre sus dedos y sus pies habían comenzado a moverse, temblando en un tic nervioso de lo más incómodo conforme la obra avanzaba. Con la ansiedad que sentía no se percató de la presencia de Anuar dentro del teatro, no pudo sentirle recorriendo los pasillos y ni siquiera lo notó cuando estuvo tan cerca en la entrada del palco, su mirada estaba fija en el escenario y bajo la débil luz amarilla de las lámparas que llegaba desde el escenario, su perfil se podía apreciar, apenas como una pincelada en medio de la negrura.
Y con mucha razón Soren miraba el escenario. ¡Todos miraban el escenario sin aliento! Él publico se quedó en silencio y los mismos actores tardaron segundos en darse cuenta de lo que ocurría: El telón se había bajado en el cambio de escena y pintado sobre su superficie rojiza oscuro, se podía apreciar unas enormes palabras pintadas en blanco, una simple frase:
“Pintor de almas, ¿Te casarías conmigo?”
Los murmullos no se hicieron esperar, la gente susurraba cosas como “¿Quién es el pintor?” y los actores por un momento no supieron que hacer, pues aquello obviamente no hacía parte de la rutina, alguien debió haberlo pintado sin que se dieran cuenta ¿pero cómo?. Nadie reparó por supuesto en la descolorida expresión triste en el rostro del joven del palco, ese joven señor que parecía tan educado y de tan buena clase, cuando había esperado afuera del teatro.
Todo había sucedido de acuerdo con el plan, con la excepción de que, Anuar se lo había perdido pensó, dejando escapar un bufido.
Y ahora que se encontraba viviendo su propia novela rosa, no podía encontrar mejor obra que la de Shakespeare para la ocasión. La solapa del sombrero estaba ahora completamente arrugada entre sus dedos y sus pies habían comenzado a moverse, temblando en un tic nervioso de lo más incómodo conforme la obra avanzaba. Con la ansiedad que sentía no se percató de la presencia de Anuar dentro del teatro, no pudo sentirle recorriendo los pasillos y ni siquiera lo notó cuando estuvo tan cerca en la entrada del palco, su mirada estaba fija en el escenario y bajo la débil luz amarilla de las lámparas que llegaba desde el escenario, su perfil se podía apreciar, apenas como una pincelada en medio de la negrura.
Y con mucha razón Soren miraba el escenario. ¡Todos miraban el escenario sin aliento! Él publico se quedó en silencio y los mismos actores tardaron segundos en darse cuenta de lo que ocurría: El telón se había bajado en el cambio de escena y pintado sobre su superficie rojiza oscuro, se podía apreciar unas enormes palabras pintadas en blanco, una simple frase:
“Pintor de almas, ¿Te casarías conmigo?”
Los murmullos no se hicieron esperar, la gente susurraba cosas como “¿Quién es el pintor?” y los actores por un momento no supieron que hacer, pues aquello obviamente no hacía parte de la rutina, alguien debió haberlo pintado sin que se dieran cuenta ¿pero cómo?. Nadie reparó por supuesto en la descolorida expresión triste en el rostro del joven del palco, ese joven señor que parecía tan educado y de tan buena clase, cuando había esperado afuera del teatro.
Todo había sucedido de acuerdo con el plan, con la excepción de que, Anuar se lo había perdido pensó, dejando escapar un bufido.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
Se quedo unos instantes en silencio observando simplemente aquel rostro imperfecto que en los defectos lucia real, humano. Observo hasta saciar su mirada de aquella belleza aunque su estomago no sufrió revoluciones ni su corazón se precipito al abismo sino que una colosal paz pareció hacerse de su cuerpo para elevarle por los aires y por un segundo le pareció poder observar el espectáculo desde arriba ¿el espectáculo? No, el telón había caído ya resguardando tras aquel manto de tela todo cuerpo actoral y toda presencia en el escenario.
Fue entonces que sus ojos parecieron caer en cuenta de tal dichosas palabras escritas en aquella manta, y el cuchicheo de la sociedad le aterro quizás por ver primera ¿y donde había quedado aquel Anuar que se jactaba de su indiferencia ante las palabras ajenas? ¿Dónde yacía aquel falto de temor? Porque ante él se encontraba una persona que como hoja al viento oscilante se bamboleaba sobre sus pies apoyando su espalda a la pared más cercana o temiendo entonces caer de espaldas al suelo y quizás aun más allá del mismo, al éter mismo del universo donde nadie cobraría su alma.
¿Y en qué estaba pensando? El talón estaba ahí yaciente ante sus ojos y la persona que lo había escrito se encontraba también ante el ¡y nisiqiuera lo sabia! Que desgraciado y desdichado era aquel vampiro pues debía suponer que aquella misma soledad y tristeza que habían hecho sangrar su pecho al no verle fuera atormentaban ahora su interior. Se armo pues de valor para acortar la distancia entre ambos, desfalleciendo ante sus pies apoyando su frente en la rodilla ajena, sujetando sus piernas con aquella fuerza antes no poseída, colocando el alma en sus manos y el corazón en sus labios.
Que sus ojos no fuesen ventanas porque en ellos encontraría la verdad –no- susurro entre sus piernas apretando los parpados con fiereza –no- repitió en voz baja porque no podía ser así ¿tres meses de ausencia y sus primeras palabras serian aquellas? Con que falacia se tomaba aquello y con qué indiferencia jugaba con el –qué más quisiera que gritar que sí, que darte un sí pero debe ser un no mi respuesta, debe ser un insensible no porque parte de mi murió en tu ausencia, parte de este amor se desvaneció- y como un niño asustado se aferro a sus prendas sin alzar la mirada, apretando con tanta fuerza que la nariz comenzó a dolerle –no se ha erradicado porque un amor así no podría ser jamás asesinado, mas no siento que sea lo correcto…- porque pudiendo ser un si la condena de su felicidad decidía negarse la dicha y por el contrario plantar el sino de desgracia en su frente, se atrevía a cuestionar su obrar y más aun sus sentimientos porque ¿Qué motivo había sido aquel que en tres meses le había hecho cambiar de parecer?
No quería que aquellas palabras fuesen producto de la distancia y la ausencia, se separo de el atreviéndose a observarle por primera vez después de aquella noche en la estación del tren y si bien su corazón se desprendió de su pecho su cuerpo no parecía anhelar una mayor cercanía, a sus labios le parecía indecente dar muestra de afecto y sus oscas manos encontraron refugio tras de sí, porque tocarlo lucia ahora pecaminoso, su cuerpo parecía desacostumbrado a la cercanía.
