AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Café "La soledad" un curioso lugar que me brindo anelada compañia (Libre)
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Café "La soledad" un curioso lugar que me brindo anelada compañia (Libre)
Copos, nieve y frio, mi aliento empaña el vidrio cristalino de aquel curioso café de antaño, ubicado en las zonas más tranquilas de París, todos los días acostumbro venir a observar a la gente para mis nuevas novelas, mis nuevos escritos, mis futuros éxitos más sin embargo hay una cosa que ansío y espero, alguien a quien pueda contarle de mis triunfos y fracasos, una amor, una amistad, desde que llegue a Paris no he entablado comunicación con nadie hasta ahora que empieza a sentir una dolorosa estigma de la soledad.
No me pregunten si hace mucho tiempo que espero sentir la compañía llena de dulces momentos comparados a la melosa y delicada música de un verso, el café ya esta frio, y cientos de finos y estilizados ceniceros se encuentran ya sobre la mesa, cenizas de los puros hay en ellos como producto de mi ansiedad, aunque sé que la amistad que anhelo nunca llega cada vez que cae la satinada nieve voy inmediatamente a ese café escenario de romances, de negocios y de nosotros los intelectuales y más concretamente escritores y poetas.
Ahora solo cuenta con la compañía de un simpático felino gris de ojos verdes como la esmeralda, que alegremente juega con él cordón de mis zapatos destrozándolo con placer.
Café “La soledad”, asi era como se llamaba aquel sitio, donde los sábados acudía a contemplar a las viejecillas darles de comer a las palomas, los niños, aquellas criaturas tan inocentes jugaban con su curiosos juguetes y los enamorados…que decir de ellos, parecen peculiares pajarillos al llegar la primavera, toda la vida cotidiana de los parisinos se hallaba frente a mis ojos como si se tratase de una hermosa obra pictórica de los grandes maestros del arte antiguo, ¡Que linda función!.
Soledad de soltería, sin amistades, ya son treinta abriles, cansado de soñar que ellas llegaran, mientras tengo mis antiguas y amarillentas hojas, mi pluma y tintero recuerdo los buenos tiempos y los malos que encerraron en un misterio a la vida mía, después clavando mi mirada a la nada en medio de tanta gente, encontré a una persona que me pareció interesante, una criatura bella de la que podría ser mi doncella en alguna de mis novelas, ella sintió mi mirada que la contemplaba profundamente, volteando a verme sonreía y volvía su vista al frente, estaba allí sentada en una pequeña banquita, como una muñequita de porcelana con las que las niñas suelen jugar y acomodar en su cama.
Deje de lado todo pensamiento de soledad y escribí cada verso, cada poesía, cada historia que al ver a aquella dama se me había venido a la cabeza, más cuando regrese la vista a la pequeña banquita junto a un árbol cubierto de nieve aquella ya había desaparecido, al negar con la cabeza no pude mas que girar la vista al lado mío, de pie frente de mí, sonriendo, y esperando quizá a que le invitará tomara asiento en esa mesita tan pequeña para dos.
Sea o no sea la amistad, sea o no o no el amor, una nueva persona ha llegado a mi vida, ¿Será acaso para aprender algo nuevo de ella, inspirar a este escritor, o conocer uno de los tantos misterios que encierra la vida entre nosotros?, este café nombrado “La soledad me había brindado compañía en lo que parecía un encuentro casual…
No me pregunten si hace mucho tiempo que espero sentir la compañía llena de dulces momentos comparados a la melosa y delicada música de un verso, el café ya esta frio, y cientos de finos y estilizados ceniceros se encuentran ya sobre la mesa, cenizas de los puros hay en ellos como producto de mi ansiedad, aunque sé que la amistad que anhelo nunca llega cada vez que cae la satinada nieve voy inmediatamente a ese café escenario de romances, de negocios y de nosotros los intelectuales y más concretamente escritores y poetas.
Ahora solo cuenta con la compañía de un simpático felino gris de ojos verdes como la esmeralda, que alegremente juega con él cordón de mis zapatos destrozándolo con placer.
Café “La soledad”, asi era como se llamaba aquel sitio, donde los sábados acudía a contemplar a las viejecillas darles de comer a las palomas, los niños, aquellas criaturas tan inocentes jugaban con su curiosos juguetes y los enamorados…que decir de ellos, parecen peculiares pajarillos al llegar la primavera, toda la vida cotidiana de los parisinos se hallaba frente a mis ojos como si se tratase de una hermosa obra pictórica de los grandes maestros del arte antiguo, ¡Que linda función!.
Soledad de soltería, sin amistades, ya son treinta abriles, cansado de soñar que ellas llegaran, mientras tengo mis antiguas y amarillentas hojas, mi pluma y tintero recuerdo los buenos tiempos y los malos que encerraron en un misterio a la vida mía, después clavando mi mirada a la nada en medio de tanta gente, encontré a una persona que me pareció interesante, una criatura bella de la que podría ser mi doncella en alguna de mis novelas, ella sintió mi mirada que la contemplaba profundamente, volteando a verme sonreía y volvía su vista al frente, estaba allí sentada en una pequeña banquita, como una muñequita de porcelana con las que las niñas suelen jugar y acomodar en su cama.
Deje de lado todo pensamiento de soledad y escribí cada verso, cada poesía, cada historia que al ver a aquella dama se me había venido a la cabeza, más cuando regrese la vista a la pequeña banquita junto a un árbol cubierto de nieve aquella ya había desaparecido, al negar con la cabeza no pude mas que girar la vista al lado mío, de pie frente de mí, sonriendo, y esperando quizá a que le invitará tomara asiento en esa mesita tan pequeña para dos.
Sea o no sea la amistad, sea o no o no el amor, una nueva persona ha llegado a mi vida, ¿Será acaso para aprender algo nuevo de ella, inspirar a este escritor, o conocer uno de los tantos misterios que encierra la vida entre nosotros?, este café nombrado “La soledad me había brindado compañía en lo que parecía un encuentro casual…
Archibaldo de la Cruz- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/10/2011
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Re: Café "La soledad" un curioso lugar que me brindo anelada compañia (Libre)
Como todas las veces que escapaba de mis tios, termi né caminando por las calles del centro de Paris. La Plaza Tertre, era mi lugar preferido, desde que llegue, aunque ese día la nieve se enseñoreaba de todo y de todos. Apesar de ello decidí recorrer esa ciudad que se presentaba nueva cada día.
Me gustaban muchos los bailes y las reuniones sociales, pero mas amaba caminar, pasear, y aunque me comportara como una anciana, dar de comer a las palomas que con ese invierno crudo no podrían sobrevivir sin unos mendrugos de pan.
Llevaba puesto un grueso vestido de paño verde esmeralda, con terminación de cuello alto con piel, Unos botines de taco alto acordonado y medias de lana, porque la temperatura lo requería; cubriéndolo todo una capa gris suave con caperuza y guantes de antílope para mis delicadas manos.
Me senté en uno de los banquillos al lado de un precioso arbol - son tan distintos a los que tenemos en la hacienda que no se cual será su nombre.- deje a un lado mi bolsito y sacandome con suma elegancia los guantes, me dispuse a darles migajas a las palomas.
