AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
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Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
Recuerdo del primer mensaje :
Suelo escuchar mucho por ahí, especialmente de las personas que dicen leer mucho y conocer aun mas que el mundo no es blanco ni es negro, sino gris. Cuando lo dicen estas personas es como si fuera una gran revelación y entonces todo se detienen a admirarlo. Sin afanes de ser ofensiva, pues ni siquiera en pensamiento me gusta serlo con ellos... no es una gran verdad. Hace algún tiempo conocí a un cambiaformas de más o menos 13 años, se llamaba Zephir y era bastante agradable. Se detuvo a charlar conmigo y compartir de su pan... no era tan bien parecido, tampoco se vestía muy bien que digamos, ni tampoco su olor era el mejor, y a decir verdad el ya sabía esas cosas del mundo. Incluso más! con su ayuda supe cómo hacer las canastas de mimbre más resistentes, identificar a los comerciantes de la zona que solo intentaban abusar de los compradores y también a comprender mejor cuando un animal llora porque este enfermo, o porque tiene hambre, o sed, o porque sencillamente quiere compañía... Yo siendo gato, puedo comprender un poco mejor las necesidades de uno, pero eso no me hace entender de ladridos.
No sé porque estoy pensando en esto... posiblemente porque solo dormí tres horas y llevo otras dos aquí esperando a que el sol aparezca. En mi forma humana me mantengo cual vigilante nocturno en una de las ramas más gruesas y altas del árbol, desde ahí puedo ver la sombría torre de la Bastilla. De niña ya había escuchado mucho de ella, mi abuela decía que era donde acababan "los desgraciados", pero nunca nadie ha dicho esa palabra con tanta caridad y amor a como la decía ella. No voy a negarlo, este lugar me hace sentir mucho miedo pero no puedo evitar ansiar cuanto antes a que el carcelero aparezca y me haga entrar. El teniente pese a lo enfadado que está conmigo me permitió venir, lo ha arreglado todo, yo solo tengo que seguir órdenes. Puntual a su hora el sol siempre cumple su promesa y regresa a traernos luz, un ruido de pisadas de caballo hace que mi rostro se gire hacia la dirección de donde proviene. Ahí viene una carreta con un nombre encapuchado… eso no es raro, en estas fechas en Francia siempre hace mucho frió. Con sospecha lo observo hasta que este se detiene frente al árbol donde estoy, no me noto o quizás finja no hacerlo pero se bajo de la carreta y toma la canasta que había dejado en el piso. Observo su contenido y sin buscar por ningún lado la coloco en el interior de su vehículo, junto con todas las demás: Tenia botas azules. Esa era la señal.
Espere a que el hombre subiera a conducir de nuevo y su olor me produjo familiaridad, pero… ¿Quién era?
Un par de zapatos cayeron al piso, unas medias se enredaron en las ramas, unas calentadoras y luego un vestido fue el que descendió, cuando menos se espero fue un gato el que bajo escurridizo por el árbol y brinco dentro de la carreta. El conductor pareció sentirme pues apenas me acomode entre las canastas este emprendió la marcha. Hecha un ovillo me esmere en ocultarme en una de las canastas, entre los panes… por suerte era un gato aseado, o esos panes sabrían de por sí más raros. Mis orejas se replegaron hacia atrás mientras escuchaba los ruidos externos. Unas personas hablaban en un francés mas vulgar, alguien inspeccionaba la primeras canastas de la carroza y mas me tense entre los panes, pero nadie llego a mi. Por suerte la vigilancia vampirica no podía trabajar de día y la del día no parecía ser la gran cosa. Escuche nuevamente como el carruaje se movía, los minutos me parecieron eternos, estaba impaciente por echarme a correr. Aparte el olor a panes me abría el apetito... tenia hambre, y lo peor es que la bastilla estaba llena de ratones, eso no era muy bueno.
Tanto pensar en apetitos me hizo distraerme bastante, cuando menos pensé alguien me bajaba de la canasta donde estaba y la colocaba en el piso, asome la cabeza y solo estábamos el misterioso carcelero y yo en la entrada de la cocina renegrida de suciedad... ni siquiera a mi se me antojaba comer en un lugar así. Brinque de la canasta y corrí hacia uno de los agujeros roídos de la pared, ya me habían explicado cientos de veces el camino a partir de ahí. Mi mirada se afilaba acostumbrándose a la oscuridad, de vez en vez escuchaba el roer de los animales y el instinto me llamaba a perseguirlos entre sombras... pero esta vez mi mente mandaba, tenia que llegar a la tercera torre, calabazo siete.
Evadí a unos cuantos guardias pero lo logre, tuve que colocarme pecho tierra y estirándome lo mas posible en el suelo para poder entrar en la rendija donde se metían los alimentos por la puerta, esta al levantarse para darme paso hizo un rechinido a viejo que me erizo y me obligo a apresurarme al interior.... dentro era una especie de madriguera, una habitación 4x4.... dios mio... ¿sin ventanas? una figura medio desecha se cernía de espaldas ante mi. Su olor era inconfundible. Cautelosa di un brinco a la cama y deslizándome bajo las sabanas, las articulaciones comenzaron a doler menos y en medio de un vértigo mi cuerpo comenzó a crecer. Si, las articulaciones dolían menos, pero no así mi corazón. Mis ojos reconocieron nuevamente los colores, mi mente se sintió mas pesada y el nudo en la garganta se volvió mas fuerte, pero aun así.... la voz volvió...
--- ¿Darcy?
Suelo escuchar mucho por ahí, especialmente de las personas que dicen leer mucho y conocer aun mas que el mundo no es blanco ni es negro, sino gris. Cuando lo dicen estas personas es como si fuera una gran revelación y entonces todo se detienen a admirarlo. Sin afanes de ser ofensiva, pues ni siquiera en pensamiento me gusta serlo con ellos... no es una gran verdad. Hace algún tiempo conocí a un cambiaformas de más o menos 13 años, se llamaba Zephir y era bastante agradable. Se detuvo a charlar conmigo y compartir de su pan... no era tan bien parecido, tampoco se vestía muy bien que digamos, ni tampoco su olor era el mejor, y a decir verdad el ya sabía esas cosas del mundo. Incluso más! con su ayuda supe cómo hacer las canastas de mimbre más resistentes, identificar a los comerciantes de la zona que solo intentaban abusar de los compradores y también a comprender mejor cuando un animal llora porque este enfermo, o porque tiene hambre, o sed, o porque sencillamente quiere compañía... Yo siendo gato, puedo comprender un poco mejor las necesidades de uno, pero eso no me hace entender de ladridos.
No sé porque estoy pensando en esto... posiblemente porque solo dormí tres horas y llevo otras dos aquí esperando a que el sol aparezca. En mi forma humana me mantengo cual vigilante nocturno en una de las ramas más gruesas y altas del árbol, desde ahí puedo ver la sombría torre de la Bastilla. De niña ya había escuchado mucho de ella, mi abuela decía que era donde acababan "los desgraciados", pero nunca nadie ha dicho esa palabra con tanta caridad y amor a como la decía ella. No voy a negarlo, este lugar me hace sentir mucho miedo pero no puedo evitar ansiar cuanto antes a que el carcelero aparezca y me haga entrar. El teniente pese a lo enfadado que está conmigo me permitió venir, lo ha arreglado todo, yo solo tengo que seguir órdenes. Puntual a su hora el sol siempre cumple su promesa y regresa a traernos luz, un ruido de pisadas de caballo hace que mi rostro se gire hacia la dirección de donde proviene. Ahí viene una carreta con un nombre encapuchado… eso no es raro, en estas fechas en Francia siempre hace mucho frió. Con sospecha lo observo hasta que este se detiene frente al árbol donde estoy, no me noto o quizás finja no hacerlo pero se bajo de la carreta y toma la canasta que había dejado en el piso. Observo su contenido y sin buscar por ningún lado la coloco en el interior de su vehículo, junto con todas las demás: Tenia botas azules. Esa era la señal.
Espere a que el hombre subiera a conducir de nuevo y su olor me produjo familiaridad, pero… ¿Quién era?
Un par de zapatos cayeron al piso, unas medias se enredaron en las ramas, unas calentadoras y luego un vestido fue el que descendió, cuando menos se espero fue un gato el que bajo escurridizo por el árbol y brinco dentro de la carreta. El conductor pareció sentirme pues apenas me acomode entre las canastas este emprendió la marcha. Hecha un ovillo me esmere en ocultarme en una de las canastas, entre los panes… por suerte era un gato aseado, o esos panes sabrían de por sí más raros. Mis orejas se replegaron hacia atrás mientras escuchaba los ruidos externos. Unas personas hablaban en un francés mas vulgar, alguien inspeccionaba la primeras canastas de la carroza y mas me tense entre los panes, pero nadie llego a mi. Por suerte la vigilancia vampirica no podía trabajar de día y la del día no parecía ser la gran cosa. Escuche nuevamente como el carruaje se movía, los minutos me parecieron eternos, estaba impaciente por echarme a correr. Aparte el olor a panes me abría el apetito... tenia hambre, y lo peor es que la bastilla estaba llena de ratones, eso no era muy bueno.
