AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The night is full of surprises {Boriska}
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The night is full of surprises {Boriska}
-Laishaaa…ven acá!!!- con un suave murmullo la joven había escuchado su nombre cuando atravesaba el pasillo para bajar de nueva cuenta al salón en busca de un nuevo cliente deseoso por ser complacido. Aunque a decir verdad ya no era necesario ir a por ningún cliente más, la muchacha tenía un trato con el dueño y esta noche ella ya había cumplido con su meta aún así ella esta noche se sentía tan deseosa que iría a por uno más. Pero esa voz, la hizo detenerse, esa voz tan sugerente como sensual penetro en sus sentidos despertando aún más su deseo y como no si se trataba de su musa, Reika. Se dio meda vuelta, observo que nadie estuviera cerca y se apresuro a atravesar la puerta donde su gran amor esperaba a por ella -¿me has leído la mente?- susurro a su oído cuando Reika sin decir ni una sola palabra la tomo entre sus brazos y la llevo a la cama –shhhhh- siseo acallando sus palabras. Le hizo el amor de una y mil formas, todas como si fuera la primera vez en su vida que la tocaba. Después de la intensa actividad Laisha se quedo profundamente dormida entre sus brazos.
Un fuerte gemido despertó a Laisha, su propio gemido la había despertado. Todo había sido solo un sueño. Se encontraba sola en la cama, como Dios la trajo al mundo, desnuda. Se llevo una mano a su entrepierna comprobando el porque de aquel gemido, por su entrepierna corría las mieles del placer consecuencia de un intenso orgasmo, llevo sus dedos a la boca y los lamió, los saboreo al recordar aquel maravilloso sueño. Levanto la vista encontrándose con la mirada lujuriosa de Reika observándola con deleite y satisfacción parecía comprender con quien había estado soñando la menor –sal de aquí- le dijo lanzándole una almohada y golpeándola con ella. Extraño pero Reika de inmediato daba media vuelta y salía de la habitación diciéndole algo que Laisha no alcanzo a escuchar.
La adrenalina que ese sueño produjo era inmensa. Laisha observo el reloj, justo la ahora en que debía prepararse para ir al burdel. Ella se negaba a acudir esta noche a trabajar. No iba a permitir que otro cuerpo, que otras manos, que otros labios acabaran con esto. Tal vez era tonto de su parte pero no pensaba abandonar la sensación de haber sido tomada por su hermana.
-Te miro en el burdel- dijo a Reika dando un beso rápido en su mejilla para luego salir corriendo antes que empezará a hacerle preguntas. Obvio no acudiría solo se lo había dicho para no tener que dar explicaciones de nada ya estaba bastante grandesita como para ello.
Una vez lejos de casa la joven aminoro sus pasos pronuncio más su sonrisa y comenzó a caminar con tranquilidad, a caminar como si entre nubes anduviera hasta llegar a las hermosas calles del centro de París. Luego de largo rato se sentó en una banca que una pareja de enamorados acababan de dejar libre. Sin borrar de su mente ni dejar de pensar en ningún detalle de lo que en su sueño había sucedido observaba a la gente pasar, a las parejas de jóvenes enamorados tomados de la mano, a las parejas de ancianos que juntos caminaban como si intentarán recordar su época de novios enamorados y en una que otra gente que deambulaba solitaria al igual que ella.
Finalmente se levantaba de la banca y de nueva cuenta retomaba su caminata después de sentirse intimidada ante la mirada penetrante de una hermosa y elegante mujer que fijo momentáneamente, aunque con indiferencia, su vista en la joven solitaria cuando paso frente a ella. No era precisamente miedo lo que Laisha había sentido pero aún así se esforzó por mezclarse entre la gente hasta perder de vista a la mujer. Más aún así la joven permanecía algo intranquila.
Un fuerte gemido despertó a Laisha, su propio gemido la había despertado. Todo había sido solo un sueño. Se encontraba sola en la cama, como Dios la trajo al mundo, desnuda. Se llevo una mano a su entrepierna comprobando el porque de aquel gemido, por su entrepierna corría las mieles del placer consecuencia de un intenso orgasmo, llevo sus dedos a la boca y los lamió, los saboreo al recordar aquel maravilloso sueño. Levanto la vista encontrándose con la mirada lujuriosa de Reika observándola con deleite y satisfacción parecía comprender con quien había estado soñando la menor –sal de aquí- le dijo lanzándole una almohada y golpeándola con ella. Extraño pero Reika de inmediato daba media vuelta y salía de la habitación diciéndole algo que Laisha no alcanzo a escuchar.
La adrenalina que ese sueño produjo era inmensa. Laisha observo el reloj, justo la ahora en que debía prepararse para ir al burdel. Ella se negaba a acudir esta noche a trabajar. No iba a permitir que otro cuerpo, que otras manos, que otros labios acabaran con esto. Tal vez era tonto de su parte pero no pensaba abandonar la sensación de haber sido tomada por su hermana.
-Te miro en el burdel- dijo a Reika dando un beso rápido en su mejilla para luego salir corriendo antes que empezará a hacerle preguntas. Obvio no acudiría solo se lo había dicho para no tener que dar explicaciones de nada ya estaba bastante grandesita como para ello.