-cuanto lo siento- susurro con la mirada vidriosa y el rostro acongojado, con el pecho vibrante y los labios temblando, porque en verdad se apenaba de no poseer la fortaleza de pronunciar un si.
Fue entonces que sus ojos parecieron caer en cuenta de tal dichosas palabras escritas en aquella manta, y el cuchicheo de la sociedad le aterro quizás por ver primera ¿y donde había quedado aquel Anuar que se jactaba de su indiferencia ante las palabras ajenas? ¿Dónde yacía aquel falto de temor? Porque ante él se encontraba una persona que como hoja al viento oscilante se bamboleaba sobre sus pies apoyando su espalda a la pared más cercana o temiendo entonces caer de espaldas al suelo y quizás aun más allá del mismo, al éter mismo del universo donde nadie cobraría su alma.
¿Y en qué estaba pensando? El talón estaba ahí yaciente ante sus ojos y la persona que lo había escrito se encontraba también ante el ¡y nisiqiuera lo sabia! Que desgraciado y desdichado era aquel vampiro pues debía suponer que aquella misma soledad y tristeza que habían hecho sangrar su pecho al no verle fuera atormentaban ahora su interior. Se armo pues de valor para acortar la distancia entre ambos, desfalleciendo ante sus pies apoyando su frente en la rodilla ajena, sujetando sus piernas con aquella fuerza antes no poseída, colocando el alma en sus manos y el corazón en sus labios.
Que sus ojos no fuesen ventanas porque en ellos encontraría la verdad –no- susurro entre sus piernas apretando los parpados con fiereza –no- repitió en voz baja porque no podía ser así ¿tres meses de ausencia y sus primeras palabras serian aquellas? Con que falacia se tomaba aquello y con qué indiferencia jugaba con el –qué más quisiera que gritar que sí, que darte un sí pero debe ser un no mi respuesta, debe ser un insensible no porque parte de mi murió en tu ausencia, parte de este amor se desvaneció- y como un niño asustado se aferro a sus prendas sin alzar la mirada, apretando con tanta fuerza que la nariz comenzó a dolerle –no se ha erradicado porque un amor así no podría ser jamás asesinado, mas no siento que sea lo correcto…- porque pudiendo ser un si la condena de su felicidad decidía negarse la dicha y por el contrario plantar el sino de desgracia en su frente, se atrevía a cuestionar su obrar y más aun sus sentimientos porque ¿Qué motivo había sido aquel que en tres meses le había hecho cambiar de parecer?
No quería que aquellas palabras fuesen producto de la distancia y la ausencia, se separo de el atreviéndose a observarle por primera vez después de aquella noche en la estación del tren y si bien su corazón se desprendió de su pecho su cuerpo no parecía anhelar una mayor cercanía, a sus labios le parecía indecente dar muestra de afecto y sus oscas manos encontraron refugio tras de sí, porque tocarlo lucia ahora pecaminoso, su cuerpo parecía desacostumbrado a la cercanía.
-cuanto lo siento- susurro con la mirada vidriosa y el rostro acongojado, con el pecho vibrante y los labios temblando, porque en verdad se apenaba de no poseer la fortaleza de pronunciar un si.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
En algún universo paralelo dentro de su mente, había sido un si, porque ya se había imaginado como sería compartir el resto de su eternidad con él, en su mundo imaginario, había convertido a Anuar en su compañero eterno y habían atravesado juntos las décadas de los tiempos. Porque el matrimonio al fin y al cabo era eso, era el manifiesto de una persona de querer compartir con otra su vida. Soren no se imaginaba aquello de manera oficial, en una iglesia y con testigos, sabía de antemano que sería imposible, pero no encontró otra manera más apropiada de expresar en palabras su deseo de compartir el resto de su eternidad con Anuar.
Habían sido 89 noches en las que se había sentado en la cornisa del edificio donde vivía el humano por horas, con sus pies colgando al vacío, observando la ventana del piso, imaginándose que dormía tranquilo, preguntándose como podría cumplir la promesa que le había hecho. “Cuando regrese, seré una mejor persona y podrás estar orgulloso de mi”. ¿Cómo podría lograr que Anuar estuviese orgulloso de él? Le había prometido que sería una mejor persona, pero durante esas largas noches en las que contempló la ventana de la habitación del chico sin atreverse a entrar, no pudo encontrar una respuesta a ello y pensó y pensó en cientos de maneras para demostrarle que había cambiado y que ya no dudaría más.
Atreverse a pedirle que viviera con él el resto de la eternidad, había sido su manera de demostrarlo. E ingenuamente esperó que Anuar estuviese orgulloso de ese gran paso que había dado. Por el contrario, ahora sentía como si se hubiera tragado una granada de mano y su pecho hubiese estallado en cientos de pedacitos que habían volado en todas las direcciones en ese palco en penumbra. Casi pudo ver los pedazos de su corazón deslizando ensangrentados por la pared.
“…parte de este amor se desvaneció”
Soren se quedó mirándole sin parpadear, como si todo aquello fuera parte de un sueño, comenzó a mover ligeramente el rostro en una negativa mientras pensaba “Ya no me quiere…”, le vio levantarse y alejarse para disculparse y la distancia de pocos centímetros entre ambos, le pareció de repente todo el océano Atlántico.
"Han pasado sólo 3 meses y ya no me quiere como antes…"
El silencio que los envolvió ahora, consumió el lugar y las voces de los actores y los murmullos de las personas parecían no poder atravesar esa burbuja que ahora los envolvía.
-Que voy a hacer entonces…- Murmuró al fin – Si ya no tengo corazón ni alma…. ¿Qué voy a hacer? –
En ese momento deseó que su mejor amigo y su amante, fueran dos personas distintas, así por lo menos podría pedirle consejo. Ahora se encontraba completamente perdido.
Te lo dije Soren y te lo advertí. Criaturas como tu no pueden entender el amor, era mucho más seguro cuando estábamos solos.
