AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Fantasmas del Pasado
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Fantasmas del Pasado
Fantasmas del Pasado
|| Marcus Greed & Oksana Derevya ||
La eternidad se ha vuelto un vacío que no puedo llenar, tan insípida e incolora que día a día empieza a carecer de un sentido profundo. La razón para mí es obvia, una que no exteriorizo y me reservo con recelo.
Luego de meses vagando en lo más interno de los Países Bajos, he recibido una carta de la única persona que sabe donde y cómo encontrarme sin importar las circunstancias, mi maestro. Gerard era un ser misterioso, muy reservado, más allá de lo que yo puedo ser, sin embargo con el pasar de los siglos lo único que me queda para darle es el agradecimiento por permitirme seguir, por otorgarle un verdadero sentido a mi vida. Sus peticiones para mí era la única palabra que no podía rechazar.
Fue de esta manera que esa noche de invierno de 1800, mi llegada a París resultó ser algo inminente. La cristalina y gélida nieve caía como lagrimas desde el cielo, cubriendo mi rastro perfectamente. Siempre viajo por los bosques y caminos alternos, tratando de mantener el menor de los perfiles en cuanto a mis movimientos que siempre resguardados por mis fieles compañeros nunca dejan cabo suelto. Talos, Hircine, La Camada completa, mi familia más cercana.
Por otra parte, cada uno de mis viajes resulta siempre una búsqueda ineludible por ella. Oksana, la mujer que por un instante devolvió la humanidad a este cuerpo vacio. Ya habían pasada mucho tiempo desde la última vez que la vi en España, y aunque me aparte por razones mayores, nunca dejo de arrepentirme por no haber seguido, a lo que yo creo, a mi corazón. Su único recuerdo, además de su imagen impregnada en mi memoria, es un pañuelo. Un retazo de su piel cuya fragancia es una extensión de sus palabras, de su sonrisa, de su mirada en la que siempre me perdí.
La Camada, cómo mi familia, entendían aquel vacío que me acongojaba. No eran simples bestias de naturaleza salvaje. A veces resultaban más inteligentes y astutas que muchas aberraciones que dicen llamarse hombres nobles. La Camada sabía que por más unidos que fuésemos nunca podrían llenar ese espacio que dejo Oksana, es por esa razón que de forma espontáneamente humilde, por cada lugar que viajamos, ya sea pueblo, villa, camino, o cuidad, buscan aquel rastro latente en el pañuelo. Si alguien era capaz de rastrear aquel aroma hipnotizante, eran ellos. Nunca me habían fallado, y sé que aunque sea lo último que hagan, darían todo por verme otra vez… feliz, si así es como podría llamarse. Los sentimientos para mí han resultado ser algo banal de lo cual, antes de Oksana, había olvidado como asimilarlos.
La tormenta de nieve había bajado su intensidad a medida que me acercaba a la ciudad de la luz por los bosques del norte. Silenciosos, resultaban mi perfecta entrada a la ciudad, lejos de los ojos curiosos. Sé que Gerard apreciaba mi discreción y era un hábito que no iba a empezar a dejar de practicar. Tenía años sin visitar París. Seguramente mucho había cambiado desde mi visita.
Sin embargo la apacible noche se vio por un momento perturbada por alertar de Talos. Gran ébano bestial, logrando en cuatro patas rozar la altura de mi cadera con su lomo, siempre delante de mí y el resto de La Camada, como el respectivo líder de la misma. –¿Qué sucede?- pregunto como si al instante pudiese configurarme las palabras en su hocico, algo que aunque sabía imposible era una costumbre para mí. Mis sentidos no detectaban nada, de haber peligro era a una distancia muy superior a la que podría llegar a percibir. Talos alzaba su hocico al aire, inhalando el aire con una profunda bocanada, intentando terminar de descifrar la sensación que llamó su atención, la cual ha de ser algo de mucha importancia; no era un animal que se distraía con cualquier pequeñez, sabía muy bien su posición en La Camada y las responsabilidades ligadas a ellas eran cumplidas con mano de hierro.
Un aullido se escapo del gran líder y en ese momento sentí como alrededor se configura la fuerza letal de La Camada, quince paladines provenientes de una estirpe de más de 500 años al servicio de los Greed. Sabía que si Talos los invocó era porque cualquier cosa que haya detectado resultaba algo muy importante. Pero ¿qué? ¿Gerard? No era su estilo el encontrarnos de esa manera, tenía que ser otra cosa. Los pensamientos se perdieron en mi mente en el tiempo suficiente que sin permitirme reacomodarme de la tormenta, La Camada emprendió la caza silenciosa de su objetivo. Hacia el norte se movían con rapidez, y atrás les seguía el rastro sin dudar.
No pasaron más de unos minutos cuando el bosque se volvía cada vez más abierto, indicando que la ciudad estaba cerca. Cuando casi al siguiente instante las rocas empezaron a mostrarse diferentes, apiladas y organizadas, acompañadas de bien elaboradas estatuas. Un cementerio.
