Las cosas que no se pueden explicar con palabras [Anuar]

Recuerdo del primer mensaje :

Habían pasado casi tres meses. Aquel era el día 89 y aunque para el vampiro fuese una cantidad pequeña, le daba la impresión de que hubieran pasado décadas sin verle. Nunca se imaginó que llegaría a añorar tanto la compañía de una persona, desde siempre había estado con Erkki y aunque había sido su único amigo (o al menos lo más cercano a uno que podría tener), si su mentor no estaba cerca, no sentía la necesidad de buscarle, no le hacía falta verlo con frecuencia y no le preocupaba el hecho de que pasaran años entre una visita a otra.

Quizás era la diferencia de tiempos lo que lo hacía tan diferente, la posibilidad de que Anuar pudiese morir, el hecho de que se hacía viejo y que sus metabolismos iban a diferentes velocidades, de cualquier modo, aquella noche, la número 89 de esa larga espera, Soren se encontraba sentado en el borde del techo del edificio donde vivía Anuar. Eran casi las 5 y el sol saldría muy pronto, el vampiro había esperado pacientemente que su presa se fuera a dormir y cuando estuvo completamente seguro de que el pintor estaba profundamente perdido en el mundo de morfeo, se deslizó como una silenciosa serpiente por la pared, hasta alcanzar su piso y se introdujo por una de las ventanas rotas.

Caminó por la sala, sus pies apenas si se sintieron en la madera vieja, porque un depredador por excelencia era experto en pasar desapercibido, en no dejar rastro de si mismo sin importar la situación. Y aquella era una importante misión, probablemente la más importante de toda su vida, su cuerpo temblaba conforme dejaba la pequeña caja con una manivela para darle cuerda de metal en una esquina de la sala. Una vez la dejó allí, sacó de su bolsillo derecho una tiza blanca, de las que usaba para escribir en los tableros de la universidad y comenzó a dibujar pequeñas flechas que señalaban la caja, generando un camino a seguir, que atravesaba toda la sala, hasta la habitación donde el chico dormía tranquilamente.

Entrar en el cuarto de Anuar fue más difícil de lo que esperó, verle allí acostado fue aún peor, quiso saltar sobre él y llenarle el rostro de besos, pero se contuvo y se limitó a dibujar más flechas desde su cama hasta la puerta, esperando que cuando se despertara al despuntar el alba, las viera y las siguiera hasta la caja que descansaba en la sala.

De la misma manera silenciosa como había entrado, abandonó el lugar con el corazón antes muerto latiendo imaginariamente como una locomotora imparable en su pecho, regresó a la sala y entonces dejó al lado de la caja un cuadrado de 40cm por 40cm cubierto por cartón, bajo él se escondía un lienzo que le había costado como un demonio pintar y que esperaba pudiera expresar todo lo que él no podía en palabras ni en actos.

Le dio un último vistazo a todo y cuando creyó que estaba de acuerdo a lo planeado, salió con la misma facilidad con la que entró por la ventana y trepó al techo, para después correr tan rápido como podía, pues casi podía sentir los rayos del sol pisándole los talones y amenazándo con quemarle la piel.

(( a este tipo de cajas me refiero: http://image.shutterstock.com/display_pic_with_logo/169/169,1254034229,1/stock-photo-surprise-box-toy-37773526.jpg ))

-¿de qué me serviría un hijo con alguien a quién no amo?...¿no debe ser fruto del amor?-

Definitivamente lo que había dicho era una estupidez pensó el vampiro y se sintió tan avergonzado que deseó salir corriendo de allí, no estaba muy seguro si un hijo debía ser fruto del amor o si debía ser un compromiso social, a lo largo de su vida había visto más ejemplos de hijos como 'compromisos sociales' que fruto del amor, aquello abundaba en los monarcas, nobles y reyes, quienes debían tener hijos para preservar sus linajes reales. Muchos de esos reyes habían llegado a matar inclusive a las madres por dar a luz a una débil e inservible niña y no a un buen varón.

Una vez más Anuar demostraba ser diferente al resto con su peculiar forma de pensar. Soren se mordió el labio inferior y desvió la mirada al suelo, sus manos apretaron la sabana de la cama y la arrugaron entre sus dedos.

-Lamento no poder darte un hijo... lamento... no poder darte la oportunidad de ser padre - Susurró y aunque aquel asunto de tener 'familia' lo habían hablado antaño, en su momento no fue claro y no le expresó lo que sentía – Tu serías... un buen padre – Concluyó pensando en que el rostro de Anuar se deformaría de felicidad al sostener a la criatura en sus brazos, que pasaría tardes enteras jugando con él, enseñándole a pintar y llevándolo a recorrer hermosos lugares bajo el cobijo cálido del sol en verano.

Cosas que, por supuesto el ser perdería. Soren no podría nunca darle una buena vida a una criatura, no podría explicarle el porqué de su existencia nocturna y el gobierno les condenaría por pecadores.

-Supongo... - Musitó ante lo que dijo el chico, quizás tenía razón y debía dejar de soñar tanto y vivir en la realidad ¿Proponer matrimonio a otro hombre también había sido un ideal absurdo? Claro que sí. Acababa de comprobarlo, la imaginación podía llegar a ser peligrosa y escaparse de la realidad para causar estragos.
Aguardó pacientemente para ver su retrato.

-¿cómo puedes lamentarte de las cosas que no puedes darme? Y sin embargo no cuentas aquellas otras que me otorgas- le cuestiono sin realmente estarlo observando porque en aquellos instantes aunque sus labios se movían y sus pensamientos giraban en torno a aquel tema la mayor parte de su atención se encontraba adjunta al cuadro, prensada a el como si de aquello su vida dependiese y esque de no ser asi seguramente trazaría mal alguna línea o sus dedos deformarían el contorno del rostro que con carboncillo se plasmaba ahora en una hoja blancuzca y vieja, en un recuerdo eterno.