Habían sido 89 noches en las que se había sentado en la cornisa del edificio donde vivía el humano por horas, con sus pies colgando al vacío, observando la ventana del piso, imaginándose que dormía tranquilo, preguntándose como podría cumplir la promesa que le había hecho. “Cuando regrese, seré una mejor persona y podrás estar orgulloso de mi”. ¿Cómo podría lograr que Anuar estuviese orgulloso de él? Le había prometido que sería una mejor persona, pero durante esas largas noches en las que contempló la ventana de la habitación del chico sin atreverse a entrar, no pudo encontrar una respuesta a ello y pensó y pensó en cientos de maneras para demostrarle que había cambiado y que ya no dudaría más.
Atreverse a pedirle que viviera con él el resto de la eternidad, había sido su manera de demostrarlo. E ingenuamente esperó que Anuar estuviese orgulloso de ese gran paso que había dado. Por el contrario, ahora sentía como si se hubiera tragado una granada de mano y su pecho hubiese estallado en cientos de pedacitos que habían volado en todas las direcciones en ese palco en penumbra. Casi pudo ver los pedazos de su corazón deslizando ensangrentados por la pared.
“…parte de este amor se desvaneció”
Soren se quedó mirándole sin parpadear, como si todo aquello fuera parte de un sueño, comenzó a mover ligeramente el rostro en una negativa mientras pensaba “Ya no me quiere…”, le vio levantarse y alejarse para disculparse y la distancia de pocos centímetros entre ambos, le pareció de repente todo el océano Atlántico.
"Han pasado sólo 3 meses y ya no me quiere como antes…"
El silencio que los envolvió ahora, consumió el lugar y las voces de los actores y los murmullos de las personas parecían no poder atravesar esa burbuja que ahora los envolvía.
-Que voy a hacer entonces…- Murmuró al fin – Si ya no tengo corazón ni alma…. ¿Qué voy a hacer? –
En ese momento deseó que su mejor amigo y su amante, fueran dos personas distintas, así por lo menos podría pedirle consejo. Ahora se encontraba completamente perdido.
Te lo dije Soren y te lo advertí. Criaturas como tu no pueden entender el amor, era mucho más seguro cuando estábamos solos.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
¿Qué que iba a hacer? ¿Qué que iba a hacer? Frunció el ceño observándole con seriedad lo que le parecieron una centena de años que se resumió a unos segundos de silencio y se cuestiono si hubiese sido mejor no haber asistido, haber pasado la noche en cama con aquel ente ajeno oprimiendo su cuerpo, impidiéndole levantarse y asistir quizás hubiese sido más fácil dejar a aquel intruso dominarle quizás se había tratado del destino, negó, el jamás había pensado que esas cosas pudiesen realmente existir.
¿Y sus palabras que le decían? ¿Qué si no se casaba con el no estarían ya juntos? No recordaba que debiese ser así, cuando se negó a beber su sangre la relación no había terminado por el contrario el momento de concebir el acto le pareció mucho mas memorable que si en un principio hubiesen decidido llevarlo a cabo ¿Por qué aquello debía ser diferente? –puedes recuperarlos- asevero en voz baja conteniendo el nudo en la garganta que se había comenzado a formar conforme las palabras manaban y pretendían estancarse –si…si ya no quieres que lo posea puedo regresártelos- asevero sonriendo de medio lado sacudiendo sus manos contra su pantalón para erguirse frente a él y de espaldas al público y no saberse ya dueño de ellos le haría perder los propios.
-Soren…-susurro observándole -¿comprendes que un no no implica que no te quiera cierto?- le cuestiono porque en alguna forma sentía que ambos se hacían de ideas erradas y las verdades quedaban ocultas en aquellas palabras jamás mencionadas –hubiera esperando una vida si hubiese sido necesario…pero un si no esta en mis manos…porque siento que ha sido producto de la distancia cuando debió haberlo sido de la compañía – inspiro hondo sintiendo como su pecho temblaba ante aquel coloso esfuerzo y sus manos se cernieron al borde del palco, porque sus piernas le amenazaban con dejarle caer.
Y de pronto le pareció buena idea haber aceptado aquel frasco que la gitanilla había pretendido venderle podría así beberlo y el dolor se esfumaría de repente y para siempre –la soledad hace estragos, porque tres meses no fueron vastos para asimilar tu ausencia…tres meses no fueron suficientes para seguir adelante ¿comprendes que un no no implica que no te ame cierto?...pero yo amo tu compañía y no tu ausencia-
¿Y sus palabras que le decían? ¿Qué si no se casaba con el no estarían ya juntos? No recordaba que debiese ser así, cuando se negó a beber su sangre la relación no había terminado por el contrario el momento de concebir el acto le pareció mucho mas memorable que si en un principio hubiesen decidido llevarlo a cabo ¿Por qué aquello debía ser diferente? –puedes recuperarlos- asevero en voz baja conteniendo el nudo en la garganta que se había comenzado a formar conforme las palabras manaban y pretendían estancarse –si…si ya no quieres que lo posea puedo regresártelos- asevero sonriendo de medio lado sacudiendo sus manos contra su pantalón para erguirse frente a él y de espaldas al público y no saberse ya dueño de ellos le haría perder los propios.
-Soren…-susurro observándole -¿comprendes que un no no implica que no te quiera cierto?- le cuestiono porque en alguna forma sentía que ambos se hacían de ideas erradas y las verdades quedaban ocultas en aquellas palabras jamás mencionadas –hubiera esperando una vida si hubiese sido necesario…pero un si no esta en mis manos…porque siento que ha sido producto de la distancia cuando debió haberlo sido de la compañía – inspiro hondo sintiendo como su pecho temblaba ante aquel coloso esfuerzo y sus manos se cernieron al borde del palco, porque sus piernas le amenazaban con dejarle caer.
Y de pronto le pareció buena idea haber aceptado aquel frasco que la gitanilla había pretendido venderle podría así beberlo y el dolor se esfumaría de repente y para siempre –la soledad hace estragos, porque tres meses no fueron vastos para asimilar tu ausencia…tres meses no fueron suficientes para seguir adelante ¿comprendes que un no no implica que no te ame cierto?...pero yo amo tu compañía y no tu ausencia-
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
- No los quiero de vuelta, quiero que tu los tengas – Respondió inmediatamente, sin girar su cabeza hacia él para mirarlo, sentía que ya no tenía fuerzas ni para eso. Que el mundo se viniera abajo y todo desapareciera, en ese momento a Soren no le importaba nada. Aquella era la noche más decepcionante de toda su vida y se sintió tan ridículo y patético como Romeo, entregándolo todo por otra persona, sin tener nada asegurado. Si el Soren humano hubiese visto el futuro, estaría burlándose de si mismo por tal conducta.
