AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Un espejismo?
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¿Un espejismo?
Encontré las últimas cinco perlas de adormidera por casualidad y no pude resistirme a fumar un poco. Saqué la lámpara, la aguja y la pipa de un cajón cerrado con llave y dispuse todo para mi pequeño escape. Hacía por lo menos dos semanas que no recurría a sus efectos para calmar mis nervios y supuse que una tarde libre no me vendría nada mal. Cerré puertas y ventanas, corrí las cortinas y me tendí en el diván antes de colocar la primera perla ardiente en la cazoleta de la pipa. Aspiré profundamente el amargo humo y lo contuve un rato, dejando que mi cuerpo lo asimilara, luego lo dejé salir y las negras volutas se enroscaron perezosamente en mis brazos. Un par de bocanadas después, comencé a sentir el dulce sopor invadiendo mi mente y mi cuerpo. Cerré los ojos, la habitación desapareció, la oscuridad del sueño lo envolvió todo.
Cuando desperté la noche ya había caído sobre la ciudad. Todavía me movía torpemente, pero no sentía que mis sentidos estuvieran demasiado entorpecidos. Tenía sed. Me serví una copa de vino y me pareció que el aire de la habitación estaba viciado, pues cada vez me costaba más respirar. Abrí una ventana y salí al balcón; el frescor de la noche me reconfortó, despertando unas extrañas ansias por salir y caminar, sin más objetivo que disfrutar de la dicha en la que se hallaba sumido mi espíritu gracias al opio.
Me enfundé en un abrigo y dejé atrás la casa, sin preocuparme demasiado por dejar los pestillos puestos. Emprendí la marcha, dejando que el frío acariciara mi rostro, como si jamás lo hubiera disfrutado así… y quizás así era. Pronto me vi rodeado por calles que me resultaban desconocidas, pero no me importó estar perdido. Nunca antes había reparado en la belleza nocturna de París. Seguí caminando, hasta que mi cuerpo –seguramente debido a la droga- no aguantó más. Busqué con la mirada algún lugar donde poder descansar sin ser molestado, pero no vi ninguna cafetería o taberna.
Empezaba a resignarme, cuando vi una puerta por la que entraba una pequeña multitud y dirigí hacía allí mis pasos. No me detuve a mirar el nombre del sitio, pero pronto me percaté que se trataba de un teatro. Por suerte, llevaba dinero suficiente para pagar un boleto y así perderme un rato antes de volver a casa. Pero antes de que pudiera moverme para buscar mi asiento una inquietante visión me asaltó. Un hermoso muchacho de mirada melancólica y gesto sombrío, cuya presencia me inquietó sin que atinara a encontrar el porqué. Tuve la impresión de que, tal vez, era producto de mis sueños de opio. La blancura de su piel, la engañosa delicadeza de su cuerpo y ese aire ligeramente maligno que lo rodeaba me tenían fascinado; sin embargo, no me atrevía a acercarme, temiendo que se desvaneciera en el aire si intentaba tocarlo. Sentí que ese momento se alargaba infinitamente, convencido de que no se trataba más que de un espejismo, pero era demasiado tentador y todo mi ser estaba enloqueciendo por averiguarlo. Saqué fuerzas de lo más profundo de mi alma adormecida y finalmente me aproximé, despacio, como si yo fuera un felino acechando a su presa. Después de todo, si sólo era un sueño, no pasaría nada: despertaría seguro, en casa. Extendí mi brazo hacia él, para alcanzarlo, pues noté que estaba a punto de moverse. -¡No te vayas! ¡Espera!- mi exclamación sobresaltó a varias personas alrededor, pero no me importaba, sólo necesitaba que él me mirara y despejara el misterio de su existencia.
Cuando desperté la noche ya había caído sobre la ciudad. Todavía me movía torpemente, pero no sentía que mis sentidos estuvieran demasiado entorpecidos. Tenía sed. Me serví una copa de vino y me pareció que el aire de la habitación estaba viciado, pues cada vez me costaba más respirar. Abrí una ventana y salí al balcón; el frescor de la noche me reconfortó, despertando unas extrañas ansias por salir y caminar, sin más objetivo que disfrutar de la dicha en la que se hallaba sumido mi espíritu gracias al opio.
Me enfundé en un abrigo y dejé atrás la casa, sin preocuparme demasiado por dejar los pestillos puestos. Emprendí la marcha, dejando que el frío acariciara mi rostro, como si jamás lo hubiera disfrutado así… y quizás así era. Pronto me vi rodeado por calles que me resultaban desconocidas, pero no me importó estar perdido. Nunca antes había reparado en la belleza nocturna de París. Seguí caminando, hasta que mi cuerpo –seguramente debido a la droga- no aguantó más. Busqué con la mirada algún lugar donde poder descansar sin ser molestado, pero no vi ninguna cafetería o taberna.
Empezaba a resignarme, cuando vi una puerta por la que entraba una pequeña multitud y dirigí hacía allí mis pasos. No me detuve a mirar el nombre del sitio, pero pronto me percaté que se trataba de un teatro. Por suerte, llevaba dinero suficiente para pagar un boleto y así perderme un rato antes de volver a casa. Pero antes de que pudiera moverme para buscar mi asiento una inquietante visión me asaltó. Un hermoso muchacho de mirada melancólica y gesto sombrío, cuya presencia me inquietó sin que atinara a encontrar el porqué. Tuve la impresión de que, tal vez, era producto de mis sueños de opio. La blancura de su piel, la engañosa delicadeza de su cuerpo y ese aire ligeramente maligno que lo rodeaba me tenían fascinado; sin embargo, no me atrevía a acercarme, temiendo que se desvaneciera en el aire si intentaba tocarlo. Sentí que ese momento se alargaba infinitamente, convencido de que no se trataba más que de un espejismo, pero era demasiado tentador y todo mi ser estaba enloqueciendo por averiguarlo. Saqué fuerzas de lo más profundo de mi alma adormecida y finalmente me aproximé, despacio, como si yo fuera un felino acechando a su presa. Después de todo, si sólo era un sueño, no pasaría nada: despertaría seguro, en casa. Extendí mi brazo hacia él, para alcanzarlo, pues noté que estaba a punto de moverse. -¡No te vayas! ¡Espera!- mi exclamación sobresaltó a varias personas alrededor, pero no me importaba, sólo necesitaba que él me mirara y despejara el misterio de su existencia.