Tanto pensar en apetitos me hizo distraerme bastante, cuando menos pensé alguien me bajaba de la canasta donde estaba y la colocaba en el piso, asome la cabeza y solo estábamos el misterioso carcelero y yo en la entrada de la cocina renegrida de suciedad... ni siquiera a mi se me antojaba comer en un lugar así. Brinque de la canasta y corrí hacia uno de los agujeros roídos de la pared, ya me habían explicado cientos de veces el camino a partir de ahí. Mi mirada se afilaba acostumbrándose a la oscuridad, de vez en vez escuchaba el roer de los animales y el instinto me llamaba a perseguirlos entre sombras... pero esta vez mi mente mandaba, tenia que llegar a la tercera torre, calabazo siete.
Evadí a unos cuantos guardias pero lo logre, tuve que colocarme pecho tierra y estirándome lo mas posible en el suelo para poder entrar en la rendija donde se metían los alimentos por la puerta, esta al levantarse para darme paso hizo un rechinido a viejo que me erizo y me obligo a apresurarme al interior.... dentro era una especie de madriguera, una habitación 4x4.... dios mio... ¿sin ventanas? una figura medio desecha se cernía de espaldas ante mi. Su olor era inconfundible. Cautelosa di un brinco a la cama y deslizándome bajo las sabanas, las articulaciones comenzaron a doler menos y en medio de un vértigo mi cuerpo comenzó a crecer. Si, las articulaciones dolían menos, pero no así mi corazón. Mis ojos reconocieron nuevamente los colores, mi mente se sintió mas pesada y el nudo en la garganta se volvió mas fuerte, pero aun así.... la voz volvió...
--- ¿Darcy?
Mina Wayne- Cambiante Clase Baja
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
“Más allá de las frías y brumosas montañas…
a mazmorras profundas y cavernas antiguas”
Alguna vez en Auvernia un viejo amigo me había dicho que siempre cuando necesitara pensar tocara algo, cuando menos una armónica… decía que la música calmaba a las bestias, incluso aquellas que vivían en nuestra mente y algunas veces enloquecían por estar encerradas tanto tiempo. Su comentario me había hecho reír, mas aun porque nunca tuve talento ni el tiempo para aprender algo de eso, aun así yo conseguí mi propia música y a partir de ahí, siempre cuando los sucesos eran demasiado fuertes para ser asimilados, solía cantar. Era algo involuntario… No es que fuera buena -de hecho no lo era-, pero el hacerlo a mi me hacía sentir mejor. Ahora que podía darle la espalda a él, mis ojos volvieron a humedecerse y mi cuerpo tembló, pero bien podía culpar al frio… me hundí en sus brazos, escuchándolo responder… en ese momento llegaba a mi mente de forma muy obsesiva una antigua melodía que pedía ser recitada, pero no era el momento, nop, no lo era…
--- Si, bueno, todas son importantes pero los desayunos fijan con que tanta energía andarás todo el día, sabes? --- Le explique tratando de ser casual, acariciando el brazo que rodeaba su cadera mientras le miraba comer el dulce… el chocolate siempre me hacía sentir feliz--- Tampoco será tu ultima cena ---Replique buscando su mirada y tomando el chocolate, dándole una mordida muy pequeña, no quería comerme lo que era suyo… solo hacerlo sentir acompañado…--- Cuando salgas mandare pedir la mini fuente de vino para llenarlo de chocolate y muchos panecitos, te va a encantar --- hablar del futuro, hacer planes…. me habían dicho que hiciera esas cosas, que ayudaban a apaciguar un poco la incertidumbre, demostraban seguridad…“¿que mas da si el mundo se cae a pedazos pero uno finge que no sucede? el no lo sabe… creerá lo que le demuestres” Le había dicho Jared antes de partir…
“Pinos rugían en la cima,
Los vientos ululaban en la media noche,
El fuego era rojo y llameaba extendiéndose”
Seguía la canción en mi mente, muy a tono con el hilo de mis pensamientos…
--- Creo que tiene razón, y a la vez no mucha--- Respondí a su pregunta, envolviendo el chocolate en papel para guardarlo y usando la tapadera del recipiente como plato improvisado, sirviendo el potaje y distribuyéndolo a lo largo con la cuchara--- solo existe un dios verdadero y este si sangro sin dejar de ser lo que es… y si, si, me dirás que se refiere a otra cosa, ya lo sé, mi efecto retardado no es tan malo--- bromee, picando con el cubierto y ofreciéndole en la boca a Darcy a probar-- se refiere a esa gente que se cree invencible y que no ocupas matarla, sino solo herirla para demostrar que es vulnerable, que ser un ser humano…
“Los arboles como antorchas de luz resplandecían”
--- Es verdad... pero tampoco podemos olvidar la capacidad que tienen los humanos para ir mas allá de sus debilidades… ellos no necesitan ser dioses, siendo asi: bonitos, frágiles y fugaces, pueden llegar muy lejos. ¿no ves que tan lejos llegue yo? --- sonrei un poco---.Yo puedo hacer sangrar a cualquiera, demostrar que tienen debilidades, pero eso no me asegura que vaya a poder vencerlo… igualmente el conmigo
a mazmorras profundas y cavernas antiguas”
Alguna vez en Auvernia un viejo amigo me había dicho que siempre cuando necesitara pensar tocara algo, cuando menos una armónica… decía que la música calmaba a las bestias, incluso aquellas que vivían en nuestra mente y algunas veces enloquecían por estar encerradas tanto tiempo. Su comentario me había hecho reír, mas aun porque nunca tuve talento ni el tiempo para aprender algo de eso, aun así yo conseguí mi propia música y a partir de ahí, siempre cuando los sucesos eran demasiado fuertes para ser asimilados, solía cantar. Era algo involuntario… No es que fuera buena -de hecho no lo era-, pero el hacerlo a mi me hacía sentir mejor. Ahora que podía darle la espalda a él, mis ojos volvieron a humedecerse y mi cuerpo tembló, pero bien podía culpar al frio… me hundí en sus brazos, escuchándolo responder… en ese momento llegaba a mi mente de forma muy obsesiva una antigua melodía que pedía ser recitada, pero no era el momento, nop, no lo era…
--- Si, bueno, todas son importantes pero los desayunos fijan con que tanta energía andarás todo el día, sabes? --- Le explique tratando de ser casual, acariciando el brazo que rodeaba su cadera mientras le miraba comer el dulce… el chocolate siempre me hacía sentir feliz--- Tampoco será tu ultima cena ---Replique buscando su mirada y tomando el chocolate, dándole una mordida muy pequeña, no quería comerme lo que era suyo… solo hacerlo sentir acompañado…--- Cuando salgas mandare pedir la mini fuente de vino para llenarlo de chocolate y muchos panecitos, te va a encantar --- hablar del futuro, hacer planes…. me habían dicho que hiciera esas cosas, que ayudaban a apaciguar un poco la incertidumbre, demostraban seguridad…“¿que mas da si el mundo se cae a pedazos pero uno finge que no sucede? el no lo sabe… creerá lo que le demuestres” Le había dicho Jared antes de partir…
“Pinos rugían en la cima,
Los vientos ululaban en la media noche,
El fuego era rojo y llameaba extendiéndose”
Seguía la canción en mi mente, muy a tono con el hilo de mis pensamientos…
--- Creo que tiene razón, y a la vez no mucha--- Respondí a su pregunta, envolviendo el chocolate en papel para guardarlo y usando la tapadera del recipiente como plato improvisado, sirviendo el potaje y distribuyéndolo a lo largo con la cuchara--- solo existe un dios verdadero y este si sangro sin dejar de ser lo que es… y si, si, me dirás que se refiere a otra cosa, ya lo sé, mi efecto retardado no es tan malo--- bromee, picando con el cubierto y ofreciéndole en la boca a Darcy a probar-- se refiere a esa gente que se cree invencible y que no ocupas matarla, sino solo herirla para demostrar que es vulnerable, que ser un ser humano…
“Los arboles como antorchas de luz resplandecían”
--- Es verdad... pero tampoco podemos olvidar la capacidad que tienen los humanos para ir mas allá de sus debilidades… ellos no necesitan ser dioses, siendo asi: bonitos, frágiles y fugaces, pueden llegar muy lejos. ¿no ves que tan lejos llegue yo? --- sonrei un poco---.Yo puedo hacer sangrar a cualquiera, demostrar que tienen debilidades, pero eso no me asegura que vaya a poder vencerlo… igualmente el conmigo
Mina Wayne- Cambiante Clase Baja
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
Se encogió de hombros al siguiente comentario sobre el desayuno. En su vida anterior era el desayuno al que Darcy solía llegar con retrazo o dolor de cabeza, e incluso a veces no se aparecía hasta la comida o la cena. Esto nunca pasó desapercibido por su familia y en especial de Marcus... Aunque ahora las preocupaciones de llegar en tiempo para sentarse a la mesa con los largos manteles blancos, carecía de importancia.
Sybelle acarició su brazo, ahora se sentía un poco menos la frialdad en la piel lobuna que rozaba la humana; y esto le hizo volver en sí. El lobo se concentró en el sabor del chocolate dejando esos pensamientos sobre los desayunos relegados a las sombras de la mazmorra, allí donde la luz de las velas no alcanzaba a llegar.
