La maldad busca y siempre encuentra (Milagros Lamberg y Jared Granchester)

por **Jared Granchester** Sáb Feb 11, 2012 11:55 am

Recuerdo del primer mensaje :

La maldad más pura no es la que nos rodea, si no la que nace de tu corazón

La noche es más oscura de lo normal mientras camina con una dirección ya fija desde hace tiempo atrás. Pocas son las veces que entra en un lugar así, porque no lo necesita, ya sea porque él busque a las damas o bien, porque éstas se le entreguen sin dudarlo sobre todo si son cambiaformas en celo. Esos son los momentos más divertidos porque ambos se meten a la cama sin pensar en los días que permanecerán en ella, ansiosos por desfogar su pasión en brazos del otro.

Hoy, en cambio, no viene sólo por placer si no por encontrar a alguien en particular. Puede decirse que es trabajo, pero el Regis no es tan tonto como para creérselo, porque ninguna labor le reditúa tanto como ésta. Encontrar a la Hechicera de la Estirpe es la razón por la que entra en el lugar que apesta a sudor, sexo, cigarrillo y alcohol, lo que demuestra con una mueca de asco. Es la razón por la que no frecuenta lugares así, el olor es asqueroso y tras que entra con paso más obligado que placentero, el ver a las mujeres que se ofrecen sin pudor alguno, sin recato e incluso peleando por ver quién es la que lo atenderá le repugna.

Se retira hacia un lugar más interesante: el palco donde las cortesanas se lucen entre pasos de baile y movimientos sensuales que incitan a la clientela poca o mucha, que se aposta en las sillas para admirarlas. Toma asiento con pereza ordenando un whisky de malta escocés con dos naranjas en gajos, su fruta favorita. En cuanto se lo traen, él ya está mirando a una pelirroja bailando de forma impecable, permitiendo que sus curvas sean admiradas y ansiadas.

Excita como incita, lo cual es justo lo que muchos buscan: placer aunque tengan que pagar por él. De todas formas, Jared la observa con detenimiento por si hay algo en ella que pueda interesarle, en específico el tatuaje que la Hechicera porta, pero parece que, al menos entre la piel que deja ver, no hay nada parecido. Ya está pensando en llevarla consigo, sobre todo porque su olfato parece estar conforme con ella, cuando un conato de bronca se desata del lado derecho del burdel.

Un hombre bastante embriagado jalonea a una joven rubia que se dirigía al palco a bailar y no sólo eso, sino que le exige que le complazca. Jared no es de los que se meta en asuntos que no le importan, pero vamos que una cosa es que ella esté ahí para ser la querida de alguien durante la noche y otra que un imbécil se sienta importante y superior. Eso sí que no. Se levanta para ir a donde la joven, tomándola de la cintura para hacerla tras su cuerpo protegiéndola, encarando al hombre, dominándolo con la mirada y su altura. Le saca más de una cabeza y es que Jared es bastante alto y no sólo eso: su cuerpo está acostumbrado a la pelea por lo que los músculos se reflejan en la camisa y en los brazos desnudos tras haberse subido las mangas con total descuido, su pose que invita a no provocarlo, la expresión adusta y las facciones que denotan sin duda alguna, al asesino que es, deja a todos en silencio.

No habla, no es necesario hacerlo tras mostrarle los colmillos en una actitud agresiva y carente de paciencia que le obliga a su contrincante a pensárselo dos veces antes de volver a las andadas. Una vez seguro que no hará una estupidez, Jared pasa la mano por la cintura de la joven marcando un territorio que nadie parece disputárselo para acompañarla a donde ella camina evitando que nadie más la desvíe de su camino. Tras dejarla en la plataforma de baile, el Regis vuelve a su asiento con los sentidos alerta por si alguien piensa que puede darle una lección. Se acomoda de nuevo tomando un trago de su whisky pidiendo otro, en tanto observa la forma de bailar de la joven que rescató.

Sus movimientos son bastante buenos, lo que le roba una sonrisa al Regis en tanto va degustando gajo por gajo la naranja jugosa y dulce. El licor le es servido y él levanta el vaso en dirección a ella en un brindis silencioso, para tomar medio vaso de un trago sin hacer gesto alguno. Degusta otro gajo observando con mayor atención a la joven, sus ojos claros, su rostro, su cuerpo. Cierto era que no le agradaba asistir a un burdel, pero no podía negar que de vez en cuando encontraba dentro damas interesantes.