Última edición por Rocamadour el Lun Mar 05, 2012 10:41 am, editado 1 vez
Rocamadour- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Habría pasado la noche igual que otras tantas, en total monotonía, observando con calma desde su palco la obra, pero esa noche simplemente no se encontraba con ánimos de quedarse ahí, rodeado de mortales que fingían ser vampiros o soñaban por ser tomados por uno de ellos, simplemente algo que le resultaba realmente patético.
Solo espero a que la gente comenzara a entrar, sintiendo como siempre la mirada curiosa y lasciva de algunos hombres y mujeres, ignorándolos a todos, moviéndose con tranquilidad, con esa delicadeza que su naturaleza inmortal le proporcionaba, como si flotara en lugar de caminar, como un fantasma entre tantos mortales, provocando que muchos de ellos le miraran incrédulos de lo que sus ojos le mostraban.
Demasiado joven, demasiado pálido, monstruosamente hermoso y cruel al mostrarse así, de aquella forma descarada, sin interesarle, pues el nombre del teatro le permitía hacer aquel tipo de jugarretas.
El era un vampiro jugando a ser humano.
Estaba a punto de salir del local, cuando sintió un distintivo aroma en el ambiente, no era habitual en el lugar por lo que se detuvo al sentir mas cerca de el esa esencia salvaje y el grito que le instaba a quedarse.
Volvió el rostro en un gesto arrogante, pese a su baja estatura, miro hacia arriba, al rostro del hombre que había gritado que se detuviera y sonrío ligeramente.
-¿Puedo ayudarle?-Pregunto en ese mismo tono arrogante en su voz de barítono.
Solo espero a que la gente comenzara a entrar, sintiendo como siempre la mirada curiosa y lasciva de algunos hombres y mujeres, ignorándolos a todos, moviéndose con tranquilidad, con esa delicadeza que su naturaleza inmortal le proporcionaba, como si flotara en lugar de caminar, como un fantasma entre tantos mortales, provocando que muchos de ellos le miraran incrédulos de lo que sus ojos le mostraban.
Demasiado joven, demasiado pálido, monstruosamente hermoso y cruel al mostrarse así, de aquella forma descarada, sin interesarle, pues el nombre del teatro le permitía hacer aquel tipo de jugarretas.
El era un vampiro jugando a ser humano.
Estaba a punto de salir del local, cuando sintió un distintivo aroma en el ambiente, no era habitual en el lugar por lo que se detuvo al sentir mas cerca de el esa esencia salvaje y el grito que le instaba a quedarse.
Volvió el rostro en un gesto arrogante, pese a su baja estatura, miro hacia arriba, al rostro del hombre que había gritado que se detuviera y sonrío ligeramente.
-¿Puedo ayudarle?-Pregunto en ese mismo tono arrogante en su voz de barítono.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Hice un gesto de extrañeza ante aquella pregunta. –Sólo podrías ayudarme si no fueras un espejismo- dije mientras le sonreía amargamente- pero sé que mi mente te ha fabricado con el único fin de atormentarme-.
Su juventud me desconcertaba, pues no parecía corresponderse con su expresión dura y fría; y su belleza me atemorizaba, pero no quería apartar la mirada de sus hirientes ojos castaños. “¿Qué clase de pesadilla cruel es esta?”, pensé.
Extendí la mano y sujeté su hombro esbelto; pero ni siquiera sentirlo – sólido, tangible- me convenció de que aquel chico fuera real. Infinidad de veces había caído en la trampa de creer que mis sueños no eran tales y al despertar me había desengañado para bien o para mal. Dejé escapar un suspiro, sin saber si alegrarme ante aquella equívoca certeza.
El contacto, aunque superficial, me provocó un extraño rechazo, como si ante mí alguien hubiera colocado una hermosísima copa rebosante de veneno y yo fuera incapaz de contener la urgencia que sentía por beber hasta la última gota. No comprendía cómo esa menuda criatura podía despertar el lado más siniestro de mi imaginación, hasta que escuché a alguien mencionar el extravagante nombre del teatro donde había ido a parar: Théâtre des vampires. Eso aclaraba parte del misterio: quizá sólo se tratara de un actor maquillado como vampiro. Reí, avergonzado de mi ingenuidad, por haber sentido miedo de él y enseguida decidí que (fuera un sueño o no) no podía dejar que se esfumara sin, por lo menos, probar esos carnosos y rojos labios. - ¿Trabajas aquí? – pregunté de la manera más estúpida, pues no se me ocurría nada más - ¿Eres real? – susurré, arrepintiéndome en el acto- Quiero decir… ¿cuál es tu nombre, muchacho?-.
Su juventud me desconcertaba, pues no parecía corresponderse con su expresión dura y fría; y su belleza me atemorizaba, pero no quería apartar la mirada de sus hirientes ojos castaños. “¿Qué clase de pesadilla cruel es esta?”, pensé.
Extendí la mano y sujeté su hombro esbelto; pero ni siquiera sentirlo – sólido, tangible- me convenció de que aquel chico fuera real. Infinidad de veces había caído en la trampa de creer que mis sueños no eran tales y al despertar me había desengañado para bien o para mal. Dejé escapar un suspiro, sin saber si alegrarme ante aquella equívoca certeza.
El contacto, aunque superficial, me provocó un extraño rechazo, como si ante mí alguien hubiera colocado una hermosísima copa rebosante de veneno y yo fuera incapaz de contener la urgencia que sentía por beber hasta la última gota. No comprendía cómo esa menuda criatura podía despertar el lado más siniestro de mi imaginación, hasta que escuché a alguien mencionar el extravagante nombre del teatro donde había ido a parar: Théâtre des vampires. Eso aclaraba parte del misterio: quizá sólo se tratara de un actor maquillado como vampiro. Reí, avergonzado de mi ingenuidad, por haber sentido miedo de él y enseguida decidí que (fuera un sueño o no) no podía dejar que se esfumara sin, por lo menos, probar esos carnosos y rojos labios. - ¿Trabajas aquí? – pregunté de la manera más estúpida, pues no se me ocurría nada más - ¿Eres real? – susurré, arrepintiéndome en el acto- Quiero decir… ¿cuál es tu nombre, muchacho?-.