-¿Llenar la fuente de choclate?- arqueó una ceja -Será como... ¿un día de postres?- preguntó sobre el hombro femenino con curiosidad, perdiéndose unos momentos en los temas vanos y que normalmente no se permitía recordar, porque ahora con la medio felina presente parecía que realmente se podían dibujar en el aire, reservándose para un futuro. Era una clase de promesa. Si dos personas acuerdan algo es más probable que pase.. o no, pero se sientía bien. Se relamió, saboreando los últimos resquicios de chocolate, era su dulce preferido. -Me da hambre solo de pensarlo.- admitó. Las naúseas se mantenían al margen y parecía que su estómago estaba dispuesto ese día a soportar de mejor grado la comida que se le ofrecía. Darcy la miró guardar un poco de chocolate y antes de que pudiera quejarse al respecto ella sirvió el potaje que despedía un aroma de carne de borrego y hierbas silvestres. El lobo froto los brazos de sybelle intentando que no se enfriara demasiado mientras le miraba hacer con cierta impaciencia. Se río un poco con su comentario, por un momento más atento a la comida que a lo que ella decía y casi devorando el potaje con todo y cuchara cuando ella se lo acercó. Luego le arrebató el cubierto y el mismo probó otro bocado antes de ofrecerle uno a Sybelle, llevándolo hasta sus labios como ella había hecho y sujetandole por el vientre con la otra mano medio recárgando su peso en él. -No lo había pensado de ese modo, aunque dudo que aplique en este caso, como tú misma admites.- comentó meditando su última respuesta un rato en silencio. -"Lo vulnerable de un ser humano".- repitó para sí. Sonrió a medias. -No eres un ser humano normal, sybelle así que no puedes compararte con uno. Además entre los hombres se distinguen aquellos con rango superior. No me mal entiendas, ellos también se equivocan y mueren y muchos son de voluntad débil pero... de ellos siempre se espera que logren... que logremos algo. "Ser" simplemente no basta.- frunció el ceño analizando las implciaciones mientras hablaba. -Todos tenemos debilidades, pero el conocer las del otro da ventaja... - suspiró -Déjalo, no llegaremos a ningún lado con esto.-
Sybelle acarició su brazo, ahora se sentía un poco menos la frialdad en la piel lobuna que rozaba la humana; y esto le hizo volver en sí. El lobo se concentró en el sabor del chocolate dejando esos pensamientos sobre los desayunos relegados a las sombras de la mazmorra, allí donde la luz de las velas no alcanzaba a llegar.
-¿Llenar la fuente de choclate?- arqueó una ceja -Será como... ¿un día de postres?- preguntó sobre el hombro femenino con curiosidad, perdiéndose unos momentos en los temas vanos y que normalmente no se permitía recordar, porque ahora con la medio felina presente parecía que realmente se podían dibujar en el aire, reservándose para un futuro. Era una clase de promesa. Si dos personas acuerdan algo es más probable que pase.. o no, pero se sientía bien. Se relamió, saboreando los últimos resquicios de chocolate, era su dulce preferido. -Me da hambre solo de pensarlo.- admitó. Las naúseas se mantenían al margen y parecía que su estómago estaba dispuesto ese día a soportar de mejor grado la comida que se le ofrecía. Darcy la miró guardar un poco de chocolate y antes de que pudiera quejarse al respecto ella sirvió el potaje que despedía un aroma de carne de borrego y hierbas silvestres. El lobo froto los brazos de sybelle intentando que no se enfriara demasiado mientras le miraba hacer con cierta impaciencia. Se río un poco con su comentario, por un momento más atento a la comida que a lo que ella decía y casi devorando el potaje con todo y cuchara cuando ella se lo acercó. Luego le arrebató el cubierto y el mismo probó otro bocado antes de ofrecerle uno a Sybelle, llevándolo hasta sus labios como ella había hecho y sujetandole por el vientre con la otra mano medio recárgando su peso en él. -No lo había pensado de ese modo, aunque dudo que aplique en este caso, como tú misma admites.- comentó meditando su última respuesta un rato en silencio. -"Lo vulnerable de un ser humano".- repitó para sí. Sonrió a medias. -No eres un ser humano normal, sybelle así que no puedes compararte con uno. Además entre los hombres se distinguen aquellos con rango superior. No me mal entiendas, ellos también se equivocan y mueren y muchos son de voluntad débil pero... de ellos siempre se espera que logren... que logremos algo. "Ser" simplemente no basta.- frunció el ceño analizando las implciaciones mientras hablaba. -Todos tenemos debilidades, pero el conocer las del otro da ventaja... - suspiró -Déjalo, no llegaremos a ningún lado con esto.-
Henry Birdwhistle- Hechicero/Realeza
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
Sobre mi hombro caían sus palabras, tan próximas a mi oído que estremecían… no solamente porque fuera su voz la que escucharan, sino porque provocaban el único halito de calidez y verdadera viveza en esa mazmorra fría, en esa mazmorra triste… sonreí espontanea a sus preguntas tenuemente entusiastas y amables, me gustaba mucho reconocer en Darcy aun en la miseria de nuestra realidad, esa brisa infantil, al niño perdido tratando de sobrevivir a las exigencias del hombre. Era esa brisa la que había despertado mi curiosidad y mi interés, la que había buscado y por la cual, muy a su manera, sentía que me comprendía. A la que siempre trataba de proteger, incluso de su propia sombra. Me provocaba una autentica esperanza el saber que aun viviera.
--- Un día, una noche, dos días, dos noches… lo que duren los postres, el chocolate y tu apetito --- Le respondí con gentileza. La verdad no comprendía a que venía su tema sobre los dioses sangrantes, pero algo me decía que si le daba la total razón algún mecanismo siniestro en su amarga mentecita iba a causar reacción. Darcy a veces era demasiado literal, o metafórico… según el punto de vista donde se viera. Deje que se llevara la cuchara no taaan sorprendida de su enorme apetito y negando con la cabeza apenas quiso ofrecerme a mí la comida. El olor a carne ya era lo suficiente grande como para marearme, la sola idea de probar al pobre borrego cocinado solo lo empeoraba…--- Jajhaj No, no, aprovecha tu comida, esta la cocine especialmente para ti
Mi mente viajo a los primeros días en las cocinas de Alemania al servicio de Darcy y Milo, él como habían llegado ellos tan campantes anunciando a la servidumbre que llevaran cuanto antes a las cocinas al montón de fasanes, de venados, de liebres… “Fue una cacería exitosa”, dijo el teniente, “hoy habrá un gran banquete” Sentencio Darcy. Los animales con heridas de bala fueron arrastrando y despeñejados a metros de mi, pero podía escuchar los susurros de su mutilación aun a la distancia, imaginarlo…. la ama de llaves había remarcado con mucho hincapié ese día que tenia que demostrar mis habilidades y me habían obligado a cocinar por primera vez en mi vida a un animal muerto… Había llorado mucho la noche de ese día, tanto como la vez que encontré la habitación de los trofeos, y aun así hubiese dado cualquier cosa en este momento para remontarme a esos días…
--- Si, saber las debilidades da ventaja… pero sabes? hay un fallo en la forma como lo dices tú, juzgas a todos con etiquetas… hacer eso puede ser peligroso si se trata de enemigos… ---comente a sus palabras, frotando su brazo y elevando su mano libre para besar su dorso. La comida descansaba sobre mi regazo--- Humanos, cambiantes, vampiros y licántropos son mas de lo que sus naturalezas dicen, por tanto… son iguales, no se pueden sobrestimar ni tampoco subestimar, a ninguno… no puedes reducir tu mundo a los modos y las etiquetas de la aristocracia, el mundo real es mucho mas duro y salvaje que eso --- Asentí suavemente a sus palabras y entrelace mis dedos con los de su mano, dios… como tenia frio y que tan cálida me parecía ahora su piel, pasado el tiempo --- ¿Te ha gustado el potaje? Use la receta de la señora Dupont, sus consejos jamás fallan, es como cuando te preguntamos a ti sobre vinos
--- Un día, una noche, dos días, dos noches… lo que duren los postres, el chocolate y tu apetito --- Le respondí con gentileza. La verdad no comprendía a que venía su tema sobre los dioses sangrantes, pero algo me decía que si le daba la total razón algún mecanismo siniestro en su amarga mentecita iba a causar reacción. Darcy a veces era demasiado literal, o metafórico… según el punto de vista donde se viera. Deje que se llevara la cuchara no taaan sorprendida de su enorme apetito y negando con la cabeza apenas quiso ofrecerme a mí la comida. El olor a carne ya era lo suficiente grande como para marearme, la sola idea de probar al pobre borrego cocinado solo lo empeoraba…--- Jajhaj No, no, aprovecha tu comida, esta la cocine especialmente para ti
Mi mente viajo a los primeros días en las cocinas de Alemania al servicio de Darcy y Milo, él como habían llegado ellos tan campantes anunciando a la servidumbre que llevaran cuanto antes a las cocinas al montón de fasanes, de venados, de liebres… “Fue una cacería exitosa”, dijo el teniente, “hoy habrá un gran banquete” Sentencio Darcy. Los animales con heridas de bala fueron arrastrando y despeñejados a metros de mi, pero podía escuchar los susurros de su mutilación aun a la distancia, imaginarlo…. la ama de llaves había remarcado con mucho hincapié ese día que tenia que demostrar mis habilidades y me habían obligado a cocinar por primera vez en mi vida a un animal muerto… Había llorado mucho la noche de ese día, tanto como la vez que encontré la habitación de los trofeos, y aun así hubiese dado cualquier cosa en este momento para remontarme a esos días…
--- Si, saber las debilidades da ventaja… pero sabes? hay un fallo en la forma como lo dices tú, juzgas a todos con etiquetas… hacer eso puede ser peligroso si se trata de enemigos… ---comente a sus palabras, frotando su brazo y elevando su mano libre para besar su dorso. La comida descansaba sobre mi regazo--- Humanos, cambiantes, vampiros y licántropos son mas de lo que sus naturalezas dicen, por tanto… son iguales, no se pueden sobrestimar ni tampoco subestimar, a ninguno… no puedes reducir tu mundo a los modos y las etiquetas de la aristocracia, el mundo real es mucho mas duro y salvaje que eso --- Asentí suavemente a sus palabras y entrelace mis dedos con los de su mano, dios… como tenia frio y que tan cálida me parecía ahora su piel, pasado el tiempo --- ¿Te ha gustado el potaje? Use la receta de la señora Dupont, sus consejos jamás fallan, es como cuando te preguntamos a ti sobre vinos
Mina Wayne- Cambiante Clase Baja
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
-Entonces serán muchas noches, mil y una- bromeo pero apenas sonrío -Tengo apetito de lobo- río por lo bajo de forma casi burlona. Luego Sybelle rechazó el borrego, Darcy la observo extrañado por un momento antes de recordar que ella no comía carne, al menos no siendo humana. Esbozó media sonrisa -Más para mí.- El lobo no terminaba de entender como la medio felina rechazaba la carne con tanta ligereza. Decía sentir remordimientos por tomar las vidas animales, pero por otro lado estaban allí para eso, para sustentar a otros más arriba en la cadena alimenticia, lo mismo que las frutas y los vegetales. Muchas veces se había entretenido Darcy en intentar decifrar esa naturaleza dual de Sybelle, salvaje y civilizada al mismo tiempo. Le costaba encontrar dónde terminaba una y empezaba la otra. Siempre tan rehusa a encajar en la sociedad del modo en que las damas hacían. Y la parte menos civilizada de si mismo se sentía de alguna forma tranquila a su lado, aunque detestara que fuera así también. Una lucha entre lo animal y lo humano.