Como ésta que ahora le mira con ojos llenos de promesas

por **Jared Granchester** Dom Jun 10, 2012 9:20 pm

Hay ocasiones en que la decepción cala los huesos,
sobre todo cuando algo no se hace como lo esperas.

Ya no duda, presiente que ella no necesita más juegos preliminares y la toma de la cintura para cargarla y colocar las piernas femeninas alrededor de sus caderas para disfrutar de sus sexos cerca el uno del otro, ríe y besa sus labios disfrutando de su sabor, de la sedosidad de los pliegues de su boca, humedeciéndolos con su propia lengua para recostarla en la cama y lento irse desprendiendo del calzado y los pantalones, descubriendo que debajo de ellos él no usa calzoncillos. Se acomoda en la cama a su lado para besar su cuerpo, las cimas de sus senos, hacia su zona sur que agasajó durante largos minutos hasta que ella no pudo más que dejarse llevar y ser conducida al cielo no una, si no varias veces.

Lubricada entonces, perfecta para el Regis, éste la tomó en brazos, deslizando una de las manos por las caderas, rodeando los glúteos y alzándola hacia sí, su virilidad se deslizó lenta, pero decidida hasta que su interior quedo completo y el irlandés rugió de placer al sentirla a su alrededor, empezando un vaivén lento al inicio y conforme ella respondía, cada vez más y más enloquecedor... besando sus labios, mordiendo sus lóbulos, acariciando sus senos y caderas, sobre todo los muslos femeninos que tan apetecibles le parecen. Muerde los hombros hasta dejarle marca en tanto el vaivén se transforma en algo más enloquecedor y posesivo.

Tal cual él es...

por **Micaela Lamberg** Sáb Jun 23, 2012 12:01 am

Que rápido se había dado por vencida delante de Jared no lo podía cree era algo que jamás le había pasado antes ser dominada por un hombre fuerte y posesivo. La atracción de ella hacia él fue a primera vista cuando lo vio defenderla de ese borracho antes de subir a bailar. Luego volvió a esa realidad en la que estaba sumergida con él en ese ático que solo era iluminado por unas cuantas velas y la luz de la luna que se reflejaba en un rayo de color blanco que alumbraba una parte del cuarto.
La tomo de las caderas para cargarla y ella lo rodeo con sus piernas para disfrutar uno del otro. Milagros corresponde al beso de Jared besándolo hasta que la recuesta en la cama y ríe al ver que está desnudo ya ambos lo estaban. Observa que se acomoda a su lado para luego sentir sus besos en todo su cuerpo. Nuevamente empezó a tocarse ella misma su cuerpo y moverse como una gata en celo, a morderse los labios sus manos las llevaba hacia su cabello para revolvérselo y gimo locamente de a poco hasta que fue tomada en sus brazos deslizándolo uno hacia la cadera y la otra hacia glúteo así es alzada hacia él donde su virilidad se deslizo lenta hasta quedar completa dentro de su interior.
Los vaivenes de ella comenzaron lentos pero fue aumentando de a poco mientras le besaba el cuello pero cuando escucho su rugido la izo enloquecer y empezó hacerlo más rápido. Mmmmahhhhhhhhhhh aumentando el sonido cada vez mas. Lo beso apasionadamente.

por **Jared Granchester** Dom Jun 24, 2012 9:42 am

Odio que repitan lo mismo: no, no...
Cuando en realidad es: sí, sí...

Los movimientos son perfectos, le toma la cintura y procura siempre mantener la misma intensidad en la penetración, pero también se afana en hacerla disfrutar, corresponde el beso dejando que sus lenguas se exploren la una contra la otra, aspirando su aroma, deseándole intensamente al tiempo que su vaivén se torna más profundo, pero más lento por igual. Sus manos la sostienen de las caderas para que sólo se mueva al compás que él marca y nada más. En determinado momento decide que necesita más... se separa de ella aunque reniegue para tomar una almohada al tiempo que la hace voltear boca abajo en la cama, colocando ese objeto bajo las caderas femeninas dándole otra para que la abrace. Separa lento sus piernas y vuelve a introducirse lento poniendo su pecho velludo contra la espalda femenina.

Sus manos se deleitan una en el muslo abriéndolo para tener mejor acceso a su sexo y la otra buscando un seno acariciándolo y rodeándolo hasta tener entre las yemas un pezón que acaricia y aprieta a su soberana gana. Besa el cuello, el hombro y susurra su nombre contra su oído para erotizarla. Sus caderas contra los glúteos y empieza una penetración más fuerte, pero por ello mismo más intensa buscando su punto G, ahí donde su glande encuentre el placer y la pierda entre orgasmos intensos, arrebatados y violentos. No podrá hacer nada más que deshacerse como muñequita de carne y hueso mientras él paladea sus hombros, degusta con las manos un seno y la otra viaja directo a su clítoris para apretarlo entre sus yemas... que vuele, que explote...