Una vez lejos de casa la joven aminoro sus pasos pronuncio más su sonrisa y comenzó a caminar con tranquilidad, a caminar como si entre nubes anduviera hasta llegar a las hermosas calles del centro de París. Luego de largo rato se sentó en una banca que una pareja de enamorados acababan de dejar libre. Sin borrar de su mente ni dejar de pensar en ningún detalle de lo que en su sueño había sucedido observaba a la gente pasar, a las parejas de jóvenes enamorados tomados de la mano, a las parejas de ancianos que juntos caminaban como si intentarán recordar su época de novios enamorados y en una que otra gente que deambulaba solitaria al igual que ella.
Finalmente se levantaba de la banca y de nueva cuenta retomaba su caminata después de sentirse intimidada ante la mirada penetrante de una hermosa y elegante mujer que fijo momentáneamente, aunque con indiferencia, su vista en la joven solitaria cuando paso frente a ella. No era precisamente miedo lo que Laisha había sentido pero aún así se esforzó por mezclarse entre la gente hasta perder de vista a la mujer. Más aún así la joven permanecía algo intranquila.
Laisha Roux- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 05/10/2011
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Re: The night is full of surprises {Boriska}
Por una mirada, un mundo,
por una sonrisa, un cielo,
por un beso..., yo no sé
que te diera por un beso.
Gustavo Adolfo Bécquer
por una sonrisa, un cielo,
por un beso..., yo no sé
que te diera por un beso.
Gustavo Adolfo Bécquer
Reí ante las pequeñas pero tan estúpidas palabras que leía de esa carta. ¡Ah! Hoy en día, una no podía fiarse de las mujeres. ¿Por qué me gustarían las mujeres, tan románticas ellas, en lugar de los hombres? Hombres que solo pensaba con el miembro viril y tan pocas veces con la cabeza. Un revolcón. Una noche y si te he visto no me acuerdo. Eso era lo que yo necesitaba y, sin embargo, no paraba de dar palos de ciego ¡Maldita mi suerte! Hombres... Una lástima que solo me agradase torturarlos. Pocos me atraían sexualmente lo suficiente como para meterlos en mi cama y a ninguno lo dejaba ileso. Humanos, claro está. Como siempre. Me fascinaba lo rápido que podían resultar heridos, tal vez, porque yo misma había sufrido ese dolor en mi época pasada. Aunque hacía ya tantos años de aquello... Estruje el pequeño papel. Palabras estúpidas en forma de verso. Poesía barata sobre el amor ¡En qué pensaban las mujeres de hoy en día! Amor, a mi. ¡Ja!. Podía pasarme horas riendo sobre aquello.
Amor, Amor, Amor...
Por muchas veces que lo dijese, tanto en voz alta como mentalmente, no me dejaba de parecer estúpido. ¿Qué era de verdad el amor? Un sentimiento que te ataba a otras personas. ¿Quién en su sano juicio deseaba eso? Pudiendo tener a tantos ¿Por qué tener solo a uno? Posiblemente el no tener sentimientos propios afectaba bastante a la idea que tenía sobre ese en concreto, pero ni siquiera estando junto a Ana había llegado a creer en ello. Había adorado a Ana. La había deseado como a ninguna otra de las mujeres que pasaban por mi cama y será la mujer con la que más tiempo estuve. La mejor vampiresa que haya conocido. De momento. Y aún así, jamás se me ocurriría decir que la amé. ¡Estúpido! Solo de pensarlo, reía a carcajadas hasta que mis ojos lloraban. Ese nunca iba a ser un sentimiento que fuese conmigo y quién me conocía lo sabía con nada más verme. O, bueno, tal vez necesitaban más de una mirada. Una noche. Insulsa mujer, creer que sus mediocres palabras iban a conmoverme... Lo único que hacían era despertar en mi deseo. Deseo de hacerla llorar. Gritar. Sufrir. Me relamí los labios por pura inercia, imaginando a esa rizos de oro mientras la cubría de sangre. Había sido demasiado suave con ella y su repentino enamoramiento eran las consecuencias.
Suspirando, lancé lo que quedaba de la nota a la papelera más cercana de mi escritorio mientras me levantaba. Pensaba, con excitación, en nuestro próximo encuentro. ¿Cuál sería su cara cuando la humillara y dañara? No solo física sino mentalmente. Tal vez, la dejaría en estado catatónico solo para poder guardarla junto a mi otro 'servicio' personal; mis preciosas muñecas. Tan inocentes y fáciles de controlar. El problema era que, al final, acababas aburriéndote ¡Siempre la misma cara y el mismo cuerpo! O bien, porque no daban ninguna guerra. Las mantenía casi en estado de coma con mis poderes y solo dejaba que sintieran lo suficiente como para que pudiesen llegar al orgasmo o, en su defecto, sentir tanto dolor que las desmayara. - Necesito algo nuevo - Murmuré para mi misma, mientras me retocaba los rojizos rizos frente al espejo. Colocando algo de maquillaje sobre la blanquecina piel que recorría todo mi cuerpo ¡Centenarios sin que me tocara el sol me pasaban factura! Y aquellos que no conocían lo que éramos, se quedaban realmente sorprendidos de mi blancura natural. Por otra parte, había pocos que hubiesen visto mi cuerpo lo suficientemente conscientes de ello como para hacerme molestas preguntas. Otra cosa que odiaba, preguntas de humanos sobre nuestra raza. Curiosos. Si eran mujeres, aún las soportaba ¡Pero qué insufribles resultaban los hombres!.
