Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]

Recuerdo del primer mensaje :

Habían pasado casi tres meses. Aquel era el día 89 y aunque para el vampiro fuese una cantidad pequeña, le daba la impresión de que hubieran pasado décadas sin verle. Nunca se imaginó que llegaría a añorar tanto la compañía de una persona, desde siempre había estado con Erkki y aunque había sido su único amigo (o al menos lo más cercano a uno que podría tener), si su mentor no estaba cerca, no sentía la necesidad de buscarle, no le hacía falta verlo con frecuencia y no le preocupaba el hecho de que pasaran años entre una visita a otra.

Quizás era la diferencia de tiempos lo que lo hacía tan diferente, la posibilidad de que Anuar pudiese morir, el hecho de que se hacía viejo y que sus metabolismos iban a diferentes velocidades, de cualquier modo, aquella noche, la número 89 de esa larga espera, Soren se encontraba sentado en el borde del techo del edificio donde vivía Anuar. Eran casi las 5 y el sol saldría muy pronto, el vampiro había esperado pacientemente que su presa se fuera a dormir y cuando estuvo completamente seguro de que el pintor estaba profundamente perdido en el mundo de morfeo, se deslizó como una silenciosa serpiente por la pared, hasta alcanzar su piso y se introdujo por una de las ventanas rotas.

Caminó por la sala, sus pies apenas si se sintieron en la madera vieja, porque un depredador por excelencia era experto en pasar desapercibido, en no dejar rastro de si mismo sin importar la situación. Y aquella era una importante misión, probablemente la más importante de toda su vida, su cuerpo temblaba conforme dejaba la pequeña caja con una manivela para darle cuerda de metal en una esquina de la sala. Una vez la dejó allí, sacó de su bolsillo derecho una tiza blanca, de las que usaba para escribir en los tableros de la universidad y comenzó a dibujar pequeñas flechas que señalaban la caja, generando un camino a seguir, que atravesaba toda la sala, hasta la habitación donde el chico dormía tranquilamente.

Entrar en el cuarto de Anuar fue más difícil de lo que esperó, verle allí acostado fue aún peor, quiso saltar sobre él y llenarle el rostro de besos, pero se contuvo y se limitó a dibujar más flechas desde su cama hasta la puerta, esperando que cuando se despertara al despuntar el alba, las viera y las siguiera hasta la caja que descansaba en la sala.

De la misma manera silenciosa como había entrado, abandonó el lugar con el corazón antes muerto latiendo imaginariamente como una locomotora imparable en su pecho, regresó a la sala y entonces dejó al lado de la caja un cuadrado de 40cm por 40cm cubierto por cartón, bajo él se escondía un lienzo que le había costado como un demonio pintar y que esperaba pudiera expresar todo lo que él no podía en palabras ni en actos.

Le dio un último vistazo a todo y cuando creyó que estaba de acuerdo a lo planeado, salió con la misma facilidad con la que entró por la ventana y trepó al techo, para después correr tan rápido como podía, pues casi podía sentir los rayos del sol pisándole los talones y amenazándo con quemarle la piel.

(( a este tipo de cajas me refiero: http://image.shutterstock.com/display_pic_with_logo/169/169,1254034229,1/stock-photo-surprise-box-toy-37773526.jpg ))

El bocadillo que se pensaba merendar esta noche se le escapó de un momento a otro cuando un imbécil le había unas monedas. Se giró para ver al imbécil y entonces se percató de que era nada más y nada menos que Anuar, la sonrisa ladina se mantuvo en su boca, a pesar de que sus ojos eran dos témpanos de hielo.

No te atrevas a hacerle daño, ¡no te atrevas a tocarlo!

Anuar había pronunciado aquellas palabras capaces de desarmar hasta el caballero más peligroso. Chiquillo tonto, ahora venía a buscarle luego de rechazarle, ¿Es que acaso Soren era un idiota o que? Si el monstruo estuviera al mando siempre, esas tonterías ridículas no sucederían, sería un hombre fuerte que sería capaz de obtener todo lo que se proponía.

-Soren no está – Respondió con una voz arrogante y a la vez insensata – Se fue a dar un paseo por el infierno ¿Quieres acompañarlo? - Le preguntó y se echó a reír, llevándose una mano a la cintura, acortó la distancia entre ambos de un paso y con la mano libre le agarró la barbilla.

No te atrevas monstruo, ¡No te atrevas!

Y como si los ruegos de Soren en algún punto de su consciencia, hubiesen sido el incentivo, el monstruo acercó el rostro de Anuar contra el suyo y atrapó los labios del chico en un beso voraz. El monstruo tenía que aceptar que el pintor besaba bien, que sus caricias eran placenteras y que había disfrutado aquella ocasión en la cabaña cuando tuvo el control e intentó doblegarlo, pero nunca aceptaría un sentimiento por él que no fuera el odio o la molestia, porque Neros no soportaba su presencia, especialmente lo que provocaba en Soren.

Me ama ¿Lo has escuchado idiota? Ahora déjame salir, ¡es suficiente!.

Neros se permitió morder el labio inferior de Anuar antes de cortar el beso y perderse en la oscuridad de la cual había salido, dejando a Soren con el eminente problema: Acababa de besar a Anuar en un lugar público y a su alrededor, los gitanos y comerciantes que permanecían esperando la salida del público del teatro para vender sus mercancías, se habían quedado atónitos, observando la pecaminosa escena de ambos hombres...

Soren no estaba, y no necesitaba escucharlo de sus labios para corroborar aquello el sabia eso desde el instante mismo en que su mirada había caído dentro de aquellos azulados orbes ahora desconocidos y en ellos podía presenciar la frivolidad de un alma y la decadencia de un ser, en ellos le parecía poder encontrar el último aliento de vida expelido por aquellas pobres animas que en sus labios había llamado al otro mundo, creía ver en ellos el reflejo de sus ojos aterrados y los gritos de letanía resonaban una y otra vez en ellos.

-le seguiré a donde vaya- asevero sin tiempo a reaccionar a aquel hábil movimiento, alzo el mentón en un vago afán de separar su rostro de aquel tacto de porcelana, quedando varios centímetros por encima de el porque aun en una postura usual lograba sobrepasar su coronilla.