La camada se volvió a dispersar por los alrededores, como si ya hubiesen completado su cometido, quedando únicamente al frente la sombra negra y la reina blanca, Talos y su pareja Hircine. Ambos indicaban silenciosos un objetivo mucho más al frente, manteniendo la distancia pertinente, dándome a elegir el cómo actuar. Mis ojos no podían creer lo que veían. El tiempo me ha hecho justicia, congelándose en un instante que intente asimilar lo mejor posible –Oksana…- replique al viento, de una forma que seguro en mi imprudencia hubiese delatado mi presencia inverosímil frente a ella.
Por Ramona de Rachelia.org & SourceCode
Marcus Greed- Vampiro Clase Alta
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Re: Fantasmas del Pasado
Deseaba justificar mi falta de memoria cuando pasaba la fecha de su muerte y no podía acudir hasta el cementerio de Montmartre. El trabajo en la inquisición cada día me atosigaba más, iba por dos caminos en dónde a uno lo conocía pues era mi propósito y la meta a dónde quería llegar, el otro no tenía la más mínima idea de lo que me deparaba, pero eso no me provocaba incertidumbre. No obstante aquel día me había propuesto dar una pausa a mis labores para acudir hasta aquel lugar.
Hope o Esperanza, había sido una madre para mi desde el deceso de la mía, resultaba un privilegio tener en mi corazón a una mujer como ella, pese a no tener el dinero o el status social que se requería en Paris para vivir cómodamente. Cuando puse el primer pie en la ciudad de la luz, como el primer el primer contacto al cual acudí ella acudió de inmediato conmigo; desaliñada y un poco mayor ya, me devolvió con gratitud lo que mi madre en vida había hecho por Hope.
Antes de ingresar completamente a la Inquisición, me debatí entre la vida y la muerte, en ese entonces, una plaga de la fiebre amarilla azotaba al pueblo parisino, la muerte me acechaba y yo como cualquier chiquilla me escondía de ella. Aunque no podía más, las fuerzas se me iban, la enfermedad ganaba y con ello la vida abandonaba mi cuerpo. En la cúspide de la madrugada, recuerdo haber visto sombras difusas que a duras penas alcanzaba a comprender, entre la oscuridad y la luz de las velas Hope pronunciaba con fervor una frase que hasta hoy supe su verdadero significado.
Cuando terminó de pronunciar sus palabras recuerdo bien como las luces de las velas cedían al paso del viento congelado y a mí bebiendo un brebaje asqueroso pero que después de un tiempo salvaría mi vida. Lo recordaba y agradecía, la nieve se volvía cada vez más y yo a la intemperie del cementerio me exponía a contraer catarro o gripe o enfermedades más severas. Cerré mis ojos frente a la tumba discreta que entre la nieve se escondía, su nombre tallado en piedra me recordaba cómo se pronunciaba realmente, los sonidos de las risas y también sus regaños – Hope…mi querida Hope, cuanta falta me haces tú y mi madre, desearía poder hablar contigo de nuevo…- cerré mis ojos apretándolos, procuraba en la medida de lo posible no mostrar la debilidad que yo tenía, el sentimentalismo y todo lo que conllevaba, pero la extraña ¿y qué si así era, quienes me iban a juzgar en ese momento?, no había absolutamente nadie, sólo estábamos yo, la luna que apenas comenzaba a asomarse y un camposanto vacio.
De pronto un aullido intenso me regresó la cabalidad, limpie mis lagrimas y alce el rostro, sin percatarme el tiempo pasaba, terminaba la tarde y comenzaba la noche. Y yo en ese sitio corría un peligro inminente que se asomaba acechante – Espero poder regresar pronto Hope, prometo que la próxima vez que lo haga, no habrá más nieve sobre tu tumba, te daré una digno sepulcro.- cuando termine de decir aquello fue un choque entre los árboles lo que llamó mi atención, alerte mis sentidos y con ayuda de mis ojos y oído aguardé en silencio, si se trataba de algún sobrenatural no iba a morir tan fácilmente, aunque en ese lugar estaba visiblemente en desventaja.
Hope o Esperanza, había sido una madre para mi desde el deceso de la mía, resultaba un privilegio tener en mi corazón a una mujer como ella, pese a no tener el dinero o el status social que se requería en Paris para vivir cómodamente. Cuando puse el primer pie en la ciudad de la luz, como el primer el primer contacto al cual acudí ella acudió de inmediato conmigo; desaliñada y un poco mayor ya, me devolvió con gratitud lo que mi madre en vida había hecho por Hope.
Antes de ingresar completamente a la Inquisición, me debatí entre la vida y la muerte, en ese entonces, una plaga de la fiebre amarilla azotaba al pueblo parisino, la muerte me acechaba y yo como cualquier chiquilla me escondía de ella. Aunque no podía más, las fuerzas se me iban, la enfermedad ganaba y con ello la vida abandonaba mi cuerpo. En la cúspide de la madrugada, recuerdo haber visto sombras difusas que a duras penas alcanzaba a comprender, entre la oscuridad y la luz de las velas Hope pronunciaba con fervor una frase que hasta hoy supe su verdadero significado.