Con un coqueto guiño hacia mi misma, me aparté de mi bello reflejo en dirección hacia la salida de mi dormitorio. Justo ante la puerta de entrada, observé algunas de las cofias colgadas en los percheros y me pregunté si sería conveniente llevar alguno. Sin embargo, eran molestos y la mayoría no resaltaban mi belleza así que, como aquella noche solo iba a cazar de manera clandestina, no me harían ninguna falta. Noté que todo mi cuerpo se encendía -Si es que era posible.- al repasar mentalmente las palabras. - Cazar - Las dije en voz alta sin darme cuenta ¡Qué excitante! Lo necesitaba. Una buena caza. Con su presa. Su rebeldía. Sus gritos. Su sangre... Ya podía sentirla entre mis brazos sin ni siquiera conocerla. Y, de echo, no tardé en encontrarla. Preciosa y, curiosamente, apestaba a deseo y a sexo. Eso fue lo que me llevó hasta ella ¡Era como una maldita adicción! Ese olor, parecía miel que atraería posiblemente a las abejas como yo. Casi podía ver a través de ese holgado vestido como estaba mojada, era increíble pero simplemente lo sentía. No puedo explicarlo. Tanto así que sin darme cuenta, me quedé más tiempo del debido observándola y ella se percató al pasar por mi lado. Su olor...
Sonreí, clavando mis ojos en su espalda cuando esta ya no podía verme pero como yo me llamaba Boriska que habría sentido aquello. Pajarita, Pajarita... Acababa de encontrar a la gata que le daría caza esa noche.
Mil disculpas por la demora, andé algo ajetreada esta semana.
Boriska K. Szöcs- Vampiro Clase Alta
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Re: The night is full of surprises {Boriska}
Algo en aquella mujer le provoco cierta desconfianza. Quizá fue eso lo que la motivo a perderse de su vista. En cuestión de segundos lo había logrado. Cuando creyó haberse librado de ser asechada respiro nuevamente con total tranquilidad y de nueva cuenta se dispuso a disfrutar de la algarabía que se suscitaba entre la gente, de ser parte del alboroto e intentar olvidar ese deseo que le quemaba por dentro. Se detuvo a observar uno de esos espectáculos ambulantes. Estaba tan distraída en ello que se había olvidado por completo de la mujer. Su logro no duro mucho tiempo. La muy astuta la encontró nuevamente. Algo casi imposible de lograr en la plaza atestada de gente, parecía como si estuviesen regalando algo. Podía sentirla a sus espaldas Podía sentir sus ojos clavados como estacas en ella, solo en ella, en nadie más. Comprendió que sus pasos en ningún momento dejaron de ser perseguidos. ¿Qué interés pudo haber despertado en ella para que la siguiera con insistencia?.
Por ahora mientras se mantuviera rodeada de tanta gente no tenia motivo para preocuparse demasiado. Entonces retomando de nueva cuenta sus pasos, estos lo más lento posible, se tomo el tiempo de repasar la imagen grabada en su memoria de su acosadora. Su porte fino y elegante -¿qué busca una mujer como tú en una chica como yo?- se pregunto quizá inconscientemente, en sus bellos ojos con esa intensa mirada, su cabello rizado y…..su piel……la extrema blancura de su piel. Se quedó helada al reparar en ese tono tan blanco como la nieve en su piel y seguramente tan fría como un iceberg. Eso le recordó algo –Eres como- calló unos segundos pues la voz le tembló no creía que todos fueran igual de buenos como él–Gonzalo- susurro arrastrando la voz.
Tenía algún caso retrasar lo que evidentemente era inevitable. Si no se equivocaba esa mujer era un ser inmortal con mayor fuerza, velocidad, si sino como se explicaba que entre tanta gente ella jamás le perdió el rastro, con seguridad muchas habilidades. Tampoco podía arriesgar demasiado y enfrentarla ese sería un grave y quizás el más caro error. Tampoco era de esconderse ni de desafiar al destino pero tampoco era una cobarde por más ingenua que luciera a simple vista algo había aprendido del carácter dominante de Reika.
Sin pensarlo y sin reflejar temor alguno en su rostro se giro con toda intensión de toparse con los ojos de la desconocida y hacerle ver que sabía que la seguía. Solo fueron unos segundos los que le sostuvo la mirada y una vez más se volvió al frente y continuó su camino.
Tenía que reconocer que era una ¿dama?, ¿mujer?, ¿vampira? lo que fuera pero era impresionante.
Ahora soy yo la que pide una disculpa, podré demorar pero no olvidarme ni mucho menos abandonar el tema, gracias por tu comprensión.