Cerro los parpados en un reflejo involuntario al sentir aquellas promesas de pecado y condena sobre sus labios, sentirlos después de tres meses, mas aquel habia sido un beso cargado de sevicia y fogosidad, habia mantenido sus labios cerrados, impidiendo cualquiera profundización, impidiendo cualquiera profanación de su ser, extendió las manos para alejar el rostro del vampiro cuando el mismo ente pareció comprender y estirando su labio con sus colmillos dio fin al acto público más indecoroso que podrían haber cometido.

Observo en derredor con los parpados desmesuradamente abierto y el alma en un hilo, el corazón se le detuvo por unos instantes ¿y si aquel acontecimiento llegaba a oídos indebidos? Tantas cosas podrían ocurrir por ello y ser señalado por la iglesia era la que menos le preocupaba, mas como era de esperarse las acciones que debían ser realizadas con rapidez no eran su punto fuerte y en efecto creía que se trataba de uno de sus mas grandes defectos.

Trastabillo sin atinar a hacer nada, observaba con asombro y seriedad los rostros quizas mas impuros que el propio, observándoles con aberración y sorpresa, farfullando cosas a su alrededor y pronto los murmullos se volvieron un mar de charlas y conversaciones entabladas, retrocedió hasta sentir su hombro rozar con el ajeno ¿y a que adjuntar aquel comportamiento? Se sentía como un cachorro aterrado por los extraños ruidos producidos por los monstruos de metal, se sintió turbado y desorientado.

Porque en muchas ocasiones podía lucir firme y fuerte, un hombre de “pantalones” y cartas tomar y en aquella ocasión el asombro y la rapidez de los actos, rapidez que su cerebro parecía no asimilar con facilidad, le obligaban a doblegarse ante la preocupación, hubiese sido mas fácil quizás salir con prontitud del lugar asi nadie recordaría sus rostros –Soren…- susurro apretando entre sus dedos la manga de la camisa del vampiro.

Cuando todo vestigio del monstruo desapareció dejando al Soren de siempre observando al vacío, parpadeando atontado como sin lograr comprender lo que acababa de ocurrir, una oleada de pánico le envolvió. Y de repente todo el peso de la situación lo sobrecogió.

Acababa de besar a Anuar en un lugar público, frente a diversos testigos. En su desesperación, la emoción y las mariposas que revoloteaban en su estómago fruto de volver a tocar esos labios que habían permanecido vetados para él por tanto tiempo, pasó a un segundo plano, sólo para dar paso al shock que le provocaba la situación, inclusive los gitanos, paganos por naturaleza, juzgados de pecadores y de no obedecer la ley del buen Jesus, observaban indignados la escena, sus ojos eran puñales y escopetas que los apuntaban despiadadamente.

- ¡Pecadores! – Gritó una mujer cuya ropa denotaba un bajo nivel social, a un lado de un comerciante que vendía joyas de bronce y lata. – ¡Que aberración! – Agregó.

Los murmullos no se hicieron esperar, Soren sabía que debía actuar rápido, pronto la gente del teatro saldría y solo se agravaría la situación, sintió la cercanía y el temor de Anuar, lo cual era natural, el pobre chico debía estar al borde del colapso ¿Cuántas personas habían frente a ellos? ¿6, 8 o 10? Pensó frenéticamente, una técnica mental suya no podría afectar a tantos individuos al tiempo, Soren no era un vampiro antiguo y sus poderes eran limitados, así que la única salida a esa situación era huír lo antes posible del lugar.

Tomó a Anuar de la manga del sacó y le haló por la carretera, pasando por entre los gitanos y frente a la mujer del comentario desagradable – Somos Rusos y somos familia – Le aclaró fingiendo naturalidad y dignidad, la mujer pareció intimidada por sus ropas elegantes y por su porte fino, todo el mundo sabía que en Rusia los hombres se besaban en los labios, o bueno, al menos Soren esperaba que ellos lo supieran. Continuó caminando a paso rápido, intentando alejarse lo más rápido posible del lugar, debía poner a Anuar a salvo primero, esa era la prioridad, ya luego pensaría que hacer respecto a las consecuencias que esa noche desataría.

Intentaba no hacer contacto directo con los ojos de nadie pues al ver los de aquella mujer encontró solo dolor y rechazo, emociones que ya antes habia sentido mas no por aquellos motivos ¿Qué pasaría entonces si los altos mandos se enteraban de aquellos? Apretó los parpados hasta que sus orbes no fueron sino dos diminutas ranuras de las cuales manaba oro a borbotes. Se dejo guiar como un ciego en caravana intentando serenar su rostro ¿serenarlo? Su rostro era siempre impasible aunque sus ojos detonasen otras cosas y fue por ello que mantuvo la mirada lejos de cualquier curioso que sabiendo descifrar el lenguaje del alma pudiese encontrar en ellos la verdad del acto, pecadores si, y no se avergonzaba al respecto.

-izvinite- pronuncio al pasar a un lado de la mujer porque de decir más nada en su boca estaría la negación de lo que el vampiro decía y aquella única unión de silabas fue pronunciada con tal maestría que quizás pudiese engañar a oídos de conocedor aunque sus aspectos eran tan diferentes que uno podia dudar con facilidad el lazo sanguíneo y en efecto existía y uno más fuerte que el de hermandad–lamento que nada hubiese salido como lo planeaste- susurro una vez alejados del gentío, porque el al contrario de Soren no mucho podia perder ¿llegaría una horda de gente embravecida con trinches y antorchas a su piso? Lo dudaba en demasía.
Por el contrario el vampiro tenia un trabajo estable, una reputación frente a los estudiantes y el director que cuidar ¡gracias a Dios no habia pedido el trabajo en la biblioteca! ¿Gracias a Dios? Ni a Dios ni al destino pues ellos nada tenían que ver.

Observo el suelo bajo sus pies con fijeza unos instantes para seguidamente observar al vampiro -¿A dónde iremos?- le cuestiono en voz baja como si el viento mismo pudiese escuchar y volar sus palabras hasta oídos de la gitana aquella de hirientes palabras ¿A dónde vamos? Porque se negaba a dar la noche por sentada, se negaba a dejarlo todo así.

-Una vez más vuelvo a equivocarme – Murmuró cuando ya se habían alejado de los gitanos y comerciantes, ahora atravesaban una calle más bien solitaria y entraban en un barrio, algunas casas aún tenían encendidas las velas y el reflejo podía apreciarse desde las ventanas, otras yacían apagadas, Soren se detuvo en un callejón oscuro y silencioso, entonces se recostó en la pared, manchándose el elegante saco que había conseguido para la ocasión. ¿Habría notado Anuar que se había cortado el cabello para verse más atractivo? ¿Se habría fijado en su ropa?. Soren reparó en Anuar y notó que ciertamente lucía distinto, pero no le sorprendió mucho, debido a que en silencio, durante todos esos días le había contemplado y de alguna forma le había visto ya con el flequillo más corto.