Fue en estos pensamientos que Darcy se dio cuenta que estaba comiendo con la mano izquierda en vez de la derecha. Era un viejo hábito que le había sido quitado a fuerza de diciplina por que usar la mano izquierda era algo de pésimo gusto por no decir que diabólico. No se había dado cuenta hasta ese momento, el hambre era más fuerte. Su sonrisa se torno en una mueca. Suspiró e iba camibar de mano mientras ella respondía las preguntas que acababa de hacerle, cuando ella atrapó su otra mano y sus labios besaron su piel más calida ahora. El lobo le contempló en silencio, Sybelle hablaba de los monstruos y bestias ocultas de la luz del día pero aún así aseguraba que conformaban parte del mundo también. Era cierto eso de que no se debía subestimar a esas criaturas y menos sobrevalorarse. Debían permanecer al margen de la sociedad, disfrazarse de humanos si era preciso, esconder su natraleza. -¿El mundo real?- preguntó escuhando apenas una mensión sobre vinos y consejos de potajes -¿El mundo real para quíen? ¿para las bestias o los hombres?- entornó la mirada, endureciendo la voz, soltando su mano y dejando a un lado el plato para poder sujetarla con ambas manos. Una aprisionaba su viente y la otra descanzaba sobre su seno izquierdo medio apretando el agarre. -¡No somos iguales! Los modales nos separan de ellos, la inteligencia.- subió la mano por su cuello hasta sujetar su mentón volviendo su rostro al suyo. -Nunca seremos iguales, aunque una parte de ti y de mí lo sean... - concluyó entre dientes. Cerró los ojos y apoyó su frente en la contraria, aflojando la presión que sus dedos hacían sobre la piel tibia. Después Darcy se empezó a reir sin abandonar la posición. -Los dioses sangran y son zurdos.- volvió a reir y acto seguido le besó con furia, reclamando sus labios. Los colmillos ya se desplegaban lentamente, acariciando la tierna piel ajena.
Henry Birdwhistle- Hechicero/Realeza
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
--- ¿Mil y una noches?, ¿como en el cuento? --- Una sonrisa, una mirada tierna, detalles que él no vería así como tampoco vería el profundo miedo que se cernía en mi corazón ante la idea de que las cosas salieran mal y lo perdiéramos. El no necesitaba eso, solo había que darle confianza, de alguna forma Darcy hacía de lo imposible algo posible, tenía esa magia oculta en su persona pero era tan inconsciente de ello, tan inseguro de si mismo que pocas veces aprovechaba su gracia. Para hacer funcionar esa magia tan particular y única que todos poseemos, a veces y como principal es importante creer primero en ella, lo mismo sucedía ahora. Aunque estuviese viviendo en la cueva de los sueños rotos, el tenia que creer, yo tenía que creer y entonces las cosas se aparecerían en un logro. “Como las hadas” pensé para mi, recordando el cuento que le había leído a Lluvia la noche anterior.--- Nosotros haremos nuestra propia versión, solo que en esta ocasión, Sherezade vas a ser tu… te sabes mas historias que yo--- añadí mientras lo veía devorar los alimentos-- Jahajaja tu siempre tienes apetito de lobo, ¿por qué será?
Mi cuerpo se estremeció, reaccionando como siempre lo hacia un segundo antes de que la amenaza saltara… ya fuera un jarrón que fuera a caer sobre mi o el ataque de un ser vivo, mi instinto reaccionaba justo a tiempo para presentir el elevado tono de voz agresivo, deje caer el recipiente sobre la canasta en el instante que sus manos se aferraban sobre mi cuerpo confirmando el presagio del peligro, mis manos en cambio se apresuraron a posarse sobre las ajenas, sujetándolas.
--- He conocido “bestias” más civilizadas que a quienes tu llamas hombres, Darcy… no se trata de eso--- Alegue casi por instinto y reconocía que no había sido lo mas inteligente… Mi maldita manía de contestar cuando agredían lo que quería!... iba a corregirme cuando su mano pese a lo mucho que trate de hacerla bajar sujeto mi cuello--- Me… me… me referia a que todos compartimos este mundo y es difícil y… y… y muchas veces las reglas de un lugar no sirven de nada en otro. Así… pasa….--- Lo escuche reír en un ataque nervioso, esos que le pegaban cuando sentia que era el colmo, cuando meramente “quejarse” era demasiado poco y entonces me hizo volver el rostro al suyo… la diferencia de alturas (Darcy me superaba por poco más de una cabeza) lo obligo a besarme con un coraje que no era para mí y yo, medio ladeando mi cuerpo entre sus piernas use mi antebrazo para apartarlo, rechazando en un segundo la orden de sus labios --- No eres un dios, Darcy… pero tampoco una persona ordinaria. Tu eres tu--- Respondi bajando la mirada pero con la voz firme… eramos sobrenaturales, eso implicaba algo muy distinto a lo animal y lo humano pero... ¿como decirle a Darcy que ya no era un hombre? --- y siempre vamos a pertenecernos a nosotros mismos. --- Lo insinué. -- Tienes que creer en ello, y luego en ti, solo así podras lograr grandes cosas.
Mi cuerpo se estremeció, reaccionando como siempre lo hacia un segundo antes de que la amenaza saltara… ya fuera un jarrón que fuera a caer sobre mi o el ataque de un ser vivo, mi instinto reaccionaba justo a tiempo para presentir el elevado tono de voz agresivo, deje caer el recipiente sobre la canasta en el instante que sus manos se aferraban sobre mi cuerpo confirmando el presagio del peligro, mis manos en cambio se apresuraron a posarse sobre las ajenas, sujetándolas.
--- He conocido “bestias” más civilizadas que a quienes tu llamas hombres, Darcy… no se trata de eso--- Alegue casi por instinto y reconocía que no había sido lo mas inteligente… Mi maldita manía de contestar cuando agredían lo que quería!... iba a corregirme cuando su mano pese a lo mucho que trate de hacerla bajar sujeto mi cuello--- Me… me… me referia a que todos compartimos este mundo y es difícil y… y… y muchas veces las reglas de un lugar no sirven de nada en otro. Así… pasa….--- Lo escuche reír en un ataque nervioso, esos que le pegaban cuando sentia que era el colmo, cuando meramente “quejarse” era demasiado poco y entonces me hizo volver el rostro al suyo… la diferencia de alturas (Darcy me superaba por poco más de una cabeza) lo obligo a besarme con un coraje que no era para mí y yo, medio ladeando mi cuerpo entre sus piernas use mi antebrazo para apartarlo, rechazando en un segundo la orden de sus labios --- No eres un dios, Darcy… pero tampoco una persona ordinaria. Tu eres tu--- Respondi bajando la mirada pero con la voz firme… eramos sobrenaturales, eso implicaba algo muy distinto a lo animal y lo humano pero... ¿como decirle a Darcy que ya no era un hombre? --- y siempre vamos a pertenecernos a nosotros mismos. --- Lo insinué. -- Tienes que creer en ello, y luego en ti, solo así podras lograr grandes cosas.
Mina Wayne- Cambiante Clase Baja
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
Sybelle reconoció de inmediato el cuento de las Mil y una Nohces, uno de los preferidos de Darcy cuando era un niño. Había incluso sugerido recrearlo y Darcy sabía mas historias, cuentos que escuchó a través de los años, que había leído; pero costaba pensar en el sultán e invocar a sheezade en un ambiente más propio de algun cuento de terror. Tal vez en el futuro, aunque no dispusieran de mil y un noches. Pero era tarde para las fantasías infantiles, la delgada línea que separa dioses y hombres se desdibujaba en una imágen extraña, casi monstruosa. La medio felina hacía referencia a las bestias salvajes, poniéndolas en grado superior, señalando entre líneas a las quimeras que se situaban enmedio de lo humano y lo salvaje. Ellos mismos. A Darcy no le gustaba fijarse en esas exepciones. Las reglas del juego son siempre las mismas para todos, para él lo sobre natural se limitaba a existir fuera del alcanse de su conocimiento, una noche de luna llena al mes, también habitaba en las historias, en las págians de los libros, en las métaforas que se han usado a lo largo de la existencia humana, no eran reales. Y si lo eran él no quería saberlo. Así que la había besado en un intento de detener esas ideas que actuaban como chispa dentro de su interior vólatil e inestable, acallando el gruñido del animal. Sybelle lo empujó, frustrando su intento por recuperar el control, de algún modo, de distraerse. Se quedó quieto mirándole con gesto frío, la oscuridad en sus ojos volvía a crecer lentamente, sus colmillos ya estaban totalmente desplegados para ese instante.