Giró su rostro esta vez para mirarle, porque lo que decía parecía no tener mucho sentido y contradecir lo que acababa de suceder, su expresión confundida dejó en evidencia que no comprendía del todo a lo que se refería Anuar.
Realmente no comprendía porque había dicho que no, si uno quiere a una persona, uno quiere estar con esa persona ¿verdad? En su lógica era lo que creía tenía sentido. ¿Habría esperado una vida? ¿Había escuchado bien? Parpadeó esta vez con rapidez y sintió como que se le revolvía el estómago, como cuando, cientos de años atrás le pasaba al comer.
- Entonces… ¿Quieres seguir conmigo a pesar de todo? – Preguntó con voz temblorosa, atemorizado de recibir otro ‘no’ porque habían demasiados ‘no’ en esa conversación y no le gustaba – Significa que… ¿Puedo abrazarte ahora? – Preguntó esta vez y sus dedos, terminaron por romper la solapa del sombrero que había estado apretando y arrugando todo el tiempo – Significa que ¿Me extrañaste? –
Soren no caigas otra vez. No seas idiota. ¿Vas a confiar en lo que te diga ahora? ¡Acaba de romperte el corazón! Y eso que no tenemos. No. Este chico ha sido un problema desde que le conociste, acéptalo de una vez, tu no puedes amar, no puedes mantener una relación, esas cosas están reservadas para los vivos, pero no para ti y mucho menos con un chico que en 3 meses deja de quererte.
Giró su rostro esta vez para mirarle, porque lo que decía parecía no tener mucho sentido y contradecir lo que acababa de suceder, su expresión confundida dejó en evidencia que no comprendía del todo a lo que se refería Anuar.
Realmente no comprendía porque había dicho que no, si uno quiere a una persona, uno quiere estar con esa persona ¿verdad? En su lógica era lo que creía tenía sentido. ¿Habría esperado una vida? ¿Había escuchado bien? Parpadeó esta vez con rapidez y sintió como que se le revolvía el estómago, como cuando, cientos de años atrás le pasaba al comer.
- Entonces… ¿Quieres seguir conmigo a pesar de todo? – Preguntó con voz temblorosa, atemorizado de recibir otro ‘no’ porque habían demasiados ‘no’ en esa conversación y no le gustaba – Significa que… ¿Puedo abrazarte ahora? – Preguntó esta vez y sus dedos, terminaron por romper la solapa del sombrero que había estado apretando y arrugando todo el tiempo – Significa que ¿Me extrañaste? –
Soren no caigas otra vez. No seas idiota. ¿Vas a confiar en lo que te diga ahora? ¡Acaba de romperte el corazón! Y eso que no tenemos. No. Este chico ha sido un problema desde que le conociste, acéptalo de una vez, tu no puedes amar, no puedes mantener una relación, esas cosas están reservadas para los vivos, pero no para ti y mucho menos con un chico que en 3 meses deja de quererte.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
-¿has creído lo contrario?- le cuestiono con asombro, abriendo desmesuradamente los parpados y sus orbes color de oro amenazaron con salir de sus orbitas y caer al suelo, había pensado que no anhelaba ya tener ninguna clase de relación con el quizás no tuviese la voluntad y el coraje de darle un si más tampoco la tenia para alejarse de el por qué no importando el daño cometido jamás dejaría de amarle.
-si no te importa que alguien llegue a vernos- susurro porque conocía las preocupaciones del vampiro aun cuando no llegaba a compartirlas, las comprendía y procuraba cuidarlas y resguardarlas como propias, como si aquellos temores creciesen en su interior y fuesen su alma la que opacaban aunque el mismo podría pronunciar su amor a los cuatro vientos y pena alguna sentiría de ello, ser señalado y producto de burlas no acongojaba su presente ni le hacía pensar en su futuro ¿morir por pecador? Si como pecador había vivido no le resultaba inusual pensar en ello.
-¿extrañarte? Se queda corta esa palabra ante lo que sentí en tu ausencia- sonrió con melancolía relamiendo su labio inferior, aflojando sus manos del tenso soporte con que sujetaba la baranda –pero no es tiempo de acongojarnos por el pasado- asevero negando energéticamente ¿Cómo contarle las noches en vela que había pasado? ¿Aquellas en que prefería seguir durmiendo? ¿Cómo contarle como la duda se había acido a su ser? Alimentando la furia de la incertidumbre porque no podía evitar cuestionarse al respecto cuando tanto tiempo en soledad se había encontrado.
Avanzo algunos pasos titubeando sentándose nerviosamente en el asiento continuo aunque no estaba muy seguro de merecer estar en aquel lugar, observo el suelo ante sus pies en silencio acomodando en su mente las palabras antes de ser pronunciadas. Hizo mover su mano como una serpiente al asiento ajeno, sujetando con suavidad la mano del vampiro observandole con una interrogativa en el rostro ¿le odiaba acaso por haberse negado? Y si le odiaba sería mejor decirlo pues aquel rencor crecería al igual que su perdón y se consumirían al mismo tiempo en una explosión de ying y yang.
-¿me quieres aun así?- le cuestiono jugando distraídamente con sus dedos -¿me quieres aunque no nos casemos?- se revolvió en su asiento sintiéndolo incomodo aunque el tacto de la tela le indicase lo contrario, quizás parte de su amor había sucumbido también ante aquella negativa y no podría culparle aunque tampoco podía culparse a si mismo ¿Quién tenía entonces la culpa?...
-si no te importa que alguien llegue a vernos- susurro porque conocía las preocupaciones del vampiro aun cuando no llegaba a compartirlas, las comprendía y procuraba cuidarlas y resguardarlas como propias, como si aquellos temores creciesen en su interior y fuesen su alma la que opacaban aunque el mismo podría pronunciar su amor a los cuatro vientos y pena alguna sentiría de ello, ser señalado y producto de burlas no acongojaba su presente ni le hacía pensar en su futuro ¿morir por pecador? Si como pecador había vivido no le resultaba inusual pensar en ello.