-No se a donde vamos – Comentó con expresión ausente y no estaba pensando precisamente en el lugar 'físico' al que irían después, pensaba en ellos dos y en la relación – No se... en que estaba pensando, lo siento... me he comportado estúpidamente – Agregó, su expresión ahora era demasiado tranquila, no parecía la expresión de una persona que había sido rechazada, su mente había bloqueado sus emociones en un mecanismo de defensa y simplemente no era capaz de mostrar sus sentimientos en ese momento.

-Esperé este día con ansias, deseaba volver a hablar contigo y contarte mil cosas... pero justo ahora... duele tanto que ni siquiera puedo pensar correctamente – Explicó y se llevó ambas manos a la cabeza, sus dedos se metieron dentro de su cabello - ¿Haz notado que me he cortado el cabello? Me lo han arreglado un poco... para que luciera perfecto – Sonrió, una sonrisa inapropiada debido a la situación – Justo ahora... quisiera poder hablar con Anuar mi mejor amigo y no con Anuar...mi amante -

Se quedó callado unos segundos, con la mirada en sus botas perfectamente lustradas, nunca más volvería a vestir unas botas tan bonitas, no tendría motivos. - Creí que hacía lo correcto... quería mostrarte a ti y a mi mismo, que tenía la confianza suficiente para afrontar esto y pedirte que fueras mi compañero para el resto de la vida... estaba tan seguro... tan decidido y entonces... has dicho que 'no' sin pensarlo tan siquiera unos instantes, un 'no' sin vacilación... - La voz se le quebró y le tembló, pero la mirada seguía perdida en los zapatos o quien sabe en donde – Estaba tan seguro... ahora... siento que he vuelto al mismo punto de partida, a la misma inseguridad y tengo rabia y duele y quiero gritar y duele y quiero...- Alzó las manos y simuló ahorcar a alguien imaginario con ellas – Quiero matar... siento que vuelvo al principio...-

Le siguió por entre los callejones observando su espalda con seriedad y analizando cada parte de su cuerpo, sus hombros no anchos en demasía y sus caderas no mayores, las piernas largas como dos hilachos sobresalientes de su saco, el cabello que antes le lucia como un arbusto dorado estaba ahora en orden y forma, los zapatos no alcanzaba a verlos con claridad porque al ir detrás de el solo su dorso era apreciable, y de pronto se le antojo rodearlo con sus brazos para perderse en el limite que los separaba a ambos porque a veces le gustaba pensar que eran dos piezas de rompecabezas que embonaban a la perfeccion y con maestría, dos piezas únicas.

-pero somos el mismo…lo lamento- susurro con el tangible dolor y desesperación en el rostro compungido, se acerco a el sujetando sus manos alzadas al aire, apretando un cuello inexistente, arrebatando una vida no dada y quizás con el tiempo lograría comprender y de no comprender la culpa seria suya y el olvido también, el recuerdo tortuoso de aquella relación y aquel amor porque en sus labios se había encontrado la condena y la negación, la negación quizás a la felicidad y el acierto de la catástrofe.

Sujeto sus manos y las llevo hasta su cuello, apretándolas ahí donde se encontraba su pulso y su tranquea, apretándolas ahí donde podría matarle –no mataras a nadie…porque nadie es culpable de esto más que yo- asevero observándole con una seriedad impropia en cualquier persona que demostrase lo que con palabras y actos le indicaba aunque de una forma sutil y quizás así, mas abrumante. Apretó sus manos sobre su cuello hasta que su piel comenzó a arder –y si el culpable soy yo la pena deberá serlo también- pues no sabia que clase de estragos le haría sufrir su conciencia si llegaba a descubrir que un inocente sufria por su culpa, aquel pequeño habría podido perecer aquella misma noche, aquel pequeño, un niño, apretó aun más.

-no has superado entonces tus inseguridades…quizá si aprietas mas logres terminarlas- le ofreció con severidad porque desconocía ya cualquier otra acción viable para de sobrepasar aquel bache ¿bache? No, le parecía que entraban a una zanja de la cual les seria imposible salir y era incapaz de aceptar aquello. Le ofrecía su vida a cambio del perdón.

De todas las actitudes que Anuar podría haber tomado frente a sus palabras, lo que había hecho a continuación era en definitiva lo menos esperado, nunca se imaginó que se vería así mismo con las manos al rededor del cuello de Anuar como si fuera su víctima, como si en realidad deseara matarle. Soren se quedó pasmado escuchando lo que decía, con las manos alrededor de ese delicioso cuello que tanto le apetecía morder y fue justo en ese momento en el que fue evidente las razones por las cuales le quería con locura.

Anuar era valiente y sabía como entregarlo todo sin preocuparse por nada más. Era fiel a sus creencias y pensamientos, tan firme como una columna de cobalto que a pesar de ser golpeada constantemente por las olas del mar, se mantiene perenne con el tiempo.

Tenía que doler para que fuera jodidamente real. Tenía que doler tan espantosamente como le dolía en ese momento, para que pudiera valorar, lo que significaría perder a una persona como él. Y Soren comprendió que pasarían otros 200 años o quizás medio siglo, para que el destino volviera a poner en su camino una persona como él.

Tenía que doler.

Sin aflojar el agarre que el mismo Anuar se había auto impuesto en su cuello, Soren le atrajo hacía si mismo, hasta que sus narices casi se rozaron en la penumbra y mientras tanto, un gato pardo y atigrado, atravesó el callejón maullando tranquilamente.

- De lo único que estoy seguro... es que no quiero perderte – Murmuró sin soltarle del cuello – Podrá doler como mil estacas, podré odiar al amor por hacerme sentir así... pero nunca podría hacerte daño físico, no me lo perdonaría...eres demasiado importante -

Apoyo su frente sobre la ajena rozándole con suavidad cuando sus alientos se mezclaron en el aire ascendiendo como columnas de terso humo incoloro al cielo, para fundirse con la atmosfera que invisible se cernía entorno a ellos, fusionándose con todo lo demás para volverse nada, porque al otorgar se quedaba sin nada –preferiría que mi cuerpo pagase las consecuencias antes de que mi alma quede sin nada- susurro llevando sus manos hasta su rostro, rozando sus mejillas con delicadeza mas con aquel tacto áspero y más bien masculinizado.