-¿buen padre?...temo que no estoy dispuesto a comprobar eso- ¿qué pasaría si su hijo terminaba aberrándole tanto como el aberraba a su padre? ¿y si cometia aquellos mismos errores que le señalaba a su padre? ¿y si le abandonaba cuando ya no pudiese más? Sangre de su sangre, no estaba dispuesto a sentir aquello nuevamente, si en ese seno habia comenzado no planeaba terminar en uno igual. Suspiro ampliamente soltando el carboncillo a un lado de sus piernas, sin importarle si este pudiese o no ensuciar su pantalón o la sabana que cubría con perfección la cama.

Inclinó su cuerpo hacia enfrente, ubicando una de sus manos tras la nuca del vampiro –vives pensando en lo que no puedes darme…¿te has dado cuenta que soy feliz sin ello?- le cuestiono en voz baja, apenas y un susurro audible a la madre luna. Sello los labios ajenos apretando sus labios con suavidad contra aquellos fríos y tersos, aquellos que le llevaban a lugares extintos para la mayoría de las personas, a aquellos sitios de ensueño y felicidad. Viro su rostro con un imperceptible vaivén de sus labios y sonriendo se levanto para depositar entre sus manos aquel retrato que más bien eran un montón de líneas y sombras que en conjunto hacían un rostro enmarcado por unas inmensas gafas negras.

Era una fortuna de que sus papilas gustativas estuvieran muertas y no pudiera percibir el dulce, porque de lo contrario estaría sufriendo de diabetes o alguna otra complicación derivada de la ingestión de cantidades desmesuradas de azúcar. Se quedó en silencio sin saber que decir y sólo atinó a atrapar los labios de Anuar cuando este se acercó a besarle. Cerró los ojos una fracción de segundo para perderse en la sensación y cuando los abrió sólo le sonrió tímidamente ante sus palabras.

Saber que hacía feliz a otra persona que le importaba tanto, le llenaba de gozo y plenitud, pocas cosas en la vida le habían llenado de esa manera y eran muy pocas las que conformaban su lista: el arte, los libros y Anuar.

Tomó el papel en sus manos con un nudo en la garganta, tenía la impresión de haberse atragantado con una bola de estambre de esas con la que los gatos jugaban en las sastrerías, se quedó unos momentos con la mirada en el rostro de Anuar, demasiado conmocionado como para mirar inmediatamente el papel. Cuando sintió que no aguantaba más la curiosidad, sus ojos claros se desviaron sobre el papel.

-¡Ahh! - Una exhalación apresurada escapó desde su pecho a través de sus labios. Ahí estaba, luego de 200 años, contemplando su propio rostro. El chico del papel se le hizo lejánamente familiar, de inmediato el recuerdo de su hermano y hermana llegaron a su cabeza, porque habían obvios rastros en común. Parpadeó con los labios aún entre abiertos con la sorpresa y su dedo índice se deslizó hacía el papel, como intentando acariciar el contorno, pero se detuvo a unos milímetros sin tocarlo. Seguía viendo los fríos ojos de su madre, seguía teniendo los mismos labios finos de su padre, pero la gracia de Annika y su dulzura se habían negado a aparecer en sus facciones, tampoco la bonita nariz recta y varonil de su hermano. Frente a sus ojos estaba el chico de expresión ausente, mejillas hundidas y sendas ojeras bajo sus ojos. El cabello por lo menos lucía arreglado, porque lo había cortado para esa noche, pero al día siguiente luciría desordenado terminado de completar el cuadro.

Una gota de intenso carmín manchó el papel en la esquina superior derecha y seguida a ella pequeñas gotitas que salpicaron su alrededor. Soren notó entonces que esa sangre provenía de sus ojos.

-¿Cómo has podido fijarte en alguien así? - Murmuró, pero su expresión no era triste, lo que sentía en esos momentos era nostalgia, demasiados recuerdos venían a su mente y para él no era normal sentirse nostálgico al recordar a su familia, aquella nueva sensación era simplemente incomprensible. En un impulso que no pudo controlar, se llevó el dibujo al pecho y lo abrazó cerrando los ojos por unos instantes con una sonrisa. Cuando los abrió y retiró el papel, como era de esperarse, las gotitas de sangre ya no formaban perfectos círculos, sino que ahora eran manchas pequeñas restregadas en el papel, alcanzando una parte del cabello dibujado en el papel. - Ow... soy un idiota – Murmuró tomando un pañuelo color vinotinto de la solapa de su traje y con él intentó limpiar la sangre dejando otra mancha peor.

Se sintió orgulloso, seguro y alegre al haberle visto observar el dibujo con tanto detenimiento quizás su corazón no latiente se había movido en el fondo de su pecho al ver aquel rostro con el cual iba por la vida sin jamás lograr apreciar. Quizás su respiración innecesaria se había detenido como lo haría la de un vivo ante la sorpresa y por un segundo que le gustaría poseer mayor tiempo le había devuelto la vida, por un segundo le había parecido verle colorido.

Y aquel sentimiento se esfumo como todo debía esfumarse de desvaneció solo para dar paso a un gesto que no logro comprender y cual zafiro escarlata la sanguinolenta lagrima se impregno al cuadernillo y a la hoja seguida de un par mas de hermanas ¿cómo podía sentirse tan bien un instante y al otro instante saberse creador de aquel llanto? Sus acciones le hicieron más aun desentender aquella situación ¿lloraba de alegría o de tristeza? Y de ser asi ¿por qué apretaba contra su pecho aquel dibujo como si fuese un preciado bien? ¿o acaso quería romperlo en mil pedazos y por educación se restringía aquel impulso?

