Fantasmas del Pasado

-Tú eres Alissandre ¿Verdad?.-La voz que sonó detrás de ella era melodiosa, inocente pero a la vez arrogante. La pequeña que estaba sentada sobre la alfombra del salón jugando con su muñeca se giró curiosa, pero no respondió, ni tampoco se movió lo más mínimo. Sus ojos claros se clavaron en los de aquel niño de cabellos oscuros como la noche, una mueca se dibujó en los finos labios de la niña a modo de desaprobación. Lentamente se volvió a sentar bien sobre la alfombra cepillando el cabello de la muñeca que tenía en las manos.- Respóndeme, debes hacerlo.-Aún solo teniendo 15 años aquel niño ya hablaba con demasiada autoridad y se comportaba de peor forma. Alissandre no se movió, continuó jugando con su muñeca, todos sabían de la rebeldía que portaba aquella pequeña niña de cabellos dorados y atirabuzonados. El niño dio unos pasos hacia ella colocándose justo delante de ella, se mantuvo en total silencio observando cada uno de los movimientos que ella hacía.- Es un juego de crías ¡Trae!.-Gritó a la vez que cogía los pelos a la muñeca quitándosela de las manos a Alissandre. Dentro del pequeño cuerpecito de la niña despetó ese odio hacia él, se levantó despacio mientras alargaba su mano para que él le devolviese aquello que le pertenecía.- Gib es mir, bitte {Dámelo, por favor}-Su perfecto alemán fluía en sus labios como una melodía envenenada. Avery que así se llamaba el niño estalló en carcajadas mientras la observaba, su mirada bajó hasta aquella cosa que ella tanto pedía y con tanto cuidado la había protegido hasta ese momento.- ¿Quieres esto? -Preguntó con malicia en sus palabras, la pequeña asintió con la cabeza mientras abría y cerraba su mano un par de veces en un gesto de que se lo diese.-Es ist meins {Es mía}-La voz endulzada de una niña de 10 año salía a relucir con cada una de sus palabras en Alemán que pronunciaba.
Avery solo sonrió mientras la observaba divertido, aquel juego se había tornado demasiado divertido como para dejarlo pasar sin más, quería ver hasta donde podía llegar el potencial de aquella pequeña damita que tenía delante casi suplicándole por esa estúpida muñeca.- Deja de hablar en alemán, acaso no te enseñaron a comportarte.-Las manos del joven jugaban de forma peligrosa alrededor de la cabeza de la muñequita de Alissandre, mientras los ojos de la niña permanecían clavados en ella.- Dámela, es mía.-Musitó a regañadientes la pequeña mientras daba un paso hacia él, amenazante. Avery no pudo evitar reír divertido, colocó su mano sobre los cabellos rubios de la cría y la frenó.- Quieta. Ahora respóndeme. Tú eres Alissandre ¿Cierto?.-Apartó con lentitud la mano mientras la observaba, con una mínima esperanza de que ella respondiese a su pregunta.-Ich habe nichts zu antworten, Herr {No tengo por qué responder, señor}.-La voz de ella ya empezaba a sonar molesta, incluso forzada. Avery negó un par de veces mientras alargaba la mano en un rápido movimiento hacia la chimenea dejando que aquella bonita muñequita cayese a las llamas ansiosas por deborar todo lo que en ellas caía.-¿Me responderás ahora, pequeña?.-La voz del joven era de total victoria, sabía que estaba consiguiendo hacer lo que quería. Daño.