-no me vas a perder…no importa que…que lo prometo- susurro cerca de su oído, rozando con sus labios su mejilla sin atreverse aun asi y a besarle ¿y si los gitanos y vendedores les habían seguido en silencio? Si les volvían a ver besarse no abria duda su relación mucho menos en un lugar como aquel, resguardados por el manto nocturno y el dios de las pesadillas, aquellas que solian esconderse bajo las camas y tras las cortinas, aguardando pacientemente al borde de la cama, como figuras de humo y centinelas.

-si no logras apretar mi cuello…no aprietes el de nadie mas- le pidió y aquello sono mas como una suplica y un ruego ¿Cómo vivir con dos muertes en su conciencia? Y dos mas atribuidas a su falta de coraje, dos muertes que bien pudiendo no ser en su memoria lo era, porque para todos sus conocidos estaban sepultadas y olvidadas, olvidadas –porque en ellos no encontraras la satisfacción, y el dia que te artes…aprieta- besase pues sus labios con abrumante lentitud y delicadeza, porque aquellos no habían perdido su fino tacto como sus manos lo habían hecho ya.

-no ha sido mi intención herirte…jamás lo ha sido- asevero apoyando sus manos en los costados del vampiro, le parecía que su cuerpo lucia ahora en mejor condición, con unos brazos mas anchos y un rostro menos sumido, comenzaba a comer mejor y ganar masa –no espero que comprendas porque ni yo lo hago bien…porque te amo fue mi respuesta…y porque te amo decido quedarme.

Conforme el rostro de Anuar se fue acercando al suyo, fue inevitable que el del vampiro se fuera tornando colorado, a pesar del tiempo y de lo que uno podría pensar, nunca se acostumbraría a su cercanía y siempre sus mejillas se volverían rojas, sintió el toque de sus manos y descubrió en ellas una aspereza que no había sentido antes, sus manos ya no eran delicadas como las de una mujer, ahora se sentían diferentes, una sensación extraña que no le disgustó.

Escuchó las palabras de Anuar, haciendo un gran esfuerzo por comprender, luchando interiormente por mantenerse cuerdo y tranquilo, aunque en su interior todo le impulsase a saltar al techo más cercano y olvidarse de todo prejuicio moral y ético, para correr libre por los tejados y asesinar, como debía ser para todos los vampiros. Olvidar lo que había ocurrido esa noche, era mucho más fácil (y naturalmente muy tentador) que quedarse allí escuchando las palabras del humano causante de ese dolor.

¿Le estaba pidiendo que no asesinara a nadie? ¿Era una nueva promesa que debía cumplir? Se preguntó aún en silencio, interpretando aquello como una condición, no le perdería, pero entonces no debía matar a nadie. En el momento no le pareció tan… difícil, porque Soren había logrado controlar exitosamente sus impulsos asesinos durante mucho tiempo, se había vuelto parte de su filosofía de vida, sin embargo el instinto siempre estaba presente, debía tener más cuidado si no quería perder a Anuar. Asintió con la cabeza – No lo haré… lo prometo – Murmuró.

Cerró los ojos perdiéndose en ese beso que aunque no había sido el primero de la noche, si fue le primero que pudo disfrutar conscientemente y fue como si aquel beso iniciara el hechizo que invalidaba todo lo demás, el dolor, la rabia, la humillación fueron remplazados por una apacible sensación de paz. En los labios de ese chico, el mundo se desmaterializaba para que sólo su sabor fuera lo importante. Las piernas se le volvieron de mantequilla y le temblaron ligéramente.

- No comprendo… en realidad no comprendo… - Susurró entre sus labios – Pero, mientras me beses así… me da igual – Agregó

Sonrió torpemente contra sus labios bajando hasta llegar a su cuello, rozando con la punta de su poco afilada nariz aquella zona de delgada piel y sobresaliente hueso –quizás nunca logremos comprenderlo- asevero en voz baja y con tranquilidad, besando repetidas veces aquella zona erógena–quizás asi deba ser- susurró y apoyo su mejilla sobre el hombro ajeno, observando la nada misma, aquella masa sempiterna que existiría hasta el fin de los tiempos y quizás venia de tiempo aun mas remotos que el mesías y la inundación.

-de igual forma creo que ya estamos casados, no siempre hace falta decirlo o pedirlo para que exista- estrecho su cuerpo contra el ajeno, recargándose en el con suavidad porque la lejanía le habia atormentado por tres meses y ahora que le tenia cerca no podia evitar quererle sentir cerca. Si su cuerpo parecía haberse desacostumbrado a su cercanía en tres meses en menos aun de algunas horas le anhelaba nuevamente, de aquella forma malsana y no por ello lujuriosa, porque ahora se le antojaba mas pasar el resto de la noche abrazado a el que cometer cualquier injurio o pecado, sentir aquel corazón muerto contra su pecho, escucharle latir silencioso.

Alzo su rostro nuevamente observando su rostro con detenimiento, maleando su cabello con sus manos, dándole terminaciones en punta, ondulándolo de un lado a otro, haciendo tirabuzones con sus dedos, estirándolo y encogiéndolo –te lo han dejado bastante bien- susurro acomodando también sus gafas sin dejar de apoyar su torso contra su cuerpo. Se lamentaba por haberle causado tanto dolor mas ya no podía dar marcha atrás sino solo, intentar remediar su error con aquella clase de regalos que Soren le había otorgado en tantas ocasiones aunque en su caso era bastante mas difícil ¿Qué sabia hacer el? Cocinar no era ni seria jamás su fuerte, el dinero le escaseaba y los lugares públicos parecían estar ahora vetados de su itinerario.

-podemos ir a mi piso…podemos hablar con calma ahí sin preocuparnos de que alguien nos vea- asevero en voz baja, como si mas nadie debiese saber a donde se dirigían, ni el mismo viento conocedor de todo, ni las paredes ni los suelos, ellos dos y nadie mas que ellos dos.

