AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Boriska Kuna Szöcs
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Boriska Kuna Szöcs
× Nombre del Personaje ×
Boriska Kuna Szöcs
Se suele hacer llamar Bárbara [Traducción de Boriska] y casi nunca reconoce su segundo nombre, Kuna, ya que en sus tiempos era el nombre que le daban a las esclavas.
× Edad ×
Aparenta 27 [Edad en la que 'murió'] / Tiene entre 700-800 aproximadamente.
× Especie ×
Vampiresa.
× Tipo, Clase Social o Cargo ×
Clase Alta.
× Orientación Sexual ×
Homoflexible
Solo le gustan las mujeres pero, de tanto en cuando, también le gusta 'divertirse' con el género opuesto. -Más para torturar que otra cosa.-
× Lugar de Origen ×
Panonia.
Provincia que durante el Imperio Romano formaba parte de Hungría.
× Habilidad/Poder ×
- Agilidad & Reflejos sobrehumanos -
- Sentidos Aumentados -
- Telepatía -
- Clarividencia -
- Manipulación de la Memoria -
×××××××××××××
× Descripción Física ×
× Historia ×
× Datos Extras ×
Boriska Kuna Szöcs
Se suele hacer llamar Bárbara [Traducción de Boriska] y casi nunca reconoce su segundo nombre, Kuna, ya que en sus tiempos era el nombre que le daban a las esclavas.
× Edad ×
Aparenta 27 [Edad en la que 'murió'] / Tiene entre 700-800 aproximadamente.
× Especie ×
Vampiresa.
× Tipo, Clase Social o Cargo ×
Clase Alta.
× Orientación Sexual ×
Homoflexible
Solo le gustan las mujeres pero, de tanto en cuando, también le gusta 'divertirse' con el género opuesto. -Más para torturar que otra cosa.-
× Lugar de Origen ×
Panonia.
Provincia que durante el Imperio Romano formaba parte de Hungría.
× Habilidad/Poder ×
- Agilidad & Reflejos sobrehumanos -
- Sentidos Aumentados -
- Telepatía -
- Clarividencia -
- Manipulación de la Memoria -
×××××××××××××
× Descripción Física ×
Soy hermosa y eso es algo completamente indiscutible. Si bien yo me daría por satisfecha solo con esa palabra para describirme; vosotros necesitaréis más detalles para poder ver realmente hasta donde alcanza la perfección de mi belleza.
Empezaremos por el tejado.
Hebras rojizas, finas y al mismo tiempo fuertes, son los que componen mi cabello. Largo hasta mis pechos -De los que hablaremos luego.- Lacio en un principio pero, poco a poco, tornándose ondulado hasta caer en un rizo desordenado. En el desorden se encuentra el orden absoluto. Mis orejas, menudas, están habitualmente adornadas por alguna que otra joya; realzando su belleza ya de por si natural. Orejas que están perfectamente amoldadas a la forma de mi rostro, una forma cuadrada y al mismo tiempo ovalada en armonía. No tengo un perfil más bueno que otro. La perfección, una vez más, se hace presente. Ojos de un penetrante color azul cielo son con los que te miraré cuando te pongas frente a mi y te miraré fijamente; vete haciendo a la idea. Mientras tanto, no te culparía si te quedases sorprendido por mis rojizos y carnosos labios. Invitan al pecado del que toda yo conformo.
No quiero alargarme más de lo necesario, por lo que continuaremos con lo siguiente.
La piel de la que está revestida mi cuerpo entero no puede ser más suave ni estar en mejor estado; el sol es mi enemigo en esta misión. No me gusta ni dejo que me manche. ¿El secreto? No lo hay, porque no puedes ser como yo. Así de simple. Mi metro ochenta de altura -Y aumentado con largos y habituales tacones.-, tal vez te impresione o te haga parecer pequeño. Pero, bueno, tal vez considere el agacharme si hace falta. En mi cuello nunca falta algún que otro adorno. Colgantes o gargantillas; sea cual sea la joya yo misma soy la que hace que brille.
Creo que, por fin, hemos llegado al lugar más interesante de todos.
Mis pechos. Tan perfectos como todos los demás, se alzan turgentes como muy pocos. Jóvenes, a pesar de mis muchos años, mantienen su frescura desde el primer día que tomaron su forma. No son exageradamente grandes. Ni exageradamente pequeños. La medida perfecta. Extraño ¿Verdad?.
Y por si todavía no crees en mi perfección; una imagen vale más que mil palabras.