Cuando terminó de pronunciar sus palabras recuerdo bien como las luces de las velas cedían al paso del viento congelado y a mí bebiendo un brebaje asqueroso pero que después de un tiempo salvaría mi vida. Lo recordaba y agradecía, la nieve se volvía cada vez más y yo a la intemperie del cementerio me exponía a contraer catarro o gripe o enfermedades más severas. Cerré mis ojos frente a la tumba discreta que entre la nieve se escondía, su nombre tallado en piedra me recordaba cómo se pronunciaba realmente, los sonidos de las risas y también sus regaños – Hope…mi querida Hope, cuanta falta me haces tú y mi madre, desearía poder hablar contigo de nuevo…- cerré mis ojos apretándolos, procuraba en la medida de lo posible no mostrar la debilidad que yo tenía, el sentimentalismo y todo lo que conllevaba, pero la extraña ¿y qué si así era, quienes me iban a juzgar en ese momento?, no había absolutamente nadie, sólo estábamos yo, la luna que apenas comenzaba a asomarse y un camposanto vacio.
De pronto un aullido intenso me regresó la cabalidad, limpie mis lagrimas y alce el rostro, sin percatarme el tiempo pasaba, terminaba la tarde y comenzaba la noche. Y yo en ese sitio corría un peligro inminente que se asomaba acechante – Espero poder regresar pronto Hope, prometo que la próxima vez que lo haga, no habrá más nieve sobre tu tumba, te daré una digno sepulcro.- cuando termine de decir aquello fue un choque entre los árboles lo que llamó mi atención, alerte mis sentidos y con ayuda de mis ojos y oído aguardé en silencio, si se trataba de algún sobrenatural no iba a morir tan fácilmente, aunque en ese lugar estaba visiblemente en desventaja.
Oksana Derevya- Inquisidor Clase Alta
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Re: Fantasmas del Pasado
Fantasmas del Pasado
|| Marcus Greed & Oksana Derevya ||
El ébano es el espectro del color único que empieza a dominar velozmente el cementerio que carece de una iluminación propia. Las luciérnagas tales estrellas terrestres son de lo poco que puede acompañar el tenue iluminar de la luna de plata.
Hablar de visiones, por lo menos para mí, es un término cuya cabida no tiene definición. Mis visiones son tangibles y experimentales, siendo ya parte de un recuerdo vivido en cada una de mis labores por el mundo. Hombres Lobos, Vampiros, Brujos y hasta contactos con apariciones fantasmales han sido parte de un historial que en 500 años son la reputación que me respalda como cazador. Es esta la razón por la que creer en visiones, espejismos o juegos de la mente no son algo propio que crea en la primera instancia, menos teniendo un maestro que invoca algunas de los más bizarras ilusiones acorde a la víctima que y situación que desee dominar. Sin embargo ella estaba ahí, tenía que ser. La nieve bordeaba su fina curvatura detallada, abrazándola con delicadeza realzando su piel porcelana. Tal cual como la recordaba. Mi necesidad de ella me hacía incapaz de confundirla con cualquier otra persona y mucho menos sabiendo que La Camada la rastreo. Todo se conjugaba en una realidad imposible que en contra de todo la estoy viviendo.
La noche ya entrada con magnificencia, hacía del lugar un templo de fúnebre esencia acorde a los huéspedes permanentes que residen bajo nuestros pies. El cementerio de Montmartre era legendario por su trayectoria, en donde varios nobles de renombre intentaban encontrar la paz eterna de una manera muy distinta a como yo lo he hecho. Pero esa no era la única característica que acompañaba el previo galardón. El cementerio ostentaba desde prácticamente sus inicios ser el escenario de misteriosas desapariciones y asesinatos. Es curioso, ir a un cementerio sin saber que será el último lugar que visitaremos, sin embargo la ironía es un engranaje fundamental de la vida del que nadie escapa.
Es la misma ironía la que me vuelve a unir con Oksana, es la misma ironía la que me la intentará arrebatar en ese instante. Al caer el crepúsculo las bestias de la noche salen a cazar. Talos, al igual que yo, siente la sed de sangre de un ser aún no revelado, sin embargo el aroma que emana es inconfundible, profundo y asqueroso. Un alargado aullido es la antesala de una maniobra cuasi practicada donde el Gran Alfa se separa de mí al igual que la Reina Blanca. El momento de cazar ha comenzado. Ahora que he encontrado a mi preciada joya, no la pensaba volver a perder.
El crujir de las ramas alrededor empieza a ser un sonido característico, no obstante la sombra que me acecha, sin saber está siendo acechado ya desde que declaro sus intenciones. El miedo no es parte de mí, la angustia es una debilidad que no conozco y únicamente la gélida euforia que recorre mi espina dorsal es el combustible que alimenta al demonio que he liberado justo en el momento en el que el primero cae. Si, no era uno solo, era una insulsa táctica de unas desesperadas criaturas que en sus regocijos seguro se hacían llamar vampiros. Inútiles escorias que deshonran la bendición que portan.