-¿extrañarte? Se queda corta esa palabra ante lo que sentí en tu ausencia- sonrió con melancolía relamiendo su labio inferior, aflojando sus manos del tenso soporte con que sujetaba la baranda –pero no es tiempo de acongojarnos por el pasado- asevero negando energéticamente ¿Cómo contarle las noches en vela que había pasado? ¿Aquellas en que prefería seguir durmiendo? ¿Cómo contarle como la duda se había acido a su ser? Alimentando la furia de la incertidumbre porque no podía evitar cuestionarse al respecto cuando tanto tiempo en soledad se había encontrado.
Avanzo algunos pasos titubeando sentándose nerviosamente en el asiento continuo aunque no estaba muy seguro de merecer estar en aquel lugar, observo el suelo ante sus pies en silencio acomodando en su mente las palabras antes de ser pronunciadas. Hizo mover su mano como una serpiente al asiento ajeno, sujetando con suavidad la mano del vampiro observandole con una interrogativa en el rostro ¿le odiaba acaso por haberse negado? Y si le odiaba sería mejor decirlo pues aquel rencor crecería al igual que su perdón y se consumirían al mismo tiempo en una explosión de ying y yang.
-¿me quieres aun así?- le cuestiono jugando distraídamente con sus dedos -¿me quieres aunque no nos casemos?- se revolvió en su asiento sintiéndolo incomodo aunque el tacto de la tela le indicase lo contrario, quizás parte de su amor había sucumbido también ante aquella negativa y no podría culparle aunque tampoco podía culparse a si mismo ¿Quién tenía entonces la culpa?...
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
Pues claro que había pensado lo contrario, se podía pensar cualquier cosa de una persona que acaba de rechazarte, pensó, pero no dijo nada, solo desvió la mirada hacía las cortinas del palco, la gente parecía haber olvidado el asunto de la frase y la obra continuaba sin más interrupciones.
-En este momento no me importa nada... - Respondió en voz baja al mismo tiempo que inclinaba la cabeza, había llegado a un punto en el que había arriesgado demasiado ¿Que más podía perder?. La audiencia aplaudió con brío, aún así Soren escuchó las siguientes palabras de Anuar, por lo menos lo extrañaba, eso le reconfortaba, para él había sido bastante difícil, se había sumido en una constante angustia existencial casi patológica y ahora que lo sentía cerca, sentado a su lado era mucho más difícil contener los impulsos.
Las últimas dos preguntas fueron el detonante o como rezaba el dicho, la gota que rebozó el vaso, Soren no aguantó más y atrajo el cuerpo del humano en un rápido movimiento pegándolo contra el suyo, se embriagó con el olor de su piel y de su cabello, un olor diferente al que recordaba, Anuar ya no olía a oleos y acuarelas, ahora percibía agua de mar, el cabello mucho más corto no jugueteó contra su nariz, cuando esta quedó aprisionada contra la piel del cuello.
-Fueron 89 noches, las que pasé sentado en el techo de tu edificio, mirando la ventana de tu piso, pensando en como... como haría lo que esta noche me he atrevido a hacer, porque desde la noche en que te dejé en la estación del ferrocarril, supe lo que quería... pero debía cumplir mi promesa – Susurró en su cuello, sus manos apretando el cuerpo del chico como si este fuera a desvanecer de un momento a otro – Debía convertirme en una mejor persona, debía lograr que estuvieras orgulloso...-
Le soltó, porque volvía a sentir ese miedo al rechazo, subiéndole por la espalda como una araña peluda y se giró de nuevo para mirar el escenario, nadie parecía haber reparado en el abrazo y si alguien lo había hecho, al vampiro no le importó, el telón volvía a bajarse con el cambio del tercer acto, la gente aplaudía y las palabras escritas en el telón fueron una vez más visibles.
-te quiero...igual – Murmuró con los ojos vidriosos y con una pelota de golf atrancada en la garganta – Pero duele más de lo que creí – Concluyó y entonces la decepción se convirtió en humillación y deseó salir de allí para no tener que observar ese maldito telón que le recordaba que había sido rechazado fue más grande que su cordura. Sus manos se cerraron en puños.
- Tomaré un poco de aire – Declaró, aunque los vampiros no tuviesen que respirar – Discúlpame – Agregó por decencia y se levantó de su lugar casi de un salto, para caminar rápidamente por los corredores, debía salir de allí, quería alejar el ruido de los aplausos, y de las voces, quería evitar que Anuar le viera llorar de nuevo y quería creer que en realidad había cambiado y era un hombre mucho más fuerte.
(( no me pude contener, tuve q responder! me voy a dormir))
-En este momento no me importa nada... - Respondió en voz baja al mismo tiempo que inclinaba la cabeza, había llegado a un punto en el que había arriesgado demasiado ¿Que más podía perder?. La audiencia aplaudió con brío, aún así Soren escuchó las siguientes palabras de Anuar, por lo menos lo extrañaba, eso le reconfortaba, para él había sido bastante difícil, se había sumido en una constante angustia existencial casi patológica y ahora que lo sentía cerca, sentado a su lado era mucho más difícil contener los impulsos.
Las últimas dos preguntas fueron el detonante o como rezaba el dicho, la gota que rebozó el vaso, Soren no aguantó más y atrajo el cuerpo del humano en un rápido movimiento pegándolo contra el suyo, se embriagó con el olor de su piel y de su cabello, un olor diferente al que recordaba, Anuar ya no olía a oleos y acuarelas, ahora percibía agua de mar, el cabello mucho más corto no jugueteó contra su nariz, cuando esta quedó aprisionada contra la piel del cuello.
-Fueron 89 noches, las que pasé sentado en el techo de tu edificio, mirando la ventana de tu piso, pensando en como... como haría lo que esta noche me he atrevido a hacer, porque desde la noche en que te dejé en la estación del ferrocarril, supe lo que quería... pero debía cumplir mi promesa – Susurró en su cuello, sus manos apretando el cuerpo del chico como si este fuera a desvanecer de un momento a otro – Debía convertirme en una mejor persona, debía lograr que estuvieras orgulloso...-
Le soltó, porque volvía a sentir ese miedo al rechazo, subiéndole por la espalda como una araña peluda y se giró de nuevo para mirar el escenario, nadie parecía haber reparado en el abrazo y si alguien lo había hecho, al vampiro no le importó, el telón volvía a bajarse con el cambio del tercer acto, la gente aplaudía y las palabras escritas en el telón fueron una vez más visibles.