Por ahora mientras se mantuviera rodeada de tanta gente no tenia motivo para preocuparse demasiado. Entonces retomando de nueva cuenta sus pasos, estos lo más lento posible, se tomo el tiempo de repasar la imagen grabada en su memoria de su acosadora. Su porte fino y elegante -¿qué busca una mujer como tú en una chica como yo?- se pregunto quizá inconscientemente, en sus bellos ojos con esa intensa mirada, su cabello rizado y…..su piel……la extrema blancura de su piel. Se quedó helada al reparar en ese tono tan blanco como la nieve en su piel y seguramente tan fría como un iceberg. Eso le recordó algo –Eres como- calló unos segundos pues la voz le tembló no creía que todos fueran igual de buenos como él–Gonzalo- susurro arrastrando la voz.
Tenía algún caso retrasar lo que evidentemente era inevitable. Si no se equivocaba esa mujer era un ser inmortal con mayor fuerza, velocidad, si sino como se explicaba que entre tanta gente ella jamás le perdió el rastro, con seguridad muchas habilidades. Tampoco podía arriesgar demasiado y enfrentarla ese sería un grave y quizás el más caro error. Tampoco era de esconderse ni de desafiar al destino pero tampoco era una cobarde por más ingenua que luciera a simple vista algo había aprendido del carácter dominante de Reika.
Sin pensarlo y sin reflejar temor alguno en su rostro se giro con toda intensión de toparse con los ojos de la desconocida y hacerle ver que sabía que la seguía. Solo fueron unos segundos los que le sostuvo la mirada y una vez más se volvió al frente y continuó su camino.
Tenía que reconocer que era una ¿dama?, ¿mujer?, ¿vampira? lo que fuera pero era impresionante.
Ahora soy yo la que pide una disculpa, podré demorar pero no olvidarme ni mucho menos abandonar el tema, gracias por tu comprensión.
Laisha Roux- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 05/10/2011
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Re: The night is full of surprises {Boriska}
Clavé la mirada en mi presa cual estaca en el corazón de los míos y, por supuesto, que se dio cuenta. A pesar de toda la gente que nos rodeaba, su actuar dejó de ser 'normal' pasando a ser algo más nervioso. Hubiese sido tan fácil anularla mentalmente... Sin embargo, notaba fuego en ella. Podría serlo. ¿Qué sentido tendría cazar si hacía uso de mis habilidades? De las más fuertes, por lo menos, no serían necesarias aquella noche. Necesitaba la adrenalina que le producía a mi muerto corazón el ver cada momento de la humana. Sus ojos pidiendo por piedad o rogando por más; dos modalidades muy diferentes y, aún así, completamente satisfactorias ambas. Sonreí, de cara al público, mientras observaba la pequeña representación que se estaba llevando a cabo en la plaza. Lugar dónde prácticamente todos tenían puesto sus ojos. Había alguna que otra pareja en las sombras, murmurando cosas románticas y otras no tanto. Gente que se escondía por muy variados motivos. No me era difícil escucharlos ni tampoco me lo fue el pequeño recital de palabras que murmuró aquella joven. Aún en la distancia, solo me hizo falta concentrarme en sus labios para llegar a oír en ligeros susurros: "Gonzalo". ¿Su amante? ¿Su marido? No vestía como alguien casada con alguien importante y la burguesía pocas veces podía llegar a permitirse la unión del matrimonio como tal por falta de dinero. Inclusive los que creían en que "Dios" iba a unirlos por la eternidad ¡Menudos estúpidos! Creer en una deidad que ni les ayudaba ni les hacía avanzar como seres humanos. En caso de existir, estaba claro que ese tal Dios no iba de su parte. Ni en broma.
En cualquier caso... Era interesante la idea de imaginarle con un hombre mientras yo le hacía probar las delicias de la mujer y que su propio cuerpo podía experimentar en mis manos. Tal vez, algo más dolorosas de lo que estuviera acostumbrada. Sin contar que, incluido en el paquete, estaba la sangre. La necesitaba para sobrevivir y, aunque me alimentaba con frecuencia, pocas veces quedaba saciada completamente. Y todo por no asesinarlos. No asesinarlos con ese método, claro. Reí al pensar en ello ¡Que mala! Me dije a mi misma, realmente parecía no tener corazón alguno y, en caso de haber algún sentimiento en mi interior, solo estaba el placer por cualquier cosa malvada, sexual o fuera de lo común.
En medio de mi desvarío mental, algo cambió en el ambiente. Mis ojos, automáticamente, fueron a buscar la presa que todavía seguía en su lugar. ¡Que sorpresa! Se había dado la mínima vuelta suficiente como para mirar en mi dirección. No había temor alguno en su rostro mientras clavaba sus ojos en los míos; acción que obviamente tuvo su misma respuesta. En este caso, una sutil sonrisa. Cuando echó a andar, fuera de la plaza, envió también un mensaje que quedó reflejado en mi clarísimamente. "Ven a por mi". Tal vez, era una muchacha ingenua creyendo que aquello solo resultaría un juego. O pensando que su orgullo podía ser superior a las agallas que en verdad tenía. ¡Diversión asegurada! Una mujer sin, aparentemente, temor alguno por alguien que la estaba siguiendo. ¿Se habría confiado al ser yo una mujer? Minutos atrás, la había visto preocupada. Reacción habitual. ¿Se lo habría pensado mejor? Caminé, obviamente, en la dirección que ella había tomado. Alejándonos de toda la multitud congregada al rededor de la representación que lejos estaba de interesarme; había pocas cosas del mundo de los humanos -Fuera de ellos mismos.- que me interesaran. En ese momento, solo había puesto mis ojos en ella. Era la única gota de miel que atraía a esta abeja. Una gota preciosa.