Empezaremos por el tejado.
Hebras rojizas, finas y al mismo tiempo fuertes, son los que componen mi cabello. Largo hasta mis pechos -De los que hablaremos luego.- Lacio en un principio pero, poco a poco, tornándose ondulado hasta caer en un rizo desordenado. En el desorden se encuentra el orden absoluto. Mis orejas, menudas, están habitualmente adornadas por alguna que otra joya; realzando su belleza ya de por si natural. Orejas que están perfectamente amoldadas a la forma de mi rostro, una forma cuadrada y al mismo tiempo ovalada en armonía. No tengo un perfil más bueno que otro. La perfección, una vez más, se hace presente. Ojos de un penetrante color azul cielo son con los que te miraré cuando te pongas frente a mi y te miraré fijamente; vete haciendo a la idea. Mientras tanto, no te culparía si te quedases sorprendido por mis rojizos y carnosos labios. Invitan al pecado del que toda yo conformo.
No quiero alargarme más de lo necesario, por lo que continuaremos con lo siguiente.
La piel de la que está revestida mi cuerpo entero no puede ser más suave ni estar en mejor estado; el sol es mi enemigo en esta misión. No me gusta ni dejo que me manche. ¿El secreto? No lo hay, porque no puedes ser como yo. Así de simple. Mi metro ochenta de altura -Y aumentado con largos y habituales tacones.-, tal vez te impresione o te haga parecer pequeño. Pero, bueno, tal vez considere el agacharme si hace falta. En mi cuello nunca falta algún que otro adorno. Colgantes o gargantillas; sea cual sea la joya yo misma soy la que hace que brille.
Creo que, por fin, hemos llegado al lugar más interesante de todos.
Mis pechos. Tan perfectos como todos los demás, se alzan turgentes como muy pocos. Jóvenes, a pesar de mis muchos años, mantienen su frescura desde el primer día que tomaron su forma. No son exageradamente grandes. Ni exageradamente pequeños. La medida perfecta. Extraño ¿Verdad?.
Y por si todavía no crees en mi perfección; una imagen vale más que mil palabras.
- Spoiler:
Realmente me adoro a mi misma, por si no lo habéis notado.
Algunos llamarían a eso egolatría pero yo lo llamo amor propio. Y realidad. Me gusta quererme y que me quieran. Sentirme superior, además de habitual, es algo que necesito; no sé si me explico. La gente me mira de tantas maneras. Odio, Admiración, Envidia, Curiosidad, Celos... Hay demasiadas emociones dentro de un cuerpo humano como para no darme cuenta. Emociones que me fueron arrebatadas hace siglos. No soy fría ni mucho menos frígida. Cuidado al jugar con esa palabra; o puede que te lo demuestre. Pero, en cualquier caso, no soy ninguna de esas cosas. Tampoco soy distante, me gusta relacionarme. Simplemente no puedo sentir más que lo que me transmitan. Dependo de ellos. Suena tan patético ¿Verdad? Pero es cierto y más vale que tú no se lo cuentes a nadie o será lo último que hagas. Y nunca admitiré haber escrito esto, después de todo, he vivido casi setecientos años perfectamente sin sentir emociones completas. Excepto en determinados momentos. Puedo continuar con la eternidad que me queda por delante. ¿Será por este pequeño detalle que no me gusta emparejarme? Hay tantas historias de viejas y dichos estúpidos sobre nuestra especie que a veces caes en la tentación de darles el gusto de que sean ciertos. Como el que dice 'Siempre suelen verse emparejados'. Vaya, no es mi caso. Por mucho tiempo. Todas mis afortunadas parejas han acabado viendo las estrellas, por así decirlo...
Sea de día o de noche, mi personalidad es la misma. No tengo dos caras. No soy buena y después mala. No. Soy mala las veinticuatro horas del día, a tiempo completo. Y a mucha honra. Adoro serlo. El Amor es un sentimiento que me resulta tan curioso como estúpido, por ello, prefiero sentir el dolor o el odio. Aunque el placer y la lujuria son excesivamente tentadores.
Sin emociones. Sin sentimientos. Sin Alma. Un bello y perfecto cascarón que, sin embargo, está completamente vacío en su soledad. Solo puedo revivir mis días pasados cuando estoy con alguien. Esa es mi única y mayor debilidad.