¡Que no pueda olvidarlo jamás!

por **Micaela Lamberg** Miér Jul 11, 2012 11:38 pm

Los movimientos de ambos se habían entrelazado a la perfección mientras el corresponde al beso que ella le había dado y sus lenguas se exploraban, al hacer tales movimientos ella rosaba su cuerpo contra el de él sintiendo su velludo torso contra el suyo. Paso un tiempo y se separa de ella. Milagros observaba que toma una almohada al tiempo que la hace voltear boca abajo en la cama colocándosela debajo de sus caderas para luego darle otra para que la abrace.
Separa sus piernas lentamente para luego introducirse lento poniendo su pecho velludo contra su espalda. Siente una mano en su muslo y la otra en su seno dejándose degustar en lo placeres más bajos que podía caer. Comenzó a existirse cuando una de sus manos encontró el punto g sus gemidos comenzaron a subir de tono se encontraba excitada no podía hacer nada solo disfrutar del momento placentero y de éxtasis de la noche que jamás olvidaría. Al encontrarse en esa posición boca abajo abrazada a la almohada sus gemidos eran cada vez más fuerte no lo podía evitar entonces mordió una de las puntas de esta para ocultar los gritos. Luego soltó dicha almohada para llevar sus brazos por encima de su cabeza para dejarse llevar por los movimientos de él y colocar la cabeza de lado. Cerró los ojos y mordió su labio inferior. Era intenso y salvaje por así decirlo, no había tenido clientes con esa intensidad sexual pero como siempre estaba abierta a todo tipo de relaciones menos las violaciones, no quería ser denigrada como mujer.

por **Jared Granchester** Dom Ago 05, 2012 4:05 pm

Por eso me dicen animal...

Cada caricia es un regalo otorgado para su placer, cada beso una cicatriz para que no lo olvide. Jared normalmente es un hombre que se adapta a las circunstancias, pero sobre todo a la pareja con la que comparte el lecho. Muchas de las ocasiones es un bruto porque sabe que la compañera no es la que marcará su existencia con su propia esencia, pero otras como ahora mismo, con esta cortesana, entrega todo para el beneplácito y el regodeo de las sensaciones y deseos. Su penetración continúa firme y constante, besando su cuerpo, acariciando sus senos y erotizando el clítoris, besa su sien sonriendo al contacto de la carne femenina contra la suya, húmeda por su sudor, temblorosa por el contacto de la del regis. Muerde el cuello ansioso de sentir algo más sustancioso que un simple beso, una lamida le da un poco de alivio.

Sus caderas mantienen el vaivén en tanto el Regis se arquea profundizando en su vaivén, apretando el cuerpo femenino para que se haga al suyo, gruñendo a su oído mientras decide cambiar de posición. Sale de ella y se recuesta en la cama tomándola de las caderas para guiarla sobre su virilidad y tomar su interior de nuevo. Ella a horcajadas sobre él, que haga lo que necesite, mientras se deleita en sus pechos, en esos pezones que le llaman a tomarlos con la boca y eso mismo hace, que busque su placer porque de todas formas el cambiaformas tendrá el suyo.

De eso no hay la menor duda...

por **Micaela Lamberg** Vie Ago 10, 2012 11:26 pm

El decide cambiar de posición separándose de ella y recostándose en la cama tomándola de las caderas para guiarla hacia su virilidad para entrar en ella nuevamente. Milagros comienza a moverse lentamente a medida que sus manos son llevadas hacia su cabeza para jugar con su cabello mientras sus movimientos comienzan a aumentar, muerde su labio inferior cerrando los ojos mientras siente las manos de él en sus pechos.
La abrir los ojos lo mira a los ojos siguiendo los movimientos luego baja sus manos apoyándolas sobre el torso de Jared tocándolo y recorriéndolo de arriba hacia abajo. Entre suspiros y gemidos baja la intensidad de los movimientos para recostarse sobre él delicadamente para luego recorrer su cuerpo. Se separo de él y así empezó a recorrer su cuerpo desde el cuello hasta el bajo vientre intercalando los mordiscos y su lengua mientras lo miraba divertida y pícaramente.

por **Jared Granchester** Sáb Ago 11, 2012 8:01 am

Compláceme, es una orden.