Mis sentidos se alertaron, alguien me estaba observando, instintivamente miré para el lugar donde pensaba se encontraba dicha persona. Traté de hacer de cuenta que nada sucesida, pero su mirada era insistente y mas que molestarme me divertia - no sabe con quien se mete,pense.
Volví a mirar a ese hombre que sentado en una de las coquetas mesitas del parisino café me observaba con tal desparpajo que me asombraba, le sonreí en una abierta invitación al dialogo.
Miré rapidamente que era el trabajo que hacía ese hombre y dictaminé que debía ser o periodista, escritor ... o tal vez como ese científico que paso por Buenos Aires - mmm... Humboldt!!!, ese era su nombre, recordé - Sería acaso un científico como ese?
Termine de darle las últimas migajas a las aves y tras alisar la falda del vestido, crucé la calle entre un carruaje y otro.
- Que estaba haciendo?, pense -mientras mis pasos me acercaban mas y mas a ese desconocido.
Me paré a su lado, él se dio vuelta y me miró entre desconcertado, sorprendido o aterrado. Me dio risa - el casador casado? - y le regale una de mis mas seductoras sonrisas.
Paris me estaba regalando el encuentro de un posible amigo y con tan pocos a mi haber, no desperdiciaría esta oportunidad.
- Buenos dias, por casualidad usted es periodista? - rei por dentro por la tonta forma de presentarme.
Me gustaban muchos los bailes y las reuniones sociales, pero mas amaba caminar, pasear, y aunque me comportara como una anciana, dar de comer a las palomas que con ese invierno crudo no podrían sobrevivir sin unos mendrugos de pan.
Llevaba puesto un grueso vestido de paño verde esmeralda, con terminación de cuello alto con piel, Unos botines de taco alto acordonado y medias de lana, porque la temperatura lo requería; cubriéndolo todo una capa gris suave con caperuza y guantes de antílope para mis delicadas manos.
Me senté en uno de los banquillos al lado de un precioso arbol - son tan distintos a los que tenemos en la hacienda que no se cual será su nombre.- deje a un lado mi bolsito y sacandome con suma elegancia los guantes, me dispuse a darles migajas a las palomas.
Mis sentidos se alertaron, alguien me estaba observando, instintivamente miré para el lugar donde pensaba se encontraba dicha persona. Traté de hacer de cuenta que nada sucesida, pero su mirada era insistente y mas que molestarme me divertia - no sabe con quien se mete,pense.
Volví a mirar a ese hombre que sentado en una de las coquetas mesitas del parisino café me observaba con tal desparpajo que me asombraba, le sonreí en una abierta invitación al dialogo.
Miré rapidamente que era el trabajo que hacía ese hombre y dictaminé que debía ser o periodista, escritor ... o tal vez como ese científico que paso por Buenos Aires - mmm... Humboldt!!!, ese era su nombre, recordé - Sería acaso un científico como ese?
Termine de darle las últimas migajas a las aves y tras alisar la falda del vestido, crucé la calle entre un carruaje y otro.
- Que estaba haciendo?, pense -mientras mis pasos me acercaban mas y mas a ese desconocido.
Me paré a su lado, él se dio vuelta y me miró entre desconcertado, sorprendido o aterrado. Me dio risa - el casador casado? - y le regale una de mis mas seductoras sonrisas.
Paris me estaba regalando el encuentro de un posible amigo y con tan pocos a mi haber, no desperdiciaría esta oportunidad.
- Buenos dias, por casualidad usted es periodista? - rei por dentro por la tonta forma de presentarme.
Eva- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/10/2011
Localización : Paris - Francia
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Re: Café "La soledad" un curioso lugar que me brindo anelada compañia (Libre)
Aquella criatura se había hacercado sin timidez, en verdad era hermosa como para que le hubiese dado de comer aquellos curiosos animalitos alados, sus cabellos dorados como el oro y sus ojos grices con tonalidades verdes me decia definitivamente que podria ser alguana persona en quién confiar mi amistad.
Antes de responder a su pregunta la invite con un sutil gesto a que tomase asiento en frente de mi, mi faz tenía esbozada una sonrisa pues en mi mente recordaba su forma unica de presentarse, haberme confundido con un periodista, ¿entonces no habré traido el papel correcto o definitivamente no había escogido bien mi vocación?, negue con la cabeza, mi sonrisa seguia firme -Me temó por mucho que la desepcionaré terriblemente- deje mi pluma de lado para incorporarme de lleno a la platica -Pues aunque tenga todo el tipo de periodista, soy un hombre que se deidca a escribir historias y poemas para el entretenimiento de la gente, soy solo un escritor-. seguia observandome con aquella seductora sonrisa que había regalado desde un principio, ante este gesto no hacia más que voltear de un lado a otro, de hecho siempre hacía eso cuando estaba acompañado, me gustaba ver cuantas personas estarían escuchando lo que no les compete, cuantos enamorados había, cuantas personas ancianas recordando viejos tiempos que quizá nunca volverán y para mi fortuna no habia mas que nosotros dos, bien podría de esa manera conocer aquella joven que quizá entre los dos un lazo de amistad nos uniria, volvi a centrarme en ella -Me parece que si está usted aquí es por que no he sabido ser discreto, pero al ver como alimentaba aquellas aves, con tanta dedicación, llamo mi atención, ocasionando que una voragine de historias vinieran a mi mente-.suspire -Además desde que llegue a París no he tenido contacto social con nadie, más que a mis libros, mis escritos, mi pluma y mi tintero- sonrei -Puede que se un ermitaño, pero espero eso no sea por mucho tiempo, me parece que el detino se ha desesperado de que no busco conocidos, amigos o amores y este día me la enviado- baje la mirada, observando sus manos, de hecho toda su vestimenta que no había observado ahora me robaba la atención, esta chica sin duda alguna no era humilde, era de la clase alta al igual que yo... eso era curioso.
Deje pasar ese pequeño detallle, cuando como siempre que conozco a una persona empiezo a platicar sin presentarme primero -Debe pensar que soy descortes mademoiselle, empiezo a conversar con usted y ni siquiera he dicho mi nombre- la joven sonrio pareciendo divertida -Lo sé, suena descabellado pero siempre sucede lo mismo cuando rara vez conozco a alguién- reí -Mi nombre es Archibaldo de Cruz, soy extranjero, venido de España hace unos cuantos meses llegue a París y parece ser usted me da la bienvenida- sonrei, viendola fijamente mientras llamaba al mesero -¿Puedo preguntar su nombre?, sigo siendo descortez he hablado como um loro sin dejarle pronunciar ni una sola palabra, lo lamento, fue quizá... la emoción de conocer a una persona nueva- me percate que un joven se acercaba para tomar la orden ,se puso a un lado de nosotros -¿Gusta un café u otra bebida?, descuide que yo la invito, escoga y pida usted primero-.
El mesero se había retirado, continue platicando-¿Y digame que hace usted por estos rumbos además de alimentar a las palomas, se dedica inspirar escritores?, lo que pasa que es la primera vez que veo una persona como usted, de clase alta mezclarse entre los demás, bueno yo también soy de clase acomodada pero a mi mi trabajo y mi propia alma desean estar por aquí, pero usted ¿Que la motiva a andar por aquí cuando el día parece no ser favorecedor?- de verdad tenía curiosidad de saber que hacía ese día alli, si algo había aprendido de mi supertisiosa vida, es que existe pocas veces el destino para mí, deseaba conocer si este encuentro en realida por suerte o por una treta de mi maldición.