-¿Y quién soy yo Sybelle, el lobo o el hombre?- preguntó en un susurro imperativo. -¿Le pertenezco a uno o al otro?- esbozó una sonrisa lobuna y volvió a sujetarle, pero esta vez atrapo sus muñecas por detrás de su cuerpo, retieniéndolas allí con una sola mano. La otra se deslizó por sus curvas, su cintura, su vientre, su cadera, hasta llegar al muslo, donde fue subiendo la tela lentamente. -¿Quién te domina ahora?- insistió mientras forzaba a sus piernas a separarse suficiente para que sus dedos encontraran el camino, acarició su clítoris, estímulandole y luego se introdujeran dos de ellos bruscamente en su interior, las garras medio crecidas se retorcieron dentro del húmedo estrecho. Olisqueó su cuello, su miedo. El lobo quería hacerlo crecer, verla rebatirse entre sus garras para darse cuenta que estaba atrapada con la bestia y Darcy estaba cansado, aunque se esforzaba en retenerse a sí mismo, en verdad lo intentaba...
-¿Y quién soy yo Sybelle, el lobo o el hombre?- preguntó en un susurro imperativo. -¿Le pertenezco a uno o al otro?- esbozó una sonrisa lobuna y volvió a sujetarle, pero esta vez atrapo sus muñecas por detrás de su cuerpo, retieniéndolas allí con una sola mano. La otra se deslizó por sus curvas, su cintura, su vientre, su cadera, hasta llegar al muslo, donde fue subiendo la tela lentamente. -¿Quién te domina ahora?- insistió mientras forzaba a sus piernas a separarse suficiente para que sus dedos encontraran el camino, acarició su clítoris, estímulandole y luego se introdujeran dos de ellos bruscamente en su interior, las garras medio crecidas se retorcieron dentro del húmedo estrecho. Olisqueó su cuello, su miedo. El lobo quería hacerlo crecer, verla rebatirse entre sus garras para darse cuenta que estaba atrapada con la bestia y Darcy estaba cansado, aunque se esforzaba en retenerse a sí mismo, en verdad lo intentaba...
Henry Birdwhistle- Hechicero/Realeza
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
Ah, ¿pero que le importaba a Darcy la magia? Aun cuando pudiera tratarse de la propia. Para el esas cosas quedaban relegadas muy por debajo del segundo término, junto a la caridad, la sencillez, la fe y las buenas acciones, junto a las mismas fantasías de los sueños o de la infancia. Como si el mero hecho de categorizarlas en esos lugares les restara alguna clase de valor, de importancia. No… Darcy no era como James que admiraba el milagro de las invenciones humanas y la vez me preguntaba con la ilusión de los niños: “Mía Minina” ¿crees que este pequeño rio pueda llegar hasta las grandes corrientes de los mares?, ¿y si lo averiguamos?, de morirnos de cansancio no pasa”. Por mas que fuera el niño perdido que yo tanto amaba, el se esforzaba en ser como las personas adultas y grises que andaba por las calles parisinas siempre aprisa, sin detenerse a escuchar, ver, sentir o comprender otra cosa que no fuera su propia y materialista conciencia. Si, perseveraba mucho en ser así y la mayoría del tiempo lo lograba…
Con el codo contra su pecho le retenía y contemplando sus ojos tan oscuros como el carbón, tan profundos que ni siquiera podía reflejarme, ni ver nada a través de ellos pero que aun con todo podía leer con una precisión aterradora lo que pasaba por sus pensamientos en ese momento. Aquello que lo atormentaba desde hacia poco mas de 4 años, lo que me reclamaba a mi pero más que nada así mismo… “¿Y quién soy yo Sybelle, el lobo o el hombre?” Lo dijo finalmente en palabras altas, en un tonito burlón que buscaba esconder la desesperación. Muchos de los hombres grises suelen hacerlo asi, el ocultar todo lo que les duele en un cinismo amargo que espanta a la que como los ladridos de un perro agredido, pero a la vez deseando que alguien venga rascarle tras la oreja. Siempre tan contradictoria la naturaleza humana… Tome una bocanada de aire justo en el instante que atrapaba mis manos. El vello en mi nuca se erizo, y el sentido de alerta sacudió mis pensamientos, obligándome a ordenarlos en un segundo, a enfocarme en el y no en mi propia nostalgia.
--- ¿que guía a los hombres, Darcy?, ¿a que lado pertenecen?, ¿al bueno o al malo?... tu sabes la respuesta ---Respondí con una suavidad cautelosa, tratando de tranquilizarlo --- Ningún lado, ambos le pertenecen y ambos forman parte de su persona. Pelearse por…--- Finalice la frase en un ligero gruñido, inconforme por cómo me sometía y alzaba mi falda. Mis piernas se peleaban por mantenerse cerradas rechazando toda clase de desplante, pero sus manos hallaron la forma de llegar y estimular la zona, cual burla de quien tiene el control --- Daarcy…! --- Jadee su nombre cuando sus garras me invadieron y mi cuerpo se inclino hacia adelante, --- b… ba.. Basta! Suéltame! --- Alegue casi en una orden frustrada, retorciéndome en parte por sus movimientos y en parte por buscar liberarme.
Con el codo contra su pecho le retenía y contemplando sus ojos tan oscuros como el carbón, tan profundos que ni siquiera podía reflejarme, ni ver nada a través de ellos pero que aun con todo podía leer con una precisión aterradora lo que pasaba por sus pensamientos en ese momento. Aquello que lo atormentaba desde hacia poco mas de 4 años, lo que me reclamaba a mi pero más que nada así mismo… “¿Y quién soy yo Sybelle, el lobo o el hombre?” Lo dijo finalmente en palabras altas, en un tonito burlón que buscaba esconder la desesperación. Muchos de los hombres grises suelen hacerlo asi, el ocultar todo lo que les duele en un cinismo amargo que espanta a la que como los ladridos de un perro agredido, pero a la vez deseando que alguien venga rascarle tras la oreja. Siempre tan contradictoria la naturaleza humana… Tome una bocanada de aire justo en el instante que atrapaba mis manos. El vello en mi nuca se erizo, y el sentido de alerta sacudió mis pensamientos, obligándome a ordenarlos en un segundo, a enfocarme en el y no en mi propia nostalgia.
--- ¿que guía a los hombres, Darcy?, ¿a que lado pertenecen?, ¿al bueno o al malo?... tu sabes la respuesta ---Respondí con una suavidad cautelosa, tratando de tranquilizarlo --- Ningún lado, ambos le pertenecen y ambos forman parte de su persona. Pelearse por…--- Finalice la frase en un ligero gruñido, inconforme por cómo me sometía y alzaba mi falda. Mis piernas se peleaban por mantenerse cerradas rechazando toda clase de desplante, pero sus manos hallaron la forma de llegar y estimular la zona, cual burla de quien tiene el control --- Daarcy…! --- Jadee su nombre cuando sus garras me invadieron y mi cuerpo se inclino hacia adelante, --- b… ba.. Basta! Suéltame! --- Alegue casi en una orden frustrada, retorciéndome en parte por sus movimientos y en parte por buscar liberarme.
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
-¡No! no se la respuesta... no la se... - replicó con frustración ante la respuesta de la medio felina, deslizando los labios bajo su oído y abriendose paso con los dedos entre las piernas delgadas y bronceadas, para poder internarse más en ella. Su pulgar masturbaba su clítoris con cuidado tenso, pero sus dedos se abrían y cerraban dentro de su vagina con cierta brusquedad. -¿Ambos? ambos... ¿porqué ambos?- preguntó pasando la lengua sobre un colmillo en gesto inconsiente. El lobo pretó el agarre en torno a sus muñecas jalandole de nuevo hacia atras, hacia él. -Hueles a miedo- casi se burló, sus dedos seguían trabajndo dedicadamente en brindarle placer. Introdujo un dedo más dentro de ella, decidido a hacerle gemir. Luego pudo escuchar claramente una carcajada familiar. Apretó la mandíbula y cerró los ojos, respirando profundamente. Con gran esfuerzo se obligó a liberar las manos de Sybelle y a apartar su mano lentamente de ella. Aún podía percibir el calor irritante bajo la piel, como si de un momento a otro se fuera a caer a pedazos. Se levantó de la cama y se paseó de un lado a otro de la habitación. El mismo pequeño recorrido que había hecho ya muchas veces en el tiempo que llevaba allí. Darcy se detuvo un momento contemplando su reflejo quebrado en los trozos de espejo que aún restaban en el marco de la pared contraria a la cama. Apretó los puños e hizo volar la silla junto a la mesa, que cayó con cierto escándolo sordo. Todo ese tiempo lo había pasado a solas con sus pensamientos, con las Furias, con la humedad y las ratas, los viejos recuerdos del bahúl incluso. Ahora tenía la oportunidad de estar con Sybelle, probablemente sería la última persona a la que vería y esta era la visión que le dejaba, la de una quimera extraña. Seeguramente estaría complacida de olvidarla en el futuro.