Trastabillo antes de atreverse a decir nada y mucho antes de pensar en hacerlo remojo sus labios con su lengua otorgándoles aquel brillo inusual que se esfumaría ante la primera palabra articulada -¿qué ocurre?- le cuestiono en voz baja porque no encontraba con que otras palabras cuestionar todo aquello. Le o observo con fijeza aguardando y a la espera de una respuesta que lograse sacarle de aquella fosa de desentendimiento, quizás ocurría algo de lo cual no estaba al tanto o quizás solo era peor reconocimiento emociones y pesares de lo que el mismo suponía ser, le gustaban los acertijos y adivinanzas, mas las emociones, humanas o de vampiros tendían a ser bastante mas dificultosas, pues cada ser era un juego diferente, con reglas y andanzas que jamás se repetían, tenia que aprender a moverse en cada juego.

Limpio con sus manos las perlas de sangre que rodaban por sus mejillas, limpio las que aun no brotaban y las que pensaban comenzar a hacerlo, no sabiendo si debía disculparse, callar o cuestionar -no eres un idiota- susurro porque aquello solo sonaba bien en sus propios labios.

-Snif – El sonido salió de su nariz como un suave sollozo, no lloraba propiamente hablando, pero comenzaba a sentir el taco en la nariz. La pregunta de Anuar le hizo volver su atención hacía el chico que había olvidado por un segundo debido a la emoción del dibujo, notó el desconcierto en el rostro del chico y de inmediato comprendió que sus lágrimas debían estar confundiédolo.

Permitió que el chico le limpiara las lágrimas y dejó a un lado el papel con el dibujo, en la pequeña mesita que había al lado de la cama y sin previo aviso, empujó a Anuar contra la cama con su fuerza (no la suficiente como para romper la cama y el piso, claro) y en instantes estuvo sobre él, con los brazos a ambos lados de los hombros del humano y con las piernas rodeando su cintura.

-Sucede que... estoy muy feliz – Exclamó con una sonrisa – Son lágrimas de felicidad y nostalgia... nostalgia porque muchos recuerdos llegaron a mi viendo mi rostro... recordé a mi familia – Le explicó y se dejó caer sobre Anuar, aplastándolo con su cuerpo – ¡Estoy fascinado! Tus manos hacen el milagro de la creación – Agregó rodeándolo con sus brazos y apretándolo aún cuando ya estaba bastante apretado debido a su cuerpo.

Rodó por la cama un par de veces con el cuerpo del humano atrapado entre sus brazos como tentáculos y se imaginó que rodaban por una pradera en primavera, un trigal o un campo de flores silvestres. Rió contra la mejilla de Anuar, presionando sus colmillos contra la cálida piel de este.

Encorvo la espalda agachando su rostro lo suficiente como para intentar vislumbrar su rostro aun en aquella extraña posición, ladeo el rostro procurando encontrar el mejor punto, aquel en que la luz de la vela que sobre la mesa de noche y encima del plato de porcelana se alzaba refractaba en el rostro ajeno haciendo visible no solo sus facciones sino la forma en que estas se compungían o relajaban. Snif escucho provenir y no supo a ciencia cierta de que parte del vampiro provino aquel sonido gracioso, cavia mencionar, como el sonido que hacen los cerdos o la extraña forma de respirar de la gente con sobrepeso, aquel silbido que escapaba de sus fosas nasales ante cada inhalación.

Cerró los parpados al sentir que su cuerpo hacia sobre algo blando y bien conocidos, la textura de las sábanas recorrió su cuello y parte de sus desnudos brazos, apretó su cabello rozando su cráneo, acoplándose a su forma pues eran buenos conocidos. Le observó con atención mientras escuchaba sus palabras, si le explicaba lo que significaban sus gestos era mucho más fácil comprender porque si bien con el tiempo había aprendido a leer sus expresiones ¿Qué debía pensar al verle llorar con su retrato entre sus amigos? ¿Qué le parecía lo suficientemente feo como para darle lastima?...No lo creía.

No pudo más que dejar escapar todo el aire de su pecho en un solo y fugaz soplido –yo no cree nada…tu rostro ya existe ¿cierto?- sonrió de medio lado aun sintiendo como su cuerpo se aferraba a él como una constrictor más no con la fuerza necesaria como para pedirle que se quitara o comenzar a quejarse por el dolor, mucho menos para pensar en terminar con alguna costilla rota o en el mejor de los casos dislocada. Fue entonces consiente que los huesos de la cadera del vampiro se estrechaban contra su cuerpo como i en sus bolsillos llevase dos diminutas piedrecillas, debía ser alguna especie de loco masoquista pues no le desagradaba del todo.

Sentir sin embargo los colmillos de Soren sobre su mejilla le hizo sentir un calor inusual en el fondo de su pecho, un calor que ya antes conocía y que más sin embargo no lograba atribuírselo a ningún sentimiento, existía y ya y le gustaba en demasía sentirlo. Rodeo con sus brazos la espalda del vampiro, diminuta a comparación de la que ahora el exhibía y se sintió como un niño, entusiasmado por alguna cosa incomprensible para los demás.

Observó, demasiado tarde por el rabillo del ojo la cercanía del borde de la cama y cuando sus labios estuvieron a punto de pronunciar el peligro inminente sus cuerpos caían ya de la mullida cama y aunque en un principio todo le pareció una conmoción y escucho traquetear su espalda sus labios comenzar a cantar, una canción que por nombre llevaba alegría. Rio, fuerte y bajo, hasta no lograr contenerse más, rio por haber pasado de rodar en la cama a estamparse sobre el suelo, rio…porque estaba con la persona que quería.

-cuidado- pronuncio entonces, demasiado tarde.

En medio de su risa y de la euforia ocasionada por la situación, Soren no lo vio venir, dio una vuelta más y de repente se encontró cayendo al vacío. Rió con más ganas cuando sintió el vacío en su estomago y luego el amortiguado sonido del cuerpo de Anuar contra el piso de madera. La risa de Anuar le supo como a crema chantilli, suave en sabor y textura, un sabor enviciador que no cansa por más que lo consumas en tus donas.