En el gran salón solo estaban ellos dos, Alissandre estaba totalmente quieta frente a él, sus pequeñas manos agarraban con fuerza uno de los vuelos de su elegante vestido, ese vestido que su madre había escogido con gran recelo para ese gran día, día en el que se estaba prometiendo con aquel que estaba frente a él. En cambio Avery estaba quieto, pero a la vez con una pose relajada observando cada uno de los movimientos de aquella mocosa que ahora era de su "propiedad", lentamente Alissandre hizo su primer movimiento, su mirada se posó en la de él mientras sus pequeñas mandíbulas se tensaban y apretaban hasta el punto de que sentía dolor en ellas, sus hombros se elevaron un poco mientras cogía aire.- Mein Handgelenk! Verdammt dumm! Werden Sie Töten, töten Sie! {¡Mi muñeca! ¡Maldito estúpido! ¡Te mataré, te mataré!} -Gritó mientras se abalanzaba contra él enfurecida. Sus pequeñas manos se hicieron puños mientras golpeaba de forma rápida y fuerte contra el cuerpo de aquel joven que había llegado a molestarla.-Ich schwöre, ich bring dich um! {Juro que te mataré}.-Dijo con voz agitada, incluso entrecortada. Avery no dijo nada, tan solo agarró con fuerza los cabellos sedosos de Alissandre y tiró por ellos hacia atrás mientras la miraba fijamente, en su mirada se veía esa ira reprimida, ese odio hacia la pequeña.- Deberás empezar a respetarme, ahora soy tu prometido.-Dijo con voz profunda. Podía ser un joven de 15 años, pero eso no quitaba de que se comportase como sus padres le habían "enseñado" para él aquella niña no era más que aquella que desposaría en unos años.- ich hasse dich {Te odio}-Musitó en un llanto reprimido. En los ojos de Avery apareció un brillo peligroso y antes de que ella pudiese hacer algo una fuerte bofetada hizo que la niña rompiese a llorar cayendo al suelo.- No vuelvas ha hablarme así, la próxima no seré tan paciente. Si te digo que me respondas lo harás.-Alissandre estaba arrodillada en el suelo con una de sus pequeñas manos sobre su mejilla dolorida y enrojecida, sus ojos desprendían algunas lágrimas, pero su mirada de odio hacia él no había desaparecido.-Respect ist nicht gekauft, gewinnen Sie {El respeto no se compra, se gana}.-La voz de la niña era débil, pero segura y desafiante. Avery se acercó a ella y se colocó de cuclillas para así estar a la altura de aquella cría insolente que había osado enfrentársele. Los largos dedos rodearon la pequeña muñeca de la niña a la vez que la separaba de su mejilla, dejando así ver la marca.- Si no es por las buenas, será por las malas. Y creeme, te conviene que sea por las buenas o durarás poco en estos senderos.-La voz de él sonaba maliciosa, amenazante. Alissandre se movió un poco, lo justo para quedar frente a él, a la misma altura a una mínima distancia. Despacio sus labios se entreabrieron.- La última cara que veas... Será la mía el día de tu muerte.-Susurró en un perfecto francés, elegante y casi siseante.

En la habitación entraron al momento Ziba y Tholie, ambas mujeres sonrieron al ver a sus "pequeños" juntos.- Estais aquí, veo que ya os conocéis.-Dijo alegremente Ziba mientras se acercaba a su pequeña. Alargó la mano para que ella la tomase y así fue, Alissandre le dedicó una última mirada de advertencia antes de levantarse con lentitud tal cual dama. Tholie tan solo hizo un gesto a su hijo para que se levantase del suelo mientras permanecía totalmente quieta justo detrás de Ziba y Alissandre.- ¿Qué os parece si tomamos el té? Si lo atrasamos más coincidirá con la cena.-Comentó alegremente la mujer mientras sostenía la pequeña mano de su hija.- Me parece bien, será un buen momento para conocer a esa pequeña dama que está junto a usted.-Tholie era todo lo contrario de Avery, era una mujer agradable, simpática, alegre y vivaz. Y al igual que Ziba portaba una elegancia única entre las mujeres de esa clase y familias.

El salón del té estaba ya preparado, junto al ventanal estaba una pequeña mesa en la cual había una bandeja con una tetera y cuatro tazas, un plato con pastas y el azúcar. Alrededor de la misma estaban los sillones. Ziba hizo un gesto con la mano, Liss no tardó en soltarse de la mano de su madre para correr a sentarse en uno de los sillones. Pronto todos estaban sentados alrededor de la mesa y acompañados por esos rayos cálidos del sol de la tarde el cual hacía más acogedor el lugar. Ziba sirvió para cada uno de ellos y acercó la taza de su hija la cual la cogió con lentitud, pero la apoyó sobre sus piernas con cuidado mientras movía lentamente la cuchara dentro. La mirada de Alissandre estaba clavada en Avery, el cual en ningún momento se había mostrado incómodo por ello. Tholie, que se mantenía sonriente y risueña se dirigió a la pequeña niña.- Alissandre ¿Cierto? Vuestra madre me habló de ti. Y por lo que veo no estaba nada equivocada cuando decía que eras toda una dama y que portabas gran belleza.-Su voz era suave, dulce y tranquila razón por la cual Alissandre la miró con cierta confianza, más tranquila y mostrando una pequeña sonrisa en sus labios, era la primera que podía ver Avery desde que la había conocido.- Ahá... Mi nombre es Alissandre. Pero suelen decirme Liss o Ali, sobre todo mis hermanas.-Comentó la niña entre risas. Y es que en realidad aquella niña era la alegría del palacio de la familia, pese a su rebeldía, ella era la que llenaba aquel lugar de risas y la luz del día.- Y agradezco vuestras palabras. Pero debo decir que... De todas mis hermanas fui la menos agraciada.-Su vocabulario era exquisito, digno de una dama de alta categoría, pero difícil de ver en una niña de tan solo 10 años.
Esa tarde pasó, quedó como una más de todas las que le siguieron. Siempre eran iguales, siempre estaban impregnadas de ese veneno mortal por parte de Alissandre y el peligro al que ella se veía sometida por la presencia de Avery.