Me pregunté, entonces, quién sería la primera en dar el paso. ¿Correría? ¿Se me acercaría? ¿Intentaría despistarme? Resultaba extremadamente divertido pensar en sus reacciones justo antes de que ocurrieran y apostar por cuál sería la más acertada.
Me disculpo por la demora, de nuevo Uu.
En cualquier caso... Era interesante la idea de imaginarle con un hombre mientras yo le hacía probar las delicias de la mujer y que su propio cuerpo podía experimentar en mis manos. Tal vez, algo más dolorosas de lo que estuviera acostumbrada. Sin contar que, incluido en el paquete, estaba la sangre. La necesitaba para sobrevivir y, aunque me alimentaba con frecuencia, pocas veces quedaba saciada completamente. Y todo por no asesinarlos. No asesinarlos con ese método, claro. Reí al pensar en ello ¡Que mala! Me dije a mi misma, realmente parecía no tener corazón alguno y, en caso de haber algún sentimiento en mi interior, solo estaba el placer por cualquier cosa malvada, sexual o fuera de lo común.
En medio de mi desvarío mental, algo cambió en el ambiente. Mis ojos, automáticamente, fueron a buscar la presa que todavía seguía en su lugar. ¡Que sorpresa! Se había dado la mínima vuelta suficiente como para mirar en mi dirección. No había temor alguno en su rostro mientras clavaba sus ojos en los míos; acción que obviamente tuvo su misma respuesta. En este caso, una sutil sonrisa. Cuando echó a andar, fuera de la plaza, envió también un mensaje que quedó reflejado en mi clarísimamente. "Ven a por mi". Tal vez, era una muchacha ingenua creyendo que aquello solo resultaría un juego. O pensando que su orgullo podía ser superior a las agallas que en verdad tenía. ¡Diversión asegurada! Una mujer sin, aparentemente, temor alguno por alguien que la estaba siguiendo. ¿Se habría confiado al ser yo una mujer? Minutos atrás, la había visto preocupada. Reacción habitual. ¿Se lo habría pensado mejor? Caminé, obviamente, en la dirección que ella había tomado. Alejándonos de toda la multitud congregada al rededor de la representación que lejos estaba de interesarme; había pocas cosas del mundo de los humanos -Fuera de ellos mismos.- que me interesaran. En ese momento, solo había puesto mis ojos en ella. Era la única gota de miel que atraía a esta abeja. Una gota preciosa.
Me pregunté, entonces, quién sería la primera en dar el paso. ¿Correría? ¿Se me acercaría? ¿Intentaría despistarme? Resultaba extremadamente divertido pensar en sus reacciones justo antes de que ocurrieran y apostar por cuál sería la más acertada.
Me disculpo por la demora, de nuevo Uu.
Boriska K. Szöcs- Vampiro Clase Alta
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Re: The night is full of surprises {Boriska}
Hasta donde llegaría la valentía de la muchacha su ausencia de temor. ¿En verdad no sentía temor alguno?. La mujer no parecía una mujer de fiar. Demasiado misterio encerraba cosa que la convertía en un ser interesante y peculiar. Pero que estaba pensando Laisha que cosas pasaban por su cabeza ¿Por qué no se mantenía entre el tumulto de la gente?. Tonta, demasiado tonta estaba siendo en alejarse. Eso lo sabía ella muy bien. ¿Qué la volvía arriesgada, valiente? Sería a caso que esta noche ese deseo la llevaba a la locura porque habría que estar completamente loca para ponerse en manos del evidente peligro al que ella misma se dejaba llevar.
Un escalofrío recorrió su cuerpo. Una sonrisa perversa se dibujo en su rostro. Esto lejos de asustarla aumentaba su deseo. Un deseo enfermizo se despertaba en la joven cortesana como nunca antes, ni en los años que llevaba ejerciendo como tal. Sintió pena de ella misma y pena solo de imaginar que este sentimiento se instalara en su ser interponiéndose en su deseo de algún día retirarse de esa vida tan denigrante.
Ya no había duda. Iba tras ella. Alejada de la multitud caminaba por una calle solitaria donde el eco de sus pasos era seguido por el eco de los pasos ajenos. De nuevo el escalofrío. Esa sensación que le confirmaba el aumento de su deseo, de esa necesidad que esta noche se apostaba en su cuerpo. ¿Por qué no correr a los brazos de Gonzalo? Para ello era ya demasiado tarde algo le decía que hiciera lo que hiciera no podía escapar. Sensación que le provoco un placer tal al de un orgasmo. Fue entonces cuando el temor mezclado con lujuria y placer se apodero de ella. No correría a sus brazos. Al final de la calle un grupo numeroso de personas, risas, gritos de alegría se escuchaban, al parecer se divertían, Apresuro sus pasos hasta mezclarse entre ellos. Sin más un chico a su costado le ofreció de su bebida. Laisha cogió la botella por el cuello y se empino un largo trago de esa bebida barata que le calo la garganta tanto que casi estuvo a punto de echarlo afuera. Le susurro un gracias al chico después de depositar un beso en su mejilla justo cuando frente a ella observaba el sitio perfecto para ocultarse y hacerla creer que avanzaba junto con aquel grupo de chicos que poco a poco se alejaban y doblaban a la esquina de la calle.