Antes de responder a su pregunta la invite con un sutil gesto a que tomase asiento en frente de mi, mi faz tenía esbozada una sonrisa pues en mi mente recordaba su forma unica de presentarse, haberme confundido con un periodista, ¿entonces no habré traido el papel correcto o definitivamente no había escogido bien mi vocación?, negue con la cabeza, mi sonrisa seguia firme -Me temó por mucho que la desepcionaré terriblemente- deje mi pluma de lado para incorporarme de lleno a la platica -Pues aunque tenga todo el tipo de periodista, soy un hombre que se deidca a escribir historias y poemas para el entretenimiento de la gente, soy solo un escritor-. seguia observandome con aquella seductora sonrisa que había regalado desde un principio, ante este gesto no hacia más que voltear de un lado a otro, de hecho siempre hacía eso cuando estaba acompañado, me gustaba ver cuantas personas estarían escuchando lo que no les compete, cuantos enamorados había, cuantas personas ancianas recordando viejos tiempos que quizá nunca volverán y para mi fortuna no habia mas que nosotros dos, bien podría de esa manera conocer aquella joven que quizá entre los dos un lazo de amistad nos uniria, volvi a centrarme en ella -Me parece que si está usted aquí es por que no he sabido ser discreto, pero al ver como alimentaba aquellas aves, con tanta dedicación, llamo mi atención, ocasionando que una voragine de historias vinieran a mi mente-.suspire -Además desde que llegue a París no he tenido contacto social con nadie, más que a mis libros, mis escritos, mi pluma y mi tintero- sonrei -Puede que se un ermitaño, pero espero eso no sea por mucho tiempo, me parece que el detino se ha desesperado de que no busco conocidos, amigos o amores y este día me la enviado- baje la mirada, observando sus manos, de hecho toda su vestimenta que no había observado ahora me robaba la atención, esta chica sin duda alguna no era humilde, era de la clase alta al igual que yo... eso era curioso.
Deje pasar ese pequeño detallle, cuando como siempre que conozco a una persona empiezo a platicar sin presentarme primero -Debe pensar que soy descortes mademoiselle, empiezo a conversar con usted y ni siquiera he dicho mi nombre- la joven sonrio pareciendo divertida -Lo sé, suena descabellado pero siempre sucede lo mismo cuando rara vez conozco a alguién- reí -Mi nombre es Archibaldo de Cruz, soy extranjero, venido de España hace unos cuantos meses llegue a París y parece ser usted me da la bienvenida- sonrei, viendola fijamente mientras llamaba al mesero -¿Puedo preguntar su nombre?, sigo siendo descortez he hablado como um loro sin dejarle pronunciar ni una sola palabra, lo lamento, fue quizá... la emoción de conocer a una persona nueva- me percate que un joven se acercaba para tomar la orden ,se puso a un lado de nosotros -¿Gusta un café u otra bebida?, descuide que yo la invito, escoga y pida usted primero-.
El mesero se había retirado, continue platicando-¿Y digame que hace usted por estos rumbos además de alimentar a las palomas, se dedica inspirar escritores?, lo que pasa que es la primera vez que veo una persona como usted, de clase alta mezclarse entre los demás, bueno yo también soy de clase acomodada pero a mi mi trabajo y mi propia alma desean estar por aquí, pero usted ¿Que la motiva a andar por aquí cuando el día parece no ser favorecedor?- de verdad tenía curiosidad de saber que hacía ese día alli, si algo había aprendido de mi supertisiosa vida, es que existe pocas veces el destino para mí, deseaba conocer si este encuentro en realida por suerte o por una treta de mi maldición.
Archibaldo de la Cruz- Humano Clase Alta
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Re: Café "La soledad" un curioso lugar que me brindo anelada compañia (Libre)
Cuando estuve al frente de caballero y tras una bella sonrisa me invitó a sentarme. Me acomodé la falda y en mi regazo puse el peqeño bolso que por descuido casi había olvidado en el banco de la plaza. A continuación me dijo que no era periodista - mientras él seguia hablando lo observe y me di cuenta que su vestimenta era de calidad y que un simple periodista no podría costearsela. Ropas así solo podían ser de un hombre que pertenecía a la clase alta o la Nobleza, aunque tal vez para esta última sería demasiado sencilla, los nobles gustan de dar a conocer su importancia.-
- Escritor!!, que emosionante actividad, en todos mis años no he conocido a muchos... - mejor dicho a ninguno, aunque soy de leer todo lo que llega a mis manos. Gongora, Quevedo, y otros mas españoles y franceses. - Claro comprenderá que los ejemplares son dificiles de conseguir en Buenos Aires, se demoran meses si no años en llegar por el problema del traslado. Recordé las siestas, en la estancia de los Tejeda cuando con mi amiga de la infancia leíamos algunas cuartillas de Don luis de Tejeda, uno de los primeros poetas del virreynato y antepasado de mi hermanita del alma Consuelo.
Que interesante me pareció la vida del escritor, el cual debía ser observador e intuitivo para poder descubrir las historias detras de las personas.
De pronto caímos en la cuenta que no estabamos presentados y mas aun que segun las normas de la época era un tercero quien debía presentarnos, no pude mas que sonreir ya que a mi poco me importaban las normas.
Su nombre me pareció muy elegante, Archivaldo, sin duda el mismo de alguno de sus antepasados ilustres - sabía por mi nana que era una tradición muy arraigada - .
- Mucho gusto señor De La Cruz, el mio es Maryeva Aude, mi tierra está cruzando el oceano, en el virreynato del Rio de La Plata, muy cerca de Buenos Aires. - lo observe un segundo y cuanto más lo hacía se me ocurría que me recordaba a alguien, pero no podía retener el recuerdo lo suficiénte para saber con exactitud a quien se parecia. - conoce Buenos Aires? - Escuché con atención su respuesta. Su voz era muy seductora y sus ojos soñadores se entrecerraban cuando hablaba de algo que le deleitaba. Siempre fui buena observadora y ademas mi instinto me decia que era una persona a la cual podía tomar como amigo... pero... mi lado desconfiado me mantenia alerta como a un felino - claro eso es lo que soy no?-
El mozo se acercó a tomar nuestro pedido, - un cafe, por favor. Cuando el muchacho se retiró le dije - no le parece es algo muy frances? ademas sienta muy bien con este frio.-
Cuando , Archivaldo, me preguntó que me traia por estos lugares un dia tan destemplado y triste, me sonreí y lo mire directo a los ojos - siempre lo hago, es un defecto ya que una mujer nunca debe ser tan directa-, me acomodé mejor en la silla y colocando las manos en mi regazo sosteniendo con firmesa el bolsito le explique.