La camada eficaz y letalmente limpia, mantiene el perímetro a raya. Una situación que permitía mantener mi concentración en Oksana.
La clarividencia era un don que desarrolle años luego de mi transformación, desconozco si es parte de una evolución del veneno de la sangre de Gerard cuando me transformó o simplemente es una mutación que latente se activo en un lapso luego de mi nuevo nacimiento. El hecho es que ver más allá de lo que el mundo percibe, es un regalo que he aprendido a dominar y controlar. Las imágenes son borrosas, a veces poco precisas y siempre sujetas a poder cambiar. Lo primero que aprendí es que el futuro es incierto, pero moviendo las piezas adecuadas en el momento apropiado, veo lo que necesito para hacer lo que debo. Momento justo en el que el estallido estrambótico y característico del gatilleo de mi revolver de chispas libera el balín de plomo que surcando el espacio con fugitivo travesía, rosa la nuca de Oksana e impacta de lleno en la cabeza del último agresor que quedaba en pie a pocos metros de ella, tiempo suficiente para desestabilizarlo y la camada terminara de finiquitarlo.
Todo el espectáculo se aprecia entretejerse en forma lenta y pausada, tal cual como si el mismo tiempo se hubiese ralentizado, revelando que nada había pasado –aún- y todo se desenvolvió en mi mente que calculaba por efecto mismo de mi ojo hacia el futuro la mejor alternativa que instantáneamente se desencadeno en un intervalo efímero durando simplemente unos segundos, sin opción a reaccionar para los infames seres. Su muerte es tan miserable como la vida que tuvieron. Ya todo ahora sí había terminado con precisión.
-Oksana!... ¿Éstas bien?- fueron las únicas palabras que pude invocar un instinto protector más allá de cualquier sentido, acercándome a ella salteando las lápidas entre nosotros. El pasado me valió nada con tal de estar totalmente seguro de su bienestar. Sabía perfectamente que era así pero necesitaba escucharlo de ella. Sin embargo actuar por instinto no fue lo mejor que pude hacer en ese momento, cuando las imágenes llegan a mi mente con futuras respuestas, y ninguna me lleva a una buena recibida. No era para menos, luego de mi desaparición, esta sería la primera vez que nos veríamos luego de tanto tiempo. Así empezamos, así tenía que continuar. Ahora era un buen momento para pensar que el futuro es muy incierto.
Por Ramona de Rachelia.org & SourceCode
Marcus Greed- Vampiro Clase Alta
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Re: Fantasmas del Pasado
Parecía una sátira representada en pedazos muy breves de una obra de teatro, tan cínica, como si el destino jugara a juntarnos, cruzarnos y finalmente separarnos. No estaba segura de lo que sucedía en ese momento, el disparo del revolver salió de la nada impactando exactamente en mi agresor del cual ya me había previsto de su presencia. Los aullidos de los lobos resonaron en mi cabeza, precisamente advirtiéndome.
Eran incontables las veces que mi vida estaba en peligro, dos o tres ocasiones en las mismas condiciones, ser inquisidor resultaba amenazador para los seres sobrenaturales y muchos de ellos nos odiaban, aunque por otro lado también poseía la fatídica relación con los seres humanos.
Débil y frágil ante una bestia enardecida por el sabor de la sangre como los vampiros, pero en esa ocasión los aullidos de los lobos me ponían en sobre aviso, anticipándome a sus acciones, pero justo en ese momento el estallido del revolver le ganaba a mis pensamientos y lo que era peor me ponía en deuda con el extraño.
Tras el impacto y debido a mi reacción lleve mis manos hasta mi nuca cubriéndola sólo por instinto apreté los ojos y me quedé en silencio, me pareció largo el instante, las imágenes de mi vida y todo lo que viví en ella pasaban fugazmente, se cruzaban en recuerdos tejidos con dificultad y en ellos se sembraba la duda, el amor, coraje, arrepentimiento e incluso el dolor de haber perdido no sólo a mis seres queridos, sino también al hombre que amaba a pesar de encontrarse muerto.
Deseaba la muerte y no le temía, por el contrario, me sentiría agradecida de tenerla finalmente entre mis manos, pues así volvería a contemplar los ojos de Alejandro y preguntaría el por qué de su ausencia, ¿Por qué me había dejado?, incluso el porqué de su burla al corazón sincero que le ofrecía. Mis ojos se abrieron al escuchar mi nombre de los labios del extraño, la relación que en ese momento realizó mi cabeza me confundía, era imposible, era su voz y nada más que su voz, reconocible hasta los confines del mundo. La reacción fue inmediata, desvié la mirada hasta su figura en dirección de la voz que me resultaba familiar para comprobar mis suposiciones.
Ahí con ese rostro pálido y expresión dispersa él se acercaba hasta dónde me encontraba…
-¡Alto, no te me acerques!- el impacto de tenerle frente a mi me hizo raspar la última palabra que salía de mi boca, mi voz se quebró al intento y volví a repetirla.