Rocamadour- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Levanto una de sus rojisas cejas, mirando al sujeto ansioso frente a el, siguiendo cada uno de sus movimientos, con una pasividad casi irreal en su juvenil rostro.
El desinterés encarnado, y aun cuando la gente que los rodeaba posaba sus miradas un solo instante en ambos, para Armand era algo que interesaba muy poco, pese a fingir que volvia su mirada a ellos, que sonrian deleitados por que bello jovensito los volviera a ver.
-Armand-contesto a la ultima pregunta del ansioso ser frente a el, le quedaba claro que no era humano, no del todo, por esa esencia distinta, combinada con el aroma del opio en sus ropas y cabello.- Soy el dueño y administrador del local.
Comento, medio torciendo los labios, moviendose solo un poco para dar acceso a los demas invitados.
-Creo que deberia tomar su lugar, monsieur, la funcion esta por comenzar.
El desinterés encarnado, y aun cuando la gente que los rodeaba posaba sus miradas un solo instante en ambos, para Armand era algo que interesaba muy poco, pese a fingir que volvia su mirada a ellos, que sonrian deleitados por que bello jovensito los volviera a ver.
-Armand-contesto a la ultima pregunta del ansioso ser frente a el, le quedaba claro que no era humano, no del todo, por esa esencia distinta, combinada con el aroma del opio en sus ropas y cabello.- Soy el dueño y administrador del local.
Comento, medio torciendo los labios, moviendose solo un poco para dar acceso a los demas invitados.
-Creo que deberia tomar su lugar, monsieur, la funcion esta por comenzar.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
La indiferencia que mostraba el muchacho pareció cobrar sentido con aquella explicación. –Armand, pareces muy joven para ser el dueño, pero ya nada me sorprende- mentí y clavé mis ojos en los suyos, empecinado en atraer su atención más de esos insignificantes momentos que me había dedicado. Su actitud era la de un cínico, un chico que cree haber visto mucho mundo, pero yo quería creer que había algo más. Aspiraba a acercarme, a desnudarlo y encontrar en alguna parte de su nívea piel la mítica marca de la bestia, quería poseerlo… después de todo, era mi sueño.
Francamente no sabía muy bien por qué mi deseo había tomado esa forma y pensé que tal vez podría deberse a la reciente pérdida de Adrien o quizá sólo fuera un capricho del duende de la adormidera, pero estaba comenzando a obsesionarme con él. Y con la idea de que en verdad todo eso era una alucinación, decidí seguir el juego, la lógica retorcida que planteaba la situación: si debía usar mi encanto o alguna sucia treta para seducirlo, lo haría.
Ignoré su comentario sobre la función y permanecí a su lado. - ¡Oh, claro, la obra! – dije, pero mi cabeza estaba en otra parte, ideando, urdiendo… - Pero dime, ¿acaso tú no piensas a entrar? ¿Por qué no me concedes el honor de ser tu acompañante esta noche?-. Pensé que tal vez tendría algún palco exclusivo donde el bullicio del público no me alterara más de lo que ya estaba, pero no se lo dije pues sería descortés y hasta yo tengo algunas nociones de buenos modales; en cambio, me presenté. – Por cierto, yo soy Rocamadour y nadie apreciaría mejor tu compañía que yo-. Acompañé mis palabras con una media sonrisa y levantando la ceja casi del mismo modo que Armand. Era una manera altanera de pedirle que me dejara compartir la velada, pero no podía mostrarme demasiado vulnerable.
Francamente no sabía muy bien por qué mi deseo había tomado esa forma y pensé que tal vez podría deberse a la reciente pérdida de Adrien o quizá sólo fuera un capricho del duende de la adormidera, pero estaba comenzando a obsesionarme con él. Y con la idea de que en verdad todo eso era una alucinación, decidí seguir el juego, la lógica retorcida que planteaba la situación: si debía usar mi encanto o alguna sucia treta para seducirlo, lo haría.
Ignoré su comentario sobre la función y permanecí a su lado. - ¡Oh, claro, la obra! – dije, pero mi cabeza estaba en otra parte, ideando, urdiendo… - Pero dime, ¿acaso tú no piensas a entrar? ¿Por qué no me concedes el honor de ser tu acompañante esta noche?-. Pensé que tal vez tendría algún palco exclusivo donde el bullicio del público no me alterara más de lo que ya estaba, pero no se lo dije pues sería descortés y hasta yo tengo algunas nociones de buenos modales; en cambio, me presenté. – Por cierto, yo soy Rocamadour y nadie apreciaría mejor tu compañía que yo-. Acompañé mis palabras con una media sonrisa y levantando la ceja casi del mismo modo que Armand. Era una manera altanera de pedirle que me dejara compartir la velada, pero no podía mostrarme demasiado vulnerable.
Rocamadour- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Se llevo su palida mano a los labios, tratando de esconder la sonrisa burlona que surgia en sus labios, ante tales imagenes que le regalaba aquel sugeto.
Debia aceptarlo, era bien parecido, sin embargo su descaro le hacia perder en cierta forma algo de interes.
Bajo la mano, manteniendo una media sonrisa pintada en sus rojos labios.
-La obra la escribi yo, asi que no tengo necesidad de verla-comento- Sin embargo... podria hacer una escepcion por esta noche.
Dijo,ladeando el rostro enun curioso gesto, acercandose un poco mas al hombre, seria divertido despues de todo, cambiar su rutina para divertirse un poco, aprovechar esa noche.
-Monsieur Rocamadour, le gustaria acompañarme a mi palco?-ofrecio moviendose, indicando el camino directo a una escalera al fondo del pasillo.
Debia aceptarlo, era bien parecido, sin embargo su descaro le hacia perder en cierta forma algo de interes.
Bajo la mano, manteniendo una media sonrisa pintada en sus rojos labios.
-La obra la escribi yo, asi que no tengo necesidad de verla-comento- Sin embargo... podria hacer una escepcion por esta noche.
Dijo,ladeando el rostro enun curioso gesto, acercandose un poco mas al hombre, seria divertido despues de todo, cambiar su rutina para divertirse un poco, aprovechar esa noche.
-Monsieur Rocamadour, le gustaria acompañarme a mi palco?-ofrecio moviendose, indicando el camino directo a una escalera al fondo del pasillo.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Sonreí sin poder evitar esa sensación de triunfo que me produjo su respuesta. -Por supuesto, Armand-. Me dejé guiar por él, tratando de imaginar lo que una mente tan joven podía crear y pensé que el sueño tenía más detalles interesantes de lo que podría haber imaginado en un principio.
