Extraña combinación

por **Rocamadour** Dom Ene 29, 2012 11:08 pm

Es extraño cómo comienzan algunas cosas. Cuando recién llegó a París, se topó con que había gente dedicada a perseguir "cosas como él". Hasta entonces se había sentido el hombre más desdichado creyendo que era el único (aparte del que lo había mordido); pero pronto se desengañó. No sólo existían más "hombres lobo", sino criaturas todavía más extrañas como vampiros y cambiaformas; todos considerados amenazas para la "gente normal". Así fue como conoció a Hamlet: huyendo de él, después de descubrir que lo acechaba. Por suerte, el joven cazador no era de ésos cuya mente cerrada no les permitía ve más allá del monstruo y tampoco carecía del todo de escrúpulos, por lo que decidió "darle una oportunidad" a Rocamadour. Escuchó lo que tenía que decirle y tras una larga noche de confesiones llegaron a la conclusión de que -en una forma decididamente extraña- se simpatizaban.

En definitiva, era una manera poco ortodoxa de comenzar una amistad; pero a esas alturas poco importaba y resultaba mucho mejor mirar el lado conveniente del asunto. Después de todo, siempre supo que necesitaría más de un aliado en su pequeña búsqueda de venganza y Hamlet, con sus enormes ansias de movimiento constante le venía perfecto, sin mencionar su excelente manejo de armas que él ni siquiera sabía identificar. Ambos entendían las ventajas que traía esa asociación y no le dieron más vueltas: comenzaron a salir juntos como harían dos amigos cualesquiera y descubrieron que además tenía su lado divertido. Pero había cosas que tenían en común más allá de su evidente fascinación por meterse en problemas (cada uno a su modo particular). Hamlet también andaba en busca de un sobrenatural que le había complicado la vida. Y ese detalle fortalecía su camaradería, por más distintos que fueran: no cualquiera comparte un secreto de esa magnitud.

Sin embargo, esa noche la consigna era divertirse un rato, olvidarse de sus tribulaciones y quizá hasta lograr alguna "conquista de una noche". Ya tendrían tiempo después para ponerse serios; aunque ninguno ignorara que aquellos lugares solían atraer a las criaturas tanto como la miel a las moscas y quién sabe, tal vez tuvieran que cambiar los planes en el último momento… nada estaba escrito.