×××××××××××××Algunos llamarían a eso egolatría pero yo lo llamo amor propio. Y realidad. Me gusta quererme y que me quieran. Sentirme superior, además de habitual, es algo que necesito; no sé si me explico. La gente me mira de tantas maneras. Odio, Admiración, Envidia, Curiosidad, Celos... Hay demasiadas emociones dentro de un cuerpo humano como para no darme cuenta. Emociones que me fueron arrebatadas hace siglos. No soy fría ni mucho menos frígida. Cuidado al jugar con esa palabra; o puede que te lo demuestre. Pero, en cualquier caso, no soy ninguna de esas cosas. Tampoco soy distante, me gusta relacionarme. Simplemente no puedo sentir más que lo que me transmitan. Dependo de ellos. Suena tan patético ¿Verdad? Pero es cierto y más vale que tú no se lo cuentes a nadie o será lo último que hagas. Y nunca admitiré haber escrito esto, después de todo, he vivido casi setecientos años perfectamente sin sentir emociones completas. Excepto en determinados momentos. Puedo continuar con la eternidad que me queda por delante. ¿Será por este pequeño detalle que no me gusta emparejarme? Hay tantas historias de viejas y dichos estúpidos sobre nuestra especie que a veces caes en la tentación de darles el gusto de que sean ciertos. Como el que dice 'Siempre suelen verse emparejados'. Vaya, no es mi caso. Por mucho tiempo. Todas mis afortunadas parejas han acabado viendo las estrellas, por así decirlo...
Sea de día o de noche, mi personalidad es la misma. No tengo dos caras. No soy buena y después mala. No. Soy mala las veinticuatro horas del día, a tiempo completo. Y a mucha honra. Adoro serlo. El Amor es un sentimiento que me resulta tan curioso como estúpido, por ello, prefiero sentir el dolor o el odio. Aunque el placer y la lujuria son excesivamente tentadores.
Sin emociones. Sin sentimientos. Sin Alma. Un bello y perfecto cascarón que, sin embargo, está completamente vacío en su soledad. Solo puedo revivir mis días pasados cuando estoy con alguien. Esa es mi única y mayor debilidad.
× Historia ×
Vida
Esta parte de mi vida es la que guardo en mi misma con mayor recelo. No me gusta hablar de mi pasado; menos del más oscuro. Está claro que tendré que hacer una excepción. Solo por una vez.
Eso sí, no le daré más importancia de la que tiene.
Recordar a mis padres no me va a resultar demasiado difícil. Mi madre, Mariska, alguien bondadoso y noble. Puro. Además de con una increíble belleza de la que heredé lo exótico de su cabello y sus ojos. Lo único, posiblemente. ¿O tal vez yo también era así? Ahora mismo no sabría decirlo. Ildikó, mi padre. ¿Difícil de olvidar, verdad? Luchador, como su propio nombre indica. El por qué del no olvidarlo. Nunca podré. Fuerte como un toro y valiente como lo eran la mayoría de los guerreros por aquella época. Y aun así, él destacaba como ningún otro lo hacía. Creo que heredé su fuerza, de espíritu. Creo que todavía me queda algo de eso, muy poco...
Las cosas por entonces no eran como el bello de ahora, un bello todavía duro pero sin duda mucho mejor. Ni punto de comparación. Aunque mi nombre es Bárbara, bueno, Boriska para quienes entendáis de húngaro, en aquel entonces se me conocía como Kuna. Igual que a muchas otras muchachas de pocos años. Esclavas del Imperio y sin un futuro del que poder ser dueñas; por eso odio ese nombre. Y adoro que la mayoría sea ajeno a su significado aunque lleguen a enterarse. Bendita la ignorancia. Saltándonos la parte aburrida de mi infancia, pasaremos a la adolescencia. Una jovencita de lo más hermosa que, a pesar de que el Imperio ya nos había 'perdido' ahora eran otros quienes nos usaban como esclava. Nuestros nuevos reyes. Todos igual de puercos, sin duda. No hay nada de especial que contaros desde que cumplí los catorce años. Mi vida no era mía. Conocía y no conocía. No vivía y de eso me di cuenta el día en que me salvaron de un horrendo futuro para darme otro que, aunque más largo, pronto sabría que era prácticamente igual de horrible.
Muerte
Esta parte de mi vida se extiende hasta la actualidad. Y todo lo que me queda. De momento no veo el fin ni quiero verlo.