Un par de columnas tan anchas como un luchador de zumo separadas por un estrecho espacio por el que perfectamente cabía su esbelta figura. Ella estaba cerca, podía sentirla. Se escondió detrás de la columna poco a poco se fue colando entre medio de las columnas. Al cabo de unos minutos asomo apenas la cabeza. No observo nada. Aprovecho y retrocedió sus pasos retomando el camino por donde venía. Al no sentir que le seguían se hecho a correr varios metros hasta que ya no pudo más. Pego su espalda contra la pared llevándose las manos al pecho mientras intentaba recobrar el aliento. Esto le llevo varios minutos, minutos en los que la misteriosa mujer con seguridad se esforzaba por encontrarla. Sonrió triunfante al ver que logro engañarla. Decidió regresar a la plaza. Corto camino por una calle estrecha. Creía que ya no la seguía pero el solo hecho de imaginarse que aún venía tras ella la excito tanto que sin siquiera notarlo caminaba con sensualidad meneado las caderas de un lado a otro.
Un escalofrío recorrió su cuerpo. Una sonrisa perversa se dibujo en su rostro. Esto lejos de asustarla aumentaba su deseo. Un deseo enfermizo se despertaba en la joven cortesana como nunca antes, ni en los años que llevaba ejerciendo como tal. Sintió pena de ella misma y pena solo de imaginar que este sentimiento se instalara en su ser interponiéndose en su deseo de algún día retirarse de esa vida tan denigrante.
Ya no había duda. Iba tras ella. Alejada de la multitud caminaba por una calle solitaria donde el eco de sus pasos era seguido por el eco de los pasos ajenos. De nuevo el escalofrío. Esa sensación que le confirmaba el aumento de su deseo, de esa necesidad que esta noche se apostaba en su cuerpo. ¿Por qué no correr a los brazos de Gonzalo? Para ello era ya demasiado tarde algo le decía que hiciera lo que hiciera no podía escapar. Sensación que le provoco un placer tal al de un orgasmo. Fue entonces cuando el temor mezclado con lujuria y placer se apodero de ella. No correría a sus brazos. Al final de la calle un grupo numeroso de personas, risas, gritos de alegría se escuchaban, al parecer se divertían, Apresuro sus pasos hasta mezclarse entre ellos. Sin más un chico a su costado le ofreció de su bebida. Laisha cogió la botella por el cuello y se empino un largo trago de esa bebida barata que le calo la garganta tanto que casi estuvo a punto de echarlo afuera. Le susurro un gracias al chico después de depositar un beso en su mejilla justo cuando frente a ella observaba el sitio perfecto para ocultarse y hacerla creer que avanzaba junto con aquel grupo de chicos que poco a poco se alejaban y doblaban a la esquina de la calle.
Un par de columnas tan anchas como un luchador de zumo separadas por un estrecho espacio por el que perfectamente cabía su esbelta figura. Ella estaba cerca, podía sentirla. Se escondió detrás de la columna poco a poco se fue colando entre medio de las columnas. Al cabo de unos minutos asomo apenas la cabeza. No observo nada. Aprovecho y retrocedió sus pasos retomando el camino por donde venía. Al no sentir que le seguían se hecho a correr varios metros hasta que ya no pudo más. Pego su espalda contra la pared llevándose las manos al pecho mientras intentaba recobrar el aliento. Esto le llevo varios minutos, minutos en los que la misteriosa mujer con seguridad se esforzaba por encontrarla. Sonrió triunfante al ver que logro engañarla. Decidió regresar a la plaza. Corto camino por una calle estrecha. Creía que ya no la seguía pero el solo hecho de imaginarse que aún venía tras ella la excito tanto que sin siquiera notarlo caminaba con sensualidad meneado las caderas de un lado a otro.
Laisha Roux- Mensajes : 63
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Re: The night is full of surprises {Boriska}
Mi mente se debatía: ¿Qué resultaba más placentero, sentir su miedo o su excitación?. Era una humana lista y, a pesar de que yo me mantenía en la suficiente distancia como para que nadie notara mi presencia, ella sí lo había echo. Perspicaz como ninguna otra aquella noche, no por nada había captado mi atención desde el principio. Con esa melena larga y negra, junto a esos ojos verdes que parecían hablar por si solos. Era inevitable que mi mente se los imaginara pidiendo por más o, por el contrario, suplicando que parase. Sí, ya podía verla perfectamente a mi merced. Aún con aquellas prendas de ropa encima, hacía lucir las curvas que su cuerpo poseía. Y la curva de sus senos que asomaban por aquel escote atrevido. La mezcla de inocencia y travesura era casi tan desconcertante como la de excitación y miedo. ¿Cuál sería la faceta predominante? Había captado mi total interés, por supuesto que pensaba descubrirlo. Sonreí con picardía cuando empezó a caminar lejos de la multitud. ¿Una invitación?. Como es obvio mis pies también empezaron a moverse, aunque con lentitud. Nunca me había gustado tener que correr para atrapar a mis presas. No lo necesitaba, de echo. Con solo haberlas visto una única vez, ya era capaz de captar su olor y seguirlas allá dónde estuvieran. Ya fuera a cinco metros o a cinco mil kilometros. Eso era indiferente. Lo que quería lo conseguía y lo atrapaba sin a penas esfuerzo, a eso estaba acostumbrada. No cambiaría aquella noche.