-te quiero...igual – Murmuró con los ojos vidriosos y con una pelota de golf atrancada en la garganta – Pero duele más de lo que creí – Concluyó y entonces la decepción se convirtió en humillación y deseó salir de allí para no tener que observar ese maldito telón que le recordaba que había sido rechazado fue más grande que su cordura. Sus manos se cerraron en puños.
- Tomaré un poco de aire – Declaró, aunque los vampiros no tuviesen que respirar – Discúlpame – Agregó por decencia y se levantó de su lugar casi de un salto, para caminar rápidamente por los corredores, debía salir de allí, quería alejar el ruido de los aplausos, y de las voces, quería evitar que Anuar le viera llorar de nuevo y quería creer que en realidad había cambiado y era un hombre mucho más fuerte.
(( no me pude contener, tuve q responder! me voy a dormir))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
Se aferro a sus ropas estrechando su cuerpo con rudeza, 89 noches de estar cerca y mas sin embargo era como si dos mares les separasen a ambos, el universo se esmeraba en separarlos ¿acaso estaba tan mal que dos hombres pudiesen amarse? ¿era tan indecente que profesasen su amor? –debías lograr superar tus inseguridades Soren…no por mi te hubiese dejado ir- susurro negando, si todo aquello tuviese que ver con él, si su partida hubiese sido un capricho de si mismo, un bien solo suyo entonces no se habría atrevido a pedir su partida y mas aun a pronunciarla más aquella lejanía, aquel lapso de tiempo no había sido hecho para el sino para el vampiro.
Y al verle salir del lugar su cuerpo se levanto del asiento con la rapidez de un relámpago y el sigilo de un felino, corrió detrás de el hasta alcanzarlo en el pasillo porque no le permitiría sufrir en soledad, no mas, quizás no pudiese comprender ni comunicarse con el de forma telepática, tampoco podia leer sus pensamientos o adivinar sus emociones en una bola de cristal mas aquella tristeza habia quedado clara y se habia reflejado en cada mirada, acción y palabra. Corrió tras de el estrechándole contra una pared cercana hasta robarle el aliento, sus manos se perdieron en los recortados cabellos de trigo maduro y su mirada se perdió en aquellos cielos, mares y hielo que en sus cuencas reposaban a modo de ojos, dos luceros que le guiaban a la absolución y a la perdición. Le beso con intensidad sin importarle si alguien pudiese verlos…
No, aquello era solo lo que deseaba hacer más por rectitud no se atrevía a cometer subió sus piernas al siento mordiéndose las diminutas y mal cortadas uñas que sabían a polvo y cenizas, se revolvió unos instantes en su asiento hasta que sintió que de este salían dagas que como agujas punzaban su piel, la empujaban suavemente a la laceración. Se levanto de golpe saliendo del palco y tras el vampiro.
La gitanilla se apareció, como salida de entre la bruma y materializada de la misma hasta vislumbrarse a un lado del humano –señor ¿es entcontrado usted a quien esperaba?- le cuestiono no importándole, o importándole poco si aquel buen hombre lograba comprender o no sus palabras, porque no era aquello lo importante, no -¿no lo a encontrado?¿o se ha terminado ya la función?- comenzó a bombardearle conforme las cuestiones se formulaban en su mente – a menos que- sus labios se abrieron desmesuradamente formando una o y sus brazos se alzaron a ambos lados de su rostro -¿planea irse? ¡pero si sus pechos sangran! ¡deben curarlos!-
Y al verle salir del lugar su cuerpo se levanto del asiento con la rapidez de un relámpago y el sigilo de un felino, corrió detrás de el hasta alcanzarlo en el pasillo porque no le permitiría sufrir en soledad, no mas, quizás no pudiese comprender ni comunicarse con el de forma telepática, tampoco podia leer sus pensamientos o adivinar sus emociones en una bola de cristal mas aquella tristeza habia quedado clara y se habia reflejado en cada mirada, acción y palabra. Corrió tras de el estrechándole contra una pared cercana hasta robarle el aliento, sus manos se perdieron en los recortados cabellos de trigo maduro y su mirada se perdió en aquellos cielos, mares y hielo que en sus cuencas reposaban a modo de ojos, dos luceros que le guiaban a la absolución y a la perdición. Le beso con intensidad sin importarle si alguien pudiese verlos…
No, aquello era solo lo que deseaba hacer más por rectitud no se atrevía a cometer subió sus piernas al siento mordiéndose las diminutas y mal cortadas uñas que sabían a polvo y cenizas, se revolvió unos instantes en su asiento hasta que sintió que de este salían dagas que como agujas punzaban su piel, la empujaban suavemente a la laceración. Se levanto de golpe saliendo del palco y tras el vampiro.
La gitanilla se apareció, como salida de entre la bruma y materializada de la misma hasta vislumbrarse a un lado del humano –señor ¿es entcontrado usted a quien esperaba?- le cuestiono no importándole, o importándole poco si aquel buen hombre lograba comprender o no sus palabras, porque no era aquello lo importante, no -¿no lo a encontrado?¿o se ha terminado ya la función?- comenzó a bombardearle conforme las cuestiones se formulaban en su mente – a menos que- sus labios se abrieron desmesuradamente formando una o y sus brazos se alzaron a ambos lados de su rostro -¿planea irse? ¡pero si sus pechos sangran! ¡deben curarlos!-
Última edición por Anuar Dutuescu el Miér Mar 02, 2011 11:15 am, editado 1 vez
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
Cuantas veces había huido, no lo sabía, no recordaba haber enfrentado nada en toda su vida y siempre terminaba escapando de todas las situaciones, cuando vivía era lo mismo, había escapado del castillo y había terminado convirtiéndose en vampiro por cobarde, al fin y al cabo, el miedo a la muerte también estaba presente en él. Pero aquella noche había tomado la determinación de su vida, la decisión más importante, se había obligado así mismo a dar la cara y enfrentar todos sus miedos, perder a Anuar no era una opción y Soren ante todo, siempre había sido un hombre de palabra. Aquella era quizás la enseñanza más importante de Erkki.
“Puedes ser cualquier cosa, pero no faltar a una promesa, porque cuando uno vive para siempre, olvida lo que realmente es, lo que fue o lo que pensaba ser, las promesas te recuerdan eso, especialmente las que te haces a ti mismo” Solía decir su mentor.