Os contaré que empezó a mis veintisiete años, medio cumplidos. Todavía recuerdo a Ana. Mentiría si dijese que fue el amor de mi vida, porque como bien os he explicado antes, no tengo sentimientos. Y el amor lo encuentro estúpido. Pero sí fue lo más cerca que estuve de alguien. Una mujer de curvas impresionantes, pelo negro, ojos azules como el mar y piel que ni siquiera puedo describir. Quitaba el aire con solo verla. Soy capaz de admitir que comparada conmigo yo no era nada. Mi señora. O, como vosotros diríais, creadora. Fue la primera en casi todo lo que os podáis imaginar. Y la que me enseñó como funcionaba el mundo de la oscuridad y de la sangre. Me enseñó a disfrutar de los placeres que hasta ahora me habían arrebatado. Me enseñó a valorarme y aprendí cual era mi verdadero nombre. Nadie ha vuelto a llamarme despectivamente desde entonces ¿Cuánto? ¿Ochocientos años? Siglo arriba siglo abajo, a estas alturas no importaba mucho. Fue una lástima que le atravesaran el pecho a mediados del siglo XVI... sin embargo, por aquel entonces, ya había dejado atrás los sentimientos que me hubiesen echo añorarla siempre. O llorar más de un par de lágrimas. Le di a sus cenizas el merecido velatorio y continué con mi vida. Y también fue la última vez que estuve permanentemente con alguien.
Gracias a ella viajé por todo el mundo y su fortuna pasó a ser mía. Empezaba a ser una 'soltera' codiciada que se dejaba ver sola en los bailes y las fiestas. Empezaban a llegarme cartas e invitaciones. Sin embargo, lo mejor de todo, fue cuando probé por primera vez el disfrutar de un cuerpo humano para mi sola. Sin tener que compartirlo con nadie. Sentir como moría entre mis brazos y que yo me llevaba hasta su último aliento ¡Ah! Solo de pensarlo se me eriza el bello. Una sensación increíble. Un vicio que nunca he podido quitarme de encima. El miedo sumado a todo el remolino de sensaciones que ocurrían en ese momento. Era inexplicable.
He echo muchas cosas malas en mi vida, lo acepto, y estoy orgullosa de ellas. Sí. Pero hasta ahora he sido lo suficientemente lista como para no dejarme matar ni descubrir. Ya no queda ni rastro de la muchacha. La chica ha pasado a ser mujer y, aunque dicen que lo bueno no es eterno, en mi caso se equivocan.
×××××××××××××Esta parte de mi vida es la que guardo en mi misma con mayor recelo. No me gusta hablar de mi pasado; menos del más oscuro. Está claro que tendré que hacer una excepción. Solo por una vez.
Eso sí, no le daré más importancia de la que tiene.
Recordar a mis padres no me va a resultar demasiado difícil. Mi madre, Mariska, alguien bondadoso y noble. Puro. Además de con una increíble belleza de la que heredé lo exótico de su cabello y sus ojos. Lo único, posiblemente. ¿O tal vez yo también era así? Ahora mismo no sabría decirlo. Ildikó, mi padre. ¿Difícil de olvidar, verdad? Luchador, como su propio nombre indica. El por qué del no olvidarlo. Nunca podré. Fuerte como un toro y valiente como lo eran la mayoría de los guerreros por aquella época. Y aun así, él destacaba como ningún otro lo hacía. Creo que heredé su fuerza, de espíritu. Creo que todavía me queda algo de eso, muy poco...
Las cosas por entonces no eran como el bello de ahora, un bello todavía duro pero sin duda mucho mejor. Ni punto de comparación. Aunque mi nombre es Bárbara, bueno, Boriska para quienes entendáis de húngaro, en aquel entonces se me conocía como Kuna. Igual que a muchas otras muchachas de pocos años. Esclavas del Imperio y sin un futuro del que poder ser dueñas; por eso odio ese nombre. Y adoro que la mayoría sea ajeno a su significado aunque lleguen a enterarse. Bendita la ignorancia. Saltándonos la parte aburrida de mi infancia, pasaremos a la adolescencia. Una jovencita de lo más hermosa que, a pesar de que el Imperio ya nos había 'perdido' ahora eran otros quienes nos usaban como esclava. Nuestros nuevos reyes. Todos igual de puercos, sin duda. No hay nada de especial que contaros desde que cumplí los catorce años. Mi vida no era mía. Conocía y no conocía. No vivía y de eso me di cuenta el día en que me salvaron de un horrendo futuro para darme otro que, aunque más largo, pronto sabría que era prácticamente igual de horrible.
Muerte
Esta parte de mi vida se extiende hasta la actualidad. Y todo lo que me queda. De momento no veo el fin ni quiero verlo.