- ¿Tu crees? – Preguntó entonces, parpadeando rápidamente cuando Anuar había dicho que no necesitaban decirlo, para ya estar casados. – Pero…en los libros… - Insistió Soren, colorado hasta las orejas, avergonzado de tener que recurrir siempre al mismo referente – Siempre el hombre debe hacer oficiales las cosas… y es… romántico – Explicó, Soren pensaba que quienes escribían dichas novelas eran expertos en el campo del amor y podían dar buenos consejos. Cierto era que Anuar no era una mujer, quizás su error era esperar que reaccionara como una y esperar que le agradaran las cosas que a una mujer agradarían, como el ‘romántico’ acto que acababa de cometer.

El roce de sus labios en su cuello, le hicieron derretir la mantequilla que ahora tenía por pies y sus manos tuvieron que agarrarse a la cintura del pintor para no caer diluido por completo. Abrió los labios tenuemente para decir algo, pero no dijo nada y prefirió callar, no fuera que Anuar le malinterpretara.

- Mañana… volverá a estar igual – Le explicó sintiéndose más calmado, comenzaba a ver las cosas de otra perspectiva lentamente o quizás sólo se había resignado, de cualquier forma se sentía un poco mejor – Siempre que me despierto al ocultarse el sol, luzco exactamente igual a como morí… así que siempre debo afeitarme y bueno… hoy intenté cortando un poco el cabello –

La invitación al piso le hizo dudar. Aún cuando estuviese sintiendo todas esas cosas, el dudó, tuvo miedo de volver a caer, entregarse una vez más al vacío sin saber lo que iba a suceder. Se mordió los labios nerviosamente, ¿Cómo habría actuado otra persona? Seguramente estaría ofendido y se negaría a hacer lo que le pedía, se alejaría aunque fuera esa noche, le odiaría, pero Soren no podía evitarlo, el hechizo ya había caído sobre él, ya no había forma de contrarrestarlo.

- Esta bien… vamos – Murmuró, sintiendo que la fuerza volvía a sus piernas, alzando la vista hacía el techo - ¿Por la vía tradicional o por la rápida? – Preguntó.

(( Me gustan todos tus posts, últimamente haces metáforas preciosas y descripciones exquisitas que casi se disuelven como chocolate en mis ojos, creo que terminaré poniendote + en todos los temas ;0; ))

En los libros ¡en los libros! Juraba que la próxima vez que le escuchase decir que sus afirmaciones se debían a aquellos seres de tinta y hojas, juraba que la próxima vez que su relación se basase en aquellas historias de hombres y amores, juraba que quemaría todos aquellos libros que hablasen del amor, porque le amor de aquellos libros no era como el propio no lo era y jamás lo seria, porque todos aquellos libros de amor en que su relación pudiese verse plasmada eran abandonados y escondidos en bóvedas del averno, aguardando cualquier descuido para ser erradicados de la faz de la tierra, libros escritos por herejes y pecadores.

-¿Qué no somos los dos hombres? Nadie ha dicho que no hubiese sido asi…creo que seria inútil intentar explicarte ¿cierto? Lo que diga quedara escondido bajo la sombra de tus dioses los libros- susurro bajando la mirada para toparse con aquellos lustrados zapatos, resplandecían como boquitas cromadas de escopeta, como aquella que había visto entre la negrura del grajero de antaño, aquella ocasión en que había escuchado gritar en unisonó a los animales, clamando la libertad de unos cuantos, entonando el gozo y derroche del alma porque en aquel instante le había parecido haber podido entender su lengua.

-de igual forma luces bien ¿sabes? Me gusta largo porque me recuerda al trigo- le confesó encogiéndose de hombros quizás el pudiese decir lo mismo, quizás prefería su cabello como hebras de fuego y sus manos delicadas como las de una mujer, quizás prefería su cuerpo escualito y mejillas hundidas, con sendas ojeras trazadas como líneas azulosas –podríamos probarte estilos diferentes cada noche- asevero sonriendo de medio lado, podría estarse equivocando al pensar en un futuro cercano, al estar asegurando que seguirían juntos.

-¿Cuál prefieres tu? Si tienes ánimos podríamos tomar la rápida- susurro porque no con frecuencia solía proponer dicha opción más en aquellos instantes anhelaba sentirle cerca pues aun y al embonar sus cuerpos una barrera invisible parecía separarlos, quizás nunca lograría perdonarle del todo y aquello no sería sino su culpa y exclusivamente su culpa. Se cuestiono entonces como una pregunta elegida por su mente al azar si planeaba entregarle alguna argolla o algun parecido y sonrio ante la idea, porque la gente preguntaría al andar y el contestaría que estaba casado ¿con quien? Aquello seria un secreto que guardaría celosamente.

{Gracias! no importa que no los macies {+} con saber que te gustan me conformo =)}

Soren reprimió un 'lo siento' que ya iba a salir de sus labios cuando Anuar le reprochó y llamó 'dioses' a sus libros, sintió la molestia del chico, ahora que compartían la sangre gracias al pacto, podía asimilar con claridad sus estados de ánimo, así no comprendiera muy bien sus causas, podía sentir sus emociones y sentimientos muy claramente, casi como si fueran suyos. Prefirió mantenerse callado, pues no quería discutir al respecto, para él los libros eran una fuente incalculable de sabiduría y no le apetecía en ese momento explicar sus razones para pensar de esa manera.

-Gracias – Comentó cuando Anuar le hizo el cumplido y una tímida sonrisa se dibujó en su rostro, quizás la primera sonrisa sincera y real de lo que llevaba esa noche – Tu también luces diferente, ya lo había notado, pero no había tenido oportunidad de mencionarlo – Le reparó con disimulo de arriba a abajo, notando que su contextura era mucho más gruesa, se notaba no sólo en sus hombros más anchos, sino también en su cuello y contorno del rostro – Has comido bien en mi ausencia ¿eh? Eso me gusta – Se llevó una mano a su cabello y metió sus dedos allí, algunos mechones aún estaban enrredados tal y como Anuar los había dejado, volvió a sonreír – Será divertido probar diferentes estilos... que lástima que no pueda verme en el espejo-

-Está bien – Concluyó y sin darle más vueltas al asunto, el vampiro bordeó al joven por la cintura, una cintura que se le antojó menos curveada y más masculina y con tomando impulso, dio un tremendo salto para terminar en la cornisa de un techo cercano. - ¿Cuantas veces hemos volado por los techos juntos? - Preguntó al aire, sin esperar realmente una respuesta – Sujétate bien – Le pidió y comenzó a correr agilmente como un gato por las tejas cuya nieve había comenzado a derretirse gracias a los vestigios de la incipiente primavera que se acercaba.