-Ahora muero de curiosidad por ver la representación ¿sabes?- le dije, en un intento por que el silencio no se instalara entre nosotros. Quizá estaba siendo demasiado transparente, demasiado directo, pero no estaba de humor para rodeos... Sin embargo, tampoco quería parecer burdo.
Decididamente estaba hecho un lío. -Me pongo en tus manos- dije, más como una respuesta a mi propia cabeza, pero en cierto modo, dejando a su voluntad lo que vendría a continuación.
-Ahora muero de curiosidad por ver la representación ¿sabes?- le dije, en un intento por que el silencio no se instalara entre nosotros. Quizá estaba siendo demasiado transparente, demasiado directo, pero no estaba de humor para rodeos... Sin embargo, tampoco quería parecer burdo.
Decididamente estaba hecho un lío. -Me pongo en tus manos- dije, más como una respuesta a mi propia cabeza, pero en cierto modo, dejando a su voluntad lo que vendría a continuación.
Rocamadour- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Para él era fácil saber lo que la gente deseaba, por mas rectos que lucieran, podía saber a la perfección sus mas oscuros secretos y esta, ese sujeto, no era la excepción.
Sonrió ligeramente abriendo la puerta del palco privado, el cual se encontraba ligeramente iluminado por algunas lamparas de queroseno, resaltando los detalles dorados en las costuras de las cortinas de rojo color, se acerco para sentarse en el cómodo sofá de dos plazas que ahí se encontraba, aguardando.
-Póngase cómodo, monsieur-dijo mirándolo desde su lugar, estirando la mano para tomar una copa y una botella de vino que descansaban sobre una mesilla junto al sofá, sirviendo el rojo liquido, estirándolo hacia Rocamadour.
Sonrió ligeramente abriendo la puerta del palco privado, el cual se encontraba ligeramente iluminado por algunas lamparas de queroseno, resaltando los detalles dorados en las costuras de las cortinas de rojo color, se acerco para sentarse en el cómodo sofá de dos plazas que ahí se encontraba, aguardando.
-Póngase cómodo, monsieur-dijo mirándolo desde su lugar, estirando la mano para tomar una copa y una botella de vino que descansaban sobre una mesilla junto al sofá, sirviendo el rojo liquido, estirándolo hacia Rocamadour.
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Re: ¿Un espejismo?
“But it's much too late to get away or turn on the light (…)”
Lullaby –The cure-
Lullaby –The cure-
Entré tras Armand y seguí su indicación de ponerme cómodo, agradecido por ese entorno íntimo, lejos de las miradas del resto de la gente que asistía a la función. Mis ojos se habituaron rápidamente a la tenue luz, que no hacía sino resaltar los enigmáticos rasgos de mi joven anfitrión.
Acepté la copa que me ofrecía y di un sorbo al vino, dejando que inundara mi boca con su afrutado perfume. –Tienes un gusto excelente - le dije mientras me acercaba -, no te molesta mi cercanía ¿verdad?-. Mi pregunta fue sincera, aunque no esperé su respuesta y tomé asiento junto a él. Cerré los ojos, me recliné distraídamente… quería abandonarme a la languidez del sueño y abrazar a mi apetitosa visión, pero noté que la pesadez se esfumaba de mis párpados y mi cerebro, me sentía despierto y lúcido. Percibí la presencia de Armand de manera diferente. Abrí los ojos con brusquedad, sobresaltado. Lo miré fijamente, extendí mi mano para tocar su pálido rostro y así confirmar lo que mi abrupto despertar me estaba haciendo sospechar. Su tersa frialdad se asemejaba a la de una estatua de mármol exquisitamente tallada. Un nuevo estremecimiento me hizo retirar la mano sin rechistar. En ese momento entendí que si de verdad no estaba en medio de un sueño increíblemente realista, me había metido en un gran lío… si el bello Armand era un vampiro y yo estaba tan a su alcance, las cosas podrían ponerse difíciles. Pero yo seguía atrapado en su hechizo.
Expresé mi inquietud, aunque sonara tonto.- ¿Qué eres en realidad, Armand?- le pregunté profundamente contrariado. Estaba convencido de que ya era tarde para salir corriendo, aunque no sabía bien si eso era realmente lo que deseaba hacer.
Última edición por Rocamadour el Vie Mar 16, 2012 11:08 pm, editado 1 vez
Rocamadour- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Pudo sentir la calidez ardiente en los dedos de Rocamadour sobre su piel, su particular aroma revuelto con el aroma del opio, no le era del todo desagradable, sin embargo no era algo a lo que estuviese habituado.
Sonrió cuando el hombre quito su mano de su rostro, bajando la mirada, sonriendo con disimulo.
-El rostro de un chiquillo o el rostro de un adulto, un ángel o una mujer o probablemente un demonio, es lo que hay ante ti-musito tranquilamente acomodándose mejor en su asiento, mirando hacia el frente, de forma casi distraída, mirando sin hacerlo hacia el escenario-. Usted tiene la respuesta, monsieur.
Dijo, pasando sus dedos de la mano derecha sobre sus labios, en un gesto inocentemente provocativo, sin prestar atención alguna a las reacciones del hombre a su lado.
Sonrió cuando el hombre quito su mano de su rostro, bajando la mirada, sonriendo con disimulo.
-El rostro de un chiquillo o el rostro de un adulto, un ángel o una mujer o probablemente un demonio, es lo que hay ante ti-musito tranquilamente acomodándose mejor en su asiento, mirando hacia el frente, de forma casi distraída, mirando sin hacerlo hacia el escenario-. Usted tiene la respuesta, monsieur.
Dijo, pasando sus dedos de la mano derecha sobre sus labios, en un gesto inocentemente provocativo, sin prestar atención alguna a las reacciones del hombre a su lado.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Viens sur mon cœur, âme cruelle et sourde,
Tigre adoré, monstre aux airs indolents ;
Je veux longtemps plonger mes doigts tremblants
Dans l’épaisseur de ta crinière lourde* (…)
-Charles Baudelaire-
Tigre adoré, monstre aux airs indolents ;
Je veux longtemps plonger mes doigts tremblants
Dans l’épaisseur de ta crinière lourde* (…)
-Charles Baudelaire-
En efecto, yo tenía la respuesta, aunque me resultara chocante; ya antes había conocido a un vampiro, por eso no albergaba dudas respecto a la naturaleza de Armand. -Eres un ser tenebroso, eso es todo lo que sé hasta ahora- dije con resentimiento por su marcada indiferencia - … de verdad creí que eras una visión, pero esta realidad me sobrepasa-. De pronto me sentí mareado, mis sienes palpitaban con violencia y mi boca estaba reseca. El aire parecía tan denso, fragante y narcótico como el láudano.