¿Estúpida o valiente? Una cuestión más me hice, al verla introducirse por un callejón que restaba mucho de estar habitado. ¿A caso quería que le diera caza? ¿Sabía lo que yo era? A medida que los segundos pasaban, más sensación me daba que su inocencia se ocultaba en un rincón muy oscuro de ella. Ningún humano ―Porque si de algo estaba segura, es de que era humana― en su sano juicio cedería ante tal situación. ¿Se pensaría a caso que iba a ser buena? Quizás, sus experiencias con los de mi clase habían sido demasiado buenas. ¡Y pensar que había vampiros "buenos"! ¿Dónde se a visto semejante profanación a nuestro buen nombre? Somos seres sin alma ni corazón. Puede que intenten convencerse a ellos mismos, pero jamás lograrán ser semejantes a los humanos. No habíamos sido creados para eso y yo lo había aceptado hacía ya demasiado tiempo. Y jamás admitiría la añoranza momentánea por los sentimientos humanos mientras me unía a ellos, del mismo modo que nadie sabía lo profunda que podía llegar a ser esa unión para mi. Ni el modo en que yo había desterrado esa sensación de mi cuerpo como algo anhelante. Había decidido disfrutar de esos momentos y comerme a cuantos pudiera, hasta quedar saciada, lo que no ocurría con frecuencia.
Un cambio de rumbo me alertó. Repentinamente, lo que se había convertido en excitación y deseo dio paso al miedo. ¡Ahí estaba! Por fin, estaba siendo consciente de la locura en la que se había metido. Una pena que fuera demasiado tarde. Mis pasos se pararon poco antes de que ella se creyera a salvo, mezclándose con el tumulto de gente que habíamos encontrado. Apoyé una parte de mi cuerpo en la pared y quedé observándola. Si bien mis ojos la habían perdido con tanta gente por en medio, solo necesitaba cerrarlos y concentrarme únicamente en ella. Mi mente la visionaba a la perfección, bebiendo para calmar los nervios. Reí. Eso ya empezaba a ser más normal y, para mi, más excitante. El miedo, definitivamente. Esa era la respuesta a la primera pregunta. El miedo era lo que podía conmigo, lo que me hacía elegir mi próximo objetivo, lo que en aquel momento me llevó a no perderla de vista ni un solo segundo. Quería que acabara suplicándome, ya fuera de placer o de dolor. Pero la quería postrada ante mi. Tal vez, incluso, considerara el conservarla como una de mis esclavas. Bastaría un simple toquecito en su frágil mente para que todo se oscureciera y obedeciera cada una de mis órdenes sin rechistar.
Reí, me estaba excitando solo de pensar en ello. Abrí los ojos, respirando profundamente el aroma que me traía el viento fresco de aquella noche primaveral. Era increíble, no necesitaba utilizar mi poder para olorarla entre aquella mugrosa gente borracha que bailaba y reía sin ton ni son. Me estaba buscando. Buscando un indicio de que, o la había perdido de vista, o bien me había rendido. Era comprensible. ¿Por qué elegir algo difícil cuando puedes irte a lo fácil? A una de las ebrias que fácilmente no me opondrían resistencia. Resultaba realmente fácil pensar desde la poca compleja mente humana. ¡Cómo podían ser la especie dominante! Ellos, quienes podían verse a la luz del día, mientras que nosotros solo podíamos mostrarnos entre las sombras. Estando años luz de ellos y con una experiencia mucho más superior que la de cualquier otro ser sobrenatural. ¿Quién, a parte de nosotros, era capaz de vivir eternamente? Podían ser más o menos longevos, pero ninguno tenía esa capacidad. Para qué negarlo, a veces pensar en el sol, me ponía de mal humor. El ingrediente perfecto aquella noche.
Ya ligeramente hastiada ―No solo de mis pensamientos, sino de el que la caza estuviese durando más de la cuenta― fui en busca de mi presa. Cual inocente conejita, creía haberme despistado. Puede que, después de todo, sí fuera más inocente de lo que en un principio había pensado. De nuevo caminando por callejones, acorté del modo que me hizo cruzarme con ella. Si la perseguía por detrás, intentaría escapar como había echo anteriormente, y si me presentaba por delante huiría en la dirección contraria. Por suerte, los callejones de París tenían muchas callejuelas atravesadas, bastante útiles para esos momentos. Utilizando un poco de mi superior velocidad, atrapé su cuerpo desde detrás con una sola de mis manos por su vientre. ― Te pillé ― Un susurro sobre su oído, que tuvo de acompañamiento un pequeño lametón en el lóbulo de esa misma oreja. Reí, carcajeándome con burla. ― Ha sido divertido. Ahora, con tu permiso, tomaré lo que he venido a buscar ― Aparté su cabello negro hacia el lado opuesto y ladeé bruscamente su cabeza. No tuve ningún tipo de piedad al traspasarla con mis colmillos ya extremadamente crecidos.