Corrió y corrió atravesando parte de la ciudad hasta los barrios más marginales y pobres, el olor de un mendigo llamó su atención y giró su cabeza en dirección a una callejuela bajo él, si tenía oportunidad saldría a beber hacía la madrugada, con tantos nervios y preparación para esa noche, había olvidado alimentarse y llevaba 3 días desde la última vez.

10 Minutos después el edificio donde vivía Anuar se alzó en la penumbra como un gigantesco monstruo medio muerto. Soren se deslizó por un callejón posterior al edificio y depositó al pintor en el suelo con suavidad – Me debes 140 francos – Bromeó estirando la mano como si en realidad estuviera cobrándole por el viaje.

-las cosas han cambiado…debía cambiar yo también trabajo ahora de terrestre…el cabello tan largo me sofocaba asi que cortarlo fue el único remedio- susurro encogiéndose de hombros con tranquilidad, porque de lo contrario su apariencia intentaría volverle a tiempos pasados, cuando sus manos aun podían danzar sobre el lienzo y de sus labios escapaba prosa ¿estaba perdiendo acaso su capacidad de crear? Su artista se estaba muriendo, su pintor estaba en decadencia.

Comer mejor, si mas por necesidad y no placer su cuerpo desfallecía los primeros días de trabajo después del medio dia, el cansancio y el hambre le agobiaban y su cuerpo parecía pertenecer entonces a alguien mas, las fuerzas la abandonaban y como marioneta de nadie habia caído una decena de veces al escenario, su cuerpo lacerado decidia levantarse mas aquella situación no podia proseguir, habia decidido entonces comer aquellas cosas que antes no le apetecían –pero puedo dibujarlos para ti- quizas con ayuda de un cuadernillo y carboncillos porque las pinturas y lienzos le resultaban ahora demasiado onerosos.

Rodeo sus hombros con sus brazos y alzo su cuerpo pues los centímetros que lograba sacarle al vampiro le parecían producir un incomodo roce que los suelos o en aquel caso techos y cornisas. Apoyo su mejilla contra su sien, observando el espectáculo nocturno que ante el tenia lugar, porque como ser invisible podia presenciar las demás creaturas que llevaban una vida nocturna y ellos a su vez no podían de igual forma observarle. Aquella vez el viaje se sintió diferente, la altura no le incomodo y los sentidos no le fallaron, escuchaba el silbante aire susurrarle cosas al oído y ansió en lo profundo de su ser poder comprender aquella lengua olvidada ya en antaño y recordada solo quizás por los monjes budistas , ninfas y elfos que solo en cuentos podrían existir.

Conto mentalmente la cantidad de veces que en sus brazos habia yacido y por mas que intentaba dos de ellas no lograba recordar, la primera de aquella noche de verano calurosa, en que habia presenciado por vez primera el rostro de la muerte y habia tenido aspecto de animal y humano, aquella ocasión en que comprendió que las historias de su infancia no eran solo cuentos para atemorizar sus sueños. La segunda ocasionada por aquella mordida involuntaria recordaba mas una que otra, mas las dos habían tenido lugar.

-quizas no tantas como me gustaría recordar- susurro con parsimonia porque si contaba los meses y semanas de ausencia quizas podrían competir con los días y meses compartidos y el tiempo cobraba ofrenda, la muerte seria su aliada final. Aprecio la esencia de la noche en silencio, solo con el viento zumbando en sus oídos, mofándose quizas de el, contándole secretos y verdades, ensueños y utopias. El viento se mofaba de el y nisiquiera podia asegurar aquello.

Soltó el cuerpo ajeno observándole con el rostro virado –tu me debes mas de diez centenas de besos- sonrió sujetando la mano que mantenía estirada para adentrarse en el edificio carcomido y erosionado por los años, la escalinata estaba cada dia mas falta de escalones, con piedras por aquí y por alla y un fuerte olor a suciedad en el primer piso porque algún grupo de nómadas había decidido pasar hay las anteriores noches.

Tres meses de lejanía y aun asi no estaba seguro de querer cuestionar respecto a nada, si algo alzaba su curiosidad era el hecho del motivo exacto en que su decisión habia sido tomada, más no se atrevía a cuestionarle aquello. Y mientras subia algo cayo, algo se habia zafado del bolsillo del joven humano y rodo escalones abajo, palpo sus pertenencias a tientas “sana toda herida del corazón”

¿Trabajando de terrestre? Se Preguntó mientras subían las escaleras hasta el piso de Anuar, el vampiro apoyó su mano en el barandal y acarició la textura metálica conforme subían, había estado 'espiandole' de noche, pero naturalmente no podía hacerlo de día así que no sabía de sus actividades laborales. Se detuvo frente a la puerta del chico y giró su rostro porque le pareció escuchar que algo caía por las escaleras, pero lo único que encontró fueron los vacíos peldaños y por supuesto al humano tras de si.

-Los has contado – Murmuró con una sonrisa y se extrañó de poder sonreír con naturalidad y facilidad luego de lo ocurrido esa noche, de hecho le sorprendían muchas cosas, entre ellas, el hecho de seguir a su lado, era impropio de Soren estar ahí en ese momento, el Soren de antaño, habría huido para nunca volver. - Has contado los besos... - Agregó por lo bajo, recordando lo que habían acordado en la cabaña sobre la cuota de besos diarios que debían darse.

Entró en el piso de Anuar con paso indeciso, demasiados recuerdos llegaban a su mente al contemplar la sala ahora vacía de cuadros, paseó su mirada por todo el lugar y entonces vio la caja musical en la esquina y el lienzo aún cubierto y envuelto.

Aún no lo ha abierto.

Un escalofrío nauseabundo recorrió su cuerpo en cuestión de segundos y se llevó las manos a los bolsillos en un signo de protección a si mismo, la efímera sensación de paz que había sentido minutos atrás mientras llegaban al lugar se disolvió de inmediato al contemplar el cuadro que al parecer, Anuar no había visto aún.

- Tenemos que hablar... realmente no puedo...seguir fingiendo que esta bien, porque no lo está – Dijo al fin girándose para encarar al humano - ¿Porque no abriste el regalo? - Comenzó con una voz calmada, pero al mismo tiempo demandante, sus ojos volvían a transmitir la tristeza de minutos antes, la que se había podido apreciar en el teatro.