Luego, otra vez el silencio. Una pausa en la que cerré los ojos y me sumí en una negrura tan intensa como la de mi sueño de hacía tan solo unas horas.
-Flor de doble pasión- susurré, pensando que sin duda su belleza oscilaba entre lo masculino y lo femenino. - Eros y Tánatos conjugados en este cuerpo joven e inmaculado que alberga un alma tan anciana como oscura… ¿No es cierto?-. No tenía idea de dónde había salido todo aquello, pero lo sentía sinceramente, como si el tenue roce de mis dedos en su carne me hubiera revelado su secreto, pero lejos de brindarme la serenidad necesaria para alejarme cuanto antes, con mis palabras le entregué todas mis armas en una rendición absoluta.
Casi olvidé lo mucho que me exasperó su frialdad y la furia sorda que iba cobrando fuerza dentro de mí, porque su misterio me atraía como nada antes lo había hecho. Volví a abrir los ojos. Bebí más vino; sin embargo, mi sed no desaparecía. Apreté los puños y evité mirarlo. -¿Qué debo hacer para que te dignes a mirarme, chiquillo?- me mordí los labios con tanta fuerza que los hice sangrar. Estaba confundido, exhausto, muerto de deseo… él lo sabía, y me torturaba.
- Spoiler:
- * Tomado de "El leteo" en Los despojos
Rocamadour- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Volvió el rostro con un gesto altanero, pasando su húmeda lengua por sus rojos labios, sonriendole al hombre frente a el.
-Que no le engañen las apariencias, monsieur Rocamadour-murmuro, volviendo nuevamente su atención hacia el escenario, notando como todo el personal se esforzaba ahora en ir bajando la intensidad de las luces-Por que no se relaja y vemos la representación.
Pregunto de forma retorica, ahora si sin volver ni un segundo a ver al hombre a su lado, simplemente disfrutando el hecho de ser admirado de aquella forma, gozando con la turbación y los pensamientos nada decentes del hombre, pensando las posibilidades, de realmente aceptar su velada propuesta.
Soltó el aire innecesario que contenía en los pulmones, observando abajo, en el escenario a los actores creando aquella representación de su vida como mortal al lado de su Maestro, una obra teatral abstracta llena de tintes siniestros, resaltando mas la crueldad de sus captores, la benevolencia de su maestro y esa parte siniestra de el, su oscuridad, su pasión, esa pasión que lo había salvado y por la cual inconscientemente aun seguía clamando en silencio, soñando con reencontrarse, si es que los rumores eran ciertos, si es que él, su Maestro seguía viviendo.
-Que no le engañen las apariencias, monsieur Rocamadour-murmuro, volviendo nuevamente su atención hacia el escenario, notando como todo el personal se esforzaba ahora en ir bajando la intensidad de las luces-Por que no se relaja y vemos la representación.
Pregunto de forma retorica, ahora si sin volver ni un segundo a ver al hombre a su lado, simplemente disfrutando el hecho de ser admirado de aquella forma, gozando con la turbación y los pensamientos nada decentes del hombre, pensando las posibilidades, de realmente aceptar su velada propuesta.
Soltó el aire innecesario que contenía en los pulmones, observando abajo, en el escenario a los actores creando aquella representación de su vida como mortal al lado de su Maestro, una obra teatral abstracta llena de tintes siniestros, resaltando mas la crueldad de sus captores, la benevolencia de su maestro y esa parte siniestra de el, su oscuridad, su pasión, esa pasión que lo había salvado y por la cual inconscientemente aun seguía clamando en silencio, soñando con reencontrarse, si es que los rumores eran ciertos, si es que él, su Maestro seguía viviendo.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Cada nueva evasiva no hacía sino fustigar mi orgullo. ¿Relajarme? ¿Cómo se atrevía a pedirme semejante cosa? No quería ni podía hacerlo; pero tampoco quería caer presa de la desesperación y violentarlo como si yo fuera sólo la bestia en la que me transformaba, así que traté de hacer lo que me pedía. Me tranquilicé lo más que pude y observé la representación, sin pronunciar palabra alguna desde que él quedó en silencio.
La obra me pareció un tanto escalofriante. Pensé que si en verdad él era el autor, quizá su alma estuviera más atormentada de lo que yo hubiera podido imaginar. Volví mis ojos hacia el aparentemente frágil Armand y creí notar una profunda melancolía en su semblante, aunque quizá sólo fuera idea mía. En ese momento hubiera entregado toda mi sangre por adivinar sus pensamientos y ofrecerme para aliviar su dolor, en caso de que mis sentidos no me estuvieran engañando.
Sin embargo, lo único que pude hacer fue acortar la distancia que nos separaba en el sillón. Así permanecí un rato más, si atreverme a nada, con la mirada perdida en algún punto de la escenografía. Sólo un rato después pude armarme con el valor suficiente para posar mi mano en su hombro y lo apreté ligeramente. Su cuerpo no emanaba calor alguno, pero debajo de su elegante atuendo se insinuaba la suave curva de su brazo.
No pude evitar imaginarlo descansando en mi lecho mientras yo ejecutaba una enfurecida sonata con el violonchelo. Luego, sin reflexionar, como si fuera un loco cuyos actos son dictados por demonios invisibles, acerqué mis labios hasta su oído. –Yo nunca te abandonaría – dije aludiendo a lo que veíamos en el escenario, como si tuviera la certeza de que la obra hablaba de él mismo - yo te buscaría hasta el fin del mundo… yo…- ignoraba si tenía sentido seguir hablando, o si mis palabras desembocarían en otro gélido rechazo; y si así era, no sabía si podría soportarlo; pero mi testarudez casi siempre terminaba imponiéndose: no pensaba retirarme tan fácilmente aun sabiendo a lo que me enfrentaba, el daño estaba hecho.