-Menos mal no eres chica – Dijo cuando pudo dejar de reir, aún sobre Anuar – De lo contrario tendría que preocuparme por si te has golpeado fuertemente en la espalda – Explicó apoyándose en ambos codos – Pero ahora tienes un cuerpo más fornido que el mio, no tengo que cuidarte como a una tacita de porcelana – Concluyó, imaginadose esa misma escena pero con Anuar como chica, seguro estaría azorado preguntándole si se había lastimado y pidiéndole disculpas por faltarle al respeto, en esa sociedad Francesa al igual que en la suya, a la mujer debía tratársele con mucho respeto, como si fuera una rosa a la que se debiera proteger de todo mal y era irónico como esa regla de etiqueta sólo se cumplía en las clase más altas, mientras las mujeres más pobres eran tratadas en su mayoría como simples putas.

-¡Hey! - Exclamó de repente, una idea o más bien un recuerdo había surcado su cabeza, debido al tiempo que habían pasado separados, el mes de febrero había casi terminado y su cumpleaños que era el noveno día de dicho mes ya había pasado hacía dos semanas – Este hermoso retrato es el mejor regalo de cumpleaños que podría tener – Comentó haciéndose a un lado, de medio lado en el suelo, para no aplastar tanto a Anuar, seguramente ya le costaba respirar – Cumplo el noveno día de febrero, pero aunque ya haya pasado, este me parece un regalo apropiado -

Sus mejillas se sonrojaron ligeramente, disolviendo la palidez, las gafas dejaban notar las bolsas hinchadas bajo sus ojos y la mancha rojiza que habían dejado las lágrimas de minutos atrás, la razón de su rubor, le parecía bastante inapropiada y le avergonzaba infinitamente decirlo en voz alta, pero lo cierto era que, además del dibujo el también quería otro regalo de Anuar...

Siguió riendo aunque sus pensamientos le llevaban a otros puntos de vista, si fuese mujer no tendría que preocuparse de si le había dañado o no la espalda, el constante peso sobre su pecho terminaría lastimándole seguramente, había escuchado, y no precisamente por gustar de oír platicas ajenas, de mujeres que debían contratar nodrizas por no lograr alimentar a sus hijos y había escuchado también que aquel mal se lo atribuían a golpes o enfermedades de antaño aunque no estaba del todo seguro que aquello pudiese ser verdad el recuerdo no había dejado pasar desapercibido el pensamiento al respecto –nadie podría imaginar…que en verdad podrías lanzarme a través de una habitación sin mayor problema- pronuncio una vez el ataque de risa se hubo disipado y su estómago comenzó a dolerle como dolería de haber pasado arduas horas agachándose para recoger pesados cargamentos –de hecho…no creo que nadie se imagine que en verdad solemos acortar camino corriendo sobre tejados- murmuro pensando y analizando lo que sus labios acababan de pronunciar, ciertamente no creía que nadie pudiese descifrar aquella relación o las cosas que habían atravesado con solo verles, nisiquiera el podia hacerlo al verse al espejo.

Frunció el ceño cuando el hecho quedo al descubierto, apoyo su codo sobre el suelo y alzo su torso hasta lograr ver el rostro del vampiro enrojecido por algún factor que desconocía ¿se avergonzaba de estarle diciendo que su cumpleaños había pasado dos semanas atrás? Debía avergonzares el por no haber cuestionado antes y por no haber estado en día tan especial, cuando el mismo se había atrevido a exigir, de forma amable y aun asi exigente, un pastel y algo más.

-te prometo que preparare algo especial- asevero pensando, esforzando por lograr encontrar alguna idea, lugar o escena que pudiese ser ideal para aquella ocasión, quizás podría usar aquel dinero que había estado ahorrando para la ventana, de igual forma habia aprendido hacia tiempo a no arraigar sus sentimientos a bienes materiales, a no ver en ellos su felicidad y más aun no apreciarlos más que a las personas ¿no le habia regalado a Soren el dije de Angeliqué? Por uno y varios motivos que no lograba aun comprender del todo.

-podría ser una sorpresa…pero no soy bueno con las sorpresas- y en efecto ¿Cuántos regalos le había dado? Aparte de reparar su caja con muñecos del circo de porcelana no logro recordar ningún otro por más que se esforzaba y fruncía el ceño como si con aquella acción pudiese exprimir sus recuerdos.

- Es verdad… nuestro secreto es…genial – Murmuró observándole a través de los lentes con unos ojos soñadores de niño pequeño. El secreto de aquella relación impía, le había asustado sobremanera al comienzo, había querido escapar en muchas ocasiones y se había negado así mismo una y otra vez, el hecho puntual de que se sentía atraído física, sexual y emocionalmente por otro hombre. Habían pasado muchas cosas juntos y ese secreto había dejado de ser algo tan malo, ahora lo veía como algo que los unía, algo que le hacía sentir pleno.

- ¡Oh! ¡Oh! ¡Me encantan las sorpresas! – Exclamó entusiasmado al escuchar las palabras de Anuar – No soy exigente, cualquier cosa me gustará – Agregó apresuradamente, con tal de que fuera sorpresa le gustaría, estaba seguro. Soren pareció olvidar completamente que seguían en el frío piso de madera y agregó – Siempre celebro mis cumpleaños igual, me gusta celebrarlos, porque de lo contrario se haría muy tedioso existir y de esta manera puedo tener un conteo de cuantos años llevo – Comenzó a decir y se acomodó mejor de medio lado, pues la dureza del piso le tallaba en el costado.

- Siempre me reuno con Erkki, salimos a dar un paseo por ahí y luego pasamos la noche arreglando el mundo mientras tomamos una taza de café – Explicó con una sonrisa tranquila – Erkki no me da regalos, pero eso es lo de menos, es agradable poder pasar esa noche con alguien porque recuerdas que tienes un año más y que existe alguien que se preocupa por ti – Dejó escapar un pequeño suspiro, recordando aquella noche, era como romper con la rutina de siempre, de ir al trabajo o atender la tienda, aunque desde que Anuar había entrado a su vida, la rutina ya no existía y cada noche era una nueva aventura.