-¡No te me acerques!-
¿Qué demonios pasaba? ¡El estaba muerto!, seis metros bajo tierra, muerto y mil veces muerto. ¿De qué demonios se trataba aquel juego? Mi manos se empuñaron ante el coraje, sabia de brujos que usaban la nigromancia para fines desconocidos ¿se trataba de algo así?, pero yo no era tan importante como Thorna, para que alguno se aventurase a tratar de seducirme con calamidades como las que mis ojos presenciaban.
La memoria de Alejandro era intocable, era básicamente imperdonable para mí ver la atrocidad que presenciaba, si se trataba de algún juego descabellado lo sabría y vaya que viviría para arrancarle la cabeza a quien se haya atrevido a jugar con mis recuerdos de esa forma.
-Sabia que los sobrenaturales que existían en el mundo usaban métodos para embelesar a sus víctimas, pero ¿acaso es que hay basuras tan terribles como tú, que se atreven a jugar con la mente de los seres humanos?... ¡Sí!– respondí tajante y con un inconfundible desdén.
-Odio y lamento que tenga que vivir, para presenciarlo. ¡Tú estás muerto y mil veces muerto!-
Los recuerdos me abrumaron, el sentimiento se apoderaba de mí y el orgullo no dejaba caer mis lágrimas contenidas en mis ojos. El pasado se volvía el presente bruscamente, a las noches de nuestros encuentros las añoraba día tras día, a los sueños e indescriptibles sinfonías que me elaboraba entre los susurros de su voz en mi oído.
Eran incontables las veces que mi vida estaba en peligro, dos o tres ocasiones en las mismas condiciones, ser inquisidor resultaba amenazador para los seres sobrenaturales y muchos de ellos nos odiaban, aunque por otro lado también poseía la fatídica relación con los seres humanos.
Débil y frágil ante una bestia enardecida por el sabor de la sangre como los vampiros, pero en esa ocasión los aullidos de los lobos me ponían en sobre aviso, anticipándome a sus acciones, pero justo en ese momento el estallido del revolver le ganaba a mis pensamientos y lo que era peor me ponía en deuda con el extraño.
Tras el impacto y debido a mi reacción lleve mis manos hasta mi nuca cubriéndola sólo por instinto apreté los ojos y me quedé en silencio, me pareció largo el instante, las imágenes de mi vida y todo lo que viví en ella pasaban fugazmente, se cruzaban en recuerdos tejidos con dificultad y en ellos se sembraba la duda, el amor, coraje, arrepentimiento e incluso el dolor de haber perdido no sólo a mis seres queridos, sino también al hombre que amaba a pesar de encontrarse muerto.
Deseaba la muerte y no le temía, por el contrario, me sentiría agradecida de tenerla finalmente entre mis manos, pues así volvería a contemplar los ojos de Alejandro y preguntaría el por qué de su ausencia, ¿Por qué me había dejado?, incluso el porqué de su burla al corazón sincero que le ofrecía. Mis ojos se abrieron al escuchar mi nombre de los labios del extraño, la relación que en ese momento realizó mi cabeza me confundía, era imposible, era su voz y nada más que su voz, reconocible hasta los confines del mundo. La reacción fue inmediata, desvié la mirada hasta su figura en dirección de la voz que me resultaba familiar para comprobar mis suposiciones.
Ahí con ese rostro pálido y expresión dispersa él se acercaba hasta dónde me encontraba…
-¡Alto, no te me acerques!- el impacto de tenerle frente a mi me hizo raspar la última palabra que salía de mi boca, mi voz se quebró al intento y volví a repetirla.
-¡No te me acerques!-
¿Qué demonios pasaba? ¡El estaba muerto!, seis metros bajo tierra, muerto y mil veces muerto. ¿De qué demonios se trataba aquel juego? Mi manos se empuñaron ante el coraje, sabia de brujos que usaban la nigromancia para fines desconocidos ¿se trataba de algo así?, pero yo no era tan importante como Thorna, para que alguno se aventurase a tratar de seducirme con calamidades como las que mis ojos presenciaban.
La memoria de Alejandro era intocable, era básicamente imperdonable para mí ver la atrocidad que presenciaba, si se trataba de algún juego descabellado lo sabría y vaya que viviría para arrancarle la cabeza a quien se haya atrevido a jugar con mis recuerdos de esa forma.
-Sabia que los sobrenaturales que existían en el mundo usaban métodos para embelesar a sus víctimas, pero ¿acaso es que hay basuras tan terribles como tú, que se atreven a jugar con la mente de los seres humanos?... ¡Sí!– respondí tajante y con un inconfundible desdén.
-Odio y lamento que tenga que vivir, para presenciarlo. ¡Tú estás muerto y mil veces muerto!-
Los recuerdos me abrumaron, el sentimiento se apoderaba de mí y el orgullo no dejaba caer mis lágrimas contenidas en mis ojos. El pasado se volvía el presente bruscamente, a las noches de nuestros encuentros las añoraba día tras día, a los sueños e indescriptibles sinfonías que me elaboraba entre los susurros de su voz en mi oído.