El lobo observó de reojo la canasta, resaltaba el aroma del alcohol. Sin mirarle en ningún momento, se acercó para tomar la botella de whisky y se sentó en la orilla de la cama, de espaldas a ella. Todabía no lograba deshacerse de los colmillos y las garras, así que aprovechándoles, destapo la botella con los dientes, escupiendo el corcho a un lado. -Las recetas te han funcionado bien para... el potaje. Quizá quieras hacerlo alguna otra vez.- comentó en voz baja. Otra risita burlona se escuchó en los ecos de las paredes. ¿Sólo él la había oído? Darcy pasó la mano por su cabelllo recordandose respirar para calmarse. -Te has arriesgado mucho... con todo esto.- Hizo un mohín y dio un par de tragos a la botella, fijando su vista en la vela que parpadeaba nerviosa. De repente esta se apagó, frunció el ceño -¿viste... ?- comenzó a preguntar pero despúes decidió guardar silencio, cerrar los ojos un segundo y cuando los volvió a abrir, la luz seguía allí. La llama estaba tranquila. Eran las furias que se burlaban desde la oscuridad. Dio otro par de tragos. -¿Estas bien?-
El lobo observó de reojo la canasta, resaltaba el aroma del alcohol. Sin mirarle en ningún momento, se acercó para tomar la botella de whisky y se sentó en la orilla de la cama, de espaldas a ella. Todabía no lograba deshacerse de los colmillos y las garras, así que aprovechándoles, destapo la botella con los dientes, escupiendo el corcho a un lado. -Las recetas te han funcionado bien para... el potaje. Quizá quieras hacerlo alguna otra vez.- comentó en voz baja. Otra risita burlona se escuchó en los ecos de las paredes. ¿Sólo él la había oído? Darcy pasó la mano por su cabelllo recordandose respirar para calmarse. -Te has arriesgado mucho... con todo esto.- Hizo un mohín y dio un par de tragos a la botella, fijando su vista en la vela que parpadeaba nerviosa. De repente esta se apagó, frunció el ceño -¿viste... ?- comenzó a preguntar pero despúes decidió guardar silencio, cerrar los ojos un segundo y cuando los volvió a abrir, la luz seguía allí. La llama estaba tranquila. Eran las furias que se burlaban desde la oscuridad. Dio otro par de tragos. -¿Estas bien?-
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
A veces, cuando nos exponemos con demasiada frecuencia a la crueldad, o incluso la misma maldad, vamos anestesiando poco a poco nuestro corazón y terminamos aceptándola como algo natural, diría que hasta fundamental. Yo podía sentir con horror como me iba adaptando a la cotidianidad de presenciar una cacería con fines de diversión y no necesidad, de abrir los intestinos de un ave para vaciarlo y llenarlo de aperitivos en imitación grotesca al algodón con que rellenaba mis muñecos de tela, también podía hacer eso una y otra vez para servir esos muchos cadáveres adornados para que los consumieran hasta saciarse esa gente opulenta y viciada mientras disfrutaban de como perros y gallos se destripaban a muerte por su egoísta deleite. Antes no podía ni verlos y ahora charlaba con ellos, bailaba con ellos fingiendo con la más amable de las sonrisas que no los odiaba. Podía ver los entrenamientos de los revolucionarios, las golpizas y humillaciones correctivas con la misma resignación con la que contempla los desprecios de los nobles a los clasistas de la alta, de estos a la media y los mismos hacia personas más humildes aun y estos ultimos al mundo entero.
Es curioso, pero a mis cuatro años de estar viendo esta clase que cosas ¿qué digo? a mis 23 de existencia, todavía sentía como algo se rompía a medias en mi interior cuando sucedían. Y el dolor se volvía después un agradecimiento silencioso y solemne. Es raro que a alguien le produzca gusto el sentir dolor… pero en este caso era especial, sentirlo significaba que aun había algo que romper, aun podía sentir.
Los arrebatos de Darcy y sus inevitables maltratos, eran algo que ya hasta había aprendido a controlar, acostumbrada a ellos, podía evitarlos la mayoría del tiempo…. No siempre, pero era parte del riesgo. Ahora sentía sus labios rozar amenazantes la piel de mi cuello, como buen lobo olisqueando a la presa y reteniéndola entre sus patas… ¿tardaría mucho en lanzar la mordida?
--- ¡Porque eso es lo que eres! --- Casi le grite. Mi cuerpo se arqueaba en su agarre jadeaba pero de dolor, humillación y frustración. También había crueldades que para bien o mal uno no podia acostumbrarse a ellas, mucho menos experimentar alguna clase de sensación después que no sea la pena o el coraje. Algo húmedo surco mi mejilla… Mi vista se nublo y supe que estaba a punto de transformarme… pero el me soltó al instante, desconcentrándome, regresándome a la realidad. El estaba frenético, enloquecido y consumido… pero las naturalezas humanas son egoístas, mas pensaba en mi propio maltrato que en consolarlo… eso no estaba bien. Lleve mi mano a mi pecho tratando de tranquilizar a mi tartamudo corazón, bajando mi falda, limpiando las mejillas húmedas y armando los trozos de mi coraje y mi dolor para volverlos voluntad… voluntad para seguir aguantando. Un poco más… irme ahora solo añadiría mas cosas que lamentarse en esa madriguera…
¿Estás bien?
Guarde silencio unos minutos mientras el bebía… quise tocarlo pero no pude… mi naturaleza, como siempre lo repelía: no es de fiar! que se aleje!... y temía que el lo notara a través de mi voz o mi tacto. Doble mis piernas y las abrace, sobrecogiéndome sobre la cama. Nadie hablo durante un rato…
--- Sabes? Las águilas cuando cumplen 40 años deben renovarse… por necesidad, no por placer. ---Rompí el silencio. Hago un mohín--- Humm… veras conforme pasa el tiempo el pico y las garras del águila crecen mucho hasta encorvarse, ya no pueden cazar su comida ni defenderse… sus alas tampoco dejan de crecer, asi que se vuelven pesadas, molestas… el águila puede hacer dos cosas, situarse en algún lugar y dejarse morir o subir a lo alto de una montaña y golpear su pico contra esta hasta que se rompa y se caiga, lo mismo hace con sus garras. Sobrevive como puede hasta que estas crecen de nuevo, luego se arranca las plumas y cuando esta listo, vuelve a la tierra…
Es curioso, pero a mis cuatro años de estar viendo esta clase que cosas ¿qué digo? a mis 23 de existencia, todavía sentía como algo se rompía a medias en mi interior cuando sucedían. Y el dolor se volvía después un agradecimiento silencioso y solemne. Es raro que a alguien le produzca gusto el sentir dolor… pero en este caso era especial, sentirlo significaba que aun había algo que romper, aun podía sentir.
Los arrebatos de Darcy y sus inevitables maltratos, eran algo que ya hasta había aprendido a controlar, acostumbrada a ellos, podía evitarlos la mayoría del tiempo…. No siempre, pero era parte del riesgo. Ahora sentía sus labios rozar amenazantes la piel de mi cuello, como buen lobo olisqueando a la presa y reteniéndola entre sus patas… ¿tardaría mucho en lanzar la mordida?
--- ¡Porque eso es lo que eres! --- Casi le grite. Mi cuerpo se arqueaba en su agarre jadeaba pero de dolor, humillación y frustración. También había crueldades que para bien o mal uno no podia acostumbrarse a ellas, mucho menos experimentar alguna clase de sensación después que no sea la pena o el coraje. Algo húmedo surco mi mejilla… Mi vista se nublo y supe que estaba a punto de transformarme… pero el me soltó al instante, desconcentrándome, regresándome a la realidad. El estaba frenético, enloquecido y consumido… pero las naturalezas humanas son egoístas, mas pensaba en mi propio maltrato que en consolarlo… eso no estaba bien. Lleve mi mano a mi pecho tratando de tranquilizar a mi tartamudo corazón, bajando mi falda, limpiando las mejillas húmedas y armando los trozos de mi coraje y mi dolor para volverlos voluntad… voluntad para seguir aguantando. Un poco más… irme ahora solo añadiría mas cosas que lamentarse en esa madriguera…
¿Estás bien?
Guarde silencio unos minutos mientras el bebía… quise tocarlo pero no pude… mi naturaleza, como siempre lo repelía: no es de fiar! que se aleje!... y temía que el lo notara a través de mi voz o mi tacto. Doble mis piernas y las abrace, sobrecogiéndome sobre la cama. Nadie hablo durante un rato…
--- Sabes? Las águilas cuando cumplen 40 años deben renovarse… por necesidad, no por placer. ---Rompí el silencio. Hago un mohín--- Humm… veras conforme pasa el tiempo el pico y las garras del águila crecen mucho hasta encorvarse, ya no pueden cazar su comida ni defenderse… sus alas tampoco dejan de crecer, asi que se vuelven pesadas, molestas… el águila puede hacer dos cosas, situarse en algún lugar y dejarse morir o subir a lo alto de una montaña y golpear su pico contra esta hasta que se rompa y se caiga, lo mismo hace con sus garras. Sobrevive como puede hasta que estas crecen de nuevo, luego se arranca las plumas y cuando esta listo, vuelve a la tierra…
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
Volvió el invitado de honor a la celda. El silencio hizo presencia como una capa pesada de bruma, que adormece e impide ver con claridad las cosas que estan al rededor. Darcy dio algunos tragos más a la botella, apenas un "glu, glu" se escuchó, aunque era un sonido demasiado débil para romper el silencio que se había instaurado entre los muros fríos. Y se negaba a ver a Sybelle, volverse y comprobar el dolor, el miedo, la frustracion y las lágrimas salinas que podía olfatear en el aire. Su aroma particular, medio silvestre y endulzado, comenzaba a mezclarse bastante bien con el resto de las cosas en ese lugar. Se teñía del gris que vestía aquellas paredes y a todos los habitantes fantasmas, que ya gemían, ya gritaban, ya se ahogaban en su propo silencio. Era más insportable sabiendo que ella estaba allí, con él y al mismo tiempo ambos había retrocedido, desconcertados por la misma bestia. Al menos uno de ellos podía correr y deshacere de la siniestra compañía... Por ahora Darcy tenía el whisky que le ayudara a desprenderse un rato de su cuerpo, lejos de allí a los prados verdes, incluso entre los bosque nevados de esa época del año en París. Cualquier lugar era mejor que ese.