Una relación sexual no es sólo de una persona, cuando las dos se muestran perceptivas, pueden llegar a hacerla memorable. Jared no está acostumbrado a recordar todas sus conquistas, por el contrario. Siempre las olvida una vez que ha terminado con ellas y más tras que las ha devorado. Así pues, el cuerpo de Milagros es revisado con minuciosidad al tiempo que ella se mueve sobre él. Su vientre, su tórax, sus senos son acariciados, pero también revisados conforme sus manos se elevan. No hay ninguna marca, así que aún tiene que seguir para ver si en alguna otra parte se encuentra, incluso utilizar ese aceite para destruir la magia que en el cuerpo pueda existir y que la marca se vislumbre.

Se queda un tanto descolocado al sentir que se separa, ¿Acaso está insatisfecha? No, no puede ser porque ha puesto su mayor empeño en ello. Entorna los ojos y rechina los dientes un poco hasta que la ve besar su tórax e ir bajando en dirección a su bajo vientre. ¿Acaso se atreverá a tanto? Sonríe divertido colocando una almohada tras su espalda para levantar un tanto su cuerpo y tener la mejor visión del mundo. No es tan afecto a que hagan caricias tan íntimas, al menos no en él. Pocas son las que acceden a hacerlo, por lo que se acostumbró a no pedirlo, aunque debe esperarse en una mujer como Milagros, que esté necesitada por demostrarle que también ella puede darle placer. Sonrió de nuevo acariciándole el cabello y mirándola con intensidad.

- Si no me gusta, te azotaré... y si me gusta, verás cuál es mi forma de agradecer - promete en tanto siente un estremecimiento al momento en que sus uñas rozan sus caderas, un punto sensible de su anatomía. Sus dientes se muestran cuando la sonrisa se amplía y sus ojos brillan acechando, un solo movimiento en falso y Milagros sentirá cuán pesadas son sus manos contra esos glúteos blancos que ahora él puede observar conforme ella se coloca en la cama.

Despertando sus instintos animales.

por **Micaela Lamberg** Sáb Ago 11, 2012 11:48 pm

Sus manos aún seguían su camino por el cuerpo de él hasta que escucho su vos y lo miro a los ojos recostándose a su lado en la cama-Espero que guste le dice al oído mientras una de sus manos comienza a bajar hasta llegar a su intimidad para tocarlo ¿eso sería suficiente para él? Estuvo un tiempo considerable haciéndole sentir placer aunque no sabía si le gustaba o no.
Espero alguna reacción de él mientras besaba su cuello, su barbilla y luego la comisura de su boca. Luego despacio se volvió a subir sobre él para bajar lentamente hasta su intimidad para incitarlo al placer para que así recuerde algunos estados de la relación. Luego subió nuevamente hacia arriba y lo beso apasionadamente.

por **Jared Granchester** Dom Ago 12, 2012 8:08 am

Lo hecho, hecho está.

Suficiente, eso considera en el instante que siente el siguiente estremecimiento, se sienta en la cama para tomar los labios de la cortesana recostándola en ella, antes de sonreír y empezar a restregar su anillo con el dedo pulgar pensando en palabras de poder, éste a las espaldas de Milagros, brilla por un instante y Jared comienza ahora sí su labor. Pasando la mano por su frente, sus ojos, nariz, mejilla. Con suma delicadeza acaricia sus labios, su cuello, sus hombros y brazos. Como si le diera un suave y tierno masaje, no puede ser nada más ajeno a ello. Sus clavículas son exploradas, cada una de sus cimas, su abdomen, el vientre. El pubis mientras él va dando besos en descenso con la mirada fija, los muslos, rodillas, pantorrillas.

Toma algunos minutos ver sus pies, mientras da algunos masajes, para observarlos en su totalidad, que nada se le escape y obligarla a darse la vuelta. La caricia sube ahora, por el mismo recorrido, poniendo especial atención en medio de sus piernas, sus glúteos, la cintura, la espalda... cada brazo de nuevo, la nuca. Y ahora sí se afana en la cabeza, pedazo por pedazo hasta que no queda nada qué explorar. Atrás de las orejas. No hay nada, no es la Hechicera de la Estirpe. Hace una mueca con frustración, pero se dedica a besar su nuca, antes de, ella vuelta de nuevo a la cama, volverla a penetrar. Al menos le dejará el placer ahora que sabe que no es la que él buscaba. Los movimientos se vuelven más exigentes, procurando que ella obtenga ya el orgasmo.

Que él tiene que seguir buscando.

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