Oksana Derevya- Inquisidor Clase Alta
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Re: Fantasmas del Pasado
Fantasmas del Pasado
|| Marcus Greed & Oksana Derevya ||
De todas las maneras que podían conjugarse, puedo decir que esta es la forma en que menos esperaba reencontrarme con Oksana, sin embargo el destino, la suerte o ambas llegaron al acuerdo de hacer de este encuentro una situación incómoda y hasta morbosa. Aún con mi ingenio y mi talento en las letras, admito que me halle en un momento de traba. Un gran punto negro se apodero de mi mente y me bloqueo las ideas el tiempo suficiente para sentir que paso una eternidad.
Ahí estaba ella, sola en la oscuridad y aún a pesar de todo se erige bella y perfecta. Su voz vivaz y la pureza de su ser se filtraba en sus palabras a las cuales a la primera orden detuve mis pasos. Seis tumbas nos separaban a través de un improvisado pasillo de tierra y escarcha. La nieve no cesa de caer interpretando las lagrimas que el tiempo llora, esas lagrimas que Oksana, fuerte y orgullosa no podía soltar.
Pero la confusión creció, mucho más de lo que ya era, cuando afirmando segura me ha declarado muerto. ¿Qué razón la puede llevar a alegar tal suceso? ¿Jugar con la mente humana? ¿Mi muerte?... ¿Qué sucede realmente? Si ella estaba confundida, me estaba arrastrando con ella hacia ese vacío.
-Oksana… soy yo, Alejandro!- así era como ella me recordaba. Así era como nos conocimos en España.
Una pausa atemporal toma lugar en el escenario, muy ajeno a los hechos de este poco elaborado encuentro. Mi memoria, precisa y detalla revive los hechos ocurridos desde el momento en que la conocí. Los bloques se unen como grandes ladrillos. Un rompecabezas hecho a la medida por mi y el cual sólo tiene una solución.
Cuando ví por primera vez a Oksana, un cúmulo de sensaciones se apodero de mi. Una atracción como no había sentido por nadie. Mi sangre fría desde hace ya medio milenio la volví a sentir caliente, hirviendo, circulando por mis venas polvorientas y oxidadas. No era un deseo banal o una necesidad de saciar mi sed, era otra cosa, diferente, única. Una sensación tan sobrenatural como mi propia existencia. Ambos nos sentíamos atraídos por la lectura, por el conocimiento, por el arte de las palabras, llevándonos estas a recorrer el reloj con nuestra unión, que alejada de la física era más espiritual. ¿Un vampiro puede amar? ¿Puede encontrar una razón de amor más allá de la propia, de la arrogancia, del poder? En ese momento esa pregunta nunca cruzó mi mente, lo único que necesitaba era a ella: su mirada de joya cual encierra la totalidad del universo, sus labios finos y cautivantes, su piel de porcelana que se extiende exquisita por sus curvas, todo un cuerpo de ensueño complementado con un baúl de emociones puras y conocimientos claros del mundo. Pero como la vida tiene la muerte, esta relación especial tuvo un inicio y un muy desagradable fin. Mi ausencia se paga caro, pero ¿tanto para darme por muerto? Había muchas cosas que explicar y la primera es dar por entendido que soy yo.
-Mi ausencia, mi partida, ¿fue tan dolorosa para que me hayas asesinado en tus recuerdos? Soy yo- volvía a repetirlo, enfatizando la realidad de la situación que muy lejos de una fantasía de cuentos estaba. Fue ese énfasis el que me otorgó la fuerza para reanudar mis pasos que lentos y pausados se enterraban uno a uno en el tapiz de nieve que se había asentado. –Se que ha pasado mucho tiempo Oksana, pero mírame! soy yo!, Alejandro. Permíteme primero ver que estas bien y luego puedo contestar todas tus preguntas, por favor. No sabes cuánto tiempo he estado buscándote, arrepintiéndome cada noche de haberte dejado.- Si un ser sin sentimientos y muerto por dentro, puede ser sincero, este es el caso. Aún a pesar de mi condición, de mi frialdad natural, cada una de mis palabras se recitaban con un profundo sentir. Necesitaba que así fuese.
-Por favor… confía en mí?-
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Marcus Greed- Vampiro Clase Alta
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Re: Fantasmas del Pasado
Retrocedí de nueva cuenta llevando una de mis manos hasta mi cabeza para presionarla contra mis dedos, me resultaba imposible creer lo que veía. Se trataba del hombre al que más motivos y razones de mis días le obsequien, desde su pérdida lo único que se había cruzado por mi mente era el poder encontrar al o los malditos que habían terminado con su existencia, esa era una de las razones por las que estaba trabajando para la Inquisición. Una de las razones por las que yo renunciaba a mis principios anteponiéndolos a los verdaderos deseos que tenía, para mi acabar con el santo padre o las injusticias que llevaban a muchos de los Inquisidores a exterminar por completo seres sobrenaturales sin culpa, pasaban a segundo plano.