- Vera, Archivaldo, en mi tierra las normas y las diferencias sociales tan extrictas en Europa se han diluido. Por supuesto que mantenemos el respeto y el decoro pero nos permitimos un acercamiento, poder compartír con nuestra gente - peones- un momento en el cual todos somos iguales. Por ejemplo el día en que se realiza la marcación del ganado, luego hacemos un gran asado - carne cocida a las brazas - y por la noche, entre la comida, las canciones, los bailes pasamos un momento ameno con nuestra gente y ellos se sienten queridos y respetados por sus patrones. - detuve mi narración y le sonreí - no lo estaré cansando verdad?
- Bien como le comentaba, ese trato hizo que siempre fuera una chica... mmm diriamos diferente a las de mi clase social, me gusta mezclarme con los menos beneficiados y darles algun apoyo. Sabe? me encantaba poder enseñar a leer y escribir a los hijos de los campesino y hasta algunos de los indiecitos que se acercaban al casco de la hacienda. - suspiré, no me había dado cuenta cuanto extrañaba mi tierra.
El mozo volvió con nuestro pedido y tras poner varias cucharadas de azucar y revolver probe el cafe con deleite, no podia negar que esa bebida me apasionaba. Deje la taza en el platito y luego de mirarlo risueña le afirmé. - estoy segura que si usted hubiera ido alguna vez por américa se habría enamorado de sus mujeres, son bellas y soñadoras, energicar y sufridas, estóicas y batalladoras. Si! definitivamente se hubíera quedado allí... además tiene mucho de que escribir en esas tierra, y le podría aceverar sin equivocarme que realizarpia el argumento de mas de 200 libros - reí feliz y libre por mi ocurrencia.
- Escritor!!, que emosionante actividad, en todos mis años no he conocido a muchos... - mejor dicho a ninguno, aunque soy de leer todo lo que llega a mis manos. Gongora, Quevedo, y otros mas españoles y franceses. - Claro comprenderá que los ejemplares son dificiles de conseguir en Buenos Aires, se demoran meses si no años en llegar por el problema del traslado. Recordé las siestas, en la estancia de los Tejeda cuando con mi amiga de la infancia leíamos algunas cuartillas de Don luis de Tejeda, uno de los primeros poetas del virreynato y antepasado de mi hermanita del alma Consuelo.
Que interesante me pareció la vida del escritor, el cual debía ser observador e intuitivo para poder descubrir las historias detras de las personas.
De pronto caímos en la cuenta que no estabamos presentados y mas aun que segun las normas de la época era un tercero quien debía presentarnos, no pude mas que sonreir ya que a mi poco me importaban las normas.
Su nombre me pareció muy elegante, Archivaldo, sin duda el mismo de alguno de sus antepasados ilustres - sabía por mi nana que era una tradición muy arraigada - .
- Mucho gusto señor De La Cruz, el mio es Maryeva Aude, mi tierra está cruzando el oceano, en el virreynato del Rio de La Plata, muy cerca de Buenos Aires. - lo observe un segundo y cuanto más lo hacía se me ocurría que me recordaba a alguien, pero no podía retener el recuerdo lo suficiénte para saber con exactitud a quien se parecia. - conoce Buenos Aires? - Escuché con atención su respuesta. Su voz era muy seductora y sus ojos soñadores se entrecerraban cuando hablaba de algo que le deleitaba. Siempre fui buena observadora y ademas mi instinto me decia que era una persona a la cual podía tomar como amigo... pero... mi lado desconfiado me mantenia alerta como a un felino - claro eso es lo que soy no?-
El mozo se acercó a tomar nuestro pedido, - un cafe, por favor. Cuando el muchacho se retiró le dije - no le parece es algo muy frances? ademas sienta muy bien con este frio.-
Cuando , Archivaldo, me preguntó que me traia por estos lugares un dia tan destemplado y triste, me sonreí y lo mire directo a los ojos - siempre lo hago, es un defecto ya que una mujer nunca debe ser tan directa-, me acomodé mejor en la silla y colocando las manos en mi regazo sosteniendo con firmesa el bolsito le explique.
- Vera, Archivaldo, en mi tierra las normas y las diferencias sociales tan extrictas en Europa se han diluido. Por supuesto que mantenemos el respeto y el decoro pero nos permitimos un acercamiento, poder compartír con nuestra gente - peones- un momento en el cual todos somos iguales. Por ejemplo el día en que se realiza la marcación del ganado, luego hacemos un gran asado - carne cocida a las brazas - y por la noche, entre la comida, las canciones, los bailes pasamos un momento ameno con nuestra gente y ellos se sienten queridos y respetados por sus patrones. - detuve mi narración y le sonreí - no lo estaré cansando verdad?
- Bien como le comentaba, ese trato hizo que siempre fuera una chica... mmm diriamos diferente a las de mi clase social, me gusta mezclarme con los menos beneficiados y darles algun apoyo. Sabe? me encantaba poder enseñar a leer y escribir a los hijos de los campesino y hasta algunos de los indiecitos que se acercaban al casco de la hacienda. - suspiré, no me había dado cuenta cuanto extrañaba mi tierra.
El mozo volvió con nuestro pedido y tras poner varias cucharadas de azucar y revolver probe el cafe con deleite, no podia negar que esa bebida me apasionaba. Deje la taza en el platito y luego de mirarlo risueña le afirmé. - estoy segura que si usted hubiera ido alguna vez por américa se habría enamorado de sus mujeres, son bellas y soñadoras, energicar y sufridas, estóicas y batalladoras. Si! definitivamente se hubíera quedado allí... además tiene mucho de que escribir en esas tierra, y le podría aceverar sin equivocarme que realizarpia el argumento de mas de 200 libros - reí feliz y libre por mi ocurrencia.
Eva- Cambiante Clase Alta
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Re: Café "La soledad" un curioso lugar que me brindo anelada compañia (Libre)
Bella era esa criatura, bella en verdad, un alma curiosa hoy me venia visitar, ella provenia de un mundo nuevo, de aquel que había sido descubierto hace ya mucho tiempo.
Parecía estar emocionada por un encuentro donde un escritor viniese de por medio, pero en sus facciones y sus gestos me dio la ligera impresión de que en realidad no parecía conocer a ninguno, pero como siempre no es bueno juzgar mi terabajo es escribir y no investigar como un detective.
Una expressión de sorpresa se dibujo en mi rostro al saber que también era una avida lectora aunque tardarán siglos los libros parecia tener bastante paciencia -¿Así que usted es de Buenos Aires?, vaya en verdad que pequeño es el mundo y del tamaño de un punto es París, tal parece una tierra donde existen todas las razas y todas las culturas- comence a anotar ideas que habían venido a la mente, despues volvi adentrarme a la conversación, la cual ella también habia parecido perderle el hilo -Parece extraña su patria, y creeame que la comprendo yo he tenido que dejar España en busca de nuevos horizontes- suspire -De verdad que se extraña cada olor, cada color, cada costumbre, un nuevo amanecer en nuestra tierra natal- igual que ella parecía extrañar mi país por muy duros que hayan sido lo momentos vividos allá, pero esa chica parecía ir más allá de los recuerdo y la añoranza, en un momento llegue a pensar que se encontraría sola pero ¿Una joven de clase acomodada sin nadie?, era demasiado para ser verdad.