Darcy suspiró, no quiso decir nada más, no deseaba que ella se quedara por alguna clase de compromiso absurdo que sintiera tener para con él. De algun modo torcido Sybelle siempre lo excusaba, a él y a su otra mitad. No importaba lo que hiciera ella siempre volvía... Era una mujer venida de otro mundo entro lo real y lo ilusorio, rozando la fantasía y con tintes demoniacos. Y no conocía otro mundo, a Darcy le había intrigado que la medio felina se sorprendiera por cosas tan triviales como el faisán asado, los postres que acompañaban el vino, las sedas y los vestidos, las joyas. A la mayoría de esas cosas no les daba más importancia de la que un niño mostraría a las verduras, pero aún así era algo nuevo para ella. Como si nunca hubiera vivido en el mundo real. La linea de la realidad a su lado, era confusa y por lo mismo reconfortante.
El lobo cerró los ojos, aguardando a que ella desapareciera entre los huecos de las paredes, fundiéndose con las sombras y llévandose el pequeño rayo de luz que traía consigo. No podía sentirse mal porque Sybelle quisiera huir pues el mismo lo deseaba con gran intencidad. Después de todo no era su prisión, ni su condena, ya había hecho suficiente con compartirla un rato. Igual que los mortales intentaron numerosas veces bajar a los Infiernos para estar con los perdidos, y fracasaran, muriendo ellos mismos en el proceso, así la medio felina arriesgaba las pocas vidas restantes para adentrarse en el laberinto. Largo y perdido era el camino, confuso entre el río Cocito y el río Estigia, invocando a las Furias para mostrar la senda guardada hasta el río Lete.
Luego Sybelle empezó a describir el horrible ritual de las águilas viejas y enfermas para resurgir de entre los muertos. Aún con los ojos cerrados, Darcy evitó imaginarse la esena que detallaba, grostesca, desperada... Río por lo bajo ante la comparación, pero no dijo nada. Él no podía imitar ese comportamiento, bueno en realidad sí aunque despúes de razgar, y quebrar los huesos sólo quedaba el lobo. ¿Eso era lo que tenía que resurgir? Probablemente si quería ganar, sí. Era parte del trato, junto con el alma y las torturas eternas. Hizo una mueca, tal vez tener dos opciones no era tan malo.
-"Ombra fedele anch'io sul margine di Lete seguir vo' l'idol mio che tanto adoro"- murmuró como si pensara en voz alta, recordando aquella opera... -Las águilas jóvenes no le acompañan en la travesía ¿o si? Es un recorrido largo y solitario, pero todo es para bien. Es lo mejor que puede hacer.-
Darcy suspiró, no quiso decir nada más, no deseaba que ella se quedara por alguna clase de compromiso absurdo que sintiera tener para con él. De algun modo torcido Sybelle siempre lo excusaba, a él y a su otra mitad. No importaba lo que hiciera ella siempre volvía... Era una mujer venida de otro mundo entro lo real y lo ilusorio, rozando la fantasía y con tintes demoniacos. Y no conocía otro mundo, a Darcy le había intrigado que la medio felina se sorprendiera por cosas tan triviales como el faisán asado, los postres que acompañaban el vino, las sedas y los vestidos, las joyas. A la mayoría de esas cosas no les daba más importancia de la que un niño mostraría a las verduras, pero aún así era algo nuevo para ella. Como si nunca hubiera vivido en el mundo real. La linea de la realidad a su lado, era confusa y por lo mismo reconfortante.
El lobo cerró los ojos, aguardando a que ella desapareciera entre los huecos de las paredes, fundiéndose con las sombras y llévandose el pequeño rayo de luz que traía consigo. No podía sentirse mal porque Sybelle quisiera huir pues el mismo lo deseaba con gran intencidad. Después de todo no era su prisión, ni su condena, ya había hecho suficiente con compartirla un rato. Igual que los mortales intentaron numerosas veces bajar a los Infiernos para estar con los perdidos, y fracasaran, muriendo ellos mismos en el proceso, así la medio felina arriesgaba las pocas vidas restantes para adentrarse en el laberinto. Largo y perdido era el camino, confuso entre el río Cocito y el río Estigia, invocando a las Furias para mostrar la senda guardada hasta el río Lete.
Luego Sybelle empezó a describir el horrible ritual de las águilas viejas y enfermas para resurgir de entre los muertos. Aún con los ojos cerrados, Darcy evitó imaginarse la esena que detallaba, grostesca, desperada... Río por lo bajo ante la comparación, pero no dijo nada. Él no podía imitar ese comportamiento, bueno en realidad sí aunque despúes de razgar, y quebrar los huesos sólo quedaba el lobo. ¿Eso era lo que tenía que resurgir? Probablemente si quería ganar, sí. Era parte del trato, junto con el alma y las torturas eternas. Hizo una mueca, tal vez tener dos opciones no era tan malo.
-"Ombra fedele anch'io sul margine di Lete seguir vo' l'idol mio che tanto adoro"- murmuró como si pensara en voz alta, recordando aquella opera... -Las águilas jóvenes no le acompañan en la travesía ¿o si? Es un recorrido largo y solitario, pero todo es para bien. Es lo mejor que puede hacer.-
Henry Birdwhistle- Hechicero/Realeza
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
La historia de las águilas era siempre para mi un motivo de orgullo, la atesoraba pues creía que en ella se encerraban los principios más puros que puedan existir para todo ser vivo, pero realmente no recordaba de donde había llegado, ¿quién me la había contado? Cada vez que intentaba forzar a mi mente, solo lograba provocarme una buena migraña. Me gustaba pensar que en alguna de mis vidas pasadas había sido un águila y por eso lo sabía, pero solo era un juego, realmente no creía tener a tan ilustre pasado, muy probablemente la verdad de ese recuerdo se encerraba junto con el misterio de todas esas cosas que se habían perdido en ese accidente en el desfiladero. Quizás para nunca volver… sin permitir que aquel pensamiento hundiera más de lo que ya se encontraba mi estado trate de concentrarme en los sentidos, y no en los pensamientos… Esa era la gran diferencia del “yo humano” y el “yo natural”, como humana pensaba demasiado, le daba demasiada importancias a pequeñeces que podían volverme loca de gusto o vibrar de tristeza, me olvidaba fácilmente que la vida se siente, no se razona.
Las ratas seguían royendo las paredes, algunas peleándose entre ellas, alguien muy en el fondo lloraba… ¿o gritaba? Probablemente hacia ambas, el sonido de pasos y los tragos largos, ansiosos y frustrados de Darcy, la conmoción del frio calando mis huesos, la estela incomoda de la sensación de sus garras en la piel sensible, el olor cordero, chocolate y cera de vela… todo un mundo en el exterior, un mundo al que me aferraba o de lo contrario la oscuridad de los pensamientos me tragaría, tal y como esa celda pretendía hacer. Darcy hablo en un idioma extraño, pero que creía reconocer como italiano, deslice mi mirada a su espalda tensa, y su rostro cabizbajo… estaba dividida entre la Sybelle que solo quería quedarse ahí hasta el último segundo, consolarlo y aprovechar lo que podría ser un adiós para siempre pero otra Sybelle, igual de pequeña y convencida, solo deseaba correr… las deje gritar a ambas, no oyendo a los deseos, sino a las prioridades. ¿Que mas podía hacer? Un último consejo, quizás…
--- No, Darcy, las águilas pequeñas no van. Este viaje lo tienes que volar solo… pero escúchame, uno no puede manejar las circunstancias del mundo, estas llegan sin avisar, pero si podemos controlar el cómo influyen en nosotros. La bastilla es un momento en tu vida, no puedes cambiarlo pero puedes decidir entre volverlo tu verdadero asesino o tú aliado… a veces la soledad es necesario y nos ayuda a ordenarnos a nosotros mismos. Algunos sabios se apartan de la vida civilizada para estas cosas, ¿me entiendes? ----Mi voz fue firme en todo el discurso hasta esa última pregunta, que pareció una súplica---Piénsalo, Aguila... y si decides en bajar pues… allá nos volveremos a ver…. Y ahora no voltees… no querrás ver esto…
Asevere, predisponiendo a llevar mis pensamientos hacia el instinto, al felino durmiendo en mi interior, no había más que hacer y solo quedaba rogarle a Dios porque tuviera la voluntad suficiente.