Dejó escapar un suspiro cargado de frustración, recostado en la pared del pasillo vacío, naturalmente todo el publico se encontraba concentrado en la función, pero para Soren la función allí ya había acabado. Un poderoso impulso de salir de ese lugar y destruir la primera cosa que se le atravesaba, amenazaba con apoderarse de su cuerpo y mente, pero una débil luz de cordura, le mantenía los pies atados al piso, como con invisibles cadenas. Cerró los ojos y frunció el ceño, esa noche debía matar.
Una muerte como la que hace mucho tiempo no disfrutamos, vamos a asesinar como en el principio de los tiempos, como cuando no habían leyes morales limitándonos, vamos, Soren vamos, toma mi mano y muéstrame los colmillos.
“Puedes ser cualquier cosa, pero no faltar a una promesa, porque cuando uno vive para siempre, olvida lo que realmente es, lo que fue o lo que pensaba ser, las promesas te recuerdan eso, especialmente las que te haces a ti mismo” Solía decir su mentor.
Dejó escapar un suspiro cargado de frustración, recostado en la pared del pasillo vacío, naturalmente todo el publico se encontraba concentrado en la función, pero para Soren la función allí ya había acabado. Un poderoso impulso de salir de ese lugar y destruir la primera cosa que se le atravesaba, amenazaba con apoderarse de su cuerpo y mente, pero una débil luz de cordura, le mantenía los pies atados al piso, como con invisibles cadenas. Cerró los ojos y frunció el ceño, esa noche debía matar.
Una muerte como la que hace mucho tiempo no disfrutamos, vamos a asesinar como en el principio de los tiempos, como cuando no habían leyes morales limitándonos, vamos, Soren vamos, toma mi mano y muéstrame los colmillos.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
-lo e encontrado si…¿no lo has visto pasar? Creo que lo e arruinado todo- le explico mientras avanzaban ambos por el pasillo repleto de obscuridad, y fue tan fácil perderse en el como lo habia sido perderse a si mismo. Meso sus cabellos inspirando con tanta fuerza que los pulmones parecieron gritar, o silbar, cual fuese el caso un agudo sonido mano de su pecho como si de alguna ardilla o ratón se tratase, como si el viento pasara por una fina ranura.
-nunca es tarde para remediar mientras ambos quieran que asi sea- la joven gitana jugaba ondeando la vaporosa tela de su falda colorida, desprolija de toda necesidad porque parecía estar feliz aun cuando a su alrededor la tristeza y desesperación les ahogaban –tome- le indico introduciendo en su bolsillo el diminuto frasco para sanar el alma –por si llega a necesitarlo no siempre podre dárselo- sonrió mostrando nuevamente aquel diminuto hueco en su boca, una ranura por la cual se escapaba su aire.
-no creo que sea buena idea- susurro pensando, analizando y reflexionando porque nisiquiera conocía lo que aquel liquido le haría ¿le haría sanar u olvidar? ¿le haría feliz o insensible? ¿y si era algun narcótico al cual se volvería adicto? Mejor seria no averiguarlo –no me has dicho tu…-viro el rostro solo para presenciar la inexistencia de la joven gitana que a sus pies había dejado el aroma de la libertad y el campo. Bufo prosiguiendo con su camino en soledad y silencio, siendo devorado por la obscuridad sus pies resonando por el pasillo porque quizás Soren estaba ya afuera, necesitaba detenerle, necesitaba hablar con el.
“¿Qué planeas decirle? ¿Qué lo sientes? No…que le amas, si que le amas y no necesitan casarse para demostrarlo, si, porque no necesitamos de eso para sabernos juntos, lo gritare, si gritare que lo amo y que el mundo entero escuche, si ¡que le amo!”
-nunca es tarde para remediar mientras ambos quieran que asi sea- la joven gitana jugaba ondeando la vaporosa tela de su falda colorida, desprolija de toda necesidad porque parecía estar feliz aun cuando a su alrededor la tristeza y desesperación les ahogaban –tome- le indico introduciendo en su bolsillo el diminuto frasco para sanar el alma –por si llega a necesitarlo no siempre podre dárselo- sonrió mostrando nuevamente aquel diminuto hueco en su boca, una ranura por la cual se escapaba su aire.
-no creo que sea buena idea- susurro pensando, analizando y reflexionando porque nisiquiera conocía lo que aquel liquido le haría ¿le haría sanar u olvidar? ¿le haría feliz o insensible? ¿y si era algun narcótico al cual se volvería adicto? Mejor seria no averiguarlo –no me has dicho tu…-viro el rostro solo para presenciar la inexistencia de la joven gitana que a sus pies había dejado el aroma de la libertad y el campo. Bufo prosiguiendo con su camino en soledad y silencio, siendo devorado por la obscuridad sus pies resonando por el pasillo porque quizás Soren estaba ya afuera, necesitaba detenerle, necesitaba hablar con el.
“¿Qué planeas decirle? ¿Qué lo sientes? No…que le amas, si que le amas y no necesitan casarse para demostrarlo, si, porque no necesitamos de eso para sabernos juntos, lo gritare, si gritare que lo amo y que el mundo entero escuche, si ¡que le amo!”
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 25/06/2010
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
En el mundo oscuro en el que ahora se encontraba, no había ley ni Dios. En el mundo donde gobernaba Neros, el amor sólo era una mala broma y el color amarillo no existía. El amarillo de la felicidad, ese mismo que vivía en las pupilas de Anuar, en sus soles. Soren abrió los ojos y la penumbra del corredor no fue muy diferente a su mente, caminó con paso extrañamente tranquilo, con las manos enguantadas metidas en los bolsillos del pantalón, sin pensarlo mucho, sus pasos lo dirigieron a la salida del teatro que no se hallaba muy lejos.
Algo dijo el hombre que le había recibido el tiquete horas atrás, pero el vampiro no escuchaba, en su cabeza sólo retumbaba el sonido de unos rápidos tambores, presagio de la hecatombe. Se detuvo a unos cuantos metros de la entrada del teatro y observó con pastosa tranquilidad y con un rostro parco a los gitanos y comerciantes que aún esperaban vender algo cuando la gente saliera del lugar.