- Erkki tonto, me trata como a un chiquillo – Refunfuñó – Ya tengo 292 años y sigue tratándome igual – Meneó la cabeza una y otra vez – Hubiera sido genial pasarlo contigo también, pero debía cumplir mi promesa… de hecho Erkki me dijo que este tiempo alejado de ti me ayudaría a valorarte mejor y a aceptar mis propios sentimientos – Concluyó con una nueva sonrisa, de nuevo su mente volvía a pensar en la sorpresa de Anuar y la emoción lo embargó una vez más.

¿Era genial? En aquella ocasión no sonrió ni rio no por lo menos de una forma obvia, la sonrisa se resguardo en su interior sobre su corazón y bajo su pecho ¿Cuál de todos sus secretos? Porque estaba seguro que no poseían solo uno sino quizás una centena o más y seguramente con el paso del tiempo irían aumentando y con gusto y placer guardaría celosamente todos y cada uno de aquellos valiosos e innombrables hechos.

Apoyó sus brazos sobre el suelo nuevamente y dejo caer su mejilla sobre aquella almohada improvisada observando por el rabillo del ojo mientras hablaba. Erkki…Erkki era como una madre, una madre molesta y sobreprotectora, una madre con un sentido del humor demasiado agrio y quizás demasiado sentido, Erkki era…la madre que siempre quiso tener, aunque no era madre de nadia y en todo caso debía suponer que de serlo debía ser un padre, como un mentor. Sonrió de medio al percatarse que le había cambiado el género.

-debe preocuparse mucho por ti- masculló con la mandíbula tensa y la mirada extraviada porque le resultaba extraño pensar que el mismo vampiro que le había indicado una lejanía en aquel periodo de tiempo le había dicho lo contrario a Soren ¿no era un tiempo para percatarse del poco afecto que le tenía? ¿no había sido un tiempo para recobrar su vida? Cerró los parpados suspirando ampliamente y de forma inconsciente sus piernas se arrastraron por el suelo de madera hasta casi topar con su pecho una posición bastante extraña cavia mencionar más la forma en la cual solía dormir, como si así las pesadillas no pudiesen arribar a su cuerpo.

-te prometo estar el próximo año…293…- ¿debía estar? Quizás prometerlo no había sido una buena idea, de hecho quiso regresar las palabras a su boca porque si aquella era una actividad, de las pocas que sabia compartían, que realizaban ambos vampiros sería un error inmiscuirse en ello -¿quieres algo especial de regalo?- le cuestiono abriendo los parpados para no quedarse dormido, tres meses le habían bastado para que su cuerpo se adecuara nuevamente al horario de los vivos, quizás si le decía seria más fácil elaborar la sorpresa.

- Repollo - Murmuró con los ojos fijos en la posición que había tomado ahora Anuar - Pareces un retoño de repollo - Agregó y paseó su mano por el cabello mucho más corto de Anuar, revolviéndolo como antaño en un gesto digno de un hermano mayor y no de un amante, era extraño sentirse de tantas formas distintas cuando estaba con Anuar, a veces se sentía como un amigo, otras como un amante, otras como un protector y en esa ocación como un hermano mayor.

- Será genial pasar el próximo cumpleaños contigo, si estamos aquí, me gustaría ir al mar - Comentó con voz soñadora que convinaba perfectamente con sus ojos - Si me lo preguntas así... la verdad es que no se me ocurre algo en especial - Agregó refiriéndose a la pregunta, entonces le pareció que el piso era demasiado frío y duro y decidió que Anuar debía estar en la cama, se arodilló y le tomó por los costados, alzándole con facilidad, para luego dejarlo yacer sobre la cama. De un pequeño salto se acomodó a su lado.

- Hay muchas cosas que me gustan - Retomó el tema - Me gusta el olor de los puertos, el sonido de las olas me relaja... a veces cuando tenía tiempo, me gustaba ir para sentarme en alguna proa de un barco abandonado o en un muelle y me quedaba observando el mar por horas - El vampiro estiró los brazos y atrajo el cuerpo del chico contra él en un gesto protector que más bien parecía de padre. Y aquí vamos de nuevo, ahora soy como un padre, pensó y depositó un simple beso en la frente ahora descubierta de flequillo del humano.

- También me gusta observar las auroras boreales - Agregó y cerró los ojos unos instantes recordando las hermosas manchas coloridas en el cielo invernal Sueco - Me encanta todo lo que tenga colores vivos, las Aurolas Boreales se pueden apreciar en Suecia en ciertas temporadas, así que no desaprovechaba ninguna ¿Has visto alguna vez una?-

Lo pensó unos instantes, un retoño de repollo no estaba seguro de cómo debían lucir aquellos y el se habia figurado más a si mismo como un ovillo o algun objeto de aquella índole, no se hubiese imaginado jamás que alguien le fuese a comparar con un alimento a la hora de dormir. Una risa floja afloro de sus labios cuando la mano del vampiro revoloteo entre su cabello.

-oh- susurro acomodándose nuevamente sobre la cama, la cual rechino lastimeramente ante su peso porque ahora, quizas el vampiro no lo tonase, pesaba más, varios kilos mas que la ultima vez que se habia visto y aquella su fiel compañera de sueños se habia percatado de ello pues en las ultimas semanas sus quejas habían comenzado a ser mas audibles -¿alguna vez te he dicho que no se nadar? Aprenderé para poder acompañarte- asevero con el rostro ladeado, apoyado prácticamente sobre uno de sus hombros y ambas manos descansando sobre su pecho. No habia aprendido porque a nadie podia acudir y pensar que el mismo podia enseñarse podría llevarle a una muerte poco piadosa, morir ahogado no habia sido ni seria jamás una muerte placentera, mucho menos una en la que hubiese pensado como suya.