Una pregunta tan sencilla hizo esbozara la sonrisa más apenada que podíoa dar -No, no lo conozco, jamás he cruzado al otro lado en busca de las Amiricas, sin embargo puedo suponer es un bello lugar, mirarla a usted me da una idea de que tan bello paraiso puede ser la tierras a las afueras de Europa- rei algo apenado, moviendo la pluma de un lado a otro, no es que la estuviera cotejando, desgraciadamente soy un hombre con modales de la epoca de antaño que a veces las mujeres no lo entendían o no lo creían en este caso esperaba no fuera como los demas.
El joven tomó nota del pedido, algo timido, quizá sería por su corta edad o fuera ese su primer empleo, de igual manera mi acompañante ordeno y yo pedí exactamente lo mismo -Anda no temas tú, que no te haremos nada si te equivocas- le dije al niño mientras asentía con la cabeza esbozandonos una sonrisa. Mientras veia como se retiraba entusiasmado en la cocina escuchaba el comentario de la joven -Así es mademoiselle, es una costumbre francesa demasiado antigua, además desde tiempos remotos el café es la bebida predilecta de los artistas- sonrei arqueando la ceja -Con este frío y nevado día asienta bien un café y una buena compañia, normalmente la gente tiende a deprimirse en estas epocas frecuentando estos lugaras en soledad, menos mal que esta no fue mi suerte-, trajeron el café inmediatamente, humeante en dos tazitas blancas y una curisa azucarera de cristal, el niño realizo una inclinación mientras yo le daba una moneda, sonrio y se retiro a contemplarla, la joven se me quedo viendo un tanto sorfprendida y tratando de entender mi acción, preparando mi café con bastante azúcar le explique -Me gusta hacer eso con los niños o jovenes que veo trabajan con timides para tener por lo menos un pan que comer, creeame que los comprendo, de niño estuve en un orfanato y tuve que luchar incansablemente para convertirme en lo que soy- ella sonrio gustosa.
Las cucharas comenzaron a chocar con las paredes de las tazas mientras bailaban con la azúcar en un vals sin fin para entregarse finalmente al oscuro color del café.
Comenzó a describirme con entusiasmo vivaz todo lo que dictaban sus costumbres, y mientras la escuchaba no deja de pensar "¡Que rereza era el mundo!, que diferentes somos uno del otro pero al mismo tiempo tan iguales en nuestra alma, en nuestro sentir, que solo nos separaban las distancias y las reglas arraigadas de la sociedad y la cultura", de pronto todo pensamiento fue interrumpido ante su cuestión -¿aburrido yo?, no para nada, continue por favor, se lo ruego- para mi era tan interesante conocer cosas nuevas, sobre todo de este mundo donde vivo, tantas cosa que el hombre desconoce, un verdadero desperdicio para tanta maravilla oculta entre nosotros, que se ignora y cuando es narrada por otro se imagina anhelando estar allí en sitio diferente al que siempre habitas.
-Quizás entonces algún día vaya a visitar tan maravillosa tierra, es un bello paraiso por lo que usted me cuenta y si aso se suma que escribire tantas obras que mejor ¡Todo sea por el placer de escribir!- tome la taza y en un improvisado brindis dije -Por la bellas tierras aun no descubiertas por mis ojos, la bella Buenos Aires, región de amplio folklor y tradición-
Bebi un sorbo de café, para después tomar la aperlada servilleta de tela fina y gruesa -Por favor digame Archi, la mayoría me dice así- sonrei -Digame una cosa, si su ciudad estan bella y la extraña tanto entonces por que la ha dejado?-inmediatamente pense había cometido una imprudencia pero para que alguien extrañará asi su tierra es que fue arrancada de ella de un modo obligado...
Parecía estar emocionada por un encuentro donde un escritor viniese de por medio, pero en sus facciones y sus gestos me dio la ligera impresión de que en realidad no parecía conocer a ninguno, pero como siempre no es bueno juzgar mi terabajo es escribir y no investigar como un detective.
Una expressión de sorpresa se dibujo en mi rostro al saber que también era una avida lectora aunque tardarán siglos los libros parecia tener bastante paciencia -¿Así que usted es de Buenos Aires?, vaya en verdad que pequeño es el mundo y del tamaño de un punto es París, tal parece una tierra donde existen todas las razas y todas las culturas- comence a anotar ideas que habían venido a la mente, despues volvi adentrarme a la conversación, la cual ella también habia parecido perderle el hilo -Parece extraña su patria, y creeame que la comprendo yo he tenido que dejar España en busca de nuevos horizontes- suspire -De verdad que se extraña cada olor, cada color, cada costumbre, un nuevo amanecer en nuestra tierra natal- igual que ella parecía extrañar mi país por muy duros que hayan sido lo momentos vividos allá, pero esa chica parecía ir más allá de los recuerdo y la añoranza, en un momento llegue a pensar que se encontraría sola pero ¿Una joven de clase acomodada sin nadie?, era demasiado para ser verdad.
Una pregunta tan sencilla hizo esbozara la sonrisa más apenada que podíoa dar -No, no lo conozco, jamás he cruzado al otro lado en busca de las Amiricas, sin embargo puedo suponer es un bello lugar, mirarla a usted me da una idea de que tan bello paraiso puede ser la tierras a las afueras de Europa- rei algo apenado, moviendo la pluma de un lado a otro, no es que la estuviera cotejando, desgraciadamente soy un hombre con modales de la epoca de antaño que a veces las mujeres no lo entendían o no lo creían en este caso esperaba no fuera como los demas.
El joven tomó nota del pedido, algo timido, quizá sería por su corta edad o fuera ese su primer empleo, de igual manera mi acompañante ordeno y yo pedí exactamente lo mismo -Anda no temas tú, que no te haremos nada si te equivocas- le dije al niño mientras asentía con la cabeza esbozandonos una sonrisa. Mientras veia como se retiraba entusiasmado en la cocina escuchaba el comentario de la joven -Así es mademoiselle, es una costumbre francesa demasiado antigua, además desde tiempos remotos el café es la bebida predilecta de los artistas- sonrei arqueando la ceja -Con este frío y nevado día asienta bien un café y una buena compañia, normalmente la gente tiende a deprimirse en estas epocas frecuentando estos lugaras en soledad, menos mal que esta no fue mi suerte-, trajeron el café inmediatamente, humeante en dos tazitas blancas y una curisa azucarera de cristal, el niño realizo una inclinación mientras yo le daba una moneda, sonrio y se retiro a contemplarla, la joven se me quedo viendo un tanto sorfprendida y tratando de entender mi acción, preparando mi café con bastante azúcar le explique -Me gusta hacer eso con los niños o jovenes que veo trabajan con timides para tener por lo menos un pan que comer, creeame que los comprendo, de niño estuve en un orfanato y tuve que luchar incansablemente para convertirme en lo que soy- ella sonrio gustosa.
Las cucharas comenzaron a chocar con las paredes de las tazas mientras bailaban con la azúcar en un vals sin fin para entregarse finalmente al oscuro color del café.