(( He escrito que Soren entró en el piso de Anuar, para ahorrar tiempo y no tener que esperar a q respondieras diciendo que entraban de todas formas lol ))

-fingir- repitió con un obvio tono de molestia ¿por qué habría de fingir? El no lo hacia ni esperaba que el vampiro lo hiciese y mas sin embargo se encontraba ahí, frente a el, y dicha palabra habia manado de sus labios como un fantasma desvaneciente, le hubiese gustado volverse sordo, ciego y mudo en aquel instante, le hubiese gusto volverse polvo y volarse con su aliento más aquellas cosas eran improbables, hechos basados en libros, aquellos a los cuales sentía ahora aberrar no aquellos de conocimientos y descubrimientos sino los de romance y aventuras, por pintar un mundo demasiado perfecto o quizas en defecto un mundo fatalista. Porque el hombre jamás se encontraba en paz con su realidad.

-porque tenía miedo- contesto escupiendo las palabras a su rostro ¿Qué explicaciones debía darle? ¿le explicaría acaso el el motivo de su inseguridad y desconfianza? Porque aunque no lograba comprenderlas no pedía mayores explicaciones –no quería saber que habia debajo porque no quería que algun regalo pudiese cambiar mi criterio ¿y si era malo? ¿y si no era lo que esperaba? ¿Qué si era perfecto?...preferí no averiguarlo- observo por unos instantes aquellos profundos ojos en los que se le antojo ahogarse mas al ser de hielo le resulto imposible hacerlo y la frialdad se coló bajo su piel acogiendo a su corazón en una cuna de nieve y ventosa.

-y al no averiguarlo te has ofendido…- susurro bufando notoriamente ante aquel enfrentamiento de ideales. Quizás resultaban demasiado contradictorios para poder completarse porque habían diferencias que jamás podrían acoplarse y en la incertidumbre creció el temor, el temor a perderle y junto con ello la molestia ¿qué si no eran su culpa todos esos problemas? ¿qué si si lo eran?

-quiero que me digas…de frente toda la verdad, si algo te molesta gritarlo, si me quieres alejar empújame, si no me quieres ver mas aléjate…pero dime la verdad, no quiero que sigas fingiendo porque en mentiras no se basa una relación- planto ambos pies en el suelo y aun con el impulso de cruzarse de brazos no lo hizo porque aquello seria cerrarse a la inminente realidad. Relamió sus labios entrecerrando los parpados, como si con ello pudiese hacer menor el impacto que sus posibles palabras o silencio pudiesen hacer en el.

Escuchó con atención a lo que decía y le pareció bastante lógico y comprensible. Que alivio era poder entender algo en esa confusa noche. Aunque podía sentir más clara que nunca la tensión en el aire y la molestia en Anuar, comprender los motivos de Anuar de algún modo le tranquilizaba.

- No me has ofendido - Le aclaró, desviándo la mirada hacía el suelo, ahora que estaban en el apartamento se sentía mucho más cómodo que afuera, el beso quel e había dado había sido sumamente inapropiado, ahora por lo menos no necesitaba preocuparse por terceros y podría enfocar su atención sólo en Anuar - Sólo estoy confundido y... me aterra no comprender las cosas, decir algo y no saber si esta bien o no... - Le explicó y con la petición de Anuar, sintió un nuevo revoltijo en su interior.

- Estoy de acuerdo - Murmuró con cara y actitud de niño regañado por su padre, con la mirada fija en la punta de sus lustradas botas de cuero - No quiero mentiras entre nosotros, tampoco quiero fingir nada... porque eres la única persona con la que no quisiera tener que fingir, cuando estoy contigo, puedo ser quien soy ¿verdad? - Preguntó, aunque ya conocía de antemano la respuesta, sabía o por lo menos 'sentía' que con él podía ser 100% sincero todo el tiempo.

El vampiro caminó hacía él y le tomó de la mano, para conducirlo hasta un sofá polvoriento y de apariencia vieja. Le parecía bastante incómodo estar todo el tiempo hablando de pie, en posición de ataque, como si estuvieran luchando por tener la razón o algo parecido. Se sentó en el sofá, intentando de alguna manera, destruir la barrera invisible entre ambos. Cuando le pareció que ambos estaban más cómodos cerró los ojos para hablar.

- Estoy triste - Declaró con los ojos cerrados, colocando las manos sobre sus piernas, entrelazando los dedos - Realmente deseaba escuchar una aceptación a mi propuesta - Le confesó y abrió los ojos para fijarlos en sus manos - Me duele haber sido rechazado así porque creí que... habías dejado de quererme en estos 3 meses que no hemos compartido... pensé que, tus sentimientos habían cambiado y eso me aterró muchisimo... yo estaba pensando en compartir mi eternidad contigo... de ahí que te hubiese propuesto casarnos... se que no podríamos ir una iglesia y llevar a cabo los tradicionales rituales, en realidad no estaba pensando en eso - Hizo una pausa buscando más fuerzas para seguir hablando y tuvo la impresión de que la voz se le volvía cada vez más chiquitita - Yo estaba pensando en...unirnos para siempre, algo simbólico y bonito, pensé que te agradaría -

¿Había acaso dos respuestas a aquella pregunta? Porque de ser un no la relación misma le parecía obsoleta, si Soren decidía no ser quien realmente era se había enamorado entonces de una falacia, de una ficción y un engaño y como en toda buena obra el telón debía caer al final y descubriría entonces la máscara que ambos se habían puesto y que la venda estaba más ajustada de lo debido. Le aterro pensar que alguna experiencia vivida podría no haber sido más que una buena actuación, temió haber sido espectador de una vida ajena.

Se dejo guiar al sofá, aquel polvoriento y descuidado que jamás había llegado a usar, o por lo menos así le parecía. Le escucho rechinar ante su peso y la incomodes no tardo en abrirse camino, los resortes empujando su piel, la tela ensuciando sus prendas. Estaba triste, había deseado un sí, le dolía el rechazó, aquellas eran cosas que sin decir nada quedaban claras, deseaba escuchar por otro lado esos sentimientos que no lograba descifrar en sus pupilas, aquellos sentimientos en que sus inicios quedaban borrosos.

-no puedo asegurarte que no han cambiado, por la espera fue agonizante, una semana o tres meses, una vida o unos años…dormir cada noche anhelando que entraras por la ventana y me dijeras que todo estaba bien…no saber aun así si decidirías volver o cuando lograrías superarlo , no saber…no saber- susurro y creyó comprender entonces la verdad de aquella petición. Porque para un humano como el casarse imponía sortijas y juramentos, implicaba aceptar una vida de compañía y no había pensado que aquella vida no seria una humana.