¿Estúpida o valiente? Una cuestión más me hice, al verla introducirse por un callejón que restaba mucho de estar habitado. ¿A caso quería que le diera caza? ¿Sabía lo que yo era? A medida que los segundos pasaban, más sensación me daba que su inocencia se ocultaba en un rincón muy oscuro de ella. Ningún humano ―Porque si de algo estaba segura, es de que era humana― en su sano juicio cedería ante tal situación. ¿Se pensaría a caso que iba a ser buena? Quizás, sus experiencias con los de mi clase habían sido demasiado buenas. ¡Y pensar que había vampiros "buenos"! ¿Dónde se a visto semejante profanación a nuestro buen nombre? Somos seres sin alma ni corazón. Puede que intenten convencerse a ellos mismos, pero jamás lograrán ser semejantes a los humanos. No habíamos sido creados para eso y yo lo había aceptado hacía ya demasiado tiempo. Y jamás admitiría la añoranza momentánea por los sentimientos humanos mientras me unía a ellos, del mismo modo que nadie sabía lo profunda que podía llegar a ser esa unión para mi. Ni el modo en que yo había desterrado esa sensación de mi cuerpo como algo anhelante. Había decidido disfrutar de esos momentos y comerme a cuantos pudiera, hasta quedar saciada, lo que no ocurría con frecuencia.
Un cambio de rumbo me alertó. Repentinamente, lo que se había convertido en excitación y deseo dio paso al miedo. ¡Ahí estaba! Por fin, estaba siendo consciente de la locura en la que se había metido. Una pena que fuera demasiado tarde. Mis pasos se pararon poco antes de que ella se creyera a salvo, mezclándose con el tumulto de gente que habíamos encontrado. Apoyé una parte de mi cuerpo en la pared y quedé observándola. Si bien mis ojos la habían perdido con tanta gente por en medio, solo necesitaba cerrarlos y concentrarme únicamente en ella. Mi mente la visionaba a la perfección, bebiendo para calmar los nervios. Reí. Eso ya empezaba a ser más normal y, para mi, más excitante. El miedo, definitivamente. Esa era la respuesta a la primera pregunta. El miedo era lo que podía conmigo, lo que me hacía elegir mi próximo objetivo, lo que en aquel momento me llevó a no perderla de vista ni un solo segundo. Quería que acabara suplicándome, ya fuera de placer o de dolor. Pero la quería postrada ante mi. Tal vez, incluso, considerara el conservarla como una de mis esclavas. Bastaría un simple toquecito en su frágil mente para que todo se oscureciera y obedeciera cada una de mis órdenes sin rechistar.
Reí, me estaba excitando solo de pensar en ello. Abrí los ojos, respirando profundamente el aroma que me traía el viento fresco de aquella noche primaveral. Era increíble, no necesitaba utilizar mi poder para olorarla entre aquella mugrosa gente borracha que bailaba y reía sin ton ni son. Me estaba buscando. Buscando un indicio de que, o la había perdido de vista, o bien me había rendido. Era comprensible. ¿Por qué elegir algo difícil cuando puedes irte a lo fácil? A una de las ebrias que fácilmente no me opondrían resistencia. Resultaba realmente fácil pensar desde la poca compleja mente humana. ¡Cómo podían ser la especie dominante! Ellos, quienes podían verse a la luz del día, mientras que nosotros solo podíamos mostrarnos entre las sombras. Estando años luz de ellos y con una experiencia mucho más superior que la de cualquier otro ser sobrenatural. ¿Quién, a parte de nosotros, era capaz de vivir eternamente? Podían ser más o menos longevos, pero ninguno tenía esa capacidad. Para qué negarlo, a veces pensar en el sol, me ponía de mal humor. El ingrediente perfecto aquella noche.
Ya ligeramente hastiada ―No solo de mis pensamientos, sino de el que la caza estuviese durando más de la cuenta― fui en busca de mi presa. Cual inocente conejita, creía haberme despistado. Puede que, después de todo, sí fuera más inocente de lo que en un principio había pensado. De nuevo caminando por callejones, acorté del modo que me hizo cruzarme con ella. Si la perseguía por detrás, intentaría escapar como había echo anteriormente, y si me presentaba por delante huiría en la dirección contraria. Por suerte, los callejones de París tenían muchas callejuelas atravesadas, bastante útiles para esos momentos. Utilizando un poco de mi superior velocidad, atrapé su cuerpo desde detrás con una sola de mis manos por su vientre. ― Te pillé ― Un susurro sobre su oído, que tuvo de acompañamiento un pequeño lametón en el lóbulo de esa misma oreja. Reí, carcajeándome con burla. ― Ha sido divertido. Ahora, con tu permiso, tomaré lo que he venido a buscar ― Aparté su cabello negro hacia el lado opuesto y ladeé bruscamente su cabeza. No tuve ningún tipo de piedad al traspasarla con mis colmillos ya extremadamente crecidos.
Boriska K. Szöcs- Vampiro Clase Alta
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