Comenzó a describirme con entusiasmo vivaz todo lo que dictaban sus costumbres, y mientras la escuchaba no deja de pensar "¡Que rereza era el mundo!, que diferentes somos uno del otro pero al mismo tiempo tan iguales en nuestra alma, en nuestro sentir, que solo nos separaban las distancias y las reglas arraigadas de la sociedad y la cultura", de pronto todo pensamiento fue interrumpido ante su cuestión -¿aburrido yo?, no para nada, continue por favor, se lo ruego- para mi era tan interesante conocer cosas nuevas, sobre todo de este mundo donde vivo, tantas cosa que el hombre desconoce, un verdadero desperdicio para tanta maravilla oculta entre nosotros, que se ignora y cuando es narrada por otro se imagina anhelando estar allí en sitio diferente al que siempre habitas.
-Quizás entonces algún día vaya a visitar tan maravillosa tierra, es un bello paraiso por lo que usted me cuenta y si aso se suma que escribire tantas obras que mejor ¡Todo sea por el placer de escribir!- tome la taza y en un improvisado brindis dije -Por la bellas tierras aun no descubiertas por mis ojos, la bella Buenos Aires, región de amplio folklor y tradición-
Bebi un sorbo de café, para después tomar la aperlada servilleta de tela fina y gruesa -Por favor digame Archi, la mayoría me dice así- sonrei -Digame una cosa, si su ciudad estan bella y la extraña tanto entonces por que la ha dejado?-inmediatamente pense había cometido una imprudencia pero para que alguien extrañará asi su tierra es que fue arrancada de ella de un modo obligado...
Archibaldo de la Cruz- Humano Clase Alta
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Re: Café "La soledad" un curioso lugar que me brindo anelada compañia (Libre)
Sonreía, mientras lo escuchaba, asintiendo cuando aseverába que de ser posible viajaría alguna vez hasta Buenos Aires - Pense, Buenos Aires es solo el punto de llegada, lo bueno esta decenas de kilómetros pampa adentro. -
Mientras el seguía hablándome terminé de ponerle azucar al cafe, lo suficiente para que su amargo sabor se disipara.
Mi cuerpo se tensó y el movimiento de la cuchara girando en el liquido se detuvo cuando mi compañero de café preguntó el motivo del porqué de mi partída y permanencia en París, si tanto amaba mi tierra.
Acomodé suavemente la cucharilla en el platito y levantando los ojos hasta encontrar los suyos, le respondí.
- Existen razones que son vedadas aun al propio corazón, por lo amargas o dolorosas. Digamos simplemente, que lo que me ataba no existe mas y vine a esta ciudad a saldar ciertas deudas. - le sonreí, traté de que fuera una sonrisa amable pero no pude disimular un cierto disgusto, baje mi rostro a la coqueta tacita de cafe. Sentía como todo el rencor y la impotencia, el asco los seres humanos - cazadores e inquisidores - se me agolpaga como un frio yelmo en el centro de mi pecho. fue un segundo, en que mis ojos se volvieron verde refulgente como los de mi padre cuando se enojaba. Por suerte no lo estaba mirando ya a los ojos, pero no sabía si lo habría notado. - Pero por favor, hablemos de cosas mas interesantes. Qué genero escribe?, a publicado ya?
Hablar de otros temas me distendió y acomodandome mejor en el asiento, tomé la taza y bebí con gusto, esperando me contara un poco de él.
Mientras el seguía hablándome terminé de ponerle azucar al cafe, lo suficiente para que su amargo sabor se disipara.
Mi cuerpo se tensó y el movimiento de la cuchara girando en el liquido se detuvo cuando mi compañero de café preguntó el motivo del porqué de mi partída y permanencia en París, si tanto amaba mi tierra.
Acomodé suavemente la cucharilla en el platito y levantando los ojos hasta encontrar los suyos, le respondí.
- Existen razones que son vedadas aun al propio corazón, por lo amargas o dolorosas. Digamos simplemente, que lo que me ataba no existe mas y vine a esta ciudad a saldar ciertas deudas. - le sonreí, traté de que fuera una sonrisa amable pero no pude disimular un cierto disgusto, baje mi rostro a la coqueta tacita de cafe. Sentía como todo el rencor y la impotencia, el asco los seres humanos - cazadores e inquisidores - se me agolpaga como un frio yelmo en el centro de mi pecho. fue un segundo, en que mis ojos se volvieron verde refulgente como los de mi padre cuando se enojaba. Por suerte no lo estaba mirando ya a los ojos, pero no sabía si lo habría notado. - Pero por favor, hablemos de cosas mas interesantes. Qué genero escribe?, a publicado ya?
Hablar de otros temas me distendió y acomodandome mejor en el asiento, tomé la taza y bebí con gusto, esperando me contara un poco de él.
Eva- Cambiante Clase Alta
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Re: Café "La soledad" un curioso lugar que me brindo anelada compañia (Libre)
Aquellas tazas de café ahora estaban sobre la mesa ,más la diferencia es que cada quién comenzaba a poner algo de personalidad a los líquidos que contenían en su interior, mientras la plática poco a poco se profundizaba entre aquellos dos que comenzaron como desconocidos y que en ese momento no hablaban de otra cosa que sus tierras lejanas, de los dulces encantos que poseían, de todo aquello que amaban y que por tretas del destino se tuvieron que dejar en el olvido.
Las cucharas chocaban con los muros de las tazas, mientras la azúcar cual nieve que caía en las calles parisinas endulzaba el café amargo y caliente que se volvía en un protagonista más de esta historia,desde aquella pregunta la incomodidad de aquella mujer se hizo evidente, al acomodar su vestido y un forzada sonrisa brindada al terminar su respuesta me lo dijo todo, tome un sorbo del café, sosteniendo aquel recipiente aperlado, me dispuse a disculparme, pues a decir verdad la misma pregunta sobre mi partida de España era más que un secreto, una espina que ni el vendaje más efectivo pudo desprender –Lamento mi importunio, a decir verdad creí que una pregunta como esa no era tan ofensiva, es decir se veía tan tranquila que supuse que en ese país de ensueño todo era polvo y estrellas, claro con algunos meteoros, en el camino-intente sonreírle, aunque esa expresión esbozada en mi rostro no describía más que vergüenza, pues ella continuaba cabizbaja y seria, como siestuviese enojada recordando su pasado en lo profundo de su alma mientras me musitaba cazadores e inquisidores, ¿Acaso huía de ellos?, parecía demasiado sencilla para que se tratase de una criatura que fuese parecida a los antiguos mitos de Paris, era increíble que tuviera que ver con un vampiro o un licántropo, aunque la curiosidad era
bastante grande debía callar, otro impertinencia de mi parte y aquella milagrosa compañía se iría por la puerta de la cafetería, que parecía empezar a recibir a la gente que de a poco ocupaba las mesas vacías de nuestro alrededor gracias al intenso frío, pero debía prestar mi atención a mi acompañante –Sabe yo también deje España huyendo del pasado, que si le contará aquel tiempo me creería loco a punto de irse al manicomio, pero… con tal de no verla en ese estado que le parece si cambiamos de tema por algo más agradable que no contribuya con la melancolía que trae un día como este- asentí con la cabeza, decidiéndome a dejar finalmente aquel recipiente en la mesita, esperando su siguiente pregunta o algún acontecimiento que nos devolviera la amena y alegre conversación de unos instantes.