“Debes preguntarle…”

Reprimió el impulso de abalanzar su cabeza contra la pared, porque resultaba perturbante la forma tan literaria en que solía captar las palabras, solo en versos y prosas su imaginación se permitía idear un sentido connotativo. Sujeto su mentón entre sus dedos, el pulgar sobre la barbilla y el índice bajo la misma, obligándole así a observarle porque aunque no comprendía del todo el lenguaje de las miradas sentía que era correcto observarlo.

-¿te referías tu a una conversión? – le cuestiono sin encontrar una forma con que llamar a aquel cambio que si bien pensado y analizado infinidad de veces no lograba aun definir su postura ante el algunas veces le parecía la única salvación a aquel sublime amor otras le parecía la condena mas diabólica que alguien podría hacer ¿y Angeliqué? Tendría entonces que verle envejecer y fallecer y pasaría igual con todas aquellas personas que conocía porque el tiempo no se detenía aunque y por otro lado una vida le resultaba corta, cincuenta años y no mas y llevaba ya casi la mitad, eso si ninguna extraña enfermedad decidia residir en su cuerpo y hacerlo cultivo de virulentos seres . Podria entonces perecer en cuestión de días y el tiempo era algo tan variante que le aterraba pensar en ello.

Al escuchar a Anuar hablar sobre el tiempo que había pasado esperando, le hizo notar lo egoísta que en el fondo había sido. Casi siempre era fácil juzgar al otro cuando uno no se ponía en sus zapatos y no se interesaba por comprender que pasaba por su mente o por su corazón, en ese momento, se dio cuenta, lo difícil había sido para Anuar y lo egoísta de su parte, obligarle a esperarle sin tener seguridad de que volvería o no y sin especificar un tiempo de regreso. ¿Cómo se habría sentido Soren si hubiese estado en su lugar? Si hubiera sido Anuar quien le hubiese pedido esperarle mientras desaparecía sin dejar rastro?

El vampiro empuñó las manos, decepcionado de si mismo, molesto ante el hecho de que había lastimado algo que supuestamente quería. Anuar seguramente habría dicho que si , de habérselo pedido de otra manera. Quizás simplemente había apresurado las cosas.

Vampiro tonto y torpe.

Entonces su rostro se giró hacía el del humano, guiado por su mano y se enfrentó por primera vez a esos soles dorados que tenía por ojos. Y ante su pregunta, sus mejillas se encendieron en carmesí una vez más, manchando la palidez que generalmente las cubría, otorgándoles una vida que por derecho no le pertenecía. – Si – Dijo simplemente.

- Al principio… no lo tuve muy claro – Continuó diciendo luego de una pausa – Quiero decir… sentía que quería estar contigo… no dudaba de mis sentimientos… ese no era el problema – Le explicó manteniendo la mirada fija en los ojos del humano, de alguna manera sentía que debía mantener aquella invisible conexión – El problema era que temía que apareciera una persona mucho mejor y decidieras irte… por eso quería convertirme en una mejor persona… alguien de quien estuvieses orgulloso, no quería estar celoso cada que no estuvieras conmigo, no quería ser alguien posesivo que pretendiera consumir todo tu tiempo y libertad… por eso me fui –

Se inclinó levemente, acercando su rostro al de él, para permitirse robar un beso rápido de sus labios, como si aquello fuera ilícito, como un ladronzuelo descarado – Siento mucho haberte hecho esperar… no había pensado en lo difícil que podría ser… creo que me he precipitado al pedírtelo así de repente… pero estaba tan nervioso… - Sonrió avergonzado de su propia torpeza – Nunca aprenderé a hacer bien estas cosas… -

-siempre habrá personas mejores y peores- asevero sonriendo de medio lado porque la inseguridad radicaba en su propia persona, en la agonía de desconocer la fidelidad de su corazón aunque este estuviese atado al vampiro con grilletes, no podría asegurar que dicha inseguridad se fuese a esfumar porque ¿Qué podía hacer el para ayudarle? Había tenido la oportunidad de yacer con una mujer y había decidido negarse, había tenido la oportunidad de besar unos labios anhelados y sin embargo se había negado porque le amaba, y perderlo no era una opción, por lo menos no por su causa.

-pero te e elegido a ti entre todas…deberías confiar en mi, no te voy a traicionar- asevero en voz baja porque ¿Cómo perdonarse a si mismo herir a la persona que más le importaba? Ni pensarlo. Pensaba que el problema del vampiro radicaba en no haber hecho todo aquello por si mismo sino por la dicha y quizás difusa relación. Porque quizás si el hubiese decidido cambiar por su bien habría llegado con seguridad y aun al recibir un no por respuesta sus ánimos no se hubiesen visto ultrajados ni su alegría ofuscada.

-¿y crees que a valido la pena?...me refiero ¿crees que este tiempo separados te ha dejado realmente algo bueno?- le cuestiono porque no podía evitar sentir que el mismo no había aprendido en demasía y más aun la vida le había sofocado con exigencias y superaciones que nunca antes se le habían presentado. Se había dislocado el hombro uno de los primeros días cargado cajas, una centena de astillas le habían penetrado la piel y sin embargo se sentía conforme de ganar su propio dinero, de saber de su cuerpo una utilidad.

Cerro los parpados dejándose deleitar con aquel inexistente sabor de sus labios y aquella frialdad que le hacía cuestionar en ocasiones sino estaba enamorado de una figura de alabastro. Inclino su cuerpo hacia el vampiro rodeando su cuello con sus brazos, embriagándose en el aroma de sus cabellos –no te preocupes- susurro aferrándose a sus ropas a la par que su nariz se refugiaba en su cuello –lo mejor que puedas será siempre suficiente- beso con rapidez su mejilla, un poco mas atrás alla donde la carne comenzaba a cubrirse con trigo.

-se que fue difícil para ti también…el mismo vampiro que se aterraba al principio de aceptar todo esto, el mismo que pretendía dejarme fuera de aquí- apoyo su mano sobre su pecho, donde debía estar su corazón-…gracias- susurro acurrucándose en el. Le agradecía y no precisamente por haber cometido aquel acto aunque la valentía era también de agradecerse –cuando pensé en casarnos, me imagine un par de sortijas…jamás me imagine a que te referías con ello- y rio por lo bajo, por la torpeza de ambos.