La obra me pareció un tanto escalofriante. Pensé que si en verdad él era el autor, quizá su alma estuviera más atormentada de lo que yo hubiera podido imaginar. Volví mis ojos hacia el aparentemente frágil Armand y creí notar una profunda melancolía en su semblante, aunque quizá sólo fuera idea mía. En ese momento hubiera entregado toda mi sangre por adivinar sus pensamientos y ofrecerme para aliviar su dolor, en caso de que mis sentidos no me estuvieran engañando.
Sin embargo, lo único que pude hacer fue acortar la distancia que nos separaba en el sillón. Así permanecí un rato más, si atreverme a nada, con la mirada perdida en algún punto de la escenografía. Sólo un rato después pude armarme con el valor suficiente para posar mi mano en su hombro y lo apreté ligeramente. Su cuerpo no emanaba calor alguno, pero debajo de su elegante atuendo se insinuaba la suave curva de su brazo.
No pude evitar imaginarlo descansando en mi lecho mientras yo ejecutaba una enfurecida sonata con el violonchelo. Luego, sin reflexionar, como si fuera un loco cuyos actos son dictados por demonios invisibles, acerqué mis labios hasta su oído. –Yo nunca te abandonaría – dije aludiendo a lo que veíamos en el escenario, como si tuviera la certeza de que la obra hablaba de él mismo - yo te buscaría hasta el fin del mundo… yo…- ignoraba si tenía sentido seguir hablando, o si mis palabras desembocarían en otro gélido rechazo; y si así era, no sabía si podría soportarlo; pero mi testarudez casi siempre terminaba imponiéndose: no pensaba retirarme tan fácilmente aun sabiendo a lo que me enfrentaba, el daño estaba hecho.
Rocamadour- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Levanto la mirada, volviendo su rostro a su compañero de palco, sintiendo un nudo en la garganta, como las palabras se acumulaban en ella, era imposible hablar, especialmente cuando los recuerdos lo asechaban de forma tan real y cruel como en ese instante.
Bajo después la mirada, medio sonriendo, tratando de ocultar las lagrimas que pugnaban por salir, sintiéndose expuesto y susceptible. Suspiro largamente antes de volver a levantar el rostro, mirando al hombre de nueva cuenta, su cercanía, demasiado perturbante.
-No hagas promesas que no podrás cumplir-murmuro, sirviendo mas vino, dando un trago para intentar quitar esa sensación de obstrucción en su garganta-. Especialmente ante el hecho de que yo si viviré eternamente y tu... podrías morir en cualquier instante.
Dijo, expandiendo la siniestra sonrisa en sus labios, mientras pasaba su húmeda lengua por sus rojos labios.
Bajo después la mirada, medio sonriendo, tratando de ocultar las lagrimas que pugnaban por salir, sintiéndose expuesto y susceptible. Suspiro largamente antes de volver a levantar el rostro, mirando al hombre de nueva cuenta, su cercanía, demasiado perturbante.
-No hagas promesas que no podrás cumplir-murmuro, sirviendo mas vino, dando un trago para intentar quitar esa sensación de obstrucción en su garganta-. Especialmente ante el hecho de que yo si viviré eternamente y tu... podrías morir en cualquier instante.
Dijo, expandiendo la siniestra sonrisa en sus labios, mientras pasaba su húmeda lengua por sus rojos labios.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Su sonrisa me heló el corazón por un instante. –Inmortal- susurré, como si alguien además de él pudiera escucharme -, entonces es cierto- dije a punto de desfallecer. Sentí como si el mundo se derrumbara sobre mí, pero resistí, pues creí adivinar en aquellas palabras una pequeña posibilidad. Me erguí en el asiento, haciendo uso de toda mi voluntad para interrogarlo. – ¿Eso quiere decir que ni siquiera me darás la oportunidad de intentar cumplir mis promesas mientras viva? Eso es un poco injusto. Quizá te aburras de mi presencia antes de que me llegue la muerte, quizá te repugnaría verme envejecer cuando tú permaneces hermoso e inmutable, pero no lo sabremos si no me dejas probar-. Dije aquello con el anhelo de que Armand no se cerrara por completo a lo que parecía (y tal vez fuera en verdad) una humillante súplica.
Acaricié su cabello, perdiendo todo el pudor que había sentido antes; pasé uno de sus suaves mechones rojizos detrás de su oreja. Rocé su mejilla con el dorso de mi mano, sin poder controlar el creciente temblor que se apoderaba de mis dedos y acerqué mi rostro al suyo, hasta quedar solamente a un palmo de distancia. Mi corazón latía enloquecido y yo luchaba por reprimirme para no estrecharlo entre mis brazos, pues sabía que sería una gran imprudencia y lo último que quería era enfadarlo.
Entendí que todo eso ya no se limitaba a un banal ejercicio de seducción. Su mirada laceraba mi espíritu con la fiereza de un millón de espinas, provocándome un dolor indescriptible; pero que me recordaba que todavía estaba vivo y no precisamente en una ilusión. –Yo no te abandonaré – repetí -, confía en lo que te digo, Armand, sueño mío-.
Acaricié su cabello, perdiendo todo el pudor que había sentido antes; pasé uno de sus suaves mechones rojizos detrás de su oreja. Rocé su mejilla con el dorso de mi mano, sin poder controlar el creciente temblor que se apoderaba de mis dedos y acerqué mi rostro al suyo, hasta quedar solamente a un palmo de distancia. Mi corazón latía enloquecido y yo luchaba por reprimirme para no estrecharlo entre mis brazos, pues sabía que sería una gran imprudencia y lo último que quería era enfadarlo.
Entendí que todo eso ya no se limitaba a un banal ejercicio de seducción. Su mirada laceraba mi espíritu con la fiereza de un millón de espinas, provocándome un dolor indescriptible; pero que me recordaba que todavía estaba vivo y no precisamente en una ilusión. –Yo no te abandonaré – repetí -, confía en lo que te digo, Armand, sueño mío-.
Rocamadour- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Cerro los ojos en un gesto de aparente sumisión ante la cálida caricia de la mano de Rocamadour. Parecía un gato solitario, sin hogar y huraño, un ser que era casi imposible domar, pero tampoco se podía resistir a gestos como aquellos.