El establecimiento parecía adquirir calor humano, aroma a café caliente y un estridente bullicio proveniente de la plática de las personas quienes algunas venían en pareja, otras con amigos y solo pocas venían en compañía de la soledad y la tristeza que se reflejaban en ojos de diversos colores que observaban fijamente a las enormes ventanas, volví mi mirada a mi acompañante cuando de sus labios rosas nacieron aquellas preguntas que no todos se atreven a hacer a un escritor o que simplemente no preguntan por qué sería
quizás de lo más aburrido, le brinde una sonrisa franca, acariciando mis materiales de escritura le respondí –Puede que al decirle se desilusione del genero, a la mayoría de los autores nos consideran, como la gente dice coloquialmente “dementes”, aunque mi lema siempre ha sido que aquel al que la gente considere demente y adelantado a su época no es más que el genio del futuro- tome aquella pluma de colores grisáceos y oscuros, acariciándola entre ambas manos viéndola fijamente –Mis historias son de misterio, locura y muerte, sin embargo… algunas no son imaginaciones mías, muchas son el amargo recuerdo que las vivencias del pasado han dejado alguna marca- reí sutilmente –Mis escritos aun no han llegado a su tierra, creo que debo considerarla en mis próximas publicaciones, o en las impresiones de mi nuevo libro cuyo contenido me llevo a la fama “Ensayo de un crimen” ¿Alguna vez lo ha leído usted en su estadía por Europa?-.
Los ruidos aumentaban conforme el café iba teniendo más y más clientela, unas cuantas miradas curiosas que brindaba a los que estaban al lado mío buscando algún pequeño elemento para alguna nueva historia–Acostumbro buscar entre la gente alguna nueva idea para escribir nuevas novelas, a veces del gesto más simple, de la situación más chusca o de las belleza de las personas se desprenden letras de la pluma y palabras de mi voz, así como usted la vi un torrente de ideas vinieron como ráfaga a mi mente, y
hablando de eso ¿Qué hace aquí en Paris a parte de alimentar a las palomas, que es de su vida, ahora?- , intentaba no cometer ninguna otra indiscreción simplemente hablar de todo un poco del otro pues de aquellas conversaciones en ocasiones nacen los buenos y viejos amigos…
Las cucharas chocaban con los muros de las tazas, mientras la azúcar cual nieve que caía en las calles parisinas endulzaba el café amargo y caliente que se volvía en un protagonista más de esta historia,desde aquella pregunta la incomodidad de aquella mujer se hizo evidente, al acomodar su vestido y un forzada sonrisa brindada al terminar su respuesta me lo dijo todo, tome un sorbo del café, sosteniendo aquel recipiente aperlado, me dispuse a disculparme, pues a decir verdad la misma pregunta sobre mi partida de España era más que un secreto, una espina que ni el vendaje más efectivo pudo desprender –Lamento mi importunio, a decir verdad creí que una pregunta como esa no era tan ofensiva, es decir se veía tan tranquila que supuse que en ese país de ensueño todo era polvo y estrellas, claro con algunos meteoros, en el camino-intente sonreírle, aunque esa expresión esbozada en mi rostro no describía más que vergüenza, pues ella continuaba cabizbaja y seria, como siestuviese enojada recordando su pasado en lo profundo de su alma mientras me musitaba cazadores e inquisidores, ¿Acaso huía de ellos?, parecía demasiado sencilla para que se tratase de una criatura que fuese parecida a los antiguos mitos de Paris, era increíble que tuviera que ver con un vampiro o un licántropo, aunque la curiosidad era
bastante grande debía callar, otro impertinencia de mi parte y aquella milagrosa compañía se iría por la puerta de la cafetería, que parecía empezar a recibir a la gente que de a poco ocupaba las mesas vacías de nuestro alrededor gracias al intenso frío, pero debía prestar mi atención a mi acompañante –Sabe yo también deje España huyendo del pasado, que si le contará aquel tiempo me creería loco a punto de irse al manicomio, pero… con tal de no verla en ese estado que le parece si cambiamos de tema por algo más agradable que no contribuya con la melancolía que trae un día como este- asentí con la cabeza, decidiéndome a dejar finalmente aquel recipiente en la mesita, esperando su siguiente pregunta o algún acontecimiento que nos devolviera la amena y alegre conversación de unos instantes.
El establecimiento parecía adquirir calor humano, aroma a café caliente y un estridente bullicio proveniente de la plática de las personas quienes algunas venían en pareja, otras con amigos y solo pocas venían en compañía de la soledad y la tristeza que se reflejaban en ojos de diversos colores que observaban fijamente a las enormes ventanas, volví mi mirada a mi acompañante cuando de sus labios rosas nacieron aquellas preguntas que no todos se atreven a hacer a un escritor o que simplemente no preguntan por qué sería
quizás de lo más aburrido, le brinde una sonrisa franca, acariciando mis materiales de escritura le respondí –Puede que al decirle se desilusione del genero, a la mayoría de los autores nos consideran, como la gente dice coloquialmente “dementes”, aunque mi lema siempre ha sido que aquel al que la gente considere demente y adelantado a su época no es más que el genio del futuro- tome aquella pluma de colores grisáceos y oscuros, acariciándola entre ambas manos viéndola fijamente –Mis historias son de misterio, locura y muerte, sin embargo… algunas no son imaginaciones mías, muchas son el amargo recuerdo que las vivencias del pasado han dejado alguna marca- reí sutilmente –Mis escritos aun no han llegado a su tierra, creo que debo considerarla en mis próximas publicaciones, o en las impresiones de mi nuevo libro cuyo contenido me llevo a la fama “Ensayo de un crimen” ¿Alguna vez lo ha leído usted en su estadía por Europa?-.
Los ruidos aumentaban conforme el café iba teniendo más y más clientela, unas cuantas miradas curiosas que brindaba a los que estaban al lado mío buscando algún pequeño elemento para alguna nueva historia–Acostumbro buscar entre la gente alguna nueva idea para escribir nuevas novelas, a veces del gesto más simple, de la situación más chusca o de las belleza de las personas se desprenden letras de la pluma y palabras de mi voz, así como usted la vi un torrente de ideas vinieron como ráfaga a mi mente, y
hablando de eso ¿Qué hace aquí en Paris a parte de alimentar a las palomas, que es de su vida, ahora?- , intentaba no cometer ninguna otra indiscreción simplemente hablar de todo un poco del otro pues de aquellas conversaciones en ocasiones nacen los buenos y viejos amigos…
Archibaldo de la Cruz- Humano Clase Alta
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Re: Café "La soledad" un curioso lugar que me brindo anelada compañia (Libre)
Noté como se esforzaba en devolver la charla a temas más a menos y que me sacaran de este estado de ofuscamiento y rabia que me había envuelto en un segundo. - a veces es tan difícil poder salirnos de nuestras pesadillas - pensé - uno quiere comenzar una nueva etapa, pero los recuerdos se agolpan tratando de gritarte que no los relegue, que no caigan en la soledad del olvido los agravios y las faltas que había sufrido -.