De pronto me vi sumergida en el sentimiento que más odiaba haber conocido; el amor. Una gran parte de mi quería correr hasta él y abrazarle para revivir el instante de lo que significaba estar en sus brazos, pero la parte más oscura del ser que me poseía sólo deseaba explicaciones -Y unas muy convincentes- para darle sentido al momento, a todo lo insólito que presenciaba, parecía que resultaba ser un sueño o más bien una pesadilla, dónde la única que sufría su despedida era yo.
Cerré mis ojos apretándolos con mucha fuerza, de tal forma que, disiparía las apariciones, pensando que al abrirlos nuevamente su figura desaparecería de ahí –fantasmas del pasado- que me perseguían, sus ojos nuevamente volverían a ser parte de los sueños que me perseguían por las noches, sus labios no volverían a pronunciar mi nombre y los brazos que me arropaban en cada frecuente noche se esconderían para no volver a rozar mi piel. Pero la realidad era otra, Alejandro era tan real como la nieve que se asentaba en mi rostro, los copos de nieve se anidaban en mi abrigo impregnándola del frío que hacía en el cementerio.
-Tú no eres real, tu desapareciste, así como desaparecen los fantasmas, así como se van los que no desean permanecer aquí- me repetí en voz alta una y otra vez hasta sentir que la garganta se resacaba por el frío del ambiente, el aliento congelado se evaporaba junto con las palabras que mencionaba. Entonces mis ojos se abrieron de par en par para darme cuenta del error que había cometido. No se trataba de un sueño ni de suposiciones, él pedía tiempo para concederme una explicación que deseaba y yo sólo ansiaba salir huyendo de ahí.
-¿Alejandro? ¿Realmente eres tú?...- mi voz se apagó con un suspiro que robó el sonido desde mis entrañas, pronunciar su nombre era un estigma, algo que dolía al sólo hecho de pronunciarle, dolía como un par de clavos enterrados en mi vientre –Pero te vieron, te vieron morir, tú te fuiste lejos de mí, te fuiste y te espere pero nunca volviste ¿Por qué hoy?- no sabía lo que en realidad hacia dándole explicaciones a un fantasma que hace ya algunos años estaba enterrado en lo más profundo de mi corazón, pero yo estaba con un pie entre la vida y la muerte, los latidos de mi corazón se hicieron tan rápidos que alcance a sentir como si no fuera por la piel se saldría de su lugar.
De pronto me vi sumergida en el sentimiento que más odiaba haber conocido; el amor. Una gran parte de mi quería correr hasta él y abrazarle para revivir el instante de lo que significaba estar en sus brazos, pero la parte más oscura del ser que me poseía sólo deseaba explicaciones -Y unas muy convincentes- para darle sentido al momento, a todo lo insólito que presenciaba, parecía que resultaba ser un sueño o más bien una pesadilla, dónde la única que sufría su despedida era yo.
Cerré mis ojos apretándolos con mucha fuerza, de tal forma que, disiparía las apariciones, pensando que al abrirlos nuevamente su figura desaparecería de ahí –fantasmas del pasado- que me perseguían, sus ojos nuevamente volverían a ser parte de los sueños que me perseguían por las noches, sus labios no volverían a pronunciar mi nombre y los brazos que me arropaban en cada frecuente noche se esconderían para no volver a rozar mi piel. Pero la realidad era otra, Alejandro era tan real como la nieve que se asentaba en mi rostro, los copos de nieve se anidaban en mi abrigo impregnándola del frío que hacía en el cementerio.
-Tú no eres real, tu desapareciste, así como desaparecen los fantasmas, así como se van los que no desean permanecer aquí- me repetí en voz alta una y otra vez hasta sentir que la garganta se resacaba por el frío del ambiente, el aliento congelado se evaporaba junto con las palabras que mencionaba. Entonces mis ojos se abrieron de par en par para darme cuenta del error que había cometido. No se trataba de un sueño ni de suposiciones, él pedía tiempo para concederme una explicación que deseaba y yo sólo ansiaba salir huyendo de ahí.
-¿Alejandro? ¿Realmente eres tú?...- mi voz se apagó con un suspiro que robó el sonido desde mis entrañas, pronunciar su nombre era un estigma, algo que dolía al sólo hecho de pronunciarle, dolía como un par de clavos enterrados en mi vientre –Pero te vieron, te vieron morir, tú te fuiste lejos de mí, te fuiste y te espere pero nunca volviste ¿Por qué hoy?- no sabía lo que en realidad hacia dándole explicaciones a un fantasma que hace ya algunos años estaba enterrado en lo más profundo de mi corazón, pero yo estaba con un pie entre la vida y la muerte, los latidos de mi corazón se hicieron tan rápidos que alcance a sentir como si no fuera por la piel se saldría de su lugar.
Oksana Derevya- Inquisidor Clase Alta
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Re: Fantasmas del Pasado
Fantasmas del Pasado
|| Marcus Greed & Oksana Derevya ||
La nostalgia tal perfume se apodera de mis sentidos provenientes de los cuestionamientos, de las dudas y confusión de Oksana. Podía verlo en sus ojos, su rostro era un tapiz que evoca una trágica escena escrita por un melancólico poeta.