Os contaré que empezó a mis veintisiete años, medio cumplidos. Todavía recuerdo a Ana. Mentiría si dijese que fue el amor de mi vida, porque como bien os he explicado antes, no tengo sentimientos. Y el amor lo encuentro estúpido. Pero sí fue lo más cerca que estuve de alguien. Una mujer de curvas impresionantes, pelo negro, ojos azules como el mar y piel que ni siquiera puedo describir. Quitaba el aire con solo verla. Soy capaz de admitir que comparada conmigo yo no era nada. Mi señora. O, como vosotros diríais, creadora. Fue la primera en casi todo lo que os podáis imaginar. Y la que me enseñó como funcionaba el mundo de la oscuridad y de la sangre. Me enseñó a disfrutar de los placeres que hasta ahora me habían arrebatado. Me enseñó a valorarme y aprendí cual era mi verdadero nombre. Nadie ha vuelto a llamarme despectivamente desde entonces ¿Cuánto? ¿Ochocientos años? Siglo arriba siglo abajo, a estas alturas no importaba mucho. Fue una lástima que le atravesaran el pecho a mediados del siglo XVI... sin embargo, por aquel entonces, ya había dejado atrás los sentimientos que me hubiesen echo añorarla siempre. O llorar más de un par de lágrimas. Le di a sus cenizas el merecido velatorio y continué con mi vida. Y también fue la última vez que estuve permanentemente con alguien.
Gracias a ella viajé por todo el mundo y su fortuna pasó a ser mía. Empezaba a ser una 'soltera' codiciada que se dejaba ver sola en los bailes y las fiestas. Empezaban a llegarme cartas e invitaciones. Sin embargo, lo mejor de todo, fue cuando probé por primera vez el disfrutar de un cuerpo humano para mi sola. Sin tener que compartirlo con nadie. Sentir como moría entre mis brazos y que yo me llevaba hasta su último aliento ¡Ah! Solo de pensarlo se me eriza el bello. Una sensación increíble. Un vicio que nunca he podido quitarme de encima. El miedo sumado a todo el remolino de sensaciones que ocurrían en ese momento. Era inexplicable.
He echo muchas cosas malas en mi vida, lo acepto, y estoy orgullosa de ellas. Sí. Pero hasta ahora he sido lo suficientemente lista como para no dejarme matar ni descubrir. Ya no queda ni rastro de la muchacha. La chica ha pasado a ser mujer y, aunque dicen que lo bueno no es eterno, en mi caso se equivocan.
× Datos Extras ×
- Me gustan los animales y como mascota tengo a mi estimado halcón; Sólyom (Traducción literal del húngaro).
- Me gusta hacer daño a la gente, físicamente hablando. Y, preferiblemente, mientras practico el sexo.
- Uso mis poderes de vez en cuando, sobretodo si encuentro a alguien que llame verdaderamente mi atención.
- No tengo problemas en 'ligar'. Y no siempre mato a mis acompañantes de sábanas; sobretodo si son mujeres.
- El género femenino es mi auténtica debilidad y con la que me entrego más (Aunque ellas no lo sepan); con el masculino me siento más rebelde y dura.
- Por lo general solo disfruto plenamente con las mujeres, hay pocos hombres que me hagan pasar una noche perfecta.
- Violar la intimidad ajena es uno de mis placeres.
- Soy adicta al miedo y los gritos ajenos; especialmente los femeninos.
- Aunque es obvio, vivo de la sangre, pero como solo tengo verdadera 'hambre' cuando estoy excitada suelo comer algo de comida humana durante el día.
- Me gusta hacer daño a la gente, físicamente hablando. Y, preferiblemente, mientras practico el sexo.
- Uso mis poderes de vez en cuando, sobretodo si encuentro a alguien que llame verdaderamente mi atención.
- No tengo problemas en 'ligar'. Y no siempre mato a mis acompañantes de sábanas; sobretodo si son mujeres.
- El género femenino es mi auténtica debilidad y con la que me entrego más (Aunque ellas no lo sepan); con el masculino me siento más rebelde y dura.
- Por lo general solo disfruto plenamente con las mujeres, hay pocos hombres que me hagan pasar una noche perfecta.
- Violar la intimidad ajena es uno de mis placeres.
- Soy adicta al miedo y los gritos ajenos; especialmente los femeninos.
- Aunque es obvio, vivo de la sangre, pero como solo tengo verdadera 'hambre' cuando estoy excitada suelo comer algo de comida humana durante el día.
Boriska K. Szöcs- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 90
Fecha de inscripción : 27/02/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
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