Suspiré, mirando el líquido oscuro que contenía esa pequeña y delicada tacita. La acomodé en su platito y secándome los labios con la servilleta, miré las manos de Archibaldo - son manos delicadas y se notan que no es de un hombre dedicado a los trabajos manuales, sino al intelecto y al espíritu. Pero cuántos de esos personajes ocultan grandes secretos, inconfesables hechos, culpas o actos reprochables?, sería a casa uno de ellos, este gentil caballero? - no, pensé - No podría equivocarse tanto mi instinto. No había sentido ningún repelús, ni sensación extraña que a veces me cercaba como un aurea fría, cuando pasaba junto a personas que llevaban a cuestas más de un alma pidiendo justicia.
Cuando me habló sobre si había leído su último libro, negué con la cabeza - No en verdad, he comprado muy pocos libros todavía. En verdad hasta que no me instale definitivamente y siga en la casa de mis tíos, no quiero comprar nada ya que luego me costará hacer la mudanza - sonreí - bueno le prometo que en cuanto salga de aquí iré a comprar un ejemplar para leerlo y que si usted quiere, en otro momento, le dé mi parecer sobre la obra. Le parece?La cafetería se comenzó a llenar de gente - nunca me gustaron los lugares atestados de personas, supongo que es por mi olfato hipersensible, además de notar que entre esos parroquianos se encontraba más de un cazador que había visto merodear los bosques - Volví la atención a lo que estaba haciendo Archibaldo, como miraba a las personas, con ojo crítico, sin importarle que tal vez la otra persona se sintiera incomoda por la forma en que la observaba.Dirigí mi vista a lo que él había observado antes. Eran muy variadas, entre ellas una bella señorita, de impecable forma de vestir y peinado elevado y complicados adornos, por sus modales y su expresión de incertidumbre daba la impresión que esperaba a su amado, - es tan angustiante esperar a ese ser que te complementa y sentir que los minutos pasan sin detenerse y él no llega – su rostro se iluminó cuando por la puerta entró un muchacho muy bien trajeado y algo acalorado, por el color de su piel y la respiración acelerada, seguramente él también sabía que la pequeña damita estaría asustada. Más allá, cerca de un ventanal se encontraba un matrimonio, hombre de mediana edad leía despreocupado un diario, dándole nada de atención a su compañera, como si en verdad se encontrara solo en el café, mientras su esposa, de contextura prominente, que mostraba que en algún momento había sido una adorable y exquisita jovencita, se deslizaba cada vez más cerca a la vejes prematura, por la apatía de quien seguramente era el amor de su vida. Cabizbaja y dejando escapar su mirada por el gran ventanal, parecía buscar una solución a ese camino sin salida que la vida le había puesto en frente. Como una autómata de feria, le daba de comer masas a un pequeño perrito faldero, nervioso y excitado que se movía en su regazo. En un sector apartado y poco iluminado otra pareja que parecía no estar viviendo el mejor momento. Él se veía contrariado, sus gestos denotaban que pretendía explicar algo a la muchacha, mientras ella desesperada, con los ojos inundados de lágrimas contenía un sollozo ahogado y un reproche en su mirada, - que historias, pensé - Tenía razón el escritor, cuando decía que estos lugares eran buenas fuentes para conseguir inspiración.
Dando un nuevo sorbo a mi café, que ya se estaba enfriando, le pregunté - y dígame señor Archibaldo, aquí se reúnen como en otras ciudades los escritores en círculos literarios donde leen sus escritos y se dan opiniones, se habla de política y todas esas cosas, que los hombres nos hacen a un lado a nosotras las mujeres? - sonreí socarronamente - lo habría puesto en una situación difícil? - quería conocer sus opiniones, me parecía una persona muy interesante y deseaba saber mucho más.
Suspiré, mirando el líquido oscuro que contenía esa pequeña y delicada tacita. La acomodé en su platito y secándome los labios con la servilleta, miré las manos de Archibaldo - son manos delicadas y se notan que no es de un hombre dedicado a los trabajos manuales, sino al intelecto y al espíritu. Pero cuántos de esos personajes ocultan grandes secretos, inconfesables hechos, culpas o actos reprochables?, sería a casa uno de ellos, este gentil caballero? - no, pensé - No podría equivocarse tanto mi instinto. No había sentido ningún repelús, ni sensación extraña que a veces me cercaba como un aurea fría, cuando pasaba junto a personas que llevaban a cuestas más de un alma pidiendo justicia.
Cuando me habló sobre si había leído su último libro, negué con la cabeza - No en verdad, he comprado muy pocos libros todavía. En verdad hasta que no me instale definitivamente y siga en la casa de mis tíos, no quiero comprar nada ya que luego me costará hacer la mudanza - sonreí - bueno le prometo que en cuanto salga de aquí iré a comprar un ejemplar para leerlo y que si usted quiere, en otro momento, le dé mi parecer sobre la obra. Le parece?La cafetería se comenzó a llenar de gente - nunca me gustaron los lugares atestados de personas, supongo que es por mi olfato hipersensible, además de notar que entre esos parroquianos se encontraba más de un cazador que había visto merodear los bosques - Volví la atención a lo que estaba haciendo Archibaldo, como miraba a las personas, con ojo crítico, sin importarle que tal vez la otra persona se sintiera incomoda por la forma en que la observaba.Dirigí mi vista a lo que él había observado antes. Eran muy variadas, entre ellas una bella señorita, de impecable forma de vestir y peinado elevado y complicados adornos, por sus modales y su expresión de incertidumbre daba la impresión que esperaba a su amado, - es tan angustiante esperar a ese ser que te complementa y sentir que los minutos pasan sin detenerse y él no llega – su rostro se iluminó cuando por la puerta entró un muchacho muy bien trajeado y algo acalorado, por el color de su piel y la respiración acelerada, seguramente él también sabía que la pequeña damita estaría asustada. Más allá, cerca de un ventanal se encontraba un matrimonio, hombre de mediana edad leía despreocupado un diario, dándole nada de atención a su compañera, como si en verdad se encontrara solo en el café, mientras su esposa, de contextura prominente, que mostraba que en algún momento había sido una adorable y exquisita jovencita, se deslizaba cada vez más cerca a la vejes prematura, por la apatía de quien seguramente era el amor de su vida. Cabizbaja y dejando escapar su mirada por el gran ventanal, parecía buscar una solución a ese camino sin salida que la vida le había puesto en frente. Como una autómata de feria, le daba de comer masas a un pequeño perrito faldero, nervioso y excitado que se movía en su regazo. En un sector apartado y poco iluminado otra pareja que parecía no estar viviendo el mejor momento. Él se veía contrariado, sus gestos denotaban que pretendía explicar algo a la muchacha, mientras ella desesperada, con los ojos inundados de lágrimas contenía un sollozo ahogado y un reproche en su mirada, - que historias, pensé - Tenía razón el escritor, cuando decía que estos lugares eran buenas fuentes para conseguir inspiración.
Dando un nuevo sorbo a mi café, que ya se estaba enfriando, le pregunté - y dígame señor Archibaldo, aquí se reúnen como en otras ciudades los escritores en círculos literarios donde leen sus escritos y se dan opiniones, se habla de política y todas esas cosas, que los hombres nos hacen a un lado a nosotras las mujeres? - sonreí socarronamente - lo habría puesto en una situación difícil? - quería conocer sus opiniones, me parecía una persona muy interesante y deseaba saber mucho más.
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