Al contrario, yo mantenía un exterior firme, indeleble ante las emociones y la intemperie. Sin embargo, en mi interior podía sentir la sutil caricia de la satisfacción por volverla a ver, la calidez del poder intercambiar nuevamente miradas, palabras, sensaciones y sentimientos sin la incómoda y frívola barrera imaginaria de la distancia.
Este era un sentir que sólo era comparable con la primera vez que la vi ya hace una eternidad, o por lo menos en mí interior así se hizo ver. Pero lo bueno del momento fue opacado casi de manera instantánea, rebanado de lado a lado por aquella nueva referencia a mi muerte ¿Sería acaso que Oksana sabe algo de Eddark, mi hermano gemelo? No cabe duda que sería una probabilidad latente, aún a pesar de lo inverosímil que luzca, pero el tiempo me ha enseñado que nada es irrealizable, hasta la muerte es posible sortearla bajo la condiciones especificas, yo era clara evidencia de ello.
-Soy yo… tal cual como me recuerdas, así te recuerdo yo- dije perspicaz, intentando de suavizar la entrada a mis próximas revelaciones. La humanidad es una especie más emotiva de lo que yo llegaré a ser como lo que soy: un vampiro; es por ello que escoger mis palabras así como el momento cuando decirlas resulta algo más valorado de lo normal.
Durante la breve pausa que se dio en tal momento, pronuncie un par de pasos hacia el frente intentando generar un ciclo de confianza entre ella y yo. Demostrarle que sigo siendo el mismo aún a pesar de que sepa lo que sepa.
-Mi muerte, mi supuesta muerte… es sólo una trágica confusión. Ha sido mi hermano- dije ya seguro, no había lugar para la duda -Hay muchas cosas que no sabes de mí Oksana, sin embargo este no es el lugar más apropiado. La noche ya se ha asentado y claramente este no es un lugar seguro– La realidad no podía ser más evidente. No había pasado más de unos instantes de que unos hambrientos merodeadores intentaran devorar la vida de mi preciada joya del norte. Vampiros que matan vampiros, no es algo muy bien visto dentro de los nuestros, pero sin testigos que reclamen sobre el hecho, los sucesos únicamente serian devorados por el tiempo o mejor dicho por mis mascotas. Los Wrags no dudarían en comerse los restos que quedaron de los malhechores, la sangre de vampiro tal elixir divino los dotaría de una vigorosidad suprema, aumentando su fuerza, velocidad y resistencia por un buen período de tiempo; ese, en parte, era el secreto de la magnificencia de La Camada. Así los había entrenado.
-En mi camino hacia acá vi una cabaña en donde podríamos conversar más plácidamente– mencioné señalando al noreste en donde a lo lejos se elevaban las luces de París, y en el cual más cercana a nuestra posición se encontraba la cabaña que maltrecha parecía abandonada, rodeada por varias esculturas de santos y cruces, seguros próximos adornos de las más nuevas tumbas del sacro lugar. Hace mucho que no pasaba por París, sin embargo mi memoria no me falla y sé que la seguridad de la zona, por lo menos pensando en Oksana, podía ser más controlada desde la cabaña. Conmigo adentro y La Camada en el exterior, un reiterado ataque, de llegar a darse, sería un suicidio para el atrevido. La seguridad de Oksana para mí era primordial, más aun habiéndola reencontrado, es por ello que me era imperativo tener el control de la situación. Siempre lo he hecho, pero un extraño sentimiento de deber me abordaba con mayor fuerza en ese instante. –Confía en mí como lo hiciste alguna vez– Le repetí extendiendo mi mano hacia ella, pero esta vez mostrándole el pañuelo que me dio y que fue la pista fundamental que termino construyendo esta bien recibida situación. Esta era la única manera de que terminará confirmando que soy realmente yo, el hombre que conoció en España y que a pesar de los pronósticos, está vivo… o por lo menos en parte.
Ser vampiro tenía sus muchas ventajas y luego de que el cuerpo y la mente se acostumbra, poco a poco nos damos cuenta que la humanidad es realmente cosa del pasado. El hambre es una sed poderosa que hay que aprender a dominar, a controlar con mano de hierro. Es ahí donde yo me diferencio de las basuras que ahora son la cena de La Camada. En parte, mucho de lo que soy ahora, se lo debo a mi creador, mi maestro, mi padre, mi hermano. Soy en gran medida la creación de lo que Gerard quiso de mí. Mi fidelidad pensé que sería única y eternamente a Gerard, pero Oksana está replanteando mi voluntad, tomándose una parte de mí y yo, extrañamente para ser vampiro, la quiero dar.
Si mi mundo cambio cuando renací a mano y sangre de Gerard, hoy se estructura con fuertes bases a fuerza de los sentimientos que reencuentro en Oksana.
Por Ramona de Rachelia.org & SourceCode
Marcus Greed- Vampiro Clase Alta
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