Las ratas seguían royendo las paredes, algunas peleándose entre ellas, alguien muy en el fondo lloraba… ¿o gritaba? Probablemente hacia ambas, el sonido de pasos y los tragos largos, ansiosos y frustrados de Darcy, la conmoción del frio calando mis huesos, la estela incomoda de la sensación de sus garras en la piel sensible, el olor cordero, chocolate y cera de vela… todo un mundo en el exterior, un mundo al que me aferraba o de lo contrario la oscuridad de los pensamientos me tragaría, tal y como esa celda pretendía hacer. Darcy hablo en un idioma extraño, pero que creía reconocer como italiano, deslice mi mirada a su espalda tensa, y su rostro cabizbajo… estaba dividida entre la Sybelle que solo quería quedarse ahí hasta el último segundo, consolarlo y aprovechar lo que podría ser un adiós para siempre pero otra Sybelle, igual de pequeña y convencida, solo deseaba correr… las deje gritar a ambas, no oyendo a los deseos, sino a las prioridades. ¿Que mas podía hacer? Un último consejo, quizás…
--- No, Darcy, las águilas pequeñas no van. Este viaje lo tienes que volar solo… pero escúchame, uno no puede manejar las circunstancias del mundo, estas llegan sin avisar, pero si podemos controlar el cómo influyen en nosotros. La bastilla es un momento en tu vida, no puedes cambiarlo pero puedes decidir entre volverlo tu verdadero asesino o tú aliado… a veces la soledad es necesario y nos ayuda a ordenarnos a nosotros mismos. Algunos sabios se apartan de la vida civilizada para estas cosas, ¿me entiendes? ----Mi voz fue firme en todo el discurso hasta esa última pregunta, que pareció una súplica---Piénsalo, Aguila... y si decides en bajar pues… allá nos volveremos a ver…. Y ahora no voltees… no querrás ver esto…
Asevere, predisponiendo a llevar mis pensamientos hacia el instinto, al felino durmiendo en mi interior, no había más que hacer y solo quedaba rogarle a Dios porque tuviera la voluntad suficiente.
Mina Wayne- Cambiante Clase Baja
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
En las siguientes palabras de Sybelle, el lobo pudo sentir la despedida y con ellas resumía perfectamente el motivo de su visita. No se trataba de encontrar un camino distinto o de desaparecer todo mágicamente con alguna lámpara maravillosa. La medio felina sólo había venido a recordarle dos cosas, que no estaba sólo y que con la fuerza suficiente aún la muerte sería digna. La primera la sabía aunque de modo escalofriante. Si salía, precisamente uno de los temores que amenazaban con cernirse sobre las sobras restantes, sería no poder vovler a estar a solas en una habitación. La eterna carrera entre la luz y las sombras, del mismo modo que la nocher persigue al día implacablemente. En cuanto a la segunda... Darcy lo había aceptado desde el primer momento en que entró a Francia en aquél carruaje en compañía de Milo hacía casi un año. Estaba preparado para aceptar la posibilidad de morir, pero la lenta agonía física no estaba contemplada. Era malo para aguantar ese tipo de tortura, mucho más siendo privado de la luz, la comida, el espacio propio. Rebajado a la condición de un simple prisionero. ¿Cuánto más bajo se puede caer? Dante dice que son nueve círculos, aunque las almas permanecen según sus pecados, en lugar de su rango sobre la tierra. Probablemente también se determine que lugar ocupan en comparación con la altura de la que han caído. Entre más alto se sube... Daba igual que tan larga o corta fuera la vida, el destino sería el mismo. La satisfacción por otro lado, no. Y todo esto era precisamente por el dulce sabor de la venganza. Por ella valía la pena adelantar un poco de la condena llamenate.
Darcy dio otro largo trago a la botella mientras Sybelle terminaba de enmarcar todo con la palabra "soledad". "Este viaje lo tienes que volar solo… " Suspiró reconociendo que no podía ser de otra forma, a pesar de que tratara de olvidarse de ello mientras la medio felina le hacía compañía. Ahora el pequeño rayo de luz amenazaba con apagarse. La llama en la vela temblaba, temerosa de las sombras que le deboraban con la mirada. Darcy había estado huyendo de la soledad durante años y ahora estaba obligado a compartirla con la unica compañía que le forzaba a caminar en cuatro patas. Sin mencionar a las Furias, que burlonas observaban todo desde los rincones de su mente. Estaba muy lejos de asemejarse a los sabios que buscan el refugio de la quietud humana. Era una soledad caótica.
- ...Entiendo.- se obligó a responder, aunque realmente no estaba del todo de acuerdo con las suposiciones de Sybelle. Si era la última vez que se veían, debía irse tranquila, por eso se mordió la lengua, dando otro trago a la botella. -Te veré... cuando te vea.- se quizó girar a contemplarle una vez más, pero desistió ante su advertencia. No le gustaba ver cuando se transformaba en algo casi puramente animal y abandonaba su piel morena y sus ojos oscuros. Se sintió un cambio sútil en el ambiente y el aroma a gato se hizo presente, dejando un leve rastro de la humana. Darcy recargo su cabeza en la orilla de la cama y cerró los ojos, pretendiendo que ella se quedaría allí otro rato y que podría invocar su voz a una oración, aunque supiera que era mentira, que prontamente volvería a las sombras.
Darcy dio otro largo trago a la botella mientras Sybelle terminaba de enmarcar todo con la palabra "soledad". "Este viaje lo tienes que volar solo… " Suspiró reconociendo que no podía ser de otra forma, a pesar de que tratara de olvidarse de ello mientras la medio felina le hacía compañía. Ahora el pequeño rayo de luz amenazaba con apagarse. La llama en la vela temblaba, temerosa de las sombras que le deboraban con la mirada. Darcy había estado huyendo de la soledad durante años y ahora estaba obligado a compartirla con la unica compañía que le forzaba a caminar en cuatro patas. Sin mencionar a las Furias, que burlonas observaban todo desde los rincones de su mente. Estaba muy lejos de asemejarse a los sabios que buscan el refugio de la quietud humana. Era una soledad caótica.
- ...Entiendo.- se obligó a responder, aunque realmente no estaba del todo de acuerdo con las suposiciones de Sybelle. Si era la última vez que se veían, debía irse tranquila, por eso se mordió la lengua, dando otro trago a la botella. -Te veré... cuando te vea.- se quizó girar a contemplarle una vez más, pero desistió ante su advertencia. No le gustaba ver cuando se transformaba en algo casi puramente animal y abandonaba su piel morena y sus ojos oscuros. Se sintió un cambio sútil en el ambiente y el aroma a gato se hizo presente, dejando un leve rastro de la humana. Darcy recargo su cabeza en la orilla de la cama y cerró los ojos, pretendiendo que ella se quedaría allí otro rato y que podría invocar su voz a una oración, aunque supiera que era mentira, que prontamente volvería a las sombras.
Henry Birdwhistle- Hechicero/Realeza
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Re: Mantén siempre una vela encendida [Priv. Darcy Trudeau]
La tristeza, el enojo, la melancolía, la indignación, incluso el amor, toda sensación dolorosa o agradable, anímica o física, oscilaban como el danzar de esa única vela en solitario, se reducían con la misma celeridad con la que mis formas se tornaban mas pequeñas. Prometían apagarse del todo, mas nunca lo hacían, siempre quedaba un gramo de cordura en el caos hecho de colores, ruidos y aromas.
Cuando este caos se hizo presente y hasta el ultimo centímetro de mi piel humana estuvo cubierta del pelaje castaño, manchado de azabache y blanco en las patas y el pecho, todo cambio. Y fue mejor, aun cuando los sentidos se afilaran el doble de lo que eran normalmente. Pecho tierra me escurrí bajo la carpa de tela que tenia encima, sacudiéndola de mi cuando mi cabeza quedo fuera, mis patas se adelantaron hacia adelante al son que las orejas se echaban hacia atrás, estirando el cuerpo para destensar los músculos dormidos, desapareciendo aquel cosquilleo que se deslizaban aquí y allá, impidiéndome estar en paz. Una misteriosa adrenalina me incito a caminar en un circulo que permitió reconocer mis formas y entonces topada ver la silueta del hombre sentado frente a mi. Transmitía calor, amargura y un poco de locura, y aun cuando siempre que lo veía el instinto me incitaba a correr y frotar mi cabeza sobre el, esta vez era diferente... la sensación solo era repelente.
Me senté en mis patas traseras, con los bigotes separados y tensos, asimilando la sensación a una generosa distancia. Su calor resultaba agradable, pero era su olor demasiado desagradable y agudo, y no tenia nada que ver con la transpiración física. Pase las garras delanteras sobre la cama de piedra, aruñando, para darme a notar y entonar la despedida. Mis orejas se pusieron en puntas muy atentas, reconociendo a una rata que corría muy de cerca, distranyendome de la fría inspección entonces me deje llevar por el impulso y salte al suelo, vacile en seguir al animalejo cuando un olor a comida preparada, a cordero y esencias invitaba por otro lado, mas cerca, mas vulnerable... pero la idea de la persecución fue mas poderosa y cuando menos se creyó ya corrió hacia un agujero en la pared, estirándome cuanto podía para lograr entrar por la angosta abertura. Mi mirada se afilo en la obscuridad para encontrar a la presa, pero el aroma a muerte se agudizaba entre esas paredes haciendome arrugar el hocico... eso molestaba bastante a mi apetito pero le gritaba a la humana durmiente "Corre!" y dicho y hecho, corria hacia el unico destino, la salida.
Mina Wayne- Cambiante Clase Baja
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