Pese a ser una simple caricia, era el calor y el sentimiento impreso en aquel simple gesto, demasiado aventurado, lo que hizo que cerrara los ojos, mientras dejaba que el otro repartiera esa caricia con su mano.
-Probablemente llegue a matarte-murmuro aun con los ojos cerrados, recargando su rostro en aquella cálida y grande mano- ¿Has pensado en ese riesgo? Quizás me aburra de ti mañana y te mate sin pensarlo, por que esta es mi naturaleza.
Pese a ser una simple caricia, era el calor y el sentimiento impreso en aquel simple gesto, demasiado aventurado, lo que hizo que cerrara los ojos, mientras dejaba que el otro repartiera esa caricia con su mano.
-Probablemente llegue a matarte-murmuro aun con los ojos cerrados, recargando su rostro en aquella cálida y grande mano- ¿Has pensado en ese riesgo? Quizás me aburra de ti mañana y te mate sin pensarlo, por que esta es mi naturaleza.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Quizá fuera mi imaginación, pero lo sentí ceder levemente ante mi contacto, como si la bella estatua de mármol que parecía ser estuviera cobrando vida. En ese momento me sentí francamente enamorado, y en lugar de arredrarme debido a sus palabras, las acogí como si fueran lo que siempre había deseado escuchar.
Estaba como loco, sabedor de que no podría resistir mis impulsos por mucho más tiempo. Sus amenazas me parecieron encantadoras, llenas de una melancolía que quizá el mismo Armand no estaba conciente de transmitir; pero eso en realidad no lo sé, pues mi cabeza se hallaba en límite entre la realidad y el delirio.
-No temo a la muerte, querido. En más de una ocasión la he buscado, pero ella parece evadir mis galanteos, tal como tú has hecho; pero debo admitir que encontrarla en tus brazos resulta una poderosa tentación. No me importaría que tus labios me arrebataran el espíritu si eso me ha de permitir probarlos… soy, siempre he sido, un suicida-.
Y entonces, al terminar de pronunciar aquel afectado discurso para él, tomé su rostro entre mis manos (como si tuviera algún derecho de hacerlo) y lo atraje suavemente hacia el mío, hasta que mis labios rozaron los suyos, provocándome un estremecimiento casi orgásmico. Aproveché esa cercanía para aspirar el perfume que el vino había dejado en su piel y después, finalmente, lo besé, apretándome contra su boca lleno de avidez. No sé cuánto duró, pero no quería apartarme, aunque lo hice un poco para poder decirle lo que mi locura ya no podía guardar para sí misma. –Te deseo demasiado, me estoy muriendo- las palabras apenas tenían que ser pronunciadas, pues las dibujaba con detalle al tiempo que se interrumpía para volver a unir su boca a la del pálido adolescente. –Déjame ser tuyo. No importa si es un siglo o un día… el tiempo que te apetezca antes de matarme, pero déjame amarte-.
Estaba como loco, sabedor de que no podría resistir mis impulsos por mucho más tiempo. Sus amenazas me parecieron encantadoras, llenas de una melancolía que quizá el mismo Armand no estaba conciente de transmitir; pero eso en realidad no lo sé, pues mi cabeza se hallaba en límite entre la realidad y el delirio.
-No temo a la muerte, querido. En más de una ocasión la he buscado, pero ella parece evadir mis galanteos, tal como tú has hecho; pero debo admitir que encontrarla en tus brazos resulta una poderosa tentación. No me importaría que tus labios me arrebataran el espíritu si eso me ha de permitir probarlos… soy, siempre he sido, un suicida-.
Y entonces, al terminar de pronunciar aquel afectado discurso para él, tomé su rostro entre mis manos (como si tuviera algún derecho de hacerlo) y lo atraje suavemente hacia el mío, hasta que mis labios rozaron los suyos, provocándome un estremecimiento casi orgásmico. Aproveché esa cercanía para aspirar el perfume que el vino había dejado en su piel y después, finalmente, lo besé, apretándome contra su boca lleno de avidez. No sé cuánto duró, pero no quería apartarme, aunque lo hice un poco para poder decirle lo que mi locura ya no podía guardar para sí misma. –Te deseo demasiado, me estoy muriendo- las palabras apenas tenían que ser pronunciadas, pues las dibujaba con detalle al tiempo que se interrumpía para volver a unir su boca a la del pálido adolescente. –Déjame ser tuyo. No importa si es un siglo o un día… el tiempo que te apetezca antes de matarme, pero déjame amarte-.
Rocamadour- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Se sorprendió un poco ante el contacto de los labios tibios y húmedos, del sabor a vino en los labios del hombre, del palpitar salvaje de su sangre bajo la superficie de la piel.
Cerro los ojos, aceptando el beso, sin embargo, no correspondió a este y se alejo en cuanto tuvo la oportunidad de hacerlo. Se puso de pie, acomodando sus rojos cabellos, planchando las invisibles arrugas de su saco, escuchando las suplicas de Rocamadour, la forma en que rogaba por tenerlo.
Sonrió con sorna, divertido realmente debido a lo patético que le resultaba, que en realidad había muchos que al igual que ese hombre le habían suplicado sus atenciones y no habían ni siquiera llegado a tocarle un solo cabello, sin embargo, debía aceptar que Rocamadour tenia las agallas suficientes de haberlo besado sin su autorización y eso ya era mucho.
Dio media vuelta, recargado en la pared, cercano a la cortina, escondido de la luz de la lampara de queroseno que iluminaba elegantemente su palco, con los ojos brillantes, observo al hombre estremecerse, aun suplicándole con la mirada.
-Que te quede claro, tu seras mio yo no pertenezco a nadie-dijo con voz profunda y divertida, tener una mascota como el seria entretenido el tiempo que tuviese que durar aquella extraña "relación", si es que podía llamarlo así, a lo que estaba a punto de pactar con aquel Licantropo-. Harás absolutamente lo que te pida, comerás donde te diga y estarás dispuesto a mis deseos cuando yo así lo requiera, ¿te quedo claro?
Pregunto, asomando su rostro para ser ligeramente iluminado por la luz, bañándolo de sombras, haciéndolo lucir mas siniestro, aun que probablemente para aquel hombre, no fuese nada terrorífico.
Cerro los ojos, aceptando el beso, sin embargo, no correspondió a este y se alejo en cuanto tuvo la oportunidad de hacerlo. Se puso de pie, acomodando sus rojos cabellos, planchando las invisibles arrugas de su saco, escuchando las suplicas de Rocamadour, la forma en que rogaba por tenerlo.