Observó sus cuellos, pasando sus irises claras de uno a otro, como si estuviese observando un buen pan para comprar, olfateó el aire, percibiendo esos olores que sólo los depredadores podían apreciar y que podrían resultar desagradables para otros humanos. Entonces un niño pequeño y rubio, de aproximados 8 años, se acercó a él, con unos ojos enormes y hundidos en las cuencas, fruto de la desnutrición.
- Señor ¿Me regala una moneda? – Le preguntó extendiendo su mano - ¿O un pedazo de pan? – Agregó.
El monstruo no reaccionó inmediatamente y su rostro se giró lentamente con una expresión vacía, entonces pareció pensar en algo, porque una sonrisa ladina se dibujó en su rostro, no lo suficientemente amplia para mostrar los colmillos, pero quizás si, igualmente aterradora.
Un inocente. Sangre virgen y pura. Una deliciosa coincidencia.
Algo dijo el hombre que le había recibido el tiquete horas atrás, pero el vampiro no escuchaba, en su cabeza sólo retumbaba el sonido de unos rápidos tambores, presagio de la hecatombe. Se detuvo a unos cuantos metros de la entrada del teatro y observó con pastosa tranquilidad y con un rostro parco a los gitanos y comerciantes que aún esperaban vender algo cuando la gente saliera del lugar.
Observó sus cuellos, pasando sus irises claras de uno a otro, como si estuviese observando un buen pan para comprar, olfateó el aire, percibiendo esos olores que sólo los depredadores podían apreciar y que podrían resultar desagradables para otros humanos. Entonces un niño pequeño y rubio, de aproximados 8 años, se acercó a él, con unos ojos enormes y hundidos en las cuencas, fruto de la desnutrición.
- Señor ¿Me regala una moneda? – Le preguntó extendiendo su mano - ¿O un pedazo de pan? – Agregó.
El monstruo no reaccionó inmediatamente y su rostro se giró lentamente con una expresión vacía, entonces pareció pensar en algo, porque una sonrisa ladina se dibujó en su rostro, no lo suficientemente amplia para mostrar los colmillos, pero quizás si, igualmente aterradora.
Un inocente. Sangre virgen y pura. Una deliciosa coincidencia.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
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Re: Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]
Prosiguio con su camino por el pasillo cuestionándose a si mismo por donde habría logrado desvanecerse la gitanilla, quizas sus vaporosas faldas tenían un porque y en ellas lograba esconderse hasta desaparecer, quizas era una bruja disfrazada de infantil mujer, quizas aquella falta de diente frontal no habia sido sino causado por un ritual de antaño en el cual a cambio del don de la invisibilidad ella entregaba una parte de si misma, habia escuchado en libros de aventuras que algunas clases de hombres lograban aprender el arte de volverse invisibles, inaudibles, habia escuchado que llevaba una ardua preparación y algunos no lograban jamás aprenderla mas que aquellos que con paciencia y sabiduría escuchaban lograban pasar frente a cazadores y animales salvajes sin que estos reparasen en su presencia y a veces se le antojaba conocer de aquel don, para desaparecer de la faz de la tierra.
Logro salir al exterior del coloso edificio topándose con aquel hombre que anteriormente poseia la mirada perdida como si algun extraño la hubiese robado y metido en un contenedor aunque al parecer la habia logrado recuperar si, la poseía nuevamente –una vez que salga no podrá volver a entrar- le explico de la forma mas amable posible aunque su rostro no detonase aquello. Giro la muñeca en un rápido movimiento negando la cabeza, porque no le importaba nada o poco la obra, necesitaba hablar con el vampiro, necesitaba gritar lo que su pecho callaba.
Vislumbro en la lejanía el cuerpo de espaldas del vampiro y a un lado de el la mano extendida del pequeño niño de rubios y lacios cabellos, como el oro que jamás podría poseer. Se acerco con lentitud bordeándoles para lograr quedar de frente al vampiro y observar la espalda diminuta y raquítica del pequeño. Y no fue sino hasta aquel preciso instante en que la mirada antes de luceros le pareció ahora como dos esferas de hielo ubicadas en las cuencas que por ojos debía tener, dos duras y ásperas canicas.
Entrego, con rapidez algunos francos al pequeño y le alejo con un suave empujón porque mantenerlo en aquel lugar seria condenarlo a no ver un nuevo amanecer, porque aquellos ojos eran desconocidos para el o quizás tan conocidas que le aterraba saber su procedencia ¿aterraba? No, porque el no desconfiaba de sus actos mas temía de lo que pudiese ser capaz ¿y por qué había decidido salir ahora? Después de tanto tiempo encerrado –te amo- murmuro sin más ¿y que ganaba con eso? Porque no se cansaría jamás de decir aquella palabra, no se cansaría jamás de dejarlo en claro.
Logro salir al exterior del coloso edificio topándose con aquel hombre que anteriormente poseia la mirada perdida como si algun extraño la hubiese robado y metido en un contenedor aunque al parecer la habia logrado recuperar si, la poseía nuevamente –una vez que salga no podrá volver a entrar- le explico de la forma mas amable posible aunque su rostro no detonase aquello. Giro la muñeca en un rápido movimiento negando la cabeza, porque no le importaba nada o poco la obra, necesitaba hablar con el vampiro, necesitaba gritar lo que su pecho callaba.
Vislumbro en la lejanía el cuerpo de espaldas del vampiro y a un lado de el la mano extendida del pequeño niño de rubios y lacios cabellos, como el oro que jamás podría poseer. Se acerco con lentitud bordeándoles para lograr quedar de frente al vampiro y observar la espalda diminuta y raquítica del pequeño. Y no fue sino hasta aquel preciso instante en que la mirada antes de luceros le pareció ahora como dos esferas de hielo ubicadas en las cuencas que por ojos debía tener, dos duras y ásperas canicas.
Entrego, con rapidez algunos francos al pequeño y le alejo con un suave empujón porque mantenerlo en aquel lugar seria condenarlo a no ver un nuevo amanecer, porque aquellos ojos eran desconocidos para el o quizás tan conocidas que le aterraba saber su procedencia ¿aterraba? No, porque el no desconfiaba de sus actos mas temía de lo que pudiese ser capaz ¿y por qué había decidido salir ahora? Después de tanto tiempo encerrado –te amo- murmuro sin más ¿y que ganaba con eso? Porque no se cansaría jamás de decir aquella palabra, no se cansaría jamás de dejarlo en claro.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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