Su trabajo ahora era a orillas del mar quizás el olor a sal y la fresca brisa se habían adherido a su cuerpo y cabello, quizás ahora olia a mariscos y sales –no he subido a ningun barco pero e visto varios…- aprendería más del oficio que ahora llevaba para poder conversar al respecto con el vampiro, charlarían sobre barcos y mareas y quizás especies de crustáceos y pescados o mamíferos acuaticos.

-la vere contigo- se limito a contestar con una diminuta curvatura en su labio, se viro hasta que su espalda quedo sobre el pecho del vampiro y condujo las manos del vampiro hasta su vientre, donde las entrelazo con las propias apretándole fuertemente como apretaría un niño algo para saber que es verdad, que no le iba a abandonar al despertar aunque en efecto, eso era precisamente lo que iba a suceder.

- Yo tampoco se nadar, nunca aprendí y ahora que estoy muerto y no me ahogo... pues no lo encuentro muy útil - Comentó sin sorprenderse por el hecho de que Anuar no supiera - Aunque... pensándolo bien, debería aprender... si alguna vez caigo al fondo del mar será muy tedioso caminar de regreso... ¡deberíamos aprender los dos! - Afirmó convencido que sería algo útil, especialmente para quien gozaba de una salud que cuidar.

- ¡Oh siiii! - Exclamó con renovada emoción y con un movimiento rápido quedó sentado sobre la cama, sobre sus rodillas – Vamos a Suecia y te enseñaré muchos lugares y.. ¿Sabes? en invierno los días son más cortos, amanece alrededor de las 11 de la mañana y anochece alrededor de las 4 - Le explicó con una sonrisa de oreja a orea - ¿No te parece conveniente? Tendremos más tiempo para hacer cosas juntos -

Hablar de viajar a Suecia le hizo recordar que tenían pendiente el viaje a Rumania, se quedó pensando unos instantes y entonces una buena idea surcó su mente y era una de las buenas.

- ¿Cuándo partimos a Rumania? - Preguntó emocionado como un niño en una feria, casi se podía decir que daba saltitos sobre la cama - Dame unos días para pedir permiso en la Universidad y para comprarme un buen Ataúd, de esos que tienen el cerrojo por dentro - Agregó y pasó a explicar lo que tenía en mente - Tu pobre primo... ¡Olimpo! ha muerto de una terrible y contagiosa enfermedad, la tuberculosis acabó con la vida del buen Olimpo así que su Ataúd no debe abrirse porque habría riesgo de infección - Comentó arqueando las cejas una y otra vez - Así que monsieur Dutuescu transporta su cadáver de regreso a Rumania, pues fue el último deseo de Olimpo: Morir en su patria -

Se quedo unos momentos callado con gesto dramático para darle más impacto a sus palabras y luego aclaró - No me gustan los ataúdes, nunca los uso para dormir... aunque son bastante cómodos la verdad... ¿Que te parece la idea? Así podremos viajar juntos -

Su aseveración le pareció prudente el mismo sabia y tenia en cuenta que debía aprender aquel arte de sumergiré o flotar a decisión, debía aprender o de lo contrario su vida terminaría con algun traspié que le dejaría caer directo en algun fluvial rio y entonces terminaría su vida…vaya final catastrófico y todo por no haber aprendido a nadar cuando en su mente no resultaba una acciones demasiado difícil –me parece buena idea…aunque si ninguno de los dos sabe ¿Cómo aprenderemos?- le cuestiono observando el cielo raso surcado por una inmensa negrura.

-¿de verdad?...eso nos da 19 horas juntos- susurro como si fuese aquello la verdad mas fabulosa que habia llegado a sus oídos en la ultima década, podrían hacer tantas cosas, hablar de tantos temas, conocerse cada día más porque ahora podían pasar escasas horas en compañía y aquello que Soren no debía trabajar y si a el mismo el sueño no lo derrotaba antes de poder hacer nada, como ocurria ahora Morfeo comenzaba con su sonata y sus párpados parecían volverse mas pesados ante cada pestañeo, procuro entonces, no pestañear.

-Vasile- murmuro observándole –Vasile es un nombre mucho mas usual alla- asevero aunque el resto de la historia sonaba lo suficientemente descabellada y convincente para poder salir del todo bien o bien en la medida que su llegada a Rumania y mas específicamente a Bran fuese a tiempo y sin obstáculos. Pero…¿y si un grupo de bandidos les asaltaban por la noche? Los delincuentes no tendían a cesar sus asaltos ante el transporte de un difunto ¿sino respetaban a los vivos como habrían de respetar a los muertos? Lo pensó unos instantes, moriría antes de permitir que pusiesen una mano sobre el féretro.

-podríamos ponerle paredes acolchadas…algo que te sea más comodo- asevero pues la idea además de ser tentadora era factible y no deseaba otra cosa que asistir a su antigua vida en compañía de su presente y futuro, de aquella persona, ser o vampiro que habia logrado sacarle de un abismo de monotonía e indiferencia.
-tenemos tantas cosas que hacer ahora- susurro suspirando ampliamente, y tanto tiempo habían desperdiciado ya que dudaba les fuese a alcanzar para realizar todos aquellos planes como comenzasen a surgir.

Soren se encogió de hombros frente a la pregunta de Anuar sobre como aprender a nadar si ninguno sabía - Quizás es como el amor... y uno va aprendiendo sólo - Comentó sin darle mucha trascendencia al asunto, aprender a nadar no era una de sus prioridades, no por el momento - Podemos hacer las pruebas conmigo, de todas maneras no puedo ahogarme - Agregó y luego alzó el dedo índice en alto - Podemos probar en verano, el agua del mar debe estar espantosamente fría ahora-

19 horas le parecía un número fantástico, sonrió más que contento ante la idea de poder hacer más cosas con él, luego de tanto tiempo de espera no se aguantaba las ganas de recuperar todas esas noches perdidas y hacer todas las cosas que nunca llegaba a hacer con el chico, el mundo era un pedazo de pastel demasiado grande para probar y él quería comérselo todo junto a Anuar.