Sonrió con sorna, divertido realmente debido a lo patético que le resultaba, que en realidad había muchos que al igual que ese hombre le habían suplicado sus atenciones y no habían ni siquiera llegado a tocarle un solo cabello, sin embargo, debía aceptar que Rocamadour tenia las agallas suficientes de haberlo besado sin su autorización y eso ya era mucho.
Dio media vuelta, recargado en la pared, cercano a la cortina, escondido de la luz de la lampara de queroseno que iluminaba elegantemente su palco, con los ojos brillantes, observo al hombre estremecerse, aun suplicándole con la mirada.
-Que te quede claro, tu seras mio yo no pertenezco a nadie-dijo con voz profunda y divertida, tener una mascota como el seria entretenido el tiempo que tuviese que durar aquella extraña "relación", si es que podía llamarlo así, a lo que estaba a punto de pactar con aquel Licantropo-. Harás absolutamente lo que te pida, comerás donde te diga y estarás dispuesto a mis deseos cuando yo así lo requiera, ¿te quedo claro?
Pregunto, asomando su rostro para ser ligeramente iluminado por la luz, bañándolo de sombras, haciéndolo lucir mas siniestro, aun que probablemente para aquel hombre, no fuese nada terrorífico.
Amadeo- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Aturdido por el beso que le había robado y la fría separación que le siguió, permanecí sentado, mirándolo moverse entre las sombras. Me fascinó su teatralidad y escuché sumisamente lo que decía. Era una locura. Sus exigencias parecían destinadas a no ser cumplidas, como si se tratara de una prueba que yo no podría superar. Pero por lo menos tuve la certeza de que mi engreimiento había servido de algo: que no decidiera matarme o echarme a patadas del teatro y en vez de eso sugiriera un trato. La sola idea de aceptar me pareció exquisitamente retorcida, cuando saltaba a la vista la desventaja en que me hallaba; pero no sería la primera ni la última vez que tomara una decisión equivocada sólo porque era lo más cercano a hacer un pacto con el diablo… un bello y tentador diablo pelirrojo.
Tras mi pequeño momento de triunfo y fracaso simultáneos, esbocé una media sonrisa en mi rostro, como si con ello borrara cualquier señal de indignación por no haber sido correspondido en mi arrebato. –Está bien, acepto- le dije al mismo tiempo que me levantaba para darle alcance. -No creas que terminaré por acobardarme ante las pequeñas restricciones que pretendes imponerme a cambio de estar contigo-. Y luego de un instante de silencio me atreví a acorralarlo suavemente contra el muro. –Pero en tus condiciones no has mencionado lo que sí puedo hacer- dije en tono acariciante, osando retorcer un mechón de su precioso cabello alrededor de mi dedo índice, arriesgándome a irritarlo con esa actitud cínica que me empeñaba en adoptar.
Estuve a punto de besarlo otra vez, pero me contuve, aguardando su respuesta. Sin poder evitarlo, dejé escapar un gruñido de impaciencia y entorné los ojos, consciente de que no debía transgredir sus límites más de lo que ya me había permitido. Pero necesitaba más, eso era un hecho…y pensaba conseguirlo sin importar el precio.
Tras mi pequeño momento de triunfo y fracaso simultáneos, esbocé una media sonrisa en mi rostro, como si con ello borrara cualquier señal de indignación por no haber sido correspondido en mi arrebato. –Está bien, acepto- le dije al mismo tiempo que me levantaba para darle alcance. -No creas que terminaré por acobardarme ante las pequeñas restricciones que pretendes imponerme a cambio de estar contigo-. Y luego de un instante de silencio me atreví a acorralarlo suavemente contra el muro. –Pero en tus condiciones no has mencionado lo que sí puedo hacer- dije en tono acariciante, osando retorcer un mechón de su precioso cabello alrededor de mi dedo índice, arriesgándome a irritarlo con esa actitud cínica que me empeñaba en adoptar.
Estuve a punto de besarlo otra vez, pero me contuve, aguardando su respuesta. Sin poder evitarlo, dejé escapar un gruñido de impaciencia y entorné los ojos, consciente de que no debía transgredir sus límites más de lo que ya me había permitido. Pero necesitaba más, eso era un hecho…y pensaba conseguirlo sin importar el precio.
Rocamadour- Licántropo Clase Alta
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Re: ¿Un espejismo?
Armand sonrío ligeramente, leyendo claramente las intensiones de Rocamadour, era claro como el agua, pero igual complicado al ser lo que era.
Era atractivo y testarudo, inteligente y pasional.
Le atraia de alguna extraña forma, de la misma forma en que se sienten atraidos los gatos hacia las cosas desconocidas, sin embargo, el no era un gato, el era un vampiro, y el corria riesgos que aquellos felinos no.
Estaba arriesgandose a que en cualquier momento aquel hombre pudiera traicionarlo, asi que tenia que estar prevenido, saber como manipular todas sus acciones, para que no le dañara, pues no queria salir perjudicado una vez mas, no podria, de eso estaba seguro.
Dejo que el hombre jugueteara, que sonriera, que lo tocara de aquella forma tan descarada.
-Definitivamente, eres de aquellos que les gusta quemarse jugando con fuego - murmuro ligeramente entornando la mirada mientras se ponia de puntillas, acercando sus labios lijeramente rojos a los ajenos, robandole esta vez el, un beso.
Era atractivo y testarudo, inteligente y pasional.
Le atraia de alguna extraña forma, de la misma forma en que se sienten atraidos los gatos hacia las cosas desconocidas, sin embargo, el no era un gato, el era un vampiro, y el corria riesgos que aquellos felinos no.
Estaba arriesgandose a que en cualquier momento aquel hombre pudiera traicionarlo, asi que tenia que estar prevenido, saber como manipular todas sus acciones, para que no le dañara, pues no queria salir perjudicado una vez mas, no podria, de eso estaba seguro.
Dejo que el hombre jugueteara, que sonriera, que lo tocara de aquella forma tan descarada.
-Definitivamente, eres de aquellos que les gusta quemarse jugando con fuego - murmuro ligeramente entornando la mirada mientras se ponia de puntillas, acercando sus labios lijeramente rojos a los ajenos, robandole esta vez el, un beso.
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