- Entonces Vasile seré - Aseguró asintiendo una y otra vez con la cabeza - En las noches podría salir a estirar las piernas y a comer y de día tu también podrás descansar, si se le dice a la gente que morí de alguna enfermedad contagiosa o de algún maleficio de una bruja, te aseguro que no querrán abrirlo por nada del mundo - Paseó una mano el contorno del rostro del chico, delineando sus mejillas tersas y ya no tan unidas como antes - Necesitas dormir - Murmuró y se inclinó desde su posición para alcanzar los parpados de Anuar con sus labios y los besó uno a uno suavemente.

- Esta noche... ha sido muy fuerte en todos los sentidos - Continuó diciendo, bajando ambos pies de la cama, pero quedándose sentado en el borde - Descansa bien, mañana hay mucho por hacer si queremos viajar pronto - Afirmó, poniéndose de pie - Mañana en la noche casualmente tengo consejo de docentes con el director, así que formalmente presentaré mi... renuncia - Dejó escapar un suspiro y se sorprendió frente al hecho de que su voz sonara tan calmada al anunciar algo como eso - Siendo realista, no creo que me den permiso para viajar por varios meses en pleno semestre académico y como no sabemos en cuanto tiempo vamos a volver, no puedo asegurarle al jefe que volveré para retomar el puesto...-

Quizás era como el amor…a excepción que el amor no mataba no lo habia comprobado aun por lo menos. Recordaba aun aquella ocasión en el muelle cuando le habia visto balancearse cual hoja al viento en el borde del mismo en aquel instante no lo había pensado, no habia analizado que no sabia como mantenerse a flote y aun asi sabia bien que de haber saltado sin haberle visto antes el hubiese saltado detrás del vampiro, le hubiese importado poco haberse hundido aunque ahora…ahora que lo pensaba hubiera sido trágico pues no antes era conocedor de que el vampiro tampoco sabia nadar.

Le observo con extrañeza -¿renunciar?...no puedes hacer eso- susurro sentándose sobre la cama aunque su cuerpo le incitaba a mantenerse acostado y seguramente de hacerle caso terminaría en los brazos de Morfeo al instante –tu dijiste…que tu trabajo era importante, que te habías esforzado con el…cuando no sabias si te iban a correr o no te agobiaste…no puedes dejarlo ahora por un viaje- asevero negando, quizás podrían aguardar hasta la el arribo de las vacaciones, entonces podrían hacer el viaje sin necesidad de depender de los horarios escolares.

No negaba que la idea de viajar le habia entusiasmado ya en demasía, no negaba que la necesidad de saber que habia ocurrido con su padre le carcomía lentamente las entrañas y aquellos meses podrían ser decisivos y sin embargo no podia velar solo por sus necesidades y emociones ¿Qué ocurriría a su regreso? ¿Qué haría Soren si ya no tenia su trabajo? El mismo lo habia dicho, la tienda de antigüedades no le dejaban demasiadas ganancias, aunque tampoco creía que necesitase mucho dinero. Veia más aquel trabajo como un bote salvavidas, para mantenerse haciendo algo de provecho y productivo, algo que le gustaba y le mantenía vivo.

-tu dijiste que era importante-

- Y lo es - Comentó con esa misma voz calmada que no sonaba como la suya - Mi trabajo es mi vida - Agregó y de inmediato se corrigió - Bueno... lo era - Se llevó las manos a los bolsillos y su mirada se desvió a sus pies por unos momentos - En estos tres meses he descubierto algo... y es que... ya no quiero vivir sólo para mi mismo - El vampiro se puso colorado como una zarzamora como por doceava vez en esa noche - Si...si... pude pedirte matrimonio... puedo renunciar a mi trabajo...-

Se quedó entonces en silencio mirándose los zapatos, la cabeza le zumbaba como si un abejorro se le hubiera metido por entre las orejas y estuviera revoloteándole por dentro. No era que ya no quisiera ser maestro, no era que hubiera perdido su pasión por el conocimiento, no era que estuviera cansado de sus alumnos, amaba esas cosas con la misma intensidad, pero ahora, amaba otra cosa más y como era natural debía hacerle espacio en su vida para esa nueva pasión.

- Vamos a ir a Rumania juntos porque es importante para ti - Casi ordenó sin levantar la mirada, ahora caía en la cuenta de que, los zapatos le habían quedado exageradamente lustrosos y no iban acorde con su personalidad, casi podía ver reflejado su rostro pálido en las puntas de charol - Y si para ello debo renunciar, entonces así será - Además Anuar podía morir en los próximos años, para los humanos la muerte se escondía en cada esquina asechándolos codiciosamente, de tal modo que Soren quería compartir lo que pudiera con él.

- Quiero compartir contigo lo que es importante para ti - Agregó con la cabeza más y más roja - Ya... me preocuparé por conseguir un nuevo trabajo cuando volvamos - Agregó y se le ocurrió que, quizás no volverían. Que quizás, Anuar querría pasar una temporada en Rumania para cuidar de la salud de su padre ¿Y si Anuar deseaba quedarse para siempre y dejar a París? Entonces Soren pensaría en como trasladar su tienda allí y en buscar alguna escuela para enseñar... – ¡Oh dios!¡Tengo que aprender Rumano! -

Su mirada se encontraba fija en el rostro impasible del vampiro como si en el intentase comprender lo que de sus labios comenzaba a emerger en forma de oraciones e ideas que al caer sobre sus oídos y al su mente idealizar nuevamente sonaban difíciles y complejas, observaba pues como si con la vista pudiese encontrar algo que había escapado de sus oídos y con ello todo lo que ahora resultaba incoherente comenzara a tener sentido hasta se claro como el agua, y seguramente lo relacionaba de aquella manera por la reciente conversación que habían tenido con respecto a aprender a nadar en verano.

¿Qué pasaría cuando el tiempo cobrara los años? Y los años a su vez comprasen su vida ¿qué pasaría cuando sus restos yacieran en un sarcófago y su cuerpo putrefacto fuese abono de la tierra? Se cuestiono si después de aquellos meses, años o decanas de compañía Soren pensaría en adecuar su vida nuevamente a la soledad, quizás en algunas centurias más alguna otra persona, mujer u hombre, seria capaz de encontrar en el el mismo tesoro que el mismo había encontrado ya y el cual le encantaba descubrir y saberlo suyo.

Comprendió entonces que lo que para Soren era una renuncia a un trabajo para el seria la renuncia quizás a la ultima oportunidad de asistir donde su padre, quizás la próxima vez que se le presentas la oportunidad o la próxima vez que se armase de valor su anciano padre residiría ya bajo suelo y entonces jamás seria capaz de descubrir si le habia logrado perdonar ya o no.

Por completo habia olvidado el hecho que el Rumania no hablaban francés –no es demasiado difícil- asevero negando con tranquilidad quizás no lograse comprender con claridad todo lo que decían más seguramente seria capaz de aprender las cosas básicas, el mismo podría enseñarle aunque nunca se habia considerado a si mismo un buen maestro quizás porque nunca habia tenido que enseñarle nada a nadie.

Le observo desde su lugar, con una inocente sonrisa crispando sus labios ¿qué más podia pedir? Que un hombre dispuesto a abandonar sus sueños por acompañarle de regreso a su pasado -…gracias- pronuncio fuerte y claro. Y el que nisiquiera habia estado ahi en su cumpleaños.

-Mañana buscaré un libro y comenzaré a practicar – Comentó sin levantar el rostro – No podré enseñar si no puedo comunicarme con las personas – Agregó, el vampiro ya comenzaba a soñar y adelantarse a los hechos como siempre, su imaginación era incontrolable y poderosa, comenzaba a visualizarse en una noche de primavera en Rumania, con un grupo de diez alumnos en algún claustro estudiantil de la ciudad nativa de Anuar, enseñando las cosas que había aprendido a lo largo de la vida, hablando de antiguos artistas y sus maravillosas obras.

Cuando le dio las gracias, una amplia sonrisa se dibujó en sus labios, seguía sintiéndose avergonzado por supuesto, pero ahora también estaba muy feliz. Se llevó las manos por detrás de la espalda y coloco el pie derecho en punta, apoyando su cuerpo en el izquierdo, comenzó a hacer circulitos en la madera del suelo con la punto del pie sin parar de sonreìr.

-Ma...mañana ¿Podrías ir a la funeraria y preguntar los precios de los sarcófagos? - Le pidió luego de unos momentos de vacilación en los cuales intentaba que la pena se le pasara – Mánda a construir uno de un metro noventa... no hay nada más incómodo que un ataúd estrecho, también debe estar hecho en madera de Ébano, es una madera durísima y me interesa más que sea resistente a que sea bonito – El vampiro se acomodó el cuello de su elegante saco y agregó – Si tenemos suerte lo tendrán listo en unos tres o cuatro días, para ese día tendré el dinero para el pago -

Se acercó a la mesita donde había dejado su preciado retrato y lo tomó de nuevo entre sus dedos, tuvo la impresión de que podría quedarse toda la vida contemplándolo – Le buscaré un buen lugar en mi cuarto – Comentó sin querer doblarlo para que no se dañara – Entonces... me voy – Dijo al fin, tenía la sensación de que algo le faltaba pero no sabía qué – Puedes buscarme en la tienda cualquier noche, debo hacer inventario y guardar los productos en cajas en la bodega, ya que no puedo pagarle indefinidamente a mi tendero para que la atienda mientras no estoy -

¿Enseñar? ¿Era acaso que estaba pensando en dar clases durante el tiempo que su estancia ocupase en aquel lejano lugar? Quizás entonces enseñar y en general su trabajo eran más importantes de lo que jamás pudiese imaginar porque para el abandonar su único y más preciado bien, que era la pintura, no habia sido decisión demasiado difícil de tomar, no después de cuatro años de meditación y necesidades no completadas. No después de vivir en la miseria sin un solo franco que gastar en comida, su cuerpo y su mente, comenzaban a exigir a gritos aquellas cosas de las cuales por uno u otro motivo se habia privado desde su llegada a París, algunos meses quizás pues habia llegado con lo suficiente como para rentar a largo plazo aquel lugar y comprar lienzos, pinceles y pinturas, solventes y carboncillos. Un artista sin talento se muere de hambre…”lo hacen también quienes tienen hambre de gloria” ¿y los que triunfan “prostituyen su talento” Celoso… “solo por no poder hacer lo que deseo”

Alzó la mirada nuevamente para comenzar a atrapar las palabras que al aire comenzaban a caer y le costaba trabajo hilar en una oración coherente –claro…ire a pedir uno- asevero en voz baja percatando que el “joven” vampiro comenzaba a listarse para marcharse y un incontrolable impulso le susurro al oído, como aquella voz que habia aprendido a acallar, que no le dejase ir, que le atase a aquella habitación para no dejarlo ir más nunca. Como una doncella a la torre más alta del castillo.

Sonrio ante aquella idea pensando, que el día que hiciese aquello habría perdido todo hilo de cordura y le daría la espalda a todo lo que creía bueno y correcto, porque Soren no estaba atado a el no por lo menos de forma intencional y premeditada. Avanzó hacia el apoyando su mano sobre su mejilla para besar la línea media de sus labios con rapidez y tuvo que reprimir aquel impulso de aventarle sobre la cama y no dejarle ir –nos veremos pronto- asevero y en sus labios no sono como una